Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Como La Discriminación Afecta Nuestra Convivencia

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

¿Como la discriminación afecta nuestra convivencia

La discriminación, que a menudo es el resultado de los prejuicios que tienen las personas, hace que la
gente se sienta impotente, impide que se conviertan en ciudadanos activos y que participen en el
desarrollo de sus habilidades y, en muchos casos, de acceder al trabajo, a los servicios de salud,
educación o vivienda COE.INT 2021

¿Como la discriminación y la violencia afecta nuestra convivencia democrática?

(13 de enero, 2012) La violencia y la desigualdad son causa y consecuencia de la pobreza, la inseguridad
y el subdesarrollo, a la vez que limitan la democracia, la libertad y reducen la calidad de vida de los
habitantes de América Latina y el Caribe CEPAL. ORG

Los principios de igualdad y no discriminación constituyen la esencia de los derechos humanos y ayudan
a reducir las desventajas por numerosas razones y en muchos ámbitos. Los derechos humanos no se
restringen a grupos especiales.

Son para todos, para toda la sociedad y para el mundo entero. Sin embargo, persiste la discriminación
contra las minorías religiosas, étnicas y nacionales, las personas de ascendencia africana, los pueblos
indígenas, las personas con discapacidad, los migrantes, las personas mayores, los niños, las mujeres y
las personas LGBTI, entre otras. Las formas tradicionales de los prejuicios se combinan con la
desigualdad social y de ingresos para impulsar el conflicto, el racismo y la xenofobia. Asimismo, el
aumento de los medios de comunicación social ha provocado la difusión de mensajes de odio que
alimentan la discriminación. Al mismo tiempo, la Agenda 2030 y su compromiso de «no dejar a nadie
atrás» ha generado un empuje a favor de la igualdad y la no discriminación.

Nos dedicaremos a promover la igualdad y combatir la discriminación por medio de leyes e instituciones
y alentaremos el discurso público inclusivo y basado en derechos; prestaremos especial atención a la
discriminación contra mujeres, discapacitados y migrantes; combatiremos las expresiones de odio en los
espacios digitales, y nos propondremos garantizar que el sistema de la ONU y la aplicación de los ODS
adopten una respuesta basada en los derechos humanos a la discriminación y la desigualdad, para
asegurarnos de que nadie quede atrás. MINISTERIO DE CULTURA

Cómo afecta la discriminación en la convivencia escolar?

La convivencia se aprende y enseña conviviendo, por lo que a veces cuando discriminamos, estamos
creamos estereotipos o prejuicios que llegan a ocasionar conflictos y en su respectivo caso se afecta la
paz positiva que es el proceso de realización de la justicia en los diferentes niveles de la relación
humana. MINISTERIO DE CULTURA
Nuestro sistema político no imita las costumbres de nuestros vecinos. Por el con-

trario, nosotros somos los modelos, no los imitadores de otros. Porque somos gober-

nados por los muchos y no por los pocos, llevamos el nombre de democracia. En lo

que respecta a los intereses privados, cada uno tiene igualdad ante la ley (isonomía),

pero destacamos en la sociedad y somos electos para los cargos públicos no tanto por

suerte sino por nuestro mérito individual. Más aún, la pobreza no nos mantendrá en

la oscuridad si podemos hacer algo valioso para la ciudad (isegoría). Somos genero-

sos unos con otros en los asuntos públicos, y aunque nos observamos en nuestros

asuntos cotidianos, no nos disgustamos con nuestro vecino si hace lo que desea.Tranquilas como
nuestras vidas privadas pueden ser, nos aterroriza violar las leyes.

Las obedecemos en tanto son administradas por cualquiera que esté en el poder,

especialmente las leyes que significan ayuda para las víctimas de opresión, sea que

hayan sido establecidas estatutariamente, sea que se trate de las leyes no escritas

que acarrean el castigo indisputable de la vergüenza. [...] Tenemos una ciudad abier-

ta y no impedimos, expulsando periódicamente a los extranjeros, que vean y apren-

dan cosas, a menos que algún enemigo se beneficie de lo que está a la vista. [...]

Somos el único pueblo que considera que un hombre que no tiene ningún interés en

la política no lleva una vida plácida, sino una totalmente inútil. Somos también el

único pueblo que toma las decisiones gubernamentales o al menos plantea los temas

correctamente, porque no pensamos que la acción sea estorbada por la discusión

pública, sino por la incapacidad de aprender con anticipación lo suficiente, a través

de la discusión, sobre lo que necesitamos hacer. PEDRO SALAZAR UGARTE


Cómo se relaciona la discriminación con la diversidad cultural?

La discriminación cultural se origina cuando una parte de la sociedad considera que ciertas tradiciones,
creencias, costumbres o hábitos son inferiores a otras. Por lo tanto, las personas o colectivos que poseen
o tienen por costumbre esas características diferentes son objeto de malos tratos.

MINISTERIO DE CULTURA

Los principios de igualdad y no discriminación constituyen la esencia de los derechos humanos y ayudan
a reducir las desventajas por numerosas razones y en muchos ámbitos. Los derechos humanos no se
restringen a grupos especiales.

Son para todos, para toda la sociedad y para el mundo entero. Sin embargo, persiste la discriminación
contra las minorías religiosas, étnicas y nacionales, las personas de ascendencia africana, los pueblos
indígenas, las personas con discapacidad, los migrantes, las personas mayores, los niños, las mujeres y
las personas LGBTI, entre otras. Las formas tradicionales de los prejuicios se combinan con la
desigualdad social y de ingresos para impulsar el conflicto, el racismo y la xenofobia. Asimismo, el
aumento de los medios de comunicación social ha provocado la difusión de mensajes de odio que
alimentan la discriminación. Al mismo tiempo, la Agenda 2030 y su compromiso de «no dejar a nadie
atrás» ha generado un empuje a favor de la igualdad y la no discriminación.

Nos dedicaremos a promover la igualdad y combatir la discriminación por medio de leyes e instituciones
y alentaremos el discurso público inclusivo y basado en derechos; prestaremos especial atención a la
discriminación contra mujeres, discapacitados y migrantes; combatiremos las expresiones de odio en los
espacios digitales, y nos propondremos garantizar que el sistema de la ONU y la aplicación de los ODS
adopten una respuesta basada en los derechos humanos a la discriminación y la desigualdad, para
asegurarnos de que nadie quede atrás. ONU

¿Qué es la discriminación y la diversidad?

Y la discriminación racial es aquella distinción, exclusión y diferenciación basada en la raza, el color, la


descendencia u origen étnico que anula o impide (de hecho) el reconocimiento, disfrute o ejercicio de
los derechos humanos y las libertades fundamentales de una persona o un grupo de personas. LIBRO DE
COMUNICACIÓN
BREVE NOTA INTRODUCTORIA

En Discriminación, democracia, lenguaje y género se recopilan cuatro de los ocho

primeros títulos de la colección Cuadernos de la Igualdad, editados originalmente por el Consejo


Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Se trata de una serie concebida para que las personas interesadas en derechos

humanos !y especialmente en el derecho a la no discriminación! establezcan

un diálogo con especialistas en la materia. Cumple con una función de divulgación y de introducción a
los debates sobre la defensa de la inclusión social y

la igualdad de oportunidades para todas las personas. Aunque el enfoque con

el que se abordan estos problemas no deja de lado sus complejidades, la fluida

redacción y el cuidadoso andamiaje teórico que presenta cada obra permiten, a

quienes se inician en el estudio de estas materias, seguir sin dificultad los argumentos y tener una amplia
perspectiva del debate actual.

Esta obra está integrada por “Democracia y discriminación” de Luis Salazar

Carrión; “Lenguaje y discriminación” de Héctor Islas Azaïs; “Discriminación

de género. Las inconsistencias de la democracia” de Estela Serret Bravo; y “La

laicidad. Antídoto contra la discriminación” de Pedro Salazar Ugarte.

El primer texto investiga las paradojas de las sociedades actuales y, apoyado

en una vasta perspectiva histórica, demuestra que democracia y discriminación

no sólo no se han eliminado mutuamente, sino que se han vinculado (y lo

siguen haciendo) de diversos modos, al grado de parecer interdependientes.

El segundo destaca la idea de que el habla cotidiana contribuye a mantener y

ver con naturalidad ciertas relaciones de dominación y marginación existentes

en nuestra sociedad. El tercero es una exposición sobria e informada de las

lamentables vicisitudes que han tenido que enfrentar las mujeres en el prolongado acontecer de la
historia; de los antecedentes, génesis y consolidación del

feminismo ante sus poderosos oponentes; de las contradicciones que sigue encarando actualmente en el
entorno de una democracia inconsecuente; y de las
posibles vías de solución a una serie de conflictos que, no por bien explicados,

dejan de ser complejos. El cuarto y último texto se adentra en la génesis y realidad de la razón laica y su
importancia para la lucha contra la discriminación, ya

que si el Estado llega a adoptar puntos de vista religiosos vinculados con educación, preferencias
sexuales, consideración de las mujeres, políticas públicas en

contra del VIH o situación de minorías religiosas –por mencionar sólo algunos

ejemplos– estará violentando el Estado de derecho.

¿Por qué dar estos textos nuevamente a la imprenta? La respuesta es muy simple: además de su
completa vigencia y actualidad, es preciso unir esfuerzos para

difundir el mensaje antidiscriminatorio entre una población todavía afectada

por la exclusión. Por ello, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y el Conapred
coeditan este volumen en la inteligencia de que sus

contenidos contribuyen desde el ámbito de la teoría a la creación de un México

más justo y respetuoso de los derechos humanos.

Breve nota introductoria

DEMOCRACIA Y DISCRIMINACIÓN

Luis Salazar Carrión

11

INTRODUCCIÓN

EL FIN DE LA GUERRA FRÍA y el colapso sucesivo del imperio soviético señalan

el final de los conflictos generados por las dos grandes guerras que asolaron al

mundo en la primera mitad del siglo XX, pero marcan también el agotamiento

político de las ideologías revolucionarias. Estas ideologías, que prometían cambios capaces de superar
todos los problemas y contradicciones sociales, fueron

por largo tiempo consideradas como una verdadera alternativa –radical y generalmente violenta– frente
a la política propia de la democracia liberal moderna,

moderada y generalmente pacífica. Sin embargo, lejos de conducir a la humanidad a sociedades libres y
prósperas, dieron vida a gobiernos autocráticos e

incluso totalitarios, incapaces de cumplir tales promesas. Desembocaron en lo

que Norberto Bobbio denominó “utopías invertidas”.1


En este sentido, su fracaso y su agotamiento pudo interpretarse, quizá con

demasiado optimismo, como un triunfo universal de la democracia liberal moderna, de sus reglas y
valores. Aunque siguen existiendo regímenes totalitarios

en China, Cuba, Corea del Norte y otros países, lo mismo que dictaduras y autocracias en buena parte de
las sociedades musulmanas, difícilmente se presentan ya como modelos alternativos capaces de atraer
la simpatía o el entusiasmo

que solían recibir los supuestos Estados revolucionarios. Por primera vez en la

historia, la democracia parece haberse quedado sola, como la única fórmula

deseable para la configuración de gobiernos y Estados realmente legítimos, aunque actualmente


asistimos al ascenso de fundamentalismos de corte teocrático

en buena parte del mundo islámico.

No obstante esta presunta victoria mundial de la democracia liberal, el triunfo aparente de sus reglas y
de sus valores no ha dejado de tener consecuencias

sorprendentes y paradójicas. No sólo las democracias recientes han resultado,

Luis Salazar Carrión

12

con algunas excepciones, débiles e impotentes para afrontar los desafíos de sociedades
extremadamente desiguales y fragmentadas, sino que incluso las más

antiguas y consolidadas parecen en muchos casos sufrir hoy un verdadero vaciamiento político y
programático. Ya no existen verdaderas alternativas a la

democracia formal, pero paradójicamente las democracias no parecen capaces

de generar políticas públicas eficaces para resolver o por lo menos paliar las dificultades creadas por una
globalización inclemente y anárquica. Seguramente

nadie en su sano juicio puede sentir nostalgia alguna por los viejos regímenes

totalitarios, pero al mismo tiempo nadie puede negar la insatisfacción y el malestar crecientes no tanto
con las reglas de la democracia aunque sí con sus

resultados.2

Este malestar, a su vez, parece ser la base del resurgimiento de políticas particularistas, políticas de la
identidad también denominadas “de la diferencia”,

que con el pretexto de defender identidades colectivas más o menos ficticias

basadas en la raza, la etnia, la nación, las tradiciones, la cultura peculiar o la fe

religiosa, fomentan medidas de exclusión, de limpieza étnica, de exterminio y de


terrorismo que no sólo han costado ya hambre, sufrimiento, opresión y muerte

a millones de personas, sino que parecen conducirnos a un mundo totalmente

dominado por la ley de los más fuertes. Políticas identitarias que, sea para defender privilegios de las
sociedades ricas frente a la amenaza que supuestamente

representan los flujos migratorios de las sociedades pobres (el “chovinismo del

bienestar”, como lo llama Habermas), o para reivindicar los usos y costumbres

o la religión de supuestos grupos oprimidos, promueven discriminaciones, exclusiones e incluso el


asesinato de los otros, de los diferentes, de los que por su

sola existencia aparecen como los causantes de todos los problemas y de todas

las injusticias.

En buena parte de Europa han surgido, así, partidos nacionalistas y/o regionalistas que, explotando el
malestar generado por los más diversos problemas

(desempleo, inseguridad, etc.), proponen cerrar fronteras, expulsar a los extranjeros, impedir mediante
el uso de la fuerza la entrada y la residencia de los que

por su raza, religión o lugar de nacimiento son considerados una amenaza para

el bienestar y la calidad de vida de la mayoría. Con estas banderas discriminatorias, con esta
identificación de un enemigo tan abstracto como peligroso, logran

resultados electorales nada desdeñables. Por su parte, clérigos fanáticos y caudi-

Democracia y discriminación

13

llos violentos del Tercer Mundo también capitalizan el descontento, la miseria

y la injusticia que sufren millones de personas para promover guerras santas,

cruzadas, yihad, contra los infieles, contra los apóstatas, contra los miembros

de otras iglesias, en tanto encarnaciones del mal y de la impiedad. Y no faltan

quienes, incluso con nobles intenciones, defienden la necesidad de reivindicar

“derechos colectivos” de supuestos pueblos originales, sustentados en la especificidad cultural,


tradiciones, usos y costumbres de minorías étnicas o religiosas,

sin considerar que esos supuestos derechos en realidad significan en la práctica

marginación, exclusión y aislamiento para los miembros de unos grupos sometidos a autoridades tan
tradicionales como autocráticas.
De esta manera, cuando todo parecía indicar que finalmente el mundo podría pasar del reconocimiento
formal al reconocimiento efectivo de los derechos fundamentales contenidos en la Declaración Universal
de los Derechos

Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante la democratización de gobiernos y


Estados, a lo que aparentemente estamos asistiendo

es a un verdadero retroceso global en su vigencia.

Tanto en algunas democracias consolidadas del Primer Mundo, como en la

mayoría de las democracias incipientes del Tercer Mundo, podemos observar

que a pesar de que las reglas del juego democrático se aplican y se realizan elecciones competitivas en
las que los votos cuentan y se cuentan, las desigualdades

se incrementan, las discriminaciones se agudizan y los derechos esenciales de

millones de personas sólo existen en el papel. El primer artículo de esa declaración, firmada en 1948,
afirma tajantemente: “Todos los seres humanos nacen

libres e iguales en dignidad y en derechos, y dotados como están de razón y de

conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Pero en

los hechos, las dos terceras partes de la humanidad están muy lejos de ver reconocida esa dignidad, esos
derechos, mientras que lo que parece predominar no

es el trato fraternal sino una creciente violencia e inseguridad.

La situación nos obliga a preguntarnos por las relaciones que existen y por

las que debieran existir entre democracia y discriminación. A primera vista,

parece obvio decir que son relaciones de incompatibilidad: que ahí donde hay

democracia no puede (o no debería) haber discriminación, y que donde existe

discriminación no puede haber propiamente nada que pueda denominarse democracia.


Lamentablemente, las cosas son más complicadas y, como veremos,

Luis Salazar Carrión

14

en la historia real las democracias realmente existentes –desde la antigüedad

ESTELA SERRET BRAVO

También podría gustarte