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El Rol Del Periodismo

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El rol del periodismo en los procesos judiciales

El periodismo cumple una de sus misiones principales cuando investiga y publica sobre
causas judiciales vinculadas a la corrupción. Al poner bajo la lupa el actuar de jueces,
fiscales y abogados, y al examinar y contar sobre posibles delitos cometidos por
funcionarios o empresarios, permite a la sociedad estar informada, capacita a las personas
para tomar mejores decisiones y mejora el sistema de autogobierno democrático.

Esta idea, que no es original o novedosa, se encuentra bajo ataque. La tarea de periodistas
que publican información sobre casos de presunta corrupción es considerada como parte
del “Lawfare” (uso de recursos o procesos legales). La divulgación de notas sobre estas
causas legitimaría acciones judiciales cuyo fin es perseguir políticamente.

Un proyecto de ley, presentado por cinco senadoras oficialistas, valida este criterio y
sostiene que la prisión preventiva debe ser declarada nula cuando la publicación de
contenidos por parte de uno o más medios de comunicación masiva pudiera haber
afectado la percepción pública respecto del principio de inocencia sobre el afectado por la
resolución. El círculo se cierra: la persecución política por parte de los jueces se demuestra
porque los medios informaron al respecto.

En los considerandos del proyecto, las senadoras utilizan jurisprudencia de Estados Unidos
para mostrar que en ese país -supuestamente- los tribunales han limitado la labor de
medios y periodistas en ciertas coyunturas. Existen casos en los que diversos tribunales
entendieron, por ejemplo, que el jurado podía llegar parcializado por los medios a tomar
una decisión sobre la inocencia o culpabilidad de un acusado; por tanto, para asegurar un
juicio justo era pertinente realizar el proceso en otra ciudad en la que el caso hubiera
tenido menor repercusión. Sin embargo, el proyecto tergiversa los precedentes y omite
que, al contrario de lo que expone, la jurisprudencia norteamericana no permite ningún
tipo de censura previa, directa o indirecta, en estas situaciones. De hecho, ha fortalecido
el rol de la prensa al cubrir procesos judiciales.

En efecto, en el caso más relevante al respecto, Nebraska Press Association vs. Stuart, de
1976, la Corte Suprema de EE.UU. sostuvo que el rol de la prensa al cubrir casos judiciales
es crucial, pues “la prensa no solo publica información sobre juicios, sino que protege
contra el error judicial al someter a la policía, los fiscales y los procesos judiciales a un
escrutinio y crítica públicos intensos”.

Limitar la tarea de periodistas y medios es inconstitucional. Existen otras formas de


garantizar el debido proceso sin vulnerar la libertad de expresión.
Una solución como la del proyecto de ley confunde el rol del periodismo y los medios en
una democracia. Los periodistas no cumplen una función judicial. No están obligados por
el secreto profesional como los abogados. No están obligados por deberes de
confidencialidad aplicables a jueces y fiscales. Cuando un juez o un fiscal es fuente de un
periodista, y le brinda información confidencial, que luego el periodista chequea y publica
porque considera que es veraz y de interés público, está ejerciendo lícitamente su oficio.
Puede haber una violación a normas que regulan el ejercicio profesional del juez o del
fiscal, pero nunca del periodista pues, precisamente, su función es publicar ese tipo de
información. Si un juez se considera urgido a actuar por una publicación, eso corre por
cuenta del juez, no del periodista.

Evidentemente, periodistas y medios tienen intereses, sufren presiones y son capaces de


presionar: son actores con poder en la arena pública. La libertad de expresión no es
perfecta, y la actividad de periodistas y medios puede producir daños: a veces se publican
falsedades, se afecta de manera injusta la honra y el buen nombre de las personas, se
violenta la intimidad. Pero existe un sistema de responsabilidades ulteriores que sirve
para reparar estos daños. La alternativa de la censura es peor - y está prohibida por la
Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos.

Diversos estudios muestran que el poder judicial argentino es poco efectivo para
sancionar la corrupción. Pero la situación va más allá. Son miles quienes están en prisión
preventiva por plazos irrazonables; son miles quienes padecen una Justicia lenta e
ineficaz, incapaz de resolver conflictos en tiempo y forma. Asegurar los beneficios de la
libertad requiere periodistas y medios capaces de mostrar las sombras de la Justicia, de
desnudar los procesos en los que se investiga la corrupción, y de contar aquello que
algunos procuran ocultar.

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