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Meyerhold Cartas

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Moscú, 29 de septiembre de 1899

¡Querido y estimado Anton Paulovich!

No sé si me recuerda, nos conocimos en los ensayos de su obra, La Gaviota, en el Teatro de Arte


de Moscú, interpreto al personaje de Trevlev. Se ha de preguntar por qué me atrevo a escribirle,
bueno, tengo mucha incertidumbre sobre las decisiones que está tomando Stanislavski con
respecto a la obra, y en especial, con respecto a mi personaje. No estoy de acuerdo con el
Naturalismo con el que todo se está manejando. El naturalismo de Stanislavski va desde los
intentos de psicologización del personaje por el actor, queriendo revivirse en él mismo, hasta las
manifestaciones escenográficas de una veracidad minuciosa y casi obsesiva. ¿Sabe? De seguro lo
sabe, el teatro naturalista no conoce la belleza de la plasticidad, no obliga a los actores a adiestrar
el cuerpo.

Tal vez suene raro, pero en el ensayo, pude reconocer cierta inconformidad departe de usted. Sé
que su relación con Stanislavski no es la más idílica, pero me resguardo en su pertinente
objetividad y su conocimiento sobre los personajes para consultarle algo. ¿Qué puedo hacer?
¿Cómo puedo llevar a buen puerto mi personaje sin regirme al naturalismo?

De cualquier manera, sabe que está cordialmente invitado al estreno el próximo mes. Ansío por
conocer su opinión de mi trabajo.

Espero su rápida respuesta (escriba al teatro).

Su admirador profundamente respetuoso.

Vsevolod Meyerhold

Moscú, 17 de abril de 1902

¡Querido y estimado Anton Paulovich!

El propósito de esta carta es para informarle de mi salida del Teatro de Arte de Moscú. Sé que no
aprobara la noticia. Cada vez que en alguna de nuestras cartas insinuaba mi salida, usted insistía
en mi estancia, quería que me quedara para seguir debatiendo y opinando de todo en lo que no
estaba de acuerdo con Stanislavski. Agradezco por incentivar mi libre expresión, pero más parecía
que quería que siguiera allí para que alguien pudiera enfrentar al profesor, y eso, por más que lo
estime a usted, no lo puedo aceptar. Amigo, necesito tomar mi propio camino. No quiero el
Naturalismo, pero aun así, no sé qué sí quiero. Espero contar con su apoyo.

Espero su rápida respuesta.

Su admirador profundamente respetuoso.

Vsevolod Meyerhold
Moscú, 23 de enero de 1905

¡Querido y estimado Anton Paulovich!

Hace mucho que no hablamos. Quiero hablarle sobre las ironías de la vida. Como usted sabe,
después de mi salida del Teatro de Arte de Moscú, dediqué mi tiempo a la fundación de la
Compañía de artistas dramáticos rusos, después Asociación del nuevo drama. Hice algunos dramas
suyos, de Maeterlinck, de Schnitzler entre otros. He de admitir que tome cierta influencia de las
puestas en escena de Stanislavski, aunque muy poca, bueno quién sabe. Le puedo presumir que
estoy llegando a una teoría antinaturalista con argumentos mucho más sólidos, el Teatro de
convención. Pero para no desviarme, el punto es que ahora, el gran profesor Stanislavski, me
ofrece la dirección de su nueva institución teatral, el Teatro Studio. Es gracioso ¿no? Es decir,
nunca estuve de acuerdo con Stanislavski, pero siempre se me hizo un ser íntegro y brillante, no
recibí más que atenciones de él, y hoy recibo una más. Creo que ahí está la ironía.

Gracias por atenderme. Espero su rápida respuesta.

Su admirador profundamente respetuoso.

Vsevolod Meyerhold

Antes de cualquier cosa iré a entregarla al correo, quiero que ya se entere.

(Ve una carta al pie de su puerta, la recoge y queda anonadado)

Moscú, 23 de enero de 1905

Querido Anton Paulovich

Sé que no me responderás está carta, así como las que te he enviado en los últimos 5 años. Sé que
no tiene sentido escribirle a alguien que no te va a contestar, pero, no sé, dejar de hacerlo,
significaría que realmente está pasando y no quiero aceptarlo. Escribo para ti mi amigo. Te
acuerdas que te comenté sobre El teatro de la convención, no, no creo que te acuerdes, bueno no
fue lo que esperaba, mi idea sobre un teatro en el que en el que la interpretación del actor no
fuera una representación de la visión del director, en el que el actor no dependiera de la
escenografía, el teatro que suponía eliminar la ilusión y usar una plasticidad estatuaria, y que
mediante las líneas y los colores se creara movimiento, no funcionó. La comunidad dice que mis
hallazgos estaban prácticamente alejados de los contenidos simbolistas, de una estructura
metafísica de un hombre que no se siente seguro, que tiene miedo al mundo y a él mismo, que no
entiende la historia. Sin duda tienen razón.
Pensé que con esa teoría estaba llegando a algo, pero no. Aun estoy lejos. A veces me pongo a
pensar en los obreros, es fascinante verlos trabajar, es como si bailaran, saben exactamente los
movimientos para con su máquina, es increíble. Eso falta, sí, eso falta.

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