Los Negros y La Virgen de Los Angeles 2010
Los Negros y La Virgen de Los Angeles 2010
Los Negros y La Virgen de Los Angeles 2010
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El Padre Benavides adopta la perspectiva del negro en la colonia. Es decir, escribe para resaltar su
contribución no sólo al nacimiento y desarrollo de la devoción a Nuestra Señora de los Ángeles, sino
a la configuración del ser costarricense. Abiertamente dice que se enfrenta al blanqueamiento de la
historia y cultura nacionales, impulsado por la oligarquía cafetalera desde la segunda mitad del siglo
XIX.
El Padre Benavides adopta la perspectiva del pobre, pues obviamente, los negros y mulatos
integraban las clases menospreciadas y explotadas. Con ello ni se desecha ni minusvalora el papel
de otros grupos sociales, incluyendo los blancos. Nuestra Señora integró a todos los grupos sociales
y étnicos desde su opción por el negro. Al elevar la Virgen lo que aquella sociedad discriminatoria
tenía por más bajo, ordenó y elevó hacia el Reino todo el conjunto social. Del mismo modo, la
opción preferencial por el pobre, de la que la Iglesia costarricense se va olvidando poco a poco,
dicho sea de paso, al procurar justicia a favor de los marginados, beneficia a todo el cuerpo social.
La superación del traspié recurrente que consiste en suponer que la Puebla de los Pardos fue creada
para evitar que negros y mulatos se mezclaran con los cartagineses de origen español. La
superación, igualmente, de la idea de que la cruz de Caravaca era un signo de exclusión.
Además, el reforzamiento de la tesis de que “la Virgen y la creación de la Puebla ayudaron a
consolidar a los negros y mulatos, permitiéndoles conocer y defender de mejor manera sus
derechos” (p. 152).
Y si alguien se pregunta, dónde están ahora los descendientes de aquellos negros y mulatos, que los
encuentre en nuestra piel, en muchos rasgos de la fisonomía de los ticos, en nuestro gusto por los
bailes de ritmo caribeño e incluso en supervivencias de religiones de origen africano, como el culto
mágico y supuestamente curativo al Dr. Moreno Cañas.
Lo único de lamentar con esta y otras obras del Padre Manuel Benavides es que la Iglesia carezca de
un lugar donde se puedan comprar.