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Viviendo Sobrio Cap 8

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18 VIVIENDO SOBRIO

de mascar? ¿Las pelculas de los Hermanos Marx? ¿La mu sica folklorica? ¿Leer
novelas de ciencia ccion o policacas? ¿Tomar el sol? ¿Las motonieves? Si no,
busca algo no alcoholico que te recompensa u nicamente con el puro placer de
hacerlo y diviertete en sobriedad. Te lo mereces.
12.___________________________________________________
Aqu puedes poner lo que quieras. Esperemos que la lista anterior te ayude a
idear una actividad diferente de las sugeridas. ¿Ha sido as? Bien. Hazlo.
Una advertencia. Algunos de nosotros tenemos tendencia a pasarnos de la
raya e intentar hacer demasiadas cosas a la vez. Tenemos algo que nos sirve de
freno para esto, sobre lo cual te puedes informar en la pa gina 44: El ttulo es:
“Tomalo con calma”.

7 Usar la Oracio
 n de la Serenidad
En miles de salas de A.A., en multitud de idiomas, se ve puesta en la pared
la siguiente invocacio n:
Dios, concedeme la serenidad para aceptar
las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las cosas que puedo
y la sabidura para reconocer la diferencia.
No se origino en A.A. Parece que desde hace ya siglos varias religiones la
han utilizado en diversas versiones, y hoy da es de uso bastante generalizado
dentro y fuera de la Comunidad. Sea cual sea nuestra religio n, ya seamos
humanistas, agno sticos o ateos, la mayora de nosotros hemos encontrado
en estas palabras una maravillosa gua para lograr, mantener y disfrutar la
sobriedad. Ya sea que la consideremos como una autentica plegaria a Dios o
la simple expresio n de un ferviente deseo, nos ofrece una receta sencilla para
una vida emocional sana.
A la cabeza de nuestra lista de “cosas que no podemos cambiar” hemos
puesto nuestro alcoholismo. Ya sabemos que, hagamos lo que hagamos, no
vamos a despertarnos man  ana transformados en personas no alcoho licas
— de la misma manera que no vamos a ser diez an  os ma s jo venes ni doce
centmetros ma s altos.
No podamos cambiar nuestro alcoholismo. Pero no nos dijimos mans­
amente, “Bueno, soy alcoho lico. Supongo que tendre que beber hasta la
muerte”. Haba algo que s podamos cambiar. No tenamos que ser alcoho li­
cos borrachos. Podamos llegar a ser alcoho licos sobrios. Esto nos exiga un
gran valor. Y adema s tuvimos que experimentar aquel ramalazo de sabidura
para poder ver que era posible cambiar, que podramos hacerlo.
Para nosotros eso no fue sino el primer y ma s obvio uso de la Oracio n de la
Serenidad. Cuanto ma s alejados nos encontramos del u ltimo trago, tanto ma s
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bellas y ma s repletas de signicado nos parecen estas pocas lneas. Podemos
aplicarlas a situaciones cotidianas, las mismas de las que solamos huir para
escondernos en la botella.
A modo de ejemplo: “Odio este trabajo. ¿Tengo que seguir haciendolo o
puedo dejarlo?” Entra en juego un poco de sabidura: “Bueno, si lo dejo ahora
puede que las pro ximas semanas o meses sean difciles, pero si tengo las
sucientes agallas para aguantarlo [el valor para cambiar] creo que acabare
en mejor situacio n.”
O tal vez la respuesta sea: “Seamos realistas: este no es el momento opor­
tuno para buscar un nuevo trabajo; tengo una familia que mantener. Adema s,
aqu estoy con so lo seis semanas sobrio, y mis amigos de A.A. me dicen que
es preferible no hacer ningu n cambio dra stico en mi vida en este momento;
mejor concentrarme en no tomar ese primer trago y esperar a tener la cabeza
en orden. Bien, ahora mismo no puedo cambiar de trabajo. Pero tal vez pueda
cambiar mi propia actitud. Vamos a ver: ¿Co mo puedo aprender a aceptar el
trabajo serenamente?”
Al ver la oracio n por primera vez, la palabra “serenidad” nos parecio una
meta imposible de lograr. De hecho, si la serenidad signicaba apata, res­
ignacio n amarga o resistencia impasible, no la queramos tener como meta.
Pero llegamos a darnos cuenta de que “serenidad” no signicaba tal cosa.
Cuando la experimentamos ahora es como un simple reconocimiento: una
forma lu cida y realista de ver el mundo, acompan  ada de una fortaleza y una
paz interior. La serenidad es como un giroscopio que nos hace posible man­
tener nuestro equilibrio sean cuales sean las turbulencias que haya a nuestro
alrededor. Y este es un estado de a nimo que merece la pena intentar lograr.

8 Cambiar las antiguas rutinas


Ciertas horas, ciertos lugares familiares y actividades habituales asociadas
con beber, han venido entretejiendose en nuestras vidas. Estas viejas rutinas,
as como el cansancio, el hambre, la soledad, la ira y la euforia, pueden ser
trampas peligrosas para nuestra sobriedad.
A muchos de nosotros, cuando dejamos de beber, nos resulto u til parar­
nos a pensar en las costumbres relacionadas con nuestra forma de beber y,
cuando era posible, cambiar muchas pequen  as cosas que estaban asociadas
con beber.
Para ilustrar: Muchos de nosotros que solamos empezar el da toma n­
donos un trago matinal, ahora vamos directamente a la cocina para
tomarnos un cafe . Algunos de nosotros cambiamos el orden de las cosas
que hacamos para prepararnos para el da, por ejemplo, comer antes de
ban  arnos y vestirnos, o viceversa. Un cambio de marca de pasta de dientes
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o enjuagadientes (¡atencio n al porcentaje de alcohol!) nos daba un nuevo


sabor fresco con que comenzar el da. Proba bamos hacer algunos ejercicios
o pasar unos pocos momentos tranquilos de contemplacio n o meditacio n
antes de empezar la jornada.
Otros muchos de nosotros, al salir de casa por la man  ana, bamos por un
nuevo camino que no pasara por nuestro bar favorito. Algunos cambiamos
del auto al tren o del subterra neo a la bicicleta o camina bamos en vez de ir en
autobu s. O bamos en otro automo vil con otros compan  eros de viaje.
Ya fuera que bebieramos en el bar del tren, en la taberna del barrio, en
la cocina, en el club de campo o en el garaje, cada uno de nosotros sabe con
bastante exactitud cua l es su lugar de beber favorito. Ya sea que fueramos
perio dicamente de borrachera o nos emborracha ramos todos los das, a cada
uno de nosotros le resulta fa cil identicar los das, las horas y las ocasiones
que solan estar relacionadas con beber.
Cuando lo que queremos hacer es no beber, nos hemos dado cuenta de
que es conveniente romper todas aquellas rutinas y reorganizar los elemen­
tos. Por ejemplo, las amas de casa dicen que es u til cambiar las horas y los
lugares de hacer compras y variar el programa de las tareas domesticas.
Los trabajadores que solan escaparse durante el descanso del cafe para ir a
tomar un trago, ahora se quedan y realmente se toman un cafe o un te con un
panecillo. (Y ese es un buen momento para llamar a un conocido que tambien
ha dejado de beber. Durante esas ocasiones en que solamos beber, es tran­
quilizador hablar con una persona que ha tenido las mismas experiencias.)
Quienes empezamos nuestra sobriedad mientras esta bamos connados en
un hospital o una ca rcel nos esforzamos por cambiar de ruta para as evitar
tropezarnos con el “contrabandista” de la institucio n.
Para algunos de nosotros, la hora de almuerzo era normalmente una hora
o dos de refrescos lquidos. Cuando dejamos de beber, en vez de ir al restau­
rante o a la churrasquera donde los camareros o los barman siempre saban
lo que queramos sin tener que pedirlo, es una buena idea dirigirse a otro
lugar para almorzar; y es de especial utilidad comer con otras personas no
bebedoras. “Poner a prueba tu fuerza de voluntad” en un asunto relacionado
con la salud parece bastante tonto, especialmente cuando no es necesario.
Por lo contrario, en cuestiones de salud, tratamos de hacer que nuestras
nuevas costumbres sean lo ma s fa ciles posible.
Para muchos de nosotros esto supona que evita ramos, al menos por
un tiempo, la compan a de nuestros amigos bebedores. Si son aute nticos
amigos nuestros, se alegran de vernos cuidar nuestra salud, y respetan
nuestro derecho de hacer lo que queremos hacer, as como nosotros
respetamos su derecho de beber si as lo desean. Pero la experiencia nos
ha ensen  ado a desconar de cualquiera que insista en animarnos a volver
a beber. Parece que aquellos que realmente nos aman, apoyan nuestros
esfuerzos para preservar nuestra salud.
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A las cinco de la tarde, o a la hora de terminar el trabajo, algunos de


nosotros nos hemos acostumbrado a pasar por un cafe para comer algo.
Luego regresamos a casa por un camino que no pasara por nuestros bares
predilectos. Si volvamos en tren del trabajo a casa, no viaja bamos en el vago n­
bar y baja bamos por una puerta lejos de la taberna del barrio.
Al llegar a casa, en vez de sacar el vaso y el hielo, nos cambia bamos de ropa
y nos prepara bamos una taza de te o bebamos un jugo de fruta o vegetal, nos
echa bamos una siesta, o nos relaja bamos un rato en la ducha o con un libro
o el perio dico. Empezamos a variar nuestra dieta para incluir comida que no
tuviera relacio n con el alcohol. Si nuestra acostumbrada actividad despues
de comer haba sido poner la televisio n y tomarnos un trago, nos resultaba
conveniente dirigirnos a otra sala para hacer otra actividad. Si solamos espe­
rar a que la familia se acostara para sacar la botella, intenta bamos acostarnos
ma s temprano, o salamos a dar un paseo o escribamos o leamos o juga ba­
mos al ajedrez.
Los viajes de negocios, los nes de semana, los das de esta, el campo
de golf, los estadios de beisbol y fu tbol, los juegos de cartas, la piscina, o la
estacio n de esqu eran ocasiones de beber para muchos de nosotros. Los
acionados a los deportes na uticos solan pasar los das de verano bebiendo
a la orilla del lago o de la baha. Cuando dejamos de beber, descubrimos que
mereca la pena planear otro tipo de viajes o vacaciones, al menos durante un
tiempo. Intentar evitar tomarte un trago en un barco lleno de bebedores ya
sea de cerveza, Tom Collins, sangra, ginebra o ron, es mucho ma s difcil que
simplemente ir a otro sitio y, por mera novedad, hacer nuevas cosas que no
nos recuerden el alcohol.
Pongamos el caso de que se nos invite a una esta en la que la diversio n
o actividad principal es beber. ¿Que hacer? Mientras bebamos, tenamos
bastante facilidad para inventar pretextos, as que simplemente aplicamos ese
talento a idear una forma cortes de decir, “No, gracias”. (Para las estas a las
que realmente tenemos que asistir, hemos elaborado nuevas estrategias de
seguridad que se explican en la pa gina 65).
En los comienzos de nuestros das de no beber, ¿nos deshicimos de todo
el licor que haba en nuestra casa? S y no.
La mayora de los que han tenido exito en dejar de beber esta de acuerdo
en que al principio es una buena precaucio n deshacernos de las existencias
escondidas que tuvieramos, si las podamos encontrar. Pero hay variedad de
opiniones en cuanto a las botellas que hay en el mueble­bar o en el botellero.
Algunos estamos convencidos de que la disponibilidad de la bebida nunca
fue lo que nos condujo a beber, de la misma forma que la no disponibilidad
de licor en nuestro entorno inmediato nunca nos impidio tomar ese trago que
realmente desea bamos. As que algunos preguntan: ¿Por que desperdiciar un
buen whisky o incluso regalarlo? Se dice que vivimos una sociedad de bebe­
dores y no podemos evitar para siempre la presencia de bebidas alcoho licas.
22 VIVIENDO SOBRIO

Nos sugieren que tengamos algunas botellas reservadas en casa para servir
a los invitados, y que en otras ocasiones nos olvidemos de ellas. Para ellos,
esto ha funcionado.
Otros muchos de entre nosotros recalcamos lo increblemente fa cil que
era a veces tomarnos un trago por impulso, casi inconscientemente, antes de
querer hacerlo. Si no tenemos alcohol a mano, si para tenerlo es necesario salir
de casa y comprarlo, tenemos por lo menos la posibilidad de darnos cuenta de
lo que estamos a punto de hacer y de optar por no beber. Los no bebedores
que son de esta opinio n dicen que les parece ma s cuerdo prevenir que curar.
Y por ello regalaron a otros todas sus existencias de licor y no guardaron nin­
guna bebida alcoho lica en casa hasta que les pareca que su sobriedad haba
llegado a un estado bastante seguro y estable. E incluso ahora so lo compran la
cantidad suciente para satisfacer a los invitados de una tarde.
Te toca a ti optar por este o aquel sistema. Tu eres quien sabe cua l era tu
forma de beber y co mo te parece a ti tu sobriedad de hoy.
Puede que todos los pequen  os cambios de rutina mencionados en esta
seccio n te parezcan risiblemente triviales. No obstante, te podemos decir con
toda seguridad que la suma total de todas estas alteraciones de la rutina nos
ha dado a muchos de nosotros un fuerte empuje hacia una nueva y vigorosa
salud. Tu tambien puedes contar con un empujo n parecido, si as lo quieres.

9 Comer o beber algo, normalmente algo dulce


¿Te puedes imaginar tomarte un trago de whisky y soda justo despues de
beber un batido de leche malteada? ¿O una cerveza despues de comer un trozo
de pastel de chocolate?
Si no te sientes demasiado enfermo para seguir leyendo, tendra s que admitir
que estas cosas no parece que estuvieran hechas las unas para las otras.
En cierto respecto, esto es de lo que se trata la siguiente parte de nuestra
experiencia. Muchos de nosotros nos hemos dado cuenta de que algo dulce,
o casi cualquier comida o refrigerio nutritivo, parecen amainar ligeramente el
deseo de beber. As que de vez en cuando nos recordamos, unos a otros, que
no debemos estar sin comer hasta tener demasiada hambre.
Puede que sea solamente nuestra imaginacion, pero parece que el ansia de
tomarnos un trago es ma s intensa cuando tenemos el estomago vaco. Por lo
menos, se nota ma s.
Este libro se basa en nuestra propia experiencia, no en estudios cientcos.
De ah que no podamos explicar con toda precision, en terminos tecnicos, por
que es as. Solamente podemos decirte que miles de nosotros —incluso gente
que deca que nunca le gustaban los dulces— nos hemos dado cuenta de que
beber o comer algo dulce aplaca el deseo de tomarnos un trago.
VIVIENDO SOBRIO 23

Por no ser ni medicos ni expertos en alimentacion, no podemos recomendar­


les a todos que siempre tengan chocolates a mano para mordisquearlos cada
vez que les entran ganas de beber. Muchos de nosotros lo hacemos, pero otros
por motivos de salud tienen que evitar los dulces. No obstante, hay disponible
fruta fresca y sustitutos alimenticios de comida y bebidas dulces, as que utilizar
un sabor dulce es una idea pra ctica para cualquiera.
Algunos creemos que no es solamente el sabor lo que contribuye a
apaciguar el impulso de tomar alcohol. Puede que sea, en parte, el mero hecho
de sustituir una serie de acciones fsicas por otras: servirte una gaseosa, un vaso
de leche o jugo de fruta con algunas galletas, o un helado; y luego, el mismo
acto de masticar y tragar.
Claro que muchos alcoholicos al dejar de beber descubren que esta n mucho
ma s desnutridos de lo que crean. (Y esta condicion se encuentra en gente de
toda clase economica.) Por esta razon, a muchos de nosotros nuestros medicos
nos aconsejan tomar suplementos vitamnicos para tratar las deciencias aso­
ciadas con el alcoholismo, reparar los dan os y evitar otras consecuencias. Tal
vez algunos de nosotros simplemente necesitemos alimentarnos ma s de lo que
nos damos cuenta, y cualquier buena comida en el estomago nos hace sentirnos
mejor psicologicamente. Una hamburguesa, miel, vegetales crudos, nueces
tostadas, queso, yogurt, frutas, una pastilla de menta — cualquier cosa que te
apetezca y que sea buena para ti puede servir para el caso.
Cuando se les sugiere que coman algo en vez de tomarse un trago, los
alcoholicos recien sobrios suelen preocuparse por la posibilidad de engordar.
Les podemos decir que esto ocurre muy raras veces. Muchos perdemos algo
de peso cuando empezamos a reemplazar las caloras vacas del alcohol etlico
con una comida sana; y otros hemos ganado unas cuantas libras necesarias.
Es cierto que algunos, que son adictos a los dulces o a los helados, durante
sus primeros meses de sobriedad, van a acumular algu n peso en sitios donde
menos lo quieren. No obstante, esto parece un pequen o precio que pagar por
liberarse del alcoholismo activo. Mejor estar regordete o rellenito que borracho,
¿verdad? No sabemos de nadie que haya sido arrestado por “manejar gordo”.
Y, segu n nuestra experiencia, con un poco de paciencia y buen juicio, el
problema del peso excesivo se va arreglando. Si no es as, o si tienes un grave
problema de obesidad o de extrema delgadez, sera prudente consultar con un
medico o experto en medicina que no solo sepa tratar problemas de ese tipo
sino que tambien este familiarizado con el alcoholismo. Nunca hemos visto
ningu n conicto entre la experiencia de A.A. y el buen consejo de un medico
con solidos conocimientos del alcoholismo.
As que la proxima vez que te sientas tentado a tomarte un trago, come algo,
o tomate unos sorbitos de un jugo azucarado. Con esto por lo menos tienes el
trago aplazado una o dos horas para as dar otro paso hacia la recuperacion…
tal vez el paso sugerido en la siguiente seccion.
24 VIVIENDO SOBRIO

10 Hacer uso de la “terapia por tele


fono”
Cuando esta bamos haciendo nuestros primeros esfuerzos para lograr la
sobriedad, muchos de nosotros nos encontramos toma ndonos un trago sin
haberlo pensado. No habamos tomado ninguna decision consciente de beber,
y no habamos considerado las posibles consecuencias. No tuvimos la intencion
de lanzarnos a un nuevo episodio de borrachera.
Ahora hemos llegado a darnos cuenta de que aplazar el primer trago,
reemplaza ndolo con otra cosa, nos ofrece la oportunidad de pensar en nuestra
historia de bebedores, pensar en la enfermedad del alcoholismo, y pensar en las
probables consecuencias de comenzar a beber.
Afortunadamente, podemos hacer ma s que pensar en ello, y lo hacemos.
Llamamos a alguien por telefono.
Cuando dejamos de beber, se nos dijo insistentemente que apunta ramos los
nu meros de telefono de los miembros de A.A. y que, en vez de tomarnos un
trago, llama ramos a estas personas.
Al comienzo, la idea de llamar por telefono a una persona recien conocida,
a alguien casi desconocido, nos parecio un poco extran o y nos sentamos poco
dispuestos a hacerlo. No obstante, los A.A., aquellos que llevaban ma s tiempo
sin beber que nosotros, seguan insistiendo en que lo hicieramos. Nos decan
que conocan las razones por las que esta bamos vacilando en llamar, porque
ellos haban tenido las mismas dudas. No obstante, nos decan que lo intentara­
mos, por lo menos una vez.
As que, por n, miles y miles de nosotros lo hicimos. Para nuestro gran
alivio, ha resultado ser una experiencia agradable y sin problemas. Y lo mejor
de todo, nos dio el resultado esperado.
Tal vez la manera ma s fa cil de entenderlo, antes de hacerlo, es la de
ponerte mentalmente en el lugar de la persona que recibe la llamada. El hecho
de que alguien tenga tanta conanza en ti es algo muy grato y graticador.
Por lo tanto, la persona a quien llamamos es casi invariablemente cortes,
incluso muy amable, y no se sorprende en absoluto, de hecho esta encantada
de recibir la llamada.
Y hay ma s. Muchos de nosotros hemos descubierto que, cuando senta­
mos el deseo de beber, y llama bamos a una persona ma s experimentada que
nosotros en la sobriedad, no era necesario ni mencionar que esta bamos pensan­
do en beber. Eso se entenda, sin decir ni una palabra. Y no importa a que hora
del da o de la noche llamaramos.
A veces, sin ninguna razon aparente, nos encontra bamos repentina e inex­
plicablemente asediados por la angustia, el temor, el terror o incluso el pa nico,
lo cual no tena ningu n sentido. (Esto les pasa a muchos seres humanos, por
supuesto, y no solo a los alcoholicos.)
Cuando habla bamos franca y sinceramente acerca de como nos sentamos,
de lo que hacamos y de lo que queramos hacer, nos dimos cuenta de que nos
VIVIENDO SOBRIO 25

entendan perfectamente. No era simplemente compasio n. Esta bamos perfecta­


mente compenetrados. Ten presente que a todos los que llama bamos en algu n
que otro momento del pasado se haban encontrado en la misma situacion, y
todos tenan vvidos recuerdos de la experiencia.
En la mayora de los casos, con solo conversar unos pocos minutos, la idea
de tomarnos un trago desaparecio. A veces, nos comunicaron informacion
concreta y reveladora, a veces nos dieron orientacion de forma indirecta y otras
veces consejos directos, duros y sinceros. A veces nos encontramos a nosotros
mismos riendonos.
Los que han observado a los alcoholicos recuperados se han dado cuenta
de la extensa red de contactos sociales de cara cter informal que hay entre
los miembros de A.A., incluso cuando no estamos en las reuniones de A.A., y
cuando no tenemos el ma s remoto pensamiento o deseo de tomarnos un trago.
Nos hemos dado cuenta de que podemos tener entre nosotros tanta vida social
como queramos, y hacer juntos lo que los amigos acostumbran hacer: escuchar
mu sica, charlar, ir al teatro y al cine, ir a cenar, ir de acampada o de pesca, hacer
turismo, o simplemente ir de visita, personalmente o enviar una nota o conver­
sar por telefono — todo sin necesidad de tomarse un solo trago.
Tales amigos y conocidos tienen un valor especial para quienes hemos opta­
do por no beber. Podemos ser quienes somos cuando nos encontramos entre
personas que comparten nuestro interes en mantener una sobriedad feliz, sin
estar fana ticamente en contra de todo lo que se relaciona con la bebida.
Por supuesto que es posible mantenerse sobrio entre personas que no
son alcoholicos recuperados, e incluso entre los que beben mucho, aunque
probablemente nos sintamos socialmente un poco incomodos en su compan a.
Sin embargo, entre otros alcoholicos sobrios, podemos estar seguros de que
se valora altamente y se comprende profundamente nuestra recuperacion del
alcoholismo. Tiene una inmensa importancia para estos amigos, as como su
salud la tiene para nosotros.
La transicion por la que pasamos a disfrutar la sobriedad a veces empieza cuan­
do, recien sobrios, nos mantenemos en contacto con otras personas que tambien
son nuevas. Al comienzo, suele parecer extran o entablar amistades con personas
que llevan varios an os sobrias. Normalmente nos sentimos ma s comodos con
personas que, como nosotros mismos, acaban de dar sus primeros pasos hacia la
recuperacion. Por esta razon muchos de nosotros hacemos nuestras primeras lla­
madas telefonicas relacionadas con no beber a nuestros “contempora neos” de A.A.
“La terapia por telefono” funciona aun cuando no conocemos a nadie a
quien llamar. Ya que el nu mero de telefono de A.A. aparece en la gua de
telefonos de casi cualquier lugar de los Estados Unidos y Canada (y en
otros muchos pases), es fa cil simplemente marcar este nu mero para estar
instanta neamente en contacto con alguien que realmente nos comprende
instintivamente. Puede que se trate de una persona que no hayamos conocido
nunca, pero hay la misma autentica empata.
26 VIVIENDO SOBRIO

Conectarte con alguien por medio del Internet tambien puede ayudar,
puede ser un alcoho lico de tu mismo pueblo o tal vez del otro lado del mundo.
Una vez hecho el primer contacto, es mucho ma s fa cil hacer el segundo,
especialmente en esas ocasiones en que ma s lo necesitamos. Finalmente
para la mayora de nosotros la necesidad de hablar para quitarnos el deseo
de tomarnos un trago desaparece. Y cuando desaparece, muchos de nosotros
descubrimos que hemos establecido la costumbre beneciosa de mantener­
nos en contacto con otras personas sobrias fuera de las reuniones; y a menudo
mantenemos estos contactos porque los disfrutamos.
Pero eso normalmente viene despues. Al principio la terapia de telefono
sirve principalmente para ayudar a mantenernos sobrios. Tomamos el tele­
fono en vez de tomar un trago. Incluso cuando no creemos que vaya a dar
resultados. Incluso cuando no queremos hacerlo.

11 Conseguir un padrino
No todos los miembros de A.A. han tenido un padrino. Pero miles de
nosotros decimos que hoy no estaramos vivos si no fuera por la especial
amistad de un alcoho lico recuperado durante los primeros meses y an  os de
nuestra sobriedad.
En los primeros das de A.A., la palabra “padrino” no formaba parte del
vocabulario de A.A. Entonces, algunos hospitales de Akron, Ohio, y Nueva York
empezaron a aceptar como pacientes a los alcoholicos (bajo este diagnostico)
con esta condicion: que un miembro sobrio de A.A. aceptara “apadrinar” al hom­
bre o mujer enfermos. El padrino llevaba al paciente al hospital, iba a visitarlo
regularmente, estaba presente cuando se le daba de alta, y llevaba al paciente a
su casa y luego a una reunion de A.A. En esta reunion, el padrino presentaba al
recien llegado a los dema s alcoholicos abstemios y felices. Durante los primer­
os meses de recuperacion, el padrino estaba disponible cuando fuera necesario
para contestar a las preguntas y escuchar al recien llegado.
El apadrinamiento resulto ser una forma tan ecaz de ayudar a la gente a
establecerse en A.A. que se convirtio en una costumbre que se sigue en todo el
mundo de A.A., incluso cuando no es necesaria la hospitalizacion.
A menudo, el padrino es la primera persona que va a visitar a un bebedor
problema que desea ayuda, o es el primer alcoholico recuperado que habla con
la persona que solicita ayuda si esta persona va a una ocina de A.A., o es el
miembro de A.A. que se presta como voluntario para “apadrinar” a un alcoholi­
co que va a ser dado de alta de un centro de desintoxicacion o rehabilitacion, de
un hospital o de una institucion correccional.
En las reuniones de A.A., se suele recomendar al recien llegado que consiga
un padrino; y, si as lo desea, puede escoger a alguien.
VIVIENDO SOBRIO 27

Es una buena idea tener un padrino porque as tienes un gua amistoso
durante esos primeros das y semanas en que A.A. puede parecer nuevo y
extran o, antes de que creas que te puedes orientar por ti mismo. Adema s, un
padrino puede pasar ma s tiempo contigo, y dedicarte ma s atencion personal
que un atareado consejero profesional. Los padrinos hacen visitas a domicilio,
incluso por la noche.
Si tienes un padrino, algunas de las siguientes sugerencias te pueden resul­
tar u tiles. Ten presente que esta n basadas en la experiencia de miles de miem­
bros de A.A. a lo largo de muchos an os.
A. Generalmente es mejor que los hombres apadrinen a los hombres y las
mujeres a las mujeres. De esta forma se evita la posibilidad de una aventura
amorosa que podra complicar peligrosamente, e incluso destruir, la relacion
entre el padrino y el recien llegado. Hemos descubierto por experiencia que el
sexo y el apadrinamiento son una mala mezcla.
B. Nos guste o no nos guste lo que sugiere nuestro padrino (y lo u nico
que pueden hacer los padrinos es sugerir; no pueden obligar a alguien a hacer
una cosa, ni tampoco pueden prevenir ninguna accio n), la realidad es que el
padrino ha estado sobrio ma s tiempo que nosotros, conoce los peligros que
hay que evitar, y es posible que tenga razo n.
C. Un padrino de A.A. no es un asistente social ni un consejero profesional
de ningu n tipo. Un padrino no es una persona que presta dinero, o facilita
ropa, trabajo o comida. Un padrino no es un experto en medicina, ni esta
capacitado para dar consejo religioso, legal, domestico o psiquia trico, aunque
un buen padrino normalmente esta dispuesto a hablar condencialmente de
estos asuntos, y a menudo puede sugerir do nde se puede obtener apropiada
ayuda profesional.
Un padrino es simplemente un alcoholico sobrio que puede ayudar a resolv­
er un solo problema: como mantenerse sobrio. Y el padrino tiene una sola cosa
a su disposicion: su experiencia personal, no sabidura cientca.
Los padrinos han pasado por all, y a menudo tienen por nosotros ma s
interes, esperanza, compasion y conanza que nosotros tenemos en nosotros
mismos. Sin duda alguna han tenido mucha ma s experiencia. Al recordar su
propia condicion, tienden la mano para ayudarnos, no para humillarnos.
Se ha dicho que los alcoholicos son gente que nunca deben guardarse sus
propios secretos, especialmente los que les hacen sentirse culpables. Ser abiertos
puede prevenir esto y puede ser un buen antdoto contra cualquier tendencia
hacia la excesiva autopreocupacion y autoconmiseracion. Un buen padrino es
alguien en quien podemos conar, con quien podemos desahogarnos totalmente.
D. Es agradable tener un padrino que, aparte de la sobriedad, comparte
nuestros intereses y tiene unas experiencias parecidas a las nuestras. Pero
no es necesario que sea as. En muchos casos, el mejor padrino es alguien
totalmente distinto a nosotros. Las parejas de padrinos y recien llegados ma s
disparejas son las que a veces tienen los mejores resultados.
28 VIVIENDO SOBRIO

E. Los padrinos, al igual que las dema s personas, probablemente tienen


obligaciones familiares y laborales. Aunque es posible que en algunas oca­
siones el padrino abandone su trabajo o su hogar para ayudar a un recien
llegado que se encuentra en un verdadero aprieto, hay naturalmente otros
momentos en que no esta disponible.
Para muchos de nosotros, esta es una buena oportunidad de utilizar nues­
tro renacido ingenio para buscar ayuda que sustituya a la de nuestro padrino.
Si realmente deseamos ayuda, no dejamos que la enfermedad del padrino,
o cualquier otra razo n por la que no se encuentre disponible momenta nea­
mente, nos impida encontrarla.
Podemos tratar de encontrar una reunio n de A.A. en la vecindad. Podemos
leer la literatura de A.A. o algo que hayamos encontrado u til. Podemos llamar
por telefono a otros alcoho licos recuperados que conozcamos, aunque no
tengamos amistad con ellos. O podemos llamar por telefono o visitar la ocina
de A.A. o club de A.A. ma s cercanos.
Aunque la u nica persona que encontremos para hablar sea alguien a quien
no conocamos previamente, podemos tener la seguridad de encontrar en
ella un interes sincero y un verdadero deseo de ayudarnos. Cuando somos
realmente sinceros acerca de nuestras aicciones, podemos contar con una
verdadera comprensio n. A veces recibimos el a nimo que necesita bamos de
parte de alcoho licos recuperados por quienes no tenemos mucho afecto. Aun
en el caso de que el sentimiento sea mutuo, cuando alguien trata de manten­
erse sobrio y pide a otro alcoho lico recuperado ayuda para no beber, todas las
diferencias superciales e insignicantes desaparecen.
F. Algunas personas creen que es una buena idea tener ma s de un padrino,
y as siempre hay al menos uno disponible. Este plan tiene una ventaja adicio­
nal, pero tambien lleva consigo un leve riesgo.
La ventaja es que tres o cuatro padrinos pueden ofrecer una ma s amplia
variedad de experiencias que una sola persona.
El riesgo de tener varios padrinos, en lugar de uno solo, radica en una
tendencia que habamos desarrollado en nuestros das de bebedores. Para
protegernos a nosotros mismos y as evitar las crticas respecto a nuestra
forma de beber, solamos contar historias diferentes a personas diferentes.
Incluso llegamos a inuenciar a la gente, de forma que quienes estaban a
nuestro alrededor de hecho disculpaban nuestra manera de beber o incluso
nos animaban a hacerlo. Puede que no fueramos conscientes de esta tenden­
cia, y normalmente no lo hacamos de mala fe. Pero realmente llego a ser una
parte de nuestra personalidad en nuestros das de bebedores.
As que algunos de nosotros con un grupo de padrinos nos sorprendimos
a nosotros mismos tratando de enfrentar a un padrino con otro, conta ndole
una cosa a uno y otra diferente al otro. Esto no siempre funcionaba porque
los padrinos son difciles de engan  ar. Se dan cuenta ra pidamente de los tru­
cos que emplea alguien que quiere beber, por haber usado ellos mismos casi
VIVIENDO SOBRIO 29

todas las mismas artiman  as. Pero a veces seguimos haciendo lo mismo hasta
que logramos que un padrino diga algo totalmente opuesto a lo que otro padri­
no ha dicho. Tal vez nos las arreglamos para sacar de alguien lo que quera­
mos escuchar, no lo que necesita bamos. O por lo menos, interpreta bamos las
palabras de este padrino para acomodarlas a nuestros deseos.
Este tipo de conducta parece ma s un reejo de nuestra enfermedad que
una bu squeda sincera de ayuda para lograr nuestra recuperacio n. Nosotros,
los recien llegados, somos quienes nos vemos ma s afectados por este compor­
tamiento. Por lo tanto, si tenemos un equipo de padrinos, sera una buena idea
permanecer alertas para no vernos tentados a entrar en este tipo de juegos, en
lugar de tratar de avanzar hacia nuestra propia meta de recuperacio n.
G. Los padrinos, por ser ellos mismos alcoho licos recuperados, tienen sus
propias virtudes y tambien sus defectos. Que nosotros sepamos, todava no ha
nacido un padrino (o un ser humano) libre de imperfecciones o debilidades.
Es posible, aunque raro, que nos veamos inducidos a error por el consejo
equivocado de un padrino. Como ya sabemos por haberlo hecho nosotros mis­
mos, incluso con las mejores intenciones, los padrinos pueden equivocarse.
Probablemente te puedes imaginar la frase que viene a continuacio n…. El
comportamiento incorrecto de un padrino no es una excusa va lida para tomarse
un trago. La mano que pone la copa en tus labios sigue siendo la tuya.
En lugar de echarle la culpa al padrino, hemos encontrado por lo menos
otras 30 maneras de mantenernos alejados de la bebida. Todas estas 30 mane­
ras esta n explicadas en otras secciones de este libro.
H. No tienes obligacio n alguna de pagar el favor que te ha hecho tu padri­
no al ayudarte. E l o ella lo hacen porque al ayudar a otros nos ayudamos a
nosotros mismos a mantener nuestra propia sobriedad. Eres libre de aceptar
o rehusar la ayuda. Si la aceptas, no tienes deuda que pagar.
Los padrinos son amables, y duros, no para que se les alabe, ni porque
les guste “hacer buenas obras”. Un buen padrino saca tanto provecho de sus
acciones como su ahijado.
Te dara s cuenta de esto la primera vez que apadrines a alguien.
Algu n da podra s pasar la misma ayuda a otra persona. Ese es el u nico
agradecimiento que tienes que expresar.
I. Al igual que un buen padre, un padrino sabio puede dejar que el principi­
ante se las arregle por s solo cuando sea necesario; puede dejarle que cometa
sus propios errores; le puede ver rechazar los consejos que les da sin sentirse
airado ni desden  ado. Un padrino inteligente hace todo lo posible para evitar
la vanidad y el sentirse herido en el apadrinamiento.
Y los mejores padrinos esta n realmente encantados cuando el principiante
puede empezar a ser ma s auto nomo. Esto no quiere decir que a partir de
entonces tengamos que seguir nosotros solos. Pero llega el momento en que
incluso el pa jaro joven tiene que utilizar sus propias alas y empezar su propia
familia. ¡Feliz vuelo!
30 VIVIENDO SOBRIO

12 Descansar lo suciente
Hay por lo menos tres razones por las que la gente que bebe mucho no
suele darse cuenta de lo cansada que esta : (1) el alcohol esta lleno de caloras
que dan energa instanta nea; (2) adormece el sistema nervioso central de tal
manera que uno no se puede sentir la intensidad total de su malestar corpo­
ral; (3) cuando se pasa el efecto anestesico, se produce una agitacio n que se
parece a la energa nerviosa.
Despues de dejar de beber, puede persistir durante algu n tiempo el efecto
agitador y producir nerviosismo e insomnio. O puede que nos demos repenti­
na cuenta de nuestro cansancio y por lo tanto sentirnos agotados y leta rgicos.
O puede que vayamos alternando entre los dos estados.
Ambas son reacciones normales que miles de nosotros hemos tenido al
principio de nuestra sobriedad, en diferentes grados, segu n fuera nuestra
forma de beber y estado general de salud. Las dos se suelen pasar tarde o
temprano y no deben ser motivos de preocupacio n.
Pero es muy importante que descansemos sucientemente cuando deja­
mos de beber, porque la nocio n de tomar un trago parece ocurrrsenos ma s
fa cilmente cuando estamos cansados.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado por que de repente nos sen­
timos inexplicablemente con ganas de tomarnos un trago. Al considerarlo,
descubrimos una y otra vez que nos sentimos exhaustos sin darnos cuenta. Es
muy probable que hayamos utilizado demasiada energa y no hayamos des­
cansado lo suciente. Normalmente, comer algo ligero o echarse una siesta
puede cambiar completamente nuestro estado de a nimo y la idea del trago
se desvanece. Incluso si no podemos dormir, simplemente con tumbarnos
un rato o pasar unos minutos tranquilos sentados en un sillo n o en la ban  era,
podemos aliviar el cansancio.
Claro que es aun mejor tener un horario de vida saludable en el que haya
programado un perodo suciente de descanso cada veinticuatro horas.
Aunque esto no nos pasa a todos, miles de nosotros podemos contar his­
torias de perodos de insomnio despues de dejar de beber. Evidentemente,
el sistema nervioso tarda un tiempo en acostumbrarse (o volver a acostum­
brarse) a dormir de forma regular e ininterrumpida sin alcohol en el cuerpo.
Puede que lo peor de esto sea la preocupacio n que nos causa, porque esta
preocupacio n nos hace aun ma s difcil conciliar el suen
 o.
El primer consejo que solemos darnos unos a otros sobre este asunto es
“No te preocupes, nadie se ha muerto por falta de dormir. Cuando tu cuerpo
esta sucientemente cansado, te dormira s”. Y as sucede.
Ya que el insomnio sola ser el pretexto que muchos de nosotros da bamos
para “tener necesidad de un par de tragos”, la mayora de nosotros comparti­
mos la opinio n de que una nueva actitud con respecto al insomnio nos sirve
de ayuda en nuestros intentos de no beber. En vez de dar vueltas en la cama
VIVIENDO SOBRIO 31

y preocuparnos por no poder dormir, algunos de nosotros nos rendimos, nos


levantamos y nos ponemos a leer o escribir a altas horas de la madrugada.
Mientras tanto, es una buena idea examinar nuestras dema s costumbres
para ver si de alguna forma estamos crea ndonos dicultades para dormir.
¿Tomamos demasiada cafena por la tarde? ¿Tenemos una dieta equilibrada?
¿Hacemos suciente ejercicio? ¿Funciona apropiadamente nuestro sistema
digestivo? Esto puede tardar un tiempo.
De hecho, muchas sencillas y viejas recetas para el insomnio son de ayuda;
por ejemplo, beber un vaso de leche caliente, respirar profundamente, darse
un ban  o, leer un libro aburrido, escuchar mu sica suave. Otros preeren tru­
cos ma s exo ticos. Un alcoho lico recuperado recomienda tomarse un vaso de
ginger ale caliente con pimienta. (A cada uno, lo suyo.) Otros hacen uso de
un masaje especial, yoga o diversos remedios sugeridos en libros que tratan
del asunto.
Aun si no nos dormimos, podemos estar tumbados con los ojos cerrados y
as descansar. Nadie se duerme dando vueltas por una habitacio n o bebiendo
cafe y hablando toda la noche.
Si sigues sin poder dormir, puede ser aconsejable consultar con un buen
medico que entiende bien el alcoholismo.
Por saber lo peligrosos que son los medicamentos para dormir, algunos de
nosotros hemos tenido que soportar ciertas ligeras molestias durante un poco
tiempo o hasta que nuestros cuerpos se llegaron a adaptar a una saludable
rutina de dormir. Una vez superada la pasajera inquietud, al adaptarnos a un
ritmo natural de dormir, nos damos clara cuenta de que vala la pena hacerlo.
Puede ser u til mencionar otro hecho curioso acerca de dormir cuando
dejamos de beber. Largo tiempo despues de haber dejado la botella, muchos
de nosotros nos despertamos una man  ana o una noche totalmente asomb­
rados al darnos cuenta que acabamos de tener un suen  o muy vvido acerca
de beber.
No todos tenemos estos suen  os. Pero bastantes los hemos tenido para
saber que son comunes y no nos hacen ningu n dan  o.
A.A. no es un programa que sirva para interpretar los suen os, as que
no podemos descifrar los signicados escondidos que pudieran tener estos
suen os, como lo hacen los sicoanalistas y otros que se dedican a interpretar
los suenos. Solo podemos decir que es posible tener tales suen os, as que no te
sorprendas. Entre los suen os ma s frecuentes esta el de encontrarte borracho,
y sentirte horrorizado por ello, sin tener ningu n recuerdo de haberte tomado
un trago. Incluso es posible que nos despertemos con escalofros, temblores y
otros cla sicos sntomas de resaca — a pesar de haber pasado meses sin tomar­
nos ni una gota de alcohol. Solo era un mal suen o. Y puede pasarnos cuando
menos lo esperamos, mucho tiempo despues de tomar nuestro u ltimo trago.
Probablemente es una buena cosa que nos encontremos alterados y des­
consolados por la idea de haber bebido, incluso son  ando. Tal vez esto quiere
32 VIVIENDO SOBRIO

decir que realmente hemos empezado a captar, en nuestro fuero interno, el


concepto de que beber no es bueno para nosotros. Es mejor la sobriedad,
incluso son
 ar con la sobriedad.
Lo mejor del suen  o sobrio, una vez que se logra, es el puro placer de
despertar, sin resaca ni preocupaciones sobre lo que pudiera haber pasado
durante la laguna mental de la noche pasada. En vez de esto, nos despertamos
para enfrentarnos al nuevo da descansados, esperanzados y agradecidos.

13 Lo primero primero
Este viejo refra n tiene para nosotros un signicado profundo y especial. En
terminos sencillos nos dice: Sobre todo, tenemos que tener presente que no
podemos beber alcohol. Para nosotros lo que tiene la ma s alta prioridad es no
beber nunca, en ningu n lugar y bajo ninguna circunstancia.
Esto para nosotros es cuestion de vida o muerte. Hemos llegado a saber que
el alcoholismo es una enfermedad que mata, que conduce por mu ltiples vas a
la muerte. Preferimos no echarnos un trago porque as no corremos el riesgo
de activar esta enfermedad.
El tratamiento de nuestra enfermedad, segu n las palabras de la Asociacio n
Medica Norteamericana, “consiste principalmente en no beber alcohol”. Nues­
tra experiencia sirve para reforzar esta receta terapeutica.
Esto signica que, en todos nuestros asuntos diarios, debemos tomar las
medidas necesarias para no beber, por inconvenientes que puedan ser.
Algunos nos han preguntado: “¿Quiere decir esto que ustedes anteponen la
sobriedad a la familia, el trabajo, y la opinion de los amigos?”
Al considerar el alcoholismo como lo que es, un asunto de vida o muerte, la
respuesta es simple. Si no preservamos nuestra salud, nuestra vida, con toda
seguridad no tendremos familia, ni trabajo, ni amigos. Si valoramos nuestras
familias, nuestros trabajos y nuestros amigos, debemos primero preservar
nuestras propias vidas para poder disfrutarlos.
“Lo primero primero” tambien tiene otros muchos signicados, que pueden
ayudarnos grandemente en nuestro combate contra nuestro problema con la
bebida. Por ejemplo, muchos de nosotros nos hemos dado cuenta de que, al
dejar de beber, pareca que tarda bamos en llegar a tomar decisiones ma s de lo
que nos hubiera gustado. Nos resultaba muy difcil decidir; oscila bamos contin­
uamente entre el s y el no.
Ahora bien, la indecision no es cosa exclusiva de los alcoholicos en recu­
peracion; pero tal vez a nosotros nos fastidiaba ma s que a otros. El ama de
casa recien sobria, al considerar sus muchos quehaceres, no poda decidir por
donde empezar. El hombre de negocios no poda decidir entre devolver esas
llamadas telefonicas o dictar aquellas cartas. En muchos aspectos de nuestras

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