Capítulo II MARCO TEÓRICO
Capítulo II MARCO TEÓRICO
Capítulo II MARCO TEÓRICO
LICENCIATURA EN PEDAGOGIA
ASIGNATURA
SEMINARIO DE TESIS
Existen varios indicadores que nos muestran las razones de los deficientes resultados en los
aprendizajes de los alumnos, se puede decir que el rendimiento académico puede ser
afectado por diversos factores, uno de ellos son los factores psicosociales, estos pueden
influir en el estudiante de tal manera que el desarrollo de sus debilidades y capacidades
cognoscitivas se van limitando.
Los factores psicosociales involucran una serie de aspectos de los que se derivan diversas
situaciones tales como: los problemas familiares, la inseguridad social, y las dificultades de
relación e integración, los cuales serán el objeto de estudio en ese trabajo de investigación.
Los problemas que se originan al interior de la familia inciden en todos los miembros de
esta, especialmente en los hijos, ya que, son los más vulnerables a estas situaciones, estas
realidades pueden afectar el rendimiento académico.
Las manifestaciones más comunes que se dan a nivel intrafamiliar son: violencia, falta de
comunicación familiar, maltrato físico, psicológico, verbal y sexual, separaciones,
divorcios, emigración de uno de los padres, etc. Cada una de estas situaciones puede llegar
a afectar la concentración y la motivación del adolescente, provocando de sus actividades
escolares se vean perturbadas por diversas situaciones familiares.
La adolescencia vive una serie de cambios en su personalidad, tanto físicos como mentales,
propios de su evolutivo; además en esta etapa de la vida se suelen experimentar dificultades
para la relación e interacción con otros jóvenes de su misma edad, algunos de ellos se les
hace difícil integrarse a los grupos de trabajo y participar en actividades de recreación, esta
falta de integración pude afectarles sus experiencias personales, familiares y escolares
afectando de manera peculiar en su rendimiento académico y conducta.
Factores individuales, como el escaso interés hacia las diferentes actividades de su proceso
formativo, la poca motivación al estudio, la baja autoestima y la poca atención y
concentración en el aula, acompañados de los problemas que muestran algunos
adolescentes, como la inestabilidad emocional y la depresión son importantes causas del
bajo rendimiento académico y la conducta.
Por estas y otras razones más en la Escuela Secundaria por cooperación Licenciado
Guillermo Cosió Vidaurri, los maestros enfrentan una serie de problemas relacionados al
proceso de enseñanza-aprendizaje, especialmente en lo que ha resultados académicos y
conducta se refiere. A diario se presentan adolescentes que no cumplen con las tareas
escolares, que no llegan a clases, que no tienen una familia que se interesen por sus
actividades escolares, que los oriente y los motive.
HIPOTESIS DE LA INVESTIGACION
El proceso educativo de cada adolescente debe ser entendido como un proceso social que
hay que tener en cuenta el contexto en el que se produce. Hasta hace muy pocos años la
escuela era el único contexto que se consideraba educativo, luego se ha comprobado que en
el desarrollo de cada persona influye de la misma forma, la educación que se proporciona
en la familia, en el grupo de amigos, la comunidad y los medios de comunicación.
Está comprobado que existen alumnos que, por diversas causas internas, biológicas, socio
ambientales o por un planteamiento educativo inadecuado tienen dificultades para alcanzar
los resultados académicos deseados.
En todas las instituciones tanto públicas como privadas, los directores y los maestros se
enfrentan a diario con diversas dificultades que presentan los alumnos, como problemas de
ajuste conductual, emocional, cognoscitivo e intelectual.
Los adolescentes de manera particular por estar viviendo en una etapa crítica de desarrollo,
manifiestan mayor vulnerabilidad de las influencias de los problemas familiares y sociales
que afectan en su conducta y rendimiento académico.
Es importante explorar algunos de los factores que están incidiendo en dicha problemática
en el nivel de secundaria, ya que al hacerlos se estará contribuyendo a identificar algunas
alternativas de solución para la misma.
Los actos violentos, según lo expresa Orozco (2010), están sujetos a un gran sistema de
relaciones interpersonales donde las emociones, los sentimientos y los aspectos cognitivos
están presentes, configurando parte del ámbito educativo. Asimismo, están ligados a las
situaciones familiares de cada estudiante, al ámbito social de la escuela.
En tal sentido se tiene que, la violencia se ha ido legitimando en las relaciones sociales,
estableciendo nuevos modos de enfrentar conflictos de convivencia en el ámbito social,
comunitario, familiar e interpersonal. El conocimiento de la violencia comienza muy
temprano, cuando los adolescentes aprenden a diferenciar entre las conductas violentas de
los modelos simbólicos de los modelos reales.
Ello les permite trazar una nítida línea divisoria entre ficción y realidad. Este aprendizaje se
rompe cuando los adolescentes viven en medios de gran densidad de situaciones violentas
superponiendo lo que observa en la realidad a los modelos simbólicos.
Sin duda, la violencia es un fenómeno social que excede la problemática de los centros
educativos, se presenta en las escuelas, pero también en las calles, en muchas familias, en
los escenarios de la política, en los medios de comunicación. En general, se está viviendo
en una sociedad que se caracteriza por la manifestación constante de conductas agresivas en
numerosos ámbitos. Ha dejado de ser noticia que en las escuelas haya jóvenes que se
comportan agresivamente con sus compañeros, con sus maestros, que llevan armas
escondidas, que venden y consumen drogas, o que roban a otros estudiantes.
En este orden de ideas, el comportamiento agresivo ha sido inherente al ser humano desde
los inicios de su existencia, en lo individual, suele manifestarse desde los primeros años de
vida, pero su frecuencia se va reduciendo a través de los años. Sin embargo, hay personas
que continúan siendo agresivas en edades adultas, encontrándose estos comportamientos en
los diferentes contextos sociales, como el de la familia o en ámbitos educativos y laborales.
Desde la perspectiva biológica, según Castrillón y Vieco (2010), el genotipo de una persona
y otros correlatos biológicos del género pueden influir en la propensión de conductas
violentas. Sin embargo, para Bandura (2011), “el grado en que un individuo tiende a ser
agresivo y antisocial dependerá en gran medida del entorno social donde se haya criado” (p.
113).
Existen dos conjuntos de influencias sociales que contribuyen a explicar por qué algunos
niños y niñas son más agresivos que otros: primero, las normas y valores asumidos por la
sociedad; en segundo término, los contextos familiares en los que se han criado. De acuerdo
con la teoría del Aprendizaje Social propuesta por Bandura (Op. cit.):
En este orden de ideas, para explicar la agresividad, se hace también referencia al Modelo
Familiar de Gerard Patterson citado por Ledezma (2010), el cual considera que “el entorno
familiar puede ser la esfera principal en el aprendizaje del comportamiento agresivo, por ser
el más cercano al adolescente y el que mayor influencia produce en él” (p.81).
Cuando los padres responden con agresividad a los adolescentes agresivos, se va formando
una conducta en espiral que va creciendo y reforzando el comportamiento agresivo en
ambos, lo cual puede salirse posteriormente de control. En este sentido, cuando en la
familia se intentan solucionar los problemas con agresividad y enfrentar la agresividad con
agresividad, los adolescentes fácilmente relacionan la fuerza con la consecución del
objetivo y ven que la fuerza funciona de una forma muy efectiva para convencer y controlar
a otros.
Cabe destacar, que, desde el punto de vista de la psicología social, se encuentra que el ser
humano tiene tanta fuerza y tendencia a la agresividad como propensión a la sociabilidad y
afiliación. Obviamente, advierte incluso sobre la existencia de actos agresivos que se
realizan como medio para obtener fines no agresivos, señalando, además, que el impacto de
los indicios agresivos depende en mayor proporción de las interpretaciones que se hagan de
los estímulos y hechos (factores cognitivos) que de la presencia de tales indicios.
Es importante señalar, que con frecuencia las fuentes de estas alteraciones conductuales se
encuentran en los primeros grupos sociales en que se desenvuelve el adolescente, este es la
familia, es decir, cuando la dinámica familiar se caracteriza por presentar conflictos,
dificultades en la determinación de los límites, ausencias de figuras esenciales (padre o
madre).
Originando que el adolescente se deje guiar por las personas que le demuestran cariño,
considerándolos un ejemplo, sin embargo, cuando esos mismos referentes tratan de
imponer violentamente sus criterios, imponiéndose castigos de forma severa, entonces
aparecen desajustes emocionales en la personalidad que afectará su conducta.
En Venezuela, estudios realizados por Decanio (2013), señalaron que los adolescentes que
son físicamente agresivos a temprana edad, tienen la tendencia a continuar dicho
comportamiento cuando son mayores.
Es necesario señalar, que el comportamiento agresivo complica las relaciones sociales del
niño con su entorno, en favor de su integración social. Por otro lado, se ha encontrado que
la conducta agresiva durante la adolescencia, predice una alta probabilidad de fracaso
académico y psicológico en la edad adulta.
En este orden de ideas, en el Currículo del Sistema Educativo Bolivariano (2007), se señala
que “la labor de los docentes es fundamental para favorecer las relaciones de convivencia
entre los estudiantes, pero también para conseguir que las familias se vinculen en el proceso
educativo de sus hijos” (p. 24).
Sobre este particular, Flores (2012) indica en su investigación sobre esta temática que: Los
estudiantes de educación secundaria en su mayoría presentan ciertas características, tienden
a demostrar la agresión por medio de la blasfemia, el desafío, la búsqueda de atención y la
violencia física, o simplemente, en algunos casos, se demuestra a través del aislamiento y la
falta de interacción con el grupo.
Se evidencia que, la conducta agresiva es muy común en los adolescentes, pero en algunos
se convierte en un problema por la persistencia y su incapacidad para dominar su mal
genio; es por esto que a veces, los padres, madres y maestros tienen que enfrentarse a casos
de agresión intensa de los adolescentes desde edades tempranas. En este sentido, según
Asilda (2011): La familia constituye el lugar donde los adolescentes aprenden a
comportarse en sociedad, por lo que es un agente de socialización, pero también la
agresividad es una forma de conducta que se aprende en el hogar, y en donde las relaciones
intrafamiliares ejercen una influencia en su generación y mantenimiento.
Cabe destacar, que por ser la familia la unidad primaria de la sociedad, dentro de ella se
desarrollan, funciones de comunicación, división de roles y transacciones múltiples. Según
Marsellach (2011) “habitualmente cuando un joven emite una conducta agresiva, es porque
reacciona ante un conflicto” (p. 56).
Dicho conflicto puede resultar de:
(a) Problemas de relación social con otros adolescentes o con los mayores, respecto de
satisfacer los deseos del propio adolescente.
(b) Problemas con los adultos surgidos por no querer cumplir las órdenes que éstos le
imponen.
(c) Problemas con adultos, cuando éstos les castigan por haberse comportado
inadecuadamente, o con otro adolescente cuando éste le agrede.
Sea cual sea el conflicto, Marsellach (2011), considera que “provoca en el adolescente
cierto sentimiento de frustración u emoción negativa que le hará reaccionar. La forma que
tiene de reaccionar dependerá de su experiencia previa particular” (p. 58).
Por otro lado, la indisciplina es una de las características principales de los adolescentes
agresivos, ocasionada como respuestas a frustraciones y que se manifiesta con mucha
frecuencia en el ámbito escolar. No cumplir normas, ser grosero, peleones, hostigantes,
irrespetuosos con sus compañeros y maestros son algunas de las características que exhiben
los adolescentes, en especial la educación básica. Al respecto, señala Marsellach (2011),
que se ha demostrado que “tanto padres poco exigentes, como otros con actitudes hostiles
que desaprueban constantemente al adolescente, que utilizan el castigo como disciplina,
fomentan el comportamiento agresivo del adolescente y desencadenan desobediencia en
algún momento”. (p. 59).
Para Dollerd, citado por Asilda, “el castigo produce frustración, por lo tanto, un adolescente
frustrado es más probable que actúe agresivamente que uno contento” (p. 38). Entonces
merece especial interés el estudio de estos estudiantes, así como, el tipo de disciplina
recibido tanto en el hogar como en la escuela, así como el patrón conductual familiar.
Al respecto, según Hartup, afirma Asilda, “entre las consecuencias que trae la agresividad
escolar, está el aislamiento social” (p. 40). En relación a ello, se dice que el adolescente
agresivo no está en paz consigo mismo, ni con su grupo, puesto que los ataques agresivos
fomentan respuestas agresivas; no es sorprendente descubrir que los adolescentes agresivos
no son populares y que no tienen grupo social.
Por lo general, los adolescentes agresivos, presentan conductas impulsivas, poca empatía y
algunos poseen una destreza singular para comprender y manipular a otros. Al mismo
tiempo tiene fácil acceso de cólera, muestran actos de desobediencia ante la autoridad del
docente, realizan amenazas verbales, generan daños a cosas materiales, evidencian
deterioros en la actividad social y académica por episodios de rabias, propician discusiones
con los hermanos, con los padres y otros integrantes de la familia, constantemente emiten
gritos, molestan a otros compañeros de clase, por lo general son iracundo o resentido,
desatan pleitos, entre otros.
En cuanto a la actitud del docente en rol de orientador, ya que este debería comenzar por
trabajar la educación en valores desde la educación inicial, porque es una etapa donde los
adolescentes son más impresionables y moldeables, trabajando con ellos algún programa de
intervención, donde se podrían corregir algunos comportamientos agresivos.
En cuanto a la Importancia de la Investigación, se tiene que, en la actualidad muchas
escuelas, sobre todo aquellas ubicadas en las zonas populares, presentan un gran porcentaje
de adolescentes con conductas agresivas, que debe llamar poderosamente la atención y
hacer reflexionar a los entes gubernamentales encargados de dirigir la educación, son estas
instituciones quienes deben analizar el problema con mayor detenimiento, dado que cada
día se torna más grave.
Muchas veces el adolescente provoca a un adulto para que él pueda intervenir por él y
controlar sus impulsos agresivos, ya que no puede con todo. En este sentido, la teoría del
aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u
observación de la conducta de modelos agresivos.
Es muy importante, por ejemplo, que el adolescente tenga y encuentre un buen modelo en
sus padres. Los adolescentes se relacionan con los demás de la misma forma que lo hacen
sus padres. Si ellos mantienen una relación tranquila con los demás, es así que el
adolescente se portará delante de sus amigos. Si la relación es más bien conturbada,
probablemente el adolescente seguirá ese modelo de comportamiento.
Es por ello, que modelar la conducta y comportamiento del adolescente no es tarea fácil, en
este sentido, el presente estudio, pretende indagar acerca de la influencia del entorno social
en el comportamiento de los adolescentes.
En este sentido, el presente estudio es significativo a nivel educativo, puesto que permite a
los docentes entender la situación real desde su origen, trazar directrices para lograr que la
educación secundaria oriente su acción hacia el ejercicio docente relevante, que garantice la
adquisición por parte del adolescente de las actitudes y valores propios de la sociedad
pacífica.
A su vez, a nivel institucional, esta investigación permitirá disponer de una buena base de
información objetiva que permitirá delinear estrategias para garantizar la salvaguarda de los
adolescentes.
Desde el punto de vista social, se aspira que los resultados del estudio puedan servir como
basamento para destacar la realidad situacional que experimenta nuestra sociedad, de ser
conscientes de las manifestaciones de agresividad presentes en las aulas y centros
educativos del país.
Montenegro y Gajardo (1994), muestran estudios realizados en Chile, donde se observa que
los y las adolescentes inician el consumo de drogas alrededor de los 14 a 19 años y los
factores que influyen en estos son: un alto grado de conflicto familiar, fracaso académico,
bajo rendimiento escolar, aprobación o uso de drogas entre los amigos e insatisfacción
personal.
Todo lo expuesto muestra que los diferentes factores que interactúan en el entorno social y
hereditario del o la adolescente hacen que éstos adopten conductas y estilos de vida con alto
riesgo que pueden impedir el desarrollo de todas sus potencialidades; por ejemplo un niño
que tiene antecedentes familiares de consumo de exceso de alcohol y otras drogas, podría
estar predispuesto a esos comportamientos; al estar en contacto con modelos desviados,
está más expuesto a presentar conductas relacionadas con consumo de drogas y a delinquir
que aquellos niños que no experimentan tales situaciones.
Por otro lado, la escuela, como agente socializador, desempeña un papel importante en la
formación de los y las adolescentes. Esta institución escolar posee medios, procedimientos
y métodos para mantener el orden y la disciplina, los cuales son aplicados a aquellos que
violan las normas que rigen el comportamiento escolar (González, 1996).
Sin embargo, y a pesar de la buena influencia del sistema educacional, existe hoy en día
gran deserción, afectando a un 15% del quintil más pobre de la sociedad Chilena. Este
estudio dio a conocer que 43,7% de los varones que desertan lo hacen por desmotivación o
flojera, seguido de la situación económica (31,1%) y el problema en la escuela o mala
conducta (22,1%). Entre las niñas en cambio, es el embarazo (37,7), seguido de la
desmotivación o flojera (23,3%) y la situación económica (20,3%).
Finalmente, el informe revela que existe un alto nivel de niños desertores que confiesan
tener una relación regular, mala o muy mala al interior de los hogares (40,8%), y a su vez el
porcentaje de alcoholismo, depresión y consumo de drogas en los hogares de menores
desertores escolares es significativamente superior que en los alumnos regulares (desde 3
hasta 20 veces más). (Paz Ciudadana, 2002).
Las condiciones de trabajo, la deserción escolar y muchos otros factores en los cuales tanto
la familia como la sociedad inciden, hacen que los y las adolescentes vean cada vez más
confuso su proyecto de vida y encuentren un referente o sustituto fuera del hogar, el riesgo
se presenta si este referente es negativo o nocivo para él o la joven, así lo indican las
encuestas realizadas por una revista chilena que dice que el 10% de los adolescentes
manifiesta que la persona que menos admiran es su padre, aunque un 77% dice llevarse
bien con éste (Revista Hacer Familia.2003).
Esto puede generar un conflicto de roles dentro de la familia donde el padre o tutor no
ejerce influencia ni poder en el joven, produciéndose una desatada e incontrolada
independencia en éste, pudiéndole acarrear consecuencias negativas para su desarrollo.
La impresión de que no se enferman, está dada más bien por el hecho de que la gente joven
no consulta en los servicios de salud clásicos, donde el personal no está entrenado para su
atención, por lo tanto, no tienen una acogida adecuada.
Por lo mismo adolescentes han sido discriminados de las acciones de salud, constituyendo
una muestra de evidente inequidad que caracteriza la situación actual de salud.
El medio geográfico que rodea al joven ejerce influencia directa sobre éste, por ejemplo, las
o los jóvenes para los cuales la calle es el espacio de satisfacción de necesidades
importantes se encuentran expuestos a riesgos de todo tipo. Por otro lado, la migración
rural-urbana unida a condiciones de extrema pobreza incrementa la exposición a factores de
riesgo.
Aunque los habitantes de sectores rurales tienen posibilidades restringidas en relación con
lo que ofrecen las grandes ciudades y por ello, conductas más predecibles y probablemente
con menor influencia foránea, ya que se desarrollan más apegados a las costumbres de su
comunidad, la ruralidad se puede constituir en factor protector ya que se alejan las
dificultades de las grandes urbes como la violencia o delincuencia, sin embargo existen
menos posibilidades reales de acceso al desarrollo Modulo I: Tendencias en Salud Pública:
Salud Familiar y Comunitaria y Promoción Osorno, marzo - abril del 2005 8 educativo,
redes de apoyo en salud y en otras áreas, pudiendo tal situación constituirse en un factor de
riesgo para el desarrollo del o la adolescente.
Es importante destacar que una situación puede ser de alto riesgo en un momento de la vida
del o la adolescente, y su influencia en éstos va a depender por un lado de los logros del
desarrollo personal del o la joven como la adquisición de capacidades biológicas,
psicológicas y recursos sociales que posea y por otro de las condiciones del entorno de
acuerdo al grado en que sean protectoras, peligrosas, incapacitantes o capacitantes.
Un o una adolescente que posee esta cualidad tiene la capacidad de transformar un conflicto
en una instancia para el crecimiento y transformación. Es un potencial humano activado
que logra buenos resultados a pesar de estar expuesto a un alto riesgo, mantiene
competencias bajo la amenaza.
Poseen la habilidad de convertir un trauma en una oportunidad para el desarrollo, las crisis
son vistas como instancias de crecimiento, implican el fortalecimiento del potencial, supera
dificultades y salen fortalecidos de ellas.
Entre los factores que incrementan la resiliencia destaca la exposición previa a adversidad
psicosocial con enfrentamiento exitoso con la tensión y el peligro. Dosis gradual de
enfrentamiento de dificultad pueden operar de modo similar a la inmunización, por el
contrario, cuando la sobre protección y las decisiones están en manos de otros, fomenta un
locus de control externo y el o la joven no consolida su autoestima, por lo cual se siente a
merced de los eventos externos y por otro lado el sometimiento permanente a la adversidad
y al estrés, parece reducir fuertemente el desarrollo de la resiliencia.
Son estos jóvenes que, por ejemplo, trabajan y al mismo tiempo estudian, con la visión de
optar a nuevas opciones de desarrollo, no se dejan abatir y viven en una constante búsqueda
de oportunidades. Otra característica del o la joven es la vincularidad, que implica
intercomunicación afectiva, crear lazos consigo mismo, con los otros y con su entorno.
También al poseer sentido del humor los hace capaces de reírse de sus males, teniendo
como base el mismo sufrimiento.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA