Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

PARADIGMAS

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 34

PARADIGMAS

PARADIGMA CONSTRUCTIVISTA

Es una teoría pedagogía y filosofía de aprendizaje que los educadores hoy en día implementan en
el proceso de la enseñanza; se basa en la idea de que los educandos puedan construir o crear
activamente su propio conocimiento, atreves de su experiencia vivida.

En sí los educandos, utilizan su conocimiento previo como fundamento para aprender nuevas
cosas. Lo cual los hace únicos y se vuelve su aprendizaje significativo y especial; El constructivismo
es innovador y muy esencial para que los educadores hoy en la actualidad escuchen la realidad y
puedan entender o comprender de qué modo visualizan la información existente y puedan ver de
qué forma aprendan los estudiantes.

1. CONSTRUCTIVISMO PEDAGÓGICO:

• El rol del mediador ayuda al educando a que se convierta en sujeto activo e innovador y que sea
el mismo el protagonista de su propio aprendizaje.

• El papel del mediador en esta corriente es quién deberá aplicar las herramientas adecuadas al
educando para que esta valla indagando y desenvolviéndose para fortalecer sus nuevos métodos
para enseñar.

• También podemos ver al mediador como un papel pasivo, pero en realidad requiere experiencias
que muestre al educando la adquisición de una muestra de destreza y también irlo
acompañándolo en su proceso.

1.1. La función de la enseñanza del Constructivismo Pedagógico:

Es vaciar o depositar conocimientos a la manera de comprender el aprendizaje y se suma todo un


conjunto de propuestas que contribuyen a la formación de una metodología constructiva. Los
exponentes de este Constructivismo lo afirman como: Sócrates, Jean Piaget, Lew Vygotsky y
Ausubel.

1.2. Principios de Educación Constructivista:

• El conocimiento se construye. (experiencias e ideas)

• El educando aprende aprender a medida que aprende. (Cada cosa que aprendemos nos da una
mejor comprensión de otros aprendizajes en el futuro)

• El aprendizaje es un proceso activo. (involucración con su entorno para poder participar


activamente en su propio aprendizaje y desarrollo)

• El aprendizaje en una actividad social. (Comunidad educativa)

1.3. Ventajas del modelo Educativo constructivista.


• El aprendizaje es contextual (aprendemos con lo que ya sabemos y lo asociamos con lo que
vamos a conocer.

• El conocimiento es personal. (la información obtenida es relativamente vinculada con el


conocimiento particular.

• El aprendizaje reside en la mente. (las experiencias aportadas son necesarias para la retención
de la mente)

• La motivación es la clave para aprender. (Sin motivación para cualquier alumno acceder a su
experiencia pasada y hacer conexiones que le faciliten aprender.

1.4. Concepciones Constructivista del Aprendizaje

Es un planteamiento de la psicología de la educación que trata de incorporar los procesos sociales,


cognitivos, culturales y de desarrollo para explicar los procesos de aprendizaje. Podemos decir que
el proceso de conocimiento es una construcción del ser humano. Es un proceso activo en el que el
aprendiz construye nuevas ideas o conceptos basados en sus conocimientos anteriores. Los
educandos al interactuar con su mundo, vive experiencias que producen modificaciones
específicas que son integradas a sus esquemas de conocimientos en calidad de nuevos
aprendizajes.

2. EL PARADIGMA CONSTRUCTIVISTA, SEGÚN JEAN PIAGET

2.1. Características de la adquisición del conocimiento de Piaget:

- Entre sujeto y objeto existe una relación dinámica y no estática.

- El proceso de construcción es un proceso de reestructuración y reconstrucción.

- El sujeto es quien construye su propio conocimiento.

- Conceptúa al niño como una persona en desarrollo cualitativamente diferente en afecto y


pensamiento.

- El conocimiento es una adquisición gradual que depende de las capacidades evolutivas y de la


integración con el medio.

2.2. Limitaciones de la teoría piagetiana.

- Se ocupa de la construcción de estructuras mentales y da escasa o nula atención a los contenidos


específicos.

- La construcción del conocimiento es un proceso esencialmente interno e individual basado en el


equilibrio y que la influencia del medio sólo puede favorecer o dificultar.

2.3. Objetivo de la enseñanza

Favorecer la construcción de estructuras de pensamiento, porque éstas permiten la comprensión


de los diferentes contenidos y señalar que los estudiantes deben construir su propio conocimiento
de forma autónoma.
2.4. El constructivismo/aprendizaje significativo de David Ausubel

LOS 2 TIPOS BÁSICOS DE APRENDIZAJE DE AUSUBEL

1. Aprendizaje por descubrimiento versus aprendizaje por recepción; puede ser en forma
guiada o autónoma.
2. Aprendizaje significativo versus aprendizaje memorístico

• El aprendizaje significativo ocurre cuando los contenidos están relacionados en forma


congruente.

• El estudiante actúa como constructor de su propio conocimiento relacionando los nuevos con los
previos.

• El aprendizaje memorístico se produce cuando implica la memorización de datos y hechos con


nula o escasa interrelación entre ellos.

2.5. Aplicabilidad de la teoría constructivista de Jean Piaget y Ausubel en ámbito laboral

- El sujeto: OPF, comisiones escolares, directores, docentes, líderes comunitarios.

- El Constructivismo Piagetiana y de Ausubel se da a través de un proceso (gradualetapas de la


vida, influencia del medio; conocimientos previos y nuevos, por descubrimiento autónomo o
guiado, aprendizaje significativo-congruencia entre los contenidos).

- Conclusión: el constructivismo piagetiano es aplicable con OPF, líderes comunitarios y otros.


Mientras la propuesta de Ausubel es aplicable con directores, comisiones escolares y docentes de
todas las escuelas a través de una guía o asesoría pedagógica y administrativa basada en los
conocimientos previos y experiencia de los agentes.

3. PSICOLOGÍA CULTURALISTA DE VYGOTSKY

Vygotsky plantea un modelo psicológico del desarrollo humano donde la cultura juega un papel
principal desde el comienzo de la vida humana, el aprendizaje está relacionado como un aspecto
necesario y universal del proceso de desarrollo de las funciones psicológicas, culturalmente
organizadas y específicamente humanas. Por los procesos de maduración del organismo del
individuo de la especie humana, pero es el aprendizaje lo que posibilita el despertar de procesos
internos de desarrollo.

Dice que la interacción con el docente, un adulto o un compañero serán ejes que ayudarán a la
construcción de forma cualitativa en los estudiantes que permiten el proceso de enseñanza
aprendizaje.

La educación es una fuerza que empuja al desarrollo y es eficiente cuando se logra el proceso de
maduración y desarrollo potencial, es decir; activar aquellas habilidades que están en construcción
y que el niño pueda alcanzar y desarrollarse.

3.1. Teoría del pensamiento de la información

Royer y Allan dicen que la teoría del Procesamiento de la información, señalando cómo el hombre
procesa, almacena y recupera la información que recibe.
Sus componentes son: La información de entrada: es cualquier información sensorial que se
perciben a través de los sentidos: la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto ejemplo: lo que se
ve, se escucha, etc. Receptores sensoriales: son los órganos a través de los cuales se percibe la
información. Memoria a corto y largo plazo: es la capacidad que se tiene de retener la
información. En síntesis, la perspectiva del procesamiento de la información aporta al
constructivismo pedagógico la concepción de que el aprendiz no es un sujeto que registra eventos,
sino que, para lograr aprendizaje, es necesario que sea un participante activo, reconociendo en él
aspectos emotivos y experiencias que influyen en el procesamiento de datos.

3.2. Teoría del aprendizaje por descubrimiento de Bruner

Para Jerome el aprendizaje se logra a través de tres tipos de representaciones mentales que va
adquiriendo progresivamente el niño: la emotiva, la icónica y la simbólica. Para aprender, el
alumno debe desarrollar la habilidad de relacionar el pasado, el presente y el futuro, a fin de
integrarlos en un todo coherente que le sea significativo. Por lo tanto, necesita un ambiente que le
brinde la posibilidad de plantearse problemas, relacionar conceptos y transferir el aprendizaje a su
vida.

3. CARACTERÍSTICAS DEL APRENDIZAJE CONSTRUCTIVISTA

El aprendizaje es un fenómeno social Desde que nace, el ser humano aprende de su medio y de
las relaciones próximas, de actividades cotidianas, labores domésticas, por eso el aprendizaje debe
ser contextuado y empezar por lo concreto. El aprendizaje es situado Se aprende el lenguaje por lo
que se escucha, posteriormente se amplía el léxico.

El aprendizaje es activo

Muchas veces se cree que hay que tener idea para actuar, pero se aprende más rápido cuando se
realiza una actividad, pues a través de ella se incorpora el nuevo conocimiento.

El aprendizaje es un proceso

En el aprendizaje lo que importa no sólo es el resultado sino el camino, es decir, la vivencia


adquirida.

4.1. Función del docente

De acuerdo con Reátegui (1997) y Raffo (1998) el docente podría facilitar el aprendizaje de los
alumnos si:

- Conoce en profundidad sus características, problemas e intereses

- Parte de los problemas y curiosidades que plantean los alumnos

- Interactúa con el alumno afectiva y cognitivamente para alcanzar aprendizajes significativos

- Reconoce que el desarrollo de las capacidades del alumno está estrechamente ligado al dominio
de los contenidos

- Da mayor importancia a los procesos que a los resultados

- Es facilitador de estrategias de aprendizaje


- Potencia el aprendizaje por descubrimiento

- Es un mediador que posibilite la comprensión, reflexión y recreación de la cultura

- Genera conflictos cognitivos para que los alumnos construyan y desarrollen sus competencias -
Ayuda a que el estudiante emplee la información ya conocida y la nueva información en
situaciones de su vida

- Facilita la elaboración de inferencias y conclusiones

- Enfatiza tareas que el alumno comprende o Es flexible en las tareas del programa

- Da paso progresivo a la motivación intrínseca

- Promueve una atmósfera de reciprocidad, respeto y confianza, 238 creando un clima agradable
que permita plantear retos y problemas

4.2. Estrategias metodológicas

Mejora su gestión pedagógica. Transfiere el control de la actividad al niño. Como es conocido, las
propuestas de intervención pedagógica en los procesos de enseñanzaaprendizaje constructivistas
se centran en el concepto de «aprender a aprender», es decir, en el aprendizaje de estrategias
más que en la adquisición de conocimientos por parte de los alumnos.

Las principales estrategias de aprendizaje autónomo que han de ser potenciadas por los docentes
son las referidas a la lectura, observación, comprensión, planificación de acciones y solución de
problemas.

4. LOS OBJETIVOS DEL PROCESO DE ENSEÑANZA DESDE EL CONSTRUCTIVISMO

La definición de los objetivos es una tarea esencial al momento de pensar en el proceso de


enseñanza, puesto que se trata de establecer lo que se pretende que los estudiantes alcancen al
culminar el proceso de formación. Los objetivos guardan una estrecha relación con las estrategias
de aprendizaje, ya que constituyen el qué y el cómo del proceso. Cuando el docente ya ha definido
los objetivos de aprendizaje de sus estudiantes, debe decidir cuáles son los contenidos que
revisará durante el proceso formativo.

5.1. Los contenidos

Su conocimiento, inicialmente, está a cargo de los docentes, quienes los revisan junto a los
estudiantes. Constituyen el «qué» de la formación profesional y están vinculados al proceso y las
actividades que el docente lleva a cabo para revisarlos. Se espera que los estudiantes asimilen los
contenidos propuestos, los integren en sus estructuras cognitivas y generen cambios en la forma
de concebir las cosas ya que, a menudo, constituyen una ampliación de los contenidos que antes
poseían y pueden contribuir a su desarrollo y crecimiento, tanto profesional como personal. En
cuanto se refiere a la cantidad, se trata de definir cuántos temas y subtemas serán abordados
durante el proceso formativo, tanto en forma general como en particular. Generalmente, la
revisión de contenidos se hace desde los más simples a los más complejos. La lógica transversal
indica la necesidad de que haya una relación entre los contenidos vistos en un nivel en particular,
precisamente para que los estudiantes puedan integrarlos. Esta es la razón por la cual, se requiere
seguir aprendiendo a lo largo de la vida, debido a los cambios vertiginosos que ha sufrido el
conocimiento y a su incremento exponencial, en los últimos años. Cuando ya se ha definido los
objetivos y los contenidos, es posible pensar en la metodología, que constituye el cómo del
proceso de formación.

5.2.La metodología

Es un elemento esencial del proceso de formación, porque constituye la manera, la forma cómo se
lleva a cabo la formación. Esto requiere un equilibrio entre la revisión teórica de los contenidos,
pero también su aplicación particular en los contextos específicos en los cuales los estudiantes
tienen que desenvolverse. Para lo cual, es necesario que los docentes estén al tanto de las
materias que ya se han revisado con anterioridad o, si no lo están, hacer una pequeña evaluación
diagnóstica al inicio de la materia para conocer cuáles son los conocimientos que los estudiantes
ya poseen. Existen personas que prefieren las actividades visuales, otros las auditivas y otros más
las táctiles. Todos estos elementos inciden en la elección de las técnicas más adecuadas a unos y
otros.

5.3. Las técnicas y los recursos

La selección de las técnicas depende de muchas variables como el contexto, el momento de


trabajo con el grupo, pero esencialmente tiene que ver con el tipo de grupo, con el cual se esté
trabajando. No todas las herramientas y técnicas convienen a todas las poblaciones. Existen
técnicas más apropiadas para niños, adolescentes o adultos. Un factor esencial en la elección de la
técnica es la experiencia que el docente tiene para el trabajo con un grupo determinado. El
docente puede partir de un trabajo en grupos pequeños, cada uno de los cuales tiene tareas
similares y luego terminar en una plenaria en el grupo mayor. Finalmente, el grupo también se
puede organizar para empezar con una actividad en conjunto, que contribuya a formar grupos más
pequeños posteriormente, los cuales presentan los resultados de sus actividades en plenaria al
gran grupo en general. El docente debe ser lo suficientemente recursivo, de tal forma, que la falta
de recursos no limite su accionar. Finalmente, cuando ya se ha decidido y definido los aspectos
señalados anteriormente, es de suma importancia, reflexionar y plantear la evaluación.

5.4La evaluación se sustenta en algunos principios básicos de los cuales se deriva la necesidad de
evaluar, y que fueron planteados por Santiago

Pese a este consenso más o menos general sobre las razones para evaluar, es posible hacer
algunas distinciones entre el por qué y el para qué de la evaluación. La evaluación es una
herramienta ventajosa para el desarrollo de la capacidad crítica y autocrítica de las personas,
quienes deben aprender a realizarlas, recibirlas y manejarlas adecuadamente. De esta manera, el
equipo de formación necesita valorar el programa didáctico del proceso formativo para poder
realizar ajustes tanto internos como externos durante el desarrollo del curso y/o una vez que éste
haya finalizado.
Paradigma positivista
El paradigma positivista surgió a principios del siglo XX. Se considera como su fundador a Auguste
Comte, de origen francés, que vivió de 1798 a 1857. Estuvo fuertemente inspirado por la
Revolución Francesa, lo que le acercó a los problemas sociales. Además, recibió formación
matemática y científica en la Escuela Politécnica de París (Navarro, 2014, pp. 113-114).

El positivismo derivó directamente del empirismo, enfocándolo a las ciencias experimentales. Esto
queda claro con la definición que da Comte de conocimiento positivo, pues afirma que es lo real,
aquello que podemos constatar por medio de la experiencia sensible. Como paradigma científico,
tiene tres características básicas (Ibídem, p. 115):

• Es realista. Estudia las causas como un fenómeno que antecede a otro, no en el sentido
metafísico de la filosofía tradicional, de hecho, rechaza a la metafísica por estudiar algo no
constatable.

• Es práctico, en su intención y fines. Se aleja de tareas que sean especulación abstracta.

• Es relativista. Busca mantenerse en un nivel relativo, rechazando el conocimiento absoluto.


Recordemos que las corrientes de pensamiento son hijas de su época.

El carácter fundamental de la filosofía positivista residió en contemplar los fenómenos como


sujetos a leyes y su finalidad era descubrir tales leyes y traducirlas al menos número posible. La
filosofía se convirtió así en la síntesis de las verdades científicas, en una ciencia general que
organiza los resultados de las ciencias naturales (Navarro, 2014, pp. 115-116).

Ejemplo:

-Un ejemplo claro del paradigma positivista que he aprendido en mi labor cotidiana de la docencia
es la investigación científica y la experimentación de algún tema o fenómeno; cuyo método
científico consta de pasos metodológicos para obtener nuevos conocimientos; los cuales son: la
observación que es el darse cuenta o percibir los aspectos de la naturaleza. Es el primer paso del
método científico pero se infiltra en el proceso completo de la ciencia, desde el reconocimiento de
un fenómeno natural hasta la propuesta de una solución y la observación de los resultados luego
de un experimento. Una vez establecidos los hechos, es necesario contrastarlos y reconocer
problemas. La hipótesis es la una explicación tentativa a una observación. Una hipótesis tiene que
ser capaz de ser probada mediante experimentos, esto significa que tiene que ser falsificable. Las
predicciones que son las consecuencias esperadas de las hipótesis. La experimentación que es una
prueba o ensayo en condiciones controladas para investigar la validez de una hipótesis. El análisis
de resultados que nos permite aceptar y rechazar las hipótesis planteadas, reformular los modelos
y sugerir nuevos procedimientos. Y por último es la comunicación de resultados, que es una forma
de compartir y anunciar al mundo lo que hemos obtenido y cómo lo hemos obtenido pudiendo ser
de forma escrita o de forma audiovisual.

Paradigma realista
Su postulado básico es que es posible conocer la realidad, y que esta es gobernada por ciertas
leyes que son independientes a nuestra percepción sobre ellas. Así pues, en el ámbito de la ciencia
los realistas sostienen lo siguiente (Herce, 2016, p. 55):

• Entidades, propiedades y procesos científicos tienen una existencia real.

• La ciencia proporciona conocimiento verdadero de la realidad de esas entidades, propiedades y


procesos.

• El éxito de la ciencia se basa en una red de teorías que convergen, a la que debemos el éxito
actual de la ciencia.

• Si todo lo anterior fuera falso, entonces las predicciones y éxitos científicos serían una inmensa e
increíble cantidad de coincidencias que casualmente funcionan.

Aunque pueda parecer un conjunto simple de afirmaciones, a nivel epistemológico significa la


negación del idealismo, usando como evidencia del realismo los logros y avances científicos. Esto
implica que “en consecuencia, la imagen del mundo que la ciencia proporciona es básicamente
verdadera. Se infiere de este planteamiento el que los avances de la ciencia son descubrimientos y
no invenciones o construcciones” (Otero, 2016, p. 216).

Como podrás notar, esta última afirmación va muy acorde a las ideas positivistas, en las que la
ciencia proporciona conocimiento verdadero, no subjetivo. Esto ha sido cuestionado por un lado
por los anti-realistas quienes sostienen que no podemos concluir con absoluta certeza que una
teoría es verdadera (recordemos a los cisnes negros y otros cambios en las ideas científicas
durante el tiempo), además afirman que las entidades científicas como tal son construcciones
nuestras (Herce, 2016, p. 55).

Ejemplo:

-Un ejemplo del paradigma realista en la vida cotidiana es una infección estomacal, lo importante
dentro de este no son las predicciones “se va a enfermar porque comió en la calle” , si no se centra
en por qué sucedió, algo más profundo, esto significa que no solo se queda en una afirmación,
sino que busca la razón de ser de la misma, “ se va a enfermar porque no se lavó las manos antes
de comer, porque comió mucho, la comida estaba muy grasosa, porque no tiene una alimentación
balanceada, los probióticos de su estómago están muy escasos, etc. Esto nos indica que para todo
existe una serie de hechos que llevaron a esa situación.

Paradigma racionalista

Al paradigma racionalista también se le conoce como paradigma del positivismo lógico, lo


que habemos define como “la fe de la ciencia en sí misma” esta noción de paradigma
corresponde a la noción de metafísica metaparadigmática de Masterman: la ciencia (física)
y la metodología científica. Dentro de este paradigma podemos mencionar la filosofía de la
ciencia Popper y Lakatos de acuerdo con Masterman, la ciencia y la metodología como
único paradigma. La filosofía de la ciencia como de la ciencia.
El positivismo es una corriente de pensamiento cuyos inicios se suele atribuir a los
planteamientos de Auguste Comte, y que no admite como válidos otros conocimientos sino
los que proceden de las ciencias empíricas. Tan importante es la influencia de Comte que
algunos autores hacen coincidir el inicio del positivismo con la publicación de su obra
“Curso de filosofía positiva”. No obstante, otros autores sugieren que algunos de los
conceptos positivistas se remontan al filósofo británico David Hume y al filósofo francés
Saint-Simon.(ismar)

(edberth) Para Kolakowski (1988) el positivismo es un conjunto de reglamentaciones que


rigen el saber humano y que tiende a reservar el nombre de “ciencia” a las operaciones
observables en la evolución de las ciencias modernas de la naturaleza. Durante su historia,
dice este autor, el positivismo ha dirigido en particular sus críticas contra los desarrollos
metafísicos de toda clase, por tanto, contra la reflexión que no puede fundar enteramente
sus resultados sobre datos empíricos, o que formula sus juicios de modo que los datos
empíricos no puedan nunca refutarlos.

De acuerdo con Dobles, Zúñiga y García (1998) la teoría de la ciencia que sostiene el
positivismo se caracteriza por afirmar que el único conocimiento verdadero es aquel que es
producido por la ciencia, particularmente con el empleo de su método. En consecuencia, el
positivismo asume que sólo las ciencias empíricas son fuente aceptable de conocimiento.

Otra de las características relevantes del positivismo tiene que ver con su posición epistemológica
central. En efecto, el positivismo supone que la realidad está dada y que puede ser conocida de
manera absoluta por el sujeto cognoscente, y que por tanto, de lo único que había que
preocuparse, indican Dobles, Zúñiga y García (1998), era de encontrar el método adecuado y
válido para “descubrir” esa realidad.  En particular, asume la existencia de un método específico
para conocer esa realidad y propone el uso de dicho método como garantía de verdad y
legitimidad para el conocimiento. Por tanto, la ciencia positivista se cimienta sobre el supuesto de
que el sujeto tiene una posibilidad absoluta de conocer la realidad mediante un método
específico. (edberth)

Importancia (edineth)
Un aspecto importante del positivismo es el supuesto de que tanto las ciencias naturales
como las sociales pueden hacer uso del mismo método para desarrollar la investigación. De
acuerdo con Tejedor (1986), citado por Dobles, Zúñiga y García (1998), los científicos
positivistas suponen que se puede obtener un conocimiento objetivo del estudio del mundo
natural y social. Para ellos las ciencias naturales y las ciencias sociales utilizan una
metodología básica similar por emplear la misma lógica y procedimientos de investigación
similares. Desde esta perspectiva se considera que el método científico es único y el mismo
en todos los campos del saber, por lo que la unidad de todas las ciencias se fundamenta en
el método: lo que hace a la ciencia es el método con el que tratan los “hechos”.
Como consecuencia de lo anterior, podemos indicar, siguiendo a Gutiérrez (1996), que los
positivistas buscan los hechos o causas de los fenómenos sociales con independencia de los
estados subjetivos de los individuos.

De acuerdo con Dobles, Zúñiga y García (1998) el positivismo se caracteriza por postular
lo siguiente:

1. El sujeto descubre el conocimiento.

2. El sujeto tiene acceso a la realidad mediante los sentidos, la razón y los instrumentos que
utilice.

3. El conocimiento válido es el científico.

4. Hay una realidad accesible al sujeto mediante la experiencia. El positivismo supone la


existencia independiente de la realidad con respecto al ser humano que la conoce.

5. Lo que es dado a los sentidos puede ser considerado como real.

6. La verdad es una correspondencia entre lo que el ser humano conoce y la realidad que
descubre.

7. El método de la ciencia es el único válido.

8. El método de la ciencia es descriptivo. Esto significa, según Abagnaro, que la ciencia
describe los hechos y muestra las relaciones constantes entre los hechos, que se expresan
mediante leyes y permiten la previsión de los hechos.

9. Sujeto y objeto de conocimiento son independientes: se plantea como principio la


neutralidad valorativa. Esto es: que el investigador se ubique en una posición neutral con
respecto a las consecuencias de sus investigaciones. (edineth)

(juana)Agregamos, siguiendo a Soto y Bernardini (1980), que al positivismo se le debe la


ruptura entre la filosofía y la educación, y una concepción de la pedagogía basada en las
técnicas educativas.

A manera de complemento y a la vez de resumen, presentamos, siguiendo a Kolakowski


(1988), las cuatro reglas fundamentales que conviene seguir, según la doctrina positivista, a
fin de separar lo fundamental de lo accesorio:

1. Primera regla: la regla del fenomenalismo, que expresa que no existe diferencia real
entre esencia y fenómeno.
2. Segunda regla: la regla del nominalismo, por la cual afirman que estamos obligados a
reconocer la existencia de una cosa cuando la experiencia nos obliga a ello.

3. Tercera regla: que niega todo valor cognoscitivo a los juicios de valor y a los
enunciados normativos.

4. Cuarta regla: la fe en la unidad fundamental del método de la ciencia. Se trata de la


certeza de que los modos de la adquisición de un saber válido son fundamentalmente los
mismos en todos los campos de la experiencia, como son igualmente idénticas las
principales etapas de la elaboración de la experiencia a través de la reflexión teórica.(juana)

Método Y Técnicas, ejemplo de su ampliación en el campo


educativo del paradigma racionalista o positivista (yanyelis)

La visión paradigmática cientificista o positivista no permite la conmensurabilidad, la


comunicación entre paradigmas, es decir, los paradigmas deben estar lo suficiente
diferenciados como para ser inconmensurables entre sí. Las creencias y las reglas de acción
que justifican la verdad y el conocimiento, son tan diferentes, que a pesar de que creamos
que seguimos los mismos procedimientos, perseguimos fines antitéticos.

El paradigma positivista lógico concebía la filosofía de la ciencia de ahí el nombre de


metaparadigmática. Define como metaparadigma de las ciencias (El conocimiento legítimo)
a la misma. La filosofía de la ciencia del positivismo lógico, estudia las teorías científicas;
conjuntos consistentes de proposiciones; y las reglas de inferencia determinadas por una
lógica deductiva. El paradigma Post-positivista de Popper mantiene el rigor de la lógica
deductiva por medio de su falsaccionismo, pero debilita el realismo por medio de su
racionalismo crítico; mientras que el paradigma de Carrap trata de construir una lógica
inductiva basada en el cálculo de probabilidades. Ambos son criticados por Kuhn en 1962,
estableciendo su famosa tesis de la inconmensurabilidad paradigmática, es decir, que
teorías científicas pertenecientes a diferentes paradigmas no pueden ser comparadas
objetivamente. Kuhn trata de resolver el problema invocando la segunda concepción de
paradigma, el paradigma sociológico, según Masterman. Kuhn incorpora la dimensión
social del grupo científico. Es decir, trata de resolver el problema surgido dentro del
paradigma.

Los paradigmas son por lo tanto, un marco o perspectiva bajo la cual se analiza los
problemas y se trata de resolverlos. Ejemplo. El movimiento aparentemente irregular de los
planetas en el cielo es un problema concreto. Podemos verlo a la luz de paradigma que
ofrece la teoría geocéntrica de Aristóteles, según el cual el movimiento de los planetas es
absolutamente circular. En éste caso por lo tanto la labor del científico será mostrar que la
irregularidad de los planetas no es tal, aclarar a qué se debe dicha apariencia, pero
podríamos verlo también partiendo del paradigma de la teoría heliocéntrica. (yanyelis)

( mayre) La observación y la experiencia pueden y deben limitar drásticamente la


gama de las creencias científicas admisibles o de lo contrario no habrá ciencia.
Pero, por sí solas, no pueden determinar un cuerpo particular de tales creencias.
Un elemento aparentemente arbitrario, compuesto de invidentes personales e
históricos, es siempre uno de los ingredientes de formación de la creencia
sostenidas por una comunidad científica dada en un momento determinado.

La más alta cuota del positivismo está planteada en la posición de Comte y se


desarrolla mediante dos líneas de pensamiento; primero que la sociedad
evoluciona desde la posición teológica a la metafísica hasta llegar al positivismo.
En este sentido, el conocimiento está basado en la ciencia en los métodos
científicos. La segunda línea de pensamiento está referido a la jerarquía de las
ciencias que según su emerger histórico corresponden en este orden:
Matemáticas, astronómicas y físicas y en último lugar la sociología. Apoyadas en
estos planteamientos, las ideas positivistas se desarrollan de manera relevante en
el siglo XIX desde una perspectiva de cuantificación. Más adelante el
pensamiento Durkheim declara a los elementos o factores sociales como cosas y
con esto se requiere establecer que el objeto de estudio de las ciencias sociales
puede ser tratado de la misma forma como lo hacen las ciencias físicas. El
conocedor y lo conocido y por conocer se pueden separar y los científicos
sociales adoptan el rol de observador independientemente de la existencia de la
realidad. Por otra parte, el pensamiento de la escuela positivista lleva a concebir
la investigación social como una actividad neutral en relación a valores. (mayre)

A jose Leonardo no se le dejo punto porque dijo que iba a retirarse por lo tanto su
punto paso a mayre.
EL PARADIGMA IDEALISTA*

Luis
Alberto Padilla
Los orígenes del paradigma idealista en relaciones internacionales pueden ser
ubicados en las primeras concepciones del derecho internacional. Como se sabe, el
autor clásico Hugo Grocio fue el primero en proponer un principio básico para ordenar
las relaciones entre Estados soberanos (y por tanto no subordinados a ninguna
autoridad superior) y fomentar de esta manera la causa de la paz, evitando la guerra.
Grocio propone la célebre máxima pacta sunt servanda (los pactos deben respetarse)
como base del derecho internacional, es decir, del conjunto de normas que regulan
las relaciones entre Estados. A diferencia del derecho interno, el derecho
internacional no posee un aparato coercitivo que haga posible garantizar el
cumplimiento forzoso o la aplicación de sanciones (en caso de incumplimiento de los
gobiernos), por lo tanto, la efectividad de sus normas está basada en el consentimiento,
que las partes expresan cuando se suscriben convenios o tratados internacionales y en
el compromiso que por este medio los Estados asumen de respetar lo pactado.

El derecho internacional, por lo tanto, es de una fragilidad consubstancial,


dada la posibilidad siempre presente de la denuncia de un tratado o del rompimiento de
un convenio, y la historia está llena de ejemplos de este tipo de acontecimientos. De allí
la necesidad de que sean los propios gobernantes de los Estados soberanos quienes, a
la manera del “pacto social” que permite a los hombres salir del estado de naturaleza
para construir la sociedad y la cultura se comprometan de buena fe a respetar las
normas establecidas en los tratados que dan origen al derecho internacional. Se trata
pues de una autolimitación del poder estatal en aras de los supremos valores de la
paz y la justicia internacionales.

En términos generales puede decirse, por consiguiente, que una de las


características más importantes de las concepciones idealistas en materia de
relaciones internacionales radica en su naturaleza esencialmente deontológica y
prescriptiva, es decir, en el hecho de que confía en la posibilidad de un ordenamiento
de las relaciones internacionales con base en prescripciones normativas que deben
constituirse en pauta del comportamiento de los Estados. Dicho en otras palabras, para
las concepciones idealistas la conducta de los Estados puede y debe fundamentarse en
valores ideales tales como la justicia, los derechos humanos, la igualdad o la libertad y
en principios como la libre determinación de los pueblos, la no intervención, el respeto a
la soberanía de los Estados, la cooperación económica en beneficio recíproco, etc. Se
trata pues del tipo de valores y prescripciones normativas que en sus declaraciones y
discursos los hombres de Estado usualmente presentan como fundamento de sus
acciones y que aparecen consignados por escrito solemnemente en las constituciones
nacionales y en los instrumentos que dan vida a las organizaciones internacionales así
como a los tratados que regulan las relaciones económicas y los intercambios
comerciales, culturales y de toda índole.

¿Deben considerarse las prescripciones normativas, sean éstas provenientes


del derecho, la religión o la moral como meras ideologías que encubren la voluntad de
poder o los intereses de grupos y personas que ocupan la cúspide de la pirámide
social y estatal? El mismo Morgenthau admite que no, ya que:

“...desde la Biblia hasta los acuerdos constitucionales de las democracias modernas, la función
principal de estos sistemas normativos ha consistido en mantener las aspiraciones de poder
dentro de límites socialmente aceptables...El poder se encuentra sujeto a limitaciones en interés
de la sociedad como conjunto y en interés de sus integrantes individuales, que no son resultado de
la lucha por el poder sino que resultan sobreimpuestas en forma de normas o reglas de conducta
por la voluntad de los propios miembros de la sociedad”. (Morgenthau: Política entre las
Naciones, pp. 269-270).

El normativismo idealista posee pues funciones que van más allá de las
funciones teórico-descriptivas de la ciencia cuando busca establecer lineamientos para
la orientación de la conducta de las personas que se encargan de tomar decisiones
políticas. Independientemente del hecho de que en determinadas coyunturas
políticas tanto los principios jurídicos como los discursos de contenido ético-axiológico
puedan utilizarse como piezas de retórica desprovistas de contenidos efectivos, lo que
es cierto que tanto la política nacional como la política internacional reciben una
21
influencia permanente (y en ocasiones determinante) de los órdenes normativos.

Otro aspecto importante que debe considerarse en lo concerniente a la


importancia del paradigma idealista de las relaciones internacionales concierne al
hecho de que es justamente la defensa de principios y normas del derecho
internacional –si esto se hace en el marco de una política exterior inteligente, bien
planificada y mejor ejecutada- lo que puede permitir una adecuada defensa de los
intereses nacionales de los Estados pequeños y débiles frente al poderío avasallador
de las grandes potencias. A nuestro juicio, como veremos más adelante, éste fue, sin
lugar a dudas, uno de los factores determinantes del éxito de los procesos de
negociación de Esquipulas, los cuales poco a poco- han ido permitiendo la superación
de los conflictos armados en Centro América de manera que como ha sido señalado en
trabajos académicos recientes: “la multiplicación de los pequeños países en el
escenario internacional, producto de la descolonización, constituyó otro
cuestionamiento que la realidad le presentaba a los planteamientos realistas”.
(Eguizábal; 1991: 23)

Por otra parte, dado que tanto las estructuras políticas (a nivel del sistema
político internacional) como la propia sociedad internacional poseen una dimensión
dinámica que se encuentra en permanente transformación, es importante constatar que
es justamente la investigación que se realiza a partir de proposiciones de carácter
normativo, basadas en el paradigma idealista por tanto, las que permiten orientar
acciones destinadas a promover de manera efectiva la causa de la paz, es decir, la
investigación para la paz, y por ende, investigaciones que contribuyen a la
transformación (en sentido positivo, es decir, de progreso o evolución ascendente
que se juzga con base en parámetros de valoración propuestos por estas mismas
teorías: derechos humanos, justicia internacional, desarrollo a escala humana,
democracia y participación social, libertad política y económica, libre determinación,
etc.). A continuación veremos con más detalle algunas de las concepciones teóricas
que se pueden enmarcar en el llamado paradigma idealista.

2.1 Los antecedentes


Como ya hemos señalado anteriormente por idealismo no debemos entender aquí el
idealismo filosófico (Platón, Kant, Hegel) que dan preeminencia a las formas lógicas
sobre los datos provenientes de la experimentación y los sentidos en teoría del
conocimiento o que poseen una visión espiritualista del origen del universo en el campo
de la metafísica y la cosmología, es decir, aquellos sistemas filosóficos que consideran
la idea como principio del ser y del conocer.

Por “paradigma idealista de las relaciones internacionales” se debe


entender entonces el conjunto de teorías o concepciones políticas que considera que
las relaciones internacionales deben apoyarse en principios éticos-jurídicos que están
destinados a la consecución de la paz y la armonía en las relaciones inter-estatales,
tratando así de evitar la guerra, promover el desarme y reducir el militarismo. El
idealismo acepta, por lo tanto, la existencia de un sistema internacional integrado por
Estados soberanos pero a diferencia del realismo considera que el equilibrio de poderes
no es la forma más adecuada para mantener la paz, ya que la creación de grandes
ejércitos y la carrera de armamentos incrementa la inseguridad mundial y los riesgos de
guerra. Por consiguiente, las concepciones idealistas sostienen que la manera más
adecuada para garantizar la paz es tomar como base para la política exterior de los
Estados las normas del derecho internacional, los convenios internacionales para la
protección de los derechos humanos o los principios y normas derivados de la acción
de las organizaciones internacionales como Naciones Unidas. Los principios de la Carta
de Naciones Unidas, la moral internacional, el papel que juega la opinión pública, las
organizaciones no gubernamentales y la religión se consideran, por lo tanto, como
fundamentales para la orientación del comportamiento de los gobiernos y de los
hombres de Estado.
Hay quienes han visto en el utopismo de Platón o Tomás Moro las primeras
manifestaciones del idealismo en relaciones internacionales. Sin embargo, en la medida
en que tanto uno como otro se refieren en sus obras a la idea de un Estado ideal, que
ha de servir de modelo, forma o “idea” para cierto tipo de organización política
encerrada en sí mismo, sin tomar en cuenta las relaciones exteriores de dicho Estado
utópico o republicano ideal, no nos parece adecuado incluir estas concepciones dentro
de los antecedentes del paradigma idealista.

Tampoco nos parecería acertado ubicar al marxismo dentro del paradigma


idealista de las relaciones internacionales, a pesar del alto componente utópico-idealista
de la teoría marxista en el campo de las relaciones internacionales. En efecto, de
acuerdo con el marxismo la causa primordial de los conflictos internos (la lucha de
clases) y externos (las guerras) radica en la desigualdad social (la división en clases
sociales) y en la naturaleza expansionista del capitalismo nacional como modo de
producción económico, es decir, la destrucción del capitalismo y su substitución por el
modo socialista de producción que se caracterizaría por la desaparición de la
desigualdad social basada en la diferencia de clases y que, por lo tanto, conducirá
en el futuro a la desaparición de los conflictos internos (lucha de clases) y de las
guerras, ya que el proletariado, como clase de vocación universal e internacional al
subsistir la propiedad privada por la propiedad social hará innecesaria la existencia del
Estado (instrumento de dominación de clases permitiendo la paulatina extinción del
Estado y con ello de la política del poder y de las guerras (en la utópica sociedad
comunista del futuro).
Al margen del hecho de que, en la práctica, en todos aquellos países en donde
se trató de poner en práctica las ideas del marxismo-leninismo se demostró que ni la
conflictividad interna derivada de la desigualdad social (o de las diferencias étnico-
nacionales) ni la conflictividad externa entre países socialistas desaparecía (y el
Estado, por el contrario, se fortalecía y asumía dimensiones totalitarias), al margen de
este hecho, decimos, lo cierto es que el marxismo parte del presupuesto de que las
relaciones internacionales se basan en fenómenos históricos transitorios (el Estado-
Nación) y por tanto, strictu sensu no creemos acertado ubicarlo dentro de un
paradigma como el idealista, para el cual, más que la utopía alcanzable en un futuro
lejano y como resultado de una revolución, se trata de organizar las relaciones inter-
estatales hice et nunc, consideradas como un dato permanente de la historia, y
con base en instrumentos reales, al servicio de organizaciones internacionales como
Naciones Unidas (seguridad colectiva, peace keeping forces, solución negociada de
conflictos, etc.).

En la edad antigua los orígenes del paradigma idealista pueden ubicarse de


mucho mejor manera- en las ideas de Aristóteles, para quien la conducción de los
asuntos internacionales debe ajustarse a principios de prudencia y pacifismo –al
contrario de los que preconizaban los espartanos- sobre la conveniencia de la
organización militar. Aristóteles sostiene entonces que:

“El legislador debe esforzarse principalmente porque la legislación que se promulgue sobre la
guerra... tenga por fin el reposo y la paz, pues la mayoría de las ciudades de tipo militar
permanecen incólumes mientras hacen la guerra, más perecen una vez que han conquistado el
22
imperio...”.

Un pensamiento similar puede encontrarse en la obra de los filósofos de la


escuela estoica, si bien éstos –en última instancia- constituyen la expresión ideológica
de la pax romana, o defensa del statu quo obtenido por el imperio romano en el mundo
antiguo. En efecto, pensadores estoicos como Cicerón o Séneca van más allá de las
típicas divisiones entre bárbaros y helenos (o ciudadanos romanos), propias de la
estructura de la ciudades estados y postulan la existencia del ius gentium y la
participación de todos los seres humanos en una razón universal, que incluso plantea la
igualdad de todos los seres humanos y condena la esclavitud y la guerra. El estoicismo
formula así una filosofía cosmopolita según la cual la razón, esencia del género
humano, permite que todos los hombres pertenezcan a una comunidad universal o
humanitas.
El cristianismo es también una religión universalista y que preconiza la igualdad
y la unión de los seres humanos. Sin embargo, en la obra de San Agustín y de los
escolásticos (Vitoria, Sepúlveda, Lutero) hay una defensa de la llamada “guerra justa”
que es posteriormente rechazada por el pensamiento pacifista (Erasmo de Rótterdam,
las sectas de los cuáqueros) y que da origen a la emigración de grupos religiosos a las
colonias americanas en los siglos XVII y XVIII. No es por casualidad, entonces, que
Estados Unidos es la cuna de una fuerte tradición idealista en el campo de las
relaciones internacionales, como la encarnada por el presidente Woodrow Wilson.

2.2 Woodrow Wilson y la Sociedad de Naciones


Woodrow Wilson fue profesor de ciencia política en la Universidad de Princeton antes
de ser electo presidente de los Estados Unidos en 1913. Se trata, por lo tanto, de un
caso poco común ya que normalmente la más alta magistratura norteamericana ha sido
desempeñada por políticos profesionales o personas que provienen del alto mundo de
los negocios y de las finanzas. Esto, de entrada, confiere un carácter especial a la
política exterior del presidente Wilson, quien estaba convencido de la “misión
providencial” que debía realizar en la política exterior haciendo que su país promoviera
una doctrina apegada al derecho internacional, la libre determinación, la búsqueda
de la paz y la promoción de una organización internacional (la Sociedad de las
Naciones) que fuese capaz de implementar los nuevos ideales de la seguridad
colectiva por oposición a la filosofía clásica basada en el equilibrio de poderes y en la
realpolitik.
Wilson trató de evitar la participación de Estados Unidos en la guerra europea,
pero cuando se vio obligado a intervenir (1917) fue el artífice del plan de 14 puntos que
permitió que las potencias centrales (Alemania y Austria-Hungría) iniciaran un proceso
de negociación que evitó que sufriesen una derrota total y soportasen condiciones de
armisticio más duras que las que impuso el Tratado de Versalles de 1919. En efecto, el
plan de Wilson contemplaba entre sus puntos el principio de igualdad de derechos entre
las naciones, la necesidad de establecer gobiernos democráticos en todos los países,
garantías para la salida al mar de todos los Estados, prohibición de alianzas,
establecimiento de una organización internacional que impidiera las guerras en el futuro
a través de un mecanismo de seguridad colectiva.

El discurso político de Wilson es un ejemplo notable de idealismo, poco


común en la diplomacia de aquella época, como subraya Manuel Medina. En efecto, el
presidente norteamericano sostiene que, para alcanzar la paz, los Estados deberían
darse cuenta que no bastan los acuerdos o tratados internacionales y que se hace
indispensable la creación de “una fuerza que garantice la permanencia del arreglo, muy
superior a la fuerza de cualesquiera de las naciones ahora comprometidas o de
ninguna alianza hasta el momento creada, de modo que ninguna nación o combinación
probable de naciones pueda enfrentarse con ella o resistirla” y agregaba:
“Pero la justicia es más valiosa que la paz, y lucharemos por lo que siempre hemos sentido más
cerca de nuestros corazones: por la democracia, por el derecho de los que están sometidos a la
autoridad a tener voz en sus propios gobiernos, por los derechos y libertados de las pequeñas
naciones, por el imperio universal de la justicia mediante un concierto de pueblos libres que
24
traigan la paz y la seguridad a todas las naciones y hagan finalmente libre al mundo”.

Wilson asistió personalmente a las negociaciones de París y logró con su


presencia que se aprobara el tratado de la creación de la Sociedad de Naciones,
antecedente directo de Naciones Unidas y del principio de la seguridad colectiva, con
base en el cual la Sociedad de Naciones estaría en capacidad de garantizar el
mantenimiento de la paz y la proscripción de la guerra como instrumento de la política
exterior de los Estados. Paradójicamente, como se sabe, Wilson no logró que el
Senado ratificara la adhesión de Estados Unidos a la Sociedad y por consiguiente su
propio país permaneció fuera de la organización internacional por cuya creación, sin
embargo, el presidente norteamericano había luchado con tanto denuedo.

No estamos en capacidad de analizar aquí las razones del fracaso de la


Sociedad de Naciones, que en buena medida se deben al hecho de que jamás dispuso
de fuerza alguna para implementar sus resoluciones y por ende fue impotente para
actuar en circunstancias como las creadas por la intervención japonesa en China, la
guerra de Italia contra Etiopía, la guerra civil española, la anexión de Austria y parte del
territorio de Checoslovaquia por la Alemania de Hitler, la invasión de Finlandia por la
25
Unión Soviética, etc. Sin embargo, si es importante destacar el hecho que la Sociedad
de Naciones constituye no sólo el resultado del pensamiento idealista de Wilson, sino
que es la raíz directa de la creación de la organización de Naciones Unidas en 1945,
que no por casualidad fue impulsada también por Franklin D. Roosevelt, otro presidente
demócrata cuyo pensamiento político puede también ubicarse dentro del idealismo. La
propia organización de Naciones Unidas en tanto que tal viene a ser, por lo tanto, la
cristalización del paradigma idealista en las relaciones internacionales y un resultado de
los esfuerzos de Estados Unidos en esa dirección.

2.3 El Pacifismo
A partir de la creación de la Sociedad de Naciones, cuya sede como se recordara, se
estableció en Ginebra, surgen una serie de corrientes de pensamiento que en mayor o
menor grado se pueden ubicar dentro del paradigma idealista. Así, Sir Alfred
Zimmerman, titular de la primera cátedra de relaciones internacionales que se
estableció en el medio académico mundial (en el año de 1919 en la Universidad de
Gales, Inglaterra) declaró que el propósito primordial de sus enseñanzas sería “servir a
la causa de la paz” y agregaba que la nueva disciplina académica tendría como tarea
primordial el ocuparse “...del estudio de los problemas interdependientes de derecho y
de política, de moral y de economía que son representados en el proyecto de una
26
Sociedad de Naciones...” evidenciando que la preocupación central del pensamiento
político en materia internacional de aquella época de posguerra es, justamente, evitar
que una nueva conflagración de la magnitud de la primera guerra mundial vuelva a
repetirse, de allí que las relaciones internacionales se concibieran como una “ciencia de
la paz”. La Sociedad de Naciones es pues recibida con beneplácito ya que se le ve
como un medio para que la sociedad internacional salga de la anarquía, al mismo
tiempo que en los debates públicos de la Asamblea de la Sociedad de Naciones, se
ventilarían los asuntos mundiales evitando así caer en la llamada “diplomacia secreta”,
que carece de control por parte de los ciudadanos y la opinión pública.

La corriente internacionalista del pacifismo (Alfred Zimmerman, John Fischer,


Norman Angell) se caracteriza por la fe en el derecho internacional, en la ética y en los
medios pacíficos para solucionar los conflictos. La creación del Tribunal Permanente de
Justicia Internacional en La Haya (Holanda) es otro hecho importante que debe
atribuirse, en buena medida, a la influencia ejercida por estos pensadores. Norman
Angell, por ejemplo, es uno de los primeros académicos en postular el concepto de
interdependencia, según el cual el grado de vinculación entre las naciones,
principalmente a nivel económico, es de tal naturaleza que la guerra y sus efectos solo
27
podían traducirse en una catástrofe para la economía mundial.

El pacifismo como línea de pensamiento adscrita al idealismo estuvo muy


en boga en el período entre guerras. Posteriormente sufrió un retroceso considerable
en el campo académico debido al predominio del realismo y al hecho que en buena
medida las políticas de apaciguamiento de las dictaduras totalitarias en Europa fueron
vistas como responsables de la incapacidad de las potencias occidentales para detener
el expansionismo de Hitler, antes del estallido de la segunda guerra.
Bertrand Russell y Aldous Huxley son otros de los nombres ilustres que se
28
vinculan a las corrientes pacifistas en Inglaterra y en Francia debe mencionarse el
célebre Aristide Briand, ministro de relaciones exteriores de Francia en los años veinte,
quien logró que firmara en París (1928) el Pacto de Renuncia a la Guerra como
instrumento de la política exterior de los Estados. Este pacto es el antecedente
inmediato de los principios establecidos de los incisos 3 y 4 del artículo 2 de la Carta de
Naciones Unidas, que poseen el mismo significado (proscripción de la guerra). En dicho
Pacto se establece que todos los Estados que lo suscriben se comprometen a
renunciar a la guerra como instrumento de la política nacional y a buscar la solución de
cualquier conflicto o disputa por medios pacíficos (principio recogido posteriormente por
el artículo 1 inciso 1 de la Carta de Naciones Unidas). Durante la ceremonia de la firma
del Pacto, Briand afirmó:

“la guerra como medio de acción arbitraria y egoísta no debe ser considerada ya legal. Ya no
pesará su amenaza sobre la vida económica, política y social de los pueblos. En lo sucesivo las
29
pequeñas naciones gozarán de plena independencia en la discusión internacional”.

Otra expresión del idealismo pacifismo la constituye el pensamiento


federalista,
que busca el establecimiento de un gobierno mundial de tipo federal como la solución a
los problemas derivados de la existencia de múltiples Estados soberanos. En esta
dirección se inscribe también la búsqueda de la creación de una federación europea de
estados, que fue uno de los proyectos en los cuales Aristide Briand también puso
considerable empeño. Para los federalistas, ésta es la mejor manera de superar los
problemas de la política del poder y hubiese sido –así lo creía Briand- la mejor forma de
superar las fallas de la Sociedad de Naciones. Los libros de autores como Davies, van
der Leeuv, Curry y Jennings, todos ellos anteriores a la segunda guerra se inscriben
también en esta perspectiva.
2.4 Desarme y Control de Armamentos
El desarme y el control de armamentos, contrario en buena medida a las doctrinas
sobre la disuasión (“deterrance”: la paz se obtiene gracias al efecto disuasor de las
fuerzas armadas) es otra de las expresiones del paradigma idealista, ya que en esta
perspectiva las carreras de armamentos y el militarismo incrementan los riesgos de
guerra.

Los planteamientos sobre el desarme influyeron de manera temprana en la


realización de las conferencias de desarme celebradas en La Haya, que aunque no
produjeron resultados concretos si fueron útiles –por ejemplo- en la aprobación de
normas de derecho humanitario internacional (el ius in bellum o reglas que se aplican
en los conflictos armados, ulteriormente codificadas en los Convenios de Ginebra de
1949 y sus protocolos adicionales del año 77). Posteriormente se celebró la conferencia
mundial de desarme en Ginebra (1932) cuyos resultados se frustraron por la llegada de
los nazis al poder en Alemania en las elecciones de 1933. A nivel de Naciones Unidas
la Asamblea General decidió la creación de la Comisión de Desarme (1958) que desde
entonces funciona como órgano que ha venido funcionando como una especie de
“grupo de presión” de la opinión pública mundial a fin de lograr que las grandes
potencias acabaran con el estancamiento de las negociaciones de desarme. Sus
reuniones han sido muy útiles, por tanto, para lograr que los Estados que poseen
armamento nuclear reanuden las negociaciones y lleguen a entendidos, lo cual, como
veremos enseguida, ha sido fructífero tanto en el terreno de los acuerdos multilaterales
(Tlatelolco, TNP) como bilaterales (SALT, INF, START).

Por consiguientes, es importante hacer énfasis en el hecho que es gracias a los


esfuerzos de estos menospreciados “idealistas” empeñados pacientemente en
promover (de manera lenta y paulatina pero sostenida y tenaz) la causa de la paz y, en
ir encontrando soluciones parciales al problema del armamentismo y del militarismo que
se ha logrado la firma por diferentes países del mundo, de la siguiente lista –nada
desdeñable- de Acuerdos importantes de control de armamentos y desarme:

1) el tratado Antártico de 1959 para desmilitarizar ese continente;


2) el tratado de proscripción parcial de pruebas nucleares (bilateral USA/URSS), que prohíbe
todas las pruebas nucleares a excepción de las subterráneas, firmado en Moscú (1963);
3) el tratado del espacio exterior para prohibir armamento en el espacio y en los cuerpos
celestes (1967);
4) el tratado de Tlatelolco de 1967 (prohíbe el ensayo, uso, fabricación, producción o adquisición
por cualquier medio de armas nucleares en los países signatarios de América Latina);
5) el tratado sobre la no proliferación de armamentos nucleares (TNP) de 1968;
6) el tratado de los fondos marinos (1971) que prohíbe el emplazamiento de artefactos
nucleares en el subsuelo marítimo fuera del límite de 12 millas de aguas territoriales;
7) la convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas
bacteriológicas (biológicas), químicas y sobre su destrucción (1972);
8) la convención sobre el uso de técnicas de modificación ambiental con fines militares u hostiles
(1977);
9) la convención sobre prohibiciones o restricciones del uso de determinadas armas
convencionales de efectos indiscriminados (1981); y
10) el tratado de Rarotonga (prohíbe las pruebas nucleares en el Pacífico sur y la visita de navíos
con armas nucleares).

Además, como es sabido, los Estados Unidos y la Unión Soviética han firmado
varios acuerdos bilaterales para limitar la producción de armamento nuclear estratégico
(ICBM o proyectiles intercontinentales) como los tratados SALT 1 (ABM prohíbe el
desarrollo, ensayo y despliegue de mísiles basados en tierra, aire o mar de defensa de
mísiles balísticos) y el SALT 2 (limita la cantidad agregada de lanzamisiles nucleares
estratégicos); el tratado de desarme total (opción cero) llamado INF firmado por los
Estados Unidos y la URSS en 1987 (establece la eliminación de todos los proyectiles de
alcance intermedio instalado en Europa en un período de tres años); el tratado START
(Moscú, Junio de 1991) que establece la reducción hasta en una tercera parte del
armamento estratégico (ICBM) de ambas superpotencias. A todo esto habría que
agregar las medidas de desarme unilateral como las anunciadas en octubre de 1991
por el presidente Bush (eliminación de todas las armas nucleares tácticas –de alcance
corto-, de los proyectiles móviles Midgetman y MX, suspensión del estado de alerta
permanente de los bombarderos B-52, etc.) gesto que fue respondido de manera
positiva por el ex presidente Gorbachov quien decidió también una eliminación total del
armamento de corto alcance y una suspensión total de las pruebas nucleares
31
subterráneas en reciprocidad. Estos acuerdos han sido ampliados recientemente por
nuevos acuerdos bilaterales de los presidentes Bush y Yeltsin, de Rusia, como veremos
en el cuadro 2.1
2.5 Los Derecho Humanos

Ya desde la época de la pre-guerra, personajes como H.G. Wells (quien promovió la


redacción de una “Declaración de Derechos Humanos” en 1941, declaración que
constituye el principal antecedente de la Declaración de 1948) se habían preocupado
por el tratamiento de este tema como un asunto fundamental de las relaciones
internacionales. Con el advenimiento del periodo de la post-guerra los derechos
humanos se convirtieron, efectivamente, en un punto primordial tanto de la agenda de
la política exterior de ciertos gobiernos (los países escandinavos, la Comisión
Económica Europea, Canadá y de manera oscilante los Estados Unidos) como en la
agenda de Naciones Unidas.

De esta manera la protección de la persona humana frente a los abusos de


poder de parte de sus respectivos gobiernos se hizo un tema esencial de la actividad de
organismos tales como la Comisión de Derechos Humanos (que se reúne anualmente
durante el invierno en Ginebra y reúne a representantes de 43 Estados miembros), la
Sub Comisión de Prevención de Discriminaciones y Protección de Minorías, el
ECOSOC, la OIT y la misma Asamblea General. La actividad de Naciones Unidas tanto
a nivel de los instrumentos diseñados por el sistema para la protección de los derecho
humanos (los grandes pactos del año 66: de derechos civiles y políticos; de derechos
económicos, sociales y culturales) como en el plano de las actividades concretas: envío
de misiones de investigación, nombramiento de grupos especiales de trabajo sobre
determinados problemas (discriminación racial, desapariciones forzadas o involuntarias,
ejecuciones extrajudiciales, tortura, etc.) y de relatores especiales, todo esto se ha
hecho cada vez más importante y fundamental.

En los casos de Guatemala y El Salvador esta política del más alto organismo
mundial adquiere cada vez mayor relevancia, dada la subsistencia de graves problemas
de violación grave y reiterada de derechos humanos en ambos países. Así, en el caso
de El Salvador el reciente acuerdo de Nueva York –celebrado bajo los auspicios
directos del secretario general de Naciones Unidas- establece el compromiso de la
parte gubernamental para desmantelar 6 batallones de despliegue rápido y una
reducción del 40% de la fuerza armada, en el seno de las fuerzas armadas, reduciendo
el número de efectivos, castigando a responsables de violaciones a derecho humanos
(como en el caso de los 6 sacerdotes jesuitas asesinados en noviembre de 1989) e
incorporando a los guerrilleros del FMLN a una nueva fuerza de policía. Por otra parte,
el cumplimiento de estos acuerdos está siendo supervisado por las Naciones Unidas, a
través de la misión de ONUSAL instalada en San Salvador, así como el, despliegue de
más de 300 observadores y supervisores militares.

Cuadro 2.1
Disminución de armas nucleares estratégicas
USA-Rusia/CEI para el año 2,003 según
41
Acuerdo Bush –Yeltsin, junio 92
País Tipo de arma Cantidad Cantidad Tratado de
estratégica (largo (número de según tratado seguimiento
alcance) misiles START para cantidades 2003
existentes en 1999
1992) (reducción)
Rusia CEI ICBM (misiles 6,115 3,15 531
intercontinentales) 6
EE.UU. ICBM (idem) SLBM 2,370 500
Rusia CEI (misiles 2,696 1,40 1,744
landados por 0
submarinos) SLBM 1,44
EEUU (trident) Aviones 3,840 1,728
Rusia CEI bombarderos 1,552 752
Aviones
EE.UU. bombarderos 3,776 1,272
Cantidad total
Rusia CEI Cantidad total 10,237 3,70 3,027
EE.UU. 9.986 0 3,500

En lo concerniente a Guatemala, la situación es todavía extremadamente compleja,


sobre todo en la medida que las negociaciones de paz aún no han concluido. Así, los
problemas de derechos humanos que subsisten (y son extremadamente graves) han
32
sido objeto de una vigilancia especial por parte de la comunidad internacional. Un
relator especial de Naciones Unidas, que actuó en el país durante los años 83 al 86 fue
substituido posteriormente por un “representante especial” de la Comisión de Derechos
Humanos, cargo que transformado en asesor, actualmente (1992) ocupa el experto
Christian Tomushat, obligado a presentar un informe anual ante la Comisión. Por otra
parte, el gobierno norteamericano ha decidido condicionar la ayuda económica al país
(no la ayuda militar, que está suspendida desde hace un año) a la solución de los
problemas de derechos humanos:

“El 19 de julio de este año el Comité de autorizaciones de la Cámara de Representantes del


Congreso de los Estados Unidos, aprobó el proyecto de Ley de Asistencia Externa para los años
fiscales 1992 y 1993. La sección 632 de esta propuesta se refiere específicamente a Guatemala.
Esta sección... toma la medida poco usual y económicamente significativa de condicionar el apoyo
a la balanza de pagos a una mejora en la situación de derechos humanos. Según el proyecto de la
Cámara baja, la ayuda económica de los Estados Unidos para los años fiscales 1992 y 1993 –
incluyendo la Asistencia al Desarrollo, los Fondos de Apoyo Económico y la ayuda alimentaria del
programa PL 480- puede ser canalizado únicamente a “agencias civiles y organizaciones no
gubernamentales”, y “no podrá ser usada para propósito político-partidarios o como instrumento
de contrainsurgencia”. Adicionalmente, mientras el presidente Bush no certifique que haya
progreso en la situación de derechos humanos en Guatemala, estos programas serán restringidos
a los usos siguientes: “*programas que se dirigen directamente a la pobreza, las necesidades
humanas básicas y asuntos del medio ambiente; *para mejorar las operaciones de instituciones
democráticas u otras formas de promover el pluralismo; *la Comisión Nacional de Reconciliación;
*para reformas fiscales y de administración tributaria; y *para programas que promueven el
intercambio comercial y la inversión nacional y extranjera.” El efecto principal de estas condiciones
es restringir las donaciones de divisas otorgadas por medio de los Fondos de Apoyo Económico
(Economic Support Funds –ESF-), un programa de “seguridad” cuyo fin es dar un apoyo económico
directo...bajo el ESF el gobierno de los Estados Unidos dona dólares al Banco de Guatemala, quien
los revende al sector privado a cambio de moneda local... (el ESF) es el programa de asistencia
estadounidense más importante para el país... (el Senado) condiciona la asistencia económica no
sólo al progreso general en los derechos humanos, sino al progreso en la resolución de tres casos
específicos: los asesinatos del estadounidense Michael Devine y de la antropóloga guatemalteca
Mirna Mack, así como el secuestro y la tortura de la monja estadounidense Diana Ortiz.”

Desde un punto de vista teórico es interesante constatar aquí de qué manera la


política exterior de los Estados Unidos hacia Guatemala se encuentra determinada por
esta perspectiva “legalista-moralista” (como seguramente la llamaría Morgenthau) que
ha propuesto como “issue” fundamental de sus acciones la cuestión de los derechos
humanos, y esto –no hay que olvidarlo- en el marco de la política de una administración
republicana.
Llegados a este punto, es importante señalar dos cuestiones importantes que
pueden deducirse rápidamente del análisis de la postura norteamericana: 1) un
elemento central del paradigma idealista de las relaciones internacionales, los derechos
humanos, está siendo utilizado –de manera explícita, declarada- por los “policy
markers” de Washington, y 2) esta política la está llevando a cabo (a diferencia de los
gobiernos demócratas de presidentes como Wilson, Roosevelt o Carter) la
administración republicana del presidente Bush.
Lo anterior nos permite inferir que el tema de los derechos humanos será un
asunto de cada vez mayor importancia en la agenda de la política exterior de los
gobiernos de países que se vean acusados de practicar políticas en las cuales se
revela un cuadro persistente y sistemático de violaciones graves a los derechos
34
humanos, como se dice en el léxico oficial de Naciones Unidas.
Es evidente, sin embargo, que los motivos por los cuales un gobierno que se
vea acusado de violaciones a los derechos humanos debe tomar en cuenta este asunto
no son los mismos que inducen a Naciones Unidas o a ciertos gobiernos a hacer otro
tanto. Es muy probable que las verdaderas razones sean de índole “pragmático-
realista”. Pero aunque sea por motivos de realpolitik (evitar que disminuya el poder del
Estado o el grado de control ejercido sobre éste por alguna élite política interna) lo
importante es la influencia que se ejerce en el país para mejorar el grado de protección
de que pueden disfrutar los ciudadanos frente a desmanes o abusos de poder
35
provenientes de las autoridades del Estado.
En el caso de Guatemala es importante también subrayar de qué manera la
presión de la comunidad internacional ha contribuido a la creación de organismos
internos de protección de los derechos humanos, tales como la procuraduría de
derechos humanos que es una institución creada a semejanza de los servicios de
ombudsman que existen en los países europeos, especialmente en la región
escandinava y en España. En algunos casos la procuraduría ha tenido intervenciones
que han sido decisivas tanto para evitar que los hechos se repitan como para el
enjuiciamiento de los responsables.
Un último punto que merece destacarse es el que concierne al papel cada vez
de mayor trascendencia que juegan las organizaciones no gubernamentales de
protección y defensa de los derechos humanos, tanto internacionales como nacionales.
En lo relativo a las primeras, es indudable que organizaciones como Amnesty
International han ejercido sobre el gobierno guatemalteco una presión de importancia.
En términos similares se puede juzgar también la actividad desarrollada por
organizaciones como Americas Watch, WOLA (Washigton Office for Latin America)
en los Estados Unidos, o la Federation Internationale des Droits de l´Homme en
París.
A nivel interno, es ampliamente conocido el papel jugado por la organización de
familiares de desaparecidos “Grupo de Apoyo Mutuo” (GAM) que opera desde 1983 y
otras entidades de derechos humanos creadas con posterioridad así como muchas
otras organizaciones populares que trabajan en la defensa a los derechos humanos y
en defensa de los derechos de la población indígena.
2.6 La investigación para la paz
Hemos visto que el pacifismo fue el enfoque que caracterizó a las relaciones
internacionales en el período entre las dos guerras mundiales. En cambio, a partir de la
post-guerra, sobre todo en los años setenta, se inicia de manera sistemática la
investigación para la paz, que es una nueva disciplina científica que se caracteriza, por
la naturaleza transdisciplinaria del objeto de la investigación, así como por manejar un
método esencialmente interdisciplinario, que se arraiga especialmente en el campo de
las ciencias sociales.
La investigación para la paz es una corriente de pensamiento íntimamente
ligada al paradigma idealista de las relaciones internacionales. Originalmente los
estudios sobre la paz nacieron como estudios acerca de las causas de la guerra –
como polemología- pero esto suponía, como es fácil suponer, una concepción
estrecha o negativa del concepto de paz. La paz se consideraba como “ausencia de
guerra” o ausencia de conflicto violento. Si bien la ausencia de conflicto armado es una
característica de la paz, también es cierto que la noción de paz no se reduce a la
ausencia de acciones violentas, sea esto a nivel de las relaciones Inter-estatales
(guerra o conflicto internacional) sea a nivel de las relaciones entre el Estado y actores
no estatales (guerra interna, conflicto armado interno).
En este orden de ideas, en la investigación para la paz podemos distinguir (Del
Arenal: 1990; 149) tres corrientes de pensamiento, aquellos que poseen una visión
limitada o estrecha de la paz y postulan como objeto principal de su estudio las causas
de la guerra (corriente minimalista, muy ligada a las posiciones realistas), las que
posee una visión intermedia, según la cual la paz no solo es ausencia de violencia sino
también la ausencia de un sistema de amenazas, es decir, de instrumentos e
instituciones (ejércitos, fuerzas armadas) de guerra y la corriente maximalista para la
cual la paz es ausencia de violencia directa (acciones de destrucción física) o indirecta
(violencia estructural). Esta noción de paz, “exige que la sociedad sea reestructurada
con el fin de conciliar los intereses a todos los niveles, sobre el plano interno e
internacional” (Del Arenal: 1990; 150) siendo su objeto de estudio muy amplio, ya que
cubre los campos del estudio de la guerra tanto como la teoría del conflicto.
En la llamada corriente “minimalista” sobresalen algunos trabajos clásicos, como
los de Lewis Richardson y Quincy Wright. Richardson, por ejemplo, en su obra
Statistics of Deadly Quarrells (1941) clasifica los conflictos inter-estatales con base
en el índice de mortalidad, examina la frecuencia y los esquemas de repetición de las
guerras, así como los esquemas de acción/reacción propios de las carreras de
armamentos. Wright por su parte afirma la causalidad de las guerras a partir de factores
de tipo político-tecnológico, jurídico-ideológico, socio-religiosos y psicológicos-
económicos (Wright; 1942). Otros autores importantes en esta línea de pensamiento
son David Singer, Melvin Small, Nazli Choucri y Robert North, por citar algunos
36
nombres.
La corriente intermedia es la que ha profundizado en el estudio de la teoría del
conflicto. Hay textos como los de Jürgen Dedring, Michael Intriligator, James Dougherty,
Robert Pfaltzgraff, Peter Wallensteen, entre otros autores cuyos trabajos han sido
publicados en forma de artículos en revistas especializadas como el Journal of Peace
Research (publicado por PRIO), el Journal of Conflict Resolution o libros publicados
por SAGE (Londres) o Westview Press (Boulder, Colorado).

En esta perspectiva de investigación el conflicto es visto como un fenómeno


natural que propicia el cambio y el desarrollo social. Lo importante es, por lo tanto, no la
propuesta de utopías irrealizables (como la visión marxista de la sociedad comunista en
la cual se suponía que los conflictos o “contradicciones de clase” quedarían resueltos y
se extinguiría el Estado) sino darse cuenta que el conflicto es un fenómeno inherente a
toda sociedad y a todo tiempo, que posee por tanto una dimensión “normal” mientras no
sobrepase ciertos límites (estancamiento o empate; destrucción mutua; búsqueda
intransigente de la destrucción de una de las partes por medio militares). La teoría del
conflicto propone, por lo tanto, la administración y la regulación del conflicto, no su
eliminación. Además, se proponen técnicas de resolución de conflictos como alternativa
para cuando éstos se transforman en negativos, es decir, cuando se estancan y dan
lugar a la prevalencia de efectos perniciosos y destructivos sobre los elementos de
orden positivo.
Ya al interior de la teoría del conflicto, es importante señalar que existen
perspectivas que podrían ser calificadas como objetivas, que son aquellas que
fundamentan sus análisis en la descripción de los elementos de los conflictos (partes
contendientes, escasez de recursos incompatibles, comportamiento) o de los objetivos
que se plantean los actores; mientras que existen otras teorías que plantean
perspectivas analíticas en el plano de lo subjetivo. Las teorías que provienen de la
antropología o de la psicología social (Moscovici, Dollard) o de la etiología (Lorenz,
Storr, Adherí) hacen énfasis en los aspectos de carácter subjetivo: el conflicto es el
resultado de una tendencia innata en el hombre a la agresión (Lorenz; 1966) o bien de
estrategias de comportamiento colectivo para la obtención de determinados objetivos
(Moscovici; 1984) dentro de un grupo con el cual el individuo se identifica a través de
mecanismos de pertenencia y de adhesión (García-Ruiz; 1991).
¿Cómo definir el conflicto y qué utilidad tiene esta teoría en el análisis de
situaciones concretas? Regresaremos sobre este punto más adelante. Por de pronto,
citaremos dos definiciones que pueden ser útiles para nuestros propósitos, la de
Celestino del Arenal, para quien el conflicto es una “situación en la cual un grupo
humano se encuentra en oposición consciente a otro o a otros grupos humanos, en
razón de que tienen o persiguen objetivos o intereses que son o parecen incompatibles”
(del Arenal; 1990: 150) y la de Peter Wallensteen, quien defina al conflicto como “una
situación en la cual un mínimo de dos partes pugnan al mismo tiempo por obtener el
mismo conjunto de recursos escasos” (Wallensteen; 1990: 82).
En cuanto a la investigación para la paz propiamente dicha, expresada por la
llamada corriente “maximalista” que ya mencionamos, ésta constituye en buena medida
una “reacción critica” que se produce a lo largo de la década de los setenta frente a los
estudios sobre el conflicto y la guerra que se habían venido elaborando hasta ese
momento (del Arenal; 1990) y se caracteriza por la búsqueda de un nuevo paradigma
frente al paradigma del Estado (Tromp; 1980) teniendo su desarrollo una ligazón
importante con los problemas globales del mundo contemporáneo y que van más allá
de la amenaza de una guerra nuclear, tales como el hambre, la pobreza de los países
del tercer mundo, el llamado “subdesarrollo”, la opresión cultural de etnias y minorías
que reclaman su derecho de libre determinación, el deterioro y la contaminación del
medio ambiente, etc.
Se trata pues de un objeto de estudio en el centro del cual se coloca a la
humanidad y al ser humano a partir de sus necesidades y derechos con una visión
antropocéntrica, humanista y totalizante u holística, que va más allá del análisis de la
guerra o del conflicto, pero la incluye. Así, la investigación para la paz posee por lo
tanto “no solo una dimensión negativa, buscar las causas de los conflictos, de la
violencia directa y del medio de superarla, sino también una dimensión positiva, tratar
de definir las estructuras sociales en las que esté ausente toda violencia estructural, es
decir, que aseguren una justicia social y tratar de descubrir los medios de realizar estas
37
estructuras”.
El punto de vista anterior es compartido por Marek Thee para quien la
investigación para la paz ha venido “redefiniendo y ampliando constantemente el
concepto de paz en una forma creativa y dinámica (y) se ha expandido hasta
comprender el estudio del conflicto armado y la resolución del conflicto, la carrera de
armamentos y el desarme, el subdesarrollo, la privación humana y la realización de la
justicia social, la violencia represiva y la afirmación de los derechos humanos. Humana
en sus objetivos, científica en su método y pragmática en su esfuerzo, la investigación
para la paz se ha disociado así mismo de los planteamientos neutrales de la ciencia
social. Realmente ha tomado un interés agresivo en todo lo concerniente a la condición
humana y a su mejora. La investigación para la paz es, así, internacional por
38
naturaleza, global por su perspectiva y orientada hacia la acción en su inspiración”.
Hay una serie de rasgos comunes que son inherentes a la investigación para la
paz en su expresión contemporánea: 1) la conciencia de que es necesaria una síntesis
de los enfoques clásico y científico, que lo cuantitativo debe ir unido a lo cualitativo y
que el realismo debe acompañarse de cierto idealismo, desapareciendo así “el mito de
la cuantificación” y pasando la metodología cuantitativa a ser “un instrumento más” para
la investigación y la teoría; 2) el énfasis de la investigación se traslada de la teorización
y la elaboración de modelos hacia la problemática crucial del mundo contemporáneo:
pobreza, deuda externa, degradación y destrucción del medio ambiente,
etc; 3) una
visión progresista que considera que para superar los conflictos deben hacerse
transformaciones en la estructura política y socio-económica; 4) el carácter
internacional y de “empresa colectiva” de la investigación para la paz, hecho que se
refleja en la creación de organizaciones como la Asociación Internacional de
Investigación para la Paz –IPRA- y en los esfuerzos por superar las posiciones
etnocéntricas de los científicos europeos y norteamericanos, abriéndose hacia la
producción de los países del Tercer Mundo, Europa del Este, China y la URSS; 5) el
abandono de la concepción estatocéntrica como criterio central para explicar los
fenómenos internacionales y la aparición de un nuevo paradigma basado en el sistema
mundial y en el concepto de transnacionalización; y 6) la naturaleza antropocéntrica
de las investigaciones basadas en el ser humano y en sus necesidades.
2.6.1 Galtung y la violencia indirecta
Johan Galtung, uno de los principales exponentes de estas ideas, propone una
definición amplia de violencia como corolario a la definición amplia de la paz. Para
Galtung la violencia puede ser personal o directa, y conllevar acciones destructivas o
bien puede adoptar el carácter de una violencia indirecta, que se ejerce a partir de
estructuras socio- políticas en la medida en que sus efectos impiden el pleno desarrollo
de los seres humanos: “la violencia está presente cuando los seres humanos están
influenciados de tal forma que sus relaciones somáticas y mentales actuales están
40
por debajo de sus realizaciones potenciales”. Esta será la llamada violencia
estructural que tiene su raíz en última instancia en la desigualdad en la distribución del
poder y en las consecuencias que esto provoca en la repartición de los recursos, razón
por la cual podemos decir que es una noción equiparable con la noción de injusticia
social.

Por consiguiente, una definición más completa del concepto de paz supone que la paz
implica la ausencia de violencia, tanto directa o personal como indirecta o estructural, y por
esto mismo la paz en sentido positivo es igual al desarrollo pleno del ser humano tanto en el
plano individual como en el colectivo, y equivale por lo tanto a la ausencia de relaciones de
41
dominación inequitativas o groseramente desiguales (explotación) y a la justicia social.

2.6.2 Los efectos políticos de una concepción positiva de la paz en la política


centroamericana.

No es nuestra intención hacer referencia aquí a los trabajos de investigación para la


42
paz que se han hecho o se hacen actualmente en la región. Nos interesa, más que
todo, pasar revista a la forma cómo las ideas acerca del concepto de paz en sentido
positivo, propias de la investigación para la paz, han sido recogidas y aceptadas en el
pensamiento político de las élites centroamericanas, especialmente a nivel de la clase
política. Ciertamente, esta “recepción” no se ha producido por la vía del estudio o la
investigación, sino más bien a través del vehículo de las ideologías políticas que, como
la ideología social-cristiana o la social-demócrata poseen ingredientes que les hacen
afines a estos planteamientos teórico-filosóficos.
Por su parte, el marxismo, que de alguna manera fue la ideología dominante en
los círculos académicos centroamericanos (al menos los adscritos a las universidades
estatales o algunas universidades católicas, dada la influencia de la teología de la
liberación) durante las décadas de los sesenta y setenta, influyó ciertamente en esta
retroalimentación de ideas de las que no se libraron los círculos dominantes y menos
aún las nuevas generaciones de intelectuales universitarios que acceden al poder en
43
los años ochenta en los países de la región.
Esta influencia ideológica aparece de manera muy clara en el Acuerdo de
Esquipulas II. En efecto, es a partir de Esquipulas II que se puede ubicar el inicio de
una política exterior audaz, de acentuación de la independencia política y de la
capacidad de maniobra frente a los Estados Unidos, por parte de los cinco países
centroamericanos, pero lo que nos interesa destacar aquí son dos puntos que nos
parecen esenciales: 1) esta política está basada en la defensa de principios del derecho
internacional y de la Carta de Naciones Unidas; 2) esta política adopta una serie de
postulados respecto a la definición de la paz que tiene raíces en el pensamiento propio
de la investigación para la paz, particularmente lo concerniente a la paz entendida en
44
sentido positivo, como expresión de desarrollo y de justicia social. Se inicia así una
reformulación de los políticas exteriores de los países centroamericanos que, sin temor
a equivocarnos, podemos calificar como “idealista”, al menos si consideramos el hecho
que las políticas exteriores se fundamentan en principios y buscan llegar a la paz
interna a través de procesos de reconciliación (diálogo y negociación de por medio),
que busca también llegar a las raíces de los males que provocan las insurgencias
armadas: problemas de pobreza e injusticia social o de ausencia de estructuras de
participación democrática a nivel del sistema político. Se trata por tanto, insistimos, de
45
políticas exteriores esencialmente idealistas, siendo además (y este es otro problema
a nivel de la teoría) políticas exteriores que buscan (a través del proceso abierto de
Esquipulas II), paradójicamente, resolver problemas internos.
En efecto, pocos análisis se han hecho ahora en los que se destaque
precisamente puntos como los que acabamos de señalar. Desde el punto de vista de la
teoría de las relaciones internacionales creemos, sin embargo, que es importante
caracterizar la naturaleza de las políticas exteriores seguidas por los gobiernos
centroamericanos a partir de Esquipulas como políticas exteriores que desde el punto
de vista teórico deberían ser calificadas como políticas que se han venido inspirando,
ciertamente, en los postulados del paradigma idealista.
Calificar de inspirados en el idealismo a los principales lineamientos de la
política exterior de los países centroamericanos podría parecer que a partir de
Esquipulas resulta poco común. Sin embargo, esto es consecuencia del enorme peso
que han tenido hasta ahora, justamente, las ideas de la realpolitik como base de
sustentación de los análisis que buscan dar una explicación de los procesos
internacionales, en desmedro justamente de aquellas aproximaciones que se basan en
el derecho internacional o en las posiciones de principio, sean éstas de la Carta de
Naciones Unidas o de la Declaración de Derechos Humanos.
Por otra parte, es un hecho evidente que, dado que la política exterior
norteamericana hacia la región estuvo basada precisamente en tal molde analítico, era
natural que su filosofía permeara tanto los espíritus como los trabajos escritos sobre la
materia. Así, la extrapolación del conflicto Esta-Oeste hacia la región, realizada
principalmente por la Administración Reagan buscaba justificar una política externa
(derrocamiento del gobiernos sandinista en Nicaragua o roll back; apuntalamiento y
apoyo indiscriminado al gobierno y fuerza armada salvadoreña en su lucha contra el
FMLN) que se sustentaba en la más amplia concepción geoestratégica a nivel mundial:
en la óptica norteamericana se trataba, por tanto, “en el fondo”, de una lucha por el
poder global en el marco de la oposición con la Unión Soviética, que según esta
perspectiva, actuaba, en Centroamérica, por medio de “proxys” especia de agentes
substitutos o actores subalternos, con nula o escasa autonomía.
En esta medida la política norteamericana aparece fundada en los más puros
principios de la realpolitik (véase si no el affaire Irán-Contras) y, al menos en una
primera fase, esta manera de ver las cosas ciertamente permea el pensamiento de las
élites y de la opinión pública centroamericana antes de que ésta sea ganada a la causa
de la paz como resultado de múltiples factores (el proceso de negociación impulsado
por el Grupo Contadora; la elección de presidentes demócratas-cristianos
(Guatemala/El Salvador); socialista (Nicaragua); socialdemócrta (Costa Rica) y liberal
(Honduras)) en una región (salvo Costa Rica) en donde anteriormente solo reinaban
dictadores militares.
Ahora bien, lo que interesa destacar aquí como elemento novedoso, ya que se
trata de un fenómeno que hasta ahora no ha sido suficientemente estudiado es,
46
justamente, que es la política idealista basada en una posición de principios la que no
solo se adopta como una decisión oficial de los cinco presidentes centroamericanos en
la reunión de Esquipulas celebrada en agosto de 1987 en Guatemala sino que en
buena medida se lleva a la práctica y –lo más importante- tiene éxito, es eficaz. No es
este el lugar para detenernos a examinar los avatares del proceso de paz establecido
por la cumbre presidencial de Esquipulas, pero nos parece evidente que la política
norteamericana, al menos la que era impulsada por la administración Reagan hacia
Nicaragua, no logró el objetivo de derrocar por la vía militar al gobierno sandinista y
fue, por tanto, la política de Esquipulas la que tuvo éxito en lograr la paz tanto en
Nicaragua como en El Salvador e iniciar procesos de democratización de los países
centroamericanos.

47
En este sentido la democratización política de Nicaragua es fundamentalmente el
resultado del proceso de paz de Esquipulas, aunque –y es importante reconocer esto- ya se había
iniciado con el proceso electoral de 1984. Por otra parte, es interesante también señalar de qué
manera las decisiones de Esquipulas influyeron en la política exterior de las superpotencias y
contribuyeron de manera decisiva para estabilizar los procesos democratizadores de la región, ya
que solo la cooperación entre Estados Unidos y la URSS explica que no haya habido oposición en
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas cuando se aprobaron medidas como el envió de
observadores militares (ONUCA) para garantizar el cumplimiento de los acuerdos en materia de
trasiego de armas o desmantelamiento de grupos armados irregulares (la “contra”) o los
observadores permanentes en materia de derechos humanos para El Salvador (ONUSAL). Esta
colaboración de las superpotencias ha sido dada a conocer en un artículo en el cual se relatan los
términos del acuerdo secreto celebrado entre Yuri Pavlov –vicecanciller soviético- y Bernard
Aroson –Subsecretario de Asuntos Latinoamericanos- ya al inicio de la Administración Bush, en
48
mayo de 1989, que fundamentalmente consiste en la decisión de ambos países de respetar los
acuerdos de Esquipulas II como base para obtener la solución negociada a los conflictos en
Centroamérica.

Parece lícito por tanto inferir que estamos aquí en presencia no solo del resurgir
de una política exterior idealista en los gobiernos de la región sino, más importante aún,
del éxito de esta política frente a las concepciones realistas que influyeron
decisivamente para la formulación de la política externa de Washington durante la
administración del presidente Reagan y que, por esta vía, también condicionaron las
ideas en materia de política externa de los gobiernos centroamericanos a principios de
la década.
El segundo aspecto que nos interesa destacar es el concerniente a la adopción
de una definición de la paz como equivalente de desarrollo que no solo debe orientar
las políticas internas de cada uno de los gobiernos involucrados en el proceso de paz
sino que, fundamentalmente, explica las razones de viraje en las políticas externas
respecto a las antiguas concepciones que alineaban casi automáticamente a las
chancillerías centroamericanas con el realismo de corte norteamericano.
En efecto, la explicación de los conflictos armados de países como Guatemala y
El Salvador sobre la base de la intervención externa (soviético-cubana) y la
extrapolación del conflicto Este-Oeste es algo que jamás convención no a los
cuidadanos comunes ni a las mismas élites centroamericanas. De una manera u otra,
sea por la información proporcionada por los propios servicios de inteligencia militares,
sea por la naturaleza ostensible de la realidad económico-social, lo cierto es que el
Acuerdo de Esquipulas lo único que hace es recoger una explicación del conflicto que
es vox populi, es decir, que el mismo se origina en las condiciones de pobreza,
marginalidad, ausencia de canales de participación política, opresión cultural y violación
de derechos humanos que caracteriza el contexto socio-económico de ambos países.
De allí que no debe haber sido difícil el que los presidentes se pusiesen de acuerdo en
cuanto a que la solución de los conflictos radica esencialmente en la toma de medidas
destinadas a la creación de garantías para la participación popular, el ejercicio del
pluralismo político o la creación de un sistema de bienestar y la justicia económica y
social “para alcanzar sociedades más igualitarias y libres de miseria”, verdadero punto
nodal de la superación de las incompatibilidades.
Por supuesto, si deseamos rastrear los orígenes de tales concepciones en la
filosofía de cada uno de los presidentes no resulta difícil encontrar raíces en las
doctrinas social-cristianas que influyen en el pensamiento de presidentes como Cerezo
y Duarte (que de una manera u otra se vieron influidas no solo por la doctrina social de
la Iglesia o por el Concilio Vaticano II sino también por la teología de la liberación) y en
el pensamiento socialdemócrata o socialista de los presidentes Arias y Ortega. O sea
que no es difícil ubicar el origen de estas ideas, aunque lo determinantes fue, sin lugar,
a
dudas la propia realidad económico-social y política de nuestros países que hacía
evidente que eran las condiciones materiales de vida de la mayoría de la población, los
factores determinantes de la revuelta popular y de los movimientos insurgentes.
2.6.3 La Teoría del Conflicto y su aplicación al ámbito centroamericano.
Los trabajos existentes hasta ahora que han hecho un examen de los procesos de paz
y de la problemática centroamericana desde el punto de vista de los conflictos armados
son varios. Sobresalen algunos nombres, como los de Ricardo Córdova, Raúl Benítez,
51
Gilberto Castañeda, Xavier Gorostiaga, Marta Elena Salguero y Gabriel Aguilar. Por
nuestra parte, en un trabajo publicado en la revista Estudios Internacionales, tratamos
de aplicar los conceptos de la teoría del conflicto formulada por Peter Wallensteen a la
52
situación actual de Guatemala.
En dicho trabajo hablamos de 4 incompatibilidades fundamentales: 1) la
incompatibilidad a nivel de la cuestión militar, dada la contestación armada del poder
estatal que plantean los insurgentes de la URNG al gobierno. Si un Estado no posee el
“monopolio de la violencia legítima” como diría Max Weber esto plantea una seria
dificultad al ejercicio del poder estatal que, si no se resuelve, es fuente de una
problemática permanente dentro de la cual se encuentra la cuestión de los derechos
humanos (y la necesidad de poner fin a la existencia de grupos para militares [para-
estatales] que de manera clandestina e ilegal aplican métodos de represión contrarios a
las normas de derechos humanos nacionales e internacionales); 2) la cuestión de la
legitimidad del poder político y la necesidad de consolidar el sistema político
democrático;
3) la cuestión del desarrollo económico y la necesidad de poner fin a la exclusión de
grandes sectores de la población que debido a las condiciones de extrema pobreza no
tienen acceso (o poseen un acceso muy limitado y deficiente) a satisfactores básicos en
materia de educación, alimentación, vivienda, salud y trabajo; 4) la cuestión nacional,
que se refiere fundamentalmente a la problemática étnica de exclusión y opresión de la
población indígena, que requiere del diseño e implementación de políticas de pleno
respeto a la cultura y a la eventual organización socio-política autónoma de estos
grupos de población, como requisito sine qua non de una nacionalidad integrada.
En el marco concreto de las negociaciones actuales entre las dos partes
contendientes (gobierno-URNG) es claro que, sin bien los insurgentes han planteado en
la agenda las cuatro incompatibilidades centrales aquí mencionadas, solo la primera
puede ser resuelta realmente en el marco de las mutuas concesiones de ambas partes,
indispensables para que un proceso negociador tenga éxito. Decimos esto porque los
problemas atingentes a la cuestión económica (del desarrollo), de la democracia y de la
integración nacional solo podrán irse resolviendo con el transcurso de los años por
venir en el futuro inmediato en el marco de negociaciones tipo “pacto social”, asamblea
constituyente o llegada al poder –por la vía electoral- de algún partido o coalición de
partidos que represente los intereses de la mayoría de la población. Como resultado de
las negociaciones actuales URNG-Gobierno solo cabe esperar, por tanto (y no es ésta
precisamente una “issue” de menor categoría) que se resuelvan las incompatibilidades
derivadas de la existencia de grupos armados responsables de la violación de derechos
humanos. A cambio de esto, parece evidente (a partir del contenido de sus
declaraciones políticas) que los insurgentes han modificado ya sus objetivos
revolucionarios en cuanto a la transformación radical del sistema económico-político
(abandonando el modelo marxista-leninista de economía centralmente planificada,
propiedad gubernamental de medios de producción y “dictadura del proletariado” que
estuvo en los orígenes de su lucha revolucionaria) y han reconocido la legitimidad del
sistema político emanado de la Asamblea Constituyente de 1985. Hasta ahora solo han
obtenido, a cambio, el reconocimiento que va implícito en la celebración de las
negociaciones mismas.
Por otra parte, en el caso salvadoreño, el proceso de paz resultado del acuerdo
firmado en Nueva York en presencia del secretario general de Naciones Unidas
(Septiembre de 1991) y su posterior implementación (Acuerdo de CHAPULTEPEC,
enero de 1992). El acuerdo de paz concierne sobre todo a la re-estructuración de las
fuerzas armadas, a la incorporación de las fuerzas militares del FMLN a las nuevas
fuerzas de seguridad del Estado ya reestructurado (policía civil) y a la eficaz supervisión
del cumplimiento de los puntos convenidos a partir de los observadores de Naciones
Unidas en lo concerniente a los derechos humanos.
En cuanto a la situación nicaragüense, el conflicto armado también fue resuelto
gracias al proceso negociador impulsado por Esquipulas II. Es interesante constatar
que en el caso de Nicaragua la ausencia de políticas sistemáticas de violación de
derechos humanos fue un factor que, sin lugar a dudas, facilitó el éxito del proceso
negociador.
Finalmente, y en cuanto a los acontecimientos que se avisoran para el futuro
próximo, es posible esperar una dinamización de los procesos en la medida que el
contexto internacional (especialmente gracias a la nueva política norteamericana hacia
la región, desembarazada ya la carga del conflicto Este-Oeste) es favorable a la
solución negociada de ambos conflictos.

2.6.4 El papel de Naciones Unidas


Como ya hemos señalado anteriormente, la organización de Naciones Unidas es, en sí
misma, una cristalización del paradigma idealista en las relaciones internacionales.
Basta leer el preámbulo de la Carta de constitución de la entidad para darse cuenta:

“Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras
del flagelo de la guerra, que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad
sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la
dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de
las naciones grandes y pequeñas; a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la
justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho
internacional; y con tales finalidades: a practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos
vecinos; a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a
asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará la
fuerza armada sino en servicio del interés común; y a emplear un mecanismo internacional para
promover el progreso económico y social de todos los pueblos...”.

Los propósitos de la organización están establecidos en el artículo primero de la


carta que establece como objetivo central de la misma “el mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales”. También se persigue “fomentar entre las naciones
relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y al
de libre determinación de los pueblos” así como “realizar la cooperación internacional
en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social o cultural y
en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales...” para todo lo cual la organización deberá servir como centro o foro en
donde se armonicen los esfuerzos de naciones por alcanzar tales propósitos comunes.

Algunos de los logros más importantes de Naciones Unidas en las relaciones


internacionales son por ejemplo, los siguientes:
- El trabajo realizado por Naciones Unidas en lo concerniente a la cooperación
para el desarrollo, con ser insuficiente ha sido sin embargo fundamental para dar
una presencia política a los países son vías de desarrollo en el escenario mundial, tal y
como se pone de manifiesto con la labor realizada por la Conferencia de Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y el papel jugado en el seno de la
organización por el Grupo de los 77. Además, el trabajo de los organismos
especializados de Naciones Unidas, particularmente el PNUD ha sido de una utilidad
creciente para estos países;
En lo concerniente al rol de Naciones Unidas en el mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales el papel de la organización tanto en el campo del mantenimiento de la
paz (peace-keeping) como en el terreno de la realización (peace making) y la construcción
(peace building) se ha ido acrecentando, como veremos en el capítulo VI de este libro.
Mencionemos aquí, sin embargo, que éxitos recientes lo constituyen las negociaciones de paz
bajo la égida de Naciones Unidas en el caso de Camboya, Namibia, Angola, Nicaragua y El
55
Salvador.

En lo relativo al papel de Naciones Unidas en materia de derechos humanos también el rol de la


entidad internacional es cada vez de mayor importancia. Hemos ya mencionado el caso de
ONUSAL, la misión de observadores de Naciones Unidas destacado a EL Salvador para los efectos
de supervisar el cumplimiento de los acuerdos en materia de derechos humanos celebrados
entre el FMLN y el gobierno de ese país. En lo concerniente a Guatemala, también hemos
señalado el papel positivo cumplido por la organización tanto en lo referente a la ayuda
económica y técnica que se proporciona a los organismos de protección de los derechos humanos
internos como en lo relativo a la problemática de los refugiados, a través de ACNUR, siendo este
el caso de muchos países del mundo con problemas similares.

- Naciones Unidas ha iniciado un proceso de recuperación del papel que le


corresponde en materia de seguridad colectiva a raíz del reciente conflicto en el Golfo Pérsico,
en el cual mediante una fuerza armada multinacional se logró el cumplimiento forzoso
(enforcement) de las resoluciones 660, 662 y 678 del Consejo de Seguridad en contra del
gobierno de Irak. Los problemas que tuvo la conducción de esta fuerza multinacional (y las
críticas al gobierno de Estados Unidos por los criterios de doble standard) han sido, sin
embargo, examinados por diversos especialistas y hay propuestas concretas para que se
reestructure el Consejo de Seguridad y se devuelva el papel que le corresponde al Comité de
Estado Mayor en el seno del Consejo de Seguridad, de tal suerte que estos problemas se eviten
en el futuro.
Por último, es fundamental referirse al papel que le tocará jugar a la organización
mundial en la solución de los problemas de seguridad global, es decir, que atañen a la
conservación del entorno planetario y a la sobrevivencia misma del ser humano sobre la tierra.
Solo a través de esfuerzos multilaterales se podrán resolver los problemas que se plantean (como
amenazas a la seguridad de todos los seres humanos) tales como la explosión demográfica y la
migración norte-sur; la degradación del medio ambiente planetario (contaminación, reducción de
la capa de ozono, calentamiento global, destrucción de selvas tropicales, etc.); el tráfico de
drogas y de armamento; el problema de la pobreza en los países del tercer mundo; la
57
contaminación del medio ambiente, etc. La antigua concepción de la seguridad, basada en la
capacidad militar y el aislamiento autárquico de cada país ha sido substituida, pues, por una
concepción moderna que considera que la seguridad es una función de aspectos tales como el
desarrollo, el respeto a los derechos humanos, la paz y la cooperación entre los Estados. Y es en
lo concerniente a este último punto que Naciones Unidas deberá jugar cada vez más importancia
en materia de cooperación multilateral.

También podría gustarte