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COMENTARIO DE LA SENTENCIA
DEL TRIBUNAL SUPREMO
DE 19 DE NOVIEMBRE DE 2012 (8856/2012)
PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA
408 Comentario de la Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de noviembre de 2012 (8856/2012)
3. Que procede declarar la nulidad de los títulos que contradigan los de-
rechos de propiedad del actor y de su esposa sobre tales fincas descritas en
el hecho primero, así como la cancelación o anulación de las inscripciones o
asientos registrales que la contradigan, en especial la inscripción que atribuye
a los demandados el pleno dominio de la finca material objeto del litigio.
En su contestación, don Remigio y don Urbano solicitaron la desestima-
ción de la demanda alegando, en primer lugar, que al menos desde 1959 la fin-
ca material litigiosa, aunque era colindante con otra poseída por los actores,
comprendía todas y cada una de las fincas registrales objeto de la demanda;
que en las escrituras públicas de 20 de septiembre de 1963 y 4 de agosto de
1964, su esposa y madre doña Miriam compró para su sociedad de gananciales
dicha finca material a doña Amparo cuando ésta había adquirido ya su domi-
nio pleno por transacción celebrada con sus condueños; que en todo caso, al
estar la finca litigiosa perfectamente identificada en la realidad por muros y
cierres de alambre, la posesión en concepto de dueños de los demandados re-
unía los requisitos sustantivos y de plazo necesarios para haberla adquirido por
usucapión; y además opusieron, por último, no sólo la prescripción extintiva
de la acción declarativa de dominio ejercitada en la demanda sino también la
nulidad de la escritura pública de compraventa de 10 de noviembre de 1962
por simulación absoluta, pues sólo esto explicaba que no se hubiera reclama-
do a los vendedores la entrega de la posesión ni accedido el título al Registro
de la Propiedad, con doble inmatriculación, hasta el 24 de enero de 1972.
el demandado sin traer causa del demandante, pues en otro caso no cabría
condenar a la restitución, que es la pretensión objeto de la misma.
c) Por último, ambas acciones reales han de recaer sobre el mismo objeto.
Tratándose de inmuebles, la jurisprudencia exige en concreto «que la finca se
determine sobre el terreno por sus cuatro puntos cardinales, debiendo éstos
concretarse con toda precisión, y siendo este requisito identificativo esencial
para que pueda prosperar cualquiera de las acciones que se derivan del art.
348 Cc.» (SSTS. 20 junio 2003, 22 noviembre y 23 mayo 2002, 25 mayo 2000 y
1 diciembre 1993, entre otras); pero esto no es necesario si trata de una finca
material, que es la determinada por el ejercicio por quien sea o se crea dueño
del derecho a edificar, cerrar o cercar su terreno (vid. arts. 350 y 388 CC).
Así pues, la acción declarativa del dominio es distinta y autónoma de la
reivindicatoria cuando el actor se limita, en cuanto estima que ello satisface su
interés, a pedir frente a un concreto demandado que una sentencia reconozca
su titularidad dominical. En el supuesto de hecho que nos ocupa ese interés
no es otro que el reconocimiento a los demandantes de la propiedad de la
mitad indivisa de la finca material que resulta de su título inscrito (vid. art.
399 CC); pero como ello tiene como inevitable consecuencia su coposesión por
ambas partes (vid. art. 394 CC), la acción real ejercitada no puede ser otra que
la reivindicatoria. Así lo acentúa, por lo demás, la legitimación del actor para
ejercitar luego la acción de división de la comunidad, la cual es imprescriptible
(art. 1965 CC) y tiene como resultado la propiedad plena de la parte que se le
asigne, sobre la que pasa a recaer en exclusiva su ius possidendi (vid. arts. 348 y
400 CC).
b) Partiendo de esta premisa, la previsión legal de que «el propietario tiene ac-
ción contra el tenedor y el poseedor de la cosa para reivindicarla» (art. 348.II CC) es
la que provoca el problema de si la prescripción de la acción reivindicatoria
es autónoma o no de la usucapión extraordinaria (así, las SSTS 29 abril 1987
y 30 diciembre 2007 consideran que son dos figuras distintas, mientras que las
de 6 marzo 1991 y 3 junio 2004 entienden que son dos aspectos de la misma
institución).
Pues bien, es verdad que nuestro Derecho histórico admitió la mera exceptio
triginta annorum, que permitía oponerse a la acción reivindicatoria sobre cual-
quier cosa –mueble o inmueble– a todo poseedor, aunque ello no afectara a la
titularidad dominical del actor, el cual mientras el demandado no perdiera esa
posesión pasaba a tener una suerte de dominium sine re (vid. Part. 3, 29, 21 pr.).
Sin embargo, el Código modificó ese precedente limitando esta causa de pres-
cripción de la acción reivindicatoria a los inmuebles (art. 1963.I CC) y la posibi-
lidad de invocarla con éxito a los que los poseyeran ad usucapionem con mala fe,
extendiendo por tanto la atribución de efectos adquisitivos del dominio a «su po-
sesión no interrumpida durante treinta años, sin necesidad de título ni de buena fe» (art.
1959 CC). Esto quiere decir que para el Código civil la prescripción de la acción
reivindicatoria no sólo es mixta por unir al efecto extintivo el adquisitivo cuando
el poseedor en concepto de dueño carezca de título pero posea el inmueble ad
usucapionem de buena fe, que era lo antes vigente (vid. Part. 3, 29, 21 i. f.), sino
también cuando lo haga de mala fe; y ello tiene su fundamento en que la titula-
ridad dominical del dueño comprende el goce que le atribuye el art. 348 CC salvo
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mino a su favor, sino que les basta con discutir el alegado por el demandante,
sobre el que pesa la carga de la prueba del dominio a su favor». Por eso la
invocación de la prescripción de la acción reivindicatoria o de la usucapión
extraordinaria son dos fenómenos equivalentes que en todo caso obligan a la
desestimar la demanda formulada por quien tenga título de dominio cuando
el demandado no lo tenga pero sea un poseedor ad usucapionem de mala fe.
Por eso no es razonable acoger esta excepción o cláusula de cierre definitiva
cuando, poseyendo en tal concepto una de las partes, el problema a resolver
sea el que plantea la concurrencia –como ahora veremos– de dos títulos de
dominio.
5.6. Conclusión
La acción declarativa del dominio es la que puede ejercitar el que posee
la finca probando su condición de dueño frente al que no la posee pero es
tenido como tal. En consecuencia, en dicha acción real tanto la usucapión
ordinaria cuanto la extraordinaria sirven para acreditar la adquisición de la
propiedad por quien la ejercita frente al demandado, pero para éste ambas
son irrelevantes: ni puede invocar que la misma ha prescrito, pues la titu-
laridad dominical que pretende el actor que se declare –por no ser una pre-
tensión de condena a hacer o no hacer algo– es imprescriptible; ni le sirven
tampoco para ser absuelto atendiendo a una equivalencia de resultados que, de
estar bien calificada la acción como declarativa de dominio, le es sin duda
inaplicable.
Por su parte, la acción reivindicatoria es la que puede ejercitar el que pruebe
su condición de propietario contra el tenedor o poseedor de la finca (art. 348.
II CC). Pues bien, partiendo de la prueba de la titularidad dominical del actor
como presupuesto, si el demandado posee en concepto de dueño puede pro-
bar en contrario que reúne los requisitos para haber adquirido la propiedad
del bien reivindicado por usucapión ordinaria, en cuyo caso ha de formular re-
convención si quiere que su dominio sea judicialmente declarado; en cambio,
si sólo puede demostrar su posesión ad usucapionem no interrumpida durante
treinta años, ha de hacer lo mismo si quiere ser declarado dueño de la finca
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6. Bibliografía utilizada