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Revista Veritas - Octubre 2021-1

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LA MENDICIDAD INFANTIL Y SU IMPACTO EN LOS DERECHOS DE LOS

NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

Margarita Jaimes Velásquez 1


Mary Arteaga González2

Resumen

La mendicidad es una práctica que ha existido de tiempos inmemoriales. Sin embargo,


cuando son niños, niñas y adolescentes los que la practican el Estado debe
protegerlos y garantizar su bienestar. Es así como nos preguntamos ¿cuál es el
impacto de la mendicidad en los derechos de los niños, niñas y adolescentes en
Colombia? Para alcanzar los objetivos se realizó una búsqueda en bases de datos,
se analizaron documentos y sentencias mediante fichas y así se logró desarrollar una
metodología cualitativa, propia de las revisiones documentales, configurándose en
una investigación jurídica. Finalmente, una vez discutidos los conceptos de
mendicidad, interés superior del niño, las obligaciones del estado para con los
menores y los derechos fundamentales vulnerados con este flagelo, se concluyó que
el Estado ha incumplido con el deber de garantizar los derechos de la niñez y la
adolescencia

Palabras clave: Mendicidad, menores de edad, derechos fundamentales,


Colombia.

Abstract

Begging is a practice that has existed for a long time, however, when children and
adolescents are the ones who develop it, the State must verify their conditions in order
to guarantee their wellbeing. In order to achieve the objectives, a database search was
conducted, documents and sentences were analyzed by means of files, and in this
way a qualitative methodology was developed, typical of documentary reviews, which
became a legal research. Finally, once the concepts of begging, the best interest of
the child, the obligations of the State towards the minors and the fundamental rights
violated with this scourge were discussed, concluded that the State has failed to
comply with its duty to guarantee the rights of children and adolescents.

Keywords: Begging, minors, fundamental rights, Colombia.

Introducción

1
Abogada, especialista en Derechos Humanos, Mg en educación de los Derechos Humanos. Docente
investigadora. Correo: jaimes.margarita@gmail.com
2
Abogada egresada de la Corporación Universitaria del Caribe. Correo mary.arteaga@cecar.edu.co
3
El ordenamiento jurídico colombiano consagra el principio del interés superior
del niño como principio rector para garantizar los derechos fundamentales de los
niños. Así lo prevé el artículo 44 de la Carta, el cual reza “los derechos de los niños
prevalecen sobre los derechos de los demás” (Asamblea Nacional Constituyente,
1991). Seguidamente la norma señala que la familia, la sociedad y el Estado son los
obligados a asistir y proteger a los menores para su desarrollo integral y el goce de
los derechos reconocidos por la misma Constitución y los distintos tratados
internacionales, protegiéndolos especialmente del abandono, la violencia, el
secuestro, la venta, el abuso sexual, la explotación y los trabajos riesgosos. Al
respecto la Corte Constitucional ha reconocido una serie de parámetros para aplicar
este principio en los casos donde estén amenazados los derechos de los menores y
que previamente fueron acogidos por organismos internacionales, bajo la premisa de
que el interés superior del niño es “un derecho sustantivo, un principio interpretativo y
norma de procedimiento.” (Sentencia T-287, 2018, pág. 10)

A lo anterior se suma que la Constitución estableció que las personas en


condiciones de debilidad manifiesta, dada su situación de vulnerabilidad, deben recibir
una protección especial y reforzada por parte del Estado (Asamblea Nacional
Constituyente, 1991). Dentro de esa población, en razón a su inmadurez mental y su
debilidad física comparada con las de un adulto, se hallan los niños, niñas y
adolescentes, situación que conllevó a que desde larga data se incorporaron en el
ordenamiento jurídico normas que propendan por la protección de los menores. No
obstante, cuando se habla de mendicidad infantil tropezamos con obstáculos que
impiden precisar la cantidad de menores que son obligados a tal práctica, los rangos
de edades de los que son forzados a ella, las causas de su existencia y perpetuidad
y muchas otras situaciones que denigran y ponen en riesgo a los infantes. El
desconocimiento sobre la magnitud del flagelo se convierte, hipotéticamente, en una
barrera para que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) lleve a cabo
tanto el proceso de restablecimiento de derechos de estos menores, como el debido
acompañamiento a las familias para superar estas condiciones.

Partiendo de lo dicho, y reiterando que los derechos fundamentales son aquellos


elevados a rango constitucional y, que a juicio de la Corte Constitucional “i) se
relacionan funcionalmente con la realización de la dignidad humana, (ii) pueden
traducirse o concentrarse en derechos subjetivos y (iii) encuentran consensos
dogmáticos, jurisprudenciales o de derecho internacional, legal y reglamentario sobre
su fundamentalidad.” (Sentencia T-428, 2012, pág. 1)

Se debe realizar una identificación de los derechos fundamentales que la


mendicidad afecta en los niños, niñas y adolescentes, ya que en esta “el menor está
siendo instrumentalizado para solicitar una ayuda económica o con la finalidad de que
se le pueda convertir en una herramienta o instrumento para mendigar” (Díez, 2009,
4
pág. 9) según criterio de David Manuel Díez, presidente de la Agrupación de
Abogados Jóvenes de León.

Por otro lado, UNICEF, en un estudio sobre la trata de personas, señaló que la
cantidad de personas tratadas con fines sexuales opaca las otras formas de trata,
como la que procura la mendicidad. Esto evita que tomemos conciencia de esta
realidad, haciéndose un hueco en los informes y estadísticas internacionales.
Además, la agencia de policías de Europa (Europol) reveló que las mafias que
“compran” niños mendigos ganan hasta 160.000 euros por cada uno, de ahí que
reclutan a niños desde los 5 años, que proceden mayoritariamente de Rumanía,
Bulgaria y Marruecos; (Castaño & Pérez, 2017)

En Colombia el aumento de menores dedicados a la mendicidad obedece a que


conjuntan varios factores. De un lado la pobreza, la crisis migratoria, el desempleo y
la falta de educación, entre otras circunstancias, provoca que niños, niñas y
adolescentes carezcan de educación, recreación y alimentación y deambulen por las
calles en procura de conseguir unos pocos pesos para la subsistencia de ellos y sus
parientes. Del otro las condiciones socioeconómicas de sus familias, la trata de
personas y las presiones de los adultos que los fuerzan y se lucran a sus costas. Todo
esto frustra el desarrollo de esa población, cuya cotidianidad está plagada de
privaciones y riesgos.

La pobreza en Colombia, según la revista Dinero, hasta el mes de julio del año
2020 representaba el 26,9% de la población (50.372.424 personas
aproximadamente). Para la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo
(2020) afirma que a causa de la cuarentena obligatoria para evitar el contagio masivo
del COVID-19 la pobreza aumentará en Colombia a un 42,7% del total de la población,
mientras que la pobreza extrema subirá de un 7,4% hasta 16,2% de la población. Sin
embargo, los indicadores lograron disminuirse gracias a los subsidios públicos que el
Gobierno otorgó en medio de esta crisis, quedando la pobreza en 38% y la pobreza
extrema en 11,3%; (Dinero, 2020) los datos siguen siendo desalentadores, porque las
poblaciones más vulnerables, como lo son los niños, niñas y adolescentes, serán
quienes reciban el mayor impacto de estas problemáticas, lo que seguramente
aumentará la cantidad de personas menores de 18 años ejerciendo la mendicidad

Aunado a lo anterior, según el Departamento Administrativo Nacional de


Estadística (DANE) de la población actual “el 31,02% de la población son niños, niñas
y adolescentes”, (2018) es decir, aproximadamente 15.454.633, pero solo 10.020.294
eran estudiantes en alguna de las 53.295 sedes educativas que existen en el territorio
nacional, (2018) lo que deja a más de cinco millones de niños, niñas y adolescentes
sin acceso al derecho humano de la educación. Lo anterior plantea los niveles de
pobreza que afectan a los niños, niñas y adolescentes.

5
No obstante, no existen cifras exactas del número de niñas, niños y adolescentes
(en adelante NNA) que ejercen la mendicidad. Una de las razones para la escasa
información es la alta movilidad de estos. Solo se conocen cifras cuando el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) realiza acciones de protección y
restablecimiento de los derechos. Esta situación es compleja porque en muchas
ocasiones están acompañando a un adulto de su familia directa, por lo que no es fácil
probar que está siendo utilizado para la mendicidad ajena, esto debido a que muchas
familias están en los niveles de pobreza o pobreza extrema. Igualmente se precisa
que la mendicidad no es un delito tipificado en Colombia.

Metodología

Esta es una investigación de corte jurídico ya que tiene una finalidad cognoscitiva
del estudio del ordenamiento jurídico, así lo ha expresado Carlos Sarlo (2003) al
considerar que la metodología de la investigación jurídica se centra en las operaciones
lógicas que busca resolver problemáticas sociales desde el saber jurídico que para el
caso es conocer los derechos fundamentales de los NNA instrumentalizados mediante
la mendicidad infantil. Para ello las fuentes consultadas fueron las normas, la
jurisprudencia y textos académicos-

1. La mendicidad y el principio del interés superior del menor.

Como flagelo social la mendicidad ha existido desde el inicio de las sociedades,


ya que está unida a la pobreza y a la desigualdad social y económica. El Diccionario
de la Lengua Española contempla dos acepciones a la palabra, por un lado, la acción
de mendigar y por el otro, el estado o situación de mendigo; (Real Academia Española,
2014)

Cristina Montalvo, Alberto D’Andreis y Hugo Hernández que la mendicidad “es


la acción de solicitar en las calles comida, ropa, medicamentos y esencialmente
dinero, lo que se conoce como limosna”; (2017, pág. 2) otros autores como Demetrio
Casado (1993) expresa que la mendicidad guarda una íntima relación con la pobreza
de un territorio, ya que los pobres recurren a ella para autogestionarse en los
momentos donde los mecanismos de integración social de solidaridad compuestos
por la familia y los amigos, así como el mercado nacional o local, los esfuerzos
privados de intervención social y la política pública de carácter social han fallado,
dejando a la persona sin medios u otras formas para la subsistencia.

Miguel Fabre, en su tesis doctoral, puntualiza que la mendicidad,


específicamente la infantil, se inicia en la vía de la inadaptación y la marginalidad.
Desde sus primeros años aprenden a mendigar observando que sus familiares la
ejercen cotidianamente. Esto configura su adiestramiento que los condiciona para
entender esta práctica como “una tarea normal y una forma más de ganarse la vida”
6
(2000, pág. 55). Todo este entorno alienta la ignominia que afecta a niños, niñas y
adolescentes que a los que se les somete a pedir y desde muy temprano se les expone
a ultrajes y vejámenes.

Según Esteban Martínez (2000) la mendicidad de una forma sencilla y entendible


como la “situación social de individuos que no poseen trabajo ni ingresos de ninguna
clase y viven de la limosna como medio para solucionar sus necesidades más
inmediatas” (2000, pág. 43) concepto que claramente solo hace referencia a la
mendicidad se realiza en nombre propio y como forma de suplir las necesidades
individuales o familiares, excluyendo así la mendicidad forzada o en nombre de otros.

Teniendo como sustrato las definiciones atrás transcritas, afirmamos que la


mendicidad no solo es una actividad que realizan quienes carecen de ingresos para
subsistir en condiciones dignas, de manera que para mal vivir recurren a la caridad de
otras personas, sino, también, un flagelo social que germina en medio de la pobreza,
la falta de oportunidades y la ausencia de políticas sociales que logren, si no su
erradicación, por le menos su disminución. De esto se aprovecha la delincuencia, que
se empecina en perpetuarla, pues son muchos los menores a los que se les fuerza
para que pidan con la finalidad de favorecer a otros. Tal constreñimiento atenta contra
la dignidad de los infantes y adolescentes y constituye otra modalidad de trata de
personas.

Los datos oficiales ratifican nuestro parecer. En efecto, el Instituto Colombiano


de Bienestar Familiar (ICBF) señaló que para mitad del año 2019 se habían
identificado cerca de 2 mil niños, niñas y adolescentes en situación de mendicidad. A
ellos, aparte de atenderlos, se les inició los procesos para restablecerles sus
derechos. La investigación halló no solo que los NNA víctimas eran alquilados por sus
familias, sino que eran drogados para controlarlos y mantener la situación de
dependencia con su explotador. (RCN Radio, 2019)

1.1. Principio del interés superior del niño

En Colombia es el artículo 44 constitucional el que establece que los derechos


de los niños prevalecen sobre los demás, por lo tanto, los casos en los que estos se
vean envueltos deben resolverse en su favor y siempre teniendo en cuenta lo que es
mejor para ellos, propiciando así un desarrollo físico, emocional y moral adecuada y
que realce la importancia de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

El principio del Interés Superior del Niño puede ser definido como:

La potenciación de los derechos a la integridad física y psíquica de cada


uno de los niños y niñas, persiguiendo la evolución y desarrollo de su
personalidad en un ambiente sano y agradable, que apremie como fin

7
primordial el bienestar general del niño o niña. (López-Contreras, 2015,
pág. 55)

La prevalencia de los derechos de los menores se sustenta en la necesidad de


que el niño se críe en un ambiente apto para su desarrollo, ya que en la infancia y la
adolescencia estos se enfrentan a su época de aprendizaje, por lo cual dejarlos
expuestos a flagelos como la mendicidad distorsionará las enseñanzas que deben
adquirir para su vida de adulto.

Por otro lado, hay quienes señalan que la función de este principio es orientar al
juez o autoridad que esté analizando una situación donde se discutan los derechos
de un menor, por lo que el ISN vendría a ser una garantía de satisfacción de los
derechos de los niños, las niñas y los adolescentes. (Cillero, s.f)

El Código de Infancia y Adolescencia por su parte ha definido el interés superior


del niño en su artículo 8° bajo los siguientes términos: “se entiende por interés superior
del niño, niña y adolescente, el imperativo que obliga a todas las personas a garantizar
la satisfacción integral y simultánea de todos sus Derechos Humanos, que son
universales, prevalentes e interdependientes.” (Congreso de la República, 2006)

Partiendo de lo anterior, consideraremos que el ISN es una garantía de la


prevalencia de los derechos de los niños, niñas adolescentes, que tiene la finalidad
de servir como principio rector de todas las actuaciones en las que esté inmerso un
menor, para así asegurar el desarrollo armónico de estos sujetos; máxime cuando sus
derechos son universales, prevalentes e interdependientes de acuerdo con la Ley
1098 de 2006.

1.2. Antecedentes internacionales

Se dice que el principio del Interés Superior del Niño (ISN) surgió en el derecho
anglosajón como una forma de solucionar los conflictos familiares, no obstante, su
antecedente internacional más antiguo se encuentra en la Declaración de Ginebra
sobre los Derechos de los niños del 26 de diciembre de 1924. En esta época y
mediante esa declaración, la Sociedad de las Naciones reconoció por primera vez que
existen derechos específicos en favor de los niños y niñas y que los adultos tienen
una responsabilidad para con ellos. La Declaración estableció que “la humanidad
debe al niño lo mejor que ésta puede darle”, así mismo, reconoce a los niños el
derecho a desarrollarse “de manera normal, material y espiritualmente”, el derecho a
ser protegido contra el hambre, el abandono, la enfermedad y la soledad, y,
específicamente en su artículo 4 se le reconoce el derecho a estar protegido de la
explotación; (La Sociedad de Naciones, s.f, pág. 1) por lo que, a pesar de no ser
vinculante, esta Declaración es una primera herramienta de protección a los niños,

8
niñas y adolescentes, especialmente al incluir el vocablo explotación en el que a
nuestro modo de ver incluye la mendicidad.

Posteriormente, en el año 1948 las Naciones Unidas aprobó la Declaración de


los Derechos del niño, disponiendo como principio segundo que

El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades


y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que
pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en
forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y
dignidad. (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1959, pág. 2)

Además, respecto al ISN establece que este debe ser un principio rector “de
quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación; dicha
responsabilidad incumbe, en primer término, a sus padres”, (Asamblea General de las
Naciones Unidas, 1959, pág. 3) así como debe ser objeto especial de protección
contra el abandono, la crueldad y la explotación, por lo que prohíbe la trata de niños.

Otros tratados internacionales que se han pronunciado respecto al ISN son el


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos – PIDCP: Art. 21.1; que reconoce
el derecho de los niños a las medidas de protección que su condición de menor
requiere, de parte de la familia, la sociedad y el Estado. (Asamblea General de la
ONU, PIDCP, 1966)

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales –


PIDESC que en su artículo 10.3 establece el deber de adoptar medidas especiales de
protección y asistencia en favor de todos los niños, niñas y adolescente, así como la
protección contra la explotación económica y social. (Asamblea General de la ONU,
PIDESC, 1966)

La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra


la Mujer en los artículos 5° y 16 obliga a los estados a adoptar medidas legislativas
que garanticen que el interés de los hijos será primordial en todos los casos respecto
a la educación. (Asamblea General de la ONU, 1979)

La Convención Americana sobre Derechos Humanos, también conocida como


Pacto de San José, establece que todos los niños tienen “derecho a las medidas de
protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad
y del Estado.” (Organización de Estados Americanos- OEA, 1969, pág. 8)

Por último, el principal cuerpo normativo internacional que protege a los niños,
niñas y adolescentes es la Convención sobre los Derechos del niño, misma que en su
artículo 3 contempla el principio interés superior del niño y establece la obligación de
protección en cabeza de los padres, los tutores, la sociedad y el Estado.
9
Como se observa, estas disposiciones internacionales tienen en común que
todas procuran asegurar el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes desde un
enfoque de protección de todas las fuerzas vivas de la sociedad y el estado.

Por su parte la Corte Constitucional de Colombia al referirse a los niños, niñas y


adolescentes ha reconocido que estos son sujetos de especial protección
constitucional, por lo que la familia, el Estado y la sociedad en general deben
garantizar dicha protección, así mismo, al estar consagrada esta protección en el
artículo 44 Superior, dicha protección tiene como alcance:

A. Que se reconozca el carácter fundamental de los derechos de los niños;


B. Que se les brinde protección a los menores frente a riesgos prohibidos; C.
Que existe corresponsabilidad entre la familia, la sociedad y el Estado en la
asistencia y protección de los niños, niñas y adolescentes; D. Se les brinda la
garantía para su desarrollo integral; y E. Prevalecerá el interés superior del niño.
(Sentencia C-569, 2016, pág. 13)

Respecto a este último se ha establecido que se caracteriza por ser concreto,


relacional, no excluyente, autónomo y obligatorio para todos.

En otro pronunciamiento esta Corporación señaló que

Los niños, niñas y adolescentes no sólo son sujetos de derechos, sino


que sus intereses prevalecen en el ordenamiento jurídico. Así, siempre
que se protejan las prerrogativas a su favor, tanto las disposiciones
nacionales como las internacionales, deben ser tenidas en cuenta en su
integridad, eludiendo la hermenéutica descontextualizada de las normas
aisladamente consideradas. (Sentencia T-468, 2018, pág. 25)

Finalmente, el ISN debe aplicarse para procurar que los niños, niñas y
adolescentes desarrollen su proyecto de vida, por lo que el Estado, la familia y la
sociedad deben velar y proteger, promover y garantizar los derechos de la infancia y
la adolescencia en todo el territorio nacional, evitando toda forma de explotación o
instrumentalización que impida el desarrollo armónico de estos.

2. Obligaciones del estado colombiano en materia de protección de los niños,


niñas y adolescentes

La norma de normas en nuestro ordenamiento jurídico consagra en su artículo 44 que:

La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger


al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de
sus derechos. (…) Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de
los demás (Asamblea Nacional Constituyente, 1991)

10
Estableciendo el fundamento constitucional de la responsabilidad del Estado en
la protección y garantía de los derechos de los NNA en específico, sin embargo, otras
disposiciones como la protección establecida en el artículo 13 superior le serán
aplicables, ya que, por sus condiciones físicas, mentales y a veces económicas, se
encuentran en circunstancia de debilidad manifiesta frente a otros grupos
poblacionales. (Asamblea Nacional Constituyente, 1991)

Así mismo, le asiste el respeto a su dignidad humana de acuerdo con lo


establecido en el artículo 1° constitucional, por lo cual los NNA deben ser tratados
acorde con su condición de seres humanos, máxime cuando a dignidad humana es
en sí misma un principio fundante del Estado Social de Derecho, un derecho
fundamental autónomo y un principio constitucional.

Colombia ratificó mediante la Ley 12 de 1991, la Convención Internacional de los


derechos del niño (1979) con base a esta el Estado está en la obligación de
implementar las medidas que sean necesarias para proteger y cuidar a los niños,
niñas y adolescentes en su territorio, así como adoptar las medidas administrativas,
legislativas y de otra índole, necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos
a los niños en la Convención. Cada apartado de ella impone una obligación específica,
entre ellas, evitar que los niños sean discriminados, garantizar la supervivencia y
desarrollo de estos, proteger y restablecer la identidad del niño, protegerlos contra los
malos tratos, velar especialmente por los niños refugiados, y así sucesivamente por
cada derecho reconocido a los NNA. (Convenciòn sobre los Derechos del Niño, 1989)

En el ordenamiento jurídico colombiano el Código de Infancia y Adolescencia


consagra en su Título II Capítulo I las obligaciones que tienen la familia, la sociedad y
el Estado para con los niños, niñas y adolescentes (NNA); estableciendo que es deber
del Estado garantizar a los niños, a las niñas y a los adolescentes su pleno y
armonioso desarrollo para que crezcan en el seno de la familia y de la comunidad, en
un ambiente de felicidad, amor y comprensión (Congreso de la República, 2006)

Este destina un capítulo para establecer las obligaciones del Estado, la familia y
la sociedad las obligaciones específicas del Estado en todos sus niveles (nacional,
departamental, distrital y municipal) están dispuestas en el artículo 41 donde reitera
la necesidad de garantizar los derechos consagrados en el artículo 44 de la
Constitución Nacional. (Asamblea Nacional Constituyente, 1991)

También le impone que debe diseñar y ejecutar políticas públicas sobre infancia
y adolescencia que estén orientadas a crear condiciones para que los NNA ejerzan
sus derechos y a la vez se protejan estos de cualquier amenaza o afectación. Así
mismo debe asignar recursos para el desarrollo de políticas públicas para la infancia
y la adolescencia. (Alianza por la Niñez Colombina, 2011) igualmente debe

11
restablecer los derechos de los NNA cuando han sido vulnerados (Congreso de la
República, 2006) Además debe investigar y sancionar los delitos donde sean víctimas.

Además, esta norma prevé la garantía de derechos económicos sociales y


culturales como el derecho a la salud desde el nacimiento, el derecho a la educación
condiciones de calidad que aseguren la continuidad en el sistema educativo.
(Ministerio de Educación, 2019) de igual manera promover la recreación el deporte y
las actividades de esparcimiento, así como la garantía de participación en la vida
cultural las artes la creatividad y la producción científica y artística.

Debe prevenir y atender la violencia sexual contra niños niñas y adolescentes,


así como el maltrato infantil la violencia intrafamiliar el trabajo infantil y el consumo de
sustancias psicoactivas (ICBF, 2020) y en los casos de riesgo vulneración o
emergencia atender prioritariamente a esta población para asegurar que no sean
expuestos a ninguna forma de explotación.

3. Derechos fundamentales violados a los niños, niñas y adolescentes


víctimas de la mendicidad en Colombia

Del análisis de los acápites anteriores consideramos que a los NNA que ejercen
la mendicidad se le vulneran los siguientes derechos fundamentales:

El derecho a la salud de los NNA está consagrado en el artículo 44 superior y ha


sido reconocido como un derecho fundamental por la Corte Constitucional; cabe
recordar que los menores se encuentran en un estado de debilidad manifiesta en
razón a su edad por lo cual requieren una mayor protección, de allí que se afirme “sus
derechos, entre ellos la salud, tienen un carácter prevalente en caso de que se
presenten conflictos con otros intereses.” (Sentencia T-206, 2013)

Tal es el grado de protección de este derecho en los NNA que, en la acción de


tutela, como mecanismo de protección de los derechos fundamentales, el juicio de
procedibilidad de la acción debe ser flexible, en palabras de la Corte “el juicio de
procedibilidad del amparo debe ser menos estricto cuando se trata de sujetos de
especial protección constitucional; (…) en atención a la especial naturaleza de las
personas que solicitan la protección de sus derechos constitucionales fundamentales”.
(Sentencia T-206, 2013)

En casos de mendicidad infantil los NNA ven afectados su derecho a la salud


por verse expuestos a las inclemencias del clima, a enfermedades y a la falta de
atención médica por no encontrarse afiliados al Sistema General de Seguridad Social
en Salud, especialmente aquellos que consumen drogas psicoactivas que impiden su
desarrollo armónico y por tanto afectan su integridad física y psicológica.

12
Una de las situaciones que expone a infantes y adolescentes a padecimientos
irreversibles es la carencia de salud oral, pues de ella deriva desnutrición y
vulnerabilidad superior a enfermedades virales o contagiosas, poniendo, además, en
riesgo el bien Supremo de la vida.

El derecho a la educación de calidad hace referencia a que la educación debe


estar disponible para todos (Sentencia T-306, 2011) En los casos de mendicidad
infantil se ve claramente vulnerada, ya que desde el momento que cualquier NNA, sin
importar la causa, abandona sus actividades educativas para mendigar en las calles
no solo merman sus oportunidades de desarrollo, presentes y futuras, sino que lo
mantienen en el círculo de vulnerabilidad y pobreza extrema.

No se puede negar la importancia de la educación en el desarrollo del ciudadano


capaz de auto determinarse y definir los cursos de su vida. Es decir, la falta de
educación facilita la pérdida de la libertad entendida esta última como la capacidad
para elegir el proyecto de vida y vivir como se quiera.

Los NNA tienen derecho a recibir una alimentación balanceada y acorde a las
necesidades de su etapa de vida, así se deriva del artículo 44 constitucional como
parte integrante del desarrollo integral de los menores; su relevancia es tal que ha
sido reconocido en tratados internacionales como la Declaración Universal de
Derechos Humanos que la considera “como un componente del derecho a un nivel de
vida adecuado, reconocido en favor de toda persona”; (Sentencia C-017, 2019)
mientras que el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
le tribuye una relación con el nivel de vida adecuado, vinculándosele de esta forma
con la dignidad humana.

Los NNA expuestos a la mendicidad infantil se encuentran afectados por el


hambre y la malnutrición, lo que afecta su desarrollo físico y mental exponiéndoles a
enfermedades y afectando su capacidad de aprendizaje

No se puede concluir que todos los NNA que mendigan adolecen de una vivienda
o que son habitantes de la calle, pero, las condiciones de extrema pobreza que los
lleva a recurrir a la mendicidad permiten entrever que estas no reúnen las condiciones
de dignidad necesarias para la seguridad de quienes la habitan. La vida en las calles
somete al infante o adolescente a riesgos contra sus integridad física y sexual. Este
derecho es fundamental para el disfrute de otros derechos civiles, en palabras de la
Corte Constitucional “implica contar con un lugar, propio o ajeno, que le permita a la
persona desarrollarse en unas mínimas condiciones de dignidad y en el cual pueda
desarrollar su proyecto de vida”, (Sentencia T-409, 2013).

La mendicidad interrumpe todas las actividades comunes para un niño, niña o


adolescente, eso incluye la vida cultural del mismo, al igual que la deportiva o
13
recreativa. La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho del niño
al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su
edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.” (Convención sobre
los Derechos del niño, 1989) como un elemento importante para el desarrollo
psicológico y social del individuo información atendiendo que es a través del juego
que el niño y la niña aprenden socializar y cumplir normas

En las calles los NNA están expuestos a accidentes o ser victimas de violencia
por parte de adultos de modo que su vida e integridad física está en constante riesgo.
El derecho a la protección es especialmente importante en infantes y adolescentes
que viven de la mendicidad debido a la multiplicidad de vulneraciones que han sufrido.

Con la afectación de todos los derechos fundamentales mencionados


anteriormente, resulta obvio la violación también a la dignidad humana de los NNA
que se ven obligados a mendigar, ya sea por su extrema pobreza o por ser víctimas
de explotación por parte de un adulto. La dignidad humana en su faceta de derecho
fundamental es de eficacia directa, por lo que el Estado está llamado a garantizarla al
ser uno de los pilares de este.

Discusión

La violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en situación de


mendicidad infantil es pluriofensiva y, por tanto, la insatisfacción de uno afecta de
manera directa o indirecta el goce efectivo de los demás que en casos puede terminar
con la muerte del niño la niña o la adolescente.

Su existencia es una clara manifestación de la incapacidad del Estado para


satisfacer todos los derechos de este grupo poblacional. El incumplimiento de las
obligaciones contraídas con la comunidad internacional en materia de Derechos
Humanos es de extrema gravedad atendiendo que son sujetos de especial protección
y por tanto sus derechos deberían ser garantizados de manera contundente y efectiva
por el Estado, la familia y la sociedad.

Se observa que el principio del interés superior del niño no direcciona el accionar
del Estado, pues su inclusión en las actuaciones estatales implicaría habilitar el
andamiaje institucional con todos los recursos económicos, logísticos y operacionales
para evitar que los NNA vivan en situación de mendicidad. La existencia del problema
evidencia a las claras el desinterés del Estado por los derechos de los niños pobres,
que por demás constituye una forma de discriminación institucional.

El principio del interés superior exige que los derechos de este grupo etario sean
el fin mismo de la actuación estatal desde un enfoque de prevalencia de sus derechos.
Sin embargo, que existan niños y niñas en la calle implica que no existen medidas

14
eficaces para garantizar la permanencia de los niños en las escuelas. Se sabe que la
escuela es un entorno protector que ayuda al individuo a desarrollar capacidades para
enfrentar situaciones adversas y a superar el estado de pobreza extrema.

En cuanto al deber de protección cuando los NNA se encuentran en riesgo, es


nula si existe la problemática. Esta falla es además visible por la falta de persecución
del delito de trata para la mendicidad y porque en sí misma la mendicidad infantil es
una afrenta grave a la dignidad humana del sujeto en desarrollo. Esto significa que el
ciclo de la violencia se solidifica en la medida que el estado no actúa contra quienes
violentan derechos fundamentales de la niñez tal como lo dice la Constitución Política
de Colombia.

Por otra parte, la afectación en su etapa de crecimiento y desarrollo repercute


así mismo en la construcción de un proyecto de vida propio que le garantice superar
la situación de vulnerabilidad que han enfrentado. En este sentido el Estado
colombiano es responsable por no garantizar el derecho a la alimentación, la vivienda
y la educación de los niños niñas y adolescentes que practican la mendicidad.

Pero el inventario de incumplimientos continúa. En efecto, las autoridades han


ignorado lo instituido en la Ley 1098 de 2006, que los obliga tanto a garantizar la
satisfacción integral y simultánea de todos sus Derechos Humanos de los niños, niñas
y adolescentes, como a protegerlos. En tal sentido se echa de menos la
institucionalización de un acápite que contenga los deberes para desarrollar su
función protectora. Con la omisión aquí señalada también se vulneran: i) el principio
del interés superior, entendido como criterio de valoración y de orientación para actuar
en procura de efectivizar los derechos específicos de la niñez y la adolescencia; ii) el
derecho y principio de la dignidad humana que es un pilar del Estado Social de
Derecho; y, iii) los fines del Estado que le encargan la protección de los colombianos
y el cumplimiento de sus deberes sociales.

En cuanto a los tratados internacionales que incluyen derechos humanos, todos


han sido incumplidos, especialmente la Convención Sobre los Derechos del Niño que
regula específicamente la materia y del cual el Estado Colombiano es parte.

Así las cosas, se tiene que la mendicidad afecta los derechos humanos de los
niños, niñas y adolescentes al exponerlos a condiciones de extrema inseguridad para
su edad, como se observa en la actualidad que pasa con los NNA que los priva de
sus actividades normales, la educación, la recreación y el desarrollo, lo que repercutirá
en su papel como adultos en la sociedad, de allí que el Estado deba asegurar el
cumplimiento de sus obligaciones internacionales y nacionales con este grupo etario.

15
Conclusión

Atendiendo la interdependencia de los derechos humanos se observa que los


niños niñas y adolescentes en mendicidad sufren particularmente daño en sus
derechos económicos sociales y culturales y en consecuencia se afectan derechos
civiles como las libertades fundamentales la integridad personal y la vida digna. Lo
que conlleva que no exista un proyecto de vida ni expectativas D superar la pobreza
extrema.

Las violaciones a estos derechos constituyen un incumplimiento del Estado


colombiano a las obligaciones contenidas en la Convención de los Derechos del Niño,
si bien, existe una amplia regulación para garantizar la satisfacción de los derechos
de la infancia y la adolescencia no es menos cierto que en la aplicación de estas no
prima el interés superior del niño. Es cuestionable que el Estado no tenga una
aproximación de la problemática lo que implica falencias de cualquier estrategia.

Estas obligaciones adquieren mayor relevancia cuándo la violencia la


mendicidad es ejercida en beneficio de un tercero que explota al niño niña o
adolescente en ese caso la obligación del Estado de prevenir la trata de personas ha
sido insuficiente máxime cuando esta actividad se ejerce en las calles.

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