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Virreyes Importantes

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Principales virreyes.

Reseña histórica

I. Blasco Núñez de Vela (1544-1546)


Fue un militar y político
español, Capitán General de
la Armada de las Indias. El 2
de julio de 1540 el Rey Carlos
le concedió el título de
Marqués de Blasco como
recompensa por sus hazañas.
Fue nombrado primer Virrey
del Perú en 1543, con la
tarea de hacer cumplir las
Leyes Nuevas redactadas
para poner fin a los abusos
cometidos con los indios por
parte de los encomenderos.
Blasco Núñez Vela llegó el 15
de mayo de 1544 a la ciudad
de Lima, a la sazón atenazada
por las disensiones y disputas
habidas entre los
conquistadores Francisco de
Carvajal, Gonzalo Pizarro y
Cristóbal Vaca de Castro,
antiguo gobernador del
territorio. El enfrentamiento más encarnizado lo protagonizaban estos dos
últimos, Gonzalo Pizarro como pretendiente del gobierno del Perú, y Cristóbal Vaca de
Castro como defensor de sus privilegios. Pero la actuación de Núñez Vela no hizo más
que agravar la situación.

A pesar de la buena acogida y disposición de Vaca de Castro, Núñez Vela le encarceló


primero en el propio palacio, para más tarde ordenar su confinamiento en un barco
atracado en El Callao.
Su misión de imponer las Leyes Nuevas, que suponían una reforma completa del
gobierno en las posesiones americanas, topó con el descontento de los privilegiados
conquistadores y oidores de la audiencia, que aprobaron, sin consideración de la
autoridad que le asistía, el destierro del virrey y el nombramiento de Gonzalo Pizarro,
convertido en líder de los conquistadores descontentos, como nuevo gobernador.

Enviado de vuelta a España, desembarcó en Tumbes y reunió un ejército con el que


marchó contra los gonzalistas, con el ánimo tenaz de recuperar el poder. Pero hubo de
retroceder y en la batalla de Iñaquito, cerca de la ciudad de Quito, fue derrotado y
decapitado, el 18 de enero de 1546.

II. Andrés Hurtado de Mendoza (1556-1560)


Fue Marqués de Cañete y III virrey del Perú. Su gobierno marca la definitiva
culminación del período de conquista y guerras civiles, caracterizado por continúas
revueltas y modificaciones en el escenario del poder. Era natural de Cuenca y miembro
de un distinguido linaje alcarreño. 

El 10 de marzo de 1555 recibió la designación de virrey, gobernador y capitán general


del Perú y presidente de la audiencia de Lima. Todavía antes de la partida escribió una
carta al emperador, manifestándole tener noticia de que en el Perú habitaban
entonces cerca de ocho mil españoles, de los cuales sólo quinientos poseían
repartimientos de indios, un millar tenían algún negocio u oficio y el resto carecía de
medios para subsistir: era necesario, pues, “desaguar” la tierra de tantos elementos
ociosos. Con este ideal en la cabeza y con un nutrido séquito de parientes y criados, se
hizo a la vela en Sanlúcar de Barrameda en octubre de 1555. Apenas tocó tierra en
Panamá inició juicio de residencia a diversos funcionarios de la Corona y se encargó de
liquidar una partida de cimarrones que asolaba la región. Tocó luego tierra en Paita y
en Trujillo y continuó finalmente por el camino de los llanos hasta arribar a Lima,
donde hizo su entrada solemne el 29 de junio de 1556.

Con insospechada estrictez, el nuevo virrey dictó la orden de ajusticiar a los rebeldes
que permanecían impunes después de las sediciones recientes -sobre todo el
levantamiento de Francisco Hernández Girón- y también a los soldados que insistían
en reclamar mercedes. Mandó desterrar a 37 vecinos prominentes, que se dedicaban a
esparcir maledicencias en torno a su demora en proveer las encomiendas vacantes, y
asimismo ordenó confiscaciones de armas, a fin de evitar nuevos brotes levantiscos. Al
cabo de menos de un año de gestión, reportaba con orgullo que había hecho degollar,
ahorcar o desterrar a más de ochocientos sujetos, lo cual contribuía a descongestionar
el país de habitantes nocivos. Por otra parte, creó la compañía de gentilhombres
lanzas (con cien oficiales dotados de mil pesos de renta anual) y la subalterna
compañía de arcabuceros (con cincuenta oficiales que cobraban 500 pesos de renta);
ambas formaban la guardia del palacio virreinal, bajo el mando de don Pedro de
Córdoba. Promovió además la fundación de nuevas ciudades, adonde habían de
trasladarse los peninsulares faltos de tierras e indios. Se levantó así la población de
Cañete, en el valle del Huarco, la de Santa María de la Parrilla, junto a la
desembocadura del río Santa, y la de Cuenca, a mitad del camino serrano entre Quito y
Loja. No fueron menos significativas la entrada de colonización dirigida a la región
selvática de Yahuarzongo, ni las jornadas con rumbo a la presuntamente fértil comarca
de Rupa-Rupa y a los confines orientales de Jaén de Bracamoros.

Aparte de ello, logró este virrey que el Inca Sayri Tupac, descendiente directo del linaje
imperial autóctono, abandonase su reducto de Vilcabamba (1558) y se resignase a
señorear sobre una encomienda en el valle de Yucay. Dictó varias providencias acerca
del orden que se había de guardar en las mitas, fomentó la labor evangelizadora de los
clérigos y dispuso el empadronamiento de los yanaconas. Creó el Consejo de la Real
Hacienda, a fin de resolver las peticiones concernientes a este ramo. Hizo levantar en
Lima el hospital de San Andrés, para atención de los españoles enfermos o
menesterosos (1556), y en la misma capital edificó el recogimiento de San Juan de la
Penitencia para doncellas mestizas, que a menudo sufrían el abandono de sus
progenitores. Mandó tender un puente sobre el río Rímac para beneficio de los
moradores limeños, y otro sobre el río Abancay, en la quebrada de Anguyaco.
Pese a su meritorio empeño, don Andrés Hurtado de Mendoza debió soportar la
antipatía de los funcionarios de la audiencia, que estaban ensoberbecidos por su
dilatado ejercicio del poder y coligados con la oligarquía de encomenderos. Las
acusaciones de nepotismo y malversación de caudales públicos emitidas por los
magistrados limeños, y especialmente por el oidor Bravo de Saravia, se combinaron
con las apasionadas quejas de los vecinos desterrados y de parientes de los rebeldes
ajusticiados, desacreditando la figura del virrey en los medios cortesanos. En vista de
su mala imagen, se resolvió nombrar un sustituto en la persona del conde de Nieva.
Debilitado por el reuma y afectado seguramente por la noticia de su destitución, el
marqués de Cañete falleció en el palacio de Lima el 14 de setiembre de 1560.

III. Francisco de Toledo (1569-1581)


Tras combatir en las guerras que mantuvo la monarquía hispánica en Europa y el
Mediterráneo, el monarca Felipe II (de quien había sido mayordomo) le nombró virrey
del Perú (1568) en sustitución del virrey interino Lope García de Castro; Toledo accedió
al cargo al año siguiente.
Su política al frente del virreinato persiguió dos objetivos fundamentales: la
consolidación de los derechos y privilegios reales frente a los encomenderos y la
extinción definitiva de las recurrentes sublevaciones indígenas. Para llevarlos a cabo
consideró necesaria una modernización de la administración que hiciera posible
incrementar el poder real. Éste fue precisamente el objetivo de las llamadas
Ordenanzas del virrey Toledo, que establecieron las bases del sistema colonial que
perduró hasta el siglo XVIII. Fueron redactadas por Juan de Matienzo y Juan Polo de
Ondegardo a raíz de un viaje de dos años de duración que realizó Francisco de Toledo
y su cortejo por todo el virreinato, viaje que le permitió conocer la demografía del
territorio y la organización administrativa incaica. La política del virrey Francisco de
Toledo fue regida por los mismos objetivos que las Ordenanzas. Centralizó los aspectos
esenciales de la administración colonial y reguló la encomienda y la mita, convirtiendo
esta tradición incaica de trabajo para las autoridades en una forma de garantizar mano
de obra barata, especialmente para el desarrollo de la minería en Potosí y
Huancavelica. Impulsó además las reducciones, ordenando a la población indígena en
un sistema de pueblos de indios bajo un patrón español, lo que favorecía así la
evangelización y la concentración de los indígenas en áreas rurales concretas.
Durante el virreinato de Toledo se fundaron nuevas ciudades, como Córdoba de la
Nueva Andalucía, Tarija, Cochamba y Oropesa. También durante su gobierno se
implantó en Lima el Tribunal de la Inquisición (1569), que, junto con el establecido en
el virreinato de Nueva España, era el único tribunal que entendía de delitos ideológicos
y religiosos en las colonias españolas de América.
Por otra parte, ya desde el inicio de su mandato se encargó de sofocar con firmeza
diversas revueltas indígenas. La más importante de todas ellas terminó en 1572,
cuando consiguió capturar al caudillo Tupac Amaru I en Vilcabamba; tras destruir la
ciudad, Francisco de Toledo ordenó su ejecución en Cuzco. También hubo de hacer
frente al corso inglés en las costas del virreinato. La presencia amenazante de sir
Francis Drake le conminó a fortificar el litoral y a fundar la llamada Armada del Mar del
Sur, con sede en el puerto de El Callao.

Toledo impulsó asimismo los conocimientos geográficos e históricos: ordenó la


confección de nuevos mapas e impulsó la redacción de la Historia Indica (1872) de
Sarmiento de Gamboa, una obra que trataba de demostrar que los incas habían sido a
su vez usurpadores y conquistadores para, de esta forma, legitimar la conquista
española. Después de haberlo solicitado en numerosas ocasiones, Toledo fue relevado
de su cargo en 1581; ya en España, no fue bien recibido en la corte, de la que fue
apartado. 

IV. García Hurtado de Mendoza (1589-1596)


Hijo de Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, a los catorce años entró al
servicio de la Casa Real de España, y siguió la carrera de las armas. Combatió en Italia,
Francia y Flandes al servicio de Carlos V. Se encontraba en Londres con el infante
Felipe cuando su padre fue nombrado virrey del Perú, y hubo de acompañarlo a tierras
americanas.

Debido al fallecimiento del gobernador de Chile, Jerónimo de Alderete, Hurtado de


Mendoza fue nombrado para ese cargo por su padre a la edad de 21 años. Con una
comitiva de 450 hombres, entre ellos Alonso de Ercilla, se embarcó para Chile y llegó a
La Serena, donde tomó posesión de su cargo en 1557. Ya en Santiago, y como primera
medida como gobernador, apresó y envió al Perú a Francisco de Aguirre y a Francisco
de Villagra, por una disputa que sostenían sobre la sucesión de Pedro de Valdivia. A
García Hurtado de Mendoza le correspondió realizar la campaña de pacificación de
Arauco. Organizó para ello un ejército compuesto de 500 españoles y cerca de 4.000
indios auxiliares que participó en las batallas de Lagunillas y Millarapue, donde su
ejército se enfrentó al toqui Caupolicán. Hizo repoblar Concepción y mandó
reconstruir el fuerte de Tucapel; en 1558 fundó Osorno.

Hurtado de Mendoza envió además una expedición al estrecho de Magallanes, en la


que se tomó posesión del territorio en nombre del rey y del gobernador. Trasladó Los
Confines a las llanuras de Angol, cambiándole el nombre por Los Infantes o San Andrés
de Angol (1559). En la región de Cuyo mandó fundar Mendoza (1561), y logró asentar
la dominación española al norte del Biobío y Cuyo.

Su actitud autoritaria y la posible enemistad con otros conquistadores motivaron


quejas en España, y en 1561 fue destituido por Felipe II. Regresó a Perú, donde fue
sometido a un juicio de residencia del que salió absuelto gracias a las influencias de su
familia, y viajó luego a España, donde continuó al servicio del rey. Heredó el título
nobiliario de su padre y en 1589 fue nombrado virrey del Perú.
V. Pedro Fernández de Castro (1667-1674)
Fernández de Castro fue educado para el ejército. Era favorito de la corte cuando el
rey Carlos II de España lo nombró virrey del Perú en 1666. El Conde y la Condesa de
Lemos (título relacionado con la ciudad española de Monforte de Lemos) llegaron al
Perú por el puerto del Callao el 9 de noviembre de 1667. Fueron recibidos por los
españoles de la colonia con mucha pompa. El virrey tomó posesión de su cargo el 21
de noviembre de 1667 en Lima.

En 1665 los ricos mineros José y Gaspar Salcedo, hermanos de la provincia de


Paucarcolla (hoy parte de la región de Puno), se sublevaron contra el gobierno
colonial. Los hermanos habían descubierto las muy ricas minas de plata de Laykakota
en 1657, y en ese momento eran probablemente los hombres más ricos de América
Latina. Los hermanos Salcedo, que eran andaluces teniendo como suegros a nativos
peruanos, eran empleadores con igualdad de oportunidades; sin embargo, fueron
vistos como más favorables a sus compatriotas andaluces, castellanos, criollos y
nativos peruanos que, a catalanes, gallegos y vascos, y estos últimos grupos de
trabajadores formaron una facción rival que luchó contra la facción principal liderada
por la familia Salcedo. Aunque la Real Audiencia había intentado someter a José
Salcedo, culpándolo de los disturbios, sus fuerzas derrotaron a las tropas realistas y se
llegó a una tregua por la que Salcedo se convirtió efectivamente en la autoridad
indiscutible en la ciudad. [1]

Cuando Fernández de Castro, que era de Galicia, llegó a la colonia, esta rebelión había
alcanzado tales proporciones que, por codicia personal y deseo de hacer cumplir las
leyes coloniales, sintió la necesidad de resolverla personalmente. Dejó a su mujer
asistida por un Consejo Consultivo Administrativo como gobernanta partiendo para
Paucarcolla el 7 de junio de 1668, y pronto reprimió la rebelión con mano de hierro.
Estableció un tribunal para juzgar a los rebeldes, y condenó a muerte a José Salcedo y
a otras 41 personas. Estas sentencias se llevaron a cabo. Gaspar Salcedo fue
desterrado por seis años y multado con 12.000 francos y costas. El virrey también
ordenó que la población de San Luis de Alva, el asentamiento que había crecido
alrededor de las minas, se trasladara a una corta distancia del pueblo de Puno que hizo
la capital de la provincia.
Las sentencias fueron apeladas ante España, donde fueron revocadas. Gaspar Salcedo
fue liberado y las multas fueron devueltas. Un hijo natural de José, también llamado
José Salcedo, fue nombrado marqués de Villarica por el rey Felipe V en 1703.

Luego de esta campaña el virrey visitó las provincias de Chucuito y la Región del Cusco.
Regresó a Lima y tomó posesión nuevamente de su cargo el 12 de noviembre de 1668.
El virrey Fernández de Castro murió en Lima tras una breve enfermedad el 6 de
diciembre de 1672, aún en el cargo.
VI. Manuel de Amat y Junient (1761-1776)
Militar español, virrey de Perú. Miembro de una aristocrática familia catalana, decidió
ingresar en el ejército, en el que alcanzó el grado de mariscal de campo. Nombrado en
1755 capitán general y presidente de la audiencia de Chile, destacó al organizar una
eficaz fuerza defensiva a partir de las milicias urbanas, al tiempo que impulsaba las
obras públicas.

Ello le valió una excelente reputación como político y administrador que propició su
designación como virrey de Perú en 1761. En este cargo demostró sus dotes como
militar en la guerra de los Siete Años contra el Gran Bretaña, en la que la milicia
urbana, así como el resto de unidades por él movilizadas, se mostraron muy eficaces
en la defensa del virreinato.

Introdujo el refinamiento en la corte virreinal y embelleció la capital con hermosos


edificios: la iglesia del convento de las Nazarenas, la torre de Santo Domingo y el
palacio de la Quinta Presa, e incluso ordenó erigir a las afueras de Lima un palacete
barroco para la bailarina Micaela Villegas, la Perrichola.

La ostentación del virrey fue aprovechada por sus enemigos políticos, quienes lo
acusaron también de haber aceptado sobornos, aunque lo cierto es que durante su
gobierno el erario real ingresó importantes rentas de Perú gracias al impulso del
comercio, que sirvió para contener la caída de la productividad minera a causa de la
sobreexplotación. Además, la situación militar del virreinato quedó muy reforzada, con
fortificaciones costeras y unidades de defensa autóctonas. En 1776 regresó a España y
se retiró de la vida pública. Intervino también en el diseño de su palacio en Barcelona
(palacio de la Virreina).
BIBLIOGRAFÍA:

 Fernández, T y Tamaro, E. Biografia de Blasco Núñez Vela. En Biografías y Vidas. La


enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible
en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/n/nunez_vela.htm 
 López, Carlos y Aguilar, Julia (2017, 14 de febrero). Andrés Hurtado de
Mendoza. Historia del Perú.  https://historiaperuana.pe/biografia/andres-hurtado-
mendoza
 Fernández, T y Tamaro, E. Biografía de Francisco de Toledo. En Biografías y Vidas. La
enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible
en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/toledo_franciscode.htm
 Fernández, T y Tamaro, E. Biografia de García Hurtado de Mendoza. En Biografías y
Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/hurtado_de_mendoza_garcia.htm

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