Caña de Azúcar
Caña de Azúcar
Caña de Azúcar
Estas circunstancias provocan que, cuando aparece en las zonas de cultivo, un patógeno
nuevo o una variante nueva de un patógeno ya existente, pueden producirse pérdidas
severas. Dichas pérdidas se agravan por el hecho de la dificultad que supone cambiar una
variedad por otra en un corto periodo de tiempo.
A este respecto, se pueden emplear distintas prácticas para combatir la acción de los
microorganismos causantes de las enfermedades, entre las que destacan:
Vigilarla entrada de material vegetal procedente de otros lugares, que posea una
garantía de sanidad.
Llevar a cabo medidas higiénicas en las parcelas de cultivo, con carácter preventivo,
tanto antes de la plantación como durante el cultivo.
Sin embargo, una de las principales prácticas contra las enfermedades que se está
realizando en la mayoría de los países productores de caña de azúcar es el uso de
variedades que presentan cierta tolerancia o resistencia a éstas (Ovalle, 2014). El hecho de
poder plantar un cultivo que reduzca o frene los daños causados es una gran alternativa de
lucha.
De este modo, se ofrece una protección natural a los cultivos que puede suponer
la reducción del uso de productos fitosanitarios, incluso la posibilidad de no aplicarlos. A lo
que hay que añadir las ventajas que conlleva esta reducción, como pueden ser:
Define la resistencia genética a las enfermedades como el “método más adecuado para
realizar un manejo “amigable” con el medioambiente, ya que elimina la necesidad de uso
de agroquímicos tales como fungicidas, bactericidas y, en el caso de enfermedades virales,
de insecticidas para el control de sus vectores”.
La Estación de Hibridación produce cada año suficiente semilla botánica para iniciar el
proceso de selección a nivel nacional, con una cantidad de hasta 360 mil híbridos, la cual es
distribuida entre los Campos Experimentales Regionales (CER) y el mismo CIDCA,
durante el mes de julio del año posterior a la realización de la cruza para dar continuidad al
programa de selección regional, con una población de hasta 30 mil híbridos. Posteriormente
a la germinación de la semilla, se realiza la inoculación y evaluación de la resistencia a las
enfermedades, dando inicio al proceso de selección (Flores-Revilla, 2012).
Antes de iniciar el proceso de selección, se realiza, de forma anual, la hibridación, entre los
meses de octubre y diciembre, que es el periodo durante el cual las variedades florecen de
forma natural, dando lugar a los cruzamientos, que son de dos tipos:
Biparentales: apareamiento de dos individuos de sexo diferente.
– Multiplicación I
Para la identificación varietal, se consideran las características: diámetro del tallo, tipo de
yema, cantidad de espinas, población de tallos molederos y mamones (jóvenes), hábito de
crecimiento, altura de tallo, uniformidad de desarrollo, despaje, tenacidad, resistencia al
acame, floración, médula, oquedad, sanidad interna y externa, madurez, jugosidad y
contenido de sacarosa, pureza y fibra. También se considera el comportamiento de
adaptación de las variedades frente a condiciones de: altitud, régimen pluviométrico,
suelos, drenaje, sequía, vientos y heladas.
– Multiplicación II
– Evaluación Agroindustrial
Esta fase tiene como finalidad evaluar con mayor precisión el comportamiento
agroindustrial de las variedades en las zonas agroecológicas donde fueron seleccionadas,
obteniendo así una información más consistente de la respuesta varietal a condiciones más
específicas del entorno.
Para esta evaluación se deben utilizar diferentes diseños experimentales (bloques al azar,
cuadro latino, etc.), con la finalidad de calificar diferentes características agronómicas,
industriales y de adaptabilidad durante tres ciclos de evaluación, correspondiendo a los
ciclos productivos de plantilla, soca y resoca.
Se deben incluir como testigo a las variedades sobresalientes de la región, las variedades
seleccionadas en la Fase Prueba de Adaptabilidad y las prometedoras, enviadas por los
diferentes. Al conjunto de variedades se les debe considerar su madurez y riqueza en
sacarosa. Por ello, los valores más altos del Rendimiento Teórico de Azúcar de todas las
variedades integradas en la evaluación deben coincidir con la época de cosecha más
adecuada, o establecida en la zona agroecológica donde se vaya a ubicar dicho estudio. La
siembra se realiza con la caña-semilla proveniente del lote de Multiplicación II.
– Multiplicación III
Con los resultados de los dos primeros ciclos de selección, se establecen los lotes de
Multiplicación III, para disponer de caña-semilla de cara a la fase siguiente.
– Prueba Semicomercial
– Fase Semillero
Es preciso reseñar que los aportes de este programa han sido destacados, teniendo en cuenta
que en las dos décadas anteriores el porcentaje de variedades nacionales en el campo cañero
se había estimado en un 55 % (Flores-Revilla, 2012; Sentíes-Herrera et al., 2016).
Por todo esto, con el principal objetivo de obtener una mejor producción en campo, Gómez-
Merino et al. (2014), proponen una serie de necesidades de innovación, que incluyen la
generación de variedades con mayor capacidad para producir biomasa y sacarosa, además
de resistencia a factores bióticos (plagas y enfermedades) y abióticos (sequía, inundaciones,
heladas, acidez, salinidad, etc.), uso eficiente del agua, mayor infraestructura para riego,
uso eficiente de fertilizantes, generación y aplicación de fertilizantes y biofertilizantes,
desarrollo de variedades biotecnológicas, generación de sistemas de producción orgánicos,
diversificación de la producción, cosecha en verde y mecanización, entre otros.
Como conclusión final, se pueden rescatar las valoraciones de Sentíes-Herrera et al. (2017),
que destaca la prioridad que supone para el país canalizar esfuerzos significativos para que
la caña de azúcar continúe siendo un soporte para el desarrollo del campo de la industria
diversificada. Estos esfuerzos deben ser en términos de investigación básica, desarrollos
tecnológicos e innovación. Sobre todo, teniendo en cuenta los desafíos a los que
actualmente se enfrenta la agricultura, como son la escasez y la contaminación del agua, el
alza generalizada de precios de los insumos agrícolas, los embates ambientales impuestos
por el cambio climático global y la disminución, tanto de la productividad como de la
rentabilidad del sector, entre otros.