Waging War Against The Devil in Overseas Worlds: 18 Century Mission Frontiers in El Chaco and Paraná
Waging War Against The Devil in Overseas Worlds: 18 Century Mission Frontiers in El Chaco and Paraná
Waging War Against The Devil in Overseas Worlds: 18 Century Mission Frontiers in El Chaco and Paraná
Recibido: 26-11-2012
Aprobado: 18-06-2013
RESUMEN
El análisis de las complejidades de las misiones del Chaco y el Paraná en el siglo XVIII per-
mite reconstruir el alcance y límites de la acción misional así como de las circunstancias en que se
concretó. También se analizan las limitaciones y adversidades que afrontaba aún a fines del periodo
colonial español. Desde esta perspectiva se define la frontera misional en plural, mostrándose en
variados ámbitos, desde los entornos urbanos hasta los confines del Chaco, permitiendo comprobar
que encerraba tanto elementos de exclusión y conformación de bordes y límites, como espacios
caracterizados por una porosidad social, interétnica y cultural. La misión, a pesar del proyecto
de apostólico de aculturación religiosa que encerraba, se concretó como un espacio socialmente
participado, utilizado, transformado e históricamente cambiante, que ejemplifica la hibridación o
mestizaje cultural en entornos y contextos de frontera.
Palabras clave: frontera, misión, Compañía de Jesús, mestizaje cultural, El Chaco, Paraná, siglo XVIII.
ABSTRACT
The analysis of the missionary experience in the 18 th century Chaco and Paraná regions
allows this reconstruction of the complexities of the Catholic project. Our study considers the
limitations and adversities faced by the missionary enterprise in the end of the Spanish colonial
period; this perspective contributes to the definition of the missionary frontier in plural terms that
emerged in multiple contexts, ranging from urban areas to the upper Paraná. By considering this
point, this article proves that the missionary frontier comprehended both exclusionary and limitative
borders, and social, ethnical and cultural porosity. Catholic mission, in spite of the apostolic reli-
gious acculturation Project that enclosed, really was a changing and historically transformed social
environment adapted to every social and cultural context, that exemplify cultural hybridization in
frontier environments and contexts.
Key words: frontier, mission, Society of Jesus, cultural hybridism, El Chaco, Paraná, 18 th century
* Esta investigación ha sido realizada dentro del marco del proyecto de investigación ‘Policia’ e
identidades urbanas en la España Moderna (HAR2009-13508-C02-01), financiado por el Ministerio
de Educación y Ciencia, Dirección General de Universidades (IP: Tomás A. Mantecón Movellán)
y coordinado con el proyecto Cultura e identidades urbanas en la España Moderna (HAR2009-
13508-C02-02) (IP: Ofelia Rey Castelao).
** Universidad de Cantabria. benitahcl@hotmail.com
*** Universidad de Cantabria. mantecot@unican.es
1. R. Po-Chia Hsia, The world of Catholic renewal, 1540-1770, Cambridge, 1998, pág. IX.
2. Christian, W.A. (Jr.): Religiosidad popular. Estudio antropológico en un valle español,
Madrid, 1978 (1ª ed. 1972).
3. Jack Goody comentó algunos de estos puntos de vista con brillantez en “Religion and ritual:
the definitional problema”, British Journal of Sociology, 12 (1961), pág. 149.
4. Paolo Broggio, Evangelizzare il mondo. Le missioni della Compagnia di Gesù tra Europa e
America (secoli XVI-XVII), Roma, 2004.
6. Sara Ortelli ha subrayado recientemente este rasgo de la sociedad colonial argentina. Sara
Ortelli, “La frontera pampeana en las últimas décadas del periodo colonial: las delegaciones de
indios y el comercio con Buenos Aires”, en M.A. Ladavazo, (coord.), Territorio, frontera y región
en la historia de América. Siglos XVI al XX, México, 2003, págs. 94-95.
7. Los estudios de Judith Farberman sobre magia y hecicería permiten comprobarlo. J. Fra-
berman, Las salamancas de Lorenza. Magia, hechicería y curanderismo en el Tucumán colonial,
Buenos Aires, 2005. El fenómeno de la apostasía requiere investigaciones específicas. En este artículo
se analiza esta materia en relación con el estudio de la misión y la tensión social en el interior del
territorio argentino.
9. Archivo General de la Nación (Buenos Aires) [AGN], Justicia, Sala IX, sig. 31-8-6, doc.
10, fols. 11-12.
10. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-8-6, doc. 12.
11. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-8-6, doc. 5, s.f. e b. 1, fol. 7.
los caciques o sus inspiradores] que, por desgracia, fue creída con demasiada
ligereza”, según se indicaba en el expediente.
El origen del problema era que estos caciques “dependían de sus patronos
superiores” dentro del sistema colonial, de modo que todo esto fue orquestado por
“el protector de indios” 12. En realidad, la imputación de estos cargos evidenciaba
un conflicto no tanto entre los misioneros y los indios como entre dos facciones
sociales. De una parte se contaba la que era representada por la opción de los
misioneros y, de otra parte, la de los que podrían etiquetarse como los colonos de
la tierra. Las solidaridades y lealtades de la población indígena se fragmentaron
en torno a ambas facciones o grupos con intereses contrapuestos ya que mientras
unos, los eclesiásticos, actuaban sobre la moral en armonía con los principios
apostólicos, otros, los colonos, mantenían su horizonte en el interés económico
que suponía la mayor y más fácil disponibilidad de mano de obra nativa.
Miguel Isidro era un indio tributario de la comunidad o ayllu de Collana en
Laymes. Tenía más de cincuenta años en el momento en que se expresaba este
conflicto que nos ocupa. Carecía de una verdadera capacidad para escribir siquiera
su nombre. Para realizar su declaración ante la justicia necesitó expresarse por
medio de intérpretes. En su testimonio reconoció que los gobernadores Valerio
Mariño y Faustino Lavayo “andaron por las haciendas para prevenir a los indios
de lamentarse de los servicios de iglesia y del dinero que pagaban por razón de
los derechos de matrimonio, sepultura y otras rentas parroquiales”. El gobernador
Don Diego Colquegurachi había dicho que Bartolomè Yucra, a su vez, trataba
de influir a los nativos para lograr que denunciaran a sus caciques 13. De algún
modo, los grupos de interés en la zona se articulaban en torno a la controversia
suscitada por las denuncias y acusaciones. Este tipo de querellas, endémicas en
la región, indicaban la naturaleza y fortaleza de algunos de los obstáculos con
que se encontraban los misioneros aún a fines del siglo XVIII para impulsar sus
proyectos religiosos y morales.
Otros indios de Chayantacas, Laymes, Puracas, Chulpas, Sicoyas fueron
interrogados también por medio de intérpretes y confirmaron los puntos de vista
de Miguel Isidro, así como que gobernadores trataban de lograr de ellos sus
declaraciones contra los clérigos locales. Quizá por esta razón solamente pocos
eclesiásticos querían encargarse de atender en las parroquias indígenas y dar
caución de la cantidad que debían administrar en ellas, puesto que los salarios
eran claramente bajos y su actividad sujeta al control regular por medio de las
visitas de los superiores en rango dentro de la estructura jerárquica eclesiástica.
A todo esto se añadía, como se ve, la presión ejercida por las tensiones derivadas
de los intereses de grupos de poder y facciones locales.
12. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-8-6, doc. 1, fol. 2-2 vº, 3 vº, 6 vº, 9 vº.
13. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-8-6, doc. 10, fols. 15 vº-16 vº.
14. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-7-4, doc. 1, fols. 9 vº-10 vº.
15. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-7-4, doc. 1, fols. 19-19 vº.
16. J. Djenderedjian, “Producción y trabajo en perspectiva comparada. La mano de obra en dos
grandes empresas agrarias del litoral argentino a fines de la época colonial”, ponencia presentada
en el XIII International Economic History Congress, Buenos Aires, julio 2002, ejemplar inédito,
accesible en: http://es.scribd.com/doc/50973484/Djenderedjian-Produccion-y-trabajo-en-perspectiva-
comparada-La-mano-de-obra-en-dos-grandes-empresas-agrarias-del-litoral-argentino-a-fines-de-la-epo
(4-IX-2012).
17. Sobre la estancia y misión, así como las controversias experimentadas por disputas deriva-
das de la explotación de los recursos en la región, ver J.F. Machón, “La estancia de Curupayti del
pueblo de Trinidad (antecedentes históricos de los pueblos correntinos de Loreto y San Miguel)”,
en C.A. Page, (ed.), Educación y evangeli zación. La experiencia de un mundo mejor. X Jornadas
Internacionales sobre Misiones Jesuíticas, Córdoba, 2005, págs. 45-51.
18. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-7-4, doc. 1, fols. 23-23 vº.
19. AGN, Justicia, Sala IX, b. 31-7-4, doc. 1, fols. 37-42 vº.
20. Ver Carta desde Cantón a Roma, 21 de octubre de 1721. Archivio della Congregacione per
la Doctrina della Fede (ACDF), sig. 89, b. PP 2-e, s.f. Los dominicos, justo arribados en China en
1631 habían tomado posiciones claramente junto con los franciscanos en contra de las de los jesuitas.
Los jesuitas parecían tener claro que la misión quedaba por encima de los
sujetos encargados de llevarla a efecto. La violencia con que eventualmente se
emplearon algunos agentes de la misión para poner en marcha sus proyectos
y para proyectar sus metas instructivas en las sociedades indígenas también
llegaron a conformarse como factores limitativos para el avance misionero, no
sólo en regiones del globo como las que conoció Mezzabarba, sino también en
la región del Chaco. Denuncias por este tipo de comportamientos se recibieron,
por ejemplo, de parte de algunos otros misioneros y de misionados por el fran-
ciscano Esteban de San Juan en 1 de enero de 1798. Alguno de los misioneros
había sido incluso capaz de agredir a uno de sus compañeros de orden durante
el almuerzo y delante de miembros de la comunidad indígena que era misionada
por los frailes en el Pueblo de San Francisco Javier 21. Estas tensiones formaban
parte también de la práctica cotidiana de la misión. No era preciso que se llegara
a querellas tan agudas como la que se suscitó en torno a los ritos chinos 22.
La carismática personalidad de algunos misioneros en particular propicia-
ba, por el contrario, el desarrollo de una progresión más veloz de la misión en
sus metas de consecución de sus proyectos apostólicos. El carisma y la buena
imagen y fama de misioneros concretos, o incluso la apropiación de algunos
elementos culturales gestados por la tradición local, lo que se pudiera consi-
derar expresión de un fenómeno de hibridación cultural, eran argumentos que
propiciaban el desarrollo y avance del proyecto apostólico, aunque otra cues-
tión controvertida era dilucidar hasta qué punto la incorporación de elementos
culturales del entorno social sobre el que se proyectaba la misión podía llegar
a afectar o, por el contrario, no perturbaba realmente los propios contenidos y
significados de la misión.
Un informe remitido desde la ciudad argentina de Córdoba el día 16 de
enero de 1797 por el marqués de Sobremonte al virrey muestra alguna intere-
sante información sobre el punto de la imbricación del misionero en el entorno
social en que se enquistaba el proyecto apostólico y, a la vez, permite obtener
información sobre la importancia del carisma implícito a la personalidad de los
agentes del mismo, sobre todo, en lo que respecta al proceso de incorporación
de los nativos y, en general, de la propia sociedad colonial a la empresa católica.
El autor del informe lo escribió como portavoz del pensamiento “de la mayor
parte de los mejores ciudadanos”, con el propósito de obtener para fray Pedro
Luis Pacheco la licencia de aplicarse a la atención curativa de los cordobeses.
se había llegado. Indicó que, a su juicio, era indudable que para una pastoral
competente en aquel puesto misionero, el más lejano y dificultoso de la región,
debían enviarse a los sujetos más capaces, para emplearse de forma óptima en el
servicio de la religión 25. Tanto sus palabras como las de quienes representaron
en sus peticiones al cabildo y vecinos de Córdoba debieron surtir los efectos
que esperaban, puesto que a principios de julio de 1798 Pacheco fue autorizado
a acudir al socorro de sus pacientes en la capital argentina.
Los indios repitieron sus antiguos latrocinios o prometían la paz con el fin de
lanzarse con toda su fuerza, contra los españoles corrompidos de otras ciudades;
y quitando botines a éstos, permutaban en la ciudad amiga de Santa Fe cuchillos,
espadas, lanzas, hachas, bolas de vidrio o ropas. Esta fue la astucia que luego los
bárbaros usarían con el resto de la provincia en vez de emplear la fuerza: cultivar
diligentemente la paz con una ciudad donde pudieran comprar los utensilios ne-
cesarios para la guerra y luego ponerlos en venta. Hubo una amarguísima queja
de los cordobeses, correntinos, paraguayos y santiagueños de que la ciudad de
Santa Fe se había convertido en refugio de los bárbaros ladrones y en su empo-
rio; en donde éstos compraban el hierro que usarían para asesinarlos. Acerca de
26. M. Dobrizhoffer, Historia de los Abipones, Resistencia, [1789] 1967-1970, vol. III, págs.
18-19.
27. Archivo General de Indias (desde ahora citado como AGI), Charcas, 199, misiones jesuitas
establecidas en el obispado de Tucumán, Lima, 15 de febrero, 1751; M. Dobrizhoffer, Historia…
op. cit., vol. I, págs. 400.
28. Sobre el papel de los líderes indígenas en estos acuerdos ver Carina Lucaioli, “Alianzas y
estrategias de los líderes abipones en un espacio fronterizo colonial (Chaco, siglo XVIII)”, Revista
Española de Antropología Americana, 38-1 (2009), págs. 77-96.
29. AGI, Charcas, 385, Carta del provincial de la Compañía de Jesús al Rey, dada en Córdoba,
el 1 de diciembre de 1750. Arquivo Historico Ultramarino (Lisboa) (citado desde ahora como AHU)
AHU_ACL_CU_071, Cx. 1, D. 15, 24 de febrero, 1758.
30. AHU_ACL_CU_071, Cx. 1, D. 18, 12 de febrero, 1760.
31. AGI, Charcas, 372, El obispo de Tucumán al Rey sobre la reducción abipona de La Purísima
Concepción de María Nuestra Señora, 6 de mayo, 1750; AGI, Charcas, 199, Misiones jesuitas..., s.f.
Es voz común en toda la provincia del Tucumán, que abusando estos indios de
la libertad que tienen para andarse por nuestras tierras, cometen muchos hurtos
y homicidios. […] Están immediatos a las poblaciones de los Christianos con
bastantes disgustos de los convecinos, y en estos años desde que vinieron dichos
indios ha habido muchas muertes de Christianos, como es público y notorio, […]
32. AGI, Charcas, 199, El virrey del Perú da cuenta de haberse logrado la reducción de los
indios abipones, 12 de junio, 1750.
33. AGI, Charcas, 372, El Obispo de Tucumán…, s.f.
34. AGI, Charcas, 210, Carta de Gregorio e Arascaeta al Rey en representación de La ciudad
de Córdoba, 17 de agosto, 1750.
muertes y hurtos de caballos, que cada año están haciendo en la frontera de este
partido convocados con los de adentro [tierra adentro, es decir, el Chaco] para
hacer sus maldades 35.
Aún más, el obispo afirma en su informe que el padre Arnal S.J., procu-
rador de las misiones, le había confesado en una de sus cartas que “los indios
abipones están siempre mezclados con los ladrones y dañinos [del Chaco] […];
estos indios más traiciones y daños han hecho a las ciudades de Santa Fe y
Córdoba que provecho alguno” 36. La existencia de un proceso de barbarización
o contaminación de los indígenas reducidos y, por lo tanto, sometidos a una
moral cristiana, se presumía causada por el contacto con los grupos del interior
chaqueño, que permanecían ajenos a la colonización y a la evangelización.
Era común que los padres de La Compañía argumentaran que la tarea
que desarrollaban entre los indígenas durante años se echaba a perder en tan
sólo semanas de contacto entre ambos grupos. El obispo Illana era un ferviente
antijesuita. Su oposición a la orden claramente influenció su encendido infor-
me en que subrayaba los aspectos negativos de la acción de los miembros de
La Compañía y proporcionaba una interpretación de la labor jesuita desde una
óptica del fracaso. Sin embargo, la persistencia de prácticas hostiles por parte
de grupos guaycurús reducidos, así como la existencia de frecuentes contactos
entre indígenas de misiones con grupos que permanecieron al margen de la co-
lonización y cristianización ha sido corroborada tanto por otra documentación
coetánea como por la historiografía reciente, del mismo modo que dinámicas
similares han sido identificadas en otras áreas de frontera en los márgenes del
imperio colonial español 37.
Igualmente, estas fuentes muestran el uso que los abipones hicieron de las
reducciones como una especie de “campo base”, que ofrecía el refugio desde el
cual lanzar sus ataques contra ciudades y ranchos de jurisdicciones distintas de
aquellas con la cual habían firmado acuerdos de paz, así como contra misiones
pobladas por grupos indígenas con los cuales ellos mantenían una tradicional
enemistad 38. Ejemplo de ello es la reducción abipona de San Carlos de Timbó,
35. AGI, Buenos Aires, 614, Informe del Obispo de Tucumán sobre la visita a su diócesis, s.f.
36. Ibid.
37. Ver, por ejemplo, S. Ortelli, Trama de una guerra conveniente. Nueva Vi zcaya y la sombra
de los apaches (1748-1790), México, 2007.
38. Este asunto ha sido estudiado, con este enfoque, en los casos de las reducciones de mocovíes
y abipones en la frontera de Santa Fe por James Schoefield Saeger en su artículo “Another view
of the mission as a frontier institution: the guaycuruan reductions of Santa Fe, 1743-1810”, en
The Hispanic American Historical Review, 65- 3 (1985), págs. 493-517 (pág. 506). Ver también C.
Lucaioli y F. Nesis, “Apropiación, distribución e intercambio: el ganado vacuno en el marco de las
reducciones de abipones y mocoví (1743-1767)”, Andes, 18 (2007), págs. 129-152.
39. B. Susnik y M. Chase-Sardi, Los indios del Paraguay, Madrid, 1995, págs. 188-191.
40. R.S. Weddle, After the massacre. The violent legacy of San Sabá Mission, Lubbock, 2007.
41. AGI, Buenos Aires, 614, Informe del Obispo… s.f.
42. Ibid.
43. AGI, Charcas, 385, Carta del provincial…s.f. ; AGI, Charcas, 199, El virrey del Perú… s.f.
44. AHU_ACL_CU_071, Cx. 1, D. 18.
para reunirse con otros grupos del interior del Chaco con los que mantenían
relaciones pacíficas. El reducido control que los jesuitas podían ejercer sobre
los catecúmenos y el alto grado de independencia que éstos mantuvieron per-
mitió a los abipones desafiar desde dentro no sólo la autoridad misional sino
el propio sistema colonial en la región. Las fracturas internas que atravesaban
el mismo y los diferentes intereses que guiaban a las diferentes jurisdicciones,
ciertamente, lo facilitaron.
En algunos casos se podía llegar a desafíos más notables a la disciplina
que imponía la reducción, casos en que el antagonismo de los indígenas o sus
líderes frente a los religiosos que la administraban, o frente a las nuevas pautas
de vida que ésta introducía, provocaban el abandono de la misma y, en algu-
nos casos, la muerte de los misioneros. Así sucedió en numerosas ocasiones,
especialmente en los inicios de la actividad misionera, aunque un ejemplo ya
tardío es el de la muerte del padre Francisco Ugalde S.J. en 1756 a manos de
los indígenas mataguayos con los que había convivido durante ocho meses 45.
En ocasiones, los indígenas establecían una confrontación con cuanto suponía
la cultura europea, comenzando por expresar su apostasía, o por lo menos así
lo interpretaban los misioneros cuya autoridad era desafiada.
La misión de Miraflores, fundada tras las campañas militares que la Go-
bernación de Tucumán emprendió contra nativos del Chaco durante la década de
1710, fue escenario de pugnas por la autoridad entre líderes indígenas y misio-
neros en las cuales la apostasía se convirtió en un importante argumento de los
religiosos para explicar la oposición de sus rivales, un signo de barbari zación.
Los líderes indígenas a los que nos referimos habían sido pieza importante en la
incorporación de sus pueblos a la misión, por lo cual recibieron un trato especial
por parte de los misioneros y autoridades civiles y militares de la gobernación,
que contribuyó a consolidar su preeminencia social. Erigirse en interlocutores con
las autoridades hispanas les dotó de los títulos de maestre de campo y capitanes
de sus comunidades, de símbolos del poder colonial, como el bastón de mando
y las bengalas, así como de privilegios en forma de mejores ropas, raciones de
comida y mejor trato que los dados al resto de los indígenas de la reducción 46.
Sin embargo, los intereses de los líderes que se creía ayudarían a extender la
doctrina y las normas de vida cristiana chocaron con los de los misioneros; la
seguridad y autoridad con que el respaldo de los españoles dotó a estos líderes
les permitió, precisamente, desafiar las pretensiones misioneras de imponer en
ellos una vida cristiana y civilizada.
45. Carta del padre Pedro Juan Andreu al procurador general Simón Bailina, Miraflores, 22 de
noviembre, 1757, Biblioteca Nacional de España (en adelante citado como BN), Mss. 18577/14, s.f.
46. P. Lozano, Descripción Chorográfica del terreno, ríos, árboles, y animales de las dilatadísimas
provincias del gran Chaco Gualamba, y de los ritos y costumbres de las innumerables naciones
bárbaras e infieles que le habitan, Córdoba, 1733, págs. 443-444.
Los intentos del misionero por reprimir este episodio provocado por uno de
los tres líderes, así como aquellas conductas que consideraba inmorales (como
el amancebamiento), no hicieron sino ganarle la abierta enemistad tanto de
Fernando como de Gregorio y Calixto, que no estaban dispuestos a ver reduci-
da su autonomía y preeminencia social. La creciente tensión en la misión y el
descontento de estos líderes dieron lugar a que Calixto dirigiera varios intentos
de asesinato contra el jesuita, así como al abandono de la misión por parte de
grupos de catecúmenos. El más serio de esos abandonos consistió en la partida
de 50 familias lideradas por Fernando. No regresaron sino hasta pasados tres
años 49. El retorno, sin embargo, no garantizó el fin de las hostilidades y enfren-
tamientos entre Fernando y el misionero. Éstos, por el contrario, volvieron a
ser recurrentes. Todo lo descrito da idea de las dificultades para consolidar la
acción misionera en estas sociedades de los confines americanos del imperio.