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Casa Tomada Teacher 12

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Nombre: Clase:

Casa tomada
Por Julio Cortázar
1946

"Casa tomada" es un cuento del escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984). Desde su aparición en 1946, este
texto fue leído por su relación tanto con la literatura fantástica como con la literatura política. Mientras lees,
toma notas sobre cómo reacciona el narrador ante lo desconocido.

[1] Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y


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antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la
más ventajosa liquidación de sus materiales)
guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el
abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

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Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella,
lo que era una locura pues en esa casa podían vivir
ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza
por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de
las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones
por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a
"Untitled" por Ján Jakub Naništa utilizada bajo licencia
mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada
CC0.
por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba
grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A
veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor
motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta
años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria
clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día,
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vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día
tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han
encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias,
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tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo
destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana
encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana;

1. Sucumbir (verbo): rendirse, ceder o dejar de oponer resistencia


2. Persistir (verbo): permanecer o durar por largo tiempo
3. perezosos
4. suéter, prenda de vestir tejida
5. prenda de vestir que cubre desde los hombros hasta la cintura

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Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba
esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura
francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto
qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se
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puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas
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blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a
Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los
campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza
maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y
una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

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[5] Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres
dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un
pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina,
nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por
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un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán,
abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que
conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá
empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por
un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la
casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para
moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de
roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una
ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla
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una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé;
da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de
nuevo en los muebles y los pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su
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dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el
pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando
escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla
sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo
después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes

6. rollos
7. sustancia medicinal en barras de olor intenso
8. bolas para combatir polillas
9. tapices
10. puerta
11. tipo de cerámico esmaltado
12. puerta de separación o protección
13. mesas
14. infusión hecha con hojas de yerba mate, común del cono sur sudamericano

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de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de
nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

[10] —¿Estás seguro?

Asentí.

—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un
chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que
queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas
carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene
pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los
primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

[15] —No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y
media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a
la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el
almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto
tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el
dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los
libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió
para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio
de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

—Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

[20] Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún
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sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin
pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o
papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes

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sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de
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noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que
conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las
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agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era
maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta
o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros
sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los
dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no
molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba
en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que
iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina;
tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la
atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los
ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo
mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos
hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la
cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

[25] —Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se
perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

—¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.

—No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde
ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo
creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de
entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la
casa, a esa hora y con la casa tomada.

15. zonas del este de Bélgica


16. Ademán (sustantivo): gesto con que una persona muestra un estado de ánimo o la intención de hacer algo
que no se llega a realizar
17. de sellos y estampillas de correo

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"Casa tomada", BESTIARIO © Sucesión de Julio Cortázar, 1951

A menos que se indique lo contrario, este contenido está licenciado bajo CC BY-NC-SA 4.0

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Preguntas de Evaluación
Instrucciones: Lee las siguientes preguntas y subraya la respuesta correcta or responde utilizando oraciones
completas.

1. ¿A quién hace referencia la palabra "ella" en la frase "a veces llegamos a creer que era ella la que
no nos dejó casarnos" (Párrafo 2)?
A. a María Esther
B. a su madre
C. a la casa
D. a Irene

2. ¿Cuál es el primer sentimiento que tienen el narrador e Irene luego de que la parte del fondo de la
casa es ocupada?
A. desinterés
B. tristeza
C. temor
D. furia

3. ¿Cuál de los siguientes enunciados plantea mejor cómo el narrador describe a Irene?
A. El narrador la idealiza y describe su inteligencia como superior a la suya.
B. El narrador la describe como bondadosa y austera, a veces divertida.
C. El narrador la muestra como ejemplo de maldad y manipulación.
D. El narrador la menosprecia por no haberse casado.

4. ¿Cómo contribuye el párrafo 6 en el desarrollo de la historia?


A. Describe el escenario de la acción.
B. Anticipa el desenlace de la historia.
C. Establece la relación entre los protagonistas.
D. Presenta el inicio del conflicto central de la historia.

5. ¿Qué revela el párrafo 14 sobre el narrador?


A. Es lector de literatura francesa y fumador de pipa.
B. Tiene las cómodas desordenadas.
C. Usa pantuflas.
D. Es bebedor.

6. ¿Cómo se resuelve el conflicto principal del cuento?


A. Los ocupantes permanecen en una mitad de la casa mientras los protagonistas
piensan cómo deshacerse de ellos.
B. El narrador e Irene salen en busca de ayuda para liberarse de los intrusos.
C. La casa es tomada completamente y los protagonistas se van.
D. Irene y el narrador se disponen a enfrentar a los intrusos.

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7. Haz un resumen del cuento usando tus propias palabras.

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Preguntas de Discusión
Instrucciones: Responde las siguientes preguntas. Prepárate para compartir tus opiniones en el grupo

1. ¿Cómo enfrenta el narrador la aparición de algo inesperado? Y tú, ¿cómo hubieras reaccionado en
esa situación? ¿Piensas que todas las personas reaccionan igual ante cosas que no pueden prever?,
¿por qué?

2. En el contexto de este cuento, ¿las personas tienen control sobre sus propios destinos?, ¿por qué?
En tu respuesta cita evidencias de este u otro texto, o de tu propia experiencia personal.

3. En el cuento de Cortázar los personajes ocupan su día con rutinas: ¿y tú? ¿sigues una rutina con tus
ocupaciones? ¿Qué actividades realizas todos los días? ¿Has tenido siempre la misma rutina o ha
cambiado con el tiempo? ¿Consideras necesario un conjunto de actividades diarias para la buena
convivencia en un espacio compartido?

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