Implosion Literaria.
Implosion Literaria.
Implosion Literaria.
En ese mismo instante, cuando sus ojos finalmente se posaron en los míos, supe de
manera exacta cuánto lo admiraba. Era mucho más de lo que había calculado, entre
noches de insomnio y auto consuelo. Pude corroborar precisamente, cuánto podía latir
un corazón de rápido sin implosionar y cuanto podía estar un ser humano sin
Lapsos perpetuos diarios, imaginando verlo dirigir su serena y armoniosa voz solo a mi
persona, en una charla intima, exclusiva del arte que mas nos gusta y que compartimos
Autores y fechas que he aprendido solo para compartir con él. Para poder embellecer
Me tomó unos eternos segundos poder manejar la voz para por fin decir:
- ¡Hola!
Una palabra que sería el saludo natural y espontaneo de cualquiera, pero que revisé
setenta y ocho veces entre mis cuerdas vocales y registros memoriales hasta lograr
Uffff!!! Debe estar pensando que soy una tonta. Debe creer que esa voz de niña
de quien habla por hablar o seguramente piensa que estoy por equivocación en su
clase. Que mis padres pagan esta costosa carrera creyendo que al fin seré alguien
mejor, apostando todo lo que tienen. Que alguien como yo, de baja estatura, con mal
gusto de la moda y sin ningún atributo natural, se interese en letras y que le cueste
balbucear
aliento de vida)
Definitivamente no solo piensa que soy una idiota, sino que tengo déficit de atención o
algún tipo de retraso madurativo. Seguramente observó lo apretado que llevo el libro a
mi pecho y debe creer que no es mío, que lo robe de la biblioteca. Siempre está
pidiendo que no se roben los libros mientas recalca que son de uso público y que
somos privilegiados al tenerlos allí. Cada clase es lo ultimo que expresa mientras se
aleja caminando con ese andar sereno y la preponderancia del rey de la manada. El
sabe de cuidados, pero no sabe que yo nunca me llevaría algo que no es mío. ¿Cómo
El murmullo del resto de jóvenes que esperaban para retirarse de la sala, se congeló al
unísono.
Eso si lo entendí.
Se que es de mañana, pero puedo asegurar que en ese instante la luna se tragó el sol
Respiro, respiro, respiro. ¡Rápido mujer que es tu oportunidad para acercarte! -Me
dije.
-Me preguntaba qué opina usted de la poesía que presenté. Me han dicho que siempre
detalla una gran devolución escrita, en la que una puede corregirse, mejorar o
El profesor bajó la vista y luego miró a su derecha y arriba, pestañeó como buscando
en su memoria.
¿Acaso va a mentirme? Eso dicen sus grandes ventanas. Todos sabemos que quien
porque agendé lo mucho que él las disfruta? Que conté cada silaba de cada verso
inconmensurables veces, que usé todas y cada una de las licencias métricas para
impresionarlo. Que si bien lo que me gusta escribir es en estilo libre, me percaté con
qué encantador énfasis habla de los sonetos y elegí hacer uno. Pestañeo por todas las
veces que minutos antes no pude. Me seco el sudor que brota escandaloso por todos
mis poros con la manga de la camisa. El libro se cae y él lo mira con desgano sin atinar
a recogerlo.
Claro que el rey de la manada es el más fuerte y además el mas sabio, pero
habitualmente es quien sale en la primera fila a defender a los suyos. Y el… no solo no
Las palabras bello, noble y asesino, se clavaron junto al nudo en mi garganta, deseando
El profesor metió las manos en sus bolsillos, tocó sus llaves como queriendo irse, volvió
muy atareado y pensaba con tiempo armar para cada uno de mis alumnos de ggsrtt
¿Qué clase de profesor era este? ¿Quiere excusar con falta de tiempo el hecho de que
mi poema le pareció nefasto y no pintó nada en su corazón que quisiera decirme? Que
acusa un ocho como sentencia. Ni el rey Agamenón de Micenas fue tan duro con su
espada como él con sus palabras o su falta de palabra, o sus números… El dolor que
Que terrible agonía encarcela mi alma herida que bajo esta apretada entrada de aire
se esfuerza por no exclamar el profuso ardor que siente. Que, por el contrario, calla y
simula algo de simpatía, para que este sujeto siga pronunciando sus falacias.
¿Cómo disimulo la congoja que resbala por mis dedos nerviosos e inquietos y que llega
hasta la comisura de mis labios formando una especie de lapida fúnebre, robusta e
¿¡Cómo puede ser que hasta los hemistiquios y las cesuras quieran ahora
bombarderme!?
¿Que las amadas palabras sean puñales que no logro sacar sin que desgarren mi
entumecida carne?
El profesor seguía hablándome, mientras hacia algunos ademanes propios de altanería
cuerpo apoyado flácido y siniestro sobre el robusto escritorio. Rascó con su dedo
Me dieron un importante premio por aquel poema. Mi primero, único y último poema.
Claro que nunca lo pude recibir. El profesor, en cambio, dio un majestuoso discurso.
Habló de mí y de mi esencia por horas. Tuvo tiempo para reflexionar sobre su nota
hasta cambiarla e incluso recitó la prosa más dulce jamás pronunciada, en mi honor y
frente a todos.
Claudia M.-