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Parcial Historiografía 2do

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HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XVIII:

VOLTAIRE

Segunda prueba parcial: producción individual.


Alumna: Estefany Macchi.
Asignatura: Historia de la Historiografía hasta el siglo XVIII.
Docente: Ana Almeida.
Grupo: 2do Profesorado de Historia.
Año: 2022.
Francois-Marie Arouet, conocido como Voltaire, nació en París en 1694 y murió en
dicha ciudad en 1778. Fue un filósofo, novelista, crítico, ilustrador, hijo de un
empleado judicial; fue una figura intelectual muy importante de su siglo y uno de los
principales pensadores de la Ilustración, así como un genial divulgador y anticlerical
que orientó a los teóricos de la Revolución Francesa. Entre 1726 y 1729 permaneció
en Inglaterra, exiliado, y más tarde volvió a Francia, llegando a vivir en el castillo de
Cirey. (Fernández, T. 2004. Sitio web: Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica
en línea).

Para introducir la obra del autor y centrándonos en un contexto más cercano,


Regalado Hurtado (2010) comenta que en el último tercio del siglo XX se planteó la
necesidad de hacer una historia de la historia, centrada en el conocimiento, las
ideologías, las exigencias de la escritura, y la vinculación de estas tres entre sí
mediante la labor de un historiador. Esta abarca a su vez la revisión de cómo se han
desarrollado aspectos teóricos y metodológicos de la historia; para lograr todo esto,
ningún estudio historiográfico puede ser ajeno a la Filosofía de la Historia, y es aquí
donde entra en rol Voltaire: la Filosofía de la Historia es una noción que aparece con
Voltaire en 1765 con su trabajo “Filosofía de la Historia”, y hoy es conocida también
como “Teoría de la Historia”. La expresión Filosofía de la Historia, según R. Aramayo
(2015) no fue utilizada exactamente antes de la obra de Voltaire, que le dio sentido
pragmático. A través de esta, asumió una actitud escéptica y crítica en relación con
verdades establecidas. A lo que más apunta Voltaire a través de esta es a liberar la
historia de carácteres que la vuelven aburrida: descripciones profundas (como
arqueológicas), y dotándola de detalles íntimos, hipotéticos, cuestiones económicas,
demográficas, relativas a las costumbres no únicamente políticas o militares. Su
misión con la Filosofía de la Historia es “rehacer el desarrollo de la civilización y
seguir los esfuerzos de los hombres viviendo en sociedad para salir del estado
primitivo del bruto para cumplir la vocación del hombre, pese a todos los fracasos”
(Pomeau, 1969).

Voltaire escribió durante la Ilustración (también conocido como iluminismo), el cual


según Regalado de Hurtado (2010) puede entenderse como “una corriente de
pensamiento y manera de entender la realidad afirmada en la razón y los nuevos
métodos científicos, haciendo gala de un escepticismo religioso y propiciando y
encomiando las conquistas de la política”. En general, la historiografía ilustrada hace
una amplia erudición al servicio de la interpretación e historia filosófica, y Voltaire es
un gran aportador en esto, dándole progreso al espíritu crítico en la historia y
dotándola de un carácter más racional. En la historia del pensamiento de Occidente,
en el siglo XVIII, se da el paradigma de la modernidad donde la razón es clave,
donde existe una realidad que debe ser estudiada de manera racional para lograr el
progreso de la humanidad. La libertad o la idea de la misma alcanza una defensa
nunca antes vista, y la historia adquiere un interés ya que permite observar el
progreso de la humanidad hacia la razón. Según Joseph Fontana (La historia de los
hombres, 2001) Voltaire, al igual que la mayor parte de los ilustrador, distingue entre
la veracidad y la acumulación de datos, y menosprecia la historia en minúsculas
expresándolo de la siguiente manera: “la historia ordinaria, que no es más que un
amontonamiento de hechos obrados por los hombres, y en consecuencia de
crímenes, no tiene mucha utilidad. Sólo satisface la curiosidad”.

Lo que diferenció a Voltaire de otros autores de su contexto, es que mientras que


esta historiografía se centró en asuntos generales como política, relaciones
exteriores, arte, él buscó una historia global, considerando un espacio geográfico
más amplio y fuera de Europa; se interesa por el espíritu de las naciones fuera de
Europa. Es un cambio que pasa de una historia política y de acontecimientos, a una
de civilización, de cultura, de grandes relaciones; hay un cambio en el objeto de la
historia.

Según Roberto R. Aramayo, en su libro “La ironía contra el fanatismo” (2015), a


Voltaire le mueve su curiosidad por descubrir lo que puede aprenderse de la historia,
es decir le interesa el pasado como reflexión del porvenir. Es por esto que tuvo
obras como historiador en las que escribió biografías o su famoso Ensayo sobre las
costumbres y el espíritu de las naciones (1756). Un ejemplo biográfico es el de
Carlos XII, siendo esta su primera obra histórica importante escrita en 1731:
“Historia de Carlos XII, rey de Suecia”, relato que va del dramatismo de la tragedia
al periodismo, siendo considerada una novela apasionante. También está la de Luis
XIV, en su obra “Le siecle de Louis XIV” de 1751, libro que se ocupa del espíritu de
los hombres en el siglo ilustrado y es un intento de historia universal. En cuanto a
esta mencionada historia universal, según Aramayo y Fontana él la divide en 4
siglos o épocas: el de Alejandro, el de César Augusto, el de los Médicis
-Renacimiento- y el siglo de Luis XIV. Por ende, este último ejemplo sería la época
moderna de la historia de la humanidad. Tenía una actitud escéptica ante
testimonios de la antigüedad y consideraba que la historia era interesante hacia
finales del s. XV, cuando el impacto de los descubrimientos y del renacimiento
unificaron al mundo. Examinó entonces, la historia humana desde sus orígenes
hasta la caída del Imperio Romano.

Además, tiene otras obras en las que reflexiona sobre el significado de la historia,
como lo son Fragmentos sobre la historia o Nuevas consideraciones sobre la
historia (1744). A su juicio, “la única manera de escribir la historia moderna es
hacerlo como científico, como filósofo y como ciudadano”, lo cual Eduardo Bello en
su obra Voltaire y la filosofía de la historia, considera bastante innovador.

En cuanto a su objeto de estudio dentro de la historia, considera que la misma debe


ocuparse de los hombres y sus problemas, no tanto de los reyes y las batallas. En
una carta que realiza en 1744 declara: “Me parece que todavía no se ha
considerado la historia sino como complicaciones cronológicas; no se ha escrito
como ciudadano ni como filósofo. ¡Qué miseria hacer un estudio de aquello que ni
puede instruir, ni agradas, ni conseguir hacer mejor! Me he dedicado a hacer (...) a
la historia de las costumbres, de las ciencias, de las leyes, de los usos, de las
supersticiones. No veo casi más que historias de reyes; yo quiero las de los
hombres”. Se interesó por presentar una visión de la época que abarcaba
cuestiones religiosas, políticas, económicas, artísticas, científicas, y mediante estas
retratar a los hombres en el siglo más ilustrado hasta entonces. Luchó por demoler
errores, mitos, fanatismos, por liberar a los hombres de las supersticiones que
encubren sus cadenas con adornos, para que tomen conciencia de sus derechos y
puedan construir una sociedad más justa, tolerante y democrática. Con respecto a
esto, dice en su Diccionario Filosófico (obra que se hablará más adelante) “El
gobierno democrático es por su misma esencia menos inicuo y abominable que el
poder tiránico. Ordinariamente no pueden compararse los crímenes de los grandes,
que nacen siempre de la ambición, con los del pueblo, que quiere libertad e
igualdad”.

Refiriendo espacio de su estudio (que ya se mencionó que fue fuera de Europa),


escribe en el prólogo al Ensayo sobre las costumbres, unas reflexiones a su
amante: “Queréis vencer por fin el tedio que os causa la historia moderna, desde la
decadencia del Imperio Romano, y haceros una idea general de las naciones que
pueblan la tierra”. Esto quiere decir que habló sobre la India, China, Persia, Arabia,
Mahoma, Bizancio, judíos y gitanos, queriendo saber la historia de los hombres: “la
finalidad de este trabajo no es la de saber en qué año un príncipe indigno de ser
conocido sucedió a un príncipe bárbaro en una nación grosera”.

Voltaire pone todo de sí mismo para denunciar las injusticias y abusos de poder, lo
cual es algo que ya no está muy de moda como lo estuvo durante la época de
Voltaire hasta mediados del siglo pasado, cuando los autores mediante sus obras
históricas buscaban transformar la realidad político-social; en cambio “hoy en día el
acceso del intelectual a los medios de información de masas comporta el precio de
la manipulación y distorsión de la propia voz” (R. Aramayo, 2015). Combatió
entonces contra el fanatismo, ya que su convicción causaba que sea incapaz de
callarse ante las mencionadas injusticias, lo cual lo volvió símbolo contra la
intolerancia.

Hay dos aspectos interesantes en la obra de Aramayo, y son las dos comparaciones
que hace de los géneros usados por Voltaire con el presente. En primer lugar, habla
de que en el siglo XVIII, el género epistolar cumplía un papel similar al de las redes
sociales hoy en día. La inmediatez de la comunicación era menor a la de hoy en día,
pero las correspondencias estaban destinadas a perdurar en el tiempo. Voltaire
publicó sus reflexiones durante su exilio a Inglaterra bajo este formato, llamándolas
Cartas Filosóficas (1734); en ellas habla sobre tolerancia religiosa y sobre
cuestiones de orden político que da en comparar al pueblo inglés con el romano,
diciendo que en el último nunca se dio la locura de las guerras de religión. En estas
Cartas, rechaza también la monarquía absoluta y el despotismo de la nobleza,
soñando con la República burguesa y con un mundo moderno cuyo motor fuera el
comerciante.
Además de ser el siglo de la correspondencia, también lo es de los diccionarios (e
aquí, la segunda comparación) un equivalente funcional de Google, Wikipedia y
Twitter. Estos eran importantes para Voltaire, quien dice “Creo que de ahora en
adelante sería menester incluirlo todo en diccionarios. La vida es demasiado corta
para leer de seguido tantos libros grandes. Un diccionario pone a mano en un
momento lo que sea menester. Son útiles sobre todo para las personas ya instruidas
que buscan acordarse de lo que aprendieron”. Fue por ende un partidario de la
brevedad, lo cual lo llevó a crear su propio diccionario: Diccionario Filosófico Portátil.
Este aparece clandestinamente y en él hay numerosos juicios de valor,
conceptualizando misterios, dogmas, moral, disciplina, culto, religión, autoridad. Su
diccionario se compuso por 118 actos en los cuales a veces interviene en primera
persona, en otros se dirige al interlocutor, a veces intercala diálogos; todo esto con
la misión de que el lector sea crítico y reflexione, destacando su capacidad para
captar la benevolencia del lector con habilidad y soltura.

Teniendo en cuenta los géneros utilizados por Voltaire (cartas, diccionarios, poemas,
etcétera), Fernando Savater en su obra La invención del intelectual, señala que un
gran logro de Voltaire fue inventar lo que hoy conocemos como “intelectual
mediático”, ya que lograba, a pesar de no tener medios de comunicación
tecnológicos como hoy en día, llegar a la opinión pública mediante libros y
correspondencia.

Por otro lado, también realizó los Escritos de combate, en los cuales confronta la
ética con la política y los excesos de poder político. Tuvo como enemigo a lo largo
de estos escritos, entre los cuales está su Poema sobre el desastre de Lisboa, al
ateísmo (diciendo que una religión natural podría unir a todos y llevar a que hablen
un mismo lenguaje, a su vez que consideraba que cada cual debía disfrutar de su fe
con plena libertad), y a la guerra (diciendo que llevaba a la peste, al hambre, a la
destrucción y a la muerte).

Su obra más conocida hasta hoy en día es el Tratado sobre la tolerancia. Se


mencionó anteriormente sobre su lucha contra la intolerancia; en su Diccionario
Filosófico realizó un artículo de Tolerancia, y en él la conceptualizó y ejemplificó
como “La panacea de la humanidad. Que comercien juntos en la bolsa de
Amsterdam o Londres, el huerbo, el baniano, el judío, el chimo, el cristiano, sin que
se claven puñales por atraer prosélitos a su religión”. Lo impulsó a crear su tratado
la historia de un anciano protestante que supuestamente asesinó a su hijo para
evitar que se hiciera católico, hecho que causó que el anciano se suicide al ser
acusado y perseguido por católicos fanáticos. Consideró que el fanatismo lleva a los
“caprichos de la fantasía y al desconcierto de las pasiones” (Diccionario Filosófico).
Para evitar esto era necesaria la tolerancia, que dice sobre la misma que “no ha
provocado jamás una guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanzas”.
Por ende Voltaire dice, según Aramayo, que hay que ser intolerante con la
intolerancia, ya que si se la tolera no queda espacio para la tolerancia y para la
convivencia pacífica donde se defienden las opiniones.
CONCLUSIÓN

Ya se mencionó anteriormente el legado historiográfico de Voltaire y las relaciones


realizadas por los autores Aramayo, Fontana y Hurtado en sus obras. Además de
este, Voltaire tiene otros impactos que en mi consideración son más importantes: es
claro que creía en el poder transformador del conocimiento y de la tolerancia. Fue
un autor que a lo largo de su vida, de las prohibiciones, de las censuras, se mantuvo
fiel a sus ideas. Su mejor legado fue el de mostrarse en contra de lo injusto con la
intención de cambiar un poco las cosas, de no guardarse opiniones o creencias con
el fin de no tomar partido. Le debemos el “apelar al sentido común mediante la
ironía, reírse de lo que pretende ser demasiado serio, burlarse de lo que aspira a
imponerse dogmáticamente sin el concurso de nuestro propio raciocinio sigue
siendo útil (...) el habernos hecho ver lo divertido que puede ser pensar por cuenta
propia” (Aramayo, 2015).

Relacionando tanto el pensamiento del autor como el impacto de sus obras con el
presente, sabemos que muchas de ellas fueron quemadas por ser consideradas
peligrosas para las opiniones hegemónicas del momento; esto es algo que ha
ocurrido recientemente. A nivel mundial, sabemos que los nazis quemaron libros
para censurar ciertos temas. A nivel nacional, tenemos el ejemplo de la dictadura
cívico-militar de 1973, donde muchos libros y autores fueron prohibidos, quemados,
censurados, callados. La relación entre todos estos es que son condenados quienes
muestran su opinión, quienes no se callan ante las injusticias que los rodean,
quienes son considerados una amenaza por su afán de liberar, de concientizar, de
humanizar.

En cuanto a la tolerancia y el fanatismo, sabemos que hasta hoy en día hay


matanzas por religión (fuertemente rechazadas por Voltaire). La fe fanática es algo
que mueve, que promueve el odio y la violencia, la cual causa miles de personas
fallecidas al día. Un ejemplo de esto es el Estado Islámico y su persecución contra
todos los calificados “infieles” a través de la guerra, violencia o terrorismo, los cuales
son justificados a través de la religión. El mundo globalizado en el que vivimos,
además, agudiza esta situación al producir más tensiones y desafíos a la tolerancia
(profundizado basándome en el artículo de: López, P. (2014). La violencia religiosa:
miles de muertos en el nombre de Dios. Diario Uchile). Es por esto que es
importante tener presentes las ideas de Voltaire en cuanto a estos dos conceptos,
ya que si bien fueron creados en un tiempo y espacio determinado y diferente al
actual, los hechos que Voltaire mencionaba a partir de estos siguen siendo, como se
explicó, comunes hasta nuestros días.

Personalmente, considero que el libro más adecuado para entender la obra, el


propósito y la personalidad de Voltaire, fue “La ironía contra el fanatismo” de
Roberto R. Aramayo. Este me brindó y facilitó una visión del autor que no había
leído ni comprendido antes, realizando constantes comparaciones con el presente.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

ARAMAYO, R. R. (2015). La ironía contra el fanatismo. Emse Edapp, S. L.

FERNÁNDEZ, T. TAMARO, E. (2004). Biografía de Voltaire. En Biografías y Vidas.


La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona, España.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/voltaire.htm

FONTANA, Joseph. (2001). La historia de los hombres. Barcelona, Editorial Crítica.

LÓPEZ, P. (2014). La violencia religiosa: miles de muertos en el nombre de Dios.


Diario Uchile. Chile.
https://radio.uchile.cl/2014/08/09/miles-de-muertos-en-el-nombre-de-dios/

REGALADO DE HURTADO, L. (2010). Historiografía occidental. Perú, Fondo


editorial.

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