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Hago expreso mi agradecimiento a la Lic.

Bibiana Del Bianco


por haber dejado siempre abierta la puerta para ir a jugar,
permitiéndonos reencontrarnos con nuestro niño interior.
Parte del contenido teórico que aquí se expone, es de su
autoría.

1
Unidad I
Arrancamos…?
En esta asignatura abordaremos las alteraciones de la comunicación, el lenguaje y el
habla en niños. Este es, básicamente, el núcleo temático de la materia; ahora bien, dada la
complejidad del lenguaje en sí y las perturbaciones que lo afectan de manera directa o
indirecta, es necesario hacer algunas aclaraciones a priori de dar inicio:
1) Considerando las diferencias esenciales que existen entre las alteraciones del
lenguaje en el niño y el adulto, es que nos dedicaremos al estudio de las
afecciones lingüísticas del niño (signadas por la variable evolutiva), y los
procedimientos específicos adecuados a esta singular etapa del desarrollo
humano.
2) Estudiar el lenguaje desde el ángulo particular de su patología puede ser de
gran riesgo, pues existe la posibilidad de quedar “atrapados” en el lugar del
déficit, la dificultad, la enfermedad. De ahí que el enfoque con el que se
abordarán los distintos contenidos es esencialmente sanitarista y humanista,
partiendo de la salud y priorizando la consideración de las características
positivas de cada organización que surge desde el momento mismo de
actuación de la noxa y forma parte esencial de la personalidad global del niño.
3) Para comprender las dificultades del lenguaje en el niño y los diversos
procedimientos y técnicas de evaluación del mismo, es esencial un
conocimiento y manejo fluido de las características del lenguaje normal, su
desarrollo filo y ontogenético, los complejos procesos neurológicos y
psicológicos se que ponen en juego, etc; como así también de las
características propias de la niñez.
4) El objetivo de esta cátedra es brindar la posibilidad de identificar claramente
las dificultades del lenguaje, realizando diagnóstico certeros y responsables,
pero evitando la roturación, el encasillamiento, dejando siempre el espacio
necesario para que cada niño nos sorprenda, nos interrogue, nos cuestione…
aún en nuestras categorías teóricas, en nuestro “saber” y en nuestro “ser”.
Desde esta perspectiva, asumimos nuestra función como terapeutas del
lenguaje a partir de la humildad, desechando toda forma de omnipotencia. Es
allí donde radica toda eficacia posible.

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Introducción
Hablar de voz, palabra, lenguaje es referirnos a la “comunicación humana”, que es oral
o verbo-vocal por excelencia. Por otro lado, el objeto de la Fonoaudiología es el estudio de la
comunicación humana, normal y patológica, y los procedimientos esenciales para su
restablecimiento y mejoría.
De acuerdo a esta definición, es una ciencia antropológica, pues el estudio del
lenguaje es el estudio mismo del hombre. Más aún, entendemos que es una ciencia
profundamente humanista.
Así, es oportuno fijar un marco conceptual y filosófico acerca de lo que afirmamos al
respecto de la realidad personal y social del hombre.

El hombre, ser personal capaz de desarrollar plenamente su pensamiento y libertad


para una participación activa en la sociedad, construyendo la historia, produciendo
cultura, transformando la sociedad y humanizando el mundo (Freire, 1968).

1) El hombre es, entre todos los seres vivos, el que nace más indefenso. Comparándolo
con la riqueza instintiva del animal es un ser deficitario. No obstante, no tarda en
manifestar su superioridad. Su inicial dependencia, su visión mágica del mundo deja
paso a una imagen antropocéntrica y personalista. Esta concepción del mundo y la
existencia humana como historia dinámica, librada al dominio de la libertad del
hombre (una realidad por hacer, por crear por, por construir) es prevalentemente
racional.
Ahora bien, todo hombre tiene acceso al mundo, a las cosas que hay en él y a lo que en él
acontecen por medio del lenguaje. El lenguaje es la herramienta que permite distanciarse de
la realidad para comprenderla y dominarla. Pavlov lo llamará 2º Sistema de Señales.
El lenguaje contiene la experiencia del mundo, antes de que acceda a ella el individuo. Nadie
tiene que empezar de cero, pues todos encontramos, transmitida en el lenguaje, la herencia
de la historia.
2) Aristóteles habla del hombre como animal metafísico, un animal que se pregunta y se
responde. El logro del lenguaje le posibilita preguntarse no sólo por las cosas, sino
por sí mismo, y así descubrirse como sujeto frente a los objetos. El hombre no es un
qué sino quién, y no es algo sino alguien.

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W. Heidegger considera el lenguaje como fundamento del ser humano, ya que posibilita al
hombre la entrada en el ámbito de la existencia. En su tratado sobre el humanismo escribe:
“el hombre es un ser vivo, no porque junto a otras capacidades posee el habla, sino más bien
porque el lenguaje es la casa del ser, de modo que, habitando dentro de ella, el hombre
existe”.
3) Este preguntarse por el mundo y por sí, es también preguntarse por el otro, su
semejante. El otro no se presta a ser “objetivado” por la conciencia, sino que sólo es
abordable en una relación igualitaria, a través de la comunicación, del diálogo, del
intercambio.
Esta disposición natural de apertura a los demás, es la dimensión social esencial al hombre;
que se siente impulsado a interrelacionarse personalmente, a asociarse, a integrarse en una
comunidad.
Superando extremismos tales como el individualismo (Descartes-Nietzsche) o el
colectivismo (Marx-Hegel) que minimizan y aún niegan las dimensiones societarias e
individual del hombre, respectivamente, el hecho es que la verdad más profunda de éste es
su relación con los otros. En encuentro con el otro, y las relaciones humanas en general,
penetran profundamente en la estructura de la persona y constituyen, en gran parte, el
camino de su realización. Este fenómeno de intercambio, interrelación, es la comunicación.
4) La comunicación es un proceso complejo que implica la elaboración de un mensaje
por parte del emisor, la posibilidad de expresión del mismo en forma inteligible, un
código común, la captación del mensaje por parte del receptor, la comprensión del
mismo y la elaboración de una respuesta. El proceso se reinicia alternando los roles,
o bien repitiendo el mismo esquema.
El hombre se comunica siempre de manera simbólica. Se expresa por su cuerpo, por sus
gestos y por sus palabras. El símbolo manifiesta visible o tangiblemente una realidad
invisible o abstracta. Los símbolos por los cuales una persona se expresa, nos impactan y
suscita en nosotros la interpretación, una búsqueda de su significado. La captación o
percepción del sentido de los símbolos supone una actitud de acogida personal. No
obstante, los símbolos revelan a la persona, estos dejan un margen bastante amplio para
interpretaciones diferentes y hasta contradictorias. Así la comunicación simbólica, mímica y
gestual se complementa y perfecciona con el signo lingüístico.
5) El lenguaje es un sistema de signos por el cual el hombre comunica a sus semejantes
lo que siente y piensa, es decir su propia interioridad. Saussure lo define como “un

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sistema de signos que expresan ideas”; Quiroz como “un proceso simbólico de
comunicación, pensamiento y formulación”.
Los signos lingüísticos según Saussure son el resultado de la combinación de un concepto
(significado) con una imagen acústica (significante). La palabra traduce la interioridad del
hombre con justicia, precisión, claridad. La palabra une, abre, provoca respuesta; descubre
claramente la estructura dialogal e interpersonal de la existencia humana.

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¿Qué es ser niño?
La concepción de lo que es ser niño ha sido ampliamente debatida a lo largo de la
historia y en diferentes ámbitos. En base a esto, numerosas teorías y enfoques han
abordado a la niñez desde diversas perspectivas, ofreciendo visiones que aluden a su
naturaleza, características y necesidades. Hagamos un breve recorrido...
Por mucho tiempo la niñez fue vista, principalmente, como un estado de inmadurez e
imperfección. Los niños eran considerados como seres débiles, indefensos y necesitados de
protección. Philippe Ariès, en su obra "El niño y la vida familiar en el antiguo régimen",
expone que en la Edad Media no había una clara separación entre la infancia y la edad adulta,
y los niños eran tratados como adultos en miniatura. Según Gillis, los niños del siglo XVI
“participaban de la vida adulta, llevaban la misma ropa, dormían con los adultos, trabajaban
en las mismas faenas e incluso jugaban lo mismo”, estableciéndose una marcada falta de
diferenciación.
Durante el siglo XVII se destacó el filósofo John Locke, quien defendió la idea de que
los niños nacen como una "tabula rasa", en blanco, sin conocimientos previos, donde nada
está escrito, y que su mente es moldeable a través de la educación y la experiencia.
Posteriormente, en el siglo XVIII, el pensador Jean-Jacques Rousseau, sostuvo que los niños
son seres inocentes, buenos por naturaleza, cuya educación debía ser guiada por las
necesidades del niño, y no por las normas y convenciones sociales.
A lo largo de los siglos XIX y XX, la concepción de la niñez experimentó una serie de
cambios significativos, reflejo de las diferentes perspectivas sociales, políticas y culturales
de la época, surgiendo así otras concepciones de niñez:
- Niño como objeto de estudio científico: Durante el siglo XIX, surgieron las primeras
investigaciones científicas sobre la niñez. El médico francés Jean-Marc-Gaspard
Itard y el psicólogo suizo Jean Piaget fueron algunos de los primeros en estudiar el
desarrollo infantil desde una perspectiva científica. Itard se enfocó en el estudio de
niños sordos, mientras que Piaget desarrolló su teoría del desarrollo cognitivo,
sosteniendo que los niños construyen activamente su propio conocimiento a través
de la exploración y experimentación. Estas investigaciones contribuyeron a
establecer la idea de que la niñez es una etapa fundamental en el desarrollo humano,
y que es necesario estudiarla de manera sistemática y rigurosa.
Otras concepciones han cuestionado esta visión, resaltando la importancia de
considerar el contexto social, cultural y emocional en el que se desarrollan las

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niñeces. De este modo, autores como Lev Vygotsky (1934) destacaron el papel de la
cultura y del lenguaje en el desarrollo cognitivo de los niños.
- Niño como objeto de protección: A finales del siglo XIX y principios del XX, se
manifestaron diversos movimientos sociales que promovían la protección y el
bienestar de los niños. Una de las referentes más importantes fue la pedagoga
italiana María Montessori, quien defendía la idea de que los niños debían ser
tratados con respeto y consideración, sosteniendo que el cerebro del niño funciona
de manera diferente al de un adulto, y que la infancia es una etapa crítica para el
desarrollo individual.
- Niño como objeto de control y disciplina: Durante el siglo XX, surgieron
concepciones de la niñez que enfatizaban la necesidad de disciplinar y controlar a los
niños para garantizar su éxito en la vida. Uno de los referentes más importantes en
este sentido fue el psiquiatra estadounidense Bruno Bettelheim (1961), quien
promovía la idea de que la disciplina y el control eran esenciales para que los niños
pudieran desarrollar su potencial humano. Esta disciplina no debía ser punitiva, sino
un proceso educativo que ayude al niño a comprender las consecuencias de sus
acciones.
Otras concepciones, como la de Carl Rogers, resaltaron la importancia del cuidado
emocional y el respeto por la individualidad de los niños, sosteniendo que necesitan
ser aceptados y valorados incondicionalmente por los adultos, y que la empatía y la
comprensión son fundamentales para establecer una relación de confianza y afecto.
- Niño como objeto de consumo: Durante la segunda mitad del siglo XX, la niñez se
convirtió en un objeto de consumo en la cultura occidental. Los niños comenzaron a
ser vistos como un mercado potencial para la venta de juguetes, ropa y otros
productos. Uno de los referentes más importantes en este sentido fue el
psicoanalista francés Jacques Lacan, quien se interesó por el estudio de la
subjetividad humana y la manera en que se construye a través del lenguaje y la
cultura. Desde esta perspectiva, argumentaba que la sociedad moderna estaba
creando una cultura del consumo que alienaba a los niños y les impedía desarrollar
una subjetividad auténtica.
La licenciada Bibiana Del Bianco destaca que el niño es una persona con derechos
iguales a los del adulto, y busca igualdad de oportunidades. Es una realidad única, una
totalidad y una distinción individual. Este hecho representa un desafío para nosotros al

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considerar al niño desde dos marcos referenciales: su presente, como un niño en sí mismo, y
su futuro, como una semilla del desarrollo. Sostiene que a menudo nos referimos a él con
términos tales como "futuro" o "promesa del mañana", pero en la vida diaria, el niño es un
sujeto pasivo y olvidado al tomar medidas para promover su desarrollo normal y satisfacer
sus necesidades básicas.
En términos generales, la concepción de lo que es ser niño es compleja y se ve
influida por múltiples factores. Cada teoría o enfoque aporta su propia perspectiva, pero
ninguna de ellas puede ser considerada de forma aislada o excluyente. La tarea de los padres
y demás personas que trabajan para con niños consiste en reconocer la complejidad de este
proceso de desarrollo y formación, y en proporcionar un entorno seguro, respetuoso y
enriquecedor que fomente el crecimiento y el bienestar.

Crecimiento, desarrollo y maduración:


El tránsito del "hoy al mañana" del niño, es decir, el proceso por el cual crece y se
desarrolla, ha sido objeto de estudio por la Psicología Evolutiva.
De todos los seres vivos, el hombre es el que nace más indefenso, desprotegido.
Comparándolo con la riqueza instintiva del animal, es un ser deficitario que paulatinamente,
y con gran rapidez y eficacia, no tardará en manifestar su superioridad. Al respecto, el
psicoanalista británico Donald Winnicott introduce el concepto de "cachorro humano" para
referirse a los seres humanos en sus primeras etapas de desarrollo, equiparándolos con los
cachorros de algunas especies animales. Para este autor, los cachorros humanos nacen en
un estado de inmadurez física y psicológica, dependiendo completamente de sus cuidadores
para sobrevivir y desarrollarse adecuadamente. Así como los cachorros de otras especies
necesitan ser alimentados, protegidos y estimulados para desarrollar sus capacidades, los
seres humanos también requieren de un ambiente cálido y seguro, así como de interacciones
afectuosas y estimulantes para crecer y desarrollarse.
El crecimiento, el desarrollo y la maduración son conceptos fundamentales en el
estudio del ser humano y se refieren a procesos interrelacionados pero distintos que
ocurren a lo largo del ciclo vital. Veamos de qué se tratan.
Crecimiento: se refiere al aumento en tamaño y peso de estructuras del cuerpo
humano, sin modificaciones funcionales importantes. Es decir que implica incremento de las
capacidades existentes, sin variación en su tipo. En general alude al crecimiento físico, el

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cual ocurre de manera más acelerada durante la infancia y la adolescencia, y se estabiliza en
la edad adulta.
Maduración: Hace referencia a la adquisición de habilidades y competencias
específicas que ocurren como resultado de la interacción entre la herencia y el ambiente, de
acuerdo a un orden o secuencia establecida. Supone cambios en las funciones; aparición de
capacidades nuevas que pueden aparecer casi espontáneamente (marcha), o requerir una
estimulación especial del medio (lenguaje).
Desarrollo: se refiere a los cambios en las capacidades físicas, cognitivas, sociales y
emocionales que ocurren a lo largo del ciclo vital, es decir, al proceso en su totalidad. Es la
evolución del ser humano, desde su nacimiento hasta la muerte. Implica una continua
diferenciación y organización de las adquisiciones recientes y los procesos ya establecidos
en niveles cada vez más complejos.
Como se nombró anteriormente, distintas escuelas estudian el desarrollo del niño a
partir de enfoques variados dados por sus mentores: Freud, Piaget, Wallon, Spitz, Gesell;
estableciendo parámetros más o menos cuali-cuantitativos para medir/comparar ese
desarrollo.

Factores del desarrollo:


El desarrollo humano es un proceso complejo que está influenciado por una variedad
de factores. El niño, desde su nacimiento, cuenta con un bagaje congénito que lo identifica
como individuo de la especie, pero para el logro de todos los atributos y funciones
superiores que le competen a su humanidad, necesita de otros seres humanos que lo
“sostengan” en su desarrollo evolutivo, y más genéricamente de un medio que le
proporcione las oportunidades para que ese desarrollo evolutivo se cumpla. Así, el
desarrollo está determinado por el interjuego de factores intrínsecos que son inherentes al
individuo (herencia biológica, genética) y extrínsecos, que provienen del entorno
(educación, cultura, nutrición, ambiente físico, etc.). Así, por ejemplo, la genética puede
establecer ciertos patrones de desarrollo, pero la nutrición y el ambiente social pueden
afectar la velocidad y el grado de ese desarrollo.

● Factores innatos o genéticos:


Cada individuo nace con la posibilidad de alcanzar un determinado nivel mental, con
aptitudes o talentos especiales, con un “ritmo” o tiempo madurativo, con determinado

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grado de plasticidad. Se trata de un “potencial de base”, fruto esencialmente de lo heredado,
lo dispuesto genéticamente. Estos factores genéticos determinan la maduración que
determinará, a su vez, el momento de aparición de cada función específica; no obstante,
cuando se ha producido la maduración de una función es la ejercitación lo que promueve el
desarrollo de la misma.
Entre los factores innatos del desarrollo se incluyen:
- Genes: segmentos de ADN que se heredan de los progenitores y que
contienen información para la síntesis de proteínas y otros componentes
celulares, los cuales determinan características individuales tales como el
color de ojos, el tipo de cabello, la estatura, entre otras.
- Enfermedades genéticas: son trastornos que se producen como resultado de
mutaciones en los genes, pudiendo afectar el desarrollo y repercutir en la
salud de un individuo.
- Desarrollo cerebral: el cerebro es el órgano encargado de controlar el
desarrollo y la función de los demás órganos del cuerpo. Durante la gestación
y la infancia, este órgano experimenta un desarrollo acelerado que
determinará la capacidad cognitiva y emocional del individuo a lo largo de su
vida.

● Factores adquiridos o ambientales:


Los factores externos que promueven situaciones de experiencia y aprendizaje,
influyen decisivamente sobre el desarrollo del ser humano, puesto que proporcionan (o no)
los estímulos y las oportunidades adecuadas para que se cumpla el proceso evolutivo. El
aparato psíquico presenta un armado fundamentalmente extrauterino: las necesidades
biológicas, pautas madurativas, se establecen en total interrelación con el mundo externo.
Particularmente, en sus primeros meses y año de vida, el niño por su inmadurez es
sumamente sensible al modelado, a la influencia conformadora de los demás y el medio en
general que puede o no proveer adecuadamente a las necesidades del desarrollo: físicas,
afectivas, sociales, cognitivas.
Decir medio, implica la consideración del ambiente natural (ecología), la situación
socioeconómica (nutrición, acceso a los recursos de salud y educación, etc.) y las pautas
culturales (constelación familiar, educación, creencias, normas sociales etc.). Todas estas
valencias modelan el desarrollo personal del niño. En ocasiones, el niño vive en un medio

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estimulante, propicio, pero es inmaduro por falta de experiencias, situaciones de
interacción entre el organismo y su ambiente. Esta carencia de experiencia puede deberse a
inhibiciones propias de niños, o bien a restricciones del ambiente (medio represivo,
sobreprotector). Las experiencias promueven nuevos aprendizajes, entendiendo por
“aprendizaje” un proceso de ajuste, adaptación al medio. Es un camino del potencial propio,
un refuerzo o consolidación, una modificación de esquema que se posibilita a través de la
experiencia.
Algunos factores externos del desarrollo son:
- Ambiente físico: incluye factores como la calidad del aire, la exposición a
sustancias tóxicas, el ruido, la temperatura, la iluminación, la calidad del agua
y otros aspectos relacionados con la salud y el bienestar físico.
- Ambiente social: se refiere a la calidad de las relaciones que el individuo
establece con los demás, como la familia, los amigos, los compañeros de
trabajo o de estudio, entre otros.
- Cultura y valores: transmitidos por la sociedad y la comunidad en la que vive
el individuo, también pueden influir en su desarrollo. Estos aspectos pueden
incluir las normas, las creencias, las costumbres y las tradiciones, entre otros.
- Educación y aprendizaje: el acceso a la educación y la calidad de la enseñanza
pueden incidir en el desarrollo cognitivo, emocional y social.
- Experiencias de vida: tanto las positivas como las negativas pueden influir en
el desarrollo del individuo. Por ejemplo, eventos traumáticos o estresantes
pueden tener un impacto negativo en su desarrollo, mientras que las
experiencias positivas pueden ayudar a fomentar el crecimiento y el
bienestar.

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Juego y desarrollo
El juego es la actividad fundamental del niño. Por medio de éste, adquiere y/o ejercita
habilidades físicas, cognitivas, emocionales y sociales, explora su entorno, experimenta con
diferentes situaciones y objetos, desarrolla su imaginación y creatividad, aprende a resolver
problemas y a interactuar con los demás. Se apodera del mundo que le rodea.
Al jugar, el niño no es consciente de la utilidad que esta actividad tiene, no lo hace por
imposición ni para lograr nuevos aprendizajes, sino que juega simplemente para satisfacer
una necesidad tan vital en esta etapa, como lo es alimentarse, y en eso encuentra un placer
gratuito y maravilloso.
El juego y los juguetes existen en todas las culturas, con variantes lógicas, pero lo
significativo es la universalidad del juego, lo que habla a las claras de lo imprescindible de su
función. Por otra parte, el juego constituye una actividad superior, propia de seres
superiores. Si bien aparece en muchos animales, toma características diferentes según el
grado de evolución de cada especie, y siempre guarda un estrecho vínculo con los instintos
propios de esta. En el niño, lo que caracteriza esencialmente al juego, es la variedad, la
improvisación, la flexibilidad en su adaptación a las circunstancias y a su evolución.
Diversos autores han destacado la importancia del juego en el desarrollo infantil.
Piaget, por ejemplo, sostuvo que el juego es una actividad esencial en la construcción del
conocimiento y el desarrollo cognitivo del niño. Por su parte, Vygotsky resaltó la
importancia del juego en el desarrollo del lenguaje, la imaginación y la creatividad, y señaló
que el juego compartido es una forma efectiva de aprendizaje social y emocional.
Si prestamos atención al juego (como acción) en las distintas etapas evolutivas,
observamos que esta actividad está determinada por las características del desarrollo
afectivo e intelectual, y que el medio contribuye a la misma favoreciéndola, enriqueciéndola,
brindándoles la “magia” necesaria; o bien, opacando la inventiva y creatividad, no dejando
espacio para éstas, y por ende, reprimiendo el placer de “jugar por jugar”. Si bien es sabido
que en medios socioculturales muy carenciados los niños deben asumir prontamente
responsabilidades de adultos, lo cual limita su “tiempo” de juego; no menos cierto es el
hecho de que el medio sociocultural más alto frecuentemente los niños “pierden” o no
encuentran el placer gratuito de los simples juegos asfixiados por juguetes que lo hacen
todo menos favorecer la activa participación de aquellos.
En la actualidad, la tecnología está cambiando la forma en que los niños juegan.
Algunos autores han sugerido que el uso excesivo de la tecnología puede interferir en el

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desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas de los niños. Por un lado, el uso
de dispositivos electrónicos puede limitar la interacción social y la exploración física del
entorno, afectando negativamente el desarrollo de habilidades sociales y motoras en los
niños. Por otro lado, se ha señalado que la tecnología también puede tener efectos positivos
en el juego y el desarrollo infantil. Por ejemplo, los videojuegos pueden mejorar el desarrollo
cognitivo y la resolución de problemas en los niños, y las aplicaciones educativas pueden
mejorar el aprendizaje y la motivación en la educación. De cualquier modo, es importante
que los padres y cuidadores supervisen y controlen el uso de la tecnología en el juego de los
niños, asegurándose de que se utilice de manera equilibrada.

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Referencias bibliográficas:
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● Winnicott, D. W. (1965). The maturational process and the facilitating environment:
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