Ideología de Género
Ideología de Género
Ideología de Género
Eva es presentada a Adán por el mismo Dios. El Bosco, El Jardín de las Delicias (detalle)
Esta Sección de nuestra página web ha sido sustancialmente ampliada con textos del Santo Padre el
Papa Francisco y con otros documentos del Magisterio de la Iglesia Católica.
Introducción
Papa Francisco, Encíclica Laudato Si’, n. 155:
“La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo
entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo
se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio
cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana.
También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para
reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar
gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse
recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual
porque ya no sabe confrontarse con la misma[121].»” (Encíclica Laudato Si’, n. 155).
Papa Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas, 21
de diciembre de 2012:
[Según la filosofía de género (gender)], «el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el
hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido (…). El hombre niega tener una naturaleza
preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide
que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear.
Según el relato bíblico de la creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a
la esencia de la criatura humana. Esta dualidad es esencial para el ser humano, tal como Dios la ha
dado. Precisamente esta dualidad como dato originario es lo que se impugna. Ya no es válido lo que
leemos en el relato de la creación: «Hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). No, lo que vale ahora es
que no ha sido Él quien los creó varón o mujer, sino que hasta ahora ha sido la sociedad la que lo ha
determinado, y ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer
como realidad de la creación, como naturaleza de la persona humana, ya no existen. El hombre niega
su propia naturaleza. Ahora él es sólo espíritu y voluntad. La manipulación de la naturaleza, que hoy
deploramos por lo que se refiere al medio ambiente, se convierte aquí en la opción de fondo del
hombre respecto a sí mismo».
«»Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó varón y mujer» (Gen 1,
27). En esta frase impresiona el triple uso del verbo «creó» (bará), que parece dar testimonio de una
especial importancia e «intensidad» del acto creador. Esta misma indicación parece que debe
deducirse del hecho de que, mientras cada uno de los días de la creación se concluye con la
anotación: «Vio Dios ser bueno» (cf. Gen 1, 3. 10. 12. 18. 21. 25), después de la creación del
hombre, el sexto día, se dice que «vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho» (Gen 1, 31).»
Papa San Juan XXIII, Discurso a los participantes en un curso de estudio sobre el tema: «La
mujer y la profesión», organizado por la Universidad católica del Sagrado Corazón, 6-9-1961:
«Si la igualdad de derechos, proclamada con razón, debe reconocerse en todo aquello que es propio
de la persona y de la dignidad humana, de ningún modo implica igualdad de funciones. El Creador
ha dado a la mujer cualidades, inclinaciones y disposiciones naturales que le son propias en diverso
grado que al hombre; esto quiere decir que le han sido asignadas tareas especiales. No distinguir bien
esta diversidad de las respectivas funciones del hombre y de la mujer, más aún su necesaria
complementariedad, sería contra la naturaleza y se terminaría por envilecer a la mujer y quitarle el
fundamento de su dignidad».
Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, Edificar la Iglesia doméstica. Prácticas
familiares para habitar en la Iglesia, nota 19, 28-6-2017
«Feminismos ideológicos (constructivistas, etc.), ideología de género, teoría queer, teoría cyborg,
transhumanismo y poshumanismo. Estas ideologías vienen desarrollándose en un contexto
mundialista de capitalismo tecno-nihilista que – para hacer de todo mercancía, incluido el cuerpo –
“fagocita” e “integra” en el “sistema” toda disidencia, incluso las propuestas de matriz marxista a las
que “domestica” y “comercializa. En el “sistema”, conjugando la cultura de la muerte y la idolatría
del dinero, parece que se hace fuerte como alternativa a Dios-creador-redentor la llamada tecno-
redención».
“Dios creó el hombre a imagen suya; […] hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27). “Creced y
multiplicaos” (Gn 1, 28); “el día en que Dios creó al hombre, le hizo a imagen de Dios. Los creó
varón y hembra, los bendijo, y los llamó “Hombre” en el día de su creación” (Gn 5, 1-2).
2332. La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de
su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de
manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.
2333. Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La
diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del
matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad
depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad
y el apoyo mutuos.
2334. «Creando al hombre “varón y mujer”, Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y
a la mujer» (FC 22; cf GS 49, 2). “El hombre es una persona, y esto se aplica en la misma medida al
hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal”
(MD 6).
2335. Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del
poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de
imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador: “El hombre deja a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24). De esta unión proceden todas las
generaciones humanas (cf Gn 4, 1-2.25-26; 5, 1).»
Papa Francisco
«En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas
colonizaciones ideológicas. Y una de estas —lo digo claramente con «nombre y apellido»— es
el gender. Hoy a los niños —a los niños— en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el
sexo. ¿Por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que dan
el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto
es terrible. Hablando con Papa Benedicto, que está bien y tiene un pensamiento claro, me decía:
«Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador». Es inteligente. Dios ha creado al
hombre y a la mujer; Dios ha creado al mundo así, así, y nosotros estamos haciendo lo contrario.»
(Papa Francisco, Viaje apostólico a Polonia: Encuentro con los obispos polacos en la Catedral de
Cracovia – Discurso, 27-7-2016)
«Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega
la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin
diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a
proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una
intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer».
(…) No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos
omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos
llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha
sido creada.» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 56).
«En la lógica del dominio, el dominador también termina negando su propia dignidad, y en
definitiva deja «de identificarse subjetivamente con el propio cuerpo», ya que le quita todo
significado.» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 155).
«En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho
notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el
matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas,
entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es
inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos
internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que
instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo».» (Papa Francisco, Amoris laetitia,
251).
«Más allá de las comprensibles dificultades que cada uno pueda vivir, hay que ayudar a aceptar el
propio cuerpo tal como ha sido creado, porque «una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se
transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación […] También la valoración del
propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el
encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o
de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente». Sólo perdiéndole el miedo a la
diferencia, uno puede terminar de liberarse de la inmanencia del propio ser y del embeleso por sí
mismo. La educación sexual debe ayudar a aceptar el propio cuerpo, de manera que la persona no
pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma».» (Papa
Francisco, Amoris laetitia, 285).
“Si el ser humano no redescubre su verdadero lugar, se entiende mal a sí mismo y termina
contradiciendo su propia realidad: «No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe
usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el
hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de
la que ha sido dotado» (Papa Francisco, Laudato Si’, n. 115).
“La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser
humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más
digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre
posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». En esta línea, cabe
reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los
demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y
aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre
el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a
recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera
ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es
necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible
aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse
recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual
porque ya no sabe confrontarse con la misma»” (Papa Francisco, Laudato Si’, n. 155).
«Existen colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia. Vienen de afuera, por eso digo
que son colonizaciones. No perdamos la libertad de la misión que Dios nos da, la misión de la
familia. (…) como familia tenemos que ser muy, muy sagaces, muy hábiles, muy fuertes para decir
‘no’ a cualquier intento de colonización ideológica sobre la familia» (Papa Francisco, Discurso en
el Encuentro con las familias en el Mall of Asia Arena, Manila, 16-1-2015).
«Cuando la Iglesia habla de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer, y pide que se
respete este orden de la creación, no es una metafísica superada. Aquí, de hecho, se trata de la fe en
el Creador y de escuchar el lenguaje de la creación, cuyo desprecio sería una autodestrucción del
hombre y, por tanto, una destrucción de la obra misma de Dios.
Lo que con frecuencia se expresa y entiende con el término “gender”, se reduce en definitiva a la
auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador. El hombre quiere hacerse por sí solo y
disponer siempre y exclusivamente por sí solo de lo que le atañe. Pero de este modo vive contra la
verdad, vive contra el Espíritu creador. Ciertamente, los bosques tropicales merecen nuestra
protección, pero también la merece el hombre como criatura, en la que está inscrito un mensaje que
no significa contradicción de nuestra libertad, sino su condición.» (Benedicto XVI, Discurso a la
Curia romana con ocasión del intercambio de felicitaciones por la Navidad, 22 de diciembre de
2008).
«La diferencia sexual que caracteriza el cuerpo del hombre y de la mujer no es un simple dato
biológico, sino que reviste un significado mucho más profundo: expresa la forma del amor con la
que el hombre y la mujer llegan a ser —como dice la sagrada Escritura— una sola carne, pueden
realizar una auténtica comunión de personas abierta a la transmisión de la vida y cooperan de este
modo con Dios en la procreación de nuevos seres humanos» (Benedicto XVI, Discurso a los
participantes en un Congreso internacional organizado por el Instituto Juan Pablo II para
estudios sobre el matrimonio y la familia, 11 de mayo de 2006).
Papa San Juan Pablo II
«38. Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave
aún del ambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar la necesaria atención.
Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los
«habitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, porque nos damos
cuenta de que cada una de ellas aporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos
esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología
humana». No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la
intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí
mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido
dotado. Hay que mencionar en este contexto los graves problemas de la moderna urbanización, la
necesidad de un urbanismo preocupado por la vida de las personas, así como la debida atención a
una «ecología social» del trabajo.
El hombre recibe de Dios su dignidad esencial y con ella la capacidad de trascender todo
ordenamiento de la sociedad hacia la verdad y el bien. Sin embargo, está condicionado por la
estructura social en que vive, por la educación recibida y por el ambiente. Estos elementos pueden
facilitar u obstaculizar su vivir según la verdad. Las decisiones, gracias a las cuales se constituye un
ambiente humano, pueden crear estructuras concretas de pecado, impidiendo la plena realización de
quienes son oprimidos de diversas maneras por las mismas. Demoler tales estructuras y sustituirlas
con formas más auténticas de convivencia es un cometido que exige valentía y paciencia 77.
39. La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia, en cuyo seno
el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser
amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona. Se entiende aquí la familia
fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco de sí por parte del hombre y de la mujer crea
un ambiente de vida en el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse
consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible. En cambio, sucede
con frecuencia que el hombre se siente desanimado a realizar las condiciones auténticas de la
reproducción humana y se ve inducido a considerar la propia vida y a sí mismo como un conjunto de
sensaciones que hay que experimentar más bien que como una obra a realizar. De aquí nace una falta
de libertad que le hace renunciar al compromiso de vincularse de manera estable con otra persona y
engendrar hijos, o bien le mueve a considerar a éstos como una de tantas «cosas» que es posible
tener o no tener, según los propios gustos, y que se presentan como otras opciones.
Hay que volver a considerar la familia como el santuario de la vida. En efecto, es sagrada: es el
ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los
múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico
crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la
cultura de la vida.
El ingenio del hombre parece orientarse, en este campo, a limitar, suprimir o anular las fuentes de la
vida, recurriendo incluso al aborto, tan extendido por desgracia en el mundo, más que a defender y
abrir las posibilidades a la vida misma. En la encíclica Sollicitudo rei socialis han sido denunciadas
las campañas sistemáticas contra la natalidad, que, sobre la base de una concepción deformada del
problema demográfico y en un clima de «absoluta falta de respeto por la libertad de decisión de las
personas interesadas», las someten frecuentemente a «intolerables presiones… para plegarlas a esta
forma nueva de opresión»78. Se trata de políticas que con técnicas nuevas extienden su radio de
acción hasta llegar, como en una «guerra química», a envenenar la vida de millones de seres
humanos indefensos.
Estas críticas van dirigidas no tanto contra un sistema económico, cuanto contra un sistema ético-
cultural. En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad
humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la
vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa
hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo
el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose
únicamente a la producción de bienes y servicios 79.
Todo esto se puede resumir afirmando una vez más que la libertad económica es solamente un
elemento de la libertad humana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el hombre es
considerado más como un productor o un consumidor de bienes que como un sujeto que produce y
consume para vivir, entonces pierde su necesaria relación con la persona humana y termina por
alienarla y oprimirla 80.» (Papa San Juan Pablo II, Centesimus Annus, 38-39).
«Las palabras pronunciadas por Cristo sobre la resurrección nos permiten deducir que la dimensión
de masculinidad y feminidad —esto es, el ser en el cuerpo varón y mujer— quedará nuevamente
constituida juntamente con la resurrección del cuerpo en el “otro siglo”. (…) «En es otro mundo, la
patria definitiva del hombre, que llamamos reino de Dios o casa del Padre, entraremos en la
dimensión eterna del ser humano mediante la resurrección. Será una dimensión y estado nuevo de
vida, en el que el cuerpo del hombre y de la mujer, mantendrá sus peculiaridades propias, revestido
de inmortalidad y con una espiritualización de la naturaleza humana, que lo hará semejante a los
ángeles» » (San Juan Pablo II, Audiencia general, 2-12-1981).
«Frente a esta amplitud de campos de lucha antiguos y nuevos [en favor de la vida y la salud], donde
se configuran «amenazas programadas de manera científica y sistemática» (Evangelium vitae, 17),
es necesario juntar las fuerzas, unir las inteligencias y establecer estrategias comunes armoniosas y
eficaces.
Vuestra misión se abre ante un horizonte realmente vasto, que implica también promover el valor
insustituible de la educación de los jóvenes y de las familias en el amor verdadero, fiel y casto. No es
realista pensar que se afirme una cultura de la vida si falta una seria educación de las conciencias y
en particular, si no hay una real orientación afectiva hacia los valores de la familia. Estos
presupuestos son cada vez más importantes en una verdadera estrategia de defensa de la vida.
En ese marco, la familia y la vida constituyen un binomio inseparable y del mismo modo, el amor
casto y fiel es el primer nivel y la condición insustituible de la cultura de la vida.
Estos compromisos, que constituyen los objetivos de vuestra estrategia, requieren una preparación
profunda en el ámbito de las temáticas médica, ética jurídica y social. La lucha en defensa de la vida
puede ganarse sólo si al entusiasmo y a la valentía de cuantos participan en ella se añade una
preparación específica en estos campos. En particular, se requiere una formación en el importante
campo de la bioética, destinada, ante todo, a los agentes sanitarios, pero también a cada uno de los
ciudadanos.
(…) será singularmente valiosa la contribución que prestan los intelectuales, los juristas y los
profesionales de la medicina, así como sigue siendo indispensable la aportación de los formadores de
los jóvenes y de los responsables de los movimientos educativos, una vez que hayan profundizado,
ellos mismos en primer lugar, las exigencias inderogables de la moral en defensa de la vida humana.
Os exhorto a acompañar con particular atención a los adolescentes y a los jóvenes en las escuelas,
para que puedan recibir una presentación adecuada de los valores morales, civiles y religiosos, que
son coherentes con la dignidad de la persona humana y con la defensa y la promoción de la vida.
También es urgente prestar atención a lo que sucede en los Parlamentos, donde van manifestándose
orientaciones legislativas en el ámbito del bioderecho y de la protección de la corporeidad humana y
de la familia, que incluyen aspectos preocupantes. Cuantos tienen verdadero interés por la dignidad
de la persona y el destino futuro de la humanidad, no pueden renunciar a su deber de vigilar y
actuar». (San Juan Pablo II, Discurso a los participantes en el III Congreso de los movimientos
en favor de la vida, 3-10-1995)
Santa Sede
Documento de la Congregación para la Educación Católica: «Varón y Mujer los creó», 2-2-
2019
Discurso a los participantes en la Plenaria del Consejo Pontificio “Cor Unum”, 19-1-2013.
Benedicto XVI.
Notificación acerca del libro Just love. A Framework for Christian Sexual Ethics de Sor
Margaret A. Farley, R.S.M.
30-3-2012. Congregación para la Doctrina de la Fe.
En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural, n. 80.
2009. Comisión Teológica Internacional.
Notificación sobre los escritos y las actividades de la Hermana Jeannine Gramick, S.N.D. y del
Padre Robert Nugent, S.D.S.
31-5-1999. Congregación para la Doctrina de la Fe.
Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales., 1-10-1986. Congregación para la
Doctrina de la Fe.
Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de
tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas., 4-11-
2005. Congregación para la Educación Católica.
Sobre el reconocimiento legal de las uniones entre personas del mismo sexo y la posibilidad de
adopción de niños en el contexto de las relaciones homosexuales:
Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo de
las felicitaciones de Año Nuevo (párrafo décimo), 11-1-2010. Benedicto XVI.
Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas
homosexuales, 31 de julio de 2003. Congregación para la Doctrina de la Fe.
Familia, matrimonio y “uniones de hecho”, n. 23, 21-11-2000. Pontificio Consejo para la Familia.
Nota sobre el matrimonio y el fallo del Tribunal Constitucional, 8-11-2012. Comité Ejecutivo de
la Conferencia Episcopal Española.
La verdad del amor humano.
Hombre y mujer los creó, 26-12-2004. Nota de los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la
Familia y la Defensa de la Vida.
En favor del verdadero matrimonio, 15-7-2004. Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia
Episcopal Española.
Vídeo. Acción de gracias y apoyo al Sr. Obispo y al Centro de Orientación Familiar, 6 de abril
de 2019
Presentación a la edición en español del libro de Gabriele Kuby «La revolución sexual global.
La destrucción de la libertad en nombre de la libertad», Editorial Didaskalos, 2017
Nota de los Obispos de Getafe y Alcalá de Henares sobre la «Ley de protección integral contra
la LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la
Comunidad de Madrid», 7-8-2016
Carta Pastoral: “Misericordia con todos, también con los embriones”, 23-2-2016
Carta Pastoral: “No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS, n. 118), presentando la
encíclica del papa Francisco “Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común”, 26-6-2015
Carta Pastoral: «En defensa de la vida: sobre los abusos sexuales a menores y adultos
vulnerables», 7-3-2015
Presentación a la edición en español del libro «La teología feminista. Significado y valoración»
de Manfred Hauke, Editorial BAC, 2013
Presentación a la edición en español del libro – sobre la atracción sexual hacia el mismo sexo –
«Amar en la diferencia», Editorial BAC, 2013
La tentación de Jesús en el monte. [El diablo] le mostró [a Jesús] los reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque esta escrito: “Al
Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”»
(Mt 4, 8b-10)
«Todo pasa, solo Dios permanece. Han pasado reinos, pueblos, culturas,
naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo, a través
de tantas tempestades y a pesar de nuestros muchos pecados, permanece fiel al
depósito de la fe en el servicio, porque la Iglesia no es de los Papas, de los
obispos, de los sacerdotes y tampoco de los fieles, es única y exclusivamente
de Cristo. Solo quien vive en Cristo promueve y defiende a la Iglesia con la
santidad de vida, a ejemplo de Pedro y Pablo.» (Papa Francisco, Homilía en
la Santa Misa y bendición de los palios para los nuevos metropolitanos en
la solemnidad de san Pedro y san Pablo, 29 de junio de 2015).
Sobre la ideología de género (gender) y las teorías queer y cyborg, el transhumanismo, el
posthumanismo, el capitalismo tecno-nihilista y la tecno-redención: Últimos Papas, Santa Sede,
Conferencia Episcopal Española y más
New Age – Next Age, pseudociencias, supersticiones, sectas, etc.: algunos documentos
Sobre la «ideología del nacionalismo»: Papa San Juan Pablo II, Audiencia general, n. 5, 11-10-
1995
Sobre el socialismo moderado: Papa San Juan XXIII, Encíclica Mater et magistra (ver el n. 34),
15-5-1961
Sobre el comunismo ateo: Papa Pío XI, Encíclica Divini redemptoris, 19-3-1937
Sobre la situación de la Iglesia Católica en el Reich alemán: Papa Pío XI, Encíclica Mit
brennender Sorge, 14-3-1937
Acerca del fascismo: Papa Pío XI, Encíclica Non abbiamo bisogno, 29-6-1931
Sobre la «vile neutralità»: Papa San Pío X, Encíclica Communium Rerum, 21 de abril de 1909
Sobre las doctrinas de los modernistas: Papa San Pío X, Encíclica Pascendi Dominici Gregis, 8-
9-1907
Sobre el liberalismo: Papa León XIII, Encíclica Libertas praestantissimum, 20-6-1888
Sobre el socialismo: Papa León XIII, Encíclica Quod Apostolici Muneris, 28-12-1878
Sobre la masonería: Algunos documentos