Capitulo I
Capitulo I
Capitulo I
Cuando leemos una casación emitida por la Corte Suprema es muy usual, en
el plano de derecho civil, que uno de los recurrentes evoque la vulneración al
derecho a la tutela jurisdiccional de forma general sin precisar que contenido
esencial del derecho se ha vulnerado. Si bien es cierto que nuestra
Constitución Política del Perú lo menciona de manera general al igual que
nuestro Código Procesal Civil, también lo es su acogimiento por parte de la
jurisprudencia nacional y la doctrina mayoritaria, puesto que han desarrollado
que el contenido de la tutela jurisdiccional efectiva se circunscribe en: acceso
a la justicia, garantías mínimas, resolución fundada en derecho y posibilidad
de ejecución.
1.3. Demanda
Se trata de la pretensión procesal que está constituida por una manifestación
inequívoca de la voluntad, que el demandante eleva ante un juez en
manifestación de su derecho de acción y que coincide con el derecho
sustancial, pretensión que genera un proceso judicial al que se le aplicará un
procedimiento regulado previamente en alguno de los códigos y que obligará
al juez a pronunciarse frente a ella a través de una sentencia como acto
procesal exclusivo del mismo. En el Diccionario de la Real Academia
Española, se encuentra que la etimología de la palabra demanda significa
súplica, petición, solicitud.
1.4. Pretensión
La pretensión es una figura eminentemente procesal, que consiste en realizar
una manifestación de voluntad ante el ente jurisdiccional, para hacer valer
un derecho o pedir el cumplimiento de una obligación. Principalmente un acto
jurídico que da lugar a la iniciación del proceso, pues esta manifestación se ve
plasmada en la demanda del actor o demandante, quien en ejerciendo
una acción legal pretende que el Juez le reconozca un derecho y se provea
hacia el reo o demandado de manera coercitiva.
1.5. Acción
Es una actividad jurídica por naturaleza, puesto que origina relaciones
jurídicas, derechos y obligaciones, cargas y facultades. Es un derecho
subjetivo y no un simple poder o una facultad inherente al derecho de la
libertad o la personalidad, que pertenece a todas y cada una de la personas
físicas o jurídicas que quieren recurrir al Estado para que les preste el servicio
público de su jurisdicción, cualquiera que sea la razón o el derecho material
que aleguen; esas cuestiones deben examinarse sólo para determinar si la
sentencia debe ser de fondo o mérito y favorable o desfavorable al
demandante, o excepciones previas cuando la ley lo autorice; pero no pueden
excluir la titularidad de la acción.
CAPITULO II
Saneamiento procesal
2.1. Concepto de saneamiento
Es bastante conocido que el saneamiento procesal tiene como finalidad depurar
vicios y/o cualquier otra incidencia originada con posterioridad a la contestación
de demanda. Ergo, el saneamiento procesal impide que tales “vicios o
impedimentos no saltaran a la luz recién en la sentencia” (Ariano Deho, 2013,
pág. 92). Si esto es así, se podría entender que el juez se pronuncia, en dicha
sentencia, sobre lo realmente discutido en el proceso, evitando,
excepcionalmente, realizar un nuevo juicio de validez de la relación procesal. En
ese sentido, cuando el juez declara saneado el proceso, la consecuencia es la
validez de la relación jurídico-procesal, es decir, estamos hablando de
un proceso válido. Y para declarar un proceso válido, se entiende que el juez ha
tenido que revistar todo el proceso.
El artículo IX in fine del Título Preliminar del Código Procesal Civil recoge el
principio en comento cuando erige: “Las formalidades previstas en este Código
son imperativas. Sin embargo, el Juez adecuará su exigencia al logro de los fines
del proceso. Cuando no se señale una formalidad específica para la realización
de un acto procesal, éste se reputará válido cualquiera sea la empleada”. En
cuanto a la alegación del perjuicio sufrido, la parte perjudicada en la
fundamentación de la nulidad debe precisar con claridad cuál es el vicio o
incumplimiento de la formalidad que le causa agravio. No es correcta una
invocación genérica, como aseverar lacónicamente que se le ha afectado la
defensa en juicio, y no explicando en qué consiste esa afectación.
Así, podríamos considerar que este deber judicial de fijar los puntos
controvertidos, con o sin propuesta de las partes, se sustenta en el principio de
dirección del proceso que ostenta el juez sobre el carácter dispositivo del
proceso civil. No cabe duda que son las partes las principales interesadas en el
desarrollo del proceso para que se resuelva la controversia o incertimbre jurídica
que los involucra. Sin embargo, no se debe de perder de vista que el principio de
dirección e impulso del proceso, que gobierna nuestro ordenamiento procesal,
privilegia el análisis y la importancia del proceso desde la perspectiva de su
función pública, es decir, como medio utilizado por el Estado para hacer efectivo
el derecho objetivo y concretar finalmente la paz social en justicia”. Por lo
expuesto, si bien podría entenderse que el abandono procesal, como sanción a
la falta de actividad de las partes, se sustenta en el referido carácter dispositivo
del proceso, tal situación no podría operar si la dilación es imputable al juez. Es
más, tampoco podría prosperar el abandono si es el demandado el que busca
favorecerse de su propia inactividad en tanto el deber de ayudar de oficio a que
el proceso no continúe estancado, no es únicamente atribuible al juez, sino
también a las partes.
Este es un criterio propio del derecho general, ahora bien, lo que se tutela no es el
caso específico, sino el derecho que se desea hacer valer; el caso particular y
específico en verdad es conocido por el juez y el derecho, tutelado.
CAPITULO III
Excepciones y defensas previas
3.1. Concepto de excepción
La excepción es aquel mecanismo de defensa con el que cuenta el demandado
frente al demandante, por medio del cual se denuncia la falta de un
presupuesto procesal (requisitos de admisibilidad y requisitos de procedencia) o una
condición de la acción (interés para obrar o procesal y legitimidad para obrar).
Monroy considera a la excepción como «un instituto procesal a través del cual el
emplazado ejerce su derecho de defensa denunciando la existencia de una relación
jurídica procesal inválida por omisión o defecto en algún presupuesto procesal, o el
impedimento de pronunciarse sobre el fondo de la controversia por omisión o defecto
en una condición de la acción». (Ídem) Señala Ledesma que la excepción es un
medio de defensa ejercida por el demandado, con la finalidad de poner de manifiesto
la deficiencia o inexistencia de una relación jurídica válida, a fin de paralizar el
ejercicio de la acción o a destruir su eficacia. (Ídem)
Si los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados por la ley,
son considerados absolutamente incapaces (art. 43 CC). El demandante o su
representante deberían tener quince años o menos para encontrarse inmersos en
esta causal que habilita al demandado a plantear una excepción por incapacidad
absoluta de ejercicio, incapacidad procesal en el caso concreto, es decir la
imposibilidad del demandante o de su representante de formular una pretensión
procesal.
Representación defectuosa o insuficiente del demandante o del demandado
La legitimidad para obrar alude a la “posición habilitante para ser parte del proceso” y
puede ser ordinaria o extraordinaria. Y en cualquiera de esas categorías puede ser
activa (en el caso del demandante) y pasiva (en el caso del demandado). (Sotero
Garzón, 2016, p. 656)
La legitimación procesal viene a ser la aptitud que tiene la persona para obrar
directamente en un proceso, ya sea como demandante o como demandado. Estas
aptitudes que deben tener las partes se relacionan íntimamente con los presupuestos
procesales, en especial con aquellos que se exigen para el ejercicio de la acción.
(Ledesma Narváez, 1994, p. 459)
Litispendencia
La razón de esta excepción se sustenta en la necesidad de evitar que una misma
pretensión sea objeto de un doble conocimiento, con la consiguiente posibilidad que
sobre ella recaigan sentencias contradictorias. (Ledesma Narváez, 2008, p. 460)
Cosa juzgada
Desistimiento de la pretensión
Con ella el demandado manifiesta al juez que el demandante -antes del actual
proceso-, inició otro en el cual decidió renunciar definitivamente a continuar haciendo
uso del órgano jurisdiccional contra el mismo demandado y sobre la misma
pretensión. Por esta razón, a3endiendo a una declaración expresa de renunciabilidad
definitiva de su pretensión, el demandante -en opinión del excepcionante- no puede
iniciar otra demanda contra él, precisamente porque ya no tiene interés para obrar,
ya lo agotó en el anterior proceso en el cual se desistió de su pretensión. (Monroy
Gálvez, 1994, pp. 126-127)
En lo sucesivo las mismas partes no podrán promover otro proceso por el mismo
objeto y causa. En caso de intentar un nuevo litigio con las identidades descritas, el
demandado podría oponer la excepción del desistimiento de la pretensión con la
prueba documental de la existencia del proceso donde exista la resolución que
admite dicho desistimiento, pero siempre y cuando hubiese operado dicho
desistimiento en un proceso contencioso. (Ídem)
Por tanto, el desistimiento de la pretensión consiste en la renuncia del demandante
de un derecho material por ya no tener necesidad de tutela jurídica (interés para
obrar), dando con ello por concluido el conflicto trabado con el demandado.
Por falta de interés para obrar, el demandado puede deducir excepciones alegando
que en un anterior proceso llegó con el demandante a un acuerdo en el cual, ante un
órgano jurisdiccional, aceptaron la propuesta de acuerdo que este -el órgano
jurisdiccional- les hizo, es decir, conciliaron; o que antes del proceso o durante el
transcurso de uno anterior, llegó con el demandante a un acuerdo sobre sus
diferencias patrimoniales, otorgándose ambas concesiones recíprocas, es
decir, transigiendo. Como es evidente, si algunas de las dos situaciones antes
descritas se producen no queda duda que no puede iniciarse otro proceso para
discutirse las pretensiones que fueron conciliadas o transigidas. (Monroy Gálvez,
1994, p. 127)
Caducidad
En una demanda hay cuando menos una pretensión, es decir, una manifestación de
voluntad por la que alguien exige algo a otra. Por cierto, para que tal pretensión
pueda estar contenida en una demanda judicial, es necesario que tenga como
fundamento un derecho reconocido en el sistema jurídico. La caducidad es una
institución del derecho material referida a actos, instituciones o derechos, siendo en
este último caso de uso más común e interesante para el proceso. Se caracteriza
porque extingue el derecho material como consecuencia del transcurso del tiempo.
(Monroy Gálvez, 1994, p. 127)
Prescripción extintiva
Convenio arbitral
Es decir, el pacto privado por medio del cual cual las partes deciden someter a la
jurisdicción arbitral los eventuales conflictos que puedan surgir entre ellas (convenio
arbitral), excluye la jurisdicción del juez natural siempre y cuando el demandado lo
advierta y plante la excepción de convenio arbitral, caso contrario se presumirá iuris
tantum la renuncia al fuero arbitral.
Para Carrión Lugo, las defensas previas constituyen medios procesales a través de
los cuales el demandado solicita la suspensión del proceso hasta que el actor realice
la actividad que el derecho sustantivo prevé como acto previo al planteamiento de la
demanda. Según Monroy Gálvez, la defensa previa es aquella que sin constituir un
cuestionamiento a la pretensión y tampoco a la relación procesal, contiene un pedido
para que el proceso se suspenda hasta tanto el demandante no realice o ejecute un
acto previo. La defensa previa no ataca la pretensión sólo dilata al proceso y su
eficacia, a veces incluso de manera definitiva.
Entonces, en determinados casos, antes del inicio del proceso civil se debe cumplir
con el requisito de procedibilidad establecido en la ley sustantiva (entiéndase por
ésta al Código Civil), ya que su no cumplimiento originaría que la formulación de una
defensa previa suspenda el proceso hasta que se cumpla con dicho requisito.
La solución del Código Civil coincide con la del artículo 1830 del Código Civil
español. En tal sentido se otorga ex lege a favor del fiador el beneficio de excusión
salvo que:
CAPITULO IV
Medios impugnatorios
Los medios impugnatorios son mecanismos que la ley concede a las partes y
terceros legitimados para solicitar al órgano jurisdiccional que se realice un nuevo
examen, por el mismo Juez o por otro de jerarquía superior, de un acto procesal con
el que no se está conforme o porque se presume que está afectado por vicio o error,
a fin de que se anule o revoque, total o parcialmente.
Los medios impugnatorios son actos procesales de la parte que se estima agraviada
por un acto de resolución del juez o tribunal, por lo que acude al mismo o a otro
superior, pidiendo que revoque o anule el o los actos gravosos, siguiendo el
procedimiento previsto en las leyes. El fundamento de la impugnación se encuentra
en la posibilidad de injusticia, por la existencia de un error, que puede ser corregido o
anulado por el mismo órgano jurisdiccional o superior, brindando de esa forma la
debida garantía al justiciable.
Por otro lado, en el Perú por lo menos, la palabra recurso se ha envilecido, al punto
que se usa para nombrar a cualquier escrito que se presenta en un proceso,
perdiéndose su acepción específica. Sin embargo, esta "popularidad" del concepto
tiene como origen un error en la traducción de los libros de los autores italianos
clásicos. La palabra "ricorsi" significa en italiano escrito y la palabra "recurso"
significa recurso en el exacto sentido del concepto. Lamentablemente, una palabra
subsumió a la otra, de tal suerte que todo se tradujo como recurso, generando así el
uso indebido que hoy observamos.
Pero, si el efecto devolutivo significa que la apelación ha sido concedida "en un solo
efecto", entonces el suspensivo significa que ha sido concedida "en doble efecto".
Pero si esto es así, estamos afirmando que cuando una apelación ha sido concedida
en doble efecto, debemos entender que ha sido concedida en efecto suspensivo y
¡también en efecto devolutivo. Sin embargo, advertimos que tal situación es un
imposible jurídico, un juez no puede tener suspendida su competencia y tener
competencia a la vez. En consecuencia, los conceptos "un solo o doble efecto" son
irreales, inadecuados y engañosos. Este criterio defectuoso se origina, creemos, en
el error de considerar que los efectos de la apelación están ligados a la competencia
del juez inferior. Nos parece que la competencia del juez inferior no está en cuestión
durante la tramitación de una apelación, lo que si está en disputa es la eficacia de la
resolución apelada.
el objeto impugnable.
el medio de impugnación.
Bibliografía
Baluga Bello, C., & Elizalde Bulanti, L. (2005). AGRAVIOS IMPLÍCITOS. Revista de
la Facultad de Derecho, (24),45-60. https://www.redalyc.org/articulo.oa?
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CARRIÓN LUGO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Civil. Lima, 2000. Ed. Grijley.
p. 504.
COUTURE, Eduardo J.- "Fundamentos del Derecho Procesal Civil".- Ed. Depalma,
Buenos Aires, 1978
LIEBMAN, Enrico Tulio: "Manual de Derecho Procesal Civil",- EJEA, Buenos Aires,
1980, Título Primero, Capítulo I
SOTERO GARZÓN, Martín (2016). «Comentario al artículo 446 del Código Procesal
Civil». En: Código Procesal Civil comentado por los mejores especialistas.
Análisis y comentarios artículo por artículo, Tomo III, pp. 649-662.