Do Pamina
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Do Pamina
¿Por qué nos obsesionamos con las cosas que queremos y nos aburrimos cuando las
conseguimos?¿Por qué la adicción no es una cuestión moral? ¿Por qué el amor pasional se
convierte tanrápidamente en desinterés? ¿Por qué casi todas las dietas fracasan? ¿Por qué
vivimos pegados a lasredes sociales? ¿Por qué algunas personas son liberales acérrimos y otras,
conservadores extremos?¿Cómo logramos mantener la esperanza, incluso en los tiempos más
oscuros? La respuesta reside enuna simple sustancia química de nuestro cerebro: la dopamina.La
dopamina es la sustancia que permitió que nuestros ancestros pervivieran. Hoy en cambio,es la
responsable de nuestro comportamiento, adicciones y del progreso humano. Es la molécula
deldeseo, la que controla nuestros impulsos y la que nos incita a buscar siempre nuevos estímulos.
La dopamina es la causante de que un trabajador ambicioso lo sacrifique todo en pos del éxito, o
que pongamos en riesgo nuestra relación más preciada por una noche de sexo con un
desconocido. Por un lado nos sirve de motivación para superarnos a nosotros mismos. Por el otro,
nos lleva a arriesgarlo todo y fracasar en el intento. Para la dopamina lo importante es conseguir
algo, cualquier cosa, con tal de que sea nueva. Una vez tenemos claro el papel que juega en
nuestra vida, podremos entender de una manera revolucionaria por qué nos comportamos
como lo hacemos en el amor, los negocios, la política o la religión. Entender la dopamina nos
ayudará a predecir nuestro comportamiento. Pero también el delos demás.
DOPAMINA
Cómo una molécula condiciona de quién nos enamoramos, con quién nos acostamos, a quién
votamos y qué nos depara el futuro.
Neuroanatomía y Neurofisiología
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Lo quieres, pero ¿te gustará?En donde la dopamina aplasta la razón para crearnos un deseo
irrefrenable por laautodestrucción.Un tipo pasa por un restaurante y huele las hamburguesas que
se están cocinando. Se imaginadándole un bocado a una; casi puede saborearla. Está a dieta,
pero en ese momento no puedepensar en otra cosa que no sea una hamburguesa, así que entra y
pide una. En efecto, el primerbocado es estupendo, pero el segundo no tanto. Con cada bocado,
cada vez disfruta menos; y ahítermina el ansiado «paraíso de la hamburguesa». Se la acaba
de todos modos, sin saber muybien por qué; después siente náuseas y se muestra muy abatido
por no haber seguido la dieta.Cuando vuelve a salir a la calle, un pensamiento se le pasa por
la cabeza: hay una grandiferencia entre querer algo y que te guste.¿QUIÉN CONTROLA EL
CEREBRO?En un momento determinado, todo el mundo se pregunta: ¿por qué? ¿Porqué hago
lo que hago? ¿Por qué tomo las decisiones que tomo?A simple vista, parece una pregunta fácil:
hacemos las cosas por unmotivo. Nos ponemos un jersey porque tenemos frío. Nos levantamos
por lamañana y vamos a trabajar porque tenemos que pagar las facturas. Nos35
lavamos los dientes para evitar tener caries. Buena parte de lo que hacemoses por otras cosas:
cosas como sentir calor, tener dinero para pagar lasfacturas o evitar que el dentista nos eche
la bronca.El problema es que podemos plantearnos esta pregunta tanto comoqueramos. ¿Por
qué queremos sentir calor? ¿Por qué nos importa pagar lasfacturas? ¿Por qué queremos evitar la
bronca del dentista? Los niños juegana esto constantemente: «Es hora de acostarse». ¿Por
qué? «Porque tienesque levantarte para ir al colegio mañana.» ¿Por qué? «Porque necesitas
unaeducación.» ¿Por qué? Etcétera, etcétera.El filósofo Aristóteles jugaba a lo mismo, pero con
una finalidad másseria. Observó todo lo que hacemos para conseguir algo y se preguntó
sitodo esto tenía un límite. ¿Por qué vas a trabajar, en realidad? ¿Por quénecesitas ganar
dinero? ¿Por qué tienes que pagar las facturas? ¿Por quéquieres tener luz? ¿Dónde está el
límite? ¿Hay algo que busquemos por sísolo, no porque conduzca a algo más? Aristóteles
decidió que lo había.Decidió que había una sola cosa al final de cada retahíla de porqués, y
sellamaba felicidad. Todo lo que hacemos, en última instancia, es por lafelicidad.Es difícil
rebatir esta conclusión. Al fin y al cabo, nos hace felicespoder pagar las facturas y disponer
de electricidad. Nos hace felices tenerunos dientes sanos y unas mentes instruidas. Incluso nos
hace felices sentirdolor si es por algo que vale la pena. La felicidad es la estrella polar que nosguía
en el viaje de la vida. Cuando nos enfrentamos a distintas opciones,elegimos la que nos lleva
a la mayor felicidad.Solo que no lo hacemos.Nuestro cerebro no está conectado de ese modo.
Piensa en cuántaspersonas conoces que «acabaron encajando» en sus carreras o que eligieronsu
universidad siguiendo únicamente la intuición de que era la acertada.Solo muy de vez en
cuando nos sentamos a considerar de manera racionalnuestras opciones, comparando una con
otra. Un ejercicio así es agotador, ylos resultados rara vez nos satisfacen. Pocas veces llegamos al
punto en quepodemos decir con certeza que hemos tomado la decisión correcta. Esmucho
más fácil limitarnos a hacer lo que queremos, así que eso hacemos.