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PERSPECTIVAS

Constitución y constituciones en Venezuela: a propósito de un libro de Jesús María Casal

POR Carlos García Soto

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El soldado y la Venus wayúu

06/05/2019

Fotografía de Diego Vallenilla | RMTF

Desde 1999, la Constitución ha estado en el centro de nuestra discusión pública. En el inicio,


porque el proceso constituyente de 1999 bien podía ser considerado como fraudulento. Pero
luego, paradójicamente, porque esa Constitución de 1999 ha sido la que la sociedad ha invocado
para defenderse frente a la arbitrariedad del Poder.

La Constitución como pacto social, y como límite al Poder, seguirá siendo un tema de primer
orden en nuestra sociedad, como lo será el lugar del petróleo en nuestra economía, o cómo
enfrentar los enormes daños que en nuestra gente está produciendo la crisis humanitaria, o la
necesidad de descentralizar la Administración Pública.

Un reciente libro del profesor Jesús María Casal (Apuntes para una Historia del Derecho
Constitucional de Venezuela, Centro para la Integración y el Derecho Público-Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 2019, pp. 230), que será presentado este miércoles 8 de mayo en la
Universidad Monteávila, es una ocasión para volver sobre algunos aspectos básicos de nuestro
constitucionalismo. Sirva esta nota como un sumario de algunos de esos temas.

De 1811 a 2017: Asambleas Constituyentes y Constituciones en la historia de Venezuela

La historia institucional de Venezuela ha presenciado varios “procesos constituyentes”, reformas


constitucionales y otras tantas Constituciones como producto de esos procesos: hemos tenido
cierta debilidad por convocar procesos de este tipo, o al menos por reformar la Constitución.
Algunas veces, como en 1811 o en 1947, la nueva Constitución implicó una ampliación de los
derechos de los ciudadanos. Otras veces, como entre 1908 y 1935, las reformas a la Constitución
sirvieron para aumentar los poderes del presidente. Como ocurrió, precisamente, también en el
proceso constituyente de 1999.

Hasta 1999 los “procesos constituyentes” que dieron lugar a Constituciones siempre fueron el
resultado de una ruptura del hilo constitucional, generalmente a partir de las distintas
revoluciones que han marcado nuestro calendario político. El proceso constituyente de 1999 no
fue la excepción, debido al carácter fraudulento de su convocatoria.

Pero, en realidad, a los únicos procesos constituyentes a los que genuinamente puede dárseles ese
calificativo son al de 1811, cuando comienza el tránsito de la Monarquía a la República, y al
proceso constituyente en 1830, cuando se produce la separación de Venezuela de la Gran
Colombia. Propiamente, el Estado venezolano se constituyó en 1811, con lo que no hace ni ha
hecho falta en realidad “reconstituirlo” ni “refundarlo” de nuevo.

Por ello, los términos “Asamblea Nacional Constituyente” o “proceso constituyente” han sido
utilizados en varias oportunidades como una excusa para la obtención del Poder, o para la
ampliación de las competencias presidenciales. En otras ocasiones, como en el período entre
1908 y 1935 no se convocaron “procesos constituyentes”, sino que se procedió a realizar
enmiendas puntuales a la Constitución, para ajustar así la constituciones a las necesidades
políticas que se querían atender en el momento.

El primer Congreso constituyente: el Supremo Congreso de Venezuela y la Constitución de 1811

Como hemos recordado aquí en Prodavinci, el 2 de marzo de 1811 se instaló el primer


Parlamento en el país: el Supremo Congreso de Venezuela, también conocido como el Congreso
Constituyente de 1811. Aquel Parlamento se convocó según lo dispuesto en el Reglamento de
Elecciones que dictó el 11 de junio de 1810 la Junta Suprema de Venezuela Conservadora de los
Derechos de Fernando VII, redactado por Juan Germán Roscio.

Ese Supremo Congreso de Venezuela daría lugar al Acta de Independencia del 5 de julio de 1811
y, también, a la tercera Constitución del mundo moderno: luego de la Constitución
estadounidense (1787) y la francesa (1791) se firmó el 21 de diciembre de 1811 la Constitución
Federal para los Estados de Venezuela, justo antes de terminar las sesiones por ese año y será
aprobada por 37 diputados, representantes de las 7 provincias confederadas para el momento:
Barcelona, Barinas, Caracas, Cumaná, Margarita, Mérida y Trujillo. Francisco de Miranda la
firmaría realizando observaciones al texto aprobado, advirtiendo que en su opinión carecía de
“un justo equilibrio”, y que la Constitución no sería conforme “con la población, usos y
costumbres de estos países”.

La vigencia de la Constitución de 1811 fue efímera. Diversas razones dieron lugar a la llamada
“caída de la Primera República”. De hecho, al sistema institucional creado por la Constitución de
1811, según el cual el Poder Ejecutivo no era fuerte, se atribuye, entre otras razones, la caída de
la Primera República. El mismo Bolívar criticaría amargamente el esquema de la Constitución de
1811 en su Manifiesto de Cartagena de 1812, y luego en el Discurso de Angostura de 1819.

Las Constituciones del siglo XIX

A la Constitución de 1811, le seguiría las Constituciones de 1819, llamada como “Constitución


de Angostura”, influenciada por algunas de las ideas de Simón Bolívar.

La Constitución de 1819 sería sustituida por la Constitución de 1821, promulgada por Bolívar,
luego de la Batalla de Carabobo.

El Congreso de Valencia, poco antes de morir Bolívar, dictaría la Constitución de 1830,


promulgada por José Antonio Páez, que sellaría nuestra separación de la Gran Colombia.

Esta Constitución de 1830 sería una de las Constituciones con mayor tiempo de vigencia, porque
sólo será sustituida por la Constitución de 1857. Sin embargo, esta Constitución de 1857, que fue
impulsada por Monagas para asegurar su reelección, sería a su vez sustituida por la Constitución
de 1858, producto de la Gran Convención Nacional, convocada por Julián Castro, que lideraba la
Revolución de Marzo.

La Constitución de 1858 sería objeto de reforma por la Constitución de 1864, luego de las
Guerras Federales, y va a recoger la repartición del poder de los caudillos regionales.
La Constitución de 1864 tendría una vigencia de 10 años, siendo objeto de reforma
constitucional, para dar lugar a la Constitución de 1874, luego de la Revolución Azul y de la
Revolución de 1870.

La Constitución de 1874, a su vez, sería objeto de reforma constitucional, para dar lugar a la
Constitución de 1881, luego de la Revolución Reivindicadora de 1879.

La Constitución de 1881, muy influenciada por Antonio Guzmán Blanco, y conocida en nuestra
historia constitucional como la “Constitución Suiza”, también tendría una vigencia de 10 años,
siendo sustituida por la Constitución de 1891.

La Constitución de 1893 será la última Constitución del siglo XIX, luego de la Revolución
Legalista.

Las Constituciones del siglo XX

El siglo XX vería su primera Constitución en 1901, con la llegada de los andinos al Poder, a
partir de la Revolución Liberal Restauradora. A partir de esta Constitución, y progresivamente,
se irá desmontando la estructura federal que se había instaurado a través de las Constituciones
del siglo XIX.

La Constitución de 1901 será reformada por la Constitución de 1904.

Luego de asumir el poder el General Gómez, promoverá hasta siete reformas puntuales a la
Constitución, siempre para apalancarse en el Poder. Y así, se dictarán las Constituciones de
1909, 1914 (previo Estatuto Constitucional Provisorio de los Estados Unidos de Venezuela de
1914), 1922, 1925, 1928, 1929 y 1931.
Con la muerte del General Gómez y los sucesos que comienzan a darse a partir de la asunción de
la Presidencia del General López Contreras, se dictará la Constitución de 1936. Esta
Constitución empieza a recoger las exigencias de libertades políticas, sociales y económicas que
el país planteaba con mayor énfasis, una vez muerto Gómez.

La Constitución de 1936 será sustituida por la Constitución de 1945, que sin embargo sólo tuvo
una vigencia de meses, debido a la Revolución de Octubre.

La Asamblea Constituyente de 1947, presidida por Andrés Eloy Blanco, dará lugar a la
Constitución de 1947, que incluyó importantes avances en el reconocimiento de los derechos de
los venezolanos y en la regulación orgánica del Estado venezolano.

La vigencia de la Constitución de 1947 sería breve, debido al golpe que derrocó al Gobierno de
Rómulo Gallegos. La Junta Militar de Gobierno, en una acción que constituía un retroceso en los
derechos conquistados, declaró que se aplicaría la Constitución de 1945, si bien reconocía que
podía aplicar las disposiciones más progresivas previstas en la Constitución de 1947.

En 1953 una Asamblea Constituyente, bajo la dictadura militar, dictaría una nueva Constitución,
que implicaba una disminución de los derechos y garantías previstas en las Constituciones de
1945 y 1947.

Con el inicio del período democrático, tendrá lugar la Constitución de 1961, la de más larga
vigencia en la historia de Venezuela, que será sustituida por la vigente de 1999. La Constitución
de 1961 fue uno de los productos de la Revolución de 1958 y es un reflejo del Pacto de Punto
Fijo, también de 1958. Con la Constitución de 1961 se estableció el cauce institucional para que
por primera vez en nuestra historia republicana, partidos políticos de distintas ideologías
pudieran sucederse de modo pacífico en el ejercicio del Poder.

El proceso constituyente de 1999: el último “proceso constituyente”


En 1999 fue la última experiencia de tipo “constituyente” en el país. En 1998, la principal oferta
electoral del entonces candidato Hugo Chávez fue la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente. Ese proceso dio lugar a la Constitución de 1999.

A pesar de lo atropellado, arbitrario y fraudulento que resultó el proceso constituyente de 1999, o


quizá precisamente por ello, el entonces presidente Chávez alabó en diversas oportunidades el
texto de la Constitución de 1999. Para el oficialismo, esa Constitución se convirtió en un
verdadero “documento fundacional”. Desde el año 2000, la justificación de la actuación estatal
se encontró siempre en la Constitución de 1999, aun cuando en muchas ocasiones esa actuación
suponía, irónicamente, una violación de la propia Constitución.

De la Constitución de 1999 a la Asamblea Nacional Constituyente de 2017

Luego de la victoria electoral que le llevó a un segundo período presidencial, sin embargo, el
entonces presidente Chávez planteó la necesidad de ir a un proceso de reforma constitucional. La
propuesta formulada, se recordará, suponía una ampliación de los poderes presidenciales, la
reducción del ámbito de libertades políticas y económicas y la instauración de lo que en el
momento se denominó como el “Estado Comunal”, sobre la base del llamado “Poder Popular”.

El 2 de diciembre de 2007, el pueblo rechazó la propuesta de reforma constitucional en un


referendo. Prevaleció la idea en el electorado que se trataba de una propuesta fraudulenta, que en
el fondo pretendía aumentar los poderes del Estado y restringir las libertades de los ciudadanos.
Uno de los argumentos que utilizaron quienes se oponían a la reforma constitucional propuesta
era que los cambios que se pretendían realizar a la Constitución de 1999 eran de tal magnitud,
que en realidad para proponer tales cambios era preciso convocar una Asamblea Nacional
Constituyente. Es sabido cómo a pesar que el electorado rechazó la propuesta de reforma
constitucional de 2007, luego se intentó implementar varios de los aspectos de su contenido,
como ocurrió con las “Leyes del Poder Popular” en diciembre de 2010.

Uno de los aspectos que se incluían en la propuesta de reforma constitucional que fue rechazada
por el pueblo era establecer la reelección indefinida del presidente de la República. A pesar que
esa propuesta particular había sido rechazada por el pueblo al votar en contra de todo el proyecto
de Constitución, al año siguiente el entonces presidente Chávez propondría una enmienda
constitucional que permitiera la reelección indefinida del presidente, de gobernadores, diputados
a las asambleas legislativas, alcaldes y diputados a la Asamblea Nacional. A diferencia de lo
ocurrido en el año 2007, en esta ocasión el pueblo votaría mayoritariamente a favor de la
propuesta de enmienda, de manera que la reelección indefinida de esas autoridades comenzó a
formar parte de la Constitución. Uno de los argumentos de quienes se oponían a la enmienda, era
que resultaba fraudulenta, porque esa propuesta en concreto ya había sido rechazada por el
pueblo en la votación en contra de la reforma el año 2008.

Luego de la aprobación de la enmienda no se había cuestionado la pertinencia y vigencia de la


Constitución de 1999, hasta el 1 de mayo, cuando se impuso un proceso constituyente. Este
proceso constituyente, en violación de la Constitución de 1999, no fue convocado por el pueblo,
aun cuando conforme a los artículos 347 y 348 de la Constitución el pueblo es el verdadero
convocante de un proceso constituyente.

La Constitución como acuerdo político

Entre las distintas funciones que convencionalmente se asignan a la Constitución, destaca su


función de ser un marco para la actuación política: corresponde a la Constitución fijar los
principios y reglas fundamentales que deben respetar los actores políticos, tanto en el ejercicio
del poder como en su oposición.

En ese sentido, reconociendo el pluralismo como base para la actuación de los distintos actores
políticos, para la paz social es absolutamente necesario que tales actores respeten los límites que
a esa actuación política basada en el pluralismo impone la Constitución.

Sobre todo, la Constitución establece los límites a la actuación política del Gobierno, que se
encuentra en una posición de supremacía, que puede generar en abusos sobre los otros actores
políticos.

Por ello, el texto constitucional es el acuerdo alrededor del cual se establecen los principios y
normas fundamentales que una sociedad debe respetar para vivir en paz. Sin el respeto a esos
principios y normas, la sociedad va adquiriendo rasgos de primitivismo. La Constitución debe
recoger aquellos valores a los que se quiere anclar la sociedad para subsistir y funcionar, y sin los
cuales se pierde a sí misma.
Dentro de esos principios y normas que constituyen el marco para la actuación política,
corresponde a la Constitución también establecer las vías para la solución de los conflictos
políticos que impiden la paz social. Es el sentido con el cual, por ejemplo, en la Constitución de
1999 se reconoce la figura de los distintos referendos, el revocatorio entre ellos. O cuando
reconoce mecanismos de modificación de la Constitución, como la enmienda o la reforma.
Mecanismos institucionales reconocidos por la Constitución, para que la sociedad pueda liberar
sus tensiones, que deben ser respetados por los Poderes Públicos, porque implican el ejercicio de
legítimos derechos políticos.

Una manifestación de la Constitución como acuerdo político es precisamente esa: que los
ciudadanos puedan apelar a los mecanismos constitucionales para promover un cambio de rumbo
en la conducción del país, sin que los Poderes Públicos violen el legítimo ejercicio de esos
derechos políticos.

Apuntes para una Historia del Derecho Constitucional de Venezuela

Todos estos aspectos sobre el lugar de la Constitución en nuestra historia política e institucional
han sido objeto de análisis y reflexión por parte del profesor Jesús María Casal.

La investigación del profesor Casal se inscribe en una importante tradición en el país de estudios
sobre nuestra historia constitucional. Entre otros trabajos que han estudiado la evolución de
nuestra vida constitucional, se encuentran el libro de José Gil Fortoul, en tres tomos, sobre
Historia Constitucional de Venezuela, el de Ambrosio Oropeza sobre Evolución constitucional
de nuestra República, el de Pablo Ruggeri Parra sobre Historia Política y Constitucional de
Venezuela, el de Allan R. Brewer-Carías sobre Las Constituciones de Venezuela, luego
ampliado en Historia Constitucional de Venezuela, o el más reciente de Rafael Arráiz Lucca
titulado Las Constituciones de Venezuela.

El libro de Casal es un completo estudio de nuestra historia constitucional no sólo desde la


perspectiva de la propia evolución constitucional, sino que expone los fundamentos ideológicos
que sustentan los orígenes de nuestro constitucionalismo. El hilo conductor del libro, como debe
ser en todo análisis constitucional, no se limita a la letra de la Constitución, sino que expone el
contenido de las distintas Constituciones sobre la base del contexto histórico y político en el cual
éstas se han dictado. Como expone el propio autor:

“Referirse a la historia del Derecho Constitucional en Venezuela no es tarea sencilla. Una forma
de aproximarse a esta temática sería la de tener en cuenta los datos jurídico-positivos formales,
esto es, los documentos constitucionales. Desde esta perspectiva, se requeriría de un análisis
sobre todo textual. Sin embargo, el asunto resulta mucho más complejo, pues en los procesos
político-constitucionales los textos son sólo una pieza dentro de la dinámica del ejercicio y
limitación del poder público. El Derecho Constitucional mismo no puede ser concebido
simplemente como la disciplina que estudia los textos constitucionales, ya que aquel se refiere a
un orden jurídico constitucional sustentado en preceptos, pero nutrido por principios jurídicos, no
siempre explícitos, y desarrollos jurisprudenciales, sensible además a la consideración del
contexto en el que la norma suprema se elabora y, por tanto, de su trasfondo histórico”.

La profesora Inés Quintero resume en la presentación del libro la importancia de este esfuerzo
intelectual:

“La lectura de estos llamados Apuntes para una Historia del Derecho Constitucional en
Venezuela permiten una aproximación a un largo y complejo proceso que tiene su inicio antes de
la Independencia y que se prolonga por más de dos siglos, hasta el convulsionado presente de la
Venezuela actual, son muchos los aspectos planteados por el autor que dan lugar a nuevas
consideraciones y reflexiones sobre este frondoso tema. Seguramente esa es una de sus
principales virtudes: invitarnos a pensar no sólo en el alcance y sentido de la propia idea de la
Constitución como límite al poder público, sino también en el desafío que tenemos los
venezolanos de recuperar, enriquecer y proteger la institucionalidad política de la República”.

Esta investigación de Jesús María Casal, como recalca la profesora Inés Quintero, será
fundamental en la conversación sobre la Constitución como un pacto de convivencia, y como un
límite a los abusos del Poder.

CARLOS GARCÍA SOTO

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