24 de Marzo Caso Gaspar
24 de Marzo Caso Gaspar
24 de Marzo Caso Gaspar
Cerca de la plaza del barrio, vive mucha gente y los domingos las personas se juntan allí para hacer actividades
diferentes.
Entre todos ellos está Gaspar, vamos a conocerlo todos juntos escuchando el cuento de Elsa Bornemann
llamado “Caso Gaspar”.
Caso Gaspar
Aburrido de recorrer la ciudad con su valija a cuestas para vender —por lo menos— doce manteles diarios, harto de
gastar suelas, cansado de usar los pies, Gaspar decidió caminar sobre las manos. Desde ese momento, todos los
feriados del mes se los pasó encerrado en el altillo de su casa, practicando posturas frente al espejo. Al principio, le
costó bastante esfuerzo mantenerse en equilibrio con las piernas para arriba, pero al cabo de reiteradas pruebas el
buen muchacho logró marchar del revés con asombrosa habilidad. Una vez conseguido esto, dedicó todo su empeño
para desplazarse sosteniendo la valija con cualquiera de sus pies descalzos. Pronto pudo hacerlo y su destreza lo
alentó.
—¡Desde hoy, basta de zapatos! ¡Saldré a vender mis manteles caminando sobre las manos! —exclamó Gaspar una
mañana, mientras desayunaba. Y —dicho y hecho— se dispuso a iniciar esa jornada de trabajo andando sobre las
manos.
Su vecina barría la vereda cuando lo vio salir. Gaspar la saludó al pasar, quitándose caballerosamente la galera: —
Buenos días, doña Ramona. ¿Qué tal los canarios?
Pero como la señora permaneció boquiabierta, el muchacho volvió a colocarse la galera y dobló la esquina. Para no
fatigarse, colgaba un rato de su pie izquierdo y otro del derecho la valija con los manteles, mientras hacía
complicadas contorsiones a fin de alcanzar los timbres de las casas sin ponerse de pie.
Lamentablemente, a pesar de su entusiasmo, esa mañana no vendió ni siquiera un mantel. ¡Ninguna persona confiaba
en ese vendedor domiciliario que se presentaba caminando sobre las manos!
—Me rechazan porque soy el primero que se atreve a cambiar la costumbre de marchar sobre las piernas... Si
supieran qué distinto se ve el mundo de esta manera, me imitarían... Paciencia... Ya impondré la moda de caminar
sobre las manos... —pensó Gaspar, y se aprestó a cruzar una amplia avenida.
Nunca lo hubiera hecho: ya era el mediodía... los autos circulaban casi pegados unos contra otros. Cientos de
personas transitaban apuradas de aquí para allá.
—¡Cuidado! ¡Un loco suelto! —gritaron a coro al ver a Gaspar. El muchacho las escuchó divertido y siguió atravesando
la avenida sobre sus manos, lo más campante.
—¿Loco yo? Bah, opiniones...
Pero la gente se aglomeró de inmediato a su alrededor y los vehículos lo aturdieron con sus bocinazos, tratando de
deshacer el atascamiento que había provocado con su singular manera de caminar. En un instante, tres vigilantes lo
rodearon. —Está detenido —aseguró uno de ellos, tomándolo de las rodillas, mientras los otros dos se comunicaban
por radioteléfono con el Departamento Central de Policía. ¡Pobre Gaspar! Un camión celular lo condujo a la comisaría
más próxima, y allí fue interrogado por innumerables policías:
—¿Por qué camina con las manos? ¡Es muy sospechoso! ¿Qué oculta en esos guantes? ¡Confiese! ¡Hable!
Ese día, los ladrones de la ciudad asaltaron los bancos con absoluta tranquilidad: toda la policía estaba ocupadísima
con el “Caso Gaspar —sujeto sospechoso que marcha sobre las manos”.
1
A pesar de que no sabía qué hacer para salir de esa difícil situación, el muchacho mantenía la calma y —
¡sorprendente! — continuaba haciendo equilibrio sobre sus manos ante la furiosa mirada de tantos vigilantes.
Finalmente se le ocurrió preguntar:
—¿Está prohibido caminar sobre las manos?
El jefe de policía tragó saliva y le repitió la pregunta al comisario número 1, el comisario número 1 se la transmitió al
número 2, el número 2 al número 3, el número 3 al número 4... En un momento, todo el Departamento Central de
Policía se preguntaba: ¿ESTÁ PROHIBIDO CAMINAR SOBRE LAS MANOS? Y por más que buscaron en pilas de libros
durante varias horas, esa prohibición no apareció. No, señor. ¡No existía ninguna ley que prohibiera marchar sobre las
manos ni tampoco otra que obligara a usar exclusivamente los pies!
Así fue como Gaspar recobró la libertad de hacer lo que se le antojara, siempre que no molestara a los demás con su
conducta. Radiante, volvió a salir a la calle andando sobre las manos. Y por la calle debe encontrarse en este
momento, con sus guantes, su galera y su valija, ofreciendo manteles a domicilio... ¡Y caminando sobre las manos!
Elsa Bornemann.
2
- ¿Quiénes hacen esa ronda?
- ¿Saben cuándo comenzó?
Miramos el siguiente video de las aventuras de Zamba.
https://www.youtube.com/watch?v=Uoutyr6QhOk
Para luego ubicar a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la copia.
Al día siguiente Gaspar trataba de recordar cómo había trascurrido su día en la
plaza, ¿lo ayudas a recordarlo?
Recorta y ordena las siguientes imágenes según trascurran en el cuento.
Entre todos escribimos una oración que describa qué sucede en cada una de
las imágenes.