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LA MUJER MARIPOSA - Novela Ol Sasha 2007

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Existe la leyenda de la Mujer Delfín.


Y cuenta que solo unos pocos nativos conocían el sitio exacto de
la única isla que dejaba unos peñascos al descubierto a modo de sutil
escenario con la bajada de la marea las noches de luna llena.
Eran pocos los turistas del inmenso trasatlántico que hacía escala
en la isla mayor que podían optar a tan insólita excursión por el
secretismo, y por lo elevado del precio y la obligada propina al guía.
El señor Gafer fue a ver como bailaban las ninfas acuáticas por
escéptico, más que por lo relatado acerca de la belleza del
acontecimiento, y también porque se lo podía permitir y era un
símbolo de poder realizar semejante visita.
Bailaban alegres y desnudas la danza de la vida focas, orcas,
morsas, y otras singulares especies marinas. ¡Y era cierto! Todas estaban
desnudas. Todas se habían quitado la piel y bailaban al son de una
melodía que el oído humano no lograba escuchar.
Una joven delfín llegó cuando la fiesta ya había empezado y los
presentes descubrieron como efectivamente se despojaba de su vestido
para exhibir toda su belleza interior. Entonces se aproximó Gafer, y
aprovechando la distracción, robó la piel a la delfín.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Rebeca conoció a Juan Daniel en un Chat de Internet. Rebeca tenía que


realizar un curso en Madrid. Aprovechó para conocer a Juan Daniel
personalmente.
Al principio ella se encontraba muy a gusto con él porque se mostraba
muy interesado, aunque le pareció excesivamente callado.
Rebeca se fue a vivir con Juan Daniel a los pocos meses dejando atrás
familia, amigos, empleo, y pronto añoró la alegría de su Andalucía encerrada
en un piso esperando a que llegara del trabajo.
Juan Daniel se quedaba con amigos a tomar copas después de la
jornada laboral. Se sucedían las salidas nocturnas en las que llegaba oliendo a
perfume y alcohol. En una ocasión, Rebeca tuvo que tirar las sábanas porque
no se quitaba el olor ni lavándolas.
Así transcurrieron los dos primeros meses hasta que Rebeca le dijo que
se había trasladado a Madrid para estar con él.
_ Si voy a continuar sola en este piso prefiero regresar a mi tierra.
Entonces Juan Daniel le propuso matrimonio asegurándole que todo
sería distinto.
Durante los preparativos de la boda, Juan Daniel dejó a Rebeca
totalmente al margen.
Ella pasó una hora en el baño sollozando como una niña el día de la
ceremonia. Él ni siquiera se percató.
Juan Daniel cortó gran parte de sus salidas, pero le reprochaba cada
noche no poder divertirse.
_ Ya no puedo salir por ahí... estoy sacrificando mi vida por ti –se quejaba, ¿no
podía divertirse con Rebeca?
Ella se esmeraba en la cocina para agradarlo a su llegada porque la
madre de Juan Daniel cocinaba exquisitamente y no siendo una experta, se
defendía. Un día le dedicó toda la tarde a un sofisticado plato que cuando
Juan Daniel llegó malhumorado a cenar, lanzó al suelo dejándola perpleja.
Era arrogante y prepotente. Soberbio. Un sociópata.
_ Gano tres veces más que tú... con lo que tú tienes no puedes pagar un
alquiler y vivir.
Rebeca había conseguido trabajo por las mañanas en un geriátrico, y
tenía su salario, pero no podía hacer nada sin su consentimiento y aprobación.
Le hacía guardar todos los tickets de compra para controlar los gastos. Y le
decía constantemente como tenía que hacer las cosas señalando cada
detalle minuciosamente, pero un día Juan Daniel lo contaba de una forma y al
día siguiente de otra, desconcertando a Rebeca que se moría por
complacerlo sin hallar la forma.
Sobre todo la desconcertaba con su comportamiento, un día envuelto
en el absoluto mutismo, otro día exultante de contento sin justificación
concreta y al siguiente, enojado por todo y con todos con arrebatos de cólera
hasta con el perro al que pegaba sin motivos.
_ ¡No sabes hacer nada! ... ¡Eso no se pone ahí!... ¡Eres gafe! –la coartaba y la
sometía. ¿Cómo se lo consentía? Rebeca podía llegar a creerse que era cierto
cuanto decía.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Y cuanto más se aplicaba ella, peor era la acometida de Juan Daniel


que siempre quería tener la última palabra sintiéndose bien cuando la
humillaba, ¡era ruin! Pisoteaba la luciérnaga que molesta por su brillo. Sabía
que Rebeca era maravillosa, pero jamás se lo decía por no darle la
satisfacción de verla sonreír.
La oprimía hasta estrangularla porque la consideraba de su propiedad.
A Juan Daniel le molestaba terriblemente que Rebeca hablara por
teléfono con sus padres y ya no viajaron más a Jerez de la Frontera. Y cuando
algún miembro de la familia visitaba su piso, Juan Daniel se mostraba al
principio amable, pero muy grosero conforme avanzaban las horas.
La familia de Rebeca era consciente de su infelicidad, pero su acto
reflejo consistía en mirar a otro lado. No afrontaban una conversación abierta
con su hija. Imperaba la pasividad.

Al llegar el alba, focas, orcas, morsas, todas se colocaron con gracia y


delicadeza sus pieles antes de saltar desde el trampolín natural al océano
azul para perderse en su profundidad. Todas excepto la joven mujer
delfín que no encontraba su piel.
_ ¿Dónde está mi piel? –gritó desesperada.
_ La tengo yo –respondió el señor Gafer.
Ella lo miró detenidamente de arriba abajo. No salía de su
asombro. Era un hombre. Ella siempre tuvo mucha curiosidad. Era la
primera vez que estaba en presencia de un hombre. A Kel-ra le habían
hablado de estos seres que vivían en la superficie de la tierra.
_ ¡Devuélvemela!
_ No –respondió el señor Gafer con severidad-. Sólo te la devolveré si
aceptas ser mi esposa -el señor Gafer había quedado cautivado por los
irresistibles encantos de la mujer delfín-. ¡Cásate conmigo! –le dijo.
_ Pero si me caso contigo, si soy tu esposa, ¿me devolverás mi piel?
_ Claro mujer, cuando estemos en nuestra casa podrás volvértela a
poner.
Y así fue como Kel-ra abandonó su paraíso para viajar al mundo
de los hombres que quería conocer.

Rebeca consideraba que en una pareja debe existir el amor, pero un amor
vivo, no cargado de egoísmo y de presiones psicológicas para hacer sentir
culpable al otro de cuanto sucede.
_ La sinceridad es uno de los pilares básicos ya que alimenta la capacidad de
creer en el ser humano. Y cuando se rompe por alguna circunstancia, el
templo se tambalea y puede ser el principio de su caída.
Así se lo había contado a Manuela, su vecina del piso de abajo con la
que pasaba horas conversando porque ambas tenían horario intensivo y las
tardes libres.
Rebeca no estaba dispuesta a ser usada y tirada a un contendor de
basura como si de un mueble viejo se tratara. Ella tenía su valor, y realmente

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

era grande. Y no quería que ni tan siquiera su marido le dijera que daba
muchas vueltas a las cosas.
Rebeca no quería a nadie a su lado que adornara de vez en cuando
un tema con palabras bonitas para que se le diera la razón. Ella no quería una
persona que se descargara de su mal día llenándola de críticas constantes.
Porque Juan Daniel canalizaba su inseguridad con humillaciones como reflejo
de lo mezquino que puede llegar a ser un individuo obtuso.
No quería tomar como norma que Juan Daniel cortejara a otras mujeres
llegando a cortarles el paso por la calle frente a ella, ensalzando sus figuras
hasta el punto de acomplejarla.
No le agradaban las faltas de respeto, las palabras hirientes sin venir al
caso con la única finalidad que Juan Daniel comprobara la potencia que
ejercía su ira sobre Rebeca.
_ Un ser tan perfecto como estúpido que exige perfección pero nunca se la
aplica... ¡un hombre incapaz de hacer feliz a su mujer –hubiera querido
contarle a su vecina Manuela pero Rebeca hacía teatro. Era muy buena actriz
disimulando. Había aprendido en su infancia por la fuerza.
Y años más tarde, ya en la nueva vivienda a modo de palacio en las
afueras de Madrid, se acentuaba el temor a que Juan Daniel llegara a la casa
con sus gestos y sus gritos y sus ojos desorbitados en una cara desencajada
para acosarla persiguiéndola hasta maltratarla. A Rebeca se le agarrotaban
las extremidades y se encogía en posición fetal en la cama o el sofá del salón
con ganas de desaparecer. Tenía miedo a hablar, a escuchar, a vivir. No
quería un amor destrozado a golpe de miedos, un amor convertido en
desprecio y destrucción. No quería un amor que ya no podía entregar y que
siempre era exigido por la fuerza.
Ya no podía continuar con el sentir de un dolor profundo que se
respiraba en cada rincón de la casa, en la calle, hasta en el sueño. El dolor de
la vergüenza por su desdicha del que tanto se aprovechaba Juan Daniel.

Adentrándose en la tierra circularon por carreteras y autopistas,


cruzaron puentes y túneles hasta llegar a un valle rodeado de montañas
de cemento y cristal donde se celebró el matrimonio.
El señor Gafer disfrutó la noche de bodas tanto como Kel-ra,
porque todo era nuevo y emocionante, y así pasaron diez días
encerrados en la alcoba hasta que exhaustos decidieron poner punto y
final a la luna de miel.
_ Ahora quiero recuperar mi piel, esposo mío –le susurró con amor.
_ Jamás te la devolveré –sentenció el señor Gafer.
_ Pero… tú me dijiste…
_ Sí te dije, y donde dije digo, digo Diego. Ahora eres mi esposa y harás
todo cuanto yo quiero.
Kel-ra había pensado que los suyos se ocultaban bajo el agua
huyendo de un mundo fascinante, pero tal vez tenían razón y hubiera
sido mejor evitar al Hombre.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

¿Tenía que planear la fuga?


¡Por supuesto, no había otra opción si quería salvarse!
También podía suceder que Rebeca reconociera una debilidad
inventada y accediera a convertirse en su victima de por vida.
Juan Daniel tuvo habilidad para engañarla con la promesa de una vida
mejor dentro del matrimonio para destruirla con mayor saña.
¿Había perdido Rebeca la fe en la vida?
De su mente emergían ideas, brotaban emociones de su piel, se
conmovían los sentimientos con cada latido pero era incapaz de manifestar
todo ese mundo vivo en la realidad exterior, ¿por qué?
Aquel verdugo la aterrorizaba. La paralizaba. La acorralaba
encerrándola en un mundo oprimido. Juan Daniel limitaba su libertad con
palabras soeces y desatinados comentarios esbozados a chillidos que ella
tenía que creerse porque se decía:
_ Es lo correcto, tengo que aceptarlo, así debe ser –¿era impotente?
Rebeca necesitaba acampar en el prado del alma para acompañar
en la noche el canto de la cigarra envuelta por las montañas cuyas cimas
guiñan un ojo, cuyas laderas sonríen presurosas, cuyos bosques bailan una
danza sagrada haciendo brincar en sus copas chispazos de vida, y así,
anuncian con el alba el nuevo día y, sin embargo, al estirar la pierna para
levantarse de la cama, cuidado, un cepo a base de arsénico en el suelo, y en
la frente un punto rojo: el rifle de mira telescópica apuntando. El mismo día de
ayer se repetía como disco rayado que no cesa.
¿Terminaría la decepción por desbaratar su fuerza interior?
La amargura y la angustia a cada rato, la zozobra a cada paso, los
nervios constantes, la intranquilidad durante los fines de semana. Otra arruga.
¿Dónde estaba el sosiego y la paz?
Crecía la negatividad levantando empalizadas, ¿de qué sirve un
palacio de cristal?
En vez de benefactor, el marido se había convertido en un intruso, en un
entrometido inoportuno, en un merodeador que acechaba su mundo
espiritual. Con su comportamiento logró Juan Daniel que su mujer desconfiara
y a diario deseara huir de los tentáculos que la dominaban con la intención
¿de asesinarla?
¿De qué había valido el destierro a la capital? ¿Se había exiliado de su
identidad para qué? ¿Cuánto más permanecería falleciendo en cada minuto
de absurda existencia?
Quizás a Rebeca le gustaba su rol de prisionera. Hay quien no quiere
escapar de la tortura. Hay quien se limita a permanecer en la trampa a
sabiendas de que lo es, ¿dónde quedaba su voz original? ¡Tenía el talento
amordazado!
Tal vez Rebeca sentía seguridad ante su carcelero porque sabía lo que
nunca más podría tener, y en sí mismo, eso equivale a mucha sabiduría. Sobre
todo cuando ya no quieres asombrarte ni explorar, cuando te da igual una
experiencia más, cuando la vida carece de significado y permites que te
extraigan la sangre a borbotones, y al final, la energía vital termina por
escaparse como escapa un globo de la mano distraída del niño en el parque
de atracciones.
Lesionada aguardaba, ¿qué aguardaba?
Aguardaba el momento, ¿qué momento?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Pasaron los años y Kel-ra cada vez sabía menos de sí misma. Ignoraba
quien era y qué quería. No sabía qué esperar de la vida rodeada de
hombres alejada de sus hermanos marinos.
Se le nublaba la vista, se le agarrotaban las manos, y todo era
demasiado sucio y cruel. De repente extraviaba su sentir. Sus ideas y
opiniones se desvanecían, y sus aptitudes se marchitaban como una flor
que no se riega y se olvida.
La velocidad de circulación de su sangre menguó tan
dramáticamente que la palidez surcó la suavidad de su cutis y su cuerpo
se resecaba como un higo hasta agrietarse.
Kel-ra perdió su sonrisa. Se le resquebrajaban los huesos y a
punto estaba de reducirse a simple polvo.
Empezó a tener sueños de animales heridos, un caballo, un oso,
un toro, eran pesadillas horribles. Y tartamudeaba. Cojeaba. Vomitaba
cuanto comía. Kel-ra ya no era ella.
Pero un día luego de una ráfaga de lluvia que humedeció la tierra
descendió del cielo un hombre con sus enormes alas de arco iris
extendidas a los lados que dobló a su espalda, y con ágil gesto se las
quitó y se las obsequió a Kel-ra para que escapara.
_ Son tuyas si las quieres –musitó con suavidad dulce y uniforme.
Aquél encuentro desconcertó a Kel-ra.
_ No aceptes ningún sucedáneo de vida. No te desangres por dentro ni
un día más. Conoces tu jaula, ¿presientes tu libertad?
En aquel hombre de alas plateadas encontró rápidamente alivio y
consuelo, pero lo que era mejor: halló la expresión de la vida en las
palmas de sus manos y la alegría en esos ojos profundos de mirada fija,
sus pies conocían la danza de la vida y su sonrisa brillante resplandecía.
Le lamió la espalda y tenía el sabor del agua salada.

Juan Daniel la llevó una lluviosa noche a cenar con unos amigos a un
restaurante chino. Rebeca se percató de inmediato que se acababan de
conocer. Y dedujo durante la cena que se habían conocido por Internet. Eran
tres parejas educadas y cultas que charlaban por los codos.
Luego fueron a tomar una copa a un local cercano. Había poca luz. Los
reservados tenía cómodos sofás. La música era seductora. De repente,
sucedió lo que Rebeca nunca hubiera sospechado. Las tres mujeres se
desnudaron y desnudaron a Juan Daniel ante su perturbación, ¡era un local de
intercambio de parejas!
Todos empezaron a reírse de Rebeca por su ingenuidad. Y las lenguas y
las manos de los hombres se abalanzaron sobre ella para manosearla, ¡qué
asco sintió Rebeca impotente sin saber qué hacer!
Qué mortificación ver a su marido totalmente desnudo con las tres
mujeres ¡cuánta rabia y tristeza la embriagó! Y brincó del sofá para empujar la

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

puerta del local y salir corriendo del antro sin paraguas para perderse en las
calles oscuras de madrugada sin saber a dónde ir.
Un hombre la vio chorreando agua. Su acto reflejo fue ofrecerle el
paraguas, pero Rebeca reaccionó violentamente. Estaba fuera de sí.
Ella siguió andando. Él la siguió cubriéndola con el paraguas desde
atrás.
_ Discúlpame... ¿puedo ayudarte? –le decía sin dejar de caminar.
Rebeca se detuvo en seco y se dio la vuelta. Temblaba como una hoja
que sacude el viento indefensa bajo la tromba de agua.
A Alberto se le ocurrió darle un abrazo protector en el que se refugió ella
para llorar abrazada a un extraño por varios minutos hasta que se tranquilizó.
Rebeca comprendió que Alberto tenía buenas intenciones, pero se
negó a contarle nada cuando le preguntó.
Al rato Alberto se preocupó de buscarle un taxi que no llegaba. La
noche estaba desierta.
_ Yo he estado celebrando un cumpleaños con mis compañeras de trabajo –
Alberto intentaba darle conversación.
Finalmente apareció un taxi. Alberto le abrió la puerta para que subiera,
momento que aprovechó para solicitarle el número de teléfono.
_ No voy a darte mi número –le espetó Rebeca.
_ Toma el mío entonces –sonrió Alberto.
Y viendo que carecía de bolso, llevó su mano al bolsillo. Sacó un billete
que le entregó a Rebeca para que pudiera abonar el trayecto.

El señor Gafer forzaba a Kel-ra coaccionándola, sin embargo el hombre


que descendió del cielo le permitía “ser” conmovido por el alarido de
socorro que gritaban su corazón entristecido, y la llevaba cada noche de
luna llena al lago de Palanca atraído por su luz que se apagaba.
El agua revitalizaba a Kel-ra que tenía una inusitada agudeza que
no se había extinguido. Disponía de una sensatez que recuperaba a
fogonazos cuando estaba junto al hombre de alas de arco iris. Y la
prudencia que no tuvo antes se la aplicaba a él alejándolo, resistiéndose,
resentida con los hombres.
Era incapaz de llorar. No brotaba una sola lágrima de sus ojos
escarlata. Pero escuchaba al hombre que descendió del cielo.
_ Si una situación de vida tiene una razón de peso, algo bueno, se
intenta pasar de largo por todas las cosas malas, pero, ¿qué hay de
bueno en tu situación actual?
Kel-ra nunca se lo había preguntado resignada a la fatalidad, pero
zarandeada por el hombre de alas de arco iris descubría con asombro
que no había ninguna razón de peso para continuar.
_ Ni un día más Kel-ra. Reconoce que hay domingos por la noche que
al hacer balance del fin de semana te dices: “Ni fu ni fa … simplemente
no estoy. No soy. He muerto en vida y no me doy cuenta”. ¿Cuántas
veces te ríes? Oyes un rechinar de dientes en la oscuridad y te preguntas
¿quién es?, pero eres tú Kel-ra. No hay sangre pero si hay un insufrible
dolor ¿verdad? ¡El dolor del alma atormentada! Un puente te aguarda,

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

¿lo cruzarás? Ya lo estás cruzando y yo te aguardo al otro extremo con


una sonrisa y los brazos abiertos.
_ Tal vez la vida es así y no de color de rosa como la imagino –dijo con
tono melancólico ella.

A sus cuarenta y dos años, Alberto había regresado a España luego de una
etapa en el Tibet y varios años en la India donde desempeñó toda clase de
actividades mientras trabajaba en la Ciudad de la Alegría.
Alberto era un hombre transparente como el cristal; impenetrable en sus
convicciones, pero abierto al debate inteligente y agudo que despierta para
ampliar el horizonte. Su pasión por el mundo y la vida le hacían crecer a cada
paso que daba, en cada actividad que emprendía, disfrutando de cada
encuentro, descubriendo lugares y personas de distintas culturas y psicologías.
Y el azar había querido que se topara con Rebeca.
Sensible frente a la miseria y la injusticia. Tajante ante los abusos de
poder. Hoy desconocía la obsesión y la depresión, las manías y las quejas o el
estrés. Tierno y cariñoso, optimista y entusiasta, tolerante y solidario, respetuoso
y generoso, alegre y sociable, constructivo y positivo, conciliador y amable,
era buen conversador desde que había aprendido a escuchar.
Con él no existían los problemas porque todo lo planteaba como un
desafío. Solo proporcionaba alegrías y anécdotas de vida. Momentos dulces y
alocados. Risas. Muchas risas. Pero era muy distinto del hombre que fue en su
etapa anterior.
Cuando años atrás llegaba a un lugar, las miradas se volvían hacia él
para convertirse en el centro de la reunión. El ambiente subía de temperatura
a causa de ese aire de indestructible seguridad que se granjeaba repentinos
enemigos. Había recelos y mucha envidia a su alrededor porque dotado de
un poder indiscutible y de un encanto absoluto, Alberto se regocijaba
reconociéndose invencible.
Tenía tal fe en mí mismo que resultaba extravagante o desagradable
según lo comentara una u otra persona. A él nada lo asustaba. Y se notaba.
Alberto lo hacía notar. Pisaba fuerte sometiendo con su atractivo. Y como un
aventurero de leyenda desafiaba el bien y el mal y lo desconocido,
aturdiendo y confundiendo, asombrando, dejando a los demás turbados en
más de una ocasión.
Enérgico e intrépido, grandioso, abstracto e insondable, todo era
espectacular cuando llevaba su nombre. Nada era pequeño o disimulado.
Todo cuanto tenía que ver con Alberto resultaba enorme y a menudo
indescifrable. Se limitaba a realizar toda clase de acciones explorando e
indagando.
Su carisma no era únicamente palabrería. Había resultados. Resultados
inesperados, desconcertantes; proyectos que salían bien y otros que no
llegaban a materializarse distraído con una nueva idea que fácilmente lo
arrastraba en un remolino de cambios drásticos mientras se tildaba la idea de
absurda o descabellada, ¡y qué le importaba a él la opinión de los demás!
Era un verdadero exhibicionista que intimidaba y sin embargo, transmitía
vida, y él quería ser admirado, adorado, y se aprovechaba de su don porque
si no llamaba la atención se marchitaba. Lo admitía desde temprana edad en
el orfanato donde surgió la amistad con Joaquín.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Antes nunca pensó que fuera perfecto. Y mucho menos lo pensaba a su


regreso de la India. Había descubierto que era vulnerable y tenía un montón
de sentimientos debajo de la coraza que había fabricado para protegerse.
Cierto es que emprendió hazañas sorprendentes, pero nadie puede estar
permanentemente a la altura de su propio mito. Alberto quiso encontrarse a sí
mismo y permaneció exiliado hasta que consiguió arrancarse el disfraz de
héroe en un monasterio tibetano.
Y hoy todavía podía asumir riesgos porque era valiente, un hombre de
coraje lo suficientemente astuto para saber qué le conviene y qué no, y, por
ejemplo, no le convenía mirar por encima del hombro a los demás ni le
interesaba mantener la agresividad en busca del poder y el mando. No quería
un río de cadáveres detrás como antaño. Sabía qué tipo de actividad le
confería fuerza acorde a la energía vital.
_ Por tus cartas deduje que toda aquella arrogancia se quedó atrás –le
reconoció Joaquín durante la cena luego de recogerlo en el aeropuerto.
_ Igual que mi ego –le señaló delante de un solomillo gigante que había
soñado infinidad de veces llevarse a la boca con avidez.
Lo cierto es que ya no le acompaña la soberbia, y Alberto no era
orgulloso ni prepotente como ayer. No solo se descubrió en las alturas de las
montañas, luego hizo algo con el hallazgo en la Ciudad de la Alegría.
Alberto amortiguó sus excesos, amordazó sus defectos, y le dio alas a su
virtud. Administró sus carencias con acierto y ahora disponía de una
sensibilidad recuperada y del sentido del humor que nunca procesó, y de una
paciencia desconocida hasta la fecha y de la capacidad de relativizar las
cosas sin ocasionar un terremoto cuando no eran como había previsto.
Alberto ya no se enfadaba, se adaptaba a la nueva situación creada
flexible como el junco, igual como la caña de bambú.
Sus hábitos ruidosos y toda aquella pomposidad de fuegos de artificio
pertenecían al pasado. Ya no se encendía como un fósforo a la primera de
cambio. O eso pensaba él. Tendría tiempo para demostrar en su país que se
había alejado completamente de su imagen de creído y hombre violento y
presuntuoso aparcando las ganas de superioridad que alimentó durante su
juventud.
_ No te reconozco Alberto –le dijo Joaquín-. No sé si serás capaz de encajar tu
nuevo estilo de vida en este mundo de capitalismo que devora la humanidad.
_ Tengo que encontrar la manera de sustentarme –afirmó antes de sorber un
trago de vino de rioja de la cosecha del 64.
Alberto había impresionado a muchas personas durante su densa
carrera laboral, pero resultaba abominable para otro gran número de
compañeros de trabajo a los que había sometido hasta hacerles sombra. No
fue indiferente para nadie. Lo ensalzaron desesperadamente o lo odiaron con
terror. Fascinó por uno u otro motivo y sin embargo, había conseguido dominar
este influjo tras el trabajo con su maestro amansando su habilidad para
engatusar y manipular a sus semejantes.
Había descubierto motivos más dignos y nobles para existir que la
avaricia de tener y acumular cargos y posesiones.
Alberto quería ser enteramente él ¡su yo autentico!
Y en los últimos años se había vuelto más didáctico que pedante. Antes
no admitía consejo ni opinión. Solo él daba consejos y directrices imponiendo
sin detenerse a sugerir alzando la voz. Pero en el Tibet admitió interferencias

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

externas, sopesó otras opciones, y escuchó a su maestro que le enseñó a


valorar otras almas.
Y no perdió el tiempo, aunque pasó siete años fuera de España. Por sí
mismo quiso averiguar el color y la textura de la vida y averiguó… ¡vaya si lo
hizo!
Alberto era otro hombre. Había sido independiente hasta la saciedad,
impertinentemente autosuficiente y demasiadas veces lo maldijeron como
egoísta que defendía exclusivamente sus criterios llevándolos a la práctica
hasta sus últimas consecuencias sin importarle nada más que su propósito y el
premio.
_ Extraño al Alberto de antes... ¿toda esta nueva actitud no es una farsa? –le
preguntó Joaquín.
_ Estás en compañía del autentico ser que soy.
Alberto conservaba un rasgo. Como antaño, no le importan las
condenas o las censuras, porque jamás precisó la aprobación de los demás
para actuar.
Sin embargo, tras su mutación, a diferencia de ayer, no arrinconaba a
sus semejantes, le importaban sinceramente. Quería que quien le conociera se
sintiera satisfecho con su amistad y Joaquín, su único amigo, no se creía el
cambio que había liberado a un Alberto diferente. ¡La estética del alma!
_ Pero a veces no te entiendo –se quejaba Joaquín durante las primeras
semanas de convivencia.
_ No intentes entenderme... solo respétame.
Alberto no se conformaba con tener conciencia cívica, quería hacer
algo concreto con esa nueva conciencia que traía de oriente. Pretendía ser
un hombre de honor que contribuye a un mundo mejor pero trabajaba de
comercial en una inmobiliaria porque era el primer empleo al que pudo
acceder tan pronto aterrizó, y los fines de semana, atendía el ciber-café de
Joaquín como cortesía por permitirle vivir con él en su casa de Fuente el Saz en
las afueras de Madrid. Intentaba acompasar su ritmo a la realidad que lo
envolvía en un Madrid frío sin terminar de encontrar su lugar en el mundo.
Alberto fue la oveja que se puso una vistosa piel de lobo para salir a
pasear por la sociedad. Su coraza tenía que ver con la necesidad de
camuflarse ante una sociedad que se mostraba desalmada cuando franqueó
los muros del orfanato. Pero seguía siendo el niño que nació siendo franco, un
ser sensible y afectuoso que tuvo que protegerse para no perecer, para
avanzar y mantenerse fiel al ideal que iba tejiendo con los pedazos de lección
que le arrebataba a la vida. Si en verdad fue engreído, dejó que esa parte se
despeñara desde las altas montañas del Tibet al precipicio. Y ya no recordaba
como se fanfarronea y por el contrario, tenía presente la humildad porque
permitía que prevaleciera un espíritu que no se cubría de vanidad o
materialidad porque había vivido lo más trascendental de su vida, y con la
sólida base de vida obtenida, reflexionaba más. Hasta que comprendió que
era momento de regresar y aplicar las enseñanzas en su país porque había
crecido humanamente y se había desarrollado a nivel espiritual.
En el trabajo estaba aprendiendo a pasar inadvertido y a no cruzar la
tenue línea del “sabelotodo”. Y se ganó el respeto de los compañeros sin
necesidad de hacer nada. Antes impuso las reglas pero ahora las
consensuaba sin permitir que la codicia lo bloqueara. Todavía existía algún
fogonazo que podía darle el reflejo de ser un poco peligroso, pero era tan

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

propenso a la buena voluntad y a lo positivo que la gente se convencía de su


humanidad. Y Alberto se hacía responsable de sus actos y disfrutaba
ayudando a los demás en los más mínimos detalles.
No se embriaga por una ambición ilimitada como años atrás. Cierto es
que una simple idea le activaba la sangre y no vacilaba, no titubeaba, casi
siempre en la India se lanzó sin paracaídas con el afán de socorrer a otros
antes que a sí mismo, sin importarme el rumbo a seguir o los senderos abruptos
que atravesar.
Alberto sabía quien era y a donde se dirigía. Todo se mostraba claro y se
ponía en orden en su vida. Y resulta que intuyó una melodía entrañable que lo
llamó para toparse con Rebeca la noche del cumpleaños en que se dirigía a
Plaza Castilla a tomar el autobús hasta Fuente el Saz. Y queriendo ser un
monarca conciliador, jamás un tirano, le comentó a Joaquín el encuentro.
_ Al cruzar el umbral del hogar me quitaré el escudo y la capa y guardaré la
espada ofreciéndole el comportamiento amoroso digno de una epopeya
porque mi afecto será épico y el sentir de mi amor la mayor gesta que pudiera
relatarse en la historia.
Así de convencido estaba Alberto respecto a aquella mujer que abrazó
sintiendo que las plantas de los pies se le hundían en lo más hondo de la tierra.

Kel-ra era fascinante, sensible, alegre, buena, solidaria. Así lo intuía el


hombre de alas de arco iris. Y lo era sobre todo desde que iniciaron sus
citas furtivas arañando un ratito aquí y otro allí, inventando una
esquina, promoviendo un café con leche rápido, un viaje en autobús,
un almuerzo con beso, un paseo por el parque y el abrazo en la misma
esquina de siempre en la calle a plena luz, observando a los lados antes
de continuar.
Desde que le confesó el amor que le procesaba mirándola
fijamente al interior de los ojos cuando Kel-ra le preguntó: ¿qué quieres
de mi? Y el hombre que descendió del cielo le había contestado:
_ Quiero echar raíces en la Tierra contigo. Quiero un momento de
éxtasis que dure el resto de la vida. Quiero una relación donde ambos
podamos crecer juntos y beneficiarnos de nuestros mundos tan
distintos.
Kel-ra sentía que aquel hombre habitaba en su seno antes de
conocerse, como si ya se conocieran de vidas anteriores. Y Kel-ra lo
acompañaba en su sinuoso vuelo por el cielo abierto. Sin duda era una
mujer revivida, ¿solo una mujer? ¿Kel-ra?

Lo primero que recordaba Rebeca de su infancia era tener un muñeco al que


había pintado y cortado el cabello y cuando subió a jugar a la casa de su
vecina alegre para mostrárselo, comenzaron a meterse con el muñeco
llamándolo “peluso”. Bajó a su casa corriendo para contárselo a su madre,
pero en vez de protección encontró con que también comenzaron a llamarlo
todos los miembros de la familia “el peluso de la niña”. Entonces colocó el
muñeco en la estantería y se olvidó de él.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

El primer día de colegio no fue nada bueno para Rebeca. Miró a través
de la cristalera a su madre marcharse tranquilamente mientras a ella la
aterrorizaba una profesora.
_ Llora cuanto quieras que no irás a ningún sitio.
Dormía con un osito de peluche que le regalaron tan pronto nació. Pero
su hermano, un año menor que ella, siempre quería cogerlo para desbaratarlo
y consiguió arrancarle los ojos y descoserle las orejas y lo envolvió como si fuera
un regalo. Luego su madre lo arregló, pero nunca más nada sería lo mismo,
porque Rebeca había descubierto la maldad de Manolo.
Su relación no fue agradable a partir de entonces. Habían tenido los
mismos amigos, pero lejos quedaban los momentos buenos cuando entraban
clandestinamente en una fábrica para apropiarse de maderas y cartones con
la finalidad de construir una cabaña con los amigos en un lugar apartado del
parque. Consiguieron hacerla y recogieron un perro abandonado que les
transmitió piojos. El padre llamó a la perrera y quemaron la cabaña.
Rebeca se escondía de Manolo. En una ocasión se escondió detrás de
unas cortinas para que no la pudiera encontrar porque quería pegarla. Se
había vuelto extremadamente violento. Solía correr detrás de ella con un
coche a pedales para pillarle los tobillos. Y en el colegio siempre se metía con
las nuevas amigas de su hermana para fastidiarles la diversión, y Rebeca no
podía quejarse sin prepararse a recibir palos. Iniciaba la indefensión.
Durante una época, cuando por la noche se iba quedando dormida,
Manolo salía de repente del armario en el que se había escondido para
asustarla o de debajo de la cama o entraba en la habitación con una
almohada para taparle la boca y la nariz. Evidentemente, Rebeca lloraba y se
quejaba a sus padres.
_ Son simples travesuras... cosas entre hermanos –exponían sus padres como si
nada.
Y al día siguiente sucedía exactamente lo mismo. Y ella llegó a temer
quedarse dormida. Pero una noche que lo escuchó llegar tomó todo el aire
que pudo y se hizo la dormida. Cuando Manolo presionó la almohada y al rato
comprobó que no se movía la agitó con fuerza muy asustado. Rebeca
simulaba haber sido asfixiada. Manolo se marchó a su habitación y se metió en
la cama sudando. Ya no volvió a hacerlo nunca más.
Un día la madre de Rebeca le dijo que avisara a Manolo para comer.
Cuando salió a la calle lo encontró jugando a pelota con sus amigos. Le rogó
dos veces que entrara en la casa para sentarse en la mesa y cuando se dio la
vuelta para entrar, Manolo la agarró por el cabello y la arrastró por el suelo
delante de sus amigos que antes también habían sido los amigos de Rebeca.
¡Sintió muchísima vergüenza! Entró en la casa llorando y contó lo sucedido a
sus padres, pero cuando llegó Manolo no lo castigaron.
_ Manolo eso no está bien –su madre no lo regañaba.
_ Eso no se hace hijo –pero el tono de su padre no era autoritario.
Los domingos sus padres les permitían ir con los amigos y amigas al Club
Nazaret. Se pasaban el día jugando, pero siempre era Manolo el que
mandaba. Y en una ocasión le dijo a su hermana que hicieran una carrera en
la piscina y cuando Manolo terminó se salió y la obligó a continuar nadando.
Cuando Rebeca ya no podía más y quiso aferrarse al borde. Manolo le pisó
con furia la mano y luego se lanzó a la piscina para agarrarla del cuello.
_ Si no sigues nadando te meteré debajo del agua –le gritó.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Rebeca estaba exhausta, ya no podía moverse, y la hundió. Ella no


conseguía respirar debajo del agua. Realmente Manolo intentaba ahogarla.
Tuvieron que saltar amigos y amigas a la piscina para socorrerla pero Manolo
no la soltaba. Cuando consiguieron sacarla con ayuda de un adulto Rebeca
comenzó a vomitar. Llegó un socorrista para atenderla.
Al contarlo en casa, tampoco le prestaron atención al incidente.
Rebeca quería alejarse de su hermano pero no podía, y tenía que
acostumbrarse a su maldad creciente y a su obligada indefensión.
Se refugiaba pasando el mayor número de horas posibles en la
biblioteca.

El hombre que descendió del cielo le prestaba atención, dialogaban.


_ Si tú sufres yo sufro –le dijo él-. Tu situación es forzada. Si estuvieras
con tus hermanos marinos yo no sufriría, aunque no volviéramos a
estar unidos nunca más… porque tú ya no sufrirías Kel-ra. Yo quiero tu
bienestar aún sabiendo que pueda perjudicarme. Salvarte es mi misión y,
si luego ya no tengo razón de ser en tu vida ¡me da igual! Habré
logrado devolvértela. El amante que sabe amar con autenticidad anhela
lo mejor para el ser amado, ¿lo sabías?
Kel-ra quería dejar de estar nerviosa. Quería dejar de tener
pesadillas. Quería situarse lejos del ansia de asfixia que le había
despertado el hombre de alas de arco iris por su vida carente de vida.
_ Sabes –le reconoció él- durante años me he visto caminando en
solitario por la pradera avanzando camino del horizonte donde se pone
el sol. Pero desde que te conozco, cabalgo hacia el horizonte a lomos
de un delfín, ¿puedes entenderlo? Puedes entender que desde que tenía
ocho años se repetía mi sueño en el que una mujer daba a luz un delfín.
Y desde entonces, cada ocho de diciembre se repite el nacimiento
extraño y curioso ¿por qué?
_ Necesito romper a llorar y no puedo –gritó ella-, no confío en los
hombres. Todos sois iguales, ¿qué daño me harás tú?
El hombre que descendió del cielo la miraba sin abrir boca.
_ Necesito tiempo para mí. Para ser yo. Para reencontrarme conmigo.
Y el hombre de alas de arco iris volvía a permanecer cerca,
próximo, impacientemente tranquilo a la espera.
Hasta que tres meses más tarde la citó en un lugar para alertarla:
_ Lánzate al río... ¿atiende como fluye! –vibraba el cántico del hombre
de alas de arco iris-. Es el momento que estabas aguardando... ¡este río
te llevará a casa!
_ Gafer me seguirá y me encontrará, y luego volverá a capturarme para
encerrarme en la prisión que vivo hoy.
_ Lo ves, ya estás reconociendo tu realidad, tomas conciencia... tienes
mis alas... ¡arrójate ahora o nunca lo harás!
El viento tenía la voz del lejano océano que la reclamaba como
reclama una madre a su cría perdida.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Y cuando el señor Gafer supo que se había marchado por el río,


vertió azufre en la superficie del cauce, pero Kel-ra viajaba por debajo
con su creatividad multicolor a través de la corriente del agua que
engendra vida.

Un día Rebeca estaba subida a un árbol con un traje clarito cuando un amigo
de su hermano gritó:
_ Miradla... ¡Rebeca se ha cagado!
_ No es verdad –respondió repentinamente ella avergonzada.
Se fue a su casa, y una vez en el baño se duchó y se asustó. Estaba
convencida que algo terrible le ocurría porque no sabía qué sucedía ni qué
era esa cosa extraña. Su madre no estaba. Llamó a Aurora la mayor de sus
vecinas.
_ Mi niña, ya eres una mujer –le comunicó como si nada.
Rebeca tenía diez años cuando tuvo su primera menstruación. No sabía
qué quería decir su vecina, su madre no le había hablado sobre ese particular.
_ Ahora tienes que tener cuidado con los niños.
Pero Rebeca seguía sin entender nada.
La vecina le facilitó un tampón.
_ Póntelo –la increpó Aurora.
_ Pero no se cómo... ni para qué es esto.
Aurora le explicó como hacerlo y le sugirió que ella misma se lo pondría.
_ ¡No! No... ya lo hago yo –comentó excitada Rebeca.
Al día siguiente todos en el barrio se habían enterado y cuando salió a
la calle la aplaudieron y vitorearon las amigas y amigos de Manolo. Rebeca se
ruborizó y se desató nuevamente un huracán de vergüenza. Y era la
vergüenza la que la hundía en su caparazón.

Era para Kel-ra el hombre que descendió del cielo un padre, un


hermano, un amigo, su hombre y el amante y su rey y el vasallo al
mismo tiempo. Con aquél hombre de alas de arco iris a las que
renunció, Kel-ra descubrió la concepción del hogar donde el
sentimiento puede conservarse intacto sin que nadie lo interrumpa.
Kel-ra tuvo su espacio reservado. Y el uno al otro no se
impusieron con exigencias. Por eso volvió al océano. Porque disponía
de la parte más íntima de sí misma que el hombre que descendió del
cielo le había ayudado a recuperar con sus cánticos y alabanzas, y así ella
lograba acceder a su vida plena y él a su tesoro más preciado largamente
añorado. Si Kel-ra no hubiera vuelto a sí misma, las grietas de su cuerpo
se hubieran convertido en barrancos abriéndose un abismo insondable.
Y viviendo en ambas culturas a la vez, recuperada su naturaleza,
Kel-ra oía cosas, sabía cosas, intuía cosas, era por fin enteramente ella
en ese punto intermedio donde la razón y la fantasía se dan la mano
justo cuando el alma y el espíritu se abrazan fundiéndose en uno.
Se revitalizaban con los chapuzones en la playa de Conil
poniéndose su peculiar bañador ella, su piel; él, sus alas de arco iris. Y así

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

se renovaban, regenerándose por dentro sin perder contacto con su


intimidad.
El agua lava y es conductora de vida potente cuando se insiste
gota a gota sin prisa ni pausa.

Con catorce años, Rebeca se encaprichó de una motocicleta, pero sus


padres decían que no.
Su vecina Aurora que ya tenía automóvil le prestaba su vieja
motocicleta, pero Rebeca se quejaba de que era muy fea y que la gente la
miraba de reojo cuando la aparcaba y se sentía avergonzada. Se le
acentuaba el sentido del ridículo.
Cuando su hermano Manolo cumplió los catorce años, dijo que quería
una motocicleta. Su padre lo tomó de la mano y aparecieron dos horas más
tarde con una motocicleta de color celeste. Se puso a nombre de Rebeca
¡pero el color lo había elegido Manolo! No era justo. Figuraba que la
motocicleta era propiedad de Rebeca por ser la mayor pero era Manolo
quien disponía a libertad de su uso ¡y la había elegido él!
Un día que Manolo le pidió a su hermana que lo recogiera con la
motocicleta en el instituto, de camino, un automóvil frenó bruscamente y
Rebeca se empotró rompiendo un poco la parte delantera de la motocicleta.
Mientras lo esperaba en la puerta, le comentó a una amiga de su
hermano lo sucedido. Al llegar Manolo a la amiga le faltó tiempo para
contárselo. Manolo entró en cólera, y se montó en la motocicleta y le dijo a su
hermana que se subiera enseguida, pero cuando se le llenaban los ojos de
sangre Rebeca entraba en estado de shock y le daba miedo subirse porque
Manolo cogía las curvas muy cerradas y corría. Le daba miedo caerse. Y si
conducía Rebeca, desde atrás le propinaba golpes en ambos lados de las
costillas y como no podía soltar las manos del manillar no le quedaba otra
cosa que aguantar. Por ello decidió no montarse a pesar de un posible
manotazo. Rebeca se sentía más arropada con la gente que salía y entraba
en la puerta del instituto.
_ Mejor me voy a ir andando –dijo Manolo- coge tú la moto.
Así lo hizo Rebeca, pero cuando se dispuso a salir, Manolo agarró la
motocicleta por detrás y la retuvo y cuando pasaba un automóvil a gran
velocidad la empujó hacía él.
La rueda del automóvil se quedó a escasos centímetros del rostro de
Rebeca.
_ Esta niña está loca –gritaba la pobre señora saliendo de su automóvil.
Y Manolo se subió a la motocicleta y se marchó riéndose.
Los profesores salieron en carrera para auxiliar a Rebeca que quería
morir de la vergüenza y se excusó diciendo que se tenía que ir urgentemente.
Todo el camino a casa lo pasó llorando sin entender las reacciones de
su hermano doliéndole el codo y la cadera. Llegó a la conclusión de que era
culpable por provocarlo.
Al entrar en la casa vio que la motocicleta no estaba y contó lo
sucedido a sus padres que se disponían a sentarse en la mesa para comer.
_ ¡Qué vergüenza delante de todo el instituto! –dijo su madre.
_ Esto no debería ocurrir Rebeca, tú eres la mayor –dijo su padre.
Y no le prestaron atención ni a su codo ni a su cadera.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Cuando Manolo entraba por la puerta Rebeca gritó:


_ ¡No te quiero volver a ver nunca más! Y al instituto iré por mi cuenta sin ti.
Pero sus padres dijeron que el lunes irían al instituto los dos juntos como si
no hubiese pasado nada y así fue ocurrió.
Cuando llegaron los dos, todos miraban la cara de ternero degollado
de Rebeca y le preguntaban.
_ ¿Qué pasó el viernes?
Rebeca no quería hablar con nadie y se refugió en la biblioteca. Pero la
persiguieron e insistieron sus amigas y les dijo que habían castigado
fuertemente a Manolo. Esa fue su primera mentira sonora a fin de esconder su
indefensión y manifiesta impotencia por la incongruencia de los incidentes que
constantemente excusaban a Manolo.
Por esa época Rebeca comenzó a fumar. Y una noche que se quedó
hasta tarde estudiando, estuvo fumando en su habitación con la ventana
abierta. Al día siguiente se levantó con el tiempo justo para acudir al examen y
metió el cenicero debajo de la mesa de estudio.
_ ¿De quién son las colillas que están debajo de tu mesa Rebeca? –preguntó
su madre a la hora del almuerzo.
_ El tabaco es malo hija –dijo el padre-. Yo mismo quiero quitarme desde hace
años y mira, no lo consigo –encendió un cigarrillo.
A partir de esa fecha Rebeca fumaba sin esconderse e incluso sus
padres le pagaban el tabaco. Lo que había sido un acto de rebeldía, porque
se lo habían prohibido, del todo censurable en favor de la salud, había sido
admitido sin rechistar ¿por qué?... ¡porque Manolo también fumaba!

Y le dijo el hombre que descendió del cielo:


_ Eres la mujer de mi vida.
_ ¿Cómo lo sabes? –le exigió saber Kel-ra.
_ Lo sé... porque estás aquí, tú has venido a mí.
_ He vuelto a ti porque comprendo que no todos los hombres son feos
por dentro ni tienen maldad. Hay uno que es el hombre hecho cielo; el
que yo siempre esperé y ahora estás aquí pero...
Pero en uno de sus viajes al fondo del océano azul se había
reencontrado inesperadamente con alguien.
Y por tal motivo le dijo el hombre hecho cielo a Kel-ra
advirtiendo su dilema:
_ Ve... ¡y sé feliz!
_ ¿Por qué me dejas partir? –exclamó ella sorprendida.
_ Te amo y anhelo lo mejor para ti, y tú, perteneces al mar. Tú eres la
mujer delfín.

Rebeca tenía dieciséis años cuando quiso estudiar enfermería. Estudió técnico
de laboratorio para sacar nota y entrar en esa rama. Tenía que viajar a Ceuta,
pero sus padres no querían que ella viajara a Ceuta.
_ Tan rubia y tan blanquita con tanto moro suelto... –comentaba su padre.
También a su madre le daba miedo que a su hija le pasara algo, así que
para no incomodarlos, Rebeca se decantó por el Trabajo Social.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

A sus treinta y un años ejercía en Madrid como trabajadora social en el


Centro de Servicios Sociales del Ayuntamiento en la Casa del Reloj, distrito de
Arganzuela.
Pasaba el tiempo, y ella seguía siendo amable con su marido. Seguía
atendiéndolo; lavando, planchando, cocinando, limpiando la casa. Seguía
soportando el desprecio, ¿por qué Juan Daniel no valoraba ninguno de sus
actos?
No valoraba sus actos porque era un ser que habitaba las tinieblas con
su siniestra intención reflejada en una mirada huidiza con su sonrisa de
sarcasmo. Era insensible, indiferente a sus sentidos, a sus aptitudes, a sus
opiniones, y la seguía dañando porque para él no era otra cosa que una
posesión, como lo es el automóvil o la casa, el cuadro que se cuelga para que
la gente lo admire. Y le gustaba presumir de mujer, exhibirla, incluso permitir
que se la ultrajara frente a él en los centros de intercambios de pareja, ¿de
quién era la culpa? ¿Por qué se dejaba someter Rebeca?
Juan Daniel no era un verdugo cualquiera, era la encarnación del peor
reptil. ¿Y en definitiva, quién era el responsable? ¿Tenía fin esta historia?
Rebeca estaba amenazada de muerte. No solamente era aceptable
cruzar la línea roja, era imprescindible romper las cadenas de la institución del
matrimonio y saltar la reja de púas para huir del campo de concentración y
exterminio al que la sometía.
También podía llorar lágrimas de sangre y sobrevivir como moribunda.
Podía emanar un olor a podredumbre que alejara a la gente. Podía optar por
una mirada que expresara la más horrible de las añoranzas, con el terror en los
labios y los dedos de los pies encogidos dentro del zapato.
Pero de pronto sentía como un ser de luz pleno de amor incondicional le
apaciguaba el alma.

Alberto solía comer en la oficina del la inmobiliaria. Tenía un largo trayecto en


metro desde Legazpi hasta Plaza Castilla, casi una hora en el autobús hasta
Fuente el Saz y veinte minutos caminando hasta la casa de Joaquín. Llevaba
trabajando ininterrumpidamente desde el 4 de septiembre. Su economía era
débil porque mandaba dinero para dar continuidad a unos proyectos
emprendidos en Ciudad de la Alegría. Compraba pan y una lata de sardinas o
atún para improvisar su almuerzo encima de la mesa de trabajo, y luego
aprovechaba para tumbarse en el sofá y descansar un rato al mediodía.
El miércoles a las tres y diez sonó el teléfono. ¡Era Rebeca!
Habían pasado poco días desde su encuentro.
Hablaron un rato, Alberto más que ella.
_ Estoy recién llegado a Madrid. He pasado varios años en el extranjero. No
tengo obligaciones, ni compromisos. Soy libre como el viento.
_ Sabes una cosa... tu voz me relaja.
_ Necesito decirte algo sin pensármelo dos veces. La mujer apasionada que
eres, se sentirá afortunada en mis brazos protectores que te alejarán del hastío
y la desdicha Rebeca. Son brazos que salen de un corazón confiable.
_ No tienes idea de cómo soy o de lo que estoy pasando.
_ Quiero conocerte. ¿Tú te atreves a conocerme? A mí me cautivan las
mujeres fascinantes; inteligentes, independientes, las mujeres que tienen
criterio y convicciones propias, que son dulces y simpáticas, las mujeres que
todavía quieren ser niñas –Alberto escuchaba la respiración de Rebeca-. Hazte

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

un favor y encuentra un hueco en tu agenda para reunirnos sin prisas, para


degustar una cena alumbrados por las candelas, para ir al cine o al teatro, a
un museo o una exposición de arte, a un concierto de opera o de música
clásica. Necesitas pasear por las calles desiertas de madrugada colgada de
mi brazo entre mis versos y mis rimas bajo una bóveda estrellada. Tienes que
encontrar un espacio para ti, un momento para reír y respirar hondamente la
vida que se nos escapa. Te mereces la fiesta que estoy preparando para ti
Rebeca, ¿a qué esperas?
_ Soy una mujer casada.
_ Pero me has llamado. No me has llamado por nada... si me buscas es
porque te falta algo. Y yo te digo Rebeca... si te sientes sola demasiado a
menudo, si deseas una relación que te devuelva las ganas de existir, si te
gustará sentir que nos fundimos en un abrazo intenso, te lo aseguro, a mi lado
la experiencia te será grata. Para mí no serás una mujer invisible.
Y después de aquella plática, la imagen de Alberto acompañaba a
Rebeca como un presagio de buen augurio haciéndola mirar atrás.

Y cuatro días antes de Navidad, Rebeca volvió a llamar a Alberto por teléfono
dispuesta a adentrarse en lo desconocido liberándose del patrón y las leyes
del matrimonio porque el suyo no era el matrimonio al que se había suscrito.
_ Veámonos mañana después de la comida de empresa, ¿te parece?
Se citaron en la Plaza del Sol, junto a la estatua del oso y el madroño.
Alberto llegó antes. Alzaba su rostro al sol como absorbiendo los rayos
cuando Rebeca apareció a la hora fijada con su chaqueta de cuero roja,
unos vaqueros y una bufanda anudada al cuello. Su semblante reflejaba el
aturdimiento de quien clama un interno –qué hago aquí-. Pero ya en el café se
sinceró.
_ Sabes una cosa... me transmites paz –le dijo como bebiéndoselo con los ojos.
_ No quiero que nos citemos un par de veces a la semana para ir a un hotel,
no quiero follarte Rebeca... ¡yo quiero tu alma!
Entonces ella rompió a llorar y le contó su situación y todo su sufrimiento.
Alberto sabía escucharla atentamente sin interrumpirla si no era para aclarar
una duda. No la juzgaba, y preguntaba ahondando en aquellos aspectos que
más le costaba abordar. Le hacía de espejo para que se mirara como un
psicólogo que trata a su paciente creando el clima para que se desahogue.
Con él Rebeca no disimulaba ni ocultaba su estado de ánimo decaído y
obstruido. Su rostro compungido se recuperaba levemente sin avergonzarse de
nada.

Después de esa primera cita en la que se fijó que Alberto llevaba los zapatos
relucientes, impresionada por el beso afectuoso que le dio en la frente al
despedirse, a escondidas lo llamaba desde Jerez de la Frontera porque se
moría por escucharlo, por contarle cosas y saber qué hacía durante esas
fechas señaladas. Rebeca estaba con su familia y Juan Daniel haciendo lo
mejor que había aprendido a hacer: el papel de feliz esposa que no
engañaba ni a su padre ni a su madre.
Alberto había renunciado a salir con Joaquín y se había quedado solo
en la casa con un par de libros en Fuente el Saz. Quería estar disponible por si
ella llamaba y se llevaba el teléfono incluso cuando iba a hacer sus
necesidades en el baño.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Y Rebeca lo llamó una hora antes de que terminara el año.


_ Me felicitaste la Navidad por teléfono y nos despedimos hasta el próximo
año.¡Pero sorpresa! El jueves 21 estuvimos seis horas juntos sin cansarnos el uno
del otro, sin querer separarnos, mirándonos a los ojos, alargando la tarde
entrelazadas nuestras manos hasta que entró la noche. El viernes me llamaste,
también el sábado, incluso el domingo. Te dije que era agradable escucharte.
Y lo es Rebeca, no sabes cuanto... ¡Feliz año nuevo!
Alberto se estaba acostumbrando a sus llamadas. Vivía pendiente de
Rebeca.
Superado el primer día del año, de vuelta en su trabajo, aguardó con
ansia la hora del mediodía porque estaba seguro que llamaría. Y así fue.
_ Lo sabía Rebeca... ¡Estamos juntos!
_ Nunca me imaginé que haría algo así –confesó Rebeca.
_ Te escondes para llamarme; y te sientes mal por esconderte, como si hicieras
alguna cosa fea argumentando “soy una mujer casada”, y yo me digo, eres
una mujer malcasada y creo que en caso de que exista algo “malo”, lo único
malo de verdad es dormir cada noche con una persona con la que ya no
quieres compartir tu vida.
Alberto intentaba ser pedagógico. Aprovechaba cada comunicación
para hacer terapia.
_ Cuando una pareja se ha roto, hay tres niveles de conflicto. El primero es
cuando se pierde el amor; pero se puede convivir bajo un mismo techo sin
amor y aún así, ser felices. El segundo es cuando se pierde el respeto entre los
miembros de la pareja, y la convivencia se hace demasiado difícil y a menudo
insoportable. El tercero nivel de conflicto, llega cuando surge el odio entre
ambas personas, y la situación se vuelve realmente insostenible y traumática.
Creo que estás en el segundo nivel, lo cual es de por sí un hecho muy grave
Rebeca.
La alentaba y la animaba a encontrar el adecuado sendero a recorrer
con la suavidad de un beso dulce.
_ Me dijiste en nuestra primera cita que en caso de separarte, algo que ya te
planteabas antes de conocerme, necesitarás una época de reposo, un
tiempo para estar sola. Quiero que sepas que aunque me perjudica la decisión
porque quiero estar contigo hoy, ahora mismo, lo entiendo y lo respeto. Lo que
tú decidas hacer me parece bien Rebeca.
Rebeca escuchaba encerrada en el garaje cada palabra porque la
voz de Alberto la relajaba y le procuraba paz. Y él se abría.
_ Te he sido muy franco con mi situación personal de absoluta precariedad.
Ambos sabemos que el dinero no hace la felicidad. Como también sabemos
que es imprescindible el dinero para sustentarse, y, hay que trabajar. Tienes
que trabajar me dijiste cuando te manifesté mi opinión respecto a mi empleo
actual. Sí. Hay que trabajar. Pero cuando te gusta tu trabajo, deja de ser un
trabajo para convertirse en un placer. Eso me gustaría: desempeñar una
actividad que me llenara a nivel humano con la que poder sustentarme.
También está la opción de trabajar por dinero. Pero yo trabajo hoy sin percibir
dinero suficiente para sustentarme. El salario base es muy pequeño. La
ganancia está en la comisión. Y para cobrar comisiones hay que vender.
No escatimaba los detalles. Alberto era fulminante. Y la integraba en sus
razonamientos invitándola a participar.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Coincidiste conmigo en que vender es manipular. Yo quiero servir, no quiero


conseguir, y para conseguir debes manejar a tu antojo a los demás y a
menudo mentir, y yo quiero ser honesto conmigo y con el mundo y la gente
que me rodea.
Rebeca no estaba acostumbrada a abordar temas delicados o
profundos con su marido. Estaba sorprendida por la posibilidad de participar.
_ Me preguntaste si tenía algún título. Te conté que no creo en los títulos. Te
confesé que nunca me preocupé por los papeles, pero admito que tenerlo me
ayudaría mucho. Por tal razón quiero darte muestra de lo mucho que significas
para mi. Si me apoyas, me veo capaz de sacarme la carrera de sicología.
¿Hay universidad en Jerez?

A su regreso de Jerez de la Frontera, Rebeca quiso ver a Alberto, y antes del


día de Reyes le entregó un par de jerseys en el restaurante donde almorzaron,
él le entregó un paquete de cigarrillos de chocolate y se rieron. Llegadas las
cinco de la tarde el restaurante cerraba y Rebeca estaba incómoda mirando
de un lado a otro. Alberto solicitó la cuenta al camarero y se marcharon a otro
local.
Caminaron por las calles del centro de Madrid seleccionando un
establecimiento más idóneo para su cita hasta que Alberto le abrió la puerta
de un lugar muy tranquilo y elegante. Le sugirió una mesa situada en un rincón
y, antes de tomar asiento, mientras Rebeca se quitaba la chaqueta y la
bufanda, Alberto no pudo reprimirse, y se acercó lentamente para besarla.
Rebeca recibió el beso y lo contestó con agrado. Ella lo recibió con afán. Él lo
entregó como un huracán que se desborda incontrolado de pasión
encendida.
_ ¡Quiero echar raíces! –le confesó Alberto tan pronto se sentó en la silla.
_ Si me separo... te lo repito, voy a querer estar una temporada sola.
_ Tranquila... esperaré hasta el último día del año si hace falta... ¡tienes mis alas
de hombre hecho cielo!
Aquella tarde al llegar a la oficina, Alberto se sentó en su mesa y entró
en Internet para cambiar su contraseña del correo electrónico. La nueva sería:
REBECA_31-12.
Alberto se despidió de Joaquín agradeciéndole su apoyo de los últimos
meses renunciando a su trabajo de fines de semana en el ciber-café y buscó
una habitación de alquiler cerca del trabajo de Rebeca en la zona del distrito
de Arganzuela.
Se habían puesto el uno al otro la comida en la boca como pájaro que
alimenta a su cría.

Alberto había alentado a Rebeca a poner sus sentimientos sobre el papel para
alcanzar lucidez. Y Rebeca se puso una tarde a escribir en seguida de
excusarse con Manuela, pues se habían citado para felicitarse el nuevo año
luego de bastante tiempo sin relacionarse. Se sentó en el comedor. Corrió las
cortinas para que entrara luz. Y en silencio escribió:
“Aquí, en la soledad vacía de este sueño cumplido, emerge la casa
anhelada, tal como la imaginaba, espaciosa, con grandes vistas donde mi
retina se pueda perder, tal vez esperando encontrar el calor de Andalucía, lo
que dejé atrás. Pero tan sólo encuentro que está llena de ladrillos, de un frío
penetrante que no deja hallar el hogar esperado, el calor que abrigue mi

20
LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

alma. ¿Dónde estás abrigo de mi alma? ¡Por lo que tanto soñé, por lo que
tanto sacrifiqué! ¿Dónde esas promesas?
“Pretendiste llenar mi corazón de oro y alhajas, cuando lo que tan sólo
necesitaba era una simple chispa que hiciese arder toda la leña que se
encuentra en mi corazón y a la que con detalles del día a día arrojas agua.
“¡Ay que difícil cuando se ha apostado todo! ¡Ay que vida que no
encuentra recompensa! ¡Ay que sufrimiento ver perdida toda lucha!
“De pronto, como salido de la nada, siento el calor de la chispa que
hace arder mi corazón como un fuego vivo y rebosante.
“Me abordan las ganas de vivir, de sentir que estoy viva. Aparecen
como salidas del fondo de un estanque abandonado, sucio y olvidado,
lágrimas de felicidad que hacen renacer toda esperanza de luz enterrada.
Una luz cegadora de la que necesito proteger mis ojos para que se vayan
acostumbrando a ella poco a poco y no me ciegue en este paso de la vida.
“¿Dónde te hallabas complemento de mi alma, guía de mi corazón,
que te abres a mí con todo tu esplendor para darme calor y vida? Me llenas
de promesas atenciones y mimos ya olvidados que pensaba propiedad de la
adolescencia.
“Te entrego todo mi sentir, todo mi renacer, toda mi dicha para que con
ello colmes la soledad y tantos sentimientos dormidos y deseantes de mostrarse
puros como tu naturaleza de alma inquieta y sosegada.
“¡Aquí estás abrigo de mi alma! Ofreciéndome el calor de Andalucía, sin
oro ni alhajas. Tan sólo vestido con el calor de esa simple chispa que prende mi
corazón desde su principio hasta el lugar más escondido que poseo.
“¡La vida comienza a tener recompensa y la lucha se torna victoria de
Amor!”.

Rebeca pensaba: “Será feo si me defiendo y será malo si no lo hago. Si


abandono a Juan Daniel sufrirá, se refugiará en la bebida, se quedará solo. No
lo soportará! Ni siquiera sabe poner la lavadora... no sabe donde se guarda el
papel higiénico... quién planchará como yo sus camisas... No quiero
perjudicarlo”. Su propia bondad la retenía. Pero Rebeca no era bondadosa
con ella misma. No se amaba lo suficiente si permitía que se instalara en su
cotidianeidad tan vil forma de proceder. ¿Dudas? ¿Quién no tiene dudas?
¡El destino se alumbra desde adentro!
La situación anómala podía acentuarse y perpetuarse hasta la
saciedad.
¿Es cierto que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer?
Pero, ¿no es mejor arriesgarse?
¿No es mejor correr por la cima de la montaña, extender los brazos a los
lados y lanzarse al abismo como se lanza el pajarillo desde la punta de la rama
el primer día que aprende a volar?
Aquello que tiene un valor incuestionable puede resucitar.
Rebeca debería echar a correr sin detenerse, despreocupada por el
suelo que pisa sabiendo a qué lugar se dirige, ¿y cuál va a ser sino la casa de
sus padres?
Siempre volvemos al lugar que pertenecemos.
¿Es ese el punto de partida para la nueva partida? ¿Una especie de
trampolín del que saltas una vez están cargadas las baterías?
Le había dicho Alberto por teléfono el primer día que iniciaba el año:

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Quien no arriesga no gana.


Le decía cosas preciosas en cada encuentro entre besos largos y
abrazos apretados.

Y ahí estaba Alberto como el hombre de la esquina de las tres y diez, ¿qué
hacía?
Aguardaba.
Se movía inquieto de un lugar a otro; esquina arriba, esquina abajo,
deteniéndose en el kiosco para ojear la prensa. Volvía a mirar por encima de
la gente enfilando la calle Bolívar hasta la misma boca del metro de Legazpi.
Y seguía aguardando hasta poder decirle:
_ Sin duda te amo, de lo contrario no te aceptaría. Pero te acepto. Y te
acepto con todo Rebeca. Con tus maneras y tu carácter, con tu físico y tu
corazón con tus circunstancias y limitación. Y no pretendo cambiarte, salvo
que con mi aporte puedas mejorar. ¿Y qué significa mejorar? Pues tú misma lo
descubrirás. Tú misma comprobarás si únicamente eres una caricatura de tu
ser genuino o si ya eres, en sí, todo tu potencial en acción. Yo creo que no.
Creo que yo mismo, no estoy a cien por cien de mi potencial. Creo que
evolucionamos conforme crecemos y maduramos, aunque no siempre
crecemos y maduramos todo lo que somos capaces de crecer y madurar. Te
acepto tal y como eres, porque me gusta como eres, pero si puedes gustarme
más, me gustaría aceptar a esa Rebeca que espera florecer. Espero ser una
influencia positiva, y que a mi lado encuentres todo tu potencial y consigas
desarrollarlo, pero descuida, que así también me está bien, ¿OK?
Alberto miraba un día tras otro a izquierda y derecha hasta que de
repente camina como potente locomotora que se pone en marcha con una
sonrisa que va buscando la amplitud de su rostro con cada paso que da hasta
toparse con Rebeca, la mujer que espera, la mujer que desea, la única mujer
que le importa a él, el hombre de la esquina de las tres y diez.
_ Todo quiero compartir contigo Rebeca, y todo es todo. Nada quiero
esconder. Nada quiero evitarte. Necesito que participes activamente en mi
mundo y mi vida, y si tengo que recoger premios, quiero que tú estés a mi
lado, y si debo recibir abucheos, quiero que tú los aguantes conmigo, ¿serás
fuerte? Por supuesto que es mi deseo compartir cosas favorables y alegres,
pero la vida no es solamente alegría. Desgraciadamente ocurren mil cosas a
nuestro alrededor fuera de nuestro alcance, por ejemplo una guerra o el
hambre. Quiero compartir “mis cosas” contigo, y me gustaría que tú
compartieras las tuyas también. Quisiera que ambos tuviéramos libre acceso el
uno al otro sin tener que pedir permiso, sin sentirnos inoportunos. Compartir una
actividad es lo que da mayor sentido a esa actividad, ¿no te parece?
Alberto se detenía cada día delante de Rebeca y la abrazaba con
mimo tierno y gran devoción. Ella respondía favorablemente de manera
inmediata, como un reflejo, con la seguridad que tras el relámpago se
escuchaba el trueno.
_ Has sido franca conmigo desde que nos conocemos. Me has mostrado
sentimientos e inquietudes y aprecio el regalo, la confianza demostrada.
Aprecio tu transparencia. Aprecio que me hallas mostrado tus dudas y tus
miedos, porque eso me permite acceder a la autentica Rebeca y averiguar
cómo eres y cómo quieres ser tratada. Si continuas mostrándome tus flaquezas
y tus anhelos conseguiré colmarte de dicha y aniquilar tus tormentos. Sigue

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

actuando así. Sigue jugando limpio. Lo que obtendrás es exactamente lo


mismo. No puede maltratarse a alguien que actúa como tú. No sería digno. ¿Y
tú quieres que yo sea digno verdad?
Se tomaban de las manos sin dejar de mirarse fijamente al interior de los
ojos sonriendo ajenos a los viandantes apresurados, a los vehículos que
zumbbaan, al frío que se calaba en los huesos. Todo se movía a su alrededor.
Nada estaba detenido excepto ellos. Y Alberto hablaba. Y Rebeca
escuchaba.
_ Obviamente te equivocarás, nadie es perfecto. Te avanzo que te perdonaré.
Siempre te perdonaré porque sé que no lo habrás hecho a propósito. A veces
nos distanciaremos, estamos cansados, no somos conscientes de algo y zas!
Llega el error. Se mete la pata. Yo lo hago a menudo de manera involuntaria, y
me disculpo por adelantado. Lo importante creo yo, es que no exista la
maldad. La torpeza puede arreglarse. Basta con permanecer atento y analizar
los actos antes de actuar y aún así, aún teniendo una mente vigilante y un
corazón despierto, ¿quién no se equivoca alguna vez?
Entraban en su mundo compartido para vivir durante un instante el
romance adolescente que los caracterizaba. Lunes, martes, miércoles, jueves,
viernes. Salvo el fin de semana que hablaban por teléfono.
_ Sabes una cosa, suspiro cuando estás lejos. Me haces falta como el aire que
respiro. No quiero retenerte a mi lado. No quiero atarte a la pata de mi mesa.
Simplemente me gusta tenerte cerca, verte de lejos si hace falta, pero saberte
mía, saber que tu corazón está lleno de mí. Suspiro cuando no estás, cuando
no te veo, como un beso comprimido que no se puede dar. Suspiro porque sé
que soy tuyo, ¿lo sabías?
Y apenas veinte minutos para exprimir su hondo sentir, tal vez cuarenta
minutos que simbolizaban una eternidad. Y durante esa eternidad cada
impulso de su pensamiento transcurrido los llevaba a las mismas puertas de
este encuentro, del beso que los enreda, los dos convertidos en uno solo otra
vez, día tras día, pacientemente en un interminable calendario.
_ Cinco minutos contigo me saben a la alegría del niño frente a su pastel,
como el adolescente con su primera motocicleta, como el adulto que sostiene
en brazos a su hijo, como el anciano que recuerda su vida y sonríe a
continuación. Me saben a la gloria del guerrero que vence, del deportista que
gana el torneo, de la madre que da a luz. Tu compañía me maravilla, me
hace revivir la vida con otra intensidad de colores, con otra gama de olores,
con un tacto más sensible y sutil. Cinco minutos contigo no son sólo cinco
minutos, se detiene el tiempo y se multiplican los segundos y se convierten en
mil, y de repente apenas uno que ha pasado demasiado rápido, dime, por
favor, ¿vas a regalarme un minuto más que dure una eternidad?
De pronto reían los enamorados, de pronto callaban acurrucados, pero
siempre se miraban bebiéndose el uno al otro intentando tocarse por dentro
con el alma abierta de par en par.
_ La mayoría de mis sueños tienen que ver contigo, toda clase de sueños!
Sueño por la noche contigo, sueños abstractos, sueños extraños, sueños
difíciles de interpretar, pero todos los sueños tienen un mismo denominador
común, Rebeca: tú. Y de día, también sueño de día, hago planes para
nosotros, imagino cosas bellas, pienso en imágenes en las que los dos reímos y
gozamos, en las que nos amamos de muchas maneras. Sueño esto y lo otro y
sueño lo de más allá. Sueño sobre ti, sueño alrededor de ti, sueño que estoy

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

dentro de ti. Pero el sueño más importante es nuestro proyecto común, ¿crees
que podamos hacerlo realidad?
A sus corazones les nacían alas que se agitaban y se elevaban para
sobrevolar los edificios de Madrid; lo intangible cobraba forma, sentido, razón,
creando una historia de amor que se expandía enalteciéndolos.
_ Todavía no he despegado los párpados cuando tu imagen me besa la
mejilla cariñosamente en señal de bienvenido a la vida y escucho “buenos
días”, y en ese momento suena el despertador. Has llegado antes que nada,
antes que nadie, antes de tomar conciencia de la nueva jornada. Estás ahí
para recibirme, para alegrarme, para decirme que tu amor es mío si yo lo
quiero. Lo dicen tus ojos. Lo dice tu sonrisa floreciente. Lo dice la tenue voz
nacida de tu corazón. Y mis ojos se han abierto y ya estoy contigo, y sonrío, y
respondo “Hola cariño”, ¿qué opinas?
Surgían grandiosas confesiones, intercambios de opiniones, comentarios,
observaciones, sugerencias, preguntas y respuestas, y más preguntas, y más
respuestas que vendrán. Se exploraban mutuamente descubriéndose en
común. Se sorprendían y profundizaban el uno en el otro. Ya no eran dos
desconocidos que se cruzaron una noche. Eran dos amores recuperados
después de siglos.
_ Lo que más me agrada es que te desagraden las peleas y quieras reducir los
conflictos a la más mínima expresión. No deseas enfrentamientos hostiles, yo
tampoco, pudiendo hablar con serenidad y educación pausadamente y con
razón, eriges un muro contra el cual rebotan los gritos y los puños. Como yo te
preguntas, ¿de qué sirve la guerra?
Bajo la piel de ambos un torrente de sangre bombeada a mil por cien.
Pero llegaban los momentos de la despedida, amarga, inoportuna, cruel;
despedida que desbarata sentidos quebrando el presente, anulando el
hechizo que se había forjado como el hierro.
_ Te gustan las cosas bien hechas. Y consigues la cooperación con buenas
maneras. Logras que las cosas sucedan sin sobresaltos, con amabilidad y una
mirada tierna haces que los demás se adhieran a tu petición, porque solicitas
en vez de exigir, aún siendo estricta con los actos y los resultados, reclamando
las cosas bien hechas, ¿pero sólo hay una manera de hacer las cosas?
Caminaban hacia la boca del metro con las mismas ganas que tendría
el cordero que avanza hacia el matadero, y vuelven a detenerse cada vez.
_ Afortunadamente anhelamos casi lo mismo, tú y yo nos parecemos mucho
en todo lo relacionado al hogar y la familia. Tenemos la misma visión. Tenemos
el mismo nivel de compromiso. Tenemos las mismas ganas de dar. Y los dos
aportaremos con la misma intensidad, ¿verdad?
Volvían a mirarse en la taquilla del metro, a hablarse sin decirse nada los
ojos en los ojos, las manos en las manos, los cuerpos a escasos centímetros el
uno del otro hablando más que sus palabras. Sus almas a borbotones claman
emociones. Los corazones suspendidos en su abrazo regresan de las alturas.
_ Necesitas que te amen como nunca antes te han amado, aunque te lo
prometieron y lo pintaron de rosa. Nadie te ha amado nunca como yo lo hago
y nadie te amará después, porque yo quiero amarte siempre, y quiero amarte
verdaderamente incluso con una intensidad desconocida para mí, ¿la quieres
esta manera de amar?
No quieren separarse; ni ella quiere dejarlo a él, ni él quiere que se vaya
ella.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Tú apreciarás a ese hombre capaz de hacerte sentir dichosa y satisfecha,


valorarás su entrega y atrevimiento, porque para hacerte gozar hay que ser
osado y valiente, y tú reclamas un sentimiento potente y ante el hallazgo, lo
conservas y alimentas para que siga creciendo en intensidad y brillo.
Ninguno quería volver a su realidad; un hoy maldito, una autentica
pesadilla si eran incapaces de franquear el muro que los obligaba a la
distancia y el vacío, a la nula relación formal.
_ Podemos conversar! Desplegar temas inteligentes. Podremos impulsar
tertulias amenas, conversaciones entretenidas que nos muestren al otro y su
mundo, sus convicciones y criterios gracias a una escucha activa desde el
corazón que observa atento los labios, los ojos, los gestos. Un tema y otro tema.
Todos distintos. Cada charla distinta y más emocionante que la anterior.
Asuntos sencillos. Asuntos complicados. Historias extravagantes y anécdotas
curiosos. Hoy tú hablarás y mañana seré yo. Pero hablaremos más de ideas
que de personas, porque el chisme... ¿nos gusta el chisme?
El hombre de la esquina de las tres y diez era puntual.
_ Me atrae la posibilidad de conocerte totalmente, descubrirte, incluso
descubrirte a ti misma. Contribuir a mostrar la Rebeca oculta bajo el
caparazón que tímidamente pretende salir ahora que ha encontrado un
espectador, esa es mi noble misión. Eres un misterio en el que ahondar. Quiero
zambullirme en tus aguas profundas y bucearte hasta la médula, hasta que
encuentre ese paraíso precioso llamado alma donde anclar el buque de mi
espíritu aventurero, ¿vas a dejarme llegar hasta ahí?
Al día siguiente Alberto volvía a estar en la esquina aguardando a
Rebeca, a la mujer que espera, la mujer que desea, la única mujer que le
importa a él.

Rebeca no tenía porque ponerse a temblar y dejarse matar por Juan Daniel.
No tenía porque permitir que continuara pisoteándola como si se tratara de
una cucaracha. No tenía porque soportar un día más de humillación. Ella
existía por encima de la sumisión al verdugo.
Alberto seguía endulzándole el oído al teléfono cuando paseaba al
perro.
_ Es muy agradable saber que una persona pretende dedicar su tiempo y
energía a tu bienestar. Saber que quieres complacerme me alegra, me siento
dichoso por ello. Que logres complacerme es otra cosa pero ya el deseo, la
simple intención, te lo digo, me reconforta. Me siento afortunado por tu intento
y, te avanzo: a mí es muy fácil complacerme. Soy transparente con mis
necesidades. No tengo muchas. Y no son complicadas. Podrás lograr tu
propósito Rebeca, ¿de veras quieres complacerme?
Rebeca lo llamaba por las noches antes de acostarse. Preparaba la
cena, cenaba junto a su marido y recogía rápido la cocina y el salón para
alegar estar cansada mientras él se quedaba viendo la televisión.
Subía a la alcoba y se lanzaba en la cama estrujando el teléfono contra
su oreja para escucharlo imaginándose tendida a su lado pegada al pecho
escuchando cada latido.
_ Quiero consagrarme a ti enteramente. Quiero adorarte con la devoción que
se mece la cuna del recién nacido. También quiero consagrarme a nuestros
hijos, pero ese fruto de nuestro amor vendrá después de que puedas haberte
saciado de mí. Hasta aburrirte de mí! ¿quieres mis cuidados?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Sucedía una noche tras otra con el aliciente de lo prohibido, del peligro
inminente a ser sorprendida por su marido, en la cama, en el lavabo, en la
cocina mientras preparaba el desayuno. Toda Rebeca era una oreja.
_ Siento que cuanto te ocurre me ocurre también a mí. Siento tus heridas como
mías, y me duelen. Por tal motivo necesito que cicatricen cuanto antes y que
jamás se vuelvan a producir. Me gustaría advertirte cuando vayas de cabeza
hacia el error porque tu error también lo padeceré yo. Y es bueno ahorrarte
disgustos y malestar. Es bueno que me permitas opinar y discrepar si con ello
ganas algo. Y si intervengo, será siempre para favorecerte, nunca para
procurarte una insuficiencia, si no para proyectar lo mejor de mí en ti. Y para
sacar lo mejor de ti, aquello que tú tal vez no ves en ese momento, ¿quieres
que proceda así?
Y Rebeca empezó a citarse con Alberto por las mañanas antes de
entrar a trabajar para un rápido café con leche y su sesión de confesiones.
_ Desde que sé que existes –Alberto era pura sinfonía-, me provocas una huella
en el alma. Surge cada día con el amanecer como si cada día nacieras,
como si cada día surgiera el amor y se impresionara en mí para no
abandonarme. Marcas mi vida Rebeca. Me la haces más honda, más intensa,
más hermosa. Despiertas mis aspiraciones para vivir siendo una excelente
persona, ¿lo sabías? Y cuando al fin consigo verte, me cautivas. Mi atención se
centra en tu refulgente figura. En todo tu ser me encuentro de repente,
rodeándote, palpitando dentro de ti con todo mi espíritu conmovido y
emocionado. Te amo. Te amo. Te amo. Y quiero amarte más y mejor. Deseo
descubrir esta facultad y desarrollarla. Necesito profundizar en semejante
fuerza que me inscribe a la vida y me empuja a ser un hombre totalmente
completo, ¿crees que el amor tiene fin?
Incluso desde el trabajo lo llamaba Rebeca para escucharlo. Y Alberto
interrumpía lo que estaba haciendo y salía fuera de la oficina para hablar con
libertad en la calle alejado de sus compañeras Juani Teresa y Rosa, helándose
de frío porque ni siquiera había querido perder un instante en ponerse el
abrigo.
_ Enciendes mis sentidos, bombeas la sangre de mis venas, me pellizcas la
intuición. Oh! Rebeca... Has acentuado la mirada de mi retina, has agudizado
el alcance de mi oído, has permitido la fragilidad del tacto que transcurre
ahora en cámara lenta, has dado al romero un olor insólito, has inventado un
nuevo sabor con tus besos, has proclamado mi voz como tu consolador. Sí
Rebeca! Me inspiras el ánimo que sonríe y, de pronto, la creatividad se pone a
trabajar en distintas parcelas. Me siento poseído por una fuerza que rescata
tesoros, que recupera joyas extraviadas, que exhibe perdidos objetos
preciosos. Todo parece que tiene una dimensión mayor y mayor perspectiva y
proyección. Rincones nuevos, colores olvidados, consistencia en el alma viva y
perspicaz, ¿te imaginas?
Incluso encerrada en la salita del recibidor cuando iban a cenar a casa
de la madre de Juan Daniel, Rebeca llamaba a Alberto.
_ Solicítalo Rebeca. Pídeme que te ame. Que te ame por la mañana, por la
tarde, por la noche, de madrugada. Pídeme que te ame siempre. Ruégame
para que nunca deje de sentir lo que siento, o sí, para que ya no sienta,
solamente esto, así. Requiere un sentir que crezca como crece el espiral. Yo no
quiero un círculo si no la inmortalidad del amor en constante movimiento. No
tengas vergüenza. Pídelo sin pudor, ¿necesitas mi amor inquebrantable?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Y cada vez salía Rebeca con más frecuencia los fines de semana a
pasear al perro por largas horas empuñando un paquete de cigarrillos.
Llamaba a Alberto por la mañana o por la tarde, porque la alentaba a que no
fuera tímida ni se encogiera para quedarse retraída.
_ Te das cuenta del protagonismo que adquieres en mi vida... date cuenta de
tu importancia, de tu capacidad de influir en mí de la manera que elijas. Eres
la única mujer de mi vida. Mi mujer ante el mundo entero con Dios mismo
como testigo hasta el final. Rodeémonos de la naturaleza en su máximo
esplendor y proclamémonos inseparables, ¿lo hacemos? ¿te animas?
Rebeca salía al balcón durante una fiesta para escapar y llamarlo.
Alberto siempre estaba disponible para decirle cosas que la hacían sentir bien.
_ Tú eres la elegida, sin duda me convienes. Me convienes por tu virtud y por
tus aptitudes. Me convienes por todo cuanto me haces sentir y anhelar. Me
convienes porque tenemos el mismo plan de vida, la misma ilusión y grado de
compromiso y no es fácil semejante coincidencia. Por delante tenemos el
templo del hogar y a él nos dirigimos, ¿es así? Y una vez bajo el mismo techo,
seguirás deslumbrándome, seguirás provocándome emociones y, lo más
relevante, accederé a la autentica Rebeca, aquella que ni tus padres ni tus
anteriores pretendientes lograron jamás advertir, mujer. Ser. Persona
fascinante, ¡lo eres!

Rebeca había sido cauta y reservada en sus afirmaciones pero le había dicho
a Alberto que formaba parte de su fortuna.
_ Eres una estrella fugaz, retenida, rutilante a cada instante como un sol de
verano a las tres que llega desnudo sin nubes ni borrascas.
Y le habló del hilo de pesca fuerte y traslúcido que los unía. Eso bastó
para que Alberto buscara una alternativa laboral. Indagó en distintas
empresas con delegación en Andalucía. Se entrevistó con los responsables de
selección y recursos humanos. Pensó que trasladándose a su tierra le mostraba
con hechos lo que le había dicho con palabras, y era una manera de tirar de
ella desde allí, sin tener que empujarla en Madrid.
_ Nosotros somos una empresa de marketing y publicidad que llevamos
distintas campañas. Nuestros clientes son compañías muy fuertes –le informó
Elvira.
_ Tenéis previsto abrir oficina en Jerez de la Frontera –preguntó Alberto.
_ No descartamos la posibilidad. Estamos en permanente expansión.
_ Si me garantizas que después de semana santa estoy en Jerez de la Frontera,
mañana empiezo con vosotros.
En la inmobiliaria los jefes querían promover a Alberto como director de
oficina para la nueva apertura prevista en Marzo, pero firmó el finiquito el 31
de enero.
El 1º de febrero comenzó su nueva actividad junto a Elvira,
concretamente en la población de Alcobendas.
Alberto iba por las casas ofreciendo productos que nadie había
solicitado. Apretaba el interfono de los portales alegando ser el cartero y subía
en ascensor hasta la última planta para descender por las escaleras tocando
una a una cada puerta.
No era agradable, pero él solo tenía en mente su traslado a Jerez de la
Frontera.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Y el domingo olía a romero antes de empezar su sesión de reflexión tendido en


la cama de la habitación que alquilaba a una colombiana de treinta y un
años llamada Clara que cursaba una maestría en farmacia. Hablaba como si
tuviera a Rebeca junto a él abrazado a la almohada.
“Estoy convencido que nunca se ama de la misma manera; siempre
hay algo nuevo que aprender, algo que experimentar, algo que descubrir
acerca de esta potencia, la mayor facultad que disponen los seres humanos,
muy por encima del discurrir o el pensar”.
Alberto era muy consciente de la nueva etapa de su vida donde las
erratas pasadas se corregían para encumbrar los triunfos al infinito superando
las dudas y los lamentos. Casi se ahogaba de la provechosa dicha que
generaba la oportunidad que surgía y que era tanto suya como de Rebeca,
de los dos.
“El permanente renacer en vida… ¡matarse uno para erigirse en ente
superior, como mariposa que deja atrás al gusano de seda que fue. Fe.
Esperanza. Convicción. Formo parte de tu fortuna, claro que sí. Y tú eres mi
tesoro Rebeca.
“Podemos volvernos peores, retroceder en la vida, no subir un peldaño
más en la escalinata al cielo, sin embargo, en nosotros está la posibilidad de
hacernos mejores personas para reunirnos con Dios mismo, pues él habita en
nosotros, en nuestros actos, en el deleite y el significado”.
Se le despedazaba el corazón durante el fin de semana. Alberto tiritaba
y se le resbalaba de las manos el alma y se puso a escribir en una hoja en
blanco:
“La falta de actividad me muestra tu ausencia, mi vacío, lo absurdo de
nuestra distancia, y viene a mí la necesidad de disfrutarte y compartir contigo
un suspiro, el desayuno, la coincidencia en el baño, entrelazados en el sofá, en
la cama, nuestras almas abrazadas.
“Que tan distintas han sido nuestras existencias y que tan iguales
pueden ser a partir de ahora. Una prueba de vida ante la vida plena, ante la
vida que merece ser vivida con sonrisas, sin reproches, innumerables
fenómenos aguardan, ¿los alcanzaremos?
“La memoria nos traerá estos momentos de romance a escondidas;
estas notas recordarán como se inició, como evolucionaba nuestro amor,
como crecía y se expande porque te digo, a diario crece y se multiplica.
Minuto a minuto se confirma mi teoría: ambos podemos hacernos mutuamente
felices y singulares en este mundo, empezando desde el hogar”.
Alberto sentía que su amor sería inmortal y eterno perdurando en sus
hijos y en sus nietos. Estaba convencido que vivirían con la certeza de que
cualquier otra persona querría estar en su piel.
Imaginaba lo que se avecinaba y le parecía maravilloso.

A la madre de Juan Daniel tuvieron que operarla de urgencias. Después de la


intervención le pidió a su hijo que la acompañara durante la noche.
Solamente tenía un hijo y había enviudado hacia dos años.
Esa noche la pasaría Rebeca sola en su casa, ¿sola?
Fue una sorpresa para Alberto cuando lo recogió a la salida del nuevo
trabajo y cenaron juntos como una pareja de casados. El primer encuentro
intimo, ¿es definitivo?
Le confesó Alberto durante el postre:

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Estoy nervioso, como un colegial ante el examen de final de curso.


_ Estás aquí, porque... entiende que yo quiero abrirme a ti, dar un paso más,
avanzar, sondear mi sentir.
Alberto y Rebeca habían conversado desde la mente, se habían
relacionado posponiendo el júbilo de los cuerpos, la libertad de la carne, el
tacto y el orgasmo.
Durante semanas se encontraron con la mirada entrelazando sus manos
en una esquina enredándose con los besos, explorándose con las palabras y
sabían más el uno acerca del otro: sabían que ambos deseaban estar juntos.
Alberto necesitaba estar más cerca, desnudo, sin prisas, sintiendo su
aliento, su olor, la textura de su corazón. Necesitaba recorrer con las yemas de
sus dedos cada curva, centímetro a centímetro, milímetro a milímetro sintiendo
como se activaba la sangre bajo la piel.
Susurrarle al oído palabras tiernas, morderle el cuello, lamerle el clítoris,
besarle hasta tocarle con la lengua las amígdalas y hacerle cosquillas en las
plantas de los pies. Lo necesitaba porque curioso, quería descubrir su esbeltez
y toda su desfachatez; su constitución sexual y la verdadera capacidad de
Rebeca para vibrar y gemir.
Ignoraba lo que necesita ella. No tenía idea sobre lo que esperaba,
sobre lo que deseaba, sobre lo que más le agradaba del sexo. No sabía si le
gustaría su cuerpo, la presión de sus manos, el ritmo de su impulso. Porque su
fogosidad tal vez no tuviera el grado preciso o quizás su dulzura llegara en un
momento inapropiado justo cuando el cuerpo de Rebeca reclamara furia.
Pero la incertidumbre no le condicionaba, Alberto quería ser Alberto y sabría
ser para ella el amor hecho expresión, comunicación, significado, sin miedos ni
engaños.
_ Acoplarnos, traspasar el muro de la vergüenza que limita y agarrota Rebeca!
_ Quiero que me hagas tuya... desde que te conozco no he dejado que Juan
Daniel me ponga la mano encima.
Y si conseguían soltarse accediendo a la manifestación de las palabras
de amor convertidas en acción, en contundente gesto, llenando de
contenido las formas consolidarían su relación.
Y existió esa noche el intercambio, prevaleciendo el goce. La incógnita
de la armonía de la danza fue un anhelo satisfecho durante su primer
encuentro intimo.
Hay instantes mágicos en la vida que determinan la manera de existir.
Uno de esos instantes mágicos se les presentó a Rebeca y Alberto y lo
aprovecharon. Se estremecieron, trepidaron sintiendo escalofríos como un
hielo que se quiebra con el contacto de la bebida. Luego se relajaron vacíos
de sexo y plenos de amor.
A partir de entonces ya nada sería lo mismo.

Tal vez un día puedan reconocerse el uno en el otro. Hablarse con solo mirarse.
Decirse cosas con la sonrisa. Interpretar las distintas caricias, los besos, los
guiños. Saber qué ocurre sin tener que preguntar. Potenciar su fuerza a partir
del otro. Sumar en vez de restar.
_ Me acerco a ti con el corazón abierto para que te sumerjas en mí –le decía
Alberto-. Me acerco para que puedas bucear en mis entrañas hasta
alcanzarme el alma que aguarda, que clama y añora, que se regocija ante la
oportunidad –se lo dijo el 14 de febrero durante el café con leche de la

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

mañana en el bar de la esquina del trabajo-. Ábrete como un cofre que


muestra las joyas, como una ostra que presume de perla, igual como se abre
el pico del pájaro recién nacido para que su madre le introduzca el alimento
porque es con suavidad que tocaré tu intimidad para vestirla con el atuendo
de la alegría más refinada.
_ Feliz día nuestro –le dijo Rebeca antes de darle un beso en la calle como
despedida sin importarle si alguien los observaba.
_ Pero para mí cada día es el día de los enamorados... y si nosotros tenemos un
día, nuestro día es cada día ocho, el día en que nos conocimos.
Apenas veinte minutos más tarde sonó el teléfono de Rebeca en su
oficina.
_ Sólo quería decirte que no temas mostrarme tus flaquezas, contarme aquello
que te incomoda, insinuarme tus esperanzas y anhelos y también tus miedos.
Deja al descubierto todo tu misterio para que pueda saber acerca de la
autentica Rebeca –Alberto estaba excitado-. Pídeme cuanto necesitas.
Explícame aquello que no te gusta, dime lo que no quieras que suceda. Sé
honesta y atrevida para que pueda complacerte. Y relájate, derrama una
lágrima intrépida, no te reprimas. Hazlo, porque así se lava el alma que
resplandece en la eternidad. Conseguiré navegar en tus diferentes estados de
ánimo si dejas que el viento dance en libertad, si permites que aún siendo mar
revuelto algunas veces, y otras, toda tú quietud, te conozca como a la misma
tempestad, igual como se conoce la verdad.
Alberto la invitaba a que se dejara llevar por la emoción del instante
mágico para gozarlo sin tregua, sin dudas ni escudos, avisándola:
_ Implica riesgos ¡porque vale la pena! Lánzate. Corre sin mirar atrás. Acude a
la llamada de esta dimensión nueva de tu existir que se dibuja en el horizonte
que enciende la puesta de sol del ayer que se apaga, inaugurando un
mañana prometedor con la madrugada estrellada a modo de encendidos
fuegos artificiales.
_ Qué cosas tan bonitas me dices cielo.
_ Aceptemos juntos el desafío de la dicha uno al lado del otro, enroscados con
nuestras piernas como raíces construyendo a diario el templo que nos
resguarda y nos protege en el hoy mismo, en esta situación suspendida entre
dos historias tan diferentes.
_ Tienes razón... vivo ahora mismo dos vidas diferentes.
_ ¡Pero el hogar es posible! Que esta visión recurrente que nos asalta con
chispazos de ilusión constante, te aleje a ti del hastío, y a mí de tanta soledad;
que nazca, que brote, que surja de la nada todo pronto mi vida. Y que cada
uno encuentre el camino, su misión en la Tierra, viviendo y dejando vivir al otro,
siendo uno y otro singulares, correspondiéndonos con generosidad y grandes
dosis de amabilidad, serenos por dentro, satisfechos por fuera, grandiosos en
nuestra pequeñez.
_ Sabes una cosa Alberto, tú me enseñas que no hay aprendizaje para el amor
si no es en el amor mismo.
_ Explora, asómbrate, experimenta, y crece cariño mío, vida plena que quiere
ser. Relaciónate con tu propia naturaleza. Averigua quien eres, a donde
quieres ir, y, si es conmigo con quien quieres viajar y reír, y jugar, y crecer, y
hablar del amor, de nuestros hijos, del mundo y la vida de aquí y de allá.
Todavía pudieron verse un momento corto por la tarde. Y Alberto le dijo:

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Olvida todas mis palabras pronunciadas en el día de hoy. Mira detrás de mis
ojos, ¿qué ves?
Y Rebeca no dijo nada pero percibió la fragancia de sus actos y la
razón de su gesto, de su núcleo en movimiento, su alma cantando, su corazón
abierto, Alberto, todo él suspirando desde lo más hondo por ella, por ambos,
los dos unidos en uno y un solo ente de vida propia que grita ya estoy aquí.
_ Mi sonrisa es tuya si la quieres, ¿la quieres? –le preguntó a Rebeca-. ¿Sabrás
apreciarla?
_ Claro que sí... –reaccionó ella velozmente-. Pero cómo me preguntas eso.
_ Pues disfruta de mi sonrisa también los fines de semana, ¿a qué estás
esperando? ¡No dejes que se escape tu vida! Yo te amo Rebeca, y tengo
mucho amor reprimido para regalarte.
_ Yo también te amo Alberto. Lo sé. Y no lo dudo. Estoy completamente segura
de lo que siento.

* * * *

Alberto había tenido problemas en la India con su rodilla izquierda. Tenían que
extirparle el menisco. Simuló una caída durante los primeros días de ingresar en
la inmobiliaria para que la mutua del trabajo corriera con los gastos. Y el
tramite había sido lento, y se producía la intervención quirúrgica cuando ya no
figuraba en la nomina pero los canales administrativos funcionaron
correctamente.
Antes de entrar al quirófano el 21 de febrero, llamó a Rebeca por
teléfono.
_ Hay una parte del trayecto que tienes que recorrer tú sola... ni siquiera yo
puedo darte la mano, únicamente puedo esperarte al otro lado del puente.
Alberto era conciente que tras la anestesia, tal vez podía no volver a
despertar y quiso transmitirle una invitación de vida. ¿Era eso? O de manera
encubierta le informaba que se trasladaba a Jerez de la Frontera y no estarían
juntos hasta que ella cruzara el puente...

A la salida del quirófano, aguardaban a Alberto sus compañeras de la


inmobiliaria que lo acompañaron a su habitación alquilada en Legazpi.
Juani lo ayudó a vestirse entre bromas por verlo en ropa interior. Teresa
le facilitó las muletas que ella misma había utilizado el año pasado cuando se
rompió la pierna esquiando en Andorra. Rosa conducía el automóvil que no
sacaba a la calle ni para hacer las visitas con los clientes. Las tres lo
apreciaban y lo añoraban.
Elvira lo llamó cuando subían los cuatro por el ascensor hasta el quinto
piso interesándose por su estado y mandándole recuerdos de todos los
compañeros que decían extrañar su charla matutina de aliento para asaltar
los domicilios como auténticos luchadores de sumo a la caza de reliquias
antiguas.
Rebeca le había llenado la nevera dejándole platos preparados en el
congelador y una nota encima de su cama.
“Querido Alberto! Me gustaría que estuvieras en mi interior para poder
mostrarte la inmensidad de este sentimiento que albergo en mi corazón. Te

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Amo tanto, es tan inmenso lo que siento! Pero a la vez no se puede dar a ti de
manera blanca y limpia como te mereces por la presión que no permite
respirar.
“Soy la única persona que puede hacer frente a esta sensación interna
tan arraigada, la única que puede dar un hachazo a esas raíces de hierba
mala que no permite crecer la buena.
“Con esto, sé que puedo perderte para siempre, pero si no arriesgo
ahora, no arranco la hierba mala, abono el terreno para que en él florezca la
buena, siempre permanecerás en un terreno sombrío con posibilidad de que
aparezca de nuevo la hierba mala.
“En el momento que la tierra esté labrada correré para sembrarte, pero
puede ser que esa flor ya se haya marchitado, aunque quedará el terreno de
mi corazón limpio y puro.
“Te prometí en un momento determinado una fecha que guardas como
oro en paño y con la que recuerdas la culminación de nuestro sacrificio cada
vez que accedes a tu ordenador. Ahí está esa fecha, presente cada día y
cada minuto porque está presente con tu amor en mi alma.
“¡Esa fecha está ahí, la recuerdo. No temas que me olvide! ¡Es la
salvación de mi alma, de mi existir en esta vida! ¿Sabes que te amo?...”.

Rebeca atesoraba sus instintos más nobles. Había logrado conservar intacta su
intimidad. Su alma resplandecía todavía. Y en algún lugar del desierto, se
reunía su espíritu con el alma tierna y acongojada; ese espíritu salvaje que no
se amansa, que jamás se domestica y es imposible quemar para convertirlo en
ceniza.
Ese espíritu sosegado e inquieto a la vez, habita el alma escondiéndose
de quien no quiere entablar diálogo, pero a quien se extravía, le permite
audiencia apareciendo y desapareciendo en los presagios, cobrando vida en
los sueños y Rebeca lentamente recuperaba sus cualidades. Resurgían las
virtudes que ningún depredador puede devastar. Porque el espíritu recoge los
pedazos desbaratados con su abrazo reparador y rescata todo aquello
cuanto amenaza con perderse. El espíritu restablece el alma, y por ende, la
vida.
La fuerza imperecedera de la vida está en el alma. Rebeca solo tenía
que aprender a cantar conjurando su canción particular. Solo aprendiendo a
entonar el “creo en” sustituyendo al “debo hacer lo correcto”… “aquello que
se espera de mí”. Solo afinando el -creo desde mí- devolvería su energía vital al
sitio del que había permitido que se escapara como un globo cargado de
helio.
Solo comunicándose con el espíritu de su alma podría llegar al lugar
que le corresponde. Tararear con la voz del alma significa decir la verdad y
estar en paz con uno mismo tras el ejercicio de honestidad.
Se alaba el poder del espíritu cuando se infunde vida a quien se
identifica maltrecho y está enojado consigo mismo porque es un enfermo que
no se medica, un enfermo que no quiere sanar y, en el fondo lo sabe; es
consciente de su suicidio en forma de delirio. Pero únicamente se logra
proyectar el poder del espíritu descendiendo al pozo de la mayor profundidad
imaginable para encontrarse con el sentimiento más genuino hasta conseguir
que la relación entre en armonía con la parte indómita del ser que se
desborda al escuchar el canto; hablar con el alma desde este estado de

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

júbilo, eso es cantarle a la danza de la vida buscando los ritmos. Esta tarea
solitaria es el mayor don y la prueba más grande del amor que se practica a
solas en el desierto. A partir de ese instante se puede caminar con los pies
descalzos y los ojos vendados sin peligro, sabiendo que se sabe cuanto se
debe saber.
_ No sé qué. No sé cuándo. No sé cómo. Y sin embargo... –se decía Rebeca.
¡No había vuelta atrás! O eso o morir. Fallecer por completo.
La muerte del alma es la más horrible de todas. Enterrarse en vida bajo
una lápida oscura y sombría que colgar del techo a modo de constante
borrasca.
_ ¡Hay que derribar un mundo para construir otro! –gritó Rebeca.
¿De qué sirve la voz sin un oído que la reciba?
¿De qué sirve la voz del alma si no se confía en ella?
¿De qué sirve el espíritu si no participa?

Durante el período en que Rebeca se reunió con ella misma, pudo analizarse.
“Es notable mi capacidad de proporcionar energía positiva a los
demás, debo reconocerlo sin esconderme. Es una cualidad que me distingue.
Yo puedo enseñar a la gente a sentir, a entender, a manejar y expresar su
extenso abanico de emociones. Y de hecho lo hago en mi trabajo. Me siento
bien por la actividad que desempeño como asistente social.
“Es cierto que, indirectamente, curo, resuelvo, ayudo. Tengo influencia
sobre las personas. Logro hacer que se sientan bien, tranquilas, cómodas. Mis
acciones contribuyen a su bienestar. Las apoyo, y consiguen estabilidad.
Incluso consiguen estar más seguras de sí mismas. Puedo hacer que se ocupen
de sus sentimientos presionando el interruptor de la luz en su cuarto oscuro.
“Tiendo a rodearme de personas que no comprenden sus problemas
emocionales. Están demasiado enredadas en su mundo confuso, inmersas en
el trajín del día a día, en la costumbre de lo cotidiano que se reitera. Son
personas que no se atienden por dentro habitando en el exterior, lejos de su
núcleo espiritual. No saben reaccionar ante los retos de la vida y yo les aporto
sugerencias, soluciones, resuelvo algunos temas y les recomiendo actividades
concretas.
“A menudo sano a otras personas. Así es en realidad. Porque mi gestión
contribuye a aliviar sus cargas, a resolver sus conflictos, a superar la depresión,
a evitar el dolor. Elimino los aprietos que como largos tentáculos estrangulan su
alma atormentada iluminando sus corazones, llorando a veces con ellas,
incluso arrancándoles a tirones sus pesadas cargas negativas que encierro con
llave en el armario de la oficina. Calmo sus ansias y sufrimientos. Las libero de
sus bloqueos permitiendo que fluya el equilibrio necesario y la armonía
saludable.
“El compromiso que contraje en algún momento de mi vida es el de
liberar a ciertas personas marginadas por la sociedad de sus circunstancias
malignas. Adiós a los problemas económicos y emocionales. Facilito el proceso
de su recuperación, y de la reorganización de su vida. Ayudo a que se salven
de las garras que las mantienen presionadas rasgando su vida ¡eso hago yo!
“Reconozco que ayudo a mis semejantes, a personas que han
acumulado demasiadas cosas feas y que tienen dificultad para liberarse de su
enredo, de su laberinto, de la trampa en la que se han metido. No saben
percatarse del peligro de lo absurdo de su forma de existir, de los escombros

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

nocivos que impiden su adecuado desarrollo. Ellas deben depositar su


negatividad en algún lugar, así que gravitan en torno a los servicios sociales
revoloteando a mi alrededor.
“Entiendo perfectamente mi función, mi papel en el universo, la
importancia de mi actividad profesional, pero, ¿tengo piedad de mí?
“Se supone que no debo intervenir demasiado en la vida de las demás
personas a las que ayudo pero, ¿y no debería mejor intervenir en mi propia
vida?
“Tengo empatía, soy sensible, solidaria, pero en serio, ¿qué hay de mí?
“También tengo que ayudarme a mí!!!
“Debo proseguir con mi vida, ¿qué vida es la que tengo?
“Solicité a Alberto tiempo para atenderme, escucharme, tratarme y
curarme consciente de la enfermedad. ¿Cómo empleo esta oportunidad?

Rebeca poseía la capacidad de ayudar a otros a resolver sus conflictos, se


concentraba en personas que se aprovechan de ella ya fuera en el trabajo o
en casa, ¿por qué era incapaz de ayudarse a sí misma?
Era capaz de escuchar por horas los problemas en el despacho, era
capaz de acudir a los domicilios para cotejar la realidad, era capaz de
tramitar acciones administrativas de toda clase pero… ¡su expediente seguía
sin resolverse!
El apoyo emocional que brindaba era extremadamente importante
pero, ¿y el ejemplo? ¿Qué ejemplo daba Rebeca? ¡Resolvía sin resolver su
propio existir!
¿Qué estaba haciendo? ¡Voluntariamente se aislaba de sí misma!
Si las personas no encuentran la manera de liberar sus cargas, pasan por
la vida bloqueadas, cercenadas, con los corazones mutilados y los miembros
amputados, coartada el alma que grita libérame ya. ¿No es el sentimiento
profundo un motor suficiente para desencadenar el paso del círculo al espiral?
Son muchas las que han creado un espacio obstruido, convirtiéndose
en pasivos entes que pululan desorientadas a un paso del hielo en el alma.
Rebeca era responsable de contribuir a derrumbar los muros que
causaban el infierno. Era responsable de retirar los velos que cegaban la visión
de las cosas. Era responsable de aprovechar sus dones y el talento que poseía
y, simultáneamente, era responsable de sí misma, de mantener vivo su propio
flujo de energía vital. Existe esta sustancia milagrosa que alivia, nutre el alma, y
limpia la psique.
Rebeca hacía que otras personas se sintieran agradablemente bien
como el mejor instructor. Proyectaba entereza en cada persona que se
sentaba en la silla de enfrente. Asistía a cursos para mejorar su habilidad. No
dejaba de aprender. No dejaba de aplicar los conocimientos aprendidos. No
dejaba de supervisar su trabajo para asegurarse que todo estaba bien,
correctamente en su sitio y sin embargo…
Rebeca recorría el camino de otros, ¿dónde estaba su camino?
¿Dónde su propia salvación?
De buena gana asumía el papel de ayudar a otras personas en su
proceso de purificación emocional.
Nació con un alto grado de magnanimidad. Y creaba patrones de
comportamiento favorable entre las personas que acudían a su presencia en
busca de ayuda.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

¿Y cómo conducía su propia vida?...

Rebeca no estaba canalizando su potencial en la dirección correcta, tenía


que asumir esta verdad. Siempre eran primero los demás y luego ya no había
tiempo para ella.
Cuando ayudaba a los que estaban desequilibrados en varios aspectos
de sus vidas, ignorando la propia, negándose a mirarse al espejo, estorbando
la posibilidad de cruzar al otro lado del espejo para ojearse de manera crítica
como le había alentado Alberto, mataba de hambre a su alma aceptando un
sucedáneo de vida.
Se desangraba conscientemente, conociendo más y más cada rincón
de su jaula ajena a la prudencia y la sensatez, ajena a la agudeza de su
intelecto, haciendo acopio de fuerzas en aras de una absurda resistencia. No
hacía otra cosa que convertirse en un camión de basura que almacena
residuos tóxicos cuando por naturaleza ella era una fabrica de reciclaje capaz
de convertir una mala experiencia en una enseñanza de vida. Procesaba
inteligentemente la forma de actuar, de resolver, de liquidar el conflicto de
manera urgente y eficaz. Y lo conseguía la mayoría de veces; la felicitaban sus
propias compañeras y las usuarias del servicio, sin embargo, no asumía su
propio conflicto personal, y su organismo se iba pudriendo por dentro, se
debilitaba su corazón y se desconcentraba, aún sabiendo que la mariposa es
un gusano que se atrevió a soñar que podía volar.
¿Quería volar Rebeca?

En su trabajo intervenía de manera firme y contundente, invadiendo la


privacidad de los demás, y sumergiéndose en la intimidad de cada caso
indagando las opciones, tomando decisiones, ejecutando actos acertados no
siempre agradables. Y se sentía orgullosa de su destreza, de su fuerza, de su
capacidad para obrar en el bienestar de los demás.
Algunas personas no sabían por qué acudían a la consulta, a veces solo
querían desahogarse, hablar, tener a alguien delante que escuchara. Y
Rebeca escuchaba con su oreja grande incapaz de escuchar su voz interior
que gritaba ¡auxilio!
Otras personas no precisaban una ayuda concreta, ni estaban
buscando nada, eran mayores y estaban aburridas, pero a su lado sentían que
la sangre se les activaba y bombeaba el cuerpo con otro ritmo. Rebeca lo
comprobaba en sus ojos reanimados y en sus sonrisas de agradecimiento.
Cuando se trasladaba la mayoría de las veces al otro lado infringiendo
la libertad que tienen las personas, tal vez no se daba cuenta de su
atrevimiento, pero el progreso que se lograba compensaba, disculpaba,
autorizaba a continuar al catar los beneficios. Surgían situaciones en las que se
ponía a la defensiva la propia víctima y el agresor, pero dominaba la situación,
controlaba los detalles, dirigiendo a cada persona a donde más le convenía.
¡Qué lucidez tenía a veces!
Era hábil jugadora en el terreno de las emociones, y atraía como imán a
personas que no estaban directamente ligadas a su ideario personal. Estas
personas necesitaban de Rebeca, y le placía ayudarlas a reencontrarse, a
establecer un vínculo consigo que les proporcionara paz duradera. Estas
personas necesitaban tiempo para procesar sus quimeras y salirse, y ella tenía
paciencia. No abandonaba a sus pacientes.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Se lanzaba a la conquista del bienestar ajeno y, se preguntaba en voz


alta gracias a las innumerables invitaciones de Alberto:
_ ¿Qué hay de mi propio bienestar? ¿Estoy actuando como el avestruz?
No se permitía pasar por alto las acciones equivocadas, Rebeca hacía
una llamada de atención, corregía, incluso regañaba si era preciso. Trataba a
la gente como si fuera su propia familia. Era como una madre. Protegía a sus
hijos.
_ Me entrego sin la esperanza de recibir nada a cambio generosa como soy.
Absorbía el impacto de sus golpes, se dejaba envolver por sus
circunstancias durante horas, pero luego respondía certera y no se llevaba las
cosas a casa porque quería su casa libre de negatividad y, ¿estaba su casa
libre de negatividad?
_ ¿Soy feliz en mi casa? ¿Cuántas razones tengo para llamarla hogar?
¡Cuántas razones tengo para quitarme la alianza!
Rebeca se preguntaba y conseguía responderse a sí misma.

Tenía una responsabilidad consigo previa a la responsabilidad que pudiera


tener respecto a sus semejantes.
_ Ayudar a los demás es bueno, reconforta, y es saludable, pero solamente
cuando uno mismo no precisa ayuda para resolver sus frustraciones de vida –
reconoció-. ¿Cómo puedo hablar a los demás e indicar las soluciones a
problemas complejos cuando soy incapaz de resolver mi propia circunstancia
de vida?
Avanzaba.
_ Necesito despojarme de mi propia negatividad. Sus desgracias las sufren
ellos, mi desgracia la padezco yo. Mantener mi actual perspectiva, ¿me
permitirá ser feliz?
Funcionaba el trabajo interior.
_ ¿No será que esta situación que me envuelve no es otra cosa que una
oportunidad con traje de desafío para despertarme y acceder a una vida
plena y dichosa? ¿No será que debo aprender a interactuar conmigo misma
de inmediato?
Y una vez emprendido el diálogo íntimo ya no lo dejaba.
_ La mejor manera de guillotinar la dicha es sumirme en el derrotismo y la
pasividad. Si no me concentro, estoy vencida antes de empezar. Si dedico
demasiado tiempo a tener lástima de mi misma, voy a sumergirme en la más
absoluta melancolía. ¿Qué otra forma hay de cicatrizar una herida que no sea
abriéndola para lavarla?
Durante las tardes, en vez de asistir a las clases de pilates se reunía con
ella misma. Se sentaba en el sofá del salón y cerraba los ojos un buen rato.
Hasta que de repente los abría y se hablaba a sí misma.
_ No entregarme a un riguroso plan de autoayuda me impedirá crecer y
madurar. Aferrarme a lo viejo, a lo que no tiene sustancia, a lo que no aporta
nada, a la dificultad para abandonar lo conocido que ya no me conviene, es
un mecanismo de derrotismo que simboliza el estancamiento en
contraposición al flexible fluir del río que desemboca en el mar y del que tanto
me ha hablado Alberto.
Alberto había jugado el papel de despertador y funcionaba.
_ No tengo futuro si no reparo mi situación. Y si no aprendo la lección, puedo
cometer el mismo error. Esta vez voy a protegerme. Me instalaré primero en un

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

terreno neutral. Comenzaré por fortalecer mi autoestima convencida que


puedo confiar en mí misma, pero comprendiendo que si no corro riesgos no
gano –y su voz sonaba distinta-. Visualizo mi nueva etapa de vida en
Andalucía. Y soy honesta. Me digo que tengo miedo y a continuación me digo
que soy una persona valiente con una fuerza interna vital que libero a partir de
ahora mismo. ¡Salgo de mi caparazón!
Y, zas! Rebeca escuchó el rumor del mar que trajo la alegría de su
querida Andalucía envuelta en una nube de fragancia salada.
Y no quiso suspirar más. Movilizó toda su energía. ¡Recobraba su fe en la
vida! Era necesaria la ruptura, porque era necesaria la reunión con su núcleo
cardinal, ¡surgía la esperanza!
Reprimir la energía vital no permite ser.
_ ¡Ponerme en guardia por mí misma y para mí misma! –gritó con el puño
levantado-. Ni los impulsos del corazón, ni la claridad de la mente... ¡solo mi
intuición!
Y así no había encrucijada.
_ ¿Tengo que marcharme, o por el contrario, tengo que quedarme aquí?
¿Tengo que aguantar como el agua en la presa que se oprime o ser flexible y
dejarme llevar como el agua del río que desemboca en el mar? ¿Tengo que
huir o acercarme mucho más a mi marido?
De repente la desbordaba la energía acumulada por años de vueltas y
vueltas por el laberinto en zigzag, muros altos, muros gruesos, muros viejos.
Es frecuente que se tenga miedo a dejar la vida cómoda y segura,
aunque ésta no sea del todo agradable. A veces se desea seguir por tiempo
indefinido, pero también sucede a veces, las menos, que aún y la
incertidumbre, al margen de los pretextos que atan a ese vivir insostenible del
ayer que se considera nefasto e insoportable, se dice alto, basta, ya no
aguanto más, ¡estoy harta! ¿Y qué ocurre a continuación? ¡Todavía más
miedo! ¡Todo el cuerpo se derrite como la nieve, el corazón como la cera!
Entonces vale más apelar a la intuición, a la premonición dado el caso, a la
interpretación de las señales y los sueños, a los anhelos que auxilian.
Descubría Rebeca que aun siendo una esposa dulce y amable, buena,
no se le permitió alcanzar la felicidad. Y pensaba en volver a su tierra para
forjar el verdadero hogar que todavía latía en su alma.
Aguardar hasta sanar, recuperarse en la choza de la aldea como se
recupera el guerrero después de la batalla. Seccionar las malas hierbas para
abonar la tierra fértil de labranza en el jardín. Dejar que muera lo que debe
morir y viva lo que debe vivir. Su intención era separarse de Juan Daniel y no
ver hasta entonces a Alberto.

Pero entró en el piso saludando a su compañera Clara. Sorprendió a Alberto


que estaba con la pierna estirada y con una bolsa de guisantes congelados
encima de la rodilla leyendo un libro en su habitación.
_ Sabíamos… y ahora tenemos la certeza de que ambos queremos estar
juntos, ¿me
equivoco Alberto?
_ Escuché la llamada de tu alma aquella noche que transitabas bajo la lluvia
como una exhalación. Me ilusioné con tu primera llamada, me entusiasme con
nuestro primero encuentro, y supe que existía un futuro para nosotros con el
inicio del año. Desde entonces la factura de nuestros teléfonos se ha elevado.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Fueron periódicos los encuentros en la esquina cruzando nuestras miradas con


nuestras manos entrelazadas, enredándonos en los besos que hoy han
encontrado su lugar y ya sabemos con nuestros cuerpos lo que antes nos
dijimos con palabras y sabemos bastante más el uno del otro. Y también
sabemos que ambos vamos a permanecer para continuar ahondando en este
maravilloso misterio que nos asalta, ¿verdad?
_ Estás en lo cierto –afirmó Rebeca sin pensarlo.
_ Recuerdo cuando nos dábamos las buenas noches y los buenos días al
teléfono, y luego llegamos a abrazamos al iniciar el día media hora antes de la
jornada laboral. Cerramos el día juntos. Lo abrimos también juntos. Más…
¿cuándo lo viviremos uno al lado del otro entero Rebeca?
_ Todo llega. No tengas prisa. Necesito que lo sepas. Hemos tenido nuestra
primera conversación en la que ha salido a relucir la palabra divorcio.
_ ¿Entonces ya falta menos?...
Rebeca se metió en el pecho de Alberto.

A su bondad se reportaba Alberto. A su solidaridad también. Sus cualidades se


apreciaban a los cinco minutos de conocerla y, en un mundo egoísta y
vanidoso, materialista e insensible como el mundo que les tocaba vivir, estos
eran hallazgos valiosos a proteger y cultivar, y él quería ayudar a potenciarlos
porque la sociedad precisaba de gente como Rebeca, y Alberto era el
primero que la necesitaba.
Rebeca proporcionaba consecuencias muy agradables. Se percataba,
Alberto lo apreciaba y lo valoraba. Incluso cuando no hacía nada! Por el
simple hecho de respirar, le proporcionaba aliento y además le proporcionaba
fe en el ser humano. Rebeca no pasaba desapercibida aunque no hablara.
No necesitaba saltar o gritar para que le prestaran atención. Su magnetismo
trabajaba por ella, ponía en alerta el alma ajena como la de Alberto que la
veneraba como su emperatriz.
Influía en sus emociones de manera positiva. Se extendía el abanico de
emociones gracias a Rebeca, gracias a su comportamiento, gracias a sus
pensamientos, gracias a la manera que tenía de sentir. Hacía que él vibrara,
hacía que el júbilo lo alcanzara, hacía que aprendiera acerca de la
humanidad y advirtiera únicamente las cuestiones favorables. Los detalles más
agradables son los que prevalecen, los que son por sí mismos y se expanden
solos, ¿cómo explicar una sensación similar?

Rebeca lo visitaba por las tardes en rehabilitación. Alberto daba gracias por
sus visitas inesperadas que demostraban como se iba recomponiendo
lentamente su vida.
Y comenzaron los primeros viajes en automóvil en los que descubrió su
perfil. Nunca se había fijado en la silueta de su nariz ¡Cómo le gustaba! Y qué
nerviosa se ponía Rebeca sintiéndose taladrada con sus ojos perspicaces.
_ No me dijiste que tenías un Volvo –comentó en tono de pregunta Alberto.
_ Este es el coche de mi marido, el mío lo lleva él.
Se daba la misma circunstancia que en su adolescencia. Rebeca
conducía el automóvil de Juan Daniel, un modelo inferior, y él llevaba un
vehículo que no era suyo, pero que el día de la compra, aun poniéndose a
nombre de Rebeca, fue Juan Daniel quine eligió el color azul marino.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Rebeca lo recogía y se iban juntos a la urbanización donde residía a las


afueras de Madrid para ver la puesta del sol en un pequeño cerro a modo de
altar. Luego lo dejaba en la parada del autobús y Alberto regresaba a Madrid
habiendo estado en la puerta de su casa paseando al perro juntos.
Y al llegar a su habitación las paredes recogían el olor que destilaban
sus ropas, aún su calor en las manos, los labios de Alberto guardaban todo su
sabor.
_ ¿Cómo te ha ido? –preguntaba su compañera de piso.
_ El suelo retumba bajo mis pies, el ambiente permanece embriagado de
Rebeca y clamo su nombre como la brisa del mar clama la vida en la
superficie.
Clara quería que algún hombre la amara como Alberto amaba a
Rebeca.
Y todavía sonó el teléfono cuando se lavaba los dientes.
_ Volveremos a encontraremos mañana en rehabilitación... tengo hormigas
bajo la piel solo de pensarlo –le confesó Rebeca.
_ Yo estaba pensando hace un rato que pude acercarme, logré transgredir tu
cuerpo hasta escucharte gemir en el mismo lecho que sigues compartiendo
con tu marido. Fue un placer descubrir tu palpitar, comprobar de qué manera
te agitas, ver como se te entornan los ojos y averiguar hasta donde eres capaz
de llegar. Permanecen los recuerdos vivos, todo el sabor a ti persiste cariño.
_ Haces que me sienta muy bien... –cortó de inmediato porque entró Juan
Daniel.

Rebeca era un imán. Y un impulso llevaba a Alberto hasta ella. Pero no era un
impulso ciego. Se trataba del impulso más razonable e inteligente que Alberto
conocía. Era una atracción cerebral que arrastraba al corazón y, entonces,
acontecía una explosión de luz y electricidad que desencadenaba, cómo
decirlo sin exagerar... desencadenaba un colapso, un tsunami, un eclipse de
sol! Se sentía atraído por la fuerza de la gravedad del alma, como si fuera
absorbido por el núcleo de la energía vital. Como si en el punto mismo donde
se origina la vida su nombre se pronunciara como una invocación, como un
banquete, como un presente inalterable.
Y el magnetismo de Rebeca conectaba con el de Alberto, se fundía
tras el abrazo y el beso de dos fuerzas complementarias el yin y el yang, la
noche y el día, la tristeza y la alegría, lo masculino y lo femenino, hombre y
mujer. Todo se mezclaba y se unía, se juntaba, y se reunía para ser eterno
como dos piezas que encajan a la perfección.
Al unir sus fuerzas, ambos ganaban porque cada uno reforzaba su
propio potencial multiplicándolo al añadir el del otro. No se trataba sólo de
una suma, era tan grande, tan inmensa la fuerza que elevaba al cuadrado el
resultado, y luego no suma ni resta ni divide. Otra vez se multiplicaba si
continuaban sedientos de vida y de amor universal, sedientos de seguir
avanzando y prosperando, sedientos de mayores conocimientos acerca del
amor, ¿Rebeca y Alberto querían saber más acerca del amor?

Alberto comprobaba como su vida cobraba mayor sentido cuando no se


resista a sus encantos. Y no quería resistirse, si no dejarse llevar, dejarse
enamorar, dejarse seducir por sus atributos y sus especialidades.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Ciertamente le hacían falta los mimos de Rebeca y sus delicadezas.


Eran pocas las que había logrado apreciar por el poco tiempo que se habían
podido dedicar, pero dejaba que su imaginación trabajara y le orientara y
vislumbraba dibujándolas, inventándolas, porque eran tantas las cosas que se
le avecinaban que iba a ser incapaz de predecirlas, ¿llegaría a sorprenderse
Alberto?
El último día antes que se reincorporara a su trabajo, almorzaron juntos y
luego pasearon por los jardines del observatorio astronómico.
_ Rebeca, quiero decirte algo... no volveré a marcharme por largo tiempo a
un lugar perdido del planeta. Me instalaré en Jerez de la Frontera e intentaré
que no se me haga chiquito. Mantendré día y noche las cualidades del
“hombre hecho cielo”.
_ ¿Qué le pides a nuestra relación? –le preguntó ella.
_ Que sea una relación que nos permita crecer a ambos a nivel humano –se
detuvo para pensar-. Le pido espacio para desarrollar mi vocación. Alegría,
calor, y orden en el hogar. Franqueza, comunicación, respeto entre los dos –y
Alberto la miró fijamente a los ojos mientras la besaba dulcemente en los
labios-. Que no temas la danza de la vida. Que reclames la vida plena. Que no
dejes de ser tú, jamás. Que me corrijas cuando consideres que me equivoco. El
fruto de nuestro amor en forma de otra vida. Viajar a Kenia. Creo que a
continuación de esta síntesis entorno a “nuestro proyecto común” puedes
volver a apostarlo todo. Esta vez obtendrás recompensas Rebeca. Se
cumplirán las promesas, ¿cuáles son las tuyas?
_ No tengo ninguna concreta.
_ Dime por qué me amas –le interrogó de sopetón.
_ No sé porque te amo, pero te amo Alberto. Y no lo dudo. ¡No dudes tú de mi
sentimiento!

Trece días más tarde, la cita con el médico para una revisión le libró de
trabajar ese día. Aprovecharon para almorzar juntos en un restaurante árabe y
pasar la tarde juntos. Alberto lo comprobaba.
La verdad es que conservaba la cordura al lado de Rebeca. Se
centraba. Se concentraba. Y dejaba de moverse inquieto. Ya no se imaginaba
viajando a cuestas con las maletas de aquí para allá, si no echando raíces en
una zona alegre como es Andalucía en la tierra fértil que se prepara a
conciencia. Saberla suya lo calmaba proporcionándole seguridad. Rebeca le
hacía sentir fuerte. Aunque un toque de locura le había garantizado a Alberto
vida y poesía, éxito y experiencia. Pero detectaba con su figura alrededor una
sensatez de propósitos y una unificación de los mismos con la que conseguía
ganar paz interior porque conservaba la lucidez del alma, y, ¿no es mejor
trabajar con el alma desde el alma que sólo con los impulsos?
Alberto desfallecía ante la posibilidad de extraviarla. Ahora que la había
encontrado y que conocía lo que era capaz de proporcionarle, sufría ante la
no consecución del hogar. No quería ni planteárselo. No le gustaría perder la
oportunidad de cruzarse con Rebeca de manera perpetua hasta la vejez.
Tenía capacidad para sacrificarse en su nombre. Podía hacer cosas
que le desagradaran si con ello lograba hacerla feliz.
Podía correr riesgos si algo la beneficiaba a ella. Y podía explicárselo a
cualquiera y quedarse tan tranquilo aunque lo tacharan de calzonazos. Era
osado y su amor no conocía límites, Elvira era su mejor testigo.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Si llegado el día hiciera falta poner a prueba ese amor refinado y


extremo, estaba seguro de atender la prueba encantado.
No le importaban los peligros si podía saberla suya. Era para Alberto un
privilegio tenerla a su lado y sabía que nada en esta vida es gratis, todo tiene
un precio, y Alberto estaba dispuesto a pagarlo. No le importaba ponerse la
armadura y afilar su espada. Saldría al campo de batalla.
¿Pero tenía idea contra qué cosa tendría que luchar?
¡Ni se lo imaginaba!

Durante una cena con su madre, Juan Daniel informó de la inminente


separación. La noticia cayó como una bomba. Entre ellos todo parecía
perfecto a los ojos de la suegra de Rebeca.
_ Pero si sois la pareja perfecta –dijo la señora ya recuperada de la
intervención.
Aquella noche de camino a la casa acordaron que se trasladarían a
Jerez durante la semana santa para notificar oficialmente la decisión de
divorciarse a la familia de Rebeca.
Estaba decidida. Había dado el paso y para su sorpresa, Juan Daniel
afrontaba el asunto con estoicismo y temple sin luchar por ella, ¿le daba
igual?
Era un individuo tan sumamente insensible que únicamente vio la
recuperación de su soltería, sus salidas nocturnas y las juergas con los amigos.
No meditó sobre las causas. Y no quiso dar ninguna explicación a su madre ni
responsabilizarse de nada. No tenía la sensación de haber construido nada,
por lo tanto, sentía que no perdía nada. La verdad es que todo le daba igual.
Sólo le importaba él. Su risa sarcástica así lo ratificó durante la cena. ¿Juan
Daniel buscará otra víctima? ¿Ya tenía en su punto de mira a quien
atormentar y por eso la dejaba marchar sin intentar retenerla ni imponer
ninguna condición? ¡Pobre candidata!
La verdad es que Rebeca siempre había consentido y nunca tuvo una
negativa a someterse a los designios de Juan Daniel. El agresor necesita el
enfrentamiento, la resistencia, alguien que se defienda porque así es como se
excita. De otro modo termina por aburrirse por tanta pasividad.

Alberto quería ofrecer sus dones a Rebeca. A ninguna otra mujer. A ella. Y no
eran únicamente méritos o reconocimientos lo que iba a entregarle, si no lo
mejor de sí mismo: él. Todo su Yo sin reservas. Le ofrecía con generosidad su
alma abierta para que se sumergiera en ella y pudiera degustar en libertad
cuanto le placiera.
Porque era su motor de vida nueva que prometía ser prospera. Sólo
podía mostrarse favorable y ansioso para que empezara ya! Era una etapa de
su existencia que se abría como una flor en primavera, como la misma mano
de Dios que se tiende para que la tomara y la estrechara con el afecto del
alma; una alma que estaba enamorada de otra alma que bailaba al son de la
vida que rescataba.
La unión los hacía ganar a los dos. Los dos tenían cosas que aprender y
cosas que regalar y lo que los distinguía de otras parejas era que ambos
querían aprender con humildad y regalar con generosidad y les importaba el
otro, les agradaba el otro, querían enriquecer al otro. Ambos querían unirse a
la esencia de la otra persona.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Toda la actividad de Alberto se concentraba en Rebeca, prueba de


ello eran sus pensamientos constantes que fluían con nitidez y sin obstáculo
alguno. Parecía que le daban cuerda, no se le agotan las emociones y no se
perdía en un galimatías. Sabía lo que sentía. Porque lo sentía. Y era lo mismo
que meses atrás cuando iniciaron las primeras citas. O tal vez más, porque con
cada idea profundizaba y se expandía ensanchando, ampliando,
engordando el amor que alimentaba regándolo como si fuera un árbol que
crece un metro con cada litro de agua.
Si Alberto no considerase que Rebeca tenía un potencial inmenso como
persona y mujer, no estaría pegado al teléfono a cada instante. Abrazado a la
almohada para soñar con ella durante la noche, casi no entendía ciertas
imágenes dibujadas por una mano que posee nefasta caligrafía, pero cuando
las transcriba a la computadora matinal, surgían nítidas una tras otra porque
los sentimientos vivos seguían creciendo en espiral.
Podía decirse que era con la obediencia y el asombro de un niño que
quería aprender. Y que era su intención satisfacer todas y cada una de las
necesidades que tenía o tendría a lo largo del camino, y este desafío, este
triunfo aparente, le reconfortaba a diario. Intentarlo y conseguirlo dotaba a su
vida de significado y razón. Merecía la pena y podría colmarla porque Rebeca
le habrá avisado, le habrá explicado, le habrá solicitado, ¿todas tus
necesidades?

Alberto estaba cargado de buenos sentimientos y quería ofrecérselos a


Rebeca. Ofrecérselos como la cascada que se derrama sin reserva y se
estrella; como el viento que susurra, balancea, tambalea, acaricia, y se desliza
para volver a susurrar; como la marea que llega para besar sus pies desnudos
hundidos en la arena ansiosos de él, ¿de Alberto? ¿Qué sabía Rebeca de
Alberto?
Podía ser un ogro como Juan Daniel y ella ignorarlo, ¡no! Pero podía
parecerle un ángel y ser un diablo disfrazado. Ella alguna vez se había
preguntado qué le esperaba a su lado. ¿Qué le diría Alberto si Rebeca le
preguntara directamente?
Las cosas que le decía, ese era Alberto: todo su pensamiento y
sentimiento reunidos en un solo acto que brotaba del alma honesta.

¿Sabía lo que necesita Rebeca? ¡Alberto incluso sabía más que ella! Su fuerza
venía de lejos, hablaba un idioma de gestos, contemplaba y complementaba
anhelos aunando esfuerzos en las diferencias. Sabía como brindarle al existir
nuevo un sentido espléndido con su ternura y su paz, con toda su energía y su
misterio.
Rebeca buscaba el hogar soñado igual que Alberto. Buscaba que en
ese lugar exista tranquilidad y concordia, igual que Alberto. Buscaba una
persona que la amara con locura y la respetara, igual que Alberto. Los dos
anhelaban la comunión de las almas.
Rebeca era cuidadosa en sus relaciones, entregada y generosa. Igual
que Alberto. Pero ella se entregaba a todos y Alberto no. Alberto elegía. Y se
concentraba en unas pocas personas.
Ambos querían ser padres. Pero no querían ser unos padres cualquiera.
Querían ser amorosos padres para educar a sus hijos con ejemplo y decencia.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Nuestros hijos serán muy afortunados al ver como se aman sus progenitores
un día tras otro en cada esquina y detrás de la puerta que tendremos que
cerrar –le había dicho Alberto antes de separarse en la estación del metro allá
por enero.
Al igual que Rebeca, también Alberto era cuidadoso en las relaciones y
discreto, y repelía los conflictos innecesarios. Obtendrán armonía y estabilidad
emocional. Juntos gozarán de una existencia serena y cómoda muy
agradable. Los días y las noches se deslizarán con suavidad, ¡ella lo alegrará!
¡él la alegrará a ella! Vivirán sosegadamente en un ambiente cálido y
refinado.

¿Qué si realmente era Rebeca la elegida? Si en sus circunstancias lo


conmovía, lo despertaba, lo activaba, ella, ¿cómo será cuando estuvieran
juntos?
Alberto visualizaba imágenes disfrutando uno al lado del otro en la
piscina y frente a la chimenea o en el jardín, familia y amigos alrededor en una
casa encantadora. Los dos estaban dispuestos a realizar cualquier cosa que
fuera necesaria para mantener el bienestar y conservar la dicha en el hogar.
Ambos estaban íntimamente comprometidos en este aspecto de su relación.
Había observado a Rebeca y se convencía de sus innumerables
cualidades, porque sabía ser dinámica y a su vez dócil y templada. Sabía ser
tradicional y a la vez moderna, ambiciosa sin ser agresiva, y era potente, sin
necesidad de ser inconveniente o desmedida. Pero era su refinamiento y su
calidez humana lo que más le sobrecogía. Tenía tantas cosas que decirle y
quisiera decírselas en ese momento… Pero ella no estaba ahí. Rebeca se
encontraba en su tierra con los suyos, ¡qué falta le hacía! ¡Pero qué feliz se
sentía por Rebeca! Y no dejó de pensar en ella tendido en la cama de su
habitación el primer día de semana santa.
Pensaba en su conciencia social, ¡qué bueno que coincidían!
Rebeca era una persona muy sensible y emotiva, y eso le agrada a más
no poder. Le gustaba su empatía, su altruismo, su percepción tan sutil, tan
sumamente a flor de piel y siempre activa. No se cansaba de ayudar. No
había fatiga para ella cuando podía beneficiar a otra persona, ¿y si pudiera
atenderlo a él así de por vida?
Sin duda será un hombre afortunado si consigue tenerla para sí. Pero
tenerla sin poseerla, sin manipularla, favoreciendo su crecimiento espiritual y
toda la autentica personalidad de su alma desplegada. El propósito de
Alberto era alcanzar su naturaleza sin límite alguno, y para ello estaba
dispuesto a crear un clima positivo de diálogo, un ambiente relajado, un ritmo
de vida pausado para que su expresión fluya como fluye el agua del grifo
cuando se abre. Se sentía infinitamente cerca de Rebeca. Habían conseguido
algo formidable: conectar. ¡Hacer clic!

Rebeca era una mujer buena, no solo una buena samaritana. En el momento
que encontrara una persona que valorara quien era ella y respetara su
esencia, se entregaría totalmente. Y Alberto estaba convencido que ella sabía
ya quien era esa persona. Sentía que conocía su verdadero palpitar. No
dudaba de su sentir. Confiaba en su amor y en toda su fuerza.
Y se consideraba idóneo para semejante mujer. Y estaba dispuesto a
esperar a que se recuperara. Estaba preparado para verla llegar con una

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

sonrisa cuando fuera libre y estuviera lista, limpia, sana, luego de haberse
atendido a sí misma por fin porque había entendido en el monasterio tibetano
que el amor verdadero es el que empieza primero con uno mismo.
El nuevo Alberto tenía buenas aptitudes y, lo más trascendental: quería
valorarla con el corazón. También él quería entregarse. Su alma vibraba ante
la posibilidad. Se estremecía de nervios en aquel mismo instante que llevaba
una taza de café a sus labios. Estaba tan impaciente que se quemó.

Alberto no vislumbraba una mujer perfecta, Rebeca no lo era. Reconocía que


tenía su genio en los más mínimos detalles y le gustaban las cosas “bien
hechas”, pero bien hechas significaba hechas a su manera, y no hay una
única manera de hacer las cosas le había dicho en el parque.
Cuando las reglas impuestas eran correctas y Alberto había contribuido
a su creación, era el primero en cumplirlas y defenderlas, y le constaba que
Rebeca apoyaba el debate doméstico, pero intuía que podía ser estricta y un
tanto mandona, en fin, ya veremos se había dicho: “Cada uno tendrá su
oportunidad. Juntos lograremos armonía, orden, bienestar, paz; salto de
alegría, brinco de júbilo en la cama antes de acostarme en esta habitación
estrecha de luz artificial. Llueve en el exterior”.
Y mientras entraba en el sueño se decía: “Me gusta que sea exigente,
también yo lo soy. Y no creo que ninguno de los dos llegue nunca a extremos
de crueldad. Ninguno someterá al otro. Creo que es imposible que ella me
obligue, o que yo la obligue a ella, no, por favor, nada de brutalidad. Ahora sí!
Muchas críticas; pero críticas constructivas para que el otro crezca, para
mejorar, para asegurar la continuidad de la familia que ambos forjamos.
Críticas que llevan implícita la conciliación de dos almas gemelas que se han
encontrado para fundirse en una sola”.
Alberto tenía la esperanza que Rebeca jamás ocultaría sus sentimientos,
quería que no se escondiera, que no lo engañara. Esperaba que con él no
precisara de su caparazón protector. Se dijo a la mañana siguiente
afeitándose frente al espejo: “Yo soy de los pocos que saben que su virtud no
es debilidad. Quiero decir que su bondad no es servilismo. Lo hace a
conciencia, con la voluntad segura de lo que hace, pero desatendiéndose,
poniéndose ella siempre en segundo lugar. También lo sé. Y me comprometo
aquí y ahora a no aprovecharme –se miró a sí mismo a los ojos-, no pasaré por
delante de Rebeca. Nunca la absorberé tanto que no tenga energía y tiempo
para sí misma. Permitiré que la genuina Rebeca exista libremente sin por ello
renunciar a las ventajas de ser su único hombre; su amigo y su amante”.
Si Rebeca era prudente y sensata, elegiría una pareja idónea: un
hombre sensible que pueda entenderla como garantía para su vida plena
llena de emociones. Y, emociones, Alberto podía proporcionárselas. Aventuras
y juegos, desafíos y mágicos momentos que la alejaran del hastío. Tranquilidad
y tempestad al mismo tiempo. Y Alberto rogaba en silencio para que
comprendiera sus períodos de oso que invierna; unas veces noria, otras pura
montaña rusa, pero siempre su escudo frente a la adversidad; un paraguas
contra el conflicto; un velero para viajar surcando el océano inmenso de la
vida. ¡El mundo será de ellos!
Alberto se había vuelto más expresivo y sociable y sus pensamientos y
convicciones querían tener una razón de ser, un beneficio para sus semejantes.
Pretendía que su vida fuera su obra, su legado. Y sus hijos la herencia. “Nuestra

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

enseñanza y ejemplo un punto de partida para sus vidas que luego reflejarán
en la sociedad” le había dicho en una ocasión en la famosa esquina de las
tres y diez. Alberto estaba lleno de buena voluntad consciente, rebosaba
energía vital, y estaba dispuesto para ayudar. Ayudar a sus hijos, ayudar a la
mujer de su vida, y a todas las personas necesitadas que quisieran ser
ayudadas a prosperar, a mejorar, a ser más felices.

Alberto se hizo una radiografía emocional. Escribió una lista de los motivos por
los cuales amaba a Rebeca, y se la entregó antes de que partiera,
explicándoselos uno a uno, señalando cada por qué hasta coronarla como la
mujer de su vida. Escribirle fue muy importante, fue regalarle un pedazo de sí
aunque ella podía poner en duda sus palabras ¡tiempo habría para demostrar
con hechos cada vocablo escrito! Rebeca tenía que aprender a leer entre
líneas.
Después del Tíbet, Alberto tenía una capacidad especial para la
filosofía del alma, no solo del pensamiento. No solo la lógica lo alcanzaba. A
veces le llegaban retazos de otras vidas iluminadas, pero no conseguía
conectar con la gente de su tiempo. Debía continuar intentándolo. Al fin y al
cabo se había reconocido como un pacifista, y este mundo violento sediento
de sangre y de lucrativa guerra precisaba personas con su sentir, profetas con
su sentir, visionarios a los que no les importe interpretar el papel de locos.
Incluso podría convertirse en guía espiritual, no tenía idea de qué le depararía
el mañana profesional. Pero si tenía claro que Rebeca ostentaba sus alas de
hombre hecho cielo.
Alberto disponía de habilidad para manejar conceptos abstractos, solo
le faltaba una forma de expresión amena. Estaba encontrando su voz, su estilo
singular, el sello, la huella, la marca propia que se reconocerá. Porque podía
darle la vuelta con brillantez a una situación potencialmente explosiva como
mediador astuto que apacigua, y su expresión elocuente lograba milagros.
Debía apreciar sus virtudes y desarrollarlas, y estaba totalmente convencido
que a su lado le sería muy fácil.
Desde que había aterrizado en Madrid proveniente de Calcuta quiso
estar más próximo, ser más accesible a la gente, no dar la impresión que dio
antaño de autosuficiente. Tenía Alberto ¿complejo de ángel? ¡Y también era
un soñador compulsivo con delirios de Mesías! Pero esta era su naturaleza.

Alberto no podía negar su talento para observar a través de situaciones


complejas y circunstancias confusas para llegar a la verdad, al quid de la
cuestión última. Y aunque “en su otra vida” previa a las pláticas con su
maestro tibetano no quiso dañar o herir, resulta que la verdad a menudo
duele, y por eso se apartaron de sus dardos encendidos que apresuraron a
llamar “envenenados” porque no gustaban. ¿Demasiado honesto? ¿Exceso
de sinceridad? ¿Hubo egocentrismo?
¡Que digan lo que quieran! ¡Que suenen las campanas! ¡Que retumben
las mentiras! Estas eran las expresiones de Alberto.
Era tan perspicaz, y de mentalidad tan abierta (exenta de prejuicios),
que podía convertirse en adivino si quisiera. Podría interpretar las runas vikingas
y ganarse la vida prediciendo el futuro. Había descubierto la metafísica y le
encantaba, y a Rebeca también. Tenían tantas cosas en común…

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Alberto no quería aburrirse durante su existencia. Quería una vida


emocionante, una vida que valiera la pena ser vivida, y sobre todo no quería
morir dejando tareas pendientes. Le había reconocido a Rebeca: “No me
desagrada la muerte en sí misma. Me desagrada la idea de dejar esta vida sin
haber realizado todas las cosas que tengo que realizar y sin haber aprendido
todas las cosas que debo aprender. No es fácil comprenderme, y, a veces, no
es fácil seguir mi ritmo cariño”. ¿Podrá Rebeca seguir su ritmo? Esta es una
incógnita que ni ellos mismos podrán desvelar si no es durante la convivencia.
Mientras Alberto pueda seguir ahondando en su naturaleza,
comprendiéndose, expresándose en el entorno inmediato, participando del
ambiente social y del regocijo de ser, original, mientras pueda, acariciará esta
gloria que alberga en su pecho. Y mientras Rebeca sea capaz de respetarlo,
aunque no lo comprenda, tendrán asegurado un futuro cautivador, si es que
Rebeca quiere pasar por la vida activa y emocionada sin renunciar a la
incertidumbre y la crisis “...porque sin crisis no se crece –le había dicho Alberto-.
Las crisis son necesarias. Son obstáculos que bordear o saltar. Pero en nuestro
caso, por nuestras inquietudes similares y nuestro propósito afín, el proyecto
dispone de más beneficios que desventajas. No estamos destinados a
aburrirnos, si no a alegrarnos de estar vivos y ser, inmensamente nosotros. Yo un
artista, me queda claro, y debo dejártelo claro a ti cariño... para que no te
lleves a engaños antes de coincidir bajo el mismo techo en el mismo lecho de
amor”.

¿Pensaba Alberto en ellos como pareja? Probablemente no todo lo que


quería, y era lógico. Había muchas cosas que hacer antes, y se dijo: “¡Primero
tú amor de mi vida!”.
Alberto creía que Rebeca era una mujer inconfundible, refinada en su
actitud y modos de comportarse. Confiaba en todo cuanto había vislumbrado
en ella: su aplomo, su temperamento, su sentir hacia él; todo le agradaba. A
menudo parecía tímida y retraída, y él suponía que era ella misma que se
provocaba límites, quizás por falta de autoestima, ¿por qué duda de sí misma?
Se preguntaba Alberto. “En cualquier caso, yo puedo reforzar esta
insuficiencia. Conseguiré despertar todo su potencial y sacarlo a flote aunque
ella se empeñe en pasar desapercibida bajo el agua como si fuera un risueño
delfín“.
La gente tenía mucho que elogiar a pesar que Rebeca no quisiera que
se ensalzaran sus atributos. Porque su encanto sereno y convincente estaba
acompañado por demasiada inseguridad. Demasiadas dudas. Pero Alberto
podría insuflarle el vigor que necesitaba para prosperar en la vida.
El aspecto de Rebeca era pensativo, atento, y melancólico, pero esto
último variará con rotundidad en cuanto se asiente de nuevo en su tierra
alegre donde la prisa no existe, donde prolifera el intercambio y la relación,
donde el roce y el cariño se palpan en el ambiente. Tanto frío Madrid había
aplacado su ánimo y se la notaba nostálgica aunque intentara disimular. Su
sonrisa, cuando era forzada, se reconocía a la legua. Tanto tenía Rebeca que
recuperar…

Desde que el alma de Rebeca llamó a Alberto, él había tenido deseos de


abrazarla, de protegerla, de permanecer a su lado muy cerca dentro mismo
de su ser. Quería mimarla y consagrarse a su dicha, a su bienestar, a su

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

proyección espiritual. Y quería gritarle desde Madrid para que escuchara en


Jerez de la Frontera: “Quiero asegurarte que todo saldrá bien. Nos queda
tanto por andar, por indagar, por descubrir, por experimentar y sentir juntos los
dos. Unidos. Te adoro Rebeca, ¿me estás oyendo?”.
Cuantas ganas tenía de Rebeca, de su compañía, de sus besos, de sus
guisos, de su tertulia y su atención dulce y cortés. Contemplarla quería Alberto.
Bendecirla también. Y hacer de ella la emperatriz de su universo.
Alberto quería verla en ropa interior por la casa, quería ver las toallas del
cuarto de baño a juego, las cortinas confeccionadas por sus manos delicadas,
las sábanas oliendo a romero, las ventanas limpias, la cocina ordenada, el
incienso, las velas, ¡ay! Que ganas tenía Alberto. ¿Qué hacía Rebeca a las
ocho de ese sábado?

Desde que había aparecido Alberto, los ojos de Rebeca brillaban con
inteligencia escrutándolo todo con su color de piedra preciosa. Sus labios finos
y bien dibujados, enmarcaban unos dientes blancos bien puestos que se
habían mostrado durante sus encuentros con alegría.
Alberto paseaba por Recoletos, de Atocha a Cibeles, cuando imaginó
a Rebeca en su época hippie. Todavía guardaba un aire bohemio muy
presentable con un toque chic. Rebeca sabía vestir, incluso comportarse
según el sitio que visitaba y según las personas con las que se relacionaba.
Solamente la había visto de lunes a viernes antes o después del trabajo con
prendas fruto de su adaptación al puesto laboral, al trabajo que desarrollaba
como asistente social, prendas funcionales de efecto recatado pero debajo,
guardaba siempre colores alegres y llamativos que daban a su aspecto formal
la verdadera temperatura de su carácter jovial.
Ostentaba la suerte de estar con una mujer que a su vez era muchas
mujeres a la vez. Rebeca era distinta a todas, muy especial para Alberto:
“Seguro que tienes un montón de zapatos y de bolsos, ¿verdad? Creo que tu
aire aristocrático prevalece aunque te enfundes en unos ajustados vaqueros. Si
tuviera que definir tu guardarropa en una palabra, diría que es exquisito pero
más por la manera de llevar las prendas y combinarlas que por el tejido de la
ropa o las marcas”.
Había podido apreciar que en los lugares públicos era muy cuidadosa
con su conducta. Se amoldaba, se notaba de inmediato que no quería
destacar. A Rebeca no le gustaba ser el centro de atención. El desaliño de
otras personas o una conducta inapropiada la molestaba, en eso se parecían
bastante. Ambos eran sofisticados aún en lo sencillo.
Consideraba a Rebeca un ser vivaz pleno de energía retenida. Una
persona de plática fácil y amena que necesitaba la tertulia más que el
silencio. Pero Alberto se había propuesto descubrirle las cualidades de este
“ruido al que teme mucha gente” le había dicho su maestro durante las
primeras sesiones en las que más que conversar escuchaban sus voces
interiores en lo alto de las montañas.
“Pocas personas pueden permanecer en silencio. Enseguida una o las
dos piensan que sucede algo grave. Y es que si no se habla, la mayoría cree
que existe un problema. A mí me gusta hablar para decir cosas trascendentes,
no hablar por hablar. Pero soy consciente de que te place la conversación. Y
a diario te contaré anécdotas de mi jornada, curiosidades y pensamientos. No
quiero que un día llegues a encender el televisor aburrida por mi compañía.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Sabré complacerte Rebeca, porque me fijo en tus necesidades. No ignoro tus


intereses. Me concentro en tus anhelos. Te plantearé dilemas para que te
entretengas. ¡Cuántas veces te he dicho que pondré de mi parte! Y lo
cumpliré. Estoy lleno de esperanza e ilusión, lleno de amor ansioso de servirlo
en bandeja a la mujer que lo merece. Y tú lo mereces cariño. Eres la mujer que
amo por muchos motivos”. A veces Rebeca llegó a sentirse un programa
electoral. Alberto parecía un político que quisiera convencerla. Pero es que le
atraía su ternura, su sentido del humor, y quería desatarle risas trepidantes. Y las
simpáticas cejas de Rebeca subiendo… primero una… luego la otra… y
Alberto sin poder hacerlo ¡más risas!
La extrañaba. Extrañaba cuando sus buenas noches y sus primeros
buenos días eran solo para Rebeca. Extrañaba la esquina de las tres y diez, la
parada del autobús 411 antes del trabajo, los trayectos en la intimidad del
automóvil para cerrar una tarde demasiado corta. Extrañaba sus movimientos,
su manera de andar como si flotara a dos centímetros del suelo. Su voz. Rozarle
las manos… ¡lo que daría por hacerlo ahora!

Rebeca era un ser plagado de temores. Temía, no sabía lo que temía


exactamente, pero su naturaleza la empuja a inventar miedos que si Alberto
estuviera a su lado podría paliar. Su voz la sosegaba. Solía decir que le
gustaba su timbre. Y su presencia le procuraba paz. Le explicó como le
cargaba las baterías. Le dijo Rebeca un lunes por la mañana descendiendo
por las escaleras del autobús antes de lanzarse a sus brazos: “Me das vida”.
Alberto estaba convencido que lo que ocurría era que sus argumentos
le proporcionan otra perspectiva que logrará mostrarle una lectura diferente
del mismo hecho, otra interpretación o manera de ver las cosas y quizás,
lograba apaciguar de esta forma sus miedos con su aportación. Rebeca
estaría a buen recaudo a su lado, ¿por qué?
Bueno, aunque a veces la dejará con la boca abierta, con los ojos
grandes como platos y sin respiración, casi muerta, la mayoría de veces le
transmitirá fuerza y tranquilidad, seguridad y descanso, libertad y verdad al
mismo tiempo. Alberto reconocía que era volátil, dramático, persuasivo, y su
autosuficiencia podía parecer egoísmo, pero estaba en disposición de
asegurar que ya no lo era. ¿Era maravilloso?
Para lo que Rebeca necesitaba, sí, era maravilloso. Perfecto para
Rebeca, su mejor complemento. Con él se lo pasará en grande, no se cansará
si consiguen finalmente reunirse como pareja.
Alberto razonaba así mientras paseaba por el parque de El Retiro: “A
pesar de que piense que actúo, ya me irá conociendo. Con Rebeca no tengo
que disimular, ni esconderme, y mucho menos avergonzarme de nada en
relación a mi pasado. A ella no tengo que convencerla de mi bondad. Con
Rebeca me muestro tal cual soy sin tapujos ni engaños.
“Soy positivo, constructivo, intenso. Sé lo que he sido antes. Sé lo que soy
ahora. Y sé cuál es mi meta y cómo llegar. Como también sé que Rebeca es
una piedra angular en mi nueva etapa de vida. Será una aliada, nunca una
interferencia. Apreciaré sus comentarios, sus recomendaciones, sus consejos,
sus intuiciones. La tendré en cuenta. Jamás la despreciaré, muy al contrario,
valoraré lo que lleva dentro, lo que siente, lo que piensa, lo que dice con los
labios o con su mirada.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Llegaré a la meta cogido de su mano. Soy independiente hasta la


saciedad, pero cuento con Rebeca, la quiero en mi equipo, la necesito en mi
casa, voy a tenerla en mi cama. Encontraremos el ritmo. Avanzaremos.
Progresaremos. Hacemos planes juntos. Ambos somos hospitalarios con el otro
y nos gusta dar y no solo recibir. Los dos somos sensitivos, efusivos, cariñosos,
generosos, alegres”.

Aunque Rebeca se había mostrado de lágrima fácil, no tenía un corazón de


gelatina. Era sensata y disponía de un sofisticado proceso mental. Alberto la
consideraba una mujer inteligente. Trabaja bien cuando trabaja con el
cerebro, porque se distorsionaba su trabajo si solo trabaja con el corazón.
Cometía errores como todos, y tenía defectos como los tenía Alberto;
aunque por el momento no se vieran los defectos el uno al otro. Ambos
estaban de suerte, porque en el caso de severas discrepancias, los dos sabían
conversar apaciblemente. Alberto sabría perdonarle sus debilidades y
carencias y esperaba que ella también supiera hacerlo con él, pero por el
momento todo era fenomenal. Tenían tanto por descubrir y, ya se lo había
dicho: “Nos conoceremos cuando convivamos. Hasta entonces hay enigmas
sin resolver. Un fin de semana juntos dirá más que estos últimos cuatro meses
de esporádicos encuentros y llamadas continuas, de pensamientos y
elucubraciones mentales y mucha falta de abrazos y besos”.
Alberto aspiraba a ser protector como un padre, un buen compañero y
el mejor padre para sus hijos y necesitaba a la mejor madre. Rebeca le
convenía por muchas razones. Sería un estúpido si la dejaba perder. No quería
que escapara. ¿La perseguiría si hiciera falta?
“No voy a atosigarla, no voy a acosarla ni acorralarla, ella tiene
derecho a su espacio vital. ¡Tiene que abonar la tierra! Tiene que cortar las
hierbas malas y decidir qué tiene que morir y qué tiene que vivir. Seguro que
elegirá la semilla adecuada” se dijo admirando el estanque del parque
habiendo dejado el palacio de cristal atrás.

Alberto se había sentido demasiadas veces impotente. Recordaba cuando el


perro vomitó sangre y Juan Daniel todavía pretendía que saliera de fiesta
obligada, sin ganas, a falta de un diagnostico del perro-bebé; sin
comprenderla una vez más, quería que se arreglara y riera durante la velada.
Como le gustó decirle por teléfono “...a mí no se me hubiera ocurrido
proponerte salir esa noche concretamente, hubiera anulado la cita sin decirte
nada cariño por muy importante que fuera la cena o el cliente”. Como quería
Alberto ese día en concreto estar a su lado para acompañarla y abrazarla o
simplemente tomar su mano, y no pudo, como no podía acompañarla al
dentista o al ginecólogo, como tampoco podría llevarla al cine ni a cenar
hasta quien sabe cuando. Qué tortura permanecer de brazos cruzados hasta
que le otorgara “luz verde”. ¡Qué impotencia la suya!
Alberto en solitario actuaba conscientemente. Y paseaba con el
pensamiento encendido para reunirse con ella conversando consigo mismo.
Porque de esta forma se percataba de que la necesitaba “... porque la amo
la necesito tanto como me necesito a mí mismo. Examino cada palabra de
nuestras conversaciones. Escucho tus mensajes treinta y tres veces durante los
dos días que permite el sistema antes de borrarlos automáticamente. Releo y
releo los SMS que almaceno como monedas que se meten en una hucha.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Como me gustaría retroalimentarme directamente con Rebeca paseando por


la playa del Palmar donde comprobar la autentica sinergia y la afinidad.
Tenemos que encontrar más tiempo para nosotros. No es ningún antojo. No se
trata de ninguna proposición descabellada. Los dos estamos impacientes
porque intuimos una relación de pareja magnífica y hermosa. No es
conveniente precipitarse. Pero forzar la distancia no es sano, ni humano”.

Era a Rebeca a quien quería a su lado, deseaba que estuviera muy cerca
para subir juntos por la escalinata que conduce al cielo, porque ambos
suponían que los aguardaba el paraíso uno junto al otro, ¿pero estaban en lo
cierto?
Alberto se cuestionaba de regreso a su habitación alquilada en Legazpi:
“Yo no he podido ser más franco, ya no sé como decirle las cosas, ¡doy
vueltas y vueltas a los mismos conceptos!
“Ya no quiero un movimiento frenético, me inclino por la razón de mi
alma que harta de soledad quiere reposar en compañía. ¿He dicho ya lo de
echar raíces? ¡Se lo dije durante las primeras citas! ¿Fui suficientemente
directo? ¿Lo suficientemente claro? ¿Sabe qué quiero exactamente?
“Aprender a profundizar en su alma es mi intención, más allá de su
personalidad y de su carácter. Proclamo una relación fluida, rica,
emocionante, que hechice y muestre toda la magia del amor. Hay tanto por
descubrir. La vida es un viaje que puede ser precioso, que debe de ser gozoso,
que tiene esa peculiaridad extraña y secreta que subyuga y expansiona a
quien la práctica proyectando a esa persona a una dimensión que cuando se
revela, es como estar en compañía de Dios.
“Podemos hacer equipo, quiero que formemos nuestra sociedad. Será
un camino formidable si ambos lo realizamos completamente con el otro, no
solo durante un rato, no solo entregándonos un poco, no solo sacrificándonos
de vez en cuando. Existen sendas solitarias que no tienen final, y la pareja
equivale a dos por igual. La mayor dicha y el autentico bienestar es
improbable en solitario. Yo se quien soy y a donde voy y quiero que Rebeca
me acompañe, ¡cuántas veces lo digo!
“¿Pero sabe Rebeca a estas alturas quién es ella en su totalidad? ¿Sabe
qué quiere en esta vida? ¿Sabe si es conmigo con quien quiere viajar y reír, y
vivir un romance perpetuo?
“Seguramente tenemos futuro si el sentimiento mutuo es suficientemente
poderoso, pero… ¿se cansará de mí? ¿me cansaré yo de Rebeca?
“¿Cada uno sabrá estimular al otro? ¿Nos complaceremos por igual?
“Todavía puedo ir más allá. ¿Y si sólo he sido un soplo de aire fresco
para desenredar y enderezar su vida? ¿Y si sólo he sido un punto de apoyo a
partir del cual apoyarse para hacer palanca? ¿Y si sólo tenía que empujarla a
la piscina pero no voy a poder bañarme con ella? Siento como si mi función
ha llegado a su fin, como si ya no fuera útil, como si todo hubiera terminado”.

Y al día siguiente permanecían como pesadilla las preguntas... ¿Y si


únicamente he sido una ráfaga de viento que desenreda los cabellos?... No
había podido conciliar el sueño... ¿Y si yo nada más tenía que poner en orden
su vida?... Entró en el baño para ducharse... ¿Y si solamente he sido un
neumático en el que sujetarse para no ahogarse?... y de repente el agua
caliente se convirtió en agua helada que le taladró la piel como si el gas se

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

hubiera terminado. Pero Clara pagaba puntualmente los recibos! Sentía


mientras se secaba embadurnado de jabón como si verdaderamente su
función hubiera terminado y su aporte ya no tuviera sentido.
En la cocina mientras fregaba la taza del café exclamó de sopetón:
“Efectivamente ha terminado. Ha terminado la primera fase. Hay que decir
adiós a la esposa de Juan Daniel. Hay que dejar de ser solo un buen amigo.
“Hay que decir hola a Rebeca. Esta es la segunda fase. La fase donde
puedo ser hombre y no tanto el amigo. Pero antes existe un paréntesis, un
espacio neutral. Ella deja de ser un gusano que se arrastra para encerrarse en
su capullo a la vista de su periodo de resurgimiento como mariposa, le pediré
que salga con otros pretendientes y amigos, ¿es conveniente?
“¿Por qué no? Hace más de dos meses, durante una conversación
telefónica, afirmé que se lo propondría cuando mencionó que nos llevábamos
once años. Rebeca tiene que estar segura de qué clase de mundo nuevo
quiere construir. No propongo ninguna sandez. Soy coherente con mis
anteriores palabras. Yo mismo protejo su libertad.
“¡Porque tenemos que volver a empezar! Nuestras vidas deben volver a
cruzarse como si nunca antes hubiera existido nada.
“Es recomendable volver a empezar igual que dos desconocidos
empiezan partiendo de cero para comprobar si conseguimos visualizar
nítidamente el chispazo multicolor otra vez.
“¿Escucharemos nuevamente la llamada de las almas? ¿Ambos
queremos florecer? ¿Anhelamos una vida plena, los dos… con la misma
intensidad el bienestar y la dicha?
“Para esto son los paseos a solas conmigo mismo. Y Rebeca también
tiene que reflexionar para que luego compartamos todas las inquietudes y las
conclusiones”.

Mientras Rebeca informaba oficialmente a su familia de la decisión inapelable


de separase de Juan Daniel por diferencias irreconciliables, Alberto seguía
dándole vueltas a las cosas haciéndolas bailar entre dos pensamientos.
“Es tiempo de que yo tenga una pareja formal. Necesito a la mejor
mujer que pueda encontrar en este planeta, no a una cualquiera, no a la
primera que aparezca. De hecho la encontré la única noche que salí de la
manera más insólita, y de inmediato percibí su belleza interior. Todavía es hoy y
ni siquiera hemos pasado juntos un domingo pero no me importa. Yo no
preciso seguridades o garantías. Me basta con mi intuición”.
Alberto no se desanimaba ante el panorama. Tenía fe y esperanza.
Tenía confianza en su fuerza y su lucidez.
“Desde que me conoce, Rebeca se ha ido abriendo a sí misma, y noto
que quiere crecer. Y esto me ha hecho no pasar de largo, si no centrarme en
ella, en su avance, en su libertad, en su evolución desde que la conocí. Y poco
a poco he ido abandonando mi independencia para ser consciente de mi
absoluta soledad. Nunca antes había oído gritar a mi soledad con semejante
virulencia. Nunca durante estos últimos siete años. Y se despiertan mis ansias de
compartir, de regalarme a otra persona, de centrar mi afecto en una mujer,
de ser un hombre entregado al amor. ¡Soy muy afortunado!”.
Y Alberto era muy afortunado porque el sentimiento era recíproco y
cuando el sentimiento es recíproco, se roza la gloria, se vuela alto, se salta, se
ríe, se llora, vibras desde la médula y todo te parece bonito. Se estremecía

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

cada vez que sonaba el teléfono. Se alegraba al escucharla, se alegraba de


saber lo mucho que deseaba conversar con él. Rebeca quería escucharlo, le
importa lo que sentía Alberto y le interesaban sus acciones del día y sus planes
de futuro.
Existía nobleza en sus contactos, los dos eran honrados, querían llegar al
otro. Querían que el otro supiera qué pasaba por sus mentes y corazón.
Querían. Estaban ansiosos por comunicarse, y a Alberto le acompañaba el
ronroneo de Rebeca en cada timbre que tocaba durante la jornada de
trabajo, en cada puerta que se abría y se cerraba, bajando o subiendo
escaleras ahí estaba ella, su querida Rebeca... “Tesoro, ¿estás bien? ¿cómo
van tus nervios?”.
Le gustaba tanto adherirse a Rebeca…
Adherirse en todos los planos. En el plano espiritual, en el plano
intelectual, en el plano físico, en el plano emocional, en el plano sexual.
Permitir que existiera la interdependencia era clave. Y favorecer esta
interdependencia en cada uno de los distintos planos “ ...será lo que logrará la
estabilidad de nuestra relación, porque cuando no se alcanza uno no se
alumbra el otro, pero si permitimos que cada plano esté abierto y sea
accesible, el sentimiento se reforzará con cada avance. Yo por mi parte me
comprometo. Dejaré los canales abiertos”.
¡Y sonrió cuando entró por la puerta de su habitación dispuesto a
meterse en la cama contento porque no estaba Clara. No quería compartir las
vicisitudes de su trabajo con otra persona que no fuera Rebeca. Solamente a
ella quería dedicarle sus sonrisas.

Rebeca era válida para una actividad que exigiera método, adaptación,
sensibilidad, y la vida en el hogar que visualizaba Alberto la ensalzaba por ello.
Era una mujer responsable; el último día en la Casa del Reloj antes de salir de
vacaciones de semana santa a Jerez de la Frontera terminó más tarde de su
hora habitual de salida, las tres de la tarde, porque no quería dejar cosas a
medias. Terminó de coser las cortinas de la casa el domingo anterior a
sabiendas que no las disfrutaría. Eran detalles que hablan por sí mismos. Tal vez
a nivel doméstico sería un poco quisquillosa, pero sin duda Alberto se
acostumbraría. Alberto también se adaptaba bien a las circunstancias y, por
ejemplo, aceptaba al perro como si fuera el hijo de Rebeca.
Alberto creía que Rebeca disponía de mucho ingenio, pero no lo
desarrollaba. Pensaba estimularla, presionarla si era preciso porque se alejaba
de la creatividad desde que su primer acto de creatividad en su infancia,
pintar y cortar el cabello de su muñeco, fue inapropiadamente cuestionado
por vecinos y familiares.
Subiendo por la escalera mecánica del metro habiendo descendido en
la parada de plaza Elíptica, se decía entre el tumulto de la gente a la hora
punta matutina “Rebeca ampliará mi abanico de emociones y sensaciones.
Me enseñará a sentir con mayor profundidad. A su lado quiero experimentar
como amar más y mejor. Ella es concienzuda, analiza, archiva, sabe elaborar
informes detallados, redactar resúmenes, síntesis de libros enteros, documentar
los detalles minuciosamente y contabiliza de maravilla aspectos del amor que
a mi se me escapan entre los dedos. Quiero aprender. Espero aprender. Sobre
todo el concepto de seguridad. Yo me he aferrado durante años a la
aventura. Me atrae lo desconocido, la incógnita a desvelarse, el dilema y lo

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

misterioso. Prefiero sacrificar lo que soy en favor de lo que puedo llegar a ser.
No me importa el riesgo ante la posibilidad de ganar algo, lo que sea, todo
suma. Y su seguridad puede ser estancamiento, un lastre para el crecimiento.
Yo prefiero lo bueno por conocer. La sorpresa. Cuando se quiere cambiar las
cosas, mejorarlas, hay que hacer cosas distintas a las que se hacen.
“Yo sé decir –no-. Rebeca no sabe, cede, consiente, y todo por no
luchar. Pero no lucha, no por falta de convicción o fuerza, si no porque detesta
el enfrentamiento. Ahí tenemos otro debate pendiente. Ella es una mujer de
gran percepción, seguro que me hace ver cosas que ahora ni se me ocurren.
Tengo ganas de escucharla mirándola fijamente a los ojos derramándome en
su interior hasta tocarle el alma.
“Rebeca, igual que yo, tiene claras tres palabras: justicia,
responsabilidad, amor. Creo que son nuestras tres preferidas. Sin embargo,
Rebeca cree en el sistema y lo acata, cuando yo quiero desbaratarlo
justamente por responsabilidad, porque la mayoría de veces es injusto.
Rebeca acepta las normas por costumbre y tradición y, yo, quiero quebrar la
norma que en mi opinión es incorrecta o está desfasada. Otro tema para
conversar en la cama en seguida de hacer el amor o delante de una taza de
café americano recién levantados con el albornoz que nos hemos regalado el
uno al otro, ¿de qué color querrá el suyo?
“Ambos queremos que las cosas funcionen, pero ella sin sobresaltos, y
yo creo que funcionan mejor después de los sobresaltos necesarios para poner
las cosas en su lugar. El mismo camino nos lleva por diferentes sendas, ¡qué
cosas pasan!
“Ah! Y creo que Rebeca es incapaz de ser imparcial. Yo sí puedo serlo.
Puedo ver las dos caras de la misma moneda sin involucrarme llegando a una
conclusión concreta y exacta porque soy capaz de desembarazarme de los
sentimientos antes de emitir un veredicto, algo que a ella le resulta imposible.
Me decía Joaquín en el orfanato que yo no pronunciaba opiniones. Decía que
yo pronunciaba sentencias, y con el tiempo dejó de preguntarme por miedo a
escuchar algo que le desagradara al oído”.
Tal vez Alberto tenía demasiado tiempo para pensar. Lo cierto es que
con él, Rebeca podría defender sus puntos de vista porque él quería
complacerla, y relacionarse con la autentica Rebeca oculta bajo el
caparazón. Le gustará disfrutar de la mariposa una vez esté en condiciones de
volar, preparado y advertido de su deseo y convicción de unión para la
comunión de las almas que como dos palomas blancas que vuelan se funden
en una sola al llegar al sol. “Espero me permita hurgar en su intimidad. Lo haré
con suavidad, y solo para honrarla. Tendrá mis atenciones más gentiles y
sinceras. Porque tomo a esta mujer muy en serio. No es un pasatiempo”. Todo
giraba entorno a Rebeca.

Alberto era hombre de una sola mujer. De la mujer que lo estimulaba y lo


seducía, lo complacía y lo fascinaba, lo amaba con devoción y lo respetaba.
A esa mujer le erigía un trono. No necesitaba justificar su fidelidad aún en la
distancia.
Y lo reconocía mientras compraba en el supermercado las provisiones
de la semana: “Un hombre no se termina a una mujer. Francamente lo digo,
creo que las mujeres son el sexo fuerte. Hay tantas dimensiones hondas y
desconocidas por explorar que a Rebeca la considero un tesoro que se ha

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

hecho esperar, pero que por fin está a mi alcance. Si yo la engañara, en


realidad no traicionaría a Rebeca. Traicionaría a mi propio sentimiento. Y yo
amo el amor con pudor y furor. Incluso soy un poco puritano después de mi
permanencia en el Tibet.
“Soy un romántico, pero también quiero ser un salvaje amante. Quiero
ser potente sexualmente. Y, debo aceptarlo, tal vez no esté a la altura de lo
que Rebeca espera. Tenemos que trabajar este aspecto. Porque yo quiero
que nos compenetremos en todo. Y no quiero una pareja insatisfecha, como
no quiero renunciar al orgasmo ni a mis fantasías sexuales. Pero no es lo más
importante, ni está como la primera tarea de la lista; aunque es un aspecto
elemental a no olvidar, porque en varias ocasiones me ha hablado Rebeca de
su fogosidad. En su momento ya me tranquilizó al decirme que podría estar a
mi lado aunque yo fuera impotente. No debería incomodarme mi fragilidad
después de tantos años de abstinencia. Tengo que relajarme y hablar con ella
sin prisas, desnudos los dos rodeados de candelas oliendo a rosas envueltos
por sábanas limpias escuchando música apropiada. No hay pareja frígida si no
compañero inexperto o retraído. ¡Pero qué digo! Si no se me levanta, la
responsabilidad será solo mía. Hay que desinhibirse. Nos falta tiempo, ¡otra vez
nuestro tiempo arrebatado! Y nos falta un lugar calmo y confortable para dar
rienda suelta al roce de la piel con la piel envueltos por besos largos y
húmedos. Necesitamos un nido de amor para nuestro amor apasionado. Eso
es”.

Rebeca se había referido a Alberto como un ser único. Al recibir su eléctrico


abrazo la noche de lluvia supo enseguida que era distinto, y eso fue el
resultado de su energía vital que había traído desde la India. La energía vital lo
dotaba de un aura singular que hechizaba. Pero su rasgo más espectacular e
inolvidable para Rebeca era su sonrisa.
Le había parecido amanerado. Pero Rebeca se había acostumbrado
rápidamente a sus modos delicados y a sus sofisticados gestos. A Alberto era
imposible confundirlo con un camionero o un albañil. En absoluto era rudo.
Tampoco era vulgar. Ostentaba su propia etiqueta misteriosa. Y no le
importaba parecer homosexual porque conocía su tendencia. Alberto,
simplemente era un tipo no-convencional. No era del montón. Era singular y no
se avergonzaba de reconocerlo ni de ser como era. Le prometió a Rebeca
una excitación de la que no conseguirá liberarse. “Mi carisma te envolverá
hasta convertirme en imprescindible para tu existir. Me haré inseparable hasta
el punto que… hasta… bueno, ya se verá. Lo decidirás tú, eah!”.
A Alberto no se le podía acusar de tímido. Seguía siendo el
exhibicionista que fue en su juventud porque no tenía sentido del ridículo. Le
gustaba hacer ruido, llamar la atención, pero ya no era como antaño. Era
mucho más mesurado.
Se inclinaba por continuar siendo excepcional, extraordinario, puro él. Y
al lado de Rebeca le será gratamente fácil. “Funciono con rigor y lógica.
Deseo que mis ideas sean originales y mi actitud sana y prospera. Quiero ser un
individuo válido y valioso para mi comunidad. Quiero contribuir
favorablemente a la sociedad. Dejar mi semilla en el mundo” se dijo antes de
entrar en la oficina y sumergirse en su labor de facturación de los contratos
cerrados. Pero una sensación de vacío lo invadió repentinamente. Alentaba el
consumo promoviendo la adquisición indiscriminada de artículos prescindibles.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Alberto se consideraba indomable, salvo por Rebeca. Solamente ella tenía


libre acceso a su núcleo cardinal. Solamente Rebeca tenía ese derecho.
Nadie más. “Y si alguien deseo que me admire, será Rebeca. La opinión de los
demás no me afecta; me interesa, pero no la necesito para ser yo mismo.
Quiero conocer la opinión de mis semejantes y aprender con sus aportaciones,
pero no por ello voy a renunciar a mi escala de valores o a mis principios e
ideales. Haré lo que tenga que hacer y diré aquello que me nazca decir
siempre. No renuncio a mi concepción de un mundo mejor, ¿utopía?
“Lo admito. Y me perdono a mí mismo por haberme comportado como
si fuera el dueño del mundo. Estuve en el centro, yo fui quien permitió que la
gente me rodeara y aplaudiera durante el tiempo que a mí me apetecía
como si fueran mis súbditos. Fui vanidoso porque exento de afecto, lo reclamé
a golpe de puño en la mesa con mi presencia de pavo real. Me dijo la
directora del orfanato antes de partir: Representas lo que más me repugna...
eres soberbio y arrogante. Pero Alberto había renacido como el ave Fénix en
el Tibet. El adiestramiento funcionó. Mejoró su carácter, y así mejoraba su
destino.
Su antiguo yo hubiera sido indigno de Rebeca. La hubiera deslumbrado
de igual forma, pero su falta de calma interior la hubiera alejado de inmediato.
Hoy mantenía su espíritu inquieto pero su actitud era sosegada y su
comportamiento mucho más discreto. Antes que lo hiciera Rebeca, en la
inmobiliaria le dijeron que transpiraba paz. Y muchas latinas acudían al ciber-
café de Joaquín a lo largo del fin de semana y no a otro más económico
justamente por las pláticas que mantenían con Alberto. Todavía Juani, Teresa,
Rosa, lo llamaban de vez en cuando para escucharlo y confesar que la oficina
no era la misma desde que él se fue ¡Qué buen director hubieras sido! –
coincidían las tres.
Alberto actuó durante años como si el universo se moviera a su
alrededor, en cambio ahora Alberto formaba parte del universo. Comprendió
la expresión de la energía vital y rescató su verdadera esencia después de leer
“Conciliación”.
Él daba órdenes en vez de sugerir o preguntar desde que se puso los
galones para salir a la universidad de la calle con 18 años. Perseguía sus
caprichos y deseos, en vez de atender sus necesidades reales cegado por la
euforia de poseer habiendo estado rodeado de austeridad y precariedad. No
midió sus palabras, fue un avispado provocador de volcánico temperamento
irritado por su condición de huérfano.
Estuvo obsesionado por conquistar mujeres, impresionar a hombres,
controlar situaciones, seducir a los ancianos, encandilar a los niños, amansar a
los animales. Y lo peor que pudo sucederle a Alberto es que se salió con la
suya nueve de cada diez veces. Pero cuando las cosas se torcían y no
marchaban conforme a su plan, peligro, guerra, tempestad. Tenía un porte
agresivo. En sus peores momentos era altanero y grandilocuente, altisonante,
grosero, despiadado, sin un ápice de escrúpulos cuando la situación lo
requería. Todo era blanco o negro. No tenía término medio. Era radical.
Tajante. Intransigente.
Sin embargo, tuvo la capacidad de aprender de sus errores y recibió su
recompensa. Había sabido reírse de sí mismo en compañía de su maestro y
ahora era un Yo mejorado.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Se le brindaba una segunda oportunidad de vida.


Alberto había sido honesto consigo mismo. Y una vez más, no tenía
miedo.
Llegaba Andalucía.

* * * *

Alberto daba gracias por esa fuerza suya para romper con la situación que
atenazaba el existir de Rebeca. Gracias por su serenidad a la hora de afrontar
la necesaria recuperación. Gracias por la nueva etapa que nacería en Jerez
de la Frontera. No podía más que estarle agradecido al misterio de la vida. Y
las cosas se iban poniendo en su lugar. Porque también era oficial la apertura
de la delegación de la empresa en Jerez. El traslado estaba previsto para el 23
de abril.
Alberto llamó a Joaquín para despedirse.
_ Si eres capaz de priorizar tu faceta emocional –le dijo Joaquín- antes que el
ascenso profesional, ya no tengo excusa para admitir el cambio que ha
liberado a un Alberto diferente.
Su tono admitía que Alberto estaba a años luz del amigo que fuera
antaño.

El tiempo avanzaba. Rebeca se había abierto. Quería progresar y quería


hacerlo porque sabía que era posible acceder a la dicha y el bienestar, al
amor de cuento de hadas, a la encendida pasión recompensada con
suavidad y ternura a quien reclama una oportunidad.
Su último encuentro en Madrid fue el 18 de abril. Alberto aguardaba en
la puerta del teatro mirando la boca del metro por donde salió Rebeca con
una bolsa en la mano.
_ He comprado dos entradas –le dijo Alberto ilusionado.
_ Todavía estoy casada con Juan Daniel. No puedo llegar tarde a casa.
Toma...
Rebeca le había comprado dos camisas y una corbata. Y había
iniciado los trámites para el divorcio. Pero todavía llevaba la alianza en su
dedo.

La relación era un desafío, y Alberto ponía de su parte para que saliera bien.
Permanecía atento a las señales, elaboraba un plan de acción que le
permitiera estar en activo y jamás de brazos cruzados, y se lo dijo:
_ Nunca más pasivo Rebeca. Voy a participar para consolidar el propósito,
para que el desafío se torne una condición de vida que estimula y carga las
baterías. Un reto te mantiene en guardia y yo no voy a dormirme en los
laureles. ¿Quieres este tipo de vibración a tu alrededor?
Alberto había sabido mantenerse en su lugar, pero ya no estaba
dispuesto a ostentar la posición del mejor amigo. Era legítimo que quisiera más.
Su misma alma se lo reclamaba.
_ Ya te lo he dicho en alguna ocasión: tienes mis alas de hombre hecho cielo.
Tienes algo que me pertenece, por eso nuestras almas se llamaron y hoy se
comunican, porque somos complemento el uno del otro, yo soy el espíritu de

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

tu alma pero sin alma donde anidar, de nada sirve un espíritu inquieto, tú eres
vida y creación en movimiento que se agita hasta confeccionar las alas que
preciso para volar Rebeca. Puedo ser mejor persona a tu lado, por eso te
necesito tanto, porque quiero ser mejor, porque me amo, y porque ahora que
te he encontrado descubro que estoy incompleto. Yo ya no puedo ser yo sin ti,
porque he divisado un ser magnífico que se potencia debido a tu influjo. Esas
alas, ¿sabes qué hacer con ellas?
Tal vez lo que le estaba dando a entender Alberto es que necesitaba
que se las cosiera a su espalda.
_ Y si me las entregas y puedo extenderlas, me aguardan los secretos de la
vida y los misterios del ser humano. Si puedo volar con ellas, ni yo mismo sé
dónde puedo llegar, pero intuyo que muy lejos. Ya te dije que detrás de todo
gran hombre hay una gran mujer. Tú eres una gran mujer y creo que me
comprenderás; comprenderás mi lucha, comprenderás mis motivos,
comprenderás mis propósitos, ¿comprenderás?
Rebeca estaba dándole vueltas a las directrices del abogado. Estaba
dispersa.
_ Y en momentos de apuro, cuando se me nuble la vista, cuando se paralice el
ingenio, cuando la creatividad me abandone, cuando la emoción se aleje de
mí, cuando pierda el rumbo por X u Y motivos y permanezca bloqueado,
confundido y aturdido ante una encrucijada, con tu lucidez y tu tacto, ¿me
auxiliarás?
Rebeca seguía observándolo pero su mirada se perdía. No veía a
Alberto que estaba frente a ella desnudándose una vez más.
_ A tu lado puedo crecer! Sin duda eres el eslabón que me faltaba, la pieza
del engranaje que en una anterior vida se me extravió y llegaste con una
sonrisa para ofrecerte risueña para que yo crezca y así, tu existir tenga razón y
significado, porque al contribuir al desarrollo de mi persona, de igual modo
contribuyes a tu propio desarrollo, y juntos crecemos los dos al
retroalimentarnos desde el amor a través del amor, ¿sí?
Rebeca movió la cabeza en señal afirmativa pero seguía absorta.
_ Tu educación, tus modos, el comportamiento que vislumbro, te coronan
como la mejor anfitriona del hogar que deseo fundar, que necesito forjar en
una sociedad que ha perdido los valores y le ha arrebatado a la familia el
papel del pilar fundamental de la sociedad, porque la actual sociedad está
en quiebra, ha perdido el rumbo, está sedada por la publicidad, borracha de
materialidad y tecnología, ¿podemos fomentar desde nuestro hogar el calor
humano?
Rebeca esbozó una forzada sonrisa porque el brillo de los ojos de
Alberto le hablaban de cosas buenas que ella no había oído y apretó
fuertemente sus mandíbulas para disimular que había perdido el hilo de la
conversación.
_ Crear un seno en el cual nuestros retoños puedan llegar para disfrutar de la
autentica vida al natural con tus condiciones de madre ejemplar, ¿cuándo
quieres que tengamos descendencia?
Entonces Rebeca tuvo un sobresalto. Tenía que empaquetar las cosas.
Buscar cajas. Iniciar un reparto que en el caso de Juan Daniel nunca podía ser
equitativo y le dolía la cabeza por la sobrecarga.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Alberto se instaló con cuatro de sus compañeros en una casa de tres pisos en
la plaza Virgen de las Angustias de Jerez de la Frontera.
La filosofía del trabajo era idéntica a la de Madrid. Pero la jornada se
alargaba un par de horas más porque lo habían promovido a supervisor.
Después de la reunión de motivación a las ocho de la mañana antes de salir a
la calle, tomaban todos el tren y cada equipo se iba a su zona; unos al puerto
de Santa María, otros a San Fernando, otros a Cádiz.
De regreso a Jerez, dejando atrás la estación del tren camino de la
oficina para facturar los contratos del día, Alberto cruzaba el parque del
Retiro, se detuvo para admirar la fuente.
_ Ya mismo estoy aquí contigo –murmuró Rebeca por teléfono.
Al día siguiente, cuando Alberto regresaba derrotado del trabajo pero
satisfecho por haber realizado cinco contratos notándose cada vez más
agresivo, volvió a sonar el teléfono y su rostro se iluminó.
_ Ya mismo estamos juntos –le susurró con voz suave y sugerente.
_ Siento que tu penetrante aroma está aquí tesoro mío!
Por la noche y por la mañana lo llamaba Rebeca.
_ Cada vez estamos más cerca amor...
_ Jerez no tiene sentido sin ti –le dijo un Alberto conmocionado.

El 1º de mayo Alberto había salido a correr por la mañana temprano. Después


de ducharse con el agua hirviendo y luego helada, intentó prepararse un
desayuno en medio del desorden de la cocina. Y subió a su habitación en el
primer piso para tenderse en la cama y leer los relatos de “Pájaros plateados”.
Sonó el teléfono.
_ ¡Ya estoy aquí! Dime dónde vives para vernos un ratito... –Rebeca estaba
excitada.
_ Creo que sería mejor que no nos viéramos hoy Rebeca... ni hoy ni mañana...
–Alberto se mostró muy calmo.
Rebeca se sorprendió por su reacción que parecía seca y esquiva pero
lo escuchaba con atención.
_ Tienes un luto por delante... es mejor vernos cuando ya estés recuperada...
cuando estés convencida que soy yo lo que tú quieres –se notaba que a
Alberto le costaba articular las palabras-. Y no es por falta de ganas, porque
me muero por abrazarte y besarte pero creo que es más prudente así, ¿qué
opinas?
_ Ves... es por esta clase de cosas que cada día te amo más... cualquier otro
hubiera corrido para vernos y tú te retienes... ¡te amo! Y tienes razón. Debo
sosegarme un poco antes de abordar nuestra relación.
Cuando Alberto colgó el teléfono, cerró el libro, y escribió en su diario
para enfrentarse a sus sentimientos:
“Quiero darme a ti Rebeca, porque regalarme, entregarme
enteramente, equivale a recibir exactamente lo mismo de ti, ¿estoy en lo
cierto?
“Quiero estar a tu lado; convivir, compartir, construir, crecer,
evolucionar, ser mejor, ¿estoy idealizando el amor?
“¿Te idolatro?...
“¿Voy a pegarme la gran castaña cuando estemos juntos?”.
El mundo es dual, y Rebeca era su opuesto, lo que le sobraba a ella le
falta a Alberto, y lo que le faltaba a él le sobraba a Rebeca. Solo tenían que

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

encontrar el punto justo de equilibrio para que sus fuerzas contrapuestas se


armonizasen y sumasen en vez de restar. Alberto tenía confianza. Se obtiene
mediante el diálogo. Lo estaban practicando desde que se conocieron. Y era
el punto de partida mediante el cual las dos anteriores relaciones de Rebeca
fallaron. No hubo comunicación de alma a alma cuyo único canal es la
franqueza.
Ahora, Rebeca ya sabía qué le convenía, y lo que no estaba dispuesta
a tolerar. Sabía lo que no quería y, más importante aún... sabía que tenía
derecho a reclamar sus derechos.
“Confía... ¿te había propuesto una relación de pareja antes otro
hombre con semejante transparencia y honestidad? Yo cero que no. Y creo
que no, porque si tú hubieras tenido esa oportunidad hoy seguirías con esa
persona. Porque tú pones de tu parte. Tu te sacrificas, miras por el otro, y
justamente eso hago yo Rebeca, en esto sí nos parecemos. Somos idénticos en
el grado de compromiso y acción. Y ambos valoramos el sin fin de pequeños
detalles aparentemente insignificantes que sumados cuentan mucho. Por tal
razón afirmo que eres la mujer de mi vida Rebeca. Y saber que esto es así a mí
me reconforta. Me proporciona el tan mencionado equilibrio, la armonía,
incluso la seguridad emocional que no preciso”.
La intuición de Alberto le decía que era ella y no otra. Se habían
cumplido cinco meses y seguía convencido. Mantenía la fe y la esperanza. Su
sentir había crecido desde aquel 8 de diciembre con cada paso que había
dado, con cada pensamiento había descubierto cosas, ¿le había pasado lo
mismo a Rebeca?
Aquella tarde de martes festivo Alberto no salió de su habitación
inmerso en sus elucubraciones:
“Sabes, quiero despertarte con suavidad cada mañana y desearte
cada noche un -feliz descanso cariño- que me salga del alma. Todo mi
corazón está sediento de ti Rebeca. ¿Cuándo estarás lista para que te
conquiste? ¿Cuándo la luz verde? ¿Cuándo podré ser totalmente yo, un
hombre, el amante, no tanto un amigo?
“Cuando vuelva a verte por las calles de Jerez de la Frontera, volveré a
sentir la llamada... ¿qué dices tú? ¿la sentirás tú? ¿te pasará igual?... Y si no te
ocurre lo mismo que a mí... por favor! ¿Me lo advertirás de inmediato?
“Por mi parte, creo que ya no puedo volver atrás. Puedo detenerme y
no amarte más si es que no voy a ser correspondido, pero lo conseguido, este
sentimiento vivo ya no puede morir. Así que puedo permanecer de por vida
como tu mejor amigo si finalmente eliges esta función para mí. Seguirás siendo
irresistible con un mirar pero no tocar el cuerpo que todavía desconozco, ¿lo
quieres así?
“¿Qué nos depara el mañana?... ”.

Los siguientes días se mandaron mensajes por teléfono. Rebeca releía a


menudo este de Alberto:
“No puedo ocultar el hecho. Si durante la jornada me ha ido mal, deseo
llegar a casa para camuflarme entre tus brazos y tus besos, y si me ha ido bien,
deseo correr para compartir mi alegría a tu lado, sin embargo, la tristeza me
embriaga y me asfixia hoy porque no estás junto a mí. Y te necesito en la
alegría, tanto como en la tristeza Rebeca”.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Pero de repente se murió el teléfono de Alberto. Intentaba encenderlo


pero no respondía. Y pensó que la había perdido para siempre porque nunca
había anotado el número de teléfono que guardaba la memoria. No sabía
donde vivía Rebeca. Rebeca no sabía donde vivía o trabajaba Alberto.
Estaban en la misma ciudad, pero sin señas el uno del otro y con la línea de
comunicación cortada.
Fueron días horribles para Alberto, hasta que le preguntaron en el
trabajo por su decaído estado de ánimo. Elvira empezaba a estar
preocupada.
_ Pero eso tiene rápida solución mi hermano –exclamó su compañero cubano-
. Si no has tirado el teléfono, le quitaremos el chip y recuperaremos el número
de tu chica.

Rebeca estaba dispuesta a morir y volver a nacer disfrutando del calor de


Jerez de la Frontera. Dejaba que su madre le acariciara nuevamente el
cabello y al igual que en su niñez, veía a su padre como el robusto hombre de
los milagros.
El amor de la casa la envolvía y ella se dejaba amar con la placidez en
los ojos dispuesta para el descanso lejos del ladrillo frío de Madrid.
Y Rebeca también reflexionaba:
“¿Estoy realmente preparada para una nueva relación de pareja?
Porque estar preparada, implica factores muy importantes. Primero necesito
estar completamente segura de que tanto mi pareja como yo nos amamos
verdaderamente. En segundo lugar, debo haberme tomado el tiempo
necesario para tratar correctamente todas las cuestiones emocionales sufridas
antes y después del divorcio. Y tercero, debo tener muy en claro la razón por la
cual deseo estar nuevamente en pareja. Y todavía hay un cuarto:
preguntarme en caso de estar preparada, si estoy dispuesta a trabajar y
esforzarme por cuidar a mi nueva pareja.
“Debo ser totalmente honesta conmigo misma al evaluar estos cuatro
factores, porque si en alguno de ellos existen vacilaciones o incertidumbre,
necesitaré más tiempo antes de que pueda construir una relación sana.
“Incluso antes de amar a otra persona, debo amarme a mí misma. Y
para esto, tengo que recordar mis prioridades y entender las razones del
fracaso de mi matrimonio. Además, debo tener muy en claro todas mis
emociones, capacidades, fortalezas y debilidades. En definitiva, debo tener
amor propio, y confianza en mí misma. Y, sobretodo, ser honesta con mis
sentimientos sin tapar ninguna emoción”.
Rebeca abordaba convenientemente su recuperación. Incluso solicitó
ayuda a una terapeuta.

La sicóloga que no la conocía, a continuación de escuchar toda su historia


procedió a su diagnóstico.
_ Para formalizar una relación sana, antes debes ocuparte de los problemas
emocionales sin resolver, tanto en la etapa infantil como en las distintas
relaciones con el sexo opuesto. Es posible que los conflictos no resueltos
aparezcan permanentemente en tu vida.
Aquella noche en su habitación, Rebeca inició una especie de diario en
el que escribió lo siguiente: “Juan Daniel me traicionó, tanto emocional como

60
LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

físicamente, y me maltrató psicológicamente. Es muy posible que no pueda


confiar en una nueva persona... ¡pero yo confío en Alberto!”.
Rebeca recordaba la frase de Rosario la sicóloga:
_ Vivirás permanentemente condicionada por las experiencias previas.
¿Tenía que hablar con Manolo?...

Durante la siguiente consulta de seguimiento, Rosario le dijo:


_ ¿Te has preguntado el por qué deseas una nueva pareja?
_ Existen buenas y malas razones... una de las peores es el intento de terminar
con la sensación de falta –admitió Rebeca.
_ Cuantas veces oigo decir a las mujeres que lo único que necesitan para
sentirse completas es una buena pareja... la verdad es que ninguna persona
puede daros una sensación de plenitud si no sois vosotras desde vosotras
mismas que os sentís así.
En ocasiones son los prejuicios sociales los que llevan a hombres y
mujeres a estar en pareja sin estar enamorados. Era muy posible que inducida
por la sociedad, Rebeca pensara que hay algo malo en la persona que no
está en compañía de otra persona
_ Hay gente que es feliz viviendo sola... mi tía por ejemplo –dijo Rebeca
dispuesta a demostrar que es posible ser feliz estando sola-. Es una empresaria
reconocida que viaja y acude a fiestas y reuniones sociales.
_ Se puede vivir sola y no estar sola ¡cuidado!
_ Lo cierto es que la plenitud y la felicidad no pueden provenir únicamente de
una pareja –Rebeca hablaba como mucha lucidez-. Creo que los lazos
afectivos tienen éxito solo cuando quienes los integran ya son felices y se
sienten completos y satisfechos consigo mismos.
_ Cuando dos personas plenas unen el recorrido de sus vidas, tienen la
capacidad de crear, de amar, de apasionarse y de confiar en la otra persona
–Rosario tenía mucha experiencia y sus casi treinta años de profesión le
otorgaban una buena credibilidad.

Todavía hubo una siguiente sesión en la que Rosario inició así:


_ Finalmente me queda una última pregunta que debo realizarte.
_ Dime...
_ ¿Estás en estos momentos dispuesta a poner todo el esfuerzo necesario para
establecer un lazo afectivo con alguien?
_ Todas las relaciones conllevan trabajo. La idea del cuento de hadas en la
que se encuentra al príncipe soñado con el que vivir feliz para siempre... no es
sólo un cuento. Es posible. Yo he encontrado a mi príncipe.
_ Siempre existirá competencia y desacuerdos ocasionales. Y por mucho que
confíes en una persona para formar una pareja exitosa, deberás examinar fría
y racionalmente si estás o no preparada para realizar el compromiso y el
esfuerzo que conlleva la relación.
La sicóloga la ayudaba a conocerse para que cuidara de sí misma día
a día en el trayecto de la vida que nunca se termina de recorrer porque
nunca se ha aprendido todo, pues la vida esconde reveses inesperados e
imprevisibles.
Por la noche en su habitación, Rebeca anotó lo siguiente en su diario:
“En pocas palabras, tengo cuatro criterios que cumplir. Amarme a mí
misma. Haberme ocupado de cualquier dificultad emocional propia que

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

pueda llegar a impedirme desarrollar una relación sana. Saber muy bien los
motivos por los cuales deseo formar otra pareja y convencerme de que las
razones son buenas. Confiar en que podré sostener el esfuerzo y compromiso
necesario para crear un lazo sólido. Y cuando cumpla estos cuatro criterios
estaré preparada para ser una persona feliz y satisfecha conmigo misma,
podré reconocer fácilmente a la persona indicada para compartir mi amor sin
repetir la triste experiencia del pasado”.
¿La traicionaba su subconsciente? ¡No había escrito el nombre de
Alberto! ¿Era alejándose de él que podía ser más objetiva?

Rebeca se estaba amando a sí misma. Utilizaba todos los mecanismos de


recuperación interna que la ayudaban a valorarse como persona, y
destacaba el análisis de su sentir. Y comparaba lo que se esperaba de ella
con lo que a ella realmente le apetecía hacer. Y ya no se concentraba tanto
en el “qué dirán”, en el “qué desean” o “qué esperan de mí”. Partía desde el
punto de lo que a ella realmente le satisfacía por primera vez en su vida.
Ya en Madrid, Alberto le había explicado que solo ella tenía derecho a
ser juez.
_ Tienes que aceptarlo... sólo tú tienes derecho a juzgar lo que eres y lo que
haces. Actúa en función de lo que sientas adentro. Asume que puedes elegir
lo que sientes y lo que haces... pero siendo a su vez responsable de tu vida. ¡No
permitas que te impongan los valores! ¡No permitas que nadie te imponga
nada! ¡Elige tú quien quieres ser! ¿Conoces tus prioridades? Libérate de los
“debería” que te hacen vulnerable a la manipulación no sólo de Juan Daniel.
Presta atención a las opiniones de la gente pero eligiendo tú en última
instancia. Aprende a rechazar peticiones. Aprende a decir ¡no!
Desde que la conoció Alberto intentó que Rebeca se hiciera
responsable de su vida y su destino. Ella tenía derecho a defender sus
preferencias e intereses incluso si los demás se sentían amenazados pero
Rebeca desconocía demasiado acerca de sí misma.
Rebeca intentaba ser justa y consecuente con sus actos consciente de
que podían causar consecuencias en otras personas y no por ser ella misma
quería olvidar a las otras personas. Intentaba llegar al equilibrio pero
defendiendo sus derechos recuperados.
Cada día asistía al gimnasio consiguiendo liberar tensiones y en más de
una ocasión, había centrado todo su malestar y rabia y el odio que sentía por
Juan Daniel con desmedidos esfuerzos, como si de esta forma arrancara sus
emociones inconvenientes del centro de su ser. Y luego se sentía más ágil,
descansando mejor por las noches. Conseguía conciliar el sueño y dormir más
de seis horas seguidas.
Cambió su aspecto acudiendo a la peluquería.
_ Necesito un nuevo look para mi nueva vida –dijo al sentarse en la silla.
Consiguió equilibrar su persona interna con el aspecto externo más
arriesgado, divertido, alegre. Sus padres la felicitaron. Estaba muy guapa.

Una dificultad muy fuerte que podía impedir una relación sana era el miedo
de Rebeca, esa sensación que paraliza y obstaculiza el proceso de avanzar
hacia lo anhelado. Mirar hacía atrás y haber visto todo lo acontecido, lo
sufrido, la hacía empezar a sudar, y volvió a visitar a Rosario porque frente al
medio que la rodeaba, intentaba atender su valentía y fortaleza interna y

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

todas esas nuevas ganas de vivir y, sobretodo, el deseo de formar lo que


siempre quiso: un hogar.
_ No quiero comparar a dos personas y realidades distintas –le dijo Rebeca.
_ ¡No lo hagas!
_ Sería como comparar a Dios con el demonio –puntualizó-. Sé que tengo que
vivir el día a día, pero tiendo a mirar el futuro y veo que hace falta una
estabilidad, me gusta sentir seguridad.
_ La vida es incertidumbre Rebeca. Cuando te refieres a estabilidad –Rosario
se quitó los lentes- te refieres a estabilidad emocional o estabilidad
económica.
_ Me siento como un trapecista en la cuerda floja que siempre ha estado
sujeta con cuerdas y con una red por si se cae. De pronto me siento más libre
sin esas cuerdas ni la red ya que la voy cortando. Soy capaz de caminar y de
hecho lo voy haciendo, pero colocando cada paso bien seguro y con
demasiado cuidado.
_ Por qué demasiado cuidado...
_ Sé que tengo que mirar hacia delante, hacia lo que anhelo y no a la cuerda
que si intento pisar muy fuerte se moverá y puedo caerme. Tengo inseguridad
si no me siento arropada por la otra persona –suspiró- supongo que eso es fruto
de todo lo anterior. A veces me planteo que puedo volverme muy fría y dar un
paso hacia atrás en mi vida.
_ ¿Pero tú quieres formar pareja?
_ Siempre he pensado que no hay nada más bello y fuerte que el amor. Se
puede expresar de muchas maneras y mostrarlo a tus padres, hacia el
semejante, ofreciendo tu vida a ésta creencia. Mi amor crece en esta
creencia y con la unidad de un hombre y una mujer para formar un hogar.
Creo en la familia, en su fortaleza como unidad de convivencia y ámbito
donde el fruto de ese amor sincero sea la continuidad de todo lo enseñado,
de lo que dejas en herencia como sistema de valores y enseñanzas de vida.
_ Tu sentimiento es muy noble.
_ Rosario... yo quiero levantarme cada mañana con esa persona tan especial
y darle los buenos días, así como las buenas noches. Quiero llegar a la
ancianidad junto a la persona con la cual he compartido los mejores y los
peores momentos de mi vida sabiendo que está ahí, que puedo contar con
ella, ya que juntos superamos todos los obstáculos con amor y respeto. Quiero
reírme de la vida junto a esa persona cuando recordemos todo lo pasado.
_ Entonces... no te imaginas sola en un futuro.
_ Podría estar sola, sé que soy capaz y la soledad no me asusta.

Alberto estaba convencido que el mejor psicólogo es uno mismo. Y se miraba


al espejo para hablarse y responderse. Se miraba adentro sin reparo siendo
honesto consigo mismo a la caza de la comprensión del verdadero
sentimiento de amor que lo hacía vibrar de vida, valorando además la
posibilidad de ser mejor persona. Alberto se amaba con total generosidad y sin
miedo alguno aceptando sus limitaciones al igual que su virtud. No tenía
problemas de autoestima. Ni se contradecía.
Alberto estaba convencido que la dificultad primera en cualquier
propuesta de relación era la ausencia de confianza mutua. “Creo que en tu
caso concreto son los miedos inventados y la inseguridad sin fundamentos lo

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

que puede dar al traste con nuestra relación” dijo como si le hablara a
Rebeca.
Consideraba imposible una relación sana en caso de que existiera la
incapacidad para el sacrificio, la falta de compromiso y entrega real o la
ausencia de sinergia y cooperación entre las partes. En su caso concreto, las
dificultades propias que impedirían una relación sana eran los retazos de su
pasado: la intransigencia radical, la exigencia desmesurada, el orgullo
absurdo; pero estaba tan lejos todo ese proceder que era impensable que
resurgiera.
Alberto sabía que la unión hace la fuerza. Quería formar una pareja por
la necesidad de complementarse y enriquecerse con el aporte de otro ser
humano, y quería una pareja para construir un hogar rebosante de paz y
armonía “Porque es una opción para el bienestar... un hogar que sea un
ejemplo y aporte a una sociedad mejor. Quiero una pareja, sobre todo, por la
certeza de haber encontrado a la candidata perfecta”. Esto le hubiera
contestado a Rosario Alberto de haber sido preguntado. Rebeca era la
elegida.

Alberto se planteó qué estaba dispuesto a dar. Y se contestó: “Entrega


personal (tiempo). Lo mejor de mí (energía). Todo lo necesario para que
nuestra pareja progrese (fidelidad, aliento, orientación, franqueza). Es mi deseo
compartir con Rebeca: Mi alegría por la vida. Mi coraje ante lo desconocido.
Mi optimismo frente a la adversidad. Mi positivismo entorno al conflicto. Mi
curiosidad respecto al misterio. Mi disciplina con todo tipo de trabajo. Mi
concentración en el arte de amar. La perseverancia en relación a mi
vocación. La paciencia que muestra mi adaptabilidad para no empujar las
situaciones que no controlo. Mi honestidad, abriéndome por entero a Rebeca.
Mi marcado sentido de la responsabilidad. Mi habilidad para sobrevivir a la
tragedia. Mi bondad desconocida e incomprendida. Mi justicia fría y carente
de sentimentalismo. Mi sensibilidad afectuosa y delicada. Mi sabiduría
espiritual. Mi voluntad de superación constante. La seguridad de una
personalidad carismática. La humildad aprendida en la India. Estoy dispuesto a
favorecer la conciliación de las almas!
¿Había algo que no estuviera dispuesto a dar?...
Alberto no estaba dispuesto a renunciar al estilo de vida y filosofía
adoptada en el Tibet. Él necesitaba su tiempo para el yoga y sus
meditaciones, ese era su espacio vital. No estaba dispuesto a suprimir su
genuina identidad. El destierro de sus propios ideales y convicciones de vida
no eran una opción. No sacrificaría su Yo-superior. Jamás se sometería, pero
Rebeca nunca le había dado muestras de coartar su libertad. No tenía porque
incomodarle una posibilidad tan remota.
Como remotos eran la posibilidad de gritos y descontrol, desprecios,
ignorancia, incomprensión, irrespeto, desconfianza, infidelidad, mentira,
mezquindad, negatividad, quejas. Solo el temor ante el desafío que podía
manifestar Rebeca lo hundiría. Las crisis crónicas y los defectos que no se
corrigen eran nefastos, al igual que el victimismo o un -NO PUEDO- cuando
carecía de argumentos.
Alberto estaba dispuesto a dar amor verdadero e incondicional.
Influencias positivas. Mimos y cuidados. Observaciones y reprimendas (críticas
constructivas). Y estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa que deseara

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

ofrecerle Rebeca. Toda clase de secretos nuevos. Un -NO- por respuesta


cuando estuviera razonado porque él jamás iba a imponer su criterio con un
golpe de puño encima de la mesa.

Rebeca consideraba que en una relación tendría que aportar amor ante
todo, respeto, confianza, dulzura, sinceridad, amabilidad, paciencia. Era de las
mujeres dispuesta a sembrar día a día para recoger el fruto. Y quería dar
soluciones a los conflictos sin crear nuevos obstáculos. Pedir perdón siempre
que se equivocara.
Cuando en la intimidad de su habitación a solas con ella misma
recuperaba las páginas de su diario, escribía: “Proporcionaré equilibrio, seré
sensible con el padecer de Alberto. Le daré su espacio personal para
favorecer el crecimiento interno adecuado. Empezaré desde cero un futuro
maravilloso porque sé que me aguarda!!!”.
Ella tampoco estaba dispuesta a entregar su libertad. Ahora que la
había recuperado no quería que nadie se la intentara arrebatar. Rebeca
quería reír cuando le placiera, gritar cuando necesitara hacerlo, ser dueña y
señora de sus actos, donde la sombra es la propia y nunca la de otro. No
quería dejar de ser ella misma para que la otra persona se aprovechara de
ello.
No quería que nadie pudiera volver a tirar a la basura todo cuanto ella
daba con generosidad. Quería que se reconociera y agradeciera.
Tenía en alta estima sus convicciones y todo lo que integraba su
persona y cuanto le pertenecía solo a ella. Quería usarlo en el crecimiento de
la relación sin olvidarse de ninguna de sus convicciones.
Rebeca no estaba dispuesta a dar la parcela interior que le pertenecía
como ser humano, la libertad interior que posee cada individuo y por la cual se
produce un incremento de la energía vital que permite levantarse cada
mañana con alegría sintiéndose bien bajo la piel.
Ella estaba dispuesta a no dejar de hacer nunca más todo lo que le
gustaba y quería hacer después de haber hecho por años exclusivamente lo
que le gustaba a Juan Daniel, asumiendo como suyas sus diversiones y
pasatiempos para sentirse más cercana al que fuera su marido.
Dispuesta a recibir, tenía una larga lista de peticiones: amor, hogar,
familia, recompensa, espacio personal, sinceridad, sosiego, complicidad,
pasión; eran acciones que estaba dispuesta a recoger con los brazos abiertos.
Pero tenía que aprender a encajar las criticas si pretendía crecer.
Aceptar una crítica constructiva, y nunca destructiva, ya que lo que pretendía
Alberto era construir y reforzar el templo del hogar para que fuera sólido y
Rebeca se sintiera segura y a salvo del exterior y nunca amenazada en el
interior. Tenía que entender que la crítica no sería un intento de control sobre
ella, pues eso pertenecía al pasado, eso es lo que había hecho por años Juan
Daniel.
Rebeca estaba dispuesta a recibir la felicidad que le negó su expareja.

Las cosas cambian, y Rebeca abrió los ojos. Ya no lucía su alianza en el dedo.
Le escribió un SMS a Alberto que decía: “Me siento tan sola que me ahogo! A
pesar de estar rodeada de gente. Me alivia tu recuerdo y la esperanza de un
futuro mejor. Estoy bastante tocada pero sanaré. Un beso”. Dos días más tarde

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

le escribió otro: “Hola de nuevo! Si quieres el domingo quedar con tus


compañeros o presentarme, lo que quieras. Estoy a tu disposición. Un besote”.
Y el sábado sonó el teléfono en casa de Rebeca.
Se citaron en la plaza Virgen de las Angustias a las diez de la mañana
del domingo 27 de mayo. Alberto estaba listo media hora antes. Había dejado
su nuevo teléfono móvil en la habitación para no ir cargado y cuando
pasaban diez minutos de la hora convenida, no sabía si regresar para
comprobar que no hubiera llamado. Desesperado por aguardar, ya se iba
cuando...
_ A dónde vas... –le dijo Rebeca al tiempo que se abalanzaba sobre él por
detrás.
Decidieron ir a la playa de El Palmar. Antes compraron una nevera
plástica portátil que llenaron de hielo y refrescos en lata y un simpático ajedrez
magnético.
Pasaron el día juntos tumbados al sol alternando la plática con
chapuzones en el agua y pedazos de tortilla de patatas y sabrosas croquetas
que había cocinado Rebeca.
Ya entrada la tarde, observaron como se ponía el sol escuchando la
brisa del mar.
_ Doy gracias por cada momento del día de hoy –le dijo Alberto susurrándole
al oído abrazándola por la cintura desde atrás-. Gracias por los besos y las
caricias que nos damos, por los besos y las caricias que todavía nos quedan
por darnos envueltos en las sábanas del hogar. Por sentir este respirar del alma
que se libera tras la soledad –tomó sus manos en las suyas-. Oh mi pareja! Ya
estás aquí! Y contigo llega la mayor aventura imaginable que se desdobla
frente a mí desplegándose ambiciosa. Todas las recompensas tantas veces
solicitadas... ¡he ganado! Y soy afortunado por saberte mía hasta la médula;
porque tú eres tan mía como yo soy tuyo por entero, entregado con regocijo y
dicharachero repicar de placer, mis oídos alertas, la mirada ansiosa y la sonrisa
esbelta que me dibuja como sólo tú puedes verme, como sólo tú sabes
amarme. ¿Cómo no dar gracias? ¿Cómo no hacerlo hoy feliz día de nuestro
reencuentro!!!
_ Yo también doy gracias amor –la palabra amor le salió a Rebeca del alma.
_ Apuesta por la oportunidad de una vida mejor, porque ninguna vida es
digna si no merece la pena, y nunca terminan las opciones hasta que no se
alcanza la definitiva.
_ Amor... que palabra tan bonita nunca antes pronunciada. Estaba reservada
para ti.
Que lejos habían quedado esos días grises de invierno en los que
repentinamente estallaba un tremendo temporal y la gente corría por las
calles de Madrid de aquí para allá con paraguas, impermeables, diarios en la
cabeza. ¿Quién se acordaba en ese momento de los resfriados? Rebeca y
Alberto ¡no! Y absortos, todavía sentado en la arena de una playa desierta se
entretenían viendo como las olas se acercaban y desaparecían jugando al
escondite. Se dejaban embriagar por el asombro que proporciona la vida
cuando la vida se aprovecha y se embelesa uno con ella extasiado de
felicidad.
Frente al mar, el río Manzanares parecía estúpido, lento, aburrido,
deprimido. La lluvia de gruesas gotas que cayó antaño con virulencia del cielo
apretado, los charcos difíciles de sortear, los medicamentos antigripales de

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

sabor asqueroso, la obligada puntualidad en el trabajo, las pólizas que


renovar antes del vencimiento, los semáforos que marcan los ritmos de
vehículos y transeúntes, el metro, como topo nervioso transitando por debajo
de la ciudad, y los innumerables museos y los cines o los teatros abarrotados
de gentes. Todo quedaba lejos.
Habían pasado el día muy pegados el uno al otro repasando olores,
redescubriendo colores, percibiendo cada rincón del cuadro, tonificados, sin
flacidez alguna en sintonía con el amor que se subraya en rojo en los
cuadernos de los adolescentes. Fluyó el universo entre sus dedos, lo cósmico
estuvo ahí con ellos! Aparentemente estatuas de paz silenciosa, en su interior,
todas las células revolucionadas corrieron una maratón trepidante.
Podían escucharse los latidos de sus corazones a kilómetros de distancia
mientras se calzaban los zapatos y ambos se movían con gracia al ritmo de la
vida dejando atrás el mar. Y con cada paso, con cada nuevo suspiro les
llegaba la inspiración en explícitas miradas que se llenaban de inusual fuerza.
Las sensaciones eran estremecedoras como torbellinos de arco iris que se
disuelven en una batidora. Rebeca y Alberto relampagueaban al unísono
camino del automóvil con un mismo existir que capta el aliento de los ángeles
traviesos. Lo banal y lo extraordinario se fundían en un abrazo perfecto.
Y no le cuenta Rebeca a Alberto, que por la mañana cuando frió un
huevo le vio a él en la sartén. Y Alberto, no le confiesa a Rebeca que se siente
como un antiguo olivo que por fin se ha levantado y ha comenzado a andar.

A continuación de una semana intensa de trabajo para Alberto, intensa de


gestiones para encontrar trabajo Rebeca, pudieron recrearse en el
intercambio de besos y miradas el domingo siguiente.
Viajaron a Cádiz para comer pescado y luego se encerraron en un
hotel para amarse sin contemplaciones. Por fin tenían el tiempo que tanto
había rogado Alberto. Y un lugar calmo y confortable donde no serían
interrumpidos.
Los padres de Rebeca la censuraron al salir por la mañana
argumentando que era demasiado pronto para empezar a salir con otra
persona. Pero Rebeca había decidido defender su espacio y por primera vez
se enfrentó a la autoridad de casa.
_ Doy gracias –le dijo Alberto- porque estás aprendiendo a rebelarte, a
imponer tu criterio sin avergonzarte, a hacer valer todos y cada uno de tus
derechos. Creo que Rebeca es más Rebeca a mi lado, y cada vez es más la
autentica Rebeca, la que se expresa desde sus adentros haciendo lo que
siente en vez de hacer lo que es correcto a los ojos de los demás. Estás
tomando el control de tu vida, ¡enhorabuena!
_ He decidido vivir y no morir en vida. Eso es lo que pido: vivir y dejar vivir.
_ Gracias por abrirte de par en par y mostrarte en tu complejidad, porque
nadie es perfecto, porque nadie que te ame exige perfección, y porque
mostrarte sin reservas es un acto valiente en cualquier relación, bien por ti!
_ Quiero que te sientas afortunado como yo me siento afortunada por tenerte
a mi lado.
Todavía se amaron una vez más antes de dejar la habitación del hotel.

El domingo 10 de junio fueron a jugar a la bolera temprano por la mañana.


Fueron los primeros clientes en llegar. El establecimiento era solo para ellos.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Alberto seleccionó una bola liviana para Rebeca y le explicó como


lanzarla para derribar el mayor número de palos posible, pero a Rebeca se le
escapaba la bola hacia el canalillo y reían como dos adolescentes
enamorados por primera vez.
_ Te amo un montón –le escribió en la hoja de puntuación Alberto.
Y mientras él lanzaba y derribaba los palos con un strike, Rebeca
también escribía en la hoja de puntuación.
_ Y yo +++ ¡¡¡ quinceañeros!!!
_ Y que bonito sentir todo esto –escribió Alberto mientras lanzaba Rebeca.
_ Siempre así, ¿vale? –escribió Rebeca mientras lanzaba Alberto.
_ O.K. Te lo prometo. Siempre.
Alberto dibujó un corazón con las iniciales de ambos dentro. Rebeca
hizo un nuevo corazón bordeando el de Alberto con unas grandes alas.
Por la tarde en el hotel no se cansaron de hacerse mutuamente el amor
de arriba abajo y del derecho y del revés, con el aire acondicionado
encendido y luego apagado. Y luego una ducha con los cuerpos pegados.
_ Gracias por la maravillosa mañana en la bolera –le dijo Alberto con ojos
tiernos-. Gracias por estas maratones de romance en los hoteles, por cada día
de playa; incluso por las despedidas obligadas que me hacen valorar lo
mucho que significas porque durante la semana, tu aroma me acompaña, y el
vacío se llena para señalarme la importancia de tu figura y la potencia de tu
ser que en mi alma habita.
_ Yo también doy gracias amor –le respondió Rebeca trepidando su voz-. Es
tan hermoso cuanto nos sucede.
_ Gracias por entregarte sin consideraciones, sin dudas, sin vergüenza, aunque
al inicio existía el reparo y la inseguridad, y valorabas en exceso el qué dirán o
qué pensarán y ahora te rebelas y solo te importa tu propia opinión.
Alberto desconocía el hecho de que Rebeca se había peleado con su
madre por la mañana porque le había dicho la ropa que tenía que ponerse.
Pero no se lo contó para no dar importancia al incidente. Últimamente vestía
como quería.

A raíz de las salidas con Alberto a Rebeca se le había iluminado el rostro.


Sonreía hasta que las comisuras de los labios rozaban sus orejas, y reía de
forma verdadera, incluso se oían sonoras carcajadas como síntoma evidente
de su recuperación.
Ya no fingía la sonrisa. Era más limpia, transparente, honesta, clara, y
toda ella feliz. Sus ojos no estaban apagados ni tristes, tenían la luz de estar
vivos. Asomaba la nueva Rebeca sana que observaba el mundo con ojos
nuevos.
Su compañía no se había limitado exclusivamente a estar, Rebeca
había participado, le apetecía hablar, jugar, bromear. Durante una época
tendió a evitar a los niños porque eran capaces de ver su interior amargado
como nadie lo hacía. Pero ahora disfrutaba con los niños siendo ella misma
una niña más. ¡Estaba genial! ¡Incluso los niños habían dado su visto bueno!
Lejos quedaban las visitas a la despensa buscando comida como una
loca desesperada para apaciguar su angustia atiborrándose de todo lo que
encontraba sin tener hambre hasta reventar.
Alberto le había enseñado a respirar con el diafragma, invitándola a
observar las cosas positivas y buenas de la vida señalándole que había

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

personas que estaban mucho peor que ella, y analizando juntos las causas por
las que todavía de vez en cuando se sentía mal, encontrando la manera de
resolver y aliviar. Y todas las aportaciones que conseguían pequeños cambios
hacían el gran cambio.
Y la risueña alegría resonaba como el eco en las montañas. Y su
corazón chapoteaba en el agua del río que nace en la cima del pico más
elevado desde donde se divisa el horizonte lejano.

Rebeca tenía que tomar nota de sus exigencias y no permitir que nadie más
volviera a imponerse con su traje de sádico y sus gestos de monstruo. Tenía
derecho a forjar su mundo, cuando por sorpresa comprendía que el mundo
que ahora compartía en su casa ya no era el suyo. Había madurado. Y debía
seguir su camino si quería crecer y evolucionar como ser humano. El proceso
de cambio no había terminado. Faltaba más trabajo interior. “Esta no es la
última parada, ¡hay que limpiar los escombros antes de construir un mundo
nuevo!” anotó Rebeca en su diario.
El lugar al que pertenecía no era el lugar que frecuentaba, porque
ciertamente su casa era punto de partida, pero no era destino si no le permitía
alcanzar la eternidad.
Hay visiones que pueden materializarse sin demasiada dificultad.
El camino consiste en navegar en las aguas oscuras donde aprender a
desarrollar la percepción confiando exclusivamente en el destino.
Y si ella se mostraba tal como era, descubriendo cuanto necesitaba,
¿temía que esta vez la desterraran ellos? ¡Los suyos! Los que más que ningún
otro ser del planeta deberían entenderla y respetarla...

Sonó el teléfono de Alberto a las siete y cuarto de la mañana.


_ Hola cariñín!! Te amo más de lo que nunca nadie haya podido hacerlo –le
dijo Rebeca
_ Sabes... yo también te amo de una manera muy especial completamente
desconocida hasta la fecha. Es una manera más profunda e intensa, mucho
más franca que cualquier otro sentimiento anterior.
_ Creo que podemos tener el record, ¿no?
_ Sí cariño, sin duda obtendremos el record. El record de la sinceridad. El
record de la generosidad. El record de la compresión. El record del cariño. El
record del respeto. Ambos lograremos nuestro record de una vida en pareja.
_ Te amo. Te amo. Te amo.
_ Yo no puedo saber que tanto me amas Rebeca, tendría que estar dentro de
ti, pero con el caminar de la mano a lo largo de los años tendré ocasiones de
comprobar tu sentir. Seguro que me sorprenderás. Estoy convencido que la
fuerza de tu amor no se asemeja a nada de lo que me han ofrecido otras
mujeres en el pasado. Creo que eres fantástica. Formidable. Y lo que más me
seduce: eres un alma que necesita evolucionar. Un alma bondadosa y sensible
que desea volar. Y ser grande y preciosa.
_ Te he mandado unos datos de una empresa que me ha parecido
interesante. Ayer te encontré muy decaído. Sé que no son momentos buenos y
que lo pasas mal en el trabajo. Todo quedará atrás, y cuando miremos nos
reiremos de lo acontecido, aunque ahora mismo pueda marcar nuestro
presente. Confío en ti. Sé con certeza que eres una persona responsable y
comprometida con lo que se propone pero también que cuando algo no te

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

gusta, das zapatazo y cierras puertas. Todo va a ir bien, si no es ahora con esta
empresa será con otra.
_ Mi niña encantadora... Gracias, ya lo he visto en mi correo, pero en la web
constan datos de Portugal. Tal vez sea una filial. Gracias por estar pendiente
de mí.
_ Sigues con malestar en tu trabajo, ¿verdad amor?
_ Pero este trabajo me trajo hasta ti y pronto estarás conmigo. Lo sé. No tengo
dudas. No he dejado de confiar en un futuro juntos. Sigo teniendo fe. Y
recuerdo tu frase: "espero que la vida sea justa con nosotros". Lo será! Pero la
vida no te va a regalar nada Rebeca. Todo tiene un precio. Hay que correr
riesgos. Tantas seguridades... tanto buscar la situación idónea... tanto aguardar
a estar "bien"... yo te acepto como eres con todas tus flaquezas actuales
cariño. No quiero solo lo bueno. Déjame demostrarte todo mi amor!
_ Un besote y espero pronto estar contigo para siempre. Antes tengo que
recuperarme para poder entregarme plenamente a ti. Que tengas un buen
día mi amor.

Después de colgar, Alberto siguió pensando en Rebeca. Siempre le parecían


las pláticas demasiado cortas. Siempre se quedaba sin decirle cosas. Así que
en vez de visitar un nuevo portal durante la jornada de trabajo, visitó un ciber-
café para escribirle lo siguiente:
“Bien dices que debes recuperarte, claro! Sin embargo... con todo lo
que se te viene encima en casa, haber si te arreglas por un lado y te
desbaratan por el otro.
“Creo que has avanzado mucho en tu proceso de resurgir como nueva
persona. Francamente te digo que estás mejor de lo que tú misma te imaginas.
Confírmalo con la terapeuta. Y atiende esto: si hubiera un problema u
obstáculo, tendría nombre, como fobia o depresión o trauma y, por el
contrario, el diagnostico es únicamente ansiedad o simplemente nerviosismo y,
eso, no impide ninguna relación de pareja. No impide que te desarrolles si lo
intentas. Que seas si lo deseas.
“¿Es que no te encuentras realmente preparada para compartir la vida
a mi lado? ¿Por qué? ¡Esas son las cosas que debes hablar con tu amiga la
sicóloga! Porque yo soy la luz que ilumina tus días y tus noches Rebeca. Mi sola
presencia te alegra. Nos reímos juntos. No limites este elixir de vida que soy
para ti. Tú misma lo reconoces. Pues imagina si pudieras beber un sorbito por la
mañana y otro por la noche, cada noche, cada día, ¿no sería maravilloso?
“Otra cosa cariño. He perdido la concentración en el trabajo. No estoy
siendo disciplinado, cuando esta cualidad me caracterizaba hace apenas
una semana. No estoy trabajando la zona correctamente. Estoy empezando a
decir que no puedo hacerlo. No puedo seguir. Y no es que esté perdiendo la
confianza en mí mismo. Lo que no quiero perder es mi dignidad”.

Y tan pronto leía sus correos, Rebeca le respondía de inmediato:


“Me cautivas a cada instante y lo haces de forma diferente para que mi
ser no se acostumbre. Sabes complacerme con cada gesto, palabra, escrito,
expresión, movimiento, sonrisa!!!
“Estás siempre para atender mi llamada, escucharme, llenar mi alma de
alegría y orgullo por tenerte junto a mí y haberte encontrado. ¿Dónde estabas
hombre de mi vida?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Lo importante es que nos hemos encontrado en este caminar y ahora


no quiero que te separes de mí, anhelo una vida cargada de tu compañía,
llena de amor dado y recibido.
“Sé que vendrán momentos dulces y amargos, pero también sé que
nuestro amor crece y crece y que frente a los malos mostraremos toda nuestra
dulzura para que no se oscurezca todo lo sentido y vivido.
“Quiero un hogar tranquilo colmado de paz y amor!! Y sé que lo
conseguiremos porque es nuestro sueño truncado.
“Cómo se me llena la boca cada vez que te digo te amo, porque todo
este amor nuevo y potente estaba reservado para ti”.
Rebeca había evitado el tema laboral. No le decía a Alberto que no
abandonara. No le decía que no se dejara influenciar negativamente. No
hacía referencia a la posibilidad de ser un mal ejemplo para los miembros de
su propio equipo. Simplemente no hizo ninguna mención al respecto, ¿por
qué?

Ya desde la época en Madrid estando en la inmobiliaria, la nueva filosofía de


vida de Alberto chocaba con su empleo. Porque la finalidad era conseguir
resultados en vez de aceptar y adaptarse a los acontecimientos como le
había enseñado su maestro “No intentes transformar las cosas... fluye con ellas”
le había dicho.
Alberto tenía que provocar acontecimientos. Pero si la gente no quería
el piso no se podía forzar la transacción por mucha prisa que tuviera el
vendedor y mucho interés que tuviera la empresa. No se trataba de una
compra impulsiva. Un piso es para mucho tiempo y requiere de mucha
inversión y se pasarán muchas horas en él. Era lógico que los compradores se
lo pensaran y quisieran ver más de uno. ¿Por qué atosigarlos? Y sin embargo en
la central la dirección quería resultados inmediatos y lo acosaban con el
apremio del jefe de zona. Pero el sector estaba en crisis y las hipotecas seguían
subiendo, ¿cómo hacerse cargo de la responsabilidad de una oficina? Alberto
no se veía presionando a sus subordinados a vender cuando él mismo no
estaba consiguiendo vender.
Y en Jerez de la Frontera seguía vendiendo con un método todavía más
agresivo con la peculiaridad que tenía que obtener forzosamente contratos,
porque de lo contrario no ganaría un solo euro a fin de mes. Su retribución era
en base a las ventas realizadas. Tanto vendías, tanto ganabas. No vendías, no
ganabas. No había salario fijo que cubriera los mínimos. Y los desplazamientos
se los costeaba Alberto.
Contacto visual, amplia sonrisa, entusiasmo, poner el producto en la
mano durante la charla aprendida como un actor que recita su papel una y
otra vez siguiendo la premisa de la ley de las probabilidades que afirma que
con cuantas más personas hables, más éxito tendrás. Pero Alberto quería servir
en vez de manipular y engañar o mentir. Tenía que convencer a toda costa
cuando ni él mismo se creía las ventajas del producto. Consideraba que se
traicionaba a sí mismo. Había que mantener un nivel de motivación cercano a
la euforia y frente a las nuevas incorporaciones, hacer más teatro para
venderles la posibilidad de integrarse en una compañía fuerte y con futuro
como si se tratara de la mayor oportunidad del mundo.
Pero son tantas las personas que no son felices haciendo lo que hacen y
sin embargo, lo hacen, porque no tienen otra opción. Y él, ¿tenía otra opción?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Alberto quería un trabajo que le permitiera ser él sin reducirse. Sin someterse a
las directrices de otros. Sin tener que acatar normas con las que no estaba de
acuerdo. Sin obligarse a reírse si no tenía ganas de reírse. No tenía porque reírle
las gracias al posible cliente para crear relación solo porque fuera un cliente
potencial, un contrato, dinero en definitiva. ¿A caso se le pagaba para reír
con falsedad? ¿La hipocresía era su fuente de ingresos? Tenía que forzar las
situaciones provocando los impulsos del miedo a perder la ocasión y la
sensación de urgencia para formalizar el contrato en el mismo momento. Le
disgustaba que funcionara tan bien el factor envidia, la gente reaccionaba
firmando en cuanto veían que su vecino había comprado y no querían ser
menos. No se sentía cómodo suscitando una ensayada indiferencia para que
fuera la gente la que solicitara el contrato. Todas eran armas estudiadas que
funcionaban. Así trataba como títeres a los demás porque tenía que
“controlar” la situación dominando la actitud y los deseos de las personas.
Tenía que hacer un trabajo y ese trabajo le desagradaba.
Alberto necesitaba formar parte de la solución y nunca parte del
problema del mundo egoísta y consumista donde apenas hay espacio para la
tolerancia y la solidaridad o la empatía. Él no quería presionar para alentar el
consumo. Eso no lo motivaba, como no lo motivaba ganar mucho dinero o ser
jefe de equipo. Lo hacía sentir incómodo. “Quiero que el resultado de mi
trabajo sea el amor hecho tarea” le había dicho en Madrid a Rebeca.
_ Tú tienes mucho por dar Alberto –le decía Elvira animándolo.
Elvira quería sacarle el jugo a Alberto, exprimir sus conocimientos igual
como se exprime un limón o una naranja. Pero eso equivalía a recuperar al
hombre que había sido antaño y Alberto no estaba por la labor. Cierto que en
Madrid dio algunas charlas por la mañana para motivar al grupo que se
constituía para viajar a la nueva oficina, pero ya en Jerez de la Frontera se
había relajado y no cooperaba en el desarrollo interno del sistema de la
empresa. Tenía ese trabajo y tenía que aprovecharlo, pero no quería
implicarse porque sentía que se traicionaba a sí mismo. No quería ser el
director de la oficina como le estaban proponiendo. Y aunque durante el mes
de abril y mayo había conseguido ser consecutivamente el segundo vendedor
que más vendía de España y Portugal, alegando molestias en la rodilla, se
tomó unos días de descanso ahora que se veía con Rebeca y ella estaba
todavía desempleada.

Además de verse y hablarse por teléfono, se escribían correos electrónicos.


Rebeca tenía la ventaja de disponer de Internet en casa.
“Buenos días amor!!
“Hablar contigo me ha alegrado el día. Con respecto a nosotros, todo
marchará sobre ruedas. Ten en cuenta que he aterrizado en Jerez hace
apenas dos meses. Te pedí tiempo para mí desde el principio. Te mostré mi
inquietud acerca de que nunca había tenido tiempo para mí y que en ello
podía radicar parte del problema que yo pudiese tener de quererme tan
poco, someterme incluso olvidándome de mí misma hasta permitir que me
tiraran a un contenedor de basura después de usarme. No he pasado un
camino de rosas. Siento que estoy dolida, dañada aunque si es verdad que
también me estás ayudando en todo este proceso más de lo que yo podía
haber imaginado nunca.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“A pesar de todo ello, estoy impaciente por verte, hablar contigo,


besarte... en definitiva, como una quinceañera!! Y es lo que me alegra el alma.
Sé que seremos muy felices!! Tan sólo te pido que no me presiones. Por mí
estaría mañana mismo contigo, pero aunque mi familia me encierra queriendo
que me quede en la casa con ellos y tú desees encarecidamente estar junto a
mí, soy consciente de mi realidad. Supongo que el tiempo dirá todo!! Sobre
ello hemos de hablar largo y tendido vale??
“Bueno amor, voy al banco y luego a ver si puedo darte una sorpresilla!!
“Un besote. Rebeca”.

Y cuando sonó el timbre en el domicilio de Alberto que estaba poniendo las


sábanas en la lavadora dispuesto a salir después a comprar el periódico
porque se había propuesto realizar entrevistas dispuesto a cambiar de empleo,
la hizo pasar tirando de su mano hacia adentro y le dijo:
_ Mira! –se le deshizo el nudo que tenía desde hacia tiempo en la garganta.
Rebeca se quedó horrorizada. En el comedor había un completo
desorden. La cocina estaba muy sucia. Entrar al baño daban ganas de
vomitar. Solo la habitación de Alberto se veía pulcra y ordenada.
_ ¿Por qué no me habías dicho que vivías en estas condiciones?
_ No quería inquietarte, pero ya no puedo más!
Alberto había estado aguardando el momento de que Rebeca
estuviera preparada para alquilar un piso con ella.
_ ¿Cuándo vamos a vivir juntos por fin Rebeca?
Rebeca esquivó la mirada de Alberto. Fue un acto reflejo, involuntario.
_ ¿Cuándo vas a presentarme a tus padres? ¿No crees que ya es tiempo de
conocerlos?
Rebeca se levantó de la cama en la que habían permanecido
sentados y alegando tener que acompañar a su madre a comprar, se
marchó.

Por la tarde Rebeca tenía cita con Rosario. Esperaba que las palabras de la
sicóloga la ayudaran más de lo que la habían ayudado las palabras de
Alberto por la mañana, porque las había interpretado ¿cómo una
intimidación?
Alberto sentido haberla atosigado pero necesitaba que supiera acerca
de su frustración e impotencia por encontrar sentido a su día a día. Necesitaba
que Rebeca supiera de la fuerza de su amor. Y también necesitaba que
supiera de su vulnerabilidad. Porque Alberto se sentía frágil y débil. El aspecto
laboral hacía mella en su ánimo. La desastrosa convivencia con sus
compañeros no le permitía recuperarse hasta el día siguiente. Y cada día tenía
menos ánimos para seguir con el ritmo y el estilo de trabajo. Tal vez no había
sido buena idea abrirse tanto, porque de manera indirecta o, muy
directamente, pero sin afán de presionarla le había causado daño a Rebeca.
Quiso pedirle perdón y redactó un decálogo para el buen fin de la relación
que le remitió por e:mail.
“Me comprometo a lo siguiente:
1.-No volveré a presionarte nunca más, te lo prometo!
2.-Permitiré que dispongas de todo el tiempo que precisas para ti misma sin
ninguna objeción.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

3.-Cuando esté contigo, solo seré sonrisas y buen talante; alegría,


entusiasmo, optimismo.
4.-No volverás a verme decaído o triste ni soltaré una lágrima más por mi
frustración.
5.-No volveré a contarte acerca de mi angustia interna por la situación que
ya conoces.
6.-Te aportaré soluciones y no más problemas de los que tienes hoy.
7.-Crearé el clima perfecto para que se consolide la autentica Rebeca.
8.-Seguiré amándote como lo hago: con el alma entera sedienta de
nuestro hogar.
9.-No volveré a solicitarte que me presentes a tus padres.
10.-No volveré a pedirte que -cuándo- vamos a vivir juntos por fin.
“Pero Rebeca... no veo porque en la casa de tus padres puedes tener
tiempo para ti y en nuestra casa a mi lado no podrías tenerlo (si yo te proceso
un clima de absoluta libertad y respeto).
“Ese periodo de estar contigo a solas existirá de verdad cuando una vez
con trabajo, te independices, y te instales en tu propia casa sola. Únicamente
entonces empezará tu verdadera cura.
“Espero que como dices, en Navidad nos riamos de todo lo acontecido,
de la dificultad superada alegres por nuestra unidad formalizada. Bien dices
que el ahora mismo marca nuestro futuro. Pero si no vamos dando pasos,
avanzando, aunque sea un poquito, no llegaremos jamás a alcanzarlo.
“Rebeca, confío en tu buen criterio y en el justo juicio de tu alma. Me
consta que quieres involucrarte con la vida que merece la pena vivirse con el
mayor número de garantías, pero no esperes a encontrar una situación
perfecta. No existen. Y a veces, son las circunstancias vestidas de fracaso las
mayores oportunidades de la vida.
“Fíjate lo que escribiste: >Con respecto a nosotros, todo marchará sobre
ruedas. Escribiste MARCHARÁ. Por lo tanto, eres consciente de que HOY LAS
COSAS NO MARCHAN. Sin embargo, aplicando el decálogo a modo de diez
mandamientos, te lo voy a poner muy fácil. Así que cuenta con ello. Me armo
de valor para continuar resistiendo. Te dije que pondría de mi parte y estoy
poniendo todo cuanto tengo, sé, y conozco. Porque espero superar la prueba
con éxito.
“Este es mi regalo: relájate y no te sientas intimidada porque tienes todo
el tiempo que necesitas para emplearlo para ti. Me lo pediste desde el
principio, justo al inicio de conocernos y no lo olvido. Te comprendo. Y sé que
es muy conveniente y sano para nuestra relación. Pero quieres que te diga
algo... nunca imaginé que me costara tanto resistir tu ausencia. Estoy roto.
Ahora ya lo sabes!
“Tú recupera tu autoestima Rebeca. Descúbrete al cien por cien.
Averigua quién eres y a dónde quieres ir y, pregúntate con la mano dentro del
alma si es conmigo con quien quieres viajar y reír y cantar y llorar por el
sendero de la vida. Estoy preparando para ti un lecho de flores entre columnas
robustas que sostengas el techo de nuestro templo. El hombre hecho cielo te
aguarda.
“Y una reflexión final: El tiempo pone las cosas en su lugar, pero solo el
tiempo, no es suficiente. Tenemos que implicarnos con la vida.
Comprometernos con nuestros anhelos a pesar del entorno. Hacer aquello que

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

sentimos adentro sin pararnos a pensar si es lo correcto. Arriesgarnos en


ocasiones. Aunque todo parezca negro. No lo olvides!
“Te amo lleno de esperanza. Tu chico.

Alberto le había pedido a Elvira diez días de reposo. Necesitaba alejarse de la


tensión del trabajo. Y alejarse de la casa donde era imposible vivir.
Compró la prensa para indagar alternativas laborales y se sentó en un
banco, molesto. Al pasar por el umbral de la derruida casa abandonada
situada detrás de la plaza, los vio otra vez. El grupo aumentaba. Cada vez
había más niños y niñas de apenas once años compitiendo por probar su
primer cigarro. Movió la cabeza de un lado a otro. Quiso saber quines eran sus
padres y por qué los maestros no los alertaban al faltar a clase. ¿Por qué no
estaban en el colegio?
Llamó a Rebeca.
_ Mi cariño grande, ¿cómo estás? ¿Qué tal late tu alma hoy? ¿Sientes que la
vida te sonríe?
Estas preguntas despertaban y activaban a Rebeca. La hacían
reflexionar.
_ Espero que el DECALOGO o DIEZ MANDAMIENTOS remitidos en el e:mail de
ayer te llegaran.
_ Tengo que hacer unas cosillas pero creo que a las once podremos vernos –
aseguró Rebeca con alegría.
_ Me gustaría que fuéramos esta noche al Berebere a escuchar música y
conversar los dos solos, tú y yo, unidos de la mano, para que me cuentes
acerca de tus emociones y tus pensamientos. Te amo Rebeca. Y sabes que me
gustaría mucho aprovechar estos días para pasar más tiempo juntos... dormir
una noche entera los dos! Despertar uno al lado del otro! Sentirnos con esta
experiencia un poco más cerca!
_ Lo haremos Alberto... ¡te lo mereces!
Y el jueves salieron para Conil donde permanecieron juntos hasta el
domingo. Fue su luna de miel. Fueron días enteros como pareja. Convivieron
como matrimonio. Antes de empacar y cerrar el bungalow le dijo Alberto:
_ Mi luciérnaga, voy a permitirte brillar con tu luz particular.
_ Gracias por creer en mí, en nosotros, incluso en los que vendrán, porque
sembraremos la tierra con buenos sentimientos, buenas acciones, y vidas
nuevas con el claro propósito de que sean vidas buenas!!!
Durante el trayecto de regreso se hizo un profundo y largo silencio.
Simbolizaba la negativa. Ninguno de los dos quería volver a su realidad. No
querían separarse.
_ Doy gracias por la seguridad con la que conduces –le dijo Alberto- y porque
te gusta llevar el automóvil limpio. Porque me regañas si doy demasiadas
explicaciones a un dependiente o si le hago un comentario imprudente a una
recepcionista. Por la tortilla de patatas que preparaste y la sombrilla que
compraste para los dos como parte de nuestro ajuar.
_ Gracias a ti amor por dejar que me preocupe de si comes, de si necesitas un
traje, y por desearme feliz descanso cada noche y un buenos días por la
mañana con este candor tuyo que tan distinto te hace a todos los hombres.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

El lunes cuando se reincorporó al trabajo, Alberto corrió al ciber-café después


de la reunión, a continuación de dar las pertinentes directrices a los miembros
de su equipo.
“Hola aaammmoooooorrr! En estos momentos estarás con tus sobrinos o
en el gimnasio, o tal vez se te pegaron las sábanas aunque lo dudo. Prefieres
disfrutar con tu gente, y luego martirizar tu cuerpo en la bicicleta del
gimnasio... y lo bien que te va! Esa adrenalina que sueltas en forma de purgar
tu rabia te hace bien. Sigue con ello hasta quedarte exhausta. Mientras tanto,
aquí estoy yo haciendo tiempo para volverte a gozar.
“Antes de sumergirme en la vorágine del trabajo que me absorberá, y
fastidiará, necesitaba decirte que estos últimos días han sido maravillosos. Nos
hemos acercado más el uno al otro. Sabemos más el uno del otro. Y
confirmamos ambos, que los dos perseguimos el mismo significado de vida. De
unidad. De pareja cien por cien. Es el amor de cuento de hadas el que te
propongo. Y fueron felices y comieron perdices!!! Y también cañaíllas! Con fino
de manzanilla!
“Me ha gustado comprobar como día a día tu sonrisa mejoraba hasta
ser radiante como lo es ahora. Incluso tu familia no puede negar tu alegría
desbordante. Claro que estás más guapa, porque la dicha te embriaga!
Desprendes luz! La autentica Rebeca inicia su aparición bajo las estrellas!
“Me ha gustado mirarte a los ojos tan profundamente que he notado tu
alma. Me ha gustado besarte el hombro, los nudillos de las manos y los labios
de manera apasionada a veces, otras veces muy dulcemente, con suavidad,
despacito.
“Soy muy afortunado. Gracias! Te amo con mi alma entera que
extiende la alas de hombre hecho cielo para abrazarte tan fuertemente que
ya no te puedas escapar.
“Confianza mutua. Fidelidad absoluta. Amor verdadero!”.

Rebeca lo respondió inmediatamente:


“Hola amor!! Me ha hecho mucha ilusión ver tu e:mail. Seguramente
estarás todavía en el trabajo. Esta mañana cuando te llamé, te sentí apagado
pero me alegré al comprobar que te hago reír como nadie y que te sientes
bien conmigo.
“Estos días han sido maravillosos!! He podido comprobar la inmensidad
de mi amor por ti y he saboreado cada instante que me has regalado con
mimos, halagos, cariño... Me aportas mucho, amor. Creo que conseguiremos
formar ese hogar tan anhelado.
“Espero que tu día termine bien y a ver como me va a mi con las
entrevistas.
“Te amo Alberto!!”.

Al día siguiente, Rebeca tenía cita con la sicóloga. Y le dijo a Rosario:


_ Decidí venirme y empezar de nuevo, dejando mi casa, mi perro, y mi trabajo,
pero no me arrepiento de nada!!
_ Eso está muy bien Rebeca.
_ Ahora intento asomarme hacia atrás para cerrar esa puerta del todo. En
casa me han protegido mucho, y comienzan a dejarme algo de espacio y ya
no me preguntan tanto.
_ Te veo un tanto diferente... más alegre.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ He pasado el fin de semana con Alberto. Y ha ido muy bien. Pero él quiere
correr y yo no. Quiere conocer a mi familia y estar conmigo en pareja.
_Y esto ¿te disgusta?
_ ¡No! Sólo que me pregunto si tendrá razón mi hermano Manolo cuando dijo
que viviera y no me enamorara.
_ Qué te dijo tu hermano Manolo.
_ Que me diera a valer, que era tonta y que me agarraba al primero que
llegaba como un clavo ardiendo.
_ ¿Qué sientes por Alberto?
_ Creo que estoy enamorada de nuevo, sé que Alberto me haría muy feliz
porque me ha expuesto sus sentimientos y sé como se muestra conmigo.
Quiere lo mismo que yo. Es dulce, siempre cuenta con mi opinión. Quiere que
sea yo misma. Pero tiene prisa y yo no!!
_ Ya sabes que te ha caracterizado el síndrome de la indefensión adquirida. Te
has dejado someter... pero tienes derecho, incluso a no dar explicaciones. Si te
riges por tus propios juicios y valores no tienes que sentirte obligada a dar
explicaciones sobre tu comportamiento para que los demás decidan si es
acertado, correcto o incorrecto ni parar a intentar convencerlos de que tú no
estás equivocada.
_ No si nuestro diálogo es bueno...
_ ¿Cómo es Alberto?
_ Es un hombre que sabe escuchar, y realiza preguntas muy acertadas, y
sorprendentes, que parecen absurdas y sin embargo no lo son en absoluto.
_ Te demuestra interés.
_ Sí... pero Juan Daniel también me mostró interés... bueno pero Alberto es
diferente. No busca nada. Y sin embargo me ayuda. Se cerciora que he
entendido lo que me transmite. Sabe leer entre líneas. Sabe interpretar mi
manera de mirar. Indaga en mi lenguaje corporal. Su actitud tranquila me
hace conectar con él.
_ ¿Habéis tenido alguna pelea?
_ Nunca hemos discutido. Alberto es persuasivo, pero muy sutil. No obliga.
Invita a que hagas las cosas. Aplaudo el clima favorable que es capaz de
crear en un instante y aplaudo su empatía. Me hace sentir muy cómoda y
relajada. Nunca lo imaginaría ridiculizándome.
_ Es el arma que utilizan los necios para defenderse.
_ Sí... ¡cómo Juan Daniel! –y Rebeca dejó escapar una sonora carcajada.
_ ¿Teme disculparse?
_ Oh, ¡no! Rectifica de inmediato cuando se percata que se equivoca. Si
causa una situación desagradable se disculpa. Y nunca deja de mirarte al
interior de los ojos.
_ No es perfecto el que nunca se equivoca, sino el que siempre se corrige. Un
sencillo “lo siento” hace maravillas.
_ Alberto me alienta a progresar, y él mismo es un ejemplo. Es un hombre que
se miró al espejo para descubrir aspectos feos que ha sabido borrar. Supo
reconocer sus errores sin regatear.
_ Me dan ganas de conocerlo.
_ Te gustaría. Habla con seguridad, con voz firme pero calma; es breve, fuerte,
sincero, cortés; respeta la privacidad de los demás; piensa antes de hablar; es
generoso; no te critica, te agradece tus detalles, no se lamenta para que no lo

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

compadezcan; es puntual, pulcro, educado, y tiene una concepción moral de


la familia y la sociedad que me agrada.
_ Pero ten cuidado. Tienes que descubrir si Alberto ha sido una caja de cartón
o es un peldaño en la escalera de tu vida.

Alberto prefirió cambiar de zona de trabajo. Pensó que el cambio de aires le


haría retomar su trabajo con nuevas fuerzas y, en vez de San Fernando, se
desplazó a Cádiz pero al ver el mar...
“Tú eres prudente, yo atrevido (que no quiere decir alocado). A ti te
gusta lo conocido, a mi lo desconocido (desentrañar toda clase de misterios
por mi curiosidad). El riesgo, el coraje mío, contrasta con tu necesidad de
seguridad y estabilidad, que yo ahora persigo. No más aventuras. Sólo un
proyecto común. Solo este sentimiento recíproco. Sólo el paraíso soñado que
habitar para la eternidad. Porque tú eres mujer y yo soy hombre y juntos
formamos un ser completo! Los dos con el mismo fin: hacer de nuestra vida
algo digno que merezca la pena, libres de elegir, autónomos en nuestros actos
(consagrados al amor más puro y franco).
“Antes nos mirábamos frente a frente, escudriñando al otro de arriba
abajo, descubriéndonos las virtudes, negociando planes, desentrañando la
posible adversidad, alejando cualquier tipo de conflicto. Y ahora caminamos
uno al lado del otro, ambos con el mismo destino unidos de la mano dispuestos
a luchar contra los imprevistos, haciendo frente a los obstáculos al margen del
qué dirán o del qué pensarán mientras nos permitimos ser auténticos, dejando
que la luz ilumine nuestros corazones abrazados para que cada alma pueda
ser por sí misma inmensa.
“Confiamos en esta pareja que formamos ya como institución, alegres y
excitados, todavía más esperanzados que ayer. Y por eso el hoy nos
pertenece, y el mañana, el futuro más inmediato, tiene que ver con este
proceso que progresivo, lenta pero inexorablemente nos está transformando a
los dos (yo me siento desbordado por este maravilloso sentir que me invade el
cuerpo).
“Las puntas de nuestras alas se rozan cariñosamente con espontánea
naturalidad, fundiéndose en una misma fragancia que destila amor; en una
misma fuerza que desprende calor; en un mismo ente que irradia un resplandor
capaz de cegar al más incrédulo.
“Dile definitivamente adiós a la amargura y al dolor (conozco tu
necesidad: nunca has tenido tiempo para ti misma, por ello has sufrido, y,
justamente ahí radica parte del problema que te ha empujado hacia la
indefensión). Sólo si te amaras como yo te amo... sólo si te amaras a ti misma
tanto como me amas a mí... solo siendo consciente de tus dones, de tus
valores, del verdadero tesoro que eres! Ámate Rebeca! Defiende tus derechos!
Nunca más permitas que nadie te someta. Jamás vuelvas a olvidarte de ti ni
vuelvas a anteponer a otras personas antes que a ti misma. No vuelvas a
abandonarte! Más que un cubo de basura... yo tengo un trono para mi
emperatriz!
“Cierto es que no has pasado un camino de rosas, pero es tiempo para
decir adiós al pasado cariño. Estás lavando la herida y, tal vez sea hora de
empezar a cerrarla para que cicatrice al sol. De nada te sirve acumular dolor.
No es bueno alimentar el daño sufrido, ¿verdad? Has aprendido la lección. Has

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

identificado el error. Te has propuesto mejorar y no volver a tropezar. Pues


muévete!
“Si buscabas un ser especial... estoy aquí! Quiero darte vida y hacerte
volar! Oscilar de gozo! ¿Puedo lograrlo? Soy tu recreo de paz. No en vano me
has dicho que soy el cabeza de familia al que primero servirás. Juntos
construiremos el hogar que anhelas (que es exactamente el mismo que yo
pretendo forjar).
“¿Qué tipo de emociones te embriagan en este instante? ¿Las
entiendes? ¡Reflexiona! ¡¡¡Toma conciencia!!! Si entiendes todo este huracán
de emociones, la vida será justa contigo y, por ende, también será justa
conmigo. Significará que estás sanando. Que poco a poco te recuperas. Y
significará que ya no tienes excusa para seguir ahogándote en tu soledad. El
hombre hecho cielo te rodea con su penetrante influjo que alberga el secreto
de la dicha y el bienestar.
“La magia está actuando Rebeca. No sólo Dios está con nosotros.
“El tiempo es nuestro cómplice y es nuestro aliado. Pero tú y yo tenemos
mucho que decir... (cuando sea el momento apropiado). No tengas prisa.
Continúo aguardando sereno. Me avisaste desde el principio. Nada te
reprocho de este agujero en el calendario. Navidad todavía está lejos.
Alberto”.

Rebeca también estaba pensando en Alberto. Y se sentó frente al ordenador


en el salón para escribirle un mensaje mientras sus padres lavaban el
automóvil:
“Hola mi príncipe azul!! Aquí estoy recordando buenos momentos que
hemos pasado!! Como me haces sentir, jadear, arañar parte de mi alma
escondida. Muero de placer cuando me haces tuya y esa sensación de ser
sólo para ti me llena de confianza, satisfacción y un sentir de plenitud jamás
experimentado.
“Siento cada momento en el que formas parte de mí como si de un ser
supremo me estuviese cobijando, albergándose en mi interior y llenándome de
paz, deseo, pasión, amor, fortaleza, alegría, esperanza.
“Llego a la cúspide con tan sólo una mirada tuya, esa mirada de mar
revuelto y de silencio en la oscuridad capaz de decir todo en un simple
destello.
“Aquí estoy mi hombre hecho cielo para darme a ti cada vez que lo
desees, entregarte mis nalguitas, mostrarte mi espalda y mi semblante, mis
jadeos y espasmos, mi ser por completo te pertenece!!!
“Un beso de tu esclavita”.

Y Alberto intentaba concentrarse pero había perdido su actitud. El trabajo no


lo estimulaba y pensaba en Rebeca mientras caminaba por el puerto de
Cádiz habiendo dejado atrás la estación del tren sosteniendo la cartera con su
mano derecha que el cuero hacía sudar. Se le presentaba un día absurdo
como el de ayer y se dijo que mejor se iba al ciber-café. Entró antes en una
pastelería.
“Sí cariño, mi niña, niña de mis fantasías, doy gracias por haber topado
contigo como si fueras un décimo de lotería premiado. Gracias por haber
sabido mirar más allá de tu cuerpo, y por no haberlo deseado al principio, si no
ahora, ahora que ya conozco tu alma delicada. Doy gracias por haber

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

accedido a una dimensión que señala un antes y un después en mi existencia


humana. Porque el hombre hecho cielo tendrá un lecho en el que acostarse y
del que levantarse, siempre contigo al lado para velar mis sueños de conquista
de un mundo mejor donde la violencia y el materialismo sea descartado y el
bien y la paz plato de sobremesa. Sentimientos hondos. Emociones profundas.
Eso solicito a mi corazón despierto sediento de vida, alegre por conquistar esa
clase de mundo contigo!
“Enhorabuena Rebeca por confiar en un hombre concreto, en la
evidente unión de una pareja que se une por amor, en el mismo amor cuando
se expresa desde lo más hondo del alma, en el alma que en sí misma es amor,
Dios!!
Y a pesar de haberle escrito, Alberto no pudo resistirse y la llamó por
teléfono diez minutos antes de las diez.
_ ¿Cómo amaneció la emperatriz de mi universo?
_ Buenos días amor! Feliz día y maravillosa semana te deseo plena de amor!
Sabes una cosa... te amo como nunca.
_ Soy tu chico, la otra parte de la pareja.
_ Y yo tu chica Alberto.
_ Deseo que mañana la cita con Rosario y tu madre sea interesante y muy
favorable para ambas. Resuelve las cosas que te angustian e incomodan. No
te calles nada. Suéltalo todo. Y con Manolo ¿cuándo?
Su hermano estaba en Sevilla realizando el examen para unas
oposiciones a las que se había presentado como celador de cárcel. Rebeca
descubrió la maldad de la mano de su hermano que la envolvió como si fuera
un presente. Pero ya no tenía edad para esconderse detrás de las cortinas.
¿Optaría por perpetuar la indefensión? ¿Podía Rebeca ir a la piscina
tranquilamente con su hermano Manolo sin miedo a que intentara ahogarla?
¿Podían subir juntos a una motocicleta?
Rebeca demoraba una asignatura pendiente. ¿Por qué no se
enfrentaba? Fue Manolo el primer aprendiz de verdugo al que Rebeca
consintió ejercer su influjo. ¿Permanecía el influjo? ¿Todavía estaba segura de
que ella había sido siempre culpable por todo al haberlo provocado?
No quería afrontar un dilema, ¿era cobarde? ¿Irresponsable consigo
misma?

Alberto volvía a desconectarse del trabajo. Se detenía frente a una cristalera


para observar como un joven musulmán montaba un ordenador al tiempo
que sorbía una cerveza de lata bajo la supervisión atenta de una elegante
señora que probablemente lo había comprado a plazos. Hacía conjeturas
acerca del hombre elegante que cruzaba la calle, de la anciana que
paseaba su perrito, de los turistas que se esforzaban por entender el plano de
la ciudad, y, curioseando, sorprendió la reacción de asombro de un joven con
gafas que descubrió una rayada intencionada que cruzaba el lateral de su
automóvil. Se fijaba en la promoción de sardinas en escabeche del
supermercado.
Durante abril y mayo, por su brillante acción, había generado ingresos
suficientes como para hacer un alto.
_ Hola! Estoy haciendo un alto en mi jornada de trabajo porque no encuentro
a nadie en las casas. Estarán en la playa!
_ Me suena a excusa Alberto.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Me encuentro a 20 metros de donde nació el compositor Manuel de Falla, en


la plaza Mina. Hay un árbol de raíces gigantescas que me recuerda mucho a
los enormes árboles de la India. Me gustaría mostrártelo, y contarte algunos
recuerdos que me llegan ahora. Casi me conozco mejor Cádiz que tú. Te amo
con el alma entera mi emperatriz!
_ Te amo mi príncipe!

Alberto quería tomarse otro período de vacaciones pero Elvira le pidió que
fuera después de la convención del sábado 7 de julio.
_ Tú eres una persona que no pasa desapercibida –le dijo-. Tu ausencia daría
que hablar. Te lo pido a nivel personal. Si todavía quieres unos días, tómatelos
cuando regresemos.
Elvira confiaba que al retomar el contacto con los compañeros de
Madrid, las conferencias y exposiciones durante la convención además del
premio que recibiría por haber sido durante cinco semanas consecutivas el
segundo distribuidor con mayor facturación de España y Portugal lo harían
recapacitar volviendo a recuperar la actitud y los resultados.
Pero Alberto no se dejaría influenciar. Ya tenía su vista puesta en una
empresa que desarrollaba cursos de formación continua subvencionados por
la Seguridad Social con especial hincapié en el área de informática e idiomas.

Viajaron en autobús de madrugada el sábado hasta Madrid y regresaron a las


ocho de la mañana del domingo después de llenar un auditorio rebosante de
euforia. Alberto tuvo el tiempo justo para ducharse y afeitarse y vestirse para
que Rebeca lo recogiera a las nueve y media en la puerta. Luego de
saludarse como si hiciera años que se habían distanciado se trasladaron al
hotel que se había convertido en su refugio donde almorzar las delicias
preparadas por ella en la cama.
Alberto no quiso comentar la convención a la que asistieron
aproximadamente tres mil personas ataviados todos con atuendos de boda,
solamente explicó que el autobús hizo una parada en Ciudad Real, en un
pueblo llamado Almuradiel donde tomó un jugo de naranja, un bocadillo de
jamón serrano y a continuación dos cafés con leche seguidos. Y una vez
desnudos...
_ Doy gracias porque con la base firme que construimos el edificio, éste será
sólido y duradero, a prueba de terremotos! Y doy gracias porque postergar el
hogar no hace más que afianzarlo, asegurando la elección individual, la
determinación concebida como intuición que actúa con sosiego inteligente y
ventajosa mesura; no corramos, vayamos sobre seguro. Sigamos como lo
estamos haciendo, confiados, paso a paso, asumiendo el siguiente peldaño
en esta escalinata que conduce al cielo.
_ Qué vida más absurda y aburrida la vida de aquél que vive sin amor, ¿no te
parece Alberto-. Qué trauma para aquel que no sabe darlo o recibirlo. Qué
tragedia para quien no lo conoce aún.
_ Doy gracias por saberte mía. Y ser, absolutamente mía, con total
generosidad y sin un ápice de desconcierto.
Y de repente Rebeca se vino abajo.
_ Si pero yo tengo miedo que lo nuestro no salga bien.
_ ¿Por qué no va a salir bien? ¿Qué es lo que va a salir mal? ¿Dónde está tu
actitud positiva? ¿Dónde tu optimismo? ¿Dónde tu esperanza? El fatalismo no

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

lleva a ninguna parte Rebeca, únicamente te nubla la vista. En vez de mirar


hacia el futuro, ¿por qué no te concentras en el ahora? ¿Tenemos motivos
para estar satisfechos de nuestra relación? ¿Estamos siendo cautos y precisos
en nuestros sentimientos y en cada movimiento?
Rebeca asintió con lágrimas en los ojos. Alberto se las limpió con sus
labios.
_ ¿Por qué vamos a equivocarnos cariño? ¿Por qué puede romperse nuestro
idilio? ¿Por qué tanta inseguridad si tenemos al amor como aliado?
Rebeca había recibido llamada del abogado para ratificar la sentencia
del divorcio justamente la fecha de su aniversario que tanta ilusión le hacía
pasarlo con Alberto porque se trataba del primero.
_ Es lógico que con la ansiedad que te provocan los papeles que faltan y te
obligan a viajar a Madrid estés con la moral por el suelo, lo entiendo. No te
preocupes.
_ No me apetece volver a verme con Juan Daniel.
Alberto sólo podía darle ánimos a Rebeca y asegurarle que todo iba a
cambiar.
_ Cambiará tu actitud respecto a nuestro futuro, cambiará tu forma de ver las
cosas cuando en verdad las cosas seguirán tal y como están. Porque las cosas
marchan bien al día de hoy Rebeca, aunque te sea difícil apreciarlo en estos
momentos de confusión y aturdimiento. A menos que... –Alberto se asustó y un
escalofrío recorrió su cuerpo-. ¿Tienes algún fundamento para pensar que
nuestra relación es imposible?
Rebeca hizo de pronto pucheros como una niña.
_ Mi mariposita linda que dejó atrás la crisálida que fue –la abrazó
protectoramente-. Sabes... doy gracias porque supe ser el mejor amigo en
Madrid, y soy hoy, el mejor amante, tu hombre por fin! Gracias porque se
acerca el día de la presentación familiar. Porque te gusta que te complazca,
pero no demasiado si con ello renuncio a mí. Porque te gusto recién afeitado y
no te disgusta si tengo barba o me quedo sin cabello o tengo la barriga
hinchada o suelto unos gases involuntarios. Porque estás pendiente de un
rasguño en mi mano e intentas no besarme inmediatamente después de
fumar. Tengo tantos motivos para dar gracias! Y gracias le doy al hecho de
permanecer alerta, de ser suficientemente paciente, de no atosigarte ni
chantajearte o imponerte un ultimátum –la miró fijamente a los ojos y la besó-.
Gracias me digo cada día por encontrar la paciencia para soportar un día
más lejos de ti; cada vez más cerca, aunque todavía demasiado apartados el
uno del otro con poco tiempo para nosotros, lejos de la vida anhelada por
ambos, enamorados como estamos, emocionados en este espléndido amor a
flor de piel que se tambalea entre equilibrios y juegos malabares rodeados de
muros que se levantan y se derrumban, cada vez más débiles hasta que se
conviertan en hojas de papel que arderán con el fuego de nuestro ardor
espiritual. Te amo. Te amo. Te amo. Y te felicito Rebeca por aprender a
caminar a mi lado variando tu ritmo anterior, pero sin cambiar el destino
anhelado, el sueño soñado con admiración... que está al alcance de la
mano!!
_ No sabes amor lo feliz que me haces sentir, me da hasta miedo porque todo
es demasiado bonito para ser cierto.
_ Tú y yo nos amamos, Rebeca, y no estamos completamente juntos. Eso es
que las cosas no salgan bien! Estar juntos, unidos, caminando en la misma

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

dirección de la mano... eso es bueno... eso está bien Rebeca... qué importa
entonces la adversidad! Nada hay más potente que el amor cariño!
_ Te vas a poner un poco tristón con lo que voy a decir ahora. Voy a salir unos
días con Manuela mi vecina de Madrid. Pero no temas amor. Ella es un poco
loca, pero no es Rebeca. Nunca me he dejado influenciar por los
comportamientos de los demás. He hecho cosas por los demás y me he
olvidado de mí, pero he actuado según he decidido y eso es responsabilidad
mía. No soy de tirarme a un pozo porque alguien lo haga.
Alberto se había quedado petrificado. No articulaba palabra. Él tenía
planes para realizar un viaje juntos que quería ofrecerle como sorpresa el día
de su aniversario. Iban a cruzar al continente africano y descubrir el Marruecos
mágico.
_ Me dolerá mucho no verte, pero tengo la certeza de que lo necesito –su
tono era hondo-. No temas, eres el amor de mi vida, la persona que había
esperado siempre y no aparecía, me siento dichosa a tu lado y cuando no
estás junto a mí, me llenas de amor y sentimientos buenos. Eres único, te lo dije
el mismo día que te conocí. No voy a dejar que ningún hombre se me
acerque.

Alberto no se enojó como hubiera hecho antaño. Tampoco quiso imponer su


criterio encendiendo una discusión. Simplemente aceptó la circunstancia. Y le
mandó al día siguiente un SMS: “Un hogar es un mundo en el mundo. Me
gustaría perderme contigo en ese mundo perfecto que imagino donde solo
hay lugar para el cariño y la alegría, el respeto y la ternura, el amor y la
libertad; para ser el hombre hecho cielo, y tú, mi emperatriz. Juntos corriendo y
riendo entre matorrales de felicidad de un paraíso anhelado por años, al fin...
¡encontrado! Porque ambos conocemos la propia alma... y la del otro!!”.
Una hora más tarde le escribió otro SMS: “Hemos puesto unos buenos
cimientos para construir el hogar, porque sin el amor franco que nace en el
alma sería es imposible ningún hogar. Ahora solo hacen falta unos muros
consistentes que garanticen nuestro bienestar. Yo haré lo necesario para que
la dicha no se desmorone. Esta noche es importante. Te recogemos a las
nueve en tu casa, ¿sí?”.
Alberto iba a presentársela a Elvira, porque ya desde Madrid estaba
ávida de Rebeca. Comprobaba como afectaba la vida de Alberto y tenía
mucha curiosidad. Y quería hacerla devota del proyecto para que
intercediera ante la posibilidad de que Alberto se hiciera cargo de la oficina
para el próximo mes.
Cenaron en un restaurante mejicano a ritmo de chile y tequila. Rebeca
le aceptó un cigarro a Elvira y no paró de fumar en toda la noche. Al salir de la
bolera, antes de subir al automóvil, le había dicho a Alberto que no volvería a
fumar. Pero él no la corrigió ni se lo recordó, simplemente apartó el cenicero
de su lado y el gesto bastó para que ella comprendiera.
A continuación de acompañar a Rebeca a su casa, Elvira le dijo a
Albero:
_ Rebeca es encantadora. Y se os ve muy enamorados. A ella le salían chispas
cuando te miraba. Tienes mucha suerte Alberto, y, comprendo que quisieras
venirte a Jerez.
Elvira pensaba que Rebeca era soltera y siempre había vivido en Jerez
de la Frontera. Alberto había protegido su intimidad.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Tras cruzar el salón que olía a podredumbre prácticamente con los ojos
cerrados, al entrar en su habitación le mandó el tercer mensaje del día: “Saber
que formamos una pareja me hace sentirme un ser completo. Deseo que este
sentir nuestro crezca a diario. Te amo Rebeca como nunca antes había
amado y me encanta la fuerza de este mágico influjo”.

Rebeca tuvo una severa llamada de atención de su madre al llegar de


madrugada a la casa. Pero al despertar por la mañana, pudo sonreír al
escuchar el timbre de aviso de mensaje recibido en su teléfono móvil.
“He amanecido con un –te amo Rebeca- en los labios. Y al salir a la
plazoleta, he sonreído al mirar cada esquina en la que nos hemos dado un
beso. ¿Qué tal tus pechos? ¿duelen? He visto en las noticias que se
subvenciona la llegada de un hijo con dos mil quinientos euros. Feliz día mi
emperatriz. Disfruta hoy de tu gente y dale seguimiento a ese cambio de
imagen tuyo. Deséame suerte en la entrevista de trabajo”.
Rebeca le contestó en la cama con legañas en los ojos escribiendo en
el teclado del teléfono.
“Me alegra mucho encontrar tus mensajes. Quise escribirte ayer por la
noche al llegar a casa pero tuve un encontronazo con mi madre. Siento
mucho no poder acompañarte a la entrevista de trabajo, me hubiera gustado
mucho. Bueno, pensaré que estamos en el mismo instante colaborando cada
uno para la mejora de nuestra vida en común. Te amo. Tu sierva que aprendió
a ser mariposa y te ofrece sus nalgas cada vez que lo desees”.
Rebeca tenía cita con Rosario. Y cuando se dirigía en su automóvil,
nuevamente sonó el aviso de mensaje recibido y no pudo aguantar a llegar y
aparcar para leerlo. Se detuvo en una esquina. Sabía que el mensaje era de
Alberto.
“No quiero perjudicarte Rebeca. Si mi presencia entorpece tu proceso
de sanación interna porque tu entorno te agrede coartando tu libertad
individual y tus derechos con el triste argumento de que es por tu bien... Tú ya
sabes qué te conviene, señal inequívoca de tu recuperación... Pero si
necesitas paz en casa, puedo desaparecer, aunque sería injusto para nosotros
y, ellos, estarían construyendo otra cárcel con tu consentimiento. Sé tú misma.
Piensa en ti. Y alégrate porque conmigo puedes ser auténtica. Yo te respeto,
aunque tus decisiones no me sean favorables porque te amo con el alma. Te
apoyo con lo que decidas. Hablemos después de tu cita con la sicóloga, te
parece aaammmooorrr! Reflexiona contigo a solas. Cuídate mucho por favor”.
Esa tarde Rebeca le contó a Rosario la tensión que se acumulaba en la
casa precisamente en el momento que recibía un SMS de Alberto.
“Antes no he podido escribirte todo lo que hubiera querido porque no
sé cuantas palabras almacena el móvil. Tampoco puedo hablarte porque
estoy en la sala de espera. Lo siento! Pero sepas que quiero ser para ti un oasis
de paz y nunca un campo de batalla. Por amor, si te daño, mejor me alejo.
Aunque tu familia no se da cuenta que su presión te empuja hacia mí. Actúa
con la inteligencia del alma. Paz y bien mi amor grande y precioso. Espero que
logres descansar esta noche. Vive! Ama! Encuentra tu dicha! Entro ahora en la
entrevista...”.
Rebeca no pudo resistirse y le leyó el SMS a la sicóloga.
_ Me hace volar! Es mi hombre hecho cielo! Cómo le admiro...

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Por la noche antes de acostarse Rebeca el escribió un SMS a Alberto.


No lo llamó porque era más de media noche y él se levantaba a las seis.
“Espero que hayas tenido un buen día y una fantástica entrevista de
trabajo. Siente como te abrazo y dormimos muy apretaditos. Te envío un beso
de buenas noches. Te amo”.
Cerró la luz. Pero después de un largo rato seguía sin poder dormirse, así
que volvió a encender la luz y volvió a coger su teléfono móvil y volvió a
escribir un mensaje a Alberto: “Siento como si fuera ahora, cada caricia, beso
y momento en el que hacemos el amor. Eres mi oasis de paz y amor en el
desierto de amargura y dolor! Amo tu sonrisa, tus ojos, tu alma, tu corazón,
todo tu ser. Espero hacerte feliz!”.

La reunión con Rosario tuvo su fruto. Rebeca habló con su madre tan pronto
llegó a la casa solicitándole que no la interrumpiera hasta que terminara. En la
conversación metió a Alberto. Y luego corrió a escribirle un SMS: “Hola amor!
He hablado con mi mama. Dice que eres mi ángel de la guarda. Sabe que
estás ahí, y que ocupas mi corazón. Te amo y te llevo muy dentro de mí!”.
Dos horas más tarde le escribió un nuevo mensaje que decía: “Hola!
Qué tal está el rey de mi futuro hogar? Me centro en mí pero me cuesta
entender mis emociones. Supongo que a eso me enseña Rosario. Te amo y
estoy ansiosa por verte”.
Como no podían verse, al leer el mensaje de Rebeca, Alberto la llamó
tras finalizar una charla de venta. Se subió a la azotea del edificio para
hablarle sin que fuera espiado a través de las mirillas de las puertas.
Y media hora más tarde, cuando Alberto estaba dando otra charla en
un domicilio sonó el avisó de mensaje recibido en su móvil. Rebeca había
escrito: “Amor! Me dejas de nuevo con la boca abierta. Sí, ese es el hogar que
anhelo. Espero seamos capaces de construirlo. Gracias por existir, me das luz.
Te amo. Me haces la mujer más feliz del mundo”.
Por la noche Rebeca volvió a escribirle un SMS abrazada a su
almohada: “Me gusta leer tus mensajes que guardo. Quise escribirte un largo
e:mail, pero tuve que hacer la cena y no me ha dado tiempo, así que lo
primero que hago es decirte que mientras lavaba los platos me acordaba de
tu cara al comprobar como la esperanza que dejara de fumar se desmoronó
cuando acepté el tabaco de Elvira en el mejicano. Lo siento! Ya tendremos
tiempo amor y celebraremos ese triunfo. Te amo”.

La situación en la vivienda de Alberto era insostenible. Desde que se instalaron


había sido condescendiente, pero la situación, en vez de resolverse se había
acentuado. Cada vez más desorden. Cada vez más suciedad. Cada vez más
ruido. Y cada vez más visitas de invitados por parte de unos y otros sin siquiera
comentarlo antes, y cuando Alberto se cruzó con un amigo intimo de uno de
los compañeros desnudo en el salón dijo basta. No tenía porque aguantar
tantas faltas de respeto. Así que le pidió a Rebeca que lo acompañara
después de comprar el periódico.
Visitaron diferentes pisos de alquiler, todos en las inmediaciones de la
casa de Rebeca. Se decidieron por uno en concreto completamente exterior
con vistas a un gran parque. Se citaron en la inmobiliaria a las seis de la tarde y
firmaron el contrato de arriendo. Rebeca también firmó como inquilina.
Aquella noche antes de descender del automóvil le dijo Alberto:

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Doy gracias por tener dos piernas y dos manos y una sonrisa que te cautiva.
Gracias por tus ojos verdes, por tu gran corazón, y tu cada vez más evidente
entrega a esta relación de pareja que constituirá un hito en nuestras vidas. Hoy
has dado un importante paso.
_ Sí... ¡verdad! –dijo sorprendiéndose incluso de su tono.
Alberto la besó por largo tiempo sin querer despegarse de Rebeca.
_ Gracias por ser una mujer fiel.
_ Dirás por ser tu mujer...
_ Gracias por ser una mujer entregada a tu hombre.
_ O sea... tú –y Rebeca acarició con su mano la mejilla de Alberto-. Gracias por
ser totalmente complaciente en el amor, amor.
_ Rebeca, en materia de sexo tienes un fundamental don –ambos sonrieron
picaronamente-. Tu sonrisa es cada vez más amplia, y tu risa más sonora, y tus
ojos chispean una recobrada alegría que llena de destellos radiantes
invadiendo a cada persona que se encuentra en el lugar.
_ Yo le doy gracias a la fe que te hace ser fuerte, a la convicción de este
sentimiento tuyo mi príncipe soberano –Rebeca lo dijo con profundidad en su
voz.
_ Un sentimiento que crece a medida que los acontecimientos nos entrelazan
y nos unen un poco más en un nudo que no estrangula, ¿verdad?
Ella asintió con la cabeza dispuesta a dejarlo continuar.
_ Gracias a Dios y a la vida que nos sorprende cuando menos lo esperamos.
_ Gracias por estar ahí, por ser como eres, por enseñarme una filosofía de vida
–le dijo Rebeca-. Gracias por renunciar a todo!! No debe ser fácil para ti
habiendo tenido una vida más o menos planificada, ver otra vida diferente
junto a mí, seguirme allá donde voy, estar para lo bueno y lo malo. Entregarme
todo tu sentir. Te agradeceré día a día la apuesta que haces en el presente, te
compensaré lo sufrido tanto ahora como en el pasado porque mereces ser
feliz. Formaremos nuestra propia familia, todo lo que amas yo lo amo!! Gracias
por la confianza que me prestas y por el amor que me otorgas!! Y gracias por
necesitar un hogar que refleje quién eres y cómo eres y cómo deseas vivir,
porque intentar llevarlo a cabo es un desafío común.
_ Sí cariño, es una aventura intrépida que requiere compromiso y trabajo y a ti,
no te asusta ninguna clase de sacrificio, te adaptas con facilidad.
Se despidieron. Alberto abrió la puerta, cerrando los ojos para evitar la
deplorable visión tapándose la nariz. Entró en su habitación para acostarse y al
poco sonó el aviso de mensajes del teléfono. Decía textualmente: “Hola mi
vida!! Sí, mi vida porque eso es lo que me das, vida. He llegado bien a casa.
Buenas noches, descansa y sueña conmigo”.

Compraron sábanas, toallas, una vajilla, cubiertos y vasos, productos de


limpieza y mucha comida. También compraron un video, un aparato de
música, una tostadora, un microondas, y un felpudo para la entrada; limpiarse
los pies simbolizaba el acto de dejar fuera la suciedad y la negatividad. Y una
figura para el recibidor: dos hermosos delfines brincando en el aire a punto de
darse un beso. Y también una hermosa planta que Alberto colocó junto a la
ventana de la cocina para que la luz la alimentara.
A Alberto le gustaba mucho leer y cuando Rebeca entraba en el
apartamento, solía encontrarlo en la misma postura, con un libro entre manos
en el sofá apoyado en su cojín amarillo abstraído en la lectura.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Ella hubiera querido que se levantara corriendo para recibirla. Y tan


pronto terminaba el párrafo, Alberto se abalanzaba sobre Rebeca para
llevarla a la cama.
Hacían el amor en todas las posturas imaginables. Rebeca era una
amante brillante y fantasiosa que le gustaba ponerse ligeros y en cualquier
posición que le solicitara Alberto. Por su parte él le hacía todo cuanto ella se
atrevía a solicitar. Y un día hacía uno el masaje con aceite y al día siguiente lo
hacia el otro. Encendían candelas de colores e incienso de la India. Y
jadeaban los dos inmersos en su mundo de matices multicolores. Por fin
disponían del nido de amor donde dar rienda suelta a toda su pasión. Y solían
terminar siempre en la misma posición: ella acariciándole el vello del pecho
con su pierna enroscada dejándose acariciar el cabello, luego movía su
pierna y descendía la mano para estirarle suavemente los erizados pelos de la
entrepierna a Alberto, quien a diferencia de ella no estaba rasurado.
La tercera tarde, Rebeca le confesó a Alberto que tenía ligeros mareos
y nauseas. Tuvieron que ir a la farmacia urgentemente. Tomaban
precauciones, salvo en Conil, cuando se terminaron los preservativos de
madrugada y no pudieron detenerse de amarse él dentro de ella sin salirse.
Rebeca aguardó en el interior del automóvil alterada por la posibilidad.
Alberto entró en la farmacia y compró la prueba del embarazo.
Afortunadamente el resultado fue negativo. ¿Afortunadamente?
_ Mi esclavita que levita con mis sesiones de sexo plagado de puro amor vital,
doy gracias por todo lo que está por llegar, porque aún nos queda mucho
camino que recorrer, muchas historias que contar, muchos anécdotas que
vivir. Doy gracias por la promesa de la dicha, por la seguridad de la mutua
comprensión, por la confianza plena que nos procesamos y la fortaleza de
nuestra unidad que tiende a expandirse y multiplicarse en otra vida más que
podamos celebrar por su conveniente llegada en un calendario futuro.
_ Tú entiendes que es mejor que no sea ahora...
_ Gracias por perseguir el mismo proyecto que yo Rebeca, eso es lo
importante. Un proyecto donde ambos podamos expandir nuestro mundo
interno para expresarlo con generosidad sin otro propósito que el bien y la
paz... y cuando lo consolidemos lo llenaremos de niños y niñas!!

Las directrices de Alberto a la dependienta de la floristería habían sido


precisas. Tenían que entregar el extraordinario ramo de flores azules y naranjas
y blancas y amarillas antes de las ocho de la mañana. El repartidor debía
decirle a la persona indicada: “De parte de quien te ama como nunca antes
ni jamás te amará nadie”. Y expresamente Alberto no había adjuntado una
nota.
Rebeca se emocionó a las siete y cuarenta y cinco minutos del 17 de
julio cuando su madre le dijo que había alguien en la puerta que la esperaba.
Y durante el trayecto al aeropuerto, le dijo a su padre que conducía lo
emocionada que estaba.
Antes de subirse al avión para ratificar la sentencia del divorcio frente al
señor juez, Rebeca llamó por teléfono a Alberto.
_ Quería darte las gracias amor. No me he separado por ti, pero si lo he
logrado gracias a tu luz y a toda tu potencia... gracias por estar ahí!! Y gracias
por las maravillosas flores. Me llevo una a Madrid que dejaré en la mesa
mientras firmo.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Gracias por crecer, y no por envejecer. Por engrandecer tu espíritu y


alcanzar lo genuino de tu ser. Por ser, auténticamente tú!! Y felicidades por ser
hoy, más que nunca, una mujer libre que ha recuperado sus derechos
olvidados. Enhorabuena "vieja". Feliz cumpleaños Rebeca!!

A Rebeca no le gustaba que tildaran a Alberto de huésped inoportuno ahora


que la habían recuperado y la tenían ellos en los dominios de su tierra santa
pero así se lo había insinuado su padre. ¿Incomprensión a su alrededor?
Rebeca podía arreglarlo. Qué lejos estaba ya aquella mujer frágil e
indefensa que se disolvía en el torbellino de la tempestad. Rebeca gozaba de
privilegios, conocía sus derechos, y confiaba en las segundas oportunidades.
Cuanto tiempo se había estado esperando a sí misma y por fin se tenía frente
al espejo sin testigos ni enemigos.
Había entrado en sintonía con su intimidad. Había cortado las cadenas
de una situación insostenible y debía aguardar otra vez el momento, ¿qué
momento? Hay momentos en la vida que se acompañan de un chispazo y si
somos capaces de advertir ese chispazo, si nos dejamos llevar por la llamada
del alma, todo a nuestro alrededor cambia para siempre.
Toda tierra devastada por el fuego puede volver a sembrarse, pero
encontrar la semilla que plantar es la clave de la vida plena. Hay que recurrir a
la semilla para restaurar el orden del existir cuando el propósito es florecer. Y
Rebeca se confesó a sí misma: “Antes me encontraba mal, lo resolví. Hoy, no
es que me encuentre mal, no estoy a disgusto, pero francamente, tampoco
me encuentro del todo bien”.
¡La escasez de la semilla! Le faltaba el complemento para completar el
ciclo de la vida. El paseo por el desierto no había finalizado. Debía regresar al
pozo del alma para volver a entonar, a cantar y tararear a solas para
encontrar los ritmos.
¿Quedará Rebeca atascada en el proceso de iluminación?
¡No eran instantes para rendirse!
Las personas que tratan de ocultar su más profundo sentir y toda la
potencia de su alma, se matan a sí mismas.

Rebeca había sido bien educada. Alberto pensaba: “Me gustará que las
parejas de nuestros hijos puedan decir que nuestros hijos también han sido bien
educados”.
Alberto tenía mucho que agradecer a los padres de Rebeca. Pero
Alberto desconocía el hecho de que los padres de Rebeca habían sido un
poco permisivos y, probablemente sin demasiada conciencia, habían creado
un caldo de cultivo para que su hija aprendiera a ser sometida al haber
permitido de manera reiterada que Manolo la ultrajara a sus anchas desde
niña acentuándose la indefensión por su pasividad. No establecieron lo que
era justo haciendo que la vergüenza y la costumbre de acatar la humillación
se convirtiera en una norma en la casa y la vida.
El domingo 22 mientras Rebeca estaba lejos, Alberto quería hablar con
sus padres para solicitarles permiso. Y cruzó el recinto ferial bajo el sol camino
de la casa de sus suegros a las cinco de la tarde.
Apretó el timbre de la entrada. Salió la madre para abrirle la verja.
_ Hola, soy el amigo de su hija –saludó Alberto con un ademán.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Pasa niño, pasa –exclamó alegremente la madre que lo había bautizado


como ángel.
En cuanto entró en la casa, Alberto se dejó envolver por la concordia
que flotaba en el ambiente. La señora le indicó donde se encontraba el padre
que no se esperaba semejante visita.
_ Quiero felicitarlos. Sé que han creado un hogar bello por tal como se refiere
Rebeca a ustedes y a esta casa. He venido a presentarme. Como últimamente
ven a su hija que sale mucho, es lógico que quieran saber con quien sale.
_ Eso dice mucho de ti... pero ya sabemos quien eres –dijo con rotundidad el
padre.
_ Rebeca nos ha hablado mucho de ti –dijo la madre satisfecha por las
confesiones de su hija.
_ Quiero mostrarles mis intenciones abiertamente para que nos ayuden en este
propósito de repetir un hogar tan bello como el suyo.
Alberto relató el primer encuentro con Rebeca. Detalló que llovía, que
su hija iba alterada de madrugada por las calles de Madrid y que él se acercó
para preguntarle si necesitaba algo comprobando como lloraba. Señaló que
le ofreció su paraguas y como Rebeca siguió caminando fuera de sí. Y
concluyó diciendo que intentó consolarla sin conseguir que contara lo
sucedido.
_ No pasaba ningún taxi. Le pedí el teléfono y no quiso dármelo. Yo le di una
tarjeta de mi trabajo. Y cuando conseguí parar un taxi, le ofrecí un billete para
pagar al taxista viendo que no llevaba bolso.
Alberto contó con alegría en los ojos la ilusión que le hizo cuando
Rebeca lo llamó por teléfono a la oficina de la inmobiliaria. Les contó como
fue descubriendo a una persona maravillosa en las cortas pero continuas citas
para tomar café dada la proximidad de los trabajos.
_ Debo confesar que tanta cercanía no era casualidad.
Explicó el cambio de domicilio. Pero se centró en hablar entorno a su
hija y a sus padres les gustó que Alberto hablara de las virtudes de Rebeca.
_ Su hija merece todos los elogios.
Alberto dejó muy claro que siempre fue un buen amigo en Madrid, pero
que ahora que ya se había formalizado el divorcio, venía a pedirles permiso y
su bendición para enamorar a Rebeca.
Aquella tarde fue muy interesante. El padre de Rebeca y Alberto
llegaron a hablarse como un padre habla a su hijo. Hablaron de aviones, de
hierro forjado, de pintura, y acerca de la idiosincrasia del pueblo jerezano.

A su regreso de la firma del divorcio en Madrid, Rebeca había viajado con su


amiga Manuela a Tarifa. Pero no se perdió el detallado reporte de la visita que
le hizo Alberto, y, minutos más tarde, su madre.
_ A que no adivinarías nunca quien ha venido a visitarnos... –le dijo con voz
misteriosa a su hija.
Pero Rebeca lo sabía. La visita había sido pactada y aguardaba
novedades. Estaba intrigada por saber si Alberto había gustado a su familia.
_ Le he servido café con pastas. Y ha estado con tu padre encerrado en el
taller. Luego han salido muy animados y le ha cortado tomate, ya sabes como
es tu padre en la cocina. Se han abrazado al despedirse. Tu padre me ha
dicho en seguida que se marchó Alberto que se le notaba falto de cariño.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Seis días más tarde, de vuelta a Jerez, Rebeca no pudo aguantarse las
ganas de reencontrarse con su príncipe y se llevó a la playa del Puerto de
Santa María en contra de la opinión de Manuela que quería deambular como
soltera a sus anchas. Y sucedió lo que Manuela temía en cuanto pisaron la
arena. Rebeca y Alberto pegaron sus toallas y se enroscaron. Y luego entraron
en el mar, se quitaron los bañadores, y nadaron bajo el agua como dos
delfines.
Alberto notó a Rebeca alterada. Excitada. Revolucionada. ¿Se dejaba
llevar por la personalidad abrumadora de su amiga?
Manuela era una mujer vivaz que no tenía prejuicios y su ánimo no era
otro que la diversión sin demasiada importancia por las consecuencias
posteriores. Así que Alberto no pudo evitar hacerle a Rebeca un par de
comentarios pero...
_ Manuela no influye en mi comportamiento –se había puesto a la defensiva-.
Yo se adaptarme a estos días... a la manera de estar con ella!
_ Sin embargo, estás fumando mucho más que de costumbre.
Por la noche, Manuela había recuperado a Rebeca y estaba feliz de
haberse librado de Alberto. Salieron en ruta para el pueblo de Algodonales
que estaban de fiesta mayor. Y ambas mujeres se sintieron libres nuevamente.
Pero Rebeca recibió un SMS: “Este hombre que te cautiva y al que extrañas te
besa desde Jerez”.

Alberto deseaba darle la bienvenida a Rebeca. Lo hizo cuando regresó a su


tierra desde Madrid, pero quería hacerlo cuando volviera a su ciudad después
del tour por su querida tierra andaluza... qué diferencia!!
Estaba convencido que Rebeca se habría divertido, habría reído
mucho, tomado el sol en Tarifa, y recuperado a su gente de Algodonales
durante la feria del pueblo y se preguntaba: “¿Me extrañas un poquito estos
días?”.
A él se le hacía dura la separación, pero la ausencia de Rebeca le
servía para reflexionar. Regaba la planta.
Alberto le había hablaba en voz alta como si Rebeca estuviera delante,
sobretodo tras el incidente en la playa.
“Créeme cuando te digo que he entendido bien la diferencia que
existe entre dejarse llevar y saberse adaptar. No dejo de profundizar en tu
persona. Me agrada ahondar en ti, pero no para cambiarte cariño, si no para
comprenderte mejor. Y comprender también a los que te rodean y hablan y
hablan y tal vez harían mejor en mirarse al espejo en vez de monopolizar la
vida ajena”.
Durante esos días, cada vez que Alberto entraba en el apartamento
tenía la sensación de que Rebeca estaba dentro. Tuvo la sensación que
cerraría la puerta y antes de poner el pasador saldría de algún lugar para
abrazarlo con amor. Cuando se afeitaba por la mañana sentía que ella
estaba en la cama. Incluso el viernes que todavía estaba en Jerez, al llegar a
las dos del mediodía después de la reunión con los que podían ser sus próximos
jefes, fue rápidamente a mirar encima de la cama por si antes de salir al
pueblo de Algodonales había venido a dejarle la pulserita de cuero que le dijo
le había comprado en Tarifa. Rebeca no lo había llamado. No sabía si estaba
en la playa. No sabía si había podido resolver el tema de su automóvil. Y
entonces, la única manera que encontró de estar con Rebeca, fue ir al

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

restaurante asiático donde cenaron a continuación de hacer las compras de


todas las cosas necesarias para su recién alquilado apartamento. Alberto se
sentó en la misma mesa que ocuparon aquella noche imaginando que lo
acompañaba... “Dile a tus padres que sí!! Que estoy falto de cariño. Que estoy
muy solo. Pero diles también que cuando ya esté contigo de manera
permanente, seguiré teniendo muestras de afecto hacia ellos”.
Alberto había aprovechado para reflexionar durante esos días porque
iniciaba un nuevo capítulo de vida al lado de Rebeca. Aprovechó para
tramitarse el carné de identidad adjuntando la hoja de empadronamiento
para que especificaba su nuevo domicilio en Jerez de la Frontera.
Y por la noche antes de cerrar los ojos tendido en la cama, después de
haber encendido una candela se dijo: “Por mi parte... voy a ser un hombre
justo y un padre amoroso. Un amante apasionado y un ser humano sensible.
Un empleado disciplinado. Un amigo de mis amigos y el mejor amigo de los
niños. Un amable compañero y un ejemplo de virtud para mis vecinos. Es mi
intención forjar un hogar, dime: ¿me ayudarás? ¡Es un trabajo de Equipo!”.
Alberto no conseguía dormir más de cuatro horas consecutivas. Y seguía
hablándole a Rebeca: “Sabes... me he despertado de madrugada durante la
semana. Me he despertado probablemente cuando tú te estabas acostando
después de la fiesta. La noche es tranquila, oscura, con un par de potentes
estrellas que brillan y los grillos susurran con su característico canto. Me
despierto y evalúo, analizo, reflexiono. Y te hablo cariño, a modo de
confesión”.

En el meridiano de su vida, Alberto tenía el propósito de volver a empezar.


Tenía la misma prioridad de vida que cuando se la propuso en el orfanato:
forjar un hogar con todo lo que significa y a todo cuanto ello implica. Pero solo
ahora estaba capacitado para forjarlo. Ahora que se conocía hasta la
médula. Ahora que se aceptaba tal y como era sabiendo que podía
superarse hasta alcanzarse como mejor persona.
Regresaba al mundo laboral como vendedor. El nuevo empleo no era
en modo alguno su finalidad, ni su razón de ser, era únicamente el medio
mediante el cual obtener suficientes recursos para sustentar a la familia que
estaba creando junto a Rebeca, garantizando de esta forma la estabilidad de
dicho hogar.
Tenía claro que con semejante actividad no podría incidir en la
sociedad, pero no se divorciaba de su vocación. Si una cosa había aprendido
en el Tibet era que la única manera de cambiar el mundo es cambiando uno
mismo para incidir luego en el entorno inmediato “Primero el hogar y luego el
barrio y la ciudad” se dijo cuando ya amanecía. “Voy a crear un ambiente
saludable alrededor mío. ¿Existirá mi semilla? ¿Cuál será mi aporte a la
sociedad? ¿Y no son los hijos el mejor aporte? ¡Hijos educados! Claro que
además necesito expresarme para aportar a la comunidad y, atención: si no
doy rienda suelta a mi creatividad humana volveré a torcerme como antaño
hasta asfixiarme. Quiero hacer cosas que trabajen en mi nombre cuando ya
no esté en la Tierra”.
Se duchó y desayunó un revoltijo de huevos con tomate pimientos y
cebolla. Pero seguía inquieto. Así que cogió un folio en blanco y cerró los ojos.
Luego escribió lo siguiente: “Un pedazo de mí... Yo soy una persona sociable. Y
un idealista. Soy pacífico y optimista, muy romántico y cariñoso. Necesito paz y

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

armonía para alcanzar el equilibrio. Y desequilibrado soy odioso. Con sueño o


con hambre soy un cascarrabias. Ante el desorden, me pongo nervioso y
pierdo los estribos. Soy un hombre sensible a las necesidades de los demás. Me
gusta complacer a la gente por la que siento afecto. Mi felicidad suele ser
completa cuando veo feliz a las personas que amo”.
Por la tarde intentó ver un poco de televisión. Hacían una película que
le gustaba pero cuando iniciaron las interrupciones por la publicidad
rompiendo el ritmo de la trama volvió al folio. Escribió en el dorso una carta a sí
mismo: “No es lo que hago; es lo que siento. No es lo que tengo; es lo que soy.
No me mueve el interés, sino la convicción, aunque a menudo se impone la
necesidad. Deseo ayudar, pero tengo que dedicar doce horas de mi tiempo y
parte de mi energía a desempeñar una labor que garantice el sustento y que
me desagrada sobremanera: conseguir en vez de servir. Intento encontrarle
sentido a mi actividad”.
Alberto amaba a Rebeca. La amaba porque reunía tres aspectos
fundamentales: el sentir afectivo y emocional, el placer sexual, y la
coincidencia espiritual. ¡Qué afortunado era! ¡Y qué tan agradecido le estaba
a Dios mismo!
Rogaba para que se comunicaran. Se decía: “¡Comuniquémonos!
Hablemos en voz alta Rebeca, tal y como lo hacemos. Sigamos poniendo las
cartas sobre la mesa en cuanto exista una discrepancia o un malentendido.
No tengas miedo a decirme todas las cosas que te inquietan cariño, incluso las
cosas que no te gustan o temes decirme. Y todas las que te preocupan.
Plantea todo cuanto necesitas sin avergonzarte de nada. Ahora es el
momento. Confía en mi buen juicio. Todo tiene que ser beneficioso en este
proyecto común que emprendemos, ¿sí? Podemos construir nuestro propio
universo en la casa y hacer de este lugar un verdadero paraíso, ¡hagámoslo!”.
La noche del sábado, antes de salir a bailar, mientras Manuela se
maquillaba, Rebeca llamó a Alberto por teléfono.
_ Tengo miedo que cuando vuelva a Jerez me pidas que ya vivamos juntos.
_ No entiendes mi sufrimiento, mi sacrificio, yo no te presiono Rebeca. ¡Resisto!

Un par de días más tarde se sirvieron una cerveza cada uno que
acompañaron con patatas fritas y aceitunas. Hablaban y reían en el
apartamento, y cuando sonó una canción en la radio, los dos se pusieron a
bailar como si estuvieran en una discoteca. Entonces sonó el teléfono. Era
Juan Daniel. Quedaban algunos asuntos sueltos. Tenían que volverse a ver
para liquidar temas de patrimonio con hacienda.
Rebeca le dedicó más de cuarenta minutos. Y cuando finalmente
colgó, cuando Rebeca se plantó frente a Alberto, le dijo él:
_ No crees que por deferencia deberías haberle dicho que estabas ocupada...
Alberto había estado en la terraza distrayéndose con los juegos de los
niños en el jardín. Pensaba no darle importancia al hecho. Pensaba levantarse
en cuanto terminara el parlamento y besarla para a continuación tenderla en
la cama pero la mirada de pícara con la que Rebeca apareció en la terraza y
el tono escondido de la charla en algunos momentos le hicieron comentar el
asunto.
_ Juan Daniel todavía forma parte de mi vida –sentenció Rebeca.
Alberto no esperaba semejante respuesta que lo cortó.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Al día siguiente, miércoles 1º de agosto, Alberto firmó un nuevo contrato


laboral con la empresa de formación y se dispuso a visitar a Elvira. Quería darle
un último abrazo y firmar la baja en la empresa. Llamó a Rebeca para darle la
noticia. Como ella estaba en la Seguridad Social, a escasos metros,
convinieron en encontrarse.
Rebeca acompañó a Alberto en su automóvil con el semblante
contraído. Estaba muy tensa y Alberto la animó a hablar.
_ ¿Qué tiene mi Rebeca?... –y ante su mutismo prosiguió-. No quiero una crisis
en nuestra relación de pareja. Tomate tu tiempo. Vuelve a mí cuando te hayas
recuperado. Yo te voy a seguir aguardando... te lo pongo fácil.
_ Es que... la firma del contrato de alquiler, la visita formal a mis padres, la
placa del buzón con nuestros nombres, la tramitación de la tarjeta de
residente para mi Volvo... ¡quiero estar sola! Me siento sobrecargada...
_ ¡Cortemos! Creo que es lo mejor para ti... Mira, yo no quise sobrecargarte con
mis problemas domésticos o mi angustia laboral. No tienes porque cargar con
mis temas laborales y asuntos de convivencia. Tengo que ser consecuente con
aquél decálogo que intento cumplir a raja tabla. Pero lo de visitar a tus padres
en tu ausencia fue idea tuya.
_ Tienes razón, yo promoví la visita.
_ Yo no te puse una pistola en el pecho para que firmaras el contrato del
apartamento.
_ Es cierto –Rebeca evitaba sus ojos que la buscaban incesantemente.
_ Rebeca, si no puedo abrirme a mi pareja, si no puedo contarle mis
inquietudes, ¿dónde está la relación? Y si contarte mis sentimientos te angustia
y sientes presión, ¿no es mejor la distancia? Crees que me gusta decirte que
terminemos. Que lo dejamos. Que no nos veamos ni nos llamemos ni nada en
absoluto por un tiempo, ¿crees que me gusta? ¡Me duele el alma!
_ Pero sepas que yo no siento que estemos terminando...
_ Nunca ha sido mi intención atosigarte Rebeca. El esfuerzo sobrehumano que
hago no lo valoras, porque soy un impaciente que ha aprendido a sosegarse y
no pretendo empujar las montañas, pero mi naturaleza es dinámica. Si algo
puede moverse, ¿por qué no avanzar? Pero tú necesitas tu tiempo... y siempre
me lo advertiste, desde el principio, tienes razón!! Me ato las manos, por
supuesto cariño.
_ Tengo que averiguar si eres un peldaño o una caja de cartón –le espetó de
repente. Y sin darle tiempo a reaccionar le comunicó-, la próxima semana voy
a estar en Madrid en casa de Manuela para resolver lo de los papeles de
hacienda con Juan Daniel.
Antes de conocer a Rebeca, evaluando sus últimos siete años en el
extranjero, Alberto era una persona “feliz” estando sola. Era un solitario metido
en mil proyectos humanitarios como el mejor amigo solidario en la India, pero
desde que la conocía, había querido reorientar su vida, plantar sus piernas en
la tierra como raíces para encontrar el equilibrio en una vida dichosa y con
bienestar. Era lógico que quisiera emprenderla cuanto antes, pero también era
cierto que nada podía exigirle antes del 31-12 porque esa era la fecha
pactada. Y Alberto debía superar el calendario como fuera. Todavía tenía que
ver muy probablemente como encontraba trabajo y se independizaba de su
casa para vivir sola. Alberto intuía que Rebeca iba a proceder de esta
manera. Y creía que era una forma sensata de recuperarse completamente.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Si Rebeca necesitaba irse a Madrid toda una semana para resolver un


asunto que le llevaría una mañana es que en verdad huía de su familia y de él,
y en cuanto pueda se marchará a vivir sola lejos de sus padres y de Alberto. Y
se guardó de contarle los planes que había hecho con Manuela para pasar
juntas las vacaciones.
_ De nada me sirve explicarte que necesito consolidar nuestro proyecto si lo
que denomino “nuestro” no es tuyo, porque no lo quieres ahora. No te seduce
lo suficiente. O sientes que se abalanza sobre ti con demasiada rapidez. A mí
me hace bien saber que es un proyecto viable, interesante, prometedor, que
es bueno y es bello y, repito, es posible!! Y sin embargo no debo obsesionarme
con una vida en pareja contigo Rebeca.
Alberto le pidió que extendiera sus manos con las palmas mirando al
cielo. Puso las suyas encima y le dijo:
_ Gracias por dejarme participar en tu vida. Lo que es mío se queda conmigo y
lo que es tuyo te lo devuelvo.
Y depositó algo invisible en sus manos para a continuación ayudarla a
cerrarlas.
_ ¿Qué es? –preguntó intrigada Rebeca.
_ Tu libertad –respondió Alberto.

Después de hablar con Elvira. Después de firmar los documentos de baja y de


haber recogido los comprobantes de pago del impuesto del IVA y de haberse
despedido afectuosamente de los compañeros, Alberto repasaba la plática
mantenida con Rebeca camino del apartamento. Todavía no lograba asimilar
lo sucedido horas antes. Y sin embargo, mientras subía por las escaleras
pensaba que encontraría a Rebeca dentro. Pensaba que habría preparado la
comida y se habrían sentado en la mesa para conversar toda la tarde sobre
las cosas que los unían y los distanciaban. ¿Absurdo? ¡Pensó que Rebeca
había regado ese día la planta!
Al entrar en el apartamento, recogió todos los elementos que le
recordaban a Rebeca y los introdujo en un cajón. Incluso apagó el teléfono
con la voluntad de no volver a encenderlo durante un largo tiempo a pesar
que le había dicho Elvira y Silvia incluso Juan que lo llamarían para salir durante
el fin de semana.
Alberto comió y estuvo repasando algunas de sus notas. Pero no podía
dejar de mirar el reloj; cuatro de la tarde (todavía comiendo tal vez), cinco
(seguramente durmiendo), seis, seis treinta, siete. Y a las siete fue corriendo al
cajón para rescatar el teléfono y lo encendió rogando para que Rebeca lo
hubiera llamado esperando poder ir juntos al cine esa misma tarde. ¡Nada!
A las siete treinta estaba pendiente de cualquier ruido de zapatos por el
corredor para atender la apertura de la puerta. Pero transcurridas las ocho, ni
había llamado Rebeca ni había llegado al apartamento, y Alberto estaba
seguro que ya no lo haría. No se despedirían sin el sabor agrio con el que se
habían dicho adiós.

A las diez de la noche, Alberto recordaba como habían agitado sus manos en
alto desde la distancia antes de que entrara en la oficina de Elvira.
Pensó: “Y sólo se me ocurre escribirte... No tengo idea de cuando vayas
a leerlo. Ni tampoco tengo la seguridad de que lo hagas un día. Pero necesito
decirte cosas, y, Internet es una especie de fedatario público para las fechas.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Alberto bajó al ciber-café de la esquina. “Necesito que entiendas qué


es lo que pretendo: Hoy me has dicho que necesitas entrar y salir y hacer lo
que quieras cuando quieras, es decir, una vida de soltera. Quieres tiempo para
ti, porque me dices que te sientes presionada porque todo va muy deprisa. Y lo
definitivo ha sido el afirmar que estás confundida y quieres averiguar si soy “la
caja de cartón” o “el peldaño” es decir, que desconoces la naturaleza de tu
verdadero sentir hacia mí. Quieres comprobar si puedes estar sola. Bien. Es tu
decisión. Entonces tienes que comprender que no me dejabas ninguna otra
salida más que poner el freno de mano y detener el vehículo de nuestra
relación.
“Por tal motivo te he dicho que cortemos... para que no te sientas ni
atada ni obligada a mí. Pero te lo ruego Rebeca VEN A MI CUANDO ESTES
PREPARADA. TOMATE TU TIEMPO. TE AMO.
“Estar a mi lado te crea angustia porque me sabes solo. Yo no puedo
dejar de decirte lo que siento y actuar como pareja reforzando a diario
nuestra relación. Simplemente no puedo. No me hagas que salgamos como
amigos. Eso ya lo hice en Madrid. Eres la mujer de mi vida, no un amiga, y
como la mujer de mi vida con la que quiero envejecer es como deseo estar a
tu lado.
“Te vas a Madrid con Manuela, de acuerdo, comprendo que la
situación te asfixia y que necesitas tiempo y espacio. Lo tienes Rebeca.
Disfrútalo. Yo mientras tanto anoto en mi mente tres palabras: Fe, Esperanza,
Paciencia. Alberto”.
Y justo cuando iba a apagar la sesión del ordenador comprobó que
tenía un mensaje de Rebeca en su bandeja de entrada. Rápidamente lo
abrió. Decía lo siguiente:
“Hola cielo!!! En estos momentos sé que no me encuentro nada bien por
todo lo que se va aconteciendo. Siento agobio, presión por ver una situación
de la que no termino de escapar y ya estoy en otra. No me tengo a mí para
decidir qué hago en cada momento, qué rumbo quiero tomar. Posiblemente
todo sea producto de mi encuentro personal, pero te lo dije desde el primer
momento... Necesito tiempo para mí. Has estado ahí siempre al pie del cañón,
jamás podría achacarte nada porque eres el hombre perfecto, ese hombre
hecho cielo del que me hablaste y he entendido a que te referías con ello. Te
agradezco todo lo que haces por mí y la intensidad con la que me amas, pero
te engañaría a ti y a mí si no soy sincera con mi necesidad inmediata. Te amo
y no lo dudo pero quiero estar al 1000% para poder mirarte cada día sin ningún
tipo de presión interna. Sólo espero que lo entiendas. Es más o menos lo mismo
que te escribí en la nota que te dejé encima de la cama cuando te operaron
de la rodilla. Sé que debo proseguir con mi proceso interno y que nada ni
nadie me distorsione mi propio yo. Te deseo todo lo mejor del mundo, te amo
con toda mi fuerza interna pero estoy aprendiendo a amarme a mí misma y
para ello me necesito a mí. Te amo y un beso. Tu niña Rebeca”.

* * * *

Libre, con el resto de su vida por delante, Rebeca se afanaba en hilvanar la


aguja para tejer la historia porque había una parte de ella que sabía, que

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

conocía los secretos, que se movía adentro y estaba alerta deseosa por salir y
ser completamente prospera.
Esa parte no era inexpugnable, aunque a menudo pueda ser
difícilmente explicable debido a que sus matices se escapan en más de una
ocasión, sobre todo cuando nos quedamos cruzados de brazos; a no ser que
busquemos ese lenguaje en la poesía, la música, el cuento, la mirada, la
caricia, y nos llegue de soslayo la lección.
Las cosas que todavía no son, ya son en nuestros adentros. Palpitan y
brincan con su peculiar consistencia. Este hecho antiguo permanece
imperturbable al igual que la redondez de la Tierra. No tienen edad. Y su
espacio está reservado al alma que despierta en vida para emanar frondosa
vida. ¿Qué si es un disfraz? ¿El alma?
El alma es inimitable, no puede concebirse en serie. No hay industria
tecnológica que la fuerce. En el alma descubrimos algunos símbolos que no se
ocultan en la literatura, la pintura, el teatro, en el Tarot o el I Ching. Su finalidad
no puede contemplarse a lo largo del día ajetreado, acompañados,
sacudidos, hipnotizados, si no en el silencio de los ojos cerrados, por eso al
dormir es tan conveniente conectarse y a veces, al día siguiente, despertamos
cansados y agotados por la expedición. Podemos apartarnos de lo mundano
y de la porquería que envilece, de las palabras que engañan y los gestos que
traicionan, para ofrecernos la posibilidad de pasear alrededor de la luna y las
estrellas con ella, con el alma insuflada de espíritu.
Y redimida tras la resurrección, totalmente purificada, sin ningún tipo de
secuelas ni complejos, asumiendo el pasado y abordando el futuro como un
bucanero que viaja por los mares del sur, se concentraba en el presente
rebosante de vitalidad.
Quería ejercer la soberanía sobre su vida. ¿Encontrará Rebeca a un
compañero con la suficiente paciencia y el ingenio preciso para entender su
honda naturaleza que guarda bajo el duro caparazón?
Únicamente se arrojará a los brazos del hombre capaz de leerle el
reverso del corazón, alguien capaz de escucharla sin que diga a continuación
“qué bobada”; una persona que, en verdad, le convenga porque la
reconforta, porque camina junto a ella en vez de unos pasos por delante sin
dirigirle la palabra.
Si encuentra a este hombre, lo hará objeto de su devoción, y le será
completamente fiel, consagrando su vida a él, el candidato ideal, aquel que
prometa esforzarse y aceptar sus misterios volviendo una y otra vez a ella ajeno
a la distracción. ¿Quién, si no el genuino ser que apareció en sueños de luz
intensa que deslumbraban podía dejarse conmover por el alma de esta
mujer? Aquella luz cegadora de la que tuvo que protegerse ella para que se
fueran acostumbrando poco a poco sus ojos para no cegarla en ese paso a la
vida, había sido capaz de ayudarla a desenredarse y soltarse para
transformarse en mariposa. Aquel hombre que apareció de la nada, siempre
estuvo cerca y le dijo una y otra vez: “Haz lo que creas que tengas que hacer”.
Y le dijo: “Puedes contar conmigo”. Y le aseguró también: “Tenemos un
proyecto común”.
La inspiración y la imaginación transmiten una riqueza suprema, pero
hay que acercarse hasta el punto de querer mancharse las manos, hasta el
punto de que no importe el resultado si sabes que estás obrando bien. Ceder a
la alternativa de ahogarse no es permitir a la intuición que se exprese en

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

libertad. Es mejor chapotear aunque no sepas nadar. Pero, y después…


¿enseguida después del éxtasis se regresa tambaleando con la cabeza llena
de inestabilidades y el corazón confundido?
Cuando se regresa de semejante expedición al fondo de sí mismo, se
puede perder el juicio y peregrinar por el mundo sin rumbo fijo. Puede volverse
cínico e irónico quien no ha entendido. O puede exaltarse en un alud de
vocablos desenfrenados incomprensibles e incoherentes. Sin embargo, al igual
que ella, se puede, se logra el bien y se alcanza la salud del alma cuando se
ponen por escrito ciertas respuestas a preguntas complejas y, sobre todo,
cuando se consigue formular las preguntas más incrédulas y sofisticadas,
entonces nace el profeta que descubre su misión y sabe cómo dibujar la vida
plena. Averiguar la esencia de lo que la propia alma alberga es la grandeza
personificada. Y si se refleja todo ese mundo interior en el hogar, no hay triunfo
que se le iguale. Actuar desde la naturaleza más profunda es lo que había
decidido Rebeca por fin.

Alberto se sumergió en su nuevo trabajo, pero durante el fin de semana no


podía evitar continuar hablándole a Rebeca.
“Me encanta que te denomines mariposa y que lleves pendientes de
mariposa y quieras una pegatina de mariposa para tu automóvil, pero... no
puedo evitar recordar cuando y por qué te denominé mariposa y por qué hoy
te llamo con agrado mariposa que quiere vestirse de luna llena.
“Tienes mucho tiempo durante el mes de agosto. No dejes de ir al
gimnasio a diario y, por la tarde, si no tienes dentista o compromisos sociales,
visita nuestro apartamento. Lee. Y escribe cariño. Y piensa en cuando serás
verdaderamente una mariposa vestida de luna llena, porque ahora... eres solo
mariposita linda.
“Cierto es que la placidez como la presión que tu casa ejerce sobre
cada uno de tus movimientos, casi te asfixian. Pero no olvides que para volar,
para agitar tus alas de mariposa, debes aceptar la responsabilidad de tu
libertad y la conciencia de tus derechos recuperados.
“La mariposa empieza a agitar las alas sabiendo que puede volar, y es
lo que todavía estás haciendo cariño. Y pasarán varias semanas. Y será
determinante tu independencia laboral. Sólo entonces, la mariposa dejará el
capullo y será mariposa con una flor a la que llegar.
“Intuyo que ya preparas la luna llena porque diste un paso importante al
poner tu nombre junto al mío en el contrato de arrendamiento, ¿te
arrepientes?
“Y yo te pregunto ahora: ¿tienes claro tu destino definitivo? ¿soy semilla?
“Ciertamente, para ser mariposa vestida de luna llena te queda todavía
una etapa, una bajada a lo más profundo de ti misma sin sicóloga que te
acompañe.
“Espero que no te quedes atascada en tu proceso de iluminación. No
es el momento de rendirse Rebeca. Hemos llegado muy lejos. Todavía hay
tiempo hasta el 31 de diciembre, pero no quites el pie del acelerador por
favor.
“Tienes el resto de tu vida, ¿qué vas a hacer con ella? ¿deseas un
paraíso?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Y más preguntas: ¿de verdad quieres ejercer la soberanía sobre tu


vida? ¿Te arrojarás a mis brazos en cuanto nos veamos? ¿Me harás objeto de
tu devoción?
“Yo te prometo esforzarme y aceptar tus misterios.
“¿Cómo va tu herida? ¿Cicatriza? ¿Estás dispuesta para el nuevo
desafío?”.
“No te confundas. Analiza el sentimiento. Confirma que se trata de
verdadero amor. Que jamás tengas que darle la razón a tu familia aceptando
que volviste a confundirte, a ir demasiado rápido, a equivocarte.
“Hoy te llamo con agrado mariposa vestida de luna llena porque en mi
opinión, ya estás preparada, pero es solamente mi opinión. Mi percepción.
Decide tú cuando estarás en condiciones de dar el gran paso a tu nueva
etapa de vida”.

Y llegó el miércoles 8 de agosto. Alberto lo había aguardado con ansia. Sonó


el despertador a las seis de la mañana. Salió a correr. Se afeitó y se duchó.
Desayunó y, después de hacer la cama le escribió un SMS a Rebeca: “Te
comprendo. Te respeto. Confío en ti. Y te amo siempre Rebeca. Alabo tu
voluntad de curarte para mejorar. Feliz día nuestro cariño. Carpe Diem”. Pero
no sucedió lo que siempre sucedía. La inmediata respuesta no llegó.
Alberto se marchó a trabajar y dejó que pasara el día y, doce horas
después, otra vez a las ocho en punto, envió un mensaje en vez de llamar por
teléfono: “No es importante sentir amor. Lo fundamental es la capacidad de
desplegarlo, desarrollarlo y mantenerlo. Yo te amo con esta capacidad de
trabajo y de sacrificio Rebeca. Eres la emperatriz de mi universo!!”. Pero
tampoco hubo respuesta en esta ocasión.
Alberto bajó al videoclub para intentar quemar un par de horas. Quería
darle tiempo a que respondiera antes de llamarla por teléfono. Pero a las diez
de la noche, tuvo que llamar porque el silencio de Rebeca era atronador.
_ No es hoy un día suficientemente importante para que tú y yo nos
comuniquemos...
_ ¡Qué quieres! –el tono de su voz fue peor que un disparo.
_ ¿Qué ocurre Rebeca?...
_ Me tomo mi tiempo. Estoy replanteándomelo todo.
_ ¿Todo?... pero... todo ¿TODO?
_ No quiero que vuelvas a llamarme –su tono era tajante.
_ ¿Estás con alguien?... –se atrevió a preguntarle.
_ Estoy con Manuela.
_ Dile que se ponga por favor.
_ ¡No! –la negativa de Rebeca fue rotunda.
_ Has conocido a alguien... es eso... dime, contesta –Alberto casi suplicaba.
_ Estoy con alguien que conocí hace tiempo –afirmó ella.
_ Está conmigo... ¡qué pasa! No vuelvas a llamar nunca más.
¡Chack! La línea se había cortado.
La voz de un hombre había surgido para romper el diálogo.
¡Era la voz de Juan Daniel!
Alberto salió sin pensarlo dos veces con su pantalón corto dirección a la
casa de los padres de Rebeca. Corrió sin detenerse con el corazón pegado a
la espalda por las calles de Jerez de la Frontera.
Cuando abrieron la puerta se asustaron por su estado de agitación.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Por favor... hagan algo... pero que Rebeca no vuelva a cometer el error. ¡Está
con Juan Daniel!
Los rostros de los padres de Rebeca se tornaron pálidos.
_ A mi no me importa que no este conmigo si ella no quiere estar conmigo
pero por Dios... que no vuelva con ese ogro. ¡Ayuden a su hija!
Sus padres fueron incapaces de articular palabra ante la noticia que los
abrumó.
De regreso a su apartamento, Alberto se sirvió un güisqui. Y luego otro. Y
todavía se sirvió un tercero sin hielo para tomárselo como si fuera un vaso de
agua. Nunca antes se había emborrachado pero no lograba conciliar el
sueño. Rebeca le hacía hacer cosas insospechadas incluso para él.

Dos días más tarde Alberto seguía borracho de estupefacción. Le escribió un


e:mail:
“Hola emperatriz!! Estoy totalmente desconcertado. En completo
estado de shock desde el miércoles. No entiendo que ha pasado. Y lo que no
entiendo es que me consta que eres una persona que te gustan las cosas bien
hechas, eres educada y cortés, amable, y sin embargo, me tienes en ascuas...
¿no merezco una explicación? A continuación de lo sucedido, ¿no hubiera
sido lógico que al día siguiente me llamaras?
“Respecto a mi comportamiento... ten en cuenta que hacía una
semana que no hablábamos y el día ocho es una fecha significativa (no podía
dejar de comunicarme contigo, llevaba días pensando en cómo felicitarte).
Qué fácil hubiera sido que respondieras al mensaje de las ocho de la mañana
durante el curso del día si no podías en ese momento con un -Estoy bien! Me
tomo mi tiempo-. Ya no te hubiera mandado el siguiente mensaje doce horas
más tarde, pero intuí que algo no andaba bien. No es propio de ti el silencio.
“Decidí escribirte a las ocho de la tarde en vez de llamarte (no te llamé
para que no te sintieras acosada). Te escribí y aguardé. Y aguardé dos horas
más Rebeca, pero otra vez tu indiferencia, no sé, pensé mil cosas, que algo
malo te había sucedido (temí un accidente). No pude aguantarme y te llamé
dos horas más tarde porque estaba realmente preocupado, y, sorpresa, jamás
esperé encontrarme con tu frialdad. Supe de inmediato que estabas con
alguien. Qué fácil hubiera sido que me dijeras algo así -Alberto, no puedo
hablar contigo en estos momentos. Te llamaré mañana-. Yo hubiera finalizado
la conversación respetándote una vez más, pero sabiendo que estabas bien y
que nada malo te había pasado.
“Primero me dijiste que estabas con Manuela, y luego con alguien que
conocías de hacía tiempo, ¿por qué engañarme? ¿hay algo que ocultar
Rebeca? ¿Por qué no me dijiste sin titubeos que estabas con Juan Daniel? Tú
siempre has sido franca y directa. Y me pediste que no te llamara más... ¡a mí!
como si yo fuera alguien que has conocido en una discoteca y te llama por
teléfono a cada rato para ligar siendo molesto hasta el incordio.
“¿Qué significa que vas a replantearte TODO?
“Replantearte algo equivale a decir que la dirección actual se
modifica.
“En el apartamento afirmaste que Juan Daniel todavía formaba parte
de tu vida. ¿Estás pensando en regresar con Juan Daniel? ¿es eso?”.

99
LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Pasaban las horas y Alberto cada vez estaba más roto, no sabía si Rebeca
seguía en Madrid, no sabía si seguía con Juan Daniel. Siempre le había dicho
“No dudes de mi sentimiento”... le había dicho en la playa del Puerto de Santa
María abrazados en el mar “No tengas dudas Alberto”. Pero Rebeca le hacía
dudar. Y su silencio lo mataba. No dormía. No comía. Le costaba disimular
durante su jornada laboral. Caminaba encorvado mirando el suelo. Tenía una
presión en el pecho que lo agarrotaba. Y se preguntaba una vez tras otra por
qué cortaba el diálogo que siempre los había caracterizado.
Cada espacio de tiempo que Rebeca le había solicitado desde que se
conocían Alberto se lo había respetado. Pero como ahora no comprendía su
actitud, como no le explicaba la naturaleza de las cosas, lo hería
deliberadamente y gritaba en la noche: “¿Por qué me dañas? Yo siempre te
he tratado bien Rebeca. Y tú me has dicho cosas como... dónde has estado
todo este tiempo... eres el rey de mi futuro hogar ... nadie me hace el amor
como tú”.
Rebeca le había escrito un SMS a su llegada a Madrid: “Volveré a ti
cuando esté preparada. Te amo Alberto! Te hecho de menos no sabes
cuanto. Volveré recuperada y entera. Un beso amor”.
¿Cómo no estar desconcertado? Alberto no comprendía que había
sucedido. Y como no le hablaba pensaba que quizás ya no quería regresar a
su lado porque había decidido recuperar la vida de Madrid junto a Juan
Daniel.
Alberto no reprimió una sola lágrima intrépida de las que lavan el alma:
“Te ruego no cortes el diálogo. Aceptaré cualquier circunstancia que me
plantees, pero no me obligues al silencio que me hace imaginar cosas
horribles. Te lo ruego Rebeca. Ten caridad y no me dañes. ¡Hablemos!”.

El sábado por la mañana, Alberto limpiaba los cristales de las ventanas y los
espejos con afán de mantenerse ocupado cuando sonó el teléfono. Era la
madre de Rebeca.
_ No está con Juan Daniel... habrá sido algún amigo que te ha gastado una
broma. Seguro que no está con Juan Daniel porque acaba de marcharse con
Manuela y unos amigos de Madrid a pasar unos días a Barbate.
_ No sabe cuanto me tranquiliza y lo mucho que le agradezco su llamada.
¿Puedo visitarlos el domingo?
_ Claro que sí, tú eres bienvenido siempre niño.
Inmediatamente visitó el ciber-café de la esquina para escribirle.
“Hola mi niña!! Tiempo para ti, claro que sí. No voy a distorsionar tu
proceso interior. Tienes mi apoyo y mi bendición. Solo espero que encuentres la
luz suficiente para ver las cosas con claridad.
“Tienes derecho a estar con quien tú elijas estar. Lamento haberte
importunado. Hubiera preferido que nadie me colgara el teléfono. No me
gusta que me dejen con la palabra en la boca, ¿no tienes remordimientos por
eso?
“No estés a la defensiva conmigo, por favor.
“Siéntete libre de ser tú. Y orgullosa de haber recuperado tus derechos.
Respeto tu espacio vital. Y te amo siempre Rebeca”.

Alberto había regado a diario la planta que habían comprado juntos. La había
acercado a la venta para que le diera el sol, apartándola de la ventana

100
LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

cuando el sol calentaba demasiado. Le abría la ventana para que se


refrescara por la mañana y también un rato antes de que entrara la noche, y
le costaba desprenderse de la hermosa planta, pero decidió llevársela a su
madre para que pudiera anidar en esa tierra que abonaba Rebeca.
Alberto llegó vestido con una de las camisas que le regaló Rebeca. En
su muñeca lucía una pulserita de cuero que le había comprado en Tarifa y
finalmente le había entregado la última tarde que estuvieron juntos en el
apartamento.
El día transcurrió feliz ¡parecían una familia unida! ¡Y cómo le agradaba
esta sensación de unidad y arraigo a Alberto! Incluso le permitieron estar un
rato a solas en la habitación de Rebeca.
Alberto ayudó a recoger la mesa después de la cena, pero la madre no
quiso que fregara los platos; algo a lo que Alberto estaba más que
acostumbrado, no tenía dilemas machistas. Tomó café con el padre en el
porche hasta que llegó Manolo, entonces aprovechó la interrupción para
marcharse agradeciendo el convite.

Alberto seguía practicando yoga y, al menos, durante las sesiones, se


encontraba bien. Y tenía motivos para sentirse bien por que su actividad tenía
poco que ver con su anterior empresa.
_ La venta es buscar dinero y acumularlo –le dijo José María a Alberto
tomando un fino en el bar de la esquina de la oficina.
Alberto escuchó a su compañero sin explicarle que no era
precisamente dinero lo que buscaba. No lo estimulaba el hecho de tener que
buscar clientes para cerrar operaciones cuantiosas en relación al elevado
número de alumnos. Comercializar cursos, al final también era vender. No se
trataba de una venta tan agresiva como la puerta fría domiciliaria pero la
finalidad era bastante similar. Había que cerrar un trato. Realizar un acuerdo.
Un pacto. ¿Y cómo sabía Alberto que los contenidos del curso eran buenos?
¿Cómo saber si el profesorado estaba capacitado? ¿Cómo comprobar que
los plazos se cubrían y los certificados de titulación estaban homologados?
Quizás por ello se acentuaba su ánimo desvalido y aprisionado.
Alberto quería desarrollar lo que había encontrado en el Tíbet. Quería
dar continuidad a las actividades desempeñadas en la India durante años.
Quería poner en práctica su filosofía al más alto nivel, integrándola en la
sociedad.
Dos días más tarde, cuando ya se habían relacionado más y se
conocían un poco mejor repitieron el ritual de tomar algo para cerrar el día de
trabajo.
_ Pero Alberto, todo en la vida es venta –le dijo José María cogiendo el asa de
la taza de café-. Si pretendes que la gente actúe de una manera
determinada tendrás que venderle esa idea.
_ Voy a decirte algo... creo que el uso continuado de las herramientas, tipo
GPS, Internet, Televisión, etc que la actual sociedad pone a nuestro alcance, a
su vez nos convierte en piezas del engranaje capitalista que fomenta lo
artificial y el vacío humano en favor de la tecnología. No sé si me estoy
explicando...
_ No sé si quiero entenderte Alberto. A veces es mejor dejar las cosas como
están.
_ Pero si no creo en lo que hago... ¡soy incapaz de transmitir confianza!

101
LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Y eso lo detectan enseguida los clientes –señalo José María.

Conforme avanzaban los días, al persistir el silencio de Rebeca, Alberto optó


por someterse a un riguroso examen. Se dijo: “Qué fácil es decir te comprendo,
¿pero te comprendo realmente Rebeca?
“Tu proceso interior se ha visto obstaculizado al desbordarse el mar de
los acontecimientos. El aplazamiento en cortar con la situación de Madrid y la
precipitación de firmar el contrato de arriendo conmigo sin apenas tener un
empleo te ha agobiado. Te sientes zarandeada por los acontecimientos que
no te permiten ser dueña de tus actos. Esta circunstancia que confluyó en el
mes de julio te atrapó. Y sentiste que te ahogas porque no sales de una
relación que ya estás metida en otra relación y, ¿dónde queda el espacio
para recuperarte? ¡¡Necesitas tomar aire fresco!!
“Estás analizando tu sentir y quieres estar en armonía con aquello que
realmente te satisface y deseas. Quieres empezar desde cero porque sabes
que un futuro maravilloso te aguarda (y eso implica hacerlo con el terreno de
tu corazón limpio y puro).
“Decidiste no morir en vida y ahora pides VIVIR. Levantarás cabeza!!
“Tú sabes quién eres (una mariposa camino de la luna llena) y sabes
perfectamente a dónde vas (al hogar que llenar de amor donde se respire el
bienestar y la paz). Pero entre estos dos lugares existe un puente que hay que
atravesar (y tienes la certeza de que será imposible si antes no resuelves ese
“amarte a ti misma” que has postergado con los años radicando ahí parte del
problema de haberte subordinado a otros olvidándote de ti misma).
“Lo que te sucede no es más que tu segundo descenso al desierto del
alma donde solo estás tú. Tienes que recorrer ese trayecto sola mirando como
pones un pie tras otro con firmeza hasta el final (donde aguardo yo con los
brazos abiertos).
“Llegar hasta mí no te será fácil, pero si lo consigues, será la salvación
de tu alma, de tu existir en esta vida (las dos almas gemelas destinadas a
amarse se reencuentran por fin).
“No hay prisa cariño. Tus temores al regreso de Algodonales a que yo te
pidiera de vivir juntos eran injustificados. Ya por e:mail te decía que durante
agosto recuperaras el gimnasio y a tus amistades con la intención de
garantizarte tu espacio vital pero sin dejar de compartir pequeñas cosas
contigo (te había inscrito a las clases de yoga para que fuéramos juntos los
martes y jueves). Y te indiqué el domingo a tu regreso que sería imprudente
por nuestra parte vivir juntos por ahora, ¿recuerdas? Necesitas sentirte
independiente, necesitas un empleo, necesitas participar en el hogar. Te
conozco. Y aprecio tus cualidades humanas Rebeca.
“El apartamento está a nombre de los dos porque así lo siento como
nuestro, de los dos, pero tú tienes todos los privilegios y ninguna obligación. Yo
corro con los gastos y me encargo de su limpieza, pero tú tienes las llaves para
entrar y salir cuando quieras y las veces que quieras!”.

Al regresar de su trabajo, Alberto no tenía ganas de ponerse a cocinar y no


quiso encender la televisión. Prefirió prepararse un caldo de pollo que
simplemente calentó, y ya en la cama, prosiguió con la tarea de
autoevaluación. Se dijo: “Qué fácil es decir te respeto, ¿pero te respeto
realmente Rebeca?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“No puedes plantar ninguna semilla sin abonar antes el terreno.


Necesitas tiempo para ti (tiempo para tratar correctamente las secuelas
emocionales sufridas a causa del divorcio; tiempo para encontrar los motivos
que te alientan a tener nuevamente una pareja; tiempo para confirmar que
estás preparada para entregarte por entero a alguien).
“Tu necesidad inmediata es la de dedicarte tiempo. Ya me lo advertiste
en Madrid... -querré estar una temporada sola-. Y en la distancia me he
mantenido dejándote tranquila todos estos días, semanas, porque necesitas
atenderte y yo te respeto.
“Nadie que no se ame a sí mismo puede amar a otra persona (nadie
puede proporcionarte una sensación de plenitud si tú misma no te sientes
plena). Cómo no comprender esta necesidad vital.
“Sales de una prisión de cinco años y quieres unas vacaciones; libertad
para hacer lo que quieras cuando quieras. Es lógico. Ahora no quieres
responsabilidades ni obligaciones sino únicamente diversión. Salir con los
amigos. Es verano. Está bien!! Creo que mi comportamiento a lo largo del mes
habla por sí mismo Rebeca.
“Desde que iniciamos esta aventura juntos siempre he sabido cuál era
mi lugar, y ahora más que nunca debo permanecer ahí: al margen. Cerca,
pero no demasiado. Al pie del cañón, pero sin que aprecies mi presencia. Y
eso hago amor de mi vida preciosa.
“Pero no me cruzo de brazos a esperar. Reflexiono. Profundizo en
nuestra relación de pareja.
“Y quiero tranquilizarte por si piensas que voy a coartar tu libertad.
Recuerda que le dijiste a la sicóloga al regresar de nuestra corta luna de miel
en Conil que te gustaba como me mostraba contigo porque -siempre cuenta
con mi opinión y quiere que sea yo misma-. Sabes que valoro cada milímetro
de ti. Y te consta que intento comprender tu naturaleza para protegerla y
salvaguardarla.
“Yo no te digo como tienes que hacer las cosas o le que debes decir o
pensar. No necesitas mi consentimiento o aprobación para ser tú misma.
Nada hago por avergonzarte o para que te sientas culpable.
“Nunca he querido usarte como papel higiénico. Yo no te digo que le
das demasiadas vueltas a los asuntos, ni te he insultado. No te levanto la voz.
Intento que mi lenguaje sea apropiado y sosegado.
“Yo no te desprecio ni jamás haré para que salgas huyendo de mí.
Jamás te acusaré de ser gafe o traerme mala suerte, al contrario, me siento
afortunado por todo cuanto eres y representas en mi vida.
“Y respeto a tu familia que ya siento como mía. Me gustará
frecuentarlos y que ellos frecuenten nuestro hogar”.

Y al día siguiente, después de su trabajo, nuevamente se dispuso a conversar


consigo mismo pero no se tendió en la cama. Esta vez Alberto se sentó en la
mesa y tomó un bolígrafo y un papel dejando a un lado su diario:
“Qué fácil es decir confío en ti, ¿pero confío realmente en ti Rebeca?
“Quieres estar bien contigo misma. Cómo no voy a darte un voto de
confianza!! Antes o después te curarás y estarás bien, y este hecho garantiza
el éxito de nuestra relación (para que puedas darte a mí de forma blanca y
limpia). Tus convicciones y todo cuanto integra tu ser y te hacen tan

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

excepcional e irrepetible son tuyas y puedes aprovecharlas para enriquecer


nuestra relación (nunca te olvides de ellas).
“No puedes establecer ningún compromiso formal sin antes
comprometerte con la autentica Rebeca, lo sé!! Y confío en tu capacidad
para salir adelante. Has demostrado ser una mujer muy fuerte. Tu virtud te
honra. Tu dignidad también. Y tu bondad.
“Confía en ti misma Rebeca. El fracaso de tu matrimonio tiene poco
que ver contigo (era imposible que funcionara cuando el amor era egoísta y
exigía en cada esquina de la casa la humillación).
“Tal vez crees que te faltan las fuerzas para iniciar el trabajo y el
sacrifico que requiere una relación de pareja, pero yo confío en tu potencia.
Me gusta tu forma de ser, alabo tus fortalezas, y no rechazo tus debilidades.
Tienes un montón de capacidades buenas.
“Accede a tu amor propio y no escondas bajo el duro caparazón
ninguna emoción. Será la manera de abrazarte por dentro y ganarte la luna
llena Rebeca. Tu prioridad es amarte tú, claro que sí !!
“Yo sé que pronto estarás convencida del amor que te procesas y
segura de haber superado cualquier dificultad emocional; detrás de este luto
obligado que quizás todavía le cuesta alejar el reproche y todo el rencor.
“Confío en que serás capaz de sostener el compromiso para tejer un
lazo sólido entre ambos, porque confío en la inmensidad del sentimiento que
albergas en tu corazón. No dudo de la pureza de tu amor. Y a mí también me
encanta la intensidad con que me amas.
“Confía como yo, y no te sientes paralizada para agitar tus alas de
mariposa y volar hacia la flor (el hogar que te propongo).
“Y confía en mis buenas intenciones. No consideres esta carta una bala
de presión psicológica. No puedo dejar de ser honesto y hablarte de lo que
me inquieta. ¿Te acuerdas cuando los domingos nos preguntábamos el uno al
otro -lo mejor- y -lo peor- de la semana para conocer nuestras emociones y
descubrir la personalidad del otro? ¡¡Cuántas veces nos reímos juntos!! Cómo
te extraño... ”.

Alberto continuaba con su ritual tras finalizar su jornada laboral. A falta de


poder hablarle, le escribía a Rebeca.
“Ven a mí cuando estés preparada para entregarte al 1000 %, cuando
puedas mirarme cada día con total seguridad y sin miedos, segura desde tu
alma enamorada.
“Tomate tu tiempo y si por casualidad todavía vacilas o te asalta la
incertidumbre, detente, sigue trabajando, continua esforzándote en encontrar
el mejor sendero que te lleve a construir una relación sana.
“Yo mientras aguardo. Y rezo. Porque... sabes cariño, tienes mi vida en
tus manos. No concibo una existencia sin amor. Sin construir un hogar y crear
una familia y ahora que he encontrado a la mujer de mi vida no puedo
entender la renuncia al sentido de la vida y no lo haré, resistiré !!
“Minuto a minuto intento encontrar la manera de contribuir a que
alcances tu recuperación (iluminación). A veces no sé de donde sacar
fuerzas. De pronto me desplomo en el suelo y lloro como un niño. Al poco me
levanto vacío de dolor y lleno de esperanza con la fe en los labios para
razonar en voz alta escuchando la voz del mejor amigo que tengo. Busco la

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

manera de darme ánimos. Es realmente dura tu ausencia y el dilema entorno


a nuestro futuro en pareja.
“Creo que el hecho de que no me hallas llamado hasta la fecha es
buena señal. Es señal de que estás trabajando en tu proceso interior. Solo
ruego para que no te acostumbres a estar sin mí. Que no se debilite tu sentir mi
amor grande y precioso (por favor).
“Mi sentir por ti no se marchita ni un ápice porque está vivo, y porque
vivir sin ti, sin desarrollar nuestro proyecto, sin unir las dos alas que forman un
solo espíritu no será vivir. Será un carecer de todo significado existencial y de
proyección vital en la eternidad”.

Alberto quiso terminar la carta durante el fin de semana que se le hacía largo y
pesado dispuesto a luchar a partir del lunes a brazo partido en la oficina con
aquella desazón que lo empujaba al vacío, enfrentándose a las sombras, a los
fantasmas, a cualquier demonio y a toda cosa extraña que lo desafiara, a
todo animal feroz que pretendiera devorarlo.
“No quiero finalizar esta carta sin dejar dicho algo que considero de
suma importancia. En nuestro último encuentro (1º de agosto), afirmaste que -
Tenemos necesidades distintas... tú tienes mucha prisa y yo no-.
“Creo que hay un matiz importante y, rectifícame si me equivoco. Tú y
yo tenemos una misma necesidad Rebeca, la misma necesidad de forjar un
hogar pleno de amor donde se respire paz y sea un oasis dentro de ésta
sociedad (nuestro sueño truncado). Pero es cierto que discrepamos en cuanto
al calendario. A mi me gustaría que fuera cuanto antes, pero no te empujo ni
intento convencerte de que vivamos juntos ahora. Bien al contrario, creo que
he estimulado tu reparación interior de mil formas distintas.
“Yo no te estoy influyendo ni obligando a nada Rebeca, recuerda lo
que te dije en el hotel el pasado 8 de julio a mi regreso de la convención en
Madrid... -Doy gracias porque con la base firme que construimos el edificio,
éste será sólido y duradero, a prueba de terremotos! Y doy gracias porque
postergar el hogar no hace más que afianzarlo, asegurando la elección
individual, la determinación concebida como intuición que actúa con sosiego
inteligente y ventajosa mesura; no corramos, vayamos sobre seguro. Sigamos
como lo estamos haciendo, confiados, paso a paso, asumiendo el siguiente
peldaño en esta escalinata que nos conduce al cielo-.
“Existe una fecha (31-12). Yo no te estoy presionando teniendo esta
fecha como clave del ordenador. Esta fecha es la culminación del sacrificio.
Por otro lado, he dejado claro que te apoyo y tienes mi bendición. Siempre
puedes contar conmigo. Tomate el tiempo que necesites para recuperarte y
volver a mi entera Rebeca.
“Tienes miedo de que lo nuestro salga mal. Y tienes razón, lo nuestro no
saldrá bien si antes no te curas. Pero sigamos comunicándonos. Escribiste en
un correo electrónico... -Sé que vendrán momentos dulces y amargos, pero
también sé que nuestro amor crece y crece y que frente a los malos
mostraremos toda nuestra dulzura para que no se oscurezca todo lo sentido y
vivido-.
“Que no se extinga la chispa del diálogo Rebeca. Que no se
desvanezca algo tan hermoso como lo que hemos creado.
“Concéntrate en ti cariño, pero te lo ruego, no estés a la defensiva
conmigo. Tú y yo conectamos desde el principio y yo siempre he sido

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

favorable para tu vida (ERES ÚNICO, decías). Deja que suceda lo que tenga
que suceder.
“Se despide el hombre hecho cielo”.

Se apoyó en la mesa del despacho el lunes para no desmayarse y aguardó


unos segundos hasta recompensar su ánimo que se había caído
momentáneamente al cruzar el umbral de entrada al edificio en el que estaba
situada la oficina de la empresa. José María le entregó unos papeles y se
marchó porque tenía una cita con un cliente importante. La secretaria de una
cabellera abundante digna de un anuncio publicitario dejó ver sus labios
risueños que alegraban al jefe y por ello la mantenía en plantilla aunque sus
últimos errores administrativos habían sido del todo garrafales. Siguió mirándolo
ella a la espera de una respuesta, pues se había acercado para hacerle una
pregunta, pero Alberto no reaccionó. Aquel instante representaron doce años
por lo menos. Su hermana también trabajaba en la empresa desde hacia
poco tiempo pero no era tan hermosa, era delgadita y pálida y encima no se
maquillaba pero era afectuosa y lo invitó esa tarde a tomar un café al finalizar
la jornada laboral advirtiendo su dispersión. Y aunque lo miró todo el rato a los
ojos fue incapaz de sacarle una palabra. Alberto era hermético con su
situación que se tornaba tragedia con el transcurrir de los días. Terminó el café
y salió del bar para hablar tranquilamente con la madre de Rebeca que le
informó que estaba bien, en Alicante con Manuela y los amigos de Madrid. Al
finalizar la breve conversación, Alberto pensó mientras caminaba:
“Consolidarme a nivel laboral, de lo contrario no puedo sustentarme ni
ofrecerle un futuro digno a Rebeca.
“Terminar con mi proceso de adaptación al país. Esta es mi asignatura
pendiente que puede impedirme avanzar a nivel existencial. Debo abordar mi
nueva concepción del mundo. Mi nuevo mundo en esta sociedad que
frecuento antes de entrar en una relación formal y estable de compromiso
pleno y de futuro con Rebeca.
“Hasta el 31-12 todavía hay tiempo y una alianza por entregar. No
pierdo la esperanza y la fe. Debo trotar a su lado sin dejar de morderle la oreja.
“Lo que sucede no es más que una crisis de las muchas que vendrán.
Que el árbol no me impida ver el bosque”.
Y a continuación le brotaron lágrimas como balones en plena calle
frente a los viandantes con los que se cruzaba.
Alberto se derrumbó rompiendo a llorar como un niño al que arrebatan
su juguete más querido porque no entendía que Rebeca no lo llamara.
Se le dormía un pie, luego una mano, y todo su cuerpo invadido por un
hormigueo impertinente y molesto lo agarrotaba por instantes eternos. Ahora
el día le gustaba y estaba feliz por respirar, por caminar aunque fuera a
trompicones, por tener habilidades que no desarrollaba y a continuación se
afligió terriblemente y ya todo era feo y sucio y desagradable y también
incongruente. Y tomaba un objeto cualquiera, un bolígrafo, un vaso, una
cartera, un teléfono, y seguía con la yema de los dedos despacio su contorno,
sus esquinas, sus ángulos, cada recodo buscando el final de la forma y la
puerta de entrada al contenido y todo se le hacía insoportable. Todo quería
modificar. Quería que terminara la pesadilla. Sonidos sordos eran habituales
para Alberto. Y un repentino pinchazo de dolor lo hacia doblarse. Y se encogía
hasta replegarse en el suelo igual que una vida que se busca porque se ha

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

caído por el hueco de la alcantarilla. Y los edificios que lo advertían se


precipitaban sobre Alberto como en una carrera. Y la carne de su cuerpo ya
no era carne. Los huesos de Alberto se habían convertido en arenilla fina
blanca como la de una playa tropical del Caribe pero sin agua cristalina que
la alimente con sus peces de colores y sus bancos de corales y ya nada tenía
sentido si no era un ciber-café y al toparse con uno entró para poner un
anuncio: “Alquilo habitación a latina ordenada y limpia que no fume”. En
realidad solo quería compañía. No tenía necesidad de ayudarse a pagar el
apartamento.
Aquella noche tuvo un sueño. Y se despertó murmurando:
“Ya no más unos labios fugitivos...
“Saborea mi aroma, mi piel delicada, y con tierno tacto, alábame
suavemente desde tu garganta. Saborea mis gotas blancas que, tal vez una,
elegida, crezca en tus entrañas alborotadas para rugir la vida que clama.
“Tus pasos agigantados en mi figura tendida en un lecho de esperanza.
Pronto encontraré tus brazos extraviándose entre las sábanas, pronto me
sentirás estremeciéndome en tus nalgas profanadas como santuarios. Pronto,
muy pronto escucharás los jadeantes susurros, justo cuando me desplome en
tu espalda.
“Y cuando la noche sea nuestra, tu corazón explotará de regocijo
martirizada por tanto amor que ni entre dientes dejarás escapar.
“No más fugitiva esa boca tuya que alimenta cuando besa. Y no, no te
aflijas porque mi pene te reclama solo a ti Rebeca!!”.

Nadie en el trabajo de Alberto notaba el momento en el que desaparecía


doblando la esquina. No se despedía. Los demás todavía en coro
conversando, proponiendo una cerveza en una terraza, chistosos y satisfechos,
no percibían que para Alberto el pavimento estaba constituido por
excrementos de perro y pedazos de vidrio. No se asomaban a su tormento, ni
se lo imaginaban, Alberto no daba pistas, no daba explicaciones, se tragaba
sus cosas y su circunstancia sin compartirla, sin permitir un intruso o un fisgón ni
siquiera Elvira lo sabía. Encontraban rara su ausencia pero como los primeros
días también desapareció con la figura que aguardaba en la esquina al pie
del semáforo no le daban importancia a sus desplantes y falta de integración
a la familia laboral que formaban.
Y al día siguiente llamó Erika. Y por la tarde se presentó en el
apartamento. Era una latina alegre, joven, bonita, que vestía exquisita y no
fumaba. Pero cuando Alberto le sirvió un refresco y la tuvo sentada en el
mismo sofá donde antes había estado sentada Rebeca sintió que la
traicionaba. Aún así le enseñó la habitación que ocuparía porque Erika se
mostró muy interesada, pero cuando en la cocina la imaginó bebiendo de la
taza de Rebeca se le cruzaron los cables y empezó a poner trabas a que se
instalara en el apartamento. Había sido una idea descabellada impulsado por
su vacío.
Y pese a todo la cocina estaba limpia y arreglada, el lavavajillas vacío,
la ropa bien doblada en los cajones. En los cantos y bordes, entre los muebles
y detrás de las figuras no había ni polvo ni bolas de pelusilla. Todo estaba en su
sitio, como cuando Rebeca estaba en el apartamento. Y por eso mismo se
sentía loco, loco por lo que hacía, por cómo lo hacía, loco por ella, loco loco.
Se detuvo. Había estado a punto de comerse las uñas. Debajo de una

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

lamparilla aguardaba inmóvil. Estaba viendo un fantasma. Veía aproximarse a


Rebeca desde el fondo del pasillo con su caminar tranquilo y una sonrisa en la
mirada. La espada de la fantasía lo atravesaba. La realidad lo abofeteaba sin
compasión y recobraba el pulso las manos juntas sobre el pecho como si
rezara en actitud humilde y sumisa, suplicante, como correspondía al
enamorado muerto y vencido en el campo de la verdad que se impone
desalmada y atroz. El viento gemía o cantaba por entre las montañas y a la
orilla del mar. Cuchicheaban los vecinos del edificio donde vivía a sus
espaldas preguntándose dónde está Rebeca.
Y por la calle que transitaba Alberto se convertía en negrura desierta
como una sopa gelatinosa sin ruido de tráfico, sin un solo claxon o sirena, ni el
silbido de un niño oía ya. Por supuesto no distinguía el zumbido del mosquito.
Alberto se había convertido en un mosquito. No, era una pulga. Pero era una
pulga que no brincaba ni hacía cosquillas. A nadie molestaba encerrado en sí
mismo. Y de pronto se percataba que había echado a andar en dirección
contraria y tenía que volver sobre sus pasos y bordear la manzana con las
manos en los bolsillos recordando las perlas en su boca, los dos faros prendidos
en su rostro, el contoneo delicado de suavidad infinita como el salto de un
lado al otro del escenario de una volátil bailarina en cámara lenta y como un
proyectil lo tumbaba y se tambaleaba y su cuerpo se desestabilizaba y tenía
que alargar el brazo y apoyarse en un árbol de la acera o en una persona que
confundió con una fachada, en un vehículo en movimiento que súbitamente
se detenía al cruzar la calle con parsimonia y desgana. Ningún forense se
equivocaría al afirmar en la morgue que había fallecido de pena; desvalido,
sin amigos, sufriendo, solo, excepto por el recuerdo de Rebeca.

Seguían sucediéndose los razonamientos de Alberto como mecanismo de


protección.
“Los novios generalmente llaman cumpliendo un horario, en cambio a
mí me apetece saber de ti en cualquier momento del día, sin horario previo, sin
cita fija, solo dejando fluir el sentimiento que no tiene espacio ni tiempo.
“Un ángel de la guarda te visita cuando tú lo esperas y lo deseas, pero
aún cuando no lo necesitas está ahí, siempre en tu hombro sin apenas peso
para que no lo percibas.
“Yo te busco en la vivencia del fantástico hechizo que se percibe en los
ojos vibrantes de un niño, en el aroma que desprende la flor que no se arranca
de la tierra; en la lindeza de un bosque, en la música de un río, en el candor de
un amanecer; tanto como en la sensación del ave que se eleva aumentando
el latido antes de adentrarse en el horizonte, así es como visito tu alma con
libertad para entrar y salir sin que se agite tu ánimo.
“Durante unas pocas semanas me consideré con derecho a acariciarte
con suavidad y besarte con pasión pero sin que jamás tuvieras que consentir
por obligación, sino agradecida por mi ternura que me nace de un corazón
franco que procesa ilusión por un futuro que nos pertenece.
“Nunca he querido circular por las calles de Jerez de la Frontera tirando
de tu mano como quien lleva un estandarte que dice es mía.
“Te necesito porque te amo Rebeca. Y te amo como un hombre
enamorado ama a una mujer que sabe la mujer de su vida, pero también te
amo desde mi alma de ángel que te guarda.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Te lo digo ahora, no pienso en otras aventuras sentimentales porque tú


me bastas, me bastas aún en la distancia Rebeca. Estoy lleno de ti!!
“Por tal razón te digo ahora que no quiero dejar de ser tu ángel de la
guarda aunque no por ello renuncio a ser el hombre de tu vida.
“Mi sentir profundo no quiere tan sólo cumplir con los compromisos de
pareja, porque si la pareja pelea se rompe y como ángel de la guarda que
soy, yo no puedo separarme de ti. ¡Estamos unidos de por vida!”.

Alberto no podía detenerse. Necesitaba alimentar el amor en vez de


solamente llorar y llorar. Era más válido y sensato y se dijo:
“El amor no es tomar por la fuerza, no es arrancar con violencia un
suspiro, no es capturar al otro para introducirlo en una urna, no es forzar, ni es
tampoco ganar o perder.
“Amar es llevar a Dios en el corazón rebosante el alma de energía vital y
es, sobretodo, libertad.
“Creo que es un error enamorarse del amor. Hay que enamorarse de
alguien que te ame, que te guarde y te aguarde. Alguien que te comprenda
aún en tu locura. Alguien que te ayude en tu dificultad, que te guíe cuando
pierdes el norte, que te apoye en tus anhelos, alguien que sea tu esperanza de
vida, todo para ti.
“Enamorarse de una persona que no te traiciona, que es fiel al
sentimiento que te procesa, que te sueña cada noche y desea despertar a tu
lado cada mañana.
“Enamorarse de una persona que piensa en sí misma y se ama a sí
misma pero que sabe que volcar su amor en otra persona la enriquece y
fortalece su vida.
“Enamorarse de los ojos, de la manera de sonreír, de mirar, de actuar
frente al mundo y la vida. De su alma inquieta y curiosa y no solamente del
aspecto físico, sino de sus pensamientos y sentimientos.
“Enamórate de alguien que sea capaz de esperarte hasta el final sin
importarle el sacrificio a realizar. Alguien que sea como tú habías imaginado
siempre a tu pareja... ese hombre soñado!!
“Enamórate de alguien capaz de sufrir contigo. Capaz de reír y bromear
y hablar de las cosas más dispares del universo.
“Enamórate de alguien con la paciencia para escucharte y la
delicadeza para secar tus lágrimas cuando la aflicción te alcance. Alguien
que es el abrigo de tu alma y la alegría de tu corazón.
“Enamórate de alguien que te proporciona aliento y el justo espacio
para tu mayor rendimiento. Alguien que quiera sobreponerte del fracaso y la
desdicha. Alguien que tenga fe en el amor.
“Enamórate de alguien que vuelva a ti porque nunca se marchó de tu
lado cuando le pediste tu espacio necesario. Alguien que no crea problemas y
sin embargo proporciona soluciones positivas a cada rato. Alguien que luego
del malentendido sigue caminando junto a ti.
“Enamórate del mejor compañero que mereces, aquel que respeta tus
fantasías y alienta tus sueños e ilusiones y te propone un hogar.
“Enamórate de alguien que te ame y que sepa como amar de verdad.
“Yo estoy enamorado de ti Rebeca. Y soy tu mejor amigo.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Creo en ti amor de mi vida. Admiro cada rincón de tu ser genuino. Te


amo por quien eres en realidad. Me gustaría apaciguar tus temores hasta
reducirlos, pero es algo que sólo puedes hacer tú.
“Soy capaz de llamarte únicamente para escucharte el aliento a través
del teléfono. El tono de tu voz, tu sonrisa que imagino brillante y sincera por la
alegría de escucharme me hace sentir el hombre más rico del planeta y añoro
este contacto, extraño la comunicación y el diálogo.
“Por tal razón te digo que no me rindo. No desfallezco. Perdono tus
faltas porque ni entrega es incondicional. Te valoro y pienso seguir caminando
a tu lado aunque no me entiendas.
“Te ayudo desde la distancia en tu proceso interior. En esta asignatura
pendiente tantas veces aplazada que, de no resolverse, condenaría el éxito
de nuestra relación. Esta es mi manera de ayudarte cariño. Es cerca de tu
alma que permanezco a la espera de tu iluminación.
“Espero que entiendas que no sólo quiero decirte cosas lindas. Necesito
la oportunidad de llevarlas a cabo porque créeme cuando te digo. Cada
palabra lleva el aroma de la verdad.
“Ven a mí cuando necesites escuchar la melodía de tu bienestar”.
Tal vez esa era la tercera fase que cerraba el ciclo para Alberto,
después de ser el mejor amigo que tuvo, y en una segunda fase el hombre que
enamora y al que se enamora, durante la tercera su papel no era otro que el
de ángel de la guarda.

Rebeca había pasado de gusano a larva, y luego a mariposa al son de las


estaciones. Se conocieron en invierno, llegó la primavera y estaba por terminar
el verano.
Tras ese segundo descenso al pozo del alma, tenía el compromiso moral
de expresar el logro alcanzado durante el paseo por su desierto. Vivir aquello
que había percibido en las profundidades, extraerlo y dejarlo al descubierto,
desnudo frente a familiares y amigos equivalía a ser auténticamente ella con
el espíritu a flor de piel.
Su nuevo aliento había cambiado su manera de ser al rescatarse
suscribiéndose a su originalidad. No podía callar. Tenía que gritarlo, mostrarlo,
repartirlo, y permanecer de día como la que se había encontrado en la
oscuridad de la noche más espesa.
Supo como debía actuar. Intuía lo que estaba bien y qué hacer al
respecto. ¿Fue algo innato? ¡Tenía el canal directo! Porque al alma se la
puede lastimar, incluso mutilar, pero siempre renace inalterable al tiempo
aunque se la doble y se la hiera, soporta el dolor y toda abolladura o corte
que pretenda seccionarla. El alma por sí misma crea y se renueva alimentando
la inmortalidad. Es indestructible.
Constructora del alma, del hogar del alma, en el alma, a mano
construyendo el hogar, la casa que protegerá su alma recuperada. Guardiana
de su alma y del hogar que va a forjar. Dando forma al alma en la casa con su
delantal. Arreglando, decorando, haciendo al hogar digno y agradable,
apacible, armonioso, el lugar del paraíso más precioso. ¿A qué compañero no
le entusiasmará este aspecto de su personalidad?
Y seguirá adelante divirtiéndose, ¿con él? ¿El hombre adecuado? ¿Su
espíritu?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Ella está dispuesta para entonar el himno del bienestar y la dicha, y, las
verdades que diga, constituirán la canción.
¿Sabrá llegar hasta él? ¿Sabrá alcanzar su espíritu y conservarlo a su
lado?
¿Pero sabe realmente quién es él? ¿Cómo se llama?
¿Es ese hombre el abrigo de su alma?
¿Qué dice la intuición de Rebeca cuando cierra los ojos, qué percibe?
No se llena el vacío con aquello que resulta más cómodo o sencillo, no
debería ser así. ¿Simplemente alargar la mano a ver que se alcanza? Nunca es
un error intentar alcanzar lo que se necesita.
Es cruel pasar años entre personas que no pueden ayudarnos a
germinar y florecer. El nuevo existir, debe aflorar vigor y sustancia, emoción, y
ninguna falsedad. Debe el cuerpo tolerar un corazón que no tema entrar en
contacto con la hermosura de lo desconocido.
Sin un propósito que suponga un desafío, no puede haber
transformación. Sin una tarea determinada, no puede sentirse autentica
satisfacción.
Cuando se produce un final, inmediatamente surge otro comienzo.
Derramar lágrimas por el amor al conocimiento y al alivio, esa lágrima que lava
el alma y la prepara es la invitación para que se acerque el hombre amado, el
que sabe amar porque sabe que amar es bailar con la danza de la vida al
ritmo del sentir más íntimo.
Rebeca necesita al hombre capaz de establecer una relación de
generosa colaboración con su honda naturaleza que guarda bajo el duro
caparazón, que aunque intangible e indescifrable para la mayoría, asegura al
fundir su aliento en el alma de ella la dicha y el bienestar. Y ella le enseñará a
este hombre a disfrutar de una existencia plena. Le enseñará que el sendero
del alma es el sendero de la creación. Y consciente de que la vida es una
secuencia de diversas muertes y renacimientos, le mostrará como mejorarse a
perpetuidad, mutuamente, ambos, en los lazos del amor infinito e
incondicional.

* * * *

Llegó el primero de septiembre. Y Alberto fue a visitar a Elvira porque


quedaban unas comisiones pendientes de cobrar.
_ ¿Cómo estás? ¿Cómo te va? ¡Cuéntame! –le dijo Elvira contenta de verlo
sosteniendo un abanico de colores encendidos y extravagantes en su
combinación.
_ Me he incorporado con fuerza al trabajo, pero durante el mes de agosto
había muchos responsables de recursos humanos de vacaciones y eso ha
dificultado mi gestión. ¿Qué tal los chicos de mi equipo?
La tertulia transcurría alegremente hasta que...
_ ¿Y Rebeca? –preguntó Elvira como si nada- ¿cómo está?
Entonces Alberto se desmoronó. Brotaron espadas afiladas por su lagrimal.
Elvira se asustó. Pero es que Alberto se encontraba en un estado lamentable y
aunque realizó esfuerzos por disimular, la sola mención de su nombre
desencadenaba un torrente de emociones internas que lo convulsionaban.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Rebeca le había contado la posibilidad de un acto o comportamiento


que en un momento dado podía herir o causar daño por alguna
circunstancia... “Quizás sin intención te puedas sentir desplazado o no tenido
en cuenta, son habituales los malentendidos. Yo estoy dispuesta a compartir
problemas que pueden quitarte el sueño o agobiarte. Te procuraré
tranquilidad y mucho amor para ayudarte a superar los obstáculos externos e
internos”. Pero incumplía sus palabras. Rebeca lo atormentaba con su
continuado silencio; un silencio tan dañino como cruel.

Al salir de la oficina de Elvira, Alberto caminó sin rumbo, pero se encontró de


repente frente a la casa de Rebeca. Metió su mano en la cartera y extrajo la
carta que le había escrito para introducirla en el buzón. Y al ver su automóvil
de Rebeca aparcado escribió en el capó que tenía un poco de polvo: “Te
amo Rebeca”.
Era noble el sentimiento que Alberto le procesaba. Y era muy honrado a
la hora de exponerlo. Esto no sucede muchas veces en la vida. A Alberto le
gustaría que a Rebeca le ocurriera lo mismo.
La vida está en movimiento y de repente hay un cambio, una noticia
que aparece bruscamente, un hecho que irrumpe violentamente pero no
sucede así con los sentimientos, ¿o puede cambiar de la noche a la mañana
el amor?
El sentir no viene y se va así sin más. Sus movimientos son lentos, cautos y
pausados. ¿Puede suceder que repentinamente se diga ya no te amo? Si algo
caracteriza a los nacidos en julio bajo el signo de cáncer es que andan hacia
atrás cuando en realidad quieren avanzar. Es sabido que las lunaciones los
afecta dotándolos de bruscos cambios de ánimo, pero no sucede así con sus
sentimientos... ¿o sí?
Cuando llegaron los padres de Rebeca con la compra, al entrar en la
casa le dijeron que tenía un mensaje en la calle. Rebeca salió para ayudarlos
a descargar y miró en el buzón y descubrió la carta de Alberto.
_ Todavía no te has fijado –exclamó su padre risueño.
_ Alberto está loquito por ti hija –jugueteó su madre con los ojos señalando el
automóvil.
Entonces Rebeca descubrió la inscripción y sonrió. Pero inmediatamente
frunció el entrecejo y entró en la casa con violencia. Al poco salió con un
barreño de agua caliente que roció encima del capó.

Desde que había llegado de Alicante, Rebeca buscaba incansable un trabajo


entorno a la actividad de servicios sociales para la que se había preparado y
tenía experiencia. Intentó mientras tanto implicarse como dependienta en una
tienda de ropa propiedad de su vecina Aurora, pero apenas resistió tres días
argumentando que la vanidad la sacaba de quicio y disculpándose se
despidió.
Al llegar a casa una hora antes de lo previsto, sorprendió a sus padres
leyendo la carta de Alberto. Y se enteró también de que Alberto estuvo en su
casa un domingo y se enojó muchísimo porque le habían ocultado el hecho
de la visita y el obsequio de la planta que reconoció. Pero más se enojó
cuando precisamente en ese momento llamó Alberto para saber de Rebeca.
_ ¿Cómo tiene tu teléfono mamá? –exigió saber.
_ Te lo miraría en tu móvil alguna vez que fueras al baño... no lo sé!

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Alberto no es así. Cuando quiere algo lo pide... ¡no tengo intimidad en mi


casa! Todos os creéis con derecho a invadir mi privacidad –Rebeca estaba
realmente enojada y convencida que su madre había mentido.
Manolo había cogido el teléfono mientras la madre distraía a Rebeca
en la cocina cuando se alistaba para salir con Manuela y los amigos de
Madrid a Barbate. Su hermano le miró la agenda del móvil que Rebeca había
dejado en su habitación para obtener el teléfono de Alberto, y cuando llamó
desde su teléfono la madre aquel sábado para tranquilizarlo, Alberto
simplemente memorizó su número.
Rebeca se encerró en su habitación y le escribió un correo electrónico a
Alberto. Antes leyó el que Alberto le había escrito el 11 de agosto.
“Hola guapo!! Siento de veras todo lo que ha pasado y haberte podido
hacer daño. No estoy pasando por buenos momentos y necesito tiempo. No
te preocupes, no estoy con Juan Daniel. Con quien hablaste fue con V. He
estado muy mal pero voy mejor. Tan solo te pido que no me busques. Intento
ver mi vida sola. Necesito tiempo. Gracias por estar ahí y cuídate amor. Me he
reencontrado con una persona que conocí hace tiempo. No tengo nada con
él pero me hace replantearme todo. Un besote Rebeca”.

Tres días más tarde Alberto visitó el ciber-café y finalmente encontró a Rebeca.
Inmediatamente le contestó pensando que Rebeca no podía pedirle que no
la buscara.
“Hola cariño... qué alegría cuando he abierto el correo y he
encontrado en la bandeja tu nombre, el corazón me ha dado un brinco. Por
fin noticias tuyas. Que tanto las necesitaba!!! Pero al leerte, he quedado
nuevamente desconcertado.
“Fíjate que el lunes por la mañana me acerqué a tu casa para
entregarte la carta que había escrito durante agosto, y como de costumbre
esa mañana me había despertado contigo. Me habías susurrado al oído:
“Buenos días amor, que tengas un día maravilloso”. Yo te había respondido:
“Será maravilloso si tú estás en él”. Y aunque tu silencio telefónico había sido
permanente durante todo el mes, yo pensaba que cada uno estaba
trabajando individualmente en “nosotros”. Con alegría te dejé el sobre en el
buzón y te escribí un sincero TE AMO en el capó del automóvil sin llamar a la
puerta (ganas no me faltaban pero quise respetar tu intimidad). Qué poco
imaginaba que en mi correo aguardaba un mensaje como el que acabo de
leer. Estoy desconcertado y anonadado!!!
“Pensé que tu petición de tiempo para ti se trataba efectivamente de
tiempo para ti... pero resulta que es tiempo para otro Rebeca. Me dices que
no tienes nada con él pero le dedicas tu pensamiento y atención. Tenías que
recorrer un trayecto sola, un pie detrás del otro hasta el final, ¿por qué buscas
a alguien que te de la mano? ¿No tienes una asignatura pendiente de
resolver contigo misma? ¿No era para eso el tiempo?
“Yo quería saber como estás, saber si mejoras en tu proceso de
encontrarte a ti misma, saber si tus días son maravillosos. Estaba convencido
que lo que estás haciendo es abrazarte por dentro (lo que yo hice durante mi
estancia en el Tibet). Creo que todas las personas deberían hacer un viaje
similar al fondo de sí mismos a lo largo de sus vidas, y dime, ¿cómo vas?
¿sientes que avanzas en tu proceso interior? ¿encuentras las respuestas? Pero
lo más importante... ¡te haces todas las preguntas!

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Me dijiste en una ocasión que alguien entra en el corazón cuando hay
hueco. Entonces, con tu descubrimiento ¿me estás diciendo que no es tan
inmenso ese amor que decías sentir por mí? ¿es eso Rebeca?
“La verdad es que si otra persona te hace tambalear todo lo que
hemos pasado en los últimos meses... entonces... como entender tu afirmación
de amarme indefinido más indefinido (indeterminado). Y decías -me da hasta
un poco de miedo porque todo es demasiado bonito para ser cierto (6 julio). Si
en nuestra pareja todo iba sobre ruedas Rebeca. Incluso en tu correo antes
de irte a Madrid escribiste -Te amo y no lo dudo-. Tres veces escribiste te amo.
Tenemos algo grande y hermoso, ¿qué está pasando?
“Te conozco y cuando el miércoles 8 de agosto al teléfono te noté fría,
supe que estabas con otra persona. Si te pedí de hablar con Manuela es
porque quería pedirle la posibilidad de tener la fotografía del día en la playa
en el Puerto de Santa María, sabes, no estaba preparado para lo que
ocurrió... (tu indiferencia). Y aunque intuí lo peor, no quise desconfiar de ti
Rebeca. Y me dije que era imposible la traición. Y lo he repetido durante todos
los días de agosto.
“Yo te hablé en mi carta entregada este lunes de luna llena que
confiaba en ti, pero no se me planteó la idea de que podías estar con otro,
porque aunque inicialmente pensé en Juan Daniel (la voz de V. es muy
parecida; entendí que era el único que podía hacerte replantear todo), salvo
los tres o cuatro primeros días tras la conversación telefónica cortada, nunca
imaginé la posibilidad de otra persona en tu vida porque me decía a mí
mismo: Ella necesita tiempo para sí misma, Rebeca está con Rebeca y nunca
con otro varón. No pienses mal Alberto, confía en ella. No cojas mala sangre.
Te dijo que no dejaría que ningún hombre se le acercara. No alimentes malos
sentimientos después de todo cuanto ella te ha dicho y siente por ti. ¡Cada día
me lo he repetido!
“Siempre he pensado que tienes un dilema que yo debo respetar... el
dilema de si estar conmigo ahora o permanecer sola durante un tiempo antes
de fundar el hogar, y yo estoy dispuesto a esperar Rebeca, pero... resulta que
te replanteas todo porque existe ¿otras persona? ¿realmente es así? ¿No te
estarás confundiendo con él? ¿Hasta qué punto significa algo en relación a tu
futuro?
“Nunca me hablaste de un amor perdido. Conozco tus aventuras
sentimentales porque me contaste, pero nunca hablaste de la posible sombra
de otro candidato que podía estar ronroneando, ¿qué ha ocurrido? ¿cómo
ha sido? ¿lo has buscado tú?
“Y me dices que no te busque.... yo puedo respetar tu espacio porque
necesitas estar sola y recapacitar contigo misma, pero no me respetaría a mí
mismo si en vez de tiempo para ti se trata de tiempo para una amenaza a mi
felicidad. Yo tengo que luchar. Como me voy a quedar de brazos cruzados
ante el riesgo de perder la dicha. El roce hace el cariño mi vida. ¿No me has
extrañado durante estos días? ¿Piensas en mi? ¿Cruzas la almohada por la
noche y qué nombre le pones?
“Dios!!! Estoy patidifuso!!! A punto de hacer cualquier tontería!!!
“Tu prioridad era amarte tú y me hablas de la posibilidad de un
sentimiento hacia otra persona, ¿cómo no voy a estar alucinado? Esperaba
cualquier cosa menos esta opción Rebeca.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Iniciaste el mes de agosto confundida y lo terminas más confundida


todavía, ¿por qué? ¿yo no soy suficiente para ti? ¿ya no te intereso? ¿no soy
importante en tu vida? ¿puedes prescindir de mí... tranquilamente? Lo que
está sucediendo es que una persona que decía amarme ahora dice que ya
no sabe acerca de su sentir, ¿es eso?
“En vez de recuperarte estás complicando las cosas, ¿no te parece? En
este período de tiempo se trataba de encontrar el amor a ti misma, me
escribiste -Estoy aprendiendo a amarme a mí misma y para ello me necesito a
mí-. Me pregunto qué has hecho durante estos días, ¿cómo inviertes hoy tu
tiempo? ¿Vas a contármelo... por favor!!!
“Ya no es una puerta que se cierra (Madrid-Juan Daniel) y otra que se
abre (Jerez de la Frontera-Alberto), ahora resulta que existe ¿una segunda
puerta? ¿Te planteas una relación con esta persona con la que te has
reencontrado y que conociste hace tiempo? ¿Esta persona es lo que
realmente quieres porque te satisface y la deseas? ¿Crees que realmente
tienes una oportunidad viable a su lado?
“O, ¿esta persona ha servido simplemente para que te des cuenta que
soy prescindible? ¿Ya no necesitas de mi aliento? Entonces... ¿tu sentir nada
tenía que ver con el amor? ¡¡¡NO ME LO CREO!!! Prefiero pensar que este
anécdota no es más que una prueba para consolidar nuestro amor Rebeca.
Yo confío en la inmensidad del sentimiento que albergas en tu corazón y no
dudo de la pureza de tu amor hacia mí, ¿estoy siendo ingenuo? ¿Cuáles son
tus planes? ¿Qué piensas hacer en septiembre? ¿Estás pensando en viajar a
Madrid? ¿Cuándo? ¿Podemos vernos antes? ¡Te lo ruego!
“Dices que intentas ver tu vida sola... no lo entiendo del todo, es decir,
¿intentas averiguar lo que necesitas sin ayuda de nadie? Ya aquél 1º de
agosto me dijiste -Quiero ver si puedo estar sola-. ¿Sola sin vivir conmigo? ¿Sola
sin estar conmigo como pareja? ¿Sola sin que yo forme parte de tu vida? Pero
me hablas ahora de otra persona que te hace replantearte todo. Entonces no
vas a estar sola... ¿vas a estar con esta otra persona? ¿Quieres un hogar con
él? ¿Puede esta persona proporcionarte el hogar soñado? ¿Crees que será
mejor hogar que el que te propongo yo? ¿Ya no soy único? Pero... ¿no era yo
el hombre que siempre habías estado esperando y no aparecía?
“Yo intento entenderte Rebeca, ¿intentas entenderme tú a mí?
“Tal vez te interesa saber que mi amor permanece vivo y su rumor
puede escucharse como se escucha el frigorífico en la quietud de la noche.
“Brinco cada vez que suena el teléfono, y, acto seguido me
decepciono. Me pongo en alerta cada vez que escucho el ascensor y oigo
unas llaves en el pomo de una puerta. Anhelo verte o escucharte como no
tienes idea. Tu voz es inconfundible Rebeca!! Agua para el sediento que soy!!
Necesito escucharte... reír!! Necesito mirarte a los ojos!! Besarte!! Hacerte el
amor!!
“Al borde de la desesperación, razoné durante las últimas semanas
para serenar mi corazón desde la mente objetiva pensando en cosas como
esta: Rebeca me dijo durante la conversación en el automóvil donde Elvira -
Tengo que averiguar si eres la caja de cartón o el peldaño-. Pero alrededor de
marzo, yo le pregunté en Madrid si me amaba porque me necesitaba o si me
necesitaba porque me amaba y su respuesta fue pronta -Te necesito porque
te amo-. Es decir, que no puede vivir sin mí porque me tiene un sentir. Sin
embargo, yo mismo después de semana santa intuía que mi tarea había

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

terminado y ya no era “útil”... es decir, Rebeca ya no me necesita. Y en


verdad no necesitaba ya al amigo y llegó la etapa del hombre, bien!! Y como
hombre y amante me he revelado como esa persona que Rebeca esperaba.
“Durante junio y la primera quincena de julio (período de auge y
desarrollo de nuestro noviazgo), me amaste y teníamos el record, dijiste, por lo
tanto, estabas conmigo por amor y nunca por que necesitaras aliento o
compañía. Rebeca, me amas!! Y en modo alguno soy una caja que se pisa y
se aplasta, soy el peldaño que te llevará a una morada anhelada si soy capaz
de esperar tu recuperación y no te hostigo. Porque si me hago pesado te
cansarás de mi presión. Pero como se me hace de difícil no apoyarte... y con
mayor razón si ahora existe la sombra de otro varón.
“No tienes idea de cómo he llorado estas semanas porque me
ignorabas y eras incapaz de una corta llamadita, pero si era porque estabas
divirtiéndote con otro, mi lágrima era absurda y me siento un imbécil. Ya te
dije que tienes derecho a estar con quien tú elijas estar, pero adviérteme por
Dios. Creo que si decides estar con otra persona que no sea yo es porque en
realidad no eres la mujer de mi vida. Porque esa mujer no me dejará escapar
jamás. Ni me dañaría deliberadamente.
“Durante las últimas semanas a menudo me he preguntado: ¿Qué es lo
peor que puede pasar?. Y la respuesta inmediata era la siguiente: Que
Rebeca no vuelva a mí por el momento. Pero el mayor drama sería que
Rebeca viviera conmigo sin estar cómoda bajo su piel (no recuperada para
una relación sana). Bendita sea tu recuperación cariño!! Sin embargo... jamás
pensé en la posibilidad de que te plantearas otra alternativa que no fuera yo.
Y no era por arrogancia u orgullo sino por las cosas lindas que me decías y que
a diario releo en tus textos. Todas las cosas que me escribiste, ¿ya no tienen
valor? ¿Han perdido su vigencia?
“A veces pienso que ya no puedo decirte más cosas de las que ya te
he dicho. No quiero repetirme. Al final todo se reduce a dos simples palabras
que jamás pueden pronunciarse ala ligera: te amo. Y YO TE AMO SIEMPRE
REBECA.
“El amor es libertad, pero también es confianza y respeto. Compartir,
unir las fuerzas. Sembrar amor en el mundo; son palabras que me asaltan en
este instante cariño.
“¡¡Mi niña!! Sé que mañana volveré a ti cuando despierte en la
mañana. Vuelvo a ti una y otra vez. Intento distraer mi pensamiento pero
vuelvo a ti una y otra vez. Mi alma entera clama tu nombre, pero si tú no
quieres no te voy a gastar el nombre Rebeca.
“Analizo los hechos mientras aguardo consciente de que puedo vivir sin
tu compañía (pero ay! Como duele).
“Muy probablemente amaneceré mañana como hoy, con la sensación
de ser todo yo agua que se derrama en la tierra que eres tú. Desde que te
conozco he llegado a bendecir cada una de mis penurias porque me decía:
Tenía que prepararme para llegar hasta Rebeca.
“Lo he pensado muchas veces durante agosto: estoy claro de que
Rebeca estará conmigo si quiere estar conmigo y si no quiere estar conmigo
no lo estará y yo tendré que aceptarlo. No hay nada más bello y valioso en la
vida que el amor correspondido con un sentir mutuo y franco, y eso es
precisamente lo que pensé que ambos teníamos durante los últimos ocho
meses, por eso me sentía tan sumamente afortunado. Todavía tengo fe y

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

esperanza en que vendrás a mi cuando estés preparada para entregarte


porque los dos queremos... ya sabes el resto.
“Sólo puedo entender esta separación si estás trabajando en ti, sin dejar
de pensar en nosotros, de lo contrario no tendría sentido la espera. No tendría
sentido que yo esperara por una persona que piensa en otra persona...
¿dónde estaba la fisura? ¿por dónde se ha colado el intruso? ¿Y esta persona
quiere correr? ¿A ella se lo permitirás? ¿Le has puesto el mismo examen que a
mí? ¿Tiene cualidades de buen padre? ¿Crees que es lo mejor para ti?...
“¿Estás poniendo en cuarentena nuestro amor?
“Por favor te lo pido... avanza en tu proceso Rebeca.
“Encuéntrate. Encuéntranos a los dos.
“P.D. Intento cuidarme como me pides en tu mensaje pero con los
sobresaltos que me das no es fácil cariño. Por favor, llámame!!!”.

Había dicho Rebeca que quería vivir y dejar vivir pero no dejaba vivir a
Alberto. Su silencio lo sumía en un tormento al no permitirle navegar por sus
diferentes estados de ánimo dejando que el viento danzara en libertad. Se
convertía Rebeca en una completa desconocida. Los días se sucedían en el
calendario uno tras otro y no había diálogo ni comunicación.
Alberto estaba desesperado. Se sentía como un miserable trapo sucio.
Podía caer en cualquier momento en una fosa de turbación. Pero tenía
recursos propios y decidió que con la llegada de la luna nueva el día 11 de
septiembre visitaría a Rebeca en su casa a la hora de la cena. Y llegó esa
noche.
_ Hola, buenas noches, ¿cómo está?
El padre de Rebeca permaneció inmóvil con la mano en el pomo de la
puerta sin salir de la casa.
_ Le traigo un regalito a su hija –Alberto alzó un paquete desde la verja.
El padre de Rebeca avanzó hasta la puerta cruzando el jardín
arrastrando los pies con desgana.
_ Ella no está –le dijo por entre los barrotes de hierro forjado.
Pero el automóvil de Rebeca estaba aparcado en la calle. Alberto se
había fijado. Tenía memorizada su matrícula y no podía confundirse.
_ No está... o no quiere verme... –indagó.
_ Eso ya no lo sé, tienes que preguntárselo a ella pero ahora vamos a cenar.
_ No se preocupe, aquí voy a estar esperando a que terminen.
Empezó a llover. Podía verse como la madre de Rebeca hablaba por
teléfono asomada en el umbral junto a Manolo. El padre regresó sobre sus
pasos y entró en la casa cerrando la puerta tras de sí.
Alberto seguía bajo la lluvia que se incrementó por momentos sin saber
qué hacer. Si Rebeca estaba dentro y no quería salir, de nada servía llamarla
por teléfono.
Se corrieron las cortinas y se bajaron bruscamente las persianas en la
casa. Al poco se apagó la luz de la entrada y del porche. Todo estaba a
oscuras.
Alberto estaba consternado. No se esperaba semejante reacción. Era
injusto el trato, pues nada había hecho, pero lo trataban como si fuera Juan
Daniel.
Y de repente salió el padre con malos modos.
_ Será mejor que te vayas.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ Pero... no entiendo... yo he sido respetuoso con ustedes. Salvé a su hija de la


boca del lobo. Ella me dijo que me amaba y ahora... no entiendo... pasan los
días y...
_ Te estamos muy agradecidos pero tienes que irte.
_ Solo necesito una explicación... necesito entender... hablar con ella...
_ ¡Vete!
Y el padre le dio la espalda dejándolo con la palabra en la boca.
_ Por caridad... dígale a su hija que no la molestaré pero necesito una
explicación.
El padre no quiso escuchar y cerró la puerta por última vez.
Alberto estaba atónito y no se movió. En la ventana del piso de arriba
donde teóricamente dormía Rebeca había luz. Aguardó.
A los veinte minutos salió de la casa Manolo.
_ Necesito hablar con tu hermana...
_ ¡Estás enfermo! Mira, yo soy muy hombre y voy a por tabaco y cuando
regrese no te quiero ver aquí, ¿entiendes? ¡Porque a mi me cuesta muy poco
partirte la cara!
Alberto estaba atrapado entre las ruinas de un terremoto que estaba
destrozado su futuro. Pero no podía llorar porque se había quedado seco de
lágrimas y se dijo tomando una bocanada de aire fresco: “No es momento de
llorar si no de afrontar la situación”.
Esa noche Alberto se sintió como una flor de temporada que se arranca
cuando ya no da más.
Si no hubiera llegado el romance durante junio y julio, si todo hubiera
terminado en abril, si Rebeca no hubiera llamado el 1º de mayo para el
encuentro... encuentro que Alberto postergó hasta que iniciaron los domingos,
pero egoísta, ella se ahogaba, todavía precisaba de su quietud y acertadas
palabras que elevaban su autoestima. ¿Por qué alentó el desarrollo del
romance? ¿Por qué le dio entrada al hombre? ¿Por qué no lo cortó entonces
en vez de darle cuerda? Era obvio que Alberto se sentía como una mierda
porque había sido burlado!

Pero Rebeca tenía derecho a cambiar de opinión. Y Alberto tenía que


aceptar que cambiar de opinión es algo natural que debe aceptarse.
Rebeca tenía derecho a cometer errores. Si creía que no debía
cometer errores, cuando lo hiciera, se consideraría una persona mala y
reaccionaría de manera inadecuada negando el error, quitándole
importancia, dando demasiadas explicaciones o sintiéndose obligada a
reparar el error y debía únicamente aceptar el error viéndolo como algo
posible, aprendiendo sin sentirse culpable. ¿Estaba experimentando con
Alberto?
¿Había pintado Rebeca y cortado las alas a Alberto igual que en su
infancia lo hizo con su muñeco para luego dejarlo en la estantería y olvidarse?
¿Quería otro muñeco nuevo prometiendo cuidarlo y no volver a estropearlo?
Pero Alberto no se había comportado como aquella profesora que la
aterrorizó durante el primer día de clase diciendo que no iría a ningún sitio.
Alberto le ofreció su libertad en vez de encenderse como un fósforo con los
hábitos ruidosos de antaño que ensalzaban la violencia.
El mismo Alberto le había advertido de la imposibilidad de tener siempre
la aprobación de los demás para actuar, puntualizando: “Si me comporto

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

como quieren los demás dejo de ser yo”. Y Rebeca había entendido que si
creía que para estar bien con una persona necesitaba constantemente de su
aprobación, se arriesgaba a ser toda la vida manipulada. ¿Tenía derecho a
tomar decisiones ajenas a la lógica?
Rebeca tenía el derecho a elegir sus metas y a decidir lo que quería
aunque no dispusiera de razones claras para explicarlo. Y tenía el derecho a
no intentar alcanzar la perfección si no quería.

Todavía transcurrió una fatal semana, pero Rebeca se solidarizó con las
expectativas de Alberto. Y no rehuyó el encuentro. Decidieron de mutuo
acuerdo reunirse en el apartamento.
_ ¡Hola! –sonrió alegremente Alberto-. Tenía que verte y saber cómo estás. ¿Ya
tienes trabajo?
Esperaba una reacción que no llegó. Rebeca estaba apática.
_ Se han cumplido seis semanas desde la última vez que nos vimos... soy
incapaz de dormir de un tirón. Nunca hemos estado tanto tiempo sin hablarnos
cariño. Se me acumulan los regalos...
Alberto entregó un regalo a Rebeca envuelto en un vistoso papel. Era
una mariposa de cerámica con vistosas flores de colores en sus alas.
_ Recuerdo que me dijiste que si algo te dañaba era el desprecio y la
indiferencia –por fin habló Rebeca.
_ No crees que estás siendo muy radical. Tiempo para ti significa cero minutos
para mí, ¿eh? ¡contesta! No quieres saber cómo me va... las cosas que hago...
_ Estoy aquí a pesar de no encontrarme nada bien, pero mereces esto y todo
lo bueno que yo pueda ofrecerte.
_ Crees que no tenemos nada más que decirnos... ¿estás construyendo tu vida
conmigo al margen? ¿Ya no entro en tus planes? ¿Cómo ves tu futuro dentro
de dos meses?
_ Gracias por haber estado ahí en cada uno de los momentos malos por los
que he pasado. Pensé que sería todo diferente y mucho más fácil, pero la
verdad es que la vida es caprichosa y todos tenemos nuestro destino.
_ Yo estoy convencido de mi sentimiento. No es que no quiera estar solo... es
que prefiero estar a tu lado cariño.
_ Me hubiese encantado que mi destino fuese contigo, pero mirando hacia
adentro he podido ver que me agarraba a ti como a un paracaídas antes de
caer al suelo. Me hiciste muy feliz. Tan sólo vivías para hacerme reír y sentir
bien. Mirabas más por mí que por ti mismo. Y no quiero ser egoísta, no quiero
estar contigo sin sentir ese amor que te mereces, no quiero poder hacerte
daño porque tú no lo mereces. Eres una persona muy valiosa con grandes
valores y cualidades que estoy segura jamás encontraré, pero soy realista con
mi sentir. Ojalá pudiera mandar en ello, ojalá pudiera alterarlo a mi gusto pero
no es así. Me he tenido que armar de valor para venir aquí a decírtelo.
_ Pero toda esta demora... mientras yo he estado agonizando un día sí y al otro
también, ¿no era mejor morir de una sola estocada?
_ Tenía que estar segura.
_ Has tardado mucho en venir a mí para decírmelo... yo he sufrido horrores
aguardando la sentencia y ahora... debo acostumbrarme, ¿cómo hacerlo?
¿cómo renunciar a ti?

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

_ El amor se siente o no se siente. Puedo poner empeño y amarte pero se ama


de muchas maneras y sé que no lo haría como a un hombre, sino como a un
ángel.
_ ¿Cómo saberlo si no me tratas?
_ Te habrás preguntado porque tanta lejanía...
_ Yo era consciente de que estabas levantando vuelo hacia la luna llena.
_ Me está siendo muy duro dar este paso, pero era necesario si quería ser
honesta conmigo y contigo. Me estaba agobiando mucho y nunca debía
sentir eso porque si realmente te amo todo tendría que surgir sin ver tantos
obstáculos.
_ ¿Qué sientes por mí? –preguntó Alberto.
_ Un profundo cariño –respondió Rebeca.
_ ¿Qué sientes por él?
_ ¿Por Víctor?
_ ¿Se llama Víctor?...
_ Un enjambre de avispas que se agitan bajo mi piel cuando lo miro. Y no
puedo dejar de mirarlo. Su sonrisa, sus besos, sus caricias...
_ ¡Eso no es amor! Víctor te agrada y lo deseas, te satisface su compañía, pero
no creo que sientas amor por él. Te voy a decir algo... creo que simplemente
has sufrido una distracción y has querido probar y estás confundida y
ofuscada. Las mujeres que tienen frente a ellas un hombre que les dice te amo
con pureza en los labios, tienden a enamorarse del primer canalla que pasa y
que las castiga, ¿no será que en el fondo te gusta estar sometida? Dices
anhelar la libertad para ser tú misma pero tus miedos e inseguridades te
empujan hacia quien controla tu voluntad, ¡en el fondo quieres ser dominada!
No tienes valor para desplegar tu libre albedrío y perseguir la dicha y el propio
bienestar.
_ Alberto... por favor...
_ También ha sido tiempo para mí, para que yo me lo replantee todo. Y el día
31 de diciembre tenía previsto llegar a tu casa para decirte lo siguiente:
aceptarás que me convirtiera en tu esposo, ¿te gustaría ser mi cónyuge?
Rebeca no contestó. Se le llenaron los ojos de lágrimas gruesas.
_ Tan sólo te pido que no te pierdas en tu propia vida por esta circunstancia –
entre sollozos hablaba Rebeca-, te pido que valores todas tus cualidades y
seas capaz de estar sólo o formar una familia con alguien a quien ames y te
ame de verdad. Sé que seguramente está ahí aguardándote, porque mereces
ser feliz!! Céntrate en tu trabajo. Realízate profesionalmente y obtendrás las
estructuras para crear un hogar.
_ Pero...
_ Nuestros caminos se cruzaron, supongo que para ayudarnos mutuamente a
tirar en la vida hacia delante como dos almas gemelas que se intercambian
regalos para crecer. Hemos sido honestos con nosotros, y seguramente en otra
vida o en otro momento nos crucemos de nuevo y quizás entonces sepamos
alumbrarnos con un resplandor cegador. No quiero que te culpes por nada,
eres maravilloso, y nunca nadie se había portado conmigo como tu lo has
hecho... ¡hombre de cielo!
_ ¿Me amas?...
_ No te amo Alberto –Rebeca lo dijo con hielo en los ojos-. Tan sólo deseo y
espero que me perdones por todo el daño que te causo, no lo mereces. Te
dejo tirado en un momento importante de tu vida pero quiero que sepas que

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

no ha sido adrede, que me ha costado Dios y ayuda poder hacerlo. Mis planes
también se han quebrado y me encuentro desorientada por todo lo que
siento, por mi circunstancia, mi situación de desempleo... saber que no estás
ahí a causa de mi sentir. ¡Gracias Alberto por todo lo que me has aportado y
entregado sin nada a cambio! Eres la mejor persona que jamás he conocido.
Debes estar orgulloso de ello. Eres excepcional.
_ ¿Y de qué me sirve ser excepcional?

Alberto habitaba una vivienda desolada y sentía dolores de cabeza, dolores


de espalda, dolores en el alma que no se extinguían cuando la recorría de
arriba abajo como una fiera enjaulada y supo que pronto los muros se le
vendrían encima, que estallarían las tuberías y la inundarían, que se quebrarían
los espejos y ya no podría mirarse, que las sillas cobrarían vida y lo perseguirían
para estrangularlo y temía sentarse en el sofá imaginando que eran las fauces
de un monstruo milenario. Pero decidió dar un giro radical para cambiarlo
todo.
Alberto entró en la Iglesia de Santo Domingo que alberga el convento
de los dominicos. Rezó durante veinte minutos alejado de un francés que
regañaba a su hijo porque comía un sándwich de beicon con lechuga y
tomate que había encontrado en el banco.
Al salir, sus ojos se fijaron en un cartel pegado en una farola. Decía así:
“Elimine sus problemas. Problemas con su pareja, con su jefe, con su negocio.
Problemas de dinero, enfermedad, inseguridad. Ansiedad, estrés, culpabilidad,
exceso de peso. Falta de dirección en su vida”.
Para Alberto que llevaba meses caminando en una dirección concreta
y se le había abierto un precipicio enorme a sus pies por el que estaba a punto
de despeñarse, esa última frase lo llamó poderosamente la atención... falta de
dirección en su vida???
La actividad del centro estaba orientada a la sanación holística del
individuo, a su desarrollo personal en los campos físico emocional y mental. El
taller perseguía alcanzar la maestría en el manejo de la vida a todos los niveles
para de esta forma trascender aquellas situaciones limitadoras que obligan
cada día a luchar por la supervivencia en lugar de disfrutar de los dones que
ofrece la vida.
Alberto se inscribió y participó. Le costó muy poco hacer nuevos amigos.
Y le gustó aportar su singularidad a la hora de analizar los acontecimientos.
Pronto sus comentarios eran requeridos y valorados. La directora del centro se
percató de inmediato y le confesó:
_ Eres un ser de luz Alberto –le advirtió Laura.
_ ¿Tú crees?
_ Así lo creo. Porque lo veo. He cotejado tu aura. Y tu amor incondicional al
prójimo destella con colores limpios y puros.
Alberto empezó a frecuentar el centro después de su jornada laboral.
Se entendía bien con Laura. La ayudó a preparar un curso de Tantra que
permitía explorar la intimidad y acercarse a la sensualidad a fin de sanar
cualquier herida que impidiera amar con plenitud. Las técnicas de Tantra
permiten aumentar la capacidad de gozo, sustentar y profundizar en las
relaciones aumentando el grado de satisfacción personal en las áreas
personal profesional y social, y, Alberto, se sintió muy útil aportando los
conocimientos adquiridos en el Tibet.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

No le interesaban tanto las regresiones. La búsqueda de información de


vidas pasadas para equilibrar los ajustes necesarios en la actual, tenían que
ver con una peculiar concepción de la encarnación con la que no entraba en
sintonía. Tampoco la videncia y el Tarot fueron objeto de su interés, aunque la
máxima seriedad y confidencialidad estaba asegurada. El tratamiento de
todo tipo de enfermedades físicas emocionales y mentales mediante las flores
de Bach, eran un primer paso para la apertura de facultades psíquicas
superiores de los alumnos más avanzados.
Pero Alberto no era sólo un alumno avanzado que se inscribió a todos
los talleres. Pronto desarrollo una idea que le presentó a Laura. Ella contaba
con una amplia experiencia en el campo de la enseñanza la videncia y la
sanación y estaba abierta a nuevas propuestas. Sus enseñanzas estaban
basadas en una combinación de tres tradiciones distintas que formaban lo
que se conoce por “El Triángulo Sagrado”. El Lado Blanco; gran hermandad
blanca, hinduismo, sufismo. El Lado Rojo; chamanismo, maestros nativos
ascendidos. El Lado Azul; entidades interestelares e interdimensionales. Su
trabajo perseguía una mejora de las relaciones humanas basada en la
sanación del individuo mediante la puesta en contacto con el mundo de la
energía y, Alberto, le habló en ocasiones de su concepción de la energía vital
y las dimensiones superiores de la existencia humana.
Alberto había sido entrenado por un maestro oriental del que Laura
había oído hablar por su interés en la expansión de la conciencia, y cuando le
propuso dar un ciclo de tres conferencias los martes a las siete de la tarde
entorno a la mejora en la comunicación y la autoestima; la apertura de los
canales del alma despierta que se fusiona con la personalidad humana; y la
utilización de los Chakras para obtener libertad espiritual y la apertura del
tercer Ojo; Laura aceptó encantada su propuesta y Alberto se convirtió en un
colaborador habitual del centro.

A continuación de una semana intensa visitando grandes bodegas y polígonos


industriales ofreciendo los cursos de idiomas e informática acompañado de
José María, el sábado Alberto se decidió a visitar el zoológico y los jardines
botánicos. Luego fue al cine. A regañadientes escuchó la conversación
entorno a si seguían o dejaban el riguroso tratamiento para adelgazar las dos
señoras sentadas en la fila de atrás. Y se convenció de lo gordas que estaban
a levantarse para salir. Inconscientemente movió afirmativamente la cabeza.
Parecían dos cachalotes.
Había sorprendido otras conversaciones. Le hizo gracia la manera en
como le contó una mujer a otra el abstracto sueño de su marido. No tenía con
quien hablar y escuchaba a los jubilados comentar las noticias. La última fue
que en Praga habían asesinado a un vagabundo rociándolo de gasolina
porque olía mal. El hombre dijo que en Boston, la delincuencia juvenil había
crecido dos puntos en relación al año anterior. Justamente en ese momento,
en Madrid, Juan Daniel no encontraba la corbata azulada y desbarataba los
cajones de la rabia incontrolada poniéndolo todo patas arriba.
Alberto deambulaba por las calles de Jerez cuando vio pasar el
automóvil de Elvira a toda velocidad. Sonrió, y se alegró por ella. Su cuenta
corriente se había triplicado desde el mes de abril. El director de su Caja de
Ahorros le regaló un juego de maletas.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Días antes se había cruzado con Rosario sin saberlo. Ella indicaba un
tratamiento por teléfono a una paciente cuando el semáforo cambio y ambos
se detuvieron. Se miraron. El semáforo volvió a cambiar de color y reanudaron
sus pasos. Rosario iba a buscar a su tía para que le hiciera el favor de llevarla al
aeropuerto.
Alberto caminó sin demasiado ritmo y al llegar al apartamento se puso a
escribirle a Rebeca en su diario.
“Creo francamente que desde que forzabas tu sonrisa en Madrid con
todo tu interior revuelto, has avanzado Rebeca.
“He podido comprobar como has aprendido a decir NO sin por ello
sentirte culpable. No lastimas a la gente defendiendo tu espacio vital. Querer
complacer a todo el mundo ocasiona un desgaste enorme. No conviene
envolverse de ansiedades y tensiones. ¡Enhorabuena! Estás encontrando el
punto de equilibrio perfecto.
“Es bueno que aprendas a dejar de sentirte responsable por el placer
de otros. Pero también es bueno que sepas pedir ayuda en vez de encerrarte
debajo de tu caparazón reteniendo emociones incomprendidas.
“Creo que se confirmará tu progreso cuando separes los obstáculos
reales de los imaginarios. Cuando entiendas que no existen garantías y que la
vida entraña riesgo. Cuando aceptes que los acontecimientos no se pueden
controlar y cuando te rindas al amor más puro y bello que puedas encontrar
jamás.
“Todos necesitamos cerca una persona en quien podamos confiar. Una
persona que nos proporcione paz y alegría. Que sea un modelo de bondad y
humanidad. Alguien a quien podamos pedirle auxilio.
“Yo te necesito a ti. Y te repito lo que ya te he dicho mil veces: puedes
contar conmigo. Tenemos un proyecto común.
“No dejes pasar una buena oportunidad de vida. No permitas que tu
corazón se vuelva holgazán. Ríe hasta que te quedes sin aire. Llora y luego
sigue adelante. Y si me amas... ¡dímelo! ¡Grítalo! ¡Demuéstralo!
“Tú serás lo que tú hagas contigo Rebeca. Y tendrás que medir la vida
no por los períodos de recogimiento sino por las experiencias que te alteran el
alma.
“La vida es un desafío que hay que afrontar, una riqueza que hay que
conservar, un misterio que hay que descubrir, una misión que hay que cumplir.
Y la vida es vida si decides vivirla sin miedos Rebeca.
“Sabes, en tu ausencia estoy descubriendo la paradoja de que si soy
capaz de amarte hasta que duela como me duele, puede no haber más dolor
y sólo más amor si...
“Y mi amor no solo tiene que ser espléndido y extraordinario. Tiene que
ser continuado, un amor que no me canse de obsequiarte”.
Alberto se recostó con la libreta en su regazo y se durmió. El domingo
visitó la catedral y se dejó impresionar por su estilo que aúna el gótico el
barroco y el neoclásico en una construcción del siglo XVII. Por la tarde volvió al
cine.

Vista la buena acogida de público durante sus conferencias y del posterior


debate que suscitaron en bares y cafés sus ideas, Alberto decidió encerrarse el
siguiente fin de semana en el apartamento a fin de poder desarrollar suficiente
material para un seminario-taller que le propondría a Laura para impartirlo él.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Lo tituló: “Mirándonos al espejo”. Construyó desde su ordenador portátil


anécdotas que narrar a los participantes, situaciones que exponer para
explicar nuevos e interesantes conceptos y encontró argumentos amenos con
los que convencer animado por una euforia que arrancaba de una zona de su
ser que había permanecido oculta y expectante, prevalecía la energía vital.
_ El propósito es que los participantes logren cada uno abrazarse por dentro –
expuso Alberto a Laura.
Necesitaba ilusionarse con algo, implicarse, regalarse a sí mismo en una
tarea.
_ Tiene que ver con el desarrollo y la superación personal –indagó Laura.
_ Con el crecimiento humano y el desarrollo espiritual. ¿Quién soy? ¿A dónde
voy? Estas son preguntas clásicas. ¿Me siento bien bajo la piel? ¿Siento que la
vida me sonríe? Son preguntas que no todas las personas se formulan. Hay
bastante gente que se preocupa en vez de ocuparse. Y gente que se enoja
con demasiada facilidad. Y mucha gente no lo confiesa pero tiene miedo,
muchos miedos absurdos.
_ ¿Y que persigues con tu trabajo? –preguntó Laura.
_ El seminario-taller pretende que los participantes se acerquen a su genuina
esencia a fin de encontrarse con ellos mismos para desarrollarse y superar lo
que son, alcanzando la máxima potencialidad como personas e individuos en
una sociedad excesivamente tecnológica y artificial.
_ ¿Cuál sería el temario?
_ Iniciaría con la obra de Oscar Wilde “El retrato de Dorian Grey” para hablar a
continuación de la Ley Fundamental del Universo. La dualidad, las zonas
erróneas, los fantasmas del pasado, la toma de decisión, el carácter y la
personalidad. Y hablaría entorno a conceptos poéticos como Pájaros
Plateados, Peregrinos del Viento, Misioneros del Alma, Espíritus Vitales.
_ ¿Qué resultados esperas obtener?
_ Que los participantes digan adiós a la indecisión, la inseguridad, el malhumor,
la culpabilidad, la ansiedad, y la necesidad de aprobación para ser
exclusivamente ellos mismos.
_ ¿A quién va dirigido?
_ A toda persona con inquietudes y deseos de progresar mejorando su estilo
de vida gracias a la posibilidad de crecer a nivel humano creando un sendero
de bienestar y dicha.
_ ¿Cuál sería la metodología del aprendizaje?
_ El seminario-taller está enfocado como una amena charla donde se hace
participar a las personas, intercalándose ejercicios físicos y juegos con
ejercicios escritos y de autoevaluación individual.
_ O.K. Me parece bien. ¡Adelante con tu curso!
Y la templanza apaciguó el ritmo de su palpitar y como un reloj que se pone
en hora la armonía resurgió, pues Alberto no podía tolerar tanta desazón y
descontrol en su manera de existir y, con los postigos apenas entreabiertos, la
luz entró y su propia luz pudo salir con alas nuevas. Y era todo él un ceniciento,
Popeye tras ingerir espinacas.

A continuación de una semana sin ninguna novedad laboral, sino era el tedio
que lo afligía por la rutina en un trabajo en el que no podía intercalar su
creatividad, Alberto abordó el sábado con otra de sus citas de introspección.
Escribir en su diario le permitía vaciarse. Estaba muy lleno de Rebeca.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Hola cariño!! Como no quieres que nos comuniquemos, sigo escribiendo


desde este silencio obligado en mi encierro intentando que no se ahogue mi
voz ¡escúchame! porque yo sigo concentrado en nosotros. No tiro la toalla.
Mientras no superemos la fecha del 31 de diciembre sigo aferrado a la
esperanza y a la fe. Esperanza en que encontrarás la luz suficiente para ver las
cosas con claridad y fe en que lo que sentimos el uno por el otro es un don
magnifico que no se puede extinguir así no más.
“Rebeca, permíteme decirte cosas que pienso...
“Para ser TÚ, debes pasar por la prueba de comprobar que eres capaz
de remontar la crisis en la soledad de tu interioridad. Pero la vida no te ha
despedido Rebeca. Solo estás en una encrucijada. La vida sigue!
“El auténtico sentir en el mismo núcleo de tu ser impulsará tu renacer. Y
con el tiempo te darás cuenta que todo se supera. Puedes abrir los ojos que
cerraste un día. No evites el golpe, ¡embiste el espejo y salta al otro lado para
verte desnuda!
“Te hará falta coraje y una voluntad consciente además de mucho
optimismo pero Rebeca... por favor, no esperes a contar hasta diez para
alcanzar tu dicha.
“Creo que la dicha no es la ausencia de dolor o padecimiento. Muchas
personas impedidas físicamente encuentran la manera de ser dichosas. La
dicha no significa tenerlo todo. La dicha no significa que cualquier cosa que
hagamos es una cosa que sale a las mil maravillas.
“Sabes, mientras transcurre tu recuperación...
“Toda separación es dolorosa. Pero lo que está ocurriendo no es una
tragedia, es un desafío. ¡Me encantan los desafíos!
“No digo que sea una bendición pasarlo mal y sufrir como estoy sufriendo
por tu ausencia y la incertidumbre de nuestro futuro, pero la vida existe para
que aprendamos y yo quiero crecer y evolucionar como ser humano.
“Esta separación me brinda la oportunidad de ser capaz de comprender
que todo termina. Terminan las relaciones. Termina la vida de quien amas. Pero
no tiene porque romperse tu alma. Saber decir adiós cambia el existir. Fallecer
con una sonrisa en los labios, esa debe ser mi meta: morir satisfecho de la tarea
realizada durante mi estancia en la Tierra.
“Después de cada ruptura se habla de nueva luz. Tal vez por eso estoy
sumido en un mundo nebuloso que me asfixia porque siento que lo nuestro
todavía está vivo ¡no hemos terminado! ¿Cómo agotar un amor inmenso como
el que nos procesamos?
“Para ti cariño... ya sólo existe Alberto ¿cuando miras atrás?
“Si miras hacia delante, ¿todavía estoy yo? ¿Me ves en Navidad?
“Dime, ¿todavía nos unen cosas? ¿Piensas en mí por las noches?
“¿Te acuerdas de cuando te conté el cuento en Conil después de hacer
el amor desnudos en la cama satisfechos? ¿Te acuerdas de cuando te tomé en
brazos y atravesamos juntos el umbral para depositarte en el lecho de nuestro
apartamento el día que lo inauguramos? ¿Te acuerdas del sabor de nuestro
primer beso en Madrid? ¿Y de la última vez que nuestros cuerpos se fundieron?
¡tenías el período!
“Rebeca, eres la mujer de mi vida y por ello me caigo, lloro, me
derrumbo, tengo la sensación de estar roto, pero no me obsesiono contigo
porque yo tengo tesoros fabulosos en mi interior. No dejo que las emociones me
dominen (la rabia, la impotencia, el desasosiego, la desesperación). Consigo

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

que fluya entero mi sentimiento de amor sano y descubro que es muy profundo
Rebeca. Y compruebo a diario que es una necesidad que emerge del alma,
nada tiene que ver con un deseo o un capricho. Soy libre! Siento en libertad!
“Yo seré excepcional si estoy contigo Rebeca. Y también seré
excepcional si no estoy contigo. Me rindo ante la evidencia: no controlo la
situación... pero yo soy yo en cualquiera de los casos. Y encontraré motivos para
alegrarme si estoy a tu lado y muy a mi pesar, tendré que encontrar motivos si
finalmente no llegamos a estar juntos en un futuro próximo. Pero lo superaré.
Sufriré horrores, ¡como un maremoto poseído!¡Amarga nostalgia en busca de
una quietud suave! No tendré más remedio que superar mi crisis. No te sientas
culpable. Soy responsable de haber elegido amarte y no puedo obligarte a que
tú me ames si no quieres.
“No hay nada que perdure y nuestro amor... o muere o crece y sigue
evolucionando como lo hace un espiral!!
“Pero el amor solamente comienza a desarrollarse cuando amamos a
quienes no necesitamos para nuestros fines personales. ¡Que gran afirmación!
“¿Te amo porque te necesito? ¿Te amo porque quiero un hogar? O
quiero un hogar porque te he encontrado!!!
“¿Te amo porque estoy solo?... ¡pero llevo muchos años solo!
“Y solamente se me ocurre leer lo que escribí a mano a mi llegada a
Jerez de la Frontera”.
Alberto había escrito uno o dos párrafos durante cada noche antes de
acostarse mientras Rebeca seguía en Madrid. El primer domingo de playa le
entregó las notas pero su mala caligrafía hicieron imposible la lectura. Así que se
las volvió a llevar para pasarlas en limpio pero prefirió decirle las cosas de viva
voz por que ya estaban juntos y las notas se quedaron en un cajón. Pero las
recuperó y...
“Uuuaaaauuuu!!!! Acabo de enamorarme de mi propio sentir Rebeca. Si
fuera mujer yo quisiera un hombre así. Me he sorprendido de lo que escribí hace
cinco meses y lo más importante... ¡coincido con cada una de las palabras
escritas entonces que viven hoy!
“Creo que el amor es tratar de no herir al otro. Tratar de no cambiar al
otro. Tratar de hacer sentir bien a la otra persona y que durante el proceso de
estimular y dar aliento al otro desde tu misma alma, tú te sientas dichoso. ¿Qué
opinas cariño?”.
Pero Rebeca no podía contestar porque desconocía la pregunta. Alberto
respetaba tanto su espacio que no se callaba, pero escribía solo para él con el
afán de apaciguar sus emociones y, poco a poco, ir asumiendo la realidad.
Terapia personal.

El seminario-taller que Alberto impartió en el centro de Laura fue un rotundo


éxito. Su filosofía podía resumirse en el encuentro con el máximo grado de
bienestar y dicha en cada acción de la vida cotidiana. Defendía la posibilidad
del arte de amar concientemente a plenitud. ¿Se había convertido en un
maestro? ¿En un guía?
_ Estamos hechos para el gozo y no únicamente para el placer hedonista –
afirmó Alberto para concluir.
_ Alberto seguirá vinculado al centro –notificó Laura a los presentes con cierto
orgullo.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Más tarde Alberto comentó a las personas que en coro lo rodeaban sin
querer marcharse a sus casas tras el acto de clausura del seminario-taller:
_ El gozo se cristaliza en nuestra verdadera dimensión como seres humanos. El
placer hedonista es efímero mientras que la dicha que unifica cuerpo y alma
permanece en el tiempo alimentando la esencia del ser. En la búsqueda del
placer que trasciende el apego a lo efímero y banal para llegar un poco más
allá alcanzando la naturaleza en nuestros actos, disolviendo las
contradicciones internas permitiendo de esta forma canalizar la energía vital
hacia propósitos afines a la misión en la Tierra, ahí es donde se encuentra el
gozo.
Alberto enseñaba a manejar la concentración situándola en las
necesidades y nunca en los deseos; en los sentimientos, poniendo en un
segundo plano a las emociones para, en definitiva, ayudar a recuperar la
finalidad fundamental de la vida a toda persona que asistía a su seminario-
taller.
Creaba un espacio donde adquirir experiencias y profundizar durante
ejercicios amenos a menudo sorprendentes, intrigando y convenciendo de su
utilidad sin forzar ninguna situación. Y completar sus instrucciones equivalía a
mejorar voluntariamente como personas comprometidas en una sociedad
mejor. Los hombres se acercaban al Hombre hecho Cielo. Las mujeres a la
Mujer Mariposa.

La semana laboral se le hacía eterna e incómoda, como un corsé que aprieta,


sofoca, ahorca, y, únicamente durante el fin de semana, gracias al seminario-
taller que se repetía con nuevos alumnos y alumnas alertados por sus amigos,
encontraba Alberto la paz interior como instructor de un nuevo orden en la
Tierra.
Al regresar al apartamento, antes de acostarse, luego de prepararse
una infusión caliente a base de tila, azahar, melisa, hierba luisa, tomillo y
eucalipto, mezcla que aprendió a realizar en la India, Alberto escribía a
Rebeca en su diario personal.
“¿Cómo estás? ¿mejoras? ¿Tus días son maravillosos? ¿tienes trabajo?
“Cariño no puedo dejar de escribirte. Espero que no te moleste. Pero he
entendido que la vida no es acumular posesiones ni tener fama, sino entender
la profundidad del amor y concentrar ese amor en una obra concreta, y,
cuando has encontrado a la mujer de tu vida, no puedes pensar en otra cosa
que no sea fundar un hogar.
“Pero te lo ruego. Que este -fundar un hogar- no te angustie por ahora.
Es una meta. El plan de ambos. No se trata de vivir juntos mañana. Nuestra
reunión llegará cuando ambos estemos preparados.
“Me gustaría tanto saber si tú sientes como yo lo siento ese hilo
traslúcido fuerte como el hilo de pescar que une nuestras almas... ¡fuiste tú
quien lo descubriste en Madrid!
“¿Sientes que te acompaño a los lugares? ¿Sientes que estoy contigo
cuando te duchas? ¿Me sientes a tu lado por la noche? Yo me despierto con
unas ganas enormes de penetrarte de madrugada!!
“¿Qué haces con tu tiempo? ¿Logras divertirte y sonreír sin mí?
“Rebeca, no me mires como un enemigo, soy tu ángel de la guarda.
“Como te dije resistiré porque el amor verdadero desconoce los
obstáculos, pero ¿vale la pena? Quiero decir... ¿es un amor recíproco o se

127
LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

trata del desvarío de un ingenuo enamorado que no admite que está siendo
rechazado?
“Yo sólo quiero estar contigo si nuestro amor es espléndido, dime, lo és
¿espléndido? ¿tu sentir es tan profundo como afirmabas o se ha adulterado?
“Es tan hermoso lo que yo siento que me parecería un derroche
extraviarlo. Sólo quisiera que sintieras la mitad de lo que yo siento y me
quedaría satisfecho. Sin embargo tú me hablaste de inmensidad, ¿dónde
está? ¿se ha extinguido la llama de tu amor? ¡no por favor!
“Pero si realmente ya no quieres amarme, tendrás que verme para
convencerte. Y sólo si la frialdad y la indiferencia se apoderan de ti en mi
presencia podremos terminar nuestra historia de amor porque lo esencial
habrá desaparecido y no tendrá ningún sentido continuar. Pero tendrás que
mirarme a los ojos y decirme: No siento nada por ti”.
Pero eso Rebeca ya lo había hecho. ¿No encajaba el golpe?
Porque se obstinaba, ¿no la había creído?
Alberto entendía que el problema no era él, ni las circunstancias que la
envolvían, ni siquiera una relación de pareja. El problema estaba en Rebeca.
No estaba preparada porque tenía asignaturas pendientes que resolver y no
podía empujarla porque sería contraproducente. Pero... ¿y si en realidad
había otra persona? ¿Y si la persona que le colgó el teléfono acompañó a
Rebeca durante sus vacaciones? ¿Y si no estuvo con Manuela en Barbate y
Alicante si no con el tal Víctor?
¿Le había dicho Rebeca a Alberto que no lo amaba para poder
alejarse de él? ¿Tenía que seguir manteniéndolo a raya para encontrarse a sí
misma? ¿Sólo por eso dijo no amarlo?

Rebeca seguía sin trabajo. Y pensó en viajar a Madrid para acceder a una
oferta laboral mucho mayor. Su tierra limitaba las oportunidades de empleo y
ella quería trabajar de lo suyo. Aunque intentó durante unos días un trabajo
como teleoperadora, lo dejó rápidamente. Ella se consideraba una
trabajadora social y quería ayudar a quien se lo solicitara. No quería tener que
levantar el teléfono para importunar a la gente. No quería tener que ir a visitar
a nadie que no aguardara su visita. Simplemente quería que la gente
accediera a ella y entonces prestarles ayuda. Buscaba una situación
sostenible más fructífera para la vida que merece ser vivida.
Y en Madrid estaba Víctor que la llamaba de vez en cuando.
Rebeca se lavó las manos en la cascada del cambio y tenía ya la
herida cicatrizada, y estaba dispuesta para cualquier desafío con la huella en
el alma que ha grabado, gracias al pellizco de la conciencia. Se había
bañado y vestido una túnica blanca y se situaba en medio de un círculo que
había trazado con tiza roja. Y cuando alguien se inclinaba para agarrarla ella
se sentía segura porque una fuerza invisible arrojaba lejos toda invasión.
Aunque Alberto le ofrecía riquezas de por vida, Rebeca se había
marchado para encontrarse con su destino.

Alberto hacía gala de una paciencia majestuosa. No llamaba a Rebeca por


teléfono. Tampoco le escribía un SMS. Pero tomó la determinación de volver a
contactar de manera sutil a través de Internet, no con palabras que la
incomodaran, sino promoviendo temas generales como una excusa para
dialogar. No quería entrar en detalle entorno a su relación truncada.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Rebeca... estoy convencido que la felicidad depende de la virtud, y la


virtud, del conocimiento. Realizo a continuación unas reflexiones para que
descubras con quien estás a punto de unir tu vida de por vida. Si no estás de
acuerdo con alguna afirmación, me gustará que la comentemos. Me encanta
el debate y si tu discrepancia es inteligente y está razonada con argumentos
seguro que aprendo. Y yo quiero aprender!!
“La felicidad es un estado de ánimo que dota a quien lo disfruta de una
sensación de plenitud consigo misma y para con las demás personas de su
entorno inmediato. Tal estado, confiere una mayor serenidad y estabilidad a
los pensamientos y a los actos. Por lo tanto, siéntete feliz, para que seas feliz, y
el mundo que te rodea se volverá totalmente feliz. Es una buena táctica.
Empieza por sonreír... ¿a qué esperas? ¡sonríe! Y siéntete alegre para que sin
darte cuenta actúes con alegría.
“La persona virtuosa, es aquella que está en camino de ser sabia,
porque sabe cómo alcanzar sus objetivos sin pisar a los demás. Pone a otra
personas de su lado, creando una meta común, que al final es su propia meta.
Sabe remar contra corriente pero aprende a dejarse llevar con la corriente a
favor.
“La virtud es una de las herramientas más importantes para el éxito. Una
herramienta muy útil para la educación de la prole. La más importante
herramienta para morir con una sonrisa en los labios.
“Una virtud, es una cualidad positiva. Tú tienes muchas virtudes Rebeca.
La más significativa es tu amor al prójimo. Pero tienes muchas otras virtudes
más.
“Yo distingo diez virtudes que me caracterizan: el amor, la generosidad,
la honestidad, el coraje, la creatividad, la perseverancia, la disciplina, la
serenidad, el orden, y mi vocación.
“En mi opinión, los diez mayores defectos son: la pereza, la falsedad, la
ira, el miedo, el pesimismo, la vanidad, el egoísmo, el conformismo, la
terquedad, y la incapacidad de asumir la vejez.
“Los diez mayores errores que confieren comportamientos absurdos e
inventan problemas donde no deberían existir son: la mentira, la envidia, la
venganza, la avaricia, los prejuicios, la impaciencia, el desinterés, el irrespeto,
la falta de socorro a un semejante y la ausencia de humildad. Y antes de
despedirme, decirte lo que ya sabes: te amo siempre Rebeca”.
Alberto había aprendido en el Tibet y puesto en práctica en la India un
principio de estrategia para moverse y avanzar por la vida que consistía en
desarrollar su lucidez para identificar las acciones más idóneas, separándolas
de las que solamente eran adecuadas, estableciendo un cómo y un cuándo
llevarlas a cabo. Primaba su valentía para defender los propios principios y
afrontar cualquier contrariedad sin temor ante circunstancias adversas. Con
absoluta paz interior para interactuar con las demás personas, facilitando el
intercambiando de los dones que enriquecen cada encuentro entre una y
otra alma despierta.

En alguna ocasión salió a cenar con el círculo de amistades que se


ensanchaba, Alberto acudía a exposiciones de pintura y presentaciones de
libros, a un desfile ecuestre tradicional, a una cata de vino donde se rodeó de
personalidades y miembros destacados de la política; su última cita social fue

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

una exhibición de baile flamenco en la que participaron prestigiosas figuras


del baile. Ese día conoció a toreros y cantaores importantes.
Pero le gustaba pasear solo por la orilla de la playa de El Palmar con los
pies descalzos hasta que de repente un impulso lo llevaba hasta el primer
ciber-café que encontraba a su paso.
Apenas habían transcurrido tres días desde su anterior mensaje, pero era
el ocho de octubre, y para Alberto era obligada la comunicación.
“Hola mi niña pequeña, ¿cómo estás? ¿avanzas en tu proceso? No
quiero perder la tradición de comunicarme contigo en una fecha tan
significativa como es el día de hoy, ¿ya no significa nada para ti el número
ocho?
“Creo conveniente sobre todo en este día seguir con la línea abierta. Te
hablé en mi anterior mensaje de virtudes Rebeca. Y hoy quiero hacer un matiz
respecto a una de las virtudes que señalé (amar).
“Una virtud es una cualidad personal que se considera buena y
correcta. Y así es buena y correcta la generosidad, la honestidad, la
creatividad, la perseverancia, la serenidad, etc. Implican comportamientos
que se ajustan a una concepción moral favorable y justa.
“La facultad es una capacidad o aptitud. Las facultades son poderes y
derechos que se desarrollan con la práctica.
“Prefiero considerar la acción de amar, más como una facultad, que no
hacerlo solamente como una virtud. Porque amar no es algo estático que es y
ya está. Amar es más bien una potencia que crecerá en grandeza y calidad si
se la trabaja.
“Así también considero a la voluntad como una facultad. Y la voluntad
es mucho más que solo una facultad más. La voluntad es el ejercicio de
cualquier facultad (entre ellas amar). Voluntad equivale a libertad para elegir.
“Creo que la voluntad es la condición más elevada del ser humano.
Tiene que ver con el libre albedrío. La voluntad no solo tiene que ver con la
intención, o la determinación, o el deseo. Voluntad significa esfuerzo y coraje.
Voluntad es propósito y disposición para hacer una acción determinada y no
otra.
“La voluntad y la conciencia nos hace ser más grandes que cualquier
otra raza del planeta (discernir nos diferencia de los animales que actúan
exclusivamente a base de impulsos).
“Sabes Rebeca, puedo decir cuanto digo porque tengo conciencia de
mí mismo y, sobre todo... porque me he conciliado con la naturaleza de mi
alma.
“Tengo el conocimiento de lo que soy y de lo que no soy. Conozco mi
sentir y mi existir. Y percibo el mundo que me rodea porque lo observo con
atención y concentración. Existe en mí la capacidad de hacer el bien o el mal
y la suficiente voluntad y amor consciente para realizar únicamente el bien. Y
lo hago con honestidad, es decir, sin fraude. Y lo divulgo con toda la
generosidad que me es posible.
“El amor es un conjunto de sentimientos que nos ligan a unos y otros.
Amor significa ternura, suavidad, y esmero en la manera de hacer las cosas.
“Créeme cuando te digo que quiero hacerlo bien. Rebeca quiero que
salga bien. Quiero que todos ganemos con esta oportunidad que nos ofrece el
destino. Soy tu hombre hecho cielo con el pecho plateado”.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Laura le había presentado a Alberto una locutora de radio que rápidamente


lo integró a su programa de los viernes por la tarde para que respondiera en
micrófono abierto a las preguntas de los oyentes. A su vez, la locutora puntual
y enérgica con su habitual camisa de color garbanzo desabotonados los dos
botones del cuello, le presentó a una periodista de prestigio que no
renunciaba a subir por la escalera del éxito y cada día pensaba y con razón
en rodearse de los mejores profesionales de cada área conservando a su
edad todavía esa ansia propia de la juventud que lograba que su programa
de televisión de lunes a viernes por las mañanas tuviera una gran audiencia, al
cuál incorporó a Alberto como contertuliano fijo. Pronto la fama de Alberto
creció. Tenía un innato don de gentes. Era un artista del show. Era el hombre
del momento. Sin codicia por obtener los primeros puestos, su afán no era ser
el protagonista y sin un ego desmesurado, sin los humos propios del ingenuo
que cree que eso siempre será así, se convertía en el más reclamado. No
sentía desmayos ni escalofríos sino una terrible satisfacción agradecido por los
eventos que no hubiera podido programar ni organizar ni aun queriendo.
Y tuvo que darse de baja de la empresa por la imposibilidad de
compaginar ambas actividades porque su presencia era requerida en distintos
eventos. Joaquín, Clara, las compañeras de la inmobiliaria lo llamaron para
felicitarlo luego de ver una de sus intervenciones en el canal nacional. Pero la
fama no se le subía a la cabeza. Por fin, simplemente se sentía auténtico y
satisfecho con su actividad que desempeñaba con sumo agrado y total
complacencia. Finalmente sentía que formaba parte de la solución al no
contribuir a un mundo donde impera el consumo y se desechan los valores
humanos y la riqueza de las personas.
Alberto progresaba mientras desconocía si Rebeca estaba en Madrid o
en Jerez de la Frontera. No sabía si había conseguido trabajo. No sabía nada.

La doncella ultrajada que fue Rebeca se había superado. Pero esta heroína
guerrera, ¿todavía permanecía oculta o ya era toda ella?
Rebeca había sido como una loba capaz de soportar la mugre y la
suciedad, el daño y el exilio, el dolor y la traición. Pero era capaz de viajar con
un rumbo, con un por qué, con el plan de su alma liberada para regresar
enriquecida de vida.
En todas las leyendas o cuentos de hadas hay un espíritu que se viste de
luz y sabiduría y que es un guía, un arbitro, como un fragmento de Dios que se
encarna en humano para cultivar el alma como el mejor guardián que
regenera la semilla para dejar sus raíces en la tierra.
Tenía que sembrar la nueva energía para poder sustituirla por la
deteriorada. ¿Tenía lista la nueva energía para sustituir la vieja?
La necesidad de cambio y transmutación había operado, ¿se
reabastecería Rebeca? ¿Tenía una corona para su rey?
Alberto la había denominado tesoro; un tesoro que emergía del mundo
subterráneo porque poseía la capacidad interior para ponerse en marcha sin
disimulos, sin murmullos, sin pedir disculpas. Rebeca había recibido la voz del
alma y había confiado en su voz. ¿Dejaría ahora que su espíritu participara?
No había debilitamiento, sino muerte, regreso de la conciencia,
renacimiento.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

Cosas como el recuerdo instantáneo ya no existían, prevalecía la visión


a mil leguas de distancia y persistía la capacidad de oír desde miles de
kilómetros, y de sentir desde atrás de los ojos enrojecidos. ¡Fecundidad!
La fecundidad es la materia en la que se depositan, se incuban y se
guardan las semillas que se preparan para culminar en una reunión con los
recursos más profundos. Y cuando se produce de manera insólita y valiosa,
ocurre el nacimiento de la verdadera vida. No se puede ir a buscar. Sucede
cuando uno está preparado.
¿Qué hubo un tormento del alma? ¡Claro!
Pero es la única manera de llegar a la más inmensa concepción del
universo.

Rebeca abandonó los desgastados comportamientos para descender a un


territorio inexpugnable hasta la fecha confiando en la buena voluntad de
quien se cruzó en su camino una noche concreta. Vendó sus heridas causadas
por el desventajoso pasado y por un pacto que realizó en un momento
determinado de su vida. Vagó hambrienta confiando en que la luz radiante
de un mago de formas energéticas la alimentaba segura de alcanzar su
propia naturaleza auxiliada.
Pero atendida supo establecer contacto íntimo a solas consigo misma
para incubar su propia luz soportando la incomprensión hasta regenerarse, y
siguió adelante sin esperar habiéndolo derrochado todo para asir la infancia,
la adolescencia, la juventud, su etapa adulta, y resolver los conflictos en cada
una de esas etapas. Así consumó el canto hondo que abraza el alma salvaje
que no se domestica cuando se mueve.
Y Rebeca ya no era una turista de sí misma sino una residente, pues
había brotado de su misma esencia porque podía hacerlo ella. Podía hacerlo
por su cuenta.

Inició una búsqueda en medio de un bravo esfuerzo intuyendo la cercanía de


sí misma, de su esencia, de su alma que la protegía, descubriendo sus propias
huellas. Y ya no pudo apartarse de su trayecto.
Aprendió a saltar, a correr, y también aprendió a detenerse. Y su alma la
seguía amorosamente. Y comenzó a aullar las noches de luna llena antes
incluso de reconocer el lenguaje, antes de escuchar los ritmos de la danza de
la vida, antes de saberse ella cuando todavía animaba una figura borrosa en
su imaginación. ¿Se trataba de un milagro? Sin tener pleno conocimiento de lo
que sucedía sabía que lo era un milagro, el milagro de su vida prodigiosa.
¡No hacía falta ponerle ninguna vela a ninguna virgen!
¿Sueñan otras mujeres con algo similar?
Hay otras mujeres maltratadas que tienen que poner remedio a su
situación. Otras mujeres que tienen que salvarse aún sintiéndose impotentes.
Mujeres que tienen que recobrar la fe en la vida antes que la decepción
desbarate su fuerza interior acercándose a su voz original sin aguardar,
creando ellas mismas el momento, responsabilizándose de su propia historia.
Rebeca les hubiera dicho a esas mujeres: “Si no sales al mundo con tu
propio mundo en las manos extendidas, jamás sucederá nada, y la vida nunca
empezará”. Y es que el alma podía contestarle a Rebeca: “Por dejarme ser, te
ofrezco la vida plena”.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

El siguiente día ocho (de noviembre) Alberto escribió a Rebeca.


“¿Recuerdas lo que te escribí en los dos anteriores e:mails?
“El amor no es una virtud. Es una facultad, igual que lo es la voluntad.
Las dos condiciones más elevadas del ser humano, que junto a la conciencia,
unidas las tres, nos permiten evolucionar. Eso nos diferencia del resto de los
animales.
“Hoy quiero hablarte de justicia.
“Rectifícame si me equivoco, pero desde que nos conocemos, estoy
creando un clima positivo donde el diálogo es fluido y distendido (existe un
momento y un lugar para la broma y otros momentos para hablar con suma
profundidad). No quiero que jamás me temas o que te consideres una cautiva.
Yo no soy ningún tirano, no tengo vocación de ogro, y mucho menos de
verdugo (aunque seas mi esclavita). A un hombre justo jamás se le teme. A un
hombre justo se le respeta. Confía en mí. No te pediré nada que no sea justo.
No tendrás que hacer nada que no sea totalmente necesario o el
comportamiento más apropiado dadas las circunstancias. Mi propósito es ser
mejor persona. Celebraremos los propios avances y el crecimiento y cada
progreso individual que hagamos, ¿sí?
“Necesito un voto de confianza para poder impartir justicia con amor en
el hogar Rebeca. Porque es mi intención obrar justamente para que me
respetes (de igual modo a como yo te respeto a ti). Recuerda lo que te escribí:
la felicidad depende de la virtud, y a su vez, la virtud depende del
conocimiento. Entonces, ¡sepamos qué es La Justicia!
“Únicamente la persona que sabe qué es la justicia puede
verdaderamente ser justo. Y la justicia es el arte de hacer aquello que es justo.
Significa dar a cada uno lo suyo. Es la virtud de cumplir y respetar el derecho.
Es exigir los derechos. Es otorgar a los derechos su justo punto. Todas las
personas tienen derechos.
“¿Qué derechos tienes tú?
“El derecho primordial: libertad.
“Podrás exponer opiniones para mejorar las normas del hogar. Existirá el
debate. Me repito, de ningún modo pretendo implantar una dictadura. Pero
para que exista el orden en la casa son necesarias las Normas. Derechos y
obligaciones.
“Ser justo equivale a saber decidir a quien le pertenece uno u otro
derecho. Cuando tengamos nuestros hijos pondré paz si existen
enfrentamientos dictaminando como el juez más justo del mundo. Yo tendré la
última palabra, pero a todos escucharé antes del veredicto. Y cuidado: el
hombre justo está exento de sentimentalismo (no habrá preferencias). Si fuera
sensible a una de las partes ya no sería imparcial. Ser justo significa ser
equitativo y honrado.
“Ah! Respecto a los derechos y obligaciones de nuestro hogar... ¿cuáles
propones tú?
“Ya lo he dicho: no quiero imponer nada, pero para que el hogar sea
caluroso y armonioso hay que fijar las NORMAS PARA LA SANA CONVIVIENCIA.
Normas que aceptadas, cumpliremos ambos sin excepción, ¿te parece bien?
“Se despide de ti el hombre que te valora a cada instante y sonríe de
agradecimiento a continuación”.
¿Por qué Alberto le hablaba de justicia a Rebeca?...
¡Dónde quedaba el libre acceso entre ambos!

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

La libertad de Rebeca terminaba donde empezaba la libertad de


Alberto.

Días más tarde Alberto miró de arriba abajo a la mujer con la que se cruzó en
la puerta de entrada del edificio. Rápidamente se la abrió para que pudiera
entrar y la saludó sin una sonrisa afectuosa parco y opaco en su tono. La mujer
embarazada venía de la peluquería, se había teñido el cabello porque de
repente recordó que ella no era así. Se trataba de la vecina de enfrente, la
que suele poner la televisión a todo volumen hasta altas horas de la
madrugada los sábados y algún viernes. Su boca se movió lentamente para
decir “buenas noches, gracias”. Llevaba un bolso colgado al hombro y en la
mano derecha un paraguas rosado. Le distrajeron sus pies pequeños que se
movieron como escondiéndose. Nunca se había fijado.
Y el día siguiente amaneció antes que el despertador lo advirtiera por
una serie de alaridos que provenían del ático donde la pareja que habitaba
desde hacía apenas una semana y media se enzarzaron en gritos histéricos a
pecho partido. Riñeron por celos, todos los vecinos lo supieron. Hasta los del
primero. Salvo los del primero C que estaban en Sevilla. Las paredes eran
como hojas de papel. Y aunque puertas y ventanas estaban cerradas, el
hueco del patio interior se convirtió en canal de eco como en las montañas.
Alberto había llegado a ser muy popular entre sus vecinos, siempre
alegre y de buen humor con sus ojos encendidos de vida a su llegada de la
mano de Rebeca con su cuerpo vibrando como si permanentemente
estuviera bailando, pero desde final de julio y sobretodo en agosto, estuvo
caminando con muletas, parecía necesitar una grúa para llevarse el tenedor
con una albóndiga a la boca, parecía que se alejara todavía hoy con tres
abrigos del frío al que estaba sumida su alma a pesar de que en Andalucía la
media eran por entonces 23 grados. Ocurría así que ese foco resplandeciente
que fuera el vecino del 2º D, ese faro luminoso que se divisaba a gran
distancia, esa llama encendida que destilaba pasión desbordante, ya no
existía. Se había convertido en un recuerdo. Toda su imagen en una
caricatura.

¡Salto moral hacia atrás! Estalló una tormenta. Alberto buscó refugio en el
extremo de su brazo derecho, en su mano, entre los dedos el bolígrafo. Y se
descargó Alberto mientras se descargaba violenta la tormenta salpicando los
cristales de gotas como pelotas.
“Te escribe tu pequeño niño grande, el que precisa tus cuidados y tus
mimos... aunque no sé para qué te escribo si no has respondiendo a ninguno
de mis anteriores mensajes! Simplemente siento que debo hacerlo y así resulto.
“Nuestros hijos estarán pendientes de nosotros Rebeca. Seremos su
ejemplo, su referencia de vida, todo cuanto tienen a su alcance. Nosotros les
mostraremos la concepción del mundo. Y si nos equivocamos o fracasamos
ellos lo harán cuando salgan al mundo exterior.
“De nuestros actos dependerán vidas. Todo su futuro estará en nuestras
manos Rebeca. No podemos equivocarnos, ni empezar algo que pueda
quebrarse a los seis meses. O a los dos años.
“Hay que reflexionar. Hay que estimular su intelecto. Hay que agudizar
sus sentimientos y eliminar las emociones negativas.
“El ser humano es un abismo de sorpresas.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“Todo cuanto nos ocurre hace que crezcamos.


“Actuemos con sensatez y sosiego ensalzando el corazón hasta el
paraíso.
“Estaremos juntos si queremos estar juntos. Si queremos realmente estar
juntos encontraremos la manera de permanecer dichosos. Cada uno tiene
que poner de su parte. Nos ayudaremos el uno al otro. Podemos forjar una
gran familia en tierra fértil.
“Arrancaste las hierbas malas y yo mojé la tierra hasta quedarse
empapada de amor verdadero. Sigamos concentrándonos a diario en lo que
sucede, en lo que hacemos, en lo alegre y bueno que es nuestro existir.
“Yo quiero que mis hijos estén orgullosos de la actividad que desarrolla
su padre y que nunca puedan aborrecer mis actos. Y quiero que vean como
nos amamos.
“Trabajando euro a euro, hora a hora, imprimiendo energía en cada
esfuerzo para asentar nuestro destino.
“Mi prioridad es –nosotros- Rebeca; sin olvidar a los que vendrán.
“La familia es la base de la sociedad y el lugar donde las personas se
instruyen y aprenden observando los valores y las virtudes que les guiarán el
resto de sus vidas.
“Qué es una familia sino el más admirable de todos los gobiernos.
“La familia es un grupo donde cada uno será protagonista de este
hogar que debe estar bien cimentado. Porque la familia bien consolidada se
convierte en indestructible diamante.
“Ningún éxito en la vida puede compensar el fracaso en el hogar.
“La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia que lleva
consigo el porvenir mismo de la sociedad.
“¿Y si me preguntas que cómo actuaré en relación a nuestros hijos?... te
contestaré... como el mejor amigo (un confidente en el que podrán confiar).
Nunca actuaré como un sargento. Que se desvanezca cualquier clase de
temor, pero que me respeten hasta el punto de inspirarles un gran afecto.
Amor y autoridad por igual es lo que yo procesaré, y, francamente, no hace
falta que me amen si no quieren amarme, basta con que sepan obedecerme
y atender las normas del hogar.
“Un buen padre vale por cien maestros. Por tal razón, no les evitaré las
dificultades de la vida a nuestros hijos. Yo les enseñaré a superar las
dificultades de la vida para que sepan ser personas independientes. Les
explicaré como tomar decisiones inteligentes. Como afrontar la vida con
alegría y optimismo, con honestidad y generosidad, con gallardía y osadía. Y
luego permitiré que cada uno elija la manera de obrar sin imponerme.
“Y no dejaré de ser un guerrero sediento de batallas que librar, y un
poeta que se deleita contemplando las estrellas, pero voy a decirte algo:
nunca olvidaré encender la lumbre en el hogar. Porque ese mismo hogar será
para mí fuente de vida Rebeca.
“Sin duda el hombre dichoso es aquel que siendo rey o mendigo
encuentra sosiego y bienestar en su hogar.
“Nunca es largo el camino que te lleva a la verdadera casa. Creo que
el verdadero hogar es el lugar donde uno es esperado con ansia y se celebra
su presencia, y así, antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, daré un
paseo por el hogar que estoy construyendo junto a ti para asentar sus
cimientos indestructibles.

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

“La familia es un Templo bajo el que cobijarse. Y la Familia necesita un


templo donde cobijarse.
“Mi maestro me dijo que una casa será fuerte cuando esté sostenida
por estas cuatro columnas: el padre valiente, la madre prudente, los hijos
obedientes, los hermanos complacientes.
“Las buenas intenciones nos hacen más humanos.
“La actitud noble nos permitirá desarrollarnos.
“Hay que salvaguardar la disciplina moral y no soltarla, porque la
disciplina moral es la vida misma.
“El ser humano ha aprendido a volar como los pájaros, a nadar bajo el
agua como los peces, incluso ha conseguido poder caminar por la luna y sin
embargo, es incapaz del arte más elemental: convivir en armonía con sus
hermanos de raza (tal y como hacen las demás especies). No nos matemos en
casa jamás! Dos hermanos que pelean en el hogar... la guerra en el mundo!!
“Creo que lo mejor que haré por nosotros no será compartir un tiempo y
un espacio. Lo que mejor seguiré haciendo como lo he hecho desde el inicio,
por nosotros, es mostrarte a diario todas las riquezas que guardas bajo tu piel
Rebeca.
“Tenemos que sorprendernos con todo lo que eres capaz de hacer y
pensar y sentir en el cuerpo y el alma de esta mujer nueva que es la mariposa
vestida de luna llena que ya vuela a libertad sin vergüenza ninguna.
“La necesidad humana de compartir es una realidad. Y yo pretendo
acceder a lo mejor de ti. Tienes talentos. ¡Sorpréndeme!
“La familia y el hogar cambia nuestra manera de existir y de percibir el
mundo. Estamos en la Tierra de otra manera distinta a como lo hemos estado
hasta ese momento.
“Busco respuestas. Me formulo preguntas que yo mismo contesto.
Aprender a convivir con uno mismo es una necesidad que pocas personas
enfrentan. Yo me planteo interrogantes entorno a estos planes de futuro con
vistas a acertar y alcanzar finalmente la ansiada armonía. Porque si no
hallamos la paz en nuestro interior, de nada sirve buscarla fuera. Si no obtengo
tranquilidad y sosiego difícilmente podré transmitirlo a los demás (y de esto has
sabido tú mucho en el transcurso del presente año). Me reconforta el estar
convencido que el plan es el indicado, convencido de que no tiene fisuras y
los dos estamos cohesionados en nuestros deseos, convencido de que es no
solamente un proyecto común interesante, sino también y sobre todo, una
oportunidad muy saludable para ambos. Estar en la verdad y la justicia me
place. Escucharse es bueno. Comprenderse es mejor. Darse a conocer un
triunfo.
“Amarse uno mismo hasta que duela (si duele es buena señal).
“Cuando no te amas demasiado no te amas suficiente. Primero uno. Si
estás bien contigo mismo caben todos lo demás en tu corazón (cierras el año
con éxito Rebeca). A ti yo te reservo parte de mi alma. ¿Crees que nuestro
amor es tan espléndido como yo te contaba?
“Para asegurar la convivencia hay que aprende a convivir con uno
mismo. Aceptarse. Averiguar qué se necesita para ser feliz. Y asumir
compromisos de manera consciente (en tu proceso tú lo has hecho,
enhorabuena cariño).
“Quieres que te diga algo... voy a valorar cada esfuerzo tuyo. Y voy a
centrarme en un trabajo de equipo. Para mí es un desafío estimulante porque

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

hace años que voy por libre, y, detenerme a mirar alrededor para
complacerte me place enormemente. Yo me había prometido a mí mismo no
volver a tener un trabajo de lunes a viernes en seguida de comprobar que los
cursos se sucedían, ¡me llaman para impartirlos en otras ciudades! Y mi
propósito ha sido disponerme a viajar allí donde me lleve la siguiente
conferencia. Me había prometido no volver a ponerme un traje y mucho
menos anudarme una corbata al cuello como si fuera una soga, sin embargo,
en beneficio de nuestro proyecto común, abordaré un trabajo de venta
postergando los seminarios-taller en caso que fuera necesario para asentar el
templo del hogar. Te lo prometo. Así queda escrito.
“En esta nueva etapa que se abre con la llegada de la Navidad, voy a
aprender muchas cosas interesantes sobre el ser humano. Cosas acerca de los
padres, acerca de los hijos, acerca de los hermanos. Tal vez aprenda cosas
acerca de la pareja y los amantes, pero eso depende de todo lo que tú
aportes a este proyecto. Depende de los sacrificios y los compromisos que
asumas para garantizar que la construcción no se derrumbe una vez
levantada.
“Ya no tenemos excusa. Podemos hacer que nuestra vida sea
maravillosa!
“Ninguno de los dos puede estar triste. Ninguno de los dos puede
sentirse solo. Yo te consuelo y te atiendo. Tú me consuelas y me atiendes a mí...
bueno, ¡eso me gustaría! Para que juntos nos sintamos acompañados. Por esto
tú eres Rebeca y yo soy Alberto”.
El siguiente día ocho (de diciembre), pasó sus notas tecleando el texto
que se dibujaba en la pantalla del ordenador del ciber-café. Jerez ya se había
vestido de luces y hasta las altas palmeras estaban engalanadas para la fiesta.

Y ahora que Alberto soñaba que Rebeca estaba con él y no tenía ninguna
dificultad en unirse de forma permanente a su mundo y a las actividades que
lo mantenían en guardia con la vida cuando la puerta selló con ruido hueco la
habitación, la cortina entera pareció descolgarse de repente, el vaso de la
mesilla rebotó como dando un saltito, la fragancia del frasco de colonia de
Rebeca pareció abrirse y desplegarse porque el aroma se sintió con firmeza
casi con una furia inaudita y un ambiente mal conjugado se espesó tomando
con rumbo de sombra, de paraguas, de tienda de campaña, de refugio en las
rocas en lo alto de una montaña rugosa y áspera como el papel de lija de
elevado número. Ahora que Rebeca se sorprendía de su propia capacidad de
adaptación y de cómo había mejorado como persona conviviendo con él.
Ahora que sus intereses y preferencias coincidían. Ahora que no se sentía
presionada, que no lo consideraba exigente y que disponía de suficiente
espacio vital para ella. Ahora que tenía la voluntad de progresar y de confiar
en Alberto, respetándose el uno al otro. Ahora que se comprendían y se
sentían atendidos y valorados en su justa medida. Ahora que convivían con la
multiplicidad de los intereses que eran capaces de compartir y que no les
faltaba abrirse un poco más en ninguna otra área, Alberto se decía: “Cariño,
convivimos bajo el mismo techo y eso significa que el mismo sol y la misma luna
es para los dos. ¿Consideras que me acerco lo bastante a tus cosas y a tu
mundo? ¿Creamos un verdadero paraíso y nunca un infierno? ¿Fusionamos
ambos mundos de manera armónica?”. Y ya no advierte Alberto otra tristeza
que aquella que tan bien conocía, de la que tanto sabía y podía recitarla

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LA MUJER MARIPOSA – Ol Sasha 2007

comenzando por detrás y al revés. Lo conmovía esa clase de temor que


alcanza a los recién llegados a un territorio desconocido que crece y se
ensancha tan pronto se pone el pie.
Ahora que Alberto veía como Rebeca hacía las cosas que le gustaban
y las hacía como a ella le gustaban y porque así le nacía a Rebeca hacerlas,
con total libertad para ser ella. Ahora que se concentraba Rebeca en atender
a Alberto con esmero y devoción sorprendiéndolo a diario con su abanico de
posibilidades, compensándolo como le prometió. Ahora que no existía el
aburrimiento en su hogar y existían suficientes tareas y actividades entretenidas
para evitar el tedio, descubrían ambos cosas nuevas experimentando e
inventando la vida en el hogar. Rebeca y Alberto indagaban y exploraban en
la manera de amarse descubriendo mil formas nuevas de gozar diciendo adiós
a la monotonía al meter pimienta entre las sábanas anegado su corazón de
lágrimas en una habitación donde el agua le llegaba al cuello, volvía la
cabeza hacia la puerta e intentaba con su mano asir el pomo pero tendido en
la cama era como un cuerpo inerte bajo la lápida. Débilmente iluminada la
estancia impetuoso se mostraban unos vientos repentinos que salían del
armario y de los cajones, por debajo de la almohada y por debajo de la cama
acumulando electricidad en las esquinas, en cada juntura, entorno al cuadro
de la cabecera de la cama. Y probablemente una amarillenta luna redonda
fuera.
Ahora que Rebeca era una persona que iniciaba los desafíos y las
nuevas actividades con mucho entusiasmo y fervor sin debilitar su dedicación
ni extraviarse siendo perseverante en su empeño. Ahora que seguía siendo
bondadosa y cariñosa, enamorando a Alberto, pues su propósito era
conquistarlo con el hechizo de una hada que surge de las aguas. Ahora que
finalmente era común la meta: la unidad de pareja...
Ahora despertaba Alberto de su ensueño.
Podía preguntarse Alberto: ¿Tiene Rebeca tanta energía y vitalidad
como imaginé? ¿Es una mujer comunicativa que sabe amar? ¿Desarrolla sus
aficiones y tiene espacio para sí misma? ¿Estamos siendo capaces de
consolidar el hogar? ¿Funciona nuestra concepción de familia? ¿Hemos
aprendido a beber el uno de la energía vital del otro? ¿Hemos sabido
complementarnos inteligentemente?
Dónde estaban las respuestas de Rebeca para Alberto...
Como ya le advirtiera en la esquina de Legazpi en Madrid, ahora sí era
“todo su potencial en acción”. Rebeca había evolucionado porque había
crecido y madurado, ¿había jugado limpio?

Lo único cierto es que Rebeca decidió cruzar una línea alejándose y sólo ella
podía volver a cruzar esa línea para aproximarte a Alberto. Si no lo había
hecho antes, es porque no estaba preparada para estar con él ni tampoco
estaba preparada para estar con ninguna otra persona. Y permanecerá sola
Rebeca, tal vez, planteándose que puede volverse fría e insensible y
retroceder en la vida segura de estar bien sola porque se siente capaz y la
soledad no la asusta.
Sin embargo, es posible que se atreva a darse una oportunidad para
defender ese decidido VIVIR que reclamaba permitiéndose ser mejor consigo
misma y con las demás personas, porque su ideal de vida es compartir la vida
con otra persona que lo merezca para llenarla de amor, tener hijos que

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abrazar y educar y sentir juntos la dicha por haberlos tenido y el orgullo por
haberles proporcionado bienestar.
Tal vez por esa razón el último día del año permanecía agazapada
detrás de unos contenedores de basura. Y cuando salió del portal dirigiéndose
hacia su automóvil, ella se abalanzó sobre él por detrás silbando a través del
aire y como una tormenta de agua encrespada corrió aplastando los charcos
del día anterior y se formaron arroyos de amor con cada paso. Todo lo que
había existido hasta la fecha en el plano físico; personas, espacios, objetos...
Todo lo que se había representado en el espíritu; sentimientos, emociones,
sensaciones, fantasías, deseos, sueños... ¡todo confluía!
_ ¿Adónde vas?... ¡eres mi tabla de salvación! –la voz de Rebeca fue pura
sinfonía.
Ambos amantes se fundieron en un beso largo y húmedo con vistas a
abordar el año nuevo juntos. ¡Ahora ya no los separaría ni una manada de
elefantes!
Pero... ¿estaba Rebeca en Madrid o en Jerez de la Frontera?
¿Abrazó a Víctor o Alberto?
En cualquier caso, Rebeca se había convertido en la mujer mariposa
capaz de volar a donde quisiera.

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La diferencia entre una mujer delfín y una mujer mariposa consiste en que la mujer
delfín, vuelve, regresa, y la mujer mariposa no puede volver a ser como era, a estar
como estaba porque entiende que ha emprendido un viaje. Entonces descubre que
la vida es un trayecto en movimiento con paradas, pero nunca un destino estático
cerrado. La mujer mariposa capta la aventura del desafío de volar, y no se mantiene
agarrotada, torturada ante la posibilidad, no del cambio, sino de una mejora
profunda en su ser que se manifiesta desde su actitud interna que no coarta, y que
desemboca en el movimiento más sutil de un comportamiento que se debe a la
relación que ha establecido con su intimidad; con su misma esencia.
En el centro del caos, basta con realizar este acto definitivo. Es suficiente con
decir sí! estoy despierta, consciente, viva, y me siento toda yo dinámica, favorable,
preparada, y me doy el voto de confianza que necesito! Ya! Al fin y al cabo la
perfección no existe. Pero sí mi naturaleza misma. Soy flexible y voy a serme de
utilidad para mí y el futuro que me aguarda. Y aunque estoy en la cocina o
planchando ropa, siento el traquetear de mi siguiente capítulo y puedo visualizar un
bosque que se enciende e imagino que soy el tronco de un chopo situado en la orilla
de un riachuelo que susurra “adelante” y a continuación, “no te detengas”. Y meto
mis raíces en el agua y la noto helada mientras muevo los dedos chasqueándolos, y
extiendo las ramas, agitándolas, y comprendo que puedo elevar vuelo. Entonces
exalto mi plegaria:
“Ahora sé cómo llegar alto! Consigo verme como una turista en mi propia
alma y desgranar la experiencia hasta convertirla en leche condensada. Convencida
que he reflexionado y sentido todo cuanto se puede reflexionar y sentir estoy
dispuesta para el esfuerzo supremo, eso que transforma el acto extraordinario en un
acontecimiento magistral. El cataclismo está servido. Nunca más me dejaré atrapar
por el miedo. Adiós al terror y al pánico porque la tortura de la duda no está. Tengo
autonomía. Todo depende de mí. Y aunque sea a nado alcanzaré mi libertad. Acabo
de ensanchar la dimensión del simple ser. Presiono el botón de la Luz arrancando la
ignorancia de la oscuridad de mi corazón inseguro y como un huracán surge mi voz
inteligente y sincera. Por ello instauro hoy, 1º de noviembre, el día oficial de La
Mujer Mariposa”.
Son muchas las mujeres oprimidas que sufren violencia de género y que sin
embargo, pueden descubrir el significado de la vida que merece ser vivida,
rodeándolo a pasos de danza alrededor del fuego más allá de la definición que daría
cualquier diccionario enciclopédico. Puedo advertirles que se llega, a veces, como en
una espiral descendiente hasta la mayor intimidad.

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