La Aclaraciòn de Sentencias
La Aclaraciòn de Sentencias
La Aclaraciòn de Sentencias
Tribunal evaluador:
D. Ignacio Díez-Picazo Giménez
D. Fernando Gascón Inchausti
D. Álvaro Gutierrez Berlinches
Convocatoria: Septiembre
Calificación: 9, Sobresaliente
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todo ni en parte, ni transmitido o registrado por ningún sistema de recuperación de la
información, de ninguna forma ni por ningún medio sin previa autorización del autor.
2
A mis padres y mis hermanos
A Pilar, por su dedicación como tutora, y por todos estos años de enseñanzas
3
ABSTRACT
PALABRAS CLAVE
Resoluciones judiciales, Invariabilidad, 214 LEC, 215 LEC, 267 LOPJ, Ley de
Enjuiciamiento Civil, Ley Orgánica del Poder Judicial, Doctrina jurisprudencial,
Doctrina Constitucional, Modificación resoluciones judiciales, Recursos ordinarios,
Recursos extraordinarios, Recursos de amparo
4
Índice
PÁGINA
Índice ............................................................................................................................... 4
Principales abreviaturas utilizadas ............................................................................... 5
1. Introducción ................................................................................................................ 6
4. Mecanismos que permiten variar las resoluciones judiciales una vez dictadas .. 24
4.1. Cuestiones generales............................................................................................ 24
4.2. Resoluciones que la ley permite modificar.......................................................... 26
4.3. Tratamiento procesal ........................................................................................... 29
4.3.1. Régimen de la aclaración y corrección ......................................................... 27
4.3.2. Régimen de la subsanación y complemento ................................................. 33
4.4. Recursos .............................................................................................................. 35
4.5. Cómputo de plazos .............................................................................................. 44
5. Delimitación .............................................................................................................. 58
5.1. Cuestiones generales............................................................................................ 58
5.2. Aclaración y corrección ....................................................................................... 61
5.2.1. Definición y utilidad del mecanismo de la aclaración de conceptos oscuros62
5.2.2. Definición y utilidad del mecanismo de la corrección de errores ................ 64
5
5.2.3. Límites negativos en la aplicación y utilización de los mecanismos de
aclaración de conceptos oscuros y de corrección de errores .................................. 68
5.3. Subsanación y complemento ............................................................................... 75
5.3.1. Definición y utilidad del mecanismo de la subsanación de omisiones ....... 77
5.3.2. Definición y límites positivos del mecanismo de complemento de
resoluciones ............................................................................................................ 79
5.3.3. Límites negativos en la aplicación y utilización del mecanismo de
subsanación y complemento ................................................................................... 81
5.3.4. Consideraciones en torno a la utilidad y límites de los remedios de
aclaración, corrección, subsanación y complemento.............................................. 84
5.4. Especial referencia a la posibilidad de corregir y complementar resoluciones en
materia de costas ......................................................................................................... 85
6
Principales abreviaturas utilizadas
AP: Audiencia Provincial
CDO: Considerando
7
1. Introducción
En los últimos tiempos nuestro legislador viene mostrando como una de sus
mayores preocupaciones las excesivas dilaciones y retrasos en la administración de
justicia. El hecho de que un procedimiento cualquiera pueda tardar años en resolverse,
ha generado y sigue generando un amplio debate en torno a cuáles son los motivos que
provocan esto.
Ante esta situación, la labor del legislador ha venido marcada por distintas líneas
de actuación, que entre otras, han consistido en intentar dotar al proceso de sencillez y
agilidad mediante la implantación de nuevos mecanismos o mejora de los ya existentes,
encaminados a que el órgano judicial que dicte las resoluciones pueda aclarar una que
sea de difícil comprensión, corregir los errores existentes en ellas, subsanar omisiones o
errores que dificulten llevarlas a cumplimiento, y finalmente como importante novedad,
complementar omisiones de pronunciamiento, de tal manera, que con ellos y
especialmente con este ultimo, se evite la interposición de recursos ordinarios y
extraordinarios al conseguir solucionar de manera rápida y en principio eficaz, el
defecto del que adolecía la resolución.
El hecho de que sean prácticamente nulos los estudios sobre estos mecanismos,
la inexistencia de bibliografía al respecto y las interesantes posibilidades que conceden,
nos han animado a su estudio en profundidad.
8
En los siguientes capítulos por un lado estudiaremos detenidamente los citados
mecanismos que permiten variar las resoluciones una vez dictadas y firmadas desde una
perspectiva puramente procesal en cuanto a tu tratamiento, presupuestos procesales etc,
para a continuación, tratarlos desde un punto de vista estrictamente constitucional para
lograr entender qué es lo que en realidad permiten, y cual es la línea que no se ha de
traspasar, en aras de no vulnerar el derecho a la tutela judicial efectiva.
9
2. Antecedentes y evolución
La regla de la invariabilidad e intangibilidad de las resoluciones judiciales
dictadas y firmadas, plenamente vigente en nuestros días al quedar regulada en las
propias LOPJ1 y LEC2, ha sido objeto de comentario por parte de importantes autores
desde tiempos remotos3, dando lugar en la actualidad a una ingente cantidad de
jurisprudencia del Tribunal Supremo, así como a una importante doctrina del Tribunal
Constitucional al respecto, que ya tuvo su precedente en puntuales sentencias del
1
Vid. Art. 267 LOPJ que dispone lo siguiente: “1. Los tribunales no podrán variar las resoluciones que
pronuncien después de firmadas, pero sí aclarar algún concepto oscuro y rectificar cualquier error
material de que adolezcan. 2. Las aclaraciones a que se refiere el apartado anterior podrán hacerse de
oficio dentro de los dos días hábiles siguientes al de la publicación de la resolución, o a petición de parte
o del Ministerio Fiscal formulada dentro del mismo plazo, siendo en este caso resuelta por el tribunal
dentro de los tres días siguientes al de la presentación del escrito en que se solicite la aclaración. 3. Los
errores materiales manifiestos y los aritméticos en que incurran las resoluciones judiciales podrán ser
rectificados en cualquier momento. 4. Las omisiones o defectos de que pudieran adolecer sentencias y
autos y que fuere necesario remediar para llevarlas plenamente a efecto podrán ser subsanadas, mediante
auto, en los mismos plazos y por el mismo procedimiento establecido en el apartado anterior. 5. Si se
tratase de sentencias o autos que hubieren omitido manifiestamente pronunciamientos relativos a
pretensiones oportunamente deducidas y sustanciadas en el proceso, el tribunal, a solicitud escrita de
parte en el plazo de cinco días a contar desde la notificación de la resolución, previo traslado de dicha
solicitud a las demás partes, para alegaciones escritas por otros cinco días, dictará auto por el que
resolverá completar la resolución con el pronunciamiento omitido o no haber lugar a completarla. 6. Si el
tribunal advirtiese, en las sentencias o autos que dictara, las omisiones a que se refiere el apartado
anterior, podrá, en el plazo de cinco días a contar desde la fecha en que se dicten, proceder de oficio,
mediante auto, a completar su resolución, pero sin modificar ni rectificar lo que hubieren acordado. 7. Del
mismo modo al establecido en los apartados anteriores se procederá por el Secretario Judicial cuando se
precise aclarar, rectificar, subsanar o completar los decretos que hubiese dictado. 8. No cabrá recurso
alguno contra los autos o decretos en que se resuelva acerca de la aclaración, rectificación, subsanación o
complemento a que se refieren los anteriores apartados de este artículo, sin perjuicio de los recursos que
procedan, en su caso, contra la sentencia, auto o decreto a que se refiera la solicitud o actuación de oficio
del Tribunal o del Secretario Judicial. 9. Los plazos para los recursos que procedan contra la resolución de
que se trate se interrumpirán desde que se solicite su aclaración, rectificación, subsanación o
complemento y, en todo caso, comenzarán a computarse desde el día siguiente a la notificación del auto o
decreto que reconociera o negase la omisión del pronunciamiento y acordase o denegara remediarla”.
2
Vid. Art. 214 LEC que dispone lo siguiente: “1. Los tribunales no podrán variar las resoluciones que
pronuncien después de firmadas, pero sí aclarar algún concepto oscuro y rectificar cualquier error
material de que adolezcan. 2. Las aclaraciones a que se refiere el apartado anterior podrán hacerse de
oficio, por el Tribunal o Secretario Judicial, según corresponda, dentro de los dos días hábiles siguientes
al de la publicación de la resolución, o a petición de parte o del Ministerio Fiscal formulada dentro del
mismo plazo, siendo en este caso resuelta por quien hubiera dictado la resolución de que se trate dentro de
los tres días siguientes al de la presentación del escrito en que se solicite la aclaración. 3. Lo errores
materiales manifiestos y los aritméticos en que incurran las resoluciones de los Tribunales y Secretarios
Judiciales, podrán ser rectificados en cualquier momento. 4. No cabrá recurso alguno contra la resolución
que decida sobre la aclaración o corrección, sin perjuicio de los recursos que procedan, en su caso, contra
la resolución a la que se refiera la solicitud o actuación de oficio”.
3
DE HEVIA BOLAÑOS, J., Curia Philipica. Tomo Primero, de los Juicios civiles y criminales, Nueva
edición, Madrid, 1796, pág 98 refiere que “Todas las veces que el Juez de la Causa hubiese pronunciado
su sentencia, no puede revocarla, añadirla, ni enmendarla, ni mudarla en parte alguna, como dicen
Fragoso, Amaya, Salgado y Valenzuela”.
10
Tribunal Supremo en los primeros años del siglo XX4. En este sentido, con la
promulgación de la Constitución española de 1978 y las especiales garantías que esta
proporcionaba en cuanto a los derechos fundamentales y en particular los derechos de
los justiciables, la jurisprudencia existente al respecto creció de manera exponencial,
elaborando el Tribunal Constitucional toda una doctrina jurisprudencial plenamente
consolidada sobre esta cuestión, siendo además elevada esta regla a la categoría de
Derecho Fundamental, e integrándola en el derecho a la tutela judicial efectiva y
poniéndola a su vez en relación con el principio de seguridad jurídica consagrado en el
art. 9.3 CE5.
4
Vid. STS de 5 de junio de 1912, CL 68 cuando afirma que “una vez firmadas las sentencias no es lícito
alterar ni modificar sus decisiones, porque el abuso haría inestimable lo resuelto y la potestad
jurisdiccional iría mas allá de lo que las leyes permiten”.
5
GARBERÍ LLOBREGAT, J., con TORRES FERNANDEZ DE SEVILLA, J.Mª., DURO VENTURA,
C., CASERO LINARES, L., Los Procesos Civiles. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil con
formularios y jurisprudencia, Bosch, Barcelona, 2001, pág. 387. Vid. al respecto, entre otras muchas la
STC 286/2000 de 27 de noviembre [RTC 2000\286] donde siguiendo la línea constante del Tribunal
Constitucional al respecto de esta materia, se afirma la relación de la intangibilidad de las resoluciones
judiciales con la seguridad jurídica consagrada en el art. 9.3 CE al disponer en su FJ 2º que “es doctrina
constitucional reiterada que el principio de intangibilidad, inmodificabilidad o invariabilidad, de las
resoluciones judiciales se anuda tanto a las exigencias derivadas del principio de seguridad jurídica (art.
9.3 CE) como, y sobre todo, al derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE)”. Del mismo modo, en la
SSTC 55/2002 de 11 de marzo [RTC 2002\55] entiende el Tribunal Constitucional la conexión evidente
que existe entre la regla de la invariabilidad de las resoluciones judiciales y la seguridad jurídica
consagrada en el art. 9.3 CE, cuando dispone en su FJ 2º que “Este Tribunal se ha referido reiteradamente
a la vinculación dogmática que la protección de la integridad de las resoluciones judiciales firmes
mantiene con la seguridad jurídica garantizada por el art. 9.3 de nuestra Constitución…”.
6
Vid. al respecto los ya citados anteriormente arts. 267 LOPJ y 214 LEC que además de recoger la regla
de la invariabilidad de las resoluciones judiciales dictadas y firmadas, regulan también los mecanismos
mediante los cuales se pueden llevar a cabo ciertas modificaciones en estas, sin necesidad de utilizar la
vía de los recursos ordinarios o extraordinarios, así como los supuestos en los que es posible . Igualmente
en este sentido es indispensable mencionar el art. 215 LEC que completa los mecanismos y supuestos
recogidos por el 214, y cuyo tenor literal es el siguiente: “1. Las omisiones o defectos de que pudieran
11
Como ya hemos dicho, estos mecanismos actualmente encuentran su regulación
en la LOPJ y en la LEC, que en el caso de la LEC cuenta con una larga tradición. Por un
lado, aunque en la Ley provisional sobre organización del Poder Judicial de 15 de
septiembre de 1870 que estuvo vigente hasta la entrada en vigor de nuestra actual LOPJ
no se recogía esta posibilidad, la entrada en vigor de esta última supuso una gran
novedad puesto que curiosamente en ella se regulaban los actos procesales, y
concretamente en su art. 267, se previó la posibilidad de remediar estos errores u
omisiones, sufriendo como se verá en los párrafos siguientes, una serie de reformas a lo
largo de estos últimos años, que han modificado de manera importante su redacción y
han hecho que sea idéntica a la de los actuales arts. 214 y 215 LEC.
Por otro lado, la antigua Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881 regulaba en su art.
3637 el que comúnmente se venía denominando “recurso de aclaración”8, que preveía la
adolecer sentencias y autos y que fuere necesario remediar para llevar plenamente a efecto dichas
resoluciones podrán ser subsanadas, mediante auto, en los mismos plazos y por el mismo procedimiento
establecidos en el artículo anterior. 2. Si se tratase de sentencias o autos que hubieran omitido
manifiestamente pronunciamientos relativos a pretensiones oportunamente deducidas y sustanciadas en el
proceso, el Tribunal, a solicitud escrita de parte en el plazo de cinco días a contar desde la notificación de
la resolución, previo traslado por el Secretario Judicial de dicha solicitud a las demás partes, para
alegaciones escritas por otros cinco días, dictará auto por el que resolverá completar la resolución con el
pronunciamiento omitido o no haber lugar a completarla. 3. Si el tribunal advirtiese en sentencias o autos
que dictara las omisiones a que se refiere el apartado anterior, podrá, en el plazo de cinco días a contar
desde la fecha en que se dicta, proceder de oficio, mediante auto, a completar su resolución, pero sin
modificar ni rectificar lo que hubiere acordado. 4. Del mismo modo al establecido en lo apartados
anteriores se procederá por el Secretario judicial cuando se precise subsanar o completar los decretos que
hubiere dictado. 5. No cabrá recurso alguno contra los autos o decretos en que se completen o deniegue
completar las resoluciones a que se refieren los anteriores apartados de este artículo, sin perjuicio de los
recursos que procedan, en su caso, contra la sentencia, auto o decreto a que se refiera la solicitud o la
actuación de oficio del Tribunal o del Secretario judicial. Los plazos para estos recursos, si fueren
procedentes, se interrumpirán desde que se solicite su aclaración, rectificación, subsanación o
complemente, continuando el cómputo desde el día siguiente a la notificación de la resolución que
reconociera o negara la omisión de pronunciamiento y acordara o denegara remediarla”.
7
El tenor literal del antiguo art. 363 LECA era el siguiente: “Tampoco podrán los Jueces y Tribunales
variar ni modificar sus sentencias después de firmadas; pero sí aclarar algún concepto oscuro, o suplir
cualquier omisión que contenga sobre punto discutido en el litigio. Estas aclaraciones o adiciones podrán
hacerse de oficio dentro del día hábil siguiente al de la publicación de la sentencia, o a instancia de parte,
presentada dentro del día siguiente al de la notificación. En este último caso, el Juez o Tribunal resolverá
lo que estime procedente dentro del día siguiente al de la presentación del escrito en que se solicite la
aclaración”.
8
Término sumamente impropio porque como bien afirma GUTIERREZ GONZÁLEZ, estos mecanismos
difieren sustancialmente de lo que es un recurso propiamente dicho. En primer lugar porque carecen del
elemento característico de los recursos, el cual no es otro que la legitimación de parte, ya que estos
mecanismos pueden ser utilizados de oficio por el Juez o Tribunal, e incluso ser instados por el Ministerio
Fiscal. En segundo lugar porque con ellos y a diferencia de los recursos, no se plantea una revisión de los
hechos ni de los fundamentos jurídicos, cuestión que como además veremos en el transcurso de este
trabajo, esta específicamente vetada y constituye uno de los límites objetivos en su utilización. Y
finalmente porque para poder instar alguno de estos mecanismos, a diferencia de lo que ocurre con los
recursos, no es necesario que la parte haya sido perjudicada por la resolución que se pretende aclarar o
enmendar. Vid. GUTIERREZ GONZÁLEZ, C., en CORDON MORENO, F., ARMENTA DEU, T.,
12
posibilidad de aclarar conceptos oscuros o suplir las omisiones contenidas en las
sentencias dictadas por Jueces y Tribunales, lo que a todas luces parecía una regulación
inadecuada, al mezclar la mera aclaración de un error que pudiera contener la sentencia,
con el suplir una omisión en la misma9; fenómenos que como veremos más adelante,
tienen una naturaleza completamente distinta.
La solución a esta antigua y defectuosa regulación vino dada por la Ley 1/2000
de 7 de enero de Enjuiciamiento Civil10, que ya en el apartado IX de su Exposición de
Motivos hacía referencia a esta nueva regulación prevista, en la que se dividen en dos
artículos distintos -214 y 215- los ya mencionados fenómenos que en la regulación
anterior aparecían mezclados, fijando con claridad los casos en los que cada uno
procede y mencionando la posibilidad de evitar mediante el uso de estos mecanismos la
interposición de recursos ordinarios y extraordinarios fundados en incongruencia por
omisión de pronunciamiento11. Este nuevo articulado, suponía además la ampliación del
plazo para la aclaración de oficio de uno a dos días.
13
los arts. 214 y 215 LEC. Por ello, el legislador previó en la Disposición Final
decimoséptima, un régimen transitorio por el cual se dispuso que el nuevo art. 214 no
entraría en vigor en tanto en cuanto no se produjese la oportuna reforma de la LOPJ.
Nada se decía por el contrario del art. 215, y mientras que parte de la doctrina entre los
que podemos destacar a DE LA OLIVA13 consideraban que la entrada en vigor de este
último artículo se produjo de manera simultánea al resto del texto legal, otra parte de la
doctrina, entre los que destacamos a GARBERÍ LLOBREGAT14, tomó una postura
distinta considerando que al igual que ocurría en el caso del art. 214, este no entraría en
vigor en tanto en cuanto no se produjese dicha reforma. A este respecto, nos parece más
acertada la segunda postura, por cuanto si bien el régimen de complemento de
sentencias o autos previsto en el art. 215.2 LEC era una novedad en nuestro
ordenamiento que no encontraba precedente en la LOPJ ni en la antigua LECA, sin
embargo el de subsanación de omisiones o defectos del nuevo art. 215.1, había tenido su
precedente en la LECA, encontrándose regulado simultáneamente además en la LOPJ al
momento de entrada en vigor de la LEC, lo que por pura lógica jurídica suponía la
aplicación preferente del régimen de la LOPJ y por ende, la imposibilidad de aplicación
del art. 215 LEC en tanto no se reformase oportunamente la LOPJ.
Por fin, con dos años de retraso se reformó la LOPJ mediante la Ley Orgánica
19/2003 de 23 de diciembre de modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio,
del Poder Judicial15, que lejos de suprimir la regulación de los actos procesales de su
articulado, en la materia que nos ocupa tan solo realizó la adaptación del art. 267 al
nuevo régimen previsto por la LEC, añadiéndole los apartados 4, 5 y 6. Con todo, lo
cierto es que en la práctica, a pesar de este régimen transitorio que preveía la
Disposición Final decimoséptima de la LEC para el art. 214 –y como ya hemos dicho, a
nuestro entender aunque no se mencionara específicamente, también para el 215-, este
se vino aplicando desde el mismo momento de la entrada en vigor de la LEC16.
al respecto el art. 122.1 CE que dispone que “La ley orgánica del poder judicial determinará la
constitución, funcionamiento y gobierno de los Juzgados y Tribunales, así como el estatuto jurídico de los
Jueces y Magistrados de carrera, que formarán un Cuerpo único, y del personal al servicio de la
Administración de Justicia”.
13
DE LA OLIVA SANTOS, A., Op Cit., pág 378.
14
GARBERÍ LLOBREGAT, J., Op cit., pág 386.
15
La Ley Orgánica 19/2003 de 23 de diciembre entró en vigor el 15 de enero de 2004.
16
En este sentido, si bien es cierto que en muchas ocasiones, multitud de Juzgados y Tribunales españoles
se abstuvieron de aplicar estos artículos haciendo referencia a su régimen transitorio y por tanto, a su no
aplicabilidad en ese momento, no lo es menos que en otras muchas, diversos Juzgados y Tribunales los
aplicaron sin tenerlo en absoluto en cuenta. Vid. al respecto el AAP de Palma de Mallorca, de 6 de mayo
14
Sin embargo, la nueva regulación se olvidó de toda previsión en el art 214
entorno a determinar lo que ocurría con el cómputo de los plazos para recurrir, en
aquellos casos en los que se hubiese solicitado aclaración o corrección, por lo que
nuevamente hubo que realizar la oportuna reforma que solucionaste esta cuestión. Así,
con el objetivo por un lado de extender el ámbito de aplicación de los arts. 214 y 215 a
los decretos de los Secretarios Judiciales; y por otro con el de solucionar la problemática
respecto del cómputo de plazos para recurrir que generaba la deficiente redacción del
art. 215, la Ley 13/2009 de 3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para la
implantación de la nueva oficina judicial17 introdujo sendas modificaciones en los
apartados 2 y 3 del art. 214, y añadió un apartado 4. De igual manera modificó los
apartados 2 y 4 del art. 215, y añadió también un apartado 5.
Al igual que había ocurrido en la ocasión anterior cuando con la entrada en vigor
de la LEC se hizo necesario adaptar la LOPJ a la nueva ley procesal, en este caso
también se hizo también necesario modificarla para adaptarla a la nueva regulación de
la LEC, llevándose a cabo mediante la Ley Orgánica 1/2009, de 3 de noviembre,
complementaria de la Ley de reforma de la legislación procesal para la implantación de
la nueva Oficina judicial, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio,
del Poder Judicial18, la cual reformó el art. 267 ampliando su ámbito de aplicación a los
decretos de los Secretarios Judiciales, dando para ello una nueva redacción a lo
apartados 7 y 8, e introduciendo un nuevo apartado 9 –que de facto, era el apartado 8
anterior que había pasado a numerarse como 9-.
de 2003 [JUR 2003\245867]; SAP de Córdoba 198/2003 de 9 de abril [JUR 2003\142970], y ATS de 6 de
mayo de 2003 [JUR 2003\125700], donde sin hacer referencia en ninguna de ellas al régimen transitorio
de la norma y a la aplicabilidad de la misma, se aplicó considerándola plenamente vigente.
Paradójicamente, como se observa es el propio Tribunal Supremo el que para resolver sobre un asunto
aplica una norma que todavía no había entrado en vigor en ese momento.
17
La Ley 13/2009 de 3 de noviembre entró en vigor el 4 de mayo de 2010.
18
La Ley 1/2009 de 3 de noviembre, entró en vigor el 5 de noviembre de 2009.
15
3. Delimitación y referencia a la
invariabilidad de las resoluciones
judiciales como manifestación del
Derecho a la Tutela Judicial Efectiva
“El derecho fundamental reconocido en el art. 24.1 CE «actúa como límite que
impide a los Jueces y Tribunales variar o revisar las resoluciones judiciales definitivas
19
Reiteradamente tanto el TC como el TS vienen denominando a la regla de la invariabilidad de las
resoluciones judiciales como “principio”, término que nos parece completamente erróneo. Sería imposible
citar al respecto ejemplos de todas y cada una de las sentencias y autos en los que se viene denominando
así, ya que podemos decir sin equivocarnos que son la gran mayoría de los que versan sobre esta cuestión.
A modo de mero ejemplo y por hacer referencia a dos resoluciones entre sí lejanas en el tiempo, podemos
mencionar por ejemplo la STC 15/1986 de 31 de enero, FJ4 [RTC 1896\15] y la STC 305/2006 de 23 de
octubre FJ5 [RTC 2006\205]. Compartimos en este sentido la posición que defienden numerosos
procesalistas, entre los que podemos destacar DE LA OLIVA de hacer una interpretación lo mas
restrictiva posible de lo que se puede considerar como "principio”; utilizar este término para denominar
de esta manera a cualquier criterio en virtud del cual se decida regular de un modo u otro el
funcionamiento del proceso puesto que sería pues, desvirtuar el propio concepto de “principio”.
Entendemos por tanto, que para el caso que nos ocupa, sería más adecuado denominarlo “regla”. Vid. al
respecto DE LA OLIVA SANTOS, A., con DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ., y VEGAS TORRES, J.,
Derecho Procesal, Introducción, Editorial universitaria Ramón Areces, Madrid, 2008, Tercera edición,
primera reimpresión, págs. 55 a 71.
16
y firmes al margen de los supuestos taxativamente previstos por la Ley, incluso en la
hipótesis de que con posterioridad entendieran que la decisión judicial no se ajusta a la
legalidad.»”
20
DE HEVIA BOLAÑOS, J., Op Cit., pág 98.
17
esporádica en distinta jurisprudencia del Tribunal Supremo de la primera mitad del siglo
XX21 en la que este consideraba un abuso permitir variar una sentencia una vez que se
hubiese dictado. Sin embargo, es a raíz de nuestra Constitución de 1978, con la
incorporación al texto constitucional de un importante catálogo de derechos
fundamentales de los ciudadanos, y específicamente entre estos, el derecho a la tutela
judicial efectiva que quedó regulado en el art. 2422, cuando comienza a darse una nueva
dimensión y un nuevo carácter a la regla de la invariabilidad de las resoluciones
judiciales23.
21
Ya citada anteriormente STS de 5 de junio de 1912, CL 68.
22
El art. 24 CE, dispone lo siguiente: “1. Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de
los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda
producirse indefensión. 2. Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la ley, a
la defensa y a la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra ellos, a un
proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba
pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de
inocencia. La ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará
obligado a declarar sobre los hechos presuntamente delictivos”.
23
GARBERÍ LLOBREGAT, J., Op Cit, pág. 387.
24
RUIZ RICO-RUIZ, G. y CARAZO LIÉBANA, MJ., El derecho a la tutela judicial efectiva. Análisis
jurisprudencial, Tirant lo Blanch, Valencia, 2013, pág 9.
18
efectiva regulado en el art. 24.1 CE, considerándolo de hecho como una manifestación
de este. No existe por tanto controversia alguna en el Tribunal Constitucional al
respecto de esta cuestión, siendo cuerpo doctrinal plenamente consolidado y
desarrollado desde los años 80 del siglo pasado hasta las más recientes sentencias que
mantienen plenamente vigente esta postura. No nos parece necesario extendernos
sobremanera a la hora de citar ejemplos al respecto de esta cuestión por lo que
mencionaremos la STC 19/1995, de 24 de enero, FJ2 [RTC 1995\19]:
19
216/2001, de 29 de octubre, FJ 2 [RTC 2001\216], o la STC 89/2004, de 19 de mayo, FJ
3 [RTC 2004\89] entre otras.
La duda que nos podría por tanto surgir, es si esta conexión de la regla de la
invariabilidad de las resoluciones judiciales con el derecho a la tutela judicial efectiva
supone la imposibilidad absoluta de modificar estas una vez dictadas y firmadas.
Admitir una imposibilidad absoluta de modificarlas, supondría aceptar que bajo el
pretexto de un falso respeto al derecho a la tutela judicial efectiva, determinados
individuos pudiesen beneficiarse de ciertos errores u omisiones que pudiese contener la
resolución en cuestión, lo que entendemos que sería inadmisible pues eso no sería otra
cosa que precisamente una vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. Y esta
es precisamente la posición, a nuestro entender, plenamente acertada, que mantiene el
Tribunal Constitucional en su doctrina jurisprudencial, siendo unánime también en este
sentido y numerosas las sentencias que hacen mención a esta cuestión. Por su concisa
redacción, citaremos a este respecto la STC 69/2000, de 13 de marzo, FJ 2 [RTC
2000\69]:
“El art. 24.1 CE, sin embargo, no veda por completo la posible alteración de las
resoluciones judiciales firmes, pues tan lesivo de la tutela judicial efectiva puede ser
que aquéllas puedan revisarse en cualquier tiempo y de cualquier forma, como que las
partes en el proceso se beneficien de simples errores materiales o evidentes omisiones
en la redacción o trascripción del fallo de la resolución en cuestión, que bien pudieron
corregirse a la vista de lo que fácilmente se deduzca, con toda certeza, de su texto”.
20
Sensu contrario, cabe deducir que habrá ocasiones y determinados supuestos en
los que se podrán realizar cambios en la resolución judicial de que se trate sin que por
ello se produzca una vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. Y también en
este sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional en su doctrina jurisprudencial.
No entraremos a valorar exceso esta cuestión pues será objeto de estudio detallado en el
apartado correspondiente, pero a título de mero ejemplo mencionaremos el ATC
36/1999, de 10 de febrero, FJ 1 [RTC 1999\36 AUTO] que apunta que:
Será por tanto mediante una valoración de la relevancia constitucional que tiene
la modificación realizada en la resolución judicial, como se determinará si con ella se ha
producido una vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. La STC 92/1999, de
26 de mayo, FJ 4 [RTC 1999\92] proporciona esta solución:
21
3.4. Finalidad de la regla
25
A pesar de que mas adelante se detallará la propuesta relativa a la ampliación de los márgenes para
modificar por medio de estos mecanismos las resoluciones una vez que hayan sido dictadas, sirva
mencionar escuetamente aquí que entre otras, entendemos que entre las posibles cautelas para preservar el
derecho a la tutela judicial efectiva, estaría la posibilidad de dar audiencia a la parte afectada por la
modificación en la resolución para que alegue lo que estime por conveniente, al estilo de lo que ya prevé
el art. 215 LEC.
22
el punto en el que debemos desarrollar esta cuestión, tarea que dejaremos para más
adelante.
Por todo ello, nos parecía que como primer paso al desarrollo del contenido del
presente trabajo era de vital importancia dejar patente la relación existente entre la regla
de la invariabilidad de las resoluciones judiciales y el derecho a la tutela judicial
efectiva, así como el tratamiento que recibe por parte del Tribunal Constitucional, pues
todo esto influirá de manera decisiva a la hora determinar la extensión y límites de lo
que se puede hacer o no se puede hacer mediante los mecanismos de aclaración,
corrección, subsanación y complemento de resoluciones judiciales, que es fuente de
constantes y numerosas controversias, tal y como veremos detalladamente en los
próximos capítulos.
23
4. Mecanismos que permiten variar las
resoluciones judiciales una vez dictadas
Como sabemos, existen una serie de mecanismos que al margen de los recursos
ordinarios y extraordinarios previstos en la ley, permiten modificar una resolución
judicial una vez dictada. No obstante, la lógica consecuencia de que el Tribunal
Constitucional considere la regla de la invariabilidad de las resoluciones judiciales
como una manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva, es una elevada
limitación de las posibilidades de utilización de estos y un férreo control del
cumplimiento de los limites que se imponen a jueces y tribunales en su aplicación.
24
defectuosos o incompletos, el cual además incorpora la novedad de que su ámbito de
aplicación abarca la posibilidad de denunciar los defectos de incongruencia por omisión
de pronunciamiento, lo cual debía hacerse con anterioridad instando el incidente
excepcional de nulidad de actuaciones del artículo 240 LOPJ27. Además, en ambos
casos se ampliaron también los plazos para instarlos así como para su realización de
oficio.
No debemos entrar en la materia que nos ocupa sin antes hacer una crítica a la
regulación actual, pues si bien como ya hemos dicho parece más clara y adecuada que la
anterior en lo que a la LEC se refiere, nos resulta incomprensible que estos fenómenos
se encuentren previstos además de en esta, también en la LOPJ. En primer lugar porque
consideramos carente de sentido que en la LOPJ se regulen los actos procesales, que no
son materia propia de Ley Orgánica28; y en segundo lugar, porque la lógica
consecuencia de que la LOPJ regule estos mecanismos, sería su aplicación con carácter
27
Vid. al respecto el contenido del art. 240.3 LOPJ que con anterioridad a la reforma operada por la Ley
19/2003, de 23 de diciembre, de modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial
con la que se adaptó la LOPJ al nuevo régimen previsto por la LEC, disponía que “No se admitirá, con
carácter general, el incidente de nulidad de actuaciones. Sin embargo, excepcionalmente, quienes sean
parte legítima o hubieran debido serlo podrán pedir por escrito que se declare la nulidad de actuaciones
fundada en defectos de forma que hubieran causado indefensión o en la incongruencia del fallo, siempre
que los primeros no haya sido posible denunciarlos antes de recaer sentencia o resolución que ponga fin al
proceso y que, en uno u otro caso, la sentencia o resolución no sea susceptible de recurso en el que quepa
reparar la indefensión sufrida”. Sin embargo, tras esta reforma se ha excluido esta posibilidad y se
subordina la oportunidad de hacer uso del incidente de nulidad de actuaciones, a entre otras cosas el
hecho de que no quepa subsanación. Así en la actualidad el tenor literal del art. 240.1 y 240.2 párrafo 1º
de la LOPJ es el siguiente: “1. La nulidad de pleno derecho, en todo caso, y los defectos de forma en los
actos procesales que impliquen ausencia de los requisitos indispensables para alcanzar su fin o
determinen efectiva indefensión, se harán valer por medio de los recursos legalmente establecidos contra
la resolución de que se trate, o por los demás medios que establezcan las leyes procesales. 2 párrafo 1º.
Sin perjuicio de ello, el juzgado o tribunal podrá, de oficio o a instancia de parte, antes de que hubiere
recaído resolución que ponga fin al proceso, y siempre que no proceda la subsanación, declarar, previa
audiencia de las partes, la nulidad de todas las actuaciones o de alguna en particular”
28
Como ya hemos dicho anteriormente, es en el art. 81.1 CE donde encontramos las materias propias de
Ley Orgánica, y en el art. 122.1 lo que debe ser contenido de la LOPJ.
25
preferente frente a la LEC, y consciente de ello el legislador ha realizado una reforma a
nuestro entender incomprensible, en la que para evitar suprimir toda regulación relativa
a los actos procesales, ha decidido darle al art. 267 LOPJ una letra idéntica a la de los
arts. 214 y 215 LEC. Por ello, nos parece completamente inútil que en dos leyes
distintas encontremos una regulación idéntica. En este sentido, proponemos firmemente
la necesidad de derogar cuanto antes de la LOPJ toda regulación relativa a los actos
procesales y por tanto con ello, en el asunto que nos ocupa, el art. 267, pues de hecho en
la práctica, en escasas ocasiones los Tribunales hacen siquiera referencia a él, aplicando
mayoritariamente los arts. 214 y 215 LEC.
Las limitadas posibilidades que el antiguo art. 363 LECA ofrecía para modificar
resoluciones judiciales al estar previsto solo para sentencias, fueron parcialmente
superadas con la entrada en vigor de la LOPJ, al prever su art. 267.1 la posibilidad de
que autos y sentencias fuesen objeto de posible modificación una vez dictadas y
firmadas29. No se modificó el art. 363 LECA, pero el carácter de Ley Orgánica de la
LOPJ, hizo que a pesar de mantenerse vigente la vetusta regulación del art. 363 LECA,
la nueva regulación de la LOPJ fuese de aplicación preferente.
Sin embargo, lo razonable era ampliar el grueso de resoluciones que podían ser
modificadas, por lo que con la nueva regulación de los mecanismos de aclaración,
corrección, subsanación y complemento dada por la LEC en sus arts. 214 y 215 y
consecuentemente tras la reforma operada por la Ley Orgánica 19/2003 de 23 de
diciembre de modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial,
29
Disponía el art. 267.1 LOPJ en su redacción original que “Los Jueces y Tribunales no podrán variar las
sentencias y autos definitivos que pronuncien después de firmarlas, pero sí aclarar algún concepto oscuro
o suplir cualquier omisión que contengan”.
26
también en el art. 267 LOPJ, el tipo de resoluciones para las que en la ley se preveía su
aplicación se amplió; contando pese a todo, con un carácter más reducido que el que
encontramos hoy día en estos mismos artículos.
30
Tras la reforma operada en la LOPJ por la Ley Orgánica 19/2003 de 23 de diciembre de modificación
de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, el art 267.1 LOPJ quedó redactado del
mismo modo al vigente hoy día, cuya letra ya hemos citado anteriormente.
31
Al igual que en el caso anterior, la redacción inicial del art. 214.1 LEC es la misma que la vigente hoy
día, por lo que habiendo sido citada anteriormente, nos ahorraremos reiterar aquí su letra.
32
Hacían y hacen esa mención, pues la redacción de estos se ha mantenido intacta hasta hoy día.
33
Dispone lo siguiente: “El tribunal rechazará, mediante providencia, la alegación de hecho acaecido con
posterioridad a los actos de alegación si esta circunstancia no se acreditase cumplidamente al tiempo de
formular la alegación. Y cuando se alegase un hecho una vez precluidos aquellos actos pretendiendo
haberlo conocido con posterioridad, el tribunal podrá acordar, mediante providencia, la improcedencia de
tomarlo en consideración si, a la vista de las circunstancias y de las alegaciones de las demás partes, no
apareciese justificado que el hecho no se pudo alegar en los momentos procesales ordinariamente
previstos. En este último caso, si el tribunal apreciara ánimo dilatorio o mala fe procesal en la alegación,
podrá imponer al responsable una multa de 120 a 600 euros”
27
vía del recurso, mas costosa y menos ágil que la vía del complemento. Somos
partidarios por tanto, de que el legislador reforme oportunamente el art. 215 LEC en el
sentido de ampliar el tipo de resoluciones frente a las que cabe instarlo, puesto que
ningún efecto perjudicial ni peligro encontramos en que las providencias puedan ser
objeto de complemento, y por el contrario se evitarían situaciones indeseables como la
reseñada.
Posteriormente, la reforma operada en los arts. 214 y 215 LEC a través de la ley
13/2009 de 3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para la implantación
de la nueva oficina judicial, supuso la ampliación del ámbito de aplicación de estos
mecanismos. En lo referente a la aclaración y corrección se introdujo en el apartado 2
del art. 214 LEC una genérica mención a la posibilidad de utilizarlos para aclarar o
corregir resoluciones dictadas por el Secretario Judicial; por otro, al respecto de la
subsanación y complemento de autos y sentencias, se añadió un nuevo apartado 4 al art.
215 LEC que hacía una específica mención a la posibilidad de que los decretos de los
Secretarios judiciales pudiesen ser objeto de subsanación y complemento por los
mismos cauces que las sentencias y autos de los jueces.
Nos parece que la letra que se le ha dado en la actualidad a los artículos que
regulan estos mecanismos es mucho más adecuada, en tanto que cuanto mayor sea el
abanico de resoluciones en las que se pueden corregir defectos u omisiones que
contengan, más garantía de respeto al derecho a la tutela judicial efectiva existe, pues no
sería razonable que en función del tipo de resolución de que se tratase, ciertos
justiciables pudiesen beneficiarse de errores u omisiones contenidos en ellas. Sin
embargo nos preguntamos el motivo por el que el legislador ha decidido no incluir en el
mecanismo de la subsanación y complemento otras resoluciones que no sean autos,
28
sentencias o decretos, pues entendemos que nada lo impide o dificulta y no sería si no
otorgar unas mayores garantías al justiciable en orden a garantizar la eficacia de lo
ordenado por la resolución. En conexión con lo que venimos diciendo, la respuesta más
razonable a esto, viene dada porque el legislador atendiendo a la naturaleza y finalidad
de ordenación del proceso de otras resoluciones tales como las diligencias de
ordenación y las providencias, pudo entender carente de sentido prever una posibilidad
de subsanación y fundamentalmente de complemento, al considerar que no se podría dar
en ellas un supuesto de omisión de pronunciamiento, descuidando así la existencia de
supuestos como al que nos hemos referido del art. 286.4 LEC.
29
a) Para la aclaración de conceptos oscuros ha previsto el legislador la
posibilidad de que en el plazo de dos días hábiles desde la fecha de publicación de la
resolución, sea el propio Tribunal o el Secretario Judicial el que de oficio aclare su
resolución cuando entienda que algún extremo no es claro. También ha previsto la
posibilidad de que la aclaración se realice a instancia de parte o del Ministerio Fiscal,
debiendo formular la petición dentro del mismo plazo que en el caso anterior –dos días
hábiles desde la publicación-, siendo resuelta por quien hubiese dictado la resolución a
aclarar, dentro de los tres días siguientes al de presentación del escrito de solicitud de
aclaración. A este respecto son necesarias hacer dos consideraciones:
Por un lado, es interesante hacer notar que la previsión del dies a quo del
cómputo del plazo para instar o realizar de oficio la aclaración, viene determinada por la
fecha de su publicación y no por la fecha de notificación. Se trata pues de una
regulación lógica cuando lo que se pretende es una actuación de oficio por parte del
Tribunal, pero carece de sentido alguno cuando existe la posibilidad de que la solicitud
de aclaración se realice a instancia de parte, que deberá de depender de la fecha de
notificación de la misma. Aplicando pues la literalidad de la letra de la ley, estaríamos
ante un remedio carente de utilidad real, en tanto que nadie puede instar la solicitud de
aclaración de una resolución que no conoce, y sería a partir de la notificación de la
misma cuando se podría solicitar, por lo que contando con que la notificación se
produce con posterioridad a la fecha de publicación, en la mayor parte de las ocasiones,
en esta fecha ya habría caducado la posibilidad de instar aclaración. En todo caso, se
hace imprescindible la actuación diligente del Tribunal que deberá hacer una
interpretación lógica de la norma y computar el dies a quo desde el día de la fecha de
notificación.
Por otro lado, no nos parece adecuado que el Ministerio Fiscal tenga iniciativa
para el uso de estos mecanismos. En torno a la posibilidad de que este pueda tener un
papel importante dentro del proceso civil, en la Circular 1/2001, de 5 de abril de 2001,
Incidencia de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil en la intervención del Fiscal en los
procesos civiles, se defendió el papel a desempeñar por el Ministerio Fiscal dentro del
proceso civil aportando una larga argumentación, para la que entre otras cosas se
apelaba en su introducción al carácter histórico del papel del Ministerio Fiscal y a la ya
antigua intervención en los procesos relativos a capacidad y filiación.
30
Nosotros sin embargo nos mostramos reacios a aceptar que el Ministerio Fiscal
pueda tener iniciativa en el uso de estos mecanismos en tanto que su papel real en los
mismos es enormemente limitado. La legitimación otorgada al Ministerio Fiscal para
intervenir en el proceso instando la aclaración de una resolución judicial, encuentra su
sustento en el especial interés que el legislador muestra en que estas sean aclaradas,
pero lo hace de manera poco eficaz porque tal legitimación presupone que el Ministerio
Fiscal tenga constancia de todas las resoluciones dictadas, cuando la realidad es que tan
solo tendrá constancia de las mismas en aquellas ocasiones en las que haya dictado un
informe, tales como pueden ser los asuntos relativos a abstención por falta de
competencia y jurisdicción y en estos casos ya se encontraría cubierto por la
legitimación que le confiere la ley para actuar a causa del particular y muy específico
interés público en la observancia de estas normas. En los restantes casos –y siempre que
se trate de procesos ordinarios o de procesos especiales en los que el Ministerio Fiscal
no esté llamado a intervenir- son las partes del proceso quienes tienen la carga, en
beneficio de sus derechos e intereses de carácter particular y privado, de vigilar la
corrección de las resoluciones que recaigan, tanto desde la perspectiva del fondo como
desde el punto de vista procesal, y también en lo que atañe a su corrección externa o
formal.
31
caso de la aclaración, el Ministerio Fiscal está legitimado para solicitar la corrección de
errores que puedan contener las resoluciones judiciales. Nos inclinamos a pensar como
ya hemos dicho antes, que aunque no se especifique concretamente, el régimen de la
aclaración, es extrapolable en todos sus extremos al régimen de la corrección de errores,
y que por tanto en puridad ambos regímenes son idénticos, salvo en lo que al plazo para
solicitar una u otra aclaración se refiere.
Debido a la ausencia de mención alguna en el art. 214 LEC acerca del tipo de
resolución que se ha de adoptar al resolver sobre estas cuestiones, entendemos que
serían de aplicación analógica el apartado 2 del art. 215 LEC en lo que respecta a la
aclaración o corrección de resoluciones dictadas por Jueces y Tribunales, revistiendo en
estos casos la forma de auto, y el apartado 8 del art. 267 LOPJ en lo que respecta a la
aclaración y corrección de las resoluciones pronunciadas por el secretario judicial,
revistiendo en esta ocasión la forma de decreto. No obstante, encontramos sustento en
nuestra posición al observar que pese a que el art. 214 LEC no dice nada al respecto de
esta cuestión, sin embargo precisamente el mencionado apartado 8 del art. 267 LOPJ34
hace referencia expresa a “los autos o decretos en que se resuelva acerca de la
aclaración, rectificación, subsanación y complemento”, por lo que parece evidente que
las resoluciones que resuelvan sobre estas cuestiones serán para cada caso, las que ya
hemos mencionado. Igualmente como en el caso anterior, podría haber sido mas claro a
este respecto el legislador.
34
El actual apartado 8 del art. 267 LOPJ, fue el apartado 7 hasta la entrada en vigor de la Ley 1/2009, de
3 de noviembre, complementaria de la Ley de reforma de la legislación procesal para la implantación de
la nueva Oficina Judicial, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial
con la que pasó a numerarse como 8. No citaremos aquí el tenor literal de este artículo, pues ya fue citado
anteriormente.
32
4.3.2. Régimen de la subsanación y complemento
Los arts. 215 LEC, apartados 1, 2, 3 y 4, así como el 267 LOPJ, apartados 4, 5, 6 y 7
prevén dos regímenes distintos en función de que lo que se pretenda sea subsanar una
omisión o defecto de que pudiese adolecer el auto, sentencia o decreto, o complementar
un pronunciamiento manifiestamente omitido:
a) Por un lado, para las simples omisiones o defectos de que pudiesen adolecer
las sentencias y autos y que fuese necesario remediar para poder llevarlos plenamente a
efecto, ha previsto el legislador la posibilidad de ser subsanadas por el mismo
procedimiento que el previsto para la aclaración y corrección y en los mismos plazos.
Dada la evidente similitud con el mecanismo de la aclaración y corrección y la escasa
importancia de los cambios que sufrirá la resolución a través de la subsanación,
GARBERÍ LLOBREGAT, mantiene que el legislador podría haberse evitado alterar el
régimen general de la aclaración en cuanto al modo y forma como estaba diseñada en el
art. 267 LOPJ originariamente.
33
actuaciones35, ha previsto el legislador la posibilidad de que en el plazo de cinco días
desde que se notifique la resolución que se pretende complementar36, pueda presentarse
a instancia de parte escrito en el que se solicite el complemento de la resolución,
debiendo el Secretario Judicial dar traslado al resto de partes para que en el plazo de
otro cinco días puedan alegar lo que estimen oportuno, tras lo cual el Tribunal resolverá
completarla o no, con el pronunciamiento omitido. Igualmente se ha previsto la
posibilidad de que sea el Tribunal de oficio quien en el mismo plazo de cinco días, en
este caso a contar desde que la dictó, proceda a complementar la resolución de que se
trate con el pronunciamiento que se hubiese omitido. En este último caso añade la ley la
previsión “sin modificar ni rectificar lo que hubiere acordado”, lo que sensu contrario,
podría hacernos pensar que la omisión de tal previsión en la regulación prevista para los
supuestos de complemento a instancia de parte, supondría que el Juez o Secretario
judicial tienen la capacidad de rectificar su fallo cuando el complemento venga
precedido por una solicitud de esta. Sin embargo esta opción sería incongruente con
toda la doctrina jurisprudencial de la que venimos hablando que lo prohíbe
expresamente, por lo que se hace necesaria la reforma del art. 215.2 LEC y, o bien
incorporar la misma previsión para los supuestos de complemento a instancia de parte, o
bien eliminarla de la regulación del complemento de oficio, por entenderse de manera
implícita de conformidad con la doctrina jurisprudencial existente y evitar con ello
confusiones indeseables.
35
Este y otros extremos relacionados serán objeto del oportuno estudio en las próximas páginas.
36
Al regular el supuesto de complemento de sentencias, autos y decretos, el legislador, a diferencia de los
supuestos previstos en el art. 214 LEC para aclarar y corregir resoluciones –e igualmente para subsanar,
por remisión del art. 215.1 LEC a la regulación referente en cuanto a los plazos prevista para estos-, ha
estado mas acertado al prever que el dies a quo del cómputo del plazo para poder instar el complemento
de la resolución, comience a contarse desde la notificación de la misma y no desde su publicación, con lo
que se evita que pueda producirse la problemática a la que hicimos referencia derivada de prever que el
plazo comenzase a contar desde su publicación.
34
LEC y el art. 267.8 LOPJ disponen que la resolución en que se decida obre estas
cuestiones ha de adoptar la forma de auto.
4.4. Recursos
Nada decía la LECA acerca de esta cuestión, y nada se previó por el legislador
incomprensiblemente en el art. 267 LOPJ al regular estos mecanismos, a pesar de que
ya en aquellos momentos numerosos Tribunales habían tenido que pronunciarse en
acerca del asunto, lo que no era de extrañar, pues cuando un Juez o Tribunal aclaran o
suplen una omisión en una resolución que previamente han dictado, es habitual que se
suscite el interrogante acerca de la posibilidad de que esta sea recurrida, sobre todo por
aquella parte que se considere perjudicada o menos favorecida por la labor de
modificación llevada a cabo por el Juez o Secretario judicial.
35
la doctrina jurisprudencial consolidada al respecto, fue la de considerar que el auto por
el que se resolvía acerca de la aclaración de la sentencia o auto, no era susceptible de ser
objeto de recurso de manera independiente a la de la sentencia o auto que aclarase o
denegase aclarar, por carecer de entidad propia e independiente de la sentencia a la que
afecta o se refiere.
36
De la misma manera al anterior se pronunciaba la STSJ 462/1994, de 9 de
septiembre, FJ 1 [AS 1994\3358], que tras examinar una serie de concretos motivos por
los que no era admisible un recurso de suplicación contra un auto de aclaración,
disponía:
Igualmente la STS de 5 de junio de 2000, FJ4 [RJ 2000\5000] en el que tras una
serie de consideraciones que en nada nos interesan aquí, disponía:
37
en casación tanto la sentencia como separadamente el auto de aclaración. El Tribunal
Supremo, admite el recurso contra el auto de aclaración, rechazando sin embargo el
recurso contra la sentencia. Al margen de los motivos que esgrime para rechazar el
recurso de casación contra la sentencia que en nada nos interesan aquí, su
fundamentación entorno a la admisión del recurso de casación contra el auto de
aclaración se basa en dos puntos:
“El primer motivo, con base procesal en el número 1.º del artículo 849 de la Ley
de Enjuiciamiento, se dirige a impugnar el auto aclaratorio y se fundamenta, desde el
punto de vista sustantivo, en la infracción del artículo 161 de la misma Ley y del
artículo 267 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Este inicial motivo ha de ser
aceptado por estas dos razones: 1.ª Porque una decisión tan grave e importante como
es elevar la pena inicialmente impuesta nada menos que en dos años de privación de
libertad, no puede justificarse con el solo enunciado de que esa disfunción tuvo como
causa un simple «error material», máxime cuando el pretendido error se resuelve en
contra del reo, aceptar lo contrario sería tanto como permitir qué decisiones de
contenido esencial para las personas se decidiesen en trámites menores de lo que debe
constituir una sentencia, cuya motivación entra dentro del campo de los derechos
fundamentales con arreglo a lo establecido en el artículo 120 de la Constitución. Es
decir, modificar la cuantía de una pena «por elevación» no constituye un simple error
material, ni puede ser acordada y decidida mediante un auto, por ser materia
«reservada» a una sentencia motivada, dadas las garantías lógicas que tal resolución
conlleva".
38
“2.ª Porque, además, el auto impugnado ha de entenderse nulo de pleno
derecho teniendo en cuenta la fecha en que fue dictado, ya que: a) El artículo 161 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal establece y ordena que las aclaraciones de una
sentencia tendrán que hacerse «dentro del día hábil siguiente al de la notificación»; y,
en el presente supuesto, y según parece desprenderse de lo actuado, la sentencia fue
notificada el 13 de enero de 1989, mientras que, como hemos dicho, el auto cuestionado
lleva fecha del 19 del mismo mes y año. b) La Ley Orgánica de 1 de julio de 1985
restringe aún más el ámbito temporal de la posible aclaración o rectificación cuando
no se trate de simples errores materiales, al determinar que en los supuestos en que el
Tribunal actúe de oficio esa aclaración ha de hacerse al día siguiente hábil de la
«publicación» de la sentencia; en el caso que nos ocupa, y como hemos dicho, no se
trata de un simple error material y la publicación de la sentencia se hizo en el mismo
día de su fecha”.
39
posición jurisprudencial se mantuvo intacta en su negativa de permitir recurrir los autos
de aclaración y corrección, aplicando además analógicamente la regulación del art. 215
para fundamentar esta posición contraria a la posibilidad de admitir recursos contra
autos de aclaración y corrección.
40
“…hemos de hacer presente que un auto de aclaración de una Sentencia -
actividad regulada en los artículos 267 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y los 363
de la Ley Procesal Civil de 1881, en relación con el 214 de la vigente y su Disposición
Final 17ª - no tiene sustantividad ni entidad propia, por cuanto el mismo INTEGRA o
forma parte de la resolución que aclara, suple o rectifica, en este caso una Sentencia,
ante lo cual y por esta sola, razón ya, debería haber sido inadmitido el recurso que se
dirige y formaliza, solo y, contra el auto de fecha 6 de noviembre…”
Son destacables en esta misma línea entre otras, también la STSJ de Las Palmas
571/2001, FJ 4 [JUR 2002\11446] que se remite a la ya citada anteriormente por
nosotros STS de 5 de junio de 2000, FJ4 [RJ 2000\5000] y la SAP de Badajoz
256/2002, de 20 de septiembre, FJ1 [JUR 2003\60678].
41
“El recurso de queja no puede prosperar por cuanto la parte recurrente ha
interpuesto recurso extraordinario por infracción procesal contra un auto de
aclaración dictado por una Audiencia Provincial…resolución que no es susceptible de
recurso de casación…”.
42
Sin embargo esta respuesta entendemos que no sería del todo satisfactoria, pues
paradójicamente, la lógica jurídica que nos lleva a pensar que el hecho de que el auto de
aclaración, corrección, subsanación o complemento, al contar con sustantividad propia
en cuanto a sus presupuestos procesales, debería ser recurrible de manera independiente,
no concuerda con los criterios de economía procesal, sencillez y celeridad que deben
regir todo proceso, ya que aceptar la posibilidad de recurrir de manera independiente los
autos aclaratorios en los extremos relativos al cumplimiento de sus presupuestos
procesales, debería suponer como es natural la interrupción del cómputo del plazo para
interponer el recurso correspondiente contra la resolución principal37 y no reanudarse en
tanto no se resolviese el recurso contra el auto aclaratorio, lo que la convertiría en un
arma dilatoria al servicio de los justiciables que quisiesen ampliar sine die el plazo para
recurrir la resolución principal.
37
Otras alternativas sería perder la oportunidad de recurrir la resolución principal en caso de recurrir el
auto aclaratorio, o tener que recurrir simultáneamente el auto aclaratorio y por otro lado con el recurso
que correspondiese, la resolución principal, y ambas entendemos que son inviables y carentes de sentido.
43
4.5. Cómputo de plazos
38
El tenor literal del art. 407 LECA era el siguiente: “En los casos en que se pida aclaración de una
sentencia conforme a lo prevenido en el artículo 363, el término para interponer el recurso que proceda
contra la misma sentencia se contará desde la notificación del auto en que se haga o deniegue la
aclaración”
44
acerca de ella, la realidad no es el que el de plazo se computase desde el auto de
aclaración, si no que, ni más ni menos la solicitud reiniciaba el cómputo. Esta
circunstancia era sumamente peligrosa por cuanto se podía utilizar la vía de la
aclaración como mecanismo dilatorio para aumentar artificialmente el tiempo
disponible para recurrir.
“Es cierto, desde luego que, cuando media aclaración de resolución contra la
que legalmente quepa recurso, el plazo para interponerlo debe computarse desde la
notificación del auto aclaratorio (art. 407 de la Ley de Enjuiciamiento Civil). También
es cierto que, transcurrido el plazo señalado para preparar la casación sin que tal
45
preparación se hiciese, la resolución a que se refiere quedará de derecho consentida y
pasada en autoridad de cosa juzgada (art. 408 y 1644 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil). Mas los anteriores preceptos no han de determinar, en el supuesto que se
contempla, que la omisión en que incurrió el Club demandado al no reiterar -después
de serle notificado el auto aclaratorio- su voluntad de preparar recurso de casación
contra el mismo, haya de producir un decaimiento en su derecho a recurrir y la firmeza
del auto mencionado. Y ello porque, ante la preparación que hizo del recurso de
casación que pretendía interponer contra el Auto de 13 de octubre de 1988 recayó
Providencia el 2 de diciembre siguiente después, por tanto, de haber sido dictado el
auto aclaratorio, por el que se tenía por preparado en tiempo y forma tal recurso, lo
que pudo inducir a la parte a creer que la preparación que ya había efectuado
mantenía eficacia. Por ello y aun cuando evidentemente no fue correcta la actuación
procesal del recurrente, quien debió efectuar nueva preparación del recurso una vez
que le fue notificado el auto de aclaración, tal defectuosa conducta, teniendo en cuenta
que medió la circunstancia expuesta, no debe privar a dicha parte de su derecho al
recurso…”.
46
aclaración que excede de sus límites si el recurso contra la resolución aclarada ya ha
sido interpuesto?39
39
GARBERÍ LLOBREGAT, J., Op Cit, pág. 390.
47
“Vista la nueva regulación que sobre la invariabilidad de las resoluciones
contiene la vigente Ley de Enjuiciamiento Civil, cabe efectivamente diferenciar sobre
los supuestos de solicitud de aclaración y rectificación de la sentencia, art. 214 y los
supuestos de subsanación y complemento de sentencia, art. 215. Siendo que sólo en el
segundo supuesto, en los que por auto, y tras dar audiencia a todas las partes, se
reconoce o niega la omisión de un pronunciamiento, que la ley permite que el plazo
para recurrir la sentencia, a la que la citada resolución afecta, se compute desde el día
siguiente a la notificación de la misma… El Juzgado tramitando la aclaración, y sin dar
traslado a la otra parte, quien, sin embargo, sí formuló alegaciones por su
conocimiento al recibir copia del escrito, dictó providencia manifestando no haber
lugar a la aclaración solicitada…Ante ello, debe mantenerse que el supuesto
contemplado, dado que se solicita la modificación de la resolución, sin formular
apelación, y no su complemento, es el del artículo 214 y no el del 215, lo que motiva
que deba estimarse que el recurso de apelación contra la sentencia notificada el 6 de
abril, preparado por escrito de 29 de abril, está formulado fuera de plazo, y
consecuentemente no es admisible de acuerdo al artículo 457 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil , que establece un plazo de cinco días desde el día siguiente de la
notificación de la sentencia para formular el escrito de preparación del recurso de
apelación. No pudiendo apreciarse que la solicitud de aclaración o rectificación de un
error material de la sentencia interrumpa o amplíe el plazo para formular recurso de
apelación contra la misma”.
“En ella hemos afirmado que: «una eventual interpretación por parte del
órgano judicial de que la tramitación de un recurso de aclaración no permite
interrumpir el cómputo del plazo para interponer un recurso…constituiría una
interpretación arbitraria de la normativa reguladora de los plazos procesales,
48
entendiendo por arbitrariedad el hecho de que la resolución judicial impugnada «no es
expresión de la administración de justicia sino mera apariencia de la misma, lo que
implica la "negación radical de la tutela judicial", sin que nada de ello pueda
confundirse con el error en la interpretación y aplicación del Derecho. Existe
arbitrariedad, en este sentido, cuando, aun constatada la existencia formal de una
argumentación, la resolución resulta fruto del mero voluntarismo judicial o expresa un
proceso deductivo "irracional o absurdo”.
De otro lado, para aquellos supuestos en los que lo que se pretenda sea subsanar
o complementar omisiones en las que haya incurrido la resolución de que se trate, sí
previó el legislador de manera específica en el art. 215.4 que el cómputo de los plazos
para recurrir, había de hacerse desde el día siguiente a la notificación del auto que
reconociese o negara la omisión de pronunciamiento40. Imprecisa redacción que con un
análisis detenido, nos llevaría a preguntarnos si nos encontrábamos ante un supuesto de
interrupción del cómputo del plazo, o de reinicio del mismo, puesto que en función de
que fuese una cosa o la otra, tendría importantes consecuencias para aquella parte que
pretendiese recurrir y se viese decaído en su derecho por haber interpretado que se
trataba de un supuesto de reinicio del cómputo.
49
sí prevé de manera concreta en su art. 215.5, la interrupción de los plazos desde el
momento en que se solicite la aclaración, corrección, subsanación y complemento hasta
el día siguiente a la notificación de la resolución que resuelva, en el que continuará el
cómputo de los mismos41. La peculiaridad de esta nueva redacción, que podemos
ponerla en conexión con lo ya referido sobre el régimen de la aclaración y corrección y
su posible interrupción del cómputo de los plazos, es que es que incluye en su letra la
interrupción del cómputo para los supuestos en los que se solicite aclaración o
corrección, de tal manera que un artículo que regula supuestos que nada tienen que ver
con la aclaración y corrección, se encarga sin embargo de establecer que también se
interrumpirá el plazo cuando sean usados estos mecanismos. Por ello, desde un punto de
vista de la mejor técnica legislativa posible, es censurable e incomprensible que en el
art. 215 se haya previsto la interrupción de los plazos para recurrir en caso de aclaración
y corrección, y no se haya incorporado esta previsión al propio art. 214 que se ocupa de
esos fenómenos, y que ningún esfuerzo extra hubiese supuesto para el legislador.
No hemos sido los únicos que nos hemos planteado esta posibilidad, y de
manera contraria a lo que cabría esperar por estar regulada la interrupción del cómputo
de plazo para recurrir en los casos de solicitud de aclaración, corrección, subsanación y
complemento tanto en la LEC como en la LOPJ, la jurisprudencia de las Audiencias
41
El tenor literal de la regulación actual del art. 215.5 LEC ya ha sido oportunamente citado
anteriormente.
42
Dispone el art. 448 lo siguiente: “1. Contra las resoluciones de los Tribunales y Secretarios Judiciales
que les afecten desfavorablemente, las partes podrán interponer los recursos previstos en la Ley. 2. Los
plazos para recurrir se contarán desde el día siguiente al de la notificación de la resolución que se recurra,
o, en su caso, a la notificación de su aclaración o de la denegación de esta”.
50
Provinciales, así como la del Tribunal Supremo y la del Tribunal Constitucional adopta
una posición que entendemos claramente contra legem al defender que el cómputo de
plazos para recurrir no se interrumpe con la solicitud de aclaración, corrección,
subsanación y complemento sino que se reinicia, de tal manera que este comenzaría a
contarse entero de nuevo desde el día siguiente a la notificación de la resolución por la
que se acordase o se denegase acordar la aclaración, corrección, subsanación y
complemento. La Audiencia Provincial de Castellón en su ST 85/2012, de 11 de
octubre, FJ 2 [JUR 2012\400963] así lo entiende, y a la hora de resolver acerca de una
posible extemporaneidad en la presentación de un recurso de apelación interpuesto tras
un auto de aclaración, y citando el tenor literal de la STC 90/2010, de 15 de noviembre,
FJ 3 [RTC 2010\90], la cual ya hemos mencionado anteriormente, dispuso:
51
extemporáneamente. Igual que en el caso anterior, y citando también la STC 90/2010,
de 15 de noviembre, FJ 3 [RTC 2010\90], el TS ha entendido que:
“La cuestión que debe ser objeto de examen es determinar si pedida una
aclaración, rectificación o complemento de sentencia o auto, el plazo para interponer
recurso contra la misma que haya transcurrido hasta la petición se ha de entender
definitivamente perdido o se computa nuevamente todo el plazo desde la notificación
del auto o decreto que recaiga. Pues bien, en el presente caso la cuestión debe
resolverse a favor de entender que el plazo debe empezar a computar de nuevo desde la
notificación del auto o decreto que acuerde o deniegue la aclaración o rectificación, de
conformidad con la doctrina mantenida por el Tribunal Constitucional, recogida en la
STC 90/2010, de 15 de noviembre, al tenerse en cuenta que las resoluciones aclarada y
aclaratoria se integran formando una unidad lógico-jurídica que no puede ser
impugnada sino en su conjunto a través de los recursos que pudieran interponerse
contra la resolución aclarada, por lo que se ha entendido tradicionalmente que en la
determinación del dies a quo para el cómputo del plazo de un recurso contra una
resolución que ha sido objeto de aclaración se debe tomar necesariamente en
consideración la fecha de la notificación aclaratoria"
52
interrupción del cómputo del plazo. Peculiar interpretación esta, que supone una clara
contracción con lo regulado en la LEC sobre esta materia.
En segundo lugar, nos parece mas razonable justificar esta posición con la
argumentación que igualmente ha dado el Tribunal Constitucional al considerar que al
integrarse el auto aclaratorio con la resolución aclarada formando una única unidad
lógico jurídica, lo razonable sería que esta nueva resolución resultante gozase de los
mismos plazos para recurrirla que la resolución original. Ello supondría por tanto que
los plazos comenzasen a contar desde el momento de la notificación del auto
aclaratorio. Sin embargo, a pesar de que se trata de un argumento razonable, aceptarlo
supondría la posibilidad de utilizar estos mecanismos con el único y fraudulento ánimo
de ampliar artificialmente el tiempo del que se dispone para recurrir la resolución
original, vaciando con ello de contenido toda la regulación legal referente a los plazos
para recurrir las resoluciones judiciales.
53
alargaría de manera inaceptable el plazo para interponer el recurso cuando se ha
presentado una solicitud de aclaración, corrección o complemento.
Como decíamos mas arriba, bien podríamos entender que tal posición se
encuentra limitada por ciertos parámetros que se pueden deducir sus sentencias. Así,
parecería que a pesar de que queda claro que el dies a quo del cómputo del plazo para
recurrir debería comenzar el día en que se notifique el auto o decreto que acuerde o
deniegue aclarar, corregir, subsanar o complementar la resolución de que se trate, esto
se encuentra limitado por la consistencia de la petición de aclaración, corrección,
subsanación o complemento, o dicho de otra manera, por el simple ánimo dilatorio o de
ampliar artificialmente los plazos que pueda tener tal petición.
54
A este respecto la STC 132/1999, de 15 de julio, FJ 3 [RTC 1999\132] se
pronunció así:
Por tanto, esta doctrina constitucional, supone el reinicio del cómputo del plazo
para recurrir, pero como hemos visto, deberíamos entender que únicamente, en aquellos
casos en los que tal petición no tuviese expresamente un ánimo dilatorio del plazo. Sin
embargo no tenemos constancia de que exista referencia alguna acerca de cómo
resultaría el cómputo de los plazos en aquellos casos en los que el Tribunal
Constitucional entendiese que la petición tiene un marcado ánimo dilatorio, en cuyo
caso entendemos que no operaría esta doctrina, pero creemos que el ánimo dilatorio y
temerario debería producir el inicio del cómputo de plazo el mismo día de notificación
de la que se pretendió una modificación.
55
Lo que sí queda claro, es que la utilización improcedente y con ánimo dilatorio
de entre otros, los mecanismos de aclaración, corrección, subsanación y complemento,
en lo que al ámbito concreto del recurso de amparo se refiere, puede determinar la
extemporaneidad del mismo, por cuanto existe una sólida jurisprudencia que en esta
línea se pronuncia. A modo de mera cita podemos señalar la STC 217/1997, de 4 de
diciembre, FJ 3 [RTC 1997\217]:
Esta posición jurisprudencial nos resulta cuanto menos inquietante, pues algo tan
objetivo como el dies a quo del cómputo de un plazo, y que provoca además algo tan
irremediable como la preclusión de la posibilidad de recurrir, no puede vincularse a algo
56
tan subjetivo como la apreciación del ánimo dilatorio, lo que sería a nuestro entender
completamente contradictorio con todo criterio básico de seguridad jurídica.
57
5. Delimitación
Ante las dificultades que entraña en primer lugar subsumir en los supuestos de
cada uno de estos mecanismos cada caso concreto, y, en segundo lugar, conocer cuáles
son los límites en su utilización y su alcance objetivo, han surgido innumerables
problemas que también han debido de resolver nuestros Tribunales y que como ya
decíamos anteriormente, han dado lugar a una reiteradísima y abundante jurisprudencia
de las Audiencias Provinciales, Tribunales Superiores de Justicia o Tribunal Supremo y
doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional.
58
ocurridos y de otras muchas cuestiones relevantes para valorar la correcta subsunción de
la petición en el mecanismo concreto.
En este sentido, y dentro del concreto marco del art. 215 LEC, especialmente
complejo puede ser subsumir una concreta petición bien en el mecanismo de la
subsanación de omisiones o defectos, o bien en el de la complementación, pues ambos
persiguen remediar determinadas omisiones en las que pueda incurrir la sentencia, auto
o decreto, teniendo sin embargo plazos muy distintos en tanto que la subsanación de
omisiones o defectos se rige por el procedimiento y plazos de la aclaración de
resoluciones judiciales, el cual es muy inferior y con menores garantías para las partes43.
Por este motivo, reiteramos lo ya dicho en páginas anteriores y abogamos por la
supresión del fenómeno de la subsanación de omisiones o defectos que sería
perfectamente encuadrable por su similitud, por un lado en lo referente a subsanación de
errores, dentro de la regulación de los mecanismos de aclaración y en el de corrección
de errores previstos en el art. 214 LEC, y en lo referente a la subsanación de omisiones,
dentro de la regulación del art. 215.2 LEC relativa al complemento: con ello se evitarían
los problemas que se puedan derivar de una eventual diferencia de criterio entre el
Tribunal y las partes solicitantes a la hora de subsumir la petición en el ámbito de la
subsanación o en el complemento.
Por otro lado, conocer los límites de la utilización de estos mecanismos es una
tarea compleja pues no existe una delimitación clara en la propia ley de lo que permiten,
al referirse en todo momento a conceptos excesivamente genéricos tales como
“conceptos oscuros”, “errores materiales”, “omisiones o defectos” y como única
excepción que no impide que igualmente surjan conflictos en su aplicación,
encontramos la del complemento de omisiones, que figura mas claramente delimitado.
Por estas razones, para lograr nuestros objetivos con el estudio de estos
mecanismos, debemos dirigirnos a la abundante jurisprudencia de nuestros Tribunales
43
Decimos con menores garantías en tanto que en el supuesto de aclaración y corrección de resoluciones
judiciales no está previsto el traslado a la otra parte para que se pronuncie sobre la concreta solicitud de
aclaración y corrección realizada, por lo que es evidente que la parte contraria tiene unas posibilidades de
alegación inexistentes, al contrario de lo que ocurre en el caso del complemento de la sentencia, auto o
decreto en el que se le dará traslado para realizar alegaciones. Al regirse el mecanismo de subsanación de
omisiones y defectos por los trámites plazos previstos para el de aclaración y el de corrección, las
garantías para la parte contraria son igualmente más limitadas.
59
para intentar desgranar los entresijos de cada uno de ellos, sin que en muchas ocasiones
esta tarea nos haga despejar dudas, pues son precisamente estos los que con excesiva
frecuencia caen en una incomprensible mezcolanza a la hora de resolver cuestiones
sobre esta materia. Tal es así, que lo que en un primer momento pensábamos que iba a
ser una tarea laboriosa, se puede llegar a convertir en una tarea casi imposible al no
encontrar en la jurisprudencia la claridad que nos permita delimitar con precisión cada
uno de estos remedios.
44
Nos es imposible citar alguna resolución concreta en este sentido porque como se podrá ver en las
siguientes páginas, la práctica totalidad de resoluciones analizadas contienen menciones o referencias
terminológicas erróneas.
45
Cuando entremos a analizar detalladamente cada mecanismo, podremos apreciar esta falta de
concreción.
60
aclaraciones y correcciones operan sobre lo que la resolución dice. La adición se refiere,
necesariamente, a lo que la resolución no dice”46.
Con carácter previo a abordar aspectos como el concepto o los límites objetivos,
en la aplicación de estos mecanismos ya sean estos en sentido positivo –aquello que está
permitido en el uso de estos remedios-, como en sentido negativo –aquello que excede
de la función que la ley otorga a cada uno de ellos-, nos vemos obligados a reseñar el
motivo por el que se abordan en un único epígrafe conjunto y no de manera
independiente como en buena práctica y lógica jurídica cabría pensar que ha de hacerse.
46
DE LA OLIVA SANTOS, A., Op Cit., pág 376.
61
Esto nos lleva a descartar la posibilidad de abordarlos en epígrafes separados,
pues carecería de sentido que siendo tan solo posible abordar de manera independiente
el concepto y límites positivos de los mismos, reiterásemos idénticas posiciones
jurisprudenciales e idéntica jurisprudencia referente a sus límites negativos, en dos
apartados distintos.47
Siguiendo el orden del contenido del art. 214 LEC, e igualmente del art. 267
LOPJ, habrá que abordar en primer lugar el mecanismo de la aclaración, y como primer
paso debemos acudir a nuestra jurisprudencia en busca de una definición del mismo
“El ya vigente artículo 214 de la LECiv 1/2000 así como el 267 de la Ley
Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, regulan el mal llamado « recurso »
de « aclaración » con la finalidad de que el órgano jurisdiccional que ha dictado un
pronunciamiento pueda descifrar o ilustrar a los litigantes a propósito de algún
47
Entendemos correcta la postura que con toda lógica siguen el Tribunal Constitucional y en general el
resto de Tribunales al fijar unos límites objetivos idénticos para la aclaración y para la corrección,
dándoles en este punto un tratamiento conjunto. Y es así porque, tratándose de mecanismos que operan e
inciden sobre lo que la resolución ya dice, se correría el mismo riesgo en ambos casos de que a la hora de
aclarar algún concepto oscuro o de corregir un error material, se produjese el mismo tipo de exceso y en
los mismos términos, independientemente de que la concreta actividad que se realice con cada uno de
ellos sea distinta.
62
concepto oscuro; institución netamente diferente de la «rectificación» de cualquier
error material que se afirme contenido en la resolución”.
"El ya vigente artículo 214 de la LEC 1/2000 así como el 267 de la Ley
Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, regulan el mal llamado «recurso»
de «aclaración» con la finalidad de que el órgano jurisdiccional que ha dictado un
pronunciamiento pueda descifrar o ilustrar a los litigantes a propósito de algún
concepto oscuro; institución netamente diferente de la «rectificación» de cualquier
error material que se afirme contenido en la resolución”.
Pero hay otro elemento de importancia que definir para intentar comprender por
completo este mecanismo de la aclaración. Se trata de entender a qué se refiere el
legislador cuando habla de “concepto oscuro”, para así poder aportar luz por completo a
la utilidad que tiene este mecanismo.
Después de una intensa labor de estudio jurisprudencial para, no nos consta que
existan resoluciones que expliquen específicamente lo que hemos de entender al hablar
de este concepto. La definición mas acertada que entendemos que se le puede dar, la
aporta GARBERÍ LLOBREGAT, cuando lo describe como “un enunciado gramatical o
de un término incorporado a la fundamentación o a la parte dispositiva de la sentencia
del que, por cualquier razón, pueda predicarse su ambigüedad o su problemático
encaje contextual por el común de los ciudadanos, si no se trata de términos jurídicos,
o por el común de las personas cuando menos Licenciadas en Derecho para los
términos jurídicos”.48
Esta definición viene refrendada por las palabras del Tribunal Supremo en el
ATS de 19 de noviembre de 2013, FJ 1 [JUR 2014\54550] en el que se tuvo que
pronunciar acerca de una petición de aclaración de un auto de inadmisión de una
demanda de responsabilidad de jueces y magistrados. El Tribunal Supremo acordaba
48
GARBERÍ LLOBREGAT, J., Op Cit, pág. 388.
63
que no había lugar a la aclaración solicitada basando su argumentación entre otros
motivos precisamente en el hecho de la fácil comprensión del mismo para cualquier
ciudadano medio. Sus palabras eran las siguientes:
Con todo ello entendemos que parece razonable considerar que el elemento
definitorio del término “concepto oscuro” viene dado por el grado de dificultad que
pueda plantear la comprensión de una determinada expresión o en general de todo un
texto, ya sea para el ciudadano medio, ya sea para sujetos con formación jurídica, en
función de que nos encontremos ante un texto de naturaleza jurídica o no jurídica.
64
Así, la STC 231/1991, de 10 de diciembre, FJ 5 [RTC 1991\231], hace hincapié
en la equiparación que cierto sector de la doctrina viene haciendo del término “error
material” con “error de hecho” para de este modo, diferenciarlo del “error de
derecho”49. En este sentido se pronuncia de la siguiente manera:
“Lo cierto es que la jurisprudencia del Tribunal Supremo, siguiendo ese camino
y sobre la base de su experiencia casuística, ha establecido unos criterios
interpretativos que nos permiten limitar el concepto de «error material» a aquellos
supuestos en los que el error es apreciable de manera directa y manifiesta, sin
necesidad de acudir a interpretaciones o razonamientos más o menos complejos…Por
lo tanto, es «error material» aquél cuya su corrección no implica un juicio valorativo,
ni exige operaciones de calificación jurídica o nuevas y distintas apreciaciones de
prueba, ni supone resolver cuestiones discutibles u opinables por evidenciarse el error
directamente al deducirse, con toda certeza, del propio texto de la Sentencia, sin
necesidad de hipótesis, deducciones o interpretaciones.
De igual manera aporta una clara definición de lo que son “errores aritméticos”:
49
Vid. al respecto el dictamen del Consejo de Estado nº 43.184 de 11 de junio de 1981 en el que se
equipara el concepto de error material con error de hecho y analizando la corrección de errores materiales
en el ámbito de la Ley de Procedimiento Administrativo vigente entonces, afirma: “Cuando la Ley de
Procedimiento Administrativo dispone que en cualquier momento podrá la Administración rectificar los
errores materiales o de hecho y los aritméticos, se está refiriendo a los que la doctrina, desde Savigny,
denomina “errores obstativos”, que se producen siempre que una declaración de voluntad no coincide con
el sentido exacto de la voluntad misma que se quiso expresar. Son errores de expresión, equivocaciones
gramaticales o de cálculo, tales como el lapsus, la errata, el nombre equivocado, la omisión involuntaria,
el error en la suma de cantidades, etc.”
65
“La comprobación de «errores aritméticos» no presenta dificultad alguna, pues
consisten en simples equivocaciones cometidas al consignar un determinado número o
el resultado de operaciones aritméticas sometidas a reglas claramente establecidas”
66
Además, se añade que el error material se caracteriza por ser un “error grosero”
y se define como aquél que no requiere para su apreciación de labores de calificación
jurídica ni de la realización de juicios valorativos, a lo se ha añadido la no necesidad de
hacer nuevas valoraciones de la prueba o de resolver sobre cuestiones discutibles u
opinables.
67
certeza, del propio texto de la resolución o del contexto procesal en la que se inscribe,
sin necesidad de hipótesis, deducciones o interpretaciones”.
“Los errores materiales que pueden ser objeto de corrección serán aquellos
apreciables de manera directa y manifiesta, que no requieren juicios valorativos,
operaciones de calificación jurídica o nuevas apreciaciones de la prueba, y que se
deducen del propio texto de la sentencia sin necesidad de acudir a interpretaciones o
razonamientos más o menos complejos, de forma que no supongan resolver cuestiones
discutibles u opinables, por evidenciarse directamente y deducirse -con toda certeza-
del propio texto de la resolución judicial”
Todo lo anterior, no solo nos sirve para delimitar el concepto de error material,
sino que además como veremos a continuación se trata uno de los elementos
definitorios para fijar los límites que no se han de sobrepasar en la utilización de este
mecanismo.
68
Tribunal Constitucional que ha fijado con acertada precisión los límites objetivos que
suponen el muro infranqueable que no se ha exceder en la aplicación de estos
expedientes técnico procesales50.
50
A pesar de la acertada claridad del Tribunal Constitucional al delimitar las actuaciones que exceden del
ámbito de aplicación de ambos mecanismos, no lo ha sido igual en la precisión terminológica utilizada en
sus resoluciones, en las que con frecuencia utiliza indistintamente los términos “aclarar” y “corregir” al
resolver sobre cuestiones que se le hayan planteado al respecto, sin tener en cuenta si en ese caso concreto
se estaba pronunciando acerca de un asunto referente a una aclaración o a una corrección. Tal
circunstancia se podrá apreciar en las resoluciones que se irán citando a continuación.
69
“Más en concreto, en relación con las actividades de «aclarar algún concepto
oscuro» o «suplir cualquier omisión» este Tribunal tiene declarado que… el órgano
judicial, al explicar el sentido de sus palabras…está obligado a no salirse del contexto
interpretativo de lo anteriormente manifestado o razonado”.
“El Auto dictado con ocasión del recurso de aclaración…puede dirigirse a que
se aclare algún concepto oscuro, suplir cualquier omisión que contenga las Sentencias
o rectificar alguna equivocación importante; pero no a que se altere radicalmente la
misma fundamentación de la Sentencia…no puede suplir la ausencia de una
70
fundamentación mínimamente congruente con el fallo”.
3) Igualmente está vedado con estos remedios que se pueda poner solución a
aquellos casos en los que el Tribunal a la hora de resolver sobre un asunto concreto haya
realizado una calificación jurídica incorrecta de los hechos.
71
“…de la rectificación ofrecida por el Magistrado de Trabajo…se deduce con
toda evidencia que tal rectificación, que no aclaración o reparación de omisión, se
debió a un cambio de criterio sobre la normativa aplicable al caso enjuiciado. Y eso es
algo que no solamente está vedado por el principio de inmodificabilidad de las
resoluciones firmes, sino que es directamente vulnerador del derecho a la tutela
judicial efectiva”.
“Este proceder no tiene en cuenta que el art. 267.2 de la LOPJ tan sólo autoriza
a que la subsanación de errores sea de tal naturaleza que su eliminación de la
resolución judicial en que se han cometido no incida en su sentido, vigencia y eficacia,
no pudiendo, en su consecuencia, utilizarse como cauce procesal para revocarla y
sustituirla por otra en la que se subvierten sustancialmente las conclusiones
probatorias”.
72
“…la vía de aclaración no puede utilizarse…para subvertir las conclusiones
probatorias anteriormente mantenidas”.
“Es evidente, por lo hasta ahora expuesto, que se cumplen las premisas de una
vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva, pues se ha modificado
sustancialmente, hasta el punto de invertir el sentido del fallo…”.
73
meros matices de redacción que en nada afectan al fondo de la cuestión, mantienen
firme esta posición permaneciendo sin variación hasta nuestros días.
Por ello, citaremos por todas, y a modo de mera referencia las STC 142/1992, de
13 de octubre, FJ 2 [RTC 1992\142] y STC 123/2011, de 14 de julio, FJ 3 [RTC
2011\123].
Tal posibilidad, aceptada por el Tribunal Constitucional y seguida por todas las
instancias judiciales, queda patente en un gran número de resoluciones. Podemos citar
por su claridad a pesar de que como hemos dicho, hay muchas mas e incluso mas
longevas, la STC 179/1999, de 11 de octubre, FJ 3 [RTC 1999\179] que acepta la
posibilidad de que bajo ciertas circunstancias, la corrección de un error material pueda
implicar una modificación en el sentido del fallo. Se pronunciaba en estos términos:
Para a continuación hacer referencia a los supuestos en los que una alteración en
el sentido del fallo es admisible y no vulnerará el derecho a la tutela judicial efectiva.
Esta posibilidad encuentra su adecuación en el hecho de que el Tribunal al dictar la
74
resolución que se haya de corregir, haya incurrido en una contradicción patente entre los
fundamentos jurídicos y el fallo, de manera que será en aquellos casos en los que el
fallo no se corresponda con la argumentación dada por el Tribunal, cuando será posible
modificar su sentido para adecuarlo a esta, sin que por ello se estén excediendo los
límites previsto para este instrumento reparador y por lo tanto no se estará vulnerando el
derecho a la tutela judicial efectiva.
Más dificultades que con los anteriores mecanismos hemos encontrado aquí,
para dar una respuesta a su definición y delimitar sus límites en sentido positivo, al
menos en lo que se refiere desde un punto de vista puramente jurisprudencial.
75
La relativa juventud del art. 215 LEC y el hecho de que en su letra incluya un
expediente técnico procesal como es el de la subsanación de omisiones o defectos, que
anteriormente se encontraba integrado como una unidad junto al mecanismo de la
aclaración, hace que los pronunciamientos de los Tribunales sobre él sean relativamente
escasos, máxime cuando como ya dijimos, el mecanismo de subsanación nace y
comparte regulación y plazos con los de aclaración y corrección, lo que provoca que en
la práctica totalidad de los casos, los Tribunales al resolver sobre peticiones de
subsanación lo hagan tomándolo como una unidad con el mecanismo de la aclaración,
disponiendo para ambos la misma extensión y limitaciones, e incluso, pudiéndose
descifrar prácticamente la misma definición y utilidad para ambos51.
51
Como ya hemos dicho, en la antigua LECA, tanto el mecanismo de la aclaración como el de la
subsanación, se encontraban recogidos de manera conjunta en el art. 363, y esencialmente, teniendo como
tienen actualmente la misma regulación y plazos, y diferenciándose mínimamente en sus funciones y
utilidad, podría haber integrado el legislador el mecanismo de la subsanación dentro de la propia
regulación del art. 214 LEC, ahorrándonos los problemas y dificultades que puede ocasionar esta
duplicidad en la regulación de unos expedientes técnico procesales que son en su esencia lo mismo.
52
El art. 218 LEC dispone lo siguiente: 1. “Las sentencias deben ser claras, precisas y congruentes con las
demandas y con las demás pretensiones de las partes, deducidas oportunamente en el pleito. Harán las
declaraciones que aquellas exijan, condenando o absolviendo al demandado y decidiendo todos los puntos
litigiosos que hayan sido objeto de debate. El tribunal, sin apartarse de la causa de pedir acudiendo a
fundamentos de hecho o de derecho distintos de los que las partes hayan querido hacer valer, resolverá
conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los
litigantes”. 2. “Las sentencias se motivarán expresando los razonamientos fácticos y jurídicos que
conducen a la apreciación y valoración de las pruebas, así como a la aplicación e interpretación del
Derecho. La motivación deberá incidir en los distintos elementos fácticos y jurídicos del pleito,
considerados individualmente y en conjunto, ajustándose siempre a las reglas de la lógica y la razón”. 3.
“Cuando los puntos objeto de litigio hayan sido varios, el tribunal hará con la debida separación el
pronunciamiento correspondiente a cada uno de ellos”.
76
En este sentido, como veremos a continuación, la mayor parte de las
resoluciones que en nuestra labor de estudio de este fenómeno hemos analizado,
incurren en un escaso cuidado en el trato de esta materia, y como veremos a
continuación, obvian hacer mención al término “complemento”, aplicando como regla
general para resolver de estos asuntos, los términos “aclaración” o “aclarar”, cuando lo
que en realidad se desprende del análisis realizado, es que lo que hacen es acordar o
denegar la complementación de la resolución.
77
forzosamente” y señala como tales por ejemplo “una determinación temporal necesaria
para calcular intereses, o en una cuantificación”53.
Por otro lado, GARBERÍ LLOBREGAT considera que las omisiones a las que
hace referencia el art. 215.1 LEC, son aquellas no determinantes de incongruencia ex
silentio y entiende que no añaden nada a la resolución “por tener un valor simple
retórico” y pone como ejemplo de estas “la ausencia de algún signo de puntuación en
las palabras empleadas”54.
Dicho lo cual y entrando a valorar ahora sí, la importancia que ambos autores les
otorgan a las omisiones o errores que son objeto de este remedio de subsanación,
nosotros optamos por una posición intermedia, es decir, por un lado acogemos la opción
aportada por DE LA OLIVA, en tanto que se ciñe más a la propia letra de la ley por
referirse a elementos necesarios para llevar a cumplimiento la resolución que
entendemos que por su propia naturaleza siempre tendrán cierta relevancia, lo que nos
53
DE LA OLIVA SANTOS, A., Op Cit., pág 378.
54
Vid. al respecto GARBERÍ LLOBREGAT, J., Op Cit, págs 391 y 392.
78
lleva a desechar la escasa importancia que le otorga GARBERÍ LLOBREGAT. Por otro
sin embargo, al igual que este último ponemos en cuestión el escaso sentido de que la
ley lo regule como un remedio independiente y sin embargo se ciña al procedimiento y
plazos previstos para aclarar o corregir, máxime cuando en esencia lo permitido por este
remedio de subsanación, tiene una inmensa similitud con lo permitido por el fenómeno
de corrección y con el de complemento.
55
Encontramos en la jurisprudencia con la que hemos trabajado referencias constantes a la congruencia o
incongruencia de las resoluciones, y, en concreto, a la modalidad conocida como incongruencia por
omisión de pronunciamiento. Entendemos, sin embargo, que la congruencia es un requisito de la
sentencia distinto de la exhaustividad, y que es ésta última la vinculada con el mecanismo de
complemento de las resoluciones procesales que aquí estudiamos. La exhaustividad implica la necesidad
de que el órgano jurisdiccional se pronuncie sobre todo lo que le ha sido sometido, y se ancla en el
derecho a la tutela judicial efectiva y aun en pilares más primeros, pues difícilmente podría el Estado
mantener el monopolio sobre la función jurisdiccional si a los tribunales les estuviese permitido no
resolver sobre lo oportunamente deducido por las partes. La congruencia es un requisito distinto, porque,
presuponiendo que el tribunal responde, circunscribe esa respuesta a los límites del objeto del proceso,
límites que dibujan las partes. Vinculada por la jurisprudencia tanto al derecho a la tutela judicial efectiva
como al derecho a no sufrir indefensión, el fundamento último de la exigencia de congruencia reside en el
principio dispositivo, de modo que, en el ámbito de los derechos e intereses de carácter privado, la
función jurisdiccional del Estado no se proyecte en la esfera de los ciudadanos más allá ni sobre cosa
distinta de lo que éstos hayan querido someterle.
79
derecho a la tutela judicial efectiva, igualmente es manifestación de este derecho la
obligatoriedad de que las resoluciones judiciales sean exhaustivas, pronunciándose
acerca de todas las pretensiones de las partes56. Se trata por tanto de ponderar
adecuadamente ambos derechos, y concretamente permitir remediar de manera sencilla
y eficaz las omisiones de pronunciamiento.
56
A este respecto, existe una profusa jurisprudencia de Audiencias Provinciales, Tribunal Supremo y
Tribunal Constitucional entre otros. En esta línea cabe reseñar la STC 154/2007, de 18 de junio FJ 2
[RTC 2007\154]; STC 77/2000, de 27 de marzo, FJ 2 [RTC 2000\77] y SAP de Toledo 30/2014, de 25 de
febrero, FJ 1 [JUR 2014\97995].
80
5.3.3. Límites negativos en la aplicación y utilización del mecanismo de subsanación y
complemento
57
Radicalmente distintos al menos los de aclaración, corrección y complemento, puesto que tenemos
serias dudas acerca de la utilidad real del mecanismo de subsanación y de los motivos por los que no se
ha integrado conjuntamente con el de aclaración en la letra del art. 214 LEC.
81
“En relación con las concretas actividades de «aclarar algún concepto oscuro»
o de «suplir cualquier omisión» el Tribunal Constitucional tiene declarado que son las
que menos dificultades prácticas plantean, pues por definición no deben suponer
cambio de sentido y espíritu del fallo ya que el órgano judicial…al adicionar al fallo lo
que en el mismo falta… está obligado a no salirse del contexto interpretativo de lo
anteriormente manifestado o razonado…”.
82
“…el órgano judicial, al explicar el sentido de sus palabras, en su caso, o al
adicionar al fallo lo que en el mismo falta, en otro, está obligado a no salirse del
contexto interpretativo de lo anteriormente manifestado o razonado”.
83
5.3.4. Consideraciones en torno a la utilidad y límites de los remedios de aclaración,
corrección, subsanación y complemento
84
interesante hacer un ejercicio de ponderación de ambos derechos y no otorgar una
extrema santidad y protección a una de sus vertientes, ignorando y dejando postergada
la otra para un ulterior recurso.
El pronunciamiento sobre las costas del proceso supone una clara excepción
dentro de los límites de la invariabilidad de las resoluciones judiciales, puesto que la
jurisprudencia permite corregir o complementar una sentencia pronunciándose o
modificando el pronunciamiento ya realizado sobre las costas, incluso aunque la parte
vencedora en el pleito no lo hubiese solicitado expresamente. Se trata de una doctrina,
más singular que la expuesta acerca de la invariabilidad de las resoluciones judiciales,
que se sustenta en que el juzgador al complementar la resolución judicial con un
pronunciamiento sobre las costas, no lo hace en virtud de su libre apreciación, sino
como consecuencia de un precepto legal que le obliga a pronunciarse en un determinado
sentido, en virtud de lo dispuesto en el fallo de la resolución que complemente.
58
Vid. al respecto el epígrafe 3.4 de este trabajo.
85
Esta singular doctrina, tiene un origen reciente, concretamente en un auto y una
sentencia del Tribunal Constitucional de 2000 y 2001 respectivamente, resoluciones a
las que alude la STC 53/2007, de 12 de marzo, FJ 2 [RTC 2007\53] cuando refiere que:
86
Igualmente la STC 25/2006, de 30 de enero, FJ 3 [RTC 2006\25]:
“En aquellos otros supuestos en los que, por el contrario, el legislador acoge la
reglavictus victorio del vencimiento objetivo, sin prever excepciones, no existe un
margen de apreciación para que el órgano judicial decida por sí sobre la imposición de
las costas, sino que, por imperativo legal, la única decisión que puede adoptar es la que
la norma contempla…Tal es así que en aquellas ocasiones en que el propio órgano
judicial, de oficio o a instancia de parte, ha procedido a rectificar su pronunciamiento
sobre las costas procesales como consecuencia de advertir que se había apartado de
una disposición legal expresa, este Tribunal ha considerado que no por ello se afectaba
a la intangibilidad de la resolución judicial”.
87
6. El complemento de resoluciones como
presupuesto procesal previo a la
interposición de recursos ordinarios,
extraordinarios y de amparo
59
El tenor literal del art. 1692.1.3º era el siguiente: “El recurso de casación habrá de fundarse en alguno o
algunos de los siguientes motivos: 3.º Quebrantamiento de las formas esenciales del juicio por infracción
de las normas reguladoras de la sentencia o de las que rigen los actos y garantías procesales, siempre que,
en este último caso, se haya producido indefensión para la parte”
60
El art. 359 regulaba la forma y contenido de las sentencias. Disponía lo siguiente: “Las sentencias
deben ser claras, precisas y congruentes con las demandas y con las demás pretensiones deducidas
oportunamente en el pleito, haciendo las declaraciones que éstas exijan, condenando o absolviendo al
demandado, y decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sigo objeto de debate. Cuando estos
hubieran sido varios, se hará con la debida separación el pronunciamiento correspondiente a cada uno de
ellos”.
88
La nueva regulación se muestra coherente con la naturaleza del defecto procesal
que supone omitir pronunciarse sobre alguna de las pretensiones de las partes, y no
relega la posibilidad de complementar la resolución a otras instancias a través del
correspondiente recurso. Es evidente que a pesar de no haberse constituido el
mecanismo de complementación como un verdadero recurso, el hecho de que mediante
su utilización se pueda evitar acudir a instancias superiores para complementar el
pronunciamiento omitido, debe llevar aparejada como toda lógica jurídica y criterio de
economía procesal y celeridad aconsejan, la imposibilidad de interponer cualquier
recurso, sea ordinario, o extraordinario, si la falta de pronunciamiento no se ha
denunciado previamente por este cauce ante el Tribunal que incurrió en la omisión.
“La ley regula este nuevo instituto con la precisión necesaria para que no se
abuse de él y es de notar, por otra parte, que el precepto sobre forma y contenido de las
sentencias aumenta la exigencia de cuidado en la parte dispositiva, disponiendo que en
ésta se hagan todos los pronunciamientos correspondientes a las pretensiones de las
partes sin permitir los pronunciamientos tácitos con frecuencia envueltos hasta ahora
en los fundamentos jurídicos. De este modo, no será preciso forzar el denominado
<recurso de aclaración> y podrán evitarse recursos ordinarios y extraordinarios
fundados en incongruencia por omisión de pronunciamiento”.
89
6.2. El complemento como vía previa al recurso de apelación
61
Dispone el art. 459 LEC lo siguiente: “En el recurso de apelación podrá alegarse infracción de normas
o garantías procesales en la primera instancia. Cuando así sea, el escrito de interposición deberá citar las
normas que se consideren infringidas y alegar, en su caso, la indefensión sufrida. Asimismo, el apelante
deberá acreditar que denunció oportunamente la infracción, si hubiere tenido oportunidad procesal para
ello”.
62
Se incluye también hacer constar protesta en el caso de inadmisión de pruebas, o de hechos nuevos o de
nueva noticia.
90
Así lo ha entendido la Audiencia Provincial de Toledo en su ST 5/2007, de 11 de
enero, FJ 2 [JUR 2007\88997] recogiendo la postura mantenida por ella misma en una
sentencia ciertamente más antigua:
“… si la parte estimaba que existía esa omisión lo que debió hacer es acudir al
expediente previsto en el art. 215,2 LEC que permite que la parte que se sienta
perjudicada por la omisión de pronunciamiento solicite la complementación de la
sentencia, siendo que, a juicio de esta Sala, no se puede traer a segunda instancia una
cuestión que antes no se trato de remediar en la instancia, cuando ello es posible… las
omisiones y/o la falta de exhaustividad en las sentencias no provocan como efecto la
nulidad, o -como en este caso- la exigencia de pronunciamiento por parte del órgano
ad quem sobre el aspecto que se dice indebidamente omitido, ya que ha existido
inactividad de la parte al respecto, infringiendo el art. 459, LEC., que impone al
recurrente la obligación de la denuncia "oportuna" de la infracción cometida si fuere
procesalmente posible”.
91
En la misma línea y entre otras muchas, se pronuncian la SAP de Toledo
108/2009, de 16 de abril, FJ 2 [JUR 2009\246236]; SAP de Toledo 120/2011, de 11 de
abril, FJ 2 [JUR 2011\199214]; SAP de Toledo 143/2012, de 9 de mayo, FJ 1 [JUR
2012\243398], o las mas recientes SAP de La Rioja 336/2013 de 27 de diciembre, FJ1
[JUR 2014\25170] y SAP de Toledo 113/2014, de 16 de junio, FJ 2 [JUR
2014\192328].
63
Dispone el art. 469.2 LEC lo siguiente: “Solo procederá el recurso extraordinario por infracción
procesal cuando, de ser posible, ésta o la vulneración del artículo 24 de la Constitución se hayan
denunciado en la instancia y cuando, de haberse producido en la primera, la denuncia se haya reproducido
en la segunda instancia. Además, si la violación del derecho fundamental hubiere producido falta o
defecto subsanable, deberá haberse pedido la subsanación en la instancia o en la instancias oportunas”.
64
La “anomalía” de que sea el Tribunal Supremo quien esté conociendo de los recursos extraordinarios
por infracción procesal cuando el art. 468 LEC dispone que deberían ser las Salas de lo Civil y de lo
Penal de los Tribunales Superiores de Justicia, encuentra su motivo en la Disposición Final Decimosexta
de la LEC que previó un régimen transitorio en materia de recursos extraordinarios, de tal manera que su
punto 1, apartado 1º dispuso lo siguiente: “1. En tanto no se confiera a los Tribunales Superiores de
Justicia la competencia para conocer del recurso extraordinario por infracción procesal, dicho recurso
procederá, por los motivos previstos en el artículo 469, respecto de las resoluciones que sean susceptibles
de recurso de casación conforme a lo dispuesto en su artículo 477. Para la interposición y resolución del
recurso extraordinario por infracción procesal se seguirán las siguientes reglas: 1º. Será competente para
conocer del recurso extraordinario por infracción procesal la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, pero
92
de plantear con carácter genérico recursos extraordinarios por infracción procesal,
basados en una hipotética incongruencia y por ende, la imposibilidad de admitir este
recurso sin que precisamente se haya denunciado e intentado remediar en primera o
segunda instancia la vulneración del art. 24 CE.
en los casos en que la competencia para el recurso de casación corresponde a las Salas de lo Civil y Penal
de los Tribunales Superiores de Justicia, las resoluciones recurridas podrán también impugnarse por los
motivos previstos en el artículo 469 de la presente ley”. Por tanto, transcurridos trece años con la LEC en
vigor, y catorce desde que se publicó, el legislador ha mantenido la censurable pasividad de no llevar a
cabo la oportuna reforma que permita entrar en vigor a la regulación del art. 468 LEC.
93
norma del apartado 2 del artículo 469 de la Ley de Enjuiciamiento Civil les imponía
haber intentado, en la propia instancia en que se produjo, la subsanación del defecto
que ahora denuncian, para lo que disponían del cauce previsto en el artículo 215 de la
misma, del que no hicieron uso”.
Desde luego, no cabe duda que el art. 44.1 a) y c) LOTC65 impone la obligación
de agotar todos los medios de impugnación previstos por el ordenamiento procesal, así
como –y esto es lo relevante a los efectos de la materia que estamos tratando-, denunciar
la vulneración de algún derecho fundamental en el proceso en caso de haber habido
oportunidad para ello, como requisito previo a la interposición del recurso de amparo. Y
nuevamente aquí entra en juego la previsión del art. 215.2 LEC que posibilita realizar
estas denuncias con carácter previo a acudir a la vía de amparo.
65
Dispone lo siguiente: 1. “Las violaciones de los derechos y libertades susceptibles de amparo
constitucional, que tuvieran su origen inmediato y directo en un acto u omisión de un órgano judicial,
podrán dar lugar a este recurso siempre que se cumplan los requisitos siguientes: a) Que se hayan agotado
todos los medios de impugnación previstos por las normas procesales para el caso concreto dentro de la
vía judicial. c) Que se haya denunciado formalmente en el proceso, si hubo oportunidad, la vulneración
del derecho constitucional tan pronto como, una vez conocida, hubiera lugar para ello”.
94
pretende denunciar mediante este es la omisión de algún pronunciamiento. Sin embargo
ha entendido el Tribunal Constitucional que cuando la LOTC se refiere a la obligación
de denunciar la vulneración de algún derecho fundamental dentro del proceso si esto
hubiese sido posible, no solo se estaría refiriendo a la vía de complementación, si no
también a instar un incidente de nulidad de actuaciones por incongruencia omisiva.
95
judiciales. Pero, como sostiene el Ministerio Fiscal, y hemos señalado en varias
ocasiones constituye un medio igualmente idóneo para denunciar la incongruencia el
establecido en el art. 215.2 LECiv, precepto que recoge la posibilidad de solicitar el
complemento de las «sentencias o autos que hubieren omitido manifiestamente
pronunciamientos relativos a pretensiones oportunamente deducidas y sustanciadas en
el proceso»”.
96
7. El artículo 215 LEC como mecanismo
complementario al incidente de nulidad
de actuaciones
97
incidente extraordinario de nulidad de actuaciones, de cara a un eventual recurso
fundado en la incongruencia omisiva de la resolución.
98
“… la entidad recurrente…interpuso el incidente excepcional con fundamento
en el art. 241 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 228 de la Ley de enjuiciamiento
civil al entender que la Sentencia no había dado respuesta a dos excepciones
procesales alegadas oportunamente...Para denunciar el vicio de incongruencia
omisiva, la demandante de amparo optó por la vía del incidente excepcional de nulidad
de actuaciones, lo cual se ha estimado por este Tribunal que constituye un remedio
igualmente adecuado que el de complemento de Sentencia del art. 215.2 LEC… Del
mismo modo, hemos señalado en varias ocasiones, que el incidente de nulidad
constituye un medio igualmente idóneo para denunciar la incongruencia que el
establecido en el art. 215.2 LEC, precepto que recoge la posibilidad de solicitar el
complemento de las «sentencias o autos que hubieren omitido manifiestamente
pronunciamientos relativos a pretensiones oportunamente deducidas y sustanciadas en
el proceso».
99
agotamiento de la vía judicial. Como hemos subrayado en muchas ocasiones, el
requisito de agotar la vía judicial exigido por el art. 44.1 a) LOTC «ha de ser
interpretado de manera flexible y finalista» y «no obliga a utilizar en cada caso todos
los medios de impugnación posibles, sino tan sólo aquellos normales que, de manera
clara, se manifiestan como ejercitables, de forma que no quepa duda respecto de la
procedencia y la posibilidad real y efectiva de interponer el recurso «sin necesidad de
superar unas dificultades interpretativas mayores de lo exigible razonablemente». En
consecuencia, para considerar incumplida la exigencia establecida en el art. 44.1 a)
LOTC es preciso que el remedio procesal que se haya obviado resultara adecuado para
reparar la lesión del derecho fundamental invocado en la demanda de amparo y que su
empleo fuera «razonablemente exigible», requiriéndose además que «su falta de
utilización tenga su origen en la conducta voluntaria o negligente de la parte o de los
profesionales que le prestan su asistencia técnica»”.
100
8. Conclusiones
101
sobre complementación a instancia de parte para evitar confusiones
indeseadas, o bien suprimirlo de ambos.
- Adaptación del art. 448 LEC en sentido de armonizar su letra a la de los arts.
214 y 215.
102
Bibliografía
- Circular 1/2001, de 5 de abril de 2001, Incidencia de la nueva Ley de Enjuiciamiento
Civil en la intervención del Fiscal en los procesos civiles
- DE HEVIA BOLAÑOS, J., Curia Philipica. Tomo Primero, de los Juicios civiles y
criminales, Nueva edición, Madrid, 1796.
103
Jurisprudencia citada
A) JURISPRUDENCIA DE AUDIENCIAS PROVINCIALES
104
B) JURISPRUDENCIA DE TRIBUNALES SUPERIORES DE JUSTICIA
105
- ATS de 7 de marzo de 2013, [JUR 2013\193241]
106
- STC 180/1997, de 27 de octubre, [RTC 1997\180]
107
- STC 105/2006, de 3 de abril, [RTC 2006\105]
108