7 PASOS PARA DETECTAR LA DISLEXIA, Ejercicios e Items
7 PASOS PARA DETECTAR LA DISLEXIA, Ejercicios e Items
7 PASOS PARA DETECTAR LA DISLEXIA, Ejercicios e Items
La detección precoz, por tanto, es esencial tanto para la reducción de la gravedad del
trastorno como para evitar las consecuencias emocionales que comporta tener una dificultad
de aprendizaje en un área que es tan esencial a nivel académico. Así mismo, el
desconocimiento de lo que les pasa como niños, afecta directamente su autoestima y
deteriora su estado anímico de forma progresiva, interfiere en la interacción con otros niños
y su sensación de incapacidad es mayor cuanto más tardemos en detectarlo. No hay persona
con dislexia que no haya pensado que la causa de su problema de aprendizaje era su baja
inteligencia, creencia totalmente errónea pero que les determina su relación con el mundo.
Detrás de muchos fracasos escolares y vitales podemos encontrar un trastorno de aprendizaje
no detectado.
Ante esta necesidad de respuesta inmediata a las necesidades de un niño con dislexia nos
preguntamos ¿cómo la podemos detectar? Aquí se exponen 7 indicadores que nos pueden
hacer sospechar que nuestro hijo/alumno presenta este tipo de dificultad:
El primer indicador es que el niño muestra un desarrollo normal y una inteligencia propia de
su edad, pero que tiene una dificultad muy importante para aprender a leer y a escribir, en
contraposición a otros aprendizajes generales y vitales, que ha integrado sin dificultad. Nos
extraña que le cueste tanto este aprendizaje y que manifieste tanto malestar a la hora de
enfrentarse a las letras y los textos.
El primer signo lo encontramos en etapa infantil, cuando el niño empieza a jugar con los
sonidos, las sílabas y las palabras (a través de rimas, ritmos, desglose en sílabas, por
ejemplo, todo a nivel oral) y luego a asociar esos sonidos con las letras que le corresponden,
integrando ya la grafía. Esta dificultad en la conciencia fonológica desencadena en el
desarrollo del aprendizaje de la lectura múltiples errores como omisiones de letra (no
lectura), sustituciones de letra (cambio) adiciones (añadir letras), Inversiones (leer /al/ en vez
de /la/), rotaciones (leer /b/ en vez de /d/). La lectura no es fluida, muchas veces silábica (en
edad no inicial), es vacilante, con repeticiones, la velocidad es baja y tiene dificultades para
comprender lo que ha leído.
Un niño con dislexia suele tener un pensamiento de claro predominio visual por encima del
lingüístico, integrando mucho mejor la información a través de las imágenes que a través de
las palabras. Aprende de forma más satisfactoria con estrategias y técnicas de estudio que
reduzcan el contenido verbal y se apoyen en lo visual, tales como mapas mentales, mapas
conceptuales, esquemas, fichas. Tienen dificultades para hacer resúmenes y sintetizar ideas,
discerniendo lo principal de lo secundario.
Además de las dificultades lectoras y escritoras un niño con dislexia suele tener dificultades
de acceso al léxico (encontrar palabras por ejemplo que empiecen por una letra determinada)
o presenta un vocabulario más bajo de lo esperable, dificultades en la secuenciación (por
ejemplo, aprender tablas de multiplicar, días de la semana, horas del reloj), en la
planificación y organización de tareas y suelen ser desordenados. Tienen muy buena
memoria a largo plazo, pero baja memoria de trabajo, pudiendo presentar olvidos de
información fácilmente. Pueden tener baja flexibilidad y dificultades para adaptarse a los
cambios.
Dado que la dislexia es un trastorno de neurodesarrollo con bases cognitivas compartidas con
otros, podrían presentar asociada a esta dificultad problemas de lenguaje oral importantes
(tanto expresivos como comprensivos, que nos harían sospechar de la presencia de un
trastorno del lenguaje primario), dificultades en motricidad fina y gruesa y en la
coordinación de movimientos y equilibrio (dispraxia) y/o problemas atencionales
significativos que van más allá al simple hecho de enfrentarse a material escrito, con
facilidad para distraerse, dificultades para seguir órdenes complejas, para mantener la
atención sostenida en un periodo de tiempo, malestar ante el esfuerzo mental o en la atención
a detalles y la concentración (déficit atencional).
7. Afectación emocional y/o comportamental
Cualquier niño con dislexia, presenta afectación emocional secundaria al estrés vivencial que
supone enfrentarse de forma continuada con tareas donde se pone en evidencia su problema
de aprendizaje. El desconocimiento de los que les pasa, hace que lo achaquen a la
inteligencia, se sienten inferiores a los iguales, mermando autoestima y generando problemas
emocionales como ansiedad, depresión, trastornos de conducta, problemas alimentarios y de
sueño, somatizaciones (malestar físico fruto de la tensión psíquica), etc. Suele estar irritable,
fácilmente pierde el control o llora, se repliega en sí mismo o dejan de comunicarse y cuando
lo hace frecuentemente explota. Para evitar esta angustia pueden mostrar mecanismos de
evitación, como no querer hacer las tareas, esconder información e incluso mentir ante notas
y deberes, para salvaguardar su estado emocional y no confirmar su sospecha “soy tonto”.
Por tanto, si tienes cerca un niño que presente un importante número de síntomas, informa a
la escuela y busca un especialista en neurodesarrollo que descarte o diagnostique la dislexia.
Es esencial la detección precoz para la compensación de su aprendizaje y para evitar secuelas
emocionales que, en muchos casos, acaban perdurando y afectando hasta la edad adulta.
Dificultades de aprendizaje:
Dificultad para aprender a escribir su nombre y para reconocerlo.
Dificultad en la adquisición de conceptos básicos sensorioperceptivos como los
colores, los tamaños o las formas.
Dificultades para asimilar conceptos relacionados con la orientación espacial y
temporal.
Dificultades en segmentación silábica y en la asociación entre grafema/fonema.
Dificultades en el reconocimiento del esquema corporal, (propiocepción).
Dificultades para aprender secuencias; abecedario, números, meses…
Dificultad para memorizar canciones y rimas infantiles.
Dificultades en el aprendizaje de las operaciones matemáticas y en el manejo del
reloj.
Motricidad y grafía:
Torpeza motriz, especialmente grafo-manual.
Movimientos gráficos invertidos, es decir, hacen los giros hacia la derecha.
Agarrotamiento de la mano cuando escriben.
Tienden a coger mal el lápiz y presionan demasiado sobre el papel.
Si han conseguido aprender los números y las letras hacia el último año de la Etapa
infantil, cosa poco común, presentarán numerosos errores, especialmente escritura en
espejo de letras y números, inversiones, confusiones entre grafemas, falta de
alineación de la escritura y tamaño irregular de las letras.
Dificultades para vestirse, abrocharse los botones y los cordones.
Habla como un niño más pequeño: Pronuncia mal las palabras, por ejemplo, patola en
vez de pelota, no habla mucho o parece conocer menos palabras que sus
Tiene dificultad para rimar: le cuesta encontrar la rima correcta en canciones infantiles
individuales.
Torpes a nivel motriz: torpeza al correr, saltar o brincar. Falta de control y manejo del
lápiz y las tijeras. Dificultad para abotonar y abrochar o subir un cierre o cremallera.
sociales.
En esta etapa los signos de dislexia serán más evidentes, pues se espera que los niños lean y
escriban más en cada curso escolar.
sonidos y para descifrar las palabras aprendidas: no está seguro de qué sonido tienen las
Parece confundido o aburrido con los libros: no le interesan los libros de sus
No puede recordar los detalles de lo que leyó: tiene que concentrarse tanto para leer
dificultando su memorización.
Mezcla el orden de las letras. Invierte letras, números y palabras: larampa en vez de
No toma o agarra bien el lápiz. Esto le genera mala letra y pobre caligrafía.
accidentes.
de atención.