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Guion Romeo y Julieta

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Romeo y julieta

Acto V – Escena III


Cementerio en el panteón de los capuletos
(parís y un paje entran con flores y antorchas)
París: Dame una tea. Apártate: no quiero ser visto. Ponte al pie de aquel arbusto y
Estate con el oído fijo en la Tierra para que nadie, huelle el movedizo suelo del
cementerio sin notarlo yo. Apenas sientas alguno da un silbido. Dame las flores y
obedece.
Paje: Así lo haré; (Aparte) aunque mucho temor me da el quedarme solo en este
cementerio.
París: vengo a cubrir de flores el lecho nupcial de la flor más hermosa que salió de
las manos de Dios. Hermosa Julieta, que moras entre los coros de Los Ángeles,
recibe este mi postre recuerdo viva, Te amé: Muerta coma vengo a adornar con
tristes ofrendas tu sepulcro. (El paje silva) siento la señal del paje: alguien se
acerca. ¿Qué pie infernal es el que se llega de noche a interrumpir mis piadosos
ritos? ¡Y trae una tea encendida! ¡Noche, cúbreme con tu manto! (entra romeo y
Baltazar)
Romeo: Dame ese azadón y esa palanca. Toma esta carta. Apenas amanezca,
procurarás que la reciba fray Lorenzo. Dame la luz, y si algo estimas la vida, nada
te importe lo que veas u oigas, ni quieras estorbarme en nada. La principal razón
que aquí me trae no es ver por última vez el rostro de mi amada, si no apoderarme
del anillo nupcial que aún tiene en su dedo, y llevarle siempre como prenda de amor.
Aléjate, pues. Y si la curiosidad te mueve a seguir mis pasos, juro que he de hacerte
trizas, y esparcir tus miembros desgarrados por todos los rincones de este
cementerio. Más negras y feroces son mis intenciones, qué tigres hambrientos o
mareas alborotadas.
Baltazar: (aparte) En nada pienso baros, señor.
Romeo: es la mejor prueba de amistad que puedes darme. Toma, y sé feliz, amigo
mío.
Baltazar: (aparte) pues, a pesar de todo, voy a observar lo que hace; Porque su
rostro y sus palabras me espantan.
Romeo: ¡Abominable seno de la muerte, que has devorado la mejor prenda de la
tierra, aún has de tener mayor alimento! (abre las puertas del sepulcro)
París: este es montesco, el atrevido desterrado, el asesino de Teobaldo, del primo
de mi dama, que por eso murió de pena, según dicen. Sin duda, ha venido aquí a
profanar los cadáveres. Voy a atajarle en su diabólico intento. Cesa, infame,
montesco; ¿no basta la muerte a detener tu venganza y tus furores?, ¿Por qué no
te rindes, malvado, proscrito? Sígueme, qué has de morir.
Romeo: Sí, a morir vengo. Noble, joven, no tientes a quien viene ciego y
desalentado. Huye de mí, déjame; Acuérdate de los que fueron y no son, acuérdate
y tiembla. No me provoques más joven insensato, por dios, te lo suplico. No quieras
añadir un nuevo pecado a los que abruman mi cabeza. Te quiero más que lo que tú
puedes quererte. He venido a luchar conmigo mismo, huye. Si quieres salvar la vida
y agradece el consejo de un loco.
París: ¡vil desterrado, en vano son esas suplicas!
Romeo: ¿te empeñas en provocarme? Pues muere… (pelean)
Paje: ¡ay, dios! Pelean: Pelean: voy a pedir socorro (se va y parís cae herido)
París: ¡ay de mí, muerto soy! Si tienes lástima de mí, ponme en el sepulcro de
Julieta.
Romeo: Sí que lo haré. Veámosle el rostro. ¡El pariente de Mercutio, el conde
Paris! Al tiempo de montar a caballo, ¿no oí, como entre sombras, decir a mi
escudero, que iban a casarse Paris y Julieta? ¿Fue realidad o sueño? ¿O es que
estaba yo loco y creí que me hablaban de Julieta? Tu nombre está escrito con el
mío en el sangriento libro del destino. Triunfal sepulcro te espera: ¿Qué digo
sepulcro? Morada de luz, pobre joven. Allí duerme Julieta, y ella basta para dar luz
y hermosura al mausoleo. Yace tú a su lado: un muerto es quien te entierra.
Cuando el moribundo se acerca al trance final, suele animarse, y a esto lo llaman
el último destello. Esposa mía, amor mío, la muerte que ajó el néctar de tus labios,
no ha podido vencer del todo tu hermosura. Todavía irradia en tus ojos y en tu
semblante, donde aún no ha podido desplegar la muerte su odiosa bandera.
Ahora quiero calmar la sombra de Teobaldo, que yace en ese sepulcro. La misma
mano que cortó tu vida, va a cortar la de tu enemigo. Julieta, ¿por qué estás aún
tan hermosa? ¿Será que el descarnado monstruo te ofrece sus amores y te quiere
para su dama? Para impedirlo, dormiré contigo en esta sombría gruta de la noche.
en compañía de esos gusanos, que hoy son tus únicas doncellas. Este será mi
eterno reposo. Aquí descansará mi cuerpo, libre de la fatídica ley de los astros.
Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el último
beso de mis labios, puertas de la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con
la muerte.
Ven, áspero y vencedor piloto: mi nave, harta de combatir con las olas, quiere
quebrantarse en los peñascos. Brindemos por mi dama ¡Oh, cuán portentosos son
los efectos de tu bálsamo, alquimista veraz! Así, con este beso... muero (se
muere y llega Fray Lorenzo)
Fray Lorenzo: ¡Por San Francisco y mi santo hábito! ¡Esta noche mi viejo pie viene
tropezando en todos los sepulcros! ¿Quién a tales horas interrumpe el silencio de
los muertos?
Baltazar: Un amigo vuestro, y de todas veras.
Fray Lorenzo: Con bien seas. ¿Y para qué sirve aquella luz, ocupada en alumbrar
a gusanos y calaveras? Me parece que está encendida en el monumento de los
Capuletos.
Baltazar: Verdad es, padre mío, y allí se encuentra mi amo, a quien tanto queréis.
Fray Lorenzo: ¿De quién hablas?
Baltazar: De Romeo.
Fray Lorenzo: ¿Y cuánto tiempo hace que ha venido?
Baltazar: Una media hora.
Fray Lorenzo: sígueme
Baltazar: ¿Y cómo, padre, si mi amo cree que no estoy aquí, y me ha amenazado
con la muerte, si yo le seguía?
Fray Lorenzo: Pues quédate, e iré yo solo. ¡Dios mío! Alguna catástrofe temo.
Baltazar: Dormido al pie de aquel arbusto, soñé que mi señor mataba a otro en
desafío.
Fray Lorenzo: ¡Romeo! Pero ¡Dios mío! ¿qué sangre es ésta en las gradas del
monumento? ¿Qué espada éstas sin dueño, y tintas todavía de sangre? (Entra en
el sepulcro) Romeo! ¡Pálido está como la muerte! ¡Y Paris cubierto de sangre!... La
doncella se mueve. (Despierta Julieta.)
Julieta: Padre, ¿dónde está mi esposo? Ya recuerdo dónde debía yo estar y allí
estoy. Pero ¿Dónde está romeo, padre mío?
Fray Lorenzo: oigo ruido. Deja tu ese lecho de fingida muerte. La suprema voluntad
de dios ha venido a desbaratar mis planes. Sígueme, tu esposo yace muerto a tu
lado y parís muerto también. Sígueme a un devoto convento y nada mas me digas,
por que la gente se acerca. Sígueme, julieta que no podemos detenernos aquí (se
va)
Julieta: yo aquí me quedare. ¡esposo mío! Mas ¿Qué veo? Una copa tiene en las
manos. Con veneno a apresurado su muerte ¡cruel! No me dejo ni una gota que
beber. Pero besare tus labios que quisa contienen algún resabio del veneno. El me
matara y me salvara. (lo besa) aun siento el sabor de tus labios.
Alguacil: (dentro) ¿Dónde está? Guiadme
Julieta: siento pasos. Necesario es abreviar. (toma el puñal de romeo) ¡dulce
hiero, descansa en mi corazón mientras yo muero! (se muere y cae sobre el
cuerpo de romeo)

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