IAPH MOOC PCA MOD2 Texto 2023
IAPH MOOC PCA MOD2 Texto 2023
IAPH MOOC PCA MOD2 Texto 2023
Patrimonio Cultural
de Andalucía
MÓDULO II
Patrimonio Cultural de Andalucía
Patrimonio Cultural de Andalucía
Con carácter general, decimos que los bienes patrimoniales son inmuebles cuando tienen
una naturaleza material y, además, no pueden ser movidos o trasladados, es decir, están re-
lacionados inseparablemente con el terreno o el lugar que ocupan (UNESCO 1982). Con esto,
nos referimos habitualmente a obras de arquitectura, así como a lugares, sitios, yacimientos
arqueológicos, espacios públicos o infraestructuras, entre otros ejemplos.
Esta categoría incorpora, además, elementos como vidrieras, murales, portadas, conjuntos
escultóricos, retablos o el mobiliario que, como parte integral del patrimonio cultural inmue-
ble, deben ser preservados en relación a las estructuras y medioambiente para los que fueron
diseñados. En el Seminario sobre Patrimonio Cultural celebrado en Santiago de Chile (1998) y
auspiciado por el Consejo de Monumentos Nacionales (DIBAM), se considera que “el patrimo-
nio inmueble está constituido por los lugares, sitios, edificaciones, obras de ingeniería, centros
industriales, conjuntos arquitectónicos y monumentos de interés o valor relevante desde el
punto de vista arquitectónico, arqueológico, etnológico, histórico, artístico o científico reco-
nocidos y registrados como tales. Estos bienes culturales inmuebles son obras o producciones
humanas que no pueden ser trasladadas de un lugar a otro, ya sea porque son estructuras (por
ejemplo, un edificio), o porque están en inseparable relación con el terreno (por ejemplo, un
sitio arqueológico)”.
Sin embargo, no debemos olvidar que los valores de este patrimonio van más allá de lo
puramente material y están relacionados con la herencia cultural en la que se inscribe el patri-
monio edificado. Así, debemos reconocer, además de sus valores técnico-constructivos, estéti-
cos, artísticos, sociales, religiosos o funcionales, los bienes muebles y los valores inmateriales,
como costumbres o saberes, que se asocian a cada inmueble.
Murallas de Carmona (Sevilla) (Antonio Martín Pradas, 2011). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
La diversidad que esto supone queda reflejada en la actual Ley 14/2007 del Patrimonio His-
tórico de Andalucía, que realiza una clasificación de los bienes inmuebles protegidos según la
categoría más alta, la de bien de interés cultural. Las tipologías que establece son las siguientes:
Son monumentos los edificios y estructuras de relevante interés histórico, arqueológi-
co, paleontológico, artístico, etnológico, industrial, científico, social o técnico, inclu-
yendo los muebles, instalaciones y accesorios que estén asociados a ellos.
Son conjuntos históricos las agrupaciones de construcciones urbanas o rurales junto
con los accidentes geográficos que las conforman, que sean relevantes por su interés
histórico, arqueológico, paleontológico, artístico, etnológico, industrial, científico, so-
cial o técnico, cuya coherencia les permita ser delimitadas claramente.
Son jardines históricos los espacios creados por la ordenación humana de elementos
naturales, a veces complementados con estructuras construidas, cuyo interés radica
en su origen o pasado histórico, o bien en sus valores estéticos, sensoriales o botánicos.
Son sitios históricos los lugares vinculados a acontecimientos o recuerdos del pasado,
a tradiciones, creaciones culturales o de la naturaleza y a obras humanas, que posean
un relevante valor histórico, etnológico, arqueológico, paleontológico o industrial.
Cilla del Cabildo (Osuna, Sevilla) (Isabel Dugo Cobacho, 2007). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Son zonas arqueológicas aquellos espacios claramente delimitados en los que existan
restos arqueológicos o paleontológicos relevantes, relacionados con la historia de la
humanidad.
Son lugares de interés etnológico aquellos parajes, espacios, construcciones o insta-
laciones vinculados a formas de vida, cultura, actividades y modos de producción
propios del pueblo andaluz, que merezcan ser preservados por su relevante valor
etnológico.
Son lugares de interés industrial los bienes inmuebles vinculados a formas de extrac-
ción, producción, comercialización, transporte o equipamiento que merezcan ser con-
servados por su relevante valor industrial, técnico o científico.
Son zonas patrimoniales aquellos territorios o espacios que constituyan un conjunto
patrimonial diverso y complementario, integrado por bienes de diferentes épocas re-
presentativos de la evolución humana, con un valor de uso y disfrute colectivo y que
puedan tener valores paisajísticos y ambientales.
Como vemos, el patrimonio inmueble es diverso y complejo. Es importante advertir que
la mayoría de los bienes del patrimonio inmueble no están protegidos bajo la figura de bien
de interés cultural, si bien su caracterización según esta clasificación puede darnos una idea
de las diversas tipologías que podremos encontrar, así como los valores que se les pueden
asociar.
La Chanca de Conil (Cádiz) (Aniceto Delgado Méndez, 2017). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
1 Numerosos ejemplos en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Disponible en: https://guiadigital.iaph.es/
inicio [Consulta: 27/03/2023].
Castillo de Santa Catalina (Cádiz) (Isabel Dugo Cobacho, 2016). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
ejemplos del gótico y el Renacimiento, pero también las iglesias presentes en todos los pueblos
y ciudades, sin olvidar la arquitectura conventual y monástica, y tampoco las capillas, oratorios
o seminarios. Entre ellos destacan grandes ejemplos de la arquitectura y el arte de diferentes
momentos, como la mezquita de Córdoba, uno de los mayores templos musulmanes de su
tiempo que posteriormente fue convertida en catedral con diversas intervenciones desde el
siglo XII hasta el XVI; o la catedral de Sevilla, un ejemplo sobresaliente del gótico europeo con
intervenciones renacentistas de gran calidad de Diego de Riaño o Hernán Ruiz, entre otros. Un
ejemplo destacado del Renacimiento andaluz es la catedral de Jaén, de Andrés de Vandelvira,
mientras que contamos con grandes ejemplos de arquitectura barroca en muchos templos,
como la catedral de Guadix o el oratorio de San Felipe Neri en Cádiz.
No obstante, el patrimonio andaluz cuenta, asimismo, con numerosos y valiosos inmue-
bles relacionados con la arquitectura civil. Tienen gran reconocimiento en nuestras ciudades
los palacios —como los renacentistas de Jabalquinto en Baeza y de Carlos V en la Alhambra de
Granada, o el barroco de San Telmo en Sevilla—, así como numerosas casas palacio en muchos
de los municipios que contaron con una nutrida sociedad noble y de la alta burguesía. Sin em-
bargo, no podemos olvidar la presencia de edificios con usos relevantes en la actividad urbana
como los hospitales —históricos, como el de San Juan de Dios de Granada, o modernos, como
el Hospital General de Córdoba—, los ayuntamientos, las cárceles, los pósitos, las cillas, los juz-
gados y audiencias, los archivos, o los relacionados con usos lúdicos como las plazas de toros
—entre las que podemos destacar la de Ronda o la Maestranza de Sevilla— o los teatros —como
el Teatro Falla en Cádiz o el Cervantes de Málaga.
Aljibe del Cortijo del Fraile (Níjar, Almería) (Isabel Dugo Cobacho, 2003).
Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Más recientemente ha sido valorada como patrimonio la arquitectura del siglo XX, de la que
encontramos en Andalucía magníficos inmuebles tanto del estilo regionalista, que en las pri-
meras décadas retomó y adaptó a su época referencias historicistas, como de la arquitectura
contemporánea2, que a mediados de siglo tuvo en nuestra comunidad magníficos edificios y
arquitectos pioneros dentro del llamado movimiento moderno3.
No podemos olvidar, sin embargo, que el patrimonio urbano adquiere su valor no solo
como la suma de bienes o edificios individuales, sino, más aún, como conjunto. No en vano,
Andalucía cuenta con varias ciudades y conjuntos urbanos patrimonio mundial como Córdo-
ba, Granada, Úbeda y Baeza o el conjunto monumental de Sevilla, y multitud de conjuntos his-
tóricos declarados por las leyes nacional y autonómicas.
Dentro de estos conjuntos, es imprescindible la valoración de la arquitectura popular o ver-
nácula, formada por viviendas de arquitectura sencilla y autoría anónima, construidas según
los saberes tradicionales. Su unidad y rasgos, propios de cada municipio, actúan como seña de
identidad vinculada con las formas de vida tradicionales locales y otorgan una imagen y una
escala características al espacio público.
2 Numerosos ejemplos en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía: Disponible en: https://guiadigital.iaph.es/
inicio [Consulta: 27/03/2023].
3Más información en la página web de Docomomo Ibérico. Disponible en: http://www.docomomoiberico.com/index.
php?lang=es [Consulta: 27/03/2023].
Por último, los propios espacios públicos, como calles, plazas, paseos o avenidas, y tam-
bién los jardines históricos, son los lugares donde transcurre la vida cotidiana de nuestras ciu-
dades y pueblos. Su diseño, carácter y configuración tienen lazos muy estrechos con sus tra-
diciones, su identidad y su cohesión social. Muchos de ellos tienen un valor patrimonial tan
alto como el de los monumentos más reconocidos, como las plazas ochavadas de Archidona y
Aguilar de la Frontera, la de la Corredera en Córdoba, o las de Mina y de San Antonio en Cádiz.
4 El patrimonio arqueológico no será tratado de forma temática dentro del patrimonio inmueble, aunque pertenece a
esta categoría.
5 Puede encontrarse un resumen en Ferreira Lopes (2016, 95-100).
quitectura agraria, las construcciones auxiliares y los elementos de delimitación y adecuación
del terreno para las distintas actividades dedicadas al cereal, el olivar, el viñedo, las huertas y
regadíos, la producción agroforestal o la agroganadera, como las dehesas6. Tampoco debemos
olvidar la relevancia del patrimonio inmueble relacionado con el ámbito pesquero y marisque-
ro, como las naves y las lonjas, entre otros.
Sin lugar a dudas, merece ser mencionado aquí el patrimonio industrial como una de las
categorías sobresalientes en materia de bienes inmuebles en Andalucía7, ya sea el dedicado a
la transformación de productos (carbón, metales o agroindustria) o a su extracción, como la sal
o la minería.
Por último, el patrimonio inmueble andaluz ha sido soporte para la dimensión espiritual
de sus habitantes mediante sistemas de creencias, artes y comunicación. Encontramos, muy
frecuentemente, bienes inmuebles relacionados con lo ritual, por ejemplo, con lo festivo o lo
ceremonial, como es el caso de las ermitas, santuarios, caminos, fuentes y todos los elementos
que dan soporte a tradiciones tan arraigadas como las romerías. No podemos olvidarnos aquí
de la aldea y ermita de El Rocío, entre otros muchos ejemplos. También debemos mencionar
aquí los bienes relacionados con el culto y la muerte, como es el caso de los cementerios, algu-
nos tan singulares como el de Villaluenga del Rosario, el de Casabermeja o el Inglés de Málaga.
6 Puede consultarse el catálogo de Cortijos, haciendas y lagares para cada provincia andaluza, editado por la Junta de
Andalucía. Disponible en: https://juntadeandalucia.es/organismos/fomentoinfraestructurasyordenaciondelterritorio/
areas/arquitectura/fomento-arquitectura/paginas/cortijos-hacienda-lagares.html [Consulta: 27/03/2023].
7 Profundizaremos en ello en la sección dedicada al patrimonio inmueble.
8Arenillas Torrejón, Delgado Méndez y Mondéjar Fernández de Quincoces (2017, 67-89). Este texto es una síntesis de la
publicación citada y a ella se remite para un mayor conocimiento sobre el patrimonio mueble.
Amperímetro y voltímetro de cuadro. Facultad de Ciencias (Granada) (Autor des-
conocido, 2006). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Entre ellos, la Recomendación sobre la Protección de los Bienes Culturales Muebles, apro-
bada por la Conferencia General de París de 28 de noviembre de 1978, puede considerarse
como la única recomendación dedicada exclusivamente a este tipo de patrimonio. Se entendía
por aquellos “todos los bienes amovibles que son la expresión o el testimonio de la creación
humana o de la evolución de la naturaleza
y que tienen un valor arqueológico, históri-
co, artístico, científico o técnico”. Después
se establecía una amplia variedad de cate-
gorías, entre las cuales se pueden citar: los
objetos antiguos tales como instrumentos,
alfarería, inscripciones, monedas, sellos, jo-
yas, armas y restos funerarios, en especial
las momias; los elementos procedentes del
desmembramiento de monumentos históri-
cos; los materiales de interés antropológico
y etnológico; los bienes de interés artístico
como pinturas y dibujos, estampas origina-
les, carteles y fotografías, conjuntos y mon-
tajes artísticos originales, producciones del
arte estatuario, obras de arte y artesanía; los
manuscritos e incunables, códices, libros,
documentos o publicaciones de interés es-
pecial, y el mobiliario, los tapices, las alfom-
bras, los trajes y los instrumentos musicales.
Aunque se puede encontrar en esta norma
un análisis más exhaustivo de las tipologías,
no se hace una división según la disciplina
científica.
En la Carta de 1987 de la Conservación y
Restauración de los Objetos de Arte y la Cul-
tura, o Carta del Restauro italiana, se enten-
día como bienes muebles “todos los ob-
jetos de toda época y área geográfica que
Europa en el corazón (Sevilla) (Juan Antonio Arenillas Torre- tengan un interés artístico, histórico y —en
jón, 2016). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH general— cultural significativo. Por lo tanto,
pertenecen a este universo de objetos […]
instrumentos técnicos, científicos y de trabajo; libros y documentos, testimonios de usos y
costumbres de interés antropológico; obras de representación tridimensional; obras de re-
presentación plana sobre cualquier soporte (mural, papel, textil, leñoso, lapídeo, metálico,
cerámico, vítreo, etc.). Este universo de objetos se presenta también —en gran parte— de for-
ma fragmentaria, bajo la forma de resto arqueológico y/o paleológico y paleontológico aisla-
do o inserto en un contexto más amplio”.
En el documento del Consejo de Europa, Guidelines for the Protection of the Movable Heri-
tage, para la posible definición de bienes muebles se contemplan aspectos como la movilidad,
titularidad o acceso, o la diversidad, pero, sobre todo, se llega a la conclusión de la necesidad
de concretar su definición (Consejo de Europa 2000b).
Un concepto que aparece en la normativa europea para los bienes muebles vinculados al
inmueble es el de “inmuebles por destinación”. En el apéndice de la Recomendación 98 (4) del
Comité de Ministros a los Estados miembros relativa a las medidas para promover la conser-
vación integrada de los conjuntos históricos compuestos por bienes inmuebles y bienes mue-
bles, adoptada el 17 de marzo de 1998, se recoge que son aquellos que, sin ser “estrictamente
consustanciales con la estructura de los inmuebles”, están situados “en el interior o exterior de
un inmueble unidos a este por vínculos históricos, artísticos, arqueológicos, científicos, funcio-
nales o culturales: dando a estos conjuntos una coherencia remarcable, que es conveniente
preservar”. Tipologías como las vidrieras, las pinturas murales o la propia decoración en piedra
de los edificios quedan incluidas bajo ese término.
En la misma línea debe citarse la definición propuesta por Quirosa García para el caso es-
pañol: “Serán bienes culturales muebles los integrantes del patrimonio histórico español, sus-
ceptibles de ser transportados, sea cual sea su titularidad, soporte o materia y que pueden ser
estudiados por disciplinas de metodología científica, como la historia del arte, la arqueología,
la paleontología, etc. Estos bienes culturales muebles pueden estar aislados, ser consustan-
ciales a la estructura de un inmueble interior o exterior, otorgándoles una coherencia que im-
pide su consideración individual, inmuebles por destinación o formar parte de una colección
en sentido amplio del término” (Quirosa García 2008, 157). Esta propuesta supone un avance
importante hacia la definición del concepto patrimonio mueble, sustentada sobre su caracte-
rística principal: la movilidad.
Para que un proyecto de documentación tenga éxito debe cumplir con un proceso de tra-
bajo en el que, partiendo de su alcance y objetivos, estén bien definidos los criterios de selec-
ción que deben ser aplicados; cuente con una planificación acorde con el volumen de trabajo
a desarrollar; se haya realizado una adecuada consulta, investigación y recopilación de las
fuentes de información existentes; se apliquen los criterios y la metodología prevista en el tra-
bajo de campo; y, por último, se cuente con una ficha de registro sistematizada que permita
la inclusión estructurada de la información que se haya recogido de cada uno de los bienes
muebles.
Una cuestión esencial sobre los bienes muebles es la metodología de documentación y la
visión que desde las distintas disciplinas se emplean y se dan sobre ellos. La aplicada desde la
historia del arte otorgaba diferentes valores culturales a los objetos y estaba unida a inventarios
y catalogaciones que los identificaban y caracterizaban. Su análisis era individual. En los estu-
dios del patrimonio mueble urbano se empiezan a valorar en su conjunto en base a los aconte-
cimientos o procesos históricos, las actividades socioeconómicas, las acciones y la percepción
humana, el tiempo y el espacio, y la memoria.
Si para la historia del arte los bienes muebles seleccionados han de tener valores estilísti-
cos y se realizaba un análisis individual, para la arqueología o la antropología se aplican otros
criterios. Por ejemplo, en el caso de la cerámica procedente de una excavación o una prospec-
ción arqueológica, el volumen de elementos puede ser enorme y, en principio, no hay discri-
minaciones de valor, ya que todas las piezas son susceptibles de ser analizadas, incluidos los
fragmentos cerámicos amorfos.
Lienzo del Cristo de Chircales (Valdepeñas de Jaén, Jaén) (Rosario Ortiz Amo-
res, 2009). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
En el caso del patrimonio etnológico, el necesario análisis de los bienes muebles relaciona-
dos con las actividades etnológicas no siempre encuentra correspondencia entre la relevancia
de unos y el interés de otras. Hay que tener en cuenta, para estos bienes, algunos aspectos que
los caracterizan:
Invisibilidad: Bienes a los que no se presta atención normalmente por su relación con
la cotidianidad y por ser bienes en uso.
Diversidad: Gran variedad de bienes vinculados a los procesos que dan forma a una u
otra actividad etnológica: banderas, estandartes, tambores, exvotos, herramientas, etc.
Complejidad: El análisis del patrimonio inmaterial y de los bienes muebles vinculados
a las actividades registradas se enfrenta normalmente a la difícil tarea de seleccionar
e intentar documentar cuáles de esos bienes deben formar parte de cada registro con
carácter representativo.
Por todo ello, una premisa básica en documentación del patrimonio mueble es el estudio
de los objetos desde diferentes perspectivas disciplinares (historia del arte, arqueología, an-
tropología, paleontología y restauración), lo que se traducirá en la conformación de un equipo
interdisciplinar que variará en función de los bienes muebles que vayan a registrarse. La con-
vergencia de todas las visiones conceptuales, metodologías y técnicas permite contextualizar
el bien cultural en su marco espacio-temporal, social y cultural desde una perspectiva holística
e integradora que puede ayudar a comprender determinados aspectos de la adaptación del ser
humano a su entorno a través de los objetos que ha fabricado a lo largo del tiempo.
Amazona (Écija, Sevilla) (Ja-
vier Romero García, 2006).
Fuente: Repositorio de Ac-
tivos Digitales del IAPH
Romeo y Julieta. Rectorado de la Universidad de Córdoba (Pedro Berji-
llos Ruiz, 2009). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
contemporáneo o los instrumentos científicos, industriales o artesanales requieren el uso de
terminologías no ya diferentes entre sí, sino distintas al resto de tipologías de bienes muebles.
A pesar de que pueda haber proyectos de documentación de patrimonio mueble aborda-
dos desde cada una de las disciplinas, lo cierto es que se tiende a la interdisciplinariedad, es
decir, a la convergencia de ellas en un mismo estudio, proyecto o inventario.
La Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía indica que “forman parte del Patrimonio Ar-
queológico los bienes muebles e inmuebles de interés histórico, susceptibles de ser estudia-
dos con metodología arqueológica, hayan sido o no extraídos y tanto si se encuentran en la
superficie o en el subsuelo, en las aguas interiores, en el mar territorial o en la plataforma con-
tinental”. En el mismo sentido la vigente Ley del Patrimonio Histórico Español define el patri-
monio arqueológico como “todo bien susceptible de ser estudiado a través de metodología
arqueológica”.
El atributo arqueológico que damos a los vestigios materiales que deja el hombre quiere
decir que estos restos tienen interés para la arqueología, una ciencia de las humanidades que,
valiéndose de una metodología específica, de determinadas técnicas de investigación y siste-
mas de registro y de la aportación de otras ciencias, se encarga de documentarlos e interpretar-
los. La información no solo se extrae del estudio de los propios materiales arqueológicos, sino
también de los contextos asociados a esos elementos (secuencia estratigráfica de los depósi-
tos, asociación de determinados artefactos, ecofactos y estructuras, ubicación exacta de cada
uno, etc.). De ahí la importancia del registro arqueológico, ya que, cuando se pierden estos con-
textos originales, se pierde parte valiosa del potencial informativo del PA.
Realmente, el PA no existe como tal, sino que es un valor, atributo o reconocimiento que
asignamos desde el presente, por lo que está ligado al momento histórico en el que se descu-
bre y tutela. Al valor de antigüedad y al valor histórico-artístico, incluso al valor económico en
muchos casos, se suma el valor científico (por la información que aporta) y el valor funcional
(como recurso económico y herramienta para la educación y el disfrute).
Andalucía destaca por su rico y variado PA, testimonio de un importante pasado donde
muchos pueblos y culturas han dejado su impronta. Por tanto, el PA puede abarcar desde los
inicios de la humanidad hasta nuestros días y se encuentra localizado en todo el territorio de
nuestra geografía: en superficie, en el subsuelo o bajo las aguas, disperso en nuestros paisajes
o bajo los actuales cascos históricos. De ahí derivan algunos conceptos como yacimiento y sitio
arqueológicos, zona y enclave arqueológicos, patrimonio arqueológico urbano o patrimonio
arqueológico subacuático.
En esencia, un yacimiento arqueológico es el emplazamiento que contiene evidencias fí-
sicas de una actividad humana pasada, para cuyo estudio e interpretación son fundamentales
los métodos y técnicas de investigación arqueológica. Para entender cómo un asentamiento
humano terminó por convertirse en un yacimiento arqueológico con el paso del tiempo hemos
de pensar en que este, en algún momento, fue abandonado por sus pobladores y, paulatina-
mente, sufrió los efectos de agentes naturales o bien fue bruscamente destruido por causas
naturales o por la mano del hombre.
Los bienes que constituyen el PA no se entienden como objetos aislados, sino que for-
man parte de su entorno y tienen múltiples conexiones con el territorio. De hecho, el PA es
un concepto amplio que no se reduce al conjunto de artefactos construidos por el hombre,
sino que abarca una parte de nuestro entorno físico modificada a través de un determinado
comportamiento antrópico. Además, la evidencia arqueológica no se reduce a un conjunto
de yacimientos aislados en el territorio, sino que el interés de estudio se centra también en
unidades espaciales más amplias, como los patrones de ocupación del territorio o los paisa-
jes culturales.
En el medio rural podemos encontrar vestigios de asentamientos como graveras con in-
dustria lítica paleolítica, cuevas y abrigos con pintura rupestre, fondos de cabañas neolíticos y
calcolíticos, grandes megalitos, poblados del Bronce, colonias fenicias, santuarios y ciudades
iberas y romanas, factorías de aceite y salazones, unidades de explotación agropecuaria y villae
romanas, puentes y acueductos, vías, calzadas y caminos, alquerías, molinos y almazaras me-
dievales, arquitectura defensiva, necrópolis, sitios de culto, etc.
Este patrimonio, por su ubicación, puede verse afectado por el expolio de furtivos y por
las tareas agrícolas. Para su protección es importante el papel de las Fuerzas y Cuerpos de Se-
guridad del Estado y la colaboración de la población local. También las grandes obras públi-
cas como líneas de ferrocarril, gaseoductos o carreteras pueden suponer una amenaza para su
conservación, aunque, realizadas con planificación y control, permiten avanzar en el conoci-
miento de ese patrimonio subyacente.
En el medio urbano encontramos un porcentaje importante de poblaciones y ciudades anda-
luzas que son, en realidad, asentamientos milenarios que han perdurado hasta nuestros días. Se
trata de grandes yacimientos arqueológicos donde el desarrollo y expansión de las ciudades ac-
tuales continuamente deja al descubierto —y en algunos casos en peligro— la ciudad subyacente.
En estos cascos urbanos las intervenciones arqueológicas están propiciadas por obras de
sustitución inmobiliaria o de proyectos urbanísticos, por lo que es preciso documentar e inves-
tigar esos restos, testigos de la ciudad pasada y, de ser factible, ayudar a su conservación.
Este patrimonio no solo puede rastrearse en el subsuelo, cuando se excava en solares bal-
díos, sino también oculto en edificaciones aún en pie, ya que en muchos casos llega hasta no-
sotros como producto de refacciones, reformas y/o añadidos de épocas posteriores. En estos
casos el edificio en pie no solo se entiende como monumento, sino también como documento
y, por tanto, la intervención arqueológica es necesaria para el conocimiento histórico y es de-
mandada desde el proyecto arquitectónico.
Por todo lo dicho, el PA ha de ser protegido y tenido en cuenta en la ordenación del territo-
rio y en la planificación urbanística y medioambiental, ya que es un recurso patrimonial finito
y no renovable.
La arqueología es una ciencia humanística que se ocupa del estudio de las sociedades hu-
manas a partir, fundamentalmente, del análisis de sus restos materiales. Se trata de documen-
tar, recoger, analizar e investigar todas las evidencias físicas
dejadas por la acción humana en un pasado más o menos
remoto, interpretando esos vestigios materiales en base a
los correspondientes contextos espacio-temporales donde
se encuentran (registro arqueológico).
La propia naturaleza de la documentación arqueoló-
gica es en sí misma compleja y en ella se incluyen bienes
muebles e inmuebles de muy diversa naturaleza: puede
tratarse de una pintura rupestre o de un pecio marítimo, de
un basurero o de fosas de enterramientos, de un castillo en
pie o de un fondo de cabaña, cimentaciones o pavimentos
de edificios arrasados. Podemos encontrar instrumentos
de piedra o metal, restos de vestimenta, vajillas cerámicas,
ajuares funerarios, elementos asociados al culto religioso,
restos de comida, pólenes, fauna o vestigio humanos… De
todo.
Las actividades arqueológicas, sean prospecciones,
excavaciones o lecturas arqueológicas de edificios, tienen
como objetivo recuperar el máximo de información del re-
Técnicas de Examen por Imagen. Jarro pro- gistro arqueológico, aplicando para ello la metodología
cedente de la Necrópolis de Chorreras. Mu- adecuada, lo que obliga a la arqueología a relacionarse con
seo de Málaga (Eugenio Fernández Ruiz) otras disciplinas y ciencias experimentales.
Pero cuando el PA se saca a la luz sin miramientos, de forma clandestina, para su venta ilí-
cita, se trata de expolio, una actividad ilegal alimentada por un comercio ilícito de compraventa
de antigüedades. Lamentablemente, decenas de miles de objetos son encontrados mediante
el uso de detectores de metales o excavaciones furtivas que, encaminadas a la obtención del
objeto, destrozan y desprecian la información contextual del hallazgo, limitando sus posibilida-
des de estudio al objeto en sí mismo.
II.3.3.1. Conservación
La conservación del PA tiene una problemática muy específica, pues su exhumación su-
pone alterar las condiciones medioambientales donde esos materiales y estructuras habían
permanecido durante mucho tiempo. A su fragilidad y la dificultad de la preservación y man-
tenimiento de estructuras a la intemperie se une el hecho de que algunos restos a conservar in
situ son de difícil “lectura”. Aquí se impone la necesaria reflexión sobre qué se debe conservar,
cómo y para qué, sobre todo en el ámbito urbano donde la musealización de estructuras ar-
queológicas implica preservar elementos aislados y descontextualizados, relegados a sótanos
y otros lugares poco accesibles y de difícil conservación y lectura.
Entramos aquí en el ámbito de la difusión, donde es importante transmitir y hacer com-
prensibles estos vestigios, además de concienciar de la importancia de preservar nuestro patri-
monio, entendido no como monumentos o bienes aislados, sino como parte de un territorio,
de un paisaje, vinculado a las personas que lo habitan.
La Constitución Española recoge el derecho colectivo del uso público y disfrute del patri-
monio histórico al reconocer entre sus valores tanto el de uso para la educación, la cultura y el
ocio como el de fuente generadora de riqueza. El acceso a su conocimiento y uso debe promo-
verse como un factor esencial de crecimiento individual y colectivo (Consejo de Europa 1996) y
potenciarse su valorización en los procesos de desarrollo sostenible (Consejo de Europa 1997).
En el marco de estas ideas, la visita pública, las actividades de difusión y espectáculo ligadas al
PA son una forma de poner a disposición de la ciudadanía estos recursos culturales con fines
educativos y de ocio.
El PA ha de transformarse en instrumento de aprendizaje y, por tanto, de conocimiento con
mensajes claros y atractivos y mediante nuevos mecanismos de comunicación e interpretación
para que, tanto en la visita a los yacimientos como a las salas de los museos y exposiciones
temporales, el visitante sienta el placer de descubrir, de aprender, de contemplar, de recono-
cerse en este patrimonio.
Mediante el acceso a los yacimientos arqueológicos acondicionados para la visita, caso
de los conjuntos arqueológicos y enclaves de la Junta de Andalucía, la ciudadanía puede
unir la experiencia de la visita en el entorno de origen con otras actividades en el sitio (cen-
tros de interpretación, visitas guiadas, etc.). Importante también es el papel de los museos
respecto a sus colecciones y fondos arqueológicos, donde exponen piezas singulares y pre-
sentan cómo era la vida cotidiana y las mentalidades de nuestros antepasados, además de
albergar en sus almacenes el material procedentes de las actividades arqueológicas para
que siga siendo investigado.
El mar ha sido, desde la más remota Antigüedad, un espacio que los seres humanos han
soñado con dominar. El perfeccionamiento de las técnicas de navegación y construcción de
embarcaciones permitió la apertura de nuevas rutas y el uso de navíos con mayor capacidad
de carga. Pero muchos de aquellos barcos nunca llegaron a su destino, lo que ha generado que,
en la actualidad, contemos con un importante patrimonio arqueológico subacuático (PAS). Sin
embargo, es importante señalar que los yacimientos localizados bajo las aguas no se corres-
ponden únicamente con restos de una nave naufragada o abandonada, su carga y demás en-
seres que pudiera transportar —lo que los arqueólogos llamamos “pecio”—, sino también con
asentamientos sobre el agua —“palafitos”—; asentamientos terrestres que han pasado a estar
cubiertos, total o parcialmente, por las aguas —las ciudades de Port Royal en Jamaica o Baia en
Italia, o algunas torres vigías o almenaras como las existentes en la costa de Huelva—; también
podemos encontrar estructuras relacionadas con actividades económicas como los corrales de
pesca en la costa de Cádiz, etc.
El estudio e interpretación de estos restos del pasado preservados bajo las aguas, tanto
marinas como continentales (ríos, lagos, embalses…), así como en zonas de tierra afectadas
por la presencia de una capa freática, le corresponde a la arqueología subacuática.
Balneario de la Palma y el Real. Sede del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (Cá-
diz) (Juan Carlos Cazalla Montijano, 2009). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
A nivel nacional contamos, en Cartagena, con el Museo Nacional de Arqueología Subacuá-
tica (ARQUA), institución heredera del Museo y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológi-
cas Submarinas (CNIAS).
Las primeras noticias sobre hallazgos fortuitos de restos arqueológicos subacuáticos, prin-
cipalmente de esculturas, se remontan al siglo XIX. Los protagonistas de estos hallazgos eran
pescadores y buceadores con escafandra11, los únicos conocedores de los fondos marinos en
aquellos momentos.
En el año 1900, unos pescadores de esponjas localizaron, en Grecia y a sesenta metros de
profundidad, el pecio de Antikythera, con un cargamento de estatuas de dioses o héroes grie-
gos de bronce y mármol de los siglos V-IV y III a.C., objetos en bronce y vajilla de lujo con incrus-
taciones vítreas. Sin embargo, en aquellos momentos los medios para permanecer y trabajar
bajo las aguas eran muy precarios; los buceadores solo podían efectuar dos inmersiones dia-
rias de 5 minutos cada una. Además, en esta época, el papel de los arqueólogos se reducía a la
clasificación y catalogación de aquellas piezas que llegaban a los museos.
En España, en el año 1905, en aguas de Cádiz, se localizó una estatua de mármol blanco
—de la primera mitad del siglo II d.C.—, que representaba a un emperador y que en la actuali-
dad se encuentra depositada en el Museo de Cádiz.
Pero el gran descubrimiento en este ámbito en España se produjo en la Ría de Huelva en el
año 1923 cuando, durante labores de dragado, se extrajeron diversos objetos de bronce: espa-
das, puñales, fíbulas, puntas de lanza y flechas, botones, anillas, etc., de mediados del siglo IX
a.C., quizás anteriores (siglo X a.C.).
Sin embargo, el nacimiento de esta disciplina estuvo estrechamente unido a la invención y
desarrollo del buceo autónomo cuando, en 1943, Émile Gagnan y Jacques-Yves Cousteau fabri-
caron el primer regulador que posibilitaba una independencia total del buceador bajo el agua,
dado que permitía respirar, a la presión ambiente, el aire que se encontraba en una botella de
buceo que el propio buceador transportaba en su espalda.
A pesar de ello, no fue hasta el año 1961 cuando se planificó, en Turquía, la primera exca-
vación científica subacuática dirigida por arqueólogos-buceadores en el pecio de Yassi Ada I.
11 “Aparato compuesto de una vestidura impermeable y un casco perfectamente cerrado, con un cristal frente a la cara,
y orificios y tubos para renovar el aire, que sirve para permanecer y trabajar debajo del agua”. Disponible en: http://histo-
rico.oepm.es/museovirtual/galerias_tematicas.php?tipo=CURIOSAS&xml=Patente%20n%C2%BA%2057603.xml [Con-
sulta: 27/03/2023].
En este sentido, se debe tener presente que, en la arqueología subacuática, al igual que en
la terrestre, la relación entre los diversos objetos y estructuras que componen un yacimiento,
es decir, dónde aparecen, cuál es su posición y cómo se relacionan entre ellos, son esenciales
para la correcta interpretación del yacimiento. Por ello, esta investigación se deberá realizar en
distintas fases complementarias entre sí:
Estudio documental12 analizando las fuentes escritas, arqueológicas, orales y cartográ-
ficas13, que proporcionan información sobre zonas en las que naufragaban embarca-
ciones, como, por ejemplo, la bahía de Cádiz.
Prospección o reconocimiento superficial de los restos que se llevará a cabo por:
Medios geofísicos14 como los que han sido empleados para la localización de los res-
tos de las embarcaciones hundidas tras el combate naval de Trafalgar en las costas
de Cádiz y Huelva.
Por medio de profesionales de la arqueología con conocimientos de buceo que han
dado lugar a la localización de naufragios como el pecio del Águila en Almería o el de
San Pedro de Alcántara en Marbella (Málaga).
Por vehículos operados por control remoto —ROVS—, con los que se han localizado
unos restos de un naufragio del siglo II-I a.C. en el estrecho de Gibraltar.
Excavación15. Tras la delimitación de la zona a excavar mediante la colocación de una
cuadrícula referenciada, se retirarán, de forma controlada y sistematizada, los sedi-
mentos existentes en el yacimiento empleando mangas de succión de aire o agua; se
identificarán, mediante etiquetas, los distintos elementos localizados; se posicionarán
cada uno de ellos y se procederá a documen-
tarlos mediante dibujos, fotografías, vídeo, etc.
Finalmente, se llevará a cabo una extracción
controlada de los bienes arqueológicos para su
posterior estudio y tratamiento en los laborato-
rios de restauración. Un ejemplo lo podemos
ver en la excavación del pecio de Camposoto,
cuyos restos pertenecen al navío Fougueaux,
hundido tras el combate naval de Trafalgar.
Todo ello conllevará un posterior e intenso
trabajo de laboratorio que dará lugar a una in-
terpretación histórica del yacimiento, y a la di-
fusión de los resultados obtenidos.
La arqueología no consiste en localizar ob-
jetos y extraerlos, sino que busca avanzar en el
conocimiento de nuestra historia. Solo con el
estudio de esos bienes en su contexto arqueo-
lógico podremos alcanzar ese objetivo, preva-
leciendo el valor histórico de la pieza y su entor-
no frente al valor económico que pueda tener.
Únicamente por medio de prospecciones, son-
deos o excavaciones debidamente autoriza-
dos por los organismos competentes se podrá
llevar a cabo un estudio científico de cada ya-
cimiento, se podrá tener un conocimiento lo
más exhaustivo posible de los mismos y por
tanto contar con una carta arqueológica16 que
permitirá, entre otros aspectos, establecer una
Excavación y dibujo en el pecio de Camposoto (San Fer- correcta tutela de este patrimonio.
nando, Cádiz) (J.M. Higueras-Milena Castellano)
Debemos considerar el yacimiento arqueológico como algo único, como un bien no
renovable.
Ante todo, no se debe tocar ningún objeto y muchos menos extraerlo, pues al hacerlo
se eliminarán datos que, analizados por un técnico, permitirían valorar la importancia
del yacimiento en su entorno. Por otro lado, al extraer el material arqueológico rom-
peremos el equilibrio que ha alcanzado durante su inmersión provocando un rápido
deterioro si no se contemplan las medidas adecuadas de conservación.
Anotar todos los datos que sea posible sobre el yacimiento.
Tomar referencia de su posición o balizarlo.
Comunicarlo, a la mayor brevedad posible, a los organismos competentes encarga-
dos de su protección. En el caso de Andalucía, la comunicación deberá ser notificada
inmediatamente a la Consejería competente en materia de patrimonio histórico o al
Ayuntamiento correspondiente, que dará traslado a dicha Consejería en el plazo de
veinticuatro horas (Artículo 50.1, Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía).
No hay que olvidar que el patrimonio arqueológico debe ser entendido como un recurso
no renovable y como tal merece ser estudiado desde el punto de vista científico, siendo nuestra
obligación el legarlo a las generaciones futuras.
Estudio bioestratinómico de los concheros andaluces. Playa de la Sar-
dina (Málaga) (Laboratorio de Paleobiología, IAPH)
Hasta hace unas escasas decenas de miles de años fuimos una especie más entre las pre-
sas que se comían los tigres dientes de sable, para más tarde pasar a ser depredadores de poca
monta, hasta que hace unos 200.000 años emerge nuestra especie, Homo sapiens. Cuando este
llega y se asienta en la península ibérica hace unos 50.000 años recorre grandes espacios si-
guiendo las manadas de bisontes, caballos o uros a las que cazar sin despreciar cualquier otro
recurso ni a los inquilinos autóctonos, los neandertales. A partir de aquí el clima, la pérdida de
biodiversidad, algunos acontecimientos volcánicos, entre otros, causaron, por sí solos o todos
juntos, el cambio en el comportamiento de estos humanos, adaptándose física y culturalmente
a los nuevos tiempos y produciéndose migraciones de humanos procedentes de otros puntos
de Eurasia y África a nuestra región, con efectos positivos y negativos sobre el ecosistema y las
culturas autóctonas.
En registros óseos paleolíticos como el de la cueva del Ángel de Lucena (Córdoba), ocupa-
da por preneandertales y neandertales desde hace 400.000 años, se conservan restos de gran-
des mamíferos; unos son restos del consumo de elefantes, rinocerontes, uros, bisontes, caba-
llos, ciervos, jabalíes, cabras monteses, y otros son huesos de grandes enemigos como los osos
de las cavernas, linces, gatos monteses, zorros y lobos que serían moradores de la cueva en
periodos alternativos.
Más tarde, en los yacimientos neolíticos se da una divergencia en los hábitats; ya no solo son
cuevas las ocupadas por nuestros antepasados, sino que hallamos paleobasureros también en
asentamientos al aire libre en llanuras y valles. Mientras que en los niveles datados sobre el 6.300
Detalle del Laboratorio de Paleobiología en el Instituto Andaluz del Patrimo-
nio Histórico (Sevilla) (Laboratorio de Paleobiología, IAPH)
B.P. de la cueva Chica de Santiago (Cazalla de la Sierra, Sevilla) encontramos los primeros anima-
les domesticados, como vacas y ovejas, junto a 18 especies silvestres, uros, ciervos, corzos, jaba-
líes, lobos, gatos monteses, conejos, milanos, águilas, perdices, topillos y hasta una hiena, en los
de la calle Alcazaba de Lebrija (Sevilla) hallamos esas mismas especies domesticadas y apenas
algunos huesos de ciervos y conejos. Es el re-
gistro de las cuevas quizás el más interesante
para la reconstrucción ambiental al contener
un mayor número de animales silvestres que
los asentamientos al aire libre.
De todas estas especies domesticadas, la
más emblemática es la oveja. Cualquier otra
podría ser domesticada a partir de sus ances-
tros: la vaca del uro, la cabra de la cabra mon-
tés y el cerdo del jabalí, pero nuestros eco-
sistemas no han albergado el agriotipo de la
oveja, el muflón. Cuando encontramos hue-
sos de oveja en la cueva de la Dehesilla (Jerez
de la Frontera, Cádiz), datados con una fecha
de 7.300 años, encontramos la conexión con
una cultura llegada de Asia oriental que la do-
mesticó hace 9.000 años. Esta misma especie
se halla 200 años antes en los paleobasureros
de yacimientos del Levante español, lo que
Punzones de hueso de la cueva Chica de nos estaría indicando el camino que siguie-
Santiago (Cazalla de la Sierra, Sevilla) (La- ron desde Irak hasta Cádiz.
boratorio de Paleobiología, IAPH)
Cuando la domesticación de animales se convirtió en la herramienta más eficaz para man-
tenernos, la población creció hasta los 7.500 millones que somos hoy en día, pero antes hemos
pasado por otras culturas que nos dejaron inventos, técnicas y costumbres en el comer que de-
terminaron nuestro presente. La historia de los humanos antes de este evento, de la domesti-
cación, es la de una evolución lenta de la anatomía de nuestros ancestros junto con el progreso
al que nos ha llevado uno de los hechos que más nos humaniza, la presencia de instrumentos
que transforman los recursos. Prolongar nuestros brazos con un palo, un hacha, una lanza y un
arco nos va a llevar, en un futuro próximo, a Marte.
Estos avances de nuestra especie se deben a una mano dirigida por un cerebro alimentado
por unos azúcares que debemos obtener por distintos medios. Lo que hemos olvidado en la ma-
yoría de las reconstrucciones del pasado de la humanidad son las limitaciones de nuestra ana-
tomía y fisiología. Si bien somos una especie con gran plasticidad, también es cierto que nuestro
cuerpo no puede procesar todo lo que pasa por el sistema digestivo. Para que este cerebro, que
da mucho y nos exige más, nos mantenga vivos, se requiere una gran cantidad de azúcares que
vamos obteniendo de manera distinta a lo largo de nuestro crecimiento y de nuestra evolución.
Cuando decimos que los humanos somos omnívoros, lo que implica que podemos co-
mer vegetales y animales, no estamos reconociendo que nuestras características anatómicas
y fisiológicas son más las de un herbívoro, más las de una cabra. La clave de esta afirmación
está en una simple enzima: la amilasa. Todos los mamíferos tenemos en nuestro sistema
digestivo esta enzima que nos sirve para asimilar el almidón de los vegetales. La diferencia
entre los carnívoros y los herbívoros, en cuanto a la amilasa, es que en los primeros esta se
encuentra en los intestinos, mientras que en los herbívoros se halla en los intestinos y en la
saliva. Pues teniendo en cuenta esta diferencia, los humanos, por mucha carne que consu-
mamos en la actualidad, estamos preparados para ser más cabras que leones al tener ami-
lasa en las tripas y en la boca.
En cualquier caso, esa amilasa en nuestra saliva parece que determinó, junto a cierta es-
tabilidad en el clima hace unos 10.000 años, el camino hacia la domesticación de ciertos ve-
getales, sin dejar de lado la carne para cuya asimilación también estamos preparados, aunque
mucho menos que otras especies carnívoras. Esa carne puede obtenerse con la caza o domes-
ticando; en Asia oriental fueron las cabras y las vacas los primeros animales domesticados hace
unos 10.000 años, seguidas por los cerdos y las ovejas, quizás mil años después, y mucho más
tarde, hace 5.500 años, los caballos.
La única especie no relacionada con el inicio de la agricultura y la ganadería fue el perro,
un lobo que hace 30.000 años decidió unirse a nuestra manada de cazadores como uno más
con tareas determinadas como cazar, guardar y defender al resto del grupo; mientras las vacas
eran usadas como fuerza motriz en la agricultura, las cabras y ovejas para carne, lana y lácteos,
y los caballos para dominar desde la altura y la velocidad de este animal a otros congéneres y
a otros pueblos. Todas estas especies tienen los focos de su domesticación en Asia oriental y
todas ellas las encontramos en la península ibérica dos mil años más tarde.
El mayor inconveniente en la reconstrucción del pasado a través de los huesos de los ani-
males sacrificados por los humanos está en el estado de conservación. La mayoría de los re-
gistros óseos están compuestos por fragmentos que bien son el resultado de los cortes de car-
nicería para distribuir la carne en el poblado o bien del reciclaje para otros usos. Esto dificulta
la determinación de la especie, estimar el tamaño y la edad de los individuos y reconocer pa-
tologías relacionadas con el tipo de explotación de estos animales. Sin embargo, para un tafó-
nomo, que analiza esos estados de conservación, esta fragmentación es un indicio de las cos-
tumbres de una cultura. Solo hay que aprender a leer en ese puzle de fragmentos utilizando
la bioestratinomía, una ciencia que observa los acontecimientos actuales en la formación de
depósitos de material orgánico.
Desde esta ciencia se modelaron las pautas de formación de los depósitos de huesos na-
turales en los que intervienen las hienas africanas y los jabalíes de la Reserva Biológica de Do-
ñana, los dos grandes carroñeros de huesos de los ecosistemas actuales. Y ambos, tanto ahora
como hace un millón de años, consumen por completo los cadáveres más pequeños, de co-
nejos, zorros o perdices, dejando restos de los grandes huesos porque no les caben en la boca.
Esos restos, según el periodo, suelen ser de mamuts, caballos y uros, los animales más pesa-
dos. De modo que el depósito óseo fósil representa a los animales más grandes, pero no a los
más pequeños. Por el contrario, los paleobasureros de los humanos estudiados por nuestro
equipo se ajustan a un modelo de conservación opuesto, ya que representan mejor a las ove-
jas, cabras y cerdos que a los caballos y vacas; es decir, siendo nuestra especie productora de
basureros como las hienas y los jabalíes, somos menos carroñeros y es esta basura la que nos
hace humanos desde hace miles de años.
Ya he mencionado que nuestro aspecto carroñero está en que aprovechamos los huesos
como alimento para el ganado y en fabricar adornos e instrumentos. Sirva de ejemplo el ha-
llazgo de falanges de caballos, ciervos, vacas y cabras labradas y ofrendadas a los muertos de-
positados en los dólmenes de Valencina de la Concepción (Sevilla) hace más de 4.500 años, un
anillo de hueso con 3.800 años de antigüedad en Lebrija o una cuchara en los niveles islámicos
del Parlamento de Andalucía. En Huelva, en el yacimiento romano de La Almagra, junto a res-
Conjunto de tabas (astrágalos) de caprinos ofrendadas en una tumba de la necrópolis fe-
nicia de la Cruz del Negro (Carmona, Sevilla) (Laboratorio de Paleobiología, IAPH)
tos del consumo de los pobladores de una villa romana, estaba la escápula de una vaca tallada
a modo de colgante, así como cientos de tabas talladas (hueso del talón de las extremidades
posteriores) de ovejas, ciervos, vacas y cabras que estaban junto a los cadáveres de niños y jó-
venes en las tumbas fenicias de la necrópolis de la Cruz del Negro de Carmona, unos huesos
que se usaban y se usan para el juego y la adivinación.
Todos sabemos que la arqueología es una fuente de información histórica y cultural, pero a
través de la paleobiología hemos descubierto que también es una fuente de criterios para ges-
tionar los actuales ecosistemas cuando el registro conserva un elefante y no estamos en África.
Es por esto que quienes investigan y gestionan la naturaleza no deben olvidar que la vida está
en continuo cambio y que conservar el patrimonio es descubrir lo que un día fuimos y nos llevó
a ser lo que hoy somos. Veremos qué nos depara el futuro.
Son numerosas las transformaciones que ha experimentado la sociedad en las últimas dé-
cadas y sobre todo en los últimos meses tras la “nueva normalidad” a la que nos hemos visto
abocados por la pandemia provocada por la Covid. Los efectos de esta compleja situación, a
efectos sanitarios, económicos y sociales, definen nuevos contextos en los que el patrimonio
en general, y el etnológico en particular, se está viendo gravemente afectado.
Estamos ante un proceso donde los tiempos y espacios compartidos han dado paso al
silencio y al mantenimiento de una distancia, denominada “social”, que impide, por ejem-
plo, la celebración de los rituales festivos y articula otras formas, principalmente virtuales, de
encontrarnos.
Es pronto para sacar conclusiones, pero no para adentrarnos en el análisis de una comple-
ja situación en la que juega un papel muy importante la investigación. En este sentido, se en-
cuentran las propuestas que numerosos colectivos empiezan a presentar con el objetivo de po-
der compartir tiempos y espacios, y definir, en última instancia, momentos para la colectividad.
Las percepciones sobre las vivencias compartidas y el sentimiento de pertenencia a un
colectivo han conformado y siguen construyendo modelos culturales que definen formas de
vida, a pesar del difícil contexto que ahora tenemos. En este proceso el patrimonio cultural,
ahora más que nunca, se convierte no en un residuo de épocas pasadas, sino en un continuo
y dinámico texto que nos permite interpretar y analizar las realidades y contextos culturales
actuales.
En este sentido, aunque el reconocimiento formal del patrimonio etnológico está presente
en la legislación en materia patrimonial, tanto a nivel estatal como autonómico, quedan pen-
dientes numerosas interrogantes en cuanto a su reconocimiento.
El papel que el patrimonio etnológico juega en nuestra sociedad, así como las particulari-
dades que lo definen, serán algunos de los aspectos que trataremos en este apartado.
Romería de Valme (Dos Hermanas, Sevilla) (Aniceto Delgado Méndez, 2013)
Chozo y corral (Antequera, Málaga) (Aniceto Delgado Méndez, 2019)
Era y pajar (Arroyomolinos de León, Huelva) (Aniceto Delgado Mén-
dez, 2012). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Como hemos ido señalando, la reciente aparición del patrimonio etnológico en la legisla-
ción en materia de patrimonio, unida a la insuficiente presencia de la antropología y sus pro-
fesionales en las Administraciones públicas, ha provocado que la protección de estos bienes
se encuentre en una situación complicada, no solamente por el escaso número de elementos
incluidos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, sino también por la falta de
especialistas en esta materia.
Aunque los valores del patrimonio etnológico están presentes en una gran parte del patri-
monio protegido en Andalucía, las figuras que se centran en los valores de estos bienes son las
de lugar de interés etnológico y la de actividad de interés etnológico. La primera de ellas apare-
ce definida en el artículo 26 como “aquellos parajes, espacios, construcciones o instalaciones
vinculados a formas de vida, cultura, actividades y modos de producción propios del pueblo
andaluz, que merezcan ser preservados por su relevante valor etnológico”. Sobre la segunda,
aunque se determina su régimen de protección, no encontramos ninguna definición en la ley
andaluza.
Cuadrilla de ánimas (Vélez Rubio, Almería) (Aniceto Delgado Méndez, 2014)
Danza en honor a la Virgen de Tórtola (Hinojales, Huelva) (Aniceto Delgado Mén-
dez, 2014). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Pasear por Andalucía y conocer su patrimonio etnológico es, sin duda alguna, una forma
de entender este territorio y los colectivos que se expresan y definen a través de su arquitectura
tradicional, sus fiestas o sus oficios, por indicar algunos ejemplos. Si comprendemos la manera
en que nos expresamos, material e inmaterialmente, podremos salvaguardar este patrimonio
y los bienes que lo conforman.
La invisibilidad de los bienes que integran el patrimonio etnológico debido a su cotidianei-
dad o a su escasa presencia en los programas de gestión patrimonial no debería ser un motivo
para que las Administraciones e instituciones no propusieran y ejecutaran una planificación
real y efectiva de su salvaguarda.
Más allá de su reconocimiento formal en la legislación vigente, el patrimonio etnológico, en
sus aspectos materiales e inmateriales, se convierte en uno de los mejores textos para analizar
las permanencias y las transformaciones de la sociedad andaluza.
Nuestras arquitecturas, oficios, músicas o rituales evidencian contextos, definen territorios
y muestran nuestras formas de expresarnos. Conocer, interpretar y descodificar estos referen-
tes se convierte en un proceso necesario si pretendemos, partiendo del pasado, construir un
futuro.
II.7. El patrimonio cultural inmaterial
II.7.1. Introducción y marco normativo
Ha sido lento, pero fructífero, el proceso por el que se incorpora el concepto antropológico
de cultura al ámbito del patrimonio cultural. Desde los años ochenta del siglo XX, la sociedad,
la antropología y las políticas culturales han ido reflexionando de manera más intensa sobre
la necesidad de ampliar el concepto de patrimonio. Estas inquietudes culminan a nivel global
en el año 2003 con la celebración en París de la Convención para la salvaguardia del patrimo-
nio cultural inmaterial (en adelante, la Convención), siendo su antecedente más claro la Reco-
mendación sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular, aprobada en París por el
citado organismo internacional en 1989. El patrimonio inmaterial aparece así sujeto a un orden
normativo con rango de tratado internacional con capacidad de ser un instrumento útil para
defender la diversidad cultural del planeta.
Al tiempo que se producían transformaciones en las políticas culturales internacionales
(UNESCO 1982, 1989, 2003), estas se generaban también en el contexto del Estado español con
la promulgación de la Ley del Patrimonio Histórico Español (Ley 16/1985, de 25 de junio, del
Patrimonio Histórico Español, título VI, artículos 46 y 47), y en el ámbito de sus competencias,
“los generados por las distintas comunidades autónomas” (CC.AA.), siendo Andalucía una de
las pioneras en el desarrollo de un concepto ampliado de patrimonio cultural que incorporaba
el valor etnológico en su primera Ley 1/1991 de Patrimonio Histórico de Andalucía. El Estado no
genera una legislación específica para este patrimonio cultural inmaterial hasta la promulga-
ción de la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial,
debido a la delegación de competencias a las CC.AA. en el seno del Estado español en materia
de patrimonio histórico. En 2011 el Ministerio de Cultura y Deporte, a través del Instituto del Pa-
trimonio Cultural de España (IPCE) y en colaboración con las CC.AA., elaboró también el Plan
Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (2011). En este documento tendrán
un gran protagonismo los avances realizados en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico
con el Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía.
tringido a las elites sociales, políticas o religiosas occidentales. Se trata de expresiones cultura-
les vivas cuyo valor principal no radica en la excepcionalidad, sino en ser representativas de la
identidad cultural de una comunidad.
Esta definición destaca el carácter siempre vivo y dinámico de este patrimonio, la relación
entre lo material e inmaterial, la importancia de las comunidades y los grupos protagonistas en
su gestión y salvaguarda; la transmisión, la identidad, el reconocimiento, la diversidad, la crea-
tividad colectiva y la representatividad frente a la excelencia y singularidad.
Carnaval de Cádiz (Gema Carrera Díaz, 2017). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Entre los problemas actuales que más afectan a este patrimonio en cualquier parte del mun-
do, y por supuesto en Andalucía, están los procesos de globalización y la aceleración de las trans-
formaciones sociales, que comportan riesgos de deterioro, desaparición y destrucción de los va-
lores inmateriales del patrimonio cultural. Por otro lado, la patrimonialización mal entendida de
estos elementos culturales, siguiendo principios y valores más relacionados con los bienes mue-
bles e inmuebles que con el patrimonio inmaterial u objetivos más económicos que culturales,
puede conllevar ciertos peligros como la fosilización, museificación y creación de una cultura eti-
quetada; el esteticismo, seleccionando expresiones que se privilegian frente a otras menos pinto-
rescas; la conversión en recurso económico y el peligro de mercantilización, espectacularización
o turistización; o, lo que es lo mismo, la intervención forzada o artificial en la dinámica cultural.
Se entiende por salvaguarda (UNESCO 2003, Artículo 2.3) las medidas encaminadas a ga-
rantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, comprendidas las de: a) identificación,
documentación, investigación; b) preservación, protección; c) promoción, valorización, y d)
transmisión —básicamente a través de la enseñanza formal y no formal— y revitalización de
este patrimonio en sus distintos aspectos.
La convención destaca también, como medida de salvaguarda principal, la elaboración de
inventarios para su identificación, siendo esta una de las obligaciones que cada Estado parte
contrae al ratificarla. Para ello se deberán también crear instituciones de documentación sobre
el patrimonio cultural inmaterial y facilitar el acceso a ellas (artículo 13). Aquellos deberán rea-
lizarse con la participación de las comunidades, los grupos y las organizaciones no guberna-
mentales pertinentes. La UNESCO considera los inventarios herramientas de documentación
útiles para distintos objetivos:
Sensibilizar a la ciudadanía de la importancia de este patrimonio y de su valor
identitario.
Promover la creatividad y fomentar una autopercepción positiva de las comunidades y
grupos que se identifican con estas expresiones.
Formular planes de salvaguarda del patrimonio cultural que se registra. Para su elabo-
ración, la UNESCO afirma que es necesaria la participación de las comunidades en su
desarrollo y enumera una serie de experiencias ejemplares a nivel internacional.
El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico ha desarrollado experiencias relacionadas
con este concepto de salvaguarda a través del Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía, los
Seminarios de Patrimonio Inmaterial y el Proyecto “Red Pesca: plan de salvaguarda del patri-
monio inmaterial marítimo pesquero andaluz”.
Los protagonistas del patrimonio inmaterial son las personas y colectivos que producen
y poseen un determinado conocimiento o técnicas o que los han heredado y los transmiten,
por lo que sus estrategias y formas de transmisión de conocimientos son fundamentales para
la comprensión y salvaguarda de estas actividades y saberes. Las Administraciones deben in-
volucrar a los protagonistas
de este patrimonio cultural
en los procesos de identifi-
cación y en el diseño de me-
didas de salvaguarda del pa-
trimonio cultural inmaterial.
Este paradigma participati-
vo que introduce la Conven-
ción tiene algunas limitacio-
nes que deben solventarse
en el proceso de documen-
tación y en los planes de sal-
vaguarda sucesivos, ya que
las comunidades no son
homogéneas y, además, los
agentes relacionados con
Embotellado de tomates (Almonaster la Real, Huelva) (Erica Bredy, estas patrimonializaciones
2009). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH no son solo los grupos porta-
dores. Estos agentes pueden
tener objetivos muchas veces contradictorios (identitarios, turísticos, económicos, políticos…)
y afectar negativamente a sus fórmulas de continuidad si no se analizan adecuadamente. Por
lo que es necesario diseñar adecuadamente los procesos participativos asociados a la identi-
ficación y al diseño de planes de salvaguarda (Durán Salado y Carrera Díaz 2017; Carrera Díaz y
Florido del Corral 2020).
Las Administraciones públicas también son responsables en la gestión del patrimonio cul-
tural inmaterial. Entre las medidas llevadas a cabo para este fin por la Consejería competente
en materia de patrimonio se encuentra la elaboración del Atlas del Patrimonio Inmaterial de
Andalucía realizado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico entre los años 2009 y 2014
(Carrera Díaz 2009, 2016).
El Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía agrupa a agentes institucionales, académi-
cos y sociales y es fruto de las políticas culturales que nacen bajo el auspicio del Estatuto de
Autonomía, los estudios académicos de antropología y de los grupos sociales que reivindican
una mayor representación a través de sus propias expresiones culturales como patrimonio cul-
tural. Y, sobre todo, del afecto a nuestra cultura andaluza. La confluencia de estos factores, que
no la encontramos en otros territorios, explica el carácter pionero de este proyecto y su empleo
como modelo en otras comunidades autónomas en el marco del Plan Nacional de Salvaguar-
dia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Este proyecto tiene como finalidad registrar, documentar y difundir el patrimonio inma-
terial de Andalucía como medio más eficaz para salvaguardarlo. Su objetivo es transmitir este
conocimiento a los colectivos implicados y a la sociedad en general, aportando medidas que
favorezcan su continuidad y salvaguarda, sin caer en reduccionismos ni conservadurismos de
ningún tipo, sino respaldando las iniciativas sociales que conducen a su reproducción y limi-
tando los riesgos y obstáculos que se les plantean desde otras instancias, favoreciendo así la
diversidad cultural y la biodiversidad en Andalucía. Todo ello implica la coordinación con mu-
chos agentes y la necesidad de atender al patrimonio con una mirada amplia.
Desde 2009 a 2014 se han analizado 771 municipios agrupados en 62 comarcas estudiadas
en tres fases: 2009, zonas de Sierra; 2010, interior y valle del Guadalquivir; 2011-2013, costas y
áreas metropolitanas. Con un criterio territorial y extensivo, se han recogido las expresiones re-
presentativas de cada comarca, pero este proyecto está abierto y es posible incorporar nuevos
registros, ya sea a través de la participación social o por el propio Instituto. Se ha realizado a
partir de etnografías y el trabajo de campo de un equipo de antropólogos en todo el territorio
andaluz. La metodología que emplea está basada en técnicas de investigación antropológica
como la observación participante o las técnicas de diálogo. En ella tiene un papel fundamental
la variedad de significaciones otorgadas por sus protagonistas. Ellos serán claves en el proceso
de documentación y diagnóstico y en las propuestas de salvaguarda recogidas.
Salinas (Isla Cristina, Huelva) (M.ª del Rosario Ortiz Amores, 2012).
Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
El Atlas del Patrimonio Inmaterial cuenta actualmente con 1.841 registros de expresiones
culturales andaluzas agrupadas en cuatro ámbitos temáticos: rituales festivos, oficios y sabe-
res, modos de expresión y alimentación y cocinas. Todos ellos relacionados entre sí, así como
con los espacios y objetos que les son inherentes. Estos pueden consultarse en la Guía Digital
del Patrimonio Cultural de Andalucía.
Se trata de un proyecto vivo y dinámico, como lo es el patrimonio cultural documentado y
analizado, cuyo objetivo es dar a conocer sus valores a toda la sociedad. Su permanencia está
garantizada por medio de la Red de Agentes del Patrimonio Inmaterial de Andalucía.
II.8. Patrimonio industrial
II.8.1. Introducción
Desde mediados del siglo XVIII, las ciudades andaluzas, en sintonía con el mundo occi-
dental, experimentaron un fuerte crecimiento demográfico desconocido hasta la fecha, conse-
cuencia de la renovación agrícola que estaba teniendo lugar.
Este crecimiento se generalizó en el siglo XIX ligado a la máquina de vapor y su revolución
industrial, y vino acompañado, además, de un gran éxodo rural. Aparecieron, así, los grandes
núcleos urbanos andaluces, bien como consecuencia de la evolución de las ciudades existen-
tes, bien de la creación de nuevos núcleos en torno a las zonas industriales.
Además, en el siglo XIX y XX, en estrecha relación con la transformación industrial, se puso
en marcha un imparable proceso de cambio del territorio, de los espacios urbanos y de sus
edificaciones. Por un lado, el tamaño de la ciudad histórica dejó de ser suficiente para alojar
a la nueva población, y fue necesario abrir las ciudades andaluzas derribando sus antiguas
murallas.
Cargadero de mineral El Alquife (Almería) (Miguel Centellas Soler, Pablo García Pelli-
cer y Alfonso Ruiz García, 2007). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Salto del Jándula (Andújar, Jaén) (Miguel Ángel Gimeno del Valle, Belén Jurado Millán y Ma-
ría Moreno García, 2009). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Por otro lado, la arquitectura pretendió dar soluciones a los nuevos problemas de esta
nueva sociedad, y aparecieron, así, nuevas infraestructuras y nuevos tipos edificatorios como
puentes, presas de agua, fábricas de tejidos, de azúcar, silos o estaciones de ferrocarril que, si-
tuados según lógicas propias en el territorio, conformaron nuevos paisajes.
La importancia que se dio al rendimiento, la eficiencia y la productividad se plasmó de
forma inmejorable en la arquitectura industrial, en la que se ensayaron los nuevos materiales
y procedimientos constructivos. El uso del acero, el vidrio y el hormigón armado posibilitó la
aparición de grandes espacios diáfanos de trabajo, grandes huecos de iluminación y nuevas
formas de la arquitectura de la producción, aspectos que hicieron a la cultura del trabajo anda-
luza alcanzar progresivamente mayores cotas de desarrollo.
Este proceso de modernización fue acompañado de la necesidad de dotar de espacios
para la vida a las personas trabajadoras y sus familias. La vivienda, tanto individual como co-
lectiva, apareció vinculada a los espacios de la industria y fue reflejo del interés por la mejora
en el confort, atendiéndose a cuestiones como la disposición de las viviendas en las parcelas,
la orientación de las estancias, la iluminación, la higiene y la ventilación.
Se trata de una memoria histórica en la que el hecho industrial partía de las raíces de la
tradición productiva andaluza como vehículo hacia el progreso. Nació, así, la ciudad de la era
industrial y, con ella, el legado material e inmaterial que la industria hizo a nuestro patrimonio.
Ante esta nueva realidad, a finales del siglo XX, la conciencia patrimonial de nuestra socie-
dad necesitó evolucionar hacia un sentido más amplio del concepto de patrimonio, valorándo-
lo en su complejidad, considerándolo inmerso en su contexto urbano, territorial e histórico-so-
cial, y se definió así un nuevo concepto: el de patrimonio cultural.
Vinculado a esta nueva definición, surgió el reconocimiento del valor de los denominados
“nuevos patrimonios”: aquellos bienes procedentes de la historia industrial, del medio suba-
cuático, de la cultura contemporánea, del territorio y el paisaje, así como los de naturaleza et-
nológica, que enriquecieron la percepción y complejizaron el estudio del patrimonio cultural.
Mucho de cuanto nos rodea procede del legado industrial de nuestros antepasados: ciuda-
des, colonias industriales, fábricas de electricidad, de tejidos o harina, salinas, bodegas, minas,
ferrocarriles, industrias químicas y mucho más.
Estos conjuntos o elementos procedentes del hecho industrial han desempeñado un papel
importante en la evolución del territorio, ya sea urbano o rural, y en la formación del carácter
histórico y cultural de nuestros sitios, lugares y paisajes.
Bodega Tío Pepe (Jerez de la Frontera, Cádiz). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Por ello, el concepto de patrimonio industrial es amplio y complejo, y abarca todos aque-
llos restos de la cultura industrial a los que, como sociedad, les atribuimos un valor histórico,
tecnológico, social, cultural, arquitectónico o científico, entre otros.
Fábrica de azúcar San Torcuato (Guadix, Granada) (Juan Carlos Cazalla Mon-
tijano, 2008). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Estos restos, entendidos como aquellos lugares donde se desarrollan actividades de trans-
formación, las infraestructuras que los comunican, sus edificios, su maquinaria, sus herramien-
tas e instrumentos, así como los sitios para la vida social (tales como la vivienda, el culto religio-
so o la educación), las costumbres y los modos de hacer, y los fondos documentales, asociados
a la cultura del trabajo, conforman un amplio conjunto que constituye el patrimonio industrial
andaluz.
Pero si la producción es un hecho histórico anterior a la industrialización del siglo XIX, ¿todo
el legado de la producción al que le atribuimos valores puede ser considerado patrimonio in-
dustrial? Pues bien, delimitar cronológicamente es una cuestión no baladí necesaria para la
delimitación del estudio y la aplicación de protección y salvaguarda.
De manera general, el Plan Nacional del Patrimonio Industrial, desarrollado por el Instituto
del Patrimonio Cultural de España, delimita su estudio cronológicamente para aquellas mani-
festaciones comprendidas entre la mitad del siglo XVIII, con los inicios de la mecanización, y el
momento en que esta comienza a ser sustituida total o parcialmente por sistemas automati-
zados a finales del siglo XX. No obstante, el mismo Plan considera de interés el estudio de sus
raíces preindustriales, por ejemplo, de las Reales Fábricas.
Como hemos mencionado, el patrimonio industrial es amplio, pero podemos plantear diez
ámbitos temáticos o sectores para facilitar su comprensión y estudio. Son los siguientes:
Ámbito 1: Agroalimentario.
Ámbito 2: Ferroviario.
Ámbito 3: Energía.
Ámbito 4: Químico y de cemento.
Ámbito 5: Cerámico y del vidrio.
Ámbito 6: Textil.
Ámbito 7: Metalúrgico y de las construcciones metálicas.
Ámbito 8: Naval.
Ámbito 9: Minero.
Ámbito 10: Urbanismo industrial, vivienda y equipamiento social.
el hormigón armado— y nuevos procedimiento constructivos, que fueron claves en su
conformación.
La relación entre el espacio y la luz. Tradicionalmente, las particularidades espaciales
y de iluminación andaluzas estuvieron esencialmente definidas por un aspecto funda-
mental del medio como es el clima. Un clima que determinaba las construcciones o
su grado de cerramiento, las características de los huecos (tamaño, situación…) o tipo
de iluminación natural de los espacios interiores. Los grandes cambios tecnológicos
vividos desde mediados del siglo XIX permitieron que los interiores pudiesen abrirse al
medio a través de grandes espacios acristalados usando diversas soluciones para ilu-
minar de manera natural los espacios interiores de trabajo.
La relación entre la función y la forma. En el patrimonio industrial existe una racional y
directa relación entre su forma y su configuración para un uso o función determinada.
Los distintos programas funcionales se van haciendo más complejos con el paso del
tiempo y se van dando respuestas inteligentes siempre ligadas a la capacidad tecnoló-
gica del momento.
Su alta capacidad de reutilización. El cambio en los sistemas de producción y consu-
mo derivó en la obsolescencia acelerada de infraestructuras productivas en los países
occidentales, poniéndose de relieve la capacidad de los espacios industriales de gene-
rar nuevos lugares para la creación y la experimentación a través de su intervención y
reutilización.
Proceso de restauración de la Biblia de Gutenberg de la Universidad de Se-
villa (José Manuel Santos Madrid, 2015). Fuente: Archivo IAPH
II.9.2. El patrimonio documental
18Se considera fuente de información “cualquier material o producto original o elaborado que tenga potencialidad para
aportar noticias o informaciones o que pueda usarse como testimonio para acceder al conocimiento” (Torres Ramírez
2002, 317).
cuanto es digno de pasar a la historia por su capacidad de representar una parte de la misma y,
por último, el documento es capaz de generar señas de identidad, por su capacidad de retener,
recordar y rememorar acontecimientos importantes para la comunidad.
Además, algunos documentos podrán concentrar otros valores, tales como el valor de an-
tigüedad, el valor estético, e incluso el valor sagrado, económico, etc.
Algunos ejemplos de documentos del patrimonio documental de Andalucía con alta con-
centración de estos valores serían:
Manuscrito del Himno de Andalucía de Blas Infante.
Documentos del referéndum para la autonomía de Andalucía.
Capitulaciones de Santa Fe.
Privilegio del rey Fernando II de León de 1167.
Constitución de Cádiz de 1812.
En general, la sociedad debe conservar su patri-
monio documental porque en él se contiene su his-
toria, su memoria y su acervo cultural, convirtiéndo-
se muchas veces en carta de identidad del propio
patrimonio cultural.
Ahora bien, ¿dónde se encuentra y cómo se pue-
de acceder a los bienes del patrimonio documental?
La propia legislación regula el acceso a dichos bie-
nes y distingue según sean de titularidad pública o
de titularidad privada. En general, el acceso debe es-
tar garantizado para el patrimonio documental so-
bre todo para los bienes de titularidad pública y para
aquellos que están declarados expresamente como
tales. En cuanto a su localización, gran parte, aunque
no todo, se encuentra en los archivos19, que son las
instituciones que garantizan el correcto tratamiento,
conservación y difusión del patrimonio documental.
Tanto Administración como poseedores y titula-
res de documentos integrantes del patrimonio do-
cumental de Andalucía tienen responsabilidad so-
bre su protección y cualquier persona podrá poner
en conocimiento de la autoridad competente cual-
quier peligro de destrucción o deterioro.
Privilegio rodado (Puebla del Río, Sevilla) (Euge- En cuanto a la conservación material de este
nio Fernández Ruiz, 2004). Fuente: Archivo IAPH patrimonio, debido a su volumen y a la fragilidad
de sus soportes (papiro, pergamino, papel de tra-
po, papel industrial, soportes sonoros, soportes fo-
19 En el módulo IV.6.3. del curso se dedica un apartado a los archivos como instituciones del patrimonio histórico.
tográficos, digitales, etc.20), se debe abordar desde la conservación preventiva de los fondos
y colecciones, mediante un adecuado control de los edificios, las instalaciones y el equipa-
miento. Llegado el caso, si algún documento requiere una intervención individualizada de
conservación, esta deberá realizarse previo diagnóstico y análisis, siempre con el criterio de
mínima intervención.
Por su parte, la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía define el patrimonio bibliográ-
fico como el conjunto de “las obras y colecciones bibliográficas y hemerográficas de carácter
literario, histórico, científico o artístico, independientemente de su soporte, del carácter unita-
rio o seriado, de la presentación impresa, manuscrita, fotográfica, cinematográfica, fonográfica
o magnética y de la técnica utilizada para su creación o reproducción, de titularidad pública
existentes en Andalucía o que se consideren integrantes del mismo” por la propia ley (Artícu-
lo 72.1). Tal y como ocurría con la definición del patrimonio documental, la propia ley delimita
cuáles, de todos esos bienes, son aquellos que realmente lo integran.
Así, la ley nos dice que integrarán el patrimonio bibliográfico, en primer lugar, las obras y
colecciones con más de cien años; en segundo lugar, las obras de las cuales no existan más de
tres ejemplares en las bibliotecas del Sistema Andaluz de Bibliotecas y Centros de Documen-
tación; en tercer lugar, aquellos ejemplares que hayan sido entregados en el Depósito Patrimo-
20 Para conocer más sobre los soportes se pueden consultar las obras de referencia.
Material gráfico de la Mediateca del Intituto Andaluz del Patrimonio Histórico (Carlos Ca-
zalla Montijano, 2008). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
nial Bibliográfico Andaluz; y, por último, aquellas obras no comprendidas en los grupos ante-
riores y las colecciones bibliográficas que sean declaradas de interés bibliográfico andaluz.
Los valores patrimoniales que poseen los objetos del patrimonio bibliográfico son muy pa-
recidos a los de los objetos del patrimonio documental, siendo el valor instrumental el que da
pie al resto de valores. Las obras de carácter literario, histórico, científico, etc., que componen
este patrimonio se convierten desde el momento de su creación en fuentes de información
para un sinfín de disciplinas y materias. La literatura académica es buen ejemplo de esto.
Además, al igual que pasaba con el patrimonio documental, las obras bibliográficas podrán
tener valor histórico, en tanto en cuanto son producto de una época concreta, y tendrán también
valor rememorativo, ya que tienen la capacidad de recordar y evocar situaciones y acontecimien-
tos y generarán señas de identidad en el caso de que la comunidad se vea reflejada en ellas.
Por otro lado, en el caso de las obras bibliográficas, otro valor destacable es el valor artísti-
co que suele estar presente en muchas de ellas, ya que el objetivo estético está presente desde
su creación, sobre todo las obras de creación literaria, audiovisual, etc.
Algunos ejemplos de documentos del patrimonio bibliográfico de Andalucía con alta con-
centración de estos valores serían:
La Biblia de Gutenberg de la Universidad de Sevilla.
Primera edición de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez.
Gramática castellana de Antonio de Nebrija.
Libros heredados de Cristóbal Colón en la Biblioteca Colombina.
Fondos bibliográficos del Museo Picasso de Málaga.
Por su parte, el acceso a los recursos bibliográficos es universal y tanto la Administración
como los poseedores de bienes integrantes de este patrimonio deben facilitar su consulta. Al
igual que ocurría con el patrimonio documental, la existencia de la biblioteca garantiza en gran
medida el derecho de acceso, ya que es la institución capacitada para organizar, catalogar y con-
servar las colecciones bibliográficas. En otro apartado del curso se analizarán estas instituciones.
En cuanto a la conservación, comparte con el patrimonio documental la necesidad de
atención preventiva debido al volumen de los fondos y la fragilidad de los soportes.
El paisaje existe desde el momento en que un ser humano contempla, siente, describe o
toma conciencia de una parte del territorio que le rodea. Esta percepción siempre será, por tan-
to, cultural, como lo es todo paisaje. De manera más convencional, el término suele referirse a
aquellos que reflejan mejor los rasgos culturales de una sociedad, comunidad o grupo de per-
sonas. Estos paisajes podrán definirse, entre otros aspectos, por sus valores patrimoniales, ma-
teriales o inmateriales, históricos o actuales, así como por sus valores identitarios, simbólicos,
comunitarios y representativos de actividades y formas de vida.
El concepto de patrimonio cultural ha evolucionado en los últimos años. Ha dejado de
referirse exclusivamente a los valores materiales que miraban lo monumental o el canon ar-
tístico del objeto, para considerar que el patrimonio se vincula a un contexto social y terri-
torial determinado. El paisaje, primero valorado como arte pictórico o de jardines, adquiere,
por tanto, una categoría patrimonial como producto mismo de actividades sociales, econó-
micas, históricas y actuales, que dan forma al territorio y es el marco formal y simbólico de
cualquier bien cultural.
Aun cuando la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía de 2007 no contiene una figura
específica de protección del paisaje cultural, su texto refiere claramente la importancia del pai-
saje que rodea a cada elemento cultural e incluso introduce la nueva tipología de zona patri-
monial con una significación especial hacia la valoración de los paisajes asociados a los bienes
culturales de este tipo.
La Consejería competente en materia de patrimonio ofrece a la ciudadanía un instrumento
de conocimiento y sensibilización paisajística denominado Registro de Paisajes de Interés Cul-
tural de Andalucía. Integra 116 paisajes seleccionados como ejemplos diversos, significativos,
reconocidos y bien conservados de manifestaciones y huellas de la cultura en el territorio.
Para presentar la diversidad y riqueza de los paisajes culturales andaluces será útil pensar
en una clasificación general de todas las actividades que las distintas sociedades hayan realiza-
do con una especial incidencia en el territorio o en nuestra percepción sobre el mismo. Es decir,
cuáles son nuestras acciones o idealizaciones que han dado carácter al paisaje. Esta clasifica-
ción se basará en cinco grupos principales: habitar, transitar, defender, subsistir e idealizar.
El ser humano ha necesitado siempre configurar una parte de su espacio vital para asentar-
se. Desde el sencillo acto de pernoctar a resguardo o el uso temporal de un lugar, como hacían
las comunidades previas a la sedentarización, hasta la realidad actual, en la que asistimos al
desarrollo de megaciudades, todo ello ha implicado configurar un espacio y crear un paisaje,
ya sea adecuando o construyendo en diferentes niveles de escala e intensidad. En Andalucía
hay ejemplos de este legado, los cuales han aportado, además, el carácter principal del paisaje
en el que se insertan.
Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería) o Castellón Alto (Galera, Granada) muestran
el paisaje de poblados prehistóricos. Su posición estratégica les permitía el abastecimiento de
recursos fluviales y el beneficio de los metales o la caza en ámbitos serranos. En situación pro-
minente, estaban defendidos mediante murallas y su recinto permite comprobar las diversas
áreas en que se organizaba el interior.
Más recientes, Tejada la Vieja (Escacena del Campo, Huelva) o Ategua y Torreparedones
en la campiña de Córdoba desarrollan unas formas urbanas más potentes con la disposición
de viviendas cuadrangulares ordenadas claramente en un orden viario. Estos ejemplos anun-
cian el modelo de ciudad romana, como la de Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz), que ha aportado
su urbanismo como uno de los principales rasgos culturales y paisajísticos del ámbito donde
se ubica.
Andalucía contiene igualmente el legado de importantes muestras del urbanismo medie-
val andalusí. La existencia de enclaves serranos con un urbanismo casi intacto desde hace si-
glos ha conformado paisajes de gran calidad en la sierra de los Filabres (Almería). Ejemplos
únicos, como los de Setenil de las Bodegas (Cádiz), Zuheros (Córdoba) o las casas cueva en
Guadix y Purullena (Granada) han creado paisajes propios con un gran valor representativo de
la tradición islámica, logrando soluciones que convierten los retos topográficos o litológicos en
pura armonía entre utilidad y estética.
El avance cristiano resultó en la integración de un nuevo urbanismo, reflejo del poder po-
lítico y religioso. Este proceso de superposición y cambio cultural, con el tiempo, conformará
la imagen arquetípica de la ciudad andaluza. Ejemplos en el paisaje son Arcos de la Frontera
(Cádiz), Osuna (Sevilla), Montoro (Córdoba) y los conjuntos urbanos emblemáticos de Úbeda y
Baeza (Jaén).
El proyecto de Nuevas Poblaciones, en el siglo XVIII, creó paisajes marcados por la regulari-
zación y la geometría, como el de Aldeaquemada (Jaén) y otros enclaves jienenses, con temas
extraños al urbanismo previo y que solo en parte recordarán al antiguo modelo romano.
La industrialización de ámbitos mineros o ferroviarios y aquellos asociados a los pobla-
dos de colonización agraria han creado paisajes de asentamiento con ejemplos en algunos
sectores urbanos de Minas de Riotinto (Huelva) y, por otra parte, el poblado de Esquivel (Se-
villa), que mantiene todavía apreciables rasgos como paisaje cultural urbano en un contexto
agrícola de regadío.
La sucesión de capas históricas sin interrupción y la densidad de actividad constructiva
han creado también aglomeraciones urbanas históricas. Sevilla, Córdoba, Granada o Cádiz y su
área de influencia en la bahía serían los casos de paisajes urbanos de nivel metropolitano, don-
de la densidad del legado patrimonial y la escala territorial se unen en una especial expresión
de patrimonio paisajístico urbano andaluz.
Sanlúcar del Guadiana (Huelva) con el castillo de San Marcos visto desde Alcoutim (Portu-
gal) (Juan Carlos Cazalla Montijano, 2007). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
Cultivos regados en la vega del río Andarax en las cercanías de Terque (Almería) (Juan Car-
los Cazalla Montijano, 2009). Fuente: Repositorio de Activos Digitales del IAPH
ejemplo, los lugares connotados por elementos bio-geográficos notables como el paisaje del
desierto de Tabernas (Almería) o el de la peña de los Enamorados (Málaga); o también los lu-
gares significados por su recreación continua en el imaginario de viajeros, escritores y pintores
que hacen cambiar la percepción de lugar a icono, como el paisaje de Ronda (Málaga).
II.11. Bibliografía
(2020) Caracterización del Patrimonio Documental de Andalucía. Hacia un mode-
lo integral de gestión para su salvaguarda. Tesis doctoral. Universidad de Sevilla. Disponible en:
https://idus.us.es/handle/11441/99862 [Consulta: 27/03/2023]
, del Consejo de Gobierno, por el que se aprueba la Estrategia de Pai-
saje de Andalucía. Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, n.º 62, de 29 de marzo de 2012. Disponi-
ble en: https://www.juntadeandalucia.es/boja/2012/62/1 [Consulta: 27/03/2023]
(1999a) Inventario de arquitectura tradicional en Andalucía. Definición de objetivos
y metodología: espacios habitacionales. En: Anuario etnológico de Andalucía, 1995-1997. Sevilla:
Consejería de Cultura, pp. 259-272
(1999b) Cultura, patrimonio etnológico e identidad. revista PH, nº 29, pp. 36-45.
Disponible en: https://www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/904 [Consulta:
27/03/2023]
(2011) Los documentos cartográficos
como fuente de información para el conocimiento del patrimonio cultural marítimo y fluvial. revis-
ta PH, n.º 77, pp. 82-84. Disponible en: http://www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/
view/3105 [Consulta: 27/03/2023]
(2010) El conoci-
miento del patrimonio arqueológico subacuático desde la perspectiva de las fuentes documenta-
les. revista PH, n.º 73, pp. 112-125. Disponible en: https://www.iaph.es/revistaph/index.php/revis-
taph/article/view/2913 [Consulta: 27/03/2023]
(2017) Docu-
mentación del patrimonio mueble. En: Muñoz Cruz, V., Fernández Cacho, S., y Arenillas Torrejón,
J.A. (coords.) Introducción a la documentación del patrimonio cultural. Sevilla: Consejería de Cultu-
ra, PH Cuadernos 30, pp. 67-68. Disponible en: https://juntadeandalucia.es/servicios/publicacio-
nes/detalle/78742.html [Consulta: 27/03/2023]
(coords.) (2014) Manual de documentación de patrimo-
nio mueble. Sevilla: Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo; Consejería de Educa-
ción, Cultura y Deporte; Proyecto Atalaya. Disponible en: https://juntadeandalucia.es/organismos/
iaph/servicios/publicaciones/detalle/78715.html [Consulta: 27/03/2023]
(2007) Criterios y metodología para la documentación
del patrimonio mueble. En: Ladrón de Guevara, M.C. y Muñoz Cruz, V. (coords.) El Sistema de Infor-
mación del Patrimonio Histórico de Andalucía (SIPHA). Sevilla: Consejería de Cultura, PH Cuadernos
20, pp. 62-74. Disponible en: https://juntadeandalucia.es/servicios/publicaciones/detalle/78681.
html [Consulta: 27/03/2023]
Asociación de Archiveros de Andalucía (2011) TRIA. n.º 17. Disponible en: https://es.scribd.com/docu-
ment/324796925/Revista-TRIA-17 [Consulta: 27/03/2023]
Azkárate Garai-Olaun, A., Caballero Zoreda, L. y Quirós Castillo, J.A. (2002) Arqueología de la Ar-
quitectura: definición disciplinar y nuevas perspectivas. Arqueología de la Arquitectura, n.º 1, pp.
7-10. Disponible en: https://arqarqt.revistas.csic.es/index.php/arqarqt/article/view/1 [Consulta:
27/03/2023]
Baldeón Íñigo, A. (2002) El Patrimonio Arqueológico. Memoria para el futuro. En: XV Congreso de Estu-
dios Vascos, vol. 1. San Sebastián, pp. 21-27
Bello Urgellès, C. y Borrell Crehuet, A. (2002) El patrimonio bibliográfico y documental: claves para una
conservación preventiva. Gijón: Trea
Bernáldez-Sánchez, E. (2018) Homo prunus: animal que para reproducirse necesita técnicas y ensoña-
ciones. En: Escacena, J.L. y Pérez, L.G. (eds.) Todos en el Beagle. Darwinismo y Ciencias Históricas.
Sevilla: Universidad de Sevilla
Bernáldez-Sánchez, E. (2009) Bioestratinomía de macromamíferos terrestres de Doñana. Inferen-
cias ecológicas en los yacimientos arqueológicos del S.O. de Andalucía. Oxford: BAR International
Series/Archaeopress
Bianchi Bandinelli, R. (1982) Introducción a la arqueología. Madrid: Akal
Bravo Jiménez, S. (2018) Reflexiones sobre el concepto internacional de Patrimonio Arqueológico. En:
Revista Chakiñan de Ciencias Sociales y Humanidades, n.º 4, pp. 112-123. Disponible en: https://
www.redalyc.org/jatsRepo/5717/571763380009/html/index.html [Consulta: 27/03/2023]
Cano Sanchiz, J.M. (2015) La explotación inglesa de las minas de Cerro Muriano (Córdoba, España):
Una historia de colonialismo económico de principios del siglo XX. Oxford: BAR International Series/
Archaeopress
Carrera Díaz, G. (coord.) (2022) La salvaguarda del patrimonio inmaterial como acuerdo social: Pro-
puesta metodológica para la elaboración de planes colaborativos de salvaguarda del PCI. Sevilla:
Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico
Carrera Díaz, G. (2016) Propuesta metodológica para la documentación y gestión del patrimonio cultu-
ral inmaterial como estrategia de desarrollo social y territorial. Tesis doctoral. Sevilla: Universidad
de Sevilla. Disponible en: https://idus.us.es/handle/11441/34477 [Consulta: 27/03/2023]
Carrera Díaz, G. (2009) Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía. Puntos de Partida, Objetivos y Cri-
terios Metodológicos. revista PH, n.º 71, pp. 18-42. Disponible en: https://www.iaph.es/revistaph/
index.php/revistaph/article/view/2789 [Consulta: 27/03/2023]
Carrera Díaz, G. y Álvarez Bejarano, I. (2017) Documentación del Patrimonio Inmaterial. En: Muñoz
Cruz, V., Fernández Cacho, S. y Arenillas Torrejón, J.A. (coords.) Introducción a la documenta-
ción del patrimonio cultural. Sevilla: Consejería de Cultura, PH cuadernos 30, pp. 114-137. Dis-
ponible en: https://juntadeandalucia.es/servicios/publicaciones/detalle/78742.html [Consulta:
27/03/2023]
Carrera Díaz, G. y Florido del Corral, D. (2020) RedPesca. Plan de Salvaguarda del Patrimonio Inmate-
rial marítimo pesquero andaluz. Blog de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico. Disponi-
ble en: https://repositorio.iaph.es/handle/11532/332239 [Consulta: 27/03/2023]
64
Castillo Belinchón, R. (2009) Conservación in situ de yacimientos subacuáticos. Museo. Revista de la
Asociación Profesional de Museólogos de España, Museos, mar y arqueología, n.º 14, pp. 9-42
Castillo Ruiz, J. (2022) Los límites del patrimonio cultural: principios para transitar por el desorden patri-
monial. Madrid: Cátedra
Cerdá Pérez, M. (2008) Arqueología Industrial: Teoría y Práctica. Valencia: Publicaciones de la Universi-
dad de Valencia
Chaix, L. y Méniel, P. (2005) Manual de Arqueozoología. Barcelona: Ariel
Cirujano Gutiérrez, C. y Laborde Marqueze, A. (2001) La conservación arqueológica. Arbor, Ciencia,
Pensamiento y Cultura, vol. CLXIX, n.º 667-668, pp. 691-709. Disponible en: https://arbor.revistas.
csic.es/index.php/arbor/article/view/906 [Consulta: 27/03/2023]
Consejo de Europa (2000a) Convenio Europeo del Paisaje. Disponible en: http://rm.coe.int/CoERMPu-
blicCommonSearchServices/DisplayDCTMContent?documentId=09000016802f3fbd [Consulta:
27/03/2023]
Consejo de Europa (2000b) Guidelines for the Protection of the Movable Heritage
Consejo de Europa (1997) Carta de Verona sobre el uso de los lugares clásicos de espectáculo. Verona,
agosto
Consejo de Europa (1996) Declaración de Helsinki. 4.ª Conferencia Europea de Ministros Responsables
del Patrimonio Cultural. Helsinki, 30-31 de mayo
Davis, S.J.M. (1989) La arqueología de los animales. Barcelona: Bellaterra
Delgado Méndez, A. (2022a) La Patum de Berga: Participación y recreación de la comunidad en tiem-
pos de patrimonialización. En: Jiménez de Madariaga, C. (ed. lit.) Patrimonio Cultural Inmaterial de
la Humanidad. Huelva: Universidad de Huelva
Delgado Méndez, A. (2022b) La arquitectura vernácula en los entramados patrimoniales. En: Rodrí-
guez, O. y Jiménez, A. (coords.) Adobes & Cía. Estudios multidisciplinares sobre la construcción
en tierra desde la prehistoria hasta nuestros días. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla (en
imprenta)
Delgado Méndez, A. (2021) Encuentros y desencuentros inmateriales en tiempos de pandemia: música
tradicional y contextos festivos. En: Roigé Ventura, X. y Canals Ossul, A. (eds.) Patrimonios confina-
dos. Retos del patrimonio inmaterial ante el COVID-19. Barcelona: Universitat de Barcelona
Delgado Méndez, A. (2020) La técnica de la piedra seca en Andalucía como patrimonio cultural in-
material de la humanidad. Fundamentos, formularios, compromisos y participación. Gazeta de
Antropología, vol. 36, n.º 1. Disponible en: https://digibug.ugr.es/handle/10481/63300 [Consulta:
27/03/2023]
Delgado Méndez, A. (2012) El patrimonio etnológico en los tiempos de la digitalización. Encuentros y
desencuentros. Revista Valenciana de Etnología, n.º 228, pp. 27-41
Delgado Méndez, A. (2008) La protección y difusión del patrimonio etnológico: arquitecturas del agua
en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. En: XXI Jornadas del Patrimonio de la Comarca de la Sie-
rra. Arroyomolinos de León (Huelva). Huelva: Diputación Provincial, pp. 43-61
65
(2014) Inventarios de arquitectura tradi-
cional. Paradigmas de inventarios etnológicos. Patrimonio Cultural de España, Arquitectura tradi-
cional, n.º 8, pp. 133-152. Disponible en: [Con-
sulta: 27/03/2023]
(2019) Patrimonios inmateriales, desarrollo rural y despo-
blación: la identidad como recurso. revista PH, n.º 98. Disponible en: https://www.iaph.es/revista-
ph/index.php/revistaph/article/view/4525 [Consulta: 27/03/2023]
(2022a) El Sistema de Listas: Composición y gestión. En: Jimé-
nez de Madariaga, C. (ed. lit.) Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Huelva: Universidad
de Huelva
(2022b) El Patrimonio Cultural Inmaterial en España: de lo pinto-
resco a lo representativo. En: Jiménez de Madariaga, C. (ed. lit.) Patrimonio Cultural Inmaterial de
la Humanidad. Huelva: Universidad de Huelva
(2017) La participación social en la documentación del patrimo-
nio cultural. En: Muñoz Cruz, V., Fernández Cacho, S. y Arenillas Torrejón, A. (coords.) Introducción
a la Documentación del Patrimonio Cultural. Sevilla: Consejería de Cultura, pp. 299, 319. Dispo-
nible en: https://juntadeandalucia.es/servicios/publicaciones/detalle/78742.html [Consulta:
27/03/2023]
(2002) Memoria del mundo: directrices para la salvaguardia del patrimonio documen-
tal. París: UNESCO. Disponible en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000125637_spa
[Consulta: 27/03/2023]
(coords.) (2022) Guía básica para el uso, la gestión y la inter-
vención en el patrimonio cultural de Andalucía. Sevilla: Consejería de Turismo, Cultura y Deporte
(1992) El sistema urbano andaluz: aglomeraciones urbanas, áreas de centralidad y
ámbitos desarticulados. Sevilla: Universidad de Sevilla/Instituto de Desarrollo Regional/Fundación
Universitaria
(2008)
Manual de registro y documentación de bienes culturales. Santiago de Chile: Centro de Documen-
tación de Bienes Patrimoniales, DIBAM. Disponible en: http://observatoriocultural.udgvirtual.udg.
mx/repositorio/handle/123456789/609?show=full [Consulta: 27/03/2023]
(coord.) (2022) Criterios para la elaboración de guías de paisaje cultural. Sevilla:
Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico
(2008) Patrimonio Arqueológico y Planificación Territorial. Estrategias de gestión
para Andalucía. Sevilla: Consejería de Cultura/Universidad de Sevilla
arqueológicos y patrimonio: Arqueología, patrimonio y paisajes históricos para el siglo XXI (Toledo,
22, 23, 24 y 25 de noviembre de 2010). Toledo: Consorcio de la Ciudad de Toledo, pp. 59-72
(2017) El espejismo de la institucionalización. El
patrimonio etnológico en Andalucía. Revista valenciana d’etnologia, n.º 9, pp. 39-50
(2010) Proyecto: Actuación paisajística en el Distrito Minero Linares La Carolina. Dispo-
nible en: https://juntadeandalucia.es/organismos/fomentoinfraestructurasyordenaciondelterri-
torio/areas/vivienda-rehabilitacion/planes-instrumentos/paginas/proyecto-paisaje-linares.html
[Consulta: 27/03/2023]
, de 26 de mayo, para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Boletín Oficial
del Estado, n.º 126, de 27 de mayo de 2015. Disponible en: https://www.boe.es/buscar/pdf/2015/
BOE-A-2015-5794-consolidado.pdf [Consulta: 27/03/2023]
, de 3 de noviembre, de Documentos, Archivos y Patrimonio Documental de Andalucía. Bo-
letin Oficial de la Junta de Andalucía, n.º 222, de 11 de noviembre de 2011. Disponible en: https://
www.juntadeandalucia.es/boja/2011/222/1 [Consulta: 27/03/2023]
, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía. Boletín Oficial de la Junta
de Andalucía, n.º 248, de 19 de noviembre de 2007. Disponible en: https://juntadeandalucia.es/
boja/2007/248/1 [Consulta: 27/03/2023]
, de 22 de diciembre, del Sistema Andaluz de Bibliotecas y Centros de Documentación.
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, n.º 251, de 31 de diciembre de 2003. Disponible en: https://
www.juntadeandalucia.es/boja/2003/251/4 [Consulta: 27/03/2023]
, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía. Boletín Oficial de la Junta de Andalu-
cía, n.º 59, de 13 de julio de 1991. Disponible en: https://www.juntadeandalucia.es/boja/1991/59/
d1.pdf [Consulta: 27/03/2023]
, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Boletín Oficial del Estado, n.º 155, de
29 de junio de 1985. Disponible en: https://www.boe.es/eli/es/l/1985/06/25/16/con [Consulta:
27/03/2023]
(coords.) (2022) Guía digital de la interpretación del patri-
monio cultural y natural. Sevilla: Consejería de Turismo, Cultura y Deporte
(2013) Manual para actividades dirigidas al Patrimonio Cultu-
ral Subacuático. UNESCO. Disponible en: http://www.unesco.org/culture/es/underwater/pdf/
UCH-Manual.pdf [Consulta: 27/03/2023]
(2007) Principes, méthode et conduite de l’inventaire général du
patrimoine culturel. Documents & Méthodes, n.º 9. Disponible en: https://hal.archives-ouvertes.fr/
hal-02270782/document [Consulta: 27/03/2023]
(2008) El paisaje, patrimonio y recurso para el desarrollo territorial sostenible: Conoci-
miento y acción pública. Arbor, Ciencia, Pensamiento y Cultura, n.º 729, pp. 155-172. Disponible en:
https://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/168 [Consulta: 27/03/2023]
(2019) Patrimonio Documental Español Memoria del Mundo. Disponi-
ble en: https://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/registro-memoria-unesco/
portada.html [Consulta: 27/03/2023]
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2015) Plan Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Cul-
tural Inmaterial. Madrid. Disponible en: https://oibc.oei.es/uploads/attachments/182/CULTURA_
INMATERIAL.pdf [Consulta: 27/03/2023]
Ministerio de Cultura (2010a) Conservación preventiva y Plan de gestión de desastres en Archivos
y Bibliotecas. Disponible en: https://www.culturaydeporte.gob.es/planes-nacionales/dam/
jcr:6346095c-3ae9-4198-9c11-c38f53bf0116/cp-y-plan-gestion-desastres-archivos-y-bilbiotecas.
pdf [Consulta: 27/03/2023]
Ministerio de Cultura (2010b) Libro verde: Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Su-
bacuático Español. Madrid. Disponible en: https://www.libreria.culturaydeporte.gob.es/libro/
libro-verde-plan-nacional-de-proteccion-del-patrimonio-cultural-subacuatico_3410/edicion/
ebook-3152/ [Consulta: 27/03/2023]
Nadal, J. (1997) El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913. Barcelona: Ariel
Nieto, X. (2009) Principios metodológicos de una excavación arqueológica subacuática. En: Cau Onti-
veros, M.A. y Nieto Prieto, F.X. (coords.) Arqueología nàutica mediterrània. Girona: Centre d’Arqueo-
logia Subacuàtica de Catalunya, Monografies del CASC, 8, pp. 183-188
Plata García, F. (2020) La catalogación de bienes patrimoniales como servicio público y la participación
social como necesidad: nuevos y viejos objetivos, retos y cauces tras treinta años de competencias
de la Junta de Andalucía. Sevilla: Instituto Andaluz de Administración Pública
Plata García, F. (2017) Proteger el patrimonio cultural inmaterial en Andalucía: competencia jurídi-
co-política, alcance y función social. Revista Andaluza de Antropología, n.º 12, pp. 94-116. Disponi-
ble en: https://institucional.us.es/revistas/RAA/12/fuensanta_plata.pdf [Consulta: 27/03/2023]
Prieto Gutiérrez, J.J. (2012) Notas sobre la protección del patrimonio documental y bibliográfico. Pa-
trimonio Cultural y Derecho, n.º 16, pp. 261-274
Querol, M.A. (2020) Manual de Gestión del Patrimonio Cultural. 2.ª ed. Madrid: Akal
Quirosa García, V. (2008) Evolución de la tutela de los bienes culturales muebles en España: siglos XVI-
II-XXI. Granada: Universidad de Granada
Reimão Costa, M., Gómez Martínez, S., Delgado Méndez, A., Alves da Costa, C., Costa Rosado, A. y
Espino Hidalgo, B. del (2022) Sustainable Development in Rural and Peripheral Areas Through the
Safeguarding of Their Immaterial Cultural Heritage. ACE: Architecture, City and Environment, vol. 17,
n.º 50, p. 11386. Disponible en: https://dx.doi.org/10.5821/ace.17.50.11386 [Consulta: 27/03/2023]
Rodrigo Cámara, J.M.ª, Díaz Iglesias, J.M., Fernández Cacho, S., Fernández Salinas, V., Hernández
León, E., Quintero Morón, V., González Sancho, B. y López Martín, E. (2012) Registro de paisajes
de interés cultural de Andalucía. Criterios y metodología. revista PH, n.º 81, pp. 64-75. Disponible
en: http://www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/3280 [Consulta: 27/03/2023]
Rodríguez, A. y Casalengua, C. (2022) El patrimonio mundial cultural, natural e inmaterial de España.
Madrid: McGraw Hill
Rodríguez Domingo, J.M. (2020) Catalogación de obras de arte: Metodología y recursos para la docu-
mentación del patrimonio artístico mueble. Madrid: Confederación Española de Centros de Estu-
dios Locales (CSIC)
69
(2016) El uso público y el patrimonio arqueológico: análisis del caso del
teatro romano de Itálica. Arqueología y Territorio, n.º 13, pp. 55-78. Disponible en: https://www.ugr.
es/~arqueologyterritorio/PDF13/4-RdeGuzman.pdf [Consulta: 27/03/2023]
(2010) Investigaciones en el pecio de Camposoto:
hacia la identificación del navío francés Fougueux. revista PH, n.º 75, pp. 95-107. Disponible en:
https://www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/3018 [Consulta: 27/03/2023]
(2012) Indiana Jones sin futuro. La lucha contra el expolio del patrimonio arqueo-
lógico. Madrid: JAS Arqueología Editorial
(2005) Diferentes aspectos de la conservación en archivos y bibliote-
cas: legislación, prácticas y planes de desastre. Bienes Culturales. Revista del Instituto del Patrimo-
nio Histórico Español, n.º 5 [anexo], pp. 8-11. Disponible en: https://www.libreria.culturaydeporte.
gob.es/ebook/3620/free_download/ [Consulta: 27/03/2023]
(2014) Los paisajes de la mina en Sierra Morena y sus estribaciones a través
del proye cto Los colores de la Tierra. revista PH, n.º 86, pp. 6-8. Disponible en: https://www.iaph.
es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/3524 [Consulta: 27/03/2023]
(2017) El nuevo paradigma del patrimonio y su consideración
con los paisajes: Conceptos, métodos y prospectivas. Documents d’Anàlisis Geogràfica, vol. 63, n.º
1, pp. 129-151. Disponible en: http://dx.doi.org/10.5565/rev/dag.344 [Consulta: 27/03/2023]
(1998) Arquitectura de la industria en Andalucía. Jaén: Instituto de Fomento de Anda-
lucía. Universidad de Jaén
(1996) Arquitectura industrial en España, 1830-1990. Madrid: Cátedra
(2002) Las fuentes de información: metodología del repertorio bibliográfico. En:
López Yepes, J. (coord.) Manual de ciencias de la documentación. Madrid: Pirámide, pp. 317-336
(1998) Patrimonio arquitectónico, cultura y territorio. Ciudades: Revista del Ins-
tituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid, n.º 4, pp. 95-104. Disponible en:
https://revistas.uva.es/index.php/ciudades/article/view/1764 [Consulta: 27/03/2023]
(2015) Recomendación relativa a la preservación del Patrimonio Documental, comprendido el
Patrimonio Digital, y el acceso al mismo. París. Disponible en: http://portal.unesco.org/es/ev.php-
URL_ID=49358&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html [Consulta: 27/03/2023]
(2003) Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. París, 17 de octu-
bre. Disponible en: http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=17716&URL_DO=DO_TOPIC&URL_
SECTION=201.html [Consulta: 27/03/2023]
(2002) Memoria del Mundo. Directrices para la salvaguardia del patrimonio documental. París:
UNESCO. Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001256/125637s.pdf [Consulta:
27/03/2023]
(1989) Recomendación sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular. Conferencia
General, 25.ª reunión. París, 17 de octubre-16 de noviembre. Disponible en: https://unesdoc.unes-
co.org/ark:/48223/pf0000084696_spa/PDF/084696spab.pdf.multi.page=252 [Consulta: 27/03/2023]
(1982) Declaración de México sobre las Políticas Culturales. Aprobada por la Conferencia Mun-
dial sobre las Políticas Culturales. México D.F., 6 de agosto. Disponible en: https://unesdoc.unesco.
org/ark:/48223/pf0000054668?posInSet=7&queryId=bfc1b669-98e5-4844-b2f9-a3095a6e47a4
[Consulta: 27/03/2023]
(2014) Thésaurus de la
désignation des objets mobiliers. Documents & Méthodes, 8. Disponible en: https://www.culture.
gouv.fr/Espace-documentation/Publications-revues/Thesaurus-de-la-designation-des-objets-mo-
biliers [Consulta: 27/03/2023]
(2008) Red de Espacios Culturales de Andalucía. revista PH, n.º 65, pp. 44-95. Dis-
ponible en: http://www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/2485 [Consulta:
27/03/2023]
(2006) Mus-A. Revista de los museos de Andalucía, Dossier: La Arqueología y los museos, n.º 7
(1961) Arqueología de campo. México: Fondo de Cultura Económica