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Gloria Gaitan Carta Feria Libro Caracas

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Bogotá, junio 22 de 2023

Señor
Miguel Arturo Contreras
La Ciudad

Ref: Feria del Libro en Caracas

Estimado Miguel Arturo,

Me entusiasma que los compañeros venezolanos quieran editar una biografía sobre mi
padre, Jorge Eliécer Gaitán. En años pasados se adelantaron gestiones para el mismo
objetivo, pero los compañeros de entonces afirmaron que era condición sine qua non que
los libros fueran regalados, tal como lo decretó – según me dijeron - el comandante Chávez.
Resulta que ese es un principio que riñe antagónicamente con lo establecido por mi padre,
quien consideraba que había que forjar en el pueblo una cultura del emprendimiento, la
autoestima, la dignidad y la participación, que sustituyera la mentalidad patriarcal y
mendicante de la Democracia Burguesa.
Cuando lo que se pretende es hacer una revolución verdadera, se requiere que la
ciudadanía cuente con una cultura participativa comprometida, lo cual significa que el
pueblo debe estar dispuesto a involucrarse completamente en el proceso, ya que toda
revolución implica sacrificios, y al pueblo hay que prepararlo para ello. La participación no
es solo una condición para obtener privilegios sino, igualmente, para estar dispuestos,
colectivamente, al sacrificio, a la lucha y al emprendimiento.
Pienso que esta anécdota, que a continuación relataré, ilustra lo que es la participación
comprometida y auténticamente revolucionaria. Cuando Gaitán lanzó la idea de publicar un
diario, al que llamó Jornada, propuso que se hiciera con acciones de la ciudadanía. Y así se
hizo, con la compra de acciones por parte de profesionales, de amas de casa, de obreros,
de monjas, de campesinos y de gente muy humilde. Es así como Luis David Peña, que
presenció uno de estos actos de participación, relató que en muy pocos días se logró
obtener el capital necesario para adquirir la imprenta y escribió que “El entusiasmo con que
las gentes entregaban sus pequeños haberes para esta empresa, la manera generosa,
desinteresada y nobilísima con que cooperaban obreros, empleados y campesinos, es uno
de los más bellos capítulos de la biografía de “Jornada”.
Yo sé que esa actitud generosa no surgió de la noche a la mañana. Fue tarea forjada por los
lineamientos de la ideología gaitanista, inoculada a través de largos años. En su libro Gaitán
Intimo escribe Peña: “Una tarde del mes de julio de 1946, me hallaba en la oficina del gran
caudillo, en el Edificio Agustín Nieto, cuando una chiquilla solicitó una entrevista con él. La
secretaria le anunció al doctor Gaitán la visita de la pequeña y éste accedió de inmediato a
recibirla. Se trataba de una niña de unos diez años, muy humildemente vestida, con los
zapatos rotos, deshilachado el pobre traje de zaraza. Pertenecía quizá a una paupérrima
familia de barriada. Ante Gaitán la chiquilla no se mostró tímida. Fijó en el líder sus grandes
ojos oscuros, y alcanzó a sonrojarse levemente. “Doctor Gaitán – le dijo – en esta alcancía
tengo algunos ahorritos. Vengo a entregárselos para el periódico que quiere fundar”. Dejó
en las manos del jefe del pueblo aquel donativo. En efecto, la alcancía guardaba algo más
de un peso”. (nota mía: un peso era lo que valía una acción de Jornada). Y continúa Peña
su relato diciendo: “Profundamente conmovido Gaitán dio las gracias a la pequeña. Le hizo
algunas preguntas sobre su familia y la acompañó hasta la puerta de su despacho. No
recuerdo quiénes más estaban en la oficina en ese momento. Lo cierto es que el caudillo se
volvió hasta nosotros y nos dijo: “Yo hubiera podido devolverle el dinero a la chiquilla, que
probablemente es el producto de muchos sacrificios. Tiene un peso y unos centavos que
deben representar muchos días sin “onces”. Pero le hubiera dado un golpe fatal. El inmenso
esfuerzo que representa para ella entregar esa suma, está compensado con un infinito
placer. Ese es el pueblo colombiano: generoso, noble, desinteresado. De ahí mi fe
inquebrantable en él. Nada podrá detener nuestra victoria con gentes como esta”.
Creo que esta anécdota explica a profundidad cómo deben distribuirse los libros sobre
Gaitán, porque sus ideas y sus palabras no estaban formuladas con destino a los
académicos, sino al pueblo, a los humildes, a los menesterosos y toda acción en torno suyo
debe tener ese mismo objetivo, buscando en forma coherente la dignidad y la genuina
participación popular, porque la revolución es para el pueblo, pero debe ser gestada y
defendida por el pueblo.
Como yo gozo de ser la única heredera universal de la obra completa de mi padre, quiero
dejar constancia en esta carta que, por respeto a mi padre, a su ideología y a sus métodos
de lucha, no permitiré que los libros se regalen. Deben ponerse a la venta, así sea a un
precio que, si bien signifique un esfuerzo, sea adquirido por quienes, en realidad, deseen
leerlo. Es cuestión de dignidad, es cuestión de cultura participativa, es cuestión de
coherencia. Es la única condición que pongo como beneficiaria de los derechos de autor.
Sé que nunca más que ahora es necesario que en Colombia y en Venezuela se conozca A
FONDO el ideario de Gaitán, que indica un camino popular en momentos en que el
capitalismo ha forjado un pensamiento que está haciendo crecer globalmente la mentalidad
fascista y que los poderosos están decididos a no permitir que haya un cambio. Pero esto
solo se logrará si se tiene como propósito forjar en la ciudadanía una cultura participativa,
de dignidad y autoestima. Sin ello no es posible el cambio. Y esos libros, de ser regalados,
caerían en el vacío de una sociedad donde la caridad reemplaza a la equidad.
Reciba, estimado compañero, mis agradecimientos por la gestión que está adelantando,
para que la obra de Gaitán sea editada en Venezuela. Y, por favor, hágales llegar a los
hermanos venezolanos y a los colombianos que allí habitan, mi cordial saludo.

Con aprecio,

GLORIA GAITÁN JARAMILLO

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