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Caperucita Roja

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CAPERUCITA ROJA: Perrault (1697) El Lobo tiró del picaporte y la puerta se abrió.

Entonces se arrojó sobre la buena mujer y la devoró


Érase una vez en una aldea una niña, la más bonita de un bocado, puesto que había más de tres días que
que jamás se haya visto; su mamá la amaba con no comía. Luego cerró otra vez la puerta y fue a
locura, y lo mismo le sucedía a la abuela. La buena meterse en la cama de la abuela, esperando la llegada
mujer le había hecho hacer una caperucita roja; y le de Caperucita roja, que vino poco después y llamó a
quedaba tan bien que ahora todos la llamaban la puerta: ¡toc, toc!
Caperucita roja. -¿Quién es?

Su mamá un día hizo unas tortas y cuando estuvieron Caperucita roja, que oyó el vozarrón del Lobo, al
cocidas le dijo: principio tuvo miedo; pero luego, pensando que quizá
-¿Por qué no vas a ver cómo está tu abuelita? Me han la abuela estaba resfriada, respondió:
dicho que no se sentía bien; llévale una torta y este -Soy tu nietecita, Caperucita roja, que viene a traerte
tarro de mantequilla. una torta y un tarro de mantequilla que te manda
mamá.
Caperucita roja partió inmediatamente para ir a casa
de la abuela, que habitaba en otro pueblecito. El Lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
Atravesando un bosque, se encontró con ese tipejo -¡Tira del picaporte y la puerta se abrirá!
del Lobo, que sintió grandes deseos de comérsela; Caperucita roja tiró del picaporte y la puerta se abrió.
pero no se atrevía ha hacerlo, porque allí en la El lobo, al verla entrar, le dijo, escondiéndose bajo las
floresta había algunos leñadores. Le preguntó adónde mantas:
iba; la pobre niña, que no sabía cuán peligroso es -Pon la torta y el tarro de mantequilla en la artesa, y
detenerse a escuchar a un lobo, le respondió: ven a la cama conmigo.

-Voy a ver a mi abuelita, y a llevarle una torta con un Caperucita se desvistió y fue a meterse en la cama, y
tarro de mantequilla que le manda mi mamá. allí se quedó asombrada al ver como estaba hecha su
abuela, cuando estaba desnuda, entonces le dijo:
-¿Vive muy lejos tu abuelita?- preguntó el Lobo. -¡Abuelita, qué brazos tan largos tienes!
-OH, sí- respondió Caperucita roja-. Está allá abajo, -¡Es para abrazarte mejor, mi niña!
pasando aquel molino que se ve desde aquí, allá al -¡Abuelita, que piernas tan largas tienes!
fondo, en la primera casita del pueblo. -¡Es para correr mejor, mi niña!
-¡Abuelita, que orejas tan grandes tienes!
-¡Bien!- dijo el Lobo, iré a verla también yo; tomaré -¡Es para oírte mejor, mi niña!
por este camino y tú ve por aquél; ¡veremos quien -¡Abuelita, qué ojazos tan grandes tienes!
llega antes! -¡Es para verte mejor, mi niña!
-¡Abuelita qué dientes tan largos tienes!
El Lobo se puso a correr a más no poder por aquel -¡Es para comerte mejor!...
camino, que era más corto, y la niña fue despacio por
el camino más largo, divirtiéndose recogiendo Y, así diciendo, el pérfido lobo se lanzó sobre la
avellanas, corriendo detrás de las mariposas y pobre Caperucita roja y se la comió.
haciendo ramilletes con todas las flores que
encontraba por el sendero.

El Lobo no tardó mucho en llegar a la casa de la


abuela; llamó a la puerta: ¡toc, toc!
-¿Quién es?
-Soy tu nietecita, Caperucita roja- dijo el Lobo
imitando su voz-, que viene a traerte una torta y un
tarro de mantequilla, que te manda mamá.
La buena abuelita, que estaba en la cama un poco
indispuesta, le gritó:
-¡Tira del picaporte y la puerta se abrirá!
CAPERUCITA ROJA: Grimm (1812) Así que se apartó del camino y se metió en el bosque.
Cortaba una flor y ya estaba viendo otra más adelante
Érase una vez una niña tan dulce y graciosa que que le parecía aún más bonita y así, poco a poco, se
todos, en cuanto la veían, quedaban prendados de iba adentrando en la espesura.
ella; pero más que nadie la quería su abuela; tantos
regalos le había hecho que no sabía con qué En cambio el lobo fue sin entretenerse a la casa de la
obsequiarla, hasta que se le ocurrió la idea de una abuela y llamó a la puerta.
caperuza de terciopelo rojo. A la niña le quedaba “¿Quién es?” “Caperucita Roja. Te traigo vino y un
estupendamente y le gustaba llevarla siempre puesta, poco de pastel. Ábreme”. “Tira tú misma el
por lo que todos la llamaron Caperucita Roja. picaporte”, dijo la abuela, “estoy tan débil que no
puedo levantarme”.
Un día su mamá le dijo: “Caperucita, toma este trozo
de pastel y esta botella de vino para la abuelita, que Así lo hizo el lobo, la puerta se abrió y él, sin decir
está enferma y débil y así se repondrá. Apresúrate, palabra, se fue derecho hasta la cama y de un solo
antes de que haga demasiado calor; pórtate bien y no bocado se tragó a la anciana. Luego se puso su
te apartes del camino, no sea que te caigas y se rompa camisón y su gorrito de dormir y corrió las cortinas.
la botella. Y cuando llegues, acuérdate de saludar y
no te metas a curiosear por todos los rincones”. “Te Caperucita seguía entretenida recogiendo flores y
lo prometo, mamá”, dijo Caperucita Roja. sólo cuando tenía tantas que no podía con ellas, se dio
cuenta de que tenía que ir a ver a su abuela y regresó
La abuela vivía lejos, en el bosque, a media hora de al sendero. Le sorprendió encontrar la puerta abierta,
distancia de la aldea. Caperucita no tardó en y experimentó una extraña sensación al entrar en la
encontrarse con el lobo, pero ella ignoraba que se casa: “¿Por qué será, Dios mío, que hoy estoy
trataba de una fiera malísima y no se asustó lo más asustada, si yo siempre me siento tan a gusto con la
mínimo. abuela?”
“Buenos días, Caperucita Roja”, la saludó el lobo. A pesar de todo saludó en voz alta: “Buenos días”;
“¿Adónde vas con tanta prisa tan temprano?” “A pero no recibió respuesta. Entonces se acercó a la
casa de mi abuelita”, respondió la niña. “Ah, ¿y que cama y apartó las cortinas: la abuela estaba acostada
llevas en el cesto?” “Vino y un trozo de pastel que mi con el gorrito sobre la cara y tenía un aspecto raro.
madre hizo ayer. Así mi abuela, que está débil y “Abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!” “Son para
enferma, tendrá algo que comer para reponerse”. oírte mejor”.
“Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!” “Son para
“Vaya, vaya”, dijo el lobo “¿y dónde vive tu verte mejor”
abuelita?” “En la casita de los avellanos, un poco más “Abuelita, ¡qué manos tan grandes tienes!” “Son para
adelante, debajo de las tres encinas grandes. Seguro abrazarte mejor”.
que la habrás visto alguna vez”, respondió Caperucita “Abuelita, ¡qué boca tan terriblemente grande
Roja. tienes!” “¡Es para comerte mejor!”
El lobo pensó para sus adentros: “Esta niña chiquita y Y dicho esto, el lobo saltó de la cama y se tragó a la
tierna es un bocado apetecible, más sabroso que la pobre Caperucita Roja. Saciado su apetito, el lobo
anciana; si eres listo”, se decía, “las atraparás a las volvió a acostarse, se durmió y empezó a roncar
dos”. Entonces echó a andar junto a Caperucita y le sonoramente. En aquellos momentos pasó cerca de la
dijo: “¿Cómo es que no miras a tu alrededor? ¿No ves casa el cazador y pensó: “Qué raro respira la anciana,
estas flores tan bonitas? Creo que ni siquiera oyes el a ver si es que se encuentra mal”. Entonces entró en
canto dulce de los pajaritos, vas tan tiesa y con la la casa y vio que en la cama estaba el lobo. “Por fin te
cabeza gacha, que te pierdes todas las bellezas que encuentro, viejo tunante”, dijo. “Te vengo buscando
pueblan el bosque”. por todas partes”.
Caperucita Roja levantó la vista y pudo distinguir los Estaba a punto de descargarle un tiro con su escopeta,
rayos del Sol entre los árboles y el prado cubierto de pero se le ocurrió que tal vez el lobo se hubiera
flores y pensó: “Si le llevo a la abuela un ramito de comido a la abuela y todavía pudiera salvarla. En
flores recién cortadas, seguro que se alegrará; lugar de disparar, agarró unas tijeras y con ellas cortó
además, todavía es temprano, tengo suficiente tiempo la barriga del lobo, que continuaba durmiendo.
para llegar”. Apenas dados un par de tijeretazos, vio aparecer la
caperuza roja y con dos golpes más, la niña logró
salir gritando: “¡OH, qué miedo he pasado! ¡Qué
oscura es la barriga del lobo!”.
Después salió también la abuela, todavía vivía aunque
respirando con dificultad. Caperucita Roja corrió en
busca de unos pedruscos con los que rellenó la panza
del lobo; cuando éste despertó, trató de huir, pero con
el peso de las piedras se desplomó muerto sobre el
suelo.
Los tres se quedaron satisfechos: el cazador desolló al
lobo y se guardó la piel; la abuela se comió el pastel y
bebió el vino que Caperucita le había llevado y
enseguida recuperó las fuerzas; Caperucita Roja, por
su parte, iba pensando: “Nunca más desobedeceré a
mamá, que me había prohibido salirme del camino y
meterme en el bosque.
CAPERUCITA ROJA CAPERUCITA ROJA
Versión Oral (Darton, 1984) Versión Oral (Darton, 1984)
Érase una mujer que había hecho el pan, y dijo a su Érase una mujer que había hecho el pan, y dijo a su
niña: “Ve a llevar una buena hogaza caliente y una niña: “Ve a llevar una buena hogaza caliente y una
botella de leche a tu abuela”. botella de leche a tu abuela”.
La niña se puso inmediatamente en marcha. En un La niña se puso inmediatamente en marcha. En un
cruce encontró al lobo, que le preguntó: cruce encontró al lobo, que le preguntó:
-¿Adónde vas? -¿Adónde vas?
-Llevo una buena hogaza de pan caliente y una -Llevo una buena hogaza de pan caliente y una
botella de lecha a mi abuela. botella de lecha a mi abuela.
-¿Qué camino tomas?- le preguntó el lobo. -¿El de las -¿Qué camino tomas?- le preguntó el lobo. -¿El de las
agujas o el de los alfileres? agujas o el de los alfileres?
-El de las agujas- respondió la niña. -El de las agujas- respondió la niña.
-¡Bien! Yo tomo el de los alfileres. -¡Bien! Yo tomo el de los alfileres.
La niña se divirtió recogiendo agujas; y el lobo llegó La niña se divirtió recogiendo agujas; y el lobo llegó
a casa de la abuela, la mató, se puso un poco de su a casa de la abuela, la mató, se puso un poco de su
carne en la artesa y una botella de sangre junto al carne en la artesa y una botella de sangre junto al
fregadero. La niña llegó y golpeó la puerta. fregadero. La niña llegó y golpeó la puerta.
-Abre la puerta- dijo el lobo- Está cerrada con una -Abre la puerta- dijo el lobo- Está cerrada con una
brizna de paja mojada. -Buenos días, abuela, te he brizna de paja mojada. -Buenos días, abuela, te he
traído una buena hogaza caliente y una botella de traído una buena hogaza caliente y una botella de
leche. -Ponla en la artesa, mi niña. Coge un poco de leche. -Ponla en la artesa, mi niña. Coge un poco de
carne que está allí dentro y una botella de vino que carne que está allí dentro y una botella de vino que
está al lado del fregadero. está al lado del fregadero.
Mientras comía, una gatita decía: “¡Puf! ¡Qué puerca! Mientras comía, una gatita decía: “¡Puf! ¡Qué puerca!
¡Se come la carne y se bebe la sangre de su abuela! ¡Se come la carne y se bebe la sangre de su abuela!
-Desvístete, mi niña,- dijo el lobo- y métete en la -Desvístete, mi niña,- dijo el lobo- y métete en la
cama junto a mí. cama junto a mí.
-¿Dónde pongo el delantal? -¿Dónde pongo el delantal?
-Échalo al fuego, mi niña, ya no lo necesitarás. -Échalo al fuego, mi niña, ya no lo necesitarás.
Y para cada prenda, el corsé, el vestido, la falda y las Y para cada prenda, el corsé, el vestido, la falda y las
medias, la niña le preguntaba dónde ponerlos, y el medias, la niña le preguntaba dónde ponerlos, y el
lobo le respondía: “échalos al fuego, mi niña, ya no lobo le respondía: “échalos al fuego, mi niña, ya no
los necesitarás”. los necesitarás”.
Cuando estuvo en la cama, la niña dijo: Cuando estuvo en la cama, la niña dijo:
-¡OH, abuela, qué peluda eres! -¡OH, abuela, qué peluda eres!
-Es para calentarme mejor, mi niña. -Es para calentarme mejor, mi niña.
-¡OH, abuela, qué uñas tan largas tienes! -¡OH, abuela, qué uñas tan largas tienes!
-Es para rascarme mejor, mi niña. -Es para rascarme mejor, mi niña.
-¡OH, abuela, qué hombros tan grandes tienes! -¡OH, abuela, qué hombros tan grandes tienes!
-Es para llevar mejor los haces de leña, mi niña. -Es para llevar mejor los haces de leña, mi niña.
-¡OH, abuela, qué orejas tan grandes tienes! -¡OH, abuela, qué orejas tan grandes tienes!
-Es para oírte mejor, mi niña. -Es para oírte mejor, mi niña.
-¡OH, abuela, qué nariz tan grande tienes! -¡OH, abuela, qué nariz tan grande tienes!
-Es para oler mejor el tabaco, mi niña. -Es para oler mejor el tabaco, mi niña.
-¡OH, abuela, qué boca tan grande tienes! -¡OH, abuela, qué boca tan grande tienes!
-Es para comerte mejor, mi niña. -Es para comerte mejor, mi niña.
Y se la comió. Y se la comió.

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