G3 Sociales 6.2 - 4P 2020
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GUÍA DE ESTUDIO.
INDICACIONES.
ACTIVIDADES:
EL IMPERIO ROMANO
La crisis del sistema republicano dio paso al surgimiento de una nueva forma de
organización: el Imperio. En este período se mantuvieron algunas características de la
república, tales como la organización burocrática, formada por funcionarios que
administraban los asuntos públicos, la cultura de la legalidad y la permanente anexión de
nuevos territorios. Sin embargo, las decisiones políticas, religiosas y militares se
concentraron en la figura del emperador ,mientras que las magistraturas y el Senado fueron
perdiendo relevancia. El comienzo de esta época estuvo marcado por una guerra civil, de la
que salió vencedor Julio César, un general romano conocido por sus hazañas militares en las
Galias. Si bien Julio César preparó el camino para la formación del Imperio al declararse
dictador vitalicio, mantuvo en apariencia el antiguo régimen republicano. A la muerte de Julio
César, su hijo adoptivo Octavio, disputó el poder con Marco Antonio, un general romano y
aliado de la reina de Egipto, Cleopatra. Finalmente, el año 31_a._C., Octavio los derrotó en la
batalla de Accio y a partir del año 27_a._C. se instaló en el poder hasta su muerte el año
14_d._C. Recibió de parte del Senado el título honorífico de Augusto o el Venerable, y
mantuvo la dirección de Roma con el título de princeps o primer ciudadano. Con ello
comenzó una nueva etapa en la historia de Roma, el Imperio. Su característica política
principal fue que una sola persona concentró en sus manos el poder que antes era
compartido por diferentes magistrados. Esa persona fue el im¬perator, quien estaba apoyado
fuertemente por una milicia personal, la guardia pretoriana.
Augusto comprendió que Roma y su extenso imperio no podían seguir siendo gobernados
como en tiempos de la República. La monarquía no era una solución pues ese sistema era
odioso para los romanos. Entonces, aplicó una fórmula que perduraría en el tiempo: mantuvo
la apariencia republicana, es decir, dejó subsistir las antiguas instituciones, pero estas
perdieron su poder porque él las controlaba o elegía a sus miembros. Muchas tareas pasaron
a manos de la burocracia y de un nuevo Consejo que dependían de él. Desde Augusto
también se impuso como costumbre que cada empe¬rador adoptara como hijo al hombre
que quería fuera su sucesor. El Se¬nado, encargado de nombrar a los emperadores, solía
respetar esa decisión. En los dos primeros siglos se sucedieron cuatro dinastías imperiales.
En el siglo II d.C., con los emperadores Trajano y Adriano, el Imperio alcanzó su máxima
extensión y su mayor esplendor, respectivamente.
Los primeros dos siglos del imperio son considerados por los historiadores como el período
de oro de la sociedad romana. Durante ese período, los intercambios comerciales se
desarrollaron ampliamente, debido a que las conexiones marítimas se veían facilitadas por el
control romano del mar Mediterráneo. Algunas áreas de Italia primero, y luego de Hispania y
Galia, se especializaron en la elaboración de vino y de una salsa de pescado, llamada
garum, muy apreciada por los romanos. También se difundió ampliamente la producción de
aceite de oliva en el norte africano (este aceite se utilizaba como combustible en las
lámparas que iluminaban las casas romanas). La industria de ánforas de cerámica, utilizadas
como contenedores, se desarrolló junto con las demás producciones. El crecimiento de
importantes áreas urbanas, como la misma ciudad de Roma, Cartago, Alejandría y Antioquía,
creó espacios de consumo para todas esas mercancías. Sin embargo, el principal
consumidor de esos productos fue el Estado, a través del ejército y la administración
burocrática, que eran los sectores que recibían salarios en dinero.
Desde el punto de vista político fue una etapa de estabilidad. A pesar de ello, los
emperadores romanos no lograron imponer un criterio uniforme para organizar las
sucesiones. La primera dinastía, por ejemplo, fue de emperadores ligados a la familia de
Augusto. Pero en el siglo II d.C. se impuso la costumbre de que el emperador eligiera en vida
un sucesor, lo hiciera su hijo adoptivo y lo asociara poco a poco al poder. De esa manera,
cuando el emperador fallecía, la sucesión resultaba menos traumática.
El Imperio Romano llegó a contar con una población de casi 100 millones de habitantes. Sus
fronteras naturales eran, en el norte los ríos Rhin y Danubio, en el sur el desierto del Sahara,
al oeste el océano Atlántico y al este el río Éufrates. Muros defensivos y plazas fortifica¬das
las resguardaban en sus sectores más vulnerables y unos 400.000 legionarios las
guarnecían. Este extenso imperio no habría podido mantenerse en el tiempo solo por la
fuerza de las armas. Se requería de una gran organización y los romanos fueron excelentes
administradores. Desde tiempos de Augusto, el imperio se organizó estableciendo dos tipos
de provincias:
• Las provincias imperiales estaban bajo el mando de una autoridad designada por el
emperador y en ellas había una mayor presencia militar, ya que eran las más expuestas a
una invasión o donde existía amenaza de rebelión.
• Las Provincias senatoriales Dependían del Senado, el cual elegía por sorteo a un
gobernador que duraba 1 año en su cargo. El emperador podía interve¬nir en ellas si era
necesario
En las provincias, las ciudades gozaban de bastante autonomía. Era habitual que eligieran a
sus propios magistrados, administraran justicia, mantuvieran el orden público y la ley,
cobraran impuestos y dirigieran las finanzas locales. Roma solo ejercía una especie de tutela
y actuaba en forma más directa cuando había dificultades o era necesario mediar entre dos
ciudades. Por otro lado, se aumentó la fiscalización tributaria que pasó a estar a cargo de
funcionarios del Estado y no en manos de particulares como hasta entonces. La
administración de las provincias imperiales garantizó a Augusto el control sobre las legiones,
lo que unido a unas arcas fiscales llenas, le dieron gran poder sobre el Senado.
La dominación romana no fue bien acogida por todos los pueblos conquistados. Para
comprender las dificultades y penurias que experimentaron algunos pueblos, te sugerimos
revisar el taller de Fuentes de la página 140. Los aspectos negativos de la conquista
permiten también entender algunas rebeliones que se originaron al interior del imperio y que
se harían más frecuentes en los siglos posteriores. A pesar de ello, es innegable que junto a
la conquista militar y política hubo una dominación cultural mucho más duradera. La cultura
romana se fue difundiendo lentamente en vastos territorios, proceso que se conoce como
romanización. Sus principales instrumentos fueron los siguientes:
En el siglo I d.C., la provincia romana de Judea fue el lugar de origen de una nueva religión,
el Cristia¬nismo, el cual constituye uno de los fundamentos de nuestra cultura occidental. El
Cristianismo hunde sus raíces en el Judaísmo. Los judíos adoraban a un dios único Yahvé y
espera¬ban la llegada de un Mesías (salvador) que vendría a liberar a su pueblo. En tiempos
de Augusto nació Jesús de Nazaret, quien a los 30 años inició su pré¬dica anunciando que él
era el Mesías, que era hijo de Dios y que traía un Evangelio (Buena Noticia), un mensaje de
amor y de salvación para toda la humani¬dad, sin distinción de pueblos ni condición social.
Las autoridades religiosas judías no lo reconocieron como tal, lo consideraron una amenaza
y fue condenado a morir en la cruz.
Tras su muerte, sus más cercanos discípulos anunciaron que Jesús había resucitado y que,
siguiendo sus enseñanzas de amor, los seres hu¬manos también podrían alcanzar la vida
eterna. En Jerusalén se reunió la primera comunidad de judíos que creían en el Mesías. Más
tarde se for¬mó otra comunidad en Antioquía, donde se incorporaron también genti¬les. Allí
surgió la denominación de cristianos para referirse a los creyen¬tes en Jesús, el Cristo. El
Cristianismo se separó del Judaísmo y se constituyó la Iglesia cristiana que se definió como
católica, es decir, universal. Sus dos figu¬ras principales fueron Pedro, apóstol de Jesús que
fue el primer líder de la Iglesia y predicó el Cristianismo en Roma, y Pablo, quien viajó por las
provincias orientales del imperio predicando entre los gentiles. El libro sagrado del
Cristianismo es la Biblia. Cons¬ta del Antiguo Testamento, que narra la historia del pueblo de
Israel y su alianza con Jehová (Dios) y del Nuevo Testamento, que establece la alianza de
Dios con toda la humanidad y presenta las enseñanzas de Jesús y la vida de las primeras
comunidades cristianas
El Cristianismo se fue propagando por las ciudades del imperio, difusión que se vio
favorecida por la facilidad de comunicaciones y la unidad lingüística del mundo romano. Sin
embargo, los primeros tiempos fueron muy difíciles. Los romanos, tan tolerantes con otras
religiones, vieron con recelo a los cristianos que postulaban la igualdad entre los seres
humanos y se negaban a rendir culto religioso al emperador. En ciertos períodos, los
cristianos sufrieron persecuciones que significaron la cárcel, el destierro y hasta la muerte si
no aceptaban renunciar a su fe. Las persecuciones más violentas tuvieron lugar en el siglo
III, pero el Cristianismo seguía expandiéndose. Un edicto del emperador Cons¬tantino, en el
año 313, permitió a los cristianos practicar su religión libremente. Con ello aumentó aún más
el número de fieles. En el año 380 el emperador Teodosio ordenó a todos los pueblos adherir
al Cris¬tianismo, que desde entonces sería la religión oficial del Imperio. La Iglesia Católica
emergió con gran fuerza y fue adquiriendo posiciones de privilegio y de enorme influencia en
la sociedad.
Desde fines del siglo II d.C se desencadenó una serie de procesos muy complejos que
provocaron períodos de crisis y condujeron a la decaden¬cia y posterior fin del Imperio
Romano en Occidente. Entre esos procesos se pueden mencionar:
• Las conquistas territoriales de los romanos llegaron a su fin y con ello la posibilidad de
obtener nuevos recursos. A eso se sumó que algunos pueblos comenzaron a amenazar las
fronte¬ras e incluso penetraron en territorio romano. La frontera norte fue traspasada en
múltiples ocasiones por pueblos ger¬manos, en especial cuando eran presionados por el
avance de los hunos.
• Se hacía necesario incurrir en grandes gastos para fortalecer las fronteras y el ejército
y se recurrió al aumento de impuestos, lo que generó un creciente descontento. Por otra
parte, algunas pestes afectaron a la población y hubo plagas en los campos. Esto provocó la
disminución de la producción y el comercio, y la escasez de productos generó alza de
precios, pobreza y hambre. Muchas ciudades entraron en decadencia
• Era cada vez más difícil mantener la autoridad en un imperio tan extenso. Hubo
períodos de anarquía en que incluso había dos o más generales proclamados emperadores
por sus legiones. La tendencia fue que llegaran al poder generales de las provin¬cias
orientales. Uno de ellos, Diocleciano (284 -305), fortale¬ ció la posición del emperador e
intentó frenar la crisis del imperio. Para ello implementó una serie de reformas que
permitieron que el imperio perdurara, si bien cada vez más alejado de las tradiciones
romanas y más cercanas a las monarquías de tipo oriental. Bajo su gobierno se inició el
Dominado, una época en que el emperador ya no era princeps (primer ciudadano) sino
dominus (señor), con un poder similar al de los reyes orientales. Incluso usaba mantos con
piedras preciosas y había que arrodillarse frente a él.
El Imperio superó la crisis del siglo III gracias a las medidas tomadas por una serie de
emperadores que habían sido hábiles comandantes militares. En el año 285, en el transcurso
de una de las tantas guerras civiles de la época imperial en que estaba en disputa la corona,
Diocleciano derrotó en el campo de batalla a su último rival y se convirtió en emperador.
Diocleciano comprendió que el Imperio no podía ser gobernado por un solo hombre, dada las
graves amenazas externas y desórdenes en el interior y, por consiguiente, lo dividió en dos
mitades, cada una de las cuales sería gobernada por un emperador que llevaría el título de
Augusto. Él mismo asumió como Augusto en la mitad oriental y entregó el gobierno de la
parte occidental a su amigo Maximiano. En el año 324, Constantino derrotó a varios otros
Augustos, convirtiéndose en el único emperador; su gobierno se extendió hasta el 337.
Además de las reformas administrativas, tanto Diocleciano como Constantino se
preocuparon de estabilizar la economía imperial y reforzar la defensa de las fronteras. En el
ámbito económico, las leyes que limitaron el movimiento de los campesinos (los obligaban a
depender de un señor y les impedían trasladarse libremente de lugar) tuvo grandes
repercusiones a largo plazo ya que dio inicio a la llamada servidumbre de la gleba (de la
tierra) que perduraría durante toda la Edad Media.
En esa misma época, en la mitad occidental del Imperio, la inseguridad en los caminos hizo
disminuir drásticamente el comercio, por lo que la economía de los latifundios fue
adquiriendo características de autosuficiencia (producían casi todo lo que necesitaban),
mientras que la moneda dejaba de circular. Estas transformaciones sentaron las bases de lo
que sería la economía en la época medieval. Para asegurar las fronteras, los emperadores
fueron estableciendo pactos o alianzas (foedus) con algunas tribus germanas: se les
autorizaba a ingresar al Imperio, pero debían asumir su defensa. Estas tribus pasaban a ser,
de esta manera, federadas o aliadas. En forma paralela, líderes germanos fueron
ascendiendo en la burocracia imperial a través de uniones matrimoniales con las familias
aristocráticas o por sus servicios militares. Constantino trasladó la capital del Imperio a la
ciudad griega de Bizancio, a la que bautizó como Constantinopla. En el año 395 el
emperador Teodosio dividió el imperio en dos, dejando a uno de sus hijos la administración
del lado occidental y al otro el gobierno del lado oriental. En esa época, las provincias de la
mitad oriental eran mucho más urbanizadas y prósperas que las del Imperio de Occidente.
En Occidente la situación era muy seria. La presencia de germanos en el imperio era cada
vez mayor, sobre todo a partir del siglo IV. Algunos habían recibido tierras a cambio de
apoyar al ejército imperial; otros entraron por la fuerza, se instalaron y negociaron su
situación con los emperadores, que incluso aceptaron la existencia de reinos germanos
aliados en territorio romano. Al interior del imperio los germanos se movilizaban y en
ocasiones atacaban o combatían entre sí. El año 410, ante el estupor del mundo romano, la
ciudad de Roma fue saqueada por los visigodos al mando de Alarico. Cuando en el año 476
otro jefe germano, Odoacro, depuso a Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente,
este sector del imperio, en la práctica, ya era un mosaico de reinos germanos
ACTIVIDAD:
1. ¿Qué se entiende por romanización? ¿De qué modo crees
4. ¿Qué aspectos permiten explicar que el Imperio Romano tuviera una larga duración?
1. Df
2.