Grupal 10
Grupal 10
Grupal 10
D i r e c t o r e s de la C o l e c c i ó n :
Eduardo Pavlovsky (Coordinador general)
Juan Carlos De Brasi y Hernán Kesselman
P r i m e r a d i c i ó n : Junio de 1993
<© A Y L L U S.R.L.
I.S.B.N. 950-560-078-X
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SUBJETIVIDAD
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DEVENIR SOCIAL 4
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CON-VERSACIONES
La i n t e r t e x t u a l i d a d del p s i c o a n á l i s i s , Gregorio
Baremblitt 99
E n t r e v i s t a a A n g e l Fiasché 109
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ESTETICA Y ¡
MICRO POLITICA I
Estética de la multiplicidad
C o n c e p c i o n e s de la p r o d u c c i ó n de s u b j e t i v i d a d
en mi teatro ¿
Eduardo Pavlovsky
De u n a e n t r e v i s t a c o n F r a n c i s B a c o n 6
Este oficial que tenía esa conducta con nosotros era simul-
táneamente uno de ios más estimados por la tropa cada vez
que los soldados tenían problemas. Dirigirse a ese oficial era
una gran tranquilidad porque los atendía paternalmente. Era
patológico con nosotros. La metodología que usó el ejército fue
hacer participar a todos, enfermeros, médicos, oficiales, etc.,
todos tenían que 'mojar' para que todos se sintiesen implicados
y además el exceso fue lo normal en la Institución. Por eso
rechazo que Astiz o Masón sean sádicos. La esencia del
sadismo como patología dentro del ejército es secundaria. Lo
constante es la normalidad en que se convierte lo anormal".
Eduardo la Institución está representada por las ideas y conceptos que leyó en ios
libros del Sr. Galíndez (Representación simbólica).
d " n 5 § se le sugiere modificar su identidad y vivir en el exterior.
S?n otra alternativa posible el aviador acepta.
j n d o el tratamiento de su "metamorfosis" es realizado
dentro de la institución que ¡o formó.
l_a Institución lo formó como represor sofisticado y se
desprende de él cuando la situación se torna internacionalmente
complicada al aparecer los cadáveres en playas vecinas.
En Potestad, un médico de la policía y de los servicios de
inteligencia es convocado en un operativo para certificar el
fallecimiento de una pareja militante asesinada y en esas
circunstancias especiales encuentra a una niña de la pareja a
quien secuestra y la t o m a como "hija" modificándole su identi-
dad.
"Los muchachos m e llamaron para ver si estaban vivos.
Todavía hoy no sé para qué me llamaron los muchachos..."
(dice el médico secuestrador). Los muchachos que convocan al
médico y que asesinaron a la pareja pertenecen a la misma
Institución que el médico. Todos son cómplices como dice
Rosencrof.
En Paso de Dos un torturador y su víctima mantienen una
extraña relación amorosa — "nacida" en la intensidad de los
momentos de tortura. T o d a la obra transcurre durante la agonía
final de la mujer.
El: "Había pedido verte cuando supe que iba a conocerte...
... me habían dicho que lo más importante era no mirarte a
los ojos..."
Había pedido verla en la Institución policial cuando supo que
la traían detenida...
Le "habían dicho" (en la Institución) que no la mirara a los
ojos cuando la interrogara...
El torturador y la víctima mediatizan a través del drama
personal el discurso institucional.
La Institución está presente en la obra y en el desenlace
final cuando la víctima no lo quiere denunciar para no hacer-
lo héroe "como todos los demás que andan sueltos por la ca-
lle y acechando siempre"— refiriéndose al Indulto que dejó en
libertad a los genocidas. No es sólo un problemá personal
— Es un conflicto con todos los demás genocidas que "queda-
ron libres" — Conflicto Institucional.
Paso de d o s :
C r e a c i ó n d e s u b j e t i v i d a d e s en la p u e s t a en escena
Sobre la e s c e n o g r a f í a
Las a c t r i c e s h a b l a n
Susy Evans: "En el trabajo de la obra está plasmada mi
experiencia de veinte años de trabajo corporal, nunca sentí
dificultad, porque Laura me propuso de entrada no moverme si
_no en aquellos momentos en que mi cuerpo tuviera necesidad
de hacerlo. Eso le dio a mi trabajo una gran libertad desde el
iénio? sin ¡deas preconcebidas, y sin ninguna influencia
intelectual. Intenté ser todo cuerpo y afecto desde el inicio de
los ensayos, tal vez sabiendo que otra parte mía iba a ser
encarada por otra actriz. Sólo tuve sensaciones, imágenes que
sólo surgían del contacto corporal, de las vivencias más primi-
tivas, sin intentar pensar ni la vida, ni las circunstancias del
personaje, mientras lo estaba construyendo a ese nivel. A
medida que se procesaban los ensayos fui integrando "otros
aspectos del personaje. Al comienzo sóio cuerpo sensible,
dejándome atravesar por los estímulos que me provocaba el
cuerpo de El sobre mí, y por la voz de Stella que "en esos
momentos imaginaba proviniendo de afuera, y luego de aden-
tro de mi cuerpo. Las relaciones sexuales en el comienzo de la
obra me hicieron vislumbrar que ese acontecimiento era el final
de una gran pasión".
Stella Gallazi: "para mí, ser un doble de otro se constituyó
en un gran desafío porque necesitaba transitar el correlato
ideológico y la exposición del tiempo, para mí factor fundamen-
tal de la obra. Existe un cambio en el tiempo dramático, porque
la obra habla sobre un tiempo pasado, transcurre en un tiempo
presente (los cuerpos en la pileta) y para mí existe un tiempo
futuro que es el lugar desde donde yo hablo en la tribuna, como
espectadora de ese pasado. Yo revivo mi pasado a través de
la visión del cuerpo de los protagonistas. Reflexiono sobre mi
pasión, sobre lo que me pasó, hablando desde el público".
Susy: "Es curioso, desde la acción yo no siento solo odio,
sino la constante vivencia de la gran tragedia que nos envuelve
a los dos. Sería difícil para mí encarar sólo el odio frente al
represor y no la gran ambivalencia que soporta la intensidad de
la pasión. Si sintiera de entrada la crítica ideológica desde la
actuación, no crecería el drama de la dialéctica entre la
complicidad amorosa y la condena al anonimato como enemigo
represor. Estamos frente a la ambigüedad de lo humano que
se traduce en lo estético".
Stella: "Es recién después de ia muerte desde donde crece
mi personaje crítico, porque si bien amé y me entregué,
siempre fui víctima, y recién al final cuando veo mi muerte es
que asumo el rol de víctima con más claridad y es entonces
cuando lo condeno con todas mis fuerzas, al silencio innombrable
como castigo frente a un sistema que premia la represión".
* En español en el original.
Estas razones y también la nueva ofensiva del grupismo
sobre el mercado terapéutico y educativo parecían mostrar que
la cuestión de la institución se habígt convertido en una vieja
idea de los años sesenta. Sin embarco, diversas experiencias
profesionales o intelectuales me han conducido a cuestionar
esa debilidad crónica del Al en materia de teoría de grupos.
U n p o c o c o m o si u n o s c o l e g i a l e s e x i g i e r a n u n a
retroalimentación de todo lo que se dice a sus espaldas en la
sala de profesores. Felizmente, Lewin se encontraba ahí;
comprende de inmediato la importancia de la situación
instituyente. Los alumnos-instructores son aceptados y partici-
pan en la conversación sobre lo que sucedió durante la jornada
entre ellos y sus coordinadores y entre ellos mismos como
participantes en los grupos.
(Michel Foucault)
Apertura
Las líneas exploradas durante este escrito aluden a series
en sí mismas problemáticas. Desde ellas se intentan poner de
relieve algunos temas relegados a distintas formas de clausu-
ras. ¿Es lícito volver a batir el parche sobre una dimensión
psicoanalítica de la cual se habló, anecdóticamente, hasta el
cansancio? L a respuesta, si cabe, es afirmativa. La razón es
sencilla: se trata de una obra canónica, y no de una "aplicación"
doctrinaria, dogmática, de conceptos psicoanalíticos a diversos
campos (instituciones, grupos, comunidades, etc.), comprendi-
dos bajo la noción de grupalidad. Tomando las líneas de
referencia, son claras tanto las ventajas como las desventajas
de partir del universo canónico de un saber conjetural (misterio-
de las paradojas) como lo es el del psicoanálisis.
especialmente en nuestro país— sobre Psicología de tas masas. Por otro lado
al tomar como método una teoría de la lectura, me aparto intencionalmente de
cualquier técnica de objetivación aplicada al texto, documentos o materiales de
que pueda tratarse.
haber consultado una cantidad significativa de libros, artículos
y apreciaciones acerca del asunto, la omisión señalada es
moneda corriente 1 .
Durante la conjetura subrayé intervención psicoanalítica,
porque eso es lo primero que dispara el ensayo de Freud en
un campo de saberes y profesiones y a constituidas. Los
innumerables volúmenes que se publican en su época, y con
anterioridad, sobre ei problema de las masas® (lo cual dice que
las masas eran un problema), ¡a comunidad, ia sociedad, los
"públicos", creados por la aparición de los periódicos, etc., son
las fronteras de! territorio en que se movían con pingües
beneficios (recordemos que "Psicología de las multitudes" de
G. Le Bon fue un bestseller en su momento) los psicólogos de
las turbas. O sea, que el gesto inicial de Psicología de las
masas es un acto, casi olvidado, de audacia. S e interna, a
veces, con precarios elementos, en un continente de poderes
arracimados e institucionalizados. Y lo hace mediante una
ilusión estratégica: pretende atravesarlos para que la dimen-
sión psicoanalítica sea asimilada, obteniendo por derecho la
parcela que debería corresponderle. Desde varios sectores
académicos y disciplinarios —teoría del estado, filosofía posi-
tiva y sociología, historia de las religiones, teología, etc.— le
negaron el derecho a circular por los distintos canales de las
formaciones colectivas, buscando liberar alguno de sus afluen-
tes.
Complejidades
La misma noción de complejidad expresa que cualquiera
sea.el punto de partida que escojamos la hallaremos dando el
tono, caracterizando el tipo de abordaje de cuestiones tan
sinuosas como las de la grupalidad. Ei apuro y ciertos réditos
estructuras comunitarias.
llevan, a menudo, a simplificar las cosas, confundiendo esque-
mas d e comunicación fácilmente repetibles, con lo simple,
siempre muy elaborado, de una transmisión que pretende
evitar la reproducción mecánica de Ids planteos, generando un
proceso de pensamiento-acción'" que nutre su propia
autocorrección.
3 Para consultar este aspecto ver "De la división del trabajo social", libro
primero, capítulo primero. Ahí está definida claramente la noción de "lazo social",
considerada como una clave metódica sustancial para el tratamiento de la
"función del trabajo". Cosismo y funciomtlismo social van de la mano.
a~Su ingestión hace que el lazo que crea, lazo social, se
contemple como divino él mismo. L a noción mencionada lleva
a una inevitable antropomorfización de lo social que se convier-
te en "sustancia divina", "persona real", conduciendo de un
plano metafísico a la presencia manifiesta de un sujeto hablan-
do o desempeñando un comportamiento observable.
Otras m a r c a s
Se ha vuelto un rictus habitual dividir el Freud de "la clínica"
del "social". Con el tiempo se los tornó irreconciliables, y no
porque hubiera algo que conciliar, sino porque debería pensar-
se a qué cegueras y creencias respondía la separación. El
primer Freud se encargó de hacer laboriosamente el diseño de
la experiencia analítica, sus protocolos, sus historiales, su
casuística, la enunciación de sus reglas, prescripciones técni-
cas y formulaciones conceptuales. El segundo sólo se ocupó
de aplicar todo ese bagaje a vaguedades llamadas "sociedad",
"sociológico", "social", etc. De ese modo surgieron los textos
específica. Para Freud lo es. Para Lacan no, ya que el amor es una ilusión
totalizadora, mientras la pulsión es siempre parcial. Esto es cierto a medias, pues
el amor algo atrapa de las pulsiones.
, 0 Por no explorar suficientemente sus órdenes, quizás debido al temor de
Movimiento
La idea y la realidad del movimiento son arduas, esquivas.
Creemos captarlo en su esencia cuando vemos a alguien
correr como una saeta en una competencia deportiva, en un
avión que busca su vuelo o en una lancha que abre raudamente
un surco en el agua. De igual modo pensamos que nos
"movemos" e n un texto al ir pasando sus páginas, cuando
concretamos el "recorrido" desde su primera hoja hasta su
última línea. Generalmente en ese punto se estima que la labor
central de la lectura ha culminado. Ahí, sin embargo, empieza
a emerger su movimiento, al finalizar su recorrido, que perdura
en los gestos, instantes discontinuos, en los continuos segui-
mientos, y demás operaciones voluntarias e involuntarias. Pero
el movimiento se da básicamente en el acto de moverse, de
acompañamiento del texto, con las intensidades que nos afec-
tan durante la acción de leer, coh ía movilización, apropiación
y elaboración de lo transcurrido que involucra de manera tan
peculiar al cuerpo en el corpus de la escritura. Los tres
tránsitos que remarqué son tiempos puros, duraciones de lo
pensado en el horizonte psicoanalítico, sólo porque nuestros
deseos y estrategias de lectura hacen que el ensayo freudiano
no se cierre, agonice, enmudezca. Dichos tránsitos se funden
con el espacio homogéneo de las letras, éspaciamientos,
numeraciones, etc., que hacen a las distribuciones gráficas y a
las significaciones subyacentes, siempre dispuestas a ser reco-
gidas o combinadas de cierta manera.
Morfomasas 1 1 . P u n t o d e v i s t a e c o n ó m i c o
14 Psicología de las multitudes, libro primero, capítulo I. Los demás ítems que
de la imagen, que es "una imagen vale más que mil palabras". En ese apriori se
desconocen varias cosas. Primero que él mismo es un dicho, no una imagen.
Segundo, se deja de lado el peso de imagen que le cabe a la palabra, ya que
también lo es. Y tercero se ignora la noción de imagen que se está manipulando,
lo cual hace que "la imagen se disuelva en lo que cada uno se imagina.
Junto a todas las discriminaciones que venimos haciendo,
es necesario aclarar algo respecto del plano morfológico o
morfoecoriómico, en Freud. A diferencia de sus antecesores
éste no se agota en la dupla vistbilidad-invisibilidad. Está
surcado por ella, pero es irreductible a sus juegos tensionales.
Tiene una función bien particularizada: garantizar el pasaje
entre las distintas secuencias metapsicológicas. Enseguida de
haber tratado, por ejemplo, las "masas artificiales" (cap. V),
dice en "Otras tareas y orientaciones" (cap. VI): "nos quedaría
aún mucho que investigar y describir en cuanto a la morfología
de las masas". Y acota una sugerencia que es una línea
metodológica sostenida tenazmente, donde afirma, "habría que
prestar atención a las masas de diversas clases más o menos
permanentes, que surgen de manera espontánea, así como
estudiar las condiciones de su génesis y descomposición°17. A
mi entender esa indicación revierte, con" gran anticipación, la
forma insuficiente y balbuceante d e preguntarse sobre ciertos
problemas que tiene la "grupología" actual. Sobre ei final
volveré a esta cuestión, remarcando algunas de sus posibles
derivaciones.
audiencia, los sucesos que ocurrieron en esa límpida jornada Es indudable, entonces, que una cosa (masa) lleva a otras
de septiembre. L a primera toma muestra un cielo que parecía (efectos-masa), siendo además la primera causa de las segun-
copiado de una pintura naturalista del siglo pasado. Ninguna das. Y éstas, a la vez, son eficaces e irrebatibles consecuen-
nube empañaba la "región más transparente" y celestial. Sin cias del estar agrupados, ya que "la verdad entra por los ojos",
embargo, el espacio comienza a ennegrecerse desde abajo. "los ojos de cualquiera pueden vivenciarla"" y, finalmente, "una
Grupos inquietantes, caras ensombrecidas por las preocupa- imagen vale más que toda palabra" (sic), por lo menos en un
ciones cotidianas, bocas torcidas por ei grito, ánimos exaltados país que venía de silenciar "toda palabra" y de alentar más de
por reclamos laborales, sembraron de negro multitudinario la una "imagen" genocida. Justo en ese momento la lógica de
plaza de las marchas, reivindicaciones y denuncias de los este montaje imaginario manifiesta su debilidad constitutiva,
poderes impotentes y desgobiernos gubernamentales. Sube e¡ pues la causa que explica el conjunto Í^O necesita ser explica-
tono de los cánticos, se vuelve más agudo el contenido de los da, sólo basta "pintarla mediante las imágenes más vivas" —
estribillos, y más exasperada ia tensión de los gestos. La como diría Le Bon— para inducir en los individuos que las
cámara en mano de un operador televisivo capta plenamente absorben las creencias más sólidas, es decir, solidificadas de
la excitación generalizada, los arabescos gestuales, sonoros, y antemano acerca del significado y los resultados que apareja la
el ritmo crispado de los constantes desplazamientos. Mientras masificación. La cámara alterna exactamente una toma de la
otra cámara fija describe, en un picado, el hormigueo de la gente reunida, que intensifica momento a momento la tempe-
muchedumbre. El clima de posibles excesos y seguros desbor- ratura de la plaza, con otra de los salteadores que se apoderan
des ya está montado para el televidente azorado. Ese magma, de trajes, aparatos, zapatos y hasta de los mismos manequíes
ese mecimiento acompasado, busca provocar un estremeci- a gran velocidad y con una "deshinibición" envidiable. En tanto
miento en el e s p e c t a d o r , c o n d e n a r l o a ser u n mirón la voz del locutor remarca de manera monótona, indiferente,
contemplativo y un activo juez repudiador. Obviamente un que era previsible que tanta "emoción" llevara a una obligada
acontecimiento visto muchas veces, debe repetirse de nuevo. pérdida de límites. Sólo bastaba una chispa para que la
Y de pronto sucede. Los efectos de tanta exaltación llevan, multitud pusiera en marcha su "esencia" transgresora, su
como por un embudo, a un resultado desastroso. La cámara "sentimiento de invencibilidad" y el absoluto desconocimiento
resbala, sin cortes, por encima de la cabeza de los manifestan- de lo prohibido y lo permitido. El deslizamiento del espacio
tes, hasta un grupo de cinco o seis personas que arrojan público al comercio privado convertido en añicos, es dado
proyectiles contra las vidrieras de una conocida sastrería. Las mediante un encadenamiento televisivo que eslabona escenas
astillas de los vidrios se vuelven "personajes" de las distintas previas de amontonamientos, empujones, luchas por el territo-
secuencias, marcadas y "estetizadas" por un ralentti inacaba- rio cercano al palco, etc., y posteriores, visualmente, de robos
ble. Un gran primer plano de las esquirlas vidriosas las arroja y destrozos que reflejan con innegable tele-evidencia los coro-
contra la mirada atónita del público. Otro muestra el saqueo de larios de dejar librado el "instinto de la horda" a sí mismo.
todas las ropas y objetos en exhibición. Y durante el robo se Tiempo cronológico, encabalgamiento causal e n la sucesión,
evidencia perfectamente, en la grave y educada voz del locu- lógica vulgar de antecedente y consecuente, etc., son el
tor, que lo robado no tiene relación alguna con las "necesida- corazón —y su falta— del enfoque "morfológico" de las masas
des" de los "delincuentes", "elementos extremistas", y otros y su correspondiente imaginario destructor. Lo compacto de
cus accionas, p r ^ n r t n rio la rnmpact-anión (metáfora que
derivados de la rabiosa congregación contemplada por todos.
80 81
siempre las acompaña), es germen de una incontenible depre-
dación. Por eso había que rogar, y ello hacía el locutor, que las
fuerzas del orden restaran movilidad a la multitud, o sea: que
la desmovilizaran, encaminando a cada uno hacia la "edad de
la razón" (la única democrática), hacia su propiedad, el refugio
íntimo y familiar, otra de las figuras de la reclusión padecida
durante tantos años.
Tiempo después se comprobó, y fue muy difundido por la
prensa escrita, que el video había sido distribuido por el
Ministerio del Interior, con la calificación de "exhibición obliga-
toria" cada media hora, en todos los canales de televisión
existentes. Por otro lado los saqueadores no eran "efectos" de
ninguna "causa" observable, pues fueron reconocidos como
agentes empleados en organismos de (in)seguridad estatal.
Eran "trabajadores efectivos", uno de ellos célebre torturador,
ligados a un terrorismo institucional, mediante jugoso presu-
puesto, y manejados con maestría individual por un enigmático
caudillo de porcelana.
les". Este es, ciertamente, su significado próximo, pero también otros le son muy
cercanos e impregnan los usos terminológicos, como "artefacticio" (erkunstelt) o
arte-facto; significado vecino de lo que en alemán se entiende por artificio, tan
válido como el de "artificial", para nombrar las formaciones de masas. Con el
básicamente "aparatos" y no sólo "ilusiones eficaces", o "cons-
trucciones cegadoras" de los sujetos ensamblados por lo "mis-
mo", exige los componentes ideológicos que unen a los indivi-
duos, ¡as estrategias de agrupamiento y organizativas, los
pactos confesos o sobreentendidos, el malentendido de sus
acciones, los mitos y ritos congrégatenos, las reglas de perte-
nencia, etc. En realidad Freud intuye el problema, haciendo
una apreciación sobre el ejército, pero io esquiva en función de
lo que le importa resaltar, el "descuido" del factor libidinoso que
"parece constituir no sólo un error teórico, sino un peligro
práctico". Antes había reconocido, con gran intuición crítica,
que podría "objetarse con justicia que esta concepción de la
estructura libidinosa de los ejércitos se desentiende de las
ideas de Patria, Gloria Nacional, y otras tan importantes para
su cohesión". Sin embargo ese pseudo reconocimiento, ya que
no extrae consecuencias libidinales de esos aspectos, parte de
un equívoco argumenta!. "Patria" o "Gloria Nacional" pueden
ser sintagmas cristalizados, sin resultados operativos ni
cohesivos. Y no especialmente organizadores ideológicos —
cualquier categoría no lo es— que es preciso relevar en cada
situación particular. Algo sustancialmente distinto es la "idea
rectora", por ejemplo, de Cristo para la conservación duradera
de la Iglesia cristiana en sus diversas versiones, sus dogmas,
rituales, y el significado trascendental que posee una de sus
principales c e r e m o n i a s (la transustanciación durante la
eucaristía), importante para esclarecer una faceta más del
Diseminación
El capítulo despega con el reconocimiento de una comple-
jidad —desarrollada al inicio de este trabajo— que es resumida
ante la necesidad de resaltar la conexión permanente que
existe entre los procesos libidinales y los niveles institucionales
y organizacionáles, formales e informales. Si hay una "hipóte-
sis" realmente fuerte, sin duda es ésta. La situación es carac-
terizada de este modo, "si, teniendo presente las descripciones
—complementarias entre sí— de los diversos autores sobre
psicología de las masas, abarcamos en un solo panorama ¡a
vida de los individuos de nuestros días (quiere decir que los
"panoramas" deberían variar en otros tiempos), acaso perdere-
mos el coraje de ofrecer una exposición sintética, en vista de
las complicaciones que advertimos (redundemos: la compleji-
dad fue advertida)"22. E n t e n d e m o s , ahora, q u e los
englobamientos y reducciones aparentes respondían a una
economía, también, expositiva. Ella encarrilaba el discurso
freudiano, no su pensamiento, trascendente a lo meramente
graficado. No resulta extraño, entonces, que en ese momento
se plantee "el asombroso fenómeno" 23 de aquello que "desapa-
rece sin dejar huellas", lo que fue nominado como "desarrollo
individual". Es el acontecimiento que torna lábiles y movedizos
los límites entre una psicología social y una individual, sin caer
en fusiones inmediatas, ni en una cómoda explicación filo-
ontogenética. Sólo "pierde buena parte de su nitidez", de su
24 Vocablo que gusta emplear Freud: Evoca a Kant, las modificaciones que
23 Carácter que, en otro sentido, tampoco está ausente del "sujeto" llamado
Los sujetos como tales son, así, los actores de' complejos
modos de subjetivación, de la eficacia o ineficacia con que los
"habitan", de los encabalgamientos e instrumentales con que
cada proceso social-histórico produce subjetividades tatuadas
con dibujos singulares, esfumados.
En fin, ha llegado el tiempo de concluir. El panorama
pintado por Freud deja traslucir los colores de sus" aciertos y
limitaciones. Y, simultáneamente, con él lo que en él y en un
vasto psicoanálisis no pudo ser pensado, gracias a lo cual
nosotros pensamos lo que podemos. Este es el punto de
intersección que actualiza "Psicología de las masas", lo excusa
de ser un mero testimonio o simple documento de época,
porque desde sus circuitos y cortocircuitos emerge un cambio
sideral. La declinación del movimiento metapsicológico revierte
de forma sustancial la pregunta acerca de lo que "cohesionaba"
a los grupos, instituciones y demás conjunciones. Ahora los
interrogantes disyuntivos serán: ¿cómo se desvinculan las
formaciones colectivas?, ¿qué mecanismos las tornan-invisi-
bles?, ¿de qué modo se disuelve la grupaiidad?, ¿bajo qué
ideas, categorías, instrumentos, se podrán investigar esos
fenómenos?, etc. Cuestiones de peso, insoslayables, pues
hacen entrar en el corazón mismo de las representaciones
organizadoras y capitalizadoras, la potencia irrepresentable de
la evolución dispersiva, turbina vital, arrojada desde sí misma
hacia nuevas constelaciones, a veces consoladoras, a veces
sobrecogedoras.
Una ilustración (relevante para la memoria que se quiere
democrática) puede sernos útil en el intento de reflexionar
sobre lo desvincuiado-desvinculante, su caída del campo
representacional, su lugar medular en la socialidad y en la
irrupción de una dramática colectiva, donde ai igual que en las
fiestas, siendo todo lo contrario, se da una brusca "suspensión
del ideal".
" " D e la Gramatología". J. Derrida. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires. 1971. Caps.
1 ? y a
Por todo lo dicho, el texto, que no es una unidad cerrada ni
siquiera sobre su propio trabajo, es trabajado por otros textos.
"Todo texto es absorción y transformación de una multiplicidad
de otros textos, atravesado por el suplemento sin reservas y la
oposición superada de la inter-textualidad" 5 .
Págs. 7 y 125.
S " B orden del discurso". M. Foucault Tusquets Ed. Barcelona. 1978. Págs.
37 y 38.
Desde un ángulo complementario y más radical que el" d é
Foucault, Deleuze y Guattari afirman "Un libro no tiene sujetó
ni objeto, está hecho de materias diversamente formadas, de
fechas y velocidades muy diferentes¿desde el momento en que
se atribuye el libro a un sujeto, se descuide el trabajo de las
materias y de la exterioridad de sus relaciones. Se fabrica un
Dios para explicar los movimientos geológicos. En un libro,
como en todas las cosas, hay líneas de articulación o de
segmentariedad, estratos, territorialidades; pero también líneas
d e f u g a , m o v i m i e n t o s de d e s t e r r i t o r i a l i z a c i ó n y d e
desestratificación. Las velocidades comparadas de circulación
de flujos, siguiendo estas líneas, entrañan fenómenos de
retraso relativo, de viscosidad o, al contrario, fenómenos de
precipitación y de ruptura... Todo esto, las líneas y las veloci-
dades medibles, constituye una composición maquínica. Un
libro es una tal composición, y como tal, inatribuíble. Es una
multiplicidad —aunque todavía no se sabe lo que lo múltiple
implica cuando deja de ser atribuido—, es decir, cuando se lo
eleva a la categoría de sustantivo. Una composición maquínica
se dirige hacia los estratos que la forman, sin duda una especie
de organismo, o bien una totalidad significante, o bien una
determinación atribuíble a un sujeto, pero no menos a un
cuerpo sin órganos que no cesa de deshacer el organismo, de
hacer pasar y circular partículas a-significantes, intensidades
puras, y de atribuirse a los sujetos a los que solo deja u n
nombre como traza de una intensidad. ¿Cuál es el cuerpo sin
órganos de un libro? Hay varios; según la naturaleza de las
líneas consideradas, según su contenido o su densidad propia,
según su posibilidad de convergencia en un "plano de .consis-
tencia" que asegure la selección. A c á y allá, lo esencial son las
unidades de medida; cuantificar la escritura. No hay diferencias
entre aquello de lo que un libro habla y la manera como está
hecho. Así pues, un libro no tiene objeto.
t i x n
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