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Ciudadanía

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Problemas de la Construcción de la Ciudadanía en la

Argentina
18/4/22
Unidad 1
Texto: Sepúlveda Ortiz
1. Describa la tesis del autor y sus fundamentos. Ud., ¿Está de acuerdo?

Sepúlveda Ortíz nos introduce en su ensayo diciéndonos que, en este se plantea que lo
que se entiende por ciudadanía y por ciudadano se fueron transformando a lo largo del
tiempo y en las distintas formaciones sociales, porque son conceptos que están
relacionados con las distintas formas de organización humanas, las cuales se transforman a
lo largo del tiempo. Para sostener este planteamiento, realiza un pequeño recorrido histórico
fundado en los planteamientos de estudiosos del tema acerca de los significados que ha
asumido la ciudadanía en distintas sociedades.

Por lo tanto, dirá que la ciudadanía, pese a parecer un concepto único, tiene varios
significados, por lo que es necesario, desentrañarlo para cada tiempo y lugar determinado.

2.La categoría política "ciudadanía" como construcción social. ¿Qué significa?

La categoría política “ciudadanía” como construcción social, refiere a que, para analizar,
comprender y definir a la ciudadanía, es necesario en primer lugar, delimitar el lugar y
tiempo en el que el concepto se enmarca, puesto que el mismo, se transforma al igual que
las distintas sociedades, y se define en cada lugar y época de una forma diferente, acorde
con las sociedades del momento. Por lo tanto, si pretendemos conocer de qué se trata la
ciudadanía deberemos enfocarnos en una sociedad determinada y estudiar cuáles son las
concepciones o sentidos dominantes que se sostienen acerca de la misma, y cuáles son las
prácticas que responden a éstas concepciones.

“En este sentido podemos hablar, incluso, de un progreso que se ha ido encaminando, en
etapas ya muy cercanas, hacia una “ciudadanía universal” que trasciende diferencias
nacionales, religiosas o culturales. De sociedades identitarias y excluyentes, hemos pasado,
principalmente en el ámbito de las democracias occidentales (sólo una tercera parte de los
países son sistemas democráticos), a sociedades plurales y multiculturales en las que
priman identidades sociales múltiples. También, de un tipo de ciudadanía vertical hemos
pasado a uno horizontal, en el que las identidades no se heredan automáticamente, sino
que se articulan individualmente de un modo reflexivo (Horrach, 2009)”.

“Desde la decadencia del imperio romano, y hasta el surgimiento del capitalismo y la


Revolución Francesa, la ciudadanía como categoría política, va a perder fuerza.”

3. Describa la evolución histórica del concepto ciudadanía

● Antigüedad:
- Grecia: los primeros pensadores de la civilización occidental (Platón, Aristóteles) en
el contexto de las antiguas ciudades griegas (siglos V-IV a.C.) sistematizaron la idea
de ciudadano y anticiparon el concepto de persona. También, Sócrates, con el
ciudadano ejemplar, que quiso encontrar definiciones universales para todas
aquellas cualidades que debería poseer el buen ciudadano.
- Roma: No solo en Grecia, sino también en Roma, la ciudadanía estructuraba
fuertemente de una o de otra forma la vida cotidiana. La caída del Imperio Romano
acabó en la práctica con la ciudadanía, porque la autocracia bizantina no le dio
margen de maniobra; también, los pueblos germanos que conquistaron Europa se
romanizaron progresivamente y adoptaron la fe cristiana. Al abandono de la
ciudadanía corresponde el olvido de la idea de democracia, que, tras el experimento
griego, es sustituida por otros modelos políticos menos igualitarios. A pesar de ello,
la idea esencial de ciudadanía nunca pudo ser erradicada y permaneció hasta que,
ya en épocas más recientes, fue redimensionada y puesta de nuevo en
funcionamiento teórico y práctico.
● Edad Media: A finales de la Edad Media, en el norte de Italia se organizaron una serie
de ciudades-estado independientes, desvinculadas de los Estados pontificios y de los
modelos caciquiles reinantes, que llegaron a adoptar regímenes republicanos. Nacieron
de esta manera las repúblicas de Florencia, Venecia, Pisa, Génova, Milán, Bolonia,
Siena, etc., que contaban con autoridad propia tanto política como judicial, y que
también prosperaron a varios niveles durante siglos; florecieron las artes, las letras, el
comercio, etc. Prueba de su importancia es que, poco después, surgió en sus dominios
el Renacimiento. En cada caso se seguían criterios diferentes para conceder el estatus
de ciudadanía, pero una condición se repetía en la mayoría: la de poseer alguna
propiedad en la ciudad correspondiente. Esto permitía que cualquier persona no nacida
en la ciudad pudiera convertirse en ciudadano adquiriendo alguna propiedad. El modelo
político era, más o menos, de democracia directa: los ciudadanos tenían la posibilidad
de elegir a los miembros de las asambleas y de los consejos que estructuraban el
Estado.
● Modernidad: La autoridad recae en la figura del rey o monarca soberano. La
interpretación extrema de este concepto de soberanía monárquica era la monarquía
absoluta, la cual no cedía poder a cualquier otra institución o grupo. El estado ya no era
un conjunto de ciudadanos y magistrados,el Estado era el rey. Intentó establecerse una
correlación entre súbdito y ciudadano,de manera que en un estado monárquico, la
ciudadanía viniera impuesta, pero en la práctica esto no habría sido posible. Otra
respuesta a estos problemas era la de contar con instituciones representativas que
fueran reflejo de los deseos del pueblo y limitaran el poder arbitrario del monarca (Gran
Bretaña, las colonias de Norteamérica, y en Países Bajos).
- Bodín dirá: ‘’Puede definirse al ciudadano como súbdito libre, dependiente de la
soberanía de otro [...] De suerte que puede decirse que todo ciudadano es súbdito,
al estar en algo disminuida su libertad por la majestad de aquel a quien debe
obediencia’’ (Bodín 1966). En realidad, para Bodín es precisamente la relación entre
el súbdito y el soberano la que convierte al primero en ciudadano, es decir: ‘’No son
los privilegios los que hacen al ciudadano, sino la obligación mutua que se establece
entre el soberano y el súbdito, al cual, por la fe y obediencia que de él recibe, le
debe justicia, consejo, consuelo, ayuda y protección’’ (Bodín 1966). Es importante
resaltar lo crucial de esta conexión. Estamos muy lejos del concepto aristotélico de
ciudadanía. ‘’Los privilegios no determinan que el súbdito sea más o menos
ciudadano’’ (Bodín 1966).

La tercera consideración apuntada por Bodín es la fuerza y valor de cohesión de la


ciudadanía: ‘’De varios ciudadanos [...] se forma una república [...] aunque difieran
en leyes, en lenguas, en costumbres, en religión y en raza’’ (Bodín, 1966).

- Hobbes: en cambio, insistía en recuperar el principio de soberanía. En su opinión,


sin un gobierno absoluto bien afianzado, preferiblemente un rey, sobrevendría la
anarquía, una situación en la que la vida del hombre volvería a ser la sufrida en el
estado de la naturaleza que recoge en su Leviatán: ‘’solitario, pobre, nauseabundo,
bruto y bajo. La función del ciudadano es, por tanto, la de obedecer, cada ciudadano
ha sometido su voluntad a quien tiene el mando [...] de tal modo que ya no puede
emplear su fuerza contra él’’ (Hobbes, 2000), para obsequiarnos, finalmente, con la
siguiente afirmación: ‘’Cada ciudadano [...] se llama súbdito de aquel que tiene el
mando principal‘’ (Hobbes, 2000). Es decir, para Hobbes la ciudadanía no es más
que una palabra.
➔ Gracias al descontento generalizado durante el siglo XVII la concepción del ciudadano es
vuelta a reconstituirse, pero de una manera nueva a la presentada en la antigüedad. Ésta
estaría compuesta por los derechos cívicos y políticos y por los derechos sociales.
Conquistados en el siglo XVIII, corresponden a los derechos individuales de libertad,
igualdad, propiedad, de libre desplazamiento, derecho a la vida, a la seguridad, de
expresión, etc. Son los derechos que sustentan la concepción liberal clásica la cual será la
que rige las vidas políticas, económicas, sociales y privadas de la población mundial en
parte hasta nuestros días.
➔ En el siglo XVIII cambia drásticamente el panorama relativo al principio de ciudadanía y,
por extensión, a la política en general. La herencia de la Ilustración fue clave en este
renacimiento de la democracia y de las luchas sociales, que se imprimió a la esfera de lo
político. Los principios que definían el funcionamiento de la política comienzan a cambiar,
a la vez que se abre el ejercicio efectivo del poder se demarcan dos perspectivas de
pensamiento que se convierten en las dos principales tradiciones políticas de Occidente,
en pugna durante siglos: el republicanismo y el liberalismo. Este nuevo lenguaje de los
derechos se acabaría plasmando en dos revoluciones decisivas: proclamadas como
Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776) y como Declaración Francesa
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789).
- Revolución Norteamericana: se crea un nuevo estado. Se pasó de ser súbdito
británico a ciudadano estadounidense. Las trece colonias americanas se
independizaron, primero con la Declaración de Independencia de 1776, y después
con la ratificación de la Constitución (1789). Sin embargo, todos los estados se
unieron bajo un mismo acto: la puesta en cuestión de la soberanía británica, de cuyo
Parlamento en Westminster no formaba parte ningún americano. De esta manera,
los nuevos ciudadanos estadounidenses, conscientes de este déficit de
representatividad, nacían con una importante conciencia política y eso fue
aumentando. Los trece estados aprobaron, al margen de la Constitución, sus propios
tratados, en los que se daba importancia al tema de los derechos. En esta lista de
derechos se hacía hincapié en la libertad de expresión (de palabra e imprenta),
indispensable para el funcionamiento de una sociedad emancipada en la que las
antiguas jerarquías pretendían ser superadas. Sin embargo, hay uno que no
aparece: el derecho al voto. El sufragio, singular en cada colonia, estaba unido a la
propiedad privada en todos los casos. Esta revolución adoptó el posicionamiento
ético de Maquiavelo sobre la naturaleza humana, muy realista, lo que implicó que la
Revolución americana fuera menos idealista que la Francesa, y, por ello, de
aplicabilidad más efectiva. Por ejemplo, se consideraban de forma más positiva los
intereses particulares de cada individuo, en perjuicio de un interés general
maximalista; el gobierno, en consecuencia, no ostentaría tanto la función de
expresar la voluntad común como de mediar en el conjunto diverso de los intereses.
- Revolución Francesa: suscitó un gran impacto en tierras europeas, sobre todo en
Francia. Se toma como eje estructural del modelo político la soberanía popular, es
decir, que se hace más hincapié en lo que respecta al ejercicio directo de la
democracia. Una serie de derechos que se promulgaron a través de la Declaración
de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) son: derechos civiles como la
igualdad ante la ley, el fin del sistema de detenciones discrecionales o la libertad de
expresión. Se trataban también las defensas que tenía el ciudadano ante el sistema
judicial, además de la forma en que podía perderse la condición de ciudadanía. La
formulación de los derechos políticos fue mucho más controvertida. Una medida
importante la encontramos en la decisión tomada por la Asamblea Nacional, en el
año 1790, según la cual se eliminaban totalmente los diferentes títulos de rango
social. De esta manera, todo el mundo pasaba a ser un ciudadano al menos en
teoría. También, las minorías religiosas más destacadas, como es el caso de los
hugonotes, obtuvieron algunos derechos civiles. Aunque no poseían derechos de
tipo político, se discutió sobre la conveniencia de concedérselos a tres colectivos
más: judíos, esclavos y mujeres. Con la intención de fomentar entre la población un
sentimiento de unidad.

4. Explique los tres problemas que debió afrontar la ciudadanía en la modernidad.

La crisis de la ciudadanía moderna: el retorno al ideal republicano de la Antigüedad


promovido por el Renacimiento, preparó el camino para el advenimiento de la ciudadanía
moderna en el siglo XVIII durante las Revoluciones Americana (1776) y Francesa (1789). La
construcción de la ciudadanía tuvo que enfrentar 3 problemas que la diferenciarán de la
ciudadanía antigua, en la que los derechos eran reservados a los ciudadanos, y no todos
los hombres eran ciudadanos:

a) Estado: La edificación del Estado: la separación de las instituciones políticas y de la


sociedad civil en el interior de territorios más vastos, con una población más numerosa.
b) Gobierno:El régimen de gobierno: el ideal republicano retomado por el Renacimiento es
inseparable de la isonomía1 y de la igualdad. Este ideal sólo se realiza en gobiernos
democráticos o mixtos donde existe un cierto arreglo entre la aristocracia y la
democracia. Pero, este ideal fue retomado en medio de sociedades con gobiernos
monárquicos y aristocráticos, en su mayoría.
c) Hombre: La sociedad pagana, politeísta y esclavista: de la Antigüedad nunca inscribió
al Hombre en el derecho, es decir, los derechos humanos son inexistentes. La
esclavitud es incompatible con los principios cristianos de la dignidad e igualdad de los

1
hombres ante Dios y con los derechos del hombre que surgieron en el siglo XVIII a
impulsos de las Revoluciones Americana y Francesa.

Estas tres cuestiones, van a obligar a los modernos a redefinir la ciudadanía. Ante la
incompatibilidad de principios entre la monarquía absoluta y la ciudadanía, la idea
republicana de ciudadanía se inspiró en la democracia griega y en la república romana,
buscando la libertad civil de los antiguos: libertad de opinión, de asociación y de decisión
político. Si en Roma el esclavo es el hombre sin derechos en oposición al ciudadano, en la
República Moderna los derechos civiles se les reconocen a todos, son derechos naturales y
sagrados del hombre.

De conformidad con lo consagrado en la Declaración de Derechos del Hombre de la


Revolución Francesa, todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos. De
ahí irradiaron las libertades civiles de conciencia, de expresión, de opinión y de asociación,
así como el derecho a la igualdad y el derecho a la propiedad que está en la base de la
moderna economía de mercado.

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