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SABIDURIA

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Sabiduría: Joya Preciosa

Santiago 3:13-18

En esta vida no es suficiente tener conocimiento. Se necesita sabiduría para usar el conocimiento correctamente. Hay
algunas personas que son muy inteligentes, hasta podríamos decir, que son brillantes. Sin embargo, no tienen sentido
común. No toman buenas decisiones.

Algunos son hasta “genios” en la computadora, pero no pueden manejar sus propias vidas. Por eso Proverbios 4:7, nos
exhorta,” En primer lugar, adquiere sabiduría; sobre todas las cosas, adquiere inteligencia.

EMPECEMOS EN ORACION

Padre, danos sabiduría. Danos inteligencia para escuchar Tu Palabra, y aplicarla a nuestras vidas. Queremos tener
sentido común, para poder tomar buenas decisiones, que te plazcan y te glorifiquen.

Señor, enséñanos verdades profundas que transformen nuestras vidas. Queremos ser mujeres dignas. Mujeres que
reflejen tu belleza y sabiduría. Abre nuestros ojos espirituales para verte, y nuestros oídos para escucharte. En el nombre
de Jesús, Amén.

La verdadera sabiduría viene de lo alto, pero la sabiduría falsa, es de abajo. En otras palabras, existe la “sabiduría
celestial” que viene de Dios, y la “sabiduría terrenal”, LA CUAL NO VIENE DE DIOS. Todo lo que NO VIENE DE DIOS
está destinado a fracasar, no importa cuán exitoso parezca.

El título de este mensaje es SABIDURIA: JOYA PRECIOSA, y aquí Santiago hace contraste entre dos clases de
sabiduría: (I) La Sabiduría Terrenal; y (II) La Sabiduría Celestial.

¿Sabías que los cuentos “de los tres deseos” existen en casi todas las culturas? ¿Y que todos tienen un tema parecido?
Un genio de la lámpara, o un hada madrina se aparece, y le ofrece dar TRES DESEOS a la PERSONA SORTUDA.

El hecho de que estos cuentos ocurren con tanta frecuencia, sugiere que todas nosotras queremos ALGO, que no
podemos conseguir, por nosotras mismas.

Hasta la Biblia tiene “su cuento del deseo.” Todo comenzó una noche, cuando Dios se le apareció a Salomón en un
sueño, y le dijo en 1 Reyes 3:5 “Pídeme lo que quieras QUE YO te conceda.”

Salomón podía haber pedido riquezas, honor, fama, o poder. Pero él no pidió nada de eso. Al contrario, Salomón
demostró su gran carácter, cuando le dijo a Dios: “Yo te pido que me des un corazón con mucho entendimiento para
gobernar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo.”

¡Eso es humildad! Con manos abiertas, Salomón le pide a Dios que le diera todo lo que necesitaba para lograr su
cometido. El rey, joven e inexperto, y abrumado por las responsabilidades de gobernar una gran nación, necesitaba la
sabiduría del Señor, para gobernar bien.

¿Soy yo tan sabia? Si Dios me hablara directamente, y me preguntara que es lo que yo quisiera que El me concediera,
¿qué es lo que yo pediría? ¿Salud, dinero, juventud, poder o prestigio? ¿O le pediría sabiduría, santidad, y amor? ¿Sería
SABIA, o NECIA en mi petición?

Suponte que Dios te preguntara a ti, que es lo que quisieras que Él te diera. ¿Qué le pedirías? Dios le da sabiduría a
aquellas que la piden humildemente.

ASI QUE COMENCEMOS LEYENDO EL VS 13 DE SANTIAGO 3…

13 ¿Quién de ustedes es sabio y entendido?

No es que Santiago estuviera buscando al sabio y al entendido. Simplemente estaba diciendo, que, si alguien es sabio y
entendido, DEMUESTRA SU SABIDURIA, viviendo una vida recta y humilde. Lo que amas determina como vives. Lo que
te deleita, dirige tu vida. Tu amor y deleite por Jesús se hace evidente por tus actitudes, tus palabras, y tu
comportamiento.

Debemos como Salomón, recibir del Señor una sabiduría que nos ayude a vivir como Dios manda. Si tu corazón es puro,
tú vivirás una vida sin malicia. No cuestionarás las motivaciones de los que están a tu alrededor. No dudarás la veracidad
de lo que otros dicen. No encontrarás falta en otros.

Más bien, buscarás lo bueno en otros… encontrando lo que es digno de alabanza. Por supuesto, que no serás ingenua ni
crédula, pero buscarás lo bueno, en vez, de lo malo. Si tu corazón es puro, tú verás, a otros, de la misma manera, como
Dios, los ve.

Por eso, Santiago comienza su comparación con la pregunta: ¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Sabio habla de


alguien experto, conocedor, cultivado, aprendido. Es verdaderamente sabio en las cosas del diario vivir. Y
Entendido habla de alguien inteligente, lleno de experiencia, que tiene el conocimiento de un experto.

Para Santiago, el sabio no es un sabelotodo, que siempre tiene una respuesta para todo. El sabio es aquel que
comprende la esencia, y el propósito del saber.

De la misma forma, el entendido, no es aquel que tiene la capacidad de comprender todas las cosas, sino aquel que
comprende el “por qué” de las cosas, y es por eso, que tiene la capacidad de enseñárselas a otros.

El sabio tiene una sabiduría que se ve en su conducta… en sus obras. No es una “sabiduría” palangana. El sabio tiene
una sabiduría humilde. Lo que una persona es en su interior, se revela siempre en su exterior, a través de su conducta.

Son nuestros valores los que determinan, ¿cómo nos comportamos? Esos valores invisibles, se hacen visibles, por la
forma como actuamos. En Mateo 7:16, Jesús dice, “Ustedes los conocerán por sus frutos.”

Nuestro Señor Jesucristo, la encarnación de la verdadera sabiduría, no era orgulloso ni arrogante. Más bien, era manso y
humilde de corazón (Mt. 11:29). Por eso, aquellos que son verdaderamente sabios, tienen la marca de una humildad
genuina.

Proverbios 15:33 dice: “El temor del Señor corrige, y da sabiduría --antes que honra, y humildad.”

¿Hay alguien a quien admiras y respetas por su humildad? ¿Te atrae la gente humilde? A mí, sí. ¿Has notado que la
persona humilde no parece estar ansiosa de impresionar a nadie? Cuando habla, la gente la escucha. Donde esté, está
dispuesta a atender aquellos que están a su alrededor, en vez de tratar de llamar la atención a sí misma.

Juan el Bautista era esta clase de persona. Su enfoque era de glorificar a Dios… a su Padre celestial. Su estilo de vida
era muy simple. El nunca parecía deseoso de impresionar a nadie, No era egoísta. Por el contrario, él se pasó la vida
preparando el camino para el Rey, para nuestro Señor Jesucristo, el Salvador del mundo.

La gente venía desde muy lejos para que Juan los bautizara. Y, aun así, él nunca buscó reconocimiento. Algunos hasta
le preguntaban, si era él, el Redentor prometido.

¡Juan les respondió enérgicamente, en Mateo 3:11 “¡Yo los bautizo en agua en señal de arrepentimiento, pero El que
viene después de mí, de quien no soy digno de llevar Su calzado, es más poderoso que yo! El los bautizará en Espíritu
Santo y fuego.”

Cuando Jesús le pidió a Juan que lo bautizara, Juan se opuso rotundamente, diciendo: “Yo necesito ser bautizado por ti,
¿Y Tú vienes a mí? Sin embargo, Juan obedeció y bautizó a su Salvador.

Que maravilloso debe de haber sido para él poder VER al Espíritu Santo descender, como una paloma, sobre Jesús, y a
Dios Padre decir en Mateo 3:17, “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.”

Estoy segura de que Dios también se sintió complacido por la humildad de Juan. Nosotras “también” somos de bendición
para nuestro Señor, cuando nos humillamos ante El. “Deja que Su gloria brille a través tuyo.”
La humildad no significa despreciarnos a nosotras mismas, ¡Todo lo contrario! La humildad significa apreciar a nuestro
Dios. Alguien puede engañar a muchos mostrando bellas virtudes, como la esperanza, el amor, y la fe, pero es muy
difícil, falsificar la verdadera humildad.

ASI QUE… DESPUES DE VER LAS CARACTERISTICAS DEL SABIO Y EL ENTENDIDO, COMENCEMOS CON
NUESTO PRIMER TIPO DE SABIDURIA…

I. La Sabiduría Terrenal (Santiago 3:14-16)

14 Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de que presumir, y están falseando la
verdad. 15 Esta clase de sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, estrictamente humana, y
diabólica. 16 Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal.

Esta sabiduría terrenal, NO VIENE DE DIOS. Se genera en el propio corazón del hombre o de la mujer. ∐ Debemos de
recordar, que, para el judío de esa época, EL CORAZON, no era tanto el centro de sus emociones, sino el centro
mismo de la vida y del pensamiento. Las emociones estaban centradas en las entrañas.

Por eso, Jeremías 4:19 dice, “¡Cómo me duelen las entrañas! ¡Cómo me duele el corazón! Es en la mente del ser
humano donde se engendra esta sabiduría falsa. Esta sabiduría es de abajo, ES TERRENAL

¿Y de dónde viene esta sabiduría terrenal? De la amargura, las envidias y rivalidades. De la jactancia y del engaño. La
sabiduría celestial, la sabiduría de Dios, obra de forma muy diferente a la sabiduría que es “terrenal, humana, y diabólica”

ASI QUE… ¿Cuáles son las evidencias de la sabiduría terrenal?

Miremos primero a la “Amargura” o a los “Celos Amargos” – Las personas llenas de amargura, celos y ambición egoísta,
piensan que ellas tienen que ser las primeras en todo. No soportan cuando otra persona es el centro de atención. No
permiten que NADIE empañe lo que están haciendo.

La sabiduría del mundo te dice: “Promueve tu propia causa. ¡No hay nadie como tú!” Lamentablemente, existe mucho
egoísmo y rivalidad entre la gente de Dios. ¿Se acuerdan que hasta los apóstoles de Jesús hablaban entre ellos, de
quién sería mayor en el reino?

Es muy fácil dejarse llevar por el egoísmo, disfrazándolo de celo espiritual. Los fariseos usaban sus religiosidades para
que la gente los alabara (Mateo 6:1–18). Claro que debemos tener celo por las cosas del Señor, pero debemos de estar
seguras, de que nuestra motivación es pura.

La sabiduría de este mundo ACLAMA AL HOMBRE, PERO EMPAÑA LA GLORIA DE DIOS. En 1 Corintios 1:17–21,
Pablo dice “Que nadie se jacte en la presencia de Dios” Y termina exhortándolos: “El que se gloría, que se gloríe en el
Señor.” (v. 31).

¿Es tu celo por el Señor espiritual? ¿O carnal? ¿Te alegras cuando otros tienen éxito? ¿O los envidias y los criticas por
lo bajo? ¿Cuándo otros fracasan? ¿Te da pena? ¿O te alegras? Cuando la sabiduría terrenal entra a la iglesia, empiezan
las promociones carnales y las exaltaciones del hombre. ¡Tengan mucho cuidado!

La Rivalidad (3:14b). Muchas veces, los griegos usaban esta palabra para describir a un político durante su campaña
electoral.

La sabiduría del mundo dice “Busca todo el apoyo que puedas. Pregúntale a los miembros de la iglesia si están a tu
favor, o en tu contra”. Este espíritu de ambición sólo crea rivalidad y división en la iglesia.

Por eso Filipenses 2:3 dice “No hagan nada por contienda o por vanagloria. Al contrario, háganlo con humildad, y
considerando cada uno a los demás, como superiores a sí mismo.”

Jactancia (3:14c). La jactancia describe al orgulloso y al arrogante. Al orgulloso le encanta pavonearse. Alardear de uno
mismo es también típico de los políticos, de los atletas famosos, y de los artistas de cine. Cuando Pablo se vio forzado a
jactarse de su ministerio, tuvo mucho cuidado de darle toda la gloria a Dios.
En 2 Corintios 10:12, Pablo dice “Nosotros no nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con quienes se alaban a sí
mismos. Cuando ellos se miden con sus propias medidas, y se comparan unos con otros, no demuestran buen juicio.”

Cuando la sabiduría de Dios obra, hay un sentido de humildad y sumisión, y un anhelo de que Dios reciba toda la gloria.
No hay el deseo de compararse con otros creyentes, porque su mirada está puesta en Cristo. Y ADEMAS, comparados
con Jesús, tenemos mucho terreno por recorrer.

Y finalmente, viene El Engaño. Si tu corazón está manchado, deshonrado, todo aquello en lo que estás involucradia, te
parecerá también pervertido. Asumirás que las motivaciones de otros son malas, porque tú sabes lo que tú hubieras
hecho en dichas circunstancias.

Escucharás lo que otros tienen que decir, de forma cínica, porque tus propias palabras son engañosas. Te atraerán las
personas malas, y las cosas malas. ¿Cómo ves las palabras y acciones de otros? ¿Las críticas? ¿Las juzgas? Si es así,
pídele a Dios que purifique tu corazón. Una vez que lo haga, serás libre de verte a ti mismo, y a otros, como Dios lo hace.

ASI QUE, YA VIMOS LA NECEDAD DE LA SABIDURIA TERRENAL, AHORA VEAMOS LA JOYA PRECIOSA QUE
ES…

II. La Sabiduría Celestial (Santiago 3:17-18)

17 Pero la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y
de buenos frutos, ecuánime y genuina.

El Nuevo Testamento nos enseña que el fruto de la sabiduría es ser como Cristo– es paz, humildad y amor. Y LA RAIZ
DE ESTO, es fe en Cristo, quien es la sabiduría de Dios manifestada.

1Cor 1:30 dice, “Pero gracias a Dios ustedes ahora son de Cristo Jesús, a quien Dios ha constituido como nuestra
sabiduría, nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención.”

¿A dónde podemos encontrar la sabiduría celestial? Santiago dice que esta sabiduría viene del cielo.

De vez en cuando, es bueno preguntarte, “¿Estoy creciendo en sabiduría?” Después de todo, la vida es una dinámica
que no para. ¿O nos estamos volviendo más dulces y sabios con el pasar de los días, o nos estamos volviendo cada vez
más necios… más tontos… más agrios?

Nunca es muy tarde para comenzar a crecer en sabiduría. Dios nos ama con un amor ardiente e intenso, que nos puede
librar de nuestra necedad, si nos sometemos a Él. Su amor puede convertir, el temperamento más difícil, en un milagro
de belleza asombrosa.

Puede que duela un poco, y puede que tome de tiempo, pero Dios busca siempre nuestra transformación. Cuando se la
pedimos, Su sabiduría comenzará a crecer en nosotros, y se derramará sobre otros.

Tenemos esta promesa en Santiago 1:5, “Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, PIDASELA A DIOS, y Él se la da a
todos en abundancia y sin hacer ningún reproche.” La verdadera sabiduría comienza y termina con Dios.

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¿Cuál debiera ser la sabiduría de la creyente? ¿Se debe de guiar ella por las filosofías de este mundo? ¡De ninguna
manera! ¡Cristo es nuestra sabiduría! Colosenses 2:3 dice que en Cristo Jesús “Se hallan escondidos todos los tesoros
de la sabiduría y del conocimiento.”

Y el primer paso hacia la verdadera sabiduría, es recibir a Jesucristo, como nuestro Señor y Salvador.

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La Palabra de Dios es también nuestra sabiduría. Deut 4: 5a, 6a dice: “Miren, yo les he enseñado los estatutos y
decretos que El Señor mi Dios me mandó enseñarles… Cumplan con ellos, pónganlos por obra, porque esta es su
sabiduría y su inteligencia a los ojos de los pueblos.”
Y 2 Timoteo 3:15 dice que las escrituras nos hacen “sabios para la salvación”. Y Efesios 1:17 dice, “Para que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él.”

El comienzo de la verdadera sabiduría ES DIOS. No necesitamos la sabiduría falsa del mundo, la que complace a la
sensualidad, y hace las obras de Satanás. ¡Necesitamos la sabiduría de Dios!

La sabiduría mundana produce resultados mundanos, mientras que la sabiduría espiritual, produce resultados
espirituales. La sabiduría del mundo da problemas. La sabiduría de Dios da bendiciones.

La sabiduría que viene de Dios es, ANTE TODO, PURA. Indica la importancia de la santidad. Dios es santo, y Su gente
es santa.

Dios dice: “Yo soy santo, Yo soy el Señor que los santifica.” Cristo también oró: “Santifícalos, Padre. Hazlos santos por
medio de Tu Verdad.” Por eso, la sabiduría celestial es pura y santa. En pensamiento, en palabra y en acción. Es limpia.
En espíritu y en cuerpo. En doctrina y en práctica. En fe y en moralidad. ¡NO ESTA CONTAMINADA!

Desgraciadamente, dentro de nuestra cultura de hoy – aun dentro de la iglesia – muchos están confundidos acerca del
sexo y de la moralidad sexual. Estamos viendo que los comportamientos, que eran considerados inmorales, hace solo
unas cuantas décadas, ahora son aceptados.

Indudablemente, que el pecado sexual se remonta casi hasta el comienzo de la historia, pero en tiempos pasados, eran
vistos como algo vergonzoso, algo que se debía de ocultar. Sin embargo, hoy en día, las indirectas sexuales, y hasta los
actos sexuales, se lucen en la televisión, como si nada… ¡EN HORARIO ESTELAR!

¡Hasta los comerciales son cada día más indecentes! Y el problema está, no solo en los medios de comunicación. Esta
actitud, de que el sexo es una forma de entretenimiento, que es una interacción inocente entre dos personas adultas, se
ha filtrado a todos los aspectos de nuestra cultura.

Es por eso que Dios dice que tengamos cuidado… que no nos engañemos…que no tomemos de la fruta prohibida. ¿Y
por qué es que el sexo trae consigo vergüenza y sentido de culpabilidad?

El salmista oró en el Salmo 119:9-10, “¿Cómo puede el joven limpiar su camino? ¡Obedeciendo Tu Palabra! Yo te he
buscado de todo corazón; ¡no dejes que me aparte de tus mandamientos!” La Palabra de Dios le da a la hija o hijo de
Dios los medios de caminar en pureza en cada área de su vida.

Las malas acciones comienzan con los malos pensamientos. Si vamos a cambiar nuestro comportamiento, debemos de
cambiar “primero” nuestra forma de pensar. La Palabra de Dios tiene el poder de cambiar nuestros hábitos, limpiando
nuestros pensamientos, y renovando nuestras mentes.

Primero Tesalonicenses 4:3 dice, “La voluntad de Dios es que ustedes sean santificadas, que se aparten de toda
inmoralidad sexual.” La sabiduría de Dios lleva a una vida de pureza. En cambio, la sabiduría del hombre, lleva a una
vida de pecado.

ASI QUE, YA VIMOS QUE LA SABIDURIA CELESTIAL ES ANTE TODO PURA… Y ESTE PASAJE NOS DICE
TAMBIEN QUE ES PACIFICA…

La paz no significa que estamos en un lugar donde no hay bulla, ni problemas, ni trabajo duro. Lo que significa es, que,
en medio de todas esas cosas, hay paz en tu corazón.

Mientras que la sabiduría terrenal lleva a la competencia, la rivalidad y la guerra, la sabiduría celestial lleva a la paz. Esta
es una paz basada en santidad, no en tolerancia. Dios nunca demanda “paz a cualquier precio.” ¡NO! La paz de la iglesia
no es más importante que su santidad. Si la iglesia es pura, y dedicada a Dos, ¡entonces habrá paz!

La iglesia nunca tendrá paz tapando el pecado. La sabiduría de Dios dice: “Confiesa tus pecados y Mi paz, mantendrá la
unidad.”

Durante la Segunda Guerra Mundial, había bombardeos todas las noches en Londres. Por la noche, la gente se iba a los
refugios subterráneos, por miedo a ser bombardeados en sus casas. Sin embargo, había una cristiana, que se quedaba
en su casa, y dormía plácidamente toda la noche.
Cuando le preguntaron acerca de eso, ella respondió, “Mi Dios jamás duerme ni se adormece,” así que no hay necesidad
de que ambos nos quedemos despiertos.” Esta es una mujer que vivía en paz, y confiaba en su Dios.

También, la sabiduría celestial es amable. Es paciente, no es abrumadora. Es cortés, no es malcriada. Es sabia y


respetuosa con los demás. A. B. Simpson dijo: “La descortesía, el sarcasmo, la respuesta cortante, y el desaire hostil --
todo eso NO SE PARECE EN NADA a la tierna enseñanza del Espíritu Santo.

Otra de las características de la sabiduría celestial, es que es benigna. Eso significa que es conciliadora, que está
dispuesta a oír, a razonar, y a ceder, cuando la verdad lo requiere. Es lo opuesto a la obstinación y a la inflexibilidad.

La sabiduría del cielo también está llena de compasión, y de buenos frutos. Está llena de compasión por aquellos que
están haciendo mal, y está ansiosa de ayudarlos a encontrar el camino recto. Es misericordiosa y gentil. No es vengativa.
Más bien, ofrece bondad, AUN, después de una descortesía.

Se cuenta la historia de que Napoleón Bonaparte había condenado a un hombre a muerte. La mamá de aquel hombre
apeló al emperador para que lo perdonara. Napoleón contestó que esta era la segunda ofensa, que este hombre había
cometido, y que había que hacer justicia.

La mamá persistió. “No le estoy pidiendo justicia,” le dijo, “sino misericordia.” El emperador contestó, “Él no se merece
misericordia.” Ella dijo, “No sería misericordia si se la mereciera. Lo que estoy pidiendo es misericordia.” Así que,
Napoleón cedió y perdonó al hombre.

Nosotras no tenemos que suplicarle a Dios. ¡Dios no necesita ser persuadido! La misericordia no es la segunda
naturaleza de Dios. ¡ES SU NATURALEZA! ¡Punto! Y es también la naturaleza, de todo aquel, que comparte la
naturaleza de Dios.

Y, por último, la sabiduría celestial es imparcial. No hace favoritismos, ni acepción de personas. Es genuina. Es sincera.
No es hipócrita. No pretende ser algo, QUE NO ES.

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18 El fruto de la justicia se siembra en paz para los que trabajan por la paz.

Santiago usa nuevamente la palabra fruto. Hay una gran diferencia entre los resultados producidos por el hombre, y el
fruto que Dios da. El fruto es producto de vida. La vida cristiana es una vida de siembra y cosecha. ¡Tú cosechas
exactamente lo que siembras!

El que obedece la sabiduría de Dios no cosecha pecado y guerra, sino justicia y paz. Lo que somos determina lo que
vivimos, y lo que vivimos, es lo que cosechamos.

Jesucristo es el autor y consumador de la sabiduría celestial. El fruto de justicia se siembra en paz, para aquellos que
hacen la paz. La paz que Cristo nunca terminará. Al contrario, durará por los siglos de los siglos. Jesús es el “rey de
justicia”, y el “rey de paz” que “no tiene principio de días ni fin de vida” sino que “permanece sacerdote para siempre.”

Y YA PARA CONCLUIR

Imagínate que estás sentada en el centro de una pequeña galería de arte. El salón, bien iluminado, parece estar vacío en
ese momento, excepto por dos retratos, totalmente distintos, cada uno colgado en paredes opuestas del salón.

A un lado, cuelga el retrato de una mujer arrogante, sensual, con un trasfondo negro, que produce emociones de ira y
envidia. Lleva puesto un gran sombrero, que medio que oculta, su mirada falsa y recelosa. A su paso, deja atrás caos y
destrucción, buscando afanosamente la forma de lograr sus metas ambiciosas.

El SUB-TITULO debajo de este retrato, dice, “La Mujer Necia,” pintado por sí misma.

El retrato en la otra pared, no puede ser más diferente. Esta mujer tiene una cara apacible, su postura es relajada y su
expresión, serena. Sus ojos son invitadores y sus manos parecen estar listas para servir.
Los niños se alegran al verla… felices con los regalitos que les trae. Aunque es claramente una mujer respetada, ella no
muestra ninguna señal de arrogancia, y a su paso, deja atrás alegría, paz, y prosperidad.

El SUB-TITULO debajo de este retrato, dice, “La Mujer Sabia,” pintado por “El Espíritu de Dios.”

Teniendo en cuenta estos dos retratos tan distintos -- de la mujer sabia y de la necia - ¿Con cuál retrato te identificas
más? ¿Estás luchando con los celos, que tienes, por el éxito de otros? ¿Buscas las cosas del mundo, en vez de las
cosas de Dios? ¿Tu vida se caracteriza por la dulzura y la humildad? ¿Vives una vida pura y santa?

¿Actúas de la misma forma en tu casa, en el trabajo… en la iglesia… o en público? ¿Edificas a otros, te regocijas por sus
éxitos, poniendo sus necesidades e intereses, antes que los tuyos? ¿Dejas un aroma de armonía y alegría a tu paso?

Si eres sabia, dale gracias a Dios, y alábalo por moldear tu vida a través de los años. No eres sabia porque tú te has
hecho sabia, sino por la obra del Espíritu Santo. Pero si eres necia, pídele a Dios sabiduría para lidiar con tus problemas
de carácter.

¿Necesitas amistarte con alguien? ¿Necesitas perdonar? ¡HASLO AHORA! ¿Necesitas regresar a Dios? ¿Volver a orar,
leer tu Biblia, y alabar a Dios? ¡COMIENZA AHORA! ¡Nunca es muy tarde para comenzar de nuevo!

OREMOSLE AL SEÑOR

Padre, ¡Crea en nosotras un corazón puro! ¡Renueva en nosotras un espíritu de rectitud! Gracias por enseñarnos la
diferencia entre la sabiduría terrenal, y la sabiduría celestial. Como Salomón, te pedimos que nos des Tu sabiduría para
poder vivir la vida cristiana, y poderte servir de una manera, que te glorifique.

Señor, queremos ser siervas humildes, pacíficas, amables, y genuinas. Queremos que el mundo vea, que el amor que
sentimos, el uno por el otro, es verdadero… porque viene de Ti. Padre, no queremos ser el retrato de la mujer necia, sino
el retrato de la mujer sabia.

Señor, queremos ser compasivas. Queremos servir a otros con humildad. Queremos representarte bien ante un mundo
oscuro, inmundo y corrupto. Queremos ofrecer tu salvación a aquellos que están perdidos, y deseosos de tu perdón.

Padre, eres digno de recibir la gloria, la honra y el poder. ¡Eres santo y verdadero! En el nombre de Jesús. Amén .

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