Derecho Constitucional - Carlos Mella Atton
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I UNIDAD
TEORIA DE LA CONSTITUCIÓN
I. La Constitución Política
(Acepciones de la palabra Constitución - Concepto Jurídico – Clasificaciones – El
carácter multidimensional de la Constitución)
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A partir del concepto antes señalado, debemos señalar que los principales
elementos del mismo son los siguientes:
Como tal, trata de un conjunto de preceptos que poseen carácter obligatorio, vale
decir, vinculante.
Esta característica, desde ya se aprecia en lo que dispone el artículo 6º de nuestra
Constitución Política de la República (C.P.R.), el que establece el “carácter vinculante”
que tiene este cuerpo normativo. Por este motivo, se le conoce a este principio como
“Principio de la fuerza normativa” o “Principio de la fuerza vinculante” de la Constitución-
Como toda otra norma jurídica, su contenido no constituye meras
“recomendaciones” sino que impone deberes directos a los sujetos privados y públicos,
que deberán ser obedecidos por todos los habitantes del Estado.
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que gobierna nuestro ordenamiento jurídico, los derechos fundamentales los poseen
las personas por el solo hecho de ser un individuo de la especie humana. Por lo mismo,
las Constituciones no generan derechos sino solo los pueden proteger o garantizar.
Clasificaciones de Constitución
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- El principio de subsidiariedad.
- Los emblemas nacionales como elementos distintivos de la
identidad y unidad nacional.
- La Forma de Estado.
- La Forma de Gobierno
- El principio de soberanía nacional y de ejercicio de la misma por
parte del pueblo.
- El principio de la soberanía limitada por el respeto a los derechos
fundamentales.
- El Estado de Derecho y sus elementos principales: supremacía
constitucional, juridicidad y responsabilidad.
- El principio de probidad.
- El principio de publicidad y transparencia.
- El principio que el Terrorismo es por esencia contrario a los
Derechos Humanos.
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a) Constituciones Rígidas: Son aquellas que no pueden ser modificadas, o bien que
pueden ser modificadas pero con un procedimiento más complejo que el
establecido para la simple formación de una ley. Desde ese punto de vista, las
constituciones rígidas pueden ser, a su vez, pétreas (si no permiten su
modificación) o semi-rígidas (permiten su modificación pero con un procedimiento
más complejo).
b) Constituciones Flexibles: Son aquellas que pueden ser modificadas de acuerdo
al procedimiento normal de formación o creación de una ley, sin formalidades
mayores.
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obligatoria (principio de su fuerza vinculante), y además, todas las demás normas deberán
ajustarse a ella (principio de la supremacía constitucional).
José Luis Cea lo dice correctamente: “La Constitución es el más jurídico de los
textos políticos y el más político de los textos jurídicos” 1. Esto por cuanto, la Constitución
establece los principios básicos del modelo político de un Estado, consagra los poderes
del Estado, los órganos que los ejercerán, y los principios fundamentales de organización
del mismo.
Pablo Lucas Verdú nos recuerda que todos tenemos nuestros valores y nuestra
propia jerarquía de valores, y que estos no deben ser entendidos solo como cuestiones
de índole religiosa, ya que un agnóstico o un creyente también los tiene. Tampoco los
valores pueden ser entendidos como “ideologías” en sentido marxista, esto es, ideas que
enmascaran formas de explotación. Los valores no son objetos, pero se predican de los
objetos, o sea, los objetos se califican o se “valoran” conforme a los valores.
Aun cuando todos podemos tener nuestros propios valores, nada obsta a que
podamos consensuar en determinados valores que consideraremos más relevantes y de
común aceptación. Ellos quedarán plasmados en la Constitución, la cual, por este motivo
será considerada un código de valores.
Algo de esto puede encontrarse en el célebre art. 16 de la Declaración francesa de
Derechos del Hombre del Ciudadano: “Toda sociedad en la cual no esté establecida la
garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de
Constitución”. Pareciera que los franceses señalaron que esos eran sus valores
esenciales: la separación de poderes y los derechos de las personas.
Al igual que en el caso anterior, de la concepción de Constitución pueden derivar
diferentes desafíos.
Primero, considerar la Constitución como código de valores impone a sus
intérpretes la necesidad de interpretarla conforme a dichos valores. O sea, cuando un juez
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límite positivo es en lo relativo a los derechos sociales, donde la Constitución solo señala
que se garantiza la salud o la educación, correspondiéndole a los órganos del Estado
poner en movimiento esos derechos para transformarlos en garantías efectivas para las
personas.
3.4. Cuarta dimensión misteriosa de la Constitución: la Constitución debe ser un texto que
se aplique
Las constituciones también son un espacio donde los pueblos dejan constancia de
episodios heroicos de su Historia. Normalmente en ellas se alude a epopeyas que
permitieron o inspiraron el nacimiento de la constitución. O como dice García-Pelayo,
evocan “mitos”, los cuales los define como “conjunto de creencias brotadas del fondo
emocional, expresadas en un juego de imágenes y de símbolos, más que un sistema de
conceptos, y que se revelan efectivamente capaces de integrar a los hombres para la
acción política”2.
De esta forma, la intención de incorporar estos mitos se asocia con la necesidad
de generar que la población se identifique con la Constitución, pasando a ser esta un
símbolo de unidad y, con ello, favorecer que se genere una mayor adhesión a los valores
constitucionales, que es lo que se conoce como “patriotismo constitucional”.
Un primer ejemplo de esto es la forma como comienza la Constitución
norteamericana (“Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos … por la presente
2 (ObrasCompletas, 1991, p. 947; citado por Humberto Njaim “Las implicancias de la democracia participativa”,
en “Constitución y Constitucionalismo Hoy, Fundación Manuel García Pelayo, p. 723)
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Esta dimensión presupone dos datos relevantes. En primer lugar, se entiende que
la Constitución no es solo el texto escrito en el cual ella consta. A ella se le puede llamar
“la Constitución formal”. Y en segundo lugar, también se sostiene que hay materias que
son estrictamente constitucionales, como son: la organización básica del Estado y la
protección o garantía de los derechos fundamentales. Estas dos materias son las que toda
Constitución debiera regular.
De esta forma, bien se puede señalar que no todas las materias estrictamente
constitucionales quedan reguladas en la Constitución formal. En ocasiones, hay leyes que
pueden regular la organización del Estado, específicamente regulan ciertos órganos
fundamentales, como sucede en Chile con la Leyes Orgánicas Constitucionales del
Congreso Nacional, o de Gobierno y Administración del Estado, o con el Código Orgánico
de Tribunales que regula al Poder Judicial. Lo mismo ocurre con tratados internacionales,
y leyes, que van dirigidos a garantizar los derechos fundamentales de las personas. Este
conjunto de normas complementaría la Constitución formal, en aspectos que ella no
alcanzó a regular.
Así surge la noción de Constitución Material.
Una primera forma de entender la Constitución Material es aquella que incluye a la
Constitución formal, más el conjunto de normas que regulan materias constitucionales.
Esta primera definición parte de la base que todas las normas de la Constitución formal
tocan aspectos de los que hemos llamado “estrictamente constitucionales” (organización
básica del Estado y garantía de derechos). Así se puede expresar:
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Sin embargo, podría suceder que la Constitución se extienda a otros asuntos (ej:
regímenes matrimoniales, materias económicas, etc.), en cuyo caso la Constitución
material estará compuesta solo por una parte de la Constitución Formal (aquella que
regula materias estrictamente constitucionales), más el conjunto de otras normas (leyes y
tratados principalmente) que regulan materias estrictamente constitucionales. Se puede
graficar de esta forma:
En 1907, el gobernador del Estado de Nueva York Charles Evans Hughes, antes
de ser Jefe de Justicia de la Corte Suprema de los Estados Unidos, pronunció estas
palabras “vivimos bajo una constitución, pero la constitución es lo que los jueces dicen
que es”.
La circunstancia de que las constituciones suelen estar redactadas en términos
amplios, o “de textura abierta” como decía Hart, obliga a que quien la aplique deba llenar
su contenido mediante la interpretación. Finalmente, el texto constitucional está
compuesto sólo por “palabras” (preceptos o enunciados constitucionales), cuyo significado
y, por lo mismo, efecto jurídico (o sea, las normas constitucionales) serán fijadas por el
juez o tribunal llamado a aplicarlo en casos concretos.
Sobre este particular, suele señalarse que hay dos formas de aproximarse
conceptualmente a la noción de interpretación jurídica, especialmente, de constitucional.
Una primera forma es entender que la interpretación es un proceso intelectual
dirigido a encontrar el verdadero sentido o alcance de un enunciado o de una norma (lo
primero es lo más apropiado, ya que las normas se obtienen luego que un enunciado es
interpretado). Esta primera postura cree, por lo tanto, que los enunciados tienen un único
sentido válido, y que los intérpretes debieran intentar “descubrir” ese único significado.
Desde este punto de vista, el intérprete no aportará nada más a lo que la Constitución
dice: sólo constata su único y verdadero sentido.
Una segunda forma es entender que la interpretación consiste en escoger, elegir
uno de los tantos sentidos válidos que ofrece un enunciado. Esta postura sostiene, a
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II. El Constitucionalismo
(Qué es el Constitucionalismo – Evolución histórica – El cambio de paradigma)
¿Qué es el constitucionalismo?
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a) La construcción del poder político. Esta es el área más básica y esencial del
Constitucionalismo, y se refiere a determinar quién es el titular del poder político
en el Estado, cómo lo ejerce (directa o indirectamente), qué tipo de gobierno se va
a adoptar, cuáles son los órganos que constituirán el Estado y cuáles son sus
atribuciones específicas.
b) La limitación del poder político. Una de las aspiraciones más importantes del
Constitucionalismo es poder limitar y encauzar el poder político, de modo de evitar
el despotismo y el ejercicio abusivo del mismo en contra de la población. Uno de
los mecanismos de control será la separación de los poderes o división de las
funciones (“el poder debe limitar al poder” decía Montesquieu), a través de la cual,
los órganos del Estado controlarán y fiscalizarán la actuación de los demás. Otro
mecanismo de limitación será la generación de Estados Federales, donde los
poderes de los estados miembros se enfrentan al poder central y ejercen un sano
equilibrio. Por último, también es una limitación la existencia de derechos
fundamentales que analizaremos a continuación.
Sin embargo, el Constitucionalismo “no surge solo”, “ni de un día para el otro”, sino
que responde a una serie de hitos históricos que se han venido sucediendo desde muy
antiguo, y que se hace necesario revisar.
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ANTECEDENTES AL CONSTITUCIONALISMO
(AUN NO PODEMOS HABLAR DE “CONSTITUCIONALISMO”)
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1.- Antecedentes
Tal como iremos viendo a partir de estas líneas, la historia del constitucionalismo es
la historia de la lucha por la libertad. Y también por la igualdad de todos. Una lucha que se
viene dando desde hace muchos siglos y que aún está viva.
Si bien el movimiento constitucionalista nace fundamentalmente en Inglaterra y
Francia, en los siglos XVII y XVIII como reacción al poder absoluto de los reyes, mucho
antes es posible encontrar algunos hitos importantes que son fundamentales para
comprender el contexto de lo que surgirá después.
Hacia el Siglo XII y XIII se inicia en Europa un movimiento generalizado por el cual
las clases privilegiadas (los nobles) sintieron la necesidad de hacer ciertas reivindicaciones
frente a un monarca que muchas veces utilizaba su poder de manera arbitraria. En tales
condiciones, se aprovecharon de circunstancias históricas especiales en las cuales,
advirtiendo una situación de aparente debilidad del rey, lograron arrancarle acuerdos
mediante los cuales, él se obligaba a respetar determinados derechos básicos y esenciales.
En esta época, se reconocen diversos documentos importantes en España, tales
como los Convenios de León de 1188, y de Zaragoza de 1283, existiendo convenios
similares en Castilla y León y Aragón.
Sin embargo, la suscripción del documento más importante de esta época tuvo lugar
en Inglaterra, en 1215. El año anterior, en 1214, el rey Juan sin Tierra, hijo de Ricardo
Corazón de León, es derrotado en el desastre de Bouvines ante Francia. Valiéndose de
ese hecho y de la debilidad en la que se hallaba la Corona, los barones ingleses (quienes
se encontraban molestos con su rey por cuanto los encontraba sometidos a impuestos y
multas excesivos), lo obligaron a cambiar su conducta. Los barones se comprometieron
mutuamente a obtener de su rey un documento donde el rey se comprometiera a respetar
determinadas garantías, de modo que si él se negaba a hacerlo, lo destituirían por la fuerza.
Como el rey Juan se negó a aceptar tal acuerdo, se inició la toma de todos los castillos de
Inglaterra, así los habitantes de Londres demostraron su descontento con su rey. Juan Sin
Tierra, sin castillos ni partidarios, se ve en la necesidad de suscribir la carta que se le
ofreció.
Este documento se denominó Carta Magna (“Magna Charta Libertatum”, 1215), y
en ella se consignaron cuáles eran los abusos que el rey y sus agentes acostumbraban
cometer, y a su vez, el rey se comprometía a no volver a incurrir en ellos. También, el rey
se compromete:
- a no imponer tributos (impuestos) sin haber obtenido la aceptación de sus súbditos;
- a no detener ni desterrar a ningún hombre libre sino con arreglo a las formalidades
habituales de la justicia.
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fundamentalmente por:
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las autoridades quedan sometidas a la ley. Por eso se habla también de un Estado “formal”
de Derecho, ya que se satisface con el solo cumplimiento de la ley. El aporte de esta
concepción es que el gobernante quedará obligado a respetar las normas que emanen del
Parlamento, el cual, al estar compuesto por personas electas por votación popular,
representan al pueblo. Así, indirectamente, el gobernante queda sometido a la voluntad del
pueblo mismo, manifestada en las leyes.
En tercer lugar, se plantea la necesidad de positivar los derechos. Específicamente,
se elevan a rango constitucional, de modo que ellos sean indisponibles no solo por los
gobernantes sino también por el Parlamento, quien en virtud de la supremacía
constitucional, no podría afectarlos. La Constitución –y los derechos que en ella se
contiene– aparece, por lo tanto, como un límite para los poderes públicos.
En cuanto lugar, se destaca la creación de acciones constitucionales. La primera en
surgir será lo que en Chile conocemos como acción o recurso de amparo, a través del
Habeas Corpus Act (Inglaterra, 1679). Lo importante de esto es que se dota a los Tribunales
de Justicia la potestad para controlar principalmente al ejecutivo en lo relativo a evitar que
éste afecte los derechos fundamentales de las personas.
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“no viole mis derechos”, sino que se requiere de un Estado mucho más activo, donde se
requiere que promueva los derechos, que invierta, que actúe de manera decidida.
Cambia por lo tanto la idea de igualdad. Desde una igualdad meramente formal
presente en el Constitucionalismo Liberal, y que se respetaba por el solo hecho que el
Estado no hiciera diferencias arbitrarias, ahora se habla de una igualdad material, esto es,
una igualdad real, donde todas las personas efectivamente pudiesen acceder a los mismos
beneficios.
El eje de la legitimidad se traslada desde la protección de la libertad de las personas,
por una búsqueda de la verdadera igualdad de todos. Se comienza a hablar de la necesidad
que el Estado sea “eficaz” en el logro de sus objetivos. Y sus objetivos se trasladan desde
“la protección de los derechos” a “el logro de los derechos” de los individuos.
Para este constitucionalismo, la Constitución aparece como una carta más nutrida,
más compleja, que implica exigencias y deberes de actuación por parte del Estado. Sigue
teniendo máxima jerarquía, pero con un contenido más rico. Ya no solo es limitadora, sino
orientadora de la labor del Estado.
Por último, es imprescindible señalar que las Constituciones que forman parte del
Constitucionalismo Social no reniegan del todo de los postulados del Liberal, sino más bien
lo complementan. Como dice el argentino Germán Bidart Campos, “el trayecto del
constitucionalismo social respecto del clásico o moderno no altera ni desfigura en nada a
este último; queremos decir con toda claridad que el constitucionalismo social suma, pero
no sustrae; añade pero no destruye a la libertad; completa, pero no disminuye los derechos
civiles” (1989: p. 341)”.
Por lo tanto, dentro de las características esenciales del Constitucionalismo Social,
podríamos mencionar:
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5.- El Neoconstitucionalismo
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valores, pero es también el derecho donde el Parlamento cede frente a los Tribunales. En
principio, puede ser considerado como una teoría antidemocrática, toda vez que pone
restricciones al debate al interior del Congreso. Con mayor razón, si estimamos que cuando
se declara inconstitucional una ley supuestamente es porque ella atenta en contra de la
Constitución, pero en la práctica en dicha declaración de inconstitucionalidad se incorporan
las opiniones, visiones o concepciones particulares de los magistrados que toman tal
decisión (no se declara inconstitucional una ley “porque esté en contra de la constitución”,
sino “porque está en contra de la interpretación que de la constitución hacen los jueces
constitucionales”; dicho de otro modo: “no se declara inconstitucional esta ley porque atente
en contra de la familia”, sino “porque atenta en contra del concepto de familia que tenga el
juez constitucional”).
Esto último, sin embargo, puede atenuarse (1) si la Constitución que sirve de límite
tiene un origen democrático, y por lo mismo, los límites de la ley está en la voluntad del
pueblo expresada en la Carta Fundamental, o (2) si los jueces a la hora de interpretar la
Carta Fundamental no lo hacen solo de acuerdo a sus propias convicciones personales
sino que además incorporan criterios socialmente reconocidos (volviendo al ejemplo: se
declara inconstitucional una ley porque está en contra del concepto de familia que tiene la
comunidad en un momento dado).
En otro sentido, detrás del modelo neoconstitucional hay una forma particular de
entender la democracia. Un modelo no es democrático solo si en él se respetan las
mayorías, sino que además, si en éste sus decisiones se apegan a los derechos humanos.
Por lo mismo, los defensores del neoconstitucionalismo se defienden señalando que no es
cierto que este modelo vulnere la democracia, sino más bien, la protege si la entendemos
en los términos recién descritos.
Solo a manera de conclusión, habría que decir que el neoconstitucionalismo no se
contrapone ni con el modelo liberal ni con el modelo social recién estudiado. Puede
perfectamente convivir con cualquiera de los dos. Lo importante será que estamos frente a
Constituciones plagadas de principios de formulaciones amplias que deben ser
interpretados por los jueces, quienes en definitiva, serán quienes tengan la última palabra
a la hora de determinar cuál es el derecho válido y cuál no.
En definitiva, las características del neoconstitucionalismo serán las siguientes:
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que para Gustav Radbruch, la ley extremadamente injusta no es Derecho, que es lo que se
conoce como la “fórmula Radbruch”.
Entonces, al no sr positivista, podría pensarse que el neoconstitucionalismo es
iusnaturalismo. Sin embargo sus defensores tampoco están de acuerdo con ello. La razón:
los iusnaturalistas suponen que los derechos emanan de la naturaleza humana, de la
dignidad intrínseca de toda persona, y por lo mismo sostienen que ellos son universales.
Los neoconstitucionalistas, en cambio, no creen en esa universalidad. Ellos dicen que sólo
son universales porque “todas las personas poseen derechos”, lo cual no es lo mismo que
sostener que “todas las personas posean los mismos derechos”. En efecto, los derechos
de cada persona quedarán definidos por lo que cada ordenamiento diga, en concreto, y por
lo mismo el catálogo de los mismos variará de persona en persona, según el país al cual
pertenezca.
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que los valores y principios lleguen a perder toda o buena parte de su fuerza, con lo que
puede producirse una dictadura de las mayorías, quienes no tendrían mayores límites que
respetar salvo los meramente procedimentales.
A diferencia de lo que ocurre con el neoconstitucionalismo, el constitucionalismo
popular es verdaderamente una forma de constitucionalismo, que idea una determinada
concepción de la constitución, la cual impone débiles límites al poder político, pero que es
obra de un pueblo titular del poder constituyente originario.
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información, donde ésta se encuentra al acceso de cualquier persona, sea donde sea que
esté.
Más allá de las diferentes corrientes del constitiucionalismo, previamente
estudiadas, un cambio de paradigma similar, aunque en el campo de las ciencias sociales,
es el que se produjo, precisamente con el nacimiento del Neoconstitucionalismo, al
quebrarse el paradigma del Constitucionalismo de Estado e iniciarse un nuevo
paradigma, como es el del Constitucionalismo Humanista.
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Por último, bajo este prisma, los textos fundamentales siguen teniendo una posición
de preeminencia normativa frente a las demás normas internas, pero quedan sujetas a las
limitaciones propias que signifique el respeto por los derechos fundamentales que emanen
de la naturaleza humana, especialmente aquellos consagrados a nivel de Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos.
En este contexto, la idea de una “Constitución Humana” involucra por lo tanto, el
cumplimiento de ciertos parámetros ideales que le permitan a una Carta Fundamental ser
justo acreedor de semejante denominación.
Es el profesor Miguel Angel Fernández quien mejor sintetiza este cambio, y lo refleja
en el siguiente cuadro explicativo:
Supremacía : Formal sobre las normas estatales Formal y material sobre toda conducta
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Concepto
Esta idea supone que el poder constituyente tiene por objeto dar vida, producir
(“constituir”) una sociedad política organizada. Esta noción está ligada con las
concepciones contractualistas del origen del Estado (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant),
según las cuales éste no emerge como algo natural o como un mero hecho de fuerza
(teorías naturalistas y realistas, respectivamente), sino por un acto voluntario donde
participan todas las personas o ciudadanos.
De esta forma, el poder constituyente tiene una función mucho más compleja que
la mera redacción de la Constitución, sino que da origen a la sociedad que se verá
regulada por tal Constitución.
Así entendido el poder constituyente, éste solo puede recaer en la base social que
da vida a esta nueva organización, o sea en el pueblo. No hablamos necesariamente de
legitimidad, sino de argumentos lógicos: solo el pueblo puede dar vida a su propia
organización.
Esta mirada sobre el poder constituyente lo entiende como aquella función del
Estado que le corresponde la creación (o generación) de la Constitución Política, o bien
su modificación (reforma).
Desde esta perspectiva, el poder constituyente sólo tendría una atribución
normativa, como es la de dictar o reformar una Constitución. Así como el poder legislador
legisla, o sea, aprueba leyes, el poder constituyente aprueba constituciones.
Así entendido el poder constituyente, puede ser clasificado en Poder constituyente
originario y Poder constituyente derivado.
Clasificación
Como se dijo, esta clasificación parte de la base que estamos hablando del Poder
Constituyente Constitucional.
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c) Debe ser fiel a la tradición cultural del pueblo, de modo de no imponer un modelo
que no se ajuste a la historia o al sentir del mismo.
Sobre este poder, la definición es más clara y menos discutida: es aquel poder
encargado de modificar o reformar la Constitución Política. A diferencia de la anterior, el
ejercicio de esta función sí está regulado en las Cartas Fundamentales.
Normalmente –en un sistema democrático- esta función recae en los órganos co-
legisladores (Parlamento y Ejecutivo).
Aun cuando la noción de poder constituyente derivado ofrece menos dificultades
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que la del poder constituyente originario, hay quienes sostienen con buenos argumentos
que, en rigor, el poder constituyente derivado es un poder constituido. Y esto, por cuanto
quien lo ejercerá, o sea, quien reformará la constitución será el ente u órgano que haya
definido el poder constituyente originario. Si entendemos de este modo la dinámica del
poder constituyente, el único que puede calificarse como tal sería el originario, ya que el
derivado es, como se dijo, poder constituido.
Si bien se discute si el poder constituyente originario está sometido a límites o no,
dicha discusión no existe a propósito del poder constituyente derivado. Esto último en
atención a que siempre el poder constituyente derivado está sometido a un límite formal:
y es que sólo podrá modificar la constitución de acuerdo al procedimiento y a los quóra
que hayan quedado establecidos en la Constitución. No es posible modificar la Carta
Fundamental si no se respetan las normas pre establecidas en ella.
De esta forma, si se cree que el poder constituyente originario está sometido a los
tres límites antes analizados (marco de su función, derechos y cultura), entonces el poder
constituyente derivado tendría cuatro límites (los mismos del originario, más el
procedimiento de reforma). Si, en cambio, se sostiene que el poder constituyente originario
no está sometido a límites, entonces el poder constituyente derivado sólo estaría
restringido por el procedimiento de reforma.
Por último, es necesario aclarar dos puntos más.
En primer lugar, se debe mencionar que, dentro de las reformas de la Constitución,
existen tres clases:
- Las reformas de adición: se agrega una norma nueva a la Constitución.
- Las reformas de enmienda: se sustituye una norma constitucional por otra.
- Las reformas derogatorias: se elimina una norma constitucional de la Carta
Fundamental.
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