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Capitulo I

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CAPITULO I

Postulación del proceso


1.1. Tutela procesal efectiva
Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una
persona en la que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre
acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e
igualdad sustancial en el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción
predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los previstos por la
ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a acceder a los
medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir procesos
fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las
resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal
penal.

El hecho de considerar al proceso como un medio de protección de todos los


derechos hace que la Constitución le exija el cumplimiento de ciertas
condiciones para que el proceso cumpla los estándares del Estado
constitucional. Esas condiciones de validez constitucional del proceso, que se
convierten en auténticos derechos fundamentales de las partes, podemos
reunirlas en la expresión «tutela jurisdiccional efectiva. La tutela jurisdiccional
efectiva es un derecho complejo de naturaleza constitucional y de derechos
humanos ya que su contenido está compuesto por un abanico de derechos
cuyo cumplimiento es obligatorio en el marco de un proceso, en el de un
Estado constitucional de derecho y en el de los tratados de derechos
humanos.

Cuando leemos una casación emitida por la Corte Suprema es muy usual, en
el plano de derecho civil, que uno de los recurrentes evoque la vulneración al
derecho a la tutela jurisdiccional de forma general sin precisar que contenido
esencial del derecho se ha vulnerado. Si bien es cierto que nuestra
Constitución Política del Perú lo menciona de manera general al igual que
nuestro Código Procesal Civil, también lo es su acogimiento por parte de la
jurisprudencia nacional y la doctrina mayoritaria, puesto que han desarrollado
que el contenido de la tutela jurisdiccional efectiva se circunscribe en: acceso
a la justicia, garantías mínimas, resolución fundada en derecho y posibilidad
de ejecución.

1.2. Debido proceso


El debido proceso es el conjunto de formalidades esenciales que deben
observarse en cualquier procedimiento legal, para asegurar o defender los
derechos y libertades de toda persona acusada de cometer un delito. Por un
lado, se refiere a los medios que toda persona tiene para hacer valer sus
derechos, es decir, para asegurar o defender sus libertades; esto se conoce
como “derecho a un recurso”. El debido proceso incluye también las
condiciones que deben cumplirse para asegurar que toda persona acusada de
un delito pueda defenderse y garantizar el cumplimiento de sus derechos; esto
se conoce como “derecho al debido proceso legal”. el debido proceso, se
encuentra expresamente reconocido en el art. 139, inciso 3 de la Constitución
Política del Estado y prescriben que son principios y derechos de la función
jurisdiccional, la observancia al debido proceso y la tutela jurisdiccional
efectiva.

Según se indica, ninguna persona, puede ser desviada de la jurisdicción


predeterminada por la ley, ni sometida a procedimiento distinto de los
previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de
excepción, ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su
denominación. Según precisa Silvia Chang chang, ello quiere decir que toda
persona tiene derecho a un juicio justo y transparente en el cual se respeten
los derechos y las garantías que le asisten, la investigación debe ser dirigida
por el titular del ejercicio de la acción penal, quién al término de la misma,
debe formular acusación debidamente fundamentada, desarrollándose luego
el enjuiciamiento público, oral y contradictorio y finalmente debe emitirse la
resolución respectiva debidamente motivada por el órgano jurisdiccional
competente. .

El debido proceso, según coinciden diversos juristas nacionales, está referido,


al conjunto de garantías penales y procesales, que se deben respetar desde la
etapa de la investigación preliminar hasta la ejecución de un proceso penal,
entendiéndose que el Estado como titular del derecho punitivo debe respetar
los derechos de los justiciables en sus diferentes etapas. Todo proceso
judicial, de cualquier disciplina jurídica, que importe tutela jurisdiccional
efectiva, debe tener las mínimas garantías para poder llevar un proceso justo
o limpio, es decir los litigantes deben tener la confianza en el aparato judicial,
que su proceso aun sea adverso, se llevará con todas las garantías legales.

Toda persona, sometida a una investigación de carácter penal, desde el inicio


de las investigaciones preliminares, debe tener la absoluta confianza que su
indagación, investigación y juzgamiento, se debe llevar acabo con absoluta
imparcialidad e independencia de los señores jueces, en el ejercicio de sus
funciones, cualquier vulneración contra el contenido esencial de la garantía
constitucional del debido proceso, nulifica cualquier proceso penal. En el
debido proceso se encuentran comprendidos una serie de garantías, que es
necesario que se respeten en cada etapa del proceso penal, pues los
derechos y garantías procesales, que forman parte de los derechos
fundamentales de las personas, comprenden: el derecho constitucional a la
presunción de inocencia, el derecho al juez natural e imparcial, el derecho a la
defensa de libre elección, a la no autoincriminación, a no ser juzgado sin
dilaciones indebidas, el derecho a la impugnación de las resoluciones, a la
motivación de las resoluciones judiciales, la pluralidad de instancias, el
derecho a no ser penado sin proceso judicial, entre otros. Según define Julián
Pérez Porto, el debido proceso, es un principio general del derecho, que
establece que el Estado, tiene la obligación de respetar la totalidad de los
derechos que la ley reconoce a cada individuo.
Según precisa, el debido proceso, en este marco es el principio que garantiza
que cada persona, disponga de determinadas garantías mínimas para el
resultado de un proceso judicial transparente, toda vez que el imputado tiene
derecho a nombrar un abogado de su libre elección y si no tiene se le
nombrará un abogado público y además será escuchado por el Juez o
también puede ejercer su derecho constitucional a guardar silencio. Dentro de
este contexto, se ha observado que, en los denominados casos emblemáticos,
más de un abogado del imputado o de la parte agraviada, ha apelado a
solicitar al órgano jurisdiccional, el respeto al debido proceso, por la supuesta
transgresión de un derecho o garantía procesal y se debe resolver de acuerdo
a la particularidad de cada caso concreto. Indudablemente, para alegar la
vulneración de la garantía constitucional del debido proceso, se deben
presentar las pruebas respectivas para que el Juez, pueda resolver lo que
corresponda, ya sea en sede constitucional u ordinaria y si bien ello constituye
un principio, elevada al rango de categoría constitucional, no se debe hacer un
uso y abuso del mismo, pues muchas veces el abogado que pierde un juicio,
alega vulneración del debido proceso sin medio de prueba alguna.

1.3. Demanda
Se trata de la pretensión procesal que está constituida por una manifestación
inequívoca de la voluntad, que el demandante eleva ante un juez en
manifestación de su derecho de acción y que coincide con el derecho
sustancial, pretensión que genera un proceso judicial al que se le aplicará un
procedimiento regulado previamente en alguno de los códigos y que obligará
al juez a pronunciarse frente a ella a través de una sentencia como acto
procesal exclusivo del mismo. En el Diccionario de la Real Academia
Española, se encuentra que la etimología de la palabra demanda significa
súplica, petición, solicitud.

En lo procesal puede expresarse que demanda. es el instrumento jurídico


mediante el cual los sujetos de derecho formulan peticiones al Estado a través
de la rama judicial para que ellas se resuelvan por medio de una sentencia
(López, 2005. La demanda contiene la invocación de la pretensión activa de
un proceso, ella determina la jurisdicción, la competencia y el trámite. Se
agrega a lo anterior, que la demanda como contenido es el acto procesal
introductorio del proceso mediante el cual se hace el ejercicio del derecho de
acción formulando pretensiones para que previo al proceso se resuelvan las
pretensiones. La demanda es, en lo fundamental, un acto de postulación. Ella
es como continente, un instrumento mediante el cual se ejerce el derecho de
acción.

1.4. Pretensión
La pretensión es una figura eminentemente procesal, que consiste en realizar
una manifestación de voluntad ante el ente jurisdiccional, para hacer valer
un derecho o pedir el cumplimiento de una obligación. Principalmente un acto
jurídico que da lugar a la iniciación del proceso, pues esta manifestación se ve
plasmada en la demanda del actor o demandante, quien en ejerciendo
una acción legal pretende que el Juez le reconozca un derecho y se provea
hacia el reo o demandado de manera coercitiva.

Únicamente las partes pueden aportarle al proceso los hechos, a fin de


establecer su objeto y el alcance del debate. Queda lógicamente el juez
excluido de toda facultad al respecto. Aparece, entonces, el concepto de
pretensión, en su acepción procesal, que consiste en una manifestación de
voluntad de un sujeto de derecho mediante la cual exige algo a otro sujeto a
través de los órganos jurisdiccionales del Estado. Una definición amplia nos la
brinda Hernando Devis Echandía, al decir que pretensión procesal es “el
efecto jurídico concreto que el demandante (en los procesos civiles, laborales
y contencioso administrativo) o el querellante o denunciante y el Estado a
través del juez o del fiscal, según el sistema vigente (en los procesos
penales), persiguen con el proceso, efecto al cual se quiere vincular al
demandado (si lo hay) o al imputado y luego procesado

1.5. Acción
Es una actividad jurídica por naturaleza, puesto que origina relaciones
jurídicas, derechos y obligaciones, cargas y facultades. Es un derecho
subjetivo y no un simple poder o una facultad inherente al derecho de la
libertad o la personalidad, que pertenece a todas y cada una de la personas
físicas o jurídicas que quieren recurrir al Estado para que les preste el servicio
público de su jurisdicción, cualquiera que sea la razón o el derecho material
que aleguen; esas cuestiones deben examinarse sólo para determinar si la
sentencia debe ser de fondo o mérito y favorable o desfavorable al
demandante, o excepciones previas cuando la ley lo autorice; pero no pueden
excluir la titularidad de la acción.

Es un derecho autónomo, público, individual o abstracto, que pertenece al


grupo de los derechos cívicos, cuya raíz se encuentra en las garantías
constitucionales del particular frente al Estado y cuyo origen puede ser el
común a todos los derechos de petición a la autoridad, pero que se diferencia
fundamentalmente de éstos por su contenido, su objeto, sus fines, la calidad
de los funcionarios ante quienes debe formularse, las relaciones jurídicas de
que su ejercicio se deducen, la obligatoriedad y, por lo general, la
inmutabilidad (cosa juzgada) de la decisión con que normalmente concluye un
proceso.
Sujetos de la acción son únicamente el actor (sujeto activo) y el Estado a
quien se dirige a través del juez, que es el órgano mediante el cual actúa
(sujeto pasivo).

Su fin es proteger primordialmente el interés público y general en la tutela del


orden jurídico y en la paz y armonía sociales; sólo secundariamente tutela el
interés privado del actor. Su objeto es iniciar un proceso y mediante él obtener
la sentencia que lo resuelva (inhibitoria o de fondo, favorable o no,
condenatoria o absolutoria). En forma alguna la acción tiene por objeto o fin
una sentencia favorable, ni implica necesariamente una sentencia de fondo o
mérito, pues para ello se requieren otras condiciones que conciernen a la
existencia real del derecho subjetivo material, y a la titularidad del interés
jurídico sustancial en el litigio y a tener legitimación para formular la
pretensión.

La relación de jurisdicción contenciosa es, pues doble: relación de acción


(entre el Estado y el demandante o ministerio público cuando promueve el
proceso penal y la parte civil en éste, por un lado) y relación de contradicción
(entre demandado o sindicado, y Estado).

Se distingue del derecho material subjetivo y de la pretensión que se busca


satisfacer y que aparece en las peticiones de la demanda, y también de la
imputación hecha al sindicado o imputado.

Pertenece a toda persona material o jurídica, por el solo hecho de querer


recurrir a la jurisdicción del Estado, pues existe siempre un interés público que
le sirve de causa y fin, como derecho abstracto que es. Y como Definición
decimos que: Acción es el derecho público, cívico, subjetivo, abstracto y
autónomo, que tiene toda persona natural o jurídica, para obtener la aplicación
de la jurisdicción del Estado a un caso concreto mediante una sentencia, a
través de un proceso, o para pedir que se inicie la investigación penal previa al
proceso.

1.6. Teoría de la acción como derecho concreto


Para la existencia de un derecho de acción no es bastante la existencia de un
derecho subjetivo, sino que se requiere además la concurrencia de otro
presupuesto: “interés en accionar” o “necesidad de tutela jurídica”. Esta tutela
no puede consistir sólo en dar satisfacción a los derechos lesionados o
amenazados, sino también, que se declaren nulos los contratos que lo sean.
En que se anulen los contratos anulables, o se niegue una pretendida filiación
o se declare la nulidad de un matrimonio. La acción también está al servicio de
estos fines, pero en esos supuestos ya no puede ser definida como un poder
de exigir del obligado la satisfacción de un derecho lesionado o amenazado.

1.7. Teoría de la acción como derecho abstracto


La existencia de un derecho o interés, de carácter auxiliar o secundario, a la
actividad jurisdiccional del Estado que surge como consecuencia de la
prohibición de la autotutela. Es el derecho al proceso. El derecho a la actividad
jurisdiccional del Estado es independiente de la existencia en concreto de un
interés material cuya insatisfacción se denuncia. l objeto de la acción no es
una sentencia favorable para quien solicita la tutela jurisdiccional. El resultado
del proceso es ajeno al fundamento del derecho de acción.
A partir de estos puntos comunes, las diferentes teorías, difieren en cuanto al
alcance de este derecho al proceso. Para algunos se da por cumplida esta
satisfacción con cualquier resolución judicial, incluso la que rechaza resolver
la cuestión planteada por no concurrir todos los presupuestos procesales, por
ejemplo. 

1.8. Presupuestos procesales y condiciones de la acción


Los denominados presupuestos materiales y procesales son los requisitos
esenciales para que un proceso sea válido, y son: la competencia del juez, la
capacidad procesal y los requisitos de la demanda; mientras que los
presupuestos procesales son el interés para obrar y la legitimación para obrar.
La doctrina procesal contemporánea se inclina por ésta última (que pueda
existir legitimación sin que exista titularidad del derecho), pues considera que
la legitimación es un presupuesto de la pretensión contenida en la demanda o
resistida por el demandado en la contestación; forma parte de la
fundamentación de la demanda en sentido general; las partes pueden estar
legitimadas para la causa tengan o no el derecho o la obligación sustancial,
sea demandante o demandado; la legitimación no es requisito de la sentencia
favorable sino de una sentencia válida de fondo.

1.9. Causales de inadmisibilidad de la demanda


La demanda es inadmisible cuando no tenga los requisitos legales (señalados
en su artículo 424° los cuales permiten saber quién demanda, cuál es su
domicilio real y procesal (correo electrónico), a quien se demanda y donde
debe notificársele, cual es la pretensión propuesta, los hechos que sustentan
la misma, la fundamentación jurídica (que como ya hemos señalado no es la
simple mención de los artículos de la norma), el monto del petitorio, si lo
hubiera, los medios probatorios, la firma del demandante o de su
representante o de su apoderado y finalmente los anexos correspondientes,
pues en su caso se debe acreditar determinadas condiciones de los actores
en el proceso y sustentar su pretensión adjuntando para ello las documentales
correspondientes.); no se acompañen los anexos exigidos por ley; el petitorio
sea incompleto o impreciso; o contenga una indebida acumulación de
pretensiones.

1.10. Causales de improcedencia de la demanda


La demanda es improcedente cuando:

 El demandante carezca evidentemente de legitimidad para obrar;


 El demandante carezca manifiestamente de interés para obrar;
 Advierta la caducidad del derecho;
 No exista conexión lógica entre los hechos y el petitorio;
 El petitorio fuese jurídica o físicamente imposible;

1.11. Análisis de la demanda


Del análisis de la demanda presentada líneas arriba se colige que esta tiene y
cuenta con los requisitos de procedencia de la misma. Por ello se puede decir
que la demanda al igual que cualquier acto procesal que efectué alguna de las
partes o terceros legitimados en el proceso tiene por objeto la constitución o
extinción de derechos y cargas procesales que deben de realizarse de
acuerdo con las normas procesales vigentes. Como todo acto procesal que se
introduce al proceso, estos deben contar con determinadas características y
requisitos para su confección, caso contrario será objeto de rechazo por parte
del Juez, por ello se debe tener en consideración determinados
requerimientos que debe contener antes de evitar que el órgano jurisdiccional
pueda desecharlos sin tomar en cuenta nuestra pretensión por el
incumplimiento de un deber de parte.

CAPITULO II
Saneamiento procesal
2.1. Concepto de saneamiento
Es bastante conocido que el saneamiento procesal tiene como finalidad depurar
vicios y/o cualquier otra incidencia originada con posterioridad a la contestación
de demanda. Ergo, el saneamiento procesal impide que tales “vicios o
impedimentos no saltaran a la luz recién en la sentencia” (Ariano Deho, 2013,
pág. 92). Si esto es así, se podría entender que el juez se pronuncia, en dicha
sentencia, sobre lo realmente discutido en el proceso, evitando,
excepcionalmente, realizar un nuevo juicio de validez de la relación procesal. En
ese sentido, cuando el juez declara saneado el proceso, la consecuencia es la
validez de la relación jurídico-procesal, es decir, estamos hablando de
un proceso válido. Y para declarar un proceso válido, se entiende que el juez ha
tenido que revistar todo el proceso.

2.2. Filtros del proceso


El Código Procesal Civil en materia de verificación del cumplimiento de los
requisitos de admisibilidad y procedibilidad de la demanda ha previsto tres
momentos claramente diferenciados, los que constituyen filtros para que se
presente una relación jurídico-procesal válida. Siendo el primero de ellos en la
calificación de la demanda, momento en que el Juez debe verificar se cumplan
con las exigencias de ley para admitirla, y si se está incurso en alguno de los
supuestos de improcedencia previstos por el artículo 427° del Código Procesal
Civil, el segundo momento en la etapa de saneamiento procesal, en el que ya
sea por existir cuestionamientos de parte como por advertirlo de oficio, puede
decretar la existencia de un defecto que invalida la relación procesal, con las
consecuencias que decreta el artículo 465° del Código Procesal Civil, y un tercer
momento, que es la emisión de la sentencia a través de la “sentencia inhibitoria”,
esto es, sin pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, pudiendo
advertirse defectos que conlleva la invalidez de la relación jurídico-procesal, el
que podrá sancionar conforme lo permite el último párrafo del artículo 121° del
Código Procesal Civil.

2.3. Mecánica procesal del saneamiento


el artículo 466° del CPC regula es los efectos del saneamiento del proceso, en la
medida que, una vez declarada valida la relación procesal, precluye todo pedido
que intente afectar directa o indirectamente tal relación. Sobre esa base, ninguna
de las partes puede plantear alguna cuestión que tenga por objeto analizar
nuevamente, por ejemplo, la legitimidad, capacidad, etc. Esta regla debería
también alcanzar al juez, en tanto lo que la tutela jurisdiccional efectiva prevé a
las partes es “la protección de una situación jurídica que se alega que está
siendo vulnerada o amenazada (…) luego del cual se expedirá una resolución
fundada en Derecho con posibilidad de ejecución” (Priori, 2003, pág. 280).

No obstante, como se dijo, el juez tiene el poder de que, excepcionalmente,


vuelva a pronunciarse sobre lo mismo en la sentencia. En ese sentido, creemos
que dicho poder debe de tener límites para que, en la mayor medida de lo
posible, el juez pueda decidir sobre el derecho material discutido. Dicho esto, se
aprecia que existe dos artículos discordantes entre sí. Y es que el problema
medular radica en que el auto de saneamiento procesal no vincula, para nada, a
la sentencia, dado que, si es válida la relación jurídica, el juez puede,
tranquilamente, decidir por la improcedencia; cuando lo ideal sería que “(…) las
cuestiones sobre la validez o no de la demanda y del proceso, al momento de la
sentencia, deberían ya estar superadas y cerradas, (…)” (Ariano, 2016, pág.
285).

En tal sentido, a fin lograr una interpretación racional, se pretende establecer en


qué casos el juez podría emitir válidamente una sentencia inhibitoria de instancia.
Así, la autora Ariano estima que ello sucede “(…) cuando no se haya
previamente pronunciado, que es como decir que el supuesto para emitir la
sentencia meramente absolutoria debe ser nuevo (…)” (2016, pág. 290). Por
tanto, se trata de un vicio ocurrido con posterioridad al saneamiento o de un
hecho que el juez recién ha podido conocer. De esta manera, consideramos que
estos serían los únicos supuestos que tendría el juez para aplicar el artículo 121°
del CPC, en tanto dichas causales buscarían la excepcionalidad a la regla para
tener por válidas las sentencias inhibitorias.

2.4. Nulidades relativas


El acto procesal nace viciado desde el nacimiento, pero produce plenamente sus
efectos, mismos que se anularán una vez que el juez declare la nulidad, Sólo
puede ser invocada por las personas en cuyo favor la establece la ley y es
susceptible de convalidarse por confirmación o por prescripción.

2.5. Nulidades absolutas


Se origina con el nacimiento del acto procesal, cuando el mismo va en contra de
una norma que integra el orden público. El acto nulo absoluto en esta tesis, es
asimilado al inexistente, y por ello, se sostiene que no produce efecto legal
alguno.

2.6. Principios que rigen las nulidades procesales


La nulidad sólo se sanciona por causa prevista en la ley. El principio de legalidad
se inspira en el sistema francés (época de la revolución): pas de nullité sans
texte. Ello implica que ningún acto procesal será declarado nulo si la ley no prevé
expresamente esa sanción. Este principio se encuentra expresamente regulado
en el artículo 171 del Código Procesal Civil. El principio de finalidad de las formas
o de instrumentalidad de las nulidades procesales, propugna que las nulidades
no tienen como norte comprobar y declarar el incumplimiento de las formas
procesales, sino que los actos procesales son válidos si han cumplido sus
efectos, no obstante que hubiese algún defecto formal.

El artículo IX in fine del Título Preliminar del Código Procesal Civil recoge el
principio en comento cuando erige: “Las formalidades previstas en este Código
son imperativas. Sin embargo, el Juez adecuará su exigencia al logro de los fines
del proceso. Cuando no se señale una formalidad específica para la realización
de un acto procesal, éste se reputará válido cualquiera sea la empleada”. En
cuanto a la alegación del perjuicio sufrido, la parte perjudicada en la
fundamentación de la nulidad debe precisar con claridad cuál es el vicio o
incumplimiento de la formalidad que le causa agravio. No es correcta una
invocación genérica, como aseverar lacónicamente que se le ha afectado la
defensa en juicio, y no explicando en qué consiste esa afectación.

La parte que invoca la nulidad debe acreditar el perjuicio. Se tiene que demostrar


el perjuicio. El perjuicio debe ser cierto, concreto y real, ya que las normas
procesales sirven para asegurar la defensa en juicio y no para dilatar los
procesos. En casos excepcionales no son necesarios la mención y acreditación
del perjuicio, como cuando la nulidad se declara de oficio; nos referimos a las
nulidades absolutas. El juez verifica la irregularidad y presume la existencia del
perjuicio. El interés jurídico que se procura subsanar implica que la parte que
invoca la nulidad debe acreditar por qué quiere se subsane el acto procesal
afectado con la nulidad. El juez necesita conocer el interés, porque si se declara
fundada la nulidad, el acto procesal que lleva consustancialmente una nulidad
será subsanado. La doctrina precisa que el requisito del interés no debe ser
extremado, porque llevaría a la actitud de negar el derecho a pedir la nulidad. 

Consagrase la máxima Nemo auditur propriam turpitudinem allegans, que


significa: nadie será oído si alega su propia torpeza. Ejemplo, el demandado
deduce una nulidad contra una resolución que deniega su reconvención, porque
ésta fue presentada al día siguiente de haberse contestado la demanda. La
reconvención, como es perogrullo decirlo, se presenta en el mismo escrito de
contestación a la demanda (artículo 445 del Código Procesal Civil).  El principio
de protección está normado en el inciso 1 del artículo 175 del Código Procesal
Civil. La parte que hubiere dado lugar a la nulidad, no podrá pedir la invalidez del
acto realizado.El principio sub materia tiene su origen en la regla conforme a la
cual nadie puede ir válidamente contra sus propios actos: adversus factum quis
venire non potest.
2.7. Auto de saneamiento procesal
Si el proceso es declarado saneado, el auto de saneamiento deberá contener,
además, la fijación de puntos controvertidos y la declaración de admisión o
rechazo, según sea el caso, de los medios probatorios ofrecidos. Esta
disposición guarda concordancia con el artículo 468 del Código Procesal Civil por
el cual una vez emitido el auto de saneamiento procesal, bien las partes cuentan
con un plazo de tres días hábiles para proponer puntos controvertidos, con o sin
la propuesta de las partes el Juez procederá a fijar los puntos controvertidos y la
declaración de admisión o rechazo, según sea el caso, de los medios probatorios
ofrecidos.

Así, podríamos considerar que este deber judicial de fijar los puntos
controvertidos, con o sin propuesta de las partes, se sustenta en el principio de
dirección del proceso que ostenta el juez sobre el carácter dispositivo del
proceso civil. No cabe duda que son las partes las principales interesadas en el
desarrollo del proceso para que se resuelva la controversia o incertimbre jurídica
que los involucra. Sin embargo, no se debe de perder de vista que el principio de
dirección e impulso del proceso, que gobierna nuestro ordenamiento procesal,
privilegia el análisis y la importancia del proceso desde la perspectiva de su
función pública, es decir, como medio utilizado por el Estado para hacer efectivo
el derecho objetivo y concretar finalmente la paz social en justicia”. Por lo
expuesto, si bien podría entenderse que el abandono procesal, como sanción a
la falta de actividad de las partes, se sustenta en el referido carácter dispositivo
del proceso, tal situación no podría operar si la dilación es imputable al juez. Es
más, tampoco podría prosperar el abandono si es el demandado el que busca
favorecerse de su propia inactividad en tanto el deber de ayudar de oficio a que
el proceso no continúe estancado, no es únicamente atribuible al juez, sino
también a las partes.

2.9. Efectos del saneamiento procesal


El efecto principal del saneamiento es la declaración de una relación procesal válida.
En términos generales la relación jurídica material es para la jurisdicción ordinaria “la
existente entre los litigantes o partes en un proceso; es la base material para la
existencia o convivencia de un proceso o dentro del el, es aquella que permite a uno
de sus integrantes tener una pretensión material respecto del otro; es decir, la
relación que existe entre dos sujetos, para poder ser parte activa y pasiva dentro de
un proceso. Mientras que para la jurisdicción constitucional es “aquella en donde
existe una ligazón entre dos o más personas, una de las cuales está en derecho de
exigir a la otra el cumplimiento de un deber jurídico. La relación jurídica material no
adquiere la denominación de proceso, lo material no se transforma en lo formal,
ambos son distintos, pero funcionalmente complementarios.

El desacuerdo es una figura del derecho civil, el proceso constitucional no contiene


desacuerdos como consecuencia de una disputa sobre la existencia de una relación
jurídica obligacional que puede ser originada o en el acuerdo consensual o en la
misma ley, esto es propio del derecho civil. Los derechos y obligaciones civiles nacen
de la ley y del acuerdo. Cabe señalar que el tránsito de una relación jurídica
sustancial a una relación jurídica procesal ocurre como consecuencia del ejercicio del
derecho de acción (derecho público, subjetivo, abstracto y autónomo) de uno de los
litigantes, en mérito del cual ésta solicita al Estado tutela jurídica para un caso
particular y específico.

Este es un criterio propio del derecho general, ahora bien, lo que se tutela no es el
caso específico, sino el derecho que se desea hacer valer; el caso particular y
específico en verdad es conocido por el juez y el derecho, tutelado.

CAPITULO III
Excepciones y defensas previas
3.1. Concepto de excepción
La excepción es aquel mecanismo de defensa con el que cuenta el demandado
frente al demandante, por medio del cual se denuncia la falta de un
presupuesto procesal (requisitos de admisibilidad y requisitos de procedencia) o una
condición de la acción (interés para obrar o procesal y legitimidad para obrar).
Monroy considera a la excepción como «un instituto procesal a través del cual el
emplazado ejerce su derecho de defensa denunciando la existencia de una relación
jurídica procesal inválida por omisión o defecto en algún presupuesto procesal, o el
impedimento de pronunciarse sobre el fondo de la controversia por omisión o defecto
en una condición de la acción». (Ídem) Señala Ledesma que la excepción es un
medio de defensa ejercida por el demandado, con la finalidad de poner de manifiesto
la deficiencia o inexistencia de una relación jurídica válida, a fin de paralizar el
ejercicio de la acción o a destruir su eficacia. (Ídem)

3.2. Clases de excepciones


Hoy, reivindicando la acepción literal, una excepción será dilatoria cuando al ser
amparada determine que el juez -en la misma resolución en que funda la excepción-
le conceda al demandante un plazo para que subsane el defecto advertido en la
excepción interpuesta. Es el caso, por ejemplo, de las excepciones
de representación defectuosa o insuficiente del demandante o la de oscuridad o
ambigüedad en el modo de proponer la demanda. Por cierto, si venciera el plazo
concedido sin que se subsane el defecto advertido, el juez declarará la nulidad de lo
actuado y la conclusión del proceso. (Monroy Gálvez, 1994, p. 129)

Por otro lado, las excepciones serán perentorias cuando al ser amparadas producen


el efecto de dar por concluido el proceso. Sin embargo, estas excepciones con efecto
perentorio admiten una subclasificación. Así, serán perentorias simples cuando sólo
afectan el curso del proceso en donde han sido amparadas, pero no tocan siquiera la
pretensión del demandante, quien podrá intentarla nuevamente en un nuevo proceso
en donde no cometerá el error que le costó la conclusión del anterior. Es el caso de
las excepciones de incompetencia, representación defectuosa del demandado, falta
de agotamiento de la vía administrativa, entre otras.

Las excepciones perentorias complejas, al igual que las simples, acaban con el


proceso en donde han sido amparadas, sin embargo, en el caso de éstas,
adicionalmente ratifican la imposibilidad jurídica de que el demandante pueda
intentar exigir la misma pretensión contra el mismo demandado en otro proceso. No
es que las perentorias complejas afecten la pretensión, lo que pasa es que ésta ya
se vio afectada antes del amparo de la excepción, lo que ocurre es que al declararse
fundada una perentoria compleja se hace evidente, por así decirlo, la afectación
definitiva de la pretensión. Este es el caso de las excepciones de desistimiento de la
pretensión, cosa juzgada, conclusión por conciliación o transacción, entre otras.

En conclusión, las excepciones que pueda interponer el demandado en caso de


ser dilatorias admitirán la subsanación del defecto por el demandante, pero de
ser perentorias darán por concluido el proceso. Si son perentorias simples dan por
concluido el proceso, pero el demandante podrá volver a interponer la misma
pretensión en un proceso distinto, en cambio de ser perentorias
complejas imposibilitará indefinidamente al demandante de interponer la susodicha
pretensión.

3.3. Las 14 excepciones del código procesal civil


Incompetencia 

La excepción de incompetencia no requiere mayor explicación, como aparece


evidente, quien la interponga está denunciando la falta de aptitud válida del juez ante
quien ha sido emplazado para ejercer su función jurisdiccional en el caso concreto.
(Monroy Gálvez, 1994, p. 125)

El estudio de la competencia comprende el examen de los criterios que sirven para


determinarla, como la materia, cuantía, territorio y grado. En caso de incompetencia,
el juez de oficio sin necesidad de pedido de parte puede rechazar la demanda
cuando se vulnera la materia y la cuantía; dejando el cuestionamiento a la parte en lo
relacionado con el territorio, al no someterse a la prórroga de la competencia.
(Ledesma Narváez, 2008, pp. 450-451)

La razón radica en que la competencia del juez es un presupuesto procesal, siendo


su presencia y exigibilidad deberes del juez. En el supuesto que pasara inadvertida
esta contingencia, el demandado se encuentra facultado para denunciar la omisión
de este presupuesto a través de la excepción de incompetencia, que recoge el inciso
primero de la norma. (Monrroy, p. 451)
En conclusión, la incompetencia alude a la ineptitud o falta de incumbencia del juez
para cumplir con su función jurisdiccional en base a los criterios de materia, cuantía,
territorio y grado. 

Falta de capacidad de ejercicio del demandante o de su representante, de acuerdo al


artículo 43 del Código Civil

La excepción de capacidad exige distinguir entre la capacidad para ser parte y


la capacidad procesal. La capacidad para ser parte es la aptitud para ser titular de
situaciones jurídicas procesales. Se trata de una noción coincidente con lo que
podríamos llamar sujeto de derecho procesal, pues solo a ellos se les puede atribuir
titularidad de alguna situación jurídica procesal. Por el contrario, la capacidad
procesal es la aptitud que tiene un sujeto de derecho -es decir, todo aquel a quien se
le reconoce la capacidad para ser parte- para actuar por sí mismo y válidamente las
situaciones jurídicas procesales de las cuales es titular. (Sotero Garzón, 2016, p.
657)

La excepción de incapacidad del demandante o de su representante corno su


nombre lo indica está referida directamente a la ausencia de capacidad procesal en
el demandante o en su representante, sea porque son menores, han sido declarados
incapaces o alguna otra limitación que, en opinión del demandado, les tiene
cercenada su capacidad procesal. Adviértase que en el uso de esta excepción no
está en debate la calidad de la representación otorgada, simple y llanamente se
cuestiona que quien está actuando en el proceso -sea el demandante o su
representante- no tienen capacidad procesal. (Monroy Gálvez, 1994, p. 125)

Si los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados por la ley,
son considerados absolutamente incapaces (art. 43 CC). El demandante o su
representante deberían tener quince años o menos para encontrarse inmersos en
esta causal que habilita al demandado a plantear una excepción por incapacidad
absoluta de ejercicio, incapacidad procesal en el caso concreto, es decir la
imposibilidad del demandante o de su representante de formular una pretensión
procesal. 
Representación defectuosa o insuficiente del demandante o del demandado

La presente excepción está específicamente centrada en la ausencia (defecto) o en


la insuficiencia (imperfección) de la representación procesal con la que está actuando
alguien en nombre del demandante o, eventualmente, la que se le ha imputado al
demandado, probablemente sin tenerla. Adviértase que a diferencia de la anterior
excepción, en esta el tema está precisamente centrado en la representación procesal
y sus eventuales omisiones o imperfecciones, sea en la persona del que representa
al demandante o en la imputación hecha al demandado o a quien se afirma
representa a este. (Monroy Gálvez, 1994, pp. 125-126)

Si imaginásemos una demanda en la cual se demanda al padre de un menor de


edad para que cumpla con pagarle a este último los alimentos, debe advertirse que:
i) el menor ostenta capacidad para ser parte, pero ii) carece de capacidad procesal.
Entonces, si el menor acudiese por sí solo a interponer una demanda, puede
activarse la excepción de falta de capacidad. El menor debe actuar representado por
alguien (que ostente capacidad procesal). (Sotero Garzón, 2016, pp. 657-658)

Típicamente, actúa como representante la madre. El artículo 419 del CC otorga


facultades de representación a los padres para que actúen enjuicio en nombre de
sus hijos. Si, por ejemplo, acudiese una persona distinta que no cuente con
facultades ni legal ni convencionalmente atribuidas, se activará la excepción de falta
de representación o representación defectuosa. (Monrroy, p. 658)

En conclusión, en los casos de representación defectuosa (ausente) o insuficiente


(imperfecta) el demandante o demandado contarán con capacidad para ser
parte (aptitud para ser titulares de situaciones jurídicas procesales) pero no con
la capacidad procesal (poder actuar los derechos de los que son titulares a través de
un proceso ya sea formulando pretensión o bien ejerciendo su derecho de defensa a
través de la contestación de una demanda o reconvención).

Oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda

La excepción de oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda es


curiosamente una excepción de antigua data en el proceso civil peruano. Estaba
consignada en la Ley de Enjuiciamiento en Materia Civil de 1852. Ha sido recuperada
dada su excepcional importancia en aquellos sistemas procesales en donde los
plazos perentorios e improrrogables exigen de los litigantes una actuación clara,
definida y precisa. (Monroy Gálvez, 1994, p. 126)

En el caso concreto, la excepción sirve para denunciar la incapacidad que tiene el


demandado para responder a alguna de las siguientes preguntas: ¿quién demanda?,
¿a quién se demanda?, ¿qué se demanda? o ¿por qué se demanda?, de manera
fluida y clara. Por otro lado, intentando ubicar el defecto incurrido para cuando esta
excepción se ampare, nos parece que se trata de la afectación a los requisitos de la
demanda. (Monroy, 1994)

Según Marianella Ledesma, procede esta excepción cuando no aparecen


debidamente individualizados los nombres del actor o del demandado, impidiendo
fijar inicialmente en forma inequívoca a los sujetos del proceso, por citar, no
individualiza el nombre del propietario del automóvil causante del daño; también
procede cuando no denuncia su domicilio real, salvo que la ubicación de este resulte
de los documentos acompañados. (2008, p. 455)

También procede cuando el actor se abstiene de precisar con exactitud la cosa


demandada y no media obstáculo para ello, o reclama el pago de cantidades
globales sin discriminación, por ejemplo, si en la demanda de expropiación no se
determina con exactitud la ubicación, linderos y medidas perimétricas del terreno; si
el actor no específica la suma que reclama por el incumplimiento contractual que
imputa al demandado, no bastando para suplir esa omisión la eventual determinación
del valor de los bienes que aquel pretende diferir al momento de ejecutar la
sentencia; si se demanda el pago de honorarios profesionales sin precisar en qué
época y dónde se prestaron. (Ídem)

En definitiva, resulta evidente que quien en virtud de su derecho acción solicita la


tutela jurisdiccional del Estado deba identificarse a sí mismo (demandante);
identificar de quien solicita cumpla una obligación con prestación de dar, de hacer o
de no hacer en su favor (demandado); identifique lo que está solicitando (pretensión),
esto las razones que lo llevan a pedir la intervención de un tercero que le solución a
su conflicto de intereses, aplicando el derecho objetivo, que le puede causar un
perjuicio.

Falta de agotamiento de la vía administrativa

La siguiente excepción no requiere de ninguna explicación, su nombre expresa su


contenido, la excepción de falta de agotamiento de la vía administrativa. Como es
obvio, tiene que ver con el incumplimiento del actor en transitar por todo el recorrido
que tiene el procedimiento administrativo antes de recurrir al órgano jurisdiccional. Es
evidente también que estamos ante un caso clarísimo de falta de interés para
obrar. (Monroy Gálvez, 1994, p. 126)

Falta de legitimidad para obrar del demandante o del demandado

Cuando el demandado deduce la excepción de falta de legitimidad para obrar del


demandante o del demandado, lo que está haciendo es afirmar o que el demandante
no es el titular de la pretensión que está intentando o que, en todo caso, no es el
único que debería hacerlo sino en compañía de otro u otros; o que él (el demandado)
no debería ser el emplazado dado que la pretensión intentada en su contra le es
absolutamente ajena o, en todo caso, que no es el único que debería haber sido
demandado. (Monroy Gálvez, 1994, p. 126)

La legitimidad para obrar alude a la “posición habilitante para ser parte del proceso” y
puede ser ordinaria o extraordinaria. Y en cualquiera de esas categorías puede ser
activa (en el caso del demandante) y pasiva (en el caso del demandado). (Sotero
Garzón, 2016, p. 656)

La legitimación procesal viene a ser la aptitud que tiene la persona para obrar
directamente en un proceso, ya sea como demandante o como demandado. Estas
aptitudes que deben tener las partes se relacionan íntimamente con los presupuestos
procesales, en especial con aquellos que se exigen para el ejercicio de la acción.
(Ledesma Narváez, 1994, p. 459)

En suma, la legitimidad para obrar involucra a que la misma parte que tengan un


conflicto en el terreno de los hechos (relación jurídico material) comparezcan a un
proceso (relación jurídica procesal), como demandantes y demandados, por tener el
problema entre ellas entablado necesidad de tutela y relevancia jurídica.

Litispendencia

La excepción de litispendencia es exactamente la misma que teníamos regulada en


el Código derogado con el nombre de pleito pendiente. Como su nombre lo indica, se
trata de la alegación en el sentido que entre las mismas partes y con el
mismo interés para obrar, se está discutiendo el mismo petitorio en otro proceso. Lo
que pretende el demandado es que este nuevo proceso quede sin efecto, dado que
el demandante está haciendo valer su interés para obrar en otro proceso iniciado con
anticipación. (Monroy Gálvez, 1994, p. 126)

La excepción de litispendencia puede encuadrarse como “una de las principales


manifestaciones procesales de la garantía de la tutela judicial efectiva” pues: i) evita
que el demandado sea sometido simultáneamente a dos procesos para discutir
exactamente lo mismo y ii) preserva, en tal sentido, la efectividad del primer proceso,
válidamente instaurado. (Sotero Garzón, 2016, pp. 658-659)

La razón de esta excepción se sustenta en la necesidad de evitar que una misma
pretensión sea objeto de un doble conocimiento, con la consiguiente posibilidad que
sobre ella recaigan sentencias contradictorias. (Ledesma Narváez, 2008, p. 460)

En resumen, la litispendencia significa la existencia de un pleito pendiente, es decir,


de un juicio previo, subsistente entre las mismas partes y con un petitorio que el
demandante pretende llevar a un segundo juicio para ser discutido. 

Cosa juzgada

La función jurisdiccional manifiesta su máxima importancia en el hecho que las


decisiones que en su interior se concreten, pretenden ser definitivas y últimas, es
decir, buscan acabar para siempre con el conflicto de intereses. Por un lado, esta
definitividad se expresa en el hecho que no se puede discutir jamás ante un órgano
jurisdiccional una decisión dada por este y, por otro, en que lo expresado en el fallo
judicial antes obtenido debe cumplirse en los términos del propio mandato. (Monroy
Gálvez, 1994, p. 126)
Para terminar, esta excepción lo que permite al demandado es denunciar que
el interés para obrar del demandante ya no existe, dado que lo hizo valer en el
anterior proceso, en donde quedó totalmente agotado al haberse expedido un
pronunciamiento definitivo sobre el fondo de la controversia. (Ídem)

En definitiva, la cosa juzgada conlleva a: 1. que la decisión a la que arribó el juez no


pueda ser más discutida, 2. que lo resuelto sea cumplido por el obligado o se haga
cumplir por el Estado y 3. que no exista más necesidad de tutela jurídica, es decir, se
haya desvanecido el interés para obrar.

Desistimiento de la pretensión

Con ella el demandado manifiesta al juez que el demandante -antes del actual
proceso-, inició otro en el cual decidió renunciar definitivamente a continuar haciendo
uso del órgano jurisdiccional contra  el mismo demandado y sobre la misma
pretensión. Por esta razón, a3endiendo a una declaración expresa de renunciabilidad
definitiva de su pretensión, el demandante -en opinión del excepcionante- no puede
iniciar otra demanda contra él, precisamente porque ya no tiene interés para obrar,
ya lo agotó en el anterior proceso en el cual se desistió de su pretensión. (Monroy
Gálvez, 1994, pp. 126-127)

El desistimiento de la pretensión se califica como la abdicación, renuncia o dejación


del derecho material producida en el ámbito del proceso. Su naturaleza es un acto
jurídico dispositivo tendiente a extinguir derechos. En el proceso se inclina como un
acto unilateral de abdicación al derecho en el proceso. El desistimiento de la
pretensión, si es procedente, dará por terminado el litigio. (Ledesma Narváez, 2008,
p. 464)

En lo sucesivo las mismas partes no podrán promover otro proceso por el mismo
objeto y causa. En caso de intentar un nuevo litigio con las identidades descritas, el
demandado podría oponer la excepción del desistimiento de la pretensión con la
prueba documental de la existencia del proceso donde exista la resolución que
admite dicho desistimiento, pero siempre y cuando hubiese operado dicho
desistimiento en un proceso contencioso. (Ídem)
Por tanto, el desistimiento de la pretensión consiste en la renuncia del demandante
de un derecho material por ya no tener necesidad de tutela jurídica (interés para
obrar), dando con ello por concluido el conflicto trabado con el demandado.

Conclusión del proceso por conciliación o transacción

Por falta de interés para obrar, el demandado puede deducir excepciones alegando
que en un anterior proceso llegó con el demandante a un acuerdo en el cual, ante un
órgano jurisdiccional, aceptaron la propuesta de acuerdo que este -el órgano
jurisdiccional- les hizo, es decir, conciliaron; o que antes del proceso o durante el
transcurso de uno anterior, llegó con el demandante a un acuerdo sobre sus
diferencias patrimoniales, otorgándose ambas concesiones recíprocas, es
decir, transigiendo. Como es evidente, si algunas de las dos situaciones antes
descritas se producen no queda duda que no puede iniciarse otro proceso para
discutirse las pretensiones que fueron conciliadas o transigidas. (Monroy Gálvez,
1994, p. 127)

En otras palabras, la aceptación de las partes de la fórmula de acuerdo propuesta


por un juez (conciliación) o el otorgamiento de concesiones recíprocas patrimoniales
entre ellas (transacción) pone fin al proceso.

Caducidad 

En una demanda hay cuando menos una pretensión, es decir, una manifestación de
voluntad por la que alguien exige algo a otra. Por cierto, para que tal pretensión
pueda estar contenida en una demanda judicial, es necesario que tenga como
fundamento un derecho reconocido en el sistema jurídico. La caducidad es una
institución del derecho material referida a actos, instituciones o derechos, siendo en
este último caso de uso más común e interesante para el proceso. Se caracteriza
porque extingue el derecho material como consecuencia del transcurso del tiempo.
(Monroy Gálvez, 1994, p. 127)

Si se ha interpuesto una demanda cuya pretensión está sustentada en un derecho


que ha devenido en caduco, entonces la pretensión en estricto no tiene fundamento
jurídico por lo que ya no puede ser intentada. Esta situación es tan categórica para el
proceso que el nuevo Código le concede al juez el derecho de declarar la caducidad
y la consecuente improcedencia de la demanda, si aparece del sólo examen de ésta
al momento de su calificación inicial. Así mismo, el demandado que considere que el
efecto letal del tiempo ha destruido el derecho que sustenta la pretensión dirigida en
su contra, puede pedir la declaración de caducidad en sede de excepción. En suma,
la caducidad consiste en la extinción del derecho que sirve de base a una pretensión
por el paso del tiempo.

Prescripción extintiva

A diferencia de la caducidad aplicable a los derechos materiales y por consecuencia


lógica a la pretensión que se sustente en ellos, la prescripción extintiva destruye la
pretensión, es decir la posibilidad de exigir judicialmente algo sustentado en un
determinado derecho, sin afectar a éste. Por razones que tienen que ver en una
tradición jurídica mal entendida de la que aún no nos sacudimos, la prescripción
extintiva y sus plazos están regulados en la norma material a pesar que por su
naturaleza jurídica y eficacia se trata sin duda de una institución propia del derecho
procesal. (Monroy Gálvez, 1994, p. 127)

Al igual que la caducidad, en el caso de la prescripción extintiva lo que en el fondo el


demandante alega es la ausencia de interés para obrar, es decir, de necesidad de
tutela jurídica en el demandante, dado que el derecho le concedió un plazo para que
exija la satisfacción de su pretensión, se presume que vencido este, ha desaparecido
el interés en satisfacer judicialmente su pretensión, por lo que el demandado está en
aptitud de pedirle al juez tal declaración. Dicho de otro modo, la prescripción consiste
en la extinción de la pretensión, es decir la posibilidad de exigir el cumplimiento de
una prestación de dar, de hacer o de no hacer sustentada en un derecho, por el paso
del tiempo.

Convenio arbitral

Esta excepción permite reparar el quiebre de un pacto preexistente entre las


partes de una controversia, a través del cual precisamente se obligaron a resolver
dicha controversia a través de un arbitraje. Nótese que su regulación como
excepción tiene consecuencias jurídicas importantes: i) si el juez advierte -al calificar
la demanda- la existencia de un convenio arbitral que regiría o comprendería la
controversia planteada en la demanda, no puede rechazarla salvo que sea el
demandado, quien en vía de excepción, haga valer el convenio; ii) en
correspondencia, el demandado tiene la opción de excepcionar o no: si no lo hiciese,
se considera que renunció tácitamente al arbitraje que se prometió en el convenio
arbitral (art. 18 del D. Leg. 1071). (Sotero Garzón, 2016, p. 660)

Es decir, el pacto privado por medio del cual cual las partes deciden someter a la
jurisdicción arbitral los eventuales conflictos que puedan surgir entre ellas (convenio
arbitral), excluye la jurisdicción del juez natural siempre y cuando el demandado lo
advierta y plante la excepción de convenio arbitral, caso contrario se presumirá iuris
tantum la renuncia al fuero arbitral.

Falta de representación legal o de apoyo por capacidad de ejercicio restringida del


demandante o de su representante, de acuerdo al artículo 44 del Código Civil

Es decir, si el demandante o su representante están incursos en alguno de los


supuestos del artículo 44 del CC, es decir que encuadran dentro del concepto de
personas con capacidad de ejercicio restringida, y no cuentan con representante
legal o apoyo, el demandado podrá interponer excepción por la falta de
representación legal (por ausencia de voluntad) en el caso de los incisos 1, 2, 3, 4, 5,
6, 7, 8 y por falta de apoyo (quien contribuya a la manifestación de voluntad de la
persona con discapacidad) en el caso del inciso 9.

Tienen capacidad de ejercicio restringida: Los mayores de dieciséis y menores de


dieciocho años de edad; los pródigos; los que incurren en mala gestión; los ebrios
habituales; los toxicómanos; los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil
y las personas que se encuentren en estado de coma siempre que no hubiera
designado un apoyo con anterioridad.

3.4. Efectos jurídicos de las excepciones


Según el código civil peruano una vez consentido o ejecutoriado el auto que declara
fundada alguna de las excepciones enumeradas en el Artículo 446, el cuaderno de
excepciones se agrega al principal y produce los efectos siguientes:

 Suspender el proceso hasta que el demandante comprendido en los


supuestos de los artículos 43 y 44 del Código Civil comparezca, legalmente
asistido o representado, dentro del plazo que fija el auto resolutorio, si se trata
de la excepción falta de capacidad del demandante o de su representante.
 Suspender el proceso hasta que se subsane el defecto o la insuficiencia de
representación del demandante dentro del plazo que fijará el auto resolutorio.
 Suspender el proceso hasta que el demandante subsane los defectos
señalados en el auto resolutorio y dentro del plazo que este fije, si se trata de
la excepción de oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda.
 Suspender el proceso hasta que el demandante establezca la relación jurídica
procesal entre las personas que el auto resolutorio ordene y dentro del plazo
que éste fije, si se trata de la excepción de falta de legitimidad para obrar del
demandado.
 Vencido los plazos a los que se refieren los incisos anteriores sin que se
cumpla con lo ordenado, se declarará la nulidad de lo actuado y la conclusión
del proceso.
 Anular lo actuado y dar por concluido el proceso, si se trata de las
excepciones de incompetencia, representación insuficiente del demandado,
falta de agotamiento de la vía administrativa, falta de legitimidad para obrar del
demandante, litispendencia, cosa juzgada, desistimiento de la pretensión,
conclusión del proceso por conciliación o transacción, caducidad, prescripción
extintiva o convenio arbitral.
 Remitir los actuados al Juez que corresponda, si se trata de la excepción de
incompetencia. En el caso de la excepción de incompetencia territorial relativa,
el Juez competente continúa con el trámite del proceso en el estado en que
este se encuentre y si lo considera pertinente, aun cuando la audiencia de
pruebas hubiera ocurrido, puede renovar la actuación de alguno o de todos los
medios probatorios, atendiendo a lo dispuesto en el último párrafo del artículo
50. En los demás casos el Juez debe proceder a emplazar nuevamente con la
demanda.
3.5. concepto de defensas previas
Por lo general el proceso se inicia sin necesidad de cumplir previamente con
requisitos directamente relacionados con el hecho demandado. Pero hay casos
excepcionales, sin embargo, en los que la ley dispone que deben satisfacerse
previamente determinados requisitos, sin los cuales no es posible iniciar válidamente
el proceso civil. No obstante, si no se observaran tales requisitos, es posible
interponer un medio de defensa al cual se le denomina defensa previa.

Para Carrión Lugo, las defensas previas constituyen medios procesales a través de
los cuales el demandado solicita la suspensión del proceso hasta que el actor realice
la actividad que el derecho sustantivo prevé como acto previo al planteamiento de la
demanda. Según Monroy Gálvez, la defensa previa es aquella que sin constituir un
cuestionamiento a la pretensión y tampoco a la relación procesal, contiene un pedido
para que el proceso se suspenda hasta tanto el demandante no realice o ejecute un
acto previo. La defensa previa no ataca la pretensión sólo dilata al proceso y su
eficacia, a veces incluso de manera definitiva.

En el derecho comparado las defensas previas responden al nombre de defensas


temporarias. A ellas De Santos las define como las defensas reguladas en las leyes
sustantivas que pueden plantearse como excepciones previas, que por su origen y
naturaleza no extinguen la pretensión cuanto dilatan temporariamente su examen.

Entonces, en determinados casos, antes del inicio del proceso civil se debe cumplir
con el requisito de procedibilidad establecido en la ley sustantiva (entiéndase por
ésta al Código Civil), ya que su no cumplimiento originaría que la formulación de una
defensa previa suspenda el proceso hasta que se cumpla con dicho requisito.

3.6. beneficio de inventario y beneficio de excusión


El beneficio de inventario consiste en no hacer a los herederos que aceptan,
responsables de las obligaciones hereditarias o testamentarias, sino hasta
concurrencia del valor total de los bienes, que han heredado. El beneficio de
inventario, como la aceptación y repudiación, es un negocio jurídico, y dicho acto no
sólo está regulado para salvaguardar los intereses del llamado heredero frente a los
acreedores del causante, es decir, los acreedores de la herencia, sino que yendo
más allá, acometiendo el heredero la aceptación beneficiaria podrá conservar las
relaciones de crédito o aquellas relaciones que provengan de derechos reales que
tenga contra el causante, sin perjuicio, claro está, de evitar el daño que puede
suponerle al heredero la confusión de patrimonio.

El beneficio de excusión consiste “en el cuestionamiento directo que el demandado


hace del derecho o de los hechos en los que el demandante sustenta su demanda.
Dicho de otra manera, es la contradicción de la pretensión intentada en su contra.
Así, por ejemplo, si el demandante pretende la ejecución de una prestación, el
demandado ejercerá su derecho de defensa alegando el pago realizado. Conforme a
lo establecido en el artículo 1879 del Código Civil: “el fiador no puede ser compelido
a pagar al acreedor sin hacerse antes excusión de los bienes del deudor.

La solución del Código Civil coincide con la del artículo 1830 del Código Civil
español. En tal sentido se otorga ex lege a favor del fiador el beneficio de excusión
salvo que:

 El fiador haya renunciado a dicho beneficio.

 El fiador se hubiere obligado solidariamente con el deudor principal.

 En caso de quiebra del deudor principal. El beneficio de excusión es la


facultad que otorga al fiador “y que tiene por objeto enervar o paralizar la
pretensión ejecutiva del acreedor dirigida contra él. El fundamento de dicho
beneficio o facultad lo constituye el principio de subsidiariedad de la fianza. El
fiador no debe ser compelido a pagar mientras que el crédito pueda hacerse
normalmente efectivo sobre el patrimonio del deudor.

3.7. Efectos jurídicos de las defensas previas


Cuando el juez declara fundada una defensa previa ésta tendrá como efecto
suspender el proceso hasta que se cumpla el tiempo o el acto previsto como
antecedente para el ejercicio del derecho de acción.

3.8. diferencias entre excepciones y defensas previas (05)


 La excepción se constituye en el medio de defensa que debe emplear el
demandado para paralizar el ejercicio de la acción o destruir su eficacia,
fundada en una omisión procesal o en una norma sustancial. 

 se inicia sin necesidad de cumplir previamente con requisitos directamente


relacionados con el hecho demandado. 

 las defensas previas constituyen medios procesales a través de los cuales el


demandado solicita la suspensión del proceso hasta que el actor realice la
actividad que el derecho sustantivo prevé como acto previo al planteamiento
de la demanda.

 La excepción es aquel mecanismo de defensa con el que cuenta el


demandado frente al demandante, por medio del cual se denuncia la falta de
un presupuesto procesal.

 Las excepciones que pueda interponer el demandado en caso de


ser dilatorias admitirán la subsanación del defecto por el demandante, pero de
ser perentorias darán por concluido el proceso.

CAPITULO IV
Medios impugnatorios

4.1. Concepto de medios impugnatorios


Las excepciones que pueda interponer el demandado en caso de
ser dilatorias admitirán la subsanación del defecto por el demandante, pero de
ser perentorias darán por concluido el proceso. Siendo los remedios una clase de
medios impugnatorios que se dirigen a atacar actos procesales, no comprendidos en
una resolución judicial; mientras que los recursos permiten a la parte agraviada
solicitar revisión de una decisión contenida en una resolución que aún no adquiere la
calidad de firme.

Los medios impugnatorios son mecanismos que la ley concede a las partes y
terceros legitimados para solicitar al órgano jurisdiccional que se realice un nuevo
examen, por el mismo Juez o por otro de jerarquía superior, de un acto procesal con
el que no se está conforme o porque se presume que está afectado por vicio o error,
a fin de que se anule o revoque, total o parcialmente.

Los medios impugnatorios son actos procesales de la parte que se estima agraviada
por un acto de resolución del juez o tribunal, por lo que acude al mismo o a otro
superior, pidiendo que revoque o anule el o los actos gravosos, siguiendo el
procedimiento previsto en las leyes. El fundamento de la impugnación se encuentra
en la posibilidad de injusticia, por la existencia de un error, que puede ser corregido o
anulado por el mismo órgano jurisdiccional o superior, brindando de esa forma la
debida garantía al justiciable.

4.2. Clases de medios impugnatorios


Los medios impugnatorios se clasifican en remedios y recursos. Los remedios son
aquéllos a través de los cuales la parte o el tercero legitimado pide se reexamine
todo un proceso a través de uno nuevo o, por lo menos, el pedido de reexamen está
referido a un acto procesal. El rasgo distintivo está dado porque el remedio está
destinado para atacar toda suerte de actos procesales, salvo aquéllos que estén
contenidos en resoluciones. El artículo 356 del Código Procesal Civil recoge esta
clasificación. Demos ejemplos de remedios. El pedido de nulidad respecto de la
realización de un acto de notificación es un típico remedio; no ataca una resolución
sino un acto procesal (la notificación).

Otro remedio, contenido en el Código Procesal Civil en su artículo 178., es la nulidad


de sentencia. Se trata del inicio de un proceso contra una sentencia expedida en otro
proceso ya concluido, en el cual ha mediado dolo, fraude o colusión cometido por
una parte o el juez. Los recursos, a diferencia de los remedios, se utilizan con
exclusividad para atacar a los actos procesales contenidos en resoluciones. Se trata
de los medios impugnatorios por excelencia, son los más comunes, tanto que
respecto de ellos han ganado terreno algunas afirmaciones que parece oportuno
precisar. Así, suele referirse corrientemente a los "recursos impugnatorios", sin
advertirse que tal frase de acuerdo a lo ya desarrollado- no es otra cosa que una
tautología; si el recurso es una especie en donde los medios impugnatorios son el
género, con decir recurso basta y sobra.

Por otro lado, en el Perú por lo menos, la palabra recurso se ha envilecido, al punto
que se usa para nombrar a cualquier escrito que se presenta en un proceso,
perdiéndose su acepción específica. Sin embargo, esta "popularidad" del concepto
tiene como origen un error en la traducción de los libros de los autores italianos
clásicos. La palabra "ricorsi" significa en italiano escrito y la palabra "recurso"
significa recurso en el exacto sentido del concepto. Lamentablemente, una palabra
subsumió a la otra, de tal suerte que todo se tradujo como recurso, generando así el
uso indebido que hoy observamos.

4.3. Características de los medios impugnatorios


Adviértase que se trata de un instituto sólo utilizable por los elementos activos de la
relación procesal que tienen interés directo en el resultado del proceso o del acto
procesal que se impugna, es decir, la parte o el tercero legitimado. También es
notorio el hecho que él uso de un medio impugnatorio implica una petición a un juez,
sea para que éste realice el acto concreto que implica la impugnación -el nuevo
examen- o para que lo haga el juez jerárquicamente superior a éste.

El nuevo examen antes referido es el elemento nuclear de los medios impugnatorios,


su esencia. Finalmente, éstos existen sólo porque es necesaria la realización de una
nueva revisión o examen del acto procesal ocurrido. Importa destacar que el nuevo
examen que se pide puede estar referido a la realización de un acto procesal
determinado al interior de un proceso o también a todo el proceso. En el segundo
caso se trata, en estricto, de un nuevo proceso en donde se solicita se revise lo
realizado en el anterior. Finalmente, debe destacarse de la definición dada, el sentido
teleológico de los medios impugnatorios, adviértase que su objetivo es alternativo:
sea que se declare la nulidad del acto procesal o del proceso que se impugna o, sea
que se revoque uno de éstos, advirtiéndose que el vocablo revocación significa la
pérdida de eficacia del acto o del proceso.

4.4. Concepto del recurso de apelación.


El recurso de apelación es probablemente el más popular de todos los recursos,
tanto que en el lenguaje común se ha convertido en sinónimo de medio impugnatorio.
Esto se debe a que, sin duda alguna, es el más importante y utilizado de todos los
recursos. Se caracteriza porque sólo está concebido para afectar a través de él autos
o sentencias, es decir, resoluciones en las cuales haya una decisión del juez
originada en un análisis lógico-jurídico del hecho, o de la norma aplicable al hecho; a
diferencia del decreto que sólo es una aplicación regular de una norma procesal
impulsarla del proceso. Otro rasgo de la apelación, de hecho, también común a todos
los medios impugnatorios, consiste en que se puede interponer contra una resolución
o parte de ella. Es decir, admitiendo que una resolución puede contener más de una
decisión judicial, es posible que sólo alguna de ellas sea considerada agraviante y
equivocada (con vicio o error) por una de las partes, siendo así, ésta podrá apelar
precisando que sólo lo hace respecto de parte específica de la resolución y no sobre
su integridad.

4.5. Características del Recurso de apelación.


Tradicionalmente, la judicatura nacional ha hecho suyo un criterio clasificatorio según
el cual el recurso de apelación se concede "en un solo efecto" y en "doble efecto".
Con este tratamiento numérico de los efectos de la apelación se enseña que hay
dos: la apelación con efecto devolutivo y con efecto suspensivo. El primero significa
que sólo aquello que ha sido apelado va al superior, mientras tanto lo demás
continúa su trámite ante el juez inferior. El segundo, por oposición, significa que todo
el proceso pasa al superior, quedando suspendida la competencia del juez inferior,
de allí su nombre.

Pero, si el efecto devolutivo significa que la apelación ha sido concedida "en un solo
efecto", entonces el suspensivo significa que ha sido concedida "en doble efecto".
Pero si esto es así, estamos afirmando que cuando una apelación ha sido concedida
en doble efecto, debemos entender que ha sido concedida en efecto suspensivo y
¡también en efecto devolutivo. Sin embargo, advertimos que tal situación es un
imposible jurídico, un juez no puede tener suspendida su competencia y tener
competencia a la vez. En consecuencia, los conceptos "un solo o doble efecto" son
irreales, inadecuados y engañosos. Este criterio defectuoso se origina, creemos, en
el error de considerar que los efectos de la apelación están ligados a la competencia
del juez inferior. Nos parece que la competencia del juez inferior no está en cuestión
durante la tramitación de una apelación, lo que si está en disputa es la eficacia de la
resolución apelada.

4.6. Requisitos del recurso de apelación


El art. 367 del CPC, establece los siguientes requisitos de admisibilidad: Que sea
planteada ante el juez que emitió la resolución impugnada; Que se interponga dentro
del plazo legal, para lo cual debe tenerse en cuenta si se trata de un auto o una
sentencia, pues dependiendo de ello los plazos serán diferenciados; Que se
acompañe la tasa judicial. Indicación del error de hecho o de derecho. El apelante
tiene la exigencia de explicitar los errores de hecho y/o de derecho incurridos en la
resolución apelada. El error de hecho, desde nuestro punto de vista, se encuentra
relacionado a la incorrecta percepción que el juez tiene sobre los hechos; mientras
que el error de derecho se encuentra relacionado con vicios in procedendo. Precisión
de la naturaleza del agravio. El agravio viene a ser la lesión o perjuicio que la
resolución apelada causa a una de las partes. Para la doctrina nacional, cuando
hablamos de sentencias, “agravio” es sinónimo de “decisión desfavorable” a una de
las partes originarias o sobrevenidas (tercero legitimado). Sustentación de la
pretensión impugnatoria. El apelante debe precisar el objeto de la apelación, es
decir el extremo de la resolución que no consciente, delimitando así, el ámbito de
conocimiento (y pronunciamiento) del órgano de segunda instancia (art. 370 del
CPC).

4.7. Recurso extraordinario de casación.


Difícil tarea la de compendiar el tema de la casación, sobre todo en una cultura
jurídica en donde tal institución es novedosa y casi inédita. Sin embargo, utilizando el
criterio aristotélico para definir (género próximo y diferencia específica), intentemos
una aproximación al tema. En cuanto al género próximo, diremos que la casación es
un recurso, por tanto, participa de todos los elementos comunes a éste ya descritos
anteriormente. En cuanto a la diferencia específica, diremos que el recurso de
casación perfila sus rasgos propios a partir de sus fines, que son absolutamente
distintos a cualquier otro recurso que se conozca. Veamos El recurso de casación, a
diferencia de los de: más recursos cuyo objetivo está íntimamente ligado al destino
del proceso, tiene fines trascendentes, es decir, no sólo ligados al destino natural del
proceso, sino extra-procesales.

A través del recurso de casación se pretende cumplir una función pedagógica,


consistente en enseñar a la judicatura nacional en general, cuál debe ser la
aplicación correcta de la norma jurídica. Asimismo, la función pedagógica alcanza,
además, a la interpretación correcta de la norma jurídica. Esto es posible dado que el
recurso de casación implica la existencia de una Corte de casación, vale decir, de un
órgano jurisdiccional que con carácter especializado se dedique a "casar". Dada la
transcendencia del recurso, todos los países que lo tienen regulado, conceden esta
facultad casatoria al órgano jurisdiccional más elevado. Como resulta obvio, la
función pedagógica y de ilustración antes aludida se realiza con mayor autoridad
desde ellugar más elevado que desde cualquier otro.

Otro fin del recurso de casación es lograr la uniformización de la jurisprudencia


nacional. Íntimamente ligado al fin descrito en el párrafo anterior, la casación
pretende que las decisiones judiciales, al organizarse alrededor de las pautas que la
Corte de casación da, encuentren organicidad y unicidad, la que a su vez debe
producir varios efectos secundarios. Así, la uniformidad de la jurisprudencia permitirá
que no se inicien procesos que de antemano se advierte no van a tener acogida en
los órganos jurisdiccionales. Si mientras se sigue un proceso se expide una decisión
casatoria en otro con elementos idénticos, se podrá alegar a favor en éste -y con
considerable contundencia- el criterio de la corte de casación. El artículo 384 del
Código Procesal Civil describe los fines de la casación.

4.8. características del recurso de casación.


La casación es un medio de impugnación para obtener, en ciertas condiciones, el
reexamen desde el punto de vista de su corrección jurídica de las sentencias de vista
expedidas por las Cortes Superiores y de los autos que, en revisión ponen fin al
proceso. Estimo lógicamente, "casar" es traducción del francés "casser", que quiere
decir rompero o, metafóricamente abrogar, derogar, dejar sin efecto o desprovisto de
valor. Casar es dejar desprovisto de todo valor a un fallo. En el régimen del nuevo
Código es un recurso ordinario dado que el Art. 398 establece que su interposición
suspende la ejecución de la sentencia, es decir que la cosa juzgada se opera, o bien
transcurrido el plazo para su interposición sin que ésta se haya efectuado, o una vez
que el recurso haya sido resuelto definitivamente. La casación no es una tercera
instancia, sino que se distingue nítidamente de ella en que en la tercera instancia la
Corte Suprema está facultada para revisar el proceso en plenitud, en cambio, en la
casación dicho Tribunal no reconsidera ni revalora los hechos.

En doctrina existe consenso en que la casación implica un control del derecho


aplicado en la sentencia y en el proceso todo, pero no en los hechos, cuya
apreciación hecha por los tribunales inferiores resulta intangible frente al organismo
casatorio. Sin embargo, y dadas las situaciones complejas que la casuística plantea,
existen opiniones que pretenden llevar la casación al campo de los hechos. Todo
esto sirve también para corroborar una realidad indubitable. No se trata de una
tercera instancia "extraordinaria" como la que teníamos, pues la casación consiste,
exclusiva y excluyentemente, en el examen de las cuestiones de derecho de la
sentencia impugnada. Este es su aspecto fundamental. Quedan descartadas las
cuestiones de hecho, es decir, los jueces supremos no tendrán que merituar las
pruebas aportadas por las partes o las conclusiones a las que ha llegado el inferior al
analizarlas, pues este aspecto del debate procesal se cierra con la segunda
instancia.

4.9. Requisitos de un recurso de casación.


El recurso de casación está sujeto a estrictas reglas formales. Establece el Código
Procesal Civil en su Art. 387 que el recurso debe presentarse por escrito, dentro del
plazo de diez días, contados a partir del día siguiente de notificada la resolución que
se impugna, acompañando el comprobante de pago de la tasa judicial respectiva. El
recurso debe interponerse ante la Sala o Tribunal que expidió la resolución
impugnada, debidamente fundamentado en el modo y forma que prescribe el Art.
388, y siempre que el recurrente no hubiera consentido previamente la resolución
adversa de primera instancia, cuando ésta fuera confirmada por la resolución objeto
del recurso.

El incumplimiento de alguno de los requisitos establecidos en el Art. 387, dará lugar a


la declaración de "inadmisibilidad" del recurso, (Art. 390). De otro lado, el
incumplimiento de los requisitos de fondo establecidos en el Art. 388 dará lugar a que
la Sala Casatoria declare improcedente dicho recurso, antes de la vista de la causa
(Art. 392). La declaración de inadmisibilidad o de improcedencia del recurso de
casación conlleva el pago de una multa contra quien lo interpuso, tal como lo
establece el Art. 398. Para terminar, quiero llamar la atención sobre la adopción de la
CASACION POR SALTO que se establece en el Art. 389 del nuevo ordenamiento.
Se trata del "Per Saltum" o "by pass" como se le conoce en los Estados Unidos de
Norteamérica, y que significa, en un sentido amplio saltar o pasar la intervención de
tribunales intermedios entre la primera y la máxima instancia. Se deja de recorrer uno
o más de ellos y, por salto desde uno inferior la causa entra a la competencia del
Tribunal de Casación.

El "Per Saltum" o "by pass" es una institución nueva, cuyos antecedentes se


encuentran en el Derecho Continental Europeo y especialmente en el
Norteamericano, siendo la tendencia a su aplicación en casos muy especiales o
excepcionales, pues de algún modo implica tergiversar el curso regular de los
procesos, transtornando la función jurisdiccional. Es una creación que ha venido a
cubrir aspiraciones de buena parte de la doctrina más moderna y progresista, pero su
regulación legislativa bien merece ser esclarecida en un debate profundo que analice
si es viable su aplicación en nuestro medio. En el derecho comparado y
concretamente en los Estados Unidos como en los países europeos, el "per saltum"
ha tenido escasa aplicación, y la doctrina se inclina, en general, a aceptar su
aplicación solamente cuando tal excepción está regulada expresamente por la ley
4.10. Errores de hecho y de derecho.
Se debe tener en cuenta que la voluntad puede ser considerada en su doble aspecto:
sea en su proceso de formación en la conciencia del individuo, caso en el que se
habla de «determinación de la voluntad» o de voluntad de contenido, sea en su
externa expresión, a la cual se refiere la locución «manifestación de la voluntad» o
declaración de voluntad. El error en la voluntad o error vicio consiste en la ignorancia
o en la representación falsa de la realidad (de los acontecimientos, de los bienes, de
las personas o del Derecho) que determina la mal formación de la voluntad, «que, de
otra manera, o no se hubiese formado, o habría tenido un contenido diverso». Hay un
desacuerdo entre la voluntad mal formada que se ha manifestado exactamente, y
aquella voluntad que se habría tenido si no hubiese existido el error, considerada
como voluntad efectiva.

No hay un desencuentro entre la voluntad y su declaración, sino entre la realidad y el


conocimiento que se tiene de ella. Si quiero una cosa y digo que la quiero, pero en
tanto la quiero en cuanto erróneamente estimo que es la que yo imagino o que está
dotada de aquellas cualidades, sin las que no la querría, hay desacuerdo no entre la
voluntad y la manifestación, sino entre la voluntad actual y la eventual, o sea la que
habría tenido si no hubiera habido error. Se dice lo que se quiere; pero se quiere con
fundamento en la ignorancia o falso conocimiento de la realidad de las cosas, esto
es, con fundamento en el error. El error en la declaración (denominado también
error Obstativo u error obstáculo, impediente o impropio) recae sobre la declaración
(digo 100 cuando quiero decir mil; el texto de un contrato es mal trascrito por la
secretaria).

No influye en la formación de la voluntad viciándola, por eso se le denomina también


error impropio. Hace nacer un desacuerdo inconsciente entre la voluntad y la
declaración «porque el declarante hace manifiesta, no la voluntad efectiva, sino una
voluntad diversa e inexistente. Por ejemplo, cuando por distracción o por
agotamiento o falta de concentración mental, queriendo una cosa, por error digo que
quiero otra; hablo de usufructo cuando quiero decir arrendamiento; me dirijo a Juan,
cuando en realidad quiero dirigirme a Pedro. En casos como estos hay desacuerdo
entre mi voluntad y la manifestación.

El error en la declaración puede consistir en una simple distracción, lapsus


linguae o lapsus calami en vez de decir vendo digo arriendo, digo que dono a Ticio
cuando mi voluntad es donar a Cayo, en vez de remitir el fax a Pedro lo remito a
Juan, en vez de llamar a un bien A lo llamo B, o en una reproducción infiel de la
declaración por parte de quien debe ponerla por escrito, he dictado vender y en el
documento (carta, telex, fax, telegrama, contrato, etc.) dice donar, o cuando el
declarante se vale como medio para transmitir la voluntad de un nuncius, quien
cambia o altera la declaración o bien la dirige a persona diversa de aquella a quien
está dirigida.

El error obstativo (error en la declaración) se refiere a la formación exterior del


negocio y el error-vicio golpea a la raíz del propio querer del sujeto y se refleja; por
tanto, en su formación intrínseca. En el error vicio el autor de la declaración entiende
correctamente el significado, pero su voluntad se determina a concluir el acto como
consecuencia de una falsa apreciación de los hechos o del Derecho. Mientras en el
error obstativo la voluntad se forma bien pero se expresa mal. En el error vicio, la
voluntad se ha formado mal como causa de una falsa representación de la realidad;
se declara bien una voluntad mal formada como consecuencia de la ignorancia, o de
la representación equivocada de la realidad. En cambio, el error obstativo determina
la falta de voluntad negocial o voluntad de contenido; el sujeto declara algo que no
corresponde a su voluntad. Este error provoca en el sujeto, la falta de conciencia del
significado objetivo de su declaración, a la cual se le atribuye un significado diverso.

4.11. Pretensión impugnatoria.


Reiterando el carácter extraordinario del recurso, nos referimos ahora a sus
requisitos de forma y de fondo. Entre los primeros, no encontramos ninguno
excepcional, se concede contra determinadas resoluciones, en un plazo determinado
y ante el órgano jurisdiccional que expidió la resolución impugnada. Así lo enseña el
artículo 387 del nuevo Código. Los requisitos de fondo o de procedencia del recurso
de casación son los que perfilan su carácter extraordinario. Así, por ejemplo, se exige
que el recurrente no hubiera consentido la resolución adversa de primera instancia,
confirmada por la de segunda. También debe fundamentar con detalle cuál es la
causal o motivo en el que sustenta el recurso.

Es decir, debe identificar específicamente el vicio o error con las posibilidades


legales (causales o motivos) por las que se puede intentar el recurso. Así lo dispone,
en el caso nacional, el artículo 388 del nuevo Código. El derecho a impugnar está
conformado por:

 el objeto impugnable.

 los sujetos impugnables.

 el medio de impugnación.

 fundamentos de los medios impugnatorios

Radica en esencia en la falibilidad de los órganos jurisdiccionales, en tanto que ésta


es inmanente a la condición de seres humanos y la necesidad ineluctable de
corregirlos.

4.12. Los agravios en una apelación.


La teoría de los agravios implícitos, cuyos fundamentos y desarrollos
jurisprudenciales nos proponemos exponer en el presente trabajo, se inscribe
fundamentalmente en las enseñanzas del Maestro Enrique Vescovi, quien en su libro
Derecho Procesal Civil, la esbozara con su claridad y precisión técnica habituales. El
fundamental legado de Vescovi en esta materia ha sentado las bases para una teoría
que presenta tantas particularidades como problemas de compatibilización con las
normas y principios de Derecho Procesal. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia
(en adelante, S.C.l) ha recurrido en una gran cantidad de casos a ella como
fundamento de sus sentencias y, por ende, un análisis de estos antecedentes
jurisprudenciales resulta indispensable para comprender cabalmente el instituto y sus
proyecciones prácticas.
La expresión de agravios constituye una necesidad, en tanto constituye la medida de
la apelación, lo cual, en otros términos, implica la articulación de una verdadera
pretensión de la segunda instancia. Este aspecto tiene medular importancia en lo que
se refiere al contenido de la segunda instancia, que va a estar acotado por los
agravios deducidos. En efecto, de conformidad con el principio tantum devolutum
quantum appellatum, los motivos de agravio enmarcan la medida de la apelación y el
Tribunal de alzada únicamente conocerá en los aspectos que la parte o las partes
han recurrido, so pena de incurrir en vicio de incongruencia. Por ende, debe existir
una imprescindible correlación entre las quejas del recurrente o sus agravios y la
decisión del órgano de segunda instancia En virtud de ello, y considerando que el
recurso de apelación es un verdadero acto de proposición de la segunda instancia,
debe cumplir los mismos requisitos y respetar los mismos parámetros que los
requeridos para los actos de proposición de la primera instancia. Entre ellos, se
incluye la aplicación de las mismas reglas de interpretación de la demanda, su
modificación, la invocación de hechos nuevos y la debida correspondencia entre
pretensión y sentencia.

Bibliografía

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Análisis artículo por artículo. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.

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1980, Título Primero, Capítulo I

SOTERO GARZÓN, Martín (2016). «Comentario al artículo 446 del Código Procesal
Civil». En: Código Procesal Civil comentado por los mejores especialistas.
Análisis y comentarios artículo por artículo, Tomo III, pp. 649-662.

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