Como Sellegaaserpsicologo: Prolegómenosalacienciadelalma
Como Sellegaaserpsicologo: Prolegómenosalacienciadelalma
Como Sellegaaserpsicologo: Prolegómenosalacienciadelalma
Señoras y señores:
Las observaciones que someto a ustedes quieren aportar una contri-
bución al siguiente problema: ¿De dónde surge el interés psicológico?
Por ello tiene atinencia también con una de las cuestiones que nos han
hecho reunirnos aquí para trabajar en común. Un problema como éste,
que por su índole misma es psicológico y se halla ligado a la psicología
toda tomada en conjunto, pertenece a un capítulo que debería llamarse
P r o le g ó m e n o s a la c ie n c ia d e l a lm a . En él tocamos problemas que en vano
serían buscados en los convenios y libros didácticos de psicología. Bien
entendido, se trata del mismo problema de cómo se llega a ser psicólogo.
No nos ocuparemos de esto en el sentido de un examen de aptitud profe-
sional y capacidad técnica. De ninguna manera se trata aquí de una pro-
fesión, de un oficio, sino de cierta actitud psíquica, bien definida, suscep-
tible de una exacta descripción. De modo que ni la instrucción, ni ningún
otro factor externo nos han de interesar; nuestra atención es requerida más
bien por las premisas psíquicas, los motivos y los fines del psicólogo. En
cada uno de ustedes nace el interés psicológico de una necesidad interior,
no de móviles externos. Si alguien llegara a ser psicólogo por causas
externas, no llegaría a ser psicólogo. De modo que debemos entender
nuestro problema a la manera de Nietzsche: "Cómo se llega a ser lo que
se es." Pero tampoco aportaremos aqm" mas que a1gunos e 1ementos par~
la solución de este problema. No hemos de considerarlo desde todos los
puntos de vista; lo presentaremos de un modo conscientemente unilateral
y continuando consecuentemente desarrollos anteriores. Esto quiere decir
que los factores que presentaré a ustedes, ni son los únicos, ni pretenden
ser los únicos decisivos, pues también otros factores esenciales, que aquí
dos ustedes saben que el psicoanálisis nos ha demostrado cuán poco evi-
dentes son los resultados de la percepción interior y que lo psicológico no
se entiende por sí mismo como lo moral. No se trata de que uno se equi-
voque más que otro en el conocimiento de sí mismo según el postulado
de Apolo; no está en discusión la magnitud de este autoengaño. Todos
nosotros tenemos que engañarnos forzosamente, porque el yo psíquico en
lo esencial no es ni inmediato ni es evidente. Es por sí mismo inconsciente
y poderosas fuerzas están obrando en nosotros mismos para preservarnos
de su reconocimiento. El análisis nos ha hecho entender que precisamente
allá donde termina nuestra creencia en la inmediata seguridad de las pro-
pias percepciones interiores, comienza la psicología a ser una ciencia que
llega a las profundidades. Recién con esta duda se hace posible el conoci-
miento del alma en sus partes esenciales: in e ip it p s ic o lo g ia . La máxima del
dios délfico no señala el comienzo sino la meta de la investigación psico-
lógica. El TIIWOt O"faVTOIl no puede valer tampoco como principio metddico.
Se lo presenta en verdad como postulado y sería superfluo, si sola-
mente sirviera para señalar el camino dado ya por la naturaleza. La psi-
cología no empieza tampoco con la autoobservación directa. Y si por un
momento llegáramos a suponer lo contrario, nos hallaríamos colocados
desprevenidamente, desde el comienzo mismo de nuestra tarea de investi-
gación, frente a uno de sus más importantes problemas. Toda ciencia pre-
supone un sujeto y un objeto, un objeto a reconocer y un yo que lo
reconoce. Ahora bien: el campo de la experiencia psíquica se aparta sen-
siblemente de todos los demás. El objeto que hallamos en todos los otros
campos de experiencia son hechos y relaciones del mundo exterior, el
sujeto es el yo. Pero en .la psicología el objeto sería el mundo interior, el
sujeto el yo. Tenemos aquí una identidad del objeto y sujeto que sor-
CÓMO SE LLEGA A SER PSICÓLOGO 117
niño tenía que notar que "el ambiente lo observa", que es objeto de obsei
vación de parte de las personas que lo cuidan. En otras palabras: "El y
puede observar al "me" porque ellos ~él o ella- han observado anterio:
118 REVISTA DE PSICOANALISIS
Y o soy pequeño
Mi c o r a z ó n e s lim p io :
N a d ie d e b e e s ta r e n é l
M as que Jesús.
¿Pero no les parece extraño que no se haya querido ver todo el valor
moral que ha sido necesario para la investigación profunda de lo psíquico y
para no retroceder ante hallazgos tan sorprendentes y tan en pugna con los
conceptos convencionales? Creemos que es la ocasión de recordar precisa-
rnente aquí el papel del superyó, cuya eficacia hemos visto desplegarse en la
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