Capitulo 1-2!9!10 El IMperio Romano
Capitulo 1-2!9!10 El IMperio Romano
Capitulo 1-2!9!10 El IMperio Romano
Un imperio mediterráneo.
Es posible calificar a Roma como una “Ciudad Parásito”, pues es alimentada del
potencial humano y las riquezas de toda Italia y las provincias que constituían el
imperio. En base a esta centralización de poder ocurrida en Roma podemos explicar el
gran crecimiento poblacional que experimento esta ciudad (se quintuplico en 2 siglos).
Por otro lado, las distribuciones de grano, los programas de obras publicas y las
diversiones de Roma eran financiadas con impuestos imperiales a los cuales eran
sometidas las provincias del imperio, excepto Roma, pues esta no es considerada una
provincia (esto ultimo será cambiado por Dioclesiano al finalizar el siglo III).
En el ámbito social, poco a poco las clases sociales altas provenientes de las provincias
del imperio, fueron entrando en el Senado y en la aristocracia romana. Al finalizar el
siglo III los italianos ya habían perdido la mayoría absoluta en estas órdenes,
anteriormente nombradas, y es mas al empezar el siglo I los provincianos ya sustituían a
los italianos como emperadores. Cabe destacar que la dirección del imperio solo fue
compartida por lo italianos con las regiones mediterráneas excluyendo totalmente a las
provincias de oriente.
Augusto tenia dos objetivos estratégicos: la conquista del norte y la reconciliación del
mundo griego con el romano, esto ultimo por que los romanos ilustrados reconocieron
de forma progresiva la superioridad de la cultura griega y de lo importante que era esta
como base para el imperio.
En este mismo ámbito aparece Estrabon quien realiza una distinción entre
CIVILIZADO y NO-CIVILIZADO, la cual realiza en base a otra división, la de
LLANURA y MONTAÑA, pues Estrabon plantea que aquellos que viven en las
montañas son hombres no-civilizados (pues no conocen la agricultura y el
sedentarismo). En este ámbito los romanos contribuyeron no solo “domando” a los
hombres de las montañas si no también haciéndolos bajar a los valles y
transformándolos en agricultores sedentarios. Ahora bien, esta “civilización” efectuada
por los romanos en los bárbaros puede (o debe) ser vista como un medio (y no un fin)
para lograr su objetivo de expandir el imperio.
Debe quedar en claro también que la unidad del mundo bajo Roma simbolizada por la
propagación de la ciudadanía romana, era una consideración secundaria, pues esta en un
comienzo era otorgada a escasas personas y no seria hasta Caracalla, hijo mayor de
Séptimo Severo, que la ciudadanía seria concedida de golpe a casi todos los habitantes
libres del imperio, mediante un edicto en el 212 d.C.
Capitulo 2:
Un gobierno sin burocracia.
El imperio tenía dos objetivos básicos: mantener la ley y el orden y recaudar los
impuestos. Estos últimos eran necesarios para pagar los salarios, sufragar los gastos
militares, proporcionar espectáculos, construir edificios y repartir alimentos o dinero en
la capital.
Para lograr estos objetivos los primeros senadores adquirieron un sistema republicano
de administración senatorial, pero con ciertas características. Por ejemplo la ampliación
de puestos para senadores, la utilización de ciudadanos no electos en responsabilidades
publicas, el Estado no pretendía controlar la producción y la distribución de artículos y
aunque no esta claro que el gobierno tuviera alguna política monetaria regular, al
encontrarse en algún apuro económico este era solucionado adulterando la moneda.
A partir del reinado de Claudio el titulo de Prefecto fue cambiado por el de Procurador,
lo cual da cuenta que el tiempo de pacificación ya ha terminado, o se encuentra en
proceso de culminación, y ahora lo importante es la administración de las provincias.
En Roma existió lo conocido como Colonia y los Municipium. La primera era una
extensión de Roma, pues poseía la misma constitución, privilegios, derechos, etc. Y
tendían a ser asentamientos de soldados romanos retirados. Por otro lado los
Municipium contaban con sus propias leyes y magistrados, por lo cual parecerían ser
mas libres, pero sorprende el encontrarse con Municipium que deseaban ser Colonias.
En Roma también existieron una gran cantidad de ciudades, como por ejemplo las
Federadas, las cuales firmaban tratados con Roma para que se les reconociera sus
derechos. También existían las ciudades Libres, las cuales teóricamente no tenían la
injerencia del gobernador provincial. Por ultimo nos encontramos con las ciudades
Libres e Inmunes, las cuales poseían el privilegio complementario de la inmunidad o
exención de los impuestos.
Cabe destacar que los romanos tuvieron una actitud muy distinta tanto en oriente como
en occidente, en lo que a ciudades respecta, pues mientras en occidente hubo una
notable propagación de ciudades romanas, en oriente la intervención romana consistía
en hacer pequeños ajustes en las jerarquías ya existentes.
A finales del siglo I aparecieron los Curadores de las Ciudades, cuyo campo de
actuación principal era la administración financiera. La aparición de estos indica que al
gobierno central le preocupaba el estado de las finanzas municipales, es debido a esto
que se supervisa al gobernado provincial y a los funcionarios del gobierno local.
Ahora bien se debe recalcar que el gobierno central, pese a las modificaciones antes
expuestas, no buscaba ejercer el control directo y continuo sobre la administración local,
es mas las decisiones imperiales distaron mucho de ser una erupción de decretos que
socavaran prácticamente la autonomía de las instituciones de gobierno local.
En definitiva, ningún gobernador mostró interés por introducir una burocracia mucho
mayor y mas organizada en ningún nivel ni en reorganizar sistemáticamente el gobierno
local, y tampoco había necesidad alguna de hacer esto pues pese a la corrupción
existente en las ciudades, las recaudaciones tributarias que mandaban las ciudades eran
suficientes para los objetivos limitados del gobierno central.
El imperio romano
Capítulo 09: La religión
El impacto de Roma
El culto al emperador fue el único elemento que se toleró en el exterior, por ejemplo, en
Grecia. Esto no significó, no obstante, el desplazamiento o la subordinación de los
cultos griegos a los dioses tradicionales. De hecho los griegos ya habían experimentado
el culto a reyes helenísticos y a funcionarios romanos individuales (procónsules).
Asimismo, en otras regiones conquistadas recientemente se imponía el culto a Roma y
al emperador, poniendo fin a la creación de otros cultos a reyes y gobernadores. Los
emperadores sucesores de Augusto recibieron decretos honoríficos menos entusiastas y
más breves, así como menor número de cultos, a la vez que el culto genérico tendió a
reemplazar a los dedicados a un individuo. Esto último más a causa de la rutina del acto.
El culto al emperador se utilizó en el exterior para concentrar la lealtad de las gentes de
las provincias en la persona del emperador. También existían los cultos provinciales a
los gobernadores, los cuales se instauraban en provincias recién conquistadas y no
romanizadas antes de introducirse en provincias pacificadas y relativamente
romanizadas. Esto es, se empleó a modo de instrumento para promover el poderío
militar y político de Roma. Las funciones de estos cultos, en calidad de transmisores de
la ideología imperial, de focos de lealtad para muchos y de mecanismos de progreso
social para pocos, no fueron menos importantes, al igual que la difusión de los dioses
tradicionales romanos. Esta difusión, especialmente de la tríada capitolina (Júpiter, Juno
y Minerva) no estuvo limitada solo a municipios o colonias, salvo en un principio que
sirvió como elemento de distinción entre categorías superiores e inferiores de estas.
La tríada capitolina, principalmente bajo Trajano y Adriano, adquirió gran importancia,
acercando bastante la relación del emperador con Júpiter, quien le brindaba seguridad.
Augusto y sus sucesores se propusieron romper el poder independiente, tanto político
como económico, de los grandes santuarios provinciales. Pero era diferente con la
cultura helénica, pues les cedían los templos y sus sacerdocios a las autoridades de tales
ciudades, que eran las sedes de la cultura, de manera que cumplían efectivamente así su
compromiso de propagar, o por lo menos proteger, lo helénico. Diferente fue en Egipto,
en donde se hizo mucho daño a la cultura religiosa de la región, a causa del desagrado
de los romanos por el culto a los animales y por la autonomía cívica local, en
contraposición con la fuerte tradición burocrática romana.
En general, las penetraciones romanas en la religión local eran de manera pacífica. Pese
a ello, fuera de oriente se podía dar la desintegración, o bien, la simplificación de las
religiones locales (introducción de dioses romanos que conviven con los locales).
También se daba el sincretismo, en donde se asociaban las divinidades locales con las
romanas, atribuyéndoles semejanzas o igualdad. Pero se supone de esto que los dioses
locales que nunca recibieron el nombre romano se extinguieron con el tiempo.
Cabe destacar que Estrabón hacía una distinción de los cultos: los de la politika
(característicos de las poleis), los de un grado intermedio y los salvajes. Sin
fundamentos claros en las fuentes, se dice que los primeros y segundos eran tolerables,
sobretodo los primeros que eran dignos de alabanzas, pero que los terceros son objetos
de crítica y serían suprimidos si era posible. Simplemente se sabe que a causa de “no ser
romanos” y del disgusto que generaban (los cultos sanguinarios gálicos por ejemplo).
Nada más claro al respecto. La pura repugnancia moral, mayormente a los sacrificios
humanos, llevaron a los romanos a tomar medidas al respecto contra los cultos
indígenas que amenazaban con “obstaculizar el avance del imperio (ideológicamente)”.
Tratemos finalmente al judaísmo. Fueron consideraciones políticas que llevaron a
tolerarlo y posteriormente a confrontarlo, más que la incompatibilidad de los dos cultos
o de los desagrados que podían existir entre sus prácticas religiosas. La tolerancia se
remonta hacia el 161 a.j.c., después de que Antíoco IV atacara a la religión judía. Los
romanos, por causarle mal a Siria, se amistaron con los judíos, quienes posteriormente
les prestaron valioso apoyo militar a César y a Octavio durante las guerras civiles, a raíz
de que Pompeyo tomara Jerusalén y profanara el sanctasanctórum. Como consecuencia
de esto, y a causa de la excelente diplomacia judía, se les permitió a los residentes
judíos, por medio de edictos y cartas oficiales, observar la religión tradicional griega.
Sin embargo, con el tiempo aquel favor se fue olvidando y a partir del punto de vista
prejuicioso de los romanos, “los judíos eran incapaces de cooperar con las autoridades
provinciales romanas dentro de su territorio patrio, o de coexistir pacíficamente con los
griegos en las ciudades del mediterráneo oriental”.
Se dice que los romanos toleraban y hasta adoptaban cultos extranjeros, pero hay que
destacar que durante el principado ningún dios nuevo fue agregado, sino hasta el siglo
III con el emperador Caracalla, quien admitió a los dioses egipcios Isis y Serapis.
Esta receptividad era más propia de la república. Podían capturar a una deidad de un
estado enemigo (por medio del ritual de evocatio) o solo interpelarla para enfrentar una
situación compleja (como una epidemia, y solo mientras duraba esta en tal región). El
apogeo y conclusión de esto fue con la adopción de Cibeles o Magna Mater cuando
Aníbal invadió Italia. El senado purgó los actos extremistas del culto (auto castración).
Luego de esto no se invitaron más cultos exóticos. Los que llegaban sin permiso (el
culto de Baco, el judaísmo, el cristianismo, el mitraísmo) eran subversivos pues
amenazaban con romper el control exclusivo de las autoridades políticas sobre las
actividades religiosas (por tener la mayoría de estos cultos su propia estructura celular)
y por amenazar a la religión ancestral en vez de complementarla. Se puede decir que
Roma no exigía nada al individuo, pero, por ejemplo, la religión mistérica exigía
conversión, purificación ritual, revelación, redención y profundización en la religión.
Así, el “principado” no dio cabida a nuevos cultos. Pero abría la posibilidad de que
algún día un emperador romano que tuviera una religión personal distinta, la impusiese
en su imperio. Aun con esto, este fenómeno se retrasó a causa de la fuerte herencia de
Augusto, que provenía de un fuerte conservadurismo compartido también con el senado
(y que se había fortalecido después de decenio y medio de destructivas guerras civiles).
No es hasta el siglo II en donde se ven ciertos “cambios”. Los Flavios eran devotos de
las divinidades egipcias, a causa de experiencias personales relacionadas con ellas, pero
hacían una fuerte distinción entre su religión personal y la del imperio. No así Cómodo,
emperador antoniniano, quien participaba en las fiestas egipcias y había añadido un
saludo en sus monedas y una plegaria oficial de año nuevo para Serapis. Posteriormente
Caracalla introdujo al fin a los dioses egipcios y reconstruyó el panteón en su causa.
En relación a esto, dije que la clase gobernante conservadora dejada por herencia de
Augusto era un impedimento para las innovaciones religiosas. Por eso, a pesar de lo
dicho recientemente, las religiones nuevas eran tomadas como de clase baja y no tenían
ningún atractivo para el senado del principado, posterior a la muerte de Augusto. De
hecho, había cierta antipatía frente a estos fenómenos religiosos por la tradición, y esto
se refleja fielmente con Dión Casio, quien dice que hay que aborrecer y castigar a los
ateos o brujos con tales extraños ritos no provechosos para una monarquía.
Sea como sea, Dión defendía la religión tradicional tal como Augusto. Este había
defendido en varias ocasiones la causa y el senado romano varias veces prohibió las
religiones egipcias. Pero, Augusto era prisionero de su propia guerra propagandística
contra los dioses egipcios y sus paladines o personificaciones: Antonio y Cleopatra.
Las acciones que tomaban los emperadores posteriores a Augusto se realizaban solo
frente a una infracción real o amenaza de la ley y el orden por parte de los cultos. La
represión era efímera. Luego de Tiberio, tal hostilidad simplemente se esfumó. No
corrían peligro mientras fomentaran la aceptación del status quo. No obstante, ningún
culto fue tan activamente perseguido como lo fueron la magia y la astrología.
Como los emperadores confiaban en la astrología para tomar decisiones en el imperio y
en su vida, no podían permitir que miembros desleales de las clases políticas utilizaran
tal recurso para una revolución, por ejemplo. En el caso de la magia, a pesar de que era
ocupada en prácticas destinadas a asegurar el éxito en los tribunales de justicia, en el
amor, en carreras y en hacer daño, se le perseguía mayormente en las clases altas pues
se suponía que pudiesen utilizarla para causarle algún mal al emperador.
Como punto final, los cultos no autorizados se les dejaban existir si no era posible
controlarlos o suprimirlos, y no se les reprimía si no comprometían el orden. Aun
cuando la respuesta oficial era más pasiva que negativa, los motivos distan mucho de
reflejar a un estado romano tolerante con los cultos, como se le atribuye.
La ascensión del cristianismo
El que los romanos no pudieran controlar las innovaciones benefició en gran medida a
los cristianos. Aunque se les decía ateos por negar a los dioses romanos y por no aceptar
al espíritu guardián del emperador y su supremacía, no se intentó extirparlos a gran
escala hasta el siglo III, con Decio. A veces eran el centro de los problemas, pues se les
atribuía la culpa de las plagas, del hambre y de los desastres naturales por que su
práctica disminuía el compromiso y responsabilidad de realizar los cultos tradicionales.
Si Decio los atacó fue a causa de un trasfondo político y militar desastroso, que incluía
invasiones territoriales y desorden político, que el emperador trató de arreglar
ganándose el favor de los dioses con un masivo acto de lealtad hacia ellos.
La tasa de crecimiento de los cristianos no fue alta como para preocupar a los
emperadores en el período anterior a la persecución. De hecho, se les menciona escasas
veces en los textos de autores no cristianos. En el período de Decio, a pesar de que se
hacían notar un poco más, seguían siendo una minoría en donde predominaban las
clases modestas. Ni siquiera está claro que Decio se haya dirigido exclusivamente a los
“ateos” cristianos en su persecución, pero se sabe que hubo ateos que se ausentaron de
la manifestación (sospechoso!). Pero en fin, el cristianismo era un éxito. Probablemente
por su capacidad de satisfacer las necesidades psicológicas y sociales del individuo, así
como se dice que fue por el poder de los milagros (de su dios) que se les atribuían.
Con causas históricas, fue por que los romanos permitieron el desarrollo de los cultos en
lo privado sin un control sobre ellos, y además, por que no aprovecharon los cultos que
funcionaban dentro del paganismo en contra del cristianismo mismo. //
Cap 10 La cultura
A raíz de la victoria de augusto, las instituciones, los valores y la vida cultural de roma
se ajustaron poco a poco a la monarquía. El patronazgo político ejercido por augusto
tuvo su equivalencia en la esfera cultural. Del mismo modo que la lealtad al emperador
paso a ser la llave la llave para acceder a los cargos y la condición social elevada,
también de los escritores y artistas que se beneficiaban del patronazgo del emperador se
esperaba que tratasen temas augustulares y que lo hicieran favorablemente.
Roma
La obsesión que en los primeros emperadores inspiraban su seguridad personal y la
seguridad de sus regimenes puso nuevos límites a la libertad en el reino de las ideas.
Seneca, epicteto y otros consideraban que su tarea era ayudar a todas las
personas que desearan sinceramente mejorar desde el punto de vista moral.
La meta no era la perfección, sino los progresos. La condición de sabio se
reconocía como tal
Lo que celebraban era la libertad de espíritu, no el nacimiento libre, que era
considerado un factor externo, de poca importancia.
En general, el estoicismo desempeño un papel importante en la articulación y
la consolidación de las creencias y las practicas tradicionales.
El estoicismo debería haber resultado aceptable a los ojos de la monarquía, pero había
ambigüedades en la postura de los estoicos. Las doctrinas de “lo propio” y de
la“constancia”, que unidas una a la otra, suponen no moverse del lugar en la vida párale
que se ha sido predestinado, así como la conducta propia del mismo, podían llevar al
martirio. Pero el simple hecho de que una figura pública albergara creencias estoicas
podían ser suficientes para despertar las suspicacias de un emperador que estuviera en la
mira de indicios de deslealtad, especialmente entre los miembros de familias
senatoriales que ya se hubieran puesto a malas con algún emperador.
Literatura
Retórica
Sin embargo, los representantes mas brillantes de la oratoria del siglo II d.C., los
“sofistas” (llamados también retóricos o filósofos) del denominado segundo sofistico,
procedian del oriente griego.
Artes visuales
En cuanto a las artes visuales, el rasgo principal del periodo fue la creación de un arte
oficial del imperio con su propio mensaje reconocible y su propio repertorio de formas
artísticas.
Las obras de arte (ya fuesen esculturas o “artes menores” como los objetos de
plata y los camafeos) y la arquitectura servían para reforzar las pretensiones y
los propósitos del propio emperador.
El emperador aparecía idealizado y noble, ofreciendo sacrificios, mostrando
clemencia y ejecutando otros actos especialmente significativos.
El Ara Pacis resume todos los temas de la propaganda augustal, pues sugiere
continuidad respecto de las grandes tradiciones del pasado y hace referencias
alegóricas al papel contemporáneo de la familia imperial y a la situación general,
tanto política como social.
A los sucesores de augusto les preocupaba recalcar la continuidad dinastica por
medio del arte.
En el caso de la escultura, esto se refleja en la aparición de retratos que son mas
realistas y han sido moldeados con mayor vigor, en el creciente interés que se
muestra por el claroscuro y las texturas contrastantes, y en la preferencia por
relieves mas profundos.
A partir de la segunda mitad del siglo I d.C., aumento en el arte oficial la utilización de
motivos y escenas estandarizadas tales como la profectio y la adlocutio impriales, es
decir, la partida del emperador cuando emprende una expedición militar y la arenga que
dirige a los soldados.
El “renacimiento clásico” del periodo de Adriano fue fruto de los gustos personales y
del patronazgo de este emperador, el mas cultote todos. El clasicismo de Adriano no era
el tradicionalismo deprimente y académico de sus sucesores antoninianos.
Roma y el imperio
Sigue siendo cierto que la tradición cultural de los griegos era demasiado
poderosa para verse debilitada en su propio terreno, aun en el caso de que
sucesivos gobiernos romanos hubieron mostrado inclinación a lanzar ataques
frontales contra ella.
En realidad los gobernantes imperiales tendieron a proteger y promover la
cultura cívica helénica a expensas de las culturas locales de oriente.
Fue precisamente esta política la que mayor beneficio represento para los
griegos cultos, también explica por que los lideres intelectuales y políticos
aceptaron un estado de subordinación política permanente y atendieron las
directrices e iniciativas surgidas de roma, o para el caso, los cambios de moda
que imponían los romanos.