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Soriano: Antecedentes, Fundación, Consecuencias

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WASHINGTON LOCKHART

ANTECEDENTES - FUNDACSON - CONSECUENCIAS


WASHINGTON LDCKHART

S O R I A N O
ANTECEDENTES

FUNDACION

CONSECUENCIAS

FUNDACION DE CULTURA UNIVERSITARIA

Montevideo - 1 9 7 5
INDICE

P<R.
I - Las primeras tentativas frustradas: San
Salvador y la Ciudad Zaratina. .. ..................... 5

II - Hemandarias descubre el verdadero Uruguay . 7

111 - iiuevo desembarco de ganado ............................. 8

IV - Origen del ganado introducido ......................... 11

V - La pacificación del indio ................................. 12

VI - Presunta fundación de Soriano por el


P. Bemardino de Guzmán............................. 14

VII - Otras versiones: Ordoñana, Azara, el


el P. Mariano ......................................................... 16

VIII - Origen de algunas confusiones acerca de la


intervención del P. Guzmán ................................. 18

IX - Sobre la personalidad de Bemardino


de Guzmán .................................................................. 19

X - El Gobernador Céspedes organiza


la penetración en la Banda Oriental .... 21

XI - Fundación de San Francisco de Olivares


y San Antonio de los Chanáes ............................. 23

XII - Los conflictos entre el obispo y el


y el gobernador.................-................................... 27
XIII - Cómo cuenta loa hechos el P. Vergara y
y sucesos posteriores .................................... 33
XIV - Otras versiones acerca de la presunta fun
dación de Soriano en esos años . . . T . 38
XV - Situación de la región de las
dos décadas posteriores a 1627 ................ 42
XVI - La primera mención de Soriano.
Referencias a su fundación ....... 47
XVII - La reducción de San Migual
y la de S.D.Soriano .................................... 51
XVIII - Fundación de S.D.Soriano;
Fecha y otras circunstancias ........................ 64
XIX - Lugar en que se fundó Santo Domingo Soriano 66
XX - Origen de Soriano en la reducción de
del Baradero....................................... ... 82
XXI - El por qué de la desunión del Baradero y
Soriano e intentos de reunirlos.................... 88
XXII - Las traslaciones de S.D.Soriano:
primero a Vizcaíno, luego a la costa firme 94
XXIII - Toponimia.
Origen del culto a Santo Domingo Soriano 102
XXIV - Explicación sintética del
del proceso fundacional .................................... 112
Cronología....................................... .... 121
Notas 125
PROLOGO
Desarrollamos en este trabajo un toma a cuyo
interés local se agrega su importancia para el -
surgimiento de la sociedad uruguaya:las primaras
poblaciones que se establecieron en la región de
Soriano, sus antecedentes y sus condicionamien—
tos exteriores, así como sus consecuencias inme­
diatas. Este desarrollo continúa así el iniciado
en el Ní 15 de la “Revista Histórica de Soriano"

Utilizamos para ello abundante material docu


mental y bibliográfico, debiendo señalar en pri~
mer lugar el obtenido en el Archivo Gral. de la
Nación Argentina y en su homónimo del Uruguay. -
Fue importante asimismo la colaboración del his­
toriador Aníbal Barrios Pintos, a través de sus
obras y artículos recientes, complementada con -
la correspondencia que mantuviéramos hace dos y
tres años.

Otras fuentes de colaboraciones importantes


que detallamos al final de la obra, nos permiten
proporcionar un cuadro histórico que creemos di­
fícilmente alterable en sus líneas principales.
Para ello, y en atención a enfoques originales -
que sustentamos sobre algunos puntos fundamenta­
les, tales como la toponimia y la situación geo­
gráfica de Santo Domingo de Soriano, hemos debi­
do extendernos en argumentos probatorios y aspee
tos colaterales indispensables para desvanecer ~
los tenaces errores que han falseado hasta ahora
la interpretación de muchos de los hechos que es
tudiamos.
Mi agradecimiento a los colaboradores que, de
un modo u otro, contribuyeron a la búsqueda de —
elementos indispensables, así como al Centro de -
Investigaciones Históricas de Soriano por su apo­
yo .para la publicación de este trabajo, junto —
con mi deseo de poder contribuir, con toda la am­
plitud y responsabilidad que el tema exige, a un
esclarecimiento más completo del pasado de núes—
tro departamento.

* * *
itsgen milagrosa de íoriano Antigua (ToRi4N£t.i.o/siQio vi/) vista a
UTO Domingo de SORIANO ves de las rumas del Convento de íorranaNueva
i

fragmento del mapamundi de


GA BOTO.-
J
r
mayen milaoKosQ cié ÍORiANO ANTIGUA (íoRiáN£*~iozsiglo VI/) visf"d <> ’<
ANÍO Domingo de SORlANO ves de te* rumas del Convento ele íoriano Nueve

po^u^erremotS^yQj5”0 instruido en 1665 y dcíVu.dc '


atribuida a DIEGO de7ORR£S

<0 ,

(írdgrnento/^UteNpto^ruqudy de^X °el <'ap ln?'?nier0 GRE.GO-


es su ^^te &03 ?' M°n'd'
y los panaderos (i,2,5,4) ele su probable ubicación. -
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Conaenm <M Ctpdvio Ui ar l» ooo dr< P IX BO (íbp«4 ffff»fÁfiCA¡


S O R I A N O

AKTtCEIEntS - FIKMCICN - CONSECUENCIAS

I - LAS PRIMERAS TENTATIVAS rRUSTRA DA Si


SAN SALVADO» Y CIUDAD ZARATINA

Desaparecida la Ciudad Zar-atina du San Salvador, al


sur abandonada por aua di timos pobladoras al 20 de julio
da 1577, oa abra un largo la pao da mSs du cuarenta aflos
•o qt» la Banda Oriental da ja do sor canal durada lugar -
propicio para loa afanas españoles. Tros aflea hablase --
sosten ido así la que vino a sur la taroora tentativa do
poblar si suelo oriental. Poro mientras las dos anterio­
ras, dispuestas por Antón da Crajeda (1527) y por Cabeza
da Vaca, no hablan tenido sino tai principio de ejecución
en San Salvador y San Juan respectivamente, Zara tina
bion pudo merecer el nombre de ciudad, pues fue fortín,
colonia y lugar de autoridades constituidas.contando in­
cluso con su iglesia, regidor y alcaldes, y hablándolo
cabido adonis el raro honor de ser designada capital de
toda la vasta región y que ZÓrato, vasco él, decidiera -
llamar Nueva Vizcaya, y que durante mucho tiempo su dono
minara dsl Rio du la Plata, Uruguay, Tape y Biaza. Uru--
guay ora el noebre con que se conocía ya a nuestra banda,
en tanto el Tape abarcaba Santa Catalina, Ffo Grande dol
Sur y parte de las Misiones, y Biaza, la región du los -
lagos Noria y de los Patos. (D
6

Cuatro fueron las causas principales de ese fracaso po


blacional: 1) Las disensiones internas, fomentadas en gran
parte por el carácter intemperante de Zarate; 2) la empeci­
nada oposición de los charrúas, cuya constante agresividad
. incidió intentar siquiera la explotación de las riquezas na
turales; 3) Su posición marginal respecto a la vía de entra
da a la Asunción, posición inadecuada para el propósito de
escala y de fortalecimiento de "las puertas de la tierra" -
que con ella se intentaron establecer y 4) La falta -o leja,
nía excesiva- de mercados consumidores que hubieran podido -
estimular un esfuerzo productivo. Podría agregarse, como —
causa de más amplio alcance, el relegamiento que padecía el
litoral atlántico de parte de la corona española, más inte­
resada en las regiones del Pacífico por su abundancia en ri
quezas minerales, y la bancarrota que padeció en 1575, con
el consiguiente quebranto en toda actividad vinculada a su
comercio y a su industria.
Destruida la Ciudad Zaratina hasta sus cimientos, se -
cierra así un período de penetración que deja profunda hue.
lia de desaliento en las autoridades españolas. La depre­
sión económica que siguió sufriendo España en ese fin de si
glo, disminuía por otra parte la posibilidad de nuevas ten­
tativas a gran escala de origen metropolitano. Fue así un -
"mancebo de la tierra", un americano,nacido en Asunción, -- .
Hernando Arias de Saavedra, quien elegido Gobernador de la
"Provincia Gigante", del "Río de la Plata, Uruguay, Tape y
Biaza", redescubre en nuestra Banda posibilidades ciertas -
de colonización. Había comenzado Hernandarias por poblar es
tancia en 1590 frente a Santa Fe, al este del Paraná, con -
doscientos vacunos que en veinte años se transformaron en -
cien mil. Facilitó tal proliferación la escasez de poblado** .
res, así como la enorme extensión de su propiedad, una fran
ja de doce leguas de ancho por sesenta de largo entre el-
Paraná y el Uruguay, con una superficie superior a sete­
cientas leguas cuadradas.

La Real Cédula de 1602 autorizando a exportar carne sa


lada (que en 1603 alcanzó un valor de 120 mil reales), la ~
7

primer exportación de tasajo a Cuba y de cueros al Brasil g


en 1605 desde Buenos Aires, fue importante incentivo para -
aumentar la explotación pecuaria, a lo que se agregará el -
Registro de Matrícula para matar ganado alzado, establecido
por el Cabildo de Buenos Aires en marzo de 1609.

Atraídos por el cebo de esas crecientes riquezas, los


charrúas trasladaron en esos años su habitat.a la tierra en
trerriana(2)Heraandárias comprendió de inmediato que era iw
posible combatir a un competidor de tal modo escurridizo y
que no daba nunca una oportunidad para un enfrentamiento —
franco. El charrúa prefería operar en efecto en partidas --
sueltas, con una movilidad que se acentuó entonces por el -
uso del caballo, novedad que tanto se avenía con sus condi­
ciones naturales, y que no tardaron así en usufructuar. Se
convirtió de ese modo en señor de las llanuras, adiestrando^
se como jinete hasta llegar a una maestría que no tardó en
dejar atrás la de los españoles. Debió adoptar entonces Her
nandarías una prudente política de apaciguamiento, sin que
por eso dejara de ser severo cuando resultaba necesario; —
aprovechó así los tres períodos de gobernación que le co----
rrespondieron para arbitrar toda clase de medidas tendien­
tes a estabilizar la protección del indígena y a humanizar
el trato de los encomenderos.

II - HERNANDARIAS DESCUBRE EL VERDADERO URUGUAY.


Pero su visión fue todavía más allá. No sólo percibió
el país como una gran unidad, sino que atinó además a con ce.
bir la manera de desarrollar más adecuadamente sus rique----
zas. Fue así que 'resolvió efectuar una excursión al Uru----
guay, la que llevó a cabo en noviembre de 1607. Partió de -
Santa Fe con 70 hombres, los dejó en la banda oriental y re.
gresó en dos días a Santa Fe, en donde estuvo tres días so­
lucionando algunos asuntos, fue a Buenos Aires en seis días
y cruzó el Plata para retomar contacto con su gente, con la
cual llegó el 13 de diciembre al que llamó río de Santa Lu­
8

cía, rescató a un español cautivo, persiguió hasta el —


Salto a 300 charrúas, logrando pacificar el país y hacer
finalmente amistad con los naturales. En su recorrido, -
Hemandarias "fue viondo toda la tierra", de la que hizo
un caluroso elogio en su informe al Rey como tierra espe­
cial para la cría de ganados y para hacer corambres; pe­
ro los reyes hicieron caso omiso, no interesándose en po
blar tierras tan promisorias y convertirla en bastión -
contra las incursiones holandesas, francesas e inglesas,
y después de 16>i0, portuguesas, al independizarse Portu­
gal de la corona de Castilla. Pasarán 310 años antes que
Bruno Mauricio de Zabala, recién después de recibir por
quinta vez orden de Felipe V "el Animoso", se decidiera
a poblar la costa norte del Río de la Plata.

III - INTRODUCCION DEL GANADO.


A pesar del desinterés demostrado por el Rey, Hernan­
darías no se quedó cruzado de brazos, sino que, sin per­
der tiempo y por su sola cuenta y riesgo, empezó a dar -
los pasos que había visto eran indispensables. Inició --
así esa grandiosa campaña de paz y civilización que
fueron las reducciones de indios y que encomendó a fran­
ciscanos y jesuítas, capítulo éste que no vamos a desa—
rrollar aquí por lo menudo, pero cuya trascendencia no -
se puede dejar de subrayar. La belicosidad creciente de
los charrúas de Entre Ríos lo obligó sin embargo a hacer
les una entrada en 1609, logrando moderar sus ímpetus
con una campaña vigorosa; pero no dejó de realizar a con
tinuación, según solía, una tarea de persuación que anco
mandó a Fray Roque González, denodado doctrinante que ha
bría de morir trágicamente en 1628. El éxito obtenido en
esa campaña indujo a Hernandarias a dar un paso que será
memorable en los anales de nuestra historia. Habiendo re
cibido en 1610 en premio a sus servicios, en efecto, jun
to al título de "protector de los naturales", las dos is
las llamadas después del Vizcaíno y situadas en la boca
9

del R..Negro,islas conocidas hoy como de Vizcaíno y Lobos,


ello le dio ocasión a introducir ganado al este del Río
Uruguay, sin que para tal empresa tuviera que usar tie—
rras realengas. Debe entenderse que Hernandarias no ha—
cía de ese modo sino poblar sus propias tierras, llevan­
do a pastorear sus vacas en islas que eran ahora su----
yas, por lo que no cabe atribuirle en este punto un des­
prendimiento que no tuvo, sino un interes bien entendi—
do, coincidente :por lo demás con el interés .de toda la
región. Dicho por Hernandarias y confirmado por varios -
testigos, en 1611 introdujo en efecto unas cincuenta ter
ñeras de poco más de un año, junto con algunos toros. —
Las balsas eran conducidas mediante pértigas que se apo­
yaban en el fondo a lo largo de la costa. Aunque no lo -
dice Hernandarias, así como ningún testigo, es muy proba^
ble que con las vacas y toros hayan venido troperos y —
peones, los primeros trabajadores de esa índole en nues­
tro país. Argumentan, quienes tal suponen, que no se con.
cibe que hubiera hecho desembarca*1 las vacas a la mar—-
chanta, en lugares tan desamparados, a merced de los in­
dios y las fieras.
En 1628 Hernandarias elevó un alegato reclamando co­
mo de su exclusiva propiedad todo si ganado existente -
en la Banda Oriental, así como en las islas Martín Gar—
cía y San Gabriel. (3) Declara allí que, habiendo envia­
do una barca a buscar cañas, aprovechó en 1611 para en--
viar 'unas terneras" a "una de las islas del Río Negro -
en señal de posesión, cincuenta en total, con algunos to
ros", y otras cincuenta en la isla San Gabriel. Declaré
también que en 1617 envió otras cincuenta terneras al —
Vizcaíno y algunas cabras. Corroboró su declaración el -
alférez Juan Gutiérrez de Umanes, de 28 años, hijo del -
capitán Pedro Gutiérrez, 50 años, lugarteniente de H^r—
nandarias. Dijo Gutiérrez que vio embarcar dos veces —
cantidad de ganado vacuno y unas cabras de la estancia -
de Juan de Mora, de Córdoba, con dos venadillas que eran
del propio Gutiérrez. Fray Pedro Gutiérrez, su hermano,
26 años, dice que vio el embarque y que vio cabras en --

I
10

Martín García; agregó que "después de haber tomado el hábi­


to de San Francisco y ordenado de sacerdote, fue a la otra
banda de este río en tierras de los charrúas por Doctrinan­
te los dichos indios, y vio en la dicha tierra firme mucha
cantidad de ganado vacuno que había multiplicado en la isla
del Río Negro y de este ganado vacuno de la dicha isla se -
sustentó el tiempo de dos aftas que asistió por tal Doctri—
nante".

En cuanto a las históricas vacas, digamos que las tra­


jo Melchor Maciel, de 45 aftas cuando la declaración, desde
la estancia del Aguila, situada en las costas .del Salado -
Grande. No deja Gutiérrez de decir que las metió junto con
ganado propio y de su socio Monserrate, quien tenía vacas -
en la otra banda del Riachuelo, frente a Buenos Aires. Fue­
ron embarcadas en algunas "barcas del Paraguay" (balsas) —
por orden de Hernandarias, junto con "algunos toros para en
gendrar". Las cabras, que eran algo menos de doce, incluí-”
dos dos machos, las dejaron en San .Gabriel y Martín García
"siendo público -agrega- que están hasta el día de hoy “ —
(1620) en las partes donde fueron echadas". Debe observar­
se de pa^o que ninguno de los testigos menciona el nombre -
de Soriano que, según el P. Lozano, debiera estar fundado -
desde 1624. En 1628 aparecieron también otros cuatro recia
mantés, quienes alegaron haber agregado tres vacas cada uno
por orden de Hernán darías. El pleito fue replanteado un si­
glo después, en 1728, por su descendiente Fernando Arias de
Cabrera, quien reclamó al Cabildo y a la Compañía de Jesús,
las islas de Martín García y San Gabriel, así como todo el
ganado silvestre del Uruguay. Dicho litigio se interrumpió
a su muerte, en 1735, cuando el ganado silvestre era tan po
co que ya no valía la pena seguir discutiendo. (4)
Resumiendo: el ganado fue introducido por las islas —
Martín García y San Gabriel, en la costa frente a San Ga—-
briel, y en una (como dice Hernandarias) o en las dos (como
deja entender Gutiérrez) islas del Vizcaíno.
IV - NUEVO DESEMBARCO DE GANADO.
Que la empresa de 1611 no había resultado decepcionan­
te, lo demostró el mismo Hemandarias al repetirla seis
años después, en 1617, desembarcando otras cien vaquillonas
con algunos toros, cincuenta en la isla Vizcaíno y otras -
cincuenta “en la ;Banda de San Gabriel"; debemos descartar
que lo hubiera hecho, como se creyó durante mucho tiempo, -
en el arroyo de Las Vacas, nombre que recién se le asigna—
ría un siglo después por servir esos campos de pastoreo a -
las vacas de los jesuítas que allí tuvieron posesión. Tampta
co fue, en contra de lo que suponía no sin buenas razones,
el historiador mercedario Buenaventura Caviglia, entre los
ríos Negro y San Salvador, ni en la margen norte del Río -
Negro. En todo caso, era Hernandarias un baqueano de alto -
vuelo, y su elección fue la resultante de su claro discemi_
miento acerca del lugar que podía ser más favorable. Y esa
ubicación en el rincón llamado después de Valdés, de Haedo
y de las Gallinas, tenía la ventaja de permitir fácil con­
trol, y de dificultar una dispersión contra la cual tenia
naturalmente que precaverse. Esta segunda introducción de -
ganado fue acompañada por una nueva campaña de pacificación.
Hay constancias de que Hemandarias persuadió a los charrúas
y muy posiblemente a los chanáes, de que no hicieran estra­
gos en las vacas entradas, de cuya multiplicación todos sal
drían gananciosos.
Origen del ganado introducido.
El ganado introducido provenía de la enorme estancia -
de Hemandarias de Santa Fe y por lo tanto, del traído por
Garay desde Asunción, y antes desde la estancia de Tarija -
(Alto Perú), adonde la había traído Zárate desde España, —
vía 0.Atlántico, Panamá y 0. Pacífico. De cuerpo grande y -
cuernos largos,color oscuro y muy chucaro,pertenecía a la m
za hispanoamericana de Sansón, bastante análoga a los actúa-
les Miura. Las 1536 Hás. de la isla Vizcaíno, aunque en par
te anegadiza, era . lugar más que suficiente. La ausencia -
10

Martín García; agregó que "después de haber tomado el hábi­


to de San Francisco y ordenado de sacerdote, fue a la otra
banda de este río en tierras de los charrúas por Doctrinan­
te los dichos indios, y vio en la dicha tierra firme mucha
cantidad de ganado vacuno que había multiplicado en la isla
del Río Negro y de este ganado vacuno de la dicha isla se -
sustentó el tiempo de dos años que asistió por tal Doctri—
nante".
En cuanto a las históricas vacas, digamos que las tra­
jo Melchor Maciel, de 45 años cuando la declaración, desde
la estancia del Aguila, situada en las costas .del Salado -
Grande. No deja Gutiérrez de decir que las metió junto con
ganado propio y de su socio Monserrate, quien tenía vaca6 -
en la otra banda del Riachuelo, frente a Buenos Aires. Fue­
ron embarcadas en algunas "barcas del Paraguay" (balsas) —
por orden de Hernandarias, junto con "algunos toros para en
gendrar". Las cabras, que eran algo menos de doce, incluí—
dos dos machos, las dejaron en San .Gabriel y Martín García
"siendo público -agrega- que están hasta el día de hoy " —
(1628) en las partes donde fueron echadas". Debe observar­
se de paqp que ninguno de los testigos menciona el nombre -
de Soriano que, según el P. Lozano, debiera estar fundado -
desde 1624, En 1628 aparecieron también otros cuatro recia
mantés, quienes alegaron haber agregado tres vacas cada uno
por orden de Hernandarias. El pleito fue replanteado un si­
glo después, en 1728, por su descendiente Fernando Arias de
Cabrera, quien reclamó al Cabildo y a la Compañía de Jesús,
las islas de Martín García y San Gabriel, así como todo el
ganado silvestre del Uruguay. Dicho litigio se interrumpió
a su muerte, en 1735, cuando el ganado silvestre era tan po
co que ya no valía la pena seguir discutiendo. (4) ~
Resumiendo: el ganado fue introducido por las islas —
Martín García y San Gabriel, en la costa frente a San Ga—-
brlel, y en una (como dice Hernandarias) o en las dos (como
deja entender Gutiérrez) islas del Vizcaíno.
11

IV - NUEVO DESEMBARCO DE GANADO.

Que la empresa de 1611 no había resultado decepcionan­


te, lo demostró el mismo Hernándarías al repetirla seis —
años después, en 1617, desembarcando qtras cien vaquillonas
con algunos toros, cincuenta en la isla Vizcaíno y otras -
cincuenta “en la .-Banda de San Gabriel"; debemos descartar
que lo hubiera hecho, como se creyó durante mucho tiempo, -
en el arroyo de Las Vacas, nombre que recién se le asigna—
ría un siglo después por servir esos campos de pastoreo a -
las vacas de los jesuítas que allí tuvieron posesión. Tampo
co fue, en contra de lo que suponía no sin buenas razones,
el historiador mercedario Buenaventura Caviglia, entre los
ríos Negro y San Salvador, ni en la margen norte del Río -
Negro. En todo caso, era Hernandarias un baqueano de ¿lito -
vuelo, y su elección fue la resultante de su claro discerní
miento acerca del lugar que podía ser más favorable. Y esa
ubicación en el rincón llamado después de Valdés, de Haedo
y de las Gallinas, tenía la ventaja de permitir fácil con­
trol, y de dificultar una dispersión contra la cual tenía
naturalmente que precaverse. Esta segunda introducción de -
ganado fue acompañada por una nueva campaña de pacificación.
Hay constancias de que Hernandarias persuadió a los charrúas
y muy posiblemente a los chanáes, de que no hicieran estra­
gos en las vacas entradas, de cuya multiplicación todos sal
drían gananciosos.
Origen del ganado introducido.
El ganado introducido provenía de la enorme estancia -
de Hernandarias de Santa Fe y por lo tanto, del traído por
Garay desde Asunción, y antes desde la estancia de Tarija -
(Alto Perú), adonde la había traído Zárate desde España, —
vía 0.Atlántico, Panamá y 0. Pacífico. De cuerpo grande y -
cuernos largos,color oscuro y muy chúcaro.pertenecía a la za
za hispanoamericana de Sansón, bastante análoga a los actua­
les Miura. Las 1536 Hás. de la isla Vizcaíno, aunque en par
te anegadiza, era . lugar más que suficiente. La ausencia -
12

de perros cimarrones, que provendrán de los que traerían


un siglo después los faeneros, y de bagualadas que inco
modaran sus pastoreos, pues recién por 1636 entrarán ca
ballos, traídos por los yaros para guerrear contra los -
charrúas, permitió que aquellas pocas cabezas de ganado
se calcularan un siglo deápués en millones, convirtiendo
esta3 "tierras de ningún provecho" en un magnífico susti
tuto del oro y de la plata en que se pensó primero. Has”
ta fines del siglo XIX, en que se intensificó el mestiza
je con ganado fino, esa riqueza ganadera, incluyendo la
que bajara desde las estancias jesuíticas de las Misio--
nes, era pues toda de origen zaratino.

V - LA PACIFICACION DEL INDIO.

En 1618 se produjo un hecho trascendental para la -


región: la gobernación se dividió en dos partes, el Gua^
rá, o como se llamó después, el Paraguay, y la gobema--
i ción de Buenos Aires, incluyendo el Uruguay, Tape y Bia­
za. La decisión de Felipe liles del 16/XII/1617 (4 bis).

Desde ese afio, el territorio sorianense, a un siglo


de descubierto, pasaba así a depender de Buenos Aires, -
dependencia que durará, a su vez, casi dos s,iglos. Dicha
separación era en aquel momento inevitable, pues Buenos
Aires debía resolver muchos problemas que no admitían di
laciones y los gobernadores ya la habían tenido que ado£
tar como su residencia más estable. Hernandarias, pese a
ser asuncefio, fue decidido propulsor de tal medida, tan
pertinente entonces, aunque deba lamentarse que con----
ella se echaran las bases de una separación cuyos .in­
convenientes son todavía muy difíciles de salvar. Arti*—
gas será el principal luchador por una reintegración que
tropezó con obstáculos que para ese entonces resultaban
prácticamente invencibles.
La situación del indio había mejorado a raíz de la
reglamentación que, siguiendo las indicaciones del .oi-
13

dor Alfaro de 1611 y con el apoyo de Hernandarias, se —


aplicaron en 1618 a las encomiendas y a las mitas, servi­
cio público al que los indios estaban obligados. Se huma­
nizó entonces su trato y se prohibió además el trabajo de
los niflos y los viejos. Las encomiendas no fueron sin em­
bargo suprimidas, como suele afirmarse, aunque su exten—
sión fue mermando a medida que el mestizaje iba mezclan»*
do las sangres europea y americana. No pasó lo mismo

6
el Pacífico, en donde la separación de razas propició

g 'i
dos de explotación que todavía no han desaparecido. Sub
sistió también en el Plata la institución del yanacona, -
indio sometido a un solo amo, cuya situación se diferen--
ciaba poco de la esclavitud, si bien el trato de sus due­
ños no fuera casi nunca cruel.
Merecen aquí destacarse las tentativas de entendí—
miento efectuadas con los naturales, siendo ya de alguna
importancia la llevada a cabo en 1611 por el gobernador -
Marín Negrón, afio en que un cacique charrúa con veinte in
dios vino de "la Banda del Norte" durante ocho meses a —
trabajar "en las tapiaB del fuerte" (Banda del Norte era
expresión que se usaba con respecto al Paraná y al Plata,
por lo que podía ser al este o al oeste del Río Uruguay).
También Hernandarias, en carta al rey del 2/VII/1608 "in­
sinuaba que la reducción de los indígenas de la Banda Ñor
te del Río de la Plata fuera confiada a predicadores relT
giosos", comunica el 25/V/1616 su determinación de poblar
una reducción en dicha región, en donde dice hay muchos -
indios, habiendo llegado a Buenos Aires en esos días "al­
gunos caciques de ellos", a..quienes los jesuítas empeza--
ron a catequizar. Fue luego el gobernador Diego de Góngo-
ra quien logró establecer fructuosos contactos en 3619 —
con algunos caciques del Alto Uruguay.
Tan auspiciosos comienzos sufrieron en 1621 un rudo
golpe en la Mesopotamia, con repercusiones que tuvieron -
que ser muy sensibles en la región soriana. Tal fue el —
ataque en gran escala perpetrado por los charrúas de Entre
14

Ríos, ataque que liquidó prácticamente la estancia de Hernán


darías, suyos pobladores huyeron dejando a disposición de —
los atacantes, todas sus existencias de ganado. Aunque esca­
sean los detalles de esa gigantesca maloca, se conoce una —
mención del sacerdote Jorge Suárez, afirmando que en tal oca
sión "los charrúas consumieron el pueblo de los chanás". Esa
depredación debe haber tenido mucha resonancia, pues aún mu­
chos afios después, en 1632, en 1643 y en 1648, se encuentran
menciones de "la tribu charrúa que había consumido a los
chanás". Si hubiera habido reducción en el Vizcaíno fundada
por Hernandarias, tendría que haber resultado entonces des—
truída, como lo fue en ese año San Bartolomé de los Chanás,
situada en la margen derecha del Paraná. Esa existencia tan
hipotética no habría podido extenderse, en todo caso, más de
los cuatro afios transcurridos hasta 1621. Expresión de las -
dificultades de penetración en la banda oriental en esos —
afios es la tentativa que refiere el P. Techo (L.VII, cap. 7)
comentada por Samuel Lafone en "Los indios chañases" ("Bole­
tín del I.Geográfico Argentino", 1897, p.128). El P.Romero -
en 1623, por orden del Provincial Pedro Ofiates e indicación
del Gobernador, intentó, acompañado de un español e indios -
remeros, reducir a "yarores y charrúas"; "por do quiera les
salían al encuentro indios feroces, contestando con gritos -
al P. Romero, rechazando la civilización y religión que les
ofrecía. No había así quien se atreviese a entrar por allí"»

VI - PRESUNTA FUNDACION DE SORIANO


POR EL P. BERNARDINO DE GUZMAN.
Llegamos así a una coyuntura excepcional: la fundación
del primer pueblo, no sólo del territorio de Soriano, sino - .
también, presuntamente, del país. Quiso aquí la mala suerte
que se extraviaran documentos que hubieran sido segura­
mente esclarece dores. Se perdieron en efecto los libros del
Cabildo de Buenos Aires que van de 1622 a 1630, entre cuyas
fechas habría ocurrido la -presunta fundación. Se perdie
ron también, en el incendio de la casa del alcalde sorianeñ"
se José Martín de San Román, ocurrido a mediados del siglo
XVIII, los documentos en donde constaba la fundación y los
títulos concedidos posteriormente a Soriano. Y se perdieron
además, o no existieron nunca, pues no se encontraron entre
sus papeles, los documentos probatorios que el hacendado --
Domingo Ordofiana aducía poseer (5): las actas de la consti­
tución de las reducciones, las actas iniciales del Cabildo
de Soriano y las relaciones del padre Antonio Aldao. Se dis.
pone no obstante, de documentos de indudable significa----
ción, entre otras referencias de valor más cuestionable. Pa
sanemos revista, dada la importancia de este capítulo, a to.
do lo que se conoce, estando en condiciones además de
agregar elementos de juicio aún inéditos que arrojan luz so.
bre algunos de los aspectos de dicha circunstancia históri­
ca.
Corresponde empezar por la versión del padre jesuíta -
Pedro Lozano, la más antigua que se conoce (fue escrita por
1730)y origen muy probablemente de todas las demás.(6).Dice
el P.Lozano en su "Historia del Paraguay" que el gobernador
Francisco de Céspedes, luego de ganarse ''con caricias y re.
galos las ánimos de los charrúas confinantes con el Uruguay"
consiguió que viniera algún cacique, al que sedujo y del —
que'se valió para atraer a los demás. "Valióse también de -
los religiosos de la Orden Seráfica, que con celo apostóli­
co entraron a esta conquista por la boca del Uruguay, dos -
religiosos con el reverendo Padre Fray Bernardo de Guzmán,
convirtiendo más de mil almas. Fundaron tres iglesias, de —
las cuales sólo permanece una con su reducción de Santo Do­
mingo Soriano en la boca del Río Negro". A fin de impresio­
nar a los indios, Céspedes hacía grandes reverencias a los
misioneros, "besándoles con sumisión las manos y encargando
los mirasen como ministros del Altísimo". Pero si ¿ligo lo
movía era en primer lugar el interés personal, pues si qui­
so "fabricar una ciudad en el Uruguay", fue con la inten----
ción de fundar con ella el título de un marquesado y “ade--
lantar así su casa". Puso corregidores, pero estos se mal—
quistaron con los indios, pudiendo salvar sus vidas gracias
16

a la intervención da los jesuítas. Mandó entonces Céspe­


des que se retiraran los corregidores, y la tarea de pací
ficación pudo entonces continuar sin inconvenientes, ex­
tendiéndose "a Chañas, yarós y a los indios de la sierra
de Maldonado, y a otros bárbaros que nunca habían visto o
tratado a españoles". Hasta aquí Lozano, que escribió es.
ta versión a un siglo de producidos los sucesos. Como ya
veremos, contiene buena parte de verdad, sobre todo en su
parte final.
Isidoro de-María, que parece fundarse en tal versión,
agrega que can Guzmán vinieron los P.P. Villaviccncio y -
el paraguayo Antonio Aldao. Habrían desembarcado en el Ya
guarí a mediados de 1624 convirtiendo más de mil infieles,
"establecieron reducciones y fundaron tres capillas suce­
sivamente: una, la de S. D. Soriano, con su reducción de
chanás y corregidor castellano; otra en el Espinilla, y -
otra en Las Víboras (7). La de Soriano habría sido funda­
da por el religioso Bernardo Guzmán en la isla del Vizcaí^
no en Yaguarl. Los primeros contactos se habrían realiza­
do así con los charrúas, pero su altivez y belicosidad —
los volvía reacios a la vida disciplinada de la -reduc---
clin y los misioneros optaron entonces por catequizar a -
los chanás, más dóciles, fundando con ellos la reducción
de S. D. Soriano en la isla Vizcaíno el 4 de julio de --
1624, no especificando de dónde sacó tal fecha. Agrega de
María que a las tres reducciones acudieron, desde el pri­
mer momento, españoles que emigraban del Paraguay, atraí­
dos por la palabra de Fray Bernardo.

VII - OTRAS VERSIONES:


ORDOÑANA, AZARA, EL P. MARIANO.
1 . Dice por su parte Domingo OrdoHana que la empre­
sa de adoctrinamiento había sido resuelta de común acuer­
do entre frailes «.dominicos y franciscanos, situación - '
que Pacífico Otero considera improbable, pero que acepta
el P. Ramón Montero y Brown, (8) quien considera que los
17

dominicos no podían permanecer indiferentes cuando las de


más órdenes desarrollaban tan proficua actividad. Record?
moa aquí que los franciscanos hablan venido por primera
vez al Plata con Mendoza, en 1535, siguiéndoles al poco -
tiempo los dominicos. Su tarea evangelizadora se organiza
en el Plata en 1683, al llegar a Buenos Aires el P. Riva-
deneira con dieciocho franciscanos de los cuales algunos
siguieron a otros destinos. Cabe también recordar que la
diócesis del Rio de la Plata fue creada en 1547 con sede
en la Asunción, siendo su primer Obispo en 1556 el fran--
ciscano Pedro de la Torre.
Dice Ordofiana que los misioneros de 1624 se embarca­
ren en el queche "Chana Aranzazú", en Buenos Aires, bajo
la égida de Fray Bernardino, con la intervención de dos -
sacerdotes y cinco personas más. Según otras versiones, -
venia con ellos también el P. Sandri, y luego de fundar -
Soriano habrían fundado Espiníllo, Víboras y Aldao, aun­
que se sabe hoy que los dos primeros pueblos, al menos, -
fueron seguramente de origen posterior. Aldao, en el Rin­
cón Aldao, subsiste con el nombre de Puerto Aldao, sobre
el Río Uruguay, al sur de San Salvador y hoy se sabe que
nu nombre proviene de un hacendado de la zona, del siglo
XVIII.
2 . Azara agregó, en 1809, que Soriano fue fundado -
con indios chanás, traídos .al efecto desde la isla Viz­
caíno hasta a "una milla y media al oeste del sitio en -
que actualmente se halla" (9), es decir en lo que hoy sue
le ser llamado todavía "el pueblo viejo", extenso túmulo
sobre el cual está edificada la estancia "La Blanqueada".
Por su parte, el P. Lozano decía que estaba ubicado "en
una punta que hace este Río Negro en el Uruguay", referen
cia que puede considerarse coincidente con la anterior. —
3 . La nota distinta, en el tema que nos ocupa, la
da el Padre Mariano de San Juan de la Cruz, de los Carme­
litas Descalzos. Niega la intervención del P. Guzmán, ale
18

gando -lo que es cierto- que en 1624 era Provincial de los


Franciscanos del Paraguay y Tucumán, por lo que sólo podría
aceptarse -dice- que haya fundado Soriano años después. Ade
más, el gobernador Céspedes asumió su cargo el 18 de setiem
bre de 1624, meses después de los hechos mencionados. La fe
cha 4 de julio corresponde al breve intervalo, entre Gongo”
ra y Céspedes, en que el cargo de gobernador fue desempeña­
do por Salazar.

VIII - ORIGEN DE ALGUNAS CONFUSIONES


ACERCA DE LA INTERVENCION DEL P. GUZMAN.
Se ha señalado, con verdad, que Céspedes, al informar
sobre Bemardino de Guzmán, declaró no conocerlo ("no lo he
visto", dice textualmente) y que sólo sabia de oídas de -
sus buenas cualidades y de sus actividades apostólicas.Efe£
tivamente, en julio de 1624, fecha presunta de la fundación
de Soriano, el P. Guzmán estaba en Tucumán, en su cargo de
Provincial de los franciscanos. Debe hacerse notar, empero,
que si hubiera fundado Soriano, como se afirma, en julio -
de 1624, Céspedes, que llegó a América en octubre de ese —
año, no pudo haberlo conocido. Corresponde sin embargo des
cartar tal fundación; varios testimonios de acompañantes —
del P. Vergara en 1625, según veremos en seguida, declaran
que se trataba de la "primera" tentativa exitosa en tierras
orientales. El propio Céspedes, en fecha 15/11/1630, le es­
cribe al rey que el P. Versara fue el "primer religioso -
que entró" por tierra de indios charrúas, chanáes y otros
"que jamás se han reducido", "aunque otros gobernadores lo
han intentado" .(10) Imposible concebir que hubiera oído -
hablar de Guzmán y de sus méritos sin que, de haber fundado
Soriano,se les diera esa noticia.La confusión que explicaría
el error inicial del P. Lozano, tan veraz en muchos otros -
temas y hasta en algunos aspectos del presente, puede origi
narse -se nos ocurre- en el hecho de que el P. Vergara ha-~
bía recibido en Tucumán, en 27/XI/1624, del P. Guzmán, en?
toncos provincial, "plenos poderes en todo aquello que yo -
19

pueda hacer o mandar", de modo -escribe el P. Guzmán- que


"todo lo que así Vuestra Paternidad hiciere, quiera que
valga como si yo estuviere presente" y agrega "como si por
mi misma persona fueran hechas". (11) Esa "patente'1*, como
se la llama, a la que el P. Vergara se referirá, puede ha­
ber sido la causa de que se le atribuyera al P. Guzmán lo
que había hecho el P. Vergara, expresión, al fin de cuen—
tas, de lo que el P. Guzmán quería. Resumiendo: el fundador
habría sido el P. Vergara, aunque en 1625, pero no de "So­
riano", nombre que no aparece entonces para nada; lo hizo,
además, en representación del P. Guzmán, según el poder de
que disponía. Desde que el titulo de ese entonces del P. -
Vengara era Vicario Provincial, puede decirse que fue en -
forma 'vicaria que fundó la reducción. Cabe agregar que po
dría incluso suponerse que en julio de 1624, el P. Guzmán,
de quien se habla varias veces como visitando distintas re_
giones no bien especificadas, pudo haber hecho alguna tent
tativa de fundación; pero tal suposición debe descartarse
al considerar que, un afío después, no fueron recordadas —
por ninguno de los acompañantes del P. Vergara. Si se agre­
ga el hecho de que el nombre Soriano no aparece nombrado -
en esos años, poca importancia pudo haber tenido urna empre_
sa de la que se habrían borrado los rastros a sólo un año
de llevada a cabo. En cuanto a la mención de Lozano, bien
leída, incluye una ambigüedad que puede deberse a una re—
dacción defectuosa: dice, en efecto que "se fundaron tres
iglesias, de las cuales sólo permanece una con su reducciói
de Santo Domingo Soriano en la boca del Río Negro"; lo más
probable es que quisiera decir que entonces se fundaron —
tres iglesias, de las que sólo subsiste una "en donde hoy
está la reducción de Santo Domingo Soriano", frase que hu­
biera expresado más fielmente su verdadero pensamiento.

IX - SOBRÉ LA PERSONALIDAD DE BERNARDINO DE GUZMAN.


El P. Bemardino (y no Bernardo) de Guzmán estaba radi
cado en América desde que viniera con Ortiz de Zárate en -
1573, junto con otros veinte franciscanos. En la serie de
20

Provinciales que rigieron los destinos de la orden seráfi


ca en esta parte de América, su nombre aparece entre los-
primeros, siendo alabado por el P. Córdoba como “un insig
ne predicador". Vino a suceder a Fray Juan de Vergara co­
mo Provincial de toda la región que comprendía Asunción,
Tucumán y Buenos Aires. Resultó electo para tal cargo, —
que duraba tres afios, en el Capítulo que presidiera en —
2/II/1624 Fray Juan Deza. Desempeñaba al mismo tiempo el
cargo de Calificador del Santo Oficio, habiendo constan—
cías de ello en noviembre de 1624 y en agosto de 1625. Fue
luego presentado por Felipe IV al Papa Urbano VIII como -
Obispo del Imperio de Chile, falleciendo antes de llevar­
se a cabo su consagración. Segfa el P. Pacífico Otero, —
consta en papeles del Archivo de Indias que el P. Guzmán
fue presentado en 1625 para suceder en el Obispado al ----
limo, fray Melchor Prieto y a Fray Tomás Torres en 1627 -
en la Iglesia Catedral de la Asunción. (12) Ensefió (o "le.
yÓ“) como entonces se decía) teología en el convento de -
Córdoba y se sabe que visitó personalmente todos los con­
ventos, doctrinas y reducciones de su provincia en el Tu-
cumán. Rio de la Plata y Paraguay, en 8/10/1625, el gober­
nador Céspedes lo recomendaba al rey de esta manera: "A -
los que gobiernan les corre precisa obligación de dar avi
so a V.M. de los sujetos que hay en la Provincia o provin
cías que son de su cargo, y cumpliendo con lo que debo,
certifico a V.M. que fray Bernardino de Guzmán, de la 0r
den de San Francisco, natural de Andalucía, que actualmen
te es Provincial de estas provincias, y persona ejemplar
en virtud, de muchas letras y caridad conocida, gran pre­
dicador, ha hecho predicando muy buenos frutos. Y aunque
no le he visto, por las relaciones que en general me han
hecho de su proceder, escribo ésta a V.M.'1 (13). Por su ­
porte, el Obispo de Buenos Aires, -Monseñor Carranza, ele­
vaba en 1626 el siguiente informe: “Las reducciones de es
te pobre Obispado son pobres y de pocos indios, que todos
se van acabando. Hay faltas de lenguas que los doctrinen
por las miserias de la tierra, si bien los padres de San
Francisco hacen su posible en esto, y el R. P. Provincial
21

de esta Orden, Fr. Bernardino de Guzmán, ha tenido en to­


do su tiempo mucho cuidado y acudido con puntualidad". --
(1U) Extraordinarias, en verdad, tenían que ser las virtu
des del P. Guzmán para que el Gobernador y el Obispo, qué"
en todo andaban a las greñas, coincidieran en exaltarlas.

X - EL GOBERNADOR CESPEDES ORGANIZA


LA PENETRACION EN LA BANDA ORIENTAL.
Expuesto lo que puede saberse acerca de la presunta
intervención del P. Guzmán, pasemos a considerar ahora la
del P. Vergara, curiosamente ignorada por el P. Lozano y
otros cronistas posteriores, pero de la cual disponemos -
de testimonios de veracidad indudable.
Los inconvenientes que provocaban la insumisión de -
los charrúas, y las consiguientes limitaciones que impc--
nían a las actividades de los bonaerenses, determinó una
política expansionista que el nuevo gobernador, Francisco
de Céspedes, emprendió con decisión y habilidad. Imposi—
ble resultaba ir a buscar cañas y leña, que tanto abunda
ba en la banda oriental del Uruguay, sin tropezar con la-
enconada resistencia de los charrúas, quienes ‘'hacían to­
do el daño que podían a los navios que daban a la costa,
robándolos, cautivando y matando los españoles que iban -
en ellos". Logró Céspedes, sin embargo, hacerles llegar -
una invitación a pasar a Buenos Aires mediante un "indio
ladino" en lengua española,quinientos charrúas con sus ,-
mujeres e hijos vinieran así a trabajar en la fortifica—
ción de Buenos Aires, atribulada por la amenaza que supo­
nía un posible ataque de los navios holandeses, los que -
hacía poco se habían apoderado de la ciudad de Bahía y se
disponían a continuar sus correrías. Los charrúas, coman­
dados por su cacique conocido como el "capitán Miní" (bau
tizado después como "Francisco de Céspedes") colaboraron-
así en la construcción de trincheras, fosos y falcones, -
siendo alojados en la playa del Río cerca del fuerte y —
tratados con la mayor atención, tanto en el sustento como
22

en ropa y muchos otros presentes de los que fue .'pródigo el


gobernador. Pudo así comunicar que "con halagos y dádivas -
de mi hacienda los traje a la obediencia y amistad de S.M.
y están quietos, amigos y obedientes a mis mandatos". Y en
cuanto a religión, consiguió infundir conciencia de su im—
portancia arrodillándose él mismo ante los sacerdotes, a --
quienes les rendía pleitesía besándoles la mano. Llegó en
tonces el momento de encarar un comienzo de penetración en~
la agreste banda de los charrúas, y para ello empezó Céspe-
des por designar al asunceño Hernando de Zayas, buen "len—
gua" y conocedor de las costumbres indígenas, con el cargo
de Administrador de los Indios en la Banda del Norte de es-
te río grande" (el Paraná y el Plata)y le encomendó que -
acompañara en su regreso a los charrúas, a quienes antes, -
al mismo tiempo que respeto a la iglesia, inculcó también -
respeto a los cañones, cuyo estrepitoso poder les hizo pre­
senciar y oir. (15) Catequizados y asustados de tal suerte,
los charrúas aceptaron reducirse, indicando para ello una -
isla "que está en la boca del Río Negro a treinta leguas de
e3ta ciudad (Buenos Aires) y cuatro arriba de la antigua po
blacíón de San Salvador". Regresamos así en balsas y canoas
con H. de Zayas y Gonzalo de Acosta, quien tenía cierta----
amistad con los charrúas.
Desembarcaron en los lugares señalados, hablaron con los
caciques que se presentaron, y levantaron allí dos grandes
cruces, hechas por los mismos indígenas, muchos de ellos —
legados en número de 500, con mujeres e hijos,-desde la re­
gión de Montevideo "enojados y a punto de guerra". Termina­
ron todos por estar en paz, y pidieron hablar con Céspedes
"para que quedase asentado lo propuesto". Ha dé hacerse -
notar que la actividad de Zayas no se limitó a la menciona­
da, sino que siguió hasta el Alto Uruguay repitiendo los —
contactos fructuosos, aplacando los ánimos con dádivas y —
buenos modos, dándoles trigo, maíz, arados y otras herra----
mientas. Fue así que el cacique charrúa Santiago Nezá, del
Alto Uruguay, se ofreció a parlamentar con los caciques ve­
cinos, viniendo a Buenos Aires a trasnitir la buena volun—
23

tad de todos. Fray Roque González, que ya había intentado


cuatro años atrás empresa parecida, se estrechó en fuerte
abrazo con Nezá, expresando su alegría "por verse abier—
tas las puertas" tanto tiempo cerradas, "prometiendo Nezá
que procuraría con todas sus fuerzas que todos los caci­
ques del Uruguay se convertirían a la Fe católica y al —
servicio de Su Majestad". Las regiones del norte fueron
reservadas para los jesuítas, siendo los primeros misione
ros Miguel de Ampuero y Roque González. Se iniciaba así -u
una tarea misionera gigantesca llevada a cabo por los je­
suítas en el Alto Uruguay y que daría lugar durante las -
dos décadas siguientes a la fundación de numerosas reduc­
ciones .

XI - FUNDACION DE SAN FRANCISCO DE OLIVARES


Y SAN ANTONIO DE LOS CHANAES.

La vuelta de los dos "lenguas" a Buenos Aires con las


felices nuevas, y la actitud aquiescente que mostraban -
los caciques charrúas que los acompañaban, alentó a Céspe
des en sus propósitos. Se reunió con el Obispo Carranza,-
con quien por ese entonces hacía aún buenas migas, y ante
su objeción de la escasez de sacerdotes, se convocó a una
reunión de prelados de las cuatro órdenes, franciscanos,
dominicos, jesuítas y mercedarios, se excusó de colaborar
el P. Francisco Vázquez, superior de los jesuítas, por no
contar con el Provincial de su orden residente en Tucumán
y fue entonces que el P. Juan de Vengara ofreció su Ínter
vención. Anotamos aquí la contradicción entre lo que afir
ma Enrique Peña (alegando una información de servicios he"
cha por el P. Vergara en 15/11/1630, que menciona pero —
que no transcribe) al atribuirle al P. Vengara una maní—
féstación que habría hecho en dicha reunión de que no con
taba con autorización de su Provincial (el P. Guzmán, tam
bien en Tucumán) y la existencia de un poder o "patente''^
este sí, perfectamente documentado, por el que el P. Guz-
2U

man delegaba en el P. Vergara todas sus atribuciones, se­


gún ya vimos» (36) La reunión, que se efectuó en la
del Obispo Carranza, se abrió con un “exhortatorio" del -
Gobernador, con la presencia de autoridades y vecinos. En
tre los temas que no pudieron dejar de tocarse, estaban,-
por un lado, la escasez de sacerdotes y por el otro, la
falta total de recursos materiales. Al solicitarse un es­
tipendio con el cual satisfacer los pedidos de "géneros -
que apetecen Los indios", salió así a relucir que en "las
reales cajas" no había "ni un real", dándose por causa la
prohibición de comerciar que el oidor Alfaro había dejado
bien establecida, por lo cual -se dijo- "no entra plata -
en este puerto". Céspedes se atribuyó posteriormente la -
atención de los gastos, a costa suya, enviando azadas, se_
millas y otras cosas a fin de fomentar la Laboriosidad de
los indios. T asi fue que en pleno invierno de 1625, em—
bateados en frágiles canoas -"embarcaciones tan flacas —
que con 'cualquier mareta trabucan"- el P. Juan de Vengara
quien cantaba entanoes'de US a 50 anos", partió acompaña­
do con F.Pedro Gutiérrez, joven sacerdote que fue su úni­
co acompañante, además de los indios que volvían a sus la
res. A pesar de los antecedentes favorables, la empresa .•
no carecía de riesgos, adelantando el P. Vergara que, si
bien la buena voluntad de los charrúas visitantes era evi
dente, estaba todavía por ver "la disposición y el ánimo-
de 10b demás que están en sus tierras".
El relato de lo acontecido aparece profusamente deta
liado en la "Información" hecha en Buenos Aires en 22/VlTI
/1625 ante el Gobernador Céspedes, de los ¿servicios he­
chos por el P. Vergara. Deponen como testigos Juan Cardo
zo Pardo, Frímcisco Zaldívar (Deán de la Catedral), Fran­
cisco Cavallero (Arcediano de la Catedral), el capitán Pe
dro Gutiérrez (padre del sacerdote homónimo) Bernardo de
León depositario Gral. de Buenos Aires) Juan de la Barre
ra (vecino) y Salvador Barboza de Aguilar (Protector Gene
ral de los naturales de la Provincia) (17). Dice esto úl­
timo, entre otras cosas:
25

"(El P. Vergara) se embarcó en canoas y atravesó es­


te dicho río que por otra parte tiene de travesía más de
seis leguas con muy gran riesgo por ser las embarcaciones
tan flacas y que con cualquier mareta trabucan y se pier­
den y ahogan muchos que han atravesado por él y llegado a
la otra banda y los dichos indios sirviéndole y guardándo
le. Pasó y travesó otros muchos riesgos muy grandes hastia
llegar oomo llegó a los sitios donde estaban enarboladas
las dichas cruces, que deben de estar una reducción de -
otra seis o siete leguas, y halló muchos de los dichosin
dios con sus mujeres e hijos en las dichas reducciones co
mo si estuviesen fundadas de más tiempo, y fue muy bien ~
recibido de ellos, y luego puso por obra a lo que iba e -
hizo juntar los demás indios que andaban derramados en ;-
sus casas y pesquerías, que can muy gran facilidad se jun
taren, y les dio a entender la sustancia de su viaje en ~
muchas pláticas que les hizo, y los dichos indios como —
era cosa tan nueva para ellos, lo fueron oyendo y comúni
cando entre ellos, y en efecto vinieron a pedir el santo-
Bautismo más de doscientos varones y hembras, que se les
administró el dicho Padre, y les dijo misas cantadas y re
zadas, que asistieron a ellas los que ya eran cristianos
y le pidieron les diese padres que se quedasen con —
ellos, y lo prometió, y cuando trató de su vuelta, se ----
ofrecieron a venir con su Paternidad los caciques princi­
pales, que trajeron consigo en servicio de dicho. Padre -
muchos indios con sus mujeres e hijos, y vino a presen—
cia del dicho Señor Gobernador y dio cuenta de todo lo —
hecho, que con el Señor Obispo y todo el pueblo se cele­
bró mucho, dando infinitas gracias a Dios de tan buenos -
sucesos."

Declaró otro testigo que el viaje se hizo "con mucho


riesgo de la salud y descomodidad, navegando por el Río .
Grande y para el Río Negro y por otros ríos muchas le—
guas en canoas". Aquellos indios que, según decían, vi­
vían hasta entonces en medio de "vicios, borracheras e —
idolatrías", de "hijos del Demonio" pasaron a ser "hijos
26

de Dios”, al sentirse requeridos ”en mucho amor y volun­


tad”. Valdivia, Deán de la Catedral, agrega que eran in­
dios "charrúas, y chanáes y otros que están desotra banda
del rio, que jamás se han reducido ni dado la obediencia
a S. M. por ser gente belicosa, barbara y feroz". Dice -
además que otros gobernadores lo han intentado en vano,
pero que los halagos y buenas razones de Céspedes condu-
jeron al éxito. De vuelta en Buenos Aires, 'se supo cómo
dejaban comenzado a hacer dos reducciones de los dichos
indios, y mucha parte de ellos bautizados y catequizados
y trajo consigo muchos de los más principales de ellos -
con sus mujeres e hijos que andan en esta ciudad y vie-~
nen a llevar consigo sacerdotes que los doctrinen. Decía
ra otro que estuvieron muchos días y que el P. Vergara -
dejó algunos indios sin bautizar hasta que no fueran ca­
tequizados. Los indios quedaron "alegres y confiados", -
habiéndose empezado a levantar iglesia "por mandato del
Gobernador." Debe aclararse que algunos de los "testigos”
hablaban por lo que habían oído decir, y no por haberlo
presenciado. Bernardo De León agrega que los dos sacerdo
tes fueron acompañados por un lenguaraz "en las len--
guas generales de los dichos indios". Las reducciones es
taban situadas "a veinticinco o treinta leguas" de Bue-~
nos Aires, distando una de otra "cinco o seis" leguas. No
se especifica geográficamente el lugar, pero equivaliendo
la legua española a unos 5.550 mts. , veinticinco leguas,
contadas a partir de la ubicación de la Buenos Aires de -
entonces nos lleva exactamente al canal Yaguary, entre las
islas Lobos y Vizcaíno, y treinta leguas nos llevarían a
las aproximaciones de la actual Fray Bentos, inelinendo­
no s a pensar que esta última, teniendo en cuenta los para
deros que hoy se conocen, debería estar en las proximida-"
des de la barra del arroyo Las Cañas. En cuanto a los nom
bres elegidos, tales fueron San Francisco de Olivares (-”
(nombre al que a veces se agrega "de los Charrúas") y —
San Antonio de los Chanás (y no "chanáes"), cambiándose -
después esta denominación por San Juan de Céspedes. (18).
De este modo se homenajeaba respectivamente al Primer Mi­
27

nistro español y al Gobernador de Buenos Aires. Digamos -


finalmente que el Obispo Carranza, en dicha "Información"
agrega sus elogios a los expresados por todos, expresando
"habernos dado buena cuenta de la misión que le cometimos
(al P. Vergara) de los charrúas, donde nos consta el gran
de fruto que ha hecho en convertir aquellas almas".

XII - LOS CONFLICTOS ENTRE EL OBISPO Y EL GOBERNADOR.


Nada podría entenderse de lo sucedido con posterior^
dad a los hechos relatados, si no nos detuviéramos un mo
mentó en la situación que se vivía en Buenos Aires. Empe-,
cemos por decir que su población era apenas de unos cua—
trocientes habitantes, los que en esos afios tendían inclu
so a disminuir. Lejano .apéndice de una España en crisis,
mera intermediaria a su vez entre sus colonias y los paí­
ses más industrializados de Europa, Buenos Aires vegetaba
en un aislamiento casi total. Sólo dos veces al afio podía
comerciar con Sevilla o Cádiz, y sólo al Brasil podía ex­
portar 2.000 fanegas de trigo al afio, 500 quintales de -
carne salada y 500 arrobas de grasa. Estaba prohibido -
elaborar aceite, vino, tejidos. No había tiendas, ni mé­
dicos, ni droguistas, ni barberos: todos tenían así que -
serlo un poco. No había casi moneda; sólo el trueque: vi­
no por azúcar, por trigo, por carne, por mate. La confec­
ción de ropa y de zapatos era carísima. Las modestísimas
casas eran casi todas de barro, con techo de paja, algu­
nas pocas de teja; no había casi vidrios, cubiertos, ni
vasos; todos se servían el agua o el vino de un ánfora de
barro para uso común. Abundaba en cambio la carne: nunca
se pesaba; era común comprar una vaca entera para el con­
sumo familiar. Autoridades civiles y eclesiásticas forma
ban así una casta de poder no controlado por una España -
demasiado lejana. Era fácil por lo tanto, que creciera la
desaprensión , tfi envanecimiento que era peor que la vani
dad; gente dispuesta a todo, a sacar tajada de cualquier-
manera en una impunidad casi total; y eran, además, sus-
28

-ceptibles, incapaces de contemporizar, en continuas dis­


putas por un mal saludo, por un mal lugar en la iglesia
o el cabildo, por alguna distinción negada. Todo favore
cía la indolencia y la corrupción. La fuerza y la astu~
cía eran las únicas alternativas viables.

No era así de extrañar que las buenas relaciones que


se establecieran al llegar Céspedes entre éste y el Obis
po, se convirtieran a los pocos meses en una guerra -
declarada. El vecindario de Buenos Aires quedó entonces
dividido en dos bandos irreconciliables: uno de ellos, -
patrocinado por Céspedes y sus dos hijos, con el apoyo -
del P. Vergara y la comunidad franciscana^ y el otro, —
por el Obispo Carranza, Joan de Vengara, dominicos y mer
cedarios, amén de algunos cabildantes y de no pocos po­
bladores. Solamente los jesuítas, cuyo Provincial residía
en Buenos Aires, no daban muestras de apoyar a ninguno -
de ambos bandos. El motivo recurrente de tales discor----
di as no era otro que los afanes desmedidos de lucro de -
unos y de otros, los contrabandos, ventas de negros y —
otras granjerias no muy claras, cuando no decididamente
oscuras.
El Obispo Carranza, de la orden de los Carmelitas
Descalzos -y no franciscano, como afirma Raúl Montero —
Bustamante- había sido consagrado por el Obispo de Tucu-
mán, Monseñor Cortázar, tomando posesión de su dignidad
en Buenos Aires en 29/1/1622, "en presencia de todos sus
moradores". El 26 de octubre de ese mismo año presidió -
el acto ereccional de una nueva Catedral estando presen­
tes el gobernador Góngora y Bemardino de Guzmán. Era Jia
cido en Sevilla en 1567, ingresó a su orden a los quince
años y cursó estudios eclesiásticos en la Universidad de
Osuna.
El P. Juan de Vergara, nacido entre 1575 y 1580 en
Sevilla, era ya en España gran amigo de Céspedes. Vino -
al Plata en 1614 como secretario del P. Juan de Escobar,
29

primer Provincial de los franciscanos, cuyo Custodio —


abarcaba entonces el Río de la Plata, Paraguay y el Tucu
mán. El P. Vergara fue tres veces Guardián del convento
de Córdoba, lector de teología y gramática, reformador -
del convento de monjas de Santa Catalina y Visitador del
Obispado. Sucedió a Fray Escobar como Provincial, reco­
rrió como tal toda la extensa jurisdicción, fundando ----
tres reducciones en San Juan de Vera de las Siete Co——
rrientes. Al terminar su trienio el Capítulo designócomo
Provincial al P. Guzmán, pasando el P. Vergara a ser —-
Guardián conventual un Buenos Aires. Era gran letrado, -
habiendo introducido estudios de artes y teolodía, y ade
más "limpio de linaje", cualidad entonces decisiva.

Francisco de Céspedes, el gobernador, también sevi—


llano, nacido alrededor de 1565, ostentaba subidos méri­
tos militares y administrativos; amigo en España del P.
Vergara, fue designado Gobernador en 1623, demorándose
su viaje dos años por no haber barco que le viniera bien.
Llegó en un galeón a Buenos Aires en setiembre de 1624,
con el susto consiguiente al advertirse la proximidad de
los cinco mil holandeses que, tripulando treinta y seis
barcos, se habían apoderado de Bahía. Venían con él sus
dos hijos, José y Juan, de veinte y diecinueve años, y a
poco, uno de ellos fue ungido cabildante pese a disposi­
ciones que prohibían serlo a los parientes de gobernado­
res; adquirió dicho cargo en remate, así como tres com­
pinches, con los que se formó así una mayoría incondicio
nal. Con sus escasos habitantes a lo sumo mil, según -
Enrique Peña- Buenos Aires parecía indefensa, debiendo -
Céspedes pedir refuerzos a otros pueblos, pues de España
no había nada que esperar, habiendo llegado solamente un
barco en 1624'. Debió en consecuencia, apresurar, como vi
mos,el arreglo con los charrúas, a los que no demoró en­
utilizar como mano de obra para las fortificaciones. Fi­
nalmente, la amenaza holandesa no se concretó. Pudo así
Céspedes dedicarse a estrechar relaciones con el vecinda
rio dando muestra de una llaneza que fue muy alabada, en
30

tanto sus hijos entraban en comercios no muy loables, utili


zando incluso los indios de las reducciones vecinas para -~
que arrearan y faenaran ganado en su beneficio.

El cuarto personaje de los sucesos que relataremos era


Joan (o Juan) de Vergara, homónimo del sacerdote, hombre de
larga actuación en Potosí y otros puntos, .tesorero de Her­
nandarias, y al fin hombre de fortuna, lograda mediante el
contrabando y otras circunstancias demasiado largas como pa
ra enumerar aquí. ~

La primer manifestación conocida de la hostilidad -que -


se había entablado entre los mencionados bandos, fue la co­
municación que el Obispo Carranza dirigió al rey en 1/V/ -
1627. (19) Dice en ella pestes del gobernador, quien,junto
con sus dos hijos, tenía -dice- todo "reducido a mercancía
y granjeria, y así las doctrinas y reducciones están des—
truídas y algunas sin sacerdotes, habiéndolos tenido antes
que el dicho don Francisco de Céspedes viniera por goberna­
dor". Las dejo -perder -agrega- llevado por la quimera de —
lanzarse a las provincias de Uruguay, Tape y Biaza, "publi-r
• cando que son muy fértiles y ricas de oro, plata y perlas"
y así intentó fundaciones "fantásticas", con sólo algunos -
indios "retirados de estas provincias y del Paraguay en los
montes y ríos e islas hacia la boca de este gran río de la
Plata". Dice además que los charrúas nunca pudieron ser ----
adoctrinados, "y si ahora hicieron algunas muestras de que­
rerlo hacer, fue porque dicho gobernador a los caciques de
ellos les dio algunas cosas". Y así es que fueron el P. Ver
gara y otro religioso "que en ida y vuelta tardaron poco -~
más de quince días, sin hacer más fruto que bautizar algunos
indios grandes y pequeños sin estar catequizados ni darles
a entender que querían hacer iglesias para adoctrinarlos".-
Gran diferencia hay entre este escrito en el que habla del
escaso "fruto" de la empresa, y "el gran fruto" que, cuando
las relaciones eran todavía buenas, atribuye el Obispo al -
P. Vergara en la "Información1 de que ya dimos cuenta. En -
cuanto a "Soriano",es palabra que no menciona jamás.
31

En agosto del mismo afio se produjo un suceso como -


para no creerlo, pero que se explica dado el clima de ten
sión que se había creado. Es el caso que Céspedes, escama
do por la hostilidad del Obispo, resolvió un día el apre”
samiento nada menos que de Joan de Vergara, brazo derecho
de su rival, so acusación de contrabandista, en aquella -
época en la que todos, y muchos gobernadores entre ellos,
practicaban como deporte lo que era, al fin de cuentas, -
una necesidad. El Obispo no demoró en reclamar la líber—
tad de quien, además, ocupaba altos cargos en la Santa —
Cruzada y en el Santo Oficio de la Inquisición. No se -«•-
arredró el gobernador, por lo que días después se apare—
ció frente a la cárcel una columna vociferante de curas,
cabildantes, vecinos y esclavos, bien provistos de cotas
y de armas, con el Obispo al frente; toman la cárcel por
asalto, derriban las puertas y saCan a Vergara en andas,
lo pasean en triunfo por el pueblo y lo llevan luego al
palacio episcopal. No se quedó el gobernador de brazos -
cruzados, sino que fue en seguida por la revancha, haden
do apuntar con sus cañones a la puerta del palacio y ame­
nazando así con derribarla. Se las vio mal el Obispo, pe»
ro cuando ya parecía derrotado, se le ocurrió una idea lu
miñosa: salió del edificio, y dando frente al hombres y -
cañones, lanzó una fulminante excomunión contra los sóida
dos y todos los que allí tallaban. Santo remedio. Pudo -
más esa anatema que los cañones, pues los sitiadores opta
ron por salvar el alma, escurriendo el cuerpo y dejando -
en paz a Vergara en cuerpo y alma. (20).
Tal incidencia, mezcla de comedia y de epopeya, expLi
ca de sobra las contradicciones en que ambas autoridades
incurrían en sus escritos. Entre las cosas que el Obispo
le contara al Rey y a las autoridades del Perú, estaba —
que el gobernador se valía de los indios para vaquear el
ganado cercano a Buenos Aires, cuereándolo después en pro
vecho propio con la colaboración de sus dos hijos. Y en -
cuanto a las reducciones -decía- no eran sino cuentos con
los que hacer méritos ante el rey. Se decía además que —
32

Céspedes aspiraba a un marquesado y que aquellas tierras


vacantes se le aparecían como propicias para anexarlas —
con tal título.

En carta al rey del 20/9/J628, Céspedes le comunica


que "en la otra banda del río hacia el norte, tierra de -
los charueas (sic) en la de San Francisco de Olivares es­
tá “Gaspar de Godoy, y en la de San Juan de Céspedes (an
tes llamada San Antonio de los Chanáes) está; Juan Pérez
'como corregidores y administradores. (21) Esta última, se
gún comunicaba en 5/II/1626 Céspedes al rey, se había es­
tablecido a raíz de algunos delitos"muy levantados", que
habían cometido algunos indios chanás, por lo que lo lla­
mé a darle obediencia y para que se redujesen a diez le—
guas de los charrúas. Eran como cuarenta indios que, ''co­
mo más políticos que los dichos charrúas hicieron casas y
sementeras y chácaras". Se juntaron en seguida doscientos
indios, siendo su primer corregidor Hernando de Zayas. -
(22) En su nota de 1628 agrega Céspedes una frase no muy
d ara: *'Estas reducciones he fundado en tiempo de mi go­
bierno y están a cargo de los religiosos de San Francisco
por falta de intérpretes en las provincias de Uruguay, Ta
pe y Biaza circunvecinos a los charrúas; hubo corregido­
res fueron de parecer los Padres de la Compañía de Jesús
que asisten en ella se quitasen", temiendo que -dice el -
gobernador- siendo los indios recién reducidos, se produ
jeron conflictos y por eso los quitó, "esperando que V.MT
resuelva poblar aquello". Es decir, que se suprimieron —
los jesuítas a instancias de algún corregidor, no especi­
ficándose la índole de la "asistencia" que prestaban. Es­
ta mención de los jesuítas aparece reforzada por otras —
que no sabemos en qué se basan. Así, Francisco Bauzá, lúe
go de expresar que Soriano (no dice de donde sacó ese —
nombre) y su ejido "no eran una reducción propiamente di­
cha", sino apenas una iglesia y un pueblo delineado por -
los franciscanos con autorización de Céspedes y a pedido
de los chanás, dice que "tras los franciscanos vinieron -
los jesuítas, que libertaron a los indios de la organiza-
33

ción de encomienda que se les quería establecer". Llegad-


ron luego residentes españoles a las vecindades, con lo -
que resultó afectada la disciplina que en sus reducciones
solían imponer los jesuítas, y estos cedieron entonces -
su misión a los franciscanos, los que no pudieron contro­
lar ya la vida de la población, mezclándose chanás y espa
Roles y perdiéndose así el carácter indio, lengua y eos—
tumbres de los pobladores. (23), Bauza considera una suer
te que lo que él llama Soriano no haya quedado en manos ~
jesuítas pues al ser estos expulsados, como sucedió un si
glo después, se hubiera perdido por completo el -carác-~
ter positivo y ordenado que sabían darles a sus famosas -
misiones; no se habría entonces desarrollado esa fecunda
célula de integración que fue el pueblo de Soriano, tal -
como creció bajo el suave control de los franciscanos. —
Opinión, la de Bauza que, aparte del nombre entonces ine­
xistente de Soriano, aporta una visión ajustada de la si­
tuación, aunque algunos de tales hechos no aparezcan docu
mentados. También el historiador argentino Luis de ElizaT
de, sin mencionar fuentes, dice que los jesuítas, :"des—
cendiendo hacia el sur", fundan en 1625 la reducción de -
"San Francisco Soriano", como después, en 1738, -agrega-
fundarían aún más al sur la estancia de Las Vacas, de dos
cientos mil hectáreas; mención que, aunque con errores, -
vuelve a incluir la intervención de los jesuítas en la re
gión.

XIII - COMO CUENTA LOS HECHOS EL P. VERGARA


Y SUCESOS POSTERIORES.
Casi simultáneamente con la carta de Céspedes que co
mentáramos, en 16/IX/1628, el P. Juan de Vergara dirige
un extenso memorial al rey, del que extraemos algunos pa­
sajes de interés. Despotrica allí contra su homónimo Juan
(o Joan) de Vergara, hombre "vivo de ingenio y gran pape­
lista", venido a Buenos Aires en 1603, eximio contraban—
dista de negros, ropa y pla:ta con el Brasil. Nada pudie--
34

ron contra él Hernandarias ni Góngora. Hubo artos en que en


traron -dice con evidente exageración- hasta cinco mil ne~
gros, cifra sólo creíble si hubieran seguido viaje al Perú
y Paraguay. Y el tal Vergara y el Obispo siempre de mano -
dada. Fue Salazar gobernador, y Carranza, desde el púlpito
no hizo otra cosa que tratarlo de ladrón, porque no le per
mitía al Obispo concluir sus negociados. Y vino Céspedes,-
y mientras no abrió el pico todas eran loas de parte del -
Obispo, que alcanzaban también para el firmante, Fray Ver-
gara: "qué caritativo, qué limosnero, qué amigo de la con­
versión de estos pobres naturales". Pero fue empezar Céspe
des a echar bandos con pena de muerte por contrabandos y -
sobornos, y fue decir que Joan de Vergara favorecía esos -
fraudes, para que al Obispo Carranza pregonara que el go—
bernador era un tirano y un ladrón. Relata luego el P. Ve>?
gara el modo con que Céspedes puso preso al otro Vergara,
cómo vino el Obispo "con sus negros y sus hachas" a sacar­
lo, seguido por los curas y vecinos que temían su poder. Y
luego el episodio de los cartones .y la .excomunión. Pero la
cosa no paró allí; el P. Vergara nos entera en efecto que
la Real Audiencia, enterada de esas sediciones y alborotos
envió por Juez a Martínez del Prado, quien hizo en seguida
liga con el Obispo y dió más fuerza a la sedición, ponien­
do a Céspedes, nada menos, preso en las afueras de Buenos
Aires. Le quitó entonces la Audiencia su comisión a Martí­
nez del Prado y se la dio a Hernandarias. Por ahi debía h^a
berse empezado. Sacó Hernandarias a Joan de Vengara del --
Convento de Santo Domingo quieras que no, y lo envió preso
a la Audiencia en una carreta con guardias y cadenas, y de
yapa a los cuatro cabildantes de su cofradía. Reruso luego
a Céspedes como gobernador y, en cuanto al Obispo, se le
hizo pagar sus buenos quinientos pesos ensayados, dándose­
le cuatro meses de plazo para comparecer ante la Audiencia
con lo que volvió la tranquilidad al país y pudo Don Fran
cisco gobernar con la suavidad con que gustaba hacerlo, ca
ñones aparte. (24) Y pudo también proseguir -agrega el PT
Vergara- "la conversión de los infieles de que este caba_
llero ha sido tan aficionado desde que entró a gobernar, -
35

pues tiene reducida toda la provincia de los charrúas que


nuestra religión tiene a su cargo y las de Tape, Uruguay y
Biaza en que la Compañía de Jesús tiene cinco reducciones,
todo esto mediante su solicitud y muy a costa de su hacien
da. Para que la conversión de estos naturales vaya adelan­
te, convendrá que V.M. agrega- prolongue el tiempo del -
gobierno a este caballero y para que se remedien excesos -
de este puerto que con la salida del Obispo y Juan (Joan)
Vergara y otros culpados que eran los más, estoy muy cier*-
to que sería muy fácil a Don Francisco acabarlos de reme—
diar como comenzó". En otra nota al rey, el P. Vergara di­
ce que "en el Tape, Uruguay y Charrúas" hay fundadas siete
reducciones con gran número de naturales, "en conformidad
de lo que V.M. por su Real Cédula tiene ordenado". Agrega
que le ha entregado a Céspedes ocho religiosos que tienen
a su cargo dieciséis doctrinas, y pide ayuda en gente, ar
mamerto y dinero, "pues las provincias están ir.uy pobres y
acabadas con la nueva cédula de prohibición de no pasar —
plata del Perú a ellas". Por su parte, el gobernador se ha
ce lenguas de la actividad y demás virtudes de Fray Verga­
ra, "que ha sido dos veces Provincial, y que les predicó -
el Evangelio a los indios de esta costa del Río de la Pla­
ta, díjoles misa, bautizó muchos grandes y pequeños des----
puás de haberlos catequizado y amonestado. Fundó dos redu£
ciones -dice-: la una de nación charrúa, nombrada de San -
Francisco de Olivares; la otra de indios chanáes no me—
nos dañosos que los charrúas, nombrada San Juan de Céspe—
des. Dejó religiosos en ellas que hasta hoy las doctrinan,
y viendo que se abría puerta para entrar en las grandes —
provincias del Uruguay y Tape, valíme de la religión y en­
tregúeles estas provincias y han sacado tanto fruto de ----
ellas que se han fundado las reducciones con iglesias sun­
tuosas" (Se refiere aquí a las del Alto Uruguay). Dice en
otro lado que "entró con grandes riesgos en tierras cerra­
das para los españoles, para predicar el Evangelio como lo
hizo embarcándose por mi orden y pasando al Bando del Nor­
te , donde bautizó gran número de ellos como consta de los
autos que están presentados en el Real Consejo de Indias".
36

Cono se ve, una conf innación bastante expeditiva. Al de_


jar la Gobernación, en 1631, Céspedes le comunica al Ca—
bildo de Buenos Aires: "Con la venida de Su Señoría se —
aquietaron otras- muchas naciones de indios circunvecinos
y con su buen modo y traza redujo y trujo al conocimiento
del Santo Evangelio y fe católica a la nación de los in--
dios charrúas hasta las islas y sierras de Maldonado", de
donde vino un cacique menor en representación del princi­
pal. Agrega Céspedes que encomendó dicha misión a los —
franciscanos, a quienes les correspondía reducir a cha-—
rrúas, chañas y otros indios de la costa, reservando para
la Compañía de Jesús los yarós y otras naciones.''

Digamos como conclusión que el Obispo debió irse a -


Cnuquisaca y que Céspedes, luego de solicitar al Rey que
le reembolsara 12 mil ducados que habría gastado en sus -
preparativos contra los holandeses y en sus empresas de -
adoctrinamiento en el Uruguay y las Misiones, fue condena
do a prisión en 1631, debiendo regresar a España y siendo
sustituido por Pedro E. Dávila como Gobernítdor, en tanto
Joan de Vergara resultaba absuelto por el visitador Gara­
bito, quien lo calificó de "cabal, diligente y de expe----
riencia en los negocios", en lo que no faltaba un punto a
la verdad.
Hemos expuesto así un panorama general, dentro del -
cual se inscriben aquellas dos fundaciones de 1625, así -
como las motivaciones que las determinaron. Poco duraron
esas dos reducciones; las dos menciones más claras que se
conocen no permiten atribuirles mucho más de tres af)ps de
duración: una, la que hace Céspedes, al decir que hasta -
hoy (lo dice en 1628) se doctrina allí, dando a entender
que la empresa no puede proseguir por falta de apoyo; la
otra mención es la declaración • formulada en 1628 por el
P.Pedro Gutiérrez, en el pleito acerca de la pertenencia
del ganado que existía entonces en la Banda Oriental. De
clara allí Gutiérrez haber visto el embarque de 1617 y -~
que, a poco de ser ordenado sacerdote (tenía entonces 21
37

anos de edad) fue doctrinante, como ya vimos, en la reduc


ción que se estableció en la isla del Río Negro, en donde
residió dos afios, sirviéndole de sustento las vacas de —
Hemandarias. No aclara el P. Gutiérrez si alguien lo su­
cedió como doctrinante al cabo de esos dos afios, es decir
en 1627, aunque, como se veré a continuación, puede asegu
rarse que, por lo menos, en 1631 con seguridad no había -
ninguno. Esa escasa duración de las reducciones fundadas
por el P. Vergara fue debida, en primer lugar, a los con­
flictos que, con la ent idad que ya vimos, abrumaban a las
autoridades civiles y eclesiásticas de Buenos Aires, pero
principal y decisivamente, a la falta de una decisión---- .
real, por, incuria o desinterés de sus consejeros áulicos.
Así lo expresa Céspedes, respetuosa pero inequívocamente,
en su comunicación del 20/IX/1628, diciendo que el regre­
so de los misioneros 3e debió a un disgusto entre los in­
dios "y por la falta de una orden del í’ey, sin la cual na
da podía hacerse"; recuerda haber mandado dos áfios atrás
unos capítuloe para hacer la entrada y población a su eos
ta, sin haber recibido contestación, como tampoco de los
despachos envi idos posteriormente. El Consejo se limitó a
ordenar que se reunieran les antecedentes, sin pronunciar
se al prospecto. Se frurtró de ese modo una empresa que -
Céspedes encaró con sentido práctico, aunque con la preci
pitación a que lo obligara la amenaza holandesa: a falta
de espafiole3, tan escasos en Buenos Aires, intentó conver
tir a los indígenas en sus propios mantenedores, inculcáñ
doles, junto con la base espiritual de la religión, tras­
mitida con inevitable apremio, una incipiente conciencia
de autogobierno y un principio de hábitos agropecuarios.
No envió un sólo hombre de guerra y ni siquiera de traba­
jo, salvo los mismos religiosos, solamente dos, a cuyo —
cargo estuvo todo lo que involucraba tanto el cuerpo como
el alma. La religión daba así el primer paso, para dejar
los siguientes a cargo exclusivo de los naturales. La pre
disposición de los charrúas era la más favorable; el re-~
cuerdo de Zárate, se había desvanecido por completo. En -
30/VIII/1631 Céspedes comunicaba en efecto al rey que----
38

los indios que habitan en la otra Banda de este gran Río


están quietos y pacíficos y acuden a servir a Vuestra Ma­
jestad, pero hácenle falta los padres de sus reducciones -
que son franciscanos", pues desde que se ausentó de Buenos
Aires el P. Vergara -agrega- los pleitos y discordias ha­
cen que no se pueda enviar de misión ningún religioso". —
Interesa consignar que el P. Vergara fue designado Provin­
cial en 1626, regresando a España en 1640 y sabiéndose que
en 1648, de setenta años de edad aproximadamente, residía
en Carmena como Guardián de su convento. El P. Vergara fue
así Provincial hasta 1624; el P. Guzmán lo fue desde 1624
a 1626, volviendo a serlo el P. Vergara en 1626.

XIV - OTRAS VERSIONES ACERCA DE LA FUNDACION


PRESUNTA DE SORIANO EN ESOS AÑOS.
Creemos ilustrativo reservar ahora un lugar a otras -
versiones que se dieron y que hasta hace poco tiempo eran
generalmente aceptadas, acerca de la fundación de Soriano
en aquellos altos, y aún bastante anteriormente. Basadas al
gunas de ellas en tradiciones orales, aparecen como mez----
cías de verdad y error en proporción difícilmente discerní
ble. Merece en ese sentido ocupar el primer lugar el famo
so alegato que los sorianenses elevaron en el 1800 solici~
tando le fuera reconocido al pueblo la categoría de ciudad.
Firmado por el regidor Benito de los Ríos, dice así, en la
parte que nos interesa:
1 . Alegato de 1800. "Por los años 1566 pasó de esta
capital de buenos Aires a la Banda Oriental del Río de la
Plata un religioso de la Orden de Predicadores con intento
de reducir a la Fe católica a las Naciones de Indios infie
les que se hallaban situados en ella, y habiendo empezado
su predicación por la costa del Río Negro donde se encon—
traban cinco naciones de bárbaros, llamados Charrúas, Boja
nes, Aros, Minuanes y Chanás, consiguió su apostólico ce­
lo reducir a la Fe católica primeramente a la nación cha--
39

rrúa. Estos bárbaros no queriendo dejar sus antiguas su—


persticiones, al poco tiempo abandonaron al religioso y —
volviendo a la idolatría, pasaron sus poblaciones y tolde­
rías a la otra banda del Río Negro. Siguió no obstante su
predicación el religioso entre los demás y pudo con ella -
reducir a los chanás, quienes poco a poco se le fueron jun
tan do a imitación de su cacique y abrazando la fe y con —
ella se sujetaron aí suave dominio de los Reyes Católicos,
de quienes espontáneamente se apellidaron fieles vasallos.
Viendo el religioso en tan buen estado su reducción pasó a
Buenos Aires con los principales de sus nuevos discípulos
a presentarlos a su gobernador D. Juan Ortiz de Zarate." -
(25) Se agrega que se concedió a la población el título ¡a
de "Real Pueblo de Santo Domingo Soriano", así como un Ca­
bildo y limites de tierras que no transcribimos, pues se -
mencionan sin lugar a dudas ios asignados por Andonaegui- -
muy posteriormente (arroyo Maciel, arroyo Grande, etc.).Se
dice que dichos dooumentos se perdieron ai incendiarse el
cabildo a mediados deJ siglo anterior, en la casa de D.Jo­
sé Martín de San Román, y completa este oficio una reía----
ción de hechos históricos en los que participaron los so—
rianenses. Los errores son notorios: en 3566 rfo existía —
Buenos Aires. refundada recién en 3580; Zarate vino al Fia
ta recién en 1J73 y no residió en_ Buenos Aires sino er.----
Asunción, después de su estadía en el Playa - y en San Sal
vador; tampoco pudo enviar sacerdotes de la Orden de Predi
cadores, cuando con él sólo habían venido franciscanos. Es
evidente que se utilizaron memorias orales muy confundidas
•aunque algo de verdad subsiste en las relaciones con cha—
rrúas y chanás, no tanto en los detalles materiales cuanto
en la atmósfera en la cual se desarrollaron los sucesos.

2 . "Documento de trasladación". En el "Documento de


Trasladación" de 3 708, elevado por el "teniente José Gómez
morador en el Pueblo y Reducción de Santo Domingo Soriano. ■
Por instancias que me han hecho los naturales todos en co­
mún", hay una mención al pasar a la antigüedad de la pobla
ción; se dice, en efecto, "desde nuestra fundación, que pZ
40

san de sesenta afios", etc., de lo que se deduce que la fe­


cha aludida sería aproximadamente 1646 lo que, según vere­
mos, no está tan lejos de la verdad. (26)

Encontramos en otro lugar de los libros del Cabildo


un relato según el cual los charrúas abandonaron al primer
doctrinante, acercándose los chanás, que estaban acampados
a una legua, fueron catequizados y se trasladaron después
a Buenos Aires, tal sucedió "treinta afios de la fundación
de Buenos Aires", es decir, si se refiere a la segunda, —
por 1630; otra vez se mezclan verdad y falsedad.
3 . Nota de Villasanti (3750). En otra extensa nota
del 9/III/1750, firmada por el capitán Joseph Villasanti a
ruego del Procurador que no sabía firmar, se dice al co----
mienzo que "el pueblo de Indios de los chanás y reducción
de Stfito Domingo Seri ano se halla situada en la otra banda
de este río, representa a Va. Sa. como de cerca de cien —
afios a esta parte fue erigida dicha reducción a costa y —
mención de ntros. antepasados sin que S.M. (que Dios guar­
de hubiese gastado cosa alguna en su fundación, erección
de Iglesia y lo más necesario a congrua sustentación de cu
ra que mantiene a costa de los individuos del Pueblo, como
asimismo de sus propias agencias sale la cera, vino y de—
más necesario para el culto divino sin ninguna ayuda de S.
M. como a otras reducciones y pueblos de Indios y está pre
venido en el Libro 69 tit. 39 de las recopiladas de indios^
a que coadyuva que siempre han estado", etc. Según esta re
ferencia, la fundación se habría efectuado algo después de~
1650, lo que ya se acerca bastante a la verdad. (27)

4 . Informe Oyarbide (1801). En el afio 1801, el geó


grafo espafiol Andrés de Oyarbide efectúa un viaje de teco"
cocimiento del Río Uruguay muy minucioso, y se preocupa -
por recoger informaciones sobre el origen de los pueblos
más antiguos. Llegado a Soriano, pidió a su al raldr José
A. Pérez Moreno que le procurara los vecinos más entera—
dos, concluyéndose lo siguiente:

"Den .Francisco Barrutia, vizcaíno que hace sobre 20


años que navega y frecuenta por aquel río, aseguró haber
oído a varios vecinos de aquellas estancias (se refiere -
al San Salvador) que la dicha población estuvo fundada so
bre la margen del Sur del Río San Salvador, como 6 cua----
dras dentro de su boca, antes de llegar a un pequeño arro
yo que entra por aquella parte, y aún algunos le tenían -
asegurado haber visto de ella varios vestigios", entre —
ellos restos de un barco de maderas ya podridas. "Un in­
dio de nación chaná, y como de cien años cumplidos de----
edad, fue tantoién de los llamados, y dijo que las nacio­
nes que él alcanzó a conocer habitantes de esta banda —-
oriental del Uruguay, eran yaros, bohanes, charrúas y mi-
nuanes, y que la suya de los chañas acabaron las dos ul
timas y a las dos primeras obligaron a apartarse de estas
inmediaciones; este indio nació en el pueblo viejo de Sto.
Domingo Soriano, que estaba situado a 1 1/2 millas^a occi­
dente de donde ahora se halla", etc.; "esta relación se -
la oyó a su abuelo que era de más edad que el ahora", es
decir que su abuelo había nacido por 1610 a 1620. Según
varios vecinos, el "pueblo viejo" estaba a una milla al -
sudoeste del pueblo actual, más o menos en el extenso -
túmulo en donde hoy se levanta la estancia "La Blanquea-^
da": El anciano chaná agregó que había oído decir que el
Real Estandarte que aún se conservaba lo había concedido
el Adelantado Juan Ortiz de Zárate. Aparecen así confundi­
dos los recuerdos de Zárate y su ciudad Zaratina con los
de poblaciones posteriores. En cuanto a la nave menciona­
da, puede haber sido la incendiada por los indios en 1577
u otra abandonada en esos años. Los vecinos de 1801 la —
llamaban "el Arca de Noé". (28)
5 . Larrafiaga (1815). Al sabio Presb. Dámaso Antonio
Larrafiaga, algunos lejanos descendientes de chañas le re­
lataron, en ocasión de su viaje de 1815, algunos hechos -
que guardan cierta similitud con los anteriores: "Por va­
rias conversaciones que tuve con esta buena gente deduje
que un religioso del Orden de los Predicadores (cuyo nom­
42

bre no pude averiguar; algunos dicen que se 11Fray -


Agustín) en virtud del instituto de esta Orden había pasa­
do a esta banda y predicado el Evangelio a la grande y be­
licosa nación de los charrúas, y que aunque al principio -
fue bien recibido, luego lo abandonaron, y que sabido por
esta pequeña nación de los chañas sus enemigos, ellos mis
mos espontáneamente buscaron al Misionero apostólico y se~
••convirtieron al verdadero Dios: fundaron su pueblo un po­
co distante de donde era hoy; pero perseguidos por los Cha
rrúas se retiraron a las islas y aún allí eran molestados,
hasta que aumentando sus defensas pasaron a fundarlo en es.
te lugar, rodeando el templo de una gran estacada a donde
se refugiaban a cualquier alarma". (29)
Otras versiones. A las versiones del P. Lozano, de-Ma
ría, Azara, Ordoñana, Oyarbide, el P. Larrañaga y a las —
tres- que encontramos en los libros del Cabildo podríamos
agregar la del Deán Funes (30), quien siguiendo seguramen­
te al P. Lozano, afirma que Soriano fue fundado por los —
franciscanos en la boca del Río Negro,así como también el
gran historiador mercedario Clemente I. Fregeiro
®n cuya opinión influyó decisivamente lo afirmado por
Azara. Queda de ese modo delineado un repertorio que cons­
tituyó casi una tradición, elaborada al margen de las docu-’
mentaciones que hoy han podido exhumarse.

XV - SITUACION DE LA REGION
EN LAS DOS DECADAS POSTERIORES A 3627 .
Disueltas, según las presunciones más fundadas, las -
reducciones de San Francisco de Olivares y San Juan de Cés
pedes, de las que no volverá a aparecer mención alguna, hZ
gamos una breve referencia a la situación general en su
relación con la región que aquí nos interesa.

En el lapso posterior a 1627, la actitud de los cha—


frúas había cambiado sensiblemente en el territorio orien-
43

tal. La causa principal debemos buscarla en primer lugar -


en la conducta de Hernandarias en 1609, con la que por un
lado consiguiera sosegar y por el otro atraerse a las tri­
bus del territorio. Contribuyó a esa pacificación, como ya
vimos, la plítica llevada a cabo por los gobernadores Gón-
gora y Céspedes, con lo que pudieron así los bonaerenses -
empezar a aventurarse en nuestras costas con frecuencia, a
buscar leña, cañéis, carbón y maderas gruesas, de lo que ha
bía notoria escasez en la banda del sur. La introducción ~
del ganado en .’óll se llevó a cabo precisamente aprovechan
do un viaje que debió realizar Hernandarias para proveeree"
de cañas. Ya que tenía que hacer dicho viaje, llenó la bal
sa de vacas. Tal situación explica que a los de Buenos Ai~
res no les conviniera que en la banda del norte hubiera po
blación estable; preferían tener a su disposición, sin com
petencia a la vista, grandes reservas de maderas y otros ~
productos que los conservaban así como en depósito, sin -
que los charrúas incomodaran una extracción que no tenía -
importancia para ellos. Será recién a fines del siglo XVII
que los de la otra banda vendrán en busca de sebo y grasa,
así como posteriormente del cuero y del tasajo que obten—
drían de un ganado para ese entonces abundante, y que se
estaba volviendo escaso en la costa occidental. Un testimo
nio de 1626 del. holandés Bachio de Filicaya difundido hace
muy poco por Aníbal Barrios Pintos, dice que los indios de
San Gabriel "son amigos y acuden a Buenos Aires pagfindose-
lo". Por esos años llegaron a ir a servir hasta quinientos
charrúas; pero su permanencia no solía ser larga. Recibida
su paga en especies, regresaban a la banda del norte. Aun­
que no eran servidores seguros, se avenían al trabajo. Pe­
ro tenían su patria, y a ella volvían. Y permitían asimis­
mo que fueran a ella los bonaerenses a extraer lo que qui­
sieran. En 1635, el alcalde Manuel de Frías llegó incluso
a comprar quinientas leguas cuadradas en Colonia por sólo
doscientos pesos. Pero no llegó a establecerse, pese al ce
bo de los charrúas que se le cedían en encomienda. Ni lo -
intentó, pues una cosa era venir de visita, y otra muy dis
tinta, según lo dictaba la experiencia, tratar de mantener
residencia estable.
Entre tanto, la penetración pacífica de los jesuítas
en el Alto Uruguay había alcanzado gran entidad. En ju—
nio de 1626, el gobernador Céspedes concedía por decreto
a la Cotapafiía de Jesús las Misiones en el Uruguay, dando
les incluso amplias facultades para salirse de su distri
to, lo que aprovecharon los jesuítas para expandirse con
sus estancias hacia el sur, llegando hasta las costas —
del Río Negro. Desde 1628 hasta 1640, se fundaron así —
treinta pueblos con más de cien mil pobladores y una or­
ganización que lograría justa fama. No faltaron por cier
to las páginas luctuosas, como la trágica muerte del P.
Roque González en 1628, y ya en 1631, la primera invasión
de los mamelucos, los célebres "bandeirantes", que ha----
brían de ser contenidos durante mucho tiempo a raíz de -
la gran batalla de Mborcré en 1640, considerada con ra­
zón una de las más grandes, por la cantidad de partici--
pantes, libradas en esta parte del Continente. La expedí
ción de Vera Moxica puso un freno a tales incursiones, -
que traían una secuela devastadora de robos, muertes y -
secuestros de indios. La amenaza, sin embargo, se mante^
nía latente. Las misiones norteñas eran un mundo aparte,
virtualmente independientes del gobierno de Buenos Aires.
Pero pagaba esa independencia con su fragilidad, quedan
do expuestas a la avidez, no sólo de los mamelucos, sino
después, de los gobiernos de España .y Portugal, los que
determinarán su ruina y finalmente su desaparición. Pero
sólo queremos señalar aquí su presencia tan gravitante -
entonces, su prosperidad relativamente grande, si la com
paramos con las penurias en que vivía la modesta Buenos
Aires de 1630, breve hacinamiento de chozas de barro y -
techos de paja en su mayoría, con sus aberturas mal tapa
das con lienzo o papel a falta de vidrio y a donde llega
ba en algunos años un solo barco, y no con fines de co­
mercio, sino de control. No estaban por cierto como para
ponerse a poblar nuestra banda, cuando apenas si podían
mantenerse en donde estaban.
45

* Importa también conocer, finalmente, ya que estamos


reconociendo la situación que imperaba entonces en torno
a la región soriana, cuál era la que imperaba allende el
Río Uruguay. Eh 1632, poco antes de morir, Hernandarias
logró pacificar la importante tribu charrúa de Yasú. Des
de ese año hasta 1750, no hubo con respecto a ellos hos­
tilidad abierta, pero no vaya a pensarse que hubo paz, -
pues las otras comunidades charrúas sometían a ataques a
ataques frecuentes a los viajeros y convoyes de "meren­
dantes" , a los que robaban entonces cuanto llevaban. En
1639 la Mesopotamia era en consecuencia un desierto. Los
charrúas, luego de haber destruido e incendiado varias -
estancias, campaban por sus respetos sin visible oposi—
ción. Tal fue la causa principal de que Santa fe se tras
ladara en 1Í51, buscando un lugar más resguardado. Se -~
alardeaba de una "paz" que no era Sino una amenaza cons­
tante y una reclusión forzosa. Y si la situación se esta
bilizó en cierto grado, fue solamente como consecuencia-
de un interés comercial de no muy buena ley, o derecha­
mente en contra de la ley, pues españoles y charrúas, -
pese a expresas prohibiciones, incurrían reiteradamente
en la vituperable práctica conocida entonces como "resca
tes", de los que hay abundantes constancias en los archT
vos de Santa Fe a partir de 1640. Dichos rescates consis
tían en lo siguiente: los charrúas recibían vino, naipes
(vicio que prendió con extraordinario vigor) especies va
riadas, armas y municiones, y entregaban en cambio in—~
dios que secuestraban de otras tribus para cambiarlos co
mo esclavos, Se convirtió en práctica frecuente asaltar-
tribus de otras naciones, e incluso tribus charrúas, en
malo.oas que aparejaban muchas veces grandes depredacio­
nes y no pocas muertes. Fue así que en 1643, al hacer Je
rcnimo Luis de Cabrera una salida punitiva desde Santa ~
Fe, declaró perseguir a "los que habían destruido las -
reducciones de los chañas". (31) El plural allí usado -
permite suponer que, aparte la que estaba en costas del
Paraná, bien pudo resultar entonces destruida la del Viz
caíno, inducidos a pensar por tal mención que todavía —'
subsistía, lo que sin embargo parece muy improbable. Ya en
1632 había dicho Hernandarias de los charrúas que "habían
consumido el pueblo de los chañas". Y en 1648 se mencionan
"las tierras y sitios donde estaban reducidos los chanás,
que se despoblaron por los charrúas, estando vacías y rea­
lengas". No podemos dejar de pensar que la isla Vizcaíno -
ocupaba un sitio demasiado expuesto como para no tentar al
charrúa, única nación que practicaba el "rescate" y que, -
por satisfacer los vicios que propiciara el español, nó —
trepidaba en atacar cuanta población podía proveerlo del -
material humano que necesitaba para sus trueques. Entrega­
do a su nueva vida, carnívoro por necesidad, acuciado por
anhelos y peligros que antes no conociera, facilitados —
sus desplazamientos por el caballo, derivó casi fatalmente
hacia esa práctica infamante, maculando su espléndido afán
de libertad con actitudes que contradecían su antiguo sen­
tido humanitario.
La nación chaná no resultó sin embargo totalmente des^
fruida. Años después volverá en efecto a mencionarse su —
existencia, e incluso alardearán, como ya vimos, de haber
sido ellos quienes predominaran sobre los charrúas. Ya en
1630 debió: pecablemente buscar refugio, no sin antes su—
frir muertes y secuestros, en las islas del Río Negro o lti
gares cercanos, tal vez algunos en la propia Buenos Aires,
en donde eran necesarios sus servicios, siendo sometí—
dos a encomienda, según ya veremos. Eb un mapa anónimo de
1647, muy detallado, en el cual figuran todas las misiones
jesuíticas, no aparece en la región soriana ninguna reduc­
ción. Otra circunstancia que debemos mencionar es que des­
de 1640 Portugal lograba su independencia, la que recién -
será reconocida por España en 1668.Se replanteaba en con­
secuencia el ya viejo pleito por la posesión de estas tie
rras, a las cuales seguía pretendiendo Portugal, circuns—
tancia que pronto habría de repercutí en la banda orien­
tal. Pero procedamos ahora a considerar el momento en que
hace su aparición documental el nombre de Soriano.
XVI - LA PRIMERA MDICION DE SORIANO.
REFERENCIAS A SU FUNDACION.

Un documento de 1666 conteniendo instrucciones envia­


das por el gobernador Martínez de Salazar a Juan de Britos
como Corregidor de 'Santo Domingo Soriano, exhumado por pri
mera vez por el historiador Flavio A. García en 1957( y mi
crofilmado -en 1961 por el firmante) arroja luz sobre los
verdaderos comienzos de ' Soriano y algunas de las circuns
tandas correspondientes. Dada su importancia, lo reprodu­
cimos aquí en su totalidad:
"INSTRUCCION QUE HA DE OBSERVAR Jn. DE BRITO A QUIEN
HE NOMBRADO POR CORREGIDOR DE LA REDUCCION DE SANTO -
DOMINGO SORIANO QUE SE COMPONE DE LOS INDIOS CHARRUAS
Y CHAÑAS QUE ESTAN FUNDADOS EN LA OTRA BANDA DE ESTE
i RIO PARANA EN EL YAGUARI MINI.
Primeramente ha de tener toda amistad y estimación de
buena correspondencia que es o adelante fuere de dicha Re­
ducción y hacer que los indios le respeten y obedezcan en
todo lo que fuere a la enseñanza de la Doctrina cristia­
na.
Ha de procurar con todo cuidado y buenas manas atraer
los indios apartados de aquella Reducción y en su gentili­
dad a que se pueblen 'y funden con los demás de dichas na­
ciones charrúas y chanás para que se vayan instruyendo en
las cosas de nuestra Santa Fe y en policías, sembrando y
cultivando sus chacras para que así se aumente la Reducción
y tomen codicia a las cosechas que hicieren. Ca sin orden
mía no salgan ningunos indios de dicha Reducción ni tampoco
se den en ellas a ningunas personas para faenas de maderas,
carbón ni otras cosas sin que lleven licencias mías por es­
crito. .

Que luego que llegue a dicha Reducción nombre un Alcal


de charrúa y chaná el que pareciere ser más a propósito y -
U8

activo para que sea respetado de los demás indios y ejecu


te los mandatos que le diere en servicio de Su Majestad jT
buen Gobierno de ellos.

Que cuando algún indio hiciere algunas cosas que me


rezca ser castigado mande al Alcalde de su nación ejecute*
el castigo que mereciere y si el delito fuese grave lo ha
rá prender y remitírmelo en los lanchones o en una canoa-
con informe cierto breve y sumario de lo sucedido.

Que en cuanto a las maderas que han cortado para las


obras de la Santa Iglesia en diferentes puestos y parajes
del Río Negro y de aquella Reducción la haga juntar en Xa
parte que Ramírez ha hecho las jangadas en que dicha made
ra debe venir para cuyo efecto juntarán hasta cuarenta in
dios de los chañas y charrúas , ocho para cada jangada de
las cinco que estén hechas y asegurará a los indios de mi
parte la paga de su trabajo la que se le he de hacer yo -
con la puntualidad que cuando trabajaron con ellas su car
pintero y también les asegurará que cuando lleguen con di_
chas jangadas de madera se les hará de pagar de modo a ca
da uno de los días que hubiesen trabajado en plata y mano
propias para que los empleen en lo que quisieren y se vol
vieren en las canoas o en los lanchones del Rey diciendo-
les que estas faenas no sólo es del servicio de Su Majes­
tad sino también de Dios para hacer su Santa Iglesia Cate^
dral en que los gastos que se hacen son de la Real Hacieii
da.
Que cuando llegue el caso de estar hechas las jangadas
y para partir con Alonso Ramírez no permita que ninguno de
los indios que estuvieron nombrados trabajen en otra nin­
guna faena hasta que dicha madera esté conducida.
Que cuanto al Padre Fray Antonio Juárez (o Suárez) -
primer Doctrinante de dicha Reducción cuando^ fue a ella -
se le libraron por acuerdo de Hacienda Real doscientos y
cincixsnta pesos para que con ellos comprase los aperos de
49

labranza y asimismo doce hachas, doce azadas y ocho palas


para edificar la Iglesia y ranchos de los indios y otras
faenas que se pudieran hacer para su conservación, recono
cerá los aperos y herramientas que de los referidos hubie"
re en ser y los recogerá teniéndolos de manifiesto para —
dicho efecto y para edificar la Iglesia de la dicha Reduc
ción siendo necesario en que pondrá todo cuidado después-
de concluidas las faenas de nuestra Santa Iglesia Cate----
dral. De todo lo demás que se ofreciere digno de remedio
me dará cuenta de ejecutar todo lo contenido en esta ins­
trucción que si conviene al servicio de S.M. y de esta —
instrucción y del título que se le despacha de Corregidor
el Presidente escribano y me asiste a los despachos de go^
bienio sacará un tanto autorizado y lo pondrá con los de­
más papeles de su oficio fecha en Buenos Aires a 6 de oc­
tubre de mil seiscientos y sesenta y seis (6/10/1666)"
Firma el "Gobernador y Capitán General de la Provincia y
Presidente de la Real Hacienda, José Martínez de- Sala—
zar". (32)
La nota de Juan de Brito ( 1689). Antes de extraer —
las consecuencias correspondientes de tan decisivo docu—
mentó, resulta necesario transcribir los pasajes principa^
les de la solicitud que presenta Juan de Brito en 1689, -
para que se le otorguen indios en encomienda y en donde -
enumera méritos que son para nosotros esclarecedores de -
algunos aspectos importantes. Dice así:

"(...) A los beneméritos y como uno de los más prin­


cipales de esta ciudad que los obtengo por mí obrados des
de mis quince años en que ceñí espada que por mi valor —
fue escogido (...) para ir al reparo y socorro de que ne­
cesitaba dicho Padre Fray Francisco de Rivas, Provincial
actual que era de la religión real de Nuestra Señora de -
las Mercedes que le tenían sitiado y para quitarle la vi­
da los indios de nación yaro que habitan en la otra Banda
de este Río Grande sobre el Rio Negro que llaman yendo —
50

por cabo de veinticinco hombres y habiendo pasado a diífio


paraje liberte la vida du dicho religioso ahuyentando teme
rosos a los agresores volviendo a reducción que tenían fui
dada sus religiosos de nación guaraní y dejando la tierra
en paz, en que gasté tiempo de seis meses (..«); (me manda­
ron apremiándome a ello fuese por Corregidor a la Reduc­
ción de ■ Santo Domingo de Soriano y aunque lo repugné no -
pude dejar de obedecer y se me despachó título en forma —
con muchos honores que le serví por tiempo de cuatro aflos
en el cual tiempo redujo a dicha reducción más de cuatro­
cientos indios por instrucción particular que para ello tu
ve de dicho 'Sr. Presidente asi charrúas como chanais que -
unos y otros andaban vaguiando y haciendo daño por aque—-
llas campañas rebeladas y matando y robando hasta casi la
ciudad de Santa Fe ocupándome con muchos trabajos a mi -
costa más de seis meses corriendo todo el Gualeguay hasta
dar vista a dicha ciudad de Santa Fe y de resulta traje su
jetos trescientos indios de nación chanás y charrúas a los
que los noduje a Yaguar! Guazú y a Yaguarí Miní con Igle­
sia y'üuena República y en dicho tiempo que fui Corregidor
asistí al corte de maderas y caflas de la que se gastó por
el todo en las fábricas do las Santa Iglesia y Catedral -
de esta ciudad (Buenos Aired , la del presidio y fuerte de
ella y sus oficinas y parte de la que está en el convento
del señor San Francisco incansablemente hasta ponerlo todo
en salvamento, lo que obré epor dicha orden''(...) Refiero
entonces otros méritos: el título que le concediera el go­
bernador Andrés de Robles( período 1672-1678) de capitán -
general de Infantería, luego de ser teniente de caballería
por cinco años, peleando contra los ingleses y franceses,es
tos en la gobernación de Pedro de Baigorri( período 1653 -
1660) y contra los indios serranos, mostrando "mi valor y
el que tenía heredado de mis antepasados", "convoyando" —
otras veces expediciones realizadas a Chile, apresando in­
dios, etc., siempre -dice- ."a mi costa y mención"; en lo
político fue Mayordomo de la ciudad y Alcalde: "por servir
a Su Majestad he venido a suma pobreza, que el lucimiento
con que me he tratado lo he debido a mi ingenio y a ser —
11
quien soy", atondo cátodo con persona de mérito» y buena
prosapia, "y por lo quo mira a loa méritos do mis pedrés y
agüelos, bisabuelos por todas linean y en oepseial lo» qy,
obraron en ol reino do Chile", por todo lo cual solicita »u
le encomienden loe indios Tubichá Min! "quo están vacos y .
el tórmino abierto de la oposición". La rvonluclAn que sub«
sigue es que se le acepte a la oposición "para cuando 11c-.
guu el tórmino de proveer dicha uncomionda sr> haga la «aco­
gencía sogún derucho", rocha:18/III/1689. Dichos indios es­
taban encomendados al capitán Juan Luis do Ocafla, quien ve­
nía de fallecer. (33)

XVII - LA REDUCCION DE SAN MIGUEL


Y LA DE S.D.SORIANO.
Do los documentos transcriptos pueden extraerse conelu
átonos muy importantes; sin embargo, la'ambigüedad do algu”
ñas expresiones y la referencia al P. Francisco do Rivas, -
aconsejan que, antea do deducir todo lo relativo a la roduc
ción de S.¿.Soriano, transcribamos los documentos corrospoñ’
dientes a la reducción contemporánea cuyo doctrinante fuera
el referido P. Rivas. El primero, del Rey al Obispo de Buu-
nos Aires, fecha 20/VII/1663: (34)
"Al Obpo. de Bs. As. dándole las gracias de lo que ha
obrado en la reducción de los indios guaraníes.- Reverendo
Padre Obispo de la Iglesia Catedral de la Ciudad de la -
Trinidad y Puerto de Buenos Aires en las Provincias del Río
de la Plata, en carta de 31/VIII/1662 refería que algunos
indios de nación guaraní que habitan junto al Brasil y San
Pablo llegaron con veinte familias por fines del de 1660 -
al paraje que llaman de los charrúas y Río Negro que dista -
de usa ciudad todo el ancho que hace el Río de la Plata y -
valiéndose de los indios que le habitaran pasaron a esa ciu
dad a pedir el Santo Bautismo siendo Gobernador de ella D.*”
Alonso de Mercado el cual les agasajó y vos les ofrecisteis
por Doctrinero al presentado fray Franco.de Rivas de la Or
52

den de la Merced respecto de haberse inclinado de él por


haberle oído hablar en su lengua y que habiendo ido a jun
tarse dichos indios con otros de su nación y habiendo ele
gido para su población una isleta poco distante de la tie
rra firme, volvieron por el dicho Doctrinero, y lo lieva-
ron, de lo que se siguió mucho fruto y que vinieron a dar
la debida obediencia y obedecimiento seis o siete caci----
ques con el Doctrinero con que el dicho Gobernador envió
persona que empadronase los indios y eligiese Alcaldes y
nómbraselos demás Ministros de Justicia, ceno se hizo, y
decís que el religioso Doctrinero llevó los Santos Oleos
y os cambió la relación que me remitisteis de los bautis­
mos, y proponéis sería conveniente se redujesen los di----
chos indios a población de esa parte del R. de la Plata -
para que se domestiquen y hagan al trato de los españo
les y que serían menester de mil a dos mil pesos para com
prarles algún ganado que vayan criando y componerles Igle
sia y también algún modo de sustento para el cura hasta -
que ellos tengan fonna de pagar Doctrinero con el tributo;
y habiéndose visto por los de mi Consejo de las Indias con
otra carta del dicho D. Alonso del Mercado de 9/VI/J662 -
en que dió cuenta de lo referido y de las consecuencias
que se seguirían de la reducción de los indios (...) he -
tenido por bien de ordenar a la Audiencia Real de esa ciu
dad por cédula de la fecha de ésta disponga que por ahora
se les asista de los efectos que ahí hubiere con lo que -
le pareciere preciso para el sustento de fray Franco Ri-
vas Gavilán Doctrinero de los dichos indios por vía de -
Sínodo para que acuda a su en se fianza con la puntualidad y
cuidado que conviene y que haga lo mismo por una vez pa
ra el gasto que se hubiere de hacer en ornamentos y en -~
otras cosas necesarias para la iglesia que tuviesen los -
indios y que me informe de lo que se ofreciere acerca de
su mudanza a otro sitio sin hacer en el ínterin novedad
en ello (etc., agregando gracias al Obispo por el celo -
demostrado) 20/VII/1663, "Yo el Rey".
El gobernador Salazar eleva nota al Consejo de Indias
en 23/VI/166*»:
53

"Por cédula del 27/VI/1662 me encarga y manda V.M. -


vea las ordenanzas y cédulas que mandan (-hablan) sobre -
el buen tratamiento de los indios y que las guarde y cum
pía y ejecute, y en su conformidad las he visto y recono
cido^y hecho Jimtas sobre este particular con este Real
Acuerdo y el Reverendo Obispo de esta ciudad^ y se ha —
dispuesto y ejecutado lo que se ha F/uvXa.
hallado convenier según y como V.M. me lo manda eñ su —
Real Cédula, en el buen tratamiento de los indios y voy
eh la otra banda ayudando y esforzando con los medios —
)
más efjcaces que puedo a conservar y poblar wAdos reduc­
ciones,* recién fundadas! La una de indios_de nación cha—
rruas y chañas llamada Santo Domingo Soriano donde asis-
te a Su doctrina un religioso de la misma Orden; y la —
otra pan Miguel de Uruguay de nación guaraní, esta por -
su d< trinante grave de la Orden de Stra. Sra. de la Mer
ced : dención de cautivos; hace dos años poco más se fun
dó ei otro puesto, y por mejorarse se ha pasado al que -
hoy ¿stá. Las he hecho visitar y empadronar y tiene la •
de Santo Domingo Soriano 425 almas de ambos sexos, y la •
de /San Miguel y San Joseph 399. Esta se va a umentando
según noticias que he tenido de diferentes caciques, que
vienen con algunas familias huyendo de los portugueses -
de San Pablo para agregarse a ella. Sólo los indios de -
estas cercanías, que Llaman pampas han sido siempre irre
ductibles sin querer admitir la doctrina en Ntra. Santa
Fe ni mantenerse en reducción, que en obligándolos a
ello se huyen como se ha experimentado siempre, y son in
capaces y enemigos de la sujección a todo género de tra
bajo", etc. 23/VI/1664. J. Martínez de Salazar.

Veamos ahora la comunicación del Rey a la Audiencia


de Bs.As. en 23/11/1665:

"El Obispo de la Iglesia Catedral de esa ciudad me­


dio cuenta en carta del 31/VIII/1662 qde que.algunos in- /
dios de nación guaraní que habitaron junto al Brasil y -
San Pablo llegaren con veinte familias por fines del----
54

1660 al paraje que llaman de los charrúas y Río Negro que


dista de esa ciudad todo el ancho que hace el Río de la -
Plata (etc.; reproduce todo lo ya transcripto antes; y si
gue:) y habiendo visto por los de mi Consejo de la Indias
con otra carta de 0. Alonso de Mercado del 9/VI/1662 en
que dio ermita de lo referido y de las consecuencias que
se seguirán de la reducción da estos indios (...) por don
de parece tenían su reducción y estancias en la isla de ~
San Miguel que está de la otra parte del Río de la Plata
y lo que sobre todo dijo y pidió mi fiscal en él y cónsul
tándoseme sobre ello, considerando lo mucho que importa ~
fomentar y ayudar la conversión de los dichos indios, he
tenido por bien de ordenaros y mandaros como lo hago dis­
pongáis que por ahora se les asiste de los efectos que —
ahí hubiere (etc.; repite lo ya transcripto; y sigue:) y
porque quiero saber las conveniencias o inconvenien
cias que podrán resultar de la población que han hechc oñ"
la isla de San Miguel y si dará ocasión a que se valgan -
de elli los extranjeros y los enemigos de esta corona, mí
para ocuparla como para —introducir su comercio en Bs.As.,
así será más conveniente para evitar estos daños y para la
mejor doctrina y enseñanza de los dichos indios reducir­
los al distrito de <»•» ciudad como lo propone eJ Obispo, -
¿>s mando me informéis lo que en razón de estos deseos se
ofreciere con toda brevedad, para que en vista de ello se
tome la resolución que convenga y en el Ínterin no haréis
novedad en la mudanza en la habitación de los dichos in—
dios. Fecha an Buen Retiro a 20/VI1/1663". Firma "Yo el
Rey".
Casi dos años después, el rey envía la siguiente —
/ "respuesta al Preste de la Audiencia de Bs.As. sobre el -
buen tratamiento de los indios y conservación de las dos
doctrinas que se habían fundado".

"A don José Martínez de Salazar (...) mí Gobernador y


Cap. Gral. de las Prov. del Río de la Plata y Pres.te de
mi Audiencia de ellas, en carta de 23/VI/1664 dais cuenta
55

de haber prevenido lo conveniente para el cumplimiento da


lo que por Cédula mía del 27/VI/1662 os ordené acerca del
buen tratamiento de los indios que estaban fomentando por
medios suaves y la conservación y población de dos dootri
Z nas nombradas Santo Domingo y San Miguel que hacía poco F
ftíempo que se fundaron de la otra Banaa del rio y .Las había
des hecho visitar y empadronar y se iba aumentado la se—
gunda excepto los indios pampas que estén cercanos a —
ella que son irreductibles, y habiéndose visto por los de
mi Consejo de las Indias, ha parecido daros las gracias 9
por el cuidado (etc.)".Fecha en Madrid a 23/11/1665, "Yo
el - ¿Je
Al afio siguiente de 1666, es la reina la que envía la
"respuesta al Obispo de Bs.As. sobre haberse deshecho la
población de los indios guaraníes y lo que debiera haber
obrado y cuidado"; le dice allí al Obispo:

"En carta de 28/V/1665 dais cuenta de que para mante­


ner más bien la población de los indios guaraníes que avi
sasteis se había fundado de la otra Banda del Río de la
Plata permitisteis a Fray Franco.Rivas Gavilán, su doctri
ñero, algún modo de inteligencia para sustentarse respec­
to de no poderlo hacer sin ello ni tener sínodo, pero que
abusando de ello su codicia se alargó a más de lo que pe
dían las fuerzas de los indios con que comenzaron a dis-~
gustarse y quejarse, y si bien conocisteis cuán importan­
te era su mudanza de esta parte del río, no la pudisteis
conseguir ni que se quedaran en una punta de la boca del
desaguadero del río Uruguay,poco más de seis leguas don­
de al principio se pablaron, respecto de haber tomado el
cura por motivo para alejarse el que con la cercanía de -
las doctrinas de los indios de la Compafiía de Jesús y ser
unos y otros indios de una nación, tendría mano para des­
entrañar lo más oculto y especialmente ■ el oro que se ~
presupone hay en ella, con que se conformó Don Alonso -
de Mercado que entonces gobernaba estcis provincias, y lúe
go que dejó el puesto los religiosos de la Compafiía se
56

quisieron hacer dueños de Xa dicha reducción y los indios


pidieron a voces uno de ellos por cura o que los dejasen
volver a sus tierras o ir con sus parientes de dichas doc
trinas pues sin esto no se podían salvar, a cuyo tiempo ~
sucedieron algunas diferencias y muertes entre los dichos
indios guaraníes y los nombrados charrúas sus vecinos y -
que estando la materia en este estado y ya algo afectos -
los indios a su cura aunque otros más pertinaces por ( ile^
gil>le) la sugestión de algunos de las doctrinas de la com
paflía que procuraban hacer a fray Freo, de Rivas con sus
feligreses la misma oposición que en 61 tenían llegó don
José Martínez de Salazar a servir los cargos de Gob.dor y
Cap.Oral. y previniéndoles el intento de los religiosos -
d» la compañía hicisteis osfuerzos para que no entrasen -
er. ella tratanto sólo de que los indios volviesen a su an^
tigua isleta, o a otro paraje sin defender más la conser­
vación de Fr. Freo, de Riva3, el cual reconociendo esto y
viéndose desahuciado do la doctrina cuando se fueron los
indios, trujo recado suyo de que si él volvía a ser cura
(...) harían ellos y deseando Vos visitarle y castigarle
por decir todos que era la causa de la retinada do los in.
dios habiendo llegado un visitador le hablásteis instánd£
le un castigo, pero se le llevó a la ciudad de Córdoba de
Tucumán con motivo de sustanciar la causa en el Capítulo
con que de todos modos creció Vtro. dolor, aunque con el
consuelo de que dicho don José Martínez de Salazar hizo -
todo lo posible para evitar la retirada de los dichos in
dios o alcanzarlos y concluir con que en caso que no se r
hayan ido a las doctrinéis de la Compañía de Jesús (que —
era lo más probable) saldríades a buscarlos y habiéndose
visto en el Cons. Real de Indias con lo que en razón de -
esto escribieron el dicho don José Martínez y la Audiencia
de esa ciudad en de .4 y ll/V/665 y lo que sobre todo dijo
y pidió el fiscal en él, ha parecido responderos que no -
se puede dejar de desaprobar el haber mantenido a fray —
Freo, de Rivas por doctrinero de la población de indios
guaraníes sin enbargo de haberos dado aún noticia de sus
procedimientos como de las quejas con que los indios se -
57

hallaban de él, pues de no haber puesto el remedio conve­


niente en esto, ha resultado el ausentarse y perderse tan
to número de ellos como estaban reducidos a nuestra Santa*
Fé" (etc.i la recomienda al Obispo mis cuidado y celo en
lo sucesivo). En 26/V/3666. "Yo la Reina".
Y ahora una carta de la misma fecha que envía la reí
na al gobernador de Bs.As. J. Martínez de Salazar:
" Con ocasión de haberos ordenado por cédula del 20
de julio del aflo pasado de 3663 inform&Tedes si conven—-
dría la población de indios que Alonso de Mercado sien­
do Gob.dor de asas Prov» fundó en una isla cerca del Río
Negro que estl de la otra Banda del Río de la Plata, de­
cís vos el Preste, en carta de 4/V/3665 qua.cuando llegls,
teis a ese gobierno se había ya mudado la dicha población
del paraje donde estaba veinte leguas mis adelante a la -
entrada del Río Uruguay por orden del dicho Don Alonso —
del Mercado con pretexto de penetrar los designios de los
religiosos de la comp. de Jesús en las doctrinas situadas
en aquel río, y reconocer el oro que se ha presupuesto -
sacan los indios de ellos, y si bien no os pareció que —
por estos medios se habla de conseguir el intento, procu­
rasteis mantener la reducción con fray Freo. Rivas, doc­
trinero en el puesto donde se habla mudado disuadiendo a
los indios qua por tres veces enviaron algunos caciques a
pediros les diéseis doctrinante de la compañía de Jesús -
pues eran de la misma nación de los indios que los reli­
giosos de aquella Orden enseban, y querían vivir como —-
ellos anadiando uno de dichos caciques que no se podían -
salvar con el doctrinero que tenían del Orden de la Mer—
oed y comunicando oon al Obispo de esa ciudad lo contradi
jo siempre con todo esfuerzo y estando en este estado su­
cedieron unas muertes entra aquellos indios, y otros de di
fe rentes naciones por lo cual desampararon la reducción
retirándose a otra isla anegadiza cerca de ella, de don­
de tcon sumo desconsuelo os escribid el dicho Fray Freo.
de'Rivas y con esta ocasión hicisteis Junta Gral. y en —
58

conformidad de lo que se determinó en ella les enviasteis


socorro de bastimentos, y gente, y otro religioso de la -
Orden de la Merced , y luego que llegaron al sitio donde
estaban los indios, se vino a ese puerto el fray Freo, de
Rivas y después de haber estado los soldados más de dos
meses amparando los indios de la reducción, y llamando -
sus caciques y los de los agraviados para saber e informar
de lo sucedido y castigar los culpables, tratasteis de -
mudarlos adonde estuvieron primero y lo resistieron así -
ellos como fray Freo, de Rivas sin querer volver a asis­
tirles, con que sólo amonestasteis, hasta que con parecer
del Obispo enviásteis dos religiosos del Orden de San -
Francisco, y.entonces os pidió licencia para ir con ellos
a informarles de la religión y disponer los recibiesen —
con amor los indios, y con su llegada se fueron a su gen­
tilidad llevándose los que estaban reducidos de muchos —
anos a esta parte en que se perdieron más de 500 almas —
por culpa de dicho doctrinero, como de todo constaría, por
los papeles que remitisteis y del esdiortatorio que hicis­
teis al Visitador Gral. de la Merced, y auto que para
ello proveyó esa Audiencia y provisión que despachó al -
Provincial y Definitorio del Capítulo que se había de ce­
lebrar en la ciudad de Santiago del Estero de la Provin­
cia de Tucumán para que sentenciasen la causa y diesen —
cuenta de lo que se obrase" (Continúa lamentando los erro
res cometidos, encargando que se dejen los indios bajo-
el cuidado de la compañía de Jesús, .salvo que con los —
franciscanos se hubieran entendido bien, le recomienda -
los ayude, y le ordena que se embarque a España al P. —
Freo, de Rivas en el primer barco). Fecha: 26/V/1666. Y -
al pie "Yo la Reina".
En otra nota de 1672, bastante posterior, la reina -
escribe:

"Después se recibió una carta de la Audiencia de Bs.


As..del 20/10/1670 en que se refiere que en otra del 10
de julio del antece aente (1069), dio cuenta de las dili—
59

gencias que en cumplimiento de la cédula arriba inserta —


(la que transcribimos anteriormente) había hecho para re nú
tir a dichos reinos a Fray Freo, de Rivas"; agrega que no
pudo irse en las dos naves de registro que llegaron a puer
to en 3669, y que el P. Rivas, que residía entonces en el
convento de Santa Fe, alegaba estar hacía cinco afios tullí,
do en la cama, y que "aunque estuviera bueno no podría ir
por la necesidad del convento"; dice la reina, con mucha -
paciencia, que así pueda se embarque en "el primer bajel",
y agrega que se hp extrafiado no le enviara noticia de la -
situación de la reducción de los guaraníes, tal como se lo
había pedido varios afios atrás. En tiempos que no parecían -
ir muy rápido, solicita que se le envíen noticias al res--
pecto "en la primera ocasión". Y así escribe con fecha
29/1V/l672. "Yo la rei..a".
Aunque la Doctrina del P. Rivas tuvo precaria y muy
inestable existencia en nuestro territorio, sus relaciones
con Soriano y su región vuelve imprescindible su considera^
ción en este trabajo. A la documentación anteriormente
transcripta, corresponde agregar las que el historiador A.
Barrios Pintos, quien ha dedicado al tema muy fructuosas -
esfuerzos, incluye en su reciente "Historia de los Pueblos
Orientales". La correspondencia del P. Rivas que allí exhii
ma, permite develar los propósitos de espionaje y lucro -
que motivaran sus actividades y la ruina misma de la Doc­
trina. Cabe observar que, por Cédula Real del 15/VI/165U,
las reducciones pasaron a denominarse Doctrinas, estable­
ciéndose un sistema más libre, sin obligación de trabajo -
servil, debiendo los indios pagar un tributo a fin de sub­
venir a las necesidades del Padre doctrinero, quedando el
gobierno de las Doctrinas a cargo exclusivo de los propios
indios.
Demos ahora una versión más coherente de lo sucedido.
A fines de 1660 llegan "a la costa norte del Río de la Pía
ta" veinte familias guaraníes que huyeran de la región de
60

San Pablo, luego de cinco afios de cautiverio, siendo su


libertador Tori Beyu, originario de una reducción jesuíti
ca. Acudieron al gobernador de Bs.As. y vuelven con el P.
Freo, de Rivas Gavilán, mercedario, a ocupar una isleta -
en dicha costa. El hecho de que se refieran a la banda de
los charrúas y el Río Negro, puede inducir a error; cree
mos nosotros que con la expresión banda del Norte se alu~
día a todo el norte del Paraná y el Plata, es decir las -
actuales Entre Ríos y el Uruguay; el agregado "y del Río
Negro" serviría entonces para seflalar la banda oriental.
Barrios Pintos afirma que dicha isleta sería la isla Viz­
caíno. Nuestras dudas nacen de que se la llama isleta, ex
presión que no condice con el tamafio del Vizcaíno, de más
de una legua de largo, y se le da el nombre .San Miguel,
cuando el nombre Vizcaíno estaba ya consagrado y lo si—
guió estando hasta hoy. Se dice más de una vez, además, -
que dicho lugar estaba separado de Bs.As "todo el ancho -
que haoe el Río de la Plata"; cabe pues pensar que pudo -
ser algunas de las islas (Sola, Dos Hermanas, San Gabriel
etc.) de la costa norte; si venían huyendo de los bandei-
rantes, y buscando el auxilio de Bs. As., muy poco deseo
tendrían en efecto de subir por el Uruguay y poblar en -
sitios más expuestos, para de allí retroceder a buscar —
contacto con los españoles. Las referencias posteriores a
sus mudanzas seis leguas más arriba, a una punta del desa
guadero del Río Uruguay, podría interpretarse entonces co
mo una mudanza de urja de esas islas a la punta Chaparro tí
otro lugar que esté en lo que puede considerarse el verda
dero desaguadero del Uruguay en el Plata; si la primer es
tada hubiera sido en el Vizcaíno, dicho desaguadero ten”
dría que situarse cerca de Fray Bentos, lo que parece me­
nos adecuado. La expresión "cerca del Río Negro", que vie
ne de España, parece una deformación de los datos sumí-”
nistrados por el gobernador. No conocemos de donde extrae
A.B.Pintos la denominación "San Miguel del Río Negro",_
aunque sí "del Uruguay". Decir además isleta "poco distan
te de tierra finia" no parece muy -adecuado a la sitúa-”
ción del Vizcaíno. A pesar de todo, y a falta de localiza
61

cien más inequívoca, la cuestión queda abierta. La doctri


na se mudó veinte leguas más arriba, no queriendo quedar»
se "seis leguas más arriba" (¿Fray Bentos?). Si se parte
del Vizcaíno, esas veinte leguas llevan aproximadamente a
donde hoy e6tá San Javier; jen el mapa de Gregorio Gómez
de 1703 (N? 4 de las .láminas adjuntas) a esa altura, pe­
ro en la costa oeste, puede leerse el nombre "Rivaz"; ade_
más, frente a San Javier actual existe el Arroyo San Mi—
guel y una islita San Miguel, junto a la costa argentina
coincidencias que parecen corroborar dicha ubicación; por
lo demás, la más razonable para explicar la afluencia de
indios de YapeyG, más probable en ese lugar, y ratifica­
da por expresiones que se encuentran en la corresponden—
cia del P. Rivas, al hablar de "esta banda". Lo que pare­
ce descartable en primer instancia es la ubicación de Ita
curubí en el centro de nuestro actual territorio nacional
algo al norte del Río Negro, tal como aparece en los ma­
pas de-Guillaume de'L.'Jsle'(1703) y de Juan Bautista DAn
ville (1733) publicados por primera vez en el tomo XXI, -
pág. 229 de "Lettres édifiantes (...) de quelques missio-
naires de la C. de Jesús", Paris, 1734 y tal como los re­
produce el P. Bruno. En el mapa de los PP. Ovalle y Techo
que reproduce, ocupa posición singlar, Consultado por no­
sotros el P. Bruno expresó: "Las palabras del obispo Man­
cha, de que había conseguido del Gobernador que poblasen
una isleta "cerca del Río Negro', que está de la otra Ban­
da del Río de la Plata" (Vol. III, p. 153) son claras. Su
traslación veinte leguas más adentro por orden del gc>-<-
bemador Alonso Mercado y Villacorta está confirmada por
el viejo mapa jesuítico".

En 9/IX/1662, el P. Rivas escribe al Gobernador di­


ciendo que los "indios tienen su habitación cercanos a —
las reducciones del Uruguay", agregando el 12/XII/1662 que
"los parajes que tienen dicha materia (el oro) son dos; -
un cerro que en lengua guaraní se nonti ra ybiti-caray que
en rigor del vocablo quiere decir cerro hechicero y un — •
río que llaman yay; este río está más adelante del cerro;
62

uno y otro fue antigua población de los indios, que hoy es


tan en dos reducciones que son las últimas del Uruguay yen"
do de acá, la una nombrada San Miguel, la otra Santa Ma—~
ría". Esas reducciones huyeron de los mamelucos, quedando
en el lugar grupos de indios infieles. El P. Rivas expresa
su deseo de visitar esas regiones y la reducción de Sta. -
María, a cargo de su tío el P. Julio de Roxas. Quería así
adelantarse a quienes podrían enterarse por los guaraníes
de su propia doctrina, a esos otros "que cada día pasan --
por el Uruguay al puerto, y estos están hoy en el mismo —
arroyo donde les tengo puesto canoas y caballos para la —
provisión de carnes". El viaje le llevaría cuatro meses, -
yendo con indios que "conocen muy bien la materia (el oro)
y han ayudado a beneficiarla a los de San Pablo y son natu
rales de aquellas partes adonde tengo que ir".
Relata el viajero du Bis cay en 1657 que en 1653 el —* '
Gobdor. Lariz se vio obligado a interrumpir su visita a las
Misiones, al ser descubierto que su propósito era conseguir
oro. Baigorri, su sucesor, Consiguió ese oro dando plata -
que le dieran los holandeses a quienes permitiera comer----
ciar. Arrestado Baigorri y confiscado ese oro, se comprobó
que era más fino que el del Perú. (34 bis)
Declara que pese a no tener más de 42 años, tiene ex­
periencia de otras empresas parecidas en las que logró
lo que deseaba. En carta del 28 de mayo de j.664, el -
P. Rivas expresa que los de Yapeyú se desviven por llevar
se los guaraníes, alegando que su Orden lo iba a sacar de
su Doctrina, que les faltaría carne, y que era mejor que
los indios fueran con los de su nación. "Por marzo pasado
de 63 pasaron más balsas de las Misiones enfrente de mi re
ducción en el Uruguay, enviaron a llamar muchos indios e ~
indias; fueron treinta personas de entrambos sexos, entre
ellos fue el cacique Yacaré y los apretaron grandemente en
que mudasen su reducción a esta banda del Uruguay; hánmelo
dicho el mismo Yacaré y los demás; con esta diligencia re­
solví luego por Mayo sigu.te a conferir la venia en que se
mudase de la otra banda, y no de ésta tres leguas río arri
63

ba de los charrúas y el inconveniente que propuse fue sola­


mente éste que ahora tocamos". La reducción se le llenó —-
-agrega- de indios de Yapeyú; algunos se quedaron hasta —
quince días; algunos se fueron y de ellos volvieron casi t£
dos "quitado a raíz el cabello". El cacique Apagay adujo _
que querían irse porque en San Miguel eran pobres, sin ayu­
da de la Orden. Seguía el P. Rivas con su preocupación del
oro, y así pide al gobernador que haga demorar la venida de
algún padre de la compañía, al menos tres meses, a fin de -
tener tiempo de averiguar más sobre "la materia secreta".

A mediados de 3664 se produce el ataque de los yaros a


San Miguel, que, por todo lo dicho, nos inclinamos a pensar
que estaba frente a la actual San Javier. En el proceso or­
denado por el gobernador Salazar en 1665 en Santa Fe, decía
raron muchos esclavos y sus amos. La indígena Lucía, de 38
años, rescatada por el cap. Vera Mujica de unos charrúas —
que la habían cautivado en San Miguel. Otras declaraciones
mencionan la Reducción de San Miguel y su Doctrinante el —
Pay Ticú (Padre Francisco) y su hábito blanco de merce lario
(35) Ya hemos transcripto el escrito del cap. Juan de Brito
en el que se menciona el ataque yaro a San Miguel, cuyo ob­
jeto no fue otro que ahacerse de cautivos para los rescates
que charrúas y yaros solían hacer con los santafiecinos. -
En el mismo legajo de donde extrajimos las instrucciones a
Juan de Brito, aparece en folio 14 una página sin firma en
la que se menciona "la novedad de los indios que faltan -
en (la reducción)", noticia traída a Bs.As. por un no nom
brado destinatario, y se agrega: "aunque pues se han ido —
sin mujeres supongo no habrá sido muy lejos"; aconseja reu-'
nir toda la gente, exime al destinatario (¿el P.Rivas?) -
de toda culpa en esa "revplución" y habla de remitir algunos
y curar otros. Eran todas consecuencias de fugas y deseos -
de irse que fueron desmantelando la Doctrina; nos remiti­
mos a las cartas transcriptas en páginas anteriores*
64

La Doctrina fue en resumen un episodio fugaz, casi


diríamos ai paso, dentro de nuestro proceso poblacional.
Puede aceptarse, como Xo más probable, que San Miguel se
estableció a mediados de 1662 en el Vizcaíno (o en alguna
"isleta" más al sur) y que en 1663 se trasladó veinte le­
guas más al norte, tal vez frente a San Javier (en su car
ta del 28/V/1664, habla de la mudanza a "la otra banda"),
en lugar que se llamó Itacurubí ("Ita", piedra; y "curuví"
o "cu,i", polvo; es decir piedras chicas o guijarros). En
julio de 1664 fue asaltada por los y aros, y allí acudió
Juan de Brito, quien salvó la vida al P. Rivas y estuvo
seis meses buscando guaraníes para devolverlos a la Doc—
trina.
La versión que daba el P. Lozano resume lo aconteci­
do en casi total acuerdo con la documentación conocida. -
Dice que Alonso Mercado "dio gran fomento a la religión -
de la Merced para que fundase nueva reducción de los in—
dios guaraníes del Uruguay" menciona la fundación de Ita
curubí por el P. Rivas, hasta que, ."invadido el pueblo ~
por los charrúas, capitales enemigos del cristianismo, en
Ínterin que su celoso misionero ocurrió a solicitar soco­
rro en el pueblo de Bs.As., hicieron fuga sus neófitos y
se deshizo la nueva -reducción con grande sentimiento del
gobernador, aunque se templó cuando los jesuítas recogie­
ron aquellas ovejas y las restituyeron al rebaño de la —
iglesia en sus reducciones". (36) Omite, en este punto, ?
la intervención militar de Juan de Brito y la religiosa -
de los franciscanos, ya .relatada.

XVIII - FUNDACION DE S.D.SORIANO;


FECHA Y OTRAS CIRCUNSTANCIAS
Las "Instrucciones" a Juan de Brito, de fecha 6/X/666
nos proporcionan una inportante aproximación a la fecha de
fundación de Soriano. Al aconsejar que recoja las herrar---
mientas que había llevado el "primer Doctrinante" Fray An­
65
I
tonio Suárez para edificar la iglesia, se deja ver que no
podían haber pasado sino muy pocos años de dicha funda­
ción. En la nota elevada al Consejo de Indias del 23/VI/
1664 (vide pág. 42), el gobernador Salazar informa que es.
tá ayudando "a conservar y pablar dos reducciones recién
fundadas". En dicha nota informa acerca de su población,
la ya considerable de 425 "almas de ambos sexos". Si se -
acepta que San Miguel estaba en el Vizcaíno y que Soriano
fue a ocupar la misma isla, la fundación de Soriano tji—
dría que ser posterior a aquella mudanza, es decir a mayo
de 1663. Vamos a ver que hay buenas y múltiples razones -
para pensar que Soriano no se fundó en el Vizcaíno, por
lo que esa fecha no puede adoptarse como tope. Resulta ijn
teresante aludir aquí a algunas otras versiones que, sin
ninguna clase de precisiones al respecto, señalan fechas
o circunstancias que se aproximan a la verdadera. La pri­
mera, del ll/IV/1750, pertenece a Freo. Ant°de Vera Muji-
ca en exposición dirigida al Cabildo de Santa Fe: (37) di.
ce, entre otras cosas, que los charrúas habían robado a -
varios vecinos "y en el pueblo de Soriano, de la (juris—
dicción) de Bs.As., pueblo formado por los indios chanáes
en el año 1650 más o menos". Más imprecisa es la versión
de Miguel Lastarria, secretario de Aviles, formulada en -
1804, año en que los recuerdos parecían haberse borrado en
gran parte; dice había sido "muy fructuosa la persuasión
de la doctrina que en 1628 les participaron (a los indíge
ñas) nuestros religiosos franciscanos, reduciendo a mu-—
chos de ellos a la vida civil y cristiana en varias pobla^
ciones, siendo la principal la que hoy llaman Santo Domiii
go Soriano". (38) Más atento a los hechos en algunos deta^
lies es la versión que diera Emilio Coni, diciendo que en
estos parajes no había poblaciones aparte las nuevas re—
ducciones San Juan de Céspedes y San Freo, de Olivares, -
"refundidas" luego en Santo Domingo Soriano, afirmación -
esta última que no sabemos con qué fundamento formuló. —
(39).
Por el oficio elevado en junio de 1664, nos entera­
mos que San Miguel fue fundada poco más de dos años antes
66

o sea por mayo de 1662; es decir que tal cosa sucedió des­
pués de un afio y medio de su llegada al Plata a fines de -
1660. Según el mismo oficio, su mudanza se efectuó en el -
lapso que va de su findación a la fecha de la carta, es -
decir, entre mayo de 1662 y junio de 1664. Barrios Pintos
deduce (siempre sobre la base de que las dos reducciones -
se asentaron en el Vizcaíno) que Soriano se habría fundado
entre mayo de 1663, fecha presunta del traslado de San Mi­
guel, y junio <fe 1664. (40) El referido historiador agrega
que Antonio Juárez, su primer doctrinante, figura entre —
los veinte frailes que se embarcaren con el fraile francia
cano Pedro de Ortí el 2/VII/1627. Es notable la crecida -
población de S.D.Soriano, 425, casi el doble, según Sera—
fin Livacich, de la población de Bs.As. en 1664, que era -
menor de 250; subraya dicho historiador "la pobreza y po­
cos vecinos" de la Bs.As. de entonces, cuya mayoría, años
antes, eran portugueses. Los españoles -dice- trataban to­
dos de emigrar, siendo una de las causas que ya no venían
las "cargazones de negros" del Brasil que antes trocaban -
con "los frutos de sus cosechas". (41) Los portugueses ha­
bían sido obligados a irse en 1661, como un efecto de la -
independencia del Portugal de 1660. A Bs.As. sólo llegaban
entonces escasísimos navios españoles, cesando por comple­
to su comercio con Brasil y Angola. La búsqueda del oro, -
que apasionaba al P. Rivas, ‘tenía pues en' esas penurias —
una motivación importante.

XIX - LUGAR EN QUE SE FUNDO SANTO DOMINGO SORIANO.


1 . Problema importante constituye el lugar en que se
fundara Santo Domingo Soriano. El primer elemento de jui­
cio nos lo proporcionan las "INSTRUCCIONES" a Juan de Bri­
to . El encabezamiento,saunque explícito ("están fundados -
en la otra banda de este río Paraná en el Yaguarí Miní"),
puede inducir a error por haber en esos años dos lugares -
fronterizos, a un lado y otro del Río Uruguay, con la mis­
ma denominación Yaguarí Miní: en el lado oriental, Yaguar»!
67

Miní (o Río del Jaguar chico, en español) se denominaba —


hasta no hace mucho la boca del Río Negro situada entre —
las islas Vizcaíno y Lobos (vide Lám. XXII de "El río Uru­
guay" de H.M.M. , carta de 1847), mientras Yaguar! Guazú —
(Río del Jaguar grande) era la boca situada entre la isla
Vizcaíno y la costa norte. Hoy se denominan respectivamen­
te Yaguar! y arroyo o riacho Vizcaíno, expresiones usuales
hace siglos, según se advierte en la solicitud de "trasl¿
dación" de Soriano de )708. En cuanto a la costa argenti­
na, exactamente en la misma latitud que la boca del Vizcaí.
no en el Río Negro (es decir, frente al antiguo Yaguar! —
Guazú) desemboca un pequeño arroyo que en la cartografía -
de los siglos XVIII y XIX figura como Yaguar! Miní o chico;!
véase en el N? 6 (de Diego Suárez. 1731): aparece escrito '
Paguací Herí, y al norte el Paguací Azu, deformaciones mqy
comunes entonces; el Paguací Azú aparece en donde está el
Gualeguaychú (el "Yaguar! Guazú" -decía Pplicarpo Dufó en i
su informe de 1715 a la Cía. de Jesús- "es el mismo que — »
los españoles llaman Gualeguaychú"); en el mapa deJosé —
Quiroga del siglo XVIII, aparece solamente la denominación
"?aguarí" y más al norte el Río Gualeguay con sus dos des- '
embocaduras, llamadas en ese mapa Gualeguay Grande y Chico;
en la carta ya más moderna de Feo. Luiz de Gama Roza de
1847, sigue apareciendo frente mismo'ál Vizcaíno el "Yagua
rji chico", con la novedad de que dos o tres kilómetros más
al sur aparece otro pequeño arroyo con la denominación de
"Yaguar! Grande"; actualmente, en la "Información sobre — í
Rincón de Landa" que nos enviara el "Centro de Estudios de I
Investigaciones Arqueológicas de Gualeguaychú", dicho arrc> /
yo es conocido como "Arroyo Malo". De todos modos, durante
siglos fue conocido dicho arroyo como Yaguar! Miní, de ma­
nera que el título de las referidas "Instrucciones" ("en -
la otra banda del Paraná en el Yaguar! Miní") no puede alj¿
dir sino a dicho arroyo. En mapas de f^nes del siglo ---- n
XVIII, aparece en ese lugar el nombre "arroyo Landa", deri ‘
vado de Agustín de Landa, vecino de Gualeguaychú que adquT
rió el todavía llamado "Rincón de Landa" (con límites al -
norte Arroyo Tala y al este el Rio Uruguay) en 1776; al fa_
68

llecer en 1800, heredaron el lugar su viuda Juana Josefa


de León, viuda anteriormente de Andrés de Nievas. (02).
El punto situado al norte del Arroyo Malo (antes Landa y
antes Yaguar! Miní) sigue denominándose Puerto Landa. Con
respecto al R. Guale guaychú, agregúeteos que el histeria--
dor Manuel R. Y re lies confirma que se llamaba Rio Yaguar!
y que^nJOS sapas de Juan Bautista D'Aoville de 1721 y -
1733 aparece oon al nombre "Yaguar! Guaer". En el de Gre­
gorio Gómez de 1703 (ver mapa N? M) el Gualeguaychú espa
fiol figura con el nosdtre "Yagua RiguazG".
2 . Veamos ahora la ubicación de S.D.Soriano en la -
CARTOGRAFIA de la época. Son innucurabies los mapas en —
que apjtvoc u> lí cost j occidental, al norte de in arroyo
y enfrente a la boca del arroyo Vizcaíno. Es muy convin­
cente el mapa realizado por el capitán Juan AidrSs Email!
en 1685 (ver mapa K£ 3) no por su factura, llena de dofor
mociones, pero muy atonto a las situaciones relativas, sT
no por las precisiones (do las qist en dicha líinina trans
críbimos toxtualAtnte algunas) de sondajes y de i cae io­
nes, que hacen difícil pensar que, siendo tan oseases las
poblaciones, bebiere podido incurrir en error al determi­
nar su situación. Se basó el Cap. Emaill -dice- en- "las -
Experiencias que de dicho río tiene" y •noticias de los
hombres mis prácticos da dichas costas y cursados en la - ,
tierra dentro, oon el Paran! y Uruguay"; y en un momento
-agregamos- en que Soriano llevaba veinte afios y algo más ¿A
du finiidj. Se nota el esnv-ro con que buscó la tocinera de
indicar su ubicación al escribir "Doctrina del Soriano" -
siguiendo la orilla norte del arroyo sin nonbrv que luego
áparec314 ute, el de Yaguar! Mini. Y se deduce que Soriano
era pirtto que no podía descuidar, do lo que dice en otro
recuadro, en el que se lee: "Este Río Uruguay, desde la -
Doctrina del Soriano es su corriente de 800 leguas y a
sus orillas están las Doctrinas que tienen a su cargo los
Padres de la Cía. de Jesús (...)"; es decir que Soriano,
únigo lugar qu_- trcncicoa allí, era un jalón que tenía de-
mas i ado presente como para no situarlo con corrección; y
69

• 1 más cercano, además, a Buenos Airea. Se especifica en •


otro recuadro (arriba a la derecha): "Este Río Uruguay — |
tiene toa y dos leguas de ancho y muchas islas y ríos de I
los que aquí van puestos y las islas y ríos de todo él y
Río Negro y Río San Salvador y Río de San Juan tienen mu-¡
cha madera de que se proveen los vecinos de Bs.Aires (..)'!
demostración palmaria de su conocimiento de la región, --I
Río Negro inclusive.
£1 Napa realizado en 1692 por el piloto capitán Ha-- ’
nuel de Ibarbelz (N? 5) "por orden del gobernador Agustín
de Robles*1 presonta "S.Domingo Soriano" cuidadosamente --
ubicado al norte, cerca de la desembocadura del arroyo --
fronterizo a la boca del Vizcaíno. Por quien lo hizo y —
per quien lo mandó hacer, y por r.o guardar similitud on -
su factura y aispoeición general con el anterior de Emai-
lí, resulta testimonio do indudable valor. Como también
lo es el dibujado on 1703 en la Colonia por el capitán
Gregorio Gómez. (N? 4) También aparece allí "S.Domingo ■-
Soriano^ en la costa occidental, frente al Vizcaíno y al
norte de un corto arroyuelo, con la particularidad de es­
tar representado por un rancho, así oomo Santa Fe ,y la —
guardia española del Real de San Carlos, únicos en la zo- •
na, que se ofrecen así dibujados, lo que revela la impor­
tancia que se le concedía a Soriano, y la suma improbabi­
lidad de que se hubiera descuidado su ubicación. Es en es
te mapa en donde aparece también el nombre "Rivaz" en la
costa occidental del Uruguay, veinte leguas al norte apro '
ximadamunte.

Otros mapas, oomo el do Guillaume de 1* Isla del mis­


mo ano, presentan "S.Domingo" exactamente frente al Viz­
caíno. En éste la "Doctrina del M. Fr. de Ribas" aparece
en el centro de la banda oriental, al norte del Río Ne—
gro. Nos comunica finalmente el Director del Museo Arqueo
lógico de Fray Beatos, Sr. Renée Boretto, que en varios -
mapas de la época, recibidos a su pedido de muy variadas
procedencias europeas, ha podido comprobar que a Soriano
70

se le asigna la misma situación. Posteriormente, cono en -


la Carta dibujada en Colonia en 173J por Diego Suáres (N?6)
aparece Soriano en su ubicación actual, no habiendo podido
ver ninguno en el que aparezca en la isla Vizcaíno.

3 . Es frecuente en documentos del siglo XVII que apa­


rezca la expresión "BANDA D¿L NORTE de este gran río" al -
que a meces se le llanta Grande o Paraná, o Rio de la Plata.
Con la óptica actual, los historiadores tienden a interpre­
tar dicha expresión como referida exclusivamente a la banda
oriental del Uruguay, cuando creemos fácil deducir que in­
cluye tasbión la Mesopotasda. Asi se dice, por ejemplo, por
el Cabildo de Bs.As. en 1686: (*»3) pide el Cabildo "se su—
pilque si Sr. D.Joeeph Herrera y Sottomayor Gobernador y Ca
pitán General de esta Provincia, que un trozo de indios pam
pas de nación serranos de esta jurisdicción con sus mujeres
e hijos que ayer 28 del corrte. fueron traídos de orden da
S.S. de dicho Sr. Gobernador. Y a pedimento de dicho Procu­
rador Gral. y de algunos vecinos de esta ciudad se han pasa
ción de Santo Domingo Soriano donde están otros indios de
dicha nación y se han puesto en reducción con cura doctri­
nante que los ensene e instruya en Ntra. Santa Fe (...)"; -
se agrega que para evitar loa "inconvenientes" que otras -
ve oes resultó a la ciudad, conviene que pasen a "la otra —
banda de este río", en donde los indios tienen "mucha lefia
y gran cantidad de ganado vacuno y tierras para sus labran­
zas y se ensenarán a cultivarlas con el ejemplo de los in­
dios de esta misma nación que allá están, o como asimismo -
les fuera de la misma utilidad a todos los demás indios pam
pas de esta jurisdicción que andan por estas campañas vagan
de y hasta los robos y muertes que se les han experimentado"
sólo llevándolos a "dicha reducción de S.D.Soriano, como la
experiencia lo ha mostrado en otros muchos indios de esta -
calidad que han bajado y se han situado en diferentes para­
jes a volimtad suya de ellos, y lo que ha resultado ha sido
volverse a ir a las campañas llevándose de camino las can­
tidades tan considerables de caballos, muías y yeguas que -
71

sen notorias a todos loa que han padecido este daño por la
prontitud que tienen en sus retiradas"; firman cinco cabH
dantos en un documento que creimos oportuno reproducir en
su casi totalidad. (U4). En otras ocasiones se explícita -
-mis y so dice (v.gr. en la relación del viaje de Sayas, -
en la "Información" de 1635) "a donde desemboca el rio del
Uruguay al rrio grande la Plata"; líneas antes so menciona
otra vez "el rio Grands de la Plata". (U5) Se advierte —
que el Plata y el Paraná eran vistos como un solo rio, tal
como se oxprosa en otros documentos (v.gr. en el de. P.Mas
trillo Durán, de 1676): " a pocas leguas dol puerto da Bs.
As. desvoca en el río de la Plata o Paraná. el del Uruguay".
Cuando se decía v.gr. que el Río Negro esta en*'la otra"ban
da", r.o querían decir por supuesto la banda oriental dnl -
Uruguay, desde que el Río Uruguay, subestimado por no cono,
cerse usualmonte sino su desembocadura en Punta Chaparro,
de apenas quince cuadras do ancho, no podía s«r para ellos
referencia fundamental; querían decir entonces la banda —
del norte, como muchas veces la nonbraban; cuando el go-
bereador de Bs.As. autoriza al P. Rivas a poblar su "isle-
ta", dice así que está "cerca del Río Negro que está do la
otra tanda dol río de la Plata." Por eso puede admitirso
que al decir que la isla San Miguel "está de la otra parte
del Río de la Plata" (como también lo decía do Soriano), -
no ose refiere forzosamente a la costa del norte, sino a -
la región entera, a "la banda" que constituyen -así lo —*
"sentían" entonces con mucha más fuerza que hoy- la Mesopo
tamia y la banda oriental del Uruguay. La cartogrfgía de ~
época viene en este punto a corroborar .estas apreciacio­
nes, tanto por la toponimia relativa a los ríos, como por
la escala con que eran representados, alterando las dimen­
siones que hoy los conocemos. En el antiguo mapamundi de -
Gaboto (ver mapa 1) se representa con magnitud dosmesu
rada "el gran río de Paraná", sin solución de continuidad"*
entre los que hoy diferenciamos tan netamente como el Para,
n& y el Plata: "el río de huruay"" aparece en cambio como un
un modesto afluente. En el mapa de Diego de Torres o de —
Blaew (N? 2) 1643 aflo muy próximo a la fundación de Soria
no, esa gran vía de agua es representada como un solo río~
ahora "Río de la Plata", apareciendo el "Uruay" y el Negro
como un solo afluente, y muy al norte (desde donde hoy -
entra el Paraguay) el Río Paraná. En el mapa portugués de
Ajuda, de fines del siglo XVI, apar ce también esa gran —
vía de agua, y el nombre "Río da Prata" está escrito tanto
en su situación actual como en el Paraná; el "Urubay" es -
allí también un pequefio afluente que recibe a su vez el Ne
gro. En ol mapa Sansón de 1650 se considera también el Pía
ta y el Paraná como un mismo río; con la particularidad de
que se le nombra en un lado "rio Paraguay o de la Plata"
y más arriba, en grandes caracteres, "RIO DE LA PLATA'.'; al
Uruguay se le concede un volumen algo mayor y más correcta
ubicación. Y podríamos agregar muchos otros ejemplos, como
el mapa de G. de l'Isle, con el Paraná y el Plata indenti.
ficados con un nombre común "Río de la Plata", en letra ma
yúscula, con el agregado de un "Río de la Plata" escrito ~
sobre el trayecto final del actual Paraná; el mapa de los
PP. Ovalle y Tocho ofrece la misma particularidad. En to­
dos esos casosfis evidente la unidad con que se concebía -
entoncees "la otra banda", o "la banda del norte", del ----
"río Grande", fuera "de la Plata", "Paraná", y hasta "París
guay".
Otro testimonio importante; decía du Biscay en 1657:
"Conviene haga presento mis observaciones acerca del R. do
la Plata y los países que éste atraviesa. En aquellos luga
res lláfoanle el Paraguay pero más comúnmente el Paraná —-
Grande; probablemente porque el Río Paraná desemboca en él
más arriba del pueblo de Corrientes." Obsérvese: a) Para -
du Biscay el nombre Río de la Plata se aplica a todo el —
río, hasta Corrientes; de ahí hacia el norte sería el Pa­
raná; b) a todo ese río -dice du Biscay, sagaz y fiel ob­
servador- en el país se le llama "Paraná Grande")(para al­
gunos, Paraguay). En cualquiera de los dos casos, hay pues
una sola denominaciói}, tanto para el trayecto anterior co
mo para el posterior ti delta (45 bis). Se deduce -repetí"
73

roos- tanto por la toponimia cartográfica como por la re—


presentación de sus formas y dimensiones, características
que podemos observar en la gran mayoría de los casos. El
hecho de que la Mesopotamia no estuviera prácticamente po
blada de españoles, hace que en casi todos los casos esa
"Banda del Norte" aludiera a lugares situados en la parte
oriental; en el informe de Céspedes al rey se dice así —
"de la otra banda del Río hacia el Norte tierra de los —
charrueas en la de San Francisco de Olivares está Gaspar
Godoy*', (43) etc. Pero esa mayor frecuencia, determinada
por la mayor existencia de motivos, no autoriza a confun­
dir la 'llanda del norte" con la banda oriental. En ese -
mismo informe dice asi; "en la tierra firme de la van da -
des te río grande en la reducción del varadero (está) Bar
tolomé Pintos"; es decir que se consideraba una sola la -
banda del sur, a la que se consideraba como " tierra fir
me", estando Baradero al sur de la Mesopotamia, por lo —
que se deduce que ésta integraba la banda del Norte. Si
nos extendimos en estas consideraciones es porque se ha
considerado argumento para suponer Soriano en la banda —
oriental que se haya escrito en documentos de esa época
"en la otra banda del Río de la Plata" y otras análogas,
cuando, según creemos haber demostrado, se referían con -
esa expresión a toda la banda del norte, el actual Entre
Ríos inclusive. Aceptado eso, quedaría anillado uno de los
más pertinaces motivos aducidos para afirmar que Soriano
fue fundada en nuestro actual territorio nacional (por no
haber podido verificar con entera convicción la ubicación
geográfica del punto aludido -los "Remolinos"- no inclui­
mos sino entre paréntesis una mención en la que, según —
creemos, se alude a un lugar de Entre Ríos como estando *
en "la otra banda"; leemos en efecto en la nota de renun­
cia de Víctor Casco de Mendoza en favor del rey de las en
comiendas que le pertenecían, del 27/11/3609: "(...) el -
cacique llamado Francisco Pitálachecá, de nación Guatoma,
es en los Remolinos, de la otra banda del Río de la Pía—
ta, diez leguas de tierra adentro, con los indios a él su
jetos". (48) —
* . La POSTULACION DE JUAN DE BRITO para encomendero -
de 1689 concurre a confirmar nuestra tesis. Dice en primer
lugar que cuando salvó la vida al P. Rivas, gastó como seis
meses en tarea "en la otra banda de este Río Grande sobre
el Rio Negro que llaman","y dejando la tierra en paz (...)
me. mandaron apremiándome a ello fueso por Corregidor a la
reducción do Santo Domingo Soriano". En primer lugar,sien
do el ataque yaro a modiados de 1664, como ya vimos, ten—
dría que admitirse que, de estar San Miguel "cerca del Rio
Negro", no podía estar Soriano, ambos en Vizcaíno; es otra
duda con respecto a la ubicación de San Miguel. Pero lo —
que aquí nos interesa es que si "dejó la tierra", Brito, -
mandado a Soriano como Corregidor, debe deducirse que So­
riano estaba en otra banda; y dónde sino en la Mesopotamia
podría estar Soriano para que Brito dedlcftrase a apresar -
indios quo vagaban poi’ aquelias campanas" (...) "hasta ca­
si la ciudad de Santa fe". Imposible concebir que dejara •
la isla Vizcaíno para proceder tan lejos, con el Río Uru­
guay por medio. Y todavía agrega que los redujo "a Yaguar!
Guazú y Yaguarlr Miní con iglesia", lo que sorla in compren
riblo si tales > iguarias fueran los que están a un lado y~
otro de la isla Vizcaíno, pero que se explica con toda ló­
gica si entendemoo por tales el Gualeguaychú y el arroyo -
Yaguar! Miní de la costa occidental. Todo ese pasaje —
pierde pues sentido si so trata de referirlo a la ubicc- “
ción en isla Vizcaíno. Como no lo tondría el título, pues
no podía ocurrírselo a las autoridades decir que "están
fundados en el Yaguarl Miní" si hubiera sido en el Río Ne­
gro; en este caso hubieran mencionado este río, o la muy -
conocida isla Vizcaíno.. En cuanto a las maderas que mencio
nan en dichas "Instrucciones", argumento que tambidn se
aduce a favor de la tesis del Vizcaíno, por la abun
dancia quo de ellas hay en el Río Negro, la frase con­
firma más bien la nuestra: dice en efecto "la madera --
que han cortado (...) en diferentes puestos y parajes del
Río Negro y de aquella Reducción", o sea que diferencia el
Río Negro y la Reducción, distinción que si la reducción -
hubiera estado un el Río Negro, habría sido innecesaria; -
maderas había, y las hay todavía, en la costa occidental,
• ir a buscarlas al Río Negro, por lo demás, dadas las ma
75

niobras que sasmencionan despuás con las cinco jangadas -


disponibles, era taren que no podía ofrecer mayor dificul­
tad.
En la ORDEN DEL CAPITAN ALONSO DE HERRERA y Velai­
co, Lugartte. do S.Fe, dada para que Vera Muxica enviara a
S.D.Soriano 50 hombres y 30 caballos, dice textualmente —
que el Maestro de Campo Vera "venga marchando por dicha —
banda del R.Paraná hasta el sitio y paraje de la reducción
de Sto. Dgo. Soriano, donde hará alto" (48 bis). No dice,
pues, que tenga que cruzar el R. Uruguay. El hecho ocurrió
en 1680.
6 . El ALFEREZ CRISTOBAL DE LEON, salido el 8/III/1660
de Bs.As, salló de Las Conchas el día siguiente se embar
có con cuatro soldados sacados del presidio, y a los cua­
tro días llegó a Sto. Dgo. Soriano, distante de Bs.As. "a
la parte del norte 40 leguas poco más o menos". Buscando *
la Punta Gorda, relata De León que "saldó de dicha reduc­
ción pasando dicho Rio Uruguay, Rio Negro, tres brazos del
San Salvador", siguiendo su marcha "costeando hacia el es­
te". A su regrosó, refiere haber pasado esos mismos ríos,
regresando desde Soriano a Bs.As. con los cuatro soldados.
Declaración decisiva,como so va.A las que puuJun agregarse
las formuladas por un marino español apresado en febrero -
de 1680, al contestar en Colonia preguntas do oficiales —
portugueses do Manuel Lobo sobre la reducción do Soriano,
"quo es la más inmediata a estos parajes", y "donde asis­
ten gran -cantidad de indios"; declaró qua "en aquel dis­
trito" los indios tenían un corregidor y 50 soldados del -
Presidio a sueldo y un doctrinante, asistiendo además mu­
chos vecinos de Bs.As. a hacer faenas con dichos indios, a
quienes remuneraban y mantenían contentos. Habla gran can­
tidad de ganado vacuno y caballar. Entre soldados y veci­
nos había casi cien, a fin de oponerse a las presumibles -
pretensiones protuguesas de cotfiunicarse con los indios y
obtener de ellos vacunos y caballos. Declaró que "no po—
dlan pasar al ganado a la banda en donde estaban (Colonia)
debido a los muchos ríos que hay , de por medio" y que en J
76

la tierra en que están tienen mucho pasto y agua. Según Ce


ni, esa declaración no era veraz; se quería engañar a lós~
portugueses y desalentarlos, pues en otro lado t pág. 38)
se dice que en 1680 Soriano conservaba su carácter de re­
ducción, lo que prohibía la presencia de blancos. Ese mis­
mo afio, el alf. Cristóbal de León dijo que en Soriano no -
encontró al corregidor ni" aldóctrinante, debiendo esperar
que "los fueran a buscar a orillas del Río Negro, donde e£
taban cortando lefia^, lo que confirma que Soriano no esta
ba en el Río Negro, como ya podía deducirse de "los muchos
ríos" que separaban Soriano de Colonia. (49)
7 . El 5/XII/1686 el Gbdor. de Bs.As. al Rey relatan-,
do una maloca que debió hacer contra los pampas con los —
guardias del predio, quienes dieron con sus toldos: "Co—
jieron hasta 200 de distintas edades y sexo que conduje^*-
ron a este puerto y habiendo parecer al venerable obispo -
y al Cabildo de esta ciudad sobre lo que se debía hacer, -
asintieron todos en que convendría trasmutarlos a la otra
banda del R.Paraná donde está la reducción de Sto. Dgo. S£
ríano para que, desnaturalizados, a imitación de otros que
se" hallaban en ella y se habían puesto en tiempo del Maes­
tre de Campo D. José de Garro, que ya son católicos, abrai­
zasen la fe, como se efectuó inmediatte., habiéndolos teni_
do en dicho pueblo más de tres meses".
8 . LA REAL CEDULA del 19/V/J682, retrasmitida por -
el virrey del Perú al gobernador de Bs.As. el 30/1/1684, -
ordenando la fortificación y población de la boca del Río
Negro, sin mencionar para nada a Soriano, insinúa, por omi
sión, que no estaba allí situada. (49 bis). ~
a) También por omisión puede deducirse su inexisten—
cia en la boca del Río Negro, al leer la información del -
gobernador de Colonia Francisco Naper de Lencastre de 1694
(50): dice en ella que se podría infligir grandes daños a
los españoles "impidiéndoles la navegación de sus canoas -
por el río Iriguahi (seguramente Yaguarí) que desemboca a
77

30 leguas de esta Colonia, en la misma desembocadura del


Río Negro, por donde llevan hacia Bs. As. todas sus ri­
quezas, para cuyo efecto basta tener en esta Colonia sie­
te u ocho leguas para hacemos señores de este río." En -
cuanto al jesuíta Bernardo de la Vega, quien había estado
en San Gabriel e inquirido varios datos, comunica en ese
mismo año 1694 que un teniente portugués con algunos sol­
dados "corrieron todas aquellas campañas hasta el Río Ne­
gro", hasta cerca de la estancia del Yapeyú. Estas y -----
otras expresiones nos sugieren que, desde Bs.As. y desde
la Doctrina situada en la costa occidental frente a la bo^
ca del Río Negro, se efectuaban navegaciones en procura - '
de maderas, cañas, etc., siendo probable que fijaran pues
tos precarios -en el Vizcaíno y otros puntos.
10 . En 1,71 ¡L, cuando S.D.Soriano estaba seguramente i
en costa oriental,el P.Policarpo __ _ emite uni "Informe"
Dufó
al Rector de las Misiones Jesuíticas,
dirigido al-Rector Jesuíticas sobre la
expedición comandada por el Maestre de Campo Francisco —
García de Piedrabuena contra los charrúas de Entre Ríos,
informe en el que encontramos algunas referencias.relacio
nadas con nuestro tema. Luego de cruzar hacia el sur el - l
Yuaguarí Guazú ("el mismo que los españoles, llaman; Guale-
guaychú") "llegamos al paraje donde estuvo el pueblo de - ,
los Chanás y ahora suele estar habitado de los Machados,
que es la parcialidad más numerosa de los charrúas, y no j /
hallamos a nadie". El día 23 les llovió, "el día 24 -agre_
ga- descruzamos otro Río que llaman Aycan y dormimos de -
la otra banda". (51) Puede deducirse que "el pueblo anti­
guo de los chanás", como lo llama en otro lugar, estaba -
situado por donde está el Yaguarí Miní (hoy Malo) pues —
por "Aycan” (o "Yaicán”, según lo denomina en otro lado)
viene a ser el Ñancay. El cruce posterior del Río Uruguay -i\
y su visita a la reducción, permite inferir como lo más - I
probable que en 1715 estaba todavía en el Vizcaíno. Del - '
informe del P. Dufó no pueden extraerse conclusiones deci_
sivas, pero sí presunciones muy fundadas de que S.D.Soria_
no estaba en la costa occidental; pueblo chana anterior,
78

al menos con representación conocida, nunca fue objeto de


mención, pero siempre cabe la posibilidad de que el P. Du
fo haya recordado algún otro asentamiento más o menos —
estable y reciente. No creemos que sea así, pues hubiera
resultado extrafio que dicho presunto grupo chaná se hubie
í ra mantenido río por medio frente a Soriano si suponemocT
' a ésta en el Vizcaíno. Pero lo cierto es que el P. Dufó -
se limita a decir "el pueblo antiguo de los Chanás", sin
¡ nombrar a Soriano, lo que nos impide una total convicción
‘ de que realmente se trataba de Soriano.
11 . Nos quedaba por reconocer arqueológicamente el -
( terreno en donde había probabilidades de que hubiera esta
do situada la doctrina de S.D.Soriano en la actual costa-
argentina. Uno de sus primeros exploradores fue Luis M. -
Torres, quien en su importante obra de 1911, "Los primiti
vos habitantes del Delta del Paraná" (Bs.A. ,■ 1911) inclu­
ye algunas observaciones de interés; en el capítulo Vil -
de dicha obra, "Hallazgos y estaciones en Puerto Landa —
(Delta superior)", dice que frente a la desembocadura del
Río Negro se nota, en territorio entrerriano, la presen­
cia de algunos médanos costeros, y penetrando pocos me­
tros, se advierte que algtxios están cubiertos de vegeta­
ción arborescente y sus laderas con matorrales impenetra
bles. La presencia de paraderos indígenas -continúa- era
indudable, pues en la misma costa del Río Uruguay, sobre
la arena de las péquefias playas, están desparramadas in­
finidad de alfarerías en fragmentos, y en las laderas de
los mencionados cerros de arena, los residuos de cocina, -
valvas de mariscos, etc., constituyen verdaderos promonto
rios, los más aislados, y que denotaban ser verdaderos ~
sanbaquíes. La abundancia de residuos de cocina indígena
es muy conocida por los habitantes de la comarca, enterán
dose Torres que cerca de una casa de campo allí existente"
se extrajeron urnas funerarias, una con restos óseos de -
niflo, las que fueron enviadas a Europa, no se sabe a qué
país, no pudiendo especificar los informantes su forma y
su tamafio. Torres dice haber empezado sus trabajos de re-
79

moción en uno de dichos cerros, el cual, a pesar de su es


pesa vegetación, le pareció, por la gran cantidad de
valvas, que debía ofrecer objetos de muy antigua indus—-
tria. Hubo que arrancar árboles de profundas raíces. Ha»
bía una ligera capa de tierra vegetal; debajo, la masa •—
del cerro era de arena gruesa. Su forma de "S' alargada -
demostraba que era una formación natural. Los montículos
se repiten -agrega Torres- hacia el centro del campo, pero
sólo los de la costa están cubiertos de tierra y vegeta—
ción. Después de un día de trabajo se sacaron de poca pro­
fundidad algunos restos humanos muy mal conservados y —
tres boleadoras de piedra (andesita y gabro), una pipa de
tierra cocida y varios fragmentos de tierra cocida grose­
ramente grabados. Las boleadoras son esféricas, de cintu­
ra no muy profunda. La pipa es interesante por ser la úni
ca de esa procedencia. Se encontraron tales objetos a ----
unos cuarenta cmts. de profundidad, en uno de los puntos
más altos del cerro. Concluye Torres que se trata de ex­
presiones neolíticas de escasa antigüedad, correspondien*
tes a pueblos pescadores y cazadores no muy diferentes a
los del Delta del Paraná. Usaron cuchillos de piedra, no
pudiendo precisarse formas dominantes en cerámica. Predo­
mina el modelaje a mano y la cocción al aire libre. No se
encuentran vasos grandes, aunque sí rebordes y asas, un -
estilo en general geometrizado en la ornamentación y pin- «
turas en rojo y blanco. (52). .
Más de medio siglo después, los arqueólogos litorale­
ños Miguel Angel Gregori y Manuel Almeida, publican sus -
experiencias en el lado entrerriano del Río Uruguay. Re­
conocen la existencia de alfarería guaraní y charrúa, a -
veces contenporáneas, aunque debidas a ocupaciones segura
mente alternadas. Contrariamente a lo que observa Serrano
en el Delta, encuentran las muestras guaraníes en un hori
zonte algo más profundo que las charrúas, en general más
simples, sin asas y con decoración incisa. Exploraciones
efectuadas en Puerto Landa y paraderos cercanos (el de j
"Lucuix" y el de Puerto Basilio) junto con el arqueólogo
80

Laurensena, les permiten reconocer abundantes fragmentos


de alfarería característica, de bordes lisos y decorados
en general con una línea continua,quebrada o pequeños tra
zos paralelos, parecidos a los de los querandíes. Encuen­
tran también mucho instrumental de hueso; entre ellos, a
1 m. 30 de profundidad un bastón de mando (u horqueta de
Torres, quien decía que se usaban como elementos de enpu­
je para los canoeros entre los juncos y los camalotes) —
nombre dado por Reinach y correspondiente al pleistocéni-
co en Europa Central; otra hipótesis corriente es que se
usaban como enderezadores de flechas; el encontrado es de
27 por 11 cmts., con orificio de 2 cmts. Se halló en un -
fogón, entre restos de ceniza, ostras calcinadas y arci­
lla cocida. Se encontró también otra material óseo: pun—
tas de flechas y lanzas, punzones y arpones, así como ma­
terial lítico, aunque éste pobre y escaso: piedras de ho­
yuelo, con uno, dos y hasta tres hoyuelos, piedras con es
trías, alisadores, boleadoras con y sin surcos, piedras ~
de honda perfectamente redondas y otras elipsoidales, mor
teros, etc. Dan la impresión de haber sido usados como re
sidencia ocasional por diversas tribus, faltando elemen—
tos para extraer conclusiones definidas. (53)
A nuestra solicitud, y a raíz de la visita que le hi
ciéramos en Gualeguaychú en 1971, el arqueólogo Manuel ~
S. Almeida nos envió recientemente dos "Informaciones so­
bre Rincón de Landa", la segunda del 8/VII/1972. Almeida
describe con mucho detalle doce paraderos, siete de ellos
al norte del Ao. Malo, antiguo Yaguarí Miní. Entre los —
siete paraderos, luego de muy fundadas consideraciones, -
expresa que del Paso de las Caballerías, llamado hoy Pun­
ta Caballos, unos 600 mts. al sur, se encuentran los res­
tos de lo que fue en el siglo pasado Puerto Landa, de eos
tas profundas, con un canal sobre la costa que, unos mil
mts. más al sur, empalma con el canal principal del río
y que constituye un excelente acceso para los barcos de -
vela y el único lugar por donde tal navegación pudo reali
81

zarse en el siglo XVII, con facilidad de maniobra hasta -


la costa". Deduce que la antigua Soriano pudo estar en —
ese sector, ya que presenta en la costa sitios elevados,
a cuyo pie, según numerosos testimonios, suelen aparecer
"gran cantidad de adobes". Dos de esos lugares, sobre el
río Uruguay, uno de ellos bajo agua, presentan caracterís
ticas que hacen muy probable haya sido el asentamiento de
los chanás, en tanto el tercero, llamado "El Aserradero",
situado a 2.500 mts. al sudoeste, es probable haya sido -
el de los charrúas, por la calidad de la cerámica encon—
trada. Dice de los dos primeros: 1) "Sambaquí, Cerro de -
Godoy, 60 mts. por 30 mts. y tres de altura. Restos abiel­
dantes de cerámica, de instrumentos de hueso y piedra y -
gran abundancia de bivalvos hasta los 2 mts. de profundi­
dad. Cerámica cuyo valor indicador nos estaría indicando
un asentamiento chana. Las características de los decora­
dos varían con los distintos niveles. En uno de ellos se
encontró un "bastón de mando", junto con puntas de arpón
e instrumentos de mejor factura". En el estrato superior
se encontraron restos humanos a una profundidad máxima de
mts. 0.40, del siglo XVII o XVIII. 2) Próximo al Cerro -
anterior, en la costa, se encontraron restos del embarca­
dero de Puerto Landa. 3) "El Aserradero" (nombre deriva­
do de un aserradero que subsistió hasta 1945) está minado
por las vizcachas, pero contiene cerámicas de inferior ca
lidad, muy posiblemente charrúas, en formas simples abier
tas, de cocción incompleta, sin decorados, muy quebrad?
zas, y además fragmentos de piedra, esquirlas, láminas y
algunas piedras bien talladas y pulidas "que evidencian -
el laboreo de sello charrúa". La notable coincidencia en­
tre la ubicación de estos paraderos y la que asigna la —
cartografía antigua a la Doctrina de Soriano, unido al ti
po de cerámica y restos encontrados, que confirmarían la-
existencia de dos colectividades chaná y charrúa separa—
das, parecen notable confirmación de la existencia efecti
va de la reducción en ese lugar de la costa actualmente ~
argentina. 4) Un cuarto paradero algunos kmts. más al —
82

oeste, cerro de 100 mts. de largo por 35 de ancho y 5 de I


altura, aunque poco explorado aún, puede también conside­
rarse, por su ubicación cercana a la que le da Ibarbelz, y
por el -carácter chana y charrúa del material cerámico y II
tico encontrado (Ver estos cuatro paraderos, numerados resT
pectivamente según mapa original de Almeida, N? 7). ~

XX - ORIGEN DE SORIANO EN LA REDUCCION DEL ■ARADERO.

Sobre el origen de los indios reducidos en Soriano co­


rresponde que nos extendamos, tratando de coordinar hipóte
sis y documentos fehacientes que nos permiten ofrecer un -
panorama general. Debemos para ello retroceder en el tiem­
po y echar un vistazo a la labor misionera llevada a cabo
en la región.
La fundación de reducciones de indios dio comienzo a
fines del siglo XVI. Desde Asunción, fueron los francisca­
nos, y entre ellos Alonso de San Buenaventura y Luis Bola-
ftos quienes emprendieron tal tarea, siendo ía primer funda
ción la de "Los Altos", en 1580, a seis leguas al sur de
Asunción. Debe hacerse notar que mientras al ncjrte del
continente (Méjico, las Antillas, etc.) predominó la acción
de dominicos y mercedarios, en el sur fueron los francisca
nos y los jesuítas quienes salieran fuera de las ciudades,
en donde quedaron en general los pocos dominicos y meroeda
rios existentes, con la diferencia de que mientras los —
franciscanos no se alejaban mucho, quedando adscritos al -
contralor y jurisdicción administrativa y política de las
autoridades reales, los jesuítas se establecían lejos, con
una independencia casi total de la administración central,
cuyos funcionarios prácticamente no los visitaban. Los —
franciscanos se acompañaban en sus reducciones con los ca­
bildos, gobierno local supeditado ai gobierno central, re­
presentado localmente por el corregidor. Sus reducciones -
se fueron estableciendo de ese modo a lo largo del Paraná,
con lo que no sólo cumplían su misión espiritual, sino que
83

proporcionaban también seguridad al comercio colaborando


con el gobierno de las ciudades. En tal sentido Hemanda
rias expresaba al rey el 25/V/1616 que, con las reduccio~
nes, "queda navegable el río, por estar fundadas en la -
ribera dél en puestos fértilísimos y de muchas comodida­
des para los naturales, porque tendrán salida de sus fru­
tos y otras utilidades". (57) Se tropezaba con la esca—
sez de sacerdotes, y solamente los de San Francisco, que
nada podían y que se sustentaban con casi nada, podían en
frentar las penurias con sacrificio y total desinterés, ~
tomándoles los indios "verdaderísimo amor y afición". En
1607 los franciscanos llegaron a ser 22 desde Asunción a
Bs.As., en tanto sólo había cuatro dominicos, todos en -
el convento de Bs.As., fundado en 1601 por fray Pedro Ca­
bezas. (58), todos provenían de Chile, que con Paraguay y
el Río de la Plata constituían una sola jurisdicción pro­
vincial para su Orden. En 1609 sólo se registra la presen^
cia de un dominico en Bs.As., viviendo de limosnas. En —
cuanto a indios, eran también muy escasos. En 1605, la --
peste se había llevado "pueblos enteros" (59); dos años -
después se comprobaba que dichas pestes habían terminado
con las dos terceras partes de los naturales, (60) por lo
cual los españoles debían combatir su indolencia, cumplien
do toda clase de tareas. En 1615 había en Bs.As. diez----
franciscanos, seis dominicos, cuatro mercedarios y cuatro
jesuítas (61) anotándose cuatro años después un número -
bastante inferior: ocho en total.

Fue a principios de 1616 que funda Hemandarias San— /


tiago del Bañadero, o "reducción del cacique don Bartolo^ /
-mé", sobre un brazo "del río grande del Paraná" (nueva - j
comprobación de que la expresión "río grande" scbreenten-,
día el Paraná) a unas 22 leguas de Bs.As. cerca de donde
desemboca el llamado Río Arrecifes o "Recife", según apa­
rece en algunos mapas de época. (62) La fundó Hemanda—
rias "con el más antiguo cacique (...), don Bartolomé, de
nación guaraní" (63) y con "gentes que antes de agora re-j
sidía en las islas de este Río de la Plata, doméstica, —
84

1 que labraba la tierra y tenía doctrina". (64) El priner doc


(trinante fue el célebre P-Boiafigs, "el apóstol del Paragua/'
según lo llamaba Hernandarias , y autor del primer catecis­
mo en guaraní aprobado en 1603. El P. Bolaños partió solo -
desde Asunción, teniendo ya más de 70 años. (65) El gobema
dor Góngora relata el 2/1/1620 que los indios habían sido ~
traídos hacía cuatro años por Hernandarias; Bolaños se man­
tuvo siete años, hasta que "viejísimo y acabado" -según re- I
feria Joan de Vergara el ZO/IX/1625- se retiró a Bs.As., -
en donde murió en 3629. Debe hacerse notar que en 1620 se -
separa la diócesis de Bs.As. de la del Paraguay, viniendo -
como primer obispo nuestro conocido el carmelita Pedro de -
Carranza. Desde 1617 se había separado tanbién la Gobema
ción, cuyo territorio coincidía con el de la diócesis: abar
caban la Argentina actual menos Cuyo, Córdoba, Tucumán y eT
Chaco, e incluía al Uruguay y Río Grande actuales. Dichas -
separaciones coincidieron asimismo con el comienzo del lar­
gó reinado de Felipe IV, el que se extendió desde 1621 a —
1665, abarcando por lo tanto las fundaciones sorianas que -
aquí consideramos. En su visita de 1619, Góngora encontró -
en ¿1 Bañadero 197 personas entre varones, mujeres y niños,
con "iglesia grande de tapias, cubierta de madera de sauce;
en el altar había dos imágenes de lienzo en bastidores de
madera, y dos can de le ros de azófar (latón) y dos cajas, y - >
dos campanas pequeñas". En 1621 , el obispo Carranza confir­
mó a doscientos indios. (67) El pueblo era el único que tec­
nia aspecto de reducción "por tener iglesia", "aunque -agre
gaba Góngora prevenido contra Hernandarias- su sitio es ma~
lo". (68) No podía ignorar sin enbargo todo lo que había —
ayudado Hernandarias, proveyéndolos de bueyes, vacas y gana
do, tierras para estancias y chacras, herramientas de la——
branza, maestros carpinteros y herreros y útiles para el — ♦
culto, imágenes, cálices, ropas de liturgia y campanas. Los
indios de Baradero -reconocía Góngora- vivían con "más poli
cía (orden) que los de las otras reducciones, porque tenían
sus casas cubiertas de paja y palos, y siembran maíz, y los
más de ellos andan vestidos, y tienen quien los doctrina. -
85

Susténtase de lo que los demás, y de algún pescado, y del


maíz que sienbran. Usan arcos y flechas, que son sus ar--
mas". (69) Estas reducciones, incluyendo la de San José -
de Areco, algo más al sur, o "reducción del cacique Ba----
gual", tenían vida precaria, debido en primer lugar a la
escasez, a las pestes, y a la indolencia, con su secuela
de deserciones, muchas veces porque los indios temían la
vida en grupos grandes como causa de epidemias. En la "Jte
lación" del obispo Carranza del 8/VII/J627, figuraba como
doctrinante solamente un franciscano. (70) En 5655, "los
feligreses son niños y viejos", no llegando a veinticinco
en total. Incluso el franciscano debió irse por no encon­
trar sustento; tampoco lo tenían los indios, que no dispo^
nían siquiera de vestidos, debiendo cubrirse con pellejos
de animales, por lo que eran llamados "indios empelleja—
dos". (71) Decía Carranza en 1627 que tales reducciones -
no disponían de ninguna renta (72) siendo de notar que a
los franciscanos "les es prohibido por su regla el ñopo
der ni semblar ni tener otros aprovechamientos (a otras
religiones lícitos) aunque sea para el natural sustento"»
(73) Como causa de la inestabilidad de dijahas reducciones
señala también el P. Bruno la vecindad de las poblaciones
españolas y las interferencias con gente extraña que así
se producían.
Llegamos aquí a la importante relación que tiene el
Baradero con Soriano. Digamos primero que al advenir el -
obispo Azcona en 1676, en la dilatada diócesis del Río de
la Plata había tres parroquias: la de la catedral, la de
Santa Fe y la de Corrientes. En todo el distrito había —
siete reducciones, las cuales, según cartas del obispo y
del gobernador Andrés de Robles, eran "reducciones peque­
ñas de indios, así naturales como advenedizos", con un cu
ra en cada una. Con el tiempo disminuyó su gente, no al-~
canzando la congrua para el cura. "El Baradero, a 30 le— i
guas de Buenos Aires, albergaba 27 indios tributarios, y I
otros 70 u 80 entre gente grande y menuda. Treinta in— \
dios tributarios formaban la reducción de Santo Domingo /
86

Soriano, en la confluencia (así lo dice el P. Bruno) del -


Rio Negro con el Uruguay; desmembrada del Baradero en J65J
desde 5664 la atendían los dominicos (con toda puntuali_
dad". (74) Resulta oportuno transcribir aquí lo escrito —
por Orestes Araújo en su Diccionario Histórico; dice allí:
"Actualmente se sospecha que los indios chanás no eran del
territorio uruguayo, sino que constituían una encomienda
traída de las comarcas del Oeste por Fr. Bernardo de Guzmán
y demás religiosos que lo acompañaban, cuando se convencie
ron de que los charrúas eran del todo refractarios a la cT
vilización. Confirma la precedente sospecha -agrega Araú-T
jo- la noticia que da Luis Ramírez, cuando relatando su —
llegada a Sancti Spiritus, dice: "En la comarca de dicha -
fortaleza hay otras naciones, las cuales son caracaráes y
chanás, etc." Además, otros documentos de la misma época -
dan siempre a los chanás acompañados de los tímbúes, que -
nadie ha pretendido que sean orientales, y Diego García, -
el rival de Gaboto, los colaca entre los querandíes, Cara­
caráes y atambúes, agregando que todas estas generaciones
son amigas, están juntas y hácense buena conpafíía, lo que
contradice la especie de que los chanás fuesen perseguidos
por sus vecinos. Téngase también presente que el idioma -
de los chanáes difería profundamente del que hablaban las
demás tribus del territorio oriental, como lo probó el sa
bio Larrafiaga; de lo cual se deduce que estos indígenas no
pertenecían a la gran familia guaraní. Por último, en apo~.
yo de esta reciente opinión, un inteligente escritor moder
no sostiene que los Chanás eran indios de la margen dere-~
cha, o sea de la occidental del Paraná y que debieron —
ubicarse del Baradero del Norte y mediatos a los Timbúes y
entreverados con ellos. (75) Creemos que Araújo se refiere
a Samuel Lafone Quevedo, cuya opinión recoge Antonio Serra
no, (76), de que los chanás eran el tronco común origina—
rio de la región isleña próxima al Río Negro y Baradero; -
según Serrano, los chanás eran invasores de estirpe guaycu
rú, tipo "toba y afines", que se mezclaron con tribus de -
uno y otro lado del Paraná, con los timbúes de Santa Fe, y
con los mbeguaes en Entre Ríos. Se originaron así lac dos
87

subnaciones, chaná-timbú y chaná-mbeguá, mientras una ter


cera nación, chaná pura, no mestizada, se subdividirá ~
en Chanáes propiamente dichos, charrúas, bohanes, yaros,
guenoas y minuanes. Se sabe por Oviedo que chaná-timbúes
y chaná-mbeguaes hablaban una misma lengua, la chaná, y
que la lengua güenoa era un dialecto de la chaná, así co­
mo las lenguas charrúa, yaro, etc. Al llegar los españo­
les, los chanáes, en sentido amplio, poblaban el Río Uru-
• guay hasta el paralelo 30 y el Delta, en tanto los chanás
en sentido restringido poblaban el sur de Entre Ríos has­
ta el Río Baradero y la boca del Río Negro. Debe observa£
se que Araújo sigue fiel a la versión que incluye a B.
de Guzmán, que Otero también recoge, y asimismo, tomada -
de Otero, el P. Bruno, aunque éste, en carta personal que
nos envía con fecha 10/III/1973, nos dice: "Me parece du­
dosa fecha (4/711/162^) porque en una relación que el cié
rigo Martín Martínez de Eulate hizo al rey desde Bs. As.
el 8/7II/1627, por orden del obispo Carranza, están cita­
das las diversas reducciones y doctrinas dependientes de
las ciudades y no figura Soriano. Cita, en efecto, Eulate,
en el distrito de la ciudad de la Trinidad (Bs.As.) la -
reducción y doctrina de Santiago del Baradero, de indios
chanáes y otras naciones, con un doctrinante francisca-::
no; luego las de la jurisdicción de Santa Fe, Corrientes
y Concepción; y concluye: "Todas estas reducciones y doc
trinas no tienen ninguna renta ni hay más doctrinantes en
toda la jurisdicción de este obispado" (A. Gral. de In­
dias, Aud. de Charcas, 139). (77) Si transcribimos pues
lo de Araújo, y después lo de Serrano, es por las sugeren
cias que implica acerca de la procedencia de los indíge—
ñas que vinieron posteriormente a poblar Soriano. Los cha
náes eran de la misma "generación" (dice S. Lafone) que ~
los timbúes, nombre que significa "narices horadadas'; —
usaban una piedra azul. (77 bis).

XXI - EL POR QUE DE LA DESUNION DE BARADERO Y SORIANO


E INTENTOS DE REUNIRLOS.
fM

88

XXI - EL POR QUE DE LA DESUNION DE BARADERO Y SORIANO


E INTENTOS DE REUNIRLOS.

Dice el P. Bruno que para el sustento del cura, los -


encomenderos pagaban un peso por cada indio tributario, —
con lo que la congrua del sacerdote nunca lleg,aba a 300 pe
sos mensuales, cuando se necesitaban al menos 400. Aún pa~ ~
gando dos pesos, como proponía el obispo, los curatos exi-
guo3, como los de Baradero y Soriano, no oran suficientes,
pues la mayoría oran indios advenedizos. (78) El rey se in
teresó y pidió informes, pero los trámites se alargaron, y
el 26/IV/1690 el gobernador José de Herrera y Sotomayor -
adelantó un proyecto estableciendo que pues "el hospital -
que hay en esta ciudad de Bs.As. no sirve de cosa alguna -
(...) tenía por conveniente que el producto del noveno y -
medio que estaba aplicado al dicho hospital , su diese a —
uno de los dos curas que asistían o en Santo Domingo So—
triano o en Santiago del Baradero, para que estuviesen más
gustosos." Viene al caso citar un documento poco conocido
en donde las autoridades de Soriano de 1750 sacan a cola-
ción el hecho nunca olvidado de que "ce rea de cien afios a
esta parte fue erigida dicha reducción a costa y mención -
de nuestros antepasados sin que S.M. (que Dios guarde) hu­
biese gastado cosa alguna en su fundación, erección de —
Iglesia y lo más necesario a la congrua sustentación de cu
ra que se mantiene a costa de los individuos del Pueblo,
como así mismo de sus propias agencias sale la cera, vino
y lo más naoesario para el culto Divino siri ayuda de S.M.
como a otras reducciones (...)”(79) Recuerdo algo injusto
pues Carlos II mandó aplicar la renta del hospital a los -
siete curas doctrinantes, con reserva de cien pesos para -
la ermita de Ntra. Sra. de Copacabana, iglesia anexa a di­
cho hospital; de ser absorbidos los gastos por el hospital
disponía el rey qu_* se asistiera a los siete curas con el
estipendio preciso, "sacándolo de mi Real Hacienda y cui­
dando sea muy puntual la asistencia" (80) Censuraba el —
obispo Azcona el descuido con que miraban los indios a lo
espiritual, "por el interés menudo de cuatro vacas de —-
89

crian y dos almudes (medida algo mayor de un litro) de se


millos que siembran", dejando por ello de ir a poblado. ”
Proponía como solución que los indios de Santo D. Soriano
volvieran al curato de Baradero, "de donde se desunieron
antiguamente por huir de una peste~de viruela".(flj) Impor
tante revelación aunque puede quedar una duda: si lo que
so "dusunió" fue una reducción ya fundada, copartícipe --
del lugar, o si lo fueron los indios, y Soriano se fundó
después, que es lo más creíble, y más si recordamos lo -
dicho en otros lugares, por 1663, en donde se habla de -
reducciones recién fundadas. En otra carta al rey, en -—
1683, dice el mismo Azcona: "En la visita que hice, reco
nocí cinco pequeñas reducciones de indios, que cada una -
tiene poco más de 20 familias, en cuya administración se
ocupan dos religiosos de San Francisco, uno de Santo Do--
mingo y dos clérigos (...) Juzgo que convenga extinguir -
estas reducciones y curatos e incorporar estos indios en
otros pueblos los ' más cercanos que tengan más a cuerpo
(...) Las dos reducciones del Baradero y Sto. Domingo So­
riano, que están en el distrito de esta ciudad de Bs.As.
se pueden incorporar en el pueblo de Sta. Cruz de los
Quilmes", (82), idea que no se concretó. La reina goberea
dora hizo llegar en cédulas del 19/IX/1675 y del 27/VIII7
1676, su preocupación ante algunas noticias de excesos y
malos tratos infligidos a los indios. En dos cartas de —
igual fecha, 8/VIII/1678, el obispo Azcona dijo que no —
era así; al contrario: es necesario -agregaba- contener -
la bondad de los jueces, porque "la natural inclinación -
de los indios es el mal" y no aprovechar del bien que se
les hace; cuanto más favorecidos, "se estragan más en sus
vicios" y se animan a cualquier género de iniquidad, "es­
pecialmente contra la gente española". Reconoce sin enbar
go que jueces, encomenderos, curas y caciques 'suelen ha~
corles algunos agravios" abusando de su poder, sobre todo
con ocasión "de sus granjerias, a que se aplican algunos
con menos moderación"; pero la justicia -dice- llegaba -
siempre, no quedando los españoles "sin castigo, ni los -
indios sin satisfacción". (83)
90

Tanto las cuatro reducciones franciscanas, entre 1670


y 1680, tres en Corrientes y la otra en Quilines, como las
de Chana y Saladillo, seculares, y la de Sto. Dgo. Soria­
no -dice el P. Bruno- "vivían en grande estrechez". En
la visita que Azcona les hizo en 1681 las halló tan pobres
que, "no teniendo estos ministros, como no tienen, estipen
dio alguno para su congrua, de necesidad se valen de la iñ
dustria y trabajo de los indios, sus feligreses, para sus~
tentarse"; el mal está en que "los traen ordinariamente —
afanados en sementeras, vaquerías y otras industrias, de—
jándoles muy poco tiempo para el descanso y para cuidar
de sus propios negocios y casas". De ahí la determinación
de Azcona de incorporar esos indios a otros curatos más —
cercanos, para que así "tengan más cuerpo". (84) Recién en
en 1686 la Corte pedirá informes al Gobernador, y recién -
el 26/IV/1690 contestará J. de Herrera y Sótomayor dicien­
do que no era posible tal ayuntamiento, por razones de dis
tancia, o por otros diversos motivos. (85) Fue durante la-
gobernación de Andrés de Robles (1674-1678) según éste mis
mo lo comunicara, que se levanté la iglesia de Sto. Domin”
go Soriano, concluyendo también la del Baradero, proveyen­
do ambas de los ornamentos correspondientes. Es muy proba­
ble que sea de esta afirmación que el historiador Hernán -
Gómez deduzca que Andrés de Robles fue el fundador de So—
riano. (86)
Resulta ilustrativo, a fin de reconocer algunos aspec­
tos reveladores de la situación interna de la reducción de
Soriano, el reconocimiento que el 30/1/1677 hacía el capi­
tán Juan de Reluz, escribano de Su Majestad, de las si-----
■ guien tes encomiendas de la nación chaná, originarios del -
pueblo y reducción de Santiago de Baradero, sitos en la —
época en Santo Domingo Soriano: el capitán Hernando de Ri­
vera Mondragón poseía en primera vida una encomienda "de -
ocho a diez indios de tasa"; Antonio Romero, como marido -
de Francisca Osorio de los Coros, en segunda vida otra en­
comienda que, por no haberse hecho visita ni padrón nuevo
de ellos, al igual que la anterior, se entendió extrajudi-
91

cialmente, tenia seis indios de tasa; María Maldonado, -


viuda de Francisco Gaete, como tutora de su hijo Miguel -
Gaete, otra con tres indios de tasa (en tercer vida por -
ser "de las antiguas"); Agustín del Corro por encontrarse
ausente, sólo se tuvo noticia de que tenía dos indios de
tasa y estar su encomienda en primera vida; el sargento -
mayor Juan del Pozo y Silva, otra con dos indios de tasa;
María Quinteros, viuda del Alférez Roque de San Martín, -
en segunda vida, dos indios de tasa, y el capitán Carlos
Gil Negrete, otra merced de cuatro indios que fueron del
capitán Juan Mufioz Bejarano y estaba en primera vida. La
encomienda de seis indios chanáes que fuera de Miguel Pin
to se declaró por vaca, por estar ausente. Pusiéronse ----
edictos por el Gobierno, y aunque hubo opositores a ella,
no se concedió a nadie, teniéndola en depósito el Capitán
Pedro de Salazar". (87) En 1635 y 1636,habían sido conce­
didas dos encomiendas en nuestra banda oriental, una al -
alcalde Manuel de Frías, entre los arroyos San Juan y el
arroyo situado al norte de San Gabriel, y otra a Gaspar -
de Godoy, a quien se le atribuye haber ayudado a reducir
los indios del Baradero, sin que hayan sido utilizadas -
por los agraciados.
El 18/IV/1678, el doctor Gregorio Suárez Cordero le -
escribía al rey dando noticias de Soriano, Dice asi: "los
indios que llaman charrúas y chañas, y otras naciones que
caen de la otra banda del Río de la Plata, y vagan por la
parte de 1 oriante (no se entiende el "oriente” del Uru­
guay sino con respecto al Paraná y a Santa Fe), son asi—
mismo domésticos, y encomendados los más a los vecinos de
Bs.As., y aunque tienen una reducción en su terreno que -
la sustentan los religiosos dominicos con la libertad que
se les ha permitido, andan retirados vagando, al modo de
los Pampas, manteniéndose en su antigua idolatría a que -
los llama su naturaleza, cuando el temor no los oprime; -
es asimismo muy fácil su reducción y conquista; pues con
un trozo de cincuenta hombres que saliese por la parte de
Bs.As y otros tantos por lo de Santa Fe, y de la ciudad
92

de las Corrientes y quinientos indios amigos de las Misio­


nes de los PP. de la Cfiía. con un cabo español, los avasa­
llaran en medio de su terreno, y podrán ser reducidos con
solo el terror, sin más gasto que el de las municiones y -
sin derramamiento de sangre. Por ser gente doméstica y tra
table, pues asisten en sus terrenos y ayudan en las vaque
rías al que se los paga; pero fáltales la doctrina, que es
el interés mayor a que se debe atender". (88)

Los años siguientes estuvieron llenos de alternati—


vas para la reducción sorianense. Citemos solamente dos:
la gran concentración de tropas guaraníes, santafecinas y
bonaerenses que en junio de J680 se efectuó en la reduc—
ción, desde donde aquellos miles de combatientes se diri—
gieron a la Colonia ocupada por los portugueses, comanda—
dos por el maestre de campo de Santa Fe, Antonio de Vera -
Moxica. Gran tarea fue el cruce del Uruguay y el Río Negro,
y a pesar de que ninguna descripción nos permite deducir -
la ubicación de Soriano, parece mucho más factible que tal
concentración se haya realizado en la costa y no en la is­
la Vizcaíno.
Pocos años después se produjo un trágico episodio. -
Todo empezó con una solicitud del cabildo de Bs.As. al go­
bernador Herrera el 29/IV/1686, para que "un trozo de in—
dios panpas de nación serranos de esta jurisdicción con —
sus mujeres e hijos", que habían sido traídos el día ante­
rior por orden del gobernador, fueran "pasados a la otra -
banda del río grande des te puerto a la reducción de Santo
Domingo Soriano donde están otros indios de dicha nación
y sean puestos en reducción con cura doctrinante". Agrega­
ban que los indios dispondrán allí de mucha lefia "y gran -
cantidad de ganado vacuno y tierras para sus labranzas y
se ensefiarán a cultivarlas con el ejemplo de los indios de
esta misma nación que allá están"; "la experiencia ha de
mostrado" -agregan- que llevándolos a Sto. Dgo.Soriano se
acaban las muertes y robos, mientras si quedan en otros pa
rajes vuelven a huir a la campaña llevándose "caballos, mil
93

las y yeguas", con una "prontitud" que hace imposible dete


nerlos. (89) Así se hizo; doscientos indios "de todas eda“
des y sexos", apresados en sus toldos por una expedición -
punitiva, fueron enviados a Soriano, junto con los que se
habían enviado en tiempos del gobernador José de Garro----
(1678-168Í). Los condujo una partida de quince hombres que
quedó en la reducción asistiendo al doctrinante y al Corre
gidor. Y así transcurrieron más de tres meses hasta que -~
"una noche tempestuosa se convocaron todos los dichos se—
rranos y pegando fuego al rancho donde asistían el cabo y
gente de guardia, que era de paja, por tres partes los de­
gollaron sin que se escapasen más de tres de ellos. Y aun
mismo tiempo al Corregidor que se hallaba en la campaña ba
queando para el sustento de ellos por los que había lleva­
do consigo a la faena, juntamente con algunos indios cha—
aás de la misma reducción habiendo otros insultos y roban
do los ornamentos de la iglesia. Y a no haberse escapado -
el religioso con alguna chusma mientras andaban en esta —
función ocupados con los españoles, le hubieran también —
muerto. Poco les duró a los bárbaros el gusto que de tal
desgracia y tragedia habían concebido", pues al día si-----
guíente un indio charrúa "de aquella costa del norte", dio
el aviso, acudieron los "charrúas y amigos nuestros" que -
"andan asimismo vagando por las Pampas", los acometieron
y mataron a todos los gandules", llevándose por esclavos -
"toda la chusma que tenían". Se llamó a los caciques cha—
rrúas a Bs.As., se les agradeció, y se concretó el resca—
te: camisetas, espuelas y frenos para los indios, y para -
los españoles los indiecitos esclavos, para' que "se críen
en aquella reducción con los indios chanás", o para repar­
tirlos entre algunos vecinos para "que se les industrie -
en nuestra Santa Fe". (90) Tres gandules escapados fueron
después apresados y ahorcados. Se deduce de lo e>q>uesto —
que integraban la reducción los chanás, con algunos pam
pas encomendados, quedando los charrúas fuera, aunque ami­
gos, y por cierto que con singular entrega, en lo que toma
ba parte importante el interés. ~
9U

XXII - LAS TRASLACIONES DE S.D.SORIANO:


PRIMERO A VIZCAINO, LUEGO A LA COSTA FIRME.

¿Cuándo se trasladó Soriano a la isla Vizcaíno?. Por -


declaraciones ante el Gob. de Bs.As. del Tte. Domgo. Gonza
lez y del soldado Alonso Belmente en octubre de 1703, se -
sabe que los indios bohanes vinieron a Soriano en 1702, hu
yendo de los minuanes que solían acampar en el Corral de -
San Miguel. Fue entonces de Bs.As. el Cap. Josó Bermúdez
con 30 hombres para ampararlos, y darles iglesia, cura y -
corregidor en sitio cercano separado si aceptaban ser cris
tianos, como aconteció. Bermúdez levantó entonces y forti­
ficó "un reducto de tierra y fajina con su estacada situa­
do en una isla del Río Negro' . Pero los chanás de Soriano,
entre los cuales había algunos charrúas, mostraron recelo,
y se resolvió alejar a los bohanes "al paraje de la Reduc­
ción antigua" (otra declaración dioe *'la Reducción vieja")
que no podía ser otra -deducimos- que la situada en la eos
ta occidental, frente al Vizcaíno. Allí llegó el 14 de
agosto así el doctrinante dominico Martín Fernández, con -
MI. Ant. de Salazar designado corregidor por segunda vez,
con algunos oficiales, pero se encontraron con que los chjj
caro6 b oh cines se habían ido, declarando el Cap. Femando -
Monzón que los había visto en la Bajada de S.Fe, a 80 le­
guas. (91).
Al recomenzar la guerra contra Portugal, desde el 22/
VII/1704 las tropas de Bs.As. empezaron a cruzar el río, -
acampando en Soriano bajo el mando del Cap.Andrés Gómez -
de la Quintana, quien org,anizó como plaza de armas las for
tificaciones levantadas dos aflos atrás por Bermúdez. Las -
anteriores declaraciones fueron recabadas a raíz de las -
quejas del Rey de Portugal ante el Rey de España, por lo -
que creyó era una importante fortaleza la levantada en So
ricino (Real Cédula del 9/XI/1703). En conclusión, en 1702
Soriano ya estaba en la isla Vizcaíno, y dado que en el ma
pa del Cap. de navio Ibarbelz (ver figura), hecho por or—’
95

den del Gob.dor Robles en 3692, Soriano está en costa ar­


gentina, la mudanza debió efectuarse entre 3692 y 1702. -
Debe agregarse que en 1703, la guardia avanzada de Soria­
no fue asaltada y degollada por indígenas infieles. (92)

En 1707, el teniente José Gómez eleva una nota al Go­


bernador Valle Inclán, a instancias de los naturales y de
su procurador, describiendo los inconvenientes que su—
frían en la isla Vizcaíno y solicitando su "trasladaciÓn".
Dice que la reducción estaba situada "en una isla baja —
cercada de cuatro ríos (la isla Vizcaíno) que iu mejor -
hoja de tierra es en la que está fundada, y sólo tiene po
co más de dos cuadras y una de ancho cimentada de arena,
pues se experimenta en la Santa Iglesia para enterrar -
los cuerpos difuntos en cavando poco más de media vara se
da en agua, y haber acontecido el día 19 de julio entrar
un temporal con creciente de fuera que encontró los ríos
crecidos de aguas lluvias que salieron de madre, que den­
tro de las casas hubo una tercia de agua, siendo lo más -
alto, que a no haber la Majestad Divina apiadádose de no­
sotros, hubiera peligrado la chusma por lo mucho distante
que está la tierra firme a donde pudieron librar, y ser
tan inútil la tierra para sementeras, pues el verano con
poca falta de lluvias se quedan las plantas sin dar fruto
causa de carecer de todos mantenimientos, y en el lugar -
Bn que se pusieron las casas a la orilla del río en la —
fundación de este pueblo hoy está continuo el río y halla
nos con evidencias que en afios pasados llegó a pasar un -
sarco de los de Su Majestad sobre esta isla estando ane­
jada y todas las inconveniencias que llevo referidas1', —
■ te., pidiendo licencia para mudarse a un lugar más cÓmo-
io "para nuestra habitación". Piden así autorización para
Dudar el pueblo "a la otra banda del Río del Vizcaíno", -
informando el capitán José Bermúdez que había estado dos
reces en la reducción que el lugar elegido era "muy a pro
>6sito por ser buen terreno para todo género de frutos, -
:apaz de mantener cantidad de ganado y caballos, todo muy
eguro por estar situado en una ensenada que forman los -
96

ríos Uruguay y Negro, teniendo por delante el arroyo del


Vizcaíno, pero tiene el inconveniente éste de no tener -
entrada capaz para las embarcaciones por la boca que desa
agua en el Río Uruguay, que es adonde hoy se hacen las
faenas de madera por no haberla en otro paraje; y aunque
por la boca que se comunica dicho arroyo con el Río Ne—
gro dicen es capaz de entrar embarcaciones menores, es - .
mucho el inconveniente que se sigue a las embarcaciones
que han de pasar al Uruguay, teniendo que hacer más de
cuatro leguas de camino y otras tantas para volver a co­
ger su viaje, necesitando de vientos favorables para en"
trar y salir en dicho arroyo, por lo que no juzgo apro­
piado dicho paraje, y segün dice el capitán Juan Ramírez
y los demás prácticos de aquellos terrenos, todos convie
nen en que será más conveniente el pasar más delante a
un arroyo llamado el Caracol, que desagua en el Río Uru­
guay , el cual es capaz de entrar las embarcaciones meno­
res .dentro, y las mayores dar fondo a la boca de dicho -
arroyo y tener las mismas conveniencias el terreno que -
el que piden dichos indios, no distando del Vizcaíno más
de una legua, pero resolviendo V.Sa. concederles licen—
cia para que muden dicha reducción a este paraje del Ca­
racol, es preciso darles embarcación para que puedan —
conducir sus maderas para formar sus ranchos, por ser di
ficultoso llevarlas en canoas por el Uruguay hasta di-~
cho paraje." (93) El alcalde Agustín Romero, notificado
de que el gobernador compartía el criterio de Juan Ramí­
rez, alega que el Caracol no es conveniente por no dar -
paso a las canoas; en cambio el lugar que reconociera -
el corregidor Francisco Machado acompañado de los natura
les, en "esta tierra firme que llega al Vizcaíno Río, -~
por la boca que desagua al Río Negro", tiene buen puer­
to; resulta de interés su frase: "habiendo sido suso y
costumbre desde nuestra fundación que pasan de sesenta -
anos, el ir canoas al puarto de Las Canchas con nuestros
géneros como son cuatro tiestos, y esteras y gallinas, y
con su procedido mercar nuestros menesteres, de cinco —
anos a esta parte se nos ha prohibido sin urgente causa
97

para ello"; da lo que se deduce que la fundáción habría -


sido por 1645 (cuando antes vimos que no se separaron del
Baradero sino en 1651), dando que pensar que no se mencio
ne mudanza alguna. Tampoco Gómez lo hacía al mencionar -
"la fundación", pero la novedad que parecer ser para él -
los efectos de las crecientes, y el hecho de que aún sub
sistieran, y anegadas, las casas primitivas, sugieren que"
se refiere al establecimiento en la isla cuando habla de
"fundación". Lo de Romero ya es menos explicable, aunque,
como dijéramos antes, una mudanza no era entonces im cam­
bio tan radical como pudiéramos pensar. En cuanto a la mu
danza que ahora se solicita, basta mirar un mapa y reco
rrer la región para darnos cuenta que no era a la sitúa—
ción actual en la costa sur, sino al norte; así se expli­
ca que le preocupe el que el Vizcaíno no dé entrada por -
el Río Uruguay; la "ensenada" a que se refiere sería la -
que está algo al norte de la boca del Vizcaíno, y en cuan
to a la boca del Vizcaíno en el Río Negro (situada al su­
deste) es claro que es camino muy largo (cuatro leguas) -
para salir al Río Uruguay; por eso Bermúdez aconseja "pa­
sar más adelante" (al Caracol), lo que confirma que el lu
gar indicado por Gómez estaba algo más al sur, entre la -
boca del Vizcaíno en el Uruguay y el Caracol. El gober­
nador Velazco y Tejada (1708-1732) concede dicho lugar —
(que no era por lo tanto la ubicación actual de Soriano)
son fecha 22/III/1708. Un documento de 1718, da pie a —
nensar al historiador Aníbal Barrios Pintos que la mudan­
za se produjo recién en ese año y no en 1708 como hasta -
ahora se creía. Relata en efecto el obispo Pedro de Fa—
jardo un viaje realizado entonces diciendo: "salió de es-
:a ciudad (Bs.As.) a 24 de abril de 1718, entró al pueblo
le indios chañas de Santo Domingo Soriano a 6 de mayo, —
[ue visitó y de todo dio buena cuenta el P. Juan de Cáce­
les, franciscano, confirmando en él cuatrocientas treinta
ersonas, dista sesenta leguas de Bs.As. y se logró en es
a visita trasladar a tierra firme el pueblo de una is-~"
a. Hízose iglesia con tanta facilidad que por Semana San
a concurrieron dos mil personas, y entre ellas algunas ~
98

que hacía catorce artos que no se habían confesado". (94)


Se dice en ese documento que Soriano estaba en tria isla
"de tan nal suelo que no se podía labrar iglesia en 51;
y aunque se había intentado muchos artos ha, no se logra­
ba conseguir por la repugnancia de los naturales." Tal -
noticia aparece confirmada por las declaraciones del in­
dio Juan de Aquino, "inteligente en el idioma cas te lia—
no", quien en 1752 dijo ser "xo de los vecinos qu.- tras­
ladaran este pietblo del paraju nonbrado la isla, para qu¡~
se estableciese el presente de orden del <s< calentísimo -
señor D. Bruno Mauricio de Zabala, ya difunto, en tiempos
que gobernó esta provincia y que por aliviar el gran peso
de trabajos y pobreza que padecían los vecinos de su Pa­
drón, les concedió el distrito y terreno y montes que —
constituyen el citado manifiesto, amparándolos en esta —
gracia en nonbre de S.M. con título de ella". (95) Puesto
que Zabftla gobernó la provincia de 1717 a 1734, queda ra­
tificada la fecha de 1718 como la de la traslación al lu­
gar Actual. L.is tierras concedidas al pueble quedaban de­
limitadas así: "La frente de ellas comienza desde la boca
del Rio San Salvador hasta el arroyo que llaman de Maciel
y desde éste da principio al fondo, y corre hasta el arro
yo Grande donde da fin, que es entrada del Río Negro y —
principal lindero ñor «1 otro costado dentro los cuales
quedan incluso el Corralilio y La Laguna". Quemada dicha
nvreed al incendiarse la casa del corregidor JosJ de -
San Rereis, fue confirmada por el gobernador José de Ando-
naegui el 23/1/1755, estando acampado .junto al Río'Negro.
Siguiendo su marcha hacia el este, Santo Domingo Soriano
estuvo a pinto de trasladarse por la que hubiera sido la
cuarta vez. Fue su propulsor el corregidor comandante Bar
tolomé Pereda en 1772. Empezó por convencer al virrey —
Juan José de Vértiz, con quien estuvo en el Real de San -
Carlos, enviándole noticia de los auxilios que necesitaba
"para la mutación de este Pueblo al paraje que llaman Los
Cerrillos". Creemos interesante reproducir tal noticia, -
exhumada por nosotros creemos que por primera vez, por —
99

contener información sobre procedimientos que ilustran -


el proceso material del establecimiento de uia población.
(96)

Los motivos para mudar el pueblo sobraban. Situado en


ixi ángulo de la región, las estancias más alejadas, cuyo
nCunero fue aumentando progresivamente, estaban exigiendo
un centro más accesible. Aunque más de la mitad del te­
rritorio estaba ocupado por Julián de Gregorio Espinosa,
con quien el Cabildo de Soriano litigó por decenios, se
fueron multiplicando otros establecimientos. El modo de
vivir irregular de la mayoría, en el latrocinio y el con
trabando, los volvía reacios al proyecto de Pereda; mu­
chos huyeron a Montevideo; los cabildantes elevaron ale­
gatos en contra, aduciendo la imposibilidad de hacer a -
costa de los vecinos empobrecidos casas, cuartel, igle—
sia y cabildo en el nuevo lugar, obligados como estaban,
además, a celar la canpaña contra contrabandistas y -—
otros incursores. Pereda insistió en su idea, y he aquí
lo que consideró necesario para concretarla: "Primeramen
te, ración completa para manutención do 25 hombres dia—
rios. Seis palas, igual número de azadas, siete picas y
doble cantidad de hachas. Un maestro de hacer ladrillo -
inteligente para que construya un homo y enseñe a benefi
ciarlo. Un maestro carpintero. Dos maestros albañiles. íte
rraje correspondiente para las obras, como es, cerraduras,
aldabas, cerrojos, pernos y clavazón, para puertas, vent¿
ñas, etc. En primer lugar debe venir un sujeto inteligen­
te e ingeniero que vea el terreno más a propósito y de­
marque el pueblo y los útiles y raciones para empezar a
trabajar. Lo primero que se debe hacer es construir un —
galpón que sirva de iglesia para colocar el sacramento, -
Santos, etc., un rancho para el cura, otro para el corre­
gidor, otro que sirva de cárcel y otro de cuartel, hacien
do mudar a un mismo tiempo las pulperías. Establecido asT
el pueblo en ranchos, se dará parte para que venga el----
maestro de hacer ladrillo, y hecho el horno inmediatamen­
te se dará principio a trabajarle el ladrillo. En habién-
100

trabajado y acopiado bastante material, se avisará -


para que vengan los maestros alb ahíles, y concluidos se
retirarán éstos hasta que se haya juntado otra porción de
material considerable que vuelvan a venir, siguiendo es­
te método hasta que se concluya la iglesia, casa del cura,
corregidor, de Ayuntasdento, cárcel y cuartel, que son —
las obras que debe costear el pueblo. De este modo no se
expensionará el racindario más que con su trabajo perso­
nal, y aunque se pide ración para 25 trabajadoras, si -
no se pudiesen emplear tantos, se llevará ixia exacta cuen
ta de lo que se consuma, pues se necesita usar do caridad
y con carino y bien nodo exhortarlos, haciéndoles saber -
redunda todo en su provecho, adelantamiento y beneficio,
para atraerlos aquí con breña volretad y se apliquen al -
trabajo, nc hostigándoles demasiado, para que puedan acu­
dir al cuidado de sus haciendas y obligaciones. Estos tra
bajadoras su nombrarán por semana, y scg(n el celo que ma
nifiesten se reglará el número que se habrá de emplear,
y así no exhuirán. T al contrario, corriendo la voz de su
bren trato, acudirán los que con el temor lo hoyan ejecu­
tado, usando al mismo tieapo de rigor con los tenaces va­
garon dos que no quieran acudir con amor al bien do la -
Patria. Por lo tocante a la cal, hay en esta jurisdicción
una calera que está a rematar su arrendamiento en almo­
neda a pregón, por orden del gobierno, y en la contrata -
que se haga con el mejor postor, se estipulará debe que—
mar y beneficiar al vecindario la que se necesite para di
chas obr.is. El producto de este arrendamiento con los de~
más auxilios que dá Su Ilustrísima se invertirán en los -
gastos más precisos y esenciales".
Notable expresión, tal documento, de cómo so conce­
bía un poblado, el grado de pralación con que se encara­
ban sus instituciones, y la psicología necesaria para lie
vario a cabo. La calera a que se refiere es la situada eiñ
la boca del arroyo Dacá, cerca de la actual Mercedes, es­
tablecimiento fundado por un lego recoleto en 3722, en cu
yos cuatro grandes hornos siguió produciéndose cal por cá
301

si un siglo. Jinto a ellos quedan los restos de una gran


construcción de piedra en la que se ha reconocido como —
nuy probable lo que se denominara "Capilla de la Real Ca_
lera",a fines del- siglo XVIII(97)

Sucesor del corregidor Pereda en sus propósitos de -


mudanza fue el presbítero Manuel Antonio de Castro y Ca—
reaga, quien vino a Soriano en 1781 y pugnó por trasladar
la población. El informe del comandante Francisco Albín
resultó otra vez favorable a la ubicación en Los Cerní—
líos, situado a cuatro leguas, sobre el Río Negro, frente
a la isla Las Canas. La oposición de los cabildantes, mu­
chos de ellos pulperos establecidos, fue otra vez encona­
da. En 21/V/1788 llega la licencia, pero para construir -
solamente oía caicapilla y a expensas del cura. (95). En
setiembre Castro y Careaga pone piedra fundamental y dos
aHos después, en 1790, se lleva a cabo la misa inaugural.
Así nació la Capilla Nueva de Nuestra Señora de las Merce
des, que quiso ser, en la intención de Castro y Careaga,
nuevo asentamiento de Santo Domingo Soriano, pero nque no
fue sino nueva población, que disputó por largos decenios
la primacía en la región..
*
Resumiendo, Santo Domingo Soriano se trasladó tres -
veces. Desde Santiago del Baradero, fundado en 1616 por -
Hernandarias, se "desunió" en 1651, yendo a situarse en -
el Yaguar! Miní, en la costa occidental del Río Uruguay.
Allí se fundó antes de 1664, sin poderse establecer exac­
tamente la fecha, como tampoco la de su segundo traslado
a isla Vizcaíno, el que pudo efectuarse desde 1686 al----
1700. "Y en 1718 tuvo lugar la tercera mudanza, esta vez
al lugar que ocupó definitivamente, pese a los esfuer­
zos de Pereda en 1772 y de Castro y Careaga en 1784. En
el cuadro cronológico inserto al final señalamos las eta­
pas y momentos que consideramos principales de dicho pro­
ceso.
102

XXIII - TOPONIMIA. ORIGEN DEL CULTO A


SANTO DOMINGO SORIANO.

El origen del nonfcre elegido para la reducción de San­


to Domingo Soriano, dio lugar a diwrsas hipótesis. Deben
mencionarse entre ellas la que proviene del culto a Santo
Domingo osletrado en la ciudad castellana de Soria, situa­
da a poca distancia de Caleruega, lugar natal de Domingo -
de Guzmán. La existencia de ir> convento que llegó a ser el
principal de la ciudad y que esté dedicado al culto de San
to Domingo, el he che de que los habitantes se denominen —
"soríanos" y hasta m napa del inglés Kitchin, aparecido -
en la abra del jesuíta Tomás Falkner "A description of Pa­
tagón ia and the Adjoining parta of South América" (Londres
]77u) en donde el pueblo tiene la denominación "Sn. Domingo
de Soria", parece venir en apoyo de esta hipótesis, por la
cual "Soriano" serla un adjetivo gentilicio. (99). En uia
carta del 22/VII/1973, con la que el P. Angel Serrano O.P.
de Soria (Espafla) desvanece las dudas que mantenía A.Ba—
rrioe Pintos, se dice can total seguridad: 'a la uxtraordi
naria devoción al santuario de Sto. Dgo. de Guzmán en So—
riano (Italia) se debe el titulo de esa primera iglesia ■-
construida en su patria",le dice aAnlbal Barrios Pintos. -
"Nada de Soria ni nada de Espafla", afirma, al pinto que en
la propia Soria se hacia fiesta el 15 de setiembre, día de
la aparición del Cuadro en Soriano Calabra. Concluye dicien
do: "Nada de Soria, ni nada de Espafla" (99 bis).

Rolando A.Laguarda Trias argumenta por su parte que, a


falta de documentación decisiva, como sucede en la mayoría
de estos casos, ha de intentarse alguna hipótesis sustitu-
tiva y observa que en los casos de San Francisco de Oliva­
res y San Juan de Céspedes se utilizan nombres de persona­
jes de la época. Es asi conducido a suponer que Soriano ha
brla sido puesto en homenaje al músico italiano Francisco
Soriano, distinguidd polifonista y maestro de capilla del
Vaticano fallecido en 1623. (100)
103

Pero la hipótesis que siempre nos pareció mejor orien_


tada es la formulada por el presbítero Rubén A. Irurueta,
por la que se relaciona el nombre de nuestro pueblo con -
el Soriano que existe en Calabria. Parte Irurueta de la -
extrafieza que le causa el no haberse llamado Santo Domin­
go Guzmán, nombre verdadero del santo, o en todo caso
Santo Domingo de Soriano, si es que se había querido home
najear algún personaje. Reproduce luego el pasaje del di¿
rio de viaje de Larrafiaga a Paysandú en donde se relata -
su encuentro con el cuadro que se conservaba en la igle­
sia de Soriano, y que ya relataremos: y finalmente evoca
la milagrosa incidencia de 1530 que los dominicos recuer­
dan todavía, y que creemos merece ser relatada con más de
talle, como lo haremos a continuación.(101) Lo bien funda
do de esta hipótesis nos movió a escribir una carta al pa_
ra nosotros desconocido cura de Soriano en Calabria, car
ta que éste nos contestó con fecha 12/III/1970, enviándo­
nos conjuntamente el libro del P. Antonino Barilaro O.P.
"San Domenico in Soriano" (Palermo, 1969), aporte funda—
mental para nuestro tema y cuyos pasajes más significat£
vos resumiremos a continuación. (102)

A mediados de octubre de 1608, tres dominicos, coman


dados por el P.Agostini Galamini, Maestro general de los
dominicos, salen de Roma en una gira por el sur que duró
un afio, recorriendo los numerosos conventos de la Orden.
El 6 de marzo de 1609 llegaban a Soriano, pequefio pueblo
de la Calabria, que tiene hoy 3.750 habitantes, situado -
en un pequefio valle a 320 mts. de altura, a mitad de cami
no entre Catanzaro y Reggio de Calabria, situado éste en-
la extremidad de la "bota". Allí encontraren una imagen -
de Santo Domingo que, según era tradición en el lugar, ha
bía sido llevada por la Santa Virgen en la noche del 15 -
de setiembre de 1530.Era conocida como "el Cuadro". En —
los ochenta afios transcurridos, el culto creció, y fueron
muchos los milagros que se le atribuyeren. Los religiosos
no habían sin embargo propiciado tal culto ni promo­
vido ningún proceso canónico que autenticara el Cuadre. -
104

El P. Ga lamín i ordenó efectuar entonces tni encuesta de -


enríeter oficial. Depuso en ella Natale Sorbilli, anciano
de mis de noventa años, quien sirviera en Soriano en 1530
y estuviera presente en el hecho milagroso. Sus palabras
corroboraron anotaciones de otros religiosos halladas en
los libres del convento, quienes a su vez habían oído re­
latar el hecho al superior de 1530, fray Dooénico Galia—
ni. Se registraron además todas las gracias ofrecidas por
intercesión del Cuadro, 463 en total. La iniciativa del P.
Galamín i provocó la inauguración del culto fuera de Soria
Íno. En la pequeña iglesia de 1530, se le aparecieron en ~
la noche del 14 al 15 de setiembre tres señoras, pese a -
estar ya cerrada la"iglesia, las que le preguntaran a —
quién estaba dedicada la iglesia, y si tenía alguna ima­
gen del santo. Le ofrecieron entonces al asombrado sacer­
dote una imagen, pidiéndole que se la llevara al superior
y que la colocaron sobre el altar. Fray Lorenzo así lo
hizo, y poco después, tna noche se le aparece Santa Cata­
lina, quien le revela que sus acompañantes eran la Santa
Virgen y Haría Magdalena. Fue entonces que comenzó el cul
to y loa milagros. Sacada ésta de su lugar poi' haber algo
de humedad en el muro, tres ve oes volvió a aparecer allí.
El Cuadro, de 1.98 por 1.255 está pintado en témpera so—
bre tola, habiendo sido restaurado muchas veces. Llama la
atención su sxrplicidad, ma expresión de disponibilidad
que permite recibir loa más variados sentimientos. Sostie
ne la Biblia en su mano derecha y un ramo de lirios en su
izquierda; mide 1.386, un cuerpo casi desmatorializado, -
de suma suavidad y contención. Se han sacado muchas •
copias.

E1 pueblo de Soriano surgió en el siglo VII, como —


Í una colonia de cristianos que debieron huir do Siria; fue
uno de los centenares de monasterios bas ilianos que hubo
en Calabria. Su ubicación primitiva fue el caserío situa­
do en una sierra cercana, conocido como Sorianello, edi­
ficado en torno al monasterio de Santa Haría da los Ange­
les. Se buscó un lugar más a cubierto de las invasiones -
105

sarracenas, al anparo del valle, lugar de gran belleza na


tunal, aunque de expansión geográficamente limitada. Su ~
primer iglosita fue dedicada a San Martín de Tours, haata
que vino el P. Vincenzo de Catanzaro con la orden de fun­
dar un convento dominicano. En 1620 contaba unos mil ha­
bitantes, menos de 300 familias en total. Es "obvio'' —.
-dioe el P.Barilaro- que la palabra Soriano deriva de "So jl
ría", en dialecto el nombre es "Surianu" y es de hacer no (
tar que en los libros de la iglesia de Soriano, hoy Dolo­
res, aparece algunas veces, sobre todo en época del P. Go
mensoro, escrito "Suriano". El "Vocabolario de lia Lingua
Italiana" de Nicola Zingarelli (Bolonia, 1966, 8a. edic.) [
diw que "Soria" (Siria) deriva del griego "Syria' , a tra [
vis del africano "Surie". (103) El adjetivo griego 'syria
cós"-agrega el P. Barilaro- se ha conservado en el nombre
"suriaca" ( fagiola). El historiador Barrios conjetura, -
según el P. Barilaro, que Soriano deriva del griego so—-,
ruia o sorós (cúmulo o montón), nombre que se le habría
puesto por estar constituida por un grupo de casas en una
altura, pero Barilaro objeta que la primer sílaba de
soreia" 88 "lunga", no explicándose cómo habría podido -
degenerar en el latino "Surianum" y en el dialectal "su—
rianu". En resumen, "soriano" querría decir, con toda pro
habilidad, oriundo de Siria; la expresión se sigue apli—
cando al gato soriano, de característico manto gris leona
do, rayado de negro. También se aplica a los caballos de
color análogo.
La predicación de hecho, más que de palabra, tal co­
mo caracteriza la acción de Santo Domingo (cuya Orden fue
designada por ello "de los Predicadores"), vino a tener -
natural continuación en los milagros atribuidos a la Ima­
gen. El prior del convento en 1608, P. Frangipane, ordenó
colocar la imagen en el lugar que ocupaba la imagen de -
la Virgen María, y propició la construcción de un con­
vento que fuera "de los más bellos y ordenados del rei—
no". Pronto empezaron las peregrinaciones, siendo el P. -
Frangipane su primer cronista en 1620. Llegaban más de —
cien mil peregrinos anualmente, siendo necesario mantener
10*

abierta La íglóala durante troa o cuatro dios seguidos, a


pesor ta que tu capacitad «ra ta tres all persoiaa. Treinta
o cuarenta oonfesures ta la provincia concurrían a atontar
oque lias tavotas multItuta», loa 'i** tabón muestras inuun*
tai>loa ta swrtifIcaoión. beata 161? a 1630 acudieron "mu—*
chos soltados «epabolas y valutas" que ■« hablan uuetado «n
la provincia* Príncipe» y destacados dignatario» Iban a fto*
ríano donando val ioalalMB ofrendaa. Lo devoción por el Cu»
dro m entendió primero a Calabria) luego a Heelna, ttlcili»
y Nkpoloa. Si bien al culto tuvo ano notable «spanslón en .
oaoa atoa, había habita antoa algunas manIfoatacianea des*
tacablaai así, en «1 Capitulo ta Bolonia ta la casa .
ta (tolano fvm «Levada al grado ta convento. aalgnAntaaela
díK>i l'adi«a en lugar ta loa tres qi» ya tañía. En 1617 »q .
la designó Seminario ta novicio» a Implas y ta loa profesa»,
r.n 1S22 ea instituyen estudios gs ñera los y en 1629 se la sd
judicft la categoría ta "estricta observación". !.n el Capltu
lo Generalísimo ta Roma ta 16UU, ae resolví6 lo siguIanteiT
"Ordena** que el día 16 ta Betietars, en tota la Ortan. M
oo labra (bajo el rito dobla) la solemnidad ta la delación •
ta La Imagen milagreas tal Santo Patrono Domingo en Borla»
no y se tome el oficio que su ausla recitar el M ta agosto",
Esta ortan fus <xxifimada en el Capítulo ta Roma de 1650. «
La "calata" (o descendí miento) tal Cuadro, entraba oficial*
menta en la liturgia ta la Ortan, continuando liaste hoy. En
Las Instrucclisios ta la Santa Congregación ta Rítl, el 19/
11/1961, luego ta la simplificación ta La tienta Liturgia,
la oonswmoraolón ta llanto Domingo en Soriano ha sido abolí*
da.
En el Capítulo ta Tpiti ta 1666, se concedió a la pro­
vincia ta Calabria que se ce Labrara la fiesta tal Cuadro al
16 ta Mtleniiro ta cata ano. En 166S, el Pajiu Alejandro Vlf
estableció qu« la celebración ta Santo Domingo en Soriano •
tabla sur «■Jiourvada du pro oopto un todo ul ruino du NÓpole»,
En 1725, «1 Capítulo ta Rltl resolvió adoptar ul título ta
"Conmemoración ta la milagrosa Imagen tal S.P. Dondnico in
Soriano.
107

Loa don«a del Cuadro *• divulgaron por la estampa, so


bra todo en Ñipóles. El 5/VI11/1031, al rey do España Es­
lías IV, a podido del Procurador del Convento da flor laño,
tnmA bajo su roa! protección la Caso da Soriano y as! lo
costadas al virrey do Ñipóla»> quien cuantío do inmediato
au> indicación»». En 10*40 Han Uomfinlco en Soriano os roco
nocida como "Protector del Saino", como lo fue animismo ”
•n la ciudad y reino do Nípoloa, con la con finita ción de -
Urbano VIH, quien aprueba por primera vez «1 15 de se—
tienbra como día do fiaste. En Valencia hubo plana indul
gánela para todos los nacidos en aso día. La difusión do"
la adoración tan España se acentuó luego dol Capítulo do -
Roma do 16*4*4. En 166 3, Inocencio X concedía indulgencia
espacial a la Confraternidad da "San Domonico in fiorlano"
forrada en la iglesia dominica de Almagro, diócesis da To
lodo. En 1661 a» celebraron ocho días seguidos de fastuo­
sas funcionas en honor a "la Imagan de flor laño", como "pe
renno fuente de gracia". En 1052, el 15 do setiembre es -
elegido un Milán como fiesta de le Iglesia, abuso de aut£
rided que corrigló Inocencio X anulando tal tnudida, aun--
que ruconoaióndoln un ano daspuds. Alejandro Vil fue el -
Papa qtw más favores dispensó al Santuario da Soriano; al
mus d» ser alecto, lo hizo objeto ya da distinciones. En
1661 aprobaba la constitución da Confraternidades de fie­
les en la proximidad de Soriano y leo concedía varías —
•sanciones . Tenía una espacial predilección por Soriano,
al que visitara antas da sor ungido Papa. Y «o interesan­
te para nosotros observar que fue durante su Papado (1655
-1667) que debió tenor lugar lo fundación de la reducción
de Soriano. En 1666 Alejandro VII estableció la fiesta —
d»l 15 d<> setiembre en toda Hipólas como do procapto. De
1666 a 1687 las peregrinaciones a Soriano alcanzaron su -
apogeo; venían en gran número de España, y temblón de Eran
cía, Alemania, Polonia y los Dalcanao. En Espafla la difu-"
alón da esa culto fue extraordinaria.

Hubo un acontecimiento que provocó la exaltación do


ese culto religioso: tal fue el catastrófico terremoto do
108

ul 5 de noviembre a media noche, provocando la des-


trucción casi total de La iglesia y al convento de Soria
no, así como 1a suerte de gran número de pobladores. El ~
afán de todos, aún en medio de tan gran desgracia, fuá re
cupcrar la sagrada Imagen siendo enorme el gozo cuando se
encontró la tela intacta, habiéndose roto el vidrio que -
la protegía. Cuando se pensaba que el culto al Cuadro iba
a disminuir ante 1a desgracia, ocurrió lo contrario: una
verdadera ola de devoción se extendió, aumentaron los po-
regrinantes y no tardó en surgir la Idea de rehacer el -
convento, puro destruyendo lo que había quedado, para le­
vantar vn complejo cdilicio digno de la magnitud del cul­
to que se profesaba a la Imagen. Felipe IV ordenó al vi­
rrey de Ñipóles que destinara diezmil ducados a la empre­
sa, destinándose otros diez mil dos anos después. El vi­
rrey de Ñipóles, Conde Peñaranda, encomendó el proyecto -
al destacado arquitecto Bonaventura Presti, con encargo -
de seguir los lincamientos del Escorial. Y así fue que —
surgió una construcción monumental, en un cuadrilátero de
160 m. por 130 ai., el convento más grande de Italia, con
su iglesia, de gran analogía con el precadente español. -
Interesa destacar la coincidencia de esa gran expansión -
del culto por Santo Domingo en Soriano, a partir de 1659,
con la más probable fecha de la fundación y asignación -
du dicho nombre a la reducción, en fecha que fue apenas -
posterior, cuando la repercusión du tales hechos tenía —
que haber llegado a Bs.As., al menos a la congregación de
los dominicos.

Ya desde 1640 son muchas las expresiones que el P.Ba


rilaro exhuma de la difusión de dicho culto en España, -”
así como en Flandos y Polonia, desde que Felipe IV pre­
gonara a Santo Domingo en Soriano como “Protector del Reí
no", registrándose en esos anos gran número de curaciones*
milagrosas y otros hechos de índole sobrenatural. En Ma­
drid, en la iglesia dedicada a Santo Tomás de Aquino,
existía una capilla con la Imagen de S.D. en Soriano, la
que se tenía "en gran veneración". En Italia no había —
109

iglesia .dominica que no tuviera un altar o capilla en ho­


nor del Santo. En Europa la veneración se había extendido
por todo el mundo cristiano. El Noviciado General de Pa—
rie, ftsidado por el Cardenal Richelieu en 1632 en el ba—
rrio Saint Germain, estaba dedicado, por iniciativa del -
P.Ridolfi, a "Sto. Dgo. en Soriano1'. En 1793 fue ocupado
y saqueado por los revolucionarios, pasando a ser su titu
lar Sto. Tomás de Aquino; hoy subsisten dos cuerpos de —
claustro del.que fuera el principal convento de París y -
que sigue siendo ocupado por el ejército francés. En una
iglesia de Puglia, el titular es denominado "S. Dominici
de Soriano" o "San Domenico di Soriano". El culto,prosi—
gue Barilaro, se difundió en América; en Lima había dos -
conventos dominicos en el siglo XVII, en ambos había una
capilla dedicada a S.D.Soriano, festejándose el 15 de se­
tiembre; en Panamá se guardaba una imagen milagrosa a la
que S« dedicaban tres días de festejos; en Méjico el Cua ■>
dro se encontraba en varios conventos, convirtiéndose la
casa religiosa de Antcquera en convento formal dedicado -
al Santo en 1656, siendo su edificio plateresco una de — ,
las mayores expresiones en Méjico. En Mendoza (Rpca. Ar—
gen tina) los primeros dominicos llegaron desde Chile en -
1563; Sto. Dgo. de Soriano fue primero venerado como san­
to protector celebrándose el 15 de setiembre la fiesta li
tQrgica; desde 1656, por lo menos, hay constancias en las
actas del Cabildo que era el santo patrono de Mendoza, —
volviéndose en 1709 al antiguo patronato de San Lupo. Y -
así en todo el mundo, incluso en Asia y Etiopía, Según ex
presión del P. Lembo, "no hay en el mundo regiép tan leja
na, lugar tan remoto, nación tan extranjera, que no haya
recibido la gracia de la celeste imagen de Santo Domingo
de Soriano". Y el libro de Lenbo apareció en Messina en
1687.
Un pavoroso terremoto en 1783, convirtió literal- ! 1
mente en ruinas el grandioso convento e iglesia de Soria
no. Las circunstancias políticas posteriores fueron sin -
embargo más devastadoras.En 1860 se levantaba una una nue
va iglesia. En 1866 todas las Ordenes y Congregaciones re
110

ligioeas eran suprimidas, con la prohibición de vivir en


conGn. El 15 de setiembre de 1870 se produce ui nuevo mi-;
lagro: la estatua de Santo Domingo, utilizada en las pro­
cesiones en sustitución dal Cuadro, oscila en su lugar du
rante más de una hora, siendo reconocido oficialmente el~
hecho como de carácter sobrenatural. Nuevos terremotos en
1905 y 1908 causan grandes destrozos. Pero en 1909 se le­
vanta de nuevo la iglesia, y en 1911 el convento, a los -
que posteriormente se le introducen progresivamente amplia
ciones y mejoras. En 1942, después de casi 80 afios de cláü
surado el convento, vuelve la Congregación a Soriano, con"*
grandes fiestas, y en 1961 vuelve el Cuadro desde Roma, -
en donde se le sometió a restauración. El culto y los ni la
gros se reiteran. Pero es ya crónica actual que no corres-"
ponda detallar aquí. Sólo resta decir que, según expresa -
Barilaro en una breve nota, ‘la indulgencia para la Conme­
moración en Soriano fue en lo sucesivo perpetua (...) Ha -
sido suspendida recién en nuestros días, junto con tantas
otras, conforme el ' Rcscritto delia Sacra Penitenzuria" —
del 25 de octubre de 1967. Según esta noticia, la fiesta -
del Cuadro ya no se celebra. Se ha construido una nueva —
iglesia dentro del recinto del antiguo convento, y el cua­
dro famoso ocupa allí lugar de privilegio. Su fachada si­
gua. las líneas de la anterior, la que también está siendo
restaurada, así como otros detalles del monumental edifi­
cio. (103 bis)

Creemos que de lo expuesto se deduce una casi total se


guridad can respeto al origen del nonbre y del culto de -
Satto Domingo in Soriano (o Suriano) tal como el P. Tomás
Xavier de Gomensoro asentaba en los libros parroquiales en
1805. (104) El culto era universal, imposible de ignorar
por los dominicos de estas regiones de América; y hubiera
sido inconcebible que se aplicara con otra intención, coin
cidiendo con otro nombre que ya estaba consagrado. Como dT
ce en su carta el actual cura de Soriano en Calabria, el -
nuestro es ' un altro Soriano", de los tantos que había des
de España hasta las Filipinas. Pero por si quedaran dudas*7
agreguemos dos argumentos coadyuvantes, a esta altura casi
superfluos.
111

El primero de ellos ha sido señalado ya por el P. Iru


veta, pudiendo nosotros ahora darle definitiva consisten­
cia. Se trata de lo que vio el P. Larrañaga en su visita
de 1815 a Soriano. Dice allí: "En el altar mayor encontré
m lienzo que no pude comprender bien lo que representa—
ba; me pareció ser un Salvador que tenía en sus manos tm
lienzo de Santo Domingo de Guzmán y presentando a un reli
gioso que está arrodillado y que con mucha devoción reci­
bía en sus manos este presente del cielo; a los lados —
veía otras dos figuras que según supe después eran la Do-
lorosa y San Juan, y que el religioso fue el Apóstol de
estas gentes. Ellas creen que éste es un pasaje verdadero
pero sea lo que fuere de esto, el cuadro es de lo mejor
que hay en la iglesia". (105) Como vemos, aquellas "gen­
tes" creían lo que la Iglesia prescribía, en tanto el P.
Larrafiaga se abstenía de compartir esas creencias. Y el -
P. Iru veta, que transcribe estas líneas, omite la frase -
en que se alude a las dos acompañantes, sin poder perci—
bir que eran las figuras que complementaban la anécdota -
sagrada. Esa escena era común en las representaciones -
de artistas italianos. En el libro de Barilaro se zeprodu
ce tn cuadro de Guercino, que está en el Duomo de Bolzano:
la Virgen María sostiene el cuadro frente a sí, teniendo
a sus costados las dos Santas. (106). En otra antigua re­
producción del Santuario, que permite apreciar su sobria
grandeza, aparece en el ángulo .superior izquierdo la
misma escena, en ambos ejemplos falta el religioso que —
viera Larrafiaga recibiendo el Cuadro.

Pero más convincente todavía, por si aún fuera necesa


rio, son las referencias que pueden encontrarse al día Í5
de setiembre como el día de fiesta del Santo Patrón, es -
decir, el día de la Calata, o aparición de la Virgen Ma—
ría con el Cuadro, y no el 9 de agosto, día de Santo Do­
mingo de Guzmán. Así es como leemos en un oficio eleva­
do por el Cabildo de Soriano en pleno, el 13 de setiembre
de 1790, refiriéndose al P. Manuel Antonio de Castro y Ca
reaga, el irascible pero emprendedor fundador de la Capí-
112

lia Nueva de Mercedes: "Su genio insultante, chocante y


desaprensivo da mérito para que este Ilustre Cabildo no
cuente can él en cosa alguna. ¿Quién cantaré en las Misas
cantadas de Nuestro Santo Patrón en las vísperas y en los
divinos oficios, los días 14 y 15 de setiembre?" Se envió
la nota a trote y galope a la Capilla Nueva en donde esta
ba por ese entonces el Obispo de Bs.As. curando sus males"
en las aguas curativas del Río Negro, quien contestó so­
bre la marcha odiortando a una buena correspondencia en­
tre cura y cabildo, y ordenando que "la función del Santo
Patrono la dó el P. Castro y Careaga", y que vayan los -
cabildantes y eviten "nueva disensión y disturbio". (107)
En 1790 se celebraba pues en nuestra Soriano la fiesta —
del Cuadro en el mismo día que en la Soriano calabresa. -
T se siguió celebrando, al menos hasta 1830, afio en el —
cual, en el Acta que registra la Jura de la Constitución,
se menciona "el 15 de setbre.día del Sto. Patrono de la -
Villa". No queda duda, por tanto, que el origen del nom—
bre se encuentra en ese culto. Indirectamente, se deduce
que en 1624 era prácticamente imposible que se hubiera —
pensado, aquí en América, en ese nombre, desde que en ese
aho el culto a la Imagen apenas se insinuaba, sin haber -
alcanzado difusión en España.

XXIV - EXPLICACION SINTETICA DEL PROCESO FUNDACIONAL

Creemos útil cerrar este trabajo con una reconsidera


ción de los principales hechos que hemos expuesto como —
formando el proceso fundacional dentro de la región soria
na, así como el grado de certidumbre o probabilidad con -
que podemos caracterizar nuestro conocimiento de cada vno
de ellos y al mismo tiempo de la coyuntura o situación en
que esos hechos aparecen inscriptos. Consideraremos esos
tres aspectos en forma conjunta, siguiendo el orden crono
lógico de los acontecimientos.
Destaquemos, al fin de este trabajo, una primera evi
dencia: la dependencia estricta de ese proceso poblacio—
113

nal con respecto a la situación dominante en la extensa -


región que, desde 1617, adquiriera una relativa unidad y
autonomía como Gobernación del Río de la Plata. Centrada
en Buenos Aires, desde allí partirá todo impulso; pero es
tando virtualmente cortadas las vías comerciales con Espa
Da, la cual, por su parte, padecía en el siglo XVII una -
crisis económica endémica, no podía esperar esta región -
sino mantenerse dentro de un relegamiento y una penuria,
de hombres y de recursos, incompatible con todo propósito
efectivo de expansión. Apenas uno o dos m-j]lares de espa­
ñoles y "donceles de la tierra" (americanos hijos de espa
noles) poblaban aquella vasta región que iba desde Río ~
Grande y Tucumán inclusive, hasta las posesiones solamen­
te virtuales de la Patagonia. Pampas y charrúas, princi--
palmente, con ser también escasos, tenían en jaque a
españoles, quienes vivían prácticamente bloqueados a lo -
largo del Río Paraná. La visión siempre realista de Her—
nandarias determinó la creación de un collar de puestos -
o puntos de apoyo de la única manera entonces posible, —
con mucho de persuasión y otro tanto de soborno, y cuando
era preciso con alguna expresión forzosamente mesurada de
fuerza, casi siempre a la defensiva, cuando la agresivi
dad pampa y abipona, sobre todo, así lo requería. Poco ha
brían obtenido los doctrineros sin la presencia coactiva
de la gente de armas. La dificultad de predicar en lengua
natural -que Azara pudo comprobar palmariamente—reducía
la persuasión al valor del ejemplo, y a las ventajas para
la subsistencia demostradas con hechos, facilitando me----
dios, herramientas y orden. (108) Las ordenanzas de Alfa
ro habían desalentado todo afán de ir a buscar indios pa­
ra someter; el español debió atenerse a los lugares ya —
ocupados, sin que no pudiera sentirse tentado por conquis
tar tierras y gentes de las que no podría sacar el prove­
cho que hubiera querido, no disponiendo, por lo demás, de
tropas a sueldo ni de dinero, en una inerme quietud que -
propiciara los avances de los mamelucos, ávidos de una ma
no de obra a la que el español parecía estar renunciando.
Si se logró del charrúa, desde 1630, una larga tregua con
114

temporizadora, fue a favor de un comercio infamante cuyo -


centro natural debió situarse en Sante Fe. Los charrúas pú
dieron mantener de ese modo una independencia admitida y ~
forre nt a da por el español, primero por impotencia, dada la a
movilidad incontrolable que el caballo le procurara al in­
dígena, y después por conveniencia, pues el charrúa, que -
no se sometía él mismo, proveía al español de gente de ser
vicio, atacando otras tribus y sirviendo así de intermedi~
rio entre el patrón español y una mano de obra que era ne­
cesario arrancar a la fuerza de los toldos de otras tribus.
Dentro de ese panorama, la nación chañé, en especial los -
mbeguaes, ingresaron naturalmente, sin resistencia, al ré,
gimen de vida que se insinuaba entonces; sus hábitos más -
regulares y sedentario, de pesquería y modestas artesanías,
pudieron armonizar fácilmente con las necesidades españo—
las a través de vínculo propicio que procuraba la actitud
franciscana, tan poco exigente para sí oomo para los demás,
cuyo voto de pobreza aparecía más como la perentoria nece
sidad del momento que como resultado de un imperativo relT
gioso. Hallaban además de ese modo los chanáes un refugio-
contra La intemperancia de los charrúas, contra quienes pi
dieron más de una vez protección. En esa vía del Paraná —
tendida entre Asunción y Buenos Aires, y mediante esa acti
tud complaciente y unificadora de la Orden seráfica, sur--
gió en 1616 la reducción de Santiago del Baradero, cuyo nú
eleo, si no su totalidad, estuvo formada por los chaná-mbe’
guáes. Hemandarias, como fundador y propulsor material, y
el P. Bolaños como el complemento anímico, fueron en esa -
creación las dos personalidades providenciales que el mo—
mentó estaba reclamando. En Baradero, como en las demás re
ducciones, el trabajo mezcló vida propia y servidumbre, -
aprovechamiento comunitario y encomienda; régimen bastardo
que en su pecado llevaba penitencia, pues la ambición e in
dolencia de los españoles'de sangre selecta a quienes se -
concedía grupos de indios entre los allí reducidos, provo­
caba su descontento y su frecuente deserción. El interés -
individual conspiraba de ese modo contra el interés general
sin que gobernantes y obispos, salvo raras excepciones, ati
115

naran -muchas veces porque eran ellos mismos los favorecí


dos- a encauzar aquellas incipientes poblaciones por vías
de contentamiento y prosperidad. El ahogo comercial im;—-
puesto por el relegamiento con que España mantenía a la -
región, no permitía por lo demás una expansión que salva­
ra el inconveniente que conllevaban esos afanes de lucro
personal.
En 1651 una .aterradora epidemia de viruela determinó
que un fuerte núcleo de indios chanáes escaparan del Ba­
radero, buscando el aire no contaminado de la 'otra ban—
da", al norte del Río Grande, según se designaba comúnmen­
te al Paraná y al Plata. Dispersos, vagabundos tal vez du
rante años, dan recién muestra de existencia con residen­
cia más estable en los primeros años de la década de los
sesenta. Antes de 1663 aparecen así seguramente en la eos
ta occidental del Uruguay, frente al Vizcaíno, al norte -
del pequeño arroyo de Yaguarí Miní, fundados ya con el -
nombre, en notable auge entonces en el mundo entero, de -
Santo Domingo Soriano, adoctrinados por el P. Antonio Ju£
rez de la Orden de los Predicadores. No ha de sorprender
dada la hermandad que une incluso en muchos aspectos del
culto a ambas órdenes, que tiempo después sean los fran—
ciscanos quienes aparezcan como doctrinantes de la reduc­
ción. Conocidos esos hechos por un documento al menos in­
dudablemente fidedigno, ignoramos aún las circunstancias
concretas por la que aquellos chanáes emigrantes, inidos
probablemente a otros que afluyeran desde el Delta u otros
lugares, se agruparan, en número bastante considerable, -
bajo la dirección espiritual del sacerdote dominico, jm-
to con grupos charrúas, con quienes se mantuvieron vecinos
aunque no mezclados, regida cada nación por su propio ca­
cique. Dice Azara -sin que se haya encontrado documenta—
ción corroborante- que "el pueblo de Santo Domingo Soria­
no fue formado voluntariamente, a causa del miedo que los
indios chañas tenían de los charrúas". Dice en otro lugar
que los chanás "la que se llama hoy isla de los Vizcaí—
nos cuando temiendo la vecindad de los charrúas q1*3 habían
116

ya exterminado a los yaro3 y a los bohanes, buscaron la


protección de los españoles de Buenos Aires, suplicándo­
les que los defendieran y que les formaran un poblado —
que estarla bajo su dependencia. El Gobernador accedió
a su demanda, los sacó de su isla y formó con ellos el -
pueblo que se llama hoy Santo Domingo Soriano". Algo de
lo dicho pudo haber pasado, pero cabe también pensar —-
que Azara mezcla situaciones de la época de Céspedes, en
1625, cuando fueran los charrúas, y los chandes, a Bue--
nos Aires. Se sabe además que en 1660 chandes y charrúas
convivieron, aunque parcialmente separados, y que en —
1686 colaboraron, y de qué modo, con los chandes contra
los pampas rebelados, todo lo cual revela que, al menos
por un largo lapso, se habían reconciliado. Clemente I.
Fregeiro dice por su parte que no sería extrafio que la -
reducción se hubiera formado "en las circunstancias que
dice Azara", pero, según aclara posteriormente, -aunque
sin indicar fuentes de información- "con indios chanás -
huidos del Baradero". (109)

Simultáneamente a la fundación de S.D.Soriano, a lo


largo del Río Uruguay, cambiando de lugar en ese itinera
rio en cuya determinación se mezclaba el miedo a los
bandeirant^s paulistanos, la avidez de oro del doctrinan
te mercedario Rivas Gavilán, y en tercer término el de-~
seo de sus adoctrinados guaraníes de reintegrarse a su -
nación, surgió, se desplazó y resultó al fin dieuelta de
bido en parte a la maloca charrúa en el decenio 1660 —~
1670, la no fácilmente localizable doctrina de San Mi—-
guel del Uruguay, llamada en su último avatar Itacurubí,
episodio transitorio de indios que no eran del lugar, de
una orden religiosa que no actuó en el lugar, y por razo
nes ajenas a las que pudieran emanar del lugar, verdade-”
ro accidente histórico -a los efectos de nuestra reali—
dad total- que sólo merece, en este sentido, ser encara­
do como curiosidad de valor circunstancial. No sucedía -
lo mismo con Sto. D.Soriano, entidad poblacional que —
arraigó en la realidad local, medrando a favor de las ri
117

que zas naturales, sobre todo de sus vacadas sueltas de —


origen hernandariano, de los peces de sus ríos y de las -
maderas de sus orillas. La ubicación era económica y es—
tratégicamente privilegiada, y fue así adquiriendo valor |
situacional, como incipiente centro de aprovisionamiento ’
de Buenos Aires y como ganglio nervioso que nucleó la de­
fensa contra el invasor portugués de la Colonia. En dos -
ocasiones memorables, en 1680 y 1703, fue en efecto S.D.
Soriano el punto de concentración de ejércitos multitudi­
narios provenientes del norte, del oeste y del sur. Cómo
y cuándo la reducción o doctrina se domicilió definiti­
vamente en la isla Vizcaíno, es episodio que no nos ha si
do posible aún determinar con precisión; distintas cir—-
cimstancias ya detalladas, desde la rebelión de los pam—
pas anexados a la reducción, hasta la fortificación de la
isla de 1702 o la concentración militar de 1703, pueden
haber sido la ocasión determinante, cuya ubicación crono
lógica precisa sea tal vez detalle intrascendente. Intere
sa en cambio consignar cómo se fue reafirmando la indepen
dencia y autoconciencia del grupo, al cual, desde que em­
pieza el siglo XVIII vemos ya desempeñarse con la solida­
ridad de una congregación que delibera por sí misma sobre
su conveniencia y su destino. El régimen interno que pre­
dominó fue sin embargo una mezcla de lo ordenado precepti
vamente y de lo que sencillamente convenía para los inte­
reses propios. La encomienda subsistió en un principio,
aunque en sus formas más atenuadas. Durante dos meses —
los indios mitayos reducidos trabajaban para los enco--
menderos entre quienes habían sido repartidos, pero duran
te los diez meses restantes lo hacían para sí, pudiendo -
comercial y fomentar cada uno sus bienes propios. Lejos -
estaba tal sistema del instituido por los jesuítas, quie
nes más por la coerción que por la prédica, lograron for­
mar comunidades a las que el indio debía dedicar todo su
tiempo y todas sus actividades. Según Azara -cuyo claro -
criterio y seriedad informativa encomia con razón Fregei-
ro- "sólo los pueblos de Baradero, de Quilmes, de Calcha-
118

quí y de Santo Domingo Soriano han tenido la suerte de ho


conocer esta manera de vivir en comunidad, y que, conser­
vando su antigua libertad, han llegado a ser tan civili­
zados como los españoles. Estos indios -decía Azara por -
1805- han olvidado sus lenguas y sus costumbres, se han -
aliado a los españoles, y pasan por tales casi todos". —
(110) El indio pagaba su pequeño tributo, el diezmo (dáci
ma parte de las ventas) para tñantener el sacerdote, cuya-
influencia,-escasa desde un principio, se limitaba a la -
acción aglutinante de su presencia y de su representación.

S.D.Soriano fue dejando así de ser conmixtión de in­


dios encomendados chanáes junto con pampas o bohanes, en
viados como a lugar correccional, para erigirse y alar----
dear como "pueblo de indios", con su Cabildo -la fecha -
exacta de cuya aparición no se ha podido registrar- y un
Corregidor que concretaba de hecho el vínculo legal con
Buenos Aires, no siempre aceptado y confirmado por el in­
terés local. El deseo de salir de la isla Vizcaíno, expre
sado casi hasta la erudición en 1708,y, al fin, la mudan­
za, verificada en 1718, constituyen ya un momento dentro
de un destino propio asumido a conciencia.Actitud doblemen
te meritoria,por cuanto fue adoptada casi sin apoyos exte­
riores, al quedar ajeno el poder central español a un —
grupo poblado que no podía servirle como proveedor de las
apremiantes riquezas que necesitaba y esperaba y de una -
autoridad bonaerense que no podía ni quería ver en Soria?-
no sino, o un bastión defensivo contra el portugués, o -
una estación de paso para los faeneros santafecinos o co­
rrentines que, desde 1720, se abalanzaron, al amparo de -
ese reducto circunstancial, a la explotación de nuestras
vacadas cimarronas. Demasiado exiguo era el comercio que
podía ligar a Soriano con Buenos Aires para que no se des
arrollara, como una necesidad imperiosa, un activo con­
trabando al que se entregaban desde los alcaldes hasta el
más modesto peón, can trajinistas que venían desde el es­
te y 1 oeste. Y así, durante el siglo XVIII empezaron
119

a propagarse las estancias junto a la costa del Uruguay,


y remontando las costas de los ríos Negro y San Salvador,
mientras el resto del territorio que les concediera Zaba?
la quedaba en manos de grandes acopiadores, ya fuera de -
ganado sueldo o con marca conocida, Francisco Albín al —
sur, Tomás Bott y Francisco San Ginés, y luego Julián -
de Gregorio Espinosa al este, ganado que traficaban con -
los portugueses. Quebrantada en parte esa valla que Ínter
ponían aquellos hacendados intrusos, creció en Soriano la
necesidad de abarcar esa riqueza potencial y así nació 9
la idea de trasladar el pueblo más al este, lo que termi­
nó, ante la resistencia de quienes tenían comercio esta­
blecido, en la creación en 1790 de Mercedes. Nuestro es­
tudio termina aquí, sin entrar a considerar de qué modo -
la organización de Santo D.Soriano fue reflejando tales -
exigencias.
El período estudiado en este trabajo abarca, pues, —
aproximadamente, el siglo XVII y las dos primeras décadas
del siglo XVIII. Período de informaciones incompletas, cu
yo conocimiento ha sido maleado por suposiciones infmda-
das, por tradiciones orales imprecisas o falsas, y por in
terpretaciones erróneas de documentos que sin embargo----
eran en la mayor parte de los casos, fidedignos. Hemos —
creído, pues, como lo principal de nuestro empeño, que ur
gía reelaborar ese acervo, completándolo en algtnos pin—
tos que adolecían de desinformación; tales, en especial,
en la información arqueológica y en aquélla procedente de
la congregación soriana en Calabria, necesaria para escla
recer el sentido de la advocación elegida. Hemos releído
directamente material documental ya conocido, parte de él
consultado en los archivos de Montevideo y Buenos Aires,
y parte facilitado por diversos historiadores que tuvie—
ron a bien poner a nuestro alcance el resultado de sus —
búsquedas. Y hemos consultado la bibliografía correspon­
diente, cuyas más recientes expresiones son las ya mencio
nadas "Historia de la Iglesia en la Argentina del P. Ca­
yetano Bruno y la "Historia de los pueblos orientales*1 de
120

Aníbal Barrios Pintos, obras de dos investigadores infati


gables y de singular capacidad, a cuya correspondencia so
bre algunos puntos se debe la coherencia de algunos pasa­
jes de este trabajo. Sobre esa base, hemos tratado de de­
ducir la ordenación más satisfactoria, creyendo haber po­
dido dejar establecidos algunos puntos importantes y que
suponen al mismo tiempo un replanteo creemos que novedoso
en aspectos destacables; tales, para mencionar solamente
dos de ellos, la explicación toponímica de S.D. Soriano y
su ubicación geográfica luego de "desunirse" de la reduc­
ción del Baradero. Otros aspectos permanecen aún parcial­
mente indefinidos, aunque no creemos que esa relativa im
precisión afecte ya fundamentalmente los lincamientos ge­
nerales del proceso histórico estudiado. Si bien en cues­
tiones de esta índole cabe siempre esperar ñus vas revela­
ciones sobre el tema, creemos estar en condiciones de -—
afirmar que no pueden esperarse modificaciones sustancia­
les de lo que aquí se expone.

* * *
121

CRONOLOGIA DE LOS HECHOS FUNDAMENTALES


RELACIONADOS CON SANTO DOMINGO DE SORIANO

1520 - RODRIGUEZ SERRANO, de la expedición de MAGALLANES,


descubre con su nave "Santiago” el Río Uruguay y -
el territorio de Soriano.
1527 - ANTON DE GRAJEDA, de la expedición de GABOTO, fun­
da el fortín San Salvador, evacuado en 1530.
1574 - El adelantado ORTIZ EE ZARATE funda la ciudad Zara
tina de San Salvador, evacuada en 1577.
1580 - Portugal es incorporado a España.
1607 - HERNANDARIAS recorre el Uruguay, atravesando la ra_
gión soriana.
1610 •» Le es concedida a HERNANDARIAS la isla Vizcaíno.
1611 - HERNANDARIAS introduce 50 cabezas de ganado en I.-
Vizcaíno.
1616 - HERNANDARIAS funda la reducción Santiago del Bara­
dero, sobre un brazo del Paraná, con indios guara-
níes-ntoeguáes adoctrinados por el P. BOLAÑOS.
1617 - La Gobernación de Buenos Aires se separa del Para
guay.
1620 - Se separa la diócesis de B.Aires.
1620 - Se difunde el culto del "Cuadro" milagroso de Sto.
Domingo en Calabria (Italia) a raíz de las investí
gaciones hechas por el P. GALAMINI en 1609, sobra
el hecho milagroso acontecido en 1530, el 15 de se
tiento re.
1621 - Comienzo del reinado de FELIPE IV, que durará has­
ta 1665.
1624 - (febrero) El P. BERNARDINO DE GUZMAN es designado
Provincial de Tuctnán.
1624 - (noviembre) El P. GUZMAN concede plenos poderes de
representación al P. VERGARA.
122

1625- (enero) Vienen 500 charrúas a B.Aires, siendo aga­


sajados por el Gobernador CESPEDES, llegado de Es­
paña en octubre de 1624.
1625 - (marzo) El P. HERNANDO DE ZAYAS acompaña a los cha
rrúas a su regreso, catequizando a muchos de ellos
y dejando levantadas dos cruces en la banda orien­
tal.
1625 - (agosto) El P. VERGARA funda S.Frco. de Olivares -
(de-los charrúas) y S.Antonio de los chanáes (lla­
mado después S.Juan de Céspedes) en la isla Vizcaí^
no y costa al norte del Río Negro. S.Juan de Céspe
des se funda en noviembre.
1626 - El P. VERGARA os designado Provincial.
1627 - Se reducen en el Baradero "indios chanáes y otras
naciones.
1631 - Se extinguen las reducciones S.Frco. de Olivares y
S.Juan de Céspedes.
1632 - Se funda en París el Noviciado Gral. dedicado a --
Santo Domingo en Soriano.
1634 - FELIPE IV toma la Casa de Soriano bajo su Real Pro
teccién.
1640 - FELIPE IV reconoce a Sto.Dgo. en Soriano como "Pro
tector del Reino".
1640 - Portugal so separa de España.
1644 - El Capítulo de Roma consagra el culto del Cuadro -
de S.D. en Soriano el día 15 de setiembre.
1651 - Los chanáes reducidos en el Baradero huyen hacia -
la banda del norte del Paraná a raíz de una peste
de viruelas.
1656 - La ciudad de Mendoza (hoy en !R.Argentina) adopta
a Sto.Dgo. en Soriano como Santo Patrono de la ciu
dad.
1661 - (aprox.) El P. RIVAS GAVILAN funda (tal vez en is­
la Vizcaíno, en "isleta cercana al Río Negro") la
reducción San Miguel con indios guaraníes que vi­
nieran al Río de la Plata huyendo desde San Pablo.
1662 - (aprox.) Se funda SANTO DOMINGO SORIANO al norte *
del arroyo Yaguarí Miní (costa del oeste, frente
123

a isla Vizcaíno) con indios chandes y charrúas pro


cadentes del Baradero. Su primer doctrinante es eT
P. ANTONIO JUAREZ, dominicano.
¿ 1660 - Se proyecta en Soriano (Calabri) una Casa monumen­
tal dedicada a Sto. Dgo. , par haber sido destruida
la anterior por el terremoto de 1659.
1663 - La doctrina del L. RIVAS se traslada más al norte,
UiS**—a Itacurubí (muy probablemente en costa hoy argen-
.JX tina, frente a San Javier).
1667 - (aprox.) El gobernador de B.Aires, ROBLES, hace le
ventar iglesia en la Doctrina de Soriano.
1679 - El gobernador GARRO envía reducidos a Soriano in­
dios pampas que fueran apresados.
1680 - Gran concentración de tropas en Soriano que irán a
combatir contra los protugue se s de la Colonia del
Sacramento.
1684 - Orden real de poblar las islas del Río Negro.
1700 - (aprox.) La Doctrina de Soriano se traslada a la -
isla Vizcaíno.
1704 - Nueva concentración de tropas en Soriano para la -
reconquista de Colonia.
1708 - Nota elevada desde Soriano por el teniente JOSE GO
MEZ solicitando al gobernador de Buenos Aires el -’
traslado de Soriano desde I.Vizcaíno a un lugar si
tuado algo más al norte (probablemente Caracoles).
1718 - Traslado de SANTO DOMINGO SORIANO a su situación -
actual, a raíz de la visita del Obispo FAJARDO. Se
levanta iglesia. Los pobladores son 430, pero en
Semana Santa concurren 2.000 fieles. El gobernador
ZABALA asigna a Soriano jurisdicción hasta el arro
yo Grande.
1722 - Un lego recoleto construye la calera del Dacá.
1755 - El gobernador Andonaegui confirma la jurisdicción
de Soriano asignada por Zabala.
1772 - El corregidor de Soriano, PEREDA, proyecta trasla­
dar Soriano a Los Cerrillos.
1783 - El gran convento de Soriano en Calabria, el mayor
de Italia, resulta destruido por un terremoto.
12*

17» ti P.CA1TO T CMEdCA wIr *1 ia tanto da traala


»r Soriano a Loa carrillos. -
17» Sa cocccd. lloancla «1 P. CASTO T CARLAGa para ls-
vanear ism capilla a mi coata, pasando al Leed. La
satiaadrv aa coloca la pls^a hantaanotal. dañante
*“ *X i**“r U Cato--
<w*i* ár Ifcr<x4»a.
17» (••po) Risa lM<ural da la Capilla «u»va 4, Mtra
SMtora da loa toreados. ayuda da parroquia da Sto. *
H». So-Laño, «c don» aa al<ua fóstajandi (por V-
«aoa baata ja», al jurarse la CoMtítucttn da la
Rpoa- Cantal tol Ouguay) el dXa 15 da aatiaadra.

• •a
125

NOTAS

|) Ver "Revista Histórica da Soriano", N? 15, Mercadea, -


UTO.pp. i a 32
'•* |) p. SáLLaVEFRY JUAN !*., "Loa charrúas y S.Fs", Montevi­
deo 1Í26, p.117.
- 1) ARANGUREN CARLOS N., "Hernandarias, primar gran a a tañ­
éis ro criollo dul Río du la Plata", Paraná 1963.
a) Además de la obra de ARANGUREN, a*> utilizaron loa "Li-
•* brve dul extinguido Cabildo du B.As.", la obra du RAUL
- NOCIRA "Hernandarias" y la obra citada do SALLAVERRY.
- a bis) TRELLLS RICARDO, "Hernandarias", en "Rovista de Be.
Aa." T.X, p. 153.
- 5) ORDOS ANA DOMINGO, "Conferencias sociales y económicas"
- I) P. LOZANO PEDRO, "Hist. de la conquista del Parag., —
del Río de la Plata y de Tucumán", Bs.As. 1874, t.III
* 7) DE-MARI A ISIDORO, "Hist. de la Rep. 0. del Uruguay",
T.I, p.57.
- |) P. MONTERO Y BROWN RAMON, "Del Terrufio", Mont. 1918,p.
II y sig.
- I) AZARA TELIX DE, "Viajes por la Amár. Herid.", Calpe Ha
dril 1923, T.II, p. 204.
** 10) PERa ENRIQUE, "Din Freo, do CGspodes, en "Anales do -
la Acad. de Filos, y Letras", Bs.As. 1916, T.V, p.128
Obra muy utilizada en este capítulo.
11) PERA ENRIQUE, "op.cit. pp. 82 y 105.
• 12) P. OTERO PACIFICO, CABAUT y Cia., Ba.As. 1908, pp.3 y
ais. i esta abra ofrece varios e lemán toe aprovechables.
13) PB'A ENRIQUE, op.cit., p. 129.
1») Idea.
p 15)PP. SALLAVERRY JUAN F., (op.cit.) p.128, y BARRIOS PIN
I TOS ANIBAL, "Historia de los pueblos orientales", —”
Mont. 1971, pp.239 y 240. Obra con información actua­
lizada, du mucha utilidad para usté trabajo.
126

16) PEÑA ENRIQUE (op.cit.) pp.23, 83 y sig.


17) Idem, pp. 72 a 129.
18) Idem, p. 125.
19) Idem, p. 141.
20) MALLOL J., "Narraciones coloniales", Bs.As. 1919, ade­
más de la obra de E. PEÑA.
21) PEÑA ENRIQUE, op. cit. p. 161.
> 22) BARRIOS PINTOS ANIBAL, (op. cit.) p. 240.
—. 23) BAUZA FRANCISCO, "Historia de la Dominación Espaflola"
24) PEÑA ENRIQUE (op. cit.) PP. 210 y sig.
__ 25) A.G.N., Libro 152 del ex-Archivo Administr., Cabildo -
de Soriano.
26) A.G.N., Ídem.
•—27) "El pueblo y reducción de Sto.Dgo. de Soriano", (artí­
culo anónimo) en "Revista de la Soc. Universitaria", -
tlont. 1884, p. 260.
w- 28) MARTINEZ MONTERO HOMERO, "El Río Uruguay", Mont. 1955,
0. 517.
. ^-29) LARRAÑAGA DAMASO A., "Viaje de Montevideo a Paysandú",
"Enciclopedia Uruguaya", Edic. Arca, Mont. 1968.
_ 30) DEAN FUNES, "Ensayo de la hist. civil del Paraguay,Bs.
As. y Tucumán", Bs.As., 1816.
31) P. SALLAVERRY JUAN F. (Op. cit.)
32) Véanse las instrucciones a JUAN DE BRITO de 1666.
33) Véase la nota de JUAN DE BRITO de 1680.
_x-34) Los siguiente documentos fueron proporcionados en co­
pia fotográfica de los originales del A.G.I., de Se­
villa por el historiador ANIBAL BARRIOS PINTOS.
34 bis) "Un libro curioso y raro", en "Revista de Bs.
As", 1867, N° 49, p. 14.
35) P.SALLAVERRY JUAN F., (op. cit.) p.166.
36) P. LOZANO PEDRO (op. cit.) T.III, p.443.
37) PEREZ COLMAN CESAR B. (op. cit.)
38) "Documentos para la historia argentina", t. III, Infor
me de Lastarria, p. 360. ' ~
.39) C0NI EMILIO, "Historia de las vaquerías del Río de la
Plata".
40) BARRIOS PINTOS.ANIBAL, (op. cit.) p. 253.
127
— 41) LIVACICH SERAFIN, "Notas históricas" ,Bs. As. 1916, y
"Revista del Archivo de Bs. As.", t. I.
42) PEREZ COLMAN CESAR B., (op. cit.)
r- 43) "Libros del Extinguido Cabildo de Bs.As., t. XVI, —
1682 - 1686, p. 303.
44) Idem, 1644 - 1650, p. 45.
45) MARTINEZ MONTERO HOMERO, op. cit. pp. 427 y 421.
45 bis) "Un libro curioso, etc.", p. 10
46) P. BRUNO CAYETANO, "Historia de la Iglesia en la Ar­
gentina", t. III, p. 155.
47) PEÑA ENRIQUE, op. cit. pp. 169 y 172.
48) "Revista del Archivo General de Buenos Aires".
48 bis) Campaña del Brasil; Antecedentes Coloniales. T. 1
(1605 - 1749) Bs.As., 1931, Págs. 107 y 152.
- 49) CAVIGLIA BUENAVENTURA (h) "La difusión del bovino", -
Mont. 1935, pp. 110 a 112, y CORREA LUNA C. "Campaña
49 bis} B^RI¿s’pS8tOS^3Aní¿al’, op.cit.p. 293.
50) Idem., pp. 296 y 297
51) PEREZ COLMAN CESAR B., op. cit., T. I, pp. 422 a 424.
x* 52) TORRES LUIS A., "Los primitivos habitantes del Delta
del Paraná", Buenos Aires, 1911, pp. 409 y sig.
" 53) GREGORI MIGUEL ANGEL y ALMEIDA MANUEL, "Observaciones
arqueológicas en la cuenca entrerriana del Río Uru—
guay, Concepción del Uruguay, 1968 (apartado de la —
revista "Ser") pp. 87 y sig.
54) ALMEIDA MANUEL, "Información sobre el Rincón de Landa"
Gualeguaychú, 1971, copia manuscrita en mi poder.
55) ALMEIDA MANUEL, correspondencia en pmi poder fechada
en Gualeguaychü, 1971 y 1975.
56) Idem, correspondencia del 18/IV/1973, en mi poder.
57) A.G.I., Audiencia de Charcas, 27 y 147 (cit. BRUNO en
op. cit.)
58) MILLE A., "Itinerario de la Orden Dominicana", Buenos
Aires, 1964, T.2, pp.229 y 233 (cit. BRUNO)
59) A.G.I., Audiencia de Charcas, pp. 27 y 147 (cit. BRU­
NO).
60) Idem.
128

61) LEVILLIER ROBERTO, "Correspondencia de Buenos Aires


con los reyes", T. 2, p. 43 (cit. BRUNO).
62) A.G.I., Audiencia de Charcas, 27, Relación de la visi
ta de DIEGO GONGORA (cit. BRUNO). “
63) A.G.I., Audiencia de Charcas, 27, correspondencia de
DIEGO GONGORA con el rey de España, Buenos Aires, 2/
III/1620 (cit. BRUNO).
64) Idem, 30/VII/1617.
65) A.G.I., Audiencia de Charcas, 147 (cit. BRUNO)
66) A.G.I., Audiencia de Charcas, 148 (cit. BRUNO)
67) A.G.I., Audiencia de Charcas, 27, carta a S.M., Buenos
Aires 20/V/1622, (Cit. BRUNO)
68) A.G.I., Audiencia de Charcas, cartas a S.M., Buenos -
Aires, 30/VII/1629 y 2/III/1620.
69) A.G.I., idem, relación de la visita, Buenos Aires, 2/’
1/1620 (cit. BRUNO).
70) A.G.I., Audiencia de Charcas, 139 (cit. BRUNO)
71) "Matrícula de los clérigos de Buenos Aires", 1655, —
ABN, Buenos Aires, ms. 3605, (cit. BRUNO)
72) A.G.I., Audiencia de Charcas, 139, Buenos Aires 8/VIII
/1627 (cit. BRUNO)
73) A.G.I. Audiencia de Charcas, 147, "Informe y petición"
(cit. BRUNO)
74) P. BRUNO CAYETANO (op. cit.) T.3, p. 187.
75) ARAUJO,ORESTES, "Diccionario histórico de la República
Oriental del Uruguay", T. 2, p. 326 (cit. P.OTERO PACI
FICO, "La Orden Franciscana en el Uruguay", Buenos Ai”
res, 1908, Cabaut y Cía, p.2)
76) SERRANO ANTONIO, "Los primitivos habitantes del Uru__
guay."
77) rP. --------|||j
BRUNO CAYETANO, carta en mi poder, Buenos Aires, 10
/III/1973.
77 bis) LAFONE SAMUEL, "Los indios chañases",. P- 131.
78) A.G.I., Audiencia de Charcas, 139, Buenos Aires,87VIII
/1678 (cit. BRUNO)
79"o1 Puebl° de Santo Domingo de Soriano en 1750", ei en -
í 13 s?ciedad toiversitaria", Montevideo » “■
, p. 25; artículo y transcripción enviados por un
colaborador anónimo, sin indicar fuentes.
129

80) A.G.I. Audiencia de Buenos Aires, A.L. n, f. 136-137


(Real Cédula al gobernador A. de ROBLES, Madrid 13/IX
/1691 (cit. BRUNO).
81) A.G.I., Audiencia de Charcas, Buenos Aires,11/11/1678
(cit. BRUNO) y TRELLES, "Registro Estadístico", B.A.,
1862, T.l,pp. 127 a 132; dice: "los chanáes que eran
originarios del pueblo y reducción del Baradero y hoy
están retirados de la otra banda de este río, en San­
to Domingo Soriano.
82) Idem, 378, Buenos Aires, 12/1/1683 (cit. BRUNO)
83) Idem, 139 (Cit. BRUNO)
84) Idem, 778, Buenos Aires, 21/1/1683 (cit. BRUNO)
85) A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, 4, L.II, f. 136, —
Real Cédula al gobernador A. de Robles, Madrid, 13/IX
/1691 (cit. BRUNO)
— 86) GOMEZ HERNAN FELIX, "Historia colonial americana y ar
gentina' , Buenos Aires, 1940, p.215.
87) "Documentos históricos y geográficos relativos a la -
conquista y colonización rioplatense", T.l, p.366 —
(cit. A.BARRIOS PINTOS).
88) BARRIOS PINTOS A. (op. cit.) p. 258.
89) "Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires", T.
XVI, p.303.
90) BARRIOS PINTOS A. (op. cit.) p. 258.
"“91) RIVEROS TULA ANIBAL, "Historia de la Colonia", Monte­
video, 1959, p.134, y ' Campañas del Brasil. Anteceda
tes coloniales", T. 1, Buenos Aires, 1931, p.415 (BA­
RRIOS PINTOS A. cit.)
92) RIVEROS TULA ANIBAL (op. cit.) p. 132.
93) A.G.N., Montevideo, ex-Archivo General Administrativo
libro 152, "Trasladacián de la población de la isla y
otros documentos", 1708 - 1787^
" 94) CARBIA ROMULO D., "Historia eclesiástica del Río de -
la Plata", T. 2, 1673 - 1810, Buenos Aires, 1914, p.
80 (BARRIOS PINTOS A. cit.)
95) "Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires", de
rie II, 1719 - 1722, p. 316, y Libro 152 ya citado. —
132

10U) P.IRURUETA RUBEN A. (op. cit.)


105) LARRAÑAGA DAMASO A., "Viaje de Montevideo a Paysandú"
Edic. Arca, en "Enciclopedia Uruguaya*', Mont. 1968.
106) P. BARILARO ANTONINO (op. cit.) p. 193
107) A.G.N., Bs. As., División Colonia, Sección Gobierno,
Santo Domingo Soriano, Banda Oriental, 1773-1793.
—108) AZARA FELIX DE, "Viajes por la Amár.Merid.", I.II,
Madrid, 1923, pp.122 y sig.
—109) FREGEIRO CLEMENTE L., "El Centenario de Mercedes", en
Revista Nacional", Mont. 1952, p. 112.

Aclaraciones: 1) Las abreviaturas A.G.N. y A.G.I. corres­


ponden respectivamente a "Archivo General
de la Nación" y "Archivo General de In----
dias".
2) En las transcripciones de documentos, se
ha corregido la ortografía y la puntua—
ción de acuerdo a las normas actuales, ex
cepto cuando la alteración tiene algún va
lor significativo especial. —
3) No se incluye entre las "Notas" las obras
de carácter general, salvo cuando se ha -
extraído de alguna de ellas alguna refe—
rencia de mención indispensable.

* •
Depósito Legal: 37.290/75.
CUANDO Y DONDE SE FUNDO SANTO
DOMINGO SORIANO.

OPINIONES DEFINITIVAS.
La fundación de Santo Domingo Soriano, que estableciéramos en 1972, es un hecho
hoy reconocido por los historiadores de España y de América.

Una importante declaración es la contenida en el infórme solicitado en 1991 por la


Junta Deptal. de Soriano, a raíz de algunas controversias allí planteadas; en dicho
informe, contestando la solicitud enviada, el Ministerio de Educación y Cultura comisionó
para el estudio consiguiente a la Licenciada en Historia Isabel Ezcurra Semblat, cuyo muy
detallado informe, de varias páginas, fue enviado a la Junta Deptal.en una nota fechada
en setiembre 20 de 1991.

CONCLUSIONES DEL MINISTERIO DE


EDUCACION Y CULTURA.

Dicha licenciada, luego de un minucioso estudio, analizó el contenido de 15 mapas


de la región geográfica cuestionada, mencionando además varias obras detalladamen­
te. Bajo el titulo “Conclusiones”, expresa lo siguiente:

Bibliografía utilizada: 1 - El Tomo 8 de la "Historia de España" de Juan Paúl Le Flem y


otros (Barcelona 1982).

2- G.Céspedes del Castillo: "Historia de España", volumen 6 sobre "América Híspana*


(Barcelona 1982).

3- A. Barrios Pintos: "Historia de los pueblos orientales" (Montevideo 1975).

4- W. Lockhart: "Soriano; Antecedentes, Fundación y Consecuencias" (Mercedes


1975), y el mismo tema en la "Revista Histórica de Soriano", N° 23.

5- Varios mapas que reseña de lacolección del Museo Histórico Nacional (Monumenta
Chartogáphica Indiana).

En dicho informe se establecen las siguientes "Conclusiones", que reproducimos


textualmente:
CONCLUSIONES.
"Santo Domingo de Soriano se fundó en la margen derecha (es decir
occidental) del Río Uruguay, en territorio de la actual provincia de Entre Ríos,
despúes de 1650, pasando a la Isla Vizcaíno después de 1700 y a tierra firme
en la margen Izquierda del Río aproximadamente entre 1715 y 1720.
El topónimo (la denominación), podría ser el Santo calabrés Sto. Doménico
de Soriano, aunque en cartografía aparece sin la preposición" de "que Indica
lugar*.

Dichas "conclusiones" coinciden, tanto en la indicada como en el lugar en que se fundó


Soriano con lo que habíamos adelantado. Veámoslo en detalle.

1 - Dice en efecto que fue "después de 1650", habiendo yo determinado 1662, año más
o menos, como fecha de fundación.

2- El lugar, afirma, fue en la margen derecha del Río Uruguay, en la actual provincia
de Entre Ríos, coincidiendo así conmigo.

3- La mudanza a la isla Vizcaíno, se dice, aproximadamente después de 1700 (en 1701,


expresaba yo) y a tierra firme "entre 1715 y 1720", habiendo yo afirmado que fue en 1718.

4- En cuanto a la denominación expresa que "podría ser por el Santo calabrés Santo
Doménico de Soriano" lo que pude expresar sin duda alguna, por haberlo leído en la obra
" San Doménico en Soriano" lo que pude expresar sin duda alguna, por haberlo leído en
la obra del P.A. Barilaro, obra que me fuera obsequiada, luego de su viaje a Italia, por
el P.Gotardi, hoy Arzobispo de Montevideo.
EX-CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS DE SORIANOI

FUNDADO EL 27 DE OCTUBRE DE 1856


(con Personería Jurídica)

Publicación oficial:
“REVISTA HISTORICA DE SORIANO"
MERCEDE8
Opto de Soriano
REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY

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