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En Colombia, a mediados del siglo xx, se comienza a perfilar una ruptura con respecto
a la tradición de la pintura verista que había imperado en el país. El trabajo de los nuevos
artistas construye un nuevo tipo de oferta en el mercado simbólico que hace replantear la
manera en que se ha establecido el trabajo del artista en el entorno colombiano. Así, estos
pintores y escultores tienen que construir para sí mismos la posición del artista moderno en
Colombia. Un tipo de artista que es un profesional dedicado tiempo completo a su trabajo,
indiferente a las exigencias de la política y a los mandamientos de la moral. Un artista que
no reconoce más jurisdicción que la norma específica de su arte1. En el trabajo de estos pin-
tores y escultores se vislumbra su personalidad a través de la búsqueda de un estilo personal
en la ejecución y la interpretación de sus obras; así mismo, los temas escogidos en las obras
son determinados por su propia voluntad. Para que dicha posición tenga cabida en el país
es preciso distanciarse de las maneras imperantes de la producción artística —la que se pro-
pone construir un tipo de representación fiel a la realidad—, de la misma manera en que se
necesita educar al público para que esté dispuesto a aceptar este nuevo tipo de producción.
* El presente documento es el resultado de la investigación “El arte como negocio: una historia de
los gestores culturales a través de las primeras galerías de arte (1948-1957)”. Dicha investigación
hace parte de la Facultad de Estudios y Gestión Cultural de la Universidad EAN, como parte de
la convocatoria vin de la misma universidad, realizada en 2009.
1Véase Pierre Bourdieu, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona:
Anagrama, 1995, p. 121.
[61]
5Leo Matiz, Fernando Botero y Pastor C en la Galería Leo matiz, 1951.
Foto: Leo Matiz, cortesía de la Fundación Leo Matiz. Copyrght Alejandra Matiz, www.leomatiz.org.
Para este fin se organizan diferentes muestras en el país, que en muchas ocasiones resultan
ser conflictivas con relación a lo que el público está dispuesto a reconocer como arte.
En su propuesta estética se vislumbra el compromiso de los artistas modernos con el
avance de los lenguajes estéticos cuando se dan a la tarea de construir un nuevo marco de
expectativas a través del cual acercarse al tipo de práctica artística que ejecutan. Este proceso
no resulta fácil; en medio de la falta de conocimiento generalizado sobre artes plásticas precisa
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [63]
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objeto no solo la producción material de la obra sino también la producción del valor de la obra
o, lo que viene a ser lo mismo, de la creencia en el valor de la obra.2
En Colombia, hasta este momento, los pintores y escultores han realizado por su cuenta,
muy de tarde en tarde, exposiciones de sus obras en salones del Ministerio de Educación o de
cierta sociedad profesional. Ahora la situación ha tomado un rumbo diferente. Esta nueva
modalidad se debe a Galerías de Arte de Bogotá, empresa de singular importancia para las
artes plásticas y destinada a cumplir unas finalidades ambiciosas y espléndidas: la difusión
de la obra plástica y la organización para la mejor adquisición de la misma. Está situada en
pleno corazón de la capital de la República, en el número 5-61 de la Avenida Jiménez de
Quesada, y cuenta con la necesaria dotación técnica para la mejor y perfecta presentación
de la mercancía del espíritu que ofrece. Tiende a cumplir una acción mediadora entre el
creador de la obra y el amante de la misma, su comprador. Es una empresa organizada que
hasta el momento no ha tenido ningún antecedente de importancia en Colombia. Viene a
satisfacer, por lo tanto, una necesidad de nuestra vida intelectual. Además tiende a poner
una completa información cultural al servicio de la persona, la publicación o la organiza-
ción que la necesite. Galerías de Arte será una constante mediadora, asidua y eficaz, entre
el artista y el espectador, ya sea el amante de las artes o, en general, el público dispuesto a
contemplar o poseer un obra plástica4.
Esta empresa existió desde mediados de 1948 hasta principios de 1951. Al respecto, un
artículo posterior asegura que, con esta actividad, “comenzó realmente [en Bogotá] la etapa
2 Bourdieu, p. 339.
3 Por la información vaporosa que existe sobre el tema se sabe que en 1944, en los sótanos de la
Avenida Jiménez, en Bogotá, existió la galería de Jorge Clavijo, que salas de exposición como
la del Centro Colombo Americano o la Sociedad de Arquitectos comercializaron arte y que, a
principios del siglo xx se hicieron en Barranquilla intentos incipientes de construir el comercio
de objetos artísticos. Pero, desde 1948, el comercio pasó de ser una actividad velada e irregular
a constituirse en parte integral de la actividad artística colombiana.
4 “Galerías de arte”, Espiral, Bogotá, jun. 1948.
comercial y de promoción en el oficio de la pintura”5. La empresa fue fundada por los her-
manos Rubio Cuervo. En sus inicios, su director fue Álvaro Rubio, quien, el año siguiente,
fue reemplazado por Cecilia Ospina de Gómez. Ellos contaban con el apoyo de una junta
asesora conformada por un grupo de artistas e intelectuales cuyo presidente era el poeta
Jorge Rojas. El establecimiento estaba conformado por dos salas de exposición equipadas
en donde se rotaban con una periodicidad de quince días las muestras exhibidas. El director
se encargaba de la parte administrativa, el montaje, las relaciones públicas, la atención al
público y la programación de las muestras. Todo esto con el consentimiento de la junta
asesora, que mantenía los estándares de calidad de lo que se exhibía. Económicamente, la
galería le cobraba al artista una comisión del treinta por ciento del valor de las obras vendi-
das a través de la institución. Allí se organizaban las muestras, se comercializaban las obras
y se garantizaba su difusión en los medios masivos. Además se organizaban exposiciones
difundidas internacionalmente, se apoyaba la edición de libros especializados —como la
segunda edición de Pintura y realidad de Marco Ospina— y, como parte de la galería, se en-
riquecía un centro de documentación cultural puesto al servicio de las personas interesadas
y se programaban de charlas sobre arte.
En su primer año de existencia, Galerías de Arte realizó diecisiete muestras, entre expo-
siciones individuales y colectivas, donde se exhibieron aproximadamente ochocientas obras.
5 “Cecilia vive en una prisión de colores”, Semana, Bogotá, 564, 11 de octubre de 1957.
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [65]
Julián Camilo Serna
Se organizaron y exportaron dos muestras de arte colombiano a Italia, Estados Unidos y Cuba.
De la misma manera se importaron y expusieron obras de artistas reconocidos internacional-
mente, como Picasso y Chagall. Entre las muestras realizadas se encuentran las de artistas
colombianos de primera línea, como Ignacio Gómez Jaramillo, Hernando Tejada, Guillermo
Silva Santamaría, Erwin Kraus, Marco Ospina, Andrés de Santamaría, Luis Alberto Acuña,
Alejandro Obregón, Guillermo Wiedemann, Eduardo Ramírez Villamizar y Carlos Correa6.
Para su inauguración, Galerías de Arte organizó dos exposiciones simultáneas de
particular importancia en el medio artístico colombino, tituladas Primer Salón Colectivo de
Contemporáneos Colombianos y Primer Salón de Europeos. La primera se constituyó en un
punto de reunión —luego de la suspensión de los salones oficiales— del trabajo de varios
de los artistas colombianos más destacados del momento, como Luis Alberto Acuña, Marco
Ospina y Julio Abril. La segunda fue una de las pocas veces en que, a mediados de siglo, fue
posible apreciar en Colombia trabajos originales de los artistas europeos más reconocidos en
ese momento, como Goya, Degas, De Chirico y Picasso7. El crítico Casimiro Eiger apuntaba
un año después de esta última muestra:
Uno de los impedimentos más graves que encuentran los artistas y el público colombianos para
perfeccionar sus conocimientos artísticos y su cultura es la imposibilidad en la cual se hallan de
contemplar, en su original y sin emprender un viaje, las grandes obras del arte universal. Hasta
hace poco, las únicas obras de valor visibles en la capital colombiana eran algunas pinturas de la
época colonial y tres, no exageramos nada, tres composiciones (casi desconocidas) de los famosos
maestros de antaño. Una de las cuales desapareció en los desgraciados sucesos de abril pasado.
Tal estado de cosas fue en parte modificado con la apertura de Galerías de Arte. La naciente
institución trajo para su exposición inaugural algunas obras de los más destacados artistas contem-
poráneos, ofreciendo así a los aficionados, por vez primera, la posibilidad de contemplarlas en el
original. No puede extrañar, pues, el entusiasmo provocado por tal exhibición, particularmente
entre la juventud. “¡Un verdadero Picasso! ¡Un auténtico Goya! ¡Un Chagall! ¡Un Vlaminck!
¡Un Modigliani!” Los corazones jóvenes latían apresuradamente.8
Esta muestra hizo que Galerías de Arte se posicionara de forma inmediata en el medio
artístico colombiano y que esta sala de exposiciones gozara de un prestigio que hasta ese
momento ninguna otra había tenido en Colombia. El acceso directo por parte del público
local a obras de los artistas europeos más reconocidos cumplió una función pedagógica
para los espectadores y los artistas del país, que podían acercarse a los criterios validados
internacionalmente sobre el arte de vanguardia. Esta muestra contribuía significativamente
a la construcción de un nuevo marco de expectativas sobre la manera de acercarse a los
6 Datos tomados de Casimiro Eiger, “El propósito loable de fomentar las artes plásticas y un
creador polémico” [29-viii-1949], en Crónicas de arte Colombiano: 1943-1963, Bogotá: Banco de
la República, 1995, pp. 139-140.
7 “Exposiciones. Galerías de arte”, Espiral, Bogotá, ago. 1948.
8 Eiger, “Exposición de maestros americanos” [19-ii-1949], en Crónicas…, p. 79.
estándares de calidad del arte moderno. En diálogo con el trabajo de los artistas europeos
se puso la obra de los artistas colombianos, que a través de él encontraban una legitimación
para su actividad. A la muestra inaugural le siguió una exposición individual de Ignacio
Gómez Jaramillo, pintor que acababa de llegar de su misión diplomática en México y estaba
en el punto cumbre de su carrera como artista. Esta segunda muestra, en palabras del crítico
Walter Engel, “contribuyó […] a cimentar el prestigio del nuevo local”9.
Sobre el impacto y la aceptación que llegó a tener esta empresa en el medio artístico
colombiano existen varios comentarios de periodistas, críticos de arte y artistas. A manera
de síntesis de las voces de complacencia sobre el trabajo de Galerías de Arte encontramos
una entrevista del pintor Carlos Correa. Fue publicada en El Tiempo con motivo de su
exposición individual, que coincidió con el primer aniversario de existencia de Galerías de
Arte. Allí el pintor declara:
Afortunadamente para la pintura, Galerías de Arte ha venido a llenar el vacío que, por desidia
o falta de dinero, ha dejado el Ministerio de Educación Nacional. Casi podemos decir que el
Ministerio ha descargado sobre los hombros de Galerías de Arte todo el peso de la dirección y
organización, en lo concerniente a las Artes Plásticas.
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [67]
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Galerías de Arte ha hecho el reconocimiento de la profesión artística, desde el momento en
que se organizó como entidad comercial, y ha considerado la obra de los pintores y escultores
digna de cotización monetaria, al igual que las demás profesiones que se ejercen en Colombia.
Algo más: Galerías de Arte, en persona de su gerente, don Álvaro Rubio Cuervo, ha estimulado
y protegido el arte vanguardista, que de otro modo hubiera corrido muy diversa suerte.
Galerías de Arte es un hogar de la alta cultura colombiana y en su primer año de labores nos llena
de regocijo y estímulo para continuar, sin descanso, en la lucha artística por el advenimiento y
consolidación de una gran Escuela de Pintura colombiana, vale la pena decir americana y, por
ende, universal.10
10Carlos Correa, en Fernando Guillén Martínez, “27 años de pintura. El pintor Carlos Correa”
[entrevista], El Tiempo, Bogotá, ago. 1949.
11 Carlos Martínez Cabana, “Los pintores no tienen porvenir en Colombia” [entrevista a Alejandro
Un punto que vale resaltar son las explicaciones que se dan acerca de este viraje del
consumo cultural colombiano. Estas opiniones, que en últimas se resumen en lo mismo —que
bien puede ser por un ambiente favorable o por un apetito por la novedad—, denotan un
cambio en el medio colombiano. Para explicarlo resulta imperativo considerar el ambiente
económico de estos años, que permitió la aparición de un mercado del arte. En su libro La
mentalidad del colombiano, Carlos Uribe Celis ofrece un panorama general del contexto de
las décadas de 1940 y 1950 para comprender procesos culturales ocurridos durante esos años.
Describe los años cuarenta como “años de contradicción política y maduración o, propia-
mente, aceleración de los procesos capitalistas”13. Entrando en la década de los cincuenta,
el mismo autor menciona el perfeccionamiento del “proceso iniciado a partir de 1945, que
se resume en tres palabras: capitalismo y violencia acelerados. […] La economía creció a
buen ritmo prácticamente durante diez años que cubrieron los gobiernos de Ospina Pérez,
Laureano Gómez y el general Rojas, quien disfrutó de una excelente bonanza cafetera en
el año de 1954”14.
La estabilidad económica del país fue posible, en gran parte, gracias a una de las mayores
bonanzas cafeteras del siglo xx, junto a la provechosa economía de posguerra, que permitió
el incremento acelerado de los precios de exportación en relación con los de importación.
Esto benefició la producción industrial, la inversión extranjera y la inversión nacional en
infraestructura y medios de comunicación. De acuerdo con lo anterior, Marco Palacios
afirma que “bajo estos signos cuajó una élite plutocrática más heterogénea […] Bajo estos
principios se formó una élite de poder más compacta y moderna, ajena al mundo del popu-
lismo latinoamericano”15.
Específicamente para el caso del posicionamiento de las Galerías de Arte es necesario
tener en cuenta las consecuencias sociales y culturales de la situación económica del país en
los años mencionados. A partir de esta coyuntura se establece una nueva élite con capacidad
económica para invertir en obras de arte y con un interés determinado por los fundamentos
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [69]
Julián Camilo Serna
5Lucy Tejada, Cecilia Porras y Judith Márquez preparando la exposición Tres pintoras colombianas contemporáneas
en la sala de exposiciones de la oea en Washington, 1960. Foto: Cortesía Fundación Lucy Tejada.
la cultura de un pueblo, ni el singular ciudadano que se dedica a su práctica. De ahí que muchos
de nuestros artistas se vean obligados a emigrar. Por otra parte, a pesar del cambio fundamental
que se ha verificado en nuestro país, en los últimos años, en la calidad de la producción artística
y en el prestigio creciente de sus pintores, no existe en Colombia un solo coleccionista, ni un
merchand, ni un museo de arte moderno. Casi todas las capitales de departamento tienen, por
ejemplo, plaza de toros, pero ninguna un museo que muestre el arte que están haciendo los con-
temporáneos. Me refiero al museo de arte actual, exclusivamente” (Ignacio Gómez Jaramillo,
“Estado de la pintura colombiana”, El Tiempo, Bogotá, 25 de mayo de 1958).
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [71]
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Los coleccionistas privados son intermediarios lógicos entre el artista y los museos, pues gene-
ralmente las colecciones particulares van más tarde a enriquecer los museos. A este respecto es
notoria la deficiencia del Museo Nacional, cuya colección de pintura colombiana apenas comienza
y en donde aún no están representados artistas colombianos de reconocido valor.19
A pesar de no haber tenido la continuidad que sus fundadores y los artistas entusiasmados
deseaban, Galerías de Arte S. A. sembró una serie de inquietudes: la posibilidad de que los
artistas recibieran una retribución justa por su trabajo y, de esta manera, aspiraran a vivir de
él para ser parte de la vida económica de la sociedad colombiana a la par de cualquier otro
profesional. También contribuyó a que el público se familiarizara con las expresiones del arte
de avanzada y dinamizó la actividad cultural en Colombia. Así mismo fundó un mercado
especializado en artes plásticas y la profesión de gestor cultural como persona encargada
de ese mercado. Ese esfuerzo preparó el terreno para que existieran más galerías de arte. La
labor de Galerías de Arte S. A. se podría resumir de la manera como lo hizo el artista que
realizó la primera exposición individual en ese establecimiento:
Con ella comienza a entrar definitivamente el arte moderno al suelo colombiano. Se pierde el
temor al público y a una crítica ignara. La batalla ha sido dura pero después de quince años de
lucha, los nuevos artistas encuentran abierta la brecha, el camino casi libre de perjuicios y una
gran curiosidad, un deseo de comprensión y un serio respeto por el arte nuevo23.
Antes que todo queremos hacer partícipes de una buena nueva a aquellos de nuestros oyentes que
pudiesen ignorarla: las Galerías de Arte, importante empresa cultural con sede en Bogotá, están
prosiguiendo, aunque en forma y dirección no completamente definidas, sus actividades tan pro-
picias para el desarrollo plástico del país y continuarán la serie de eventos. Así, por estos días está
abierta en su local una nueva exposición, la de obras del joven artista antioqueño Fernando Botero.24
En 1951 se hizo la última exposición de Galerías de Arte S. A., con una muestra foto-
gráfica de Leo Matiz, que acaba de llegar de México a radicarse en Colombia25. El mismo
fotógrafo le compró a Álvaro Rubio el local de Galerías de Arte, estableció allí su taller
fotográfico y, aprovechando el prestigio alcanzado por Galerías de Arte S. A., continuó su
labor bajo el nombre de Galerías de Arte Leo Matiz26. La primera exposición organizada por
27 Leo Matiz, “Encuentro entre artistas”, en “Leo Matiz, el guardián de las sobras”, Mundo, 19,
15 de septiembre de 2005.
28“Buchholz dona su librería para biblioteca popular”, Nueva Frontera, Bogotá, 2 de octubre
de 1982.
29 María Cristina Piganlosa, “Karl Buchholz y su pasión por las letras”, El Tiempo, 2 de septiembre
de 2000.
30 Beatrix Holffmann, Libros junto a cuadros junto a libros… La librería y galería Buchholz, <portal.
iai.spk-berlin.de/miradas_alemanas/Buchholz.141+M52087573ab0.0.html>.
31 “Un libro abierto”, Semana Virtual <www.semana.com/wf_ImprimirArticulo.aspx?IdArt=78997>
(05/04/2008).
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [75]
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quienes figuraban los pintores más destacados del momento, personas cercanas a Eiger32. El
crítico Eugenio Barney Cabrera describe el trabajo de Eiger diciendo que
en su pequeño rincón cuelga, semana a semana, lienzos y cartones de artistas nacionales y
extranjeros. O expone cerámicas y esculturas. Por ello, su labor de crítico y auspiciador de las
artes está por alabarse. Porque, además, los artistas colombianos tienen en él al mejor consejero
y defensor. Es Casimiro Eiger. Y su local, El Callejón, en la librería Central.33
32 “Tal vez no sobra destacar aquí una vez más el importante papel desempeñado por la Galería
El Callejón en la formación del ambiente progresista, con su alto criterio de selección, de buen
gusto, de exigencias mínimas para admitir una exposición, y a la vez de estímulo para los talentos
auténticos. Las carreras de artistas como Enrique Grau, Eduardo Ramírez Villamizar, Cecilia
Porras y Carlos Rojas están íntimamente ligadas al nombre de El Callejón. Ninguna otra galería
—oficial o particular— ha cumplido en el curso de estos años una labor tan continua, consciente,
sistemática y constructiva como El Callejón, bajo la dirección de Casimiro Eiger. Por lo tanto,
es apenas natural que casi todos los artistas de primera línea, cuya posición se afianzó durante
el año, hayan estado presentes en El Callejón, ya sea en exposiciones colectivas o individuales”
(Engel, “Crónica de la moderna pintura colombiana”).
33 Eugenio Barney Cabrera, en Suplemento Literario, La República, Bogotá, 12 de marzo de 1955.
34Véase Julián Serna y Felipe González, La vuelta a Colombia: artes plásticas entre 1948 y 1965,
Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2010.
Un episodio que merece atención dentro de este relato es el IX Salón Anual de Artistas
Colombianos, llevado a cabo en 1952. Fue el segundo acto de esta índole realizado durante
el mandato de Laureano Gómez. En este, el grupo de jurados encargados de seleccionar las
piezas rechazó 115 pinturas y catorce esculturas de veintinueve artistas. Entre las obras que
no se quisieron mostrar como parte del salón se encuentran trabajos de artistas de primera
línea como Luis Alberto Acuña, Sofía Urrutia, Gisela Ballesteros, Manuel Hernández y
Guillermo Wiedemann. Respecto del rechazo de este último se dijo en la revista Semana
que “el juzgado calificador así principió por rechazar la obra de un pintor (colombiano na-
cionalizado), Wiedemann, demostrando así desde un principio su absoluta ignorancia de lo
que comúnmente se entiende por arte en la mitad del siglo xx, en el mundo occidental”37.
Sobre los criterios que sustentaron la selección de los artistas participantes en una
exposición que debería ser el termómetro de la actividad artística del país es diciente un
fragmento del discurso inaugural pronunciado por el ministro de Educación, Lucio Pabón
Núñez. Sobre el arte, el ministro señalaba que era preciso “integrar el arte en la fe, en la fe
de la que nació, a cuyo amparo creció gloriosamente, y lejos de la cual ha andado, en los
35Véase Cristina Lleras, “Arte, política y crítica. Politización de la mirada estética, Colombia
1940-1952”, Textos, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Maestría
en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura, 13, 2005.
36 Eiger, “VII Salón Nacional” [1950], en Crónicas…, p. 188.
37 “Salón”, Semana, Bogotá, 23 de agosto de 1952.
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [77]
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últimos tiempos, desalado y ciego”38. Son igualmente dicientes las palabras del comentarista
Guillermo Camacho Montoya, quien afirmaba que
parece como si entre nuestros pintores, en los últimos años, se estuviera operando un retorno
al espíritu clásico, en lo que esta palabra tiene de dignidad para el arte. La pintura “esperpento”
que abundó tanto entre nosotros por algún tiempo, tiende a desaparecer. Ahora nuestros artistas
quieren pintar sujetándose al espíritu de lo bello, llevando a sus cuadros aquella parte noble y
renovadora que hay en las escuelas modernas.39
38Lucio Pabón Núñez, “Discurso de inauguración del IX Salón Nacional de Artistas”, El Siglo,
Bogotá, 8 de agosto de 1952.
39 Guillermo Camacho Montoya, “El IX Salón Anual – Alusiones”, El Siglo, Bogotá, 10 de
agosto de 1952.
40 “Salón”, Semana, Bogotá, 23 de agosto de 1952.
41 Walter Engel, “Exposiciones. El IX Salón anual”, El Tiempo, 17 de agosto de 1952.
42Camilo Calderón, IX Salón Anual de Artistas Colombianos. 50 años Salón Nacional de Artistas,
1990, p. 67.
43 Eduardo Mendoza Varela, “Pintores y críticos. El Salón de los rechazados”, El Espectador,
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [79]
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5Catálogo de la exposición inaugural de la galería El Caballito, 1956.
por la posibilidad de dinamizarlo en Colombia, el mercado del arte estaba reducido a una
pequeña élite que no compraba arte de manera sostenida, de modo que el de un estableci-
miento dedicado a la venta de arte era un proyecto difícil de sostener. El nacimiento y la
muerte de estas nuevas galerías nos indican que en ese momento existía un público con un
creciente interés en este tipo de manifestaciones plásticas. Según esto, parecía que estas
manifestaciones ya tuvieran una posición en la sociedad colombiana, pero no existían co-
leccionistas que le inyectaran suficiente dinero al circuito artístico. Ambas galerías tuvieron
una efímera existencia: Cory realizó una única exhibición49 y El Caballito logró sobrevivir
para realizar dos muestras. Sobre la muestra inaugural de la segunda, Eiger dijo:
Todas estas reflexiones nos han sido sugeridas por la exposición inaugural realizada en las antiguas
Galerías de Arte, posteriormente Galerías Leo Matiz, sala abierta nuevamente al público con
49 “Galería Cory. – Esta galería de efímera vida inició sus actividades con una exposición colectiva
de la cual deben recordarse especialmente los óleos de Gustavo Valcárcel; el primer cuadro del
actual estilo abstraccionista de Cecilia Porras (Barcos), y composiciones figurales de Julio Cas-
tillo y Manuel Hernández” (Walter Engel, “Balance artístico de 1956”, Plástica, Bogotá, 1956).
A pesar de no poder cubrir los gastos fijos para tener abiertas las puertas de una sala
de exposiciones, la actividad de los galeristas no cesó sino que se transformó en la figura
de los organizadores de exposiciones. Entre estas personas podríamos nombrar a Teresa
Tejada, Marta Traba y Cecilia Ospina, quien fue la más activa de las tres en este sentido.
Para socializar el trabajo de los artistas, las muestras eran organizadas por ellas en diferentes
locaciones de Bogotá, como la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional, y en espacios
como la Sociedad Económica de Amigos del País, la Compañía Colombiana de Seguros y la
Universidad América, en otras ciudades del país o fuera del mismo. En un artículo dedicado
a Cecilia Ospina se describe así su trabajo:
El trabajo es agotador y requiere la colaboración de varias personas para adelantar la labor que
principia con la colocación de los nombres en las obras hasta las diligencias aduaneras para enviar
los cuadros al exterior. En la preparación de la exposición se emplean regularmente de quince a
veinte días. […] El trabajo se acrecienta en la apertura de la exhibición, cuando la organizadora
debe presenciar durante toda la quincena el desfile de curiosos y encontrar entre ellos los virtuales
compradores que irán a retribuir el esfuerzo del artista y el trabajo de la promotora, cuyos ingresos
son apenas un pequeño porcentaje de las ventas.
En los últimos cinco años, la infatigable mujer ha organizado treinta exposiciones individuales y
diecisiete colectivas. Alrededor de estos eventos se han estimulado quince recitales y veinticuatro
conferencias sobre arte.51
El de 1957 es el año de la consolidación del arte moderno en Colombia. Abre con uno de
los primeros intentos de hacer una historia del arte moderno en Colombia, escrita por Walter
Engel. Basándose en el recuento cronológico de las exposiciones y las gestiones alrededor
de estas propuestas estéticas, el autor declara que, “al comenzar el año de 1957, vemos bien
afianzado, dentro y fuera del país, el prestigio de la moderna pintura colombiana”52. Para la
época, la conjugación de esfuerzos de múltiples gestores culturales había logrado otorgarle
a la producción visual de la emergente generación de artistas una presencia constante en
el ámbito público local y un espacio en las salas de exhibición de arte más importantes del
mundo y, a sus autores, prestigio como profesionales en la sociedad colombiana.
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [81]
Julián Camilo Serna
5Catálogo del X Salón Nacional de Artistas, 1957.
Ese año, dos acontecimientos fueron fundamentales para darles visibilidad a estas nue-
vas tendencias estéticas: el X Salón Nacional de Artistas Colombianos y el Salón de Arte
Moderno, inaugurado en la sala de exposiciones de arte de la recién construida Biblioteca
Luis Ángel Arango, del Banco de la República. Estas dos exposiciones se constituyeron en
vitrinas para los procesos que se habían desarrollado durante los años anteriores al margen
del apoyo estatal. Algunas tendencias fueron apreciadas por primera vez por un público más
amplio que tuvo la oportunidad de reconocer fuertes cambios formales con respecto a lo que
se había exhibido en los últimos salones nacionales. Sobre el salón oficial —reabierto luego
de la caída del dictador Gustavo Rojas Pinilla— Walter Engel apuntó:
El X Salón Nacional significó, pues, un verdadero acontecimiento para el arte colombiano, al
abrir una libre asamblea de pintores y escultores, en la cual uno podía expresar una condición
artística propia y distinta al resto. Sin embargo, hubo en este salón, inaugurado después de tantos
años de receso forzoso, un tono común que sorprendió al público, un común denominador que
El valor del arte. Historia de las primeras galerías de arte de colombia (1948-1957) [83]
Julián Camilo Serna
podríamos llamar “el deseo de hacer pintura moderna”, separándose decididamente de la pintura
y la escultura tradicionales.53