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Esquemas Cognitivos y Creencias

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Esquemas cognitivos y creencias.

Los trastornos psicológicos son el resultado de una combinación de factores


biológicos y ambientales que determinan el tipo de esquemas que construimos (Beck y
Haigh, 2014). El ambiente, y concretamente las personas del entorno, determinan el sesgo
de las creencias (Aprendemos a preocuparnos en exceso, a ser desconfiados, o a ser
perfeccionistas y criticarnos si nuestro desempeño no es el adecuado). El resultado es que
las personas acaban construyendo todo un sistema de creencias desde el que interpretan
erróneamente la realidad.

La terapia cognitiva diferencia entre tres tipos de cogniciones que hay que tener en
cuenta para entender los trastornos psicológicos (J.S. Beck, 1995a):

1. Creencias nucleares: Son llamados esquemas cognitivo-conceptuales y, para


Beck, son el aspecto central para entender los trastornos psicológicos. Este tipo
de cogniciones están en la base de los problemas y son el producto de
aprendizajes muy tempranos del niño. Contienen ideas negativas, rígidas,
incondicionales sobre uno mismo, el mundo y el futuro. Son cogniciones muy
difíciles de cambiar. Hay tres tipos de creencias centrales básicas:
 Inadecuación: (“hay algo malo en mi”)
 No ser interesante para los demás: (“No soy digno de atención,
amor…”)
 Desesperanza: (“No puedo conseguir lo que quiero”) (“No podre
protegerme”).
2. Una serie de Creencias Intermedias en las que se concretan las anteriores y que
se formulan en términos de reglas (“Debo ser perfecto en el trabajo para que no
me despidan”), supuestos condicionales (“si me equivoco la gente me va a
criticar y acabaré derrumbándome”), o actitudes (“El trabajo es el aspecto de la
vida en el que mejor demostramos nuestra competencia”).
3. En el procesamiento puntual de la información que hacemos al enfrentar una
situación concreta las creencias nucleares e intermedias se materializan en
pensamientos automáticos que tienen forma de autoverbalizaciones o
imágenes. Ejemplos de estos son “Ya lo he vuelto a hacer mal otra vez, lo mío
no tiene solución”, “Mis compañeros van a pensar que soy estúpida”.

Sesgos cognitivos y atencionales.

Cuando las creencias negativas se activan pueden afectar a todas las fases de
procesamiento de la información. Determinan a qué información atendemos (Y a cuál no);
qué significado le damos a esos datos de realidad (y qué información especifica
recuperamos para codificarla); y por último, a cual almacenamos (y cuál no).

Las distorsiones cognitivas son errores lógicos que cometemos a la hora de


interpretar la realidad. En sus primeros escritos Beck hace un intento de categorizarlas
(Beck, 1967). Aquí se presentan las más importantes ejemplificándolas sobre el caso de una
mujer con un diagnostico de depresión que tiene dos grandes preocupaciones: el
rendimiento en el trabajo y sus relaciones familiares. Sobre este segundo tema cree que sus
hijos adolescentes y su marido han dejado de quererla.

Inferencia arbitraria. Sacar conclusiones sin evidencias sólidas que las sostengan.
“Un ejemplo de la falta de amor de mi hija es que ni siquiera me acompaña para ir de
compras”.

Abstracción selectiva. Centrarse en un detalle, ignorando otras características


relevantes de la situación. “Ya se que ella ahora tiene que estudiar, mucho porque está de
exámenes; pero en otra época no le hubiera importado y se hubiera venido conmigo”.

Sobregeneralización. Elaborar una conclusión general a partir de muy pocos datos


y aplicarla a otras situaciones no relacionadas. “mi hija es así, va a lo suyo y no le importo
en absoluto. Es incapaz de hacer nada para ayudarme”.

Magnificación y minimización. Exagerar o infravalorar informaciones. Magnificar


lo negativo y minimizar lo positivo. “Llego el otro día y en vez de cenar con nosotros
congio un bocadillo y se fue a su habitación. Ya ni compartir comida quiere”. “Después
estaba como conciliadora, se dio cuenta de que lo había hecho mal y bajó ayudarme a
recoger la cocina, pero no conseguí que me contara lo que me ocurre”.
Personalización. Tendencia a pensar que todos los acontecimientos externos están
bajo el propio control. “La culpa la tengo yo por haberla educado tan mal, por haberle dado
todo antes de que lo pidiera”.

Pensamiento dicotómico o absolutista. Tendencia a clasificar las experiencias en


categorías opuestas y extremas (Todo-nada, siempre-nunca) obviando la posibilidad de que
existan puntos intermedios. “Ella solo piensa en si misma, nunca hace nada por los demás”.

Lectura de pensamiento. Es la tendencia a creer que sabemos lo que otros están


pensando. “Seguro que mientras me ayudaba en la cocina estaba pensando: “Le hago caso
un ratito y luego vuelvo a lo mio”.

Predicciones negativas. Pensar que algo negativo va a ocurrir, aunque no haya


ninguna evidencia de ello. “En cuanto pueda se va de casa y no vuelve jamás”.

Etiquetado. Una persona se autodescribe basándose en errores del pasado y deja


que esa etiqueta defina su identidad. “Siempre he sido el “patito feo”, la persona que nadie
aprecia”.

Catastrofismo. Exagerar el impacto negativo de un evento. “Había puesto todas


mis esperanzas en esa salida juntas, si ya no quiere venir conmigo ni para que le regale ropa
es que le importo menos que cualquiera de sus amigas”.

Los errores cognitivos se acompañan de sesgos atencionales. La atención se puede


centrar en cualquiera de los otros tres componentes: La situación, la propia conducta o las
creencias.

Creencias, distorsiones y patologías.

El gran santo conceptual de la terapia cognitiva de los últimos años es entender que
varios trastornos pueden compartir procesos similares, y diferenciarse en función de los
contenidos. El contenido de los esquemas cognitivos es diferente en cada patología y este
es uno de los aspectos diferenciales de la teoría de Beck con respecto a la propuesta de
Ellis.

En el tipo de trastorno mas estudiado, la depresión, las personas tienen visiones


negativas del mundo, de sí mismos (Se perciben como inadecuados) y expectativas
pesimistas sobre el futuro; lo que se ha denominado la triada depresiva (Beck, 1963). Las
personas con esta visión suelen establecer metas muy perfeccionistas y difíciles de
alcanzar, y se autocritican si no las consiguen.

Las personas con trastorno de ansiedad generalizada tienen percepciones


exageradas sobre los peligros que puedan acontecerles, por lo que siempre están activadas
para hacerles frente. Tienen pensamientos automáticos que les advierten de todos los
riesgos posibles y les obligan a estar todo el tiempo hipervigilantes y preparadas para lo que
pueda suceder.

En los Trastornos de pánico las personas tienden a sobrevalorar lo significados de


las sensaciones fisiológicas y a entenderlos como la señal de que al malo va a pasar (Están
a punto de sufrir un ataque o tienen una enfermedad muy grave). Eso les lleva a fijar su
atención en diferentes partes del cuerpo para tratar de prevenir la enfermedad o la pérdida
de control.

El modelo para las obsesiones y compulsiones es un poco mas complejo. Se trata de


personas que perciben peligros en situaciones que los demás entienden como seguras, y se
sienten impulsadas a hacer algo para disminuir los riesgos o si no se sentirán terriblemente
culpables. Las obsesiones consisten en pensamientos automáticos: “tengo que volver a
comprobar otra vez si he cerrado el grifo porque se podría producir una inundación”,
“tengo que hacerlo yo porque no me fio de que los otros vayan a hacerlo correctamente”.
Las compulsiones por su parte, son los actos que la persona repite sistemáticamente para
evitar la culpa y calmar la ansiedad: “lavarme las manos me purifica y hace que me
tranquilice”.

Tratamiento.

Objetivos.

Ayudar a las personas a desarrollar un conocimiento más válido de la realidad. Para


ellos, hay que modificar tanto los esquemas cognitivos como las distorsiones cognitivas que
subyace a estos.

La terapia cognitiva trata de:


 Hacer conscientes a las personas del impacto que los pensamientos tienen
sobre sus emociones y su conducta.
 Localizar los pensamientos automáticos (Y creencias intermedias) y buscar
alternativas más racionales.
 Identificar las distorsiones cognitivas que están en la base de los
pensamientos automáticos.
 Modificar los esquemas cognitivos de base o creencias centrales.

Terapeuta.

Busca establecer una buena relación terapéutica siguiendo las consignas rogerianas
de empatía, autenticidad y aceptación incondicional.

La terapia cognitiva esta basada en la colaboración. Las personas son científicos


que procesan información, el terapeuta les ayuda a comprobar la veracidad de sus creencias
negativas, invitándoles a diseñar métodos para validarlas.

El terapeuta cognitivo es un guía muy activo proponiendo técnicas y temas de


conversación. Su posición básica es la de ser un Instigador de cambios: tiene muchas
preguntas y técnicas que las personas reflexionen y encuentren sus propios significados.
Asimismo, puede convertirse, cuando lo estima oportuno, en un profesional psicoeducativo
que explica a los clientes el origen de sus problemas o corrige su visión de los hechos.

Proceso terapéutico.

Beck propone un modelo de intervención muy estructurado, en el que cada paso que
se ha de seguir esta claramente explicado. En terapia cognitiva de la depresión, por
ejemplo, se propone un tratamiento de veinte sesiones con tareas concretas para cada una
de ellas. Un esquema general de intervención diferencia entre sesiones iniciales,
intermedias y centrales.

Las primeras sesiones se dedican a evaluar el problema, para ello el terapeuta usa:

1-Entrevistas: Para recoger informaciones sobre la historia de las personas y el


estado del problema en el presente. Se recogen aspectos como historial médico,
información sobre la familia, acontecimientos fundamentales en su vida, valores
fundamentales o estrategias de afrontamiento de los problemas.

2-Autorregistros: Que el cliente realiza en su vida cotidiana. Por ejemplo:


pensamientos automáticos, situaciones en las que aparece, emociones que producen.

3-Escalas y cuestionarios específicos por patología. El propio Beck desarrolla


inventarios específicos para depresión o ansiedad, pero hay multitud de pruebas que son
aplicables en función de la patología.

Los primeros encuentros se dirigen a crear una relación terapéutica y establecer


objetivos concretos de trabajo. Esta primera fase debe terminar con la formulación
cognitiva del caso en la que se describen los siguientes aspectos:

1.Informaciones relevantes de la infancia que ayudaron a desarrollar y mantener

las creencias centrales.

2. Creencias nucleares.

3. Creencias intermedias: actitudes, reglas, supuestos.

4. Estrategias de afrontamiento.

5. Situaciones, pensamientos automáticos que aparecen, significado que estos

tienen para el cliente, emociones y respuestas fisiológicas que desencadenan y

conductas que se ponen en marcha.

En un bloque de sesiones intermedias se trabajan todos los aspectos cognitivos:


pensamientos automáticos, sesgos cognitivos y creencias centrales. El contexto habitual
para producir cambios en sesión es el debate socrático, en el que el terapeuta va
introduciendo una serie de técnicas para ayudar a las personas a cuestionar sus
pensamientos.

Las sesiones finales se dedican a preparar el cierre del tratamiento, a devolver la


responsabilidad al paciente para que no deje de actuar como un científico ante sus
pensamientos negativos, y a diferenciar posibles causas de recaída para estar en
condiciones de enfrentarlas.

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