Alonso Berruguete
Alonso Berruguete
Alonso Berruguete
CUADERNO DE VIAJE1
Manuel Arias Martínez
Museo Nacional de Escultura
ABSTRACT
The personality of Alonso Berruguete can not be understood without his soggiorno italiano. The journey of
formation and study will explain his particular style. The possibility of seeking his sources of inspiration and
the use of models allows us to reconstruct his travel notes and helps us to understand their language.
RESUMEN
La personalidad de Alonso Berruguete no se puede entender sin su soggiorno italiano. El viaje de formación
y de estudio explicará su particular estilo. La posibilidad de buscar sus fuentes de inspiración y el uso de
modelos permite reconstruir su cuaderno de viaje y ayuda a entender su lenguaje. del sitio.
KEY WORDS
PALABRAS CLAVE
1
El grueso de este trabajo, con ligeras modificaciones incidiendo en la temática del viaje, está tomado de
ARIAS MARTÍNEZ, M.: Alonso Berruguete. Prometeo de la escultura, Palencia, 2011; donde se actualiza la
figura del artista y su obra.
este modo, cada vez se perfila como más necesaria la posibilidad de ir reconstruyendo lo
que tuvo que ser su cuaderno de viaje, su colección de bocetos, de apuntes o de modelos
tridimensionales, que después iba a citar de forma literal o a utilizar como punto de partida
de un catálogo lleno de personalidad.
Por esto, y en el sentido que proclamaba Francisco de Holanda en 1548, poniendo
el juicio en boca del mismo Miguel Ángel, Berruguete puede ser considerado como un
verdadero artista italiano con nombre español: “Así afirmo que ninguna nación, ni gente
(dejo estar uno o dos españoles) puede perfectamente hurtar ni imitar el modo de pintar de
Italia, que es lo griego antiguo, que luego no sea conocido fácilmente por ajeno, por más
que en eso se esfuerce y trabaje. Y si por algún grande milagro, alguno viniere a pintar
bien, entonces, aunque no lo hiciese por remedar a Italia, se podrá decir que solamente
pintó como italiano. Ansi que no se llama pintura de Italia cualquier pintura hecha en
Italia, sino cualquiera que fuere buena y cierta… la cual aunque se hiciese en Flandes o en
España (que más se aproxima con nosotros), si fuere buena, pintura será de Italia, porque
esta nobilísima sciencia no es de tierra alguna, que del cielo vino, empero del antiguo
Imperio quedó en nuestra Italia más que en otro reino del mundo…”.
El fallecimiento temprano de su padre, el pintor Pedro Berruguete, provocó que
Alonso emprendiera su carrera formativa vinculada a la profesión paterna, pero con
aspiraciones de un aprendizaje de mayor trascendencia, para abandonar incluso su tierra.
De este modo se señalará en expedientes de hidalguía de sus descendientes que se fue mozo
de aquí a Roma y a otras partes, señalando un acontecimiento crucial, que tuvo una
decisiva influencia tanto en su trabajo como en su fama posterior.
El viaje fue, tanto en lo que significa su particular modo de entender la creación
artística como en lo que iba a ser su consideración social y su fortuna, un acontecimiento
esencial dentro del horizonte en el que se desenvolvió su vida. La llegada a Italia se
vislumbra con mucha opacidad y en unas circunstancias que todavía desconocemos,
aunque sea muy probable que formara parte de algún séquito eclesiástico, como se ha
propuesto, sin que se pueda concretar nada. Comúnmente se ha aceptado la idea de que
acompañara a su tío abuelo, el dominico fray Pedro Berruguete, integrado en la familia del
obispo de Burgos fray Pascual de Ampudia (†Roma, 1512), también de la orden de
Predicadores, en alguno de sus viajes a Roma, mencionándose dos fechas, la primera en los
años 1505-1506 y la segunda en 1512, cuando el obispo se dirigía a participar en el V
Concilio Lateranense, aunque fallecería al poco tiempo de llegar2.
La vía reúne todas las condiciones para resultar creíble, y así se ha mantenido. Es
necesario intentar precisar más las fechas para encajarlas con otros datos que renuevan esas
antiguas propuestas. No hay lazos documentales entre fray Pedro Berruguete y el obispo
Ampudia, de manera que hay que dar por válidas las noticias antiguas, pensando que
ambos profesarían en el convento de Palencia y tendrían intereses comunes3. Fray Pascual
viajó varias veces a Roma, al menos en los años 1488, 1499, 1506 y 1512, pero la tradición
de su tiempo, excesivamente generosa, afirmaba que viajaba nada menos que todos los
años a la ciudad eterna4. El viaje que emprendía en enero de 1506, para llegar a Roma en el
mes de marzo, resulta el más verosímil para que fuera en el que se integró el joven Alonso.
2
La fecha de 1505-1506 la propone, por ejemplo, MARÍAS, F.: El largo siglo XVI, Madrid, 1989, p. 287,
mientras que la segunda es señalada por ALLENDE-SALAZAR, J.: “La familia Berruguete (noticias
inéditas)”, Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, T. VII, Valladolid, 1915-16, pp. 194-198.
3
Cfr. ITURGAIZ, D.: “Pedro Berruguete y la Orden de Predicadores”, Ciencia Tomista, Salamanca, T.
CXXX, 2003, pp. 139-163.
4
Sobre el obispo burgalés es indispensable el trabajo de ORTEGA, J. L.: “Un reformador pretridentino: don
Pascual de Ampudia, obispo de Burgos”, Anthologica Annua, 19, 1972, pp. 185-556.
220
M. Arias Martínez
5
La más antigua noticia sobre la mención de Berruguete en las cartas de Miguel Ángel la publicaba
CRUZADA VILLAMIL, G.: “Una recomendación de Miguel Ángel a favor de Berruguete”, El Arte en
España, 1886, pp. 103-105. Posteriormente ha formado parte de la historiografía del artista de manera
permanente.
6
WALDMAN, L. A.: “Two foreign artists in Florence: Alonso Berruguete and Gian Francesco Bembo”,
Apollo, CLV, 484, 2002, pp. 22-29.
7
Entre ellos estaría el viaje a Toledo junto a su tío materno, que documentó AZCÁRATE, J. Mª DE: Alonso
Berruguete. Cuatro ensayos, Valladolid, 1963, pp. 126-127.
8
VASARI, G.: Le vite de´ Piv eccellenti pittori, scvltori et architettori, Milano, 1928-1930, vol. I, pp. 1267 y
1469 n23.
9
Ibidem, vol. III, pp. 640 y 684 n10.
221
Alonso Berruguete en Italia y el sueño de un cuaderno de viaje
10
MOZZATI, T.: “Alonso Berruguete a Roma: un conto corrente e gli itinerari del soggiorno italiano”,
Mitteilungen des Kunsthistorischen Institutes in Florenz, 51, 2007 (2009), pp. 568-574. El autor, explicando
las propuestas anteriores de Sherman y de Longhi, esgrime una serie de argumentos para considerar que sería
en 1510 cuando se celebró el concurso, no sólo con el aval del cruce documental, sino con la propia
instalación del Laocoonte en el Belvedere vaticano, que debió ser prácticamente simultánea a la celebración
del certamen y a partir de la cual se inició con fuerza la fortuna crítica de la composición.
11
Una concisa actualización sobre el epistolario de Miguel Ángel y Berruguete en GRISERI, A: “Con i
cantieri in viaggio nel Cinquecento”, in Per Giovanni Romano. Scritti di amici, Cuneo, 2009, pp. 96-97.
12
TOLNAY, Ch. DE: The Sistine Ceiling, Princeton, 1969.
222
M. Arias Martínez
13
Para una visión general sobre la rica personalidad de Egidio de Viterbo, ver DERAMAIX, M.: “La
théologie de l’histoire de Gilles de Viterbe”, en Nápoles-Roma 1504, Cultura y Literatura española y
portuguesa en Italia en el quinto centenario de la muerte de Isabel la Católica, Salamanca, 2005, pp. 95-119.
14
CAGLIOTI, F.: “Alonso Berruguete in Italia: un nuovo documento fiorentino, una nuova fonte
donatelliana, qualche ulteriore traccia”, Scritti di storia dell’arte in onore di Sylvie Béguin, Academia
Clementina di Bologna, Napoli, 2001, pp. 109-146.
15
Las atribuciones fueron realizadas por CIARDI DUPRÉ DAL POGGETTO, M. G.: “Sull’attività italiana
di Alonso Berruguete scultore”, Commentari, XIX, 1968, fasc. I-II, pp. 111-136. Casi inmediatamente
GRISERI, A.: “Precisazioni per Alonso Berruguete”, Commentari, XX, 1969, fasc. I-II, pp. 63-74,
manifestaba sus dudas al respecto manteniendo la atribución de la Madonna della Cintola.
16
La última actualización en la ficha redactada por NALDI, R.: en el catálogo de la exposición Ferrando
Spagnuolo e altri Maestri Iberici…, Firenze, Casa Buonarroti, 1998, pp. 222-224.
223
Alonso Berruguete en Italia y el sueño de un cuaderno de viaje
del grupo de artistas que participaba en el ornamento de las loggias vaticanas a las órdenes
de Rafael, concluidas en 1519, como se propuso hace ya algún tiempo17. Ese numeroso
grupo de ayudantes y pupilos del gran artista, que contribuyeron a consolidar unos modelos
ornamentales, pudo tener entre sus componentes a un personaje que deseaba aprender y
empaparse de conocimientos diversos, para hacerse con un bagaje que le daría lugar a
posteriores reinterpretaciones. Por una parte es factible ver su mano en alguna de las
composiciones del conjunto, pero por otra es relativamente sencillo detectar su influencia
en el conjunto de la obra que desarrolló en España, lo que allana la propuesta de
intervención en este lugar, posiblemente antes de iniciar la partida hacia la patria.
En qué momento se dio comienzo a ese regreso y de qué modo, sigue siendo una
incógnita, de la misma manera que lo es el camino elegido para el retorno. El 20 de
diciembre de 1518 está comprometiéndose en la realización del sepulcro del canciller
Selvaggio en Zaragoza, donde residen el rey Carlos y la corte, pero ¿había llegado hacía
mucho tiempo?, ¿venía a Zaragoza directamente de Italia?, ¿se embarcó allí para llegar en
solitario o se unió al séquito de algún eclesiástico para regresar con influencias que lo
dispusieran en un lugar de privilegio para acceder al rey?, ¿pudo incluso hacer el viaje a
través de un paso por el reino de Nápoles?
No hay que olvidar los lazos históricos con la corona aragonesa, y en Nápoles
existía una tradición viva de artistas españoles que, como el malogrado Bartolomé Ordóñez
o Diego de Siloe, con el que Berruguete mantendrá intercambios posteriores, regresaban a
la patria más o menos en torno a las mismas fechas, el primero con sucesivas idas y
venidas, y el segundo contratando en Burgos el sepulcro del obispo Acuña en julio de
1519. Una posibilidad de paso por Palermo, a la vista de la idea monumental de la tribuna
de Gagini18 y de su nexo en la distancia con el alzado del retablo de San Benito el Real de
Valladolid, que nuestro artista acometería años más tarde, permiten elucubrar con un
posible viaje, que pudo haber realizado en otro momento cualquiera de su estancia italiana.
Sólo como hipótesis sin asideros documentales, podría valorarse la posibilidad de
que ese retorno se emprendiera en similares condiciones a lo que siempre hemos pensado
con el viaje de ida. No está de más situar a Berruguete formando parte del séquito de un
personaje especialmente interesante y relevante para situarlo en buena posición en una
corte para él desconocida. Se trata del legado de León X, el cardenal agustino Egidio de
Viterbo, al que veíamos en esa curiosa sintonía con la malograda personalidad del obispo
Ampudia, al tiempo que en un nivel privilegiado con los más selectos círculos artísticos
italianos. Las conexiones de Viterbo no se circunscribían a Roma. El cardenal era miembro
distinguido de la Academia Pontaniana de Nápoles, a quien el mismo Giovanni Pontano
dedicaba en 1501 uno de sus diálogos titulado Aegidius, y no es gratuito añadir que la casa
agustiniana de la ciudad partenopea, con la que Viterbo tenía un intenso hermanamiento,
era San Giovanni a Carbonara, el lugar en el que desde 1516 trabajaban Ordóñez y Siloe.
Con intención de cumplir una delicada gestión diplomática, Viterbo había sido
nombrado legado papal ante el rey Carlos, para ganarse su favor hacia el pontífice y
convertirlo en líder de una cruzada contra los turcos19. General de los agustinos en varias
ocasiones, humanista, estudioso de la Cábala y hombre de vastísima cultura, había recibido
el capelo cardenalicio en 1517 y conocía perfectamente la situación política hispana. Salía
17
DACOS, N.: Rafael. Las loggias del Vaticano, Milán, 2008. La edición actualiza las noticias de la autora
en publicaciones anteriores.
18
RIZZUTI, S.: La tribuna di Antonello Gagini nella cattedrale di Palermo, Palermo, 1998-2000.
19
SERRANO, L.: “Primeras negociaciones de Carlos V, Rey de España, con la Santa Sede (1516-1518)”,
Escuela Española de Arqueología e Historia en Roma. Cuadernos de Trabajos, II, Madrid, 1914, pp. 54 y ss.
SIGNORELLI, G.: Il cardinale Egidio da Viterbo agostiniano, umanista e riformatore 1469-1532, Firenze,
1929, pp. 70-76.
224
M. Arias Martínez
225
Alonso Berruguete en Italia y el sueño de un cuaderno de viaje
226
M. Arias Martínez
227