Repartido Platón-1
Repartido Platón-1
Repartido Platón-1
Platón
Filósofo griego, nacido en la ciudad de Atenas, en el 427
convierta en su gran maestro. Tras la muerte de Sócrates, Platón abandona Atenas por más
de diez años y viaja por diferentes regiones entablando relación con distintos pensadores.
En el año 387 a.C., habiendo regresado a Atenas, funda su escuela que recibirá el nombre
juventud Platón se acerca a los dos regímenes que gobernaron en Atenas en esa época
(primero el gobierno de los treinta tiranos y luego la democracia) y ante la desilusión que le
generan ambos se embarca en la búsqueda, desde lo teórico y casi nunca desde lo práctico,
En este sentido, la República constituye ante todo una obra en la cual Platón expone la
conformación de un sistema político ideal. Así, si bien el texto no sólo está atravesado por
Esta preocupación por encontrar los fundamentos de un sistema político justo lo lleva a la
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Platón afirma que la verdad efectivamente existe ya que por algo la utilizamos como marco
de referencia: cuando decimos, por ejemplo, que determinada acción es más justa que otra,
o que una acción es injusta es porque utilizamos como referencia una idea de justicia con la
Por otro lado sostiene que la verdadera justicia (así como la verdad acerca de todas las
cosas) no puede existir en esta realidad en la que vivimos ya que la verdad no puede
cambiar (algo no puede ser justo en algún momento y en otro no) sin embargo en esta
realidad todo es cambiante, nada permanece inmutable (hay de hecho varias concepciones
acerca de la justicia) por lo tanto la verdadera justicia no puede existir en esta realidad.
ideal de justicia, así como el ideal de todas las cosas existentes, concluye Platón.
De este modo Platón establece un dualismo ontológico: argumenta que hay dos
realidades, o dos niveles de lo real. Una de estas será la “realidad sensible” y otra la
“realidad inteligible”.
La realidad sensible es la compuesta por todo aquello que podemos percibir mediante los
“Lo múltiple decimos que es visto, pero no concebido, y de las ideas, en cambio, que son
“La idea (ser inmutable) se aprehende con la inteligencia, la mudable apariencia con la
sensibilidad.” (Timeo)
Esta realidad está constituída por las Ideas correspondientes a las cosas existentes en la
realidad sensible, estas Ideas son la esencia perfecta de cada cosa. Entendiendo por
esencia al conjunto de características imprescindibles que hacen que algo sea de ese modo
y no de otro, las Ideas son perfectas en tanto tienen esas características esenciales en su
grado máximo.
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Platón afirma que la realidad sensible ha sido creada como copia o imitación de la realidad
inteligible que se constituye como su modelo. Por lo tanto, todo lo que conforma esta
realidad tiene un grado inferior del ser, es una imitación de algo perfecto que nunca logrará
Si las cosas sensibles son lo que son, es porque han sido creadas a partir de su Idea
correspondiente, porque participan de esa Idea o se asemejan a ella: “Una cosa no es bella
sensible.
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Selección del Libro VII de República de Platón, texto conocido como la “Alegoría de la
Caverna”.
“-Y a continuación -seguí- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a
cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se
extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños,
atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar
únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos,
la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los
encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido
construido un muro parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público,
-Pues bien, contempla ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan
animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores
habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
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-¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
-Iguales que nosotros -dije-, porque, en primer lugar ¿crees que los que están así han visto
otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego
-¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las
cabezas?
-Y, si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a
- Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez
que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino
-Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más
-Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su
ignorancia y si les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a
todo esto, sintiera dolor y, por causa del encandilamiento, no fuera capaz de ver aquellos
objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes
no veía más que sombras insignificantes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la
realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera
mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué
es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado
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-Y, si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que
se escaparía volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría
que éstos son realmente más claros que los que le muestran?
-Así es -dijo.
subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que
sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado y, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan
llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos
verdaderas?
-Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que
vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de hombres y de
otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le
sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista
en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio. -¿Cómo no?
-Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro
lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él
-Necesariamente -dijo.
antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y
-Efectivamente.
-Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento,
¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente la luz del
sol?
-Ciertamente -dijo.
(…) -Y, si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente
encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado
todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para
acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto
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con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión?
-Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se
ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la
vivienda-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En cuanto a la
subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la
ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre. En fin,
trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de
todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, que, mientras en el mundo visible ha
de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder
-Pues bien -dije-, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han
llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas
tienden siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos
-¿Y qué? ¿Crees -dije yo- que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las
cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo y a
contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la
justicia en sí?
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En consonancia con su dualismo ontológico hallamos en el pensamiento platónico un
dualismo antropológico, es decir, una concepción dual sobre el ser humano. También en el
humano coexiste una doble naturaleza que se emparenta con la doble naturaleza de lo real.
Por un lado, una de carácter material y mortal (el cuerpo) y por otro una de carácter
inmaterial e inmortal (el alma). Mientras que el cuerpo me vincula con la realidad sensible
el alma es la parte del ser humano que participa de la realidad inteligible y la que nos
Como no es muy difícil imaginar, las valoraciones que se realizan son también análogas,
que se lo concibe como una cárcel para el alma, fuente de error y de innumerables males.
“Por ello, mi única y exclusiva misión ha sido, en efecto, el ir por esas calles
fortuna con el interés que debéis hacerlo de vuestra alma, con objeto de volverla tan buena