Pensamientos Desde Mi Cabaña
Pensamientos Desde Mi Cabaña
Pensamientos Desde Mi Cabaña
Kamo no Chōmei
Prólogo
PRÓLOGO
Pensamientos desde mi cabaña
Retiro y poesía
Sobre el autor
Notas
por una entrega absoluta—, no se distinguen de ningún modo del trabajo de
los genios. Pero, incluso en el peor de los casos, no dejan de atraer a algunos
lectores cuya visión de la vida fluye en la misma dirección que la del autor, ni
dejan de ser una fuente de placer para aquellos cuyos temperamentos
simpatizan con el de éste. Porque, ya sean cortas o largas, elaboradas o
concisas, están escritas con absoluta sinceridad. Y la sinceridad es una
La obra de un genio lo contiene todo. Es un espejo en el que cada uno cualidad que nos arrastra, lo queramos o no.
encuentra su imagen, reflejada con una exactitud sorprendente. Es una fuente Sin embargo, los escritores que entran en esta extraña categoría están
que sacia la sed de las pasiones más ardientes, revitaliza los espíritus sujetos a una pequeña desventaja que no suelen tener los demás: cuando sus
apagados y abatidos, refresca las sienes agobiadas y le infunde a todo lo que pensamientos son realmente poco comunes, o muy oscuros, no pueden tener
toca un sutil placer espiritual. La obra de un genio destila un elixir que inspira muchos lectores. En estos casos, las llamas del intelecto, demasiado delicadas
a unos y otros, un tónico que engrandece todas las mentes. y sutiles para templar las mentes más comunes, no consiguen prender en ellas
La obra de un hombre con talento, por su parte, no contiene nada. En ella el fuego espiritual. Y así estos autores son reemplazados por lumbreras
podemos encontrar palabras delicadas y delicadamente unidas, sentimientos pasajeros y de menores dimensiones, condenados a perderse en el olvido.
delicados y delicadamente interpuestos… Pero, en realidad, su único objetivo Aun así, la popularidad no es lo que hace a un poeta o a un autor, de la
es su propia exhibición. Como un espejismo, nos deja sin aliento durante un misma manera que una percepción normal de la belleza no hace la estética. A
instante, pero pronto se esfuma de nuestra mente a causa de su veces, y aunque parezca paradójico, el poder real de un autor es inversamente
insustancialidad. Nos entretiene durante una hora quizás y después la proporcional a su popularidad. Pues, a pesar de que no consiga atraer a la
despachamos para siempre sin pérdida alguna. mayoría, puede atraer a unos cuantos cuya opinión es mucho más valiosa que
Existe una tercera categoría dentro del ámbito de la producción literaria, el aplauso de las multitudes.
que se encuentra a medio camino de las dos anteriores y que quizás pueda Al igual que ocurre en el caso de la inteligencia —con la que no todos los
definirse más claramente a través de esta idea: es un «trabajo de la pasión». hombres tienen el don de entender una realidad, a pesar de estar todos
Las obras que pertenecen a esta categoría no están destinadas a todos los dotados de una misma facultad de razonamiento y de un mismo lenguaje—,
hombres de todas las condiciones, como sí lo están las de los genios. en el terreno de la literatura tampoco está en manos de cada uno la
Tampoco se escriben con el objetivo egoísta de ser leídas, ni como un posibilidad de apreciar un trabajo de gran mérito que, a primera vista, podría
pasatiempo del escritor, ni están destinadas a las horas del esparcimiento parecer carente de sentido o incluso resultar despreciable. Nadie negará que
ajeno, como es el caso de las obras de los hombres con talento. Por el dos más dos son cuatro, pero quién sabe si habrá uno de cada diez que esté de
contrario, son el resultado de una sólida convicción que, saturando la mente acuerdo, por ejemplo, con que el curso progresivo del mundo consiste en el
del autor, encuentra a veces su salida como composición literaria, y otras despliegue gradual del Espíritu Mundano. De la misma manera, nadie,
veces a la manera de una simple elocuencia natural. excepto aquellos verdaderamente cultivados, aceptará el hecho de que el
Estas obras no son el resultado de un trabajo forzado ni tampoco de un espacio y el tiempo no son realidades objetivas, sino formas necesarias del
artificio deliberado, sino hazañas logradas, por decirlo de alguna manera, de conocimiento subjetivo. Podemos afirmar que esta diferencia entre el sentido
forma espontánea. En el mejor de los casos —aquel en el que la convicción común y la filosofía también está presente, hasta cierto punto, entre el sentido
es tan profunda que puede elevarse al nivel de la verdad misma acompañada común y la literatura. Pues, como observa con lucidez Taine, bajo toda
literatura yace siempre una forma de filosofía, y toda filosofía es una mera último como nuestro objeto de compasión. Un ser humano, con sus flaquezas
carcasa que se transforma en literatura cuando se encarna en un rostro y un y defectos, tiene, en mayor o menor medida, compasión por sus semejantes.
cuerpo. Pero cuando no hay suficiente carne y el enfoque queda supeditado al Si además tenemos en cuenta que el amor se vuelve más profundo cuando
concepto, de tal manera que el esqueleto puede verse a través de la piel, la existe una compasión mutua, se hace difícil encontrar razones por las que
mayoría suele espantarse. Sólo las mentes firmes y robustas pueden resistir debamos renunciar a todos los lazos humanos y volvernos hoscamente hacia
esta conmoción momentánea y encontrar ahí algo atractivo; o bien aquellas la naturaleza fría e indolente, como si ésta fuera nuestra única amiga en el
otras que, como anotaba más arriba, se sienten reflejadas y consiguen así mundo. Puede que no sea nuestra enemiga, ¡pero nunca será cariñosa!
simpatizar con esos fantasmas. Por otro lado, Chōmei renunció al mundo porque, según consideraba,
Es posible que Pensamientos desde mi cabaña, de Kamo no Chōmei, todas las cosas terrenales son efímeras y azarosas y, por lo tanto, no merece
parezca un fantasma para una buena parte de los lectores, puesto que sólo la pena aspirar a ellas. Pero, entonces, ¿por qué tenía una visión tan
unos pocos hoy en día podrán acoger su distanciamiento taciturno y su crítica indulgente de la naturaleza, que no está menos sujeta al cambio? ¿Por qué no
de nuestro modo de vivir, que hace evidente una alienación terrible. Todavía renunció a ella al mismo tiempo que renunció a la vida social y a la
menos serán los que vean sus propios rasgos reflejados en ella. Se podrían propiedad? Todavía es más incomprensible que un misántropo tan
esgrimir argumentos filosóficos contra el pesimismo del autor, contra su recalcitrante como Chōmei se interesara por ciertos individuos que le habían
visión unívoca de la vida, contra su completa renuncia a los lazos sociales y precedido en este mundo.
familiares. Pero, a pesar de todo ello, esta obra se nos impone por dos
Y, sin embargo, sea como fuere, a Chōmei no sólo le perdonamos sus
razones: primero, por el tono grave, aunque en ningún momento desafiante,
incoherencias, que son muchas, sino que sus lectores nos vemos
con que el autor da cuenta de la manera en la que, a su juicio, la vida merece
irremisiblemente atraídos por ellas.
vivirse, así como del sinsentido que perpetramos al perseguir un sinfín de
sombras que confundimos con la felicidad; segundo, por su sincera
admiración por la naturaleza como aquello capaz de aportarnos una forma de
Tal vez el quid de la cuestión se encuentre, como antes sugería, en que
placer temporal.
Chōmei escribe cada línea desde una profunda sinceridad y no hay una sola
Resulta paradójico que un hombre como Chōmei, que tendió al
palabra que revele indiferencia hacia aquello que trata. Quizás no resista un
pesimismo de manera tan decidida, recurriera a la naturaleza como único
análisis crítico, pero siempre podrá ser elogiado por el compromiso vital que
objeto de su compasión. Pues, sin importar lo sublime o bella que sea,
refleja su obra y que le llevó a vivir como un asceta en las colinas de
podríamos pensar que la naturaleza no es capaz de corresponder con
Toyama, alejado de la odiosa influencia de este mundo que adora por encima
compasión a nuestra compasión. Es evidente que a veces nos inspira gracias a
de cualquier otra cosa el dinero y persigue en todo momento los placeres.
su majestuosidad, pero, desde mi punto de vista, la naturaleza sólo se
manifiesta a la manera de una influencia mecánica, como una descarga La visión de la vida que nos dejó Chōmei en sus escritos podría
eléctrica que actúa poderosamente sobre nuestro sistema nervioso, y no a resumirse con una cita de Shakespeare:
través de una comunicación espiritual como la que puede existir entre dos Las altas torres, cuyas crestas tocan las nubes, los suntuosos palacios, los
seres humanos. Al fin y al cabo, la naturaleza está muerta. A menos que solemnes templos, hasta el inmenso globo, sí, y cuanto en él descansa, se
reconozcamos en ella la presencia de un espíritu que la anime, no deberíamos disolverá y, lo mismo que esta diversión insustancial que acaba de
preferirla a un ser humano. Es más, no podemos elevarla al nivel de este
desaparecer, no quedará rastro de ello. Estamos tejidos de idéntica tela que
los sueños, y nuestra corta vida se cierra de hecho con un sueño[1].
II
I
En más de cuarenta primaveras y otoños transcurridos desde que puedo
juzgar las cosas de este mundo, cada vez con mayor frecuencia me ha tocado
ser testigo de hechos terribles.
Fue, creo, el vigésimo octavo día de la cuarta luna de la era de Angen[7],
una noche en que el viento soplaba ferozmente, sin tregua, cuando se desató
un incendio en el suroeste de la capital, que se propagó hacia el noreste.
El fluir del río es incesante, pero su agua nunca es la misma. Las burbujas Finalmente, el fuego alcanzó el portón Suzaku[8] y los diversos edificios del
que flotan en un remanso de la corriente ora se desvanecen, ora se forman, palacio: el pabellón Daigoku, la universidad y las oficinas gubernamentales.
pero no por mucho tiempo. Así también en este mundo son los hombres y sus En una sola noche, todo quedó reducido a cenizas. Dicen que el siniestro se
moradas. originó en una callejuela del barrio de Higuchi-Tomi-no-Kōji, en una
Muchos creen que en esta bella capital[5] las casas, grandes y pequeñas, casucha donde se hospedaban los enfermos.
que una junto a la otra rivalizan con sus cumbreras, siempre una más El fuego, empujado por un viento enloquecido, se fue extendiendo en
majestuosa que la otra, se conservan iguales generación tras generación. ¿Es abanico, primero en un sentido y luego en otro. Las casas más alejadas de la
realmente así? No. Son muy pocas las que allí se alzan desde tiempos conflagración se hallaban envueltas en humo, mientras que la zona más
antiguos. Algunas se incendiaron el año pasado y se reconstruyeron este año; cercana se había convertido en un mar de llamas. Las cenizas lanzadas al
otras, incluso casas grandes y lujosas, se desmoronaron, convirtiéndose en cielo, teñidas de rojo carmesí por la relumbrante luz del fuego, y las llamas,
casuchas: lo mismo ocurrió con sus moradores. El lugar, en realidad, no implacablemente azotadas por el ventarrón, volaban sobre dos o tres calles de
cambia; la gente parece más numerosa que nunca, pero de aquellos que una vez.
conocía desde antaño, sólo alcanzo a contar uno o dos entre una treintena y al Los que quedaban atrapados en medio del fuego se sentían ya más
resto ya no lo encuentro. Algunos mueren por la mañana, otros nacen al muertos que vivos y no podían creer lo que estaban presenciando. Algunos,
atardecer, como las burbujas sobre el agua. ahogados por el humo, se desplomaban; otros, cercados por las llamas,
No sabemos de dónde vienen ni adonde van los hombres, tan sólo que morían al poco. Y los que lograron escapar con vida fueron incapaces de
nacen para morir. Tampoco sabemos por qué se afanan de esa manera en salvar ni una sola de sus pertenencias: todos los tesoros fueron convertidos en
construir casas necesariamente tan frágiles que apenas perdurarán. ¿Por qué cenizas, ¡y cuánto habrían gastado en ellos!
se deleitan sus ojos en ellas? La manera en que la morada y su dueño Dieciséis mansiones, pertenecientes todas ellas a nobles de la capital, se
rivalizan a la hora de ser el primero en desaparecer de esta vida efímera[6] se quemaron, además de otros muchos predios. En total, alrededor de una
asemeja al rocío en los pétalos de una campanilla. Tal vez la flor permanezca
tercera parte de la ciudad quedó destruida. Miles de hombres y mujeres En el sexto mes del mismo año, repentinamente y sin que nadie lo esperara,
perdieron sus vidas, así como incontables caballos y bueyes. la capital fue trasladada[10]. Desde que fuera fijada en Kioto, en el reinado del
Entre todos los desatinos propios del estúpido empeño humano, ninguno emperador Saga[11], habían pasado cientos de años. Como el cambio de una
más vano que el de atesorar bienes y esforzarse en construir casas en un lugar capital no es asunto que se pueda hacer con ligereza y sin razones suficientes,
tan expuesto al peligro como una capital. era natural que la gente se inquietara y se preocupara con la noticia.
Pero de nada sirvió lamentarse, y todos, comenzando por el propio
emperador y sus ministros, seguidos por la nobleza, se trasladaron. De entre
III
aquellos que servían en la corte, nadie se quedó en la antigua capital. Los que
tenían un empleo en la administración o favores que pedir al emperador
No mucho después, el vigésimo noveno día de la cuarta luna de la era de fueron los primeros en mudarse, sin pérdida de tiempo. Sólo los que vivían
Jishō[9], se alzó un gran huracán en el noroeste de la capital, hacia donde se sin esperanza alguna de prosperar, los sobrantes de este mundo, se quedaron,
aunque tristes.
cruzan las grandes avenidas Naka-no-Mikado y Kyōgoku, y llegó bastante
Las mansiones, esas cuyas cumbreras rivalizaron tiempo atrás, fueron
más al sur. Todas las casas, grandes o pequeñas, fueron destruidas sin quedando en ruinas. Las pocas casas que se habían salvado de las recientes
excepción en un área de más de trescientos metros de diámetro. Algunas calamidades fueron desmanteladas y, flotando, las transportaron por el río
desaparecieron literalmente y otras quedaron reducidas a sus vigas y Yodo. La antigua capital se fue transformando en un desierto a ojos de todos.
columnas. Las partes superiores de los portones se desprendían y salían La querencia de las gentes dio un vuelco: todo el mundo quería caballos y
volando para caer unos trescientos o cuatrocientos metros más lejos. Las monturas, mientras que los tranquilos carros tirados por bueyes cayeron casi
cercas se desplomaban y borraban en un instante los límites y el sentido de la en desuso[12]. Los terrenos que bordean el mar, en el sur y en el este,
propiedad. Los tesoros que se conservaban en las casas revoloteaban hacia el comenzaron a ser muy codiciados, y ya nadie mostró interés por los feudos
cielo. Las cortezas de ciprés y los pajizos de los techos eran arrojados como del norte y del oeste[13].
hojas de invierno que danzan en el viento. Al poco ya no pudo verse nada, Por entonces sucedió que, teniendo un asunto que tratar, viajé hasta la
pues el cielo quedó oscurecido por las inmensas vaharadas de hollín. Las
nueva capital, en la provincia de Settsu. El asentamiento era tan exiguo que
voces de la gente dejaron de oírse frente al rugido de la naturaleza. Pensé que no había espacio siquiera para dividir la ciudad en un número adecuado de
ni siquiera las ráfagas que azotan el infierno serían tan terribles.
calles y avenidas[14]. Por el norte, el terreno se elevaba hacia lo alto,
Jamás sabremos el número de aquellos que perdieron su casa, de aquellos
circundando las montañas, y por el sur progresaba en declive hasta la orilla
que expusieron su cuerpo para salvar esto o lo otro y quedaron lisiados para
del mar. El ruido de las olas era un rugido constante y el viento salado
siempre. El huracán se desplazó hacia el sureste y dejó atrás infinitos
soplaba con virulencia. El palacio imperial se hallaba dentro de las montañas:
lamentos. La gente, confusa y temerosa, decía: «Hemos vivido muchas
era una edificación extraña, que se asemejaba a las rústicas construcciones
tempestades, pero ninguna como ésta. Éste no es un caso común. Debe de ser
con troncos de los antiguos palacios, aunque no estaba exento de encanto.
el presagio de algo aún más terrible que está por venir».
Una vez allí, me pregunté dónde pensaban levantar todas esas casas que a
diario desmantelaban y embarcaban agua abajo, en cantidad tan grande que
IV cubrían la superficie del río. Había ya muchos terrenos vacíos y desolados en
la antigua capital, pero pocas casas construidas en la nueva. Todo el mundo
vivía penetrado por la misma sensación de transitoriedad, como nubes al Sin fuerzas para soportar más desgracias, la gente vendió los pocos
pairo en los cielos. tesoros que conservaba sin pararse a pensar en su auténtico valor. A pesar de
Los lugareños lamentaban la pérdida de sus tierras y los recién llegados que todo se liquidaba a precios exiguos, hubo pocos interesados y, cuando
deploraban las dificultades para alzar sus moradas. Los caminos estaban aparecían, el grano siempre valía más que el oro. Los pordioseros se
llenos de hombres montados a caballo, cuando su condición era la de viajar multiplicaban en las calles, el clamor del sufrimiento y de la tristeza invadió
en carruajes. Igualmente, en lugar de vestir los ropajes propios de la corte, el aire.
llevaban simples ropas de servicio[15]. Las costumbres de la capital De esta manera, el año finalizó entre adversidades. Se abrigaba la
cambiaron bruscamente y se transmutaron en las de los rústicos guerreros. esperanza de que las cosas mejoraran al año siguiente. Sin embargo, a todo lo
Había oído decir que esto era el presagio de desórdenes futuros, y es cierto ocurrido se sumó una epidemia y las desdichas se agravaron sin indicios de
que con el correr de los días el país se agitaba cada vez con más fuerza, al que la vida cotidiana del pueblo pudiera mejorar de algún modo. Todo el
igual que sus gentes. Pero no fue vano tanto sufrimiento. El invierno de ese mundo sufría enfermedad y hambre. Con el paso del tiempo la indigencia se
mismo año la capital fue trasladada nuevamente a Kioto. ¿Qué sucedería extremó. La gente se asemejaba a esos peces que, angustiados, saltan cuando
ahora con las casas desmanteladas y transportadas? Al menos no todas habían se les agota el agua.
sido reconstruidas. Hombres y mujeres cuidadosamente vestidos con sombreros y polainas
Según se dice, en los tiempos de los sabios soberanos de antaño se iban de casa en casa mendigando, desesperados. Se les veía débiles y
gobernaba el país con clemencia. Se sabe que un palacio imperial fue techado atontados, movidos por la necesidad, pero vacilantes, caminando de un lado
con paja y que ni siquiera fue nivelado el alero. Y también que un emperador, para otro, hasta que, de repente, caían muertos. Incontables personas
al ver el escaso hilo de humo que ascendía por las chimeneas de las casas, murieron de hambre y yacían en las calles o apoyados contra los muros. Sin
mandó devolver los impuestos, cuya recaudación de por sí no había sido recursos para recoger los cadáveres, la atmósfera de la ciudad se llenó de
excesiva. Fue así porque el emperador amaba a su pueblo y deseaba ayudarlo. olores nauseabundos. Fue un espectáculo espantoso ver cómo se corrompían
Si comparamos todo aquello con la situación que vivimos hoy, entenderemos los cuerpos. En la orilla del río era aún peor: se amontonaban de tal modo que
de qué modo tan terrible han cambiado las cosas. no quedaba siquiera espacio para que llegara un caballo o una carreta.
Hambrientos también los leñadores, escaseaba la leña. Sin auxilios que
esperar, hubo quienes echaron abajo sus casas y llevaron las maderas al
V mercado, aunque se decía que su valor no era suficiente para vivir un día. Me
sorprendió encontrar entre toda aquella madera algunos pedazos pintados con
Más adelante (creo que fue en la era de Yowa[16], hace tanto tiempo que ya esmero de bermejo o de pan de oro. Inquirí y descubrí que alguien, sin otro
no recuerdo bien), llegó una hambruna que duró dos años completos y trajo remedio, se había visto obligado a irrumpir en los templos, robar las
muchas penas y miseria. En primavera y verano, hubo sequía. Después, en imágenes de Buda y los muebles sagrados para despedazarlos y venderlos
otoño, se produjeron inundaciones y tempestades. Las catástrofes se para su quema. Sí, he tenido la desgracia de vivir en un tiempo inmundo y de
sucedieron y el cereal no pudo madurar. Finalmente, se malogró la cosecha extrema decadencia, obligado a ser testigo de escenas desoladoras.
sin señal alguna de milagro. Kioto se había apoyado siempre en el campo, y Vi muchas otras cosas que me llenaron de tristeza. Me fijé en que entre
cuando dejaron de llegar los suministros, desapareció también su dignidad. las parejas que se amaban hasta el punto de no poder separarse, aquel de los
dos cuyo amor era más profundo siempre moría primero. La razón es
sencilla: el que se olvidaba de sí mismo ofrecía las exiguas comidas con las temblor de la tierra y el derrumbe de las casas sonaban como truenos. Los
que contaba al ser amado. En las familias, los padres fueron los primeros en que se quedaron en sus hogares fueron aplastados. Afuera, la tierra se
perecer. Había bebés echados sobre sus madres que todavía mamaban sin agrietaba. Sin alas, nadie pudo huir hacia los cielos. Sólo un dragón hubiera
saber que éstas ya habían muerto. El monje Ryūgyo, del Templo Ninna, podido remontar hasta las nubes. Por lo que vi, creo que un terremoto es lo
sintió una profunda piedad por la multitud moribunda. Cuando vio a los que más terrorífico que puede ocurrir en el mundo.
agonizaban, ejerció los últimos ritos dibujando el signo sagrado en sus En medio de tantos horrores, el único hijo de un guerrero, de seis o siete
frentes, la letra sánscrita A, para ponerlos así en contacto con el Buda. años de edad, jugaba bajo una techumbre, simulando que era una casita. La
Para saber por fin el número de los muertos, se inició un recuento durante techumbre se derrumbó de pronto y el niño quedó atrapado, enterrado y
los meses de abril y mayo, desde Ichijo hacia el sur, desde Kujo hacia el aplastado. Vi a ese niño, con los ojos colgando fuera de las cuencas, mientras
norte, desde Kyogoku hacia el oeste, desde Suzaku hacia el este. Los sus padres lo abrazaban y lloraban postrados por el dolor. Conmovido,
cadáveres sumaron más de cuarenta y dos mil trescientos, contando sólo los comprendí que aun al hombre más valiente no le importa lo más mínimo la
que se encontraron en las calles, y sin tener en cuenta las muchísimas muertes opinión ajena cuando pierde a un hijo.
que se habían producido antes y después de aquel balance. A todos ellos Poco a poco cesaron los temblores más violentos, aunque los secundarios
habría que sumar los muertos que hubo cerca de Kawara, Shirakawa y Nishi- continuaron. Todos los días se podían sentir veinte o treinta sacudidas, cada
una de ellas de una magnitud suficiente para atemorizar a cualquiera en
no-Kyō.
tiempos normales. Después de diez o veinte días comenzaron a calmarse. A
veces se sucedían cuatro o cinco temblores, luego dos o tres, y después se
VI fueron haciendo más esporádicos. Estos seísmos más débiles duraron al
menos tres meses.
De los cuatro elementos del universo, el agua, el fuego y el viento causan
Poco antes, en los tiempos de Sutokuin, hacia la era de Chōsho[17], parece siempre los mayores daños. La tierra rara vez da lugar a la catástrofe. Sin
que había tenido lugar un desastre parecido, aunque me cuesta imaginarlo, embargo, tiempo atrás, en los años de Saiko[19], hubo otro terremoto que
pues mis ojos no estuvieron allí para verlo. Pero esta vez, presente como ocasionó la caída de la cabeza del Gran Buda del Templo de Tōdai, así como
estuve, sé de lo terrible de una calamidad así. muchas otras fatalidades. Por lo que he oído, no obstante, aquél no fue tan
Así pues, durante el segundo año de Genryaku[18], un gran terremoto grande como éste. Durante algún tiempo, todo el mundo sintió con intensidad
sacudió la tierra. Esto también fue un suceso extraordinario. Se derrumbaron el carácter transitorio de las cosas de este mundo y parecía que renunciaba, al
las montañas y se desbordaron los ríos, se agitaron los mares y se inundaron menos de algún modo, a las pasiones terrenales. Mas pasaron los días, los
los campos. El agua manó a borbotones de las entrañas de la tierra. Las meses y los años, y todas esas sensaciones se disiparon, quedaron en el
grandes rocas se quebraron y rodaron hasta los valles. Las barcas que estaban olvido.
cerca de la costa quedaron a merced de las olas. Los caballos en las calles
veían cómo la tierra cedía y se chocaban al trotar.
A las afueras de la capital, ni un solo templo, ni una sola pagoda, quedó VII
intacto. Unos se desplomaron por completo y otros tuvieron que ser echados
abajo. Se levantaron el polvo y las cenizas en una vehemente humareda. El
Todo lo que he descrito hasta aquí son las cosas de este mundo que hacen que En cuanto a mí, heredé la casa de la madre de mi padre. Viví allí durante
la vida sea difícil, que nos obligan a sentir la precariedad de nuestras propias mucho tiempo, pero luego las relaciones familiares se rompieron y me vi en
existencias y de nuestras moradas. Además, cada uno, a tenor del lugar en el la pobreza. Los recuerdos que tengo son gratos, mas no pude permanecer en
que vive y de su propia experiencia vital, se tropieza con sus propios la casa. Entonces, con ya más de treinta años, se me metió en la cabeza la
problemas. idea de construirme yo mismo un refugio.
Por ejemplo, cuando un hombre de baja posición vive al lado de un señor Mi nueva morada tenía apenas una décima parte de la superficie de mi
poderoso, por feliz que sea, nunca osará celebrarlo ruidosamente; de la casa anterior. Constaba de una única habitación, pues no conté con los
misma manera, ante una aflicción desgarradora, no alzará su voz de queja. medios para hacer algo más digno. Logré apenas levantar los muros y no tuve
Haga lo que haga, se sentirá incómodo y molesto, y con cada movimiento con qué hacer un portón. Sembré postes de bambú para abrigar mi carreta.
temblará como un gorrión que se aproxima al nido de un halcón. Cada vez que nevaba o que el viento se agitaba, podía sentir la precariedad de
Además, el pobre que vive junto a una familia rica se avergüenza mañana mi cabaña. Como estaba cerca del río, temía el peligro de las inundaciones.
y noche de su aspecto miserable, entra y sale de su casa tratando de ofrecer a Además, merodeaban por allí muchos bandidos.
su vecino las mayores adulaciones, sin duda lamentables. Y cuando ve cómo De esta manera, con desasosiego y desazón viví durante muchos años en
su mujer, sus hijos y sus sirvientes envidian al rico, o entiende hasta qué este mundo despiadado. En aquel tiempo, mis mejores intenciones se
punto la familia rica lo ignora, su corazón zozobra, y no le deja ni un sólo frustraron y fui consciente de mi mala fortuna. Por todo ello, al cumplir
instante de paz. cincuenta años, abandoné también aquella casa y me retiré del mundo. Al fin
Por otro lado, el que tiene su casa en un barrio donde las construcciones y al cabo, no tenía mujer ni hijos, ninguna familia que añorar. Tampoco tenía
se apiñan, sabe que cuando un incendio brote en la vecindad no logrará rango ni ingresos, de modo que ¿para qué apegarme al mundo? Falto, en
escapar del peligro. Por el contrario, si tiene la casa en un lugar apartado, última instancia, hasta de realidad, me retiré a una ladera del Monte
hallará dificultades para ir y venir de la ciudad, por no hablar del temor Ōhara[20], haciendo de las nubes mi almohada. Durante cinco primaveras y
constante a los salteadores de caminos. cinco otoños viví allí de la forma más vana.
Los poderosos, por su parte, viven ambicionando siempre una mayor Bien cumplidos los sesenta, cuando el rocío de mi vida ya se evaporaba,
fortuna. Los humildes que deciden vivir solos reciben el desprecio de la fabriqué una pequeña choza, apenas una hoja desde la cual esas últimas gotas
gente. Los que tienen muchas posesiones acarrean muchos desvelos, mientras podrían disiparse. Algo no muy distinto al refugio que el viajero errante se
que los desposeídos padecen incontables sufrimientos. Aquel que busca hace para pasar la noche, o una imitación del viejo gusano de seda que hila su
ayuda se convierte en esclavo y el que se da a los demás queda prisionero de último capullo. Así, a medida que, de año en año, mi vida declinaba, mis
su propio afecto. El que acata las reglas de este mundo sufre en consecuencia, moradas se iban haciendo más pequeñas. La última no se parecía, de hecho,
pero el que no lo hace se nos presenta como un loco. Donde sea que vivamos en nada a las que normalmente pueden verse en este mundo.
y hagamos lo que hagamos, ¿es posible acaso que por un solo instante Apenas tenía tres metros de largo y no llegaba a dos de alto. Ya que no
hallemos cómo descansar nuestro cuerpo y cómo apaciguar nuestro corazón? veía la necesidad de encontrar un domicilio definitivo, no tardé mucho en
elegir un terreno. El suelo era la propia tierra, el techo era de paja. Conseguí
VIII unas tablas y las dispuse de forma sencilla, uniendo las junturas con
pasadores metálicos. De este modo, no sería difícil plegarlas y marcharme si
ocurriera algo que me incomodase. Tampoco resultaría complicado
transportar y reconstruir mi cabaña, pues cabía en dos carretas, y el único supremo paso montañoso de la muerte. En otoño, las voces de las cigarras
coste serían los honorarios del carretero. vespertinas me llenan el oído, como despreciando la efímera cáscara de este
mundo. Y, en invierno, contemplo la nieve que se acumula como nuestras
faltas y se derrite como una expiación.
IX
Cuando no estoy de humor para orar ni para leer, descanso y holgazaneo,
nadie me lo impide aquí ni hay nadie ante cuyos ojos me pudiera sentir
Ahora vivo oculto, por tanto, en lo profundo del monte Hino[21]. En el lado avergonzado. No he hecho votos de silencio, pero por fuerza los cumplo, ya
este de la cabaña agregué un cobertizo de un metro de ancho, y uso ese que estoy solo. Tampoco me obligo a obedecer ningún precepto, aquí no
espacio para guardar y secar la leña. En el lado sur, añadí una pequeña terraza existe ninguna esfera que romper[27].
de bambú, al oeste de la cual dispuse un altarcillo para las ofrendas. Si una mañana siento la vida fugitiva como la estela blanca que se deja a
En el interior, también al oeste y detrás de un biombo, fabriqué un nicho la popa, me dedico a contemplar los barcos que navegan por Okanoya y trato
para la imagen de Amida[22], cuya frente resplandece con los rayos del sol al de escribir a la manera de Mansami[28]. Al atardecer, cuando el viento mueve
atardecer. Y sobre la puerta de ese nicho colgué las imágenes de Fugen[23] y los árboles de Katsura, y hace sonar sus hojas, me acuerdo del río Jin-yo y
pulso la biwa, imitando a Gentotoku[29]. Cuando tengo ánimo, acompaño la
Fudō[24]. Al suroeste situé una estantería de bambú con tres cestas forradas
melodía del viento con el «Canto de las brisas de otoño», o el murmullo del
de cuero en las que guardo libros de poesía y música, así como el
agua con un pasaje célebre de la «Fuente que mana». No soy un gran artista,
Ōjōyōshū[25]. Junto al estante, contra la pared, un koto y una biwa, pero tampoco toco para deleitar a un auditorio. Toco para mí mismo, para dar
conocidos como el «koto plegable» y la «biwa ensamblada»[26]. Al este, a sustento a mi corazón.
modo de cama, unas ramas de helecho me sirven para descansar durante la Existe otra cabaña al pie del monte Hino. Es la morada del guardián de
noche. Una ventana se abre sobre la pared que da al este, bajo la cual esta montaña. Allí vive un niño que de vez en cuando me visita. Si no tengo
dispongo mi mesa de trabajo. Junto a un montoncito de maleza y ramas secas, nada que hacer, paseo con él. Él tiene diez años y yo sesenta. Aunque la
tengo un pequeño hogar para calentarme. Al norte de la cabaña hay un poco diferencia es grande, nos hacemos buena compañía. Juntamos brotes y
de tierra que conforma mi huerto, delimitado por unos arbustos. Allí cultivo recolectamos hierbas y bulbos. Vamos también al arrozal que hay al pie del
todo tipo de plantas medicinales. Éste es el aspecto de mi morada, siempre monte, recogemos espigas caídas y con ellas tejemos ofrendas para los
provisional. dioses. Cuando el día es luminoso, subimos a la cumbre del Hino y
Puedo añadir que al sur hay una cañería de bambú con la que traigo el contemplamos el cielo que cubre la capital. Podemos divisar también la
agua de un estanque hecho con piedras. Un bosque cercano me abastece de montaña de Kowata, los pueblos de Fushimi, Toba y Hatsukashi. La belleza
leña en abundancia. Ese lugar se llama Toyama. Allí las plantas trepadoras de un paisaje no tiene dueño, de modo que cualquiera puede obtener consuelo
dan sombra en cada uno de los senderos. El valle está recubierto de árboles, y con su contemplación.
el cielo de occidente, siempre despejado, conforma un faro de luz para la Cuando la marcha me resulta sencilla, y tengo fuerzas para ir más lejos,
meditación. caminamos por los montes a través de Sumiyama, pasando Kasatori, y
En primavera, las glicinas, rizándose como olas, florecen en el oeste peregrinamos hasta los templos de Iwama e Ishiyama. O bien nos abrimos
como la sagrada nube purpúrea que acompaña a Amida. En verano, escucho paso por la llanura de Awazu y visitamos la antigua casa del poeta
el canto de los cucos, y les suplico que me prometan servirme de guías en el Semimaru[30], o cruzamos el río Tagami para llegar hasta la tumba de
Sarumaru-Dayū[31]. En el camino de regreso, según la estación del año, tamaño. El águila pescadora permanece en las costas desoladas porque
juntamos flores de cerezo, hojas de arce, helechos, o recogemos semillas, conoce muy bien la amenaza que supone el hombre. Yo actúo igual que estos
bien como ofrenda para Buda o como recuerdo para nosotros. animales. Conociéndome y conociendo el carácter transitorio del mundo, no
En las noches serenas, mirando la luna por la ventana, recuerdo a los deseo nada que esté fuera de mi alcance y tampoco me inquieto por lo que no
viejos amigos. Escucho los plañidos lejanos de los monos y las lágrimas tengo. Sólo busco la tranquilidad y el placer que me ofrece la ausencia de
humedecen mis mangas. Las luciérnagas entre las hierbas semejan fogatas de toda angustia.
los remotos pescadores de Makinoshima. El sonido de la lluvia matutina lo Por lo general, casi nadie construye una casa para sí mismo. Unos la
siento como el viento que golpea las hojas. Cuando oigo los melodiosos edifican para su mujer y sus hijos, o para sus parientes y su servidumbre.
cantos de los faisanes, los confundo con las voces de mi padre y de mi madre. Otros la hacen para sus amigos y conocidos, otros para sus señores y sus
Cuando los ciervos bajan de las cumbres y, mansos, se acercan a mí, pienso maestros, e incluso los hay que la erigen para guardar sus tesoros, incluso
en lo lejos que estoy del mundo. Al despertar durante las noches de invierno, para abrigar a sus caballos y bueyes. Yo hice la mía para mí y no para otros,
atizo los rescoldos entre las cenizas y los convierto en mis amigos. Las porque en tiempos como éstos, y en las condiciones en que me hallo, no
montañas no me atemorizan, no son tan altas ni tan profundas sus cuencas, y tengo familia o compañía, ni tampoco servidumbre que me asista. Aunque
me agradan los ululatos de los búhos. En cada estación que pasa, la montaña construyera una casa espaciosa, ¿a quién albergaría y con quién la
me ofrece su encanto inagotable. Debo añadir que el interés de lo que en este compartiría?
lugar se puede contemplar se agranda para aquel que desarrolla aquí sus En general, los hombres estiman a sus amigos por su riqueza y muestran
pensamientos y trata de adquirir un saber aún más profundo. un gran afecto por aquellos que les han hecho favores. No necesariamente
aman a las personas que les ofrecen una cálida amistad o a quienes tienen una
honesta disposición. Mucho mejor es tener como amigos a ciertos
X instrumentos musicales o a los bellos paisajes que nos ofrece la naturaleza
que a hombres de esa calaña. Los sirvientes de este mundo viven anhelando
compensaciones inmediatas y son deferentes, sobre todo con aquel que los
Cuando empecé a vivir aquí, pensé que lo haría por una breve temporada,
trata con generosidad. Sin embargo, no les interesa el cuidado y el afecto que
pero han pasado ya cinco años. Mi morada provisional ha envejecido
otros les puedan dispensar para ayudarles a vivir en paz y tener tranquilidad
conmigo. Las hojas muertas se acumulan profusamente en el alero y el musgo
de espíritu. Es mucho mejor, por tanto, ser el sirviente de uno mismo.
trepa por las paredes. Por las noticias que de manera azarosa me han llegado
¿Cómo hacer de uno mismo su propio sirviente? Pues si hay algo que
de la capital, sé que muchos personajes nobles han muerto desde que me
hacer, me sirvo de mi cuerpo. A veces puede resultar molesto, pero aun así lo
retiré a esta montaña. ¿Cómo podría contar las muertes de aquellos,
encuentro más sencillo que tomar a un sirviente y pasar el día detrás de él. Si
innumerables, que carecen de todo título? ¿Y cuántas casas habrán sido
alguna tarea requiere caminar, camino. Y, aunque pueda hacerse penoso, es
destruidas por los incendios? Solamente en una morada provisional como la
preferible a estar preocupado por el caballo y la montura, por los bueyes y el
mía logra uno estar en paz y libre de todo temor.
carruaje.
Aunque es una cabaña muy pequeña, tiene un lecho donde dormir durante
He dividido mi cuerpo y le he dado así dos usos: mis manos son mis
la noche y espacio donde sentarme durante el día. Como lugar para vivir, no
sirvientes, mis piernas mi vehículo, y ambos me responden de forma
le falta nada, es decir, puede albergar cómodamente un cuerpo. El cangrejo
satisfactoria. Cuando mi mente o mi cuerpo están fatigados, me doy cuenta
ermitaño prefiere refugiarse en pequeñas conchas porque conoce muy bien su
enseguida y descanso; cuando los sé fuertes, los empleo. Digo «empleo», XI
pero naturalmente, no los hago trabajar en exceso. Si un día no me siento con
deseos de trabajar, no me avergüenzo. Por otro lado, ¿no es cierto que
caminar a diario es beneficioso para la salud? ¿Qué ganaría con estar siempre La luna de mi vida declina en el cielo y está ya por hundirse tras las
montañas. Pronto he de encaminarme hacia las tinieblas de la muerte. ¿De
ocioso? Es una falta hacer sufrir a los otros: ¿cómo podría entonces pedirles
qué preocuparme ahora que mi vida toca a su fin? La enseñanza del Buda
prestado su trabajo?
Por lo demás, mis ropas y mis comidas son tan simples como mi morada. consiste, en esencia, en el desapego hacia todas las cosas. En mi caso, sería
un error apegarme a mi cabaña. Incluso el apego a mi calma soledad sería un
Me visto y me cubro con cualquier tela o cubierta ordinaria que voy
obstáculo para mi liberación. Y, entonces, ¿por qué malgastar el precioso
consiguiendo. Al no tener contacto con la sociedad, tampoco me avergüenzo
de mi apariencia. En cuanto al alimento, recolecto los brotes de los juncos tiempo que me queda relatando los triviales placeres del ermitaño?
En un apacible amanecer, mientras pensaba en la causa de mi desaliento,
que encuentro en las llanuras y los frutos de los árboles que hay en las laderas
me decía a mí mismo: «Has abandonado el mundo y has venido a vivir a los
de las montañas, lo suficiente para mi subsistencia. Aunque muy escasa y
simple, esta comida tiene un sabor delicioso para mí. Todo lo que cuento bosques de estas montañas para disciplinar tu mente y practicar el camino del
aquí, por supuesto, no está dirigido a los ricos que viven rodeados de lujos y Buda. Pese a tu apariencia de monje, tu corazón está mancillado de impureza.
placeres. Relato estas experiencias simplemente para poner de relieve las Tu cabaña se asemeja a la de Jōmyō-koji[33], pero observas las enseñanzas
diferencias entre mi vida presente y la pasada. aún peor que Shūri-Handoku[34]. ¿Es tu karma miserable la causa de tus
A este respecto, desde que me aparté del mundo no siento rencor ni inquietudes? ¿O tus pensamientos han desvariado de tal modo que te has
temores. Me he abandonado al azar. No cuido de mi vida ni temo a la muerte. vuelto loco?».
Mi existencia es una nube errante. No deseo la fortuna ni me quejo de la mala Mi corazón no supo contestar a estas preguntas. Todo lo que fui capaz de
suerte. El mayor gozo de la vida lo encuentro en la almohada sobre la que hacer fue usar mi lengua para escabullirme de mí mismo recitando un par de
duermo una siesta tranquila, y el anhelo de vivir se mantiene en mí ante la plegarias.
posibilidad de contemplar la belleza de un paisaje. Yo, monje bonzo Ren’in[35], escribí esto en la cabaña de Toyama al final
Los tres mundos[32], ya sean buenos o malos, dependen de nuestra mente. de la tercera luna del segundo año de la era Renryaku[36].
Si no hay serenidad en la mente, de nada sirven las bestias de carga ni las
joyas, y ningún placer podrán procurar los palacios o los pabellones. Esta
cabaña solitaria con una sola habitación es el lugar más acogedor que puedo
imaginar. Es cierto que cuando voy a la capital me avergüenza tener que
pedir limosna, pero cuando regreso aquí de nuevo siento lástima por todos
aquellos que aún son esclavos de las cosas terrestres.
Si alguien duda de mis palabras, que se fije en los peces y los pájaros. Los
peces no se cansan del agua, pero a menos que seas un pez, no podrás
entender el porqué. Los pájaros prefieren vivir en los bosques, pero a menos
que seas un pájaro no podrás entender el porqué. Lo mismo ocurre con la
alegría de vivir en soledad: ¿quién podría entenderla sin haberla vivido?
POSTFACIO Pensamientos desde mi cabaña puede disfrutarse sin la ayuda de
comentarios. Obra transparente, comienza con la constatación universal de la
JACQUELINE PIGEOT precariedad de la existencia humana, y nos propone una forma de vida, la del
eremita, elogiada por muchas culturas. Pero además se inscribe en un
contexto muy particular: la historia de Japón (historia de sus acontecimientos,
de sus sensibilidades, de su literatura), y también la historia de un hombre.
Por eso será interesante aportar algunos detalles.
Desde cierto punto de vista, Pensamientos desde mi cabaña es un escrito
autobiográfico. Ahora bien, la vida de Kamo no Chōmei transcurre
precisamente durante uno de los periodos más turbulentos de la historia de
Japón; una época que fue testigo del declive de la supremacía, tanto política
como cultural, que la aristocracia cortesana había ostentado durante siglos,
para luego ser sustituida por el sistema de valores propio de la nobleza
militar.
Chōmei nació probablemente en 1155 (o quizás en 1153). Ya en 1156, la
disputa por la sucesión al trono del emperador Toba enfrentó a dos ramas de
la familia imperial, cada una de las cuales estaba a su vez aliada con una rama
de la gran familia Fujiwara. Una facción recurrió a los guerreros Taira y la
otra a los Minamoto, dando vía libre a las ambiciones de estas familias y
sellando al hacerlo su propia condena. Estos clanes guerreros se enzarzaron a
su vez en una lucha a muerte que habría de durar tres siglos, durante los
cuales se sucederían las revueltas (la rebelión de Hōgen en 1156, la de Heiji
en 1159, la de Genpei en 1180-1185)[37], hasta la victoria definitiva de las
tropas de Minamoto no Yoritomo (1147-1199) en Danno-ura, en 1185.
Chōmei contaba entonces treinta años de edad. Yoritomo estableció su
gobierno en Kamakura, lejos de la capital imperial, y trató de fundar allí una
dinastía de sogunes; pero de sus dos hijos y sucesores, el mayor, Yoriie,
muere de forma prematura en 1204, y el segundo, Sanetomo (al que, como ya brutalidad. En 1180 se decidió a instalar la nueva capital, Fukuhara, en el
veremos más adelante, conoció Chōmei), es asesinado en 1219. El poder Mar Interior (donde se encuentra en la actualidad Kōbe), motivado sin duda
pasó entonces a manos de los regentes de la familia Hōjō, que se habían por la posición estratégica privilegiada de ese lugar para el comercio con
aliado con Yoritomo al tomar éste por esposa a una mujer de ese clan. China; pero el proyecto tuvo que ser abortado debido a resistencias por parte
tanto de la aristocracia cortesana como de los grandes templos de Kioto, así
Chōmei, fallecido en 1216, no llegó a ver instaurarse el gobierno de los
que la capitalidad de Fukuhara duró apenas seis meses. Chōmei se sirve de la
Hōjō, mucho más estable que el suyo. Después del vano intento del partido
narración de este efímero traslado para señalar los excesos de Kiyomori (la
imperial por recuperar sus derechos durante las «revueltas de Jōkyū», ellos misma desmesura que enfatizan los autores del Heike monogatari), pero lo
mantuvieron una paz relativa durante más de un siglo. hace con mucha sutileza, recurriendo a la memoria de los sabios gobernantes,
No parece que Chōmei tomara claramente partido por uno u otro bando que se remonta al pasado mítico. Nada más. Menciona haberse trasladado a la
en aquellos enfrentamientos políticos y militares, sino que apostó más bien capital por cuestiones de negocios sin dar detalle alguno, quizás para
por la indiferencia, o por la prudencia. Esa discreción, a pesar de haber sido comprobar por sí mismo los «desgarros producidos en el tejido del
testigo directo de cambios que marcarían su visión convulsa del mundo, ha de Tiempo»[38]. En lugar de la denuncia política, prefiere reflexionar sobre la
atribuirse sin duda a su posición social. vacuidad de toda ambición, sea del tipo que sea, o más bien sobre la vanidad
Lo que más sorprende al leer sus Pensamientos desde mi cabaña es de todos los proyectos del ser humano, a través de la metáfora de la casa, que
precisamente la ausencia de referencias directas a dichos acontecimientos; los es el principal elemento estructurador de sus Pensamientos.
disturbios de la capital y las vicisitudes de la vida humana no aparecen como Un año antes de terminarlos, es decir, en 1211, Chōmei se presenta en
resultado de las ambiciones personales y de las luchas por el poder, sino Kamakura ante el joven sogún Sanetomo, seguramente para enseñarle poesía
como catástrofes naturales. El saqueo de Kioto a manos de las tropas de Kiso (Se considera a Sanetomo un poeta de gran valía). Chōmei no menciona en
(Minamoto) no Yoshitaka en 1183 ni siquiera se menciona. En cuanto al
sus escritos aquella estancia de unos pocos días en el este, pero sabemos a
hecho de que los guerreros desposeyeran a los nobles cortesanos de sus
través de una obra de historia (Azuma-kagami[39]) que participó como monje
prerrogativas, únicamente se insinúa de manera indirecta, mediante alusiones
en los oficios en memoria del primer sogún Yoritomo, que derramó lágrimas
a los cambios en la vestimenta y en el transporte. De todo este medio siglo
y compuso el siguiente poema:
lleno de desórdenes, el único episodio que se relata es el traslado de la
capital, que tuvo lugar en torno al sexto mes del año 1180. Y, aun en este
El rocío otoñal que comba hierbas y árboles se funde:
caso, Chōmei evita referir las circunstancias que lo ocasionaron, limitándose la brisa de la montaña barre el musgo hueco.
a alegar razones especiales. Lo cierto es que la decisión de trasladar la
capitalidad había sido tomada por Taira no Kiyomori (1118-1181), una de las
Habían pasado tan sólo doce años desde la muerte de Yoritomo. ¿Es
figuras más señaladas de este periodo: salió victorioso de las revueltas de
posible interpretar este gesto de Chōmei como un testimonio de lealtad
Hōgen, y después de la rebelión de Heiji. Como líder del clan de los Taira,
tardía? Lo más probable es que su compañero de viaje, Asukai Masatsune,
había logrado consolidar su posición dentro de la corte. En fin, siendo dueño
que mantenía relaciones con el gobierno militar, le presionara para asistir. En
de ricos territorios al Oeste, ministro de Asuntos Supremos (1167) y suegro
del joven emperador Takakura (1172), ejerció su poder de autócrata con todo caso parece que, una vez retirado del mundanal ruido, Chōmei comenzó
a distanciarse de las vicisitudes históricas. Su poema es un recordatorio del ¿Cómo podría olvidar, siquiera un instante, los días pasados?
carácter efímero de todas las cosas, sin exceptuar los triunfos militares y
políticos, e incluso la memoria de tales acontecimientos. Este breve poema es Chōmei no contaba todavía veinte años cuando su padre, enfermo,
igual de elocuente que el comienzo de los Pensamientos, que estaba presenta la dimisión y, poco tiempo después, muere de forma prematura (ca.
redactando en la misma época.
1173). Su desaparición parece haber sido un duro golpe para Chōmei, que
Si en los Pensamientos Chōmei no nos deja entrever ningún indicio de
compuso el siguiente poema (n.º 100):
sus opiniones políticas, tampoco es más explícito acerca de su vida personal;
lo único de lo que nos habla es de las sucesivas moradas que ocupó.
Permanecer en este mundo me desespera.
No consagra más que un párrafo a sus treinta y pocos primeros años de ¡Ah! ¡Si yo pudiera ir más allá del Monte Infernal!
vida. En realidad, Kamo no Chōmei (o Nagaakira, dependiendo de si Entonces podría seguir las huellas de mi padre.
optamos por la lectura china o japonesa de los dos caracteres que forman su
nombre; parece ser que en la época la más corriente era la segunda) nació en A pesar de ello, no heredó el cargo paterno, y fue excluido de la sucesión
una familia de sacerdotes del santuario shintō de Kamo, de ahí su nombre; por otra rama de la familia, por lo que tuvo que renunciar a obtener una
más en concreto de uno de los dos santuarios que recibían este apelativo, el posición social ventajosa, no exenta de beneficios materiales. Sólo le quedaba
Shimogamo jinja. Estos santuarios, consagrados a la protección del el título de «quinto rango inferior menor» dentro de la jerarquía cortesana,
emperador y de la capital, cultivaban una relación muy estrecha con el poder que su padre le había conseguido cuando aún era un niño, en 1161, gracias al
imperial. La vestal (sa’in) era escogida entre las princesas de sangre, la fiesta respaldo de una de las esposas imperiales, Sushi (1141-1176), fallecida poco
anual se celebraba allí con gran boato, y a menudo asistía el emperador. Los después[40]. Este rango era demasiado modesto como para permitirle concebir
servidores del templo, aunque no disfrutaran de un rango distinguido dentro grandes esperanzas. Ya en la treintena, se retira a una humilde morada,
de la corte, recibían una renta que les permitía vivir confortablemente. dejando atrás la mansión familiar, herencia de su abuela, que le llega tras
Poco sabemos de los primeros años de Chōmei, sólo que fue el hijo haber abandonado a su mujer, cuya familia, según las costumbres de la época,
se había hecho cargo de su propia subsistencia.
menor del sacerdote administrador del culto (o negi) Kamo no Nagatsugu. De
Pocos indicios nos han llegado de su vida hasta que cumple los cincuenta
su madre no sabemos nada. Chōmei insinúa que, a partir de los siete años, su (1204) y toma los hábitos, lo que marcó un punto de inflexión en sus
infancia y su adolescencia transcurrieron en casa de su abuela. También nos Pensamientos. De nuevo, no encontramos más que alusiones muy indirectas a
consta que se casó muy joven, convirtiéndose así en «hijo adoptivo» de la las frecuentes contrariedades con que se encontró durante más de treinta años,
familia de su esposa, con la que tuvo un hijo. Así, cuando afirma no haber es decir, tras la muerte de su padre. Aparte de un viaje a Ise en 1186, al que
tenido ni mujer ni hijos se refiere a que no tenía otros fuera de ese hace mención en un relato del que sólo nos quedan algunos fragmentos
matrimonio. En efecto, en una antología de 1181 que recoge un centenar de dispersos, nuestro conocimiento de ese periodo se limita a sus actividades
escritos suyos, figura un poema que escribió antes de cumplir la treintena, poéticas y musicales. Tradicionalmente los sacerdotes del santuario de Kamo
considerado autobiográfico y titulado «Poema nostálgico acerca de un niño» habían cultivado esas dos artes, ya que mantenían una estrecha relación con
(n.º 103), que dice así:
el ámbito cortesano. Chōmei fue discípulo del gran poeta Minamoto no
Shun’e (1113-ca. 1191), y participaba desde los veinte años en certámenes de
Al recordarlo me embarga el pesar. ¡Ah, tristeza!
poesía (lo que le otorga cierta fama en el mundo literario), así como en Ahora bien, aunque Chōmei había recibido la distinción que lo incluía
ceremonias religiosas o conmemorativas que exigían la composición de entre los miembros de la Oficina Imperial de Poesía, ocupaba dentro de ésta
poemas. La consagración definitiva le llegaría en 1187, con la inclusión de un puesto subalterno debido a su modesto rango, y no se le permitía sentarse
una de sus obras, de temática amorosa, en la antología imperial Senzai junto a los demás participantes. El prestigioso poeta Fujiwara no Teika, que
[waka] shū (n.º 936). En total, nos han llegado trescientos cuarenta poemas relata con todo lujo de detalles las peripecias del proceso de compilación en
suyos. su diario, el Meigetsuki, lo menciona en un comentario fechado en la era
También se consagró apasionadamente a la práctica del laúd (biwa) y de Kennin [1201] (1, 3, 16). A este respecto, dice sobre él: «Aunque ocupa el
la cítara (koto), en los que había sido iniciado por el famoso maestro puesto cincuenta dentro de la jerarquía cortesana, es de baja condición». Es
Nakahara no Ariyasu (?-1195?). Aun después de haber renunciado al mundo, indudable que Chōmei debió de sufrir a causa de esta discriminación.
Chōmei no renunció a la música. Incluso llegó a ser conocido en su época Otra decepción importante fue el asunto de la «Composición para laúd
como un excelente intérprete. transmitida en secreto», compuesta en fecha desconocida, probablemente
No disponemos de absolutamente ningún testimonio sobre los ocho años durante su retiro. En una recopilación de anécdotas musicales datada
que van de 1192 a 1199. Lo único que sabemos sobre ese periodo es que cincuenta años después de la muerte de Chōmei, se cuenta que organizó un
perdió a sus dos maestros: Sun’e y Ariyasu. encuentro literario durante el cual ejecutó una sublime interpretación de «una
pieza de transmisión secreta», es decir, reservada para aquellos que habían
recibido la autorización del maestro (que no era el caso). Esto provocó un
¿Por qué esa ruptura, ese adiós al mundo, es decir, por qué se hace ordenar escándalo en la Oficina Imperial de Música, órgano oficial encargado de los
sacerdote en la primavera de 1204? (El texto dice «al cumplir cincuenta entretenimientos; la noticia llegó a oídos del emperador en su retiro y
años», pero en los Pensamientos desde mi cabaña todas las cifras que se
Chōmei tuvo que abandonar la capital. Este episodio revela sin duda su
refieren a la edad del autor aparecen redondeadas). Lo cierto es que en los
carácter íntegro y apasionado, su espíritu independiente.
cuatro años precedentes se había producido un cierto número de hechos
Pero la razón principal de que abandonara el mundo para retirarse a una
relevantes. Para empezar, un feliz acontecimiento: el emperador Go-Toba
cabaña fue sin duda el último fracaso de su carrera, desengaño que fue
(1180-1239) había abdicado en 1198 para poder ejercer con mayor libertad la
descrito por uno de sus contemporáneos, Minamoto no Ienaga (?-1234) en
actividad política (y se dedicó entonces a fomentar las revueltas de Jōkyu de sus memorias, las Minamoto no Ienaga nikki (Kennin 3 [1204])[42], en los
las que hemos hablado antes), pero también para poder entregarse a su pasión siguientes términos:
por la música y la poesía. Restauró la «Oficina Imperial de Poesía»
(Wakadokoro), encargada de organizar las distintas manifestaciones poéticas Aquel que alcanza la excelencia en todas las cosas, incluso en las más
de la corte y de compilarlas en una antología, la prestigiosa Shin Kokin nimias, goza por ello del favor excepcional del soberano. El hecho de que,
a pesar de ello, Kamo no Chōmei no consiguiera llevar a término sus
[waka] shū, cuyo proceso de elaboración estuvo plagado de dificultades. En deseos, debe de ser, según dicen, la consecuencia de un karma contraído
ella se incluyeron diez de las piezas escritas por Chōmei, lo que, según él en una vida anterior. Lo cierto es que, desde que quedó huérfano, vivía
recluido en lo más recóndito del templo sin relacionarse con nadie; pero,
mismo, le produjo una honda satisfacción[41].
gracias a la poesía, fue admitido en la residencia del emperador retirado,
donde, como miembro de la Oficina Imperial de Poesía, tomaba parte en
las manifestaciones poéticas ordinarias, presentando sus propios poemas.
De esta forma, no abandonaba jamás el palacio y allí prestaba servicio día era de carácter absolutamente excepcional: no solamente Chōmei veía por
y noche. fin cumplido su anhelo de convertirse en sacerdote, sino que además se
Así sucedió que, mientras el emperador retirado buscaba la ocasión había recalificado un santuario privado sólo por él, y lo convirtió en un
para premiar a Chōmei por sus buenos servicios, quedó vacante el puesto santuario perteneciente al Estado, que gozaba del prestigio añadido del de
de servidor del santuario de Kawai [sito en el recinto del santuario de Kamo. Sin embargo, precisamente cuando todos pensaban que Chōmei
Kamo], y todo el mundo creía que el emperador retirado le otorgaría por estaría más que satisfecho, resultó que se empecinó en repetir que no había
fin ese puesto. Todo esto sucedía cuando Chōmei no había manifestado obtenido lo que desde siempre había deseado, dando la impresión de no
todavía su deseo, con lo que no pudo retener las lágrimas de dicha al estar del todo en sus cabales.
conocer en privado la noticia. Por desgracia, el superior del templo, [Kamo Después de aquello permaneció enclaustrado, actitud que fue tenida
no] Sukekane, al que habían llegado rumores, dijo: «No se puede por excéntrica. Ni siquiera me dijo adonde había ido, hasta que, un tiempo
modificar ni un ápice el orden de sucesión [de los funcionarios del después, me envió una quincena de escritos, entre los cuales podía leerse:
santuario]. Mi hijo menor Sukeyori ocupa el quincuagésimo puesto «¡Cuán penoso me resulta vivir! ¿Era realmente necesario encontrarme en
superior menor. Es cierto que Chōmei es mayor, pero (puede que debido a lo profundo de la montaña con esa luna “enredada entre las hojas del
un íntimo sentimiento de futilidad) también lo es que ha consagrado muy ciprés” que una vez describí?». Se trata de [una alusión a] cierta pieza que
poco tiempo al servicio del templo en su vida. Sin embargo, Sukeyori, que compuso para presentarla a un certamen poético la primera vez que fue
tiene edad para ser su hijo, ha estado siempre al servicio del santuario, día invitado por el emperador retirado, quien consideró su composición
y noche, por lo que nadie puede igualársele en cuanto a experiencia. Los particularmente lograda. El tema propuesto era «la luna en la montaña
dioses son testigos. E incluso si el desempeño de mi hijo se revelara profunda», y el poema decía así: «Toda la noche, a solas, la he
insuficiente, ¿sería posible que las plegarias que yo, su padre, dirijo a los contemplado en lo profundo de la montaña, enredada en las hojas del
dioses para que protejan a perpetuidad a la familia imperial quedasen nulas ciprés, y sin embargo la luna que brilla al alba aparece impoluta». Y todos
y sin efecto? Además, hay que tener en cuenta que el hijo de un superior coincidieron en que haber compuesto «¿Era realmente necesario
general no puede recibir el mismo trato que una persona ordinaria. Esto no encontrarme en lo profundo de la montaña…?», incluyendo una alusión al
sólo concierne al templo». Así, tomando como pretexto la voluntad divina, poema precedente, resultaba especialmente conmovedor. No obstante,
fue a presentar sus quejas al emperador retirado; y lo hizo sin moderación, como ya he dicho, Chōmei era demasiado obcecado, y pienso que esa
sosteniendo que no había ninguna buena razón para adjudicarle a Chōmei cerrazón lo arruinaba todo para él. Después tomó los hábitos y se retiró a
el cargo. Lo que sucedía, simplemente, era que el emperador retirado, Ōhara, en donde, según se cuenta, se consagró a las prácticas budistas, lo
habiéndolo 11amado a su lado a causa de la calidad excepcional de su que me pareció un gesto excesivamente ostentoso. En cualquier caso, el
poesía, no deseaba que dicha colaboración quedase sin recompensa para vínculo que lo ligaba con una vida anterior era tan fuerte que le ha
Chōmei. Al mismo tiempo, le causaba una profunda tristeza que permitido acceder a la vía de la verdad; por lo que supongo que ha debido
cualquiera ascendiera en la jerarquía sin un motivo particular, incluso para de meditar mucho sobre lo ilusorio de este mundo nuestro. […]
las funciones ordinarias. En última instancia las alegaciones presentadas Más tarde me lo encontré un día por casualidad. Me costó reconocerlo
por Sukekane fueron aceptadas, con mayor razón puesto que, en cuestiones debido a su extrema delgadez. Entonces me dijo: «Si no hubiera sido por el
relacionadas con los oficios divinos, resultaba imperativo tener en cuenta resentimiento que sentí entonces, las tinieblas de este mundo de lágrimas
la voluntad de los dioses. no se hubieran disipado nunca. Ése es el mayor favor que le debo a nuestro
El emperador retirado decidió entonces que se hiciera inscribir el soberano», mientras humedecía la manga de su hábito de monje. «Lo
santuario de Ura [dependiente del de Kamo] en los registros de la Oficina único que me impide desvincularme completamente de este mundo de
del Ministerio de Asuntos Divinos, adjudicándole sacerdotes encargados aflicción es esto», afirmó, sacando de un estuche decorado con sutras el
de pronunciar las oraciones y otros responsables de la purificación, y plectro de un laúd en el que habían sido grabados los poemas de su
honró a Chōmei con el cargo de sacerdote de primera categoría. Este favor respuesta[43]. Y añadió: «Este objeto debe ser enterrado junto a mí bajo el
musgo, hasta que se descomponga por completo». ¡Es muy triste que
Chōmei nunca consiguiera deshacerse por completo de aquel instrumento Que Chōmei escogiera la vida del monje budista, sin filiación con un
que tan caro le era, puede ser incluso que se convirtiera en un obstáculo en
monasterio concreto, cuando provenía de una larga estirpe de sacerdotes
su camino hacia la liberación!
sintoístas, no tiene nada de sorprendente; es más, sería un error interpretarlo
En los Pensamientos, donde la narración autobiográfica aparece siempre como un gesto de apostasía o de rebelión. Por un lado, hay que tener en
subordinada a un punto de vista que la sobrepasa, Chōmei evoca, en un tono cuenta que los japoneses han tratado siempre, y más aún en la época a la que
desenfadado y de manera indirecta, las razones concretas que le empujaron a nos referimos, de conciliar la práctica de esas dos religiones, al ver en los
dioses japoneses a los protectores de algún monasterio budista o incluso
abandonar el mundo para ir a instalarse en Ōhara. Esta decisión estuvo sin
considerándolos manifestaciones locales de los budas y los bodhisattvas. Por
duda motivada en gran medida por el desprecio y el rencor que sentía hacia otro lado, el sintoísmo es una religión cuyo culto se centra en la
un mundo en el que había sufrido graves humillaciones; aunque prefirió reglamentación de la vida social, y por tanto no contempla el eremitismo, a
presentarla como el resultado de algunas cuestiones de orden metafísico. diferencia del budismo, cuyo principal objetivo es dar respuesta al problema
Subsisten aún algunas dudas sobre la localización de aquella Ōhara de la salvación personal. De hecho, aunque el sintoísmo era en cierto modo la
donde tuvo su morada durante aproximadamente cuarenta años. De hecho, «religión del Estado», un gran número de emperadores, príncipes y princesas
conocemos dos poblaciones con ese nombre: hay una Ōhara al sudoeste de la imperiales o altos funcionarios decidieron tomar los hábitos al final de sus
capital y otra al nordeste. Por el contrario, la ubicación del templo de Hino, vidas. En cualquier caso, no es probable que la decisión de Chōmei chocase a
donde fue a instalarse «rozando los sesenta» por razones que no se explicitan sus contemporáneos.
en sus Pensamientos (lo cierto es que sucedió en 1208 y por aquel entonces Chōmei se inscribe en la corriente del budismo dominante en su época,
tenía cincuenta y cuatro años), no deja lugar a dudas: se encontraba en las conocida comúnmente como «amidismo». Hay que precisar aquí que, de las
inmediaciones de Hōkai-ji, en un terreno perteneciente a la familia Hino, a dos corrientes del zen (de ese zen que no es, como creen de manera
unos siete kilómetros al sudeste de Kioto. No es imposible que la elección de equivocada muchos occidentales, la única expresión del budismo japonés), la
este entorno estuviera relacionada con el hecho de que uno de sus amigos, el primera, el Rinzai, fue introducida en Japón por Eisai en 1191 (en esa época
monje Zenjaku, perteneciera a esa familia. Chōmei pasó allí los ocho últimos Chōmei contaba ya aproximadamente cuarenta años), y la segunda, el Soto,
años de su vida. Ya hemos mencionado su viaje a Kamakura en 1211; no se implantada por Dōgen en 1227 (más de diez años después de su muerte). Con
sabe que hiciera ningún otro durante ese periodo, que fue, sin embargo, todo, el zen no se difundió verdaderamente hasta el siglo XIV, y sobre todo
extremadamente fecundo en términos literarios, ya que fue entonces cuando entre la aristocracia militar. Sin embargo, hacía ya varios siglos que había
escribió sus tres obras principales: Mumyōshō, que trata sobre la poesía y en aparecido «una nueva corriente doctrinal que pretendía sustituir un ideal de
la que figuran varios pasajes de carácter autobiográfico; Hosshinshū, liberación personal por la aspiración a la salvación universal» y que
recopilación de relatos apologéticos, y el libro que está en sus manos, los «comprendía un gran número de figuras salvíficas, tanto en forma de budas
Pensamientos desde mi cabaña (Hōjōki), obra mayor de las letras japonesas como de bodhisattvas»[44]. Una de las más veneradas era la de Amida o
Amitābha[45], el buda que hizo voto de acoger en la Tierra Pura a aquellos
que terminó, según lo establece él mismo, en 1212. Chōmei murió el 24 o el
26 de julio de 1216 según el calendario occidental. Se desconoce el paradero que depositaran su fe en él. Chōmei asegura haber instalado en su cabaña «la
de sus restos mortales. imagen de Amida». Junto con ella, dice haber encontrado un hueco para el
Ōjōyōshu o Los fundamentos del renacimiento en la Tierra Pura. Esta obra, Pensamientos desde mi cabaña, Chōmei se examina a sí mismo, se pregunta
que fue elaborada por el monje Genshin en 984-985 y desempeñó un si su renuncia es verdaderamente completa. La pregunta con la que pone fin a
importante papel en la difusión del amidismo, consiste en una recopilación de sus reflexiones nos revela, más que ninguna otra cosa, su seria implicación y
citas de los sutras y sus comentarios. Genshin predica la renuncia a este su profundo nivel de autoexigencia.
«mundo impuro» y recomienda concentrar los pensamientos en Amida, Si Los fundamentos del renacimiento en la Tierra Pura (capítulo I, 5)
invocando su nombre sin descanso. Esta práctica, conocida como nenbutsu, contraponía el Paraíso de Amida con nuestro mundo «impuro», también
es mencionada por Chōmei como uno de sus ejercicios diarios. De ese modo, definía este último como condicionado por la «fugacidad» (mujo). Este
tras su muerte, el creyente podrá ingresar en el Paraíso de la Tierra Pura, concepto, basado en la evidencia de la transitoriedad universal de todas las
cuyas delicias se describen con detalle. Éste sería, de entre todos los paraísos cosas, expresado a través de una variedad de términos y locuciones e
ilustrado por todo un cortejo de imágenes (el agua que fluye, el rocío que se
del budismo, el Paraíso del Oeste, y por esa razón Chōmei colocó la imagen
desvanece…), era ya un leitmotiv de la literatura japonesa. Por cierto que en
de Amida en el muro de su cabaña orientado hacia ese punto cardinal.
Es de sobra conocido el lugar central que ocupa dentro del amidismo el sus Pensamientos, Chōmei menciona, a propósito de «la estela blanca que se
deja a la popa», a Mansami, es decir, a Manzei, que tomó ese nombre al
Sutra del Loto (Hoke-kyō); pues bien, en algunas versiones de los
ordenarse en 721; varios de sus poemas habían sido recogidos en el Man’y
Pensamientos puede leerse que Chōmei depositó un rollo de este sutra ante la
ōshū (compilado en el siglo VIII). Se refiere concretamente al siguiente
estatua de Amida. En él se define este mundo como un «mundo de extrema
poema (n.º 351), tan célebre que ni siquiera considera necesario citarlo:
decadencia» (literalmente «mundo impuro y perverso»). En cuanto al
bodhisattva Fugen (también llamado Samantabhadra), cuya imagen colgó
¿Con qué comparar este mundo?
Chōmei en su cabaña, es uno de los guardianes del Loto, además de encarnar A la alborada, blanca estela de una barca
que del remo se alontana.
«la Práctica». De igual modo, el mismo nombre que eligió Chōmei al tomar
los votos y con el que firma sus Pensamientos, Ren'in, que significa
«descendiente (o heredero) del loto», representa una referencia clara al Pero no fue hasta el siglo XIII, una época en la que las creencias religiosas
famoso sutra. Este tipo de nombres eran muy populares en la escuela amidista penetraron profundamente en las consciencias, cuando el «sentimiento de la
del Jōdo Shū, fundada poco tiempo antes por el gran predicador Hōnen fugacidad» (muhōkan) se convierte en el tema central de numerosos textos,
(1133-1212). como el Heike monogatari. Entre ellos se cuentan también los Pensamientos
Que la búsqueda de la salvación exige la renuncia total es un requisito de Chōmei, y en particular su primera parte, que se ha convertido en un
común a todas las escuelas budistas. Pero, si bien es cierto que Chōmei fue clásico del género. Así, las catástrofes que asolaron la capital son
capaz de renunciar a su posición social y a toda aspiración material, en representadas como manifestaciones actuales de esta ley general de la
cambio no pudo abandonar su pasión por la poesía y la música, una pasión fragilidad universal. Asimismo, es probable que la metáfora de las moradas,
sin duda desinteresada, pero pasión al fin y al cabo. En 1205 toma parte en constitutiva de los Pensamientos, provenga también del vocabulario budista.
una celebración poética, y, como ya hemos dicho, es en los últimos años de Tanto la «precaria morada», kari no yadori, literalmente «albergue
su vida cuando escribe su gran obra sobre la poesía. Hasta el último aliento, o provisional», como el «refugio de una noche», hitoyo no yado, constituían
al menos hasta el último instante que dedicó a la redacción de los metáforas frecuentes de la precariedad de esta vida; por otro lado, la
expresión que emplea Chōmei, «He dejado mi casa atrás», es una zuihitsu: «escrito a vuelapluma»[48]; en ellas se suceden sin orden aparente
anfibología, puesto que también significa «dejar el mundo, tomar los votos». recuerdos personales, reflexiones sobre temas triviales o importantes,
Este motivo de la vivienda como punto de articulación que estructura los anotaciones sobre tal o cual personaje, este o aquel acontecimiento lejano o
Pensamientos toma de manera sucesiva dos formas contrapuestas: ilustra reciente, etc. Se trata de una escritura sin trabas, cuyo principal encanto
primero la fragilidad de todos los proyectos humanos y, después, los reside, precisamente, en su carácter espontáneo. Por el contrario, los
beneficios de una vida retirada. También aquí los Pensamientos se inspiran Pensamientos desde mi cabaña son una de las obras más rigurosamente
en una tradición anterior. elaboradas de la historia de la prosa japonesa.
En sus pocas páginas encontramos nueve términos diferentes para La primera mitad de la obra recuerda las catástrofes que castigaron la
designar la casa, los cuales aparecen unas cincuenta veces en todo el texto. capital con todo lujo de detalles y cifras exactas. La segunda parte es de
Uno de ellos da título a la obra: hōjō, que suele traducirse por «cabaña», carácter más marcadamente autobiográfico, aunque Chōmei mantiene
cuyo sentido literal («tres metros cuadrados») nos remite al sistema métrico y siempre un punto de vista concreto; se trata ante todo de una autobiografía
hace referencia a la estrechez de la morada de un personaje mencionado por espiritual, cuya unidad como obra reside en el hecho de que está organizada
en torno al tema de la casa. No es la única: hay ya escritos anteriores cuyo
Chōmei en el único punto del texto en el que emplea esa palabra, Jōmyō
título lleva implícito el nombre de un habitáculo.
Koji[46] Jōmyō Koji es uno de los apelativos de Vimalakīrti, protagonista de El origen de esta tradición se remonta a China, y en particular al
uno de los textos budistas más difundidas en el Japón de aquellos tiempos, el Caotangji (en japonés Sōdōki) o Notas desde mi choza, de Bai Juyi, también
Vimalakīrti sūtra (en japonés Yuimagyō). En dicha obra aparece este piadoso conocido como Po Chuyi (772-846). Considerado uno de los mejores poetas
seglar, contemporáneo de Sākyamuni, el Buda histórico, al que se representa de su tiempo, Bai Juyi había sido designado para un puesto menor en 815, a
como un predicador erudito y un celoso guardián de la Ley. A esto hay que consecuencia de cierto escándalo político. Allí, a los pies del monte Xianglu
añadir que dicho sutra contiene varios largos pasajes acerca de la fugacidad (en japonés, monte Kōro), se construyó una «choza» que da nombre a esta
universal (capítulo 2) y, en particular, una famosa serie de diez breve pieza. Desde ella describe con minuciosidad la belleza del paisaje que
representaciones de la fragilidad humana, que es comparada, por ejemplo, lo rodea, la rusticidad del pequeño edificio, en el que asegura haber
con la espuma que flota en el agua[47]. depositado varios rollos de textos confucianos, taoístas y budistas; se detiene
Pero el Yuimagyō no es la única obra a la que Chōmei hace referencia de con deleite en la evocación de su jardín, y concluye de manera meditativa
forma implícita: sus Pensamientos se inscriben dentro de un determinado resaltando lo absurda que resulta la búsqueda del lujo: «El Cielo me ha
linaje de textos. proporcionado la ocasión, la Tierra me ha ofrecido el lugar para gozar de las
Comencemos por hacer una precisión acerca de la historia de la literatura. cosas por un instante. ¿Qué más puedo querer?».
Los Pensamientos desde mi cabaña normalmente suelen considerarse un La obra de Bai Juyi fue introducida muy pronto en Japón y tuvo un éxito
«ensayo», junto con otras obras maestras de la literatura clásica como el inmediato. No hay duda de la popularidad de las Notas desde mi choza: el
Libro de la almohada (Makura no sōshi), de Sei Shōnagon, escrito hacia el ministro y erudito Minamoto no Michichika (1149-1202) escribió en lengua
china, en 1184, unas Notas en las que se compara con el eremita de Xiang-
año 1000, o las Ocurrencias de un ocioso (Tsurezuregusa), de Kenkō
shan[49] y se toma su choza como modelo. Las Notas de Michichika están
Yoshida, aparecido en torno al 1330. Seguramente estas dos últimas obras basadas en las de Bai Juyi, al que hace referencia constantemente, por lo que
puedan considerarse, en efecto, «ensayos» en el sentido de la palabra
la crítica moderna no ve en ellas más que un amasijo de tópicos. Una vez más particularidades, reproduce las Notas del pabellón del estanque. Pero
encontramos aquí la descripción de una choza o cabaña (situada en Koga, en Chōmei no es en absoluto un plagiario, y las diferencias entre ambos son
un terreno familiar al sudoeste de Kioto) y un jardín que aparecen asociados a notables.
la paz budista, de la que Michichika asegura que satisface todas sus
Chōmei da comienzo a la primera parte de sus Pensamientos con un
aspiraciones… Algo que incita a la sonrisa, si tenemos en cuenta su carácter
preámbulo (cosa que no sucede en el texto de Yasutane) acerca de la
de hombre ambicioso, impenitente y sin escrúpulos.
caducidad de todas las cosas mundanas, para ofrecer a continuación un
Cuando Chōmei menciona a Bai Juyi, al evocar su exilio parcial en informe de las «extraordinarias calamidades» que han castigado la ciudad.
Jin'yōkō (en chino Xunyang-jiang), durante el que compuso un célebre Yasutane, por su parte, comienza así su texto: «Desde hace veinte años vengo
poema acerca de una intérprete de biwa, el texto en el que se inspira (aunque observando todo lo que ha sucedido en las dos partes de la capital»[52]. Y lo
sea para contradecirlo) es, sin duda, el Chitei no ki redactado en 982, también que observa a través de sus ojos de funcionario es, si se nos permite decirlo,
en chino. Su autor, Yoshishige no Yasutane (934?-1002), fue un funcionario la mala gestión y el despilfarro reinantes. Destaca el abandono de los barrios
y literato cuya carrera quedó truncada a raíz de ciertos fracasos, no muy despoblados del oeste, donde sólo habitan ya los más desfavorecidos (¡igual
distintos a los del propio Chōmei. Al igual que este último, Yasutane era un que el West Side de Nueva York!). En la parte este, concretamente al norte de
ferviente budista adepto al Sutra del Loto. En 986 se hizo ordenar. A él le la Cuarta Avenida, la masificación trae consigo consecuencias nefastas: la
debemos una recopilación titulada Biografías de los japoneses que han estrechez de las calles provoca los incendios más devastadores; para ampliar
sus residencias, los ricos expulsan de sus casas a los pobres, los cuales tienen
renacido en el Paraíso (Nihon ōjō gokuraku ki), bastante próxima en su
que refugiarse en zonas inundables («¿acaso los habitantes de la ciudad van a
propósito a la Antología del despertar espiritual de Chōmei, donde aparece acabar viviendo como peces?») o, por el contrario, desprovistas de agua.
mencionado Yasutane[50]. Algunos «espacios verdes», verdaderos lugares de esparcimiento para el
Chōmei reproduce en su escrito la estructura de las Notas del pabellón pueblo, son adquiridos con el fin de convertirlos en zonas edificables, etc.
del estanque de Yasutane[51], que comienza quejándose amargamente del Estas páginas dan testimonio del caos urbanístico, la falta de sostenibilidad
lamentable estado en que se encuentra la capital. Sin dar demasiadas del mercado inmobiliario, los casos de apropiación indebida de solares, los
explicaciones acerca de los motivos de su decisión, más allá del deseo de pésimos planes de ocupación y la distribución deficiente del territorio…
convertirse en propietario de una morada, cuenta cómo se ha hecho construir ¿Qué piensa Yasutane de todo esto? Primero se muestra extremadamente
una residencia para poder vivir a su antojo y concluye con una breve prudente, incluso fatalista; al recordar que una de las mansiones que se alzan
meditación en la que se interroga a sí mismo sobre el sentido de su proyecto. al oeste de la ciudad ha quedado abandonada debido al exilio de su
Puede verse cómo Yasutane, al igual que hará Chōmei, extrae una propietario (Minamoto no Takaakira), suspira: «El Cielo ha destruido la parte
oeste de la capital; es evidente que los hombres no tienen la culpa». Después
lección moral del espectáculo de los desórdenes que asolan la ciudad, que le
adopta un tono moralista frente a los que llevan a cabo las expropiaciones:
conduce a la decisión de adoptar un estilo de vida concreto. Por cuestiones de
«¡Cuán duro es un corazón humano!». En otras ocasiones, sin embargo, se
espacio, no podemos desarrollar aquí el análisis comparativo de las dos obras,
muestra más incisivo y arremete contra la inercia de los funcionarios «que
aunque sería interesante destacar ciertas expresiones que Chōmei toma han abandonado la ciudad a la degradación». Asegura haber visto con sus
prestadas de Yasutane. Por ejemplo, su descripción de la manera en que se propios ojos decretos y textos administrativos en los que se prohíbe cultivar
desarrollaba la vida en las grandes ciudades, con sus limitaciones y
la orilla oeste de Kamo, por lo que denuncia el carácter ilegal de tales Asimismo, existen diferencias considerables entre los epílogos de estas
prácticas, que eran muy frecuentes en aquel tiempo. A la actitud de Chōmei, dos obras. Es cierto que Yasutane adopta también una actitud autorreflexiva:
testigo horrorizado de hechos imprevisibles e ineluctables, se opone la mirada reconoce que esta moda reciente de erigir mansiones lujosas que no van a
lúcida de este funcionario honesto que realiza una investigación sobre los perdurar es un desatino, por eso se construye él mismo «una casita que, sin
atentados a la legalidad que se producen diariamente y acusa a los embargo, en la situación actual, es un verdadero lujo…». Pero también
responsables de negligencia. resulta innegable que posee algunas certezas sólidamente arraigadas en los
Yasutane adquirió entonces en la ciudad (al norte de la Sexta Avenida) un clásicos chinos. Así, predica las virtudes confucianas:
lote de terrenos cuyo precio consigna, y que acondiciona para convertirlos en La viga maestra está formada por el sentido del deber y el espíritu
un jardín ornamental. Construye en su centro una vivienda, así como distintos humanitario, los pilares son la observación de las costumbres, la virtud es
pabellones y una capilla: «Cuatro décimas partes del terreno han sido la entrada, los muros exteriores están hechos de amabilidad; si
edificadas, una tercera está ocupada por un estanque, la cuarta alberga el administramos nuestra casa con prudencia, multiplicando las buenas
acciones, estará a cobijo del fuego, del viento, de los malos espíritus y de
huerto». Allí lleva una vida tranquila y ordenada. Cuando está fuera, se
los ladrones; la parentela se enriquecerá sin esfuerzo, el cabeza de familia
dedica a sus funciones administrativas; de vuelta en casa, dice: «Me visto de vivirá muchos años, conservará por largo tiempo su rango y funciones, y
lino, me lavo las manos y me enjuago la boca; luego acudo al pabellón del sus descendientes heredarán los bienes. Así pues, ¿no es acaso lo más
oeste para invocar a Amida y leer el Sutra del Loto. Después de la comida me conveniente para el hombre mostrarse circunspecto?
dirijo al cenador del este, donde abro mis libros y me encuentro con los
El texto se cierra con estas palabras imbuidas de una moral convencional,
antiguos sabios». En especial, lee a Bai Juyi. Unas veces se abandona a los
placeres de la jardinería y los paseos en barca por el estanque del parque, y adecuada al hombre mundano, que se preocupa por su familia. En Chōmei
otras «cierra la puerta y se pone a cantar solo, modulando su poesía en encontramos una perspectiva radicalmente diferente; al recordar la siguiente
soledad» (expresión que retomará Chōmei en sus poemas). Se presenta a sí afirmación de Yasutane: «Cuido mi casa con amor y todo lo demás me da
mismo como un adepto de la vía del justo medio: «No trato de adular a los igual», se pregunta si «cuidar amorosamente de su cabaña no será una
falta…». Aquí no hay certezas, tan sólo inquietudes. La verdad es que, al
poderosos doblando la espalda y flexionando las rodillas, pero tampoco
rehúyo la conversación ni el trato con las personas para ir a esconderme en contrario de Chōmei, cuando Yasutane estaba escribiendo sus Notas todavía
algún camino de montaña apartado, perdido en oscuras hondonadas». no había tomado los hábitos, así que nunca sabremos qué fue lo que, cuatro
¡Qué diferente es la actitud de Chōmei, retirado lejos de la ciudad y de años después de terminar su redacción, le empujó a abandonar su hermosa
los hombres, cuya única restricción a la hora de disponer de su tiempo es su mansión. Lo único que sabemos es que realizó numerosas peregrinaciones
propia imaginación! ¡Qué contraste también entre sus respectivas con el objeto de recolectar fondos para la construcción de templos[53].
concepciones de la naturaleza! Chōmei parece querer retomar y a la vez Otra innovación de Chōmei consiste en la forma peculiar en que redactó
rectificar las ideas de Yasutane en su enumeración de las cuatro estaciones. sus Pensamientos, los cuales se consideran el primer y mejor ejemplo de ese
Veamos, por ejemplo, el invierno. Donde Yasutane dice: «En invierno el sol nuevo estilo. De acuerdo con la terminología de la crítica moderna, está
se desliza por el alero del tejado y viene a calentarme la espalda», Chōmei, escrito en una «mezcla de chino y japonés» (wakan konkō bun). La historia
en cambio, escribe: «En invierno contemplo la nieve que se acumula como de los «estilos» es complicada, pero trataremos de resumirla: es sabido que en
nuestras faltas y se derrite como una expiación». los siglos pretéritos se usaban dos lenguas: el japonés para la «poesía
nacional» (waka) y la novela, y el chino, o mejor dicho el chino-japonés (la de «versiones cortas» que no incluyen ni la descripción de los cinco
lengua de los eruditos, cuyo uso era comparable al del latín en la Europa cataclismos, ni ciertos pasajes sobre la vida del ermitaño, ni epílogo, sino que
medieval) para las composiciones en verso que imitaban la poesía del en su lugar presentan algunos añadidos de carácter edificante. Normalmente
continente, los textos administrativos y jurídicos, las compilaciones históricas se considera que estas versiones se corresponden con versiones apócrifas.
oficiales, los informes del funcionariado, etc. Esos textos en chino estaban Luego están las «versiones largas», que a su vez se dividen en dos tipos.
plagados de japonismos, y los que estaban redactados en japonés no excluían Para empezar está el llamado rufubon o Vulgata, que se remonta a una copia
(salvo en poesía) el empleo de palabras de origen chino que habían pasado a firmada por el gran erudito Ichijō Kanera, datada en 1545[55]. Este tipo de
formar parte del vocabulario común y corriente. Gradualmente apareció un versiones contiene varios grupos de textos, entre los cuales se encuentran las
nuevo idioma bajo el influjo de las prédicas y escritos edificantes de los ediciones xilográficas llamadas Sagabon (primer cuarto del siglo XVII). Hasta
monjes, los cuales se veían obligados a conciliar la citación de las Escrituras,
la Segunda Guerra Mundial, las ediciones del Hōjōki que se incluían en las
traducidas y glosadas en chino, con la necesidad de hacerse entender por el
grandes colecciones de clásicos se apoyan precisamente en uno de estos
pueblo. Según algunos, el primer precedente literario de este idioma mixto
Sagabon. Éste presenta algunas variantes que lo distinguen de casi todas las
sería una voluminosa antología de anécdotas edificantes del siglo XII, el
demás versiones (una de ellas es la edad precisa del «niño» que pasea junto a
Konjaku monogatari shū, o Historias del pasado[54]. No obstante, se
Chōmei, que aquí tiene seis años y en el resto de ediciones diez).
considera que los Pensamientos desde mi cabaña son el primer y más bello
El segundo subgrupo, conocido como «de los antiguos manuscritos»
ejemplo de este estilo en el que se combinan de forma armoniosa los
(kohon), tiene como representante de primer orden un manuscrito conservado
siguientes elementos: una sintaxis del japonés de frases cortas y una
estructura simple imitando los escritos en chino anteriores (a diferencia de en el templo Daifukukōji (a unos cuarenta kilómetros al noroeste de Kioto).
otros textos del periodo precedente redactados por mujeres y considerados Se trata de un tesoro nacional publicado por primera vez en 1925 y en el que
como ejemplos de pureza estilística dentro de la lengua nipona, como el desde hace medio siglo se apoyan los editores de referencia, incluida la
Libro de la almohada o la Historia de Genji); también el abandono de formas presente traducción al castellano. Datado a mediados del siglo XIII, algunos
verbales complejas que combinan el uso de varios auxiliares temporales o piensan incluso que es el manuscrito original, escrito por la mano del autor
modales y, por último, el uso de la retórica china, sobre todo de los mismo, a pesar de estar plagado de errores que sugieren el trabajo de un
paralelismos, omnipresentes en los Pensamientos. Éstas son las copista.
características generales, con variaciones según los autores (ya que nunca fue
codificado), del estilo que va a dominar la prosa japonesa en los siglos
siguientes y en el que se escribieron las grandes obras maestras del siglo XIII
al XV: epopeyas como el Heike monogatari, diarios de viaje, recopilaciones
de anécdotas, algunas partes de obras de teatro no, etc.