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Capitulo 3

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CAPÍTULO 3

EL SURGIMIENTO DE LA LINGüíSTICA COGNITIVA

La premisa de que el análisis del lenguaje debería comenzar con la imagine-


ría convencional ha surgido con especial claridad en el nuevo campo de la
lingüística cognitiva (frecuentemente llamada gramática cognitiva). Este
campo comparte los intereses psicológicos de la lingüística boasiana y
podría considerarse como un renacimiento moderno de ese enfoque, excep-
to que hasta ahora no ha mostrado el mismo interés por la cultura que
encontramos en la lingüística boasiana o, a fin de cuentas, en la etnografía
del habla. Pero una forma más directa de comprender la lingüística cogniti-
va es situarla dentro del campo de la ciencia cognitiva.

Ciencia cognitiva

Tradicionalmente, las teorías del lenguaje, el razonamiento, la cultura, la


imaginería y la visión del mundo han estado repartidas entre varias discipli-
nas académicas, pero, con la llegada de la ciencia cognitiva, los diversos
temas han empezado a fundirse en uno. Durante los treinta años que van de
1960 a 1990, especialistas de diversas disciplinas han construido una teoría
de la cognición que ha influido considerablemente en el estudio del lengua-
je. Investigadores en antropología, inteligencia artificial, lingüística, neuro-
ciencia, filosofía, psicología y retórica han contribuido a la teoría emergen-
te l. Su empresa común suele recibir la denominación de ciencia cognitiva,

¡ Scherer (1988) enumeró info-rnática, psicología, filosofía, lingüística, antropología y neuro-

ciencia.

49
OBJETIVOS Y CONCEPTOS

pero con una participación tan amplia de las humanidades y las ciencias, el
terreno de interés común podría denominarse mejor estudios cognitivos. Sin
embargo, en cada uno de estos campos, al menos algunos especialistas apli-
can las nuevas ideas al lenguaje. Pero ¿qué quieren decir los términos cogni-
ción y ciencia cognitiva?
Una rama de la ciencia cognitiva pone de relieve la computación en su
definición del campo. Por ejemplo, Herbert A. Simon y Craig A. Kaplan
(1989: 2) definieron la ciencia cognitiva como «el estudiode la inteligencia
y sus procesos computacionales». Este punto de vista condujo a los investi-
gadores a buscar procesos inteligentes, término que podría describir mode-
los de pensamiento tan diferentes como la operación de conjuntos de reglas
de producción o de redes neuronales. Según Simon y Kaplan (1989: 9), el
«modelo estándar» de la cognición incluye memoria a corto plazo, caracte-
rizada como de acceso rápido y capacidad limitada, y memoria a largo
plazo, caracterizada por una «organización asociativa y capacidad práctica-
mente ilimitada». Algunas versiones del modelo estándar incluyen en la
memoria a largo plazo componentes especializados como información
declarativa, información procedimental (operadores) y un «índice» de la
memoria al que a veces se hace referencia como «red de discriminación».
La información declarativa puede organizarse como esquemas, que pueden
ser «proposicionales, pictóricos, o ambos» (1989: 10). Los modelos de aso-
ciaciones simbólicas, esto es, aquellos que «designan o 'señalan' estructu-
ras fuera de ellos mismos, pueden incorporar procesamiento en serie o en
paralelo» (1989: 11).
Mientras que el modelo estándar sigue rigiendo aún la mayor parte de la
investigación en la ciencia cognitiva, algunos científicos cognitivos están ya
descontentos con sus limitaciones. Por ejemplo, Raymond W. Gibbs (1994:
443) criticó a psicólogos y psicolingüistas cognitivos por poner excesi-
vo énfasis en la arquitectura general del procesador de lenguaje en vez de
centrarse en la investigación del «contenido de la mente en términos de las
creencias y concepciones reales que tienen las personas sobre sí mismas y
sobre el mundo que las rodea, o cómo ese conocimiento motiva específica-
mente la conducta lingüística». Howard Gardner (1985: 21) esbozó una
aproximación a la ciencia cognitiva que parece satisfacer la preocupación
de Gibbs por el contenido.
En La nueva ciencia de la mente: historia de la revolución cognitiva,
Gardner (1985: 21) definió la ciencia cognitiva como «un empeño contem-
poráneo de base empírica por responder a interrogantes epistemológicos de
antigua data, en particular los vinculados a la naturaleza del conocimiento,
sus elementos componentes, sus fuentes, evolución y difusión». Su defini-
ción es útil pues permite abarcar el razonamiento, la imaginería, la percep-
"

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EL SURGIMIENTO DE LA UNGüfsnCA. COGNITIVA

ción, el lenguaje, la cultura y la visión del mundo. Dentro del lenguaje


mismo, dejaría espacio tanto a la sintaxis como a la semántica.
Mientras que la definición de ciencia cognitiva por Gardner arroja una
red muy amplia, es demasiado general para capturar el sentido del término
cognición tal como suele usarse en lingüística cognitiva. Gardner mismo la
redujo proponiendo que la característica central de la ciencia cognitiva es un
interés por las representaciones mentales. Según Gardner (1985: 38-39), «la
ciencia cognitiva se basa en la creencia de que es legítimo -más aún, nece-
sario- postular un nivel separado de análisis, al que podría denominarse
'nivel de la representación'» 2. «La actividad cognitiva humana debe ser
descripta en función de símbolos, esquemas, imágenes, ideas y otras formas
de representación mental.» 3 Gardner afirmó que las ciencias de la conducta
distintas de la ciencia cognitiva pueden no postular representaciones menta-
les en sus explicaciones: los neurólogos, por ejemplo, explican la conducta
del cerebro en términos de células nerviosas, y los antropólogos explican la
conducta humana en términos de cultura. (Parecía pasar por alto la posibili-
dad de utilizar los términos cultura o visión del mundo para referirse a las
representaciones agregadas de comunidades y sociedades completas.)

Lingüística cognitiva

Las representaciones son también importantes para la lingüística cognitiva,


un hecho que sitúa a esta nueva disciplina directamente en el terreno con-
ceptual que esbozó Gardner para la ciencia cognitiva. Wallace Chafe (1990:
80) señaló que el organismo humano es capaz de tratar con su entorno gra-
cias a su habilidad para imaginar, es decir, para «crear representaciones ela-

2 Por ejemplo, Scherer (1988: 8) dijo que los científicos cognitivos tienen un objetivo de investiga-
ción común: «descubrir las capacidades representacionales y computacionales de la mente y la
representación estructural y funcional de aquellas en el cerebro».
3 Una afamada científica cognitiva que adopta un enfoque distinto es EIeanor Rosch, quien colabo-
ró en una obra que combina ciencia cognitiva, filosofía budista y fenomenología (Varela, Thompson
y Rosch 1991). En este enfoque, no hay representaciones, sino solamente enacciones. Sin embargo,
en estas enacciones hay «estructuras cognitivas» que «emergen de los modelos sensorio-motores
recurrentes que permiten que la acción sea guiada perceptivarnente» (1991: 203). El principal efecto
del movimiento fenomenológico parece ser el apartar la atención de la estabilidad de las estructuras
representacionales y sus correspondencias y dirigirIa hacia entidades definidas objetivamente; la
atención se dirige hacia la emergencia dinámica y adaptativa de las estructuras en contexto. En mi
opinión, el énfasis de la lingüística cognitiva en los procesos activos de interpretación (por ejemplo,
figura y fondo, perspectiva, alcance, transformaciones esquemático-imaginísticas, etc.) constituye
un movimiento más conservador y pragmático en la misma dirección. Que hablemos de representa-
ciones o de estructuras cognitivas no parece dar lugar a diferencias cruciales. Las primeras, quizá
erróneamente, conservan más de una teoría folk de la mente; las últimas son tan abstractas que prác-
ticamente están vacías.

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OBJETIVOS Y CONCEPTOS

boradas del mundo que lo rodea, representar dentro de sí mismo su propia


visión de cómo es el mundo que rodea al organismo [cursiva añadida]». Las
versiones de la lingüística cognitiva debidas a Langacker y Lakoff postulan
que el lenguaje expresa representaciones mentales o ideas coherentes, se las
llame gestalts, esquemas, imágenes o Modelos Cognitivos Idealizados
(MCI). Ronald W. Langacker (1987: 1) apuntó en Foundations ofCognitive
Grammar, una obra difícil pero importante, que la gramática cognitiva
«habla de imaginería en una época en que se suele intentar el estudio del
significado con el aparato derivado de la lógica formal». Hizo amplio uso
del concepto de «esquema», que describió como un concepto «abstracto en
relación a sus elaboraciones no nulas, en el sentido de que proporciona
menos información y es compatible con una mayor gama de opciones»
(1987: 132).
En Metáforas de la vida cotidiana, George Lakoff y Mark Johnson
(1980: 121) utilizaron la expresión «gestalts experienciales», entendidas
como «maneras de organizar experiencias [multidimensionales] en totalida-
des estructuradas». Por ejemplo, la gestalt experiencial para la experiencia
de la conversación incluye las dimensiones de participantes, partes, etapas,
secuencia lineal, causa y objetivo. Lakoff (1987) desarrolló más tarde el tér-
mino «Modelos Cognitivos Idealizados (MCIs)>>para las representaciones
mentales complejas que tan importante lugar ocupan en su teoría de la lin-
güística cognitiva. Un MCI es «una totalidad estructurada compleja, una
gestalt, que utiliza cuatro clases de principios estructuradores» (1987: 68).
Entre los principios estructuradores están estructura proposicional, estructu-
ra esquemático-imaginística, proyecciones metafóricas y proyecciones
metonímicas.
Así, la visión de la ciencia cognitiva por Gardner como ciencia de repre-
sentaciones parece confirmada por la lingüística cognitiva tal como la han
desarrollado Lakoff y Langacker en particular. Ninguno de estos dos estu-
diosos discutiría que imágenes, esquemas o Modelos Cognitivos Idealiza-
dos son imágenes especulares de los fenómenos o de la experiencia per-
ceptiva. Lo que tienen en común es un interés por las representaciones
imaginísticas -conceptos estructurado s y coherentes que pueden tener
complejas relaciones internas y que encuentran expresión simbólica en el
lenguaje. Las representaciones que interesan a la lingüística cognitiva son
más que simples colecciones de rasgos; son gestalts, conceptos unificados
derivados de los principios de agrupamiento y conexión, en los cuales «la
totalidad es conceptualmente más simple que la suma de las partes» (Lakoff
1987: 486-487,489-490).
El uso de la teoría gestáltica en el análisis lingüístico no es en absoluto
nuevo. Benjamin Whorf (1956a), por ejemplo, hizo uso explícito de los
\.

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EL SURGIMIENTO DE LA UNGOfSTICA COGNITIVA

principios gestálticos ya en 1940, en su análisis de las relaciones de figura-


y-fondo de las bases léxicas del shawnee. Penny Lee (1993: 4) sugirió que
«la aplicación figurativa del concepto de figura/fondo a la actividad inter-
pretativa, que es una preocupación constante de los lingüistas cognitivos,
puede considerarse quizá un paso más [del programa de investigación de
Whorf], que está en marcha actualmente».
La gramática cognitiva ha sido caracterizada como «el enfoque lingüísti-
co de más rápida expansión en la última década» (Harris 1993). Quizá si
crece tan deprisa es porque presenta ventajas importantes sobre otras teorías
rivales que representan todo el significado como surgido de un módulo autó-
nomo del aparato de producción del lenguaje, como un nivel puramente lin-
güístico de conceptualización o como un sistema formado por categorías
discretas que operan en niveles discretos de integración. La lingüística cog-
nitiva unifica el estudio de campos aparentemente muy distintos, como son
fonología, sintaxis, semántica y discurso, tratándolos todos mediante un
mismo conjunto de principios. Esto quiere decir que los investigadores que
exploran estos distintos niveles del lenguaje pueden seguir más fácilmente
los progresos obtenidos por los demás y contribuir a una ciencia general del
lenguaje. En consecuencia, la lingüística cognitiva trata el lenguaje, no como
un conjunto de niveles discretos (p.ej., morfema> lexema > sintagma > cláu-
sula), sino como un continuo gradual de categorías 4. Ofrece un enfoque sin-
tético que acomoda fácilmente categorías intermedias, continuos lingüísti-
cos, fenómenos prototípicos y redes semánticas léxicas irregulares como las
que suelen encontrarse en la nomenclatura botánica, la toponirnia y los tér-
minos anatómicos (Bright y Bright 1969; Tyler 1969a; Berlin 1992; Palmer
1998b.). Permite también variación analógica y categorial dentro de los sis-
temas lingüísticos complejos, como los paradigmas verbales que presentan
formas regulares e irregulares (Bybee 1985). Esta perspectiva resulta en una
descripción del lenguaje que es a la vez natural y realista.
Langacker (1990a: 343) reclamaba para la gramática cognitiva los ras-
gos de «naturalidad, unificación conceptual y austeridad teórica». Para jus-
tificar esta afirmación, escribía:

La gramática cognitiva es natural en el sentido de que se basa solamente en


capacidades cognitivas bien establecidas o fácilmente demostrables(p.ej., cate-
gorización, establecimiento de correspondencias, formación de estructuras con-
ceptuales y fonológicas complejas, creación de enlaces simbólicos, capacidad
para imponer organización figura/fondo, para concebir una situación en diferen-

4 Como señala Langacker (1990a: 1): «Léxico, morfología y sintaxis forman un continuo de unida-
des simbólicas, divididas sólo arbitrariamente en .omponentes separados ... » (véase también 1990a:
115-116 y 343). \

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OBJETIVOS Y CONCEPTOS

tes niveles de especificidad, etc.). Es conceptuaImente unificada porque sola-


mente postula estructuras semánticas, estructuras fonológicas y relaciones sim-
bólicas entre ellas. Léxico, morfología y sintaxis forman así una totalidad sin
fisuras que consta exclusivamente de estructuras simbólicas, y la semántica
constituye un aspecto inherente e indisociable de la gramática.

La lingüística cognitiva utiliza la metáfora del conexionismo y el proce-


samiento distribuido en paralelo (McClelland y Rumelhart 1986; Varela,
Thompson y Rosch 1991: 111-131). En este enfoque, la mente se ve como
una red de neurona s ocupadas en interacciones recíprocas a través de sus
conexiones con las neuronas y las capas neuronales próximas. Un nudo de
la red puede recibir el input de otro nudo o del entorno, o de ambos. Las
redes neuronales tienen propiedades emergentes o autoorganizativas, en
tanto en cuanto buscan ciertos estados de atractor que pueden representar
periodicidades temporales o espaciales. Un estado mental es una configura-
ción global que es función tanto de los patrones ambientales como de los
patrones emergentes, incluyendo los que dirigen los procesos perceptivos.
Como los significados se definen como estados globales de la red más
que como combinaciones de símbolos, la relación del modelo conexionista
con los procesos simbólicos es un tanto problemática. Una solución es ver
los símbolos como «descripción más elevada de propiedades que en última
instancia están encastradas en un único sistema distribuido subyacente», de
modo que el sistema subsimbólico incluye al sistema simbólico (Varela,
Thompson y Rosch 1991: 128). En consecuencia, pues, los símbolos y sus
significados corresponderían a estados mentales globales. De esto se des-
prende que los significados de los símbolos estarían estabilizados en tanto
en cuanto satisfacen estados de atractor de las redes neuronales, pero como
las redes neuronales biológicas están sometidas a continuo cambio, no
habría dos usos de un símbolo que fueran estrictamente idénticos.
En lingüística y en antropología lingüística, la influencia de la metáfora
conexionista aparece con especial claridad en la fonología no lineal, o auto-
segmental (Halle 1988; Lakoff 1989; Pulleyblank 1989; Clark y Yallop
1990; Goldsmith 1990), pero los antropólogos cognitivos Claudia Strauss y
Naomi Quinn (1994) abogaron recientemente por una aproximación cone-
xionista a la cultura misma. En un enfoque conexionista, dominios lingüísti-
cos tradicionales como la fonología y la serriántica no operan como proce-
sos modulares separados que se activan en serie, sino de forma concurrente
y en paralelo, cada uno sometido a sus propias restricciones (reglas) y a res-
tricciones surgidas de otras dimensiones relacionadas. Estos patrones de
enlace pueden corresponder o no con niveles tradicionales de análisis. El
enfoque ,\~onexionistade la cultura puede verse como la hipótesis de que
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\'>

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EL SURGIMIENTO DE LA UNGüfSTICA COGNITIVA

dimensiones significativas del pensamiento humano, la emoción, el lengua-


je y la conducta no verbal se correlacionan de forma indisoluble y de que los
estados mentales globales pertenecen a todos ellos al mismo tiempo.
La lingüística cultural toma muchísimos elementos de la lingüística cog-
nitiva. En consecuencia, no asume ni límites conceptuales arbitrarios ni
algoritmos de aplicación secuencial. Más que en nítidas categorías globales,
niveles discretos de lengua y procesos modulares para fonología, morfolo-
gía, sintaxis y semántica, estructurará habitualmente los conceptos lingüísti-
cos como procesos complejos y graduales, paralelos e interrelacionados,
constituidos por patrones de activaciones mutuas en redes conceptuales.
Charles Fillmore (1984: 74) escribió un pasaje un tanto mordaz para pre-
venimos contra las categorías arbitrarias de análisis:

Usando una imagen diferente, tenemos que distinguir la perspectiva de un carni-


cero de la de un estudiante de anatomía, colocados ante el cadáver de un cerdo.
El estudiante de anatomía, al di seccionar el cerdo, separa un músculo de sus
amarres con otro músculo, porque está interesado en cómo está formado el ani-
ma1. El carnicero, en cambio, segmenta el animal de acuerdo con las prácticas
habituales de los degustadores locales de carne y de sus propias necesidades.

Fillmore daba a entender que la lingüística cognitiva está descubriendo


realmente «cómo está formado el animal»; somos estudiantes de anatomía,
no carmceros.
Los lingüistas cognitivos han dedicado muchos esfuerzos a examinar la
musculatura de la categorización, pero no deberíamos extraer de ello la
consecuencia de que la gramática cognitiva ignora los procesos. Langac-
ker (l990a: 15), por ejemplo, caracterizó una unidad lingüística como
«una rutina cognitiva», es decir, «una estructura perfectamente aprendida,
es decir, la que un hablante puede activar como una totalidad ya ensambla-
da, sin tener que fijarse en las especificidades de su composición inter-
na» 5. Desde esta perspectiva, los oyentes evalúan expresiones nuevas por
comparación y utilizando la «valoración del contexto», «los objetivos co-
municativos», las «sensibilidades estéticas» y «cualquier aspecto de cono-
cimiento general que pueda resultar relevante» (1990a: 16). «Objetivos
comunicativos» y «sensibilidades estéticas» nos traen a la mente el énfasis
de Hymes en la prioridad de la perspectiva funcional y su interés por la
poética. En antropología cultural, el interés por los objetivos comunicati-
vos encaja con el actual interés por los «motivos intemalizados» de los
actores cultnrales (Strauss y Quin, 1994). Los objetivos comunicativo s

5 En mi opinión, esto viene a ser como decir que el lenguaje debería verse como un repertorio de
destrezas verbales.

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OBJETIVOS Y CONCEPTOS

rigen el discurso mismo, incluyendo tanto las reglas gramaticales en el .


nivel de la cláusula como las reglas culturales para el uso apropiado del
lenguaje en contextos diversos, tales como discusiones familiares, conver-
saciones con conocidos y ceremonias religiosas. Cada vez que oímos a
alguien decir «llegastes» o formas como «me se cayó», o utilizar el pro-
nombre familiar de segunda persona «tú» en una situación formal, nues-
tras propias reacciones nos recuerdan cómo los motivos y las emociones
rigen la gramática y el discurso.
Hasta ahora, los lingüistas cognitivos se han limitado a la explicación de
los patrones gramaticales, afrontando sólo ocasionalmente nociones más
amplias como cultura, discurso, narración y visión del mundo. Hasta ahora,
la lingüística cognitiva ha producido pocos estudios sobre el discurso. El
hecho de que en la Universidad de San Diego se celebrara en noviembre de
1994 un congreso sobre «Estructura conceptual, discurso y lenguaje» sugie-
re que pueden esperarse algunas novedades, pero los títulos de las comuni-
caciones revelan que sus incursiones en el discurso están estrechamente
ligadas a la gramática en los niveles del léxico y la cláusula, sin nada que se
acerque a los intereses globales de la etnografía del habla. Anteriormente,
las implicaciones de la lingüística cognitiva para una teoría de la cultura
sólo podían inferirse del uso de conceptos como «expresiones convenciona-
les» (Langacker 1987: 35) y «esquemas culturales» (Lakoff 1988: 135). Sin
embargo, los lingüistas cognitivos han hecho importantes contribuciones a
nuestra comprensión de las culturas y las visiones del mundo, sobre todo
por lo que podemos deducir de los sistemas metafóricos. Los lingüistas cog-
nitivos han estudiado sistemas metafórico s pertenecientes al amor, la ira, la
discusión, el tiempo y otros muchos temas (Lakoff y Johnson 1980; Kovec-
ses 1987; Lakoff 1987; Kovecses 1988; Matsuki 1989; Kovecses 1990;
Kovecses 1991a; Kovecses 1991b; Kovecses 1993).
Finalmente, la lingüística cognitiva también arroja luz sobre las escurri-
dizas conexiones entre el lenguaje y el razonamiento. Desde esta perspecti-
va, el razonamiento es un proceso imaginativo basado en la manipulación
mental de modelos cognitivos imaginísticos y de esquemas de espacio, fuer-
za, perspectiva y acción social, así como de la lógica mecanicista de postu-
lados verbales, proposiciones formales y silogismos (Lakoff 1988: 120,
142). El razonamiento, en este sentido, no sucede exclusivamente a través
del lenguaje, pero puede ser evocado por marcos lingüísticos.
Ya que la visión del mundo consiste en materiales conceptuales como
modelos y esquemas cognitivos, tanto el lenguaje como la visión del mundo
están implicados en los procesos de razonamiento. Cuando puede demos-
trarse que el razonamiento lingüístico sobre las relaciones sociales se basa
en conceptos aparentemente no imaginísticos, en fórmulas lingüísticas o

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EL SURGIMIENTO DE LA LINGüíSTICA COGNITIVA

«esquemas proposicionales» por ejemplo (Quinn 1991), aún podrá argu-


mentarse que es conveniente considerar estos conceptos simplemente como
el polo más abstracto de un continuo esquemático que en su otro extremo
tiene una imaginería muy específica y concreta.
Para concluir, los antropólogos verán claramente la utilidad de la lingüís-
tica cognitiva para el estudio de las nomenclaturas, la interconexión de len-
guaje y cultura y la relación entre lenguaje y razonamiento, pero limitar las
aplicaciones solamente a estos temas sería un error. Temas lingüístico s tra-
. dicionales como fonología, morfología, sintaxis, sociolingüística y discurso
pueden estudiarse también dentro del marco teórico de la lingüística cogni-
tiva, en formas que adquieren nueva relevancia para la antropología .

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