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Resumen Unidad N° 1

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Resumen Unidad n°1.

Conceptos básicos.
1.Actividad física: cualquier movimiento corporal producido por los
músculos esqueléticos que provocan un gasto energético.
2. Ejercicio: movimiento corporal planeado, estructurado, y
repetitivo,
realizado para mejorar o mantener uno o más componentes de la
aptitud
física.
3. Aptitud física: una serie de atributos que las personas tienen o
adquieren, que se relacionan con la capacidad para realizar una
actividad física.
El componente de la aptitud física, que ha sido más frecuentemente
estudiado
en su asociación con la salud, es la potencia aeróbica o, como es
medido en el
laboratorio de fisiología, el máximo consumo de oxígeno. Este
atributo, también
es llamado capacidad cardiovascular, cardiorrespiratoria, o de
resistencia. A
menos que se especifique lo contrario, nosotros usaremos el
término aptitud
física para referirnos a la potencia aeróbica.

Los individuos entrenados tienen mayores niveles de aptitud


física
• En 1975 se propone el 70% del máximo consumo de oxígeno
como la mínima intensidad de ejercicio recomendada para mejorar
la aptitud
física (4). Estudios subsiguientes disminuyeron las
recomendaciones para el
umbral de intensidad, y la tercera edición del libro del CAMD en
1986 (3)
recomienda una intensidad mínima del 50%. La cuarta edición de
1991 (2),
recomienda ejercicio moderado, definido como el ejercicio entre el
40-60% de
la capacidad máxima, por ser apropiado para muchas personas.
Una
declaración del CAMD de 1990 sostiene que “las personas con un
bajo nivel de
capacidad pueden lograr un efecto significativo de entrenamiento
con…40-
50%” de la capacidad.

• El CAMD recomienda 20-60 minutos de actividad aeróbica


continua para cada
sesión de entrenamiento (2, 5). Existe una interrelación entre la
intensidad y la
duración en su impacto sobre el cambio en la aptitud. La actividad
de baja
intensidad debe ser realizada durante un período más largo que la
de alta.
intensidad, para tener el mismo efecto sobre el aumento de la
potencia
aeróbica.

• El CAMD recomienda entrenar de 3 a 5 días por semana (2,


5). La mayoría de
los estudios muestran poco cambio en la capacidad física si se
entrena menos
de 3 veces semanales, a menos que el ejercicio sea bastante
intenso. Y
entrenar más de 5 veces no produce un mayor mejoramiento de la
capacidad
que entrenando 5 días por semana (5).

Efectos fisiológicos del ejercicio agudo y crónico


Los estudios existentes clínicos y en laboratorio, han documentado
una amplia
gama de beneficios, incluyendo adaptaciones metabólicas,
hormonales, y
cardiovasculares que son evidentes tanto en reposo, como durante
y luego de
esfuerzos máximos y submáximos (14). El ejercicio agudo y crónico
también
reduce la ansiedad y la depresión y tiene un impacto positivo sobre
otras
características psicológicas.

• Mejoramiento del balance entre la demanda y el aporte de


oxígeno Cardíaco.
Luego del entrenamiento, el producto provocado por una
determinada
intensidad submáxima, en general es sustancialmente disminuido
(117). Esto
permite que una actividad física específica sea realizada con una
menor
demanda de oxígeno, y por lo tanto, con un menor riesgo de
isquemia.
Hoy en día hay evidencia de que el entrenamiento puede, de hecho,
mejorar el aporte y/o utilización de oxígeno.

• Hipertrofia ventricular excéntrica.


La hipertrofia del miocardio es un mecanismo de adaptación que se
desarrolla
en respuesta al aumento del llenado hemodinámico del corazón.
Como una respuesta
adaptativa a la sobrecarga en el volumen del ventrículo izquierdo, el
entrenamiento dinámico, a menudo produce un aumento en el
grosor de la
pared ventricular izquierda. Se cree que esta hipertrofia excéntrica
está
asociada con un aumento en la vascularidad de miocitos, y por lo
tanto mejora la
función cardíaca y asegura la salud de los mocitos. La función del
ventrículo izquierdo es un determinante principal en el riesgo de
mortalidad,
luego de un infarto agudo de miocardio. Debido a que las personas
con
hipertrofia excéntrica pueden sufrir relativamente un menor daño en
la función
del ventrículo izquierdo, para una cantidad determinada de daño en
el
miocardio. formularon la hipótesis que estas personas
tienen mayores chances de sobrevivir a un infarto de miocardio.

• Reducción en el riesgo de arritmias ventriculares letales


El ejercicio regular, antes o después de un infarto agudo de
miocardio, puede actuar directamente sobre el mismo para mejorar
su resistencia a arritmias ventriculares letales.
La rehabilitación cardíaca protege contra la mortalidad (que
está mayormente relacionada con arritmias ventriculares letales),
más que
contra una recidiva de infarto y también lo es con los estudios
epidemiológicos que asocian al estilo de vida físicamente activo con
una
reducción en el riesgo de una muerte cardíaca súbita.
EFECTO FAVORABLE SOBRE LA COAGULACION SANGUINEA
Se piensa que el ejercicio reduce la adherencia y el
estado de agregación de plaquetas sanguíneas. Por otra parte,
mientras que la inactividad física parece disminuir la fibrinólisis, el
entrenamiento tiende a aumentarla moderadamente, lo que es
favorable
para el organismo.

• Mejoría en el perfil de lípidos y lipoproteínas plasmáticas


Estudios recientes realizados sugieren que a pesar que la
intensidad del ejercicio no parece modificar
significativamente, el impacto agudo del ejercicio aeróbico sobre los
niveles de
colesterol HDL en los hombres. En su estudio,
el aumento de los niveles de colesterol HDL plasmático, 24 horas
después de
una serie de ejercicios realizados con un consumo de oxígeno 20%
inferior al
umbral anaeróbico, fue mayor cuando la duración del ejercicio fue
de 45
minutos, en comparación con 30 minutos (52).
En los
hombres, tales incrementos parecen estar directamente
relacionados, tanto con
la intensidad del ejercicio como con la cantidad total de gasto
energético
semanal). En las mujeres, sugiere que un entrenamiento con
intensidades moderadas, realizado aproximadamente al 55% de la
máxima
frecuencia cardíaca puede ser tan efectivo para incrementar los
niveles de
colesterol HDL como un entrenamiento con mayores intensidades.

Reducción del riesgo de hipertensión y disminución de altos valores


de tensión
arterial en personas físicamente activas . Varios
estudios también han demostrado que las presiones sanguíneas de
pacientes
hipertensos son reducidas, durante una a tres horas, luego de una
simple serie
de 30-45 minutos de ejercicio aeróbico (42). Además, se ha
confirmado la eficacia del entrenamiento aeróbico en la disminución
de la presión sanguínea sistólica y diastólica.
Notablemente, en los estudios incluidos en el meta-análisis, los
ejercicios de
intensidad moderada parecieron ser tan efectivas-sino más-que los
de
intensidades más altas.

• Mejoría en la sensibilidad a la insulina


Una investigación reciente mostró, que la insulina mejora la
proliferación de las células arteriales de los músculos lisos y
estimula la
lipogénesis en el tejido arterial. No es sorprendente, que la
hiperinsulinemia también esté ligada a un riesgo acentuado de
infarto agudo de
miocardio, aún en hombres no diabéticos
En forma aguda, una sola serie de ejercicio aeróbico submáximo
aumenta la
sensibilidad insulínica en el músculo esquelético y en otros tejidos.
Por lo tanto,
tal ejercicio, a menudo, provoca una disminución en los niveles de
glucosa
sanguínea en pacientes con diabetes mellitus insulino, o no
insulino-
dependientes (122). Esta mejoría, inducida por el ejercicio, en el
metabolismo
de la glucosa puede persistir durante horas y días,
Con un entrenamiento crónico, el control glucémico también mejora
en
personas que tienen diabetes no insulino-dependiente y, en menor
grado, en
aquellas personas que si dependen de insulina.

• Reducción de la obesidad y mejoría en la distribución de


la adiposidad
corporal
La restricción calórica a través de la dieta, en combinación con el
gasto calórico
mediado por el ejercicio regular, parece ser el modo más efectivo de
prevenir la
obesidad y mantener un peso corporal ideal. Este enfoque, en
comparación
con la dieta sola, preserva mejor la masa magra y puede estar
ligado,
posiblemente, con cambios crónicos favorables en la tasa
metabólica basal. El ejercicio regular, también puede estar
asociado con beneficios en
cuanto a la mantención y a la estabilidad de la pérdida de peso .
Los individuos con más grasa
en el tronco, especialmente grasa intraabdominal, tienen un mayor
riesgo de
muerte que los individuos que son igualmente obesos, pero cuya
grasa está
predominantemente en las extremidades. A pesar de ser necesarios
más
estudios, el ejercicio regular parece ser capaz de provocar cambios
favorables
en la distribución de la grasa corporal.

• Mejoría en la función inmunológica.


En vista de la evidencia existente que la actividad física disminuye
los riesgos
de cáncer de colon (especialmente en los hombres) y los cánceres
de pecho y de los órganos reproductivos en las mujeres, junto con
la reconocida
importancia del sistema inmunológico en la defensa orgánica contra
la
neoplasia. A pesar de que tanto el ejercicio
agudo como crónico han sido asociados con consecuencias
inmunológicas
potencialmente beneficiosas, la hipótesis de que una mejoría de la
inmuno vigilancia inducida por el ejercicio contribuye a la
disminución del riesgo
de cáncer.. En realidad, muchos expertos creen que el mecanismo
por
el cual la actividad física regular puede proteger contra ciertos tipos
de cáncer,
es de naturaleza no inmunológica. Es posible que tales mecanismos
no inmunológicos incluyan una reducción del tiempo de tránsito
intestinal, en el
caso del cáncer de colon), y alteraciones hormonales (por ejemplo,
disminución de los niveles de estrógenos y consecuentemente,
menos
estimulación de los órganos), en el caso de los cánceres de pecho y
de los
órganos reproductivos.
ESTUDIOS EPIDEMIOLOGICOS SOBRE ACTIVIDAD O APTITUD
FISICA Y SALUD

• Enfermedades cardiovasculares
El aumento en el riesgo de enfermedades causadas por un estilo de
vida
sedentario ha sido evaluado en más estudios epidemiológicos que
para
cualquier otra enfermedad combinada, y las enfermedades
coronarias .

• Hipertensión
Los estudios cross-seccionales muestran menores tensiones
sanguíneas en
personas activas que en sedentarias. La magnitud de diferencias en
la
tensión sanguínea entre los grupos activos, es modesta;
normalmente menor a
10 mmHg para la presión sistólica y 5 mmHg para la diastólica. Esta
asociación
parece ser independiente de las potenciales variables confrontadas,
tales como
grasa corporal, ingesta de alcohol, historia familiar de hipertensión,
y edad. Sin
embargo, la actividad no parece normalizar la presión arterial en
todas las
personas hipertensas.

• Ataque cardíaco
Nosotros podemos, razonablemente, pensar que la actividad
física podría tener un impacto sobre ataques no hemorrágicos, ya
que esta
enfermedad parece tener un mecanismo patogénico similar al
atribuido a la
CHD, estando la actividad y aptitud, inversamente relacionadas a la
CHD. La
actividad y aptitud físicas podrían afectar el riesgo de ataque
hemorrágico
indirectamente, vía una asociación con la presión sanguínea, pero
la
asociación, si está presente, parecería ser débil.
• ENFERMEDAD VASCULAR PERIFERICA
Si una forma de vida activa reduce el riesgo de la enfermedad
coronaria
aterosclerótica, también podría afectar la enfermedad
aterosclerótica periférica.
Los análisis desvariados y multivariados no mostraron relación entre
la actividad y la enfermedad en las arterias periféricas.

• Cáncer
Se ha acumulado evidencia de que la actividad
física puede proteger contra el cáncer de colon, pero no de recto.
La evaluación de la actividad física en un corto período de tiempo,
puede no
reflejar la actividad durante un largo tiempo, y esta actividad de
largo plazo
puede ser importante para enfermedades tales como el cáncer, que
tienen un
prolongado período de desarrollo.
Por lo tanto, o son necesarios altos niveles de actividad física en
forma consistente, para proteger
contra el cáncer de colon, o la combinación de las dos evaluaciones
aumenta la
precisión de la medición del ídem actividad física. No se observaron
evidencias
que mayores niveles de actividad protejan contra el cáncer de recto.
El ejercicio puede tener efectos fisiológicos sobre la producción y
utilización de las hormonas sexuales.
De manera similar, las observaciones que sugieren un menor riesgo
de cáncer
de pecho entre las mujeres deportistas en comparación con las no
deportistas .
La aptitud física, evaluada como la máxima
tolerancia al ejercicio a través de un test en cinta ergométrica, está
inversamente asociada con la mortalidad por cáncer.

• Diabetes (diabetes no insulino-dependiente-DMNID)


La diabetes mellitus no insulina-dependiente (DMNID), que afecta a
10-12
millones de personas de 20 años o más, es una patología compleja
caracterizada por un incremento en la resistencia insulínica y una
secreción
alterada de la misma. Esta patología conduce a un aumento en el
riesgo de
CHD y a otras complicaciones vasculares, como enfermedad
vascular
periférica, enfermedad renal y ceguera. Junto con un adecuado
control del peso corporal y una dieta prudente, la actividad física es
comúnmente recomendada en el tratamiento de la DMNID,
las sociedades físicamente activas tienen menos DMNID que las
sociedades más sedentarias,
cuando las poblaciones se vuelven menos activas, la incidencia de
esta enfermedad ha aumentado consistentemente. La actividad
física aumenta
la sensibilidad de la insulina, y el ejercicio de resistencia regular
induce a una pérdida de peso y a cambios positivos en el
metabolismo de la
glucosa.
La actividad física en tiempo libre, expresada en kilocalorías (kcal)
al caminar,
subir escaleras, y realizar actividades recreación. Las tasas de
incidencias
disminuyeron a medida que el gasto energético aumentaba, desde
menos de
500 a más de 3500 o más kcal/semana. Por cada incremento en el
gasto
energético de 500 kcal, la diabetes se reducía cerca del 6%.
Las actividades más intensas (natación, ciclismo, pedestrismo, etc.)
pueden inducir a un efecto más fuerte que las actividades
moderadas.

• Osteoartritis.
El ejercicio intenso puede aumentar el riesgo del desarrollo de la
enfermedad.
La incidencia de
osteoartritis en seis años, en un grupo de 1039 mujeres y 4429
hombres, fue
más alta en los sujetos mayores y más obesos. Pero no fue mayor
en sujetos
que habían corrido más millas en sus vidas, o que habían corrido
durante más
años, o que habían corrido más millas durante el año anterior al
inicio del
estudio.
• Osteoporosis.
La osteoporosis, y el riesgo asociado de fracturas, también es un
problema
principal de salud pública, especialmente para las personas
mayores. El pico
de masa ósea se consigue siendo joven, probablemente durante la
segunda o
tercera década de vida. Una gradual disminución de la densidad
mineral
ósea ocurre a través de la mediana edad, y se acelera en forma
marcada, en
las mujeres luego de la menopausia, especialmente durante los
primeros cinco
años de la postmenopausia. La investigación actual sostiene unas
pocas conclusiones generales. Claramente, el hueso responde al
stress físico
del ejercicio. Es probable, que la actividad física regular eleve el
pico de masa
ósea en mujeres jóvenes, puede ser que retarde la disminución de
la densidad
mineral ósea en mujeres de mediana edad y mujeres mayores, y
puede
incrementar esta densidad en pacientes con osteoporosis declarada
Aún no está del todo claro cómo la actividad física y otras
intervenciones
que se sabe o se sospecha son efectivas,
como la suplementación de calcio o la terapia de reemplazo de
estrógenos,
pueden interactuar para promover o mantener la salud ósea. La
actividad física
regular puede brindar beneficios más allá de un impacto directo
sobre la
densidad mineral ósea. Las personas activas tienen una mayor
masa muscular
y son más fuertes, lo que podría reducirles el riesgo de caer o
protegerse
contra las fracturas cuando se producen éstas caídas.
• Discapacidad músculo-esquelética

Las patologías músculo-esqueléticas son comunes, especialmente


en las
personas mayores. Estas patologías pueden contribuir a la
incapacidad para
realizar actividades rutinarias o al riesgo de caídas. La alta
prevalencia de la
discapacidad relativa en personas mayores está manifestada por
problemas
para caminar, realizar tareas domésticas, y desarrollar actividades
personales.
Las caídas son el principal problema de salud de los mayores. La
etiología
de la caída es compleja, y múltiples factores son identificados como
posibles
causas; pero, las limitaciones en la función músculo-esquelética,
tales como
bajos niveles de fuerza muscular, balance, y flexibilidad, pueden ser
contribuyentes importantes. La disfunción muscular y los problemas
con la
movilidad están fuertemente asociados con bajos niveles de fuerza
muscular.
Además, aún los ancianos (86-96 años) mejoran la fuerza muscular
con
un programa de entrenamiento de fuerza de ocho semanas; en
realidad.
estos problemas pueden ser debidos a una pérdida progresiva de la
función
músculo-esquelética, causada por décadas de un estilo de vida
sedentario.

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