Especificidad, Pertinencia y Suficiencia
Especificidad, Pertinencia y Suficiencia
Especificidad, Pertinencia y Suficiencia
intervención del Estado en la actividad de los particulares que asumen empresas dedicadas a
este fin es particularmente intensa, y su prestación se somete a especial regulación y control.
Sobre las libertades económicas baste recordar aquí que la jurisprudencia constitucional ha
señalado que (i) se encuentran reconocidas y garantizadas por la Constitución, dentro de los
límites del bien común y del interés social; (ii) la libertad económica comprende los
conceptos de libertad de empresa y libertad de competencia; (iii) la libertad económica es
expresión de valores de razonabilidad y eficiencia en la gestión económica para la
producción de bienes y servicios y permite el aprovechamiento de la capacidad creadora de
los individuos y de la iniciativa privada; (iv) la competencia se presenta cuando un conjunto
de empresarios (personas naturales o jurídicas), en un marco normativo, de igualdad de
condiciones, ponen sus esfuerzos o recursos en la conquista de un determinado mercado de
bienes y servicios; (v) la libre competencia, desde el punto de vista subjetivo, se consagra
como derecho individual que entraña tanto facultades como obligaciones; (vi) las libertades
económicas no son derechos fundamentales; y (vii) el juez constitucional aplica un test débil
de proporcionalidad para efectos de determinar la conformidad de una intervención del
legislador en las libertades económicas.
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Expediente D- 8226
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Expediente D- 8226
De conformidad con el artículo 116 constitucional “los particulares pueden ser investidos
transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de (…) árbitros
habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que
determine la ley”. El arbitramento constituye un mecanismo jurídico “en virtud del cual las
partes en conflicto deciden someter sus diferencias a la decisión de un tercero, aceptando
anticipadamente sujetarse a lo que allí se adopte”. De acuerdo con la jurisprudencia de esta
Corporación, sus características centrales son las siguientes: (i) Se trata de un mecanismo
alternativo de solución de conflictos autorizado por la Constitución (art.116 CP), por medio
del cual, previa autorización del Legislador, las partes pueden investir a los particulares de
la función de administrar justicia. (ii) Se rige por el principio de voluntariedad o libre
habilitación (art.116 CP), lo cual supone que "tiene que partir de la base de que es la
voluntad de las partes en conflicto, potencial o actual, la que habilita a los árbitros para
actuar". De esta manera, “la voluntad de las partes activa tanto la jurisdicción arbitral
como las competencias y atribuciones de las personas que obrarán como árbitros”. No
obstante, la jurisprudencia ha advertido que “si bien el acceso a la justicia arbitral es
voluntario, la función de administración de justicia por árbitros deberá desarrollarse ´en los
términos que determine la ley´ (C.P. art. 116)”. (iii) Es un mecanismo de carácter temporal
(art.116 CP), porque su existencia se da solamente para la resolución del caso específico
sometido a consideración de los árbitros. En palabras de la Corte, “no es concebible que el
ejercicio de la jurisdicción, como función estatal, se desplace de manera permanente y
general a los árbitros y conciliadores (C.P. art. 113)”. (iv) Es excepcional, pues así lo
establece expresamente el artículo 116 de la Carta. Sin embargo, más allá del argumento
normativo, esta característica se explica si se tiene en cuenta que “existen bienes jurídicos
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Expediente D- 8226
cuya disposición no puede dejarse al arbitrio de un particular, así haya sido voluntariamente
designado por las partes enfrentadas”. (v) Es una institución de orden procesal, lo cual
significa que el arbitramento “garantiza los derechos de las partes enfrentadas disponiendo
de una serie de etapas y oportunidades para la discusión de los argumentos, la valoración de
las pruebas aportadas y, aún, la propia revisión de los pronunciamientos hechos por los
árbitros”. Por otra parte el Constituyente otorgó al Legislador un amplio margen de
configuración en materia de arbitraje, pues el artículo 116 de la Constitución es claro en
autorizar su existencia “en los términos que determine la ley”. Así lo ha reconocido
insistentemente esta Corporación. Sin embargo, la jurisprudencia constitucional también ha
advertido que “la intervención del legislador en esta materia, pese a ser discrecional, no
puede convertir en inane la opción que el Constituyente otorgó a los sujetos involucrados en
un conflicto de acceder a mecanismos alternos de administración de justicia”. Ahora bien, la
jurisprudencia de esta Corporación ha concebido el arbitramento como una modalidad por
medio de la cual se ejerce función jurisdiccional, lo que visto desde otra perspectiva significa
que se trata un mecanismo que permite la realización material del derecho de acceso a la
administración de justicia.
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Expediente D- 8226
ARBITRABILIDAD OBJETIVA-Límites
No todas las cuestiones litigiosas pueden ser sometidas a arbitramento. Como ha señalado
esta Corporación “[e]n términos generales, únicamente se pueden sujetar a este tipo de
procedimiento los asuntos de naturaleza transigible, que pueden ser objeto de libre
disposición, negociación o renuncia por las partes en conflicto y, en consecuencia, se
incluyen dentro de la órbita de su voluntad”. En distintas providencias se han identificado
algunas controversias reservadas a la jurisdicción permanente del Estado. Por ejemplo, en
la sentencia C-242 de 1997 la Corte señaló que no pueden someterse a decisión arbitral los
temas relacionados con el estado civil de las personas. Luego, en la sentencia C-294 de
1995, se indicaron como ejemplos de asuntos no sujetos a transacción: las obligaciones
amparadas por leyes “en cuya observancia estén interesados el orden y las buenas
costumbres”, al tenor del artículo 16 del Código Civil; las cuestiones relacionadas con los
derechos de los incapaces; o los conflictos relacionados con derechos de los cuales la ley
prohíbe a sus titulares disponer. También han sido incluidos en esta categoría, el conjunto
de derechos mínimos de los trabajadores. Por otra parte con ocasión del examen de
constitucionalidad de los artículos 70 y 71 de la Ley 80 de 1993 (Estatuto de Contratación
Estatal), que regulan el tema del arbitramento en los contratos administrativos, la Corte
Constitucional en la sentencia C-1436 de 2000 precisó el alcance del arbitramento en esta
materia. La Corte reiteró, en primer lugar, que de la definición legal del arbitramento, se
infiere que la competencia de los árbitros es restringida por límites materiales atinentes al
asunto objeto de arbitramento, dado que sólo pueden pronunciarse sobre materias
transigibles. En ese orden de ideas, se afirmó que los árbitros no pueden pronunciarse sobre
asuntos que involucran el orden público, la soberanía nacional o el orden constitucional, que
están reservados por su naturaleza a la decisión de los órganos jurisdiccionales del Estado.
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Expediente D- 8226
Actor:
Henry Tapiero Jiménez
Magistrado Ponente:
HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
Mediante auto de septiembre dos (02) de dos mil diez (2010) el Magistrado Sustanciador
admitió la demanda presentada, en la misma providencia ordenó su fijación en lista en la
Secretaría General de esta Corporación y decidió comunicar la iniciación del proceso al
Presidente del Congreso, al Presidente de la República, al Ministerio de Tecnologías de la
Información y las Comunicaciones, al Ministerio del Interior y de Justicia y a la Comisión de
Regulación de Comunicaciones, para que, dentro de los diez (10) días siguientes al recibo de
la comunicación respectiva, se pronunciaran sobre la constitucionalidad o
inconstitucionalidad del precepto demandado. En la misma providencia invitó al
Departamento de Derecho de las Telecomunicaciones de la Universidad Externado de
Colombia, a la Universidad del Rosario y a la Universidad Javeriana para que, de estimarlo
conveniente, intervinieran en el proceso. Por último, ordenó correr traslado al Procurador
General de la Nación para que emitiera el concepto correspondiente.
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Expediente D- 8226
Dentro del término de fijación en lista fueron allegados al expediente los escritos de
intervención presentados por (i) el ciudadano Juan Manuel Charry Urueña, en representación
del Misterio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones; ii) la ciudadana
Zoila Consuelo Vargas Mesa, apoderada especial de la Comisión de Regulación de
Comunicaciones; (iii) la ciudadana Martha Cediel de Peña; (iv) el ciudadano Edgar González
López; (v) el ciudadano Hernando Herrera Mercado; y (vi) el ciudadano Fabián Andrés
Hernández Ramírez. Vencido el término de fijación en lista presentaron sendos escritos de
intervención los ciudadanos Andrés Téllez Ramírez y Luisa Fernanda García. El seis (06) de
octubre de dos mil diez (2010) fue radicado en la Secretaria General de esta Corporación el
concepto emitido por el Procurador General de la Nación.
2. La disposición acusada
EL CONGRESO DE COLOMBIA
DECRETA:
3. La demanda
A juicio del actor, el enunciado normativo demandado resulta contrario a lo señalado por los
artículos 2, 4, 6, 13, 16, 58, 83, 95, 116, 150, 152, 229 y 333 constitucionales.
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Expediente D- 8226
Como punto de partida expone que la Ley 142 de 1994 atribuía a la Comisión de Regulación de
Telecomunicaciones competencia para resolver conflictos entre las empresas de servicios
públicos, competencia que la Ley 1341 de 2009 asigna a la Comisión de Regulación de
Comunicaciones (en adelante CRC). Entiende que se trata de una competencia de naturaleza
administrativa y no jurisdiccional, en consecuencia considera que los actos que se expidan en
razón de su ejercicio son de carácter administrativo, susceptibles de control de legalidad por
parte de la jurisdicción contencioso administrativa.
Indica que el enunciado acusado tiene una redacción vaga pues, en primer lugar, no aclara si los
acuerdos entre los proveedores que afecten la facultad de intervención de la CRC son nulos,
ineficaces, inoponibles o inexistentes. Agrega que “en la medida en que no se establecen para
la CRC, especificaciones ni condicionamientos para el ejercicio de esta facultad, la misma
resultará aplicable sin que para el ente regulador sea indispensable realizar un juicio de
procedencia de la aplicación de tal facultad en el caso concreto, con base en un marco legal
predefinido”.
Sostiene, así mismo, que la indeterminación del enunciado demandado da lugar a diversas
hipótesis de aplicación, por ejemplo, cuando al CRC emite normatividad de carácter general o
particular con posterioridad a la celebración de un acuerdo válido entre operadores
“normatividad que así resultará aplicable de manera automática, por encima del acuerdo
particular (…) Así, resultaría posible, por ejemplo, que la regulación expedida por la CRC
tenga efectos retroactivos sobre los acuerdos válidamente celebrados por particulares (…)”.
El primer cargo que formula el actor consiste en que la expresión acusada restringe de manera
indebida la autonomía de la voluntad privada de los particulares, que se desprende de una
interpretación armónica de los artículos 2, 6, 16, 58 y 333 de la Constitución. Señala que este
principio solo puede ser limitado por el Legislador, mediante la expedición de un marco jurídico
preciso, pero que la disposición demandada confía tal labor a un ente de carácter administrativo:
la Comisión de Regulación de Comunicaciones. Entiende, entonces, que el precepto acusado es
inconstitucional por dos razones, en primer lugar porque la ley debió fijar de manera precisa las
condiciones de intervención de la CRC en materia de la autonomía privada y, adicionalmente,
porque el Legislador deslegalizó la materia al confiar a una entidad administrativa la posibilidad
de intervenir en el ejercicio de una prerrogativa constitucional.
Expresa que los acuerdos suscritos entre los proveedores corresponden al legítimo ejercicio de
la autonomía de la voluntad privada y por lo tanto no pueden ser dejados sin efectos en virtud de
la competencia reguladora de la Comisión, pues considera que tales límites debió fijarlos el
legislador directamente. Añade que la Ley 1341 de 2009 tampoco fija un régimen de los actos y
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Expediente D- 8226
Añade que debido a la vaga redacción del texto acusado puede entenderse que la Comisión
mediante la expedición de regulaciones generales o especiales puede dejar sin efectos los
acuerdos entre proveedores, sin necesidad de un procedimiento especial, lo que atenta contra el
principio de confianza legítima, los derechos adquiridos y puede afectar también la propiedad
privada, pues dichos convenios son una materialización de tales derechos. Al respecto consigna:
“en la medida en que como los acuerdos privados de los proveedores pueden quedar limitados
en su validez y efectos por la regulación de la CRC, los derechos adquiridos con arreglo a la
ley del derecho privado, podrían verse desconocidos sin fórmula de juicio alguno, pues la
regulación podría entrar a anular o dejar sin efectos dichos acuerdos”.
Considera que el precepto acusado también vulnera el principio de legalidad, pues corresponde
al legislador establecer los límites al ejercicio de la libertad económica, según el tenor del
artículo 333 constitucional. Argumenta que los acuerdos entre proveedores corresponde al
legítimo ejercicio de la libertad contractual, comprendida dentro del ámbito protegido por la
libertad económica, razón por la cual no puede ser limitada en virtud de disposiciones de
carácter administrativo expedidas por la Comisión de Regulación de Comunicaciones.
Alude al numeral 9 del artículo 22 de la Ley 1341 de 2009, precepto que atribuye a la CRC la
función de resolver las controversias que se susciten entre los proveedores de redes y servicios
de telecomunicaciones, y entiende que se trata de una función de índole eminentemente
administrativa y no jurisdiccional. A partir de esta primera inferencia concluye que la
disposición acusada, al prever que los acuerdos entre particulares no pueden menoscabar la
facultad de resolución de controversias en cabeza de la CRC, cercena la autonomía de los
particulares de acudir para solucionar sus conflictos a mecanismos tales como el arbitraje, razón
por la cual limita el ejercicio del derecho fundamental de acceso a la administración de justicia,
restricción que además se realiza mediante una ley ordinaria desconociendo la reserva de ley
estatutaria en la materia.
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Expediente D- 8226
de conformado este y (ii) Que no obstante los proveedores hayan acordado el arbitramento
en cualquiera de sus modalidades, tal acuerdo no surte efecto alguno y todas las
controversias existentes entre proveedores de redes y servicios son de competencia exclusiva
y excluyente de la CRC. En ambos casos la norma privilegia la justicia administrativa de la
CRC, frente a la competencia de los árbitros para resolver los conflictos por la vía
jurisdiccional”.
Más adelante agrega: “Cuando la norma acusada elimina o, en el mejor de los casos,
restringe el derecho constitucional de los particulares a solucionar sus diferencias a través
de la figura del arbitramento acordado voluntariamente, no solo se excede en el ejercicio de
una competencia legislativa, sino que simultáneamente está regulando el ejercicio de un
derecho fundamental de los particulares, como es el acceso a la administración de justicia
consagrado en el artículo 229 de la Constitución, a través de una norma ordinaria y no
estatutaria como lo ordena la propia Constitución”.
4. Intervenciones
El ciudadano Juan Manuel Charry Urueña, quien actúa en nombre propio y en representación
del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, solicita la
declaratoria de exequibilidad del enunciado demandado. Expone inicialmente el marco
general de la Ley 1341 de 2009 y afirma que este cuerpo normativo tiene fundamento en
distintos preceptos constitucionales, entre los cuales cita los artículo 365, que establece como
deber estatal la eficiente prestación de los servicios públicos, como son las
telecomunicaciones, el artículo 75 que hace referencia al espectro electromagnético como
bien público inajenable e imprescriptible y el artículo 333 que hace referencia a la posibilidad
de limitar la libertad económica y la iniciativa privada, en eras de la protección del interés
general.
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Expediente D- 8226
Propone que este cargo sea desechado porque se funda en una interpretación subjetiva del
demandante, ajena al contenido normativo del enunciado demandado.
Afirma que el Legislador tiene una amplia potestad de intervención en materia de prestación
de servicios públicos y que por lo tanto “tiene la libertad de delegar en las Comisiones de
Regulación, la adopción de medidas administrativas a fin de proteger la libre competencia e
impedir el abuso de las posiciones dominantes en el mercado, y de esta manera permitir la
prestación eficiente de los servicios públicos, realizando de esta manera los intereses
públicos consagrados en la Constitución”, lo anterior lo lleva a concluir que el enunciado
demandado “tiene fundamento en la facultad de intervención del Estado que en materia de
servicios públicos es desarrollada por el Legislador, quien a su vez goza de amplia libertad
para definir las funciones de las Comisiones de Regulación, sin que ello implique una
delegación de su potestad legislativa, por lo que la norma resulta constitucional”.
Respecto del cargo de vulneración del derecho de acceso a la administración de justicia por
impedir que los proveedores de redes y servicios puedan acudir a la justicia arbitral señala el
interviniente la disposición acusada no les impide acudir a ella, siempre y cuando se trate de
materias susceptibles de transacción, es decir, de carácter económico y porque los árbitros no
tiene facultades para pronunciarse sobre la legalidad de los actos administrativos proferidos
por la CRC, en virtud de las facultades regulatorias de carácter administrativo.
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La interviniente agrupa las regulaciones emitidas por la CRC en las siguientes categorías:
1. Regulaciones que no inciden en las condiciones definidas de mutuo acuerdo por los
proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones y que tiene un efecto
supletorio respecto de los contratos
2. Regulaciones que ordenan actuar, ofrecer, permitir el acceso a determinada
infraestructura en desarrollo de los principios legales superiores
3. Regulaciones que cambian el marco regulatorio dentro del cual se celebraron
determinados acuerdos de interconexión
4. Regulaciones que modifican las condiciones de prestación de los servicios por un
operador
5. Regulaciones que protegen los derechos de los usuarios
Indica que la regulación imperativa “resulta indispensable para proteger a los usuarios de
los servicios de telecomunicaciones frente a diferentes tipos de acuerdos que pacten
libremente los proveedores y sin tener en consideración las reglas regulatorias mínimas
previstas incluso en la ley”.
Concibe esta atribución de la CRC como un mecanismo idóneo para evitar que los
proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones, mediante acuerdos privados, se
sustraigan de la normatividad regulatoria de carácter imperativo expedida por la entidad
administrativa, cuya finalidad es la protección de los usuarios y la promoción de la
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Expediente D- 8226
competencia. Considera por lo tanto que el precepto demandado fija una limitación legítima
de la autonomía de la voluntad privada y de la libertad contractual de los proveedores.
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Expediente D- 8226
Más adelante agrega: “[a]sí las cosas, la facultad para resolver controversias establecida
por la Ley 1341 de 2009 en el marco de sus competencias, no limita el derecho de las partes
para que en ejercicio de su autonomía de la voluntad puedan pactar quien será el juez del
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Expediente D- 8226
contrato (…)” por lo tanto considera que la disposición acusada no interfiere de manera
inconstitucional en la posibilidad de acceso a la justicia arbitral.
Acude en defensa de la disposición demandada. Señala que los artículos 2 y 4 de la Ley 1341
de 2009 fijan el marco normativo dentro del cual han de ejercerse las competencias previstas
por el enunciado demandado. Entiende que tales finalidades son la protección de los derechos
de los usuarios, la promoción de la competencia, la garantía de interconexión, la
interoperabilidad y el acceso a las redes de telecomunicaciones, entre otras. Sostiene que el
legislador definió un régimen para los actos y contratos de los proveedores de redes y
servicios “pues además de haber señalado que (…) se rigen por las normas de derecho
privado (…), también les señaló la obligación de permitir la interconexión de sus redes y el
acceso y uso de sus instalaciones esenciales para asegurar unos objetivos específicos de
trato no discriminatorio, precios a costos más utilidad razonable, promoción de la
competencia y evitar abusos de la posición dominante (…)”.
Estima que “ningún acuerdo entre particulares debería poder menoscabar las facultades
otorgadas a la Comisión para cumplir los fines de intervención a que se refiere la ley y
mucho menos para impedir el cumplimiento de las obligaciones impuestas a los proveedores
de redes y servicios, siendo una de estas la interconexión”.
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Expediente D- 8226
estatal en la economía, y es un instrumento que permite a la CRC cumplir con los fines
generales encomendados”.
De manera extemporánea intervinieron los ciudadanos Carlos Andrés Téllez Ramírez y Luisa
Fernanda García, quienes esgrimieron argumentos en defensa del enunciado demandado
similares a los expuestos por los otros intervinientes.
Antes de abordar el problema jurídico planteado por el actor, el Ministerio Público consigna
distintas consideraciones en relación con el uso del espectro electromagnético, la naturaleza
de la actividad de las comunicaciones y las circunstancias propias de su regulación, y la
protección de los usuarios de las comunicaciones.
Sobre este tópico señala que el espacio electromagnético es un bien público, indica que su
propiedad es de la Nación, tiene el carácter de inembargable, y su uso está regulado y
limitado por el Estado, bajo los parámetros contenidos en la Carta, en los Tratados y
Convenios aplicables y en la ley. Así mismo, precisa que las comunicaciones, y en especial
las que se sirven del uso del espectro electromagnético, en razón de su naturaleza, finalidad e
importancia respecto de la libertad de expresión, se consideran en el ordenamiento jurídico y
en la jurisprudencia como un servicio público y recuerda que el artículo 365 constitucional
permite que los servicios públicos sean prestados por particulares, bajo la regulación,
vigilancia y control del Estado.
Hace referencia a que las comunicaciones, en tanto servicio público, en sus diversas
modalidades, se rigen por el principio de primacía del interés general sobre el particular y que
corresponde al Estado regular dicha prestación. Refiere que la Corte Constitucional en la
Sentencia C-272 de 1998 sostuvo que el Presidente de la República sí puede delegar
facultades de regulación en estas materias, y que la ley al crear Comisiones de Regulación en
materia de servicios públicos y atribuirles funciones específicas desarrolla una atribución de
rango constitucional, establecida para el adecuado reparto de competencias, para proteger a los
usuarios el servicio y velar por la eficiente y la adecuada administración del mismo por sus
prestadores, sean personas naturales o jurídicas.
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Expediente D- 8226
Menciona distintas funciones que la ley atribuye a la CRC y concluye que están dirigidas a
materializar la intervención estatal en la economía. Entiende, por lo tanto, que el precepto
acusado cuando prohíbe que mediante acuerdos privados entre proveedores se menoscabe,
limite o afecte dicha actividad, desarrolla las previsiones constitucionales relacionadas con la
defensa del interés general, de los derechos de los usuarios, del desarrollo de la libre
competencia y el acceso, sin discriminación, de todos los habitantes del país a la sociedad de
la información. Insiste en que la expresión demandada se limita a reiterar el inveterado
principio de que no es posible convenir, pactar o contratar, en contra de leyes de orden
público.
Afirma que los particulares están sometidos al imperio de la ley, de cuyo mandato no pueden
sustraerse por el mero ejercicio del principio de la autonomía de la voluntad. Añade que el
demandante se equivoca cuando equipara los actos administrativos emanados de la CRC con
la ley, pues unos y otra producen efectos jurídicos distintos y son objeto de controles en
instancias diferentes.
En cuanto al cargo que formula el actor sobre la vulneración del derecho de acceso a la
administración de justicia afirma el Procurador que el actor parece considerar que todo tipo de
conflictos entre proveedores deben ser decididos por la CRC, sea cual sea su naturaleza y
características, apreciación que juzga confusa e injustificada, pues no atiende ni a la naturaleza
de las funciones de la Comisión ni a los parámetros fijados en la sentencia C-1120 de 2005.
Defiende el Ministerio Público que la expresión acusada no impide a los particulares pactar
cláusulas compromisorias, como mecanismo para la resolución judicial de sus conflictos,
siempre que no se afecten las competencias administrativas de la CRC y en consecuencia no
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Expediente D- 8226
1. Competencia
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Expediente D- 8226
conflictos a mecanismos tales como el arbitraje, razón por la cual limita el ejercicio del
derecho fundamental de acceso a la administración de justicia, restricción que además
se realiza mediante una ley ordinaria desconociendo la reserva de ley estatutaria en la
materia.
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Expediente D- 8226
Si bien cuando estudia una demanda para considerar su admisión el Magistrado Sustanciador
verifica si ésta reúne los requisitos necesarios para que se pueda entablar un verdadero debate
constitucional -entre los que se cuentan las condiciones mínimas en torno a la claridad,
certeza, especificidad, pertinencia y suficiencia de los cargos propuestos por el demandante-,
el haber sorteado con éxito ese primer examen no conduce ineludiblemente a un
pronunciamiento de fondo sobre la cuestión planteada, porque al momento de proferir
sentencia esta Corporación puede percatarse que el libelo acusatorio adolece de defectos que
impiden proferir una decisión definitiva sobre la exequibilidad de la disposición demandada.
Respecto de la demanda que dio lugar al presente proceso algunos de los intervinientes
señalan que uno de los cargos formulados por el actor –relacionado con la supuesta
vulneración del derecho de acceso a la administración de justicia bajo la modalidad de
justicia arbitral- es inepto porque consideran que el actor realiza una interpretación del
enunciado normativo demandado totalmente subjetiva y carente de respaldo en los cánones
hermenéuticos, a partir de la cual estructura las acusaciones de inconstitucionalidad. En esa
medida, al estar formulada la acusación respecto de un contenido deducido arbitrariamente
por el demandante, no se reunirían las condiciones mínimas para que la Corte Constitucional
se pronunciara.
Carecería entonces la demanda presentada respecto del cargo en cuestión del elemento de
certeza1, el cual exige que la demanda presentada recaiga sobre una proposición jurídica real
y existente y no simplemente deducida por el actor o implícita, y en consecuencia la Corte
debería declararse inhibida para pronunciarse de fondo sobre la disposición acusada.
Se plantea así una cuestión previa que debe ser resuelta por esta Corporación, a saber si la
demanda versa sobre una interpretación real de la disposición acusada o si de trata de un
contenido normativo deducido artificialmente por el actor sin asidero en criterios
hermenéuticos válidos que por lo tanto imposibilita un pronunciamiento de fondo.
Ahora bien, resulta claro que no corresponde a esta Corporación realizar juicios sobre el uso
de criterios interpretativos por parte de los demandantes pues su misión es fungir como
tribunal constitucional y no como interprete oficioso de la totalidad del ordenamiento
1
Ver sentencia C-1052 de 2001.
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Expediente D- 8226
jurídico, sin embargo, eventualmente debe abordar esta labor cuando dicho análisis resulta
necesario para resolver si procede un estudio de fondo sobre la disposición acusada o un fallo
inhibitorio por ineptitud sustancial de la demanda, tal como sucede en el presente caso, razón
por la cual se detendrá sobre este extremo.
Del examen de la demanda presentada se constata que según el actor el enunciado normativo:
Ningún acuerdo entre proveedores podrá menoscabar, limitar o afectar la facultad (…) de
solución de controversias de la Comisión de Regulación de Comunicaciones, vulnera el
derecho de acceso a la administración de justicia porque es susceptible de dos
interpretaciones contrarias a la Constitución: “(i) que no obstante los proveedores hayan
acordado el arbitramento, la CRC continúa teniendo competencia para la resolución de
controversias, por lo que, ésta de oficio y discrecionalmente, o incluso cualquiera de las
partes del acuerdo puede acudir a la CRC proponiendo la resolución del conflicto y de esta
forma desconocer lo pactado con su contraparte, no solo antes de convocarse el
arbitramento, sino aun después de conformado este y (ii) Que no obstante los proveedores
hayan acordado el arbitramento en cualquiera de sus modalidades, tal acuerdo no surte
efecto alguno y todas las controversias existentes entre proveedores de redes y servicios son
de competencia exclusiva y excluyente de la CRC. En ambos casos la norma privilegia la
justicia administrativa de la CRC, frente a la competencia de los árbitros para resolver los
conflictos por la vía jurisdiccional”.
Considera entonces esta Corporación que el demandante no formula sus cargos a partir de
una interpretación enteramente subjetiva o irrazonable de la disposición acusada, sino que la
norma pretendidamente inconstitucional resulta de un ejercicio válido al menos desde el
punto de vista de los cánones hermenéuticos que el actor emplea. No obstante, los cargos que
formula el demandante corresponden realmente a una acusación de supuesta vulneración de
la autonomía de la voluntad privada, pues se fundan en el presunto desconocimiento de los
acuerdos celebrados por los particulares para someter sus diferencias a arbitramento, antes
que en la imposibilidad de acudir a esta modalidad de justicia. En esa medida este será el
cargo sobre el cual se pronunciará esta Corporación.
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Expediente D- 8226
Entonces, para una mejor comprensión de los distintos postulados interpretativos que pueden
derivarse de este precepto, a continuación se trascribe nuevamente:
Una vez reformulado deónticamente es claro que el anterior enunciado contiene dos
prohibiciones, la primer dirigida a impedir los acuerdos entre proveedores que menoscaben,
limiten o afecten la facultad de intervención regulatoria de la CRC y la segunda dirigida a
prohibir los acuerdos entre proveedores que menoscaben, limiten o afecten la facultad de
solución de controversias de la CRC.
A partir de dicho entendimiento el actor formula distintos cargos. En primer lugar, acusa a la
prohibición de los acuerdos entre proveedores que limiten, afecten o menoscaben la facultad
regulatoria de la CRC, de vulnerar la autonomía de la voluntad privada, la libertad
económica, los derechos adquiridos y el principio de reserva de ley en materia de restricción
de derechos constitucionales. En segundo lugar, alega que la prohibición de acuerdos entre
proveedores que menoscaben, limiten o afecten la facultad de solucionar controversias de la
CRC lesiona el derecho de acceso a la administración de justicia bajo la modalidad de justicia
arbitral y la reserva de ley estatutaria para establecer este tipo de limitaciones.
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Expediente D- 8226
El principio de autonomía de la voluntad así formulado sería rápidamente reconocido por los
ordenamientos jurídicos, especialmente por el Code Civil francés y tendría consecuencias
inmediatas en materia contractual: las condiciones de fondo y de forma de los contratos, se
edifican sobre la expresión del consentimiento, igualmente la fuerza obligatoria de los
convenios privados se explica por el respeto de las voluntades individuales. Las
intervenciones externas ajenas a la voluntad de las partes, tales como políticas legislativas o
la revisión judicial se veían como una amenaza al equilibrio inherente de los intereses
privados presentes en los acuerdos privados. Finalmente, todo contrato libremente consentido
se consideraba por definición conforme a la justicia y al interés general, porque “Qui dit
contractuel dit juste”4.
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Expediente D- 8226
Desde esta perspectiva el rol estatal se limitaba a: (i) la consagración de una cláusula general
que permitiera a los particulares ejercer su libertad contractual; (ii) la interpretación de la
voluntad de los agentes en caso de duda o ambigüedad en los acuerdos de voluntades
celebrados por los particulares y; (iii) la sanción coercitiva en caso de su incumplimiento.
Empero desde la segunda mitad del siglo XIX, con la paulatina evolución del modelo de
Estado liberal de derecho al Estado social de derecho, y el reconocimiento de un creciente
poder de intervención estatal en la economía para proteger el interés general y los derechos
de los sectores más necesitados de la población, se ha ido limitando de manera creciente el
principio de autonomía de la voluntad y de contera la libertad contractual de los particulares.
Por tanto, según ha dicho la Corte Constitucional “se puede afirmar que en la actualidad el
principio de la autonomía de la voluntad privada mantiene su vigencia pero con
restricciones o, visto de otro modo, se conserva como regla general pero tiene
excepciones.”6
5
Cfr. Sentencias C-341 de 2006 f. j. 14 y T-668 de 2003 f. j. 14.
6
Ibidem.
7
Sentencia T-668 de 2003.
8
Ibidem.
9
Existe una reiterada jurisprudencia de esta Corporación sobre la restricción de la autonomía de la
voluntad privada en contratos de medicina prepagada, al respecto cabe menciona la sentencia C-1158
de 2008.
10
Ver sentencias T-668 de 2003 y C-341 y C-993 de 2006.
25
Expediente D- 8226
Sin embargo, a partir del Acto Legislativo 01 de 1918 se inicia un creciente reconocimiento
de intervención estatal en la economía12, proceso que recibiría un renovado impulso a partir
del Acto Legislativo No. 1 de 1936, que consagró la función social de la propiedad (Art. 10)13
y creó las bases para la intervención del Estado en las actividades económicas de los
particulares (Art. 11)14 y que luego sería completado por la reforma constitucional de 1968
que, por una parte, reconoce expresamente la libertad de empresa y la libre iniciativa privada,
dentro de los límites del bien común (Art. 6 del Acto Legislativo 01 de 1968), pero
simultáneamente reserva al Estado la dirección general de la economía y lo autoriza a
intervenir en todas las actividades económicas con el propósito de lograr el desarrollo
integral.
11
Ver la sentencia T-668 de 2003.
12
Esta reforma constitucional señala que “la ley podrá ordenar la revisión y fiscalización de las
tarifas de las empresas públicas de transporte y conducciones”.
13
“La propiedad es una función social que implica obligaciones”
14
Cuyo tenor era el siguiente: “El Estado puede intervenir por medio de leyes en la explotación de
industrias o empresas publicas y privadas, con el fin de racionalizar la producción, distribución y
consumo de las riquezas, o de dar al trabajador la justa protección a que tiene derecho”.
26
Expediente D- 8226
Sobre este tópico la Corte Constitucional en la sentencia SU-157 de 1999 sostuvo que:
15
Ver la sentencia C-738 de 2002.
16
Sentencia T-668 de 2003 f. j. 14.
17
Ibidem.
18
Ibidem.
27
Expediente D- 8226
En reiteradas oportunidades esta Corporación ha puesto de relieve que la adopción del principio
de Estado Social de Derecho por la Constitución de 1991 no supuso la instauración de “un
modelo económico restringido, rígido, inamovible, que tuviera como efecto legitimar
exclusivamente una ideología o partido y vetar todas aquellas que le fueren contrarias”19,
empero lo anterior no significa que la Carta Política de 1991 sea un texto neutro, indiferente al
comportamiento económico de los particulares o de los poderes públicos. Por el contrario “el
nuevo derecho constitucional diseña un marco económico ontológicamente cualificado, que
parte del reconocimiento de la desigualdad social existente (art. 13), de la consagración de
ciertos y determinados valores como la justicia y la paz social, principios como la igualdad y la
solidaridad, y derechos y libertades civiles, sociales, económicos y culturales que conforman la
razón de ser y los limites del quehacer estatal”20.
De suerte que la Constitución dota al Estado “de una serie de instrumentos de intervención en la
esfera privada, en el mundo social y económico, con el fin de que a partir de la acción pública
se corrijan los desequilibrios y desigualdades que la propia Carta reconoce y se pueda buscar,
de manera real y efectiva, el fin ontológicamente cualificado que da sentido a todo el
ordenamiento” e igualmente dota “a los agentes sociales, individuales y colectivos, mayores
instrumentos de gestión, fiscalización, control y decisión sobre la cosa pública”21.
Bajo la anterior perspectiva la intervención estatal en la economía se justifica no sólo desde una
perspectiva organizacional, sino también desde un punto de vista axiológico, pues persigue la
materialización de principios y valores consagrados en la Carta Política. Tal es precisamente el
alcance del artículo 334 Superior, precepto que radica en cabeza del Estado la dirección de la
economía y prevé la intervención estatal en todas las actividades económicas para “conseguir e
mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la distribución equitativa de las
oportunidades y beneficios del desarrollo y la preservación de un ambiente sano”, entre otros
propósitos.
19
Sentencia C-074 de 1993.
20
Sentencia C-1041 de 2007.
21
Ibidem.
28
Expediente D- 8226
Congreso de la República, por medio de la expedición de leyes, bien sea que se trate
específicamente de leyes de intervención económica (Arts. 150.21 y 334), como de otras leyes
contempladas en el artículo 150 constitucional ( por ejemplo, las leyes marco del numeral 19, o
las leyes que versen sobre servicios públicos domiciliarios previstas en el numeral 23 de la
misma disposición ) o en general mediante el ejercicio de su potestad de configuración en
materia económica. Pero la Constitución de 1991 también le confirió a la rama ejecutiva del
poder público importantes competencias en la materia, no sólo mediante el ejercicio de la
potestad reglamentaria, sino asignándole específicas atribuciones de inspección, vigilancia y
control respecto de ciertas actividades o respecto de determinados agentes económicos, al igual
que en la definición de las políticas públicas sobre la materia. En conclusión, la Carta de 1991
tanto en su parte dogmática, como en su parte orgánica configuró un Estado con amplias
facultades de intervención en la economía, las cuales se materializan mediante la actuación
concatenada de los poderes públicos.
22
Sentencia C-150 de 2003.
23
Sentencia C- 615 de 2002.
29
Expediente D- 8226
cuanto los servicios públicos son una actividad económica que compromete la satisfacción de
las necesidades básicas de la población, y por ello mismo la eficacia de ciertos derechos
fundamentales, “la intervención del Estado en la actividad de los particulares que asumen
empresas dedicadas a este fin es particularmente intensa, y su prestación se somete a
especial regulación y control24” (negrillas agregadas).
Sobre las libertades económicas baste recordar aquí que la jurisprudencia constitucional ha
señalado que (i) se encuentran reconocidas y garantizadas por la Constitución, dentro de los
límites del bien común y del interés social25; (ii) la libertad económica comprende los
conceptos de libertad de empresa y libertad de competencia26; (iii) la libertad económica es
expresión de valores de razonabilidad y eficiencia en la gestión económica para la producción
de bienes y servicios y permite el aprovechamiento de la capacidad creadora de los
individuos y de la iniciativa privada27; (iv) la competencia se presenta cuando un conjunto de
empresarios (personas naturales o jurídicas), en un marco normativo, de igualdad de
condiciones, ponen sus esfuerzos o recursos en la conquista de un determinado mercado de
bienes y servicios28; (v) la libre competencia, desde el punto de vista subjetivo, se consagra
como derecho individual que entraña tanto facultades como obligaciones29; (vi) las libertades
económicas no son derechos fundamentales30; y (vii) el juez constitucional aplica un test
débil de proporcionalidad para efectos de determinar la conformidad de una intervención del
legislador en las libertades económicas31.
24
Sentencia C- 615 de 2002.
25
Entre muchas otras, sentencias C- 524 de 1995; C- 815 de 2001; C- 870 de 2003 y C- 992 de 2006.
26
Sentencia C- 616 de 2001.
27
Sentencia C- 815 de 2001.
28
Sentencia C- 616 de 2001.
29
Sentencia C- 870 de 2003.
30
Sentencia T- 021 de 2005.
31
Sentencia C- 392 de 2007.
32
Sentencia C-176 de 1996.
30
Expediente D- 8226
De lo anterior se concluye, entonces, que los poderes de intervención del Estado en materia
de servicios públicos en general llevan aparejados la facultad de restringir las libertades
económicas de los particulares que concurren a su prestación. Esta facultad se desprende a su
vez de la amplia libertad de configuración de legislador en materia económica y
especialmente cuando se trata de la regulación de los servicios públicos, la cual ha sido
puesta de relieve por la jurisprudencia constitucional.
33
Que tiene fundamento en el artículo 365 de la C. P. Ver entre otras la sentencia C-579/99.
34
Cuya justificación es el artículo 49 de la Carta, ver por ejemplo la sentencia C-176/96.
35
Con base en el artículo 77 de la Carta. Ver la sentencia C-333/99.
36
Que tiene por fundamento el artículo 335 de la Carta, en este sentido la C-332/00.
37
Sentencia C-392 de 2007 reiterada en la sentencia C-1041 de 2007.
38
El artículo 14, Num. 14.18, y el parágrafo del Art. 69 de la Ley 142 de 1994. El primero establece:
“Para interpretar y aplicar esta ley se tendrán en cuenta las siguientes definiciones: (…) 14.18.
Regulación de los servicios públicos domiciliarios. La facultad de dictar normas de carácter general o
particular en los términos de la Constitución y de esta ley, para someter la conducta de las personas
que prestan los servicios públicos domiciliarios a las reglas, normas, principios y deberes establecidos
por la ley y los reglamentos”. Por su parte, el parágrafo del Art. 69 de la misma ley consigna: “Cada
comisión será competente para regular el servicio público respectivo.”
31
Expediente D- 8226
Así pues, para la Corte resulta claro que la regulación de los servicios públicos
domiciliarios, a la luz de los preceptos superiores y siguiendo la definición legal,
es tan sólo una forma de intervención estatal en la economía para corregir los
errores de un mercado imperfecto y delimitar el ejercicio de la libertad de
empresa, así como para preservar la sana y transparente competencia, con el fin
de lograr una mejor prestación de aquéllos, y sin que tal función implique la
asunción de competencias legislativas o reglamentarias. Las atribuciones
pertinentes se deben ejercer respetando la ley, el reglamento y las directrices del
Gobierno, a través de los respectivos ministros.
De la extensa cita trascrita anteriormente se desprende que esta Corporación ha entendido que
la potestad normativa atribuida a las comisiones de regulación es una manifestación de la
intervención estatal en la economía –una de cuyas formas es precisamente la regulación- cuya
finalidad es corregir las fallas del mercado, delimitar la libertad de empresa, preservar la
competencia económica, mejorar la prestación de los servicios públicos y proteger los
derechos de los usuarios. Así mismo, ha utilizado una perspectiva jerárquica para determinar
su lugar dentro del sistema normativo y ha sostenido que se trata de una competencia
normativa de naturaleza administrativa sujeta a la ley y los decretos reglamentarios expedidos
por el Presidente de la república. Desde este punto de vista las comisiones de regulación, a
diferencia de órganos autónomos de origen constitucional tales como por ejemplo el Banco
39
Sentencia C- 1162 de 2000.
32
Expediente D- 8226
40
Ver la sentencia SU-1010 de 2008 f. j. 3.
41
Ibidem.
42
Sentencia C-150 de 2003.
33
Expediente D- 8226
43
En relación con la función de inspección, vigilancia y control, la Corte Constitucional ha señalado:
“Ahora bien, como se infiere de distintos mandatos constitucionales, las funciones de inspección,
control y vigilancia asignadas al Presidente de la República, deben ser desarrolladas con la anuencia y
participación del órgano legislativo a quien le corresponde definir el fundamento jurídico de su
ejercicio. En efecto, según lo preceptuado en el numeral 8º del artículo 150 Superior, al Congreso le
compete „Expedir las normas a las cuales debe sujetarse el Gobierno para el ejercicio de las funciones
de inspección y vigilancia que le señale la Constitución.‟ En el caso específico de los servicios
públicos, también el numeral 23 de la norma antes citada, le asigna al legislador la función de „Expedir
las leyes que regirán el ejercicio de las funciones públicas y la prestación de los servicios públicos‟, al
tiempo que el inciso segundo del articulo 365 ibidem señala que éstos „estarán sometidos al régimen
jurídico que fije le ley‟.
Bajo estas condiciones, ha de considerarse que el Congreso es el organismo encargado de fijar las
directrices que gobiernan las funciones de inspección, vigilancia y control de los servicios
públicos, y que el Presidente es la autoridad llamada a desarrollarlas y ejecutarlas. Sobre esto
último, en cuanto el ejercicio de tales funciones es ante todo de carácter administrativo, puede
sostenerse que el Presidente de la República obra y actúa como suprema autoridad administrativa,
circunstancia que a su vez habilita al Congreso para disponer la desconcentración y prever la
delegación de tales actividades, mediante la creación de instituciones especializadas que, bajo la
dirección y orientación del Gobierno, ejecuten las labores de vigilancia y control.” (negrillas añadidas)
Sentencia C-199 de 2001.
44
Sentencia C-242 de 1997.
34
Expediente D- 8226
ejercer dicha función estatal, papel que distintos cuerpos normativos, entre los que se cuenta
la Ley 1341 de 2009, han atribuido a las comisiones de regulación.
Por otra parte la atribución de potestades normativas a estos órganos tiene fundamento en el
entendimiento que la regulación es una actividad continua “que comprende el seguimiento de
la evolución del sector correspondiente y que implica la adopción de diversos tipos de
decisiones y actos adecuados tanto a orientar la dinámica del sector hacia los fines que la
justifican en cada caso como a permitir el flujo de actividad socio-económica respectivo”45.
45
Sentencia C-150 de 2003.
35
Expediente D- 8226
La intervención del órgano regulador en ciertos casos supone una restricción de la autonomía
privada y de las libertades económicas de los particulares que intervienen en la prestación de
los servicios públicos, sin embargo, tal limitación se justifica porque va dirigida a conseguir
fines constitucionalmente legítimos y se realiza dentro del marco fijado por la ley.
Por otra parte, en distintas decisiones de esta Corporación se ha señalado que cierta corriente
del constitucionalismo liberal clásico ha ligado el concepto material de ley a la materia
regulada, de manera tal que sólo tenían tal carácter las reglas cuyo objeto era la
determinación de la condición jurídica de los ciudadanos, es decir, aquellas que se referían a
su estatuto personal, o a sus derechos patrimoniales, o a sus libertades individuales, o a los
derechos que respecto de ellos tengan los órganos y agentes del Estado, por lo tanto la
expedición de este tipo de disposiciones estaba reservada al Parlamento como órgano
representativo46.
Este principio de reserva de ley en la regulación de los derechos y libertades ha sido recogido
por la jurisprudencia de esta Corporación en algunas oportunidades47. Así, por ejemplo, en la
sentencia C-790 de 2002 sostuvo esta Corporación:
Sobre este particular la Corte cree conveniente precisar que en el Estado Social
de Derecho es lógico que la regulación de los derechos y las libertades públicas
esté en cabeza del Congreso de la República, puesto que su protección supone
que los actos estatales que los afecten estén rodeados de un conjunto de
garantías mínimas, entre ellas la relacionada con la necesidad de que cualquier
limitación o restricción se establezca por medio de una ley adoptada por el poder
legislativo como expresión de la voluntad popular. Es claro, que este
procedimiento le imprime seguridad, publicidad y trasparencia a las decisiones
adoptadas en esta materia por el legislador, las que en todo caso no están
exentas de los controles establecidos en la Constitución a fin de proteger los
derechos humanos.
36
Expediente D- 8226
Precisamente, con ocasión del examen de constitucionalidad de los artículos 73.848, 73.949 y
74 de la Ley 142 de 1994, el último de los cuales atribuía de manera específica a la extinta
Comisión de Regulación de Telecomunicaciones la facultad de “[r]esolver los conflictos que
se presenten entre operadores en aquellos casos en los que se requiera la intervención de las
autoridades para garantizar los principios de libre y leal competencia en el sector y de
eficiencia en el servicio”, esta Corporación concluyó que se trataba de una función de
regulación en la prestación de un servicio público a su vez que correspondía a una función de
intervención estatal en la economía autorizada por el artículo 334 constitucional.
48
Cuyo tenor es el siguiente:
ARTÍCULO 73. FUNCIONES Y FACULTADES GENERALES. Las comisiones de regulación tienen
la función de regular los monopolios en la prestación de los servicios públicos, cuando la competencia
no sea, de hecho, posible; y, en los demás casos, la de promover la competencia entre quienes presten
servicios públicos, para que las operaciones de los monopolistas o de los competidores sean
económicamente eficientes, no impliquen abuso de la posición dominante, y produzcan servicios de
calidad. Para ello tendrán las siguientes funciones y facultades especiales:
(…)
73.8. Resolver, a petición de cualquiera de las partes, los conflictos que surjan entre empresas, por
razón de los contratos o servidumbres que existan entre ellas y que no corresponda decidir a otras
autoridades administrativas. La resolución que se adopte estará sujeta al control jurisdiccional de
legalidad.
49
El cual señala:
ARTÍCULO 73. FUNCIONES Y FACULTADES GENERALES. Las comisiones de regulación tienen
la función de regular los monopolios en la prestación de los servicios públicos, cuando la competencia
no sea, de hecho, posible; y, en los demás casos, la de promover la competencia entre quienes presten
servicios públicos, para que las operaciones de los monopolistas o de los competidores sean
económicamente eficientes, no impliquen abuso de la posición dominante, y produzcan servicios de
calidad. Para ello tendrán las siguientes funciones y facultades especiales:
(…)
73.9. Resolver, a petición de cualquiera de las partes, los conflictos que surjan entre empresas, y que
no corresponda decidir a otras autoridades administrativas, acerca de quién debe servir a usuarios
específicos, o en qué regiones deben prestar sus servicios. La resolución que se adopte estará sujeta al
control jurisdiccional de legalidad. La resolución debe atender, especialmente, al propósito de
minimizar los costos en la provisión del servicio.
37
Expediente D- 8226
Lo mismo puede afirmarse sobre los conflictos entre operadores en los casos en
que se requiera garantizar los principios de libre y leal competencia en el sector
y de eficiencia en el servicio, cuya resolución asigna el Art. 74, Num. 74.3, de la
Ley 142 de 1994 como función especial a la Comisión Reguladora de
Telecomunicaciones.
Igualmente en la misma providencia precisó que las decisiones proferidas en ejercicio de esta
facultad tienen el carácter de actos administrativos que ponen fin a una actuación
administrativa y, por lo tanto, están sometidas al control de legalidad por parte de la
jurisdicción, de conformidad con las reglas generales contenidas en el Código Contencioso
Administrativo.
De conformidad con el artículo 116 constitucional “los particulares pueden ser investidos
transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de (…) árbitros
habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que
determine la ley”. El arbitramento constituye un mecanismo jurídico “en virtud del cual las
partes en conflicto deciden someter sus diferencias a la decisión de un tercero, aceptando
anticipadamente sujetarse a lo que allí se adopte”50. De acuerdo con la jurisprudencia de esta
Corporación, sus características centrales son las siguientes51:
(ii) Se rige por el principio de voluntariedad o libre habilitación (art.116 CP), lo cual supone
que "tiene que partir de la base de que es la voluntad de las partes en conflicto, potencial o
actual, la que habilita a los árbitros para actuar"52. De esta manera, “la voluntad de las
partes activa tanto la jurisdicción arbitral como las competencias y atribuciones de las
personas que obrarán como árbitros”53. No obstante, la jurisprudencia ha advertido que “si
50
Corte Constitucional, Sentencia C-242 de 1997.
51
Se siguen aquí los criterios trazadas por la Corte Constitucional en las Sentencias C-330 de 2000, C-
1038 de 2002 y C-713 de 2008 entre otras.
52
Corte Constitucional Sentencia C-294 de 1995.
53
Corte Constitucional Sentencia C-1038 de 2002.
38
Expediente D- 8226
(iv) Es excepcional, pues así lo establece expresamente el artículo 116 de la Carta. Sin
embargo, más allá del argumento normativo, esta característica se explica si se tiene en
cuenta que “existen bienes jurídicos cuya disposición no puede dejarse al arbitrio de un
particular, así haya sido voluntariamente designado por las partes enfrentadas”56.
(v) Es una institución de orden procesal, lo cual significa que el arbitramento “garantiza los
derechos de las partes enfrentadas disponiendo de una serie de etapas y oportunidades para
la discusión de los argumentos, la valoración de las pruebas aportadas y, aún, la propia
revisión de los pronunciamientos hechos por los árbitros”57.
Así, en la sentencia C-014 de 2010 se indica que “es recurrente encontrar en las sentencias
de la Corte afirmaciones en el sentido de que “el arbitraje es una de las posibilidades a
54
Corte Constitucional Sentencia C-163 de 1999. Posición reiterada, entre otras, en las Sentencias C-
1038 de 2002 y C-961 de 2006.
55
Corte Constitucional Sentencia T-057 de 1995.
56
Corte Constitucional, Sentencia C-060 de 2001.
57
Corte Constitucional, Sentencia C-330 de 2000.
58
Cfr. Sentencias C-242 de 1997, C-098 de 2001, entre otras.
59
Corte Constitucional, Sentencia C-098 de 2001.
39
Expediente D- 8226
60
C-330/00 (Cita sentencia C-014 de 2010).
61
C-098/01(Cita sentencia C-014 de 2010).
62
C-378/08(Cita sentencia C-014 de 2010).
63
C-431/95(Cita sentencia C-014 de 2010).
64
C-1436/00(Cita sentencia C-014 de 2010).
65
C-242/97(Cita sentencia C-014 de 2010).
66
C-294/05(Cita sentencia C-014 de 2010).
67
Sentencia C-014 de 2010.
68
Ibidem.
40
Expediente D- 8226
En la Sentencia SU-174 de 2007 se hizo un detallado recuento de todos los casos en los que
la Corte ha declarado inexequibles normas legales que imponían la obligación de acudir a la
justicia arbitral sin que ello dependiera de la voluntad de las partes involucradas. Así lo hizo
en casos relativos a las empresas de servicios públicos69, a los contratos para créditos de
vivienda con entidades financieras70, y a las relaciones entre los concesionarios de televisión
y las empresas de servicios públicos para el uso de infraestructura pública71. También fueron
declaradas inexequibles normas que atribuían funciones propiamente jurisdiccionales a los
Centros de Arbitraje dentro de la etapa pre-arbitral, porque la Corte consideró que tal
atribución de funciones no emanaba directa o tácitamente de la voluntad de las partes en
conflicto72.
Por otra, parte no todas las cuestiones litigiosas pueden ser sometidas a arbitramento. Como
ha señalado esta Corporación “[e]n términos generales, únicamente se pueden sujetar a este
tipo de procedimiento los asuntos de naturaleza transigible, que pueden ser objeto de libre
disposición, negociación o renuncia por las partes en conflicto y, en consecuencia, se
incluyen dentro de la órbita de su voluntad”73. En distintas providencias se han identificado
algunas controversias reservadas a la jurisdicción permanente del Estado. Por ejemplo, en la
sentencia C-242 de 1997 la Corte señaló que no pueden someterse a decisión arbitral los
temas relacionados con el estado civil de las personas74. Luego, en la sentencia C-294 de
1995, se indicaron como ejemplos de asuntos no sujetos a transacción: las obligaciones
amparadas por leyes “en cuya observancia estén interesados el orden y las buenas
costumbres”, al tenor del artículo 16 del Código Civil; las cuestiones relacionadas con los
derechos de los incapaces; o los conflictos relacionados con derechos de los cuales la ley
prohíbe a sus titulares disponer75. También han sido incluidos en esta categoría, el conjunto
de derechos mínimos de los trabajadores76.
69
Sentencia C-242 de 1997
70
Sentencia C-1140 de 2000.
71
Sentencia C-060 de 2001.
72
Sentencia C-1038 de 2002.
73
Sentencia SU-174 de 2007.
74
Se dijo en esta oportunidad: “De la regulación constitucional y de su interpretación se infiere,
adicionalmente, que dicha figura presenta límites respecto de su ámbito material y temporal, en razón
a que no todos los asuntos pueden ser sometidos genéricamente a su conocimiento, como por ejemplo,
los relacionados con el estado civil de las personas, ya que detenta un carácter transitorio para su
realización”.
75
Explicó la Corte: “Escapan, por el contrario, a la autonomía de la voluntad, las obligaciones
amparadas por "las leyes en cuya observancia están interesados el orden y las buenas costumbres", de
conformidad con el artículo 16 del mismo Código Civil. // Lo dispuesto por los artículos 15 y 16 del
Código Civil explica por qué el artículo 1o. del decreto 2279 de 1989, establece: "Podrán someterse a
arbitramento las controversias susceptibles de transacción que surjan entre personas capaces de
transigir o vinculadas con uno o varios fideicomisos mercantiles. El arbitramento puede ser en
derecho, en conciencia o técnico". Esto excluye del pacto arbitral, que según el artículo 2o. del
mismo decreto comprende la cláusula compromisoria y el compromiso, todas aquellas controversias
que versen sobre cuestiones no susceptibles de transacción, o entre incapaces. Conviene tener
presente que, según el artículo 2470 del Código Civil "No puede transigir sino la persona capaz de
disponer de los objetos comprendidos en la transacción". Y que, de conformidad con el 2473 del
41
Expediente D- 8226
Por otra parte con ocasión del examen de constitucionalidad de los artículos 70 y 71 de la Ley
80 de 1993 (Estatuto de Contratación Estatal), que regulan el tema del arbitramento en los
contratos administrativos77, la Corte Constitucional en la sentencia C-1436 de 2000 precisó el
alcance del arbitramento en esta materia. La Corte reiteró, en primer lugar, que de la
definición legal del arbitramento, se infiere que la competencia de los árbitros es restringida
por límites materiales atinentes al asunto objeto de arbitramento, dado que sólo pueden
pronunciarse sobre materias transigibles78. En ese orden de ideas, se afirmó que los árbitros
mismo Código, "No se puede transigir sobre el estado civil de las personas". // En virtud de todas
estas normas, están, pues, excluidas del arbitramento cuestiones tales como las relativas al estado
civil, o las que tengan que ver con derechos de incapaces, o derechos sobre los cuales la ley prohíba a
su titular disponer”.
76
Se dijo en esta providencia: “El arbitramento es excepcional. La habilitación de particulares para
solucionar conflictos por medio del arbitramento cuenta también con claras limitaciones materiales,
pues no todo problema jurídico puede ser objeto de un laudo. El legislador ha sido consciente de que
la equiparación funcional que se hace entre los funcionarios del Estado y ciertos ciudadanos,
temporalmente investidos de poder jurisdiccional, no puede extenderse a todas las materias, pues es
claro que existen bienes jurídicos cuya disposición no puede dejarse al arbitrio de un particular, así
haya sido voluntariamente designado por las partes enfrentadas. // Principios como el de la
seguridad jurídica hacen necesario que ciertos asuntos sean ventilados a través de la jurisdicción
ordinaria, pues se trata de eventos que se relacionan con la garantía de derechos constitucionales
fundamentales, con el reconocimiento de facultades legalmente reconocidas a favor de ciertos
ciudadanos -v.g. derechos mínimos de los trabajadores-, o con el ejercicio del control estatal sobre
ciertas circunstancias jurídicamente relevantes como "la fijación del estado civil, las cuestiones que
tengan que ver con derechos de incapaces o derechos sobre los cuales la ley prohíbe a su titular
disponer"”.
77
El texto de dichos artículos es el siguiente:
"Artículo 70.- DE LA CLAUSULA COMPROMISORIA. En los contratos estatales podrá incluirse la
cláusula compromisoria a fin de someter a la decisión de árbitros las distintas diferencias que puedan
surgir por razón de la celebración del contrato y de su ejecución, desarrollo, terminación o
liquidación. // El arbitramento será en derecho. Los árbitros serán tres (3), a menos que las partes
decidan acudir a un árbitro único. En las controversias de menor cuantía habrá un sólo árbitro. // La
designación, requerimiento, constitución y funcionamiento del tribunal de arbitramento se regirá por
las normas vigentes sobre la materia. // Los árbitros podrán ampliar el término de duración del
Tribunal por la mitad del inicialmente acordado o legalmente establecido, si ello fuere necesario para
la producción del laudo respectivo. // En los contratos con personas extranjeras y en los que incluyan
financiamiento a largo plazo, sistemas de pago mediante la explotación del objeto construido u
operación de bienes para la prestación de un servicio público, podrá pactarse que las diferencias
surgidas del contrato sean sometidas a la decisión de un tribunal de arbitramento designado por un
organismo internacional.
Artículo 71.- Cuando en el contrato no se hubiere pactado cláusula compromisoria, cualquiera de las
partes podrá solicitar a la otra la suscripción de un compromiso para la convocatoria de un Tribunal
de Arbitramento a fin de resolver las diferencias presentadas por razón de la celebración del contrato
y su desarrollo, terminación y liquidación. // En el documento de compromiso que se suscriba se
señalará la materia objeto de arbitramento, la designación de los árbitros, el lugar de funcionamiento
del tribunal y la forma de proveer los costos de los mismos.”
La decisión adoptada por la Corte en esta oportunidad fue: “Decláranse EXEQUIBLES los artículos
70 y 71 de la ley 80 de 1993, bajo el entendido que los árbitros nombrados para resolver los conflictos
suscitados como consecuencia de la celebración, el desarrollo, la terminación y la liquidación de
contratos celebrados entre el Estado y los particulares, no tienen competencia para pronunciarse
sobre los actos administrativos dictados por la administración en desarrollo de sus poderes
excepcionales”.
78
Dijo la Corte: “El arbitramento, así concebido, está definido hoy como „ un mecanismo por medio
del cual las partes involucradas en un conflicto de carácter transigible, defieren su solución a un
tribunal arbitral, el cual queda transitoriamente investido de la facultad de administrar justicia,
profiriendo una decisión denominada laudo arbitral‟ (Ley 446 de 1998, artículo 111). // De la
42
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no pueden pronunciarse sobre asuntos que involucran el orden público, la soberanía nacional
o el orden constitucional, que están reservados por su naturaleza a la decisión de los órganos
jurisdiccionales del Estado79.
Se tiene entonces que del mismo modo que la autonomía de la voluntad puede ser limitada
en aras de proteger el interés general, el orden público o los derechos fundamentales, los
acuerdos que celebren las personas para acudir al arbitramento como mecanismo de solución
de controversias jurídicas están sometidos igualmente a tales restricciones. Las cuales no han
definición que hace el legislador, se infiere que la competencia de los árbitros está limitada no sólo
por el carácter temporal de su actuación sino por la naturaleza del asunto sometido a su
conocimiento, pues sólo aquellas materias susceptibles de transacción pueden ser definidas por los
árbitros. Significa lo anterior que la competencia de los árbitros es de carácter limitada, tanto por el
aspecto temporal como el material, pues como lo ha señalado esta Corporación „no todos los asuntos
pueden ser sometidos genéricamente a su conocimiento, como por ejemplo, los relacionados con el
estado civil de las personas, …‟ (sentencia C-247 de 1994)”.
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En términos de la sentencia: “Dentro de este contexto, no es difícil arribar a la conclusión según la
cual los particulares investidos de la facultad de administrar justicia no pueden pronunciarse sobre
asuntos que involucren el orden público, la soberanía nacional o el orden constitucional, asuntos que
en razón de su naturaleza, están reservados al Estado, a través de sus distintos órganos”.
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Explicó esta Corporación: “La Corte Suprema de Justicia, en sentencia de diciembre 12 de 1991,
señaló sobre el particular que “es la jurisdicción la llamada a despejar la certidumbre que el
particular suscite sobre la validez del acto, sobre su acomodo a los moldes jurídicos que trazan el
obrar estatal”. Y en relación con la procedencia de la conciliación contenciosa administrativa, frente
a la legalidad de los acto, expresó: “Bajo la óptica de la institución de la conciliación administrativa
prevista en las normas sub-judice (ley 23 de 1991) y contraída a los casos que en precedencia fueron
examinados, no entrañan posibilidad alguna de que la legalidad del acto o su firmeza pendan del
mero querer de las partes involucradas en la litis contenciosa, lo cual sería a todas luces inaceptable
por inconstitucional.” // En el mismo sentido, la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de
Estado conceptuó: “... a diferencia de lo que contemplaba el artículo 59 de la ley 23 de 1991 (según el
cual se podía conciliar sobre los aspectos individuales y patrimoniales que pudiesen ventilarse ante la
jurisdicción a través de las acciones de nulidad y restablecimiento; reparación directa (...) el artículo
6 de éste (decreto 2651 de 1991) sólo permite la conciliación en las dos referidas controversias
contencioso administrativas (responsabilidad contractual y responsabilidad extracontractual del
Estado) para excluir de modo inequívoco, la posibilidad de conciliar controversias contencioso
administrativas que se funden en peticiones tendientes a que se declare la nulidad de actos
administrativos. Ello debido a que todas las acciones de nulidad y restablecimiento del derecho tienen
por fundamento la infracción de normas de derecho público que, como tal, no pueden ser objeto de
renuncia, conciliación o transacción”.
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de ser impuestas mediante ley estatutaria porque en la mayoría de los casos previamente
mencionados la jurisprudencia constitucional avaló la constitucionalidad de las restricciones a
la autonomía de la voluntad, en materia de suscribir acuerdos dirigidos a someter conflictos
entre particulares a la justicia arbitral, establecidas mediante leyes ordinarias.
Una vez reformulado de este enunciado se desprenden dos prohibiciones, la primer dirigida a
impedir los acuerdos entre proveedores que menoscaben, limiten o afecten la facultad de
intervención regulatoria de la CRC y la segunda dirigida a prohibir los acuerdos entre
proveedores que menoscaben, limiten o afecten la facultad de solución de controversias de la
CRC.
A partir de dicho entendimiento el actor formula distintos cargos. En primer lugar, acusa a la
prohibición de los acuerdos entre proveedores que limiten, afecten o menoscaben la facultad
regulatoria de la CRC, de vulnerar la autonomía de la voluntad privada y la libertad
económica, y el principio de reserva de ley en materia de restricción de derechos
constitucionales. En segundo lugar, alega que la prohibición de acuerdos entre proveedores
que menoscaben, limiten o afecten la facultad de solucionar controversias de la CRC lesiona
el derecho de acceso a la administración de justicia bajo la modalidad de justicia arbitral.
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En materia de definición del régimen jurídico de los servicios públicos en virtud del
artículo 365 constitucional existe reserva de ley, por lo tanto el legislador es la
autoridad pública encargada de establecer el régimen jurídico de los servicios
públicos, facultad que debe ejercer dentro de los precisos y estrictos términos
establecidos en la Carta Política y con sujeción al marco constitucional anteriormente
señalado. Por su parte, teniendo en cuenta el régimen legal, al Presidente de la
República le corresponde ejercer la inspección, la vigilancia y el control de la
prestación de estos servicios y fijar las políticas generales de administración y control
de eficiencia de los servicios públicos domiciliarios.
La reserva legal en materia de servicios públicos domiciliarios no excluye la
atribución de funciones de regulación a órganos especializados, tales como las
comisiones de regulación, que no se agotan en la expedición de actos normativos ni
tampoco se circunscriben a una modalidad específica de los mismos. Sin embargo, el
ejercicio de estas competencias en todo caso ha de sujetarse a los lineamientos
establecidos por el legislador.
La intervención del órgano regulador en ciertos casos supone una restricción de la
autonomía privada y de las libertades económicas de los particulares que intervienen
en la prestación de los servicios públicos, sin embargo, tal limitación se justifica
porque va dirigida a conseguir fines constitucionalmente legítimos y se realiza dentro
del marco fijado por la ley.
La intervención estatal en el ámbito de la autonomía de la voluntad privada y de las
libertades económicas no tiene que hacerse directamente por medio de la ley, pues
precisamente el artículo 334 constitucional señala que el Estado intervendrá “por
mandato de la ley (…) en los servicios públicos y privados”, en esa medida
corresponde a la ley definir las finalidades, los instrumentos y las facultades de la
intervención del órgano regulador.
Ahora bien, como señalan los intervinientes y la Vista Fiscal la facultad de la CRC de expedir
regulaciones es una facultad de intervención estatal en la economía, y las regulaciones
expedidas son a su vez un instrumento de intervención estatal. La misma Ley 1341 de 2009
señala cuales son las finalidades que debe perseguir tal regulación, en primer lugar aquellas
relacionadas con las funciones encargadas a la CRC: promover la competencia, evitar el
abuso de posición dominante y regular los mercados de las redes y los servicios de
comunicaciones; con el fin que la prestación de los servicios sea económicamente eficiente, y
refleje altos niveles de calidad (inciso primero del artículo 19 de la Ley 1341 de 2009), y en
segundo lugar procurar la construcción de un mercado competitivo que desarrolle los
principios orientadores de la presente ley (inciso segundo de la misma disposición).
Adicionalmente los artículos 281 y 482 del mismo cuerpo normativo definen los principios
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Entre los cuales el artículo 2 menciona:
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demandado hacen referencia a la materia sobre la cual versa la regulación expedida por la
CRC.
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particulares que intervienen en la prestación de los servicios públicos, sin embargo, tal
limitación se justifica porque va dirigida a conseguir fines constitucionalmente legítimos y se
realiza dentro del marco fijado por la ley.
Por las razones previamente expuestas no prosperan los cargos formulados respecto del
enunciado “Ningún acuerdo entre proveedores podrá menoscabar, limitar o afectar la
facultad de intervención regulatoria (…) de la Comisión de Regulación de Comunicaciones”.
Respecto de los cargos que formula el demandante relacionados con el segundo contenido
normativo sometido a examen, si bien el actor acusa a este enunciado de vulnerar el derecho
de acceso a la administración de justicia en la modalidad de justicia arbitral, realmente su
acusación va dirigida nuevamente a plantear la vulneración del principio de autonomía de la
voluntad privada de los particulares, pues el reproche formulado consiste en “(i) que no
obstante los proveedores hayan acordado el arbitramento, la CRC continúa teniendo
competencia para la resolución de controversias, por lo que, esta de oficio y
discrecionalmente, o incluso cualquiera de las partes del acuerdo puede acudir a la CRC
proponiendo la resolución del conflicto y de esta forma desconocer lo pactado con su
contraparte, no solo antes de convocarse el arbitramento, sino aun después de conformado
este y (ii) Que no obstante los proveedores hayan acordado el arbitramento en cualquiera de
sus modalidades, tal acuerdo no surte efecto alguno y todas las controversias existentes entre
proveedores de redes y servicios son de competencia exclusiva y excluyente de la CRC. En
ambos casos la norma privilegia la justicia administrativa de la CRC, frente a la
competencia de los árbitros para resolver los conflictos por la vía jurisdiccional”.
Ahora bien, como antes se precisó la ley también puede establecer límites a la autonomía de
la voluntad privada para acceder a mecanismos de solución de conflictos tales como el
arbitramento, y en este caso concreto lo que habría que indagar es si la limitación establecida
en el precepto acusado se ajusta a la Constitución.
Cabe recordar que en la sentencia C-1120 de 2005 se indicó que la facultad de resolver
conflictos debe entenderse como una función de regulación y de intervención en la economía,
que supone la expedición de actos administrativos pues no tiene naturaleza jurisdiccional.
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Ahora bien, aunque no fue demandado es preciso hacer alusión al primer enunciado del
numeral 9 del artículo 22 de la Ley 1341 de 2009 para una adecuada comprensión de tal
facultad de resolución de conflictos. Este precepto le atribuye a la CRC la función de
“resolver las controversias, en el marco de sus competencias, que se susciten entre los
proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones”, se tiene entonces que la facultad de
resolución de controversias a la cual hace alusión el precepto demandado es ejercida dentro
del marco de las competencias que el citado cuerpo normativo encomienda al órgano
regulador, las cuales persiguen fines constitucionalmente legítimos a los que ya se ha hecho
alusión.
Por otra parte, como se concluyó en el acápite previo de esta providencia las limitaciones a la
autonomía de la voluntad en materia de justicia arbitral no tienen que ser establecidas
mediante ley estatutaria, razón por la cual este cargo tampoco está llamado a prosperar.
En esa medida los cargos formulados contra el enunciado “Ningún acuerdo entre
proveedores podrá menoscabar, limitar o afectar la facultad de (…) solución de
controversias de la Comisión de Regulación de Comunicaciones” tampoco tiene vocación de
prosperar.
III. DECISIÓN.
RESUELVE:
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Magistrado
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