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Manual Fisioterapia

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MANUAL FISIOTERAPIA

DIAGNÓSTICO MÉDICO Y ENFERMERO DE LA ARTROSIS

Historia clínica y exploración física. La exploración física sirve para detectar la presencia de dolor al
movilizar la articulación y, en ocasiones, cierto grado de inflamación (tumefacción) y derrame
articular. En fases avanzadas, la articulación está deformada y presenta ruidos articulares
(crepitaciones) cuando se moviliza.

diagnóstico: analítica de sangre general para diagnóstico


Datos de laboratorio. La artrosis habitualmente no produce alteraciones en los análisis de sangre.
No obstante, en ocasiones, pueden ser de utilidad para excluir otros procesos reumáticos. El
líquido articular es de características fundamentalmente mecánicas, es decir, casi transparente y
sin presencia de células.

diagnóstico radiografía
Radiografía. La utilización de la radiografía es imprescindible para confirmar el diagnóstico. Los
signos radiológicos de la artrosis son muy característicos: crecimiento del hueso que sobresale de
la articulación (osteófitos); disminución del espacio articular y un aumento de densidad (esclerosis)
del hueso adyacente.

diagnóstico resonancia magnética nuclear o RMN y pruebas de la Artritis Reumatoide


Pruebas complementarias. En raras ocasiones, es preciso realizar otras exploraciones
complementarias como una ecografía o resonancia magnética, etc. Cuando se utilizan,
habitualmente, es para descartar otras causas de afectación de la articulación, como la artritis o las
infecciones.

La principal medida que tienen que tener en cuenta los grupos de riesgo para prevenir el
desarrollo de la enfermedad es llevar una dieta sana y equilibrada, como la dieta mediterránea,
realizar ejercicio físico de forma moderada, actividades que sean acordes a la edad y el estado
físico actual de la persona y evitar la obesidad.
El ejercicio moderado, 10 a 20 minutos al día, como caminar por terreno llano o montar en
bicicleta, es bueno para la artrosis de rodilla o de cadera. No se deben hacer aquellos ejercicios
que produzcan dolor. Los días que se tenga más dolor es conveniente guardar reposo durante 2 o 3
días.
No se debe mantener mucho tiempo una postura, ni estar mucho tiempo de pie quieto. Hay que
evitar posturas perjudiciales como estar de rodillas y ponerse en cuclillas.
Conviene limitar el esfuerzo físico intenso, como cargar objetos pesados o las actividades laborales
que implican sobreesfuerzo. En caso de tener la enfermedad se deben evitar los movimientos que
producen dolor, sin llegar a inmovilizar la zona.
Por las mañanas, cuando se tiene mayor rigidez y dolor, es conveniente la ducha de agua caliente,
con chorro fuerte para dar calor a las articulaciones y masaje local.
Hay que usar calor o frío, lo que mejor alivie, pero no más de 20-30 minutos al día. El calor local
puede calmar el dolor, aplicado en forma de baño o con una manta eléctrica. El frío es bueno para
reducir la inflamación y tonificar la zona. Por la mañana es normal que duela más, debido a la
inactividad de la noche; por ello, el baño caliente por la mañana es una buena manera de
desentumecer las articulaciones afectadas.
Se debe dormir en cama dura y sentarse en sillas de respaldo recto.
Mejor usar el ascensor que las escaleras.
No hay que caminar cargado de cosas; mejor usar el carro de la compra.
Usar un calzado cómodo también es fundamental, para evitar adoptar posturas incorrectas.
Algunos pacientes encontrarán útil el uso de bastón, para favorecer la marcha, mantener el
equilibrio y evitar las caídas.
Los signos y los síntomas de la artrosis, que pueden aparecer de manera rápida o lenta, son los de
dolor y rigidez articulares, y alteración funcional. El dolor se debe a la inflamación sinovial, a la
distensión de la cápsula articular, al espasmo muscular y a la irritación de las terminaciones
nerviosas. Descrito inicialmente por los pacientes como una molestia de carácter difuso, el dolor
suele incrementarse con la actividad física y aliviarse con el reposo. A medida que empeora la
enfermedad, el dolor se hace más intenso y aparece tanto durante la actividad física como durante
el reposo2,3.
Los pacientes pueden presentar sensación de bloqueo o inestabilidad en la articulación afectada.
Los movimientos se suelen acompañar de sensaciones de crepitación y rechinamiento en las
articulaciones. En los casos más intensos, incluso las actividades mínimas pueden inducir dolor
asociado a la disminución del rango de movimientos y a la presencia de una lesión estructural. A
menudo, los pacientes notan la rigidez nada más levantarse por las mañanas, durante un período
de 30-40 minutos; después, la rigidez disminuye a medida que realizan movimientos. Las
limitaciones de los movimientos articulares y la inestabilidad en las articulaciones alteran la
función y el movimiento4,5.
El establecimiento del diagnóstico de artrosis requiere una combinación de datos de la historia
clínica y de hallazgos en la exploración física y en los estudios de imagen. La exploración física suele
poner de manifiesto sensibilidad dolorosa a la palpación y aumento de tamaño de las
articulaciones, además de dolor con los movimientos. La pérdida del cartílago articular es visible
en el estudio radiológico simple en forma de una estenosis del espacio articular. (Véase el cuadro
Artrosis de la rodilla.) También pueden ser visibles cambios en los bordes articulares y la presencia
de osteofitos (espolones óseos) que se deben a una regeneración incompleta del cartílago. Cada
uno de estos cambios de manera individual no indica un diagnóstico de artrosis, pero la
combinación de estos factores refuerza la posibilidad de dicho diagnóstico4,5. (Véase el cuadro
Criterios clínicos de la artrosis de la rodilla.)
Dado que la artrosis no es realmente una enfermedad sistémica, las pruebas analíticas sanguíneas
carecen de utilidad para su diagnóstico. Sin embargo, sí pueden ser útiles para descartar un
proceso de carácter reumático que en algunos casos aparece junto con la artrosis. En los casos en
los que hay inflamación, la artrosis puede dar lugar a un incremento ligero del recuento
leucocitario y de la velocidad de sedimentación eritrocitaria4,5.

PATOLOGÍA (DEFICICION, ETIOLOGÍA)


La artrosis es una enfermedad reumática que lesiona el cartílago articular.

Las articulaciones son los componentes del esqueleto que nos permiten el movimiento y, por
tanto, nuestra autonomía funcional y están formadas por la unión de dos huesos a través de la
cápsula articular. En el interior de las mismas existe, generalmente, un fluido llamado líquido
sinovial que es producido por la membrana sinovial. Los extremos óseos que se unen para formar
la articulación están recubiertos por el cartílago articular.

Cuando este cartílago articular se lesiona, se produce dolor, rigidez e incapacidad funcional.
Normalmente la artrosis se localiza en la columna cervical y lumbar, algunas articulaciones del
hombro y de los dedos de las manos, la cadera, la rodilla y la articulación del comienzo del dedo
gordo del pie.

Síntomas
Es importante diferenciarla de la artritis, ya que en ésta es la inflamación la causante de la
enfermedad y en la artrosis es el “desgaste”. Son dos enfermedades que cursan con dolor, en
ocasiones hinchazón y rigidez, pero en la artrosis el dolor es de tipo mecánico (es decir, se
desencadena con los movimientos y mejora con el reposo).

Origen
Esta enfermedad reumática no es hereditaria, pero sí tiene un componente de riesgo genético que,
junto con otros factores, puede hacer que aparezca con más facilidad en los sujetos que tienen una
historia familiar. Es importante conocer esto y conocer también que factores de riesgo como la
obesidad, la falta de ejercicio físico o las alteraciones en la postura influyen en el desarrollo de la
enfermedad y modificarlos está al alcance del propio paciente tanto para prevenir o retrasar los
síntomas como para favorecer al tratamiento.

Prevalencia
En España, la artrosis afecta al 10% de la población general, representando casi la cuarta parte del
total de pacientes atendidos en las consultas de los reumatólogos. Según el estudio EPISER 2016
de la Sociedad Española de Reumatología, la artrosis sintomática de rodilla tiene una prevalencia
puntual del 13,83% y la artrosis de mano del 7,73%. Asimismo, otros estudios han revelado que
alrededor de la mitad de la población adulta de más de 50 años muestra signos radiológicos de
artrosis de rodilla aunque es más frecuente en mujeres sobre todo a partir de 55 años.

Tipos de artrosis según la zona afectada


Artrosis de cadera
Artrosis cervical
Artrosis lumbar
Artrosis de mano
Artrosis de rodilla
Diagnóstico

El diagnóstico de la artrosis se realiza teniendo en cuenta los síntomas que explica el paciente, las
alteraciones que observa el médico al explorar las articulaciones y, en algunos casos, las pruebas
complementarias solicitadas.

Entre las pruebas complementarias que ayudan a confirmar el diagnóstico de artrosis destacan las
radiografías simples y el análisis del líquido de las articulaciones si presentan derrame articular. Los
análisis de sangre y orina no presentan alteraciones en la artrosis. En general, no es necesaria la
realización de otras pruebas de imagen como TAC, resonancia magnética ni gammagrafía para el
diagnóstico de artrosis salvo que existan complicaciones asociadas.

Tratamiento
En la actualizada no existe una cura para la artrosis, por lo que el objetivo del tratamiento de la
artrosis es mejorar el dolor, retrasar la evolución de la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
Para ello, se dispone de varias alternativas: medidas físicas, fármacos y cirugía. Más información en
este enlace.

CONCLUSIÓN

La artrosis es una afección seria, pero puede ser tratada; la mayoría de las personas mejora gracias
al tratamiento. Es importante obtener el diagnóstico correcto y trabajar con su médico para
establecer el mejor plan de tratamiento.

BIBLIOGRAFÍA

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