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Consideraciones Crítico-Poéticas para Pensar La Clínica Sistémica

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PSICOLOGÍA

Consideraciones crítico-poéticas para pensar


la clínica sistémica relacional: propuesta
metodológica para investigación en
psicoterapia
Critical-Poetic Considerations to Think about Systemic-
Relational Clinic: A Methodological Proposal for Psychotherapy
Research
Carolina Besoain Arrau1 , Pilar Cuevas Vial2, Clementina Araya Aguirre3, Soledad Angulo
UAH - ResearchGate

Kobilic4, Rodrigo Morales Martínez5

Universidad Alberto Hurtado

Universidad de Chile

Resumen
Fecha correspondencia: La psicoterapia sistémico relacional ha problematizado, en las últimas dé-
Recibido: diciembre 26 de 2017. cadas, sus supuestos representacionales, avanzando hacia nuevas concep-
Aceptado: octubre 1 de 2018. tualizaciones de la experiencia psicoterapéutica. Este artículo presenta el
trabajo de un equipo de investigación clínica que, siguiendo los planteamientos
Forma de citar:
Besoain, C., Cuevas, P., Araya, C., teórico-clínicos de Marcelo Pakman, se planteó como objetivo general ex-
Angulo, S., & Morales, R. (2019). plorar los movimientos entre micropolítica y poética en el proceso terapéu-
Consideraciones crítico-poéticas tico, a través de una metodología cualitativa de caso único. Las técnicas de
para pensar la clínica sistémica producción de datos fueron la observación participante de seis sesiones de
relacional: propuesta metodológica psicoterapia, mediante el uso de un espejo unidireccional (Cámara de Gesell),
para investigación en psicoterapia. y seis entrevistas en profundidad con la terapeuta y una con el consultante.
Rev.CES Psico, 12(2), 83-102. Se analizó el material desde un enfoque dialógico que estableció una escucha
plural del material. En este artículo se presenta en extenso el dispositivo
Open access metodológico implementado y se expone una muestra del tipo de reflexio-
© Copyright nes clínicas que esta metodología permite construir. Finalmente, se discute
Licencia creative commons
Ética de publicaciones acerca de las implicancias y desafíos de hacer una investigación clínica dia-
Revisión por pares lógica y reflexiva, y su valor para la formación de psicoterapeutas.
Gestión por Open Journal System
DOI: http://dx.doi.org/10.21615/ Palabras Clave: Psicoterapia Sistémico Relacional, Investigación en Psico-
cesp.12.2.7 terapia, Micropolítica, Poética, Psicología Clínica.
ISSN: 2011-3080
Abstract
The relational systemic psychotherapy has problematized in recent decades
its representational assumptions, moving towards new conceptualizations
Comparte of psychotherapeutic experience. This article presents the work of a clinical
research team that, following the theoretical approaches of Marcelo Pak-
man, explored the movements between micro politics and poetics through
a qualitative case study methodology. Data production techniques included
participant observation in unidirectional mirror of six sessions of psycho-
Besoain, C., Cuevas, P., Araya, C., Angulo, S., & Morales, R. PSICOLOGÍA
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therapy, and in-depth interviews with the therapist and the patient. The material was
Sobre los autores: analyzed from a dialogical approach that stressed a plural hearing of the material.
This article gives full account of the methodological device and it is presented a
1. Doctora en Psicología. sample of the type of clinical reflections that this methodology allows to build. Fi-
Psicóloga. Docente Facultad nally, there are discussed the implications and challenges of conducting a dialogical
de Psicología, Universidad and reflexive clinical research and its value for psychotherapist training.
Alberto Hurtado. Investigadora
Laboratorio Interdisciplinario
de Subjetividad y Cambio Keywords: Relational Systemic Psychotherapy, Research in Psychotherapy, Micro
Social. Politics, Poetics, Clinical Psychology.

2. Magíster en Psicología Introducción


Clínica Adultos. Psicóloga. Los rumbos que ha empezado a transitar la psicoterapia sistémico-relacional, bajo
Docente Facultad de Ciencias la influencia del giro lingüístico y la crisis de la representación, han desafiado sus
Sociales, Universidad de Chile. prácticas, así como sus derroteros conceptuales. La metáfora narrativa que predo-
3. Magíster en Psicología minó a partir de los años ochenta en la psicología y las ciencias sociales permitió la
Clínica Adultos. Psicóloga. recuperación de la pregunta por la subjetividad, entendida como un proceso de es-
critura y reescritura, desde el que se piensa la investigación y la psicoterapia como
4. Magíster en Psicología un espacio fundamentalmente dialógico y hermenéutico (Arias & Alvarado, 2015;
Clínica Adultos, Psicóloga. Cornejo, Besoain, & Mendoza, 2011; Morales, 2010).

5. Candidato a Doctor en La metáfora del sujeto como texto implica nuevos desafíos teóricos, clínicos y de
Filosofía. Magíster en Filosofía formación en psicoterapia. La producción de conocimiento relativo a la práctica clí-
Moral y Política y Magíster en nica se encuentra tensionada hoy por las reflexiones que instaló el giro lingüístico
Psicología. Psicólogo. Docente y la influencia de las corrientes posestructuralistas en la psicología. La crítica al
Facultad de Psicología,
Universidad Alberto Hurtado. saber experto y a cualquier representación con ambiciones de verdad desafía la
investigación y teorización psicoterapéutica, bajo el riesgo de reificar y estabilizar
un proceso por definición dinámico y singular. Sin embargo, la formación y praxis
de la psicoterapia precisan de la existencia de un ejercicio crítico que someta sus
propias prácticas y supuestos a discusión desde algún parámetro de virtud teórico
y ético-político (Morales, 2010).

El presente artículo pretende precisamente aportar a esta reflexión, en tanto co-


munica una experiencia de cruce entre práctica clínica, investigación y formación
en psicoterapia sistémico-relacional, desde una perspectiva crítica de la represen-
tación y desde los márgenes externos de la metáfora narrativa. Nuestro interés es
discutir ciertas consideraciones para la investigación clínica sistémico-relacional,
desde una mirada que no constriña en categorías representacionales la experiencia
ni el malestar de los sujetos. El desafío es entonces discutir los límites y posibilidades
de una investigación en psicoterapia que muestre sin representar, exponga sin tota-
lizar, reconstruyendo los diversos registros de la escena del diálogo terapéutico en
el marco del trabajo de un equipo clínico de investigación.

Las páginas a continuación presentarán el planteamiento teórico-conceptual y me-


todológico de Aporesis, un grupo de investigación perteneciente al Equipo de Trabajo
y Asesoría Sistémica de la Universidad de Chile (Eqtasis), que exploró el territorio de
la investigación clínica desde estos nuevos márgenes. De esta manera, el foco de la
mirada del equipo -y que dará origen a su nombre Aporesis- se instala desde lo que
el filósofo argelino-francés Jacques Derrida (1993) distinguía como aporía, esto es,
aquello que señala la presencia simultánea de posiciones mutuamente excluyentes,
que coexisten en una tensión irresoluble, conviviendo luego desde tal indetermina-
ción. Inspirados muy especialmente por la obra de Marcelo Pakman (2010, 2014),
implementamos un dispositivo de investigación dialógico, reflexivo y relacional, res-
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petuoso de la singularidad del evento terapéutico, como atento a sus condiciones


relaciones y materiales de producción. En este artículo presentamos algunas consi-
deraciones que, desde el pensamiento crítico-poético de Pakman, entran en diálogo
con el psicoanálisis relacional y de los enfoques dialógicos en investigación social.
Estas consideraciones son relevantes tanto para la investigación en psicoterapia,
como para la formación terapeutas, desde una mirada relacional y crítica.

De la terapia narrativa al giro crítico-poético en la psicoterapia sistémico relacional


Tras el giro lingüístico y la crisis de la representación de los años ochenta se da lugar
a una reformulación de la noción relacional de la terapia sistémica, en un renovado
interés de ir más allá de los márgenes estructurales de la sistémica de primer orden.
Este abordaje, marcado por la instalación de la metáfora narrativa, que tensiona los
supuestos cibernéticos, ha tendido hacia una comprensión de la experiencia como
acontecimiento narrativo, siendo la palabra despojada de su carácter meramente re-
presentacional para considerarla como el lugar donde se despliega la construcción
Tras el giro narrativo, del significado (Bertrando & Toffaneti, 2004; Bertrando, 2011). En este nuevo mo-
Marcelo Pakman, desde lo mento, la terapia narrativa y su énfasis en el carácter político de la experiencia per-
que podríamos llamar una
sonal, permitió volver a pensar la subjetividad, disponiéndose incluso a recuperar, a
reflexión antropológico-fi-
losófica de la praxis clínica,
partir de los años noventa, la posibilidad de la terapia individual (Boscolo & Bertrando,
ha desarrollado una crítica 2008). El epicentro de este giro fue la analogía del sujeto como texto, esto es, la
generalizada a la práctica comprensión del sujeto como autor y lector de textos e historias, que le permiten
psicoterapéutica contempo- entender su experiencia y, al ir cambiando, le ofrecen nuevas interpretaciones a lo
ránea. Pakman (2010, 2014) largo del tiempo (White & Epston, 1993). La narración constituye así un esfuerzo por
ha subrayado la dominancia dar sentido a la vida en una trama identitaria continua y consistente. Esta trama
de un proceso pendular que se verá, sin embargo, constantemente tensionada por acontecimientos inesperados
transcurre entre el polo de que la exceden y que, por diversas razones, van quedado excluidos del “relato domi-
un realismo ingenuo, propio nante”. El texto, su cualidad indeterminada e incierta, será entonces susceptible de
del pensamiento científico y
nuevas interpretaciones y reinscripciones, dando lugar tanto a la reescritura como
su interés por una realidad
aprehensible y, por lo tanto,
a la reautoría, ambos ejercicios terapéuticos privilegiados que permitirán rescatar
representacional, y -en el aquellos aspectos significativos de la experiencia que habían resultado subyugados
otro extremo- el adveni- en la narración de la propia vida (White, 2002).
miento de una psi­coterapia
que, en su vuelco narrativo, Tras el giro narrativo, Marcelo Pakman, desde lo que podríamos llamar una reflexión
ha puesto el foco exclu- antropológico-filosófica de la praxis clínica, ha desarrollado una crítica generalizada
sivamente en el juego de a la práctica psicoterapéutica contemporánea. Pakman (2010, 2014) ha subrayado
significados. la dominancia de un proceso pendular que transcurre entre el polo de un realismo
ingenuo, propio del pensamiento científico y su interés por una realidad aprehensible
y, por lo tanto, representacional, y -en el otro extremo- el advenimiento de una psi-
coterapia que, en su vuelco narrativo, ha puesto el foco exclusivamente en el juego
de significados. No obstante, tal oscilación entre estructuras representacionales y
juegos de significación supondrá para Pakman (2010, 2014) el riesgo de hacer del
espacio psicoterapéutico un terreno en el que se mantiene la reproducción de abs-
tracciones -estructurales o lingüísticas- por sobre la experiencia singular del evento
terapéutico.

Desde una aproximación foucaultiana, Pakman (2010) propone el concepto de mi-


cropolítica para señalar aquellos guiones de significado, disponibles en determinada
cultura y trama relacional, dominantes en la articulación de la propia experiencia. En
contraposición a estas micropolíticas, y en un esfuerzo por rescatar la singularidad
de la experiencia humana en la que se encuentran en exceso tales guiones cultu-
rales, el autor recupera ideas de M. Foucault (1999, 2012), J. L. Nancy (2003) y A.
Badiou (2003) de modo de poner en el centro de la reflexión clínica la pregunta por el
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Besoain, C., Cuevas, P., Araya, C., Angulo, S., & Morales, R. PSICOLOGÍA
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sentido en tanto acontecimiento central de todo proceso de subjetividad. Desde acá,


realiza una crítica explícita a los abordajes que, a partir de la metáfora narrativa, pu-
dieran restringir la experiencia humana a la pura dimensión del significado. Esto es,
a las narrativas o guiones micropolíticos que articulan la experiencia individual sin
atender a aquello que excede lo narrable y que participa de la textura del encuentro
entre consultante y terapeuta. Esta filosofía clínica del sentido –siguiendo en esto
especialmente a Badiou (2003)– daría cuenta de la textura sensual de la presencia
en el encuentro terapéutico y no de su pura representación en el lenguaje. Es decir,
el evento poético, que refiere al sentido que se despliega en el acontecimiento sin-
gular de la terapia y cuya naturaleza se ubica por fuera de la micropolítica de los
significados dominantes (Pakman, 2010, 2014). De este modo, la noción de evento
poético en Pakman (2010, 2014) permite trascender la lógica de dos individualidades
que se encuentran, para avanzar hacia la noción de singularidad y referir así a aquella
presencia y sus texturas que acontecen en la comparecencia entre consultante y
terapeuta.

En esta propuesta, cobra centralidad la imagen y el trabajo de imaginación en psi-


coterapia, como vía regia a la textura vívida de un evento relacional que, tanto como
Esta filosofía clínica del escapa a las determinaciones de todo objetivismo científico, tampoco alcanza a ser
sentido –siguiendo en esto sintetizado a partir de signos y procesos de significación (Pakman, 2014). Desde acá,
especialmente a Badiou la inquietud por el sentido aparece como aquella dimensión que trasciende los pro-
(2003)– daría cuenta de cesos de significación estructurales o lingüísticos, pero no desde un trascendenta-
la textura sensual de la lismo abstracto sino, por el contrario, desde la comparecencia comunitaria en tanto
presencia en el encuentro registro material de la terapia (Pakman, 2014). La atención a este espacio y sus tex-
terapéutico y no de su pura turas permitiría acceder así a aquello que ha quedado exscripto (Nancy, 2003) en el
representación en el lengua-
relato de la propia experiencia; es decir, a aquel exceso de significado que sostiene,
je. Es decir, el evento poéti-
co, que refiere al sentido que desde lo no dicho, la textura singular del encuentro terapéutico.
se despliega en el aconteci-
miento sin­gular de la terapia Desde esta perspectiva se perfila lo que es posible llamar una psicoterapia crítico-poética
y cuya naturaleza se ubica (Pakman, 2014). En ésta, además de la escucha de lo narrado por el consultante y
por fuera de la micropolítica sus tensiones micropolíticas, se pondrá especial atención al exceso del significado, a
de los significados dominan- lo no decible pero presente, a la estética de lo dicho y a la experiencia sensible en el
tes (Pakman, 2010, 2014). encuentro. Luego, la atención del terapeuta deberá mantenerse abierta y pendular,
tanto respecto de los procesos de significación y la materialidad sensual del evento
del decir del consultante como a su propia participación en la comparecencia comu-
nitaria que es la relación terapéutica.

El espacio terapéutico como objeto de estudio


El espacio terapéutico es un lugar físico, visible y tangible, pero a la vez constituye
un campo sutil, una estética y un clima afectivo que terapeuta y consultante habitan.
Desde la perspectiva de Pakman (2014), este espacio trata de una comparecencia
comunitaria ante el sentido, que no pertenece a ninguno por separado sino a ambos
-terapeuta y consultante- en la relación. Se trata de eventos en los cuales los par-
ticipantes comparecen en un encuentro no preestablecido ni dado por una noción a
priori de espacio terapéutico, sino que este se precipita en torno a un evento singular,
que Pakman denomina poético. Este evento, creador de comunidad, permite la apa-
rición de aspectos de la realidad que exceden a la micropolítica dominante promo-
viendo las condiciones relacionales para la apertura a un proceso de imaginación.

Por otra vereda, desde el psicoanálisis relacional, Jessica Benjamin (2004, 2012)
propone pensar el espacio terapéutico bajo la idea de un tercero, lo cual implica
asumir la aporía de una relación entre sujetos que, a la vez que existen de manera
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separada y autónoma, dependen uno del otro para seguir siendo reconocidos en esa
existencia independiente. La terceridad, es un estado posible de la relación, habilitada
por el reconocimiento mutuo entre terapeuta y consultante, que permite sostener
la tensión entre momentos de reconocimiento, quiebre y reparación en la relación
terapéutica, en donde ya no es el uno o el otro el responsable, sino el tercero que
contiene la existencia de ambos. Así, el tercero puede emerger cuando es superada
la complementariedad entre uno que ayuda y otro que padece, para dar lugar al
reconocimiento mutuo, siendo allí posible la emergencia de la creatividad y la expe-
riencia de lo genuino. Para el nacimiento de esa terceridad, Benjamin (2012) señala
como elemento central una disposición terapéutica que radica en el atrevimiento
a situarse en un lugar que incluye no solo la observación y la escucha atenta, sino
también la posibilidad de perderse junto con el otro en el despliegue del encuentro.
Es así como pensar el espacio terapéutico, tanto desde la idea de comparecencia
comunitaria como desde la noción de terceridad, implica que no es algo dado por
el mero hecho del encuentro, sino que es un emergente singular y, por tanto, dis-
continuo. Desde acá la importancia de investigar sus atributos en profundidad y en
atención a la singularidad de cada encuentro.
Toda relación entre per-
sonas es un intercambio Investigar la singularidad del encuentro
dialógico de múltiples voces, La investigación en psicoterapia tiene como objeto de estudio el espacio terapéutico,
tanto en el diálogo interno el cual excede a cualquier representación definitiva o estable que pueda hacerse
como en el que ocurre entre de él. Entonces ¿cómo dar cuenta del espacio terapéutico sin reducirlo a categorías
los hablantes. La compren- abstractas que lo despojen de su naturaleza procesual e indeterminada? ¿Cómo dar
sión consiste en un proceso cuenta de ese espacio en donde acontece la singularidad de un encuentro entre su-
permanente de regulación
jetos en una relación de ayuda?
y desregulación mutua que
posee una lógica dialéctica y
precisa de tensión y oposi­ Desde una perspectiva dialógica, las palabras del consultante nunca están solas,
ción para avanzar (Marková, sino que viven en medio de un interminable proceso de diálogo con otras palabras,
2003; Valsiner, 2002). previas o por venir. Cada palabra enunciada es una toma de posición intencional di-
rigida a otro a quién responde (Bajtín, 1989). Así, desde el comienzo todo enunciado
está determinado por el otro, siendo imposible distinguir y separar el proceso de
comprensión en unidades discretas. Toda relación entre personas es un intercambio
dialógico de múltiples voces, tanto en el diálogo interno como en el que ocurre entre
los hablantes. La comprensión consiste en un proceso permanente de regulación y
desregulación mutua que posee una lógica dialéctica y precisa de tensión y oposi-
ción para avanzar (Marková, 2003; Valsiner, 2002).

Investigar el espacio psicoterapéutico implica entonces asumir que no existe tera-


peuta ni investigador que pueda dar cuenta de la complejidad del acontecimiento del
encuentro; que un solo punto de vista no puede sintetizar aquello que transcurre en
este espacio, más bien, un reparto coral e interminable de voces y puntos de vista
que se despliegan con diferente intensidad y ritmo a lo largo de los encuentros. Así,
tras una definición, se presenta algo diferente, un punto de vista que se desplaza y
que fisura esa “integridad narrativa” que por momentos se creyó haber tenido; por
lo cual, el ejercicio de investigación en psicoterapia debe ser liberado de la exigencia
de representar definitivamente al consultante y su experiencia para que, en lugar
de ello, pueda aparecer toda la complejidad de la escena: investigador/participante/
relación de investigación. Esto es, que en esta escena el investigador debe tomar
el lugar de participante implicado que escucha esa pluralidad (Arfuch, 2002) y pro-
blematiza su propia participación y las condiciones de posibilidad de aquello que
acontece en la aporía de lo dicho y lo indecible.

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Besoain, C., Cuevas, P., Araya, C., Angulo, S., & Morales, R. PSICOLOGÍA
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Asimismo, investigar el espacio terapéutico es también disponerse a escuchar el


sufrimiento. Desde la perspectiva de la investigación antropológica, Frank (2001)
reflexiona sobre la imposibilidad de circunscribir la experiencia de sufrimiento a
categorías finitas y conclusivas. La tarea del investigador consiste en analizar crí-
ticamente las condiciones que causan sufrimiento, de modo que esas condiciones
puedan ser cambiadas y se produzca el alivio. Se trata de un abordaje que evita
someter la experiencia singular, local y situada en categorías generales y descon-
textualizadas, para, en su lugar, y siguiendo a Lévinas (2001a, 2001b), dar cuenta de
la experiencia del encuentro con el rostro, o en palabras de Orange (2013) con ese
desconocido que sufre.

Pregunta y objetivos de investigación


La pregunta que guió y articuló el proceso de la presente investigación fue: ¿Cuáles
son y cómo operan las prácticas terapéuticas que promueven movimientos entre
micropolítica y poética en la relación del consultante con su problema?

Esta pregunta permitió dar cuenta del espacio terapéutico, poniendo el foco en los
movimientos del terapeuta, entendidos estos como parte de una escena completa,
donde no es posible aislar la triada terapeuta/consultante/relación terapéutica. Si
bien, este estudio se concentró en la observación de movimientos que se distinguieron
como propios del terapeuta, del consultante y/o del espacio relacional, lo mismos
resultan ininteligibles si no se asume una perspectiva relacional, en la que las acciones
discretas de cada singularidad se hallan siempre concatenadas, dirigidas y en com-
parecencia ante otras presencias del espacio terapéutico. Además, en este espacio
intervino un cuarto elemento: el equipo de investigación que trabajó tras el espejo
unidireccional1 como testigo y participante del diálogo entre consultante y terapeuta,
de modo que su escucha y experiencia también fueron registradas a lo largo del
proceso de investigación. Estos múltiples aspectos fueron organizados en torno a
tres dimensiones emergentes del trabajo reflexivo del equipo y que constituyeron
los objetivos específicos de la investigación, a saber, campo atencional, actitud y
técnicas terapéuticas.

1. Identificar el campo atencional que participa en la promoción de movimientos entre


micropolítica y poética en la relación que se establece en el diálogo terapéutico con
el problema.

2. Distinguir las actitudes que participan en la promoción de movimientos entre mi-


cropolítica y poética en la relación que se establece en el diálogo terapéutico con el
problema.

3. Caracterizar las técnicas terapéuticas que participan en la promoción de movi-


mientos entre micropolítica y poética en la relación que se establece en el diálogo
terapéutico con el problema.

Campo atencional
En el encuentro con el otro aparecen territorios singulares imposibles de representar
en su totalidad. Se trata de texturas del encuentro, señales sutiles como un gesto,
una o varias palabras, un tono de voz, que indican la existencia de estos territorios
que imantan la atención de quién escucha. Estos “atractores” pueden hacer referencia
al contenido de lo dicho, a la forma de lo dicho, a los silencios o cualquier otro aspecto
de la materialidad del decir de la sesión, así como a las sensaciones, imágenes, aso-
1. El espejo unidireccional o cámara Gesell es usado con frecuencia en terapia familiar y en intervenciones de tradición sistémica.
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ciaciones, que son mutuamente provocadas durante la sesión. Proponemos que el


modo en el que transcurren las dinámicas de atención guía y orienta los movimien-
tos en el diálogo terapéutico; es decir, que el campo atencional opera como aquel
horizonte de sentido que se abre en la singularidad del encuentro terapéutico convo-
cando un interés genuino por parte de los participantes. Diremos además que es un
campo que atrae las miradas y no un foco que designa la mirada, dado que su exten-
sión siempre resulta indeterminable a priori y discontinua de cualquier premisa de
quienes comparecen. El campo atencional se revela así en el encuentro terapéutico
de personas que se arrojan a una comparecencia, tensionando la continuidad domi-
nante de cualquier relato y desencadenando desde ahí un territorio singular para la
relación terapeuta consultante.

Actitud
Entendida como el despliegue estético-corporal, espacial, que acompaña el acontecer
del campo atencional. Esta dimensión es crucial en la conformación de la relación
terapéutica, al afectar el modo particular como cursa la regulación mutua de los par-
ticipantes del diálogo terapéutico. En esta dimensión cabe registrar aspectos tales como
las modulaciones emocionales, los gestos, los movimientos corporales, la modula-
La actitud terapéutica, como
ción entre cercanía y distancia, las pausas, el tono y el ritmo en la voz del terapeuta,
modo del despliegue estéti- así como las respuestas que aquel modo singular de manifestación del terapeuta va
co de terapeuta y consultan- teniendo en el modo de presentarse del consultante y viceversa. Esto va dando lugar
te, convoca un espacio para a una estética, o cualidad formal en tanto totalidad, de la relación terapéutica (Bate-
el encuentro cuya singula- son, 2002). La actitud terapéutica, como modo del despliegue estético de terapeuta
ridad resulta tan indetermi- y consultante, convoca un espacio para el encuentro cuya singularidad resulta tan
nada como discontinua de indeterminada como discontinua de cualquier a priori teórico o premisa individual;
cualquier a priori teórico o por ello, esta actitud, si bien puede conllevar un entrenamiento, implica desmontar
premisa individual; por ello, ciertos estilos específicos. Bajo el supuesto de la terapia como evento singular, la
esta actitud, si bien puede
actitud terapéutica debe acompañar el horizonte de atención del espacio terapéutico
conllevar un entrenamiento,
implica desmontar ciertos
desde lo que Pakman (2014) refiere en ocasiones como “tomar el pulso de la sesión”.
estilos específicos.
Técnica
Por último, las técnicas desplegadas configuran otra dimensión de este diálogo. Si-
guiendo la clásica distinción de Heidegger (1994) sobre el problema de la técnica
moderna, atendemos a la noción de técnica no como un mero conjunto de opera-
ciones terapéuticas de orden antropológico-instrumental, referidas a una operación
efectuada para conseguir un fin discreto, sino más bien al valor poiético o productivo,
de tales operaciones. Es decir, aquella acepción de técnica como una operación que
señala una forma de estar en el mundo, en este caso, una forma de estar en la re-
lación terapéutica. Nos referimos así en particular a los movimientos del terapeuta
que, conjugados en la comparecencia con el consultante, provocan el surgimiento
de algún aspecto de la realidad del encuentro mediante una operación particular. En
esta dimensión cabe registrar todo el repertorio de preguntas, señalamientos, in-
terpretaciones o movimientos realizados por el terapeuta con la intención de hacer
notar aquellos aspectos de la experiencia que se encuentran en los bordes de los
guiones micropolíticos y que pudieran abrir el espacio terapéutico a nuevos eventos
de sentido. En definitiva, la técnica remite efectivamente a operaciones parciales,
modulada el campo atencional y la actitud.

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Método
Participantes
Los participantes de la investigación fueron una díada terapeuta/consultante, cuyo
diálogo terapéutico fue videograbado y observado por el equipo de investigación en
una sala con espejo unidireccional durante seis sesiones.

El consultante fue invitado a participar luego de la sesión de recepción, que es parte


de los protocolos institucionales del CAPS2. Los criterios de inclusión fueron a) per-
sona adulta y b) indicación de terapia individual. Y los criterios de exclusión fueron:
a) motivo de consulta de alta complejidad, expresado en un nivel de funcionamiento
grave según la evaluación de la actividad global DSM IV, o bien que el caso se encon-
trara judicializado.

La terapeuta participante era miembro del equipo de investigación Aporesis, quien


al momento de la investigación tenía tres años de experiencia profesional y estaba
cursando una Maestría en Psicología Clínica de Adultos. Los criterios de inclusión
fueron: a) participación en la fase de formación del equipo Aporesis durante al menos
un año y b) con voluntad de continuar el proceso terapéutico luego de finalizar la
investigación3.

Producción de datos
Una de las técnicas de producción de datos utilizada fue la observación participante
(Kawulich, 2005), guiada por tres objetivos de investigación, que ayudaron a orien-
tar y direccionar la observación del equipo durante el proceso terapéutico: campo
atencional, actitud y técnica. El registro de las dimensiones se realizó a partir de
pautas de observación (ver Tabla. 1), en una sala con espejo unidireccional (Cámara
de Gesell). La perspectiva dialógica (Bajtín, 2003) permitió registrar múltiples voces
en una misma conversación, es así como el equipo de investigación se coordinó para
observar el espacio terapéutico desde distintos niveles, es decir, una parte del equipo
orientó la observación hacia el terapeuta, otra parte orientó la observación hacia el
consultante, y una tercera parte orientó la observación a las cualidades estéticas de
la sesión como terceridad o totalidad. Todas las sesiones fueron videograbadas y
transcritas para su posterior análisis.

Otra técnica de producción de datos fue la entrevista reflexiva (Denzin, 2001). Al fi-
nalizar cada una de las seis sesiones se realizó una entrevista con la terapeuta (ver
Tabla 2), en la que participó todo el equipo de investigación, con la finalidad de re-
construir lo que Rober (1999), desde una perspectiva dialógica, denominó la conver-
sación interna del terapeuta a lo largo de la sesión. Se hizo énfasis en la indagación
respecto al proceso atencional y de construcción de hipótesis que orientó los movi-
mientos actitudinales y técnicos de la terapeuta. Para dar lugar a esta conversación,
se le solicitó evocar sus estados de ánimo, emociones, asociaciones, recuerdos e
imágenes a lo largo de cada sesión. La escucha del equipo y sus reflexiones enrique-
cieron aquello relatado por la terapeuta respecto a su conversación interna. Se dio
paso, de este modo, a la reconstrucción de una conversación interna a varias voces,
tanto la voz de la terapeuta como la voz del equipo detrás del espejo que, a modo de
un coro griego, complementó y profundizó la comprensión de aquello señalado por
la terapeuta.

2. Centro de Psicología Aplicada, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.


3. Es importante aclarar en este punto que la participación en la investigación implicó que el proceso terapéutico fuese gratuito.
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Tabla 1. Pautas de observación

Pauta observación Descripción


Datos de Identificación (apartado común a las tres pautas)
Número de sesión:
Fecha de la sesión:
Duración de la sesión:
Participantes de la sesión:
Investigador que observa:
Al Terapeuta
1. Sobre el terapeuta
1.1 Relación que establece con el relato de la queja
1.2 Relación que el terapeuta establece con aquello que está fuera del
relato de la queja
1.3 Tono emocional, corporalidad y gestualidad del terapeuta a lo largo de
la sesión. Registrar momentos, cambios y su relación con el devenir del
diálogo terapéutico
2. Sobre el consultante
2.1 Tono emocional, corporalidad y gestualidad a lo largo de la sesión.
Registrar momentos, cambios y su relación con el devenir del diálogo
Al consultante
terapéutico
2.2 Relación que establece con lo que va proponiendo el terapeuta
2.3 Relación que establece con la queja
3. Sobre la sesión
3.1 Comentarios sobre la estética de la sesión: pautas formales que co-
Cualidades estéticas
nectan una parte con otra
de la sesión
3.2 Comentarios sobre el contenido dialógico de la sesión: de que se trató
la sesión

La pregunta inicial a la terapeuta apuntó a las impresiones generales de la sesión en


cuestión y en torno a este punto se fueron abriendo comentarios en relación con lo
observado, lo que dio lugar a la reflexión conjunta. En este sentido nos identificamos
con el trabajo desarrollado por Andersen (1987), en la medida en que esta técnica
facilita el surgimiento de una “conversación sobre la conversación”, en un espacio de
respeto y creatividad. Es así como la entrevista a la terapeuta fue un dispositivo me-
todológico que funcionó simultáneamente como estrategia de producción de datos
para la investigación y sesión de supervisión del caso, dando insumos a la terapeuta
para la realización de las siguientes sesiones.

Sumado a lo anterior, al finalizar las seis sesiones planificadas para la observación


del proceso terapéutico, se realizó una entrevista con el consultante (Ver Tabla 3).
Esta opción metodológica tuvo como punto de partida la consideración de la asime-
tría existente en la relación entre investigadores y participantes relativa a las micro-
políticas del saber académico (Frank, 2001), abriendo el diálogo a la incorporación
de la voz del consultante; y además de permitirnos escuchar las resonancias del
proceso desde su experiencia, constituye un gesto ético-político, al instalar la cons-
trucción del conocimiento en el marco de una ética democratizadora, que no niega la
asimetría inevitable en la relación pero se propone incorporar la voz del participante
en el reparto de voces que componen el coro de esta investigación.

Entre los aspectos abordados en esta entrevista al consultante, se encuentran la


historia de su proceso terapéutico, poniendo el foco en su experiencia de “estar en
terapia”, los momentos o hitos de mayor importancia dentro del proceso y el impacto

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del proceso en su vida. También se exploró la relación establecida entre consultante


y terapeuta, así como entre el consultante y el equipo tras el espejo, y las posibles
dificultades que en el proceso terapéutico se pudieron presentar al consultante.

Tabla 2. Guion de entrevista a la terapeuta

Guion de entrevista a la terapeuta


1) Impresiones generales espontáneas sobre la sesión
2) Distinción de momentos y giros de la sesión
3) Deconstrucción de momentos o hitos de la sesión (conversación interna de la terapeuta)
a) Relación con el momento (emociones, pensamientos, imágenes)
b) Intervenciones/prácticas (campo atencional, técnica, actitud)
c) Intencionalidad
4) Otros comentarios del terapeuta (tanto de la sesión como de la entrevista)
5) Sugerencias para el proceso terapéutico en los términos de la investigación

Tabla 3. Guion de entrevista al consultante

Guion de entrevista al consultante


A. Consigna amplia: “Cuénteme la historia de su proceso psicoterapéutico”

B. Conversación respecto de momentos o hitos relevantes del proceso terapéutico: ¿Cuénteme


respecto de momentos o hitos relevantes de su proceso terapéutico?

C. ¿Qué cree usted que intentaba/pensaba su terapeuta [en esos momentos]? ¿Cuál cree
usted que era el objetivo de su terapeuta en esos momentos?

C. ¿Experimentó algún momento difícil, incómodo?

D. ¿Como fue para usted atenderse en una sala espejo con un equipo que observa?

E. Después de esta experiencia, si alguien le preguntara, ¿De qué se trata venir a terapia, que
le responde?

F. Otros comentarios que le parezcan relevantes: que más le gustaría decir sobre su expe-
riencia, que se pudo quedar en el tintero

A. Si pudiera poner en alguna imagen su terapia, ¿Cuál sería?

Análisis de datos
Una vez concluido el proceso de observación de sesiones y de entrevistas, todo el
material construido, a saber, pautas de observación y transcripciones de cada se-
sión, transcripciones de las entrevistas reflexivas a la terapeuta y al consultante, fue
analizado, siguiendo a Cornejo, Faúndez y Besoain (2017), desde una intencionalidad
analítica que promovió procesos de reflexividad, una aproximación polifónica a los
textos y una relación creativa con la escritura. En esta etapa participó todo el equipo
Aporesis, incluida la terapeuta del caso. Se implementó un análisis inspirado en la
perspectiva dialógica de Bajtín (1989, 2003) descrita en los antecedentes, lo que
promovió una apertura de la escucha de los relatos de manera de hacerla plural
(Arfuch, 2002) y puso atención en las siguientes dimensiones:

• Lo dicho: contenidos, temáticas privilegiadas, escenas o hitos significativos de las


sesiones.

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• Cómo fue dicho: forma y organización del diálogo, ritmo entre lo dicho y los silen-
cios, temporalidad predominante y sus variaciones, tono emocional, corporalidad,
gestualidad, quiebres en el contenido y el tono de la narración, lapsus o errores,
momentos de tensión, de impasse o dificultades en el diálogo.

• Alteridad constitutiva del decir: atención a lo no dicho pero supuesto, al entramado


de voces, figuras y narrativas que sostuvieron el diálogo y a las cuales consultante y
terapeuta estaban respondiendo. Siguiendo las propuestas de Haye y Larraín (2010)
se distinguió en dos niveles: (1) el nivel de la relación consultante-terapeuta (¿desde
qué posiciones se ubican para hablar paciente y terapeuta en el encuentro terapéu-
tico?) y (2) el nivel del tercero estructural o campo de interlocución (¿qué voces o
figuras o narrativas están sosteniendo desde lo implícito encuentro terapéutico?).

El procedimiento analítico fue organizado en dos fases, una singular y otra trans-
versal (Cornejo, 2006). La fase singular dio lugar a seis informes, uno para cada
sesión de psicoterapia. Cada informe inició con una breve descripción de la sesión,
posteriormente desarrolló aspectos ligados a los contenidos abordados en la sesión,
su estética, hitos o momentos relevantes y una imagen que diera cuenta de aquello
que no fue posible representar de la sesión por medio de palabras. La segunda parte
de este informe registró los análisis relativos al campo atencional, la actitud y las
técnicas desplegadas en el diálogo terapéutico, en tanto articuladores de movimien-
tos entre lo micro-político y lo poético durante el proceso. En un apartado final se
registraron algunas hipótesis y reflexiones que, por su cualidad o recurrencia, fue-
ron consideradas como transversales al estudio. Estas daban pistas sobre aspectos
más amplios a la especificidad de esa sesión y permitían responder los objetivos
generales del estudio.

Por otra parte, la fase transversal del análisis se adelantó como un proceso de diá-
logo entre los seis informes de sesión y los objetivos de la investigación. Para esta
fase los miembros del equipo de investigación se reorganizaron en tres sub-equipos
de trabajo, cada uno destinado a analizar uno de los objetivos específicos de in-
vestigación, sin perder de vista la pregunta de investigación como totalidad. Cada
sub-equipo realizó una lectura transversal del material recopilado en torno a la di-
mensión asignada, lo que dio paso a un nuevo diálogo sobre el cual fueron surgiendo
propuestas comprensivas, para dar respuesta al objetivo principal. Posteriormente,
esta propuesta se presentó al equipo en su totalidad, en forma de esquema o figura
conceptual-visual, abriéndose así un espacio para la reflexión conjunta.

Aspectos éticos
La presente investigación se sometió a una constante reflexión ética y se siguieron
todos los protocolos del CAPS de la Universidad de Chile y de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Chile para la realización de investigación. Antes de
comenzar, ambos participantes revisaron y firmaron los documentos de consen-
timiento informado y cualquier pregunta que tuviese durante todo el proceso fue
debidamente aclarada. Su participación fue libre y voluntaria, no condicionaba su
atención en el CAPS, y podía suspenderla en cualquier momento sin ningún perjuicio.
Para resguardar la confidencialidad los nombres reales fueron cambiados por seu-
dónimos.

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Resultados
A continuación, expondremos algunas pistas relativas, a modo de muestra, del tipo
de hallazgos y reflexiones que este dispositivo metodológico clínico permite producir,
poniendo el foco en las implicancias para la investigación y la formación.

Una escena terapéutica: de la micropolítica del rehabilitado a la poética del extraño


Guillermo (G) de 38 años llega a consultar al CAPS con la motivación de mejorar la
relación con su esposa Julia de 32 años. El consultante había regresado reciente-
mente a su casa tras una separación matrimonial de algunos meses y la consulta
psicológica era parte de los compromisos adquiridos con su esposa. Su relato inicial,
con el que se presenta a la terapeuta en la primera sesión, se articula en torno a
un consumo de marihuana de larga data y al que él refiere como “malas actitudes”
vinculadas al consumo. Se muestra arrepentido y dispuesto a cambiar, quiere hacer
todo lo que sea necesario para mantenerse estable en su relación de pareja.

G: (…) llevo tres meses sin consumir nada o sea yo desde que empecé con la
otra psicóloga y bueno pasé la crisis matrimonial por decirlo así, mi separación,
yo me fui a vivir con mi hermana. Yo creo que eso me ayudó mucho porque mi
hermana ha sido de las únicas personas que yo he tenido cerca, que me ha
apoyado me ha ayudado, ha sido como una madre para mí, tuve muchas con-
versaciones y ella me orientó mucho (…) Llevo tres meses sin consumir, me
he sentido bien, de hecho me siento como con más energía por decirlo así, con
más ánimo de hacer las cosas que antes, y no he notado tampoco cambios en
mi actitudes sino todo lo contrario, no sé porque será, yo lo relaciono quizás
con el consumo o quizás no tiene ningún tipo de relación y es parte de mi per-
sonalidad, no sé yo (Fragmento de la primera sesión).

El equipo ubicado detrás del espejo escuchó el relato de Guillermo como el guion de
un exadicto, un rehabilitado que busca recuperar la confianza de quienes lo rodean,
y resaltó el insistente esfuerzo de Guillermo por dar cuenta de sus cambios. Esta
insistencia fue escuchada como la revelación de un miedo, que inspiraba un movi-
miento: Guillermo no quiere perder a su familia, le aterra la posibilidad de separarse
de sus hijos.

En la entrevista con la terapeuta, posterior a la primera sesión, el equipo produjo


algunas imágenes que parecen expresar la textura de la escena terapéutica. Se trata
de Guillermo caminando sobre una cuerda floja, haciendo tremendos esfuerzos para
no caer a un agua llena de peligros. Sus esfuerzos actuales para dejar de consumir,
y suspender sus “malas actitudes”, son sentidos como los pasos inestables de un
trapecista que camina focalizado en un solo objetivo: no caer de la cuerda. El equipo
escuchó, así, una importante fragilidad y la presencia de un riesgo potencial en los
esfuerzos de Guillermo por mantenerse indemne en ese camino.

Vinculada a lo anterior, a partir de la entrevista a la terapeuta, también surgió la


imagen de un niño escondido bajo la piel de ese hombre grande y algo tosco que se
presenta en la sesión. El consultante era un hombre algo robusto, sin embargo, tanto
la terapeuta como el equipo detrás del espejo coincidieron en sentirse a ratos ante
la presencia de un niño frágil a punto de llorar.

En otro momento de la primera sesión Guillermo asocia su consumo de marihuana a


algunos momentos de angustia. Relata entonces su constante necesidad de sentirse
importante para el otro. Relaciona sus angustias con la frialdad e indiferencia de su
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mujer, de quién siente se ha alejado mucho los últimos años. Cuenta que su esposa
le exige de mala manera más colaboración en las tareas de la casa y la crianza, y
relaciona su consumo de marihuana a esos momentos, en los que su mujer lo hace
sentir como un extraño.

G: Prácticamente cuando yo tenía conflictos con ella, como que ella se olvidaba
de todo lo que uno había vivido y todo lo que uno sentía y como que me trataba
como si yo fuera un extraño. O sea, no sé si odio, pero si con mucha mala onda,
que yo consideraba que poniendo la balanza y decía pucha yo lo que hice no vale
como ella me está tratando por decirlo así (Extracto primera sesión).

En la segunda sesión, la terapeuta le pidió a Guillermo que le hable sobre esa ne-
cesidad de sentirse importante para otro. Apareció entonces la historia de su rela-
ción con su padre, un hombre de las fuerzas armadas, severo y frío, que en varias
ocasiones ejerció violencia física con su hermano. A sus trece años se separó de su
madre y se fue a vivir al sur con su nueva esposa, una mujer dura que manifiesta
abiertamente su molestia por la presencia de Guillermo en la nueva vida conyugal.

G: (…) por darte un ejemplo a los nueve años mi hermano le sacó una botella
de whisky a mi papá y cuando mi papá se dio cuenta que le había abierto
el whisky le saco pero cresta y media, o sea lo metió a la ducha helada y le
empezó a dar con una guasca de esta pa’ pegarle a los caballos -porque a mi
papá le gustaba andar a caballo- y obviamente bueno el agua helada no te
deja marcas (…).

T: ¿A ti te daba pena, miedo?

G: Sí, mucho, mucho porque yo veía la agresividad de él y no, no comprendía.

T: Mm, ¿qué no comprendías?

G: Que un padre pueda ser tan (se emociona, llora) agresivo y ‘puta’(sic) y a pesar
de eso, mi hermano siempre fue muy unido a mi padre, de hecho, cuando mis
papás se separaron, él se fue a vivir con él.

G: Y después tuvieron conflictos sobre todo con la esposa de mi papá y yo


también tuve un par de conflictos con la esposa de mi papá porque bueno, la
señora no era muy cariñosa con nosotros. Ahora quizás yo puedo comprender
un poco, pero era, era mala con nosotros, nos trataba de alejar de nuestro
padre, y bueno yo le comentaba a mi papá esas situaciones (…) Yo se lo decía
a mi papá, y mi papá nunca hizo nada, o sea ni siquiera nos sentó a conversar
todos, él se hacía el loco no más (Extracto segunda sesión).

En medio del relato, Guillermo narró una escena que para la terapeuta resultó espe-
cialmente importante, a través de la cual vió con mucha nitidez al niño frágil imaginado
por el equipo, la anterior escena de Guillermo con su esposa y el significante “extraño”:

G: Estaba de vacaciones. La hora de almuerzo siempre ellos almorzaban a


la una y media, entonces yo bajaba a la una y media y bueno yo la ayudaba
antiguamente a poner la mesa cosas así ‘po’, y me di cuenta de que no estaba
el servicio de mi puesto ‘po’, cuando yo generalmente me sentaba y estaba el
servicio de mi papá y la señora de él, y el de mi hermano chico en ese tiempo
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(…). Claro, empezó con ese desaire, de no haber el puesto, mi puesto de comida
y bueno yo le pregunté y le dije: “Eh Patricia” le dije, bueno yo le decía tía, “Tía
Patricia, eh, ¿qué pasa con mi puesto, lo pongo yo?”, “No, no pongas ningún
puesto porque tú no estás considerado en el almuerzo”. Bueno mi papá no es-
taba en ese momento. Y le dije “Bueno y por qué no estoy considerado”, y me
dijo “No porque yo no quiero que estés más acá, estoy ‘chata’ de que tu vengas
para acá a pecharme”. Entonces me empezó a refregar muchas cosas. Yo tenía
16 años más o menos, y en eso llegó mi papá.

T: ¿Qué hiciste tú? ¿Cómo reaccionaste a eso?

G: No, yo me quedé para adentro, o sea y como te digo yo soy súper sensible,
entonces me dio pena como ella estaba siendo conmigo, porque yo no había
hecho nada. Entonces yo le decía “Pero explíqueme por qué está haciendo
esto conmigo”, y ella dijo “Es que estoy cansada de que ustedes vengan y que
por culpa de ustedes yo tengo conflictos con tu papá”. Y en eso llegó mi papá,
entonces yo le dije “Bueno dígame lo que usted me está diciendo en frente de
mi papá”, y ahí me empezó a lanzar todas las cosas que me había dicho delante
de mi papá, y ahí miré a mi papá y le dije “Bueno papá no sé tu qué tienes
que decir, porque yo no he hecho nada para que la tía esté así, yo siempre he
seguido las reglas de la casa, siempre he hecho lo que me han pedido cuando
vengo para acá”.

T: ¿Tú estabas llorando?

G: Sí, sí, “Y yo nunca le he faltado el respeto a tu señora, ella me está faltando


respeto y no sé que vas a hacer tú”. Y bueno mi papá me miró y me hizo así
(sube los hombros en un gesto de “nada que hacer”) y dije “Bueno entonces
voy a agarrar las cosas y me voy a ir”. Y agarré mis cosas y me fui donde mi
hermano. Obviamente que yo le conté a mi hermano, mi hermano me contuvo
y me dijo “Oye no te preocupes si esa señora tiene un problema hormonal” me
dijo, “No sé pero es media ¿??, así que no te preocupes” y yo le dije “No si a mí
lo que más me duele le dije es que el viejo estando ahí no fue capaz ni siquiera
de decirle Patricia cállate, tranquila y conversemos bien las cosas”.

T: “Es mi hijo, y tiene el derecho de almorzar acá…”.

G: Claro, me hizo sentir como que yo… no era parte de él.

T: ¿Sabes que estaba pensando? Que te hizo sentir como un extraño.

G: Claro, y eso sí me dolió mucho… (Extracto segunda sesión)

Durante la entrevista a la terapeuta el equipo reflexiona respecto de esta intervención,


y la describe como un momento de mucho sentido, en el que se pudo tocar una dimen-
sión singular de la experiencia de Guillermo. La palabra “extraño” se reveló como un
atractor que capturó el campo atencional de todo el equipo de investigación, comen-
zando una progresiva asociación de esa palabra a múltiples escenas narradas por el
consultante.

Al menos yo lo vi, y creo que varios de nosotros lo vimos, que te pasó algo con
lo del extraño ¿No?, la figura del extraño, ¿No?, que se apareció en varios mo-
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mentos. Primero empezó a aparecer en la relación con el papá. Luego aparece


cuando te cuenta sobre su entrada al colegio nuevo, también ahí hablaba de
volver a sentir todo extraño (Extracto Entrevista a la Terapeuta 2).

Por su parte, en la entrevista del equipo de investigación con el consultante, este


señaló la importancia de la relación con la terapeuta, a quién situó en un lugar, sobre
todo, fraternal. Esta cualidad la asoció a su habilidad para mantener una delicada
tensión entre, por una parte, presentarse como un sostén emocional, y por otra, sin
dejar de insistir en la indagación de historias dolorosas, como la historia de la rela-
ción con su padre.

La experiencia de Guillermo fue imaginada por el equipo como la de un niño que, de


la mano de la terapeuta, entra en los diversos registros de la palabra “extraño”, en lo
que parece ser la huella de su herida infantil más dolorosa. Esa entrada hizo posible la
La presente investigación diferenciación entre su historia de hijo y su posición actual de padre. El reconocimiento
contempló un diseño me- de su dolor infantil, a través de la palabra “extraño”, hizo posible la recuperación de la
todológico que permitió la temporalidad interrumpida por el trauma de la falta de reconocimiento y maltrato
ob­servación y análisis del paterno, reeditado en la relación actual con su esposa.
diálogo terapéutico en tanto
evento poético, de un modo La terapeuta visibilizó los diversos registros de la experiencia de sentirse tratado
que no restringió lo atendi- como “extraño”, tomando el pulso de las sesiones desde el horizonte -poética del
ble a la pura dimensión del
extraño- en vez de aquella representación ofrecida a priori por el consultante bajo
significado y se abrió hacia
la comparecencia comunita-
una micropolítica del rehabilitado. De este modo, el evento singular de la terapia se
ria inherente a un encuentro desplegó a través de actitudes de la terapeuta que se ofrecían estéticamente a la
singular (Pakman, 2014); tensión extraño-cercano, como por medio de técnicas específicas -preguntas re-
esto es, propició la construc- flexivas, trabajo de imágenes, entre otras- que siguieron las huellas de ese atractor
ción de conocimiento reflexi- a lo largo de su historia. El tránsito temporal entre pasado y presente hizo posible a
vo, dialógico, sin clausurar la Guillermo la experiencia de un alivio, al desanudar las escenas del presente con las
experiencia de los partici- de un pasado que reverberaba desde lo no dicho, e insistía en volver a la presencia
pantes en categorías extra en sus relaciones actuales.
locales (Frank, 2005).

Discusión
La presente investigación contempló un diseño metodológico que permitió la ob-
servación y análisis del diálogo terapéutico en tanto evento poético, de un modo
que no restringió lo atendible a la pura dimensión del significado y se abrió hacia
la comparecencia comunitaria inherente a un encuentro singular (Pakman, 2014);
esto es, propició la construcción de conocimiento reflexivo, dialógico, sin clausurar
la experiencia de los participantes en categorías extra locales (Frank, 2005). Para
ello se expusieron, en el análisis de la escena terapéutica, las voces del consultante en
sesión, de la terapeuta en sesión, de la terapeuta en la entrevista posterior, del equi-
po en la reflexión posterior y del consultante en la entrevista final; de modo, que fue
posible aproximarse a la complejidad de la escena terapéutica como acontecimiento
que considera, tanto como excede, lo narrado por el consultante y por la terapeuta,
y cuya textura puede vislumbrarse en los pliegues entre las diferentes voces, imá-
genes y registros que puedan decirse de él y que se sintetizan en su propio pliegue
(Deleuze, 2017).

El análisis expuesto tomó principalmente la forma del diálogo. En este, no se aspira


a conclusiones representacionales, si bien se saturan ciertos significantes en torno a
una diversidad de significados, que asimismo se vinculan a imágenes, afectos y tex-
turas que contribuyen a la aproximación a la dimensión del sentido (Pakman, 2014).
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La presente propuesta articula una metodología reflexiva, que señala un territorio


poético compuesto por palabras, emociones e imágenes. Este territorio sostiene los
procesos de significación del consultante respecto de su paternidad y su relación
de pareja. Las imágenes fueron un recurso que ayudaron tanto a la terapeuta, al
consultante, como al equipo de investigación, a conectarse con la dimensión del
sentido en el encuentro terapéutico, para avanzar hacia procesos de nuevas pala-
bras e imágenes que ampliaron su repertorio. Procesos que fueron presentados te-
rapéuticamente desde su textura vivencial en tanto evento y no simplemente como
“mejores explicaciones” o nuevas narrativas de reescritura. Esta metodología hizo
posible que el sentido se jugara como acontecimiento en un espacio relacional, en el
que se difuminan los límites habituales entre lo individual y lo colectivo, elaborando
comprensiones del caso que fueron un emergente “entre” la experiencia del consul-
tante, la experiencia de la terapeuta y la experiencia del equipo detrás del espejo; el
sentido es, de este modo, acontecimiento en una trama relacional en movimiento,
una comparecencia comunitaria (Pakman, 2014).

La psicoterapia crítico-poética de Pakman (2014) cuestiona la decisión de aproxi-


Tolerar la aporía de la marse a la experiencia del consultante desde respuestas categóricas. Aproximarse
identidad implica atender
a la textura de la experiencia, es decir, su sensualidad, tiene que ver con tolerar la
a sus excesos, entendido
aporía de la presencia, tanto como desincorporar la pretensión de una constitución
como aquellos ámbitos que
se ubican en territorios no coherente, palpable e identificable cual relato definitorio.
colonizados por el signi-
ficado; zonas disponibles, Para dar mayor explicación al concepto de aporía, Pakman (2014) caracteriza meta-
vivas, pero adormecidas, fóricamente la identidad como una construcción de callejones sin salida; esto quiere
amenazadas por la micropo- decir que lo identitario es un hacer y deshacer de continuidades y discontinuidades,
lítica del imaginario social, que precisa de dicha contradicción para existir (Alvis et al., 2013). Señala que no hay
susceptibles sin embargo de solución para evitar la presencia de “lo otro” −la diferencia, la discontinuidad− lo que
ser desplegadas en el regis- por momentos hace de la experiencia algo incoherente o al menos, desconcertante.
tro relacional del encuentro
Tolerar la aporía de la identidad implica atender a sus excesos, entendido como
terapéutico a través de los
aquellos ámbitos que se ubican en territorios no colonizados por el significado; zonas
llamados momentos poéti-
cos (Pakman, 2014). disponibles, vivas, pero adormecidas, amenazadas por la micropolítica del imaginario
social, susceptibles sin embargo de ser desplegadas en el registro relacional del
encuentro terapéutico a través de los llamados momentos poéticos (Pakman, 2014).

Ahora bien, ¿Cómo pensar una formación en psicoterapia que desarrolle la habilidad
de atender a la dimensión del sentido?

Hacernos sensibles implica el coraje de suspender la tentación de denominar o in-


tentar representar cualitativamente la experiencia del otro, para en su lugar habitar
junto con el consultante un espacio solo pensable desde la comparecencia entre
ambos. No es abstracción interpretativa, sino un adherirse a la inmediatez singular,
“al más acá” de la experiencia en el transitar de su proceso mediante la incorpora-
ción de afecciones ubicables en un relato coherente, aunque siempre oscilante en su
naturaleza discontinua. Estas afecciones, que pujan las micropolíticas dominantes
desde lugares tangenciales, se presentan en el encuentro terapéutico con la única
solicitud de ser atendidas más allá de las palabras o narrativas que la contemplan.

En el caso analizado, se evidencian reflexiones en torno a la palabra “extraño”, no


respecto de su significado o del contenido que representa sino respecto de la sen-
sibilidad textural que evoca y convoca en tanto presencia en el espacio terapéutico.
Esta palabra funcionó como atractor en la escucha del sistema terapéutico, inau-
gurando una trayectoria dentro de las muchas posibles en el diálogo. Esta decisión,
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que es única e irrepetible, trajo al encuentro terapéutico la presencia desplazada y


de exceso de dicha palabra, no para resolver sus efectos sino como una invitación
a contemplarlos juntos, terapeuta y consultante, en la eventualidad dialógica que
suscita. En el caso de la presente investigación, se expuso una conversación en la
que el dolor punzante de sentirse extraño fue reconocido e inscrito en relaciones y
situaciones pasadas, para hacer habitable su presente, claro está, siempre en convi-
vencia con el asedio de la representación que, en tanto signo pretende, parafraseando
a Derrida (1993), un “deseo de idioma” sobre la singularidad vivida.

De acuerdo con estos planteamientos, comprendemos la interpretación como un


comentario que es un emergente que toma el pulso de la sesión y aprehende regis-
tros de sentido del encuentro terapéutico. Se trata de dar cuenta de cómo terapeuta
y consultante han sido tocados por su presencia mutua, en un territorio donde el sen-
tido se exscribe (Nancy, 2003) del significado, hallándose en exceso de los guiones
micropolíticos, para transitar en la sensualidad del encuentro terapéutico hacia un
proceso imaginativo (Pakman 2014).

Una psicoterapia críti- Así, una psicoterapia crítico-poética implica estar atentos a la presencia de lo que
co-poética implica estar comparece entre terapeuta y consultante, sin forzar su interpretación en tanto tra-
atentos a la presencia de ducción, ni la ambición de dilucidar su desenlace. Dicha sensibilidad no es un logro,
lo que comparece entre no es el fin de la terapia sino un modo de estar eventualmente en ella, una “estética
terapeuta y consultante, sin de su existencia” -en términos foucaulteanos- que en cuanto tal propone una manera
forzar su interpretación en de habitar el espacio terapéutico.
tanto tra­ducción, ni la ambi-
ción de dilucidar su desen- La metodología de esta investigación permitió exponer los distintos registros impli-
lace. Dicha sensibilidad no
cados en la construcción del espacio terapéutico en tanto comparecencia comuni-
es un logro, no es el fin de
la terapia sino un modo de taria (Pakman, 2014). Desde acá el espacio terapéutico toma lugar como un tercero
estar eventualmente en ella, (Benjamin, 2004, 2012), encuentro entre consultante y terapeuta, donde es superada
una “estética de su existen- la dualidad complementaria yo/tú para dar vida a un espacio otro, que pertenece a
cia” -en términos foucaulte- ambos. Así, los dichos del consultante son puestos en el horizonte de ese espacio,
anos- que en cuanto tal pro- entrando en resonancia con la multiplicidad de voces, imágenes y afectos que han
pone una manera de habitar comenzado a habitar ese espacio a lo largo del proceso terapéutico, y que encuen-
el espacio terapéutico. tran su sentido allí. El equipo de investigación formó parte del espacio y sus voces
también constituyeron el espacio relacional que hizo posible la emergencia del sen-
tido. Fue así un equipo de investigación que no se restringió a la labor de observa-
ción y análisis final, sino que participó en el curso que tomó el proceso terapéutico y
la consideración de sus voces e imágenes fueron fundamentales para la compren-
sión del sentido de lo expuesto en la sesión y el devenir de la terapia.

El diseño de investigación propuesto, en particular los registros de la observación


detrás del espejo y las entrevistas posteriores a la terapeuta y al consultante, se
constituyeron de este modo como dispositivos de escucha (Cornejo et al., 2011) que
articularon tanto la producción como el análisis del material clínico. La escucha que
estos dispositivos habilitaron fue clave para desplegar un proceso recursivo y cir-
cular, tanto el proceso terapéutico como el de investigación en psicoterapia. En este
proceso, tal como señala Creswell (2007) no es posible aislar de modo lineal sus
distintos momentos, tratándose más bien de un proceso en espiral. En este aspecto
seguimos a da Rosa Silva et al. (2014) quienes señalan la importancia de conside-
rar distintas formas de registro cuando el objeto de estudio es la psicoterapia, para
aproximarse desde distintos vértices a aquello que pasa entre terapeuta y consul-
tante. Es importante mencionar que, en la apuesta metodológica por considerar las
diferentes voces, además de hacer justicia al paradigma relacional de la escena
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terapéutica, se sostiene también una ética particular, que Orange (2013) ha dado en
llamar hermenéutica de la confianza. Sin desatender las condiciones de producción
relacional y material del habla del consultante y del equipo terapéutico, sus voces
son consideradas como voces autorizadas en el proceso de investigación clínica y
en su análisis.

Conclusiones
La psicología clínica, en general, y la psicoterapia sistémico-relacional, en particular,
tienen el desafío clínico y ético de desarrollar conocimiento que, a la vez de someterse
al rigor científico, promueva el rescate de la singularidad del encuentro terapéutico
desde una dimensión antropológica crítica de la praxis terapéutica. Este trabajo quie-
re contribuir a ese desafío, proponiendo una metodología de investigación que busca
acercar los límites entre los procesos de investigación y los procesos clínicos. Esto nos
parece de especial relevancia para la generación de conocimiento en psicología clínica
donde, creemos, los procesos de investigación pudieran ser en sí mismos espacios
con un gran potencial formativo para las habilidades terapéuticas. Es de hecho un ob-
jetivo de este trabajo, dar a conocer una experiencia de investigación en psicoterapia
que pueda tener rendimientos para la formación de terapeutas, al proponer una me-
todología que, en su recursividad, pueda servir a un doble propósito: la investigación
y la formación.

Agradecimientos
Agradecemos al Concurso de Apoyo a la Investigación para Académicos del Depar-
tamento de Psicología 2013, de la Universidad de Chile. También agradecemos los
valiosos comentarios del profesor Marcelo Pakman y de los miembros Equipo Apo-
resis en la escritura y revisión de este trabajo. De manera muy especial queremos
agradecer a los participantes de esta investigación, por permitir adentrarnos en la
delicada intimidad de su diálogo terapéutico.

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