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Autodefensa

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la autodefensa, que es uno de los puntos principales de este artículo, es el

derecho de todo procesado a intervenir directa y personalmente en el proceso;


en otra palabras, es el derecho del procesado a defenderse por sí mismo en el
marco de un proceso. De acuerdo con César San Martín, este tipo de actos
propios del procesado están encaminados a preservar su libertad, es decir a
impedir la condena o a reducir al mínimo la posible sanción penal. Es necesario
aclarar que, bajo ninguna circunstancia, el recibir apoyo técnico de un abogado o
abogada implica la renuncia a la defensa del imputado por sí mismo. Es decir, las
partes siempre podrán defenderse personal y directamente durante el proceso,
incluso si tienen la representación de un abogado o abogada. Además, dentro de
este derecho podemos encontrar el denominado “derecho a la última palabra”.
Este derecho constituye la última manifestación del derecho de defensa material
del imputado. El uso de este derecho queda enteramente a discrecionalidad del
imputado, pues es el único que decide hacer uso del mismo.La autodefensa
entonces se constituye como una garantía procesal constitucional que se
manifiesta a través de la intervención personal y directa de las partes en el
proceso, esto sin excluir la posibilidad de que sean asistidas legalmente por
especialistas en la materia como lo son los abogados.En segundo lugar, dentro de
los mecanismos de resolución de conflictos existentes, encontramos a la
autotutela o también denominada, por algunos académicos, autodefensa. La
autotutela es un modo de resolver situaciones conflictivas por uno mismo.
De hecho, la autotutela se manifiesta de diversas maneras: la autotutela
reglamentada como la huelga, la autotutela privada como el derecho de los
padres de castigar a sus hijos o la autotutela en defensa a un ataque precedente
como la legítima defensa. En esta ocasión nos centraremos en la autotutela
manifestada en la legítima defensa.La legítima defensa, como ya lo mencionamos
antes, es una de las expresiones de la autotutela mediante la que una persona
reacciona ante un ataque precedente que podría vulnerar su integridad o algún
otro bien jurídicamente protegido. La legítima defensa es reconocida en el
artículo 2° inciso 23 de la Constitución de 1993. De acuerdo con Marianella
Ledesma, la legítima defensa es un mecanismo eximente de responsabilidad
penal que permite declarar, conforme a derecho, actos que afectan tipos
legales[8]. Es posible afirmar que el reconocimiento de la legítima defensa por la
Carta Fundamental a una norma de tipo permisiva. Vale recalcar que en el
ordenamiento jurídico no sólo existen normas de carácter prohibitivo, sino
también de carácter permisivo que facultan a los individuos de realizar ciertos
hechos.Ahora bien, el carácter permisivo de una norma implica que es posible
realizar determinados actos que, en principio, estaban prohibidos, pero que
debido a las circunstancias están justificados y, por lo tanto, no son punibles. Es
decir, “existen causas que excluyen la antijuricidad y convierten el hecho típico
en uno perfectamente lícito y aprobado por el ordenamiento jurídico Por ello, si
una acción no es contraria a derecho (antijurídica), entonces no configura un
delito, por lo que no puede ser sancionada. De acuerdo con Marianella Ledesma,
la legítima defensa es una conducta típica, pero no antijurídica, pues se actúa
bajo el tipo permisivo de la defensa necesaria.

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