Romeo entra al cementerio de los Capuletos para recuperar el anillo de Julieta. Allí se encuentra con París y terminan peleando, resultando París herido de muerte. Antes de morir, Romeo lo coloca en el sepulcro de Julieta. Luego Romeo besa a la aparentemente muerta Julieta y se suicida tomando veneno. Momentos después Julieta despierta y también se suicida al encontrar a Romeo muerto. Fray Lorenzo los encuentra a todos muertos.
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Romeo entra al cementerio de los Capuletos para recuperar el anillo de Julieta. Allí se encuentra con París y terminan peleando, resultando París herido de muerte. Antes de morir, Romeo lo coloca en el sepulcro de Julieta. Luego Romeo besa a la aparentemente muerta Julieta y se suicida tomando veneno. Momentos después Julieta despierta y también se suicida al encontrar a Romeo muerto. Fray Lorenzo los encuentra a todos muertos.
Romeo entra al cementerio de los Capuletos para recuperar el anillo de Julieta. Allí se encuentra con París y terminan peleando, resultando París herido de muerte. Antes de morir, Romeo lo coloca en el sepulcro de Julieta. Luego Romeo besa a la aparentemente muerta Julieta y se suicida tomando veneno. Momentos después Julieta despierta y también se suicida al encontrar a Romeo muerto. Fray Lorenzo los encuentra a todos muertos.
Romeo entra al cementerio de los Capuletos para recuperar el anillo de Julieta. Allí se encuentra con París y terminan peleando, resultando París herido de muerte. Antes de morir, Romeo lo coloca en el sepulcro de Julieta. Luego Romeo besa a la aparentemente muerta Julieta y se suicida tomando veneno. Momentos después Julieta despierta y también se suicida al encontrar a Romeo muerto. Fray Lorenzo los encuentra a todos muertos.
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Romeo y julieta
Acto V – Escena III
Cementerio en el panteón de los capuletos (parís y un paje entran con flores y antorchas) París: Dame una tea. Apártate: no quiero ser visto. Ponte al pie de aquel arbusto y Estate con el oído fijo en la Tierra para que nadie, huelle el movedizo suelo del cementerio sin notarlo yo. Apenas sientas alguno da un silbido. Dame las flores y obedece. Paje: Así lo haré; (Aparte) aunque mucho temor me da el quedarme solo en este cementerio. París: vengo a cubrir de flores el lecho nupcial de la flor más hermosa que salió de las manos de Dios. Hermosa Julieta, que moras entre los coros de Los Ángeles, recibe este mi postre recuerdo viva, Te amé: Muerta coma vengo a adornar con tristes ofrendas tu sepulcro. (El paje silva) siento la señal del paje: alguien se acerca. ¿Qué pie infernal es el que se llega de noche a interrumpir mis piadosos ritos? ¡Y trae una tea encendida! ¡Noche, cúbreme con tu manto! (entra romeo y Baltazar) Romeo: Dame ese azadón y esa palanca. Toma esta carta. Apenas amanezca, procurarás que la reciba fray Lorenzo. Dame la luz, y si algo estimas la vida, nada te importe lo que veas u oigas, ni quieras estorbarme en nada. La principal razón que aquí me trae no es ver por última vez el rostro de mi amada, si no apoderarme del anillo nupcial que aún tiene en su dedo, y llevarle siempre como prenda de amor. Aléjate, pues. Y si la curiosidad te mueve a seguir mis pasos, juro que he de hacerte trizas, y esparcir tus miembros desgarrados por todos los rincones de este cementerio. Más negras y feroces son mis intenciones, qué tigres hambrientos o mareas alborotadas. Baltazar: (aparte) En nada pienso baros, señor. Romeo: es la mejor prueba de amistad que puedes darme. Toma, y sé feliz, amigo mío. Baltazar: (aparte) pues, a pesar de todo, voy a observar lo que hace; Porque su rostro y sus palabras me espantan. Romeo: ¡Abominable seno de la muerte, que has devorado la mejor prenda de la tierra, aún has de tener mayor alimento! (abre las puertas del sepulcro) París: este es montesco, el atrevido desterrado, el asesino de Teobaldo, del primo de mi dama, que por eso murió de pena, según dicen. Sin duda, ha venido aquí a profanar los cadáveres. Voy a atajarle en su diabólico intento. Cesa, infame, montesco; ¿no basta la muerte a detener tu venganza y tus furores?, ¿Por qué no te rindes, malvado, proscrito? Sígueme, qué has de morir. Romeo: Sí, a morir vengo. Noble, joven, no tientes a quien viene ciego y desalentado. Huye de mí, déjame; Acuérdate de los que fueron y no son, acuérdate y tiembla. No me provoques más joven insensato, por dios, te lo suplico. No quieras añadir un nuevo pecado a los que abruman mi cabeza. Te quiero más que lo que tú puedes quererte. He venido a luchar conmigo mismo, huye. Si quieres salvar la vida y agradece el consejo de un loco. París: ¡vil desterrado, en vano son esas suplicas! Romeo: ¿te empeñas en provocarme? Pues muere… (pelean) Paje: ¡ay, dios! Pelean: Pelean: voy a pedir socorro (se va y parís cae herido) París: ¡ay de mí, muerto soy! Si tienes lástima de mí, ponme en el sepulcro de Julieta. Romeo: Sí que lo haré. Veámosle el rostro. ¡El pariente de Mercutio, el conde Paris! Al tiempo de montar a caballo, ¿no oí, como entre sombras, decir a mi escudero, que iban a casarse Paris y Julieta? ¿Fue realidad o sueño? ¿O es que estaba yo loco y creí que me hablaban de Julieta? Tu nombre está escrito con el mío en el sangriento libro del destino. Triunfal sepulcro te espera: ¿Qué digo sepulcro? Morada de luz, pobre joven. Allí duerme Julieta, y ella basta para dar luz y hermosura al mausoleo. Yace tú a su lado: un muerto es quien te entierra. Cuando el moribundo se acerca al trance final, suele animarse, y a esto lo llaman el último destello. Esposa mía, amor mío, la muerte que ajó el néctar de tus labios, no ha podido vencer del todo tu hermosura. Todavía irradia en tus ojos y en tu semblante, donde aún no ha podido desplegar la muerte su odiosa bandera. Ahora quiero calmar la sombra de Teobaldo, que yace en ese sepulcro. La misma mano que cortó tu vida, va a cortar la de tu enemigo. Julieta, ¿por qué estás aún tan hermosa? ¿Será que el descarnado monstruo te ofrece sus amores y te quiere para su dama? Para impedirlo, dormiré contigo en esta sombría gruta de la noche. en compañía de esos gusanos, que hoy son tus únicas doncellas. Este será mi eterno reposo. Aquí descansará mi cuerpo, libre de la fatídica ley de los astros. Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el último beso de mis labios, puertas de la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con la muerte. Ven, áspero y vencedor piloto: mi nave, harta de combatir con las olas, quiere quebrantarse en los peñascos. Brindemos por mi dama ¡Oh, cuán portentosos son los efectos de tu bálsamo, alquimista veraz! Así, con este beso... muero (se muere y llega Fray Lorenzo) Fray Lorenzo: ¡Por San Francisco y mi santo hábito! ¡Esta noche mi viejo pie viene tropezando en todos los sepulcros! ¿Quién a tales horas interrumpe el silencio de los muertos? Baltazar: Un amigo vuestro, y de todas veras. Fray Lorenzo: Con bien seas. ¿Y para qué sirve aquella luz, ocupada en alumbrar a gusanos y calaveras? Me parece que está encendida en el monumento de los Capuletos. Baltazar: Verdad es, padre mío, y allí se encuentra mi amo, a quien tanto queréis. Fray Lorenzo: ¿De quién hablas? Baltazar: De Romeo. Fray Lorenzo: ¿Y cuánto tiempo hace que ha venido? Baltazar: Una media hora. Fray Lorenzo: sígueme Baltazar: ¿Y cómo, padre, si mi amo cree que no estoy aquí, y me ha amenazado con la muerte, si yo le seguía? Fray Lorenzo: Pues quédate, e iré yo solo. ¡Dios mío! Alguna catástrofe temo. Baltazar: Dormido al pie de aquel arbusto, soñé que mi señor mataba a otro en desafío. Fray Lorenzo: ¡Romeo! Pero ¡Dios mío! ¿qué sangre es ésta en las gradas del monumento? ¿Qué espada éstas sin dueño, y tintas todavía de sangre? (Entra en el sepulcro) Romeo! ¡Pálido está como la muerte! ¡Y Paris cubierto de sangre!... La doncella se mueve. (Despierta Julieta.) Julieta: Padre, ¿dónde está mi esposo? Ya recuerdo dónde debía yo estar y allí estoy. Pero ¿Dónde está romeo, padre mío? Fray Lorenzo: oigo ruido. Deja tu ese lecho de fingida muerte. La suprema voluntad de dios ha venido a desbaratar mis planes. Sígueme, tu esposo yace muerto a tu lado y parís muerto también. Sígueme a un devoto convento y nada mas me digas, por que la gente se acerca. Sígueme, julieta que no podemos detenernos aquí (se va) Julieta: yo aquí me quedare. ¡esposo mío! Mas ¿Qué veo? Una copa tiene en las manos. Con veneno a apresurado su muerte ¡cruel! No me dejo ni una gota que beber. Pero besare tus labios que quisa contienen algún resabio del veneno. El me matara y me salvara. (lo besa) aun siento el sabor de tus labios. Alguacil: (dentro) ¿Dónde está? Guiadme Julieta: siento pasos. Necesario es abreviar. (toma el puñal de romeo) ¡dulce hiero, descansa en mi corazón mientras yo muero! (se muere y cae sobre el cuerpo de romeo)