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Las Defensas Sociales en Chihuahua

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Martha Eva Rocha Islas

Las Defensas Sociales


en Chihuahua

972.083
R62d
ej.2

Colección Divulgación
Institu to Naci~nal de Antropología e Historia
Martha Eva Rocha Islas

Las Defensas Sociales


en Chihuahua. U na
paradoja en la Revol uc1on
.,

r-i~,uo1ECA. ·· t.v.~utt.. or.ozco Y BERRA ...


D1RE.CClON DE ESTUOtOS HlSTORlC~
h M, A, lt,

@ o
Col,;r' 1ón U1v1dy¡¡, ión

l11st1t11to Nar,1onal dr> A ntropolou1a


• e I t1s10r1a
Serie: Testimonios

.J)
Je ~11 llV"T"tJ~.'9
11/1v/~r .

..
Portada: Fuerzas Auxiliares. Chihuahua.
Fotografía cortesía de la familia Enríquez.

Edición a cargo de Luz Pereyra Boldrini

Primera edición: 1988


© Instituto Nacional de Antropología e Historia
Córdoba 45 , Col. Roma, México, D.F. ·

Impreso y hecho en México

ISBN-968-6068-03-1
Indice

Agradecimientos 7

Introducción 9

Panorama económico-político del estado de


Chihuahua en vísperas de la Revolución 15

La Revolución en el Norte. Chihuahua, escenario


del movimiento armado de 191 O 31

El movimiento villista. Surgimiento y apogeo de


la División del Norte, 1913-1915 43

Las Defensas Sociales frente al movimiento villista 57

El papel de las Defensas Sociales como fuerzas


paramilitares 87

Las Defensas Sociales, instrumento de poder


gubernamental frente al poder del ejército 111

Epílogo 121

Bibliografía 143

Apéndice 15 1

J.~ j ' ! ...... ..:.


O;)ZOliO UílN'iW ..
11
Para Arturo Valdez

E?CUC1ECA ·' MA, 'U EL C:--:OZCO Y 2~Ri~A ..


l)lRfCCION DE ESTUDIOS HISTORICUS
l.li . . H.
Agradecimientos

Dejo aquí constanc ia de mi agrndecimie nto a la famili;i


Enríquez, po r su ay uda desinteresada y las facilidades
o to rgadas pa ra pode r consulta r su archivo: a Friedrich Katz,
conoced o r profundo de l villismo, po r sus estimulantes suge-
rencias: a Sa lvado r Rueda por su interé mostrado al lee r el
presen te texto que re posó e n e l cájó n un bue n tie mpo - , y
cuyas aportacio nes, sin dud a, lo mejoraron : a C la ra Garc ía,
quie n seña ló los ac ie rt os, pero tambié n las care nc ias de l tra-
baj o: a Carl os G o nzález, e ntusiasta admirador de la histo ria
chihuahuense, po r su estímulo y ayuda. Vaya también mi
gratitud para Se rgio Ortega . La ura Espeje!, J o rge Go nzá lcz
Angulo, po r sus c ríticas: Ana María Alo nso po r los materiales
pro po rc ionados: G uillc rmina Coronado, quien realizó la
a rdua tarea d e mecanogra fía, po r su p acie ncia y bue na dis-
posic ió n ; Arturo Valdcz Ro di a, por el tie mpo que de d icó e n
ayudarme a c.:o tcjar e l tex to, y pa ra to dos aq uellos compañe-
ro~ y amigo!> q ue de una u o tra fo rma colaboraro n en la e la-
bo ra t:ión de e~ta o bra.

7
Introducción

Las investigaciones en torno a la Revolución mexicana en un


intento por dar respuesta a nuestro presente, se encaminan
cada vez más a reflexionar y profundizar sobre temáticas
que antes eran sa ncionadas por la historiografía oficial.
Considerar las características territo.riales, las fu erzas sociales
actuantes, el desarrollo socioeconómico desigual de nuestro
país y los acto res sociales, conforma especificidades que lle-
van al investigador al estudio permanente del proceso revo-
~ lucionario, mediante diferentes enfoques y perspectivas.

El encuentro con información no consignada, archivos


que no han sido tocados, documentos inéditos, y la versión
de protagonistas, fueron algun os de los móviles que alentaron
esta investigación.
Mi acercamiento a los estudios sobre la Revolució n mexi-
cana y e n particular a la temática de las Defensas Sociales,
surge a partir del trabajo realizado con el Dr. Friedrich Katz
sobre el rescate de materiales del villismo, en diversos archi-
vos de la ciudad de México. El tema de las Defensas Sociales
en la documentación revisada, aparecía casi siempre vincu-
lado al villismo; así me di a la tarea de localizar bibliogra-
fía o estudios particulares refe rentes a dicha problemática :
pero la carencia se hizo evidente. De ahí que investigar sobre
las Defensas Sociales y su contraparte, el movimiento popu-
lar villista, sean t odavía terreno virgen para los estudiosos.
La presente investigación intenta dilucidar cuál fue la fi-
nalidad social de las Defensas Sociales, su composición , su
relació n con el villismo: así como la correspo ndencia entre
éstas y la orga nización del Estado en el período 19 16- 1920.
Despejar estas incógnitas e,¡; penetrar en el conocimiento de
un aspecto del pJx~so revolucionario que envolvió a nues-
tro país durante una década.
El estudio de las Defensas Sociales se cen tra en el estado
de Chihuahua en dic ho período, po rque Chihuahua fue el
territorio político del general Ignacio C. Enríquez, promo-
to r y je fe de las o rganizaciones: a la vez quL' fue fundamcn-
9
talmente la zona en la que los villistas se replegaron luego de
la derrota sufrida en las batallas de Celaya y con ella la de-
sintegración de la División del o rte, para proseguir una
cruenta lucha, cuya táctica militar - guerra de gue rrillas-
los mante ndría en regiones de difícil acceso - las serra-
nías- , reagrupando partidas en destacamentos para toma r
por asal to poblaciones que les permitie ran el suministro de
víve res, castigar a los traidores, repartir el botín entre la
población civil y la dispersión nuevamente hacia la sie rra.
Este período marca para el yillismo un cambio cualita-
tivo: lo pequeños _p rop ie tarios se re tiran a sus pueblos y
ra nc hos, mient ras que los vaqueros, los mine ro y los ''hom-
bres sin tierra" - y por lo tanto sin arraigo permanente en
las poblaciones- quedan como el grueso de las tropas re-
beldes. En esta etapa de ilegalidad, el villi mo se expresa
como un movimiento social homogéneo frente al carrancis-
1110. con demandas de j usticia social e ncami nadas a bene fi-
ciar a las clases pobres. de las cua les Francisco Villa era
port avoz.
Durante la gue rra de guerrillas, gobierno y ejé rcito siguit>·
ro n una cond ucta tradiciona l: enfren tar en tre sí a los rebel-
des. incorporando a la población civil: varias fueron las for-
mas existentes para o rganizarlos. que iban de de el ejé rcito
mismo hasta la formación de fuerzas irregulares, como fue la
Defensa Social, una de· cuyas funcio nes era o rganizar y
a rmar a los habitantes de pueblos y ranc he rías de Chihua-
hua. en u intento por destruir un foco de insurrecció n
popular: el vi llismo.
La base social de las Defensas Sociales y del ejército vi-
llista en cierto momento fue la misma, siendo por defini-
ción fuerza antagónicas debido a que la gue rrilla villista
no contaba con un programa social escrito que sirviera de
bandera ideológica. Po líticamente eran fue rzas rebeldes:
ideológicamente, liberales. La base socia l del villismo es-
taba integrada por trabajadores móviles. vaqueros de las
haciendas ganaderas. hombres de .a caballo cuya larga tra-
dición de lucha y constan te movilidad los había de a rrai-
gado: mientras la base social de la Defensas Sociale la
constituyó la población ru ral norteña, integrada por exco-
lonos militares. pequeños propietarios y peon aje trad ic io-
10
na l: apa rceros, arre nda tarios, medieros: los campesin os
sede ntarios, y los campesinos t radicio nales qu e alguna vez
m ilitaro n e n las fil as villistas y q ue, luego de la de rrota de
la Divisió n del o rte, ante la d isyun tiva de ser forajidos o
amnistiarse al carra ncism o, deciden regresar a sus pue bl os
y, desde " la legalidad", defender la posesión de sus tierras.
Las Defensas Sociales ac tuaron no sólo como fuerzas
para mili tares contra el villism o, como cue rpos de au tode-
fensa de los pueblos, como fue rzas bajo el poder y al servi-
cio personal de los caciques, sino también como instru-
mento político cuyo obj etivo fu ndamental e ra sostener al
poder civil esta tal representado por e l gobernador. fren te
al pode r milita r de los j efes de operacio nes. En este pe ríodo
se observa u na recomposición de alia nzas de las distintas
fuerzas sociales al in terio r del estado. lo qu e explica tam-
bié n el dese m peño q ue tuvieron dichas corporaciones.
Concebidas así. las Defensas Sociales son multi facét icas,
lo que evidencia su histo ricidad, y cuyas especificidades ks
dan com plejidad. ya que son algo más que las fue rzas repre-
sivas tradicionales: la he terogeneidad social es en ellas un
rasgo fund ame nt al. así como la in terrelación entre sus com-
ponen tes a n ive l local y esta tal. Cabe destacar la situació n y
manipulación de las clases popula res - base de las Dcfc n as
e n este proceso. ya que los jefes de defrn a. en su mayoría
expone ntes de los sectores medios. accedl'n a ca rgos polít i-
cos valié ndose del pode r que les da L'i mando de fuerzas
armadas. para logra r sus obje tivos: a su vez. los socia les apo-
ya n al gobie rno constituido a cambio de ciertas canee io nes
como permanecer en sus pueblos. e rar armados y recibir ha-
bere . ·
Las Defensas Sociu les no sólo se crearnn en. t'l t'Stado dt'
Chihuuhua, sino que a isrieron en 01ro · e 1ados de la Repú-
b lica bajo dife re n tes rubros y con dis1in 1os matices e n c u¡¡ n-
to a o rganización y fina lidades específka:,:

.. Las Defensas Sociales siempre exis11non en todas partes. las defen-


sas rurales. lo que prácti..:amente se llaman a..:o rdadas:·1

1 En su dis..:urso. los informantes emplean mJ1st111tJm<'ntl' las pala-


bras defrnsa rural. acordada y defensa so..:1JI. :il rd°l'rirsl' a la función

11
" ... trajeron hoy a Torreón, unos veinte y tantos prisioneros, casi
todos ellos jóvenes ricachos (curritos), de los que en esta ciu dad
formaban la defensa social. "2

"Con la entrada de los Contreras al pueblo y los subsiguientes re-


beldes y además para rechazar en lo futuro nuevas agresiones,va-
rios vecinos acordaron constituir una defensa."3

" . .. en todos los pueblos se organizaro n y se armaron para termi-


nar a Villa, que era el único que quedaba en contra del gobierno
revolucionario. "4 •

Los testimonios anteriores ejemplifican la forma tan va-


riada como está consignada la información sob re las Defensas
Sociales; de ah í que la obtención y selección de los datos no
fuera empresa fácil. Partes militares, cartas familiares, co-
rrespondencia oficial, informes contables, administrativos y
consulares: noticias periodísticas, proclamas, manifiestos,
circulares y testimonios orales fueron elementos fundamen-
tales para la reconstrucción del tema; es por ello que la in-
vestigación se encuentra más cargada de datos que de análi-
sis y, careciendo aún de publicaciones que se ocupen del te-
ma en concreto, con un carácter fundamentalmente descrip-
tivo, se pretende sea una aportación a análisis ulteriores.

represiva que desempeñaron ; sin embargo, cada una de ellas respondl'


a una organización político- administrativa estatal o nacional diferen -
te, y fueron creadas casi siempre por decreto. Entrevista al mayor Sil-
vestre Cadena Jaramillo , realizada por María Alba Pastor el 21 de
agosto y 14 de septiembre de 1973, en Cuajimalpa, D.F. Archivo de
la Palabra, INAH- SEP, PHO/ 1/ 98 , p. 60.

2 E. Wh itt Brondo, La División del Norte ( J 914), México, Editorial


Lumen , 1940, p. 74.

3 Se refiere a los motivos por los que doce jóvenes que se ofrede-
ron como soldados, y don Apolinar Partida, "valiente, diestro y deci-
dido", como jefe de la organización. formaron la Defonsa Social en
el pueblo de San José de Gracia, Michoacán . en 19 13. A¡md. en Luis
Gonzále1 y González, Pueblo en vilo. /lficrohistoria de San José de
Gracia, 2a. ed ., México, El Colegio dc México. 1972. pp. 1::!::!- 1.23.
4 Entrevista al señor Trinidad Vega. reali,ada por Ximena Sl'pÍll-
vcda el 29 de octubre de 1973 . cn La Ju nta , Chihuahua . An:hivo de
la Pa labra . I N1\II SE P. PII 0 / 1/ 1.:!r,. p . 43 .

12
T ras la previa in fo rmación bibliográfica p asé a la con sulta
de fue ntes documenta les, sien do de pa rticular interés el
archivo de la Secretaría de la Defensa Nacio nal, en su s ram os
Ca11celaqos e Histórico, en donde con sulté los ex pedie ntes
personales de exjefes villistas, incluyendo e l del p ro pio Fran -
cisco Villa: los ex pedie n tes de los estados de Chihua hua,
Coa huila y Dura ngo de 19 1O a 1920 (te rritorio ne t am ente
villista): el Archivo General de la ació n en su ram o Presi-
de11 tes: Obregó11- Calles: va rios volúmenes de l Archivo de l
Pa trona to de la Historia de Sonora. sobre todo los relacio-
nados con el periódico villista Vida Nue11a: la colecció n de
docu mc n tos de Silvestre Te rrazas , q ue se encu entra en la
Bib lio teca Bancroft: los Archivos Nacio nales de Washington.
sólo e n lo re la tivo a l Departamento de In teligencia: docu-
mentos relacio nados con Ignacio Enríquez y Franc isco Mur-
gu ía. y fina lmente e l arch ivo particula r de l general Ignacio
C. Enríquez, cuya riqueza docu me nta l fue dete rminante
para la realización de este li bro.
Dicho arch ivo perma nece sin ca ta logació n : sin embargo
est,í o rgan izado crono lógicame n te en carpC'tas e n las que se
e ncu entra n docume ntos q ue abarca n de 19 15 a 1924. Fue
revisada la parte correspo nd ie n te a 19 15 - 1920. e n la que se
inclu ye n documentos oficiales. desde su nom bramien to de
gobernador p rovisional de l estado. oficial mayor de la Se-
cn~taría de Gue rra y Marin a. jefe de las Defensas Socia les y
F ue rzas Au xi lia res de Caba llería. hasta su cand idatu ra y
no m bram ie nto de gobe rnador constitucio nal de l estado de
Ch ihua hua en el pe ríodo 1920- 1924. bajo la presidencia de
Alvaro Obregón. También ~e con ultó ahí la com:spondcn-
cia de la jefa tura de las Defensa Sociaks cuando estaba al
frc•nte de l'llas el genera l Silvino M. García: documentación
que abarca tk fcbrúo a junio de 19 19 y que cont il·ne la
información de fumlac ió n. manejo y actividades de estas
organizaciones. así como la correspondt·ncia telcgdfica de
los jl'l'cs de las Defcnsas Sociales al c ua'rtl'I general de la_
mismas. .
Incrementaron l'Sta riq ueza documental los testimonio.
oraks. fut•nt e histó rica que nos permite recupera r aspectos
de la vida cotidiana tk los p rotagoni ras y cuya espon tane i-
dad y frescura en su narrac ió n sólo es posible captar me-
13
<liante la entrevista, permitiéndonos también confrontar y
complementar información no consignada en documentos.
A este respecto, se consideraron las entrevistas realizadas a
villistas que, ante las circunstancias del momento, se integra-
ron al constitucionalismo. El poder interrogar a estos hom-
bres que conformaron la base social del villismo y tratar de
comprender las motivaciones que los decidieron a incorpo-
rarse a las Defensas Sociales, tuvr .,ir, duda un valor funda-
mental en la investigació n.
El libro está dividido en tres partes. La primera ubica las
características socioeconómicas y la organización política
del estado de Chihuahua, previas al movimiento armado de
191 O, poniendo énfasis en el papel que jugaron las fuerzas
represivas estatales como sostén del sistema porfirista; la
segunda se centra en el estudio de la Revolución en el esta-
do, haciendo hincapié en la génesis del movimiento villista,
el surgimiento y el apogeo de la División de_] Norte de 1913
a 1915 ; y la tercera parte, sin duda la espina dorsal del tra-
bajo, ubica a las Defensas Sociales en su relación con el vi-
llismo en el período 1916- 1920, las características, los inte-
grantes y la vinculación con el Estado: el papel desempeñado
por Ignacio Enríquez como gobernador, frente al caudillo
Pancho Villa. Finalmente, a manera de epílogo, se examina
cómo las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares del estado
de Chihuahua enfrentan a los campesinos, hasta que el go-
bierno les otorga legalidad como Guardias Municipales en
1922. *

• La ley del 14 de agosto de 1922 dio organización legal a las De-


fensas Sociales. Todos los ciudadanos hábiles estaban obligados a ser-
vir en las Guardias, debiendo ejecutarse, por elección , la designación
de jefes.

14
Panorama económico-político del estado de Chihuahua en
vísperas de la Revolución

El movimiento armado que dio principio en 191 O fue una


expresión aguda de los sistemas de poder existentes: el Es-
tado porfirista pierde legitimidad y consenso; sus órganos
represivos se ven rebasados, y- las contradicciones al interior
de las clases dominantes se manifiestan abiertamente. De
esta manera, siendo el país preponderantemente rural, el
problema de la propiedad de la tie rra fue el más importante
entre los que lo desencadenaron; si bien este movimiento en
una primera etapa, 1 la maderista, se significó como el mo-
vimiento político liberal que veía a la democracia co mo al-
ternativa de cambio.
La formación de vastos latifundios en el país tuvo su ori-
gen en la época colonial; en la Reforma, las leyes de desa-
mortización pusieron al alcance de un número reducido de
propietarios, grandes extensiones de terreno; pero es durante
el porfirismo que el problema se agudizó debido a la expro-
piación violenta de tierras comunales y pequeñas propieda-
des, dando lugar a que campesinos sin tierra fueran explota-
dos por los terratenientes.
Es indudable que el proyecto político de Díaz iba enca-
minado a lograr el desarrollo económico nacional; hacer de
México un país moderno y capitalista, fundado en la pro-
moción de la inversión extranjera que en esa época superó
considerablemente a la inversión mexicana. 2 Con ello, los
extranjeros - ingleses y norteamericanos principalmente-
afirmaron su posición privilegiada a través de la protección
oficial y de numerosas concesiones para la extracción de
materias primas, productos agropecuarios, construcción
de ferrocarriles, e tcétera.

1 Arnaldo Córdova. La ideologz·a de la Revolución Mexicana, Mé-


xico, Ediciones Era S.A., 1973 , p. 73. ·

2 Eric R. Wolf. Las luchas campesinas del siglo XX, México, Siglo
Veintiuno Editores S.A., 1972, p. 31.

15
El Decreto sobre Colonización y Compañi'as Deslindado-
ras del 15 d e diciembre de 1883 , promulgado por el presi-
d e nte Manuel G o nzález, y la Le_1• sobre ocupación y enaje-
nación de t errenos baldt'os del I o. de julio de 1894. de Po r-
firio Díaz, acele raron e l proceso de despojo. 3 El prime ro.
e n su a rt íc ulo te rcero estipulaba que los inmigrantes e xtran-
j e ros y los habita ntes de la República podían o btener te rre-
nos baldíos so pre text o de poblarlos: además, se autoriza ba
la c reación de compañías p ara la medició n, deslinde, lo tifi-
cación , avalúo y descripción de tie rras: por e llo las compa-
ñías recibían en pago hasta la terce ra parte d el te rreno des-
lindado, mientras que las dos terceras partes restantes
p odían adq uirirlas a muy bajo precio. Ace rca d e e llas,
a lgunos autores afirma n 4 que fueron la forma organizada y
o fic ial de despojo que a rruin ó a la pequeña propiedad.
El proceso de concentració n de la propie dad d e la tierra
en el norte conforma especi ficidades que la distinguen de la
región centro- sur del país. En efecto. ya desde el período
colon ial e l n orte de Méx ico había pe rmanecido al margen
de la evoluc ión de l centro. La tie rra no era adecuada para la
agricultura: al n o rte los poblad o res sólo llegaban a las
regiones mineras y sus alrededores. 5
El e~tabkcimie nto de colonias militares 6 en la nueva
línea fronteriza con los Estado Unidos. e n 1848. como de-
fensa con tra las constante incursio nes de grupo~ de indí-
gena~ nómada . . llamados apaches. no inc re mentó ma yo r-
mentl' la po blación. aunque p ro movió la colon ización. Estas
c irc un <;tanc ia~ co ntri bu ye n a l predominio de grandes latifun-

3 Yéas~ Deacto de coloni1adón y ley de baldíos. en Ma n uel Fa-


bila. Cinco siglos de legislación agraria en México ( /492 I 940),
'.\1éxico. Banco :--:ac1onal de Crédito Agrícola S.A., 1941. pp. 183 - '.?05.

-1 Entre ellos Lucio '.\l endie ta y úñe,. And rés Molina Enr íquez.
Francisco R . Almada.

j Friedrich Kao: . La serl'id11111bre agraria en México en la época


porfiriana, '.\l h1co. SepSeten tas (303). 1976. p. 55.

6 Decreto promulgado por el presidente José Joaquín de Herrera er


19 de Julio de 1 48 . y reglamento expedido el día 20 para el estable-

16
dios en el norte: " los pocos pueblos indígenas libres que sir-
vieron de con trapeso era n de tribus agrícolas, de las c uales la
m ás importante era la de los yaquis de Sonora". 7
Particularme nte e n el estado de Chihuahua la concentra-
ción de la tie rra fue muy inte nsa: para 1880 existían en el
estado dos grand es latifundios, el de Pablo Martínez del Río.
que tuvo sus o rígenes en la época colonial y que para 1860
gran parte había pasado a poder de Terrazas y H. Mülle r, y
el del propio Luis Terrazas, que se sitúa en la é poca de la
Reforma y que siguió incrementán.dose a expensas de ha-
ciendas de. menor tamaño, alcanzando una dimensión de
algunos millones de hectáreas y creand o así una de las
mayores fortu nas de la Repúbl ica Mexicana. Hacia 1900
existían en Chihuahua 158 haciendas y 274 ranchos regis-
trados:8 y en 19 1O aproximadamente dos quintas partes
del territorio c hihuahuense estaban e n manos de quince
propietarios. 9 Los la tifundios inclu ían principalmente la

cimiento de colonias militares en la nueva línea divisoria con los Esta-


dos Unidos de América. Considerando la necesidad de defender a los
estados fronterizos, se establecerán colonias militares quedependerán
del gobierno general. Cuando la colonia haya progresado, de suerte
que sus habitantes puedan formar un pueblo, lo pondrán en conoci-
miento del gobernador del estado respectivo , para que a su vez lo
solicite al supremo gobierno. Los colonos disfrutarán todos los privile-
gios y exenciones que las leyes les conceden. A cada colonia se le adju-
dicará un terreno de ocho sitios de ganado mayor para qu e sea culti-
vado entre los vecinos que la in tegran. Una fuerza armada se encargará
de la defensa de la colonia. Las colonias llevarán el nombre del lugar
en que se establezcan Cfr. Francisco de la Maza. Código de Co/011 iza-
ció11 y terrenos baldi'os de la República .Mexicana, México, Secretaría
de Fomento, 1893. pp. 400- 406.

7 Friedrich Katz , op. cit., p. 56.

8 Escadi'sticas Sociales del Porfiriato, 1877- 1910, México. Ta lleres


Gráficos de la Nación, 1956, p. 41.
9 Los principales propietarios de latifun9ios en Chihuahua eran :
Pablo Martínez del Río. Luis Terrazas, Carlos Zuloaga. Compañía de
ganados y terrenos de Palomas, Hacienda de Bavícora de William R.
Hearst, T .O. Riverside, Enrique Müller en la Hacienda de Santa Clara:
Corralitos Land Co., Compañía del Ferrocarril del Noroeste de Mé-
xico, Hacienda de los Angeles. Hacienda de Dolores, Hacienda de San-

17
parte que podía ser aprovechada en las labores agrícolas y
ganaderas; mientras los campesinos iban perdiendo no sólo
sus tierras, sino una serie de derechos adquiridos como co-
lo nizadores: autonomía municipal , exenció n de impuestos,
tránsito libre, derecho al ganado, e ntre otros.
El auge capitalista de la frontera sur de los Estados Uni-
dos de Norteamérica y la construcción del Ferrocarril Cen-
tral Mexican o en 188 1. abrieron al país un nuevo mercado
para el algodón, el ganado y los minerales, lo cual afectó
profundame nte la situación de.sus pobladores, sobre todo la
d e los colonos militares que conformaban una clase media
agraria . 10 El ganaJo que antes de 1880 era conside rado sin
dueño ya que no había mercado para su ven ta, fue acapara-
do por parte de los hacendados.
Esta pérdida de derechos se fue manifestando a través de
dive rsos brotes d e rebeldía e n contra del régimen porfirista,
entre 1886 y 1893. Los pueblos del Norte estaban armados
y te nían una larga tradición de lucha contra los grupos nó-
madas. Tal es el caso del alzamiento de los vecinos de Cu-
sihuiriachic protestando por autoridades impuestas por el
gobierno estatal ; la conspiración de Ciudad Guerrero, cuyas
causas políticas fueron la reelección del presidente Díaz y la
promulgación de una reforma a la constitució n local que su-
primía a los presidentes municipales encomendando sus fun-
ciones a los jefes políticos; el motín de La Ascención, el
conflicto e n T emósachic, ambos po r cuestiones electorales, 11

to Domingo, Hacienda de Orientales de Enrique C. Cree!, Cargil Lum-


ber Co. (latifundio Limantour), Hacienda de Santa Gertrudis de José
Ma. Luján. Si la superficie era mayor de 2,000 hectáreas era conside-
rada hacienda, menor de 2,000 hectáreas, rancho. Francisco R. Al-
mada. Resumen de Historia del Estado de Chihuahua, México, Libros
Mexicanos, 195 5, p. 335.

lO Las Colonias Militares creadas por decreto de 1848, fueron su-


primidas en marzo de 1879 en que se reorganizaron con la denomina-
ción de escuadrones de Colonias que a su vez desaparecen aJ reorgani-
zarse el Ejército acional por la ley general de 28 de junio de 188 1.
lbi"dem , p. 325.
11 De los movimientos rebeldes contra el r égimen, véase Francisco
R. Almada. La Revolución en el Estado de Chihuahua, México, Talle-

18
y el alzamiento de Tomóchic, cuya población a fines de
1888 había empezado a perder toda una serie de tierras
comunales declaradas como baldías y adjudicadas en parte
por la-compañía Limanto ur:12 el pueblo estaba descontento
por la imposición del jefe seccio na! Juan Ignacio Chávez:
tras un matiz religioso se ocultaban causas económico - po-
líticas13 que desencadenaron una sangrien ta lucha: fuerzas
rurales estatales y el ejército federa l pusieron sitio a la po-
blación, la cual resistió en forma heroica durante dos mese~
hasta que finalmente fu e aniquilad a. Fue sin embargo para
la dictadura porfirista un claro ejemplo de resistencia cam-
pesina. Movimientos m ás ambiciosos, cuya finalidad era el
derrocamiento de Díaz, 14 se presentaron en Santo Tomás y
en Palomas en 1893. Sin embargo , todos estos brotes rebel-
des fu eron fundam entalmente localistas: no hubo en ellos
un apoyo decidido de o tros sectores de la població n. En esta
época se genera en el Norte la aparición de una clase media
agrícola, la cual fu e en aumento debido a la transformación

res Gráficos de la Nación , 1964, vol. I (Instituto Nacional de Estudios


Históricos de la Revolución Mexicana 35), pp. 95 - 102.

! 2 Marte R. Gómez. La reforma agraria en las filas vi/listas. México.


Talleres Gráficos de la Nación, 1966 (In stituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolució n Mexicana 39), p. 25.

l 3 El descont ento del pueblo se man ifiesta por la imposició n del


presidente seccio na! Juan Ignacio Chávez. En defensa del pueblo apa-
rece su pro feta Cruz Chávez, quien manifiesta al jefe secciona! su de-
cisión de ser independientes de toda autoridad, defender la bandera de
la virgen y la religió n de Dios. Por esta actitud el pueblo fue ata cado
por fuerzas de Seguridad Pública. Los defensores se retiraron rumbo a!
estado de Sonora , donde se dirigiero n a la hacienda de Cabora en bus
ca de la virgen Teresita de Urrea a quien se le atribuían milagros. Gran
de fue su decepción al no en contrarla, por lo qu e regresaron inmedia-
tamente. En su regreso a To móch ic sufrieron el acoso y la persecución
de las tropas federales. Sin embargo los t.omoch itecos buscaban en la
presencia de santos el alivio a la opresió n. Fernando Jordán. Crónica
de un pai's bárbaro, 4a. ed ., México, Centro Librero La Prensa. 1975.
pp. 291-300.
14 Francisco R. Almada. La Rei•ol11ció11 . .. , op. cit., pp. 103 106.

19
de lu región fronte riza: desarrollo de la minería, de los fe-
rrocarriles y de cie rtas industrias locales. 15
En Chihuahua. que con taba con grandes extensio nes de
t ierra - no siempre buena para la agricultura- , la mano de
obra escaseaba, por lo que las parcelas alquiladas eran
de mayores dimensiones y los arrendatarios estaban en po-
,;ibilidades de obtener más que la mera subsistencia; además
de que trabajaban tres o cuatro meses al año en el campo y
el resto se alq uilaban en las minas o emigraban a los Estados
Unidos. 16 Paralelamente estab~ creciendo la clase obrera, en
particular por la construcción de las vías férreas donde se
percibían salarios más altos que los de las haciendas.
El núcleo más numeroso de trabajadores norteños fueron
los vaqueros en las haciendas ganaderas, cuya situación era
más favorable en relació n al resto de los trabajadores del
país. Su salario en 1902 fll! ctuaba entre siete y ocho pes·o s
mensuales, más alimentos, y además muchos de ellos tenían
ganado propio en tierras de la hacienda. 17
Los peones e ndeudados, al iniciar el siglo habían casi desa-
parecido en el estado debido a una serie de factores favora-
bles a los trabajadores: por una parte "el trabajo en las mi-
nas, un creciente número de hilanderías de algodó n o la
migración a los Estados Unidos, ofrecían oportunidades que
debilitaron la estructura de la servidumbre por deudas e
in cremen taba la movilidad de la fuerza de trabajo" . 18
Estas circunstancias obligaron a los terratenientes a reem-
plazar el t rabajo acasillado por contratos de aparcería con
salarios más elevados. Mientras que en el centro del país, los
medieros pagaban a la hacienda casi dos t erceras partes de
la cosecha, en el Norte pagaban un tercio o la mitad. 19

15 Friedrich Katz , op. cit., p. 58.


16 Jbidem, p . 62.
17 l bidem, p. 59.

18 Eric R. Wolf, op. cit., p. 4 2.

19 Friedrich Katz , op. cit. , p. 57.

20
La estructura de poder imperante e n e l porfirismo tendió
a fre nar los levantamientos cam pesinos y en general a repri-
mir los movimientos de descontento con tra el régimen . La
idea rectora del porfirismo, aco rde con e l liberalismo deci-
monónico, fue la de progreso: para logra rlo se requería de
··paz" y una esta bi lidad q ue ga rant iza ra e l invcrsioni mo
tan to extranjero com o nacional. Prctend ía "justificar el
privilegio de la riqueza, para q ue de s u libre juego surgiese
un país poderoso, y señalar la urge ncia de un régime n polí-
tico dictatorial y autoritario que pudiera llevar a té rmino la
gra n o bra de unificació n naciona l de que precisaba Mé-
xico. io
Para tales fin es e l aparato po lítico quedó estructurado de
la sigu ie nte fo rma: en los estados, el poder lo ejercerían los
gobe rnad o res: e n los difere11tes distritos, jefes políticos
nombrados por éstos y confirmados e n su s puestos por e l
presidente: todo ello bajo una estru c tu ra piramidal absoluta,
contro lada desde e l centro po r Porfirio Díaz. Para su sten tarse
en e l poder, el ejército j ugó un papel primo rdial. Díaz - que
procedía de ese ejérci to - se esforzaba por asegurarse el
apoyo de genera les y oficiales de a lta grad uación; así, div i-
dió a l país mili ta rm ente e n diez zo nas, tres comandancias y
catorce jefa turas que debían evitar e l brote de cualquier agi-
tación política: C hih uahua quedó comp rend ida dentro de la
Segunda Zo na Militar. En e l campo el jefe político contaba
con los rurales para man tener e l "orden y la paz"::! 1 fu eron
ellos quienes represe ntaron la autoridad de D íaz e n el cam-
po. Los rurales provenían de las filas de desempleados. o
b ien eran convictos por crímenes civiles o militares que en
nombre del orden y de la ley ac tuaban con incre íb le bruta-
lidad: sus abusos, au n sie ndo descubiertos. permanecían im-
punes. Díaz impuso una sola condición a la policía rural :

:w Arnaldo Córdo va, op. cit., p . 63.


21 Jorge Alberto Lo toya. t--.·t Ej ército Mexicano. '.!a. ed., Méxi co. El
Co legio de México , 1976 (Jornadas 65 ), p. 34.

21
ilimitada lealtad ; y contaba con ella aún en 19 10 y 191 I ,
cuando su régimen se.derrumbaba .22 ·
Los rurales desempeñaron un papel fundamental en la
pacificación del campo mexicano. contribuyendo al propó-
si to del porfirismo de mostra r al mundo la estabilidad del
país y su marcha armoniosa.
En los distintos estados de la R epública, el control polí-
tico e ra apoyado por fuerzas policíacas esta tales: urbanas y
rurales, e ncargadas de sofocar cualqu ier levantamiento , así
como por las den o minadas "guardias blancas'', al servicio de
in tereses privados. Las empresas ferrocarrileras, mineras y
agrícolas estaban auto rizadas para tener su p ro pia policía.
En Chihuah ua el orden era controlado por las Fuerzas de
Seguridad Pública también llamadas Cuerpos de Gendarmes
del Estado, que e n número aproximado d e 200 ho mbres
dependían directamente del gobernador y eran pagadas co'n
presupuesto del estado: te nían a su cargo mantene r la "paz
pública". En 1895 se c reó la po licía rural en cada pueblo del
estado, des tinada exclusivame nte a reco rrer periód icamente
los campos y caminos de su respectiva municipalidad , para
perseguir y apre he nde r a toda clase de malhecho res encon-
trados den tro de su jurisdicción. La policía era nombrada por
la autoridad política de los re pectivos pueblos, previa apro-
bación del Ejecutivo del estado: su número. de dos a diez
policías, era determinado en fun ció n de los habitantes y
ex tensión te rrito rial de los pueblos. 23
Entre los requisitos que se cxigfon para ser policía rural
se d estacaban: conocer bien el te rreno a vigilar. tene r apti tu-
des para el c rvicio. poseer a rma y caballo para el mejor de-
sempeño de su cargo, un capital que no excediera de
S 500.00 en bienes raíces y semovientes, y •·notoria honra-

22 Un estudio a fondo del papel que desempeñaron los rurales en el


porfirismo lo constituye la obra de Pau l J. Van derwood. los rurales
mexicanos, México , Fondo de Cultura Económica. 198:!.
23 El gobernador Miguel Ahumada decreta la creación de la policía
rural y el reglame11ro de organización y f1111cio11a111ienro. el :! de JUiio ·
de 1895. Cfr. Pe riódico Oficial de Chihuahua, 13 de julio de 1 95.
año XVII , núm. 11 , pp. 2 - 3.

22
dez".24 Sin em bargo, como "fuerzas represivas" locales,
brazo fuerte de los funcionarios civiles, en ocasiones actua-
ban brutalmente en el cumplimiento de las órdenes que les
eran señaladas.
El reglamento de organización autorizaba al gobernador
para aumentar la fuerza de Seguridad Pública en caso de ser
necesario ; así, en los estados se reproduce la misma estruc-
tura de control implementada por Díaz a nivel nacional.
Administrativame nte Chihuahua estaba dividida en dis-
tritos; la autoridad del gobernador recaía en un jefe po lítico;
los distritos a su vez se subdividían en mun icipalidades,
represen ta das po r ay untamientos o presiden tes de sección ;
las municipa lidad es, en comisarías, localizadas en pueblos
pequeños, haciendas y ranchos.
Para mante ner la aparente estabilidad del régimen, la
fu erzas polic íacas jugaron un importante papel y por lo
mismo se hicie ro n cada vez más indispensables, incremen-
tándose su número confo rme la dictadura porfirista ava nzaba
y la represió n se hacía más evide nte. Incluso llegaron al
estado los primero de tacament os de rurales - fines del por-
firismo cuand o grupos libera le ex iliados en Estados Un idos
incitaban a la rebe lión en el ca mpo, distribuían propaganda
y ocasionalmente cruzaban la fronkra.
Desde 4ue Díaz to mó L' I poder en 1876 hasta principios
del prese nte siglo. estab leció una clara separación entre el
poder político y el co ntro l eco nó mico; así, los caci4ucs re-
tendrían fun damental mente el poder económico, en tanto
que el pode r po lítico estaría en manos de los gobernadores
de los estado~ y los jefes políticos en los distritos; se evi taba
con ello q uc lo · ca<.:i4 ues adquiriesen demasiada fu erza y
<.:onsti tu ycra n un peligro para el istema.
1:.n Chihuahua el poder eco nó mico estaba representado
por la fami lia .Terrazas?~ 4ue en estos momentos (1876
1892) era antagónica a Díaz. Las revueltas de La .\loria y

24 ! Mdem.
25 Además de los 2'679,954 hectáreas que poseía aun cuando hay
d1vergenc1as e n relación al to ta l de tierras de la familia TerraLas, era

23
Tuxtepec habían d e te riorad o las re laciones e ntre ambos ge-
ne rales: T erraza , juarista primero, lerdisla después, no vio
con agrado e l triunfo del plan tuxtc pecano y e l ascenso de
Díaz .a la presidencia. Fue por e llo que cie rt os brotes de re-
beldía ca mpesina q ue se ge ne raro n e n el estado, sobre tod o
los provocados por cuestiones po lítico - electora les, estuvie-
ron ligad os de una u otra manera con e llo : pretendían debi-
lita r al gobie rn o estata l. Ha ta esta e tapa, finales de s iglo, la
familia Te rrazas y los campesinos habían coexis tid o e n ar-
m o nía : las tierras de éstos habían ido respetadas. 26
Durante la gubernatura de M·igue l Ahumada. iniciada en
1892, se lleva a cabo una políli<.:a de conciliació n en tre Díaz
y la o liga rq uía te rraten ie nte de Chihuahua. la familia Terra-
zas, con la media tización de su sob rin o y ye rn o Enrique
Cree!, mie m bro del partido de los C ientíficos. quien se con-
ve rtirá en embajador en Estados Un idos primero y ministró
de R e lac io nes Exteriores desp ués. Culmina e te acercamien-
to con la e ntrega que hace Díaz del gobierno de Chihuahua
a los T errazas, centralizando por primera vez en una familia
ambos poderes, e l económico y el político. en 1903- 1904
con Luis Te rra zas. en 1904 19 1O con Enrique Cree l. hasta
q ue se desencadenó e l movimiento armado. Así. la situació n
de los trabajadores norteños ca m bió de modo radical en los
primeros años de l siglo XX. debido a una serie de fac to rc
q ue transformaron completame nte a las clases altas del es-
tado. Esta transformación abarcó tan to a la o ligarquía local
com o a los g rupos de inversionistas extra njeros. a quienes se

el latifundio de mayor dimensión en el estado. Poseía grandes cantida-


des de ganado además del matadero heredado de su padre ; tenía acdo-
nes en el Banco Minero, en industrias textiles, molinos de harina y
ferrocarriles. Al asociarse con su yerno Enrique C'reel. la fortuna se in-
crementó, cana lizándose hacia la industria. Para 1900 andaban metidos
en un total de 26 empresas, formando la Compañía Industrial Mexi-
cana. Del Banco Minero fueron absorbiendo las acciones de la empresa.
hasta que quedaron en poder de Terrazas- Creel. Harold D. Sims. "Es-
pejo de caciques: los Terrazas de Chihuahua", en Historia Mexicana,
vol. XVIII. núm. 3 . México. El Colegio de México. 1969. pp. 389- 395.

26 Marte R. Gómez, op. cit., p . 17.

24
les seguían otorgando concesiones en los diversos ramos de
la industria extractiva: agricultura , minería y petróleo. La
inversión de sus capitales la canalizaron fundamentalmente
a estos sectores de la economía: "acaparamiento de tierras
y de vastas regiones foresta les, construcción de ferrocarri-
les: minería y metalurgia: apoderamiento de las riquezas
petrolíferas: control de las finanzas y lucha por e l control
del mercado mcxicano".2 7
Grandes compafHas extranjeras reemplazaron a los inver-
sionistas particu lares. En la metalurgia la American Smel-
ting & R efining Co. (ASARCO), de los hermanos Guggen-
heim. ejerció e l control en e l país estableciendo fundiciones
en diversos estados de la parte septentrional. En los ferroca-
rriles. aun cuando e n 1907 se creó la compañía gubernamen-
ta l Ferrocarriles acionales de México 28 producto de la
fusión de las tres más importantes empresas con sus líneas
subsidiarias- . detrás de la aparente m exicanización la admi-
nistración seguía en manos de monopo lios estadounidenses.
Especial interés manifestaron los inversionistas extranjeros
frente al boom petrolero en el Golfo de México: este fue
uno de los factores fundamenta les que incidieron en la po-
lítica de los Estados Unidos con respecto a México. En la
,cgunda década del presente siglo e l petróleo determ inó en
grado considerable el carácter de las relaciones económico-
políticas entre México y e l vecino país del norte. 29

'27 M.S. Alperovi,:h y B.T. Rudenko. La Re1"0/11ción Mexicana de


1910-191 7 y la poh'tica de los Estados Unidos. México, Fo ndo
de Cultura Popular, 1969. p. 33.

'.!8 En 1903 el ministro de Ha,:icnda Ltmantour adqumó una mayo-


ría de las acciones de la línea Interoceánica que se encon traba casi en
bancarrota: también adquuió el control del ' acional. En 1906 obtuvo
las acciones necesarias para controlar el Cenera!. organizando la nueva
compañía de Ferrocarriles Nacionales de Mé'\1co en 1907, para que
se encargara de las líneas mexicanizadas. John Coatsworth. El impacto
eco11ó111ico de los ferrocarriles en el porfiriaro, Méx ico. SepSetentas
( ~71 ). 1976. vol. J. pp. 59-60.

'.!9 ~I.S Alperov1ch. op. cit.. p. 40

E •l IM .ULL l.: LI •• \
La política de privilegio y protección al inversio nismo
extranjero, implementada por Día4'., agudizó las contradic-
ciones al interio r de las clases dominantes, hasta provocar
que un sector de la burguesía t errate niente nacional empe-
zara a o rganizarse en grupos de oposición, los cuales poco a
poco fuero n creciendo y buscando alianzas con otras clases
hasta manifest arse abiertamente oposito res al régimen.
El problema agrario se recrudeció. En Chihuahua el go-
bernador Enrique Cree! ex pidió en 1905 una ley especial de
expropiación que despojaba de .tierras a parte de las excolo-
nias militares: para 1906 algunas de las colonias más antiguas
empezaron a sentir los efectos de estas medidas. Los habi-
tantes de Narniquipa escribieron al presidente Díaz un me-
mo rial protestando por el despojo de que habían sido víc-
timas: " Vemos con profundo pesar que esos terrenos que es-
timamos en justicia como nuestros, porque los hemos reci-
bido de padres a hijos y fecu ndado con el trabajo constante
de más de un siglo, van pasa ndo a manos de ex traños me-
diante un sencillo denuncio y el pago de unos cuantos pe-
sos"·. 30 Los pobladores de Jan os, otra de las más antiguas
co lo nias militares, también elevaron su queja ante e l presi-
dente Díaz en los siguien tes términos: "A dos leguas de J a-
nos se encuentra la Colo nia Fernández Leal; próspera, pero
cuyos d ueños viven con toda comod idad en los Estados
Un idos, mientras nosotros, que hemos sufrido con las inva-
siones de los bárbaros a los que nuestros padres desterraron,
no podemos obtener el terreno". 3 1 Como éstas, más colo-
nias elevaron también sus protestas, au nque sin éxito.
También fue expedida una ley de Hacienda Municipal 32
que gravaba en form a excesiva a un secto r de la sociedad
que en Chihuahua la constituía una clase media agraria y
urbana , mientras que las grandes empresas quedaban casi
exentas del pago de im puestos. Este régimen de privilegio

30 Apttd, en Friedrich Katz. La gue.rra secreta en México, vol. 1,


México, Ediciones Era, 1982, p . 25 .

3 1 Ibi'dem, p. 25 .

32 Franc isco R . Almada . La Revolución . .. , op. cit., p. 63.

26
propició que el descontento que existía hacia la familia
Terrazas- Cree! fuera en aumento, ya que desde que asu-
mie ron el po der político, los negocios, los empleos munici-
pales y estatales, eran manejados por ellos.
Las protestas ya no fueron sólo de los grupos campesinos;
diversos sectores iban entrando en contradicción. En esta
primera década del siglo se manifiesta más abiertamente la
clase media: profesionistas e intelectuales, que padecían la
opresión y la falta de oportunidades. La oposición se ma-
nifestó primero a través del perio_dismo independiente, re-
presentado en Chihuahua por Silvestre Terrazas, editor del
diario El Correo de Chihuahua, fundado en 1899. 33 Al
mismo tiempo algunos intelectuales empezaron a organizarse
contra la dictadura; se generó un movimiento oposicionista
que tuvo apoyo principalmente en la clase obrera y en los
ectores medios: el movimiento magonista, cuyo documento
Programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación, fir-
mado en San Luis Missouri en 1906,34 fue el texto de mayor
trascendencia en la etapa precursora de la Revolución . En
él se conjugan dos tendencias : en lo polí'tico, la puramente
liberal de un reformismo que, en lo económico- social, re-
coge las demandas de obreros y campesinos.
A mediados de 1908 el PLM organizó un movimiento
revolucionario en el distrito Galeana de Chihuahua, encabe-
zado por Práxedis G. Guerrero, que debía levantarse en el
otoño del citado año, al igual que o tros núcleos magonistas
(se contaba con 46 grupos armados listos a levantarse). La
falta de comunicación entre ellos, la escasez de armamento
y el no tener vinculación directa con los campesinos, fueron
las causas de que el movimiento se descubriera y los involu-
crados fueran renazmen te perseguidos y enca rcelados. 35
3 3 Sobre su vida y actuación como director de El Correo de Chi·
huahua, véase Silvestre Terrazas. El 1·erdadero Pancho Villa, México,
Ediciones Era. 1985.
34 Véase Programa del Partido Liberal .Mexicano y Manifiesto a la
Nación, en ~lanuel González Ramírez. Plan es pol,'ticos y otros docu-
mentos. Mrx ico, Fo ndo de Cultura Económica. 1974, pp. :?4-:?9.

35 Véase Práxedis C. Guerrero. Arti'culos literarios y de combate.


México Grupo Cultural "Ricardo Flores Magón", 1924.

:?7
Un factor decisivo en el estallido del movimiento armado
de 191036 fue la gran crisis económica de los trabajadores
agrícolas en el segundo lustro del siglo XX, que afectó de
singular manera al estado de Chihuahua. En 1907, debido a
las fluctuaciones en la minería, miles de mexicanos que
trabajaban en los Estados Unidos fueron despedidos y las
autoridades norteamericanas los repatriaron. Al mismo tiem-
po fueron cerradas una serie de minas, especialmente en
Hidalgo del Parral, quedando sin empleo los obreros y sin
trabajo los inmigran tes. Parale la!'J1en te, una c risis en la agri-
cultura debida a he ladas e inundaciones, ocasionó la pé rdida
total de las cosechas de maíz en ese año.
Francisco I. Madero escribía en 1908: "el país, a pesar de
su vasta extensión de tierras laborales, no produce el algo-
dón , ni el trigo necesario para su consumo e n años normales,
y en años estériles tenemos que importar hasta e l maíz y el
frijol, bases de la alimentación del pueblo mexicano". 37
Esta crisis se manifestó en el alza de precios e n los artícu-
los de primera necesidad , y a ella no correspondió una igual
de los salarios. En general toda las clases sociales se vieron
afectadas por el desempleo, hambre, carest ía ; fluctuaciones
en la moneda fueron características de esta etapa .
A esta crítica situación agreguemos las declaraciones que
hizo Díaz en 1908 a l periodista J ames Creelman, en el sen-
tido de que el país ya estaba preparado para la democracia,
y por ello enarbolaba su firme resolución de separarse del
gobierno al concluir su período presidencial en 191 O. 38 La
actividad política encuentra un espacio para manifestarse
más abiertamente; clubes y círculos políticos congregan a la
o posición.
Así. para noviembre de 191 O el movimiento made rista
tie ne como escenario e l norte d e México, movimiento que

36 Friednch Katz. op. cit., la guerra secreta . .. , pp. 50- 51 .

3i' Francisco l. Madero. la sucesió11 presidencial en 1910. El Par-


tido .\'acio11a/ Democrát1co, \léxico, Editora Nacional. 1969, p. 23 7.

38 Jesús S1ha Heuog. Brei·e Historia de la R erolución Mexicana,


\1 t!x1co. Fo ndo de Cultura Económica, 1970, vol. 1, pp. 61 - 62.
no surgió de pronto; fue un largo proceso que canalizó los
movimientos de oposición que se habían gestado tiempo
afrás. Madero expresó los propósitos políticos y sociales de
muchos· grupos; tal es el caso del movimiento reyista que
congregó a una serie de hacendados descontentos por las
prerrogativas que el régimen concedía a los extranjeros;39 el
movimien to magonista, y finalmente, levantamientos cam-
pesinos regionales. o obstante, Madero, aunque aglutinó
a las distintas fuerzas sociales en un momento en que el
estado porfirista perdía consenso, atendió fundamentalmen-
te a factores de orden político; esto determinó su corta
permanencia como jefe de la Revolución. Las contradiccio-
nes al interior de las distintas fuerzas sociales desencadena-
ron la lucha armada que enfren tó por una década a las dis-
tintas facciones en pugna.

39 Víctor E. Niem eyer. El Gral. Bernardo Reyes, México , Gobierno


del Estado de uevo León, 1966. p. 146.
29
La Revolución en el Norte. Chihuahua, escenario del
movimiento armado de 1910

La Revolución se inicia en el norte de la República debido a


varias causas: la acelerada transformación de la frontera sur
de los Estados Unidos y las inversiones norteamericanas en
nuestro país provocaron cambios y desajustes socioeconó-
micos que afectaron a la población norteña en su conjunto;
la facilidad para adqu-irir e introducir armas de los Estados
Unidos, y por ser la frontera el lugar donde se encontraban
exiliados los principales dirigentes revolucionarios.
El movimiento norteño no fue un movimiento homogé-
neo; presenta diferencias que responden a las condiciones
mismas de cada estado. En Sonora y Coahuila el movimien-
to maderista estuvo representado por hacendados liberales:
Madero mismo, Felícitas Villarreal y Venustiano Carranza
en Coahuila; José María Maytorena, Ignacio L. Pesqueira, en
Sonora; terratenientes descontentos con el régimen, debido
a que al interesarse - algunos de ellos- en la industria, tu-
vieron que hacer frente a la oposición de los grandes consor-
cios extranjeros y a la falta de apoyo que el propio gobierno
les daba. 1 Por el contrario, el estado de Chihuahua contaba
con una clase mucho menos liberal de hacendados: la fami-
lia Terrazas- Cree! había absorbido a los terratenientes más
importantes. De esta manera, el movimiento chiliuahuenst'
fue el único en el Norte cuya jefatura - sin ser precisamente
campesin a- no fue de hacendados.
El dirigente del movimiento antirreeleccionista en Chi-
huahua fue Abraham González, 2 quien dirigiría más tarde,
como gobernador, los destinos del estado. Fue descendiente
de una vieja familia de caciques del distrito Guerrero, quienes
a fines del siglo XIX, debido a una lucha económica con los

1 Friedrich Katz. " Pancho Villa y el ataque a Columbus, Nuevo


México", Siempre (131 5), México, 1978, p. VII.
2 Francisco R. Almada. Vida, proceso y muerte de Abraham Gon-
zá/ez, México, Talleres Gráficos de la Nación (42), 1967, pp. 16-17.
31
Terrazas, perdieron su fortuna. Estudió una carrera comer-
cial en la Universidad de Notre Dame, Indiana, EUA, y
desempeí'ló en Chihuahua empleos tales como ad ministrador
de tranvías, cajero del Banco de Chihuahua, trad uctor del
diario El Padre Padilla, y mecanógrafo del consulado nortea-
mericano en Chihuahua. Se dedicó también a negocios de
minas y ~l pequeño comercio en ganado; fue, en fm , un
miembro de la clase media asediado siempre por la compe-
tencia de los Terrazas.
Al mismo tiempo surgieron una serie de dirigentes regio-
nales, algunos- de ellos de gran significación como Pascual
Orozco (hijo), q uien se insurreccionó en Ciudad Guerrero, y
Francisco Villa, que lo hizo en San Andrés. El primero en
sublevarse, aun antes de la fecha señalada por el Plan de San
Luis Potosí, 3 fue Toribio Ortega, pequeño comerciante y
campesino de Cu chillo Parado, quien en 1902 había sido
electo dirigente de la Asociación de Vecino~ de su pueblo, y
había protestado ante las autoridades respectivas contra los
acaparamientos de tierras, teniendo por ello ligas muy estre-
chas con los campesinos de la localidad. El 14 de noviembre
de 1910, al frente de 60 hombres, acordaron desconocer al
gobierno federal y se lanzaron a la lucha operando en la
región de Ojinaga hasta el triunfo del maderismo.
Cuando Abraham González ocupa la gubernatura estatal,
nombra a Toribio Ortega presidente municipal de Cuchillo
Parado, y jefe del cuerpo de rurales del lugar. Maderista por
convicción, toma las armas nuevamente contra la subleva-
ción orozqu ista, integrándose posteriormente a la División
del Norte bajo las órdenes de Pancho Villa. 4
Otros dirigentes fueron Heliodoro Olea 5 y Luis A. García,
ambos de filiación magonista que encabezaron el movimien-

3 Véase Plan de San Luis Potosi', en Manuel González Ramírez.


Planes poli'ticos y otros documentos, México, FCE, 1974, pp. 34- 41.
4 Toribio Ortega muere en 1914. Véanse datos biográficos en Fra~-
cisco R. Almada. Diccionario de Historia, Geograf{a y Biograf{as Chi-
huahuenses, México, Universidad de Chihuahua, 1968, p. 383.

5 Heliodoro Olea había ocupado el cargo de jefe municipal en Ba-


chíniva en 1904, siendo removido por disposición del nuevo goberna-

32
to en Bachíniva, J osé de la Luz Blanco que se insurreccionó
en Pedernales, José Ma. Caraveo en Ocampo, Guillermo
Baca en el distrito Hidalgo. Cabe citar a Cástulo Herrera,
quien había dirigido el sindicato de mecánicos en Chihuahua
y era miembro del Partido Antirreeleccionista en la propia
ciudad . Al grupo que encabezaba Herrera se le unió Pancho
Villa, quien hasta 1910 había sido un proscrito, 6 un abigeo
perseguido por la Acordada y dirigido por el cabecilla Igna-
cio Parra. Desde Durango se internó en el estado de Chihua-
hua, donde trató de asentarse trabajando en minas, de alba-
ñil, en el rastro y vend iendo carne en su oropio expendio:
pero siempre tuvo que huir de la acción punitiva de sus
perseguidores.
Asediado por las autoridades de Durango y Chihuahua.
siempre a "salto de mata", se internó en la sierra. hecho que
tanto le dio una perspectiva más amplia de la realidad del
campo norteño, como le permitió conocer bien este territo-

dor Enrique Cree! al suprimir éste a los presidentes municipales elegi-


dos popularmente. Miembro del Partido Liberal, fue hecho prisionero
en 1906 por los cargos de rebelión , conspiración y sedición y enviado
a San Juan de Ulúa, regresando a Chihuahua en 1908. Heliodoro Olea.
Apuntes Históricos de la Revolución de 1910- 1911, Chihuahua, Im-
presora Alffer, 1961.
6 Francisco Villa (Doroteo Arango) nació el S de junio de 1878 en
la población de Río Grande, Durango. Miembro de una familia de
cinco hijos: Martina, Mariana, Antonio e Hipólito; fueron sus padres
Agustín Arango y Micaela Arámbula. La muerte de su padre lo obligó
a asumir las responsabilidades de cabeza de familia, trabajando prime-
ro como leñador y más tarde como comerciante. Esta actividad le
dio cierta habilidad para el manejo de cuentas. La difícil situación
económica familiar obstaculizó las posibilidades educativas de la fami-
lia Arango; las pequeñas ganacias que como comerciante obtenía no
alcanzaban a satisfacer las necesidades de la familia, por lo que deci-
dieron tomar a medias una labor. Así, en 1894, en la hacienda de
Gogojito, perteneciente al municipio de Canatlán, Durango, lo encon-
tramos trabajando como mediero de la familia López Negrete. Un día,
al regresar de la labor, hirió al hacendado Agustín López Negrete por
haber raptado a su hermana Martina, por cuyo motivo tuvo que huu
a la sierra. Manuel Bauche Alcalde. El general Francisco Villa. Manus-
crito original inédito de 1914. Véase también Silvestre Terrazas, op.
cit.
33
rio hasta los lugares más recónditos y estratégicos, ventaja
significativa en la lucha a rmada de añ'os posteriores.
Es en la ciudad de Chihuahua donde conoce a Abraham
González, jefe del Partido Antirreeleccionista, quien cambia-
ría su destino. Descubrió en él una imagen paternal que en-
carnaba la justicia. y a partir de ese momento se estableció
entre ambos una estrecha amistad.7
A í cuando Abraham González se une a los revoH.ciona-
rios maderistas, Villa acep ta luchar a favor de los rebeldes,
invitando a sus amigo de corr~rías para que participaran en
el movimiento que estaba por iniciarse. Con un grupo de
ocho homb res se d irige a l rancho de Chavarría con el fin de
obtener provisiones e información sobre la o rganización que
se estaba llevando a efccto. 8 Con la partida de Cástulo He-
rrera ocuparon sin resistencia la población de San Andrés.
Desde este momento Villa demostró capacidad de m and·o,
un considerable arraigo popular y, desde luego, el carism a
del caudillo que posteriormente encabezaría a la División
del orte durante la lucha constitucionalista.
Como revolucio nario maderista d io las p rimeras batallas
,·n San Andrés, Santa Isabel y otros lugares más. junto con
la gran figura de este pe ríodo: Pascual Orozco. 9 Al fre nte de
los antirreeleccionistas de Ciudau Guerrero. el 20 de novie m-
bre e levanta en armas y entra en contacto con los demás
jefes revolucionarios. Operó en gran parte del estad o de
Chihuahua hasta el asedio a la p laza de Ciudad Juún:z. Du-

7 Silvestre Terrazas, ibi"dem, p. 18 .

8 Francisco R. Almada. La Revolución en el Estado de Chihuahua,


México, Talleres Gráficos de la ación , 1964, vol. 1, pp. 170- 171 .
9 Pascual Orozco nació en 1882 en la Hacienda de Santa Isabel,
municipio de Ciudad Guerrero. Después de haber cursado la educa-
ción primaria, trabajó en el transporte d.e minerales como conductor y
más carde como arriero en el distrito Guerrero. Estaba profunc.Jamente
resentido co n el régi men político estatal ya que la familia Terrazas le
había negado una co ncesión de arriería. Michael C. i\leyer. Mexican
rebel. Pascua/OrozcoandtheMexica11Revol11tio11. 1910- 1915. USA
University of Nebraska, 1967. p. 15.

34
runte toda la campaña contra los federales el "ejército" de
Orozco fue el elemento mú efectivo del madcrismo. 10
Ante la generalización de los brotes de rebeldía en el
estado," Po rfiri o Díaz re forzó la Segunda Zona Militar que
com prendía Chihuahua y Durango, y o rdenó que se incre-
mentara la policía rural estatal como apoyo a las fuerzas fe-
derales. Sin emba rgo, poco a poco las poblaciones eran to-
madas por los revolucionario . a quienes se estaban uniendo
contingentes procedentes de Sonora y Coahu ila. En tales
circunstancias, el gobernador Enrique Cree( ordenó que se
o rganizara n Cuerpos de Voluntarios en los distritos Galeana,
Jiménez y Bravo!>, y se guarneciera la plaza de Ciudad Juórcz
con un cuerpo de cien hombres, ya que:

Invadida to da la esfera in ferior del pueblo por la sem illa de la sed i-


ción, propagada en la fo rma úe ofrecimien tos úe puestos públicos
y de reparto de tierras, ga nado y valores, sobre bases socialistas,
co mprendí qu e muy poco podía esperarse de esa esfera social para
contener la corriente úe la revo lu c ió n, y pude co nvencerme de que
dentro de esa órbita sólo e n las Hacie ndas pudiera encontrarse al-
gún elemento que no estuviera fanati1ado por los propagandistas de
Madero ... Desgraciaúamcnte , me he encon trado con un egoísmo
increíble e ntre los hace núaúos . . . o ha bastado el explicarles que
el Gobiern o se inspira en el cumpli mien to de sus deberes y está listo
para proporcio narles todas las armas y munic iones que sean necesa-
rias para estabhicer en cad a Pueblo, en cada Hacienda un servicio
de vigilancia CU} os salarios pagará e l mismo Gobierno. y que tenga
por único obJeto úefonder esos Pueblos y esas Haciendas en que
ellos viven y en qur el los tienen intereses . .. el Gobierno no exige
de e llos ningún gasto que pudiera mermar sus más o menos cuantio-
sos in tereses, sí comprenden la probabilidad de que tengan que se-
parar de sus negocio~. para establecer ese servicio de vigilancia , al-
gunos individuos y algunos caballos, y que la separación de esos ele-
mentos, pu diera traer algún perjuicio, aunque fuera ligero. en el
mecanismo de sus negocios. Co mprend en ad emás, la posibilidad de
que llegando a conocim ie nto de los revo lucionarios que ellos han
tomado alguna participación á favor del Gobierno , y están dispu es-
tos á poner punto á sus abu sos co n las armas e n la mano, pudieran
los revolucionarios causarles perjuicios .e n sus in tereses; matando
sus semovientes y destruyendo sus haciendas, y ante este temor,

IO J ames D. Cockcroft. Precursores intelectuales de la R evolución


Mexicana, México, Siglo Veintiuno Editores S.A., 197 1, p. 167.

35
por remoto que aparezca, se mueren los sentimientos de patriotis-
mo y los de dignidad personal, y además se les ofusca el criterio, y
dejan de comprender estas pobres gentes que con esa actitud indi-
ferente están contribuyendo directamente para la destrucción de
lo que constituye su ideal o sea su fortuna.11

Por el tono alarmista de la carta es de suponer que Enri-


que Creel esperaba que su padre difundiera en la ciudad de
México estas noticias. Evidentemente el otorgamiento
de "puestos públicos, el reparto de tierras, ganado y valores
sobre bases socialistas", no es. válido literalmente para la
fecha en que él escribe. Las demandas del maderismo eran
fundamentalmente políticas: el establecimiento de la demo-
cracia frente a la dictadura. El hecho -p0r otra parte- de
que los hacendados no dieran muestras de querer cooperar
con el gobierno significa que no veían peligrar realmente sus
intereses. Tener que colabqrar con el gobierno en la defensa
de los pueblos, no les redituaba ninguna ganancia y sí, en
cambio, una erogación que podía ser más o menos cuantiosa.
Defender las haciendas no tenía mayor problema, puesto
que nunca estuvieron realmente amenazadas.
Las adhesiones a los maderistas continuaron. El líder
magonista Práxedis G. Guerrero se internó en el distrito Ga-
leana, aproximándose a Casas Grandes en dirección al pue-
blo de Janos, defendido por un·a sección de nirales. Atacó y
tomó la plaza el 30 de diciembre de 1910; sin embargo, fue
muerto en el combate, sucediéndolo en el mando José Inés
Salazar, que más adelante combatió junto a las fuerzas ma-
deristas.12
En febrero de 1911 , Madero, que se encontraba exiliado
en San Antonio, Texas, se interna a territorio nacional por
El Paso, Texas, y se pone al frente de sus partidarios; em-

11 Carta que duige el gobernador del estado de Chihuahua, Enri-


que C. Creel, a su padre, fechada el 22 de diciembre de 191 O. Silves-
tre Terrazas Collection, Bancroft Library, parte 1 (microfilm).

12 Expediente XI/481.S /60. Estado de Chihuahua, 191 O, tomo IV,


f. 922, ADNH .
A partir de esta cita, se mencionará ADNH al referirse al Archivo ·
de la Secretaría de la Defensa Nacional, ramo Histórico.
36
prenden la travesía por varios puntos del estallo de Chihua-
hua. Con sus mejores tropas atacan la plaza de Casas Grandes
y se aproximan a la población fronteriza de Ciudad J uárez.
El moviniien to maderista triunfa en mayo de 1911 con la
firma de los Tratados de Ciudad Juárez. Con ello el dirigente
del movimiento antirreeleccionista en el estado, Abraham
González, 13 se convirtió en gobernador hasta que en 1913
fue asesinado por órdenes de Victoriano Huerta.
El triunfo del maderismo provocó las primeras escisiones
dentro del bando revolucionario; sin·embargo, la llegada a la
presidencia de Madero significó el ascenso a puestos de man-
do de los sectores medios, tanto en las gubernaturas como
dentro del propio gabinete. Tal fue el caso de Abraham
González. Desde que se hizo cargo del gobierno provisional
del estado, su política la encaminó a favorecer a los obreros
y a la clase media, postergándose la solución a la problemá-
tica de los campesinos, quienes no obtuvieron nada de la
revolución. Los cambios, manifestaba González, debían lle-
varse a cabo de acuerdo con la ley, nu nca de manera radical.
En los conflictos obrero- patronales que se presentaron
intervino a favor de los trabajadores. Tal es el caso de los
movimientos de huelga que se registraron en los minerales
de Naica y Cusihuiriachic 14 por aumento de salarios y o tras
prestaciones que fueron conseguidas por mediación de él, o
en la empresa Madera Lumber Co. donde el origen de la
huelga fue la explotación que la compañía hacía de los obre-
ros a través de la tienda de raya, consiguiéndose finalmente
que la empresa cubriera en efectivo los sueldos de los traba-
jadores. Al mismo tiempo se llevaron a cabo medidas enca-
minadas a favorece r a los sectores medios: suprimió el puesto
de jefe político y restableció el municipio libre; implementó
una reforma arancelaria a fin de que las grandes propiedades
rústicas pagaran in1puestos más altos que las de menor di-
mensión , de manera proporcional. Sin embargo no se realizó

13 El 4 de oc tubre de 1911 , Abraham Go nlález rindió la protesta


como gobernador constitucional para ejercer dicho encargo en el cua-
trenio que terminaba el 3 de octubre de 1915.

14 Francisco R . Almada. Vida, proceso .. ., op. cit., pp. 59- 63.

37
ninguna cxpropiac1on o in cautación de haciendas: lo único
que se hizo en materia agraria fue prohibir la venta de terre-
nos baldíos, así como la denuncia de terrenos municipales,
mientras se elaboraba un proyecto de distribución o venta
de tierras entre los campesinos. 15
Respecto a los desempleados que se habían unido al ejér-
cito maderista. nada se hizo por ellos.
De acuerdo a lo pactado en los Tratados de Ciudad Juárez,
Abraham González, en su calidad de gobernador, inició el
licenciamiento del ejército maderista en Chihuahua, gratifi-
cando a cada soldado con cincuenta pesos y veinticinco pe-
sos más a los que entregaban riíle o carabina, y el pasaje de
ferrocarril que los llevaría de regreso a su. pueblo natal, lo
que significaba que volvían a la misma situación de miseria
en la que se encontraban antes de unirse aJ maderismo.
A jefes como Tomás Urbina, Toribio Ortega y Fidel Avila, ·
se les gratificó con cien pesos; a Pascual Orozco se le entre-
garon cincuenta mil pesos 16 y a Villa diez mil, los cuales
aceptó en calidad de préstamo, con lo que estableció un ne-
gocio de ganado y carn icería en la ciudad de Chihualma.17
Al hacerse cargo de la presidencia del país, ·en octubre de
1911 , Madero suprimió temporalmente la Segunda Zona
Militar, creando en el estado la Primera Zona RuraJ al man-
do de Pascual Orozco, 18 constituida por an tiguos soldados
maderistas que al reintegrarse a las milicias estatales encon-
traron una nueva forma de empleo.
A fines de 1911 e inicios de 191 2 se manifestaron claros
síntomas de divisiones políticas entre civiles y militares, y
un grupo tras otro fueron rompiendo con Madero, declarán-
dose en rebeldía contra el gobierno constituido. 19

15 / bz"dem, p. 57.

l6 Francisco R. Almada. La Revolución . .. , op. cit., t. 1, p. 240.


17 Manuel Bauche Alcalde, op. cit.

18 Pascual Orozco esperaba obtener un mayor reconocimiento de


la Revolución que el solo mando de rurales e n Chihuahua.
19 James D. Cockcroft, op. cit., p. 193.

38
En el Sur, Emiliano Zapata se había negado a licencia r a
su gente y siguió en pie de lucha por la transformación de las
estructuras agrarias existentes, en favor de una restauración
de la propiedad agraria comunal de los pueblos, proclamando
el Plan de A y a/a el 28 de noviembre de 19 1 l. 20 La lucha por
sus tierras en el fondo seguía siendo el problema esencial y
único de los pueblos zapatistas.
En el orte la revuelta orozquista obedece a factores de
diversa índole. Si bien es cierto que Orozco no simpatizó
desde un principio con Madero, el• distanciamiento entre
ambos responde al rencor q ue Orozco le guardaba, ya que
sentía que no le había retribuido como él esperaba, su
participación en el triunfo del maderismo. A Pascual Orozco
se le identifico con varios grupos disidentes: el reyista, la
rebelión vazquista a la que incluso combatió a principios de
19 12; también con los sectores conservadores de Chihuahua:
sin embargo, además de su ambición de poder, el factor de-
cisivo que Jo llevó a tomar las armas contra Madero fue la
petición formal que los distintos líderes revolucionarios le-
vantados en armas le hicieron para que se constituyera en
caudillo y general del Ejército Libertador;21 en m uchos de
sus se!,>uidores, fue el desempleo en que se trad ujo el licen-
ciamiento parcial de las fuerzas maderistas.
El 3 de marzo <le 1912, Orozco, después de romper con
Emilio Vázquez Gómez asume el mando de la rebelió n y
proclama el Pacto de la Empacadora, 22 reafirmando la nece-
sidad de una pronta solución al problema agrario y propug-
nando una serie de cambios tendientes a favorecer a la clase
obrera. Estas ideas denotan gran influencia del Programa del
Partido Liberal Mexicano de 1906. El plan lo firmaron di-
rigentes de diversa filiación: magonista. vazquista, y antiguos
exfederales porfiristas; J osé Inés Salazar. Emilio P. Campa .

20 Véase Plan de Aya/a, en Manuel González Ram írl'z. up. d t., pp


73- 77. .
21 Michael Meyer, op. cit., p. 62.

22 Véase Pacto de la Empacadora, firmado el 6 de mano de 19 1:!,


ibi'dem, pp. 95 - 106.
39
Braulio Hernández, Marcelo Caraveo, Benjamín Argumedo,
Cástula Herrera, Gon.zalo C. Enrile y el propio Orozco. Lo
paradójico es el carácter popular del movimiento, conside-
rando ·que fue financiado por la oligarquía chilluahuense, la
familia Terrazas- Cree) y demás hacendados porfiristas, para
quienes acabar con el mauerismo significaba eliminar al ejér-
cito revolucionario que se estaba gestando, y la recuperación
del mando en el estado. 23
Para combatir a los orozquistas. Madero ordenó la movili-
zación de tropas federales al nor~e, designando a Victoriano
Huerta comandante de las operaciones, para que diera orga-
nización a dichas fuerzas e incorporara a los grupos irregula-
res ya activos en el Norte, y que operaban aisladamente.
Venustiano Carranza en Coahuila, José Ma. Maytorena en
Sonora y el propio González en Chihuahua, habían ya orga-.
nizado fuerzas auxiliares para combatir al orozquismo. El
ejército federal trató de incorporar estas milicias bajo su
control, pero los gobernadores Maytorena y Carranza se
opusieron, conservando su autonomía.
En Chihuahua los grupos campesinas se unieron a Abra-
ham González y lucharon para defender al maderismo. Tori-
bio Ortega volvió a sublevarse en Cuchillo Parado, Tomás
Ornelas y Rosalío Hernández en el distrito Camargo, Cande-
laria Cervantes en amiquipa, José Almeyda y Eduardo
Casavantes en el distrito Guerrero, y Francisco Villa en la
región de San Andrés, uniéndose posteriormente a las fuerzas
de Huerta 24 en la División del ortc, que resultó victoriosa
en los combates de Tlahualilo. Pad riceiia, Conejos y Rellano.
librados contra los orozquistas, hasta derrotarlos por com-
pleto en la batalla de Bachimba.25
Los objetivos Je Huerta y los federales iban más allá del
solo triunfo sobre los orozquistas: pretendían la di olución

23 Para :nayor información so bre Pascual Orozco véase Michael


Meyer, op. cit., y Ramón Puente. Pasc11al Orozco y la revuelta de
Chihuahua. México, E. Gómez de la Puente, 191 '.!.
24 Francisco R. Almada. La Re1•0 /r1ció11 . .. , op. cit., t. 1, p. '.!88.

2 5 /bi'dem, pp. 338, 345 - 352.

40
de las milicias estatales revolucionarias para que el ejército
federal tuviera nuevamente el control sobre las fuenas ar-
madas y diera el apoyo a los grupos conservadores con quie-
nes se ligó. Esto explica la inculpación que Huerta hace a
Pancho Villa del robo de una yegua, 26 el sometimiento
a consejo de guerra sumario y el pretendido fusilamiento
que no se llevó a cabo por intervención directa de Madero;
el traslado de Villa a la penitenciaría en la ciudad de México :
el proceso que se le abre acusándolo de los delitos de insu-
bordinación, desobediencia y robo 1 para declararlo formal-
mente preso el 13 de junio de 1912; su posterior traslado a
la prisión militar de Santiago Tlatelolco, de donde se fuga
hasta llegar a la frontera con los Estados Unidos. Ya en te-
rritorio norteamericano continúa en comunicación con
Abraham González, quien le aconseja mantenerse fuera
del país. La verdadera razón era que Villa representaba al
núcleo más importante y consolidado de las fuerzas irregu-
lares en Chihuahua y por ello era necesario eliminarlo.
El cuartelazo proporcionó la coyuntura para consolidar
los objetivos de Huerta. Los grupos conservadores: hacen-
dados, empresarios, intereses extranjeros y el ejército federal,
pusieron los elementos a su alcance para recuperar nueva-
mente el poder.27
El Pacto de la Ciudadela 28 y los asesinatos de Madero y
Pino Suárez, en vez de poner coto a la Revolución desenca-
denaron el movimiento en forma generalizada, violenta y
siste111á tica.

26 Expediente XI/lll/1-210. Francisco Villa, ADCN.


A partir de esta cita, se m encionará ADNC al referirse al Archivo de
la Secretaría de la Defensa Nacional, ramo Cancelados.
27 Charles C. Cumberland. La Revol11ció11 Afexica11a. Los a,íos
co11stiwcionalistas, México, Fondo de Cultura Económica, 1975, p.
21.

28 Véase Pacto de la Ciudadela, del 18 de febrero de 1913, en .Ma-


nuel González Ramírez. op. cit., pp. 132-133.

41
El movimiento villista. Surgimiento y apogeo
de la División del Norte, 1913-191 S

A partir de 1913 el movimiento armado inicia una nueva


etapa; Arnaldo Córdova la define como revolución social:
"La revolución social significaba hacer la reforma agraria,
devolviendo sus tierras a quienes hubiesen sido despojados
de las mismas, y repartiendo aquéllas que aún estuviesen en
calidad de tierras nacionales, no privadas, a los que carecie-
ran de ellas" ... "significaba, además, garantizar los dere-
chos del trabajo, pero sin poner en peligro la existencia del
capital, que definitivamente era, no sólo necesario, sino
indispensable para la nación". 1
Así los campesinos jugaron un papel fundamental en la
destrucción de la vieja sociedad oligárquica, pero no propor-
cionaron ni el programa, ni la ideología, ni la dirección po-
lítica. 2 El carácter localista o regional de sus intereses corno
grupo social, decidió que fueran nuevamente los hacendados
norteños quienes se pusieran al frente del movimiento. De
la presencia de las fuerzas revolucionarias norteñas que com-
baten al huertismo, emergerá el grupo dirigente capaz de
crear las condiciones para una entrada acelerada de México
por la vía capitalista; sin embargo, esta etapa tuvo una carga
esencialmente agraria, cuyo corazón fue el zapatismo,3 tam-
bién los villistas en el a rte enfrentan una lucha popular con
demandas de justicia social, y plantean una reforma agraria
basada en la creación de la pequeña propiedad.
El gobernador de Coahuila, Yenustiano Carranza, declara
su rebeldía desconociendo al gobierno huertista a través del

1 Arnaldo Córdova, op. cit., p. 24.

2 Arnaldo Córdova. "México: revolución burguesa y política de


masas", en Cuadernos Pot,'ticos, núm. 13," México, Ediciones Era
S.A., julio-septiembre de 1977, pp. 91 - 92.
3 Héctor Aguilar Camín. Saldos de la Revolución. México, Edicio-
nes Océano, 1984, p. 13.
43
Plan de Guadalupe4 el 26 de marzo de 1913. Dicho plan
propugna el restablecimiento del gobierno constitucional,
invita a los ciudadanos a sublevarse con las armas y a formar
parte del ejército que se denominaría Constitucionalista, y
del cual Carranza sería el primer jefe. En Sonora, el goberna-
dor Maytorena se une a Carranza aumentando las milicias
estatales que, junto con las de Coahuila, serían el germen del
Ejército Constitucionalista.
Carranza dio a este ejército una organización estrictamen-
te jerarquizada, subdividiéndolo en siete cuerpos de ejército
denominados del Noroeste, oreste, Oriente, Occidente,
Centro, Sur y Sureste. 5 De ellos, los más importantes fueron
el del Noroeste, comandado por Alvaro Obregón ; la División
del orte, técnicamente subordinada al cuerpo del Noroeste,
y el ejército del Noreste al mando del general Pablo Gonzá-
lez. En el Sur siguió luchando -aunque en forma indepen- ·
diente- Emiliano Zapata. Todos ellos fueron militares im-
provisados en la lucha; sin embargo, formarían el contingente
annado más importante y numeroso de la Revolución.6
4 Véase Plan de Guadalupe, en Manuel González Ramírez, op. cit.,
pp. 137, 139.
5 Venustiano Carranza, en su decreto relativo a la subdivisión del
ejército constitucionalista expedido en el cuartel general de Monclo-
va, Coahuila, el 4 de julio de 1913, crea siete cuerpos de ejército para
la mejor organización y operaciones de dicho ejército, al mando de un
general en jefe. El del Noroeste comprendiendo las fuerzas de los esta-
dos de Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa y territorio de la Baja
California ; Noreste, fuerzas de los estados de Coahuila, Nuevo Léon y
Tamaulipas; Oriente, fuerzas de los estados de Puebla, Tlaxcala y
Veracruz; Occidente, fuerzas de los estados de Jalisco, Michoacán,
Colima y territorio de Tepic; Centro, fuerzas de los estados de Zacate-
cas, Aguascalientes, San Luis Potosi, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo
y México ; el del Sur con fuerzas de los estados de Morelos, Guerrero
y Oaxaca, y el del Sureste con fuerzas de los estados de Yucatán, Cam-
peche, Tabasco y Chiapas. vol. 92, año de 1913, APHS.
A partir de esta cita, se mencionará APHS al referirse al Archivo
del Patronato de la Historia de Sonora.

6 Alvaro Obregón, pequeño agricultor sonorense; Pablo González,


molinero de ocupación; Emiliano Zapata, caballerango y jefe de las
fuerzas agraristas del estado de Morelos. Jorge Alberto Lozoya, op,
cit., p. 45.
44
En Chihuahua la situación fue diferente. Abraham Gon-
zález, representante de la clase media, prisionero del general
huertista Antonio Rábago, fue asesinado el 7 de marzo por
órdenes del propio Huerta. 7 A la derrota del orozquismo, la
administración estatal quedó nuevamente en manos de las
fuerzas conservadoras, que no vacilaron en unirse al huertis-
mo ; es por ello que la revolución en Chihuahua tuvo bases
mucho más populares, a través de sus exponentes Manuel
Chao, Tomás Urbina, Toribio Ortega, Fidel AviJa, Rosalío
Hernández y Francisco Villa, qui~nes no esperaron el lla-
mado de los líderes políticos, sino que se organizaron por
iniciativa propia en la última semana de febrero, y se lanza-
ron a la lucha tomando la población de Santa Rosalía el
28 de febrero. Maclovio Herrera encabezó un ataque triunfal
sobre Namiquipa el 3 de marzo. Manuel Chao atacó Parral el
5 de marzo, siendo derrotado por las tropas féderales. 8
La profunda admiración que Villa sentía por Madero y
Abraham González, lo llevó a engrosar nuevamente las filas
revolucionarias al enterarse de la traición de que éstos ha-
bían sido víctimas. En marzo de 1913 cruza la frontera pro-
cedente de El Paso, Texas, por el paraje conocido como
"Los Partidos", con ocho hombres* y novecientos dólares
- donativo de Adolfo de la Huerta y José María Maytorena-;
se une a los grupos revolucionarios ya activos en el estado, y
organiza un ejército popular sobre la base de su prestigio en-
tre los campesinos de Chihuahua. 9

7 El día 22 de febrero Abraham González fue aprehendido en el


Palacio de Gobierno por órdenes del general Huerta, obligado a re-
nunciar y días después enviado a la ciudad de México. A la altura de
Horcasitas y Bachimba, don Abraham fue bajado del tren y asesinado
• por una escolta del So. Regimiento. Francisco R. Alrnada. Dicciona-
rio . . ., op. cit., p . 230.
8 Expediente Xl/481.5/69. Estado de Chihuahua, 1913, ADNH.
9 Luis Aguirre Benavides. De Francisco l . Madero a Francisco Villa.
Memorias de un revolucionario. México, Taúetes A. del Bosque, 1966,
p. 86.

*Carlos Jáuregui, Miguel Saavedra, Manuel Ochoa, Darío W. Silva


Juan Dozal, Pedro Sapién, Pascual A. Toscano y Tomás Rosales.

45
El pueblo sentía gran simpatía por Villa, porque estaba identifi-
cado con su origen , con sus aspiraciones de reivindicar sus derechos,
de alcanzar una justicia social, humana, sobre todo de no soportar
un acto de tiranía como el que hubiera implantado Huerta. 10

Organiza primero una brigada ; meses después, en septiem-


bre de 1913, la División del o rte, q ue se mantuvo indepen-
diente y en raras ocasiones aceptó la subordinación : prácti-
camente actuó como un cuerpo de ejército tanto o más im-
portante que el del oreste.
Poco a poco las partidas sublevadas en dife re ntes regio nes

...
d e los estados de Chihuahua y Durango se fueron incorpo-
rando a la División de l Norte: Fidel Avila. que había sido ca-
pataz de una hácienda, se inco rpora co n vaqueros y peones:
Maclovio y Luis He rrera se le unen e n Camargo ; Tomás Ur-
bina, con 600 hombres, e n Jimé nez; Ro do lfo Fierro, ferro-
carrilero: Calixto Co ntre ras, campesino de La Laguna ; los
he rmanos Eugenio y Luis Aguirre Be navides, ricos de la
regió n de Parras. Co ahui la: Severino Ce niceros, artesano de
La Laguna, e ntre o tros, hasta constitui r el po de roso ejército
villista que de rro tó a los federales e n dive rsas batallas, o b-
te nie ndo con e ll o el con trol militar e n casi to do el estado d e
Chihuahua. Fue e nto nces c uando los je fes de la División del
No rte acorda ron designar al general Villa como gobernador
p rovisional de este cstado 11 el 8 de diciembre de 19 13,
siendo confirmado e n su puesto po r e l Prime r Je fe Venustia-
no Carranza . Ejerció el po de r po lítico-admin ist rativo pocos
meses (has ta febre ro de 1914) debido a que nuevame nte re-
) gresa a hacerse cargo de las operacio nes en su avance militar
1 contra el hue rtismo . iniciándose así una etapa de gobie rnos

lO En trevista al señor Eulogio Salazar Villegas realizada por Laura


Espeje! el 18 de enero de 1973 en la ciudad de México. Archivo de la
Palabra, INAH - SEP, PH0/ 1/ 13 7, p. 16.
11 "Co nsiderando que el Ejecutivo del Estado debe recaer en un
jefe constitucio nalista que conozca las necesidades del Estado, se
aprueba que este puesto recaiga en el general Villa". Firmado por los
generales Maclovio Herrera, José E. Rodríguez, Manuel Chao y Fran- ·
cisco Villa, 8 de diciembre de 1913, vol. 67, APHS, Apud. Periód ico
Oficial del estado de Chihuahua.

46
villistas en Chihuahua, encabezados por el profesor Manuel
Chao, el periodista Silvestre Terrazas y el agricultor Fidel
Avila, que gobernó hasta diciembre de 1915 , en que termi-
nó el régimen villista en Chihuahua.
En este lapso se llevó a cabo una serie de medidas ten-
dien tes a destruir el poder económico y político de la oli-
garquía tradicional gobernante, modificando la estructura
del estado durante algún tiempo. Francisco Villa puso de
manifiesto sus propósitos sociales con la expedición de va-
rios decretos tendientes a beneficiar a la población de Chi-
huahua, así como a satisfacer las necesidades prácticas de
financiamiento para la guerra y lograr el apoyo de la pobla-
ción local.
Entre los decretos emitidos por Villa como gobernador, el
más trascendente es el de "Confiscación de Bienes" del 12
de diciembre de 1913. Confiscó, a título de restitució n de
bienes nacionales, las propiedades muebles e inmuebles per-
tenecientes a Luis Terrazas e hijos, hermanos Cree!, herma-
nos Falomir, José Ma. Sánchez, hermanos Cuilty, hermanos
Luján , J . Francisco Molinar y todos los familiares y demás
có mplices que con ellos estuvieren relacionados. Al triunfo
de la Revolución se dictaría una ley reglamentaria que ha-
bría e.le determinar la equitativa distribución de dichos bie-
nes, poniendo en primer término a las viudas y huérfanos, y
en seguida a los veteranos que habían tomado parte activa
en el movimiento : igualmente se restituirían a sus legítimos
duefios las propiedades que les fueron arrebaradas. 12 Al
mismo tiempo Villa decretó el establecimiento del Banco
del Estallo, que emitiría papel moneda hasta por diez mi-
llo nes de pesos, cuyo respaldo sería el total de los biene.
confiscados, quedando a cargo del propio Banco la admi-
nistración de dichos bienes.
Villa decretó la fiscalización de las propieuac.les de súb-
ditos espafioles: nomb ró un interventor para manejar los
productos que serían destinados a subsidio de guerra hasta
el triunfo del movimiento armado, destinándose después al

12 Decreto de Confiscación de Bienes de fecha 12 de diciembre de


1913, en Silvestre Te"azas Collection, M- 8- 18, caja 77, parte l.
47
fondo de indemnización de viudas y huérfanos. Decretó
también la expulsión de los colonos espafioles de territorio
chihuahuense (9 de diciembre de 1913), por haberse unido
al huertismo, participando indebidamente en la política y
revolución del país.
Como gobernador decretó también una baja en los pre-
cios de la leche, el pan y la carne en todo el estado. Para
ello estableció expendios de carne, aprovisionándose del
ganado de los Terrazas y del rastro controlado por ellos.
Silvestre Terrazas asumió el control de la oficina ele con-
fiscaciones. Para Villa, Terrazas representaba el vínculo más
importante con la clase media chihuahuense y por lo mismo
lo nombró secretario de gobierno, gobernador interino y ad-
ministrador de las haciendas confiscadas. 13 La administra-
ción civil fue compartida con la militar. Villa colocó como
administradorts de las haciendas a una serie de jefes mili-=
tares locales que podían utilizar los fondos de las mismas y
sólo estaban obligados a proveer para la ·campaña militar
cierto número de soldados y de armas. No obstante, hubo
administradores que llegaron a sentirse propietarios de las
haciendas que manejaban. 14
En otras haciendas permanecieron los antiguos adminis-
tradores, sujetándose a las disposiciones mencionadas. A
partir de este momento muchos vaqueros que se quedaron
sin trabajo por la venta de ganado, se alistaron en el ejército
villista que ya gozaba de gran popularidad y les aseguraba un

13 Friecuich Katz, La Guerra Secreta ..., op. cit., p. 163.

14 Un ejemplo que presenta John Reed es el de Tomás Urbina. Al


llegar a Las Nieves, perteneciente a la hacienda de Canutillo, sus habi-
tantes se expresaron de Urbina: "Hace pocos años era un peón igual
que nosotros; ahora es general y un hombre rico". En la hacienda .él
administraba la justicia, era dueño de las gentes, las casas, los animales,
en general de la población. La fórmula que Villa encontró para evitar
la corrupción entre los administradores fue el fusilamiento y Tomás
Urbina no escapó a ella. John Reed. México Insurgente, México, Com-
plejo Editorial Mexicano, 1973, vol. 4, pp. 25, 28, 37, y vol. 76
APHS. '

48
ingreso económico; tal es el caso de icolás Fernández, ca-
poral de una hacienda de los Terrazas. 15
Las haciendas confiscadas se mantuvieron íntegras y sólo
los productos de consumo eran repartidos en gran medida
entre las capas más pobres de la población: carne, alimentos
e incluso dinero en efectivo .
El ejército villista aglutinó un grupo heterogéneo en su
composición. La base social de la División del Norte la inte-
graron trabajadores móviles, mineros y obreros desemplea-
dos, para quienes el ejército se comiirtió en el principal me-
dio de sustento. Un grupo considerable de vaqueros y peo-
nes de las· haciendas, poco a poco se fueron incorporando:
también se ligaron al villismo importantes sectores de clase
media que veían la oportunidad de ascenso social en la
nueva administración, al triunfo del movimiento, a nivel lo-
cal e incluso nacional.
Duran te 1913 y parte de 1914, los cuerpos de ejército
operaron en forma independiente. El problema del financia-
miento se resolvió de manera aislada, y el ejército villista
pudo financiar el movimiento armado, primero mediante la
imposición de préstamos forzosos y después a través de la
expropiación de grandes propiedades ganaderas en Chihua-
hua y de algodón en la región lagunera, sin llegar a afectar
las posesiones de los norteamericanos, lo cual le valió a Villa
el apoyo de los Estados Unidos, lo que se tradujo en lapo-
sibilidad de adquirir e introducir armas y pertrechos de gue-
rra que darían a la División del Norte la fama de ser el
ejército mejor equipado (además de poder adquirir arma-
mento de los Estados Unidos, sus integrantes recibían un
sueldo), quizá también el mejor alimentado; mejor adiestra-
do, y estrictamente jerarquizado. Finalmente, fue este
contingente el que consumó la derrota del huertismo. 16
En las batallas de Tierra Blanca. Chihuahua y Ojinaga,
el ejército federal en el estado es totalmente vencido: la
toma de las plazas de Torreón y Zacatecas en 1914 fue de-

15 Friedrich Katz. La servidumbre agraria en México en la época


porfin·ana. México, SepSetentas (303), 1976, pp. 71 - 72.
16 Friedrich Katz, op. cit. (1315), p. Vlil.

49
cisiva no sólo para el aniquilamiento de Huerta y el ejército
federal; acarreó además el rompimiento en tre Villa y Ca-
rranza, intensificándose la guerra civil entre las facciones
contendientes: carrancistas, villistas y zapatistas.
Venustiano Carranza, hacendado y gobernador de Coa-
huila, había ocupado cargos importantes en la administra-
ció n porfirisra, de ahí que su proyecto político respondía a
intereses conservadores. Desde que se pronuncia contra
Huerta, su re lación con Pancho Villa fue de antipatía, de
profunda desconfianza y hasta de hostilidad. 17 Al lanzarse a
la lucha annada constitucionalista, no quiso destruir el lati-
fundismo; y cuando hubo necesidad de recurrir a las confis-
caciones, aclaró que serían temporales y que no permitiría
que la tierra fu ese divid ida entre los campesinos. 18
Las diferencias entre ambos se agudizaron cuando, por
una parte, Carranza quiso impedir la expropiación de tierras·
y a fines de 1914 pidió a Villa que las haciendas confiscadas
fueran puestas bajo el control carrancista. para devolverlas a
sus antiguos dueños, y cuando por otra pretendió poner un
dique a la preponderancia que iba adq uiriendo el villismo
tanto por sus triunfos mili tares como por su prestigio en tre
las clases popu lares. 19
La desobediencia de Villa al avanzar con sus tropas y
efectuar la toma de Zacatecas encomendada a Pánfilo ate-
ra, sacó a plena luz el conflicto entre a mbos jefes. Después
de tomada la plaza, Villa regresa con sus tropas a Torreón ;·
es allí donde los jefes de la División del Norte y del oroes-
te, intenta ndo zanjar las dificultades entre Villa y el Primer '
J efe, acordaron conferenciar en la ciudad de Torreón. El
resultado de esto fue un pac to establecido el 8 de julio de
1914, que en esencia proponía que se convocara a una con-

l 7 Adolfo Gilly, op. cit., pp. 91 - 92.

IS Friedrich Katz, op. cit., p. VII.

19 Roque González, quien encabezó por un tiempo el gobierno


co nvencionista, expresó que las diferencias de opinión en torno al
problema de las haciendas expropiadas fueron decisivas para la ruptura
entre Villa y Carranza, Cfr. Friedrich Katz. La Guerra . .. , op. cit,

so
venc1on de jefes de to das las fue rzas constitucionalistas,
con e l fin de llegar a un acuerdo sobre un programa, un pre-
side nte inte rino y un go bierno provisional que convocaría a
elecciones,2°
La e ntrada de O b regón a la ciudad de México e l 15 de
agosto de 191 4, lleva a Carranza a tratar de estabilizar la
situación política y ejercer un control milita r. ombró de-
legados para q ue conferenciaran con los zapatistas y los so-
me tieran al poder de Carranza; pero los surianos completa-
ban el re parto de tierras en su zona y dieron decididame nte
preponderancia al problema agrario. 2i°
A mediados de septie m b re Ca rranza comunica a Villa y
a Obregón que ha resucito convocar a una junta para el lo.
de octubre e n la c iudad de México, con la re presentación de
todo e l pa ís, cuyo fin sería hacer surgi r la cimentació n de la
fu tura marcha política y económica de la nación. Villa ma-
nifiesta a Carranza que la Divisió n del o rte no acudirá a la
junta, ya que no se precisan las c uestio nes que serán tratadas,
con lo cual se corre e l riesgo de que la cuestió n agraria, que
ha sid o e l móvil de la Revolució n , q uede postergada y hasta
excl uida.
Al día siguiente se produce la escisión e ntre Villa y el
Prime r J efe, c uando Carran za rehusa aceptar la Conven ción
sobre las bases p ropuestas e n e l Pacto de Torreón 22
En este proceso de ruptura Obregón participa como me-
diador, yendo a Chihuahua a convence r a Villa de que se
someta, a cambio de c iertas promesas que e n esencia eran las
mismas pactadas e n T o rreón. Obregón se apoya en Villa
para obligar a Carranza a otorgar ciertas concesiones a las
masas, actitud que le perm itía al sonore nse ex tender su base
poi ítica y así cana lizar e l ascenso revolu cio nario. 23

20 Véase Pacto de To" eón, en Manuel González Ramírez, op. cit.


pp. 15 2- 157.

2 l Ado lfo Gil!y, op. cit., 119- 121.

22 Volumen 68, APHS.

23 Adolfo Gilly, op. cit., p. 127.


51
Esta primera fase de la Convención (lo. a S de octubre)
tuvo vida efímera: sirvió simplemente para que los generales
constitucionalistas convencieran a Carranza del traslado de
la Convención a la ciudad de Aguascalientes, lugar al que
asistirían los delegados villistas y zapa tistas.
En su segunda etapa, la Convención intentaría reconciliar
a villistas y constitucionalistas para evitar que continuara la
guerra fratricida; fue el medio que se ideó para evitar la
escisión entre los grupos revolucionarios y dar forma a un
nuevo régimen. 24 Inició sus traQajos el JO de octubre, decla-
rándose Soberana y dedicando su atención al problema de la
rivalidad entre Villa y Carranza, pro poniendo la destitución
de ambos jefes y el nombramiento de un presidente interino:
Eulalio Gutiérrez, quien protestó ante la Convención cum-
plir el programa emanado de ella, así como sus acuerdos pa-
ra realizar las reformas sociales y políticas que necesitara el
país. 25
La delegación zapatista se incorpora finalmente a la Con-
vención con voz pero sin voto, ya que Zapata había puesto
como condición para participar, la aprobació n de los princi-
pios del Plan de A y a/a por la Convención. Zapata no asiste ;
sin embargo la suya es la única facción que se presenta con
un programa, limitado pero radical en cuanto a que dema n-
d.aba una solución a la cuestión agraria. "Antonio Díaz Soto
y Gama, o rador zapatista, afirmaba que la Convención había
terminado por representar a la minoría burguesa, que el
pueblo se había quedado fuera de los salones de la Conven-
ción y que trágicos días se vislumbraban si el problema agra-
rio q uedaba sin resolver". 26
La Soberana Convención Revolucionaria fija a Carranza
un plazo para reconocerla y hacer entrega del poder. Carran-
za se niega a renunciar y Eulalio Gutiérrez lo declara rebelde,

24 Richard Roman. Jdeologi'a y clase en In Revolución Mexicana.


La Convención y el Congreso Constituyente, México, SepSetentas
(311), 1976, p. 21.
25 Véase vol. 74, APHS, Apud. Vida N ueva, octubre 30 de 191 ~

26 J ames D. Cockcroft, op. cit., p. 205.

52
designando a Villa como comandante en jefe de todas las
divisiones bajo la autoridad de la Convención. Villa inic ia su
avance a la ciudad de México, ocupándola el día 20 de no-
viembre, sin resistencia.
To mada la capital, cen tro y norte del país por las fuerzas
convencionistas. Carranza abandona la c iudad de México
refugiándose en el puerto de Veracruz, que acababa de ser
evacuado por las tropas norteamericanas. 27
Una vez establecidas en Palacio acional, las tropas vi-
llistas unidas a las zapatistas como hal;>ía quedado asentado
en el Pacto de X ocl1i111i/co. 28 sostend rían al gobierno de la
Convención, el cual debería ejerce r el poder político.
Es a partir de esta experiencia que el v-illismo empieza a
dar forma escrita a su ideario tic reivindicaciones sociales,
primero en la ley Agraria tic 24 tic mayo de 191529 y pos-

27 Vol. 74, APHS.

28 Véase Pacto de Xochimilco de 4 de diciembre de 1914, en Ma-


nuel González Ramírez, op. cit., pp. 113 - 122.
29 Francisco Villa, como general en jefe de las operaciones del ejér-
cito convencionista, expide una ley general agraria en la ciudad de
León, Guanajuato. Consta de veinte artículos; en ella se fija la super-
ficie máxima de tierra que pueda ser poseída por un solo dueño; el
artículo 4o. establece: "Se expropiarán también los terrenos circun-
dantes de los pueblos de indígenas en la extensión necesaria para re-
partirlos en pequeños lotes entre los habitantes de los mismos pueblos
que estén en aptitud de adquirir aquéllos, según las disposiciones de
las leyc5 locales'' ; el artículo 120. en su fracción V, apunta que dichos
terrenos "se fraccionarán precisamente en parcelas cuya extensión no
exceda de veintisiete hectáreas y se adjudicarán sólo a los vecinos de
los pueblos". La diferencia entre el villismo y el zapatismo cor, rela-
ción a la tierra radica en la formación , consolidación y protección de
la pequeña propiedad, defendida anteriormente por algunos ideólogos
del porfmsmo 1::.1 articulo 80. establece que '·los gobiernos de los
estados expedirán las leyes reglamentarias de la expropiación que au-
toriza la presente y quedará a su cargo el pago de las indemnizaciones
correspond 1entes. El articu lo I Ou. en relación a lo anterior. autoriza a
los gobiernos de los estados para crear deudas locales en la cantidad es-
trictamente indispensable para verificar las expropiaciones y sufragar
los gastos de los fraccio namientos a que se refiere esta ley previa apro-
bación de la Secretaría de Hacienda. Con esto se pretendía dar auto-
53
tcrionncntc, junto con los zapatistas, en el Programa de
Reformas Políticas y Sociales de la Soberana Co11J1e11ción
RePolucionaria de abril de 1916, 30 donde quedan plasmadas
las demandas popu lares del campesinado y del proletariado
mex icano.
Sin embargo, el proceso histórico vendría a probar que
ni Villa ni Zapata te ndrían la capacidad para gobernar el
país. Será Obregón el hombre fuerte que habría de obtener
los beneficios últimos de tQdo este proceso.
Obregón, habiendo fracasado. en su papel de árbitro en la
Convención, se reúne con Carranza en Veracruz y le da su
apoyo, siendo nombrado jefe de operacio nes contra las
fuerzas convencionistas. En la primera quincena de diciem-
bre reorganizó febrilmente sus tropas e inició la contraofen-
siva encaminada a recuperar la ciudad de México. En el
aspecto político, el constitucionalismo, para combatir a Villa
y a Zapata, tuvo que radicalizar su programa y hacer suyos
los objetivos de lucha de los grupos de trabajado res, dándo-
les una formulación - aunque limitada- más clara y dentro
de una perspectiva nacional, a través de las Adiciones al Plan
de Guadalupe, decre tadas en Veracruz en diciembre de 1914.
La prueba inmediata es la ley de 6 de enero de 1915 , 31 que

nomía a los estados para resolver los problemas sociales. Jesús Silva
Herzog. Breve Historia de la Revolución Mexicana. La etapa constitu-
cionalista y la lucha de facciones, México, Fondo de Cultura Econó-
mica (17), 1960, pp. 219-224; Arnaldo Córdova, op. cit., p. 163.
30 El programa fue expedido por la Convención al momento de di-
solverse ésta, el 18 de abril de 1916; sin embargo fue previamente dis-
cutido por villistas y zapatistas y aprobado antes del 1O de octubre de
191 S, día en que se separaron y los delegados villistas partieron al
norte. El programa consta de cin co grupos de artículos relativos a la
cuestión agraria, cuestión obrera, reformas sociales, reformas políticas
y tres artículos transito rios que se refieren a la elección y designación
de los gobernadores de los estados. Je'Sús Silva Herzog, op. cit., pp.
241 - 247.
31 Véase Ley de 6 de enero de 19 15, que declara nulas todas las
enajenaciones de tierras, aguas y montes pertenecientes a los pueblo~,

54
prometía la devolución de tierras a los pueblos que habían
sido despojados. Esta ley, en consonancia con el discurso de
Luis Cabrera del 3 de diciembre de 1912, pretendía "quitar-
le de las manos al zapatismo la bandera del agrarismo". s2
También se expidieron una serie de decretos de carácter
socioeconómico que contribuyeron a dar legitimidad al
constitucionalismo, aunque la guerra civil siguió laten te.
Los dirigentes del gobierno convencionista (Eulalio Gutié-
rrez, Jo:é l. Robles, Mateo Almanza y Lucio Blanco) final-
mente lo desconocen ; huyen de la ciudad de México ofre-
ciendo a Obregón incorporarse a ·sus filas, los restos del
gobierno convencionista, ahora con Roque González Garza
a la cabeza, tienen que abandonar la ciudad estableciendo la
sede en Cuernavaca. SS A fines de enero de 1915 Obregón
ocupa la capital, consumándose la separación territorial
militar entre el villismo y el zapatismo.
La primera medida implantada por Obregón fue retirar de
la circulación todos los billetes, excepto. los constitucionalis-
tas que estuvieren circulando expedidos después del lo. de
diciembre, provocando el caos económico. Las fuerzas ca-
rrancistas triunfantes, para ayudar a los grupos más indigen-
tes, establecieron puestos de auxilio en diferentes lugares de

otorgadas en contravención a Jo dispuesto en la ley de 25 de junio de


1856, en Jesús Silva Herzog, ibi'dem, pp. 168- 174.

32 Arnaldo Córdova. México . .. , op. cit., p. 94.

33 El gobierno convencionista tuvo vida efímera y finalmente fue


derrotado. La Convención que había surgido como un compromiso de
villistas y zapatistas con el ala radical del carrancismo, resultó ser un
conjunto más heterogéneo que el que se aglutinó en torno a Carranza.
La Convención Revolucionaria tuvo siete ~tapas desde octubre de
1914 hasta mayo de J 916 en que fue disuelta. La primera fase se ini-
cia en la ciudad de México del 1o. al 5 de octubre; después se instala en
la ciudad de Aguascalientes, iniciando sesiones el 1O de octubre; parte
a la ciudad de México para estabiecer el gobierno de la Convención,
instalándose el 3 de diciembre ;sale rumbo a Cuernavaca el 15 de enero
de 191 S; regresa otra vez a la ciudad de México el 11 de marzo; parte
a Toluca el 15 de junio y de ahí a establecerse en Jojutla, Morelos,
hasta mayo de 1916. Fueron presidentes de la Soberana Convención:
Eulalio Gutiérrez, Roque González Garza y Francisco Lagos Cházaro.
55
la ciudad, distribuyendo ropa, víveres y dinero en efec-
tivo.34
Obregón procuró atraerse a su causa al sector obrero, fir-
mando_ un pacto con la Casa del Obrero Mundial, mediante
el cual esta organización daba todo su apoyo al constitucio-
nalismo en la lucha contra el villismo. 35 la COM crearía los
"Batallones rojos" para incorporar contingentes obreros, de
tal suerte que seis de estos batallones se integraron a la lucha,
combatiendo paradójicamente a elementos de su misma clase.
El carácter regionalista que Villa imprimió a su estrategia,
lo llevó a la derrota al replegarse hácia los estados del centro.
No hizo caso a Felipe Angeles, quien aconsejaba continuar
hasta el fin de la campaña del Noreste, tomar Tampico y
toda la región petrolera, y buscar ahí las batallas decisivas
frente a Obregón.
Las derrotas infringidas a los villistas en las batallas de ·
Celaya y de La Trinidad en 1915, marcaron el fin del po-
derío de la División del Norte. Las deserciones en las filas
villistas se multiplicaron; jefes con todas sus tropas se ren-
dían, incorporándose al carrancismo, y al llega r a Chihuahua
ya estaba quebrada toda voluntad de lucha. En adelan te sólo
la tenacidad de los villistas que se comprometieron con la
causa, permitió mantener por afias, en medio ele las mayores
adversidades, la lucha insurrecciona! contra el carrancismo
en los estados norteños, principalmente en Chihuahua.
1915 fue el afio de la derrota y dispersión de la División
del Norte, en tanto que para el carrancismo significó el triun-
fo político porque finalmente logró el reconocimiento de
los Estados Unidos. 36 Sin embargo, debe advertirse que el
villismo como. movimiento popular continuó en esta última
etapa de la ilegalidad hasta el año de 1920, con un proyecto
social e ideológico comprometido con las clases populares.

34 Charles C. Cumberland , op. cit. , pp. 182-184.

35 Jesús Silva Herzog, op. cit., pp. 142- 143.

36 El 19 de octubre de 1915 los Estados Unidos extendieron el re-


conocimiento de facto a Carranza y los constitucionalistas. Charles C.
Cumberland, op. cit., p. 196.
56
Las Defensas Sociales frente al
movimiento villista

Duran te el período comprendido entre 1915 y 1920 el mo-


vimiento popular villista, ya en la ilegalidad, continúa com-
batiendo al carrancismo en una cruenta lucha que se mani-
fiesta como la expresión de un latente descontento social
hacia el régimen constitucionalista. Es en esta etapa cuando
la falta de un programa escrito que pudiera servir de bandera
ideológica, se traduce en una dramática retirada guerrillera
del villismo.
El programa de Reformas Político- Sociales emanado de
la Soberana Convención, fue expedido al momento de di-
solverse ésta y no se publica hasta abril de 1916. Fue un
intento tardío por dar respuesta a los grandes problemas
económico- sociales de los campesinos en armas. Desafortu-
nadamente para su causa. se publica cuando e l ejé rcito vi-
llista ha sido destruido por compkto. 1
Después de las derrotas de Celaya, Villa tuvo que reple-
garse hasta su último baluarte: Chihuahua. Su situación fi-
nanciera empeoró. En la zona villísta (parte de los estados
de Coahuila, Durango, San Luis Potosí, Zacatecas, Chihua-
hua y Sonora), los especuladores mexicanos y norteameri-
canos, como las grandes compru1ías, empezaron a deshacerse
del dinero villista, provocando una crisis económica que
afectó grandemente a la población civil. Escasearon los ali-
mentos, los comerciantes especulaban con los granos (depó-
sitos de maíz y fríj ol no se ponían a la venta, pese a que los
jefes de armas estaban auto rizados para confiscarlos), e in-
cluso hubo alza de precios, generando esta situación infla-
cionaria que Villa perdiera apoyo popular, y en su urgencia
por obtener recursos se viera precisado a atacar intereses
norteamericanos, lo que provocó fuerte censura por parte de

1 ArnaJdo Córdova. La ideolog1·a de la Revolución Mexicana, Méxi-


co, Ediciones Era S.A., 1973, p. 167.

57
los Estados Unidos,2 que se tradujo en la ayuda prestada al
Primer Jefe en la campaña de Sonora. 3 Entre las propiedades
de ciudadanos norteamericanos que Villa confiscó en su
regreso a Chihuahua estaba la hacienda Babícora, propiedad
de William Randolph Hearst, junto con gran cantidad de ca-
ballos y ganado.4 ·
Así, tras la derrota sufrida en la campaña de Sonora, en
El Alamito, Hermosillo y San Joaquín, Villa y los restos de
su ejército, castigados por un duro· invierno llegan a Madera
el l O de diciembre y se dirigen a la ciudad de Chihuahua; lo
que fuera la poderosa División d·el Norte se encontraba me-
llada y casi destruida. En este momento se aprecia en la
composición social del villismo una división de clases muy
marcada: los sectores medios que habían luchado al lado de
Villa en su época de apogeo ahora lo abandonan, e incluso
luchan al lado del carrancismo o bien se convierten en la
base de las Defensas Sociales que lo habrían de combatir
con tenacidad.
El día 20 de diciembre, al abandonar la ciudad de Chihua-
hua rumbo a la sierra, Villa declara públicamente su rebeldía:
No me rendiré, resistiré. Siempre estaré en pie de lucha hasta que
se presente la oportunidad de asumir la fuerza necesaria para de-
rrocar a Carranza o morir en la lucha. Yo siempre he defendido a

2 Friedrich Katz. "Pancho Villa y el ataque a Columbus, Nuevo


México", en Siempre (1915), México, 1978, p. VIII.
3 Estando Villa en Chihuahua organiza una ~ueva columna y mar-
cha a Sonora para unirse a Maytorena que seguía combatiendo a los
carrancistas. Villa ataca la población de Agua Prieta la madrugada del
2 de noviembre de 1915, que estaba defendida por una guarnición al
mando del general Plutarco E. Calles. Consideró la empresa fácil, pero
fueron derrotados ya que el gobierno de los Estados Unidos había per-
mitido a Carranza el paso de tropas por territorio norteamericano
(5 ,000 soldados en trenes yankees de Eagle Pass, Texas, hasta Douglas,
Arizona). Toda la campaña de Sonora resultó un fracaso para los
villistas, debido a la decidida y eficaz ayuda que el gobierno norteame-
ricano dio a los carrancistas.
4 Friedrich Katz, op. cit., p. X; Rubén Osorio. "Francisco Villa y .
la guerrilla en Chihuahua", en boletín CEMOS 110, mayo- junio de
1985.
58
los pobres porque soy uno de ellos; por eso me voy a la sierra, a
seguir peleando. Conmigo irán los que están dispuestos a correr
mi suerte. Voy a hostilizar a Carranza, el dictador, no lo dejaré en
paz hasta que me muera yo o se muera él. Pelearé con un huarache
en la ·mano o como pueda. Y si muero, será dentro de mi país.5

Los núcleos más pobres de la población fueron los que se


mantuvieron leales, porque sin duda había una identifica-
ción con el rebelde Pancho Villa, portavoz de sus demandas.
El movimiento villista para este período, es un movimiento
más homogéneo en cuanto a su base social; la relación de
Villa con sus soldados se da en forma más directa; Villa es
uno más de ellos, uno de su clase; relaciones de parentesco,
compadrazgo, amistad; muestras de simpatía, respeto y agra-
decimiento determinaron también la permanencia de mu-
chos villistas al lado del caudillo.
A partir de este momento los hombres que hicieron la
Revolución se convierten en enemigos de ella y reciben el
rubro de bandoleros. 6
En estas condiciones se encontraba el ejército villista
cuando el propio Villa y sus principales lugartenientes: Ni-
colás Fernández, Pablo y Martín López, con quinientos
hombres deciden atacar la población de Columbus, Nuevo
México, el 9 de marzo de 1916.
Varias fueron las causas que los llevaron a realizar esta
empresa. Según Katz lo que motivó a Villa a emprender esta
aventura "era su firme convicción de que Carranza había
vendido México a los Estados Unidos. Aunque no existe evi-
dencia de que Carranza haya firmado alguna vez un pacto
semejante" .7 El convenio que Villa imputa a Carranza pue-
de ser el acuerdo Canova- Iturbide que durante el gobierno
de Huerta se había planeado para realizar una contra.rrevolu-

5 Expediente XI/481.5/72, Estado de Chihuahua, 1916, t. I,


ADNH.

6 Venustiano Carranza expide un decreto el 14 de enero de 1916,


en el que pone fuera de la ley a Villa y a Pablo López. Autoriza a cual-
quier mexicano a aprehenderlos y ejecutarlos sin formación de causa.
7 Friedrich Katz, op. cit., p. X.

59
ción en México apoyada por los intereses conservadores,
pero que el gobierno norteamericano rechazó. 8
Villa, a través del diario oficial del villismo: Vida Nueva,
dio a conocer las condiciones humillantes mediante las cua-
les los Estados Unidos daban a Carranza su reconocimiento. 9
De todas las acusaciones que Villa hacía a Carranza sólo
una era cierta: "Carranza había accedido a examinar las pe-
ticiones de los Estados Unidos por los daños causados du-
rante la Revolución y estaba devolviendo a sus antiguos due-
ños las propiedades confiscadas" . 10
Unido a lo anterior, el problema del parque comprado por
uno de los agentes financieros de Villa, Lázaro de la Garza,
parque que había resultado para salvas, lo que influyó en el
desastre de Cclaya, y, claro, también la ayuda o torgada a
Carranza por parte de los Estados Unidos en la campaña de

8 Jbi'dem, (1316), p. IV.


9 Las condiciones que Villa consideraba que el gobierno norteame-
ricano imponía a Carranza_ para darle su reconocimiento, eran las si-
guientes:
1. Amnistía para todos los reos políticos.
2. Concesión por 99 años de la Bahía del Ferrocarril Tehuantepec y
de las solicitadas en la zona petrolífera.
3. Los ministerios de Hacienda, Relaciones y Gobernación debían
recaer en personas gratas al gobierno de Washington.
4. Todo el papel moneda expedido por la Revolución se consolida-
ría después de consultar con un representante nombrado por la Casa
Blanca.
S. Pago de indemnización justificada a extranjeros y devolución de
propiedades confiscadas.
6. Los Ferrocarriles Nacionales de México serán controlados por un
consejo de gobierno en Nueva York hasta que las deudas de este con-
sejo fueran pagadas.
7. Los Estados Unidos a través de los banqueros de Wall Street con-
cederán al go bierno mexicano un préstamo por quinientos millones de
pesos garantizados por un gravamen del ingreso total de la Tesorería
del Estado mexicano, con un representante del gobierno norteamerica-
no para que supervise el cumplimiento de l¡ts condiciones.
8. El general Pablo González será nombrado presidente provisional
y se convocará a elecciones dentro de los próximos seis meses. Friedrich
Katz, op. cit. (131 S), p. VI.

IO lbi'dem, p. IV.

60
Sonora, cobraron en Villa un odio mortal hacia los nortea-
mericanos .
. Como represalia por los hechos ocurridos en Santa Isa-
bel 11 primero y el ataque a la población norteamericana de
Columbus, después, el presidente Wilson impuso a México
el embargo de armas -que nunca se llevó a cabo estricta-
mente- y para ello envió la expedición punitiva compuesta
de doce mil soldados al mando del general John J. Pershing,
a territorio nacional en persecución de Villa. 12
El 29 de marzo se produjo el primer combate de nortea-
mericanos y villistas. A partir de esto, Villa recobró nueva-
mente popularidad en Chihuahua, convirtiéndose en un
símbolo de la resistencia nacional. Su ejército se multiplicó
hasta ser nuevamente de varios miles de hombres en sep-
tiembre de 1916, que debían librarse al mismo tiempo de la
persecución de los carrancistas. Otra ventaja para Villa fue
que recibió varios baúles llenos de armas, enviados desde
Alemania, después del ataque antedicho. Aparentemente
habían sido comprados a una fábrica de armas en Bridgepot,
Connecticut, antes del estallido de la Primera Guerra Mun-
diaI.13

Si el ataque de Villa a Columbus había hecho bastante para poner


en peligro la precaria independencia de México, el fracaso de la
expedición punitiva al mando del general Pershing hizo bastante
para reparar el daño.14

Los villistas continuaban sus acciones guerrilleras como lo


habían pactado y dado a conocer a Zapata en una carta que

11 El general Pablo López, el 19 de enero de 1916 detiene un tren


en la Hacienda de La Baiza y ejecuta a 16 ingenieros y empleados yan-
kees de confianza de la compañía minera de Cusihuiriachic, empresa
norteamericana que reiniciaba sus actividades bajo la protección del
gobierno de Carranza.

12 Adolfo GiUy.. La revolución interrumpida, 1Oa. ed., México,


Ediciones El Caballito, 1971, p. 217. ·

13 Friedrich Katz, op. cit., p. VII.


14 lbi'dem, p. VIII.

61
le dirige el propio Villa desde la Hacienda de San Jeró-
nimo.15 Incluso volvieron a tomar la ciudad de Chihuahua el
27 de noviembre de 1916, que se encontraba defendida por
fuerzas al mando del general Jacinto B. Trevifio, quien fue
destituido de su puesto de jefe del Cuerpo de Ejército del
Noroeste por haber evacuado la plaza.
Esta campaña contra el villismo emprendida por Carranza
y el ejército constitucionalista fue reforzada por los intereses
conservadores de Chihuahua, representados ahora por el
gobernador provisional del estadq, Ignacio C. Enríquez 16 y
la ayuda de las Defensas Sociales. Enríquez era originario de
la ciudad de Chihuahua; al término de sus primeros estudios
en este estado ingresa a la escuela particular de agricultura
en Ciudad Juárez, graduándose de ingeniero agrónomo en
Illinois, EUA. Dedicado a las labores agrícolas como adminis-
trador en la hacienda de Rubio, propiedad de la familia Zu-·
loaga, se incorpora a la Revolución al consumarse los críme-
nes de Madero y Pino Suárez en febrero de 1913, organizan-
do en Ciudad Juárez un regimiento de caballería denominado

15 Carta que escribe Villa a Zapata el 8 de enero de 1916, donde


explica la estrategia a seguir para defender la soberanía nacional.

!6 Ignacio C. Enríquez era hijo de don Ignacio Enríquez, jefe po-


lítico del distrito Iturbide durante la dictadura profirista ( 1892- 1903 ),
hasta que la familia Terrazas-Cree!, con quien estaba emparentado y
debido a serias diferencias, cuando ocupa la gubernatura del estado
Luis Terrazas es removido de su cargo político. Posteriormente y bajo
el gobierno de Abraham González fue presidente municipal de la ciu-
dad de Chlhuahua, de julio de 1912 a febrero de I 9 13. Para datos bio-
gráficos se consultó el expediente Xl/lII/2-8 76, Ignacio C. Enríquez
en ADNC, Archivo particular de Ignacio C. Enríquez, Francisco R. Al-
mada. Diccionario de Historia, Geograf¡'a y Biografr'a Chih!iah11enses,
2a. ed., México, Universidad de Chihuahua, 1968, p. 188, Periódico
Oficial del Gobierno del Estado de Chlhuahua, enero de 1916, año I,
núm. 1; corresponden cia y papeles de Silvest re Terrazas, M- B 18 parte
I, caja 62. Jean Meyer. " Los obreros en la Revolución Mexicana: Los
Batallones Rojos", en Historia Mexicana (8 1), México , El Colegio de
México, julio-septiembre de 1971 , p. 18, Apud. Informe del inspec-
tor Manuel Díaz a Gobernación , del 19 de marzo de 1915, archivos de
la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, 30-2-7-33.
A partir de esta cita se mencionará AICE al referirse al Archivo par-
ticular del general Ignacio Ceferino Enríquez.
6:!
Voluntarios del Norte, reclutando 350 hombres. Ingresa al
ejército con el grado de capitán 2o. y asciende rápidamente
a mayor en 1914. Se dirige a Sonora para alistarse en las
tropas constitucionalistas de Obregón, participando en
algunas acciones de guerra. En marzo de 1914, con el regi-
miento Voluntarios del Norte forma parte de la escolta del
Primer Jefe en su travesía de Sonora a Chihuahua, permane-
ciendo nuevamente al lado de las fuerzas del general Obre-
gón. Al consumarse la derrota del huertismo, Je fue enco-
mendado por Carranza el consulaqo general de México en
Nueva York, puesto que abandona cuando se produce la
escisión entre Villa y el Primer Jefe. Regresa al país y per-
manece al lado de éste. Al finnarse el pacto del carrancismo
con la Casa del Obrero Mundial en febrero de l 915, Carran-
za encomienda a Enríquez la formación de los batallones
rojos - de 600 plazas cada uno- en la ciudad de Orizaba,
donde queda establecido el cuartel general. Los "organiza
sin mucha dificultad, aunque a veces se viera orillado a usar
el viejo sistema militar mexicano de amarrar voluntarios".
De los batallones formados, el quinto y el sexto, integrados
por albañiles, tipógrafos y maquinistas, operaron en la re-
gión de Orizaba y Jalapa a las órdenes directas de Enríquez,
combatiendo a los zapatistas. Vencida la facción convcncio-
nista, el Primer Jefe lo nombra gobernador provisional del
estado de Chihuahua, tomando posesión el 6 de enero de
1916, en que las fuerzas constitucionalistas del general
Jacinto B. Treviño recuperaron para la causa la capital del
estado.
La política implementada por Enríquez en el estado de
Chihuahua responde sin duda a su mentalidad liberal y a la
concepción de un proyecto político a futuro. Representa la
alianza de éste con los sectores medios y con la burguesía de
Chihuahua, manifestándose desde un principio un antago-
nismo hacia Villa y el movimiento encabezado por él; dicho
antagonismo se agudizó debido a que durante la toma de
Chihuahua por los villistas, en septiembre de 1916, éstos
incendiaron las fincas propiedad del padre de Enríquez. otro
motivo más para hostilizarlos hasta que los villistas se amnis-
tiaron en 1920.
63
[.
Apenas tomó posesión de la gubernatura provisional, Ig-
nacio Enríquez emitió varios decretos encaminados a favore-
cer a los sectores medios del estado. Entre ellos uno de
fecha 6 de enero de 19 16, referente a la devolución de bienes
muebles .

. . .de casa, de oficina, vehículos de todas clases, maquinaria, herra-


mientas, enseres de labranza, bestias, ganado y en general, cualquier
artículo u objeto que haya sido arrebatado en cualquiera forma a
sus dueños o comprado; pero no a su propietario, deberá entregar-
los a la Autoridad Municipal de su tesidencia, en el término de diez
días, contados desde el siguiente al que se publique en cada lugar
esta disposición, debiendo la Autoridad Municipal otorgar el co-
rrespondiente recibo .17

Queda asentado en el mencionado decreto que la persona


que no cumpla con lo •dispuesto sería sancionada por la au-·
toridad municipal correspondiente.
En los meses de febrero, marzo y abril se lleva a cabo por
orden del gobernador Enríquez la devolución de bienes que
se encontraban confiscados por "el llamado gobierno de
Villa". Fincas urbanas, quintas, ranchos, haciendas, fundos
y propiedades mineras ubicadas en distintos lugares del esta-
do de Chihuahua 18 fueron devueltas a sus propietarios.
En relación a las propiedades intervenidas, bienes raíces
y mineras pertenecientes a enemigos de la causa constitucio-
nalista, se decretó la prohibición de enajenación o fiava-

17 Periódico Oficial del gobierno del estado de Chihuahua, año I,


núm. 1, 8 de enero de 1916, p. 6.

18 Periódico Oficial del estado de Chihuahua en los meses de febre-


ro, marzo y abril, aparecen las listas de las personas (142 en total) y
bienes que les fueron devueltos, entre ellas Íosé María Fal9mir, dos
propiedades urbanas y una quinta; Sabino Terrazas, dos haciendas;
Francisco G. Terrazas, dos casas y una quinta; Luis G. Valenzuela, to-
dos sus bienes sitos en el distrito Camargo; Pedro Porras, dos fincas;
Carlos Colomo, seis casas y ocho derechos en Meoqui, treinta y cinco
en Julimes, dos ranchos y sus semovientes en Saucillo; Teresa L. de
Cree! todos sus bienes; María de Luján y a María M. vda. de Enríquez .
todos sus bienes; a Enrique Müller una finca; Ramón Hernández la
Hacienda de San Isidro, etc.
64
men, hasta que el gobierno resolviera el fin al que serían
destinadas. 19
El gobernador Enríquez, para enfrentar a la guerrilla vi-
llista cuyo poder crecía, y para ejercer y afianzar el control
político en el estado y cumplir con la consigna de combatir
a Villa donde estuviese, lanzó una convocatoria de fecha l O
de enero de 1916 invitando a los ciudadanos a formar parte
de las fuerzas rurales del estado o bien de las milicias auxilia-
res, lo que en esencia serían las Defensas Sociales.
Las primeras se organizarían para: .

. . .dar garantías a los habitantes pacíficos en las ciudades y pueblos


del Estado, y proteger a la vez a los caminantes indefensos contra
las depredaciones, abusos y crímenes de que puedan ser objeto por
salteadores y bandoleros que sin bandera alguna, siembran por do-
quier la desconfianza, la miseria y la ruina; se convoca a todos los
ciudadanos honrados que aprecian lo que significan las familias,
patriotas y amantes del progreso en nuestro ya bastante ensangren-
tado país, a cooperar con su contingente personal al fin loable que
se propone el Gobierno de mantener el orden y consolidar la paz
del Estado. 20

De las milicias auxiliares se organizarían:

. ..en los pequeños pueblos y rancherías, las que podrán ser inte-
gradas por sus mismos habitantes, a quienes se les proporcionará un
oficial de las fuerzas del Estado, de quien recibirán instrucción, or-
ganización, armas, parque y ordenes para en casos urgentes operen
en combinación con las que se encuentren más inmediata·s, o bien
incorporándose con las fuerzas del Estado, si así fuere necesario;
pudiendo una vez cumplida esa comisión, regresar a sus propios
pueblos.21

Se hablaba también del pago de haberes. los cuales para


las Fuerzas Rurales serían los mismos que se daban a las cor-
poraciones del ejército. Aquéllas se organizaron quedando al

19 Ibi'dem, año I, núm. 12, 25 de marzo de 1916, p. 9.

20 Ibidem, 8 de enero de 1916, p. 8.


21 Ibidem, p. 8.

65
frente de ellas el coronel Carlos Carranza. 22 A las Milicias
Auxiliares se les cubriría medio haber, ya que tendrían tiem-
po suficiente para atender sus asuntos privados.
Con esta organización se pretendía privar a la guerrilla
villista de su fuente indispensable de suministro e informa-
ción: la población civil.
Las Milicias Auxiliares que Enríquez propuso constituye-
ron las Defensas Sociales en el estado, que empiezan a confi-
gurarse a partir de 1916 en algunas poblaciones de Chihua-
hua, y que en años subsecuentes (1917 - 1920) crecieron en
número e importancia. Con una organización paramilitar di-
chos contingentes actuaron como fuerzas represivas al tiem-
po que el poder civil y el militar se disputaban el control de
las mismas.
Resulta paraJójico al movimiento popular del villismo la
formación de las Defensas Sociales, en tanto que los villistas,
hombres del pueblo, habían de ser combatidos precisamente
por el pueblo mismo, organizado en Defensas Sociales. Sin
embargo hay que considerar que la dirección de las organiza-
ciones generalmente estuvo en manos de los sectores medios
de la población.
La composición social heterogénea de las defensas nos da
cuenta de una población rural también heterogénea. Para
algunos de sus militantes, que habían sido villistas o carran-
cistas y que una vez amnistiados y sin una ocupación pro-
ductiva se habían incorporado a las Defensas Sociales en su
región como modus vivendi; para otros la incorporación a
las Defensas responde a la necesidad de defender la tierra
dentro de la legalidad, con el gobierno constituido ya que
también promete que una vez aniquilada la guerrilla se verá
el reparto de tierras.
De la integración a las filas carrancistas narran los in for-
man tes:

22 La organización de las fuerzas rurales nos recuerda a los rurales


del porfirismo, creados para mantener la "paz" y al servicio del dicta-
dor. Con Enríquez tendrán la misión de conservar el "orden" en el
campo, dependiendo directamente de él como fuerzas u:regulares de
control.
66
No aceptábamos lo que Villa disponía, no ya éramos en contra de
Villa, fue toda la parte del norte de la República villista, pero en-
tonces Villa ya había perdido en Celaya, ya había perdido las bata-
llas más grandes.23

Muchos villistas se cambian con Carranza, ya no era una cosa justa,


ni mucho menos legal lo que se perseguía. Eran cosas personales
de Carranza y Villa y más que Villa, siendo Carranza el gobierno,
entonces lo mejor era unirse a Carranza o irse a trabajar a la vida
privada.24

A difere ncia del zapatismo en el. Sur, e n el Norte hay un


constante cambio id eológico : la gente e hace villista, ca-
rrancista, "socialista": esto debido a los propios orígenes de
la població n rural norte ña: habie ndo sido trabajadores mó-
viles, no había un arraigo a la tierra: trabajaban lejos de sus
pueblos natales; los ejércitos en su época de apogeo signifi-
caron una forma de em pico, buenos salarios e impunidad
para el saqueo: la tareas de autodefen a con patrocinio
estatal les o frecían un medio de vida.
Las facciones que incursionaban en ciudades, pueblos y
rancherías cometiendo arbitrariedades, determinaron en al-
gunos casos que los habitantes del lugar se constituyeran en
Defensa Social.
...en realidad, lo que procurábamos nosotros era pues terminar
con ... que anduvieran, entraran gentes, hoy unos, y mañana otros;
ya todos hacían lo que querían aquí: robaban, saqueaban a nombre
de Villa, a nombre del gobierno, a nombre de quien fuera ¿verdad?
pero no estábamos seguros de que no eran ni de Villa, ni del go-
bierno, ya eran gavillas de bandoleros que andaban. Entonces como
le digo, viendo eso, nos organizamos ... 25

23 Entrevista al señor Ignacio Feliz Varela, realizada por María


Alba Pastor el 16 de julio de 1973 en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua.
Archivo de la Palabra, INAH - SEP, PH0/165, p. S.
24 Entrevista al señor Trinidad Vega, realizada por Ximena Sepúl-
veda el 29 de octubre de 1973 , en La Junta, Chihuahua. Archivo de la
Palabra, INAH-SEP, PH0/1/126, pp. 43-44.
25 Entrevista al señor José Dolores Figueroa Campos, realizada por
María Isabel Souza el 27 de junio de J 974 en Bachíniva, Chihuahua.
Archivo de la Palabra, INAH- SEP, PH0/1/ 147, p. l!i.

67
... Para darse garantía, se organizaron los cuerpos de defensas so-
ciales y esos cuerpos de defensas sociales estaban unidos, pues, a
las fuerzas del gobierno y esas fuerzas se organizaron con el objeto
de defenderse, por ejemplo aquí en este pueblo Bachíniva llegaba
gente villista ... pues se organizaba luego, luego la gente inmediata-
mente para defenderse y si entraba por ejemplo gente también del
gobierno, que tratara de cometer desmanes, también había que. de-
fenderse, ese fue el objeto de la organización.26

Otras versiones eran:


En todos los pueblos se organizaron· y se armaron para terminar a
Villa, que era el único que quedaba en contra del gobierno revolu-
cionario ... los pueblos empezaron a armarse y organizarse y adhe-
rirse al gobierno ... esas fueron las defensas sociales que se nom-
braron, así se llamó al ejército que se formó de los pueblos.27

Eran un grupo de gente que se ponía al servicio del presidente mu- .


nicipal o del cacique de un pueblo, para que incondicionalmente
estar a las órdenes de ellos, para lo que aquel cacique los necesitara
y emplear esa gente contra quien iba a ordenar ... esas defensas so-
ciales solamente estaban al servicio de ellos, cuando se ofrecía que
algún pobre necesita alguna ayuda, nunca se la prestaban .28

Eran de aquellas tropas locales que se proponían aniquilar a Villa y


a los suyos.29 '

Las diferentes versiones no coinciden en cuanto a los mo-


tivos por los que se crearon estas organizaciones: cuerpos de
autodefensa contra abusos del ejército o de bandoleros,
guardias blancas, fuerzas paramilitares contra el villismo; pe-
ro es un hecho que su concepción como cuerpos de autode-

26 Entrevista al señor Buenaventura Comadurán , realizada por Ma-


ría Isabel Souza el 27 de junio de 1974 en Bachíniva, Chihuahua. AI-
chivo de la Palabra, INAH-SEP, PHO/ 1/149, p. 25 .

27 Op. cit., PHO/1/126, p. 44.


28 Entrevista al mayor Silvestre Cadena Jaramillo, realizada por
María Alba Pastor el 21 de agosto y 14 de septiembre de 1973 en Cua-
jimalpa, D.F. Aichivo de la Palabra, INAH- SEP, PHO/1/98, p. 60.

29 Federico Cervantes. Francisco Villa y la Revolución, México,


Ediciones Alonso, 1960, p. 575.
t>8
fensa de los pueblos fue lo que manejaron las autoridades
para promover su organización; empero, el uso que se les dio
fue totalmente distinto. En Chihuahua estos grupos armados
se crearon como una necesidad de destruir al villismo como
movimiento popular; la guerrilla villista que carecía de un
programa escrito a la manera de los surianos, tenía objetivos
propios: la lucha por la tierra, demandas sociales y el esta-
blecimiento de un gobierno democrático. 30
En la población de Namiquipa del distrito Guerrero, res-
pondiendo a la convocatoria del gobernador Enríquez, se
procedió a formar la Defensa ~ocia! del lugar en el año de
1916. Fueron hombres de Namiquipa los que se incorpora-
ron a Villa desde los inicios de la Revolución, los que tam-
bién tomarían parte en el ataque a la población de Colum-
bus; fueron también habitantes de amiquipa los que al
llegar la columna ex pedicionaria al mando del general Per-
shing, se ofrecieron incondicionalmente a ayudarlo, traicio-
nando a Villa e informando a las fuerzas yankees sobre el
armamento y el parque villista que se encontraba escondido
en varios lugares de la sierra. 31 Entre los traidores estaba el
profesor José Ma. Espinosa, quien asimismo ejercía el cargo
de jefe de la Defensa Social en Namiquipa, y que al evacuar
las fuerzas norteamericanas la mencionada población, tam-
bién huye.

30 Las Defensas Sociales no fueron privativas del estado de Chihua•


hua. En los inicios del movimiento armado, estas organizaciones se
crearon en otros estados para defensa de familias e intereses como
cuerpos armados al servicio de los hacendados; tal es el caso de la De-
fensa Social en el estado de Durango, o en poblaciones del estado de
Michoacán; pero a partir de 191 S es en la parte septentrional del país
(Chihuahua, Coahuila y Durango), por ser el centro de operaciones de
la guerrilla villista, que actuarán como fuerzas paramilitares para com-
batir al villismo. En esta época se forman también Defensas Sociales
en poblaciones del estado de Tlaxcala, pero con otra finalidad , actuan-
do más bien como fuerzas policíacas de seguridad pública, realizando
vigilancia nocturna para evitar las incursiones de gavillas que se dedica-
ban al saq ueo.

3! Alberto Calzadíaz Barrera. Villa contra todo y contra todos,


México, Editores Mexicanos Unidos S.A. 1963, v. II, pp. 76-112.
69
Ante esta situación, un grupo de ciudadanos pertenecien-
tes a la misma agrupación se trasladan a la población de Ma-
tachic e informan de los hechos al coronel Amulfo Balles-
teros, designañdo éste a una comisión para que concurriera a
Namiquipa y reorganizara a los integrantes de dicha defensa,
resultando electo jefe Francisco V. Antillón.32
Al tener conocimiento de la reorganización de la defensa
en Namiquipa, los villistas Julio Acosta, Nicolás F ernández,
Martín López, Baudelio Uribe, Gerónimo Padilla y el propio
Villa, invitan al señor AntillM, ºjefe de las fuerzas "socialis-
tas" de Namiquipa, a unirse a ellos "en contra del invasor
que trató de conquistar el suelo de México". Este, en lugar
de ello participa e n varios combates contra los villistas, 33 la
oposición de los sociales hacia los villistas se manifiesta abier-
tamente.
Ahora bien, como consecuencia del ataque a Columbus,
un mayor número de fuerzas carrancistas llegan a Chihuahua
y operan combinadamente con las tropas norteamericanas
que se habían internado en territorio nacional, de acuerdo a
lo convenido en las conferencias celebradas en El Paso, Te-

32 Francisco Varela Antillón fue electo jefe de la Defensa Social el


28 de junio de 19 16, comunicando el presidente municipal la designa-
ción al gobernador Enríquez. Nació el 2 de abril de 1885, fue origina-
rio de Namiquipa; pequeño propietario, se incorporó a la revolución
en marzo de 19 11 con el grado de subteniente, retirándose en julio de
1912 a atender sus negocios. Como jefe de la Defensa Social permane-
ce de 1916 a 1920. Posteriormente fue diputado en el cuatrenio
1932- 1936 y encargado del poder ejecutivo del estado en una licen-
cia concedida al gobernador Rodrigo M. Quevedo. Expediente XI/ Ill/
5-869, Francisco V. Antillón, ADNC y Francisco R. Armada. Diccio-
nario ... , op. cit., p. 437.

33 Francisco V. Antillón, op. cit., ADNC, p. 11 , participó en los


siguientes combates: persecución de las fuerzas del general Julio Acos-
ta que saquearon la población de Madera; ataque a la plaza de Chihua-
hua contra 1600 villistas que mandaba el general Miguel Saavedra;
combate en el puerto de San Isidro contra los generales Francisco Vi-
lla y Manuel Ochoa; combate con las fuerzas del cabecilla villista Epi•
fanio Holguín en el Cañón de la sierra de la Tinaja del Refugio, Chi-
huahua, etc.

70
xas, entre el general Obregón, acompafíado del general En-
ríquez, y el general Hugh L. Scott.
En octubre de 1916 Villa lanzó un Manifiesto a la Nación
en la población de San Andrés, en el que convoca al pueblo
a la lucha contra los invasores; además propone la expropia-
ción y nacionalización de las empresas mineras y ferroviarias
extranjeras y la prohibición de poseer propiedades en el país
a todo extranjero con menos de 25 años de residencia. El
manifiesto terminaba con el grito de ¡México para los me-
xicanos! 34
Un mes. después Villa y sus tropas toman la ciudad de
Chihuahua defendida por las fuerzas constitucionalistas al
mando del general Jacinto B. Treviño y la plaza de Parral
defendida por fuerzas al mando del general Luis Herrera. A
fines de l 916 era ya tviden te que la expedición punitiva
había fracasado en sus objetivos y estaba estancada en sus
posiciones. El 6 de diciembre las fuerzas carrancistas, jefatu-
ra.das por el general Francisco Murguía, designado jefe de
operaciones militares en el estado en sustitución del general
Treviño, recuperan la ciudad de Chihuahua.
Mientras tanto Carranza, considerando que la lucha ar-
mada estaba por concluir y que había que llevar al país
nuevamente por el orden constitucional y dar forma a las
reivindicaciones populares surgidas en la lucha, convoca a un
Congreso Constituyente representado por elementos de la
facción triunfadora, la cual debía reunirse en Querétaro en
noviembre de 1916 y abocarse a redactar una nueva Consti-
tución. Carranza presenta a la asamblea un proyecto mode·
rado de reformas que los delegados discutirían, aprobarían
o modificarían. 35 Sin embargo, en poco tiempo los elemen-
tos radicales rebasaron el proyecto, dando paso a la Carta
Magna de 1917, cuyas partes esenciales integran en la nueva
legislación aspectos sociales hasta entonces no considerados.

34 Expediente Xl/481.5/72, Estado de Chihuahua, 1916, t. I,


ADNH, f. 165- 168.

35 Charles C. Cumberland. La Revolución Mexicana. Los a1íos


constitucionalistas, México, Fondo de Cultura Económica, 1975 , p.
297
71
El 5 de febrero de 1917 se promulga la nueva Constitu-
ción, se convoca a elecciones para el período de 1917- 1920,
se restablece el orden constitucional, y Venustiano Carranza,
despojándose del título de Primer Jefe del Ejército Consti-
tucionalista, ocupa la presidencia de la República el 1o. de
abril.
Sin embargo el país no logra su pacificación. Zapata en el
Sur se mantiene en pie de lucha. En el Norte, la continui-
dad de la guerrilla villista y la impotencia de los ejércitos
enviados por el gobierno a combatirla al mando de los dis-
tintos jefes: Franci co Murguía, Jesús Agustín Castro, Ma-
nuel M. Diéguez, Joaquín Amaro y Eugenio Martínez, era
otro centro de agitación contra Carranza que, aunque sin
perspectivas de tri un fo, impedía la estabilidad del régimen. 36
Sólo el general Murguía con grandes refuerzos entab ló
una serie de sangrientos combates contra los villistas, en los
que se alternaba la victoria y la derrota.37

36 Adolfo Gilly, op. cit., p. 335.

37 Francisco Murguía, originario del estado de Zacatecas, nació en


1873. Ingresó a la Revolución en las filas maderistas en 1910. Al con-
sumarse la traición huertista se incorpora a las fuerzas del general Pa-
blo González. Antes de dedicarse a la carrera militar ejercía la profe-
sión de fotógrafo. Al triunfo del constitucionalismo, encontrándose
en el estado de Michoacán, organizó un núcleo considerable de fuerzas
y unido al general Diéguez hizo la campaña contra los villistas en el
estado de Jalisco ; cooperó después con Obregón en los combates del
Bajío que aniquilaron a la División del Norte. En diciembre de 19 16
fue designado jefe de operaciones en el estado de Chihuahua para rea-
lizar la campaña contra los villistas, quedando bajo su mando las fuer-
zas de la Segunda División que operaban con el general Jacinto B.
Treviño. Permanece en Chihuahua hasta noviembre de 191 8 en que
es removido de su puesto por serias dificultades surgidas con el gober-
nador Enríquez, debido a que éste no estaba de acuerdo en la forma
en que permitía a sus tropas que se dedicaran al pillaje, además del
mal uso que hacía de los caudales destinados al pago de sus tropas.
Un informe del departamento de Inteligencia en El Paso, Texas, apun-
ta lo siguiente: "Murguía posee millones en efectivo depositados en
bancos de Estados Unidos, obteniendo aquella fortuna aparentando
que es un agricultor". (Informe del Departamento de Inteligencia. El·
Paso, Texas, julio 7 de 1918, MIO 8532- 1253, Archivos Nacionales
de Washington). De Chihuahua pasa a hacerse rargo de las operaciones
7'2
Francisco Murguía, al hacerse cargo de las operaciones
militares de Chihuahua en l 916, hace un llamado a los habi-
tantes para que condenen la actitud de Villa, arguyendo que
éste; so pretexto de combatir a la expedición norteamerica-
na como lo anuncia

... en su ridículo y torpe manifiesto oe San Andrés, fechado en


octubre, siempre les ha huido, rehuyendo todo encuentro con
ellos. Los saqueos, asesinatos y vejaciones a que somete Villa a los
habitantes de todos los pueblos que pisa, dan una idea fija de sus
instintos criminales y la amarga experiencia del engaño y sacrificio
a que son llevados los que torpemente acuden a su llamado dizque
para batir al invasor .

. . .Toca al pueblo de este estado llegar al conven cinliento de estos


errores y estar alerta contra el bandolero Villa ; pues en el desarro-
llo de las Operaciones Militares a mi cargo, castigaré con la pena

militares en los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Fue


de los revolucionarios cuya conducta se caracterizó más por el apro-
vechamiento de oportunidades personales de ascenso socioeconómico
que por la defensa de ideales de reivindicación. Su lealtad a Carranza
lo lleva a acompañarlo en mayo de 1920 a su trágico fin en Tlaxcalan-
tongo. Por este motivo es hecho prisionero y se le abre proceso por la
participación que pudiera haber tenido en el asesinato de Carranza.
Además es acusado por abuso de autoridad , malversación de fondos y
pillaje. Propietario de la Hacienda Majoma en Zacatecas, por o rden del
cuartel se procede a intervenirla , además todos sus bienes y negocios.
En junio de 1920 el Departamento de Justicia declara su formal pri-
sión por los delitos de robo, peculado y pillaje. En 1921 , al salir libre
de la prisión de Santiago Tlatelolco, se refugia en los Estados Unidos
donde organiza junto con Lu cio Blanco, Marciano González, Miguel
Alemán, Cándido Aguilar y otros jefes militares, una revuelta contra
el gobierno obregonista. En Coahuila publicó el Plan de Zaragoza en
1922, pero el desastre acompañó a los pocos carrancistas que se com-
prometieron en la aventura. Fue perseguido por elementos de las De-
fensas Sociales y hecho prisionero en el pueblo de Tepehuanes, Du-
rango. y fusilado el I o. de noviembre clel ci tado año. Para datos de
Francisco Murguía se consultó Expediente XI/ 111/ 1- 107, Francisco
~1urguía. AD:>:C. diez volúmenes: Pastor Rouaix. Diccionario geográ-
fico, histórico y biográfico del estado de Durango, México, Instituto
Panamerican~ de Geografía e Histo ria, 1946; John W.F . Dulles. A yer
e11 México, Trad. Julio Zapata, México, Fon do de Cultura Económica,
1968.
73
de muerte a todo el que con las armas en la mano o en otra forma
ayude directa o indirectamente a los foragidos.38

Posteriormente lanza un nuevo manifiesto fechado en 16


de enero de 1917, mediante el cual la jefatura de operacio-
nes invita a aquellos que "por la violencia o engai[ados con
la idea de batir a los americanos han permanecido o perma-
necen en las chusmas del bandido Villa", concediéndoles el
término de un mes para que dentrp de él se presenten a de-
poner sus armas. Se les darán ga{antías y recursos para que
marchen a sus hogares, ya que se sabe que por la fuerza mu-
chos labradores han sido arrebatados de sus labores y lleva-
dos a engrosar las filas villistas, 39 señala.
Pero esta campaña de desprestigio hacia Villa no podía
concluir con la salida de las fuerzas norteamericanas de te-
rritorio nacional,40 y Murguía ofrece nuevamente a los ha-·
bitantes que militan con Villa se acojan a la amnistía que
concede el gobierno constituido, haciéndolo ante los jefes
de guarnición, los de columna expedicionaria o ante la
misma jefatura de operaciones. Al mismo tiempo invita a
todos los ciudadanos a cooperar en beneficio de la comple-
ta pacificación de la República, persiguiendo al bandolero
Villa, que se ha dedicado a " la consumación de horripilan-
tes crímenes. Muchos también de aquellos engañados, tes-
tigos presenciales de tan proditorios delitos, han escuchado
los clamores y la maldición candente de las vírgenes burla-
das y han oído cómo al golpe cobarde de las armas ruines,
muchas inocentes e indefensas mujeres y pacíficos ciudada-
nos e imparciales extranjeros, han caído villanamente ase-
sinados" .41 Por toda esta situación se promueve y encauza
la organización de las Defensas Sociales.

38 Periódico oficial, op. cit., año I, núm. 48, 9 de diciembre de


1916, pp. 12-13.
39 Ibídem, núm. 4, 27 de enero de 1917, pp. 10- 11.

40 5 de febrero de 191 7.
41 Periódico Oficial, op. cit., año II, núm. 7, 17 de febrero de 1917. ·

74
El ejército villista disminuyó una vez más después de que
la expedición pun itiva salió de México. Perdidas las ciudades,
ahora bajo el control del ejército y el poder central, sólo la
popularidad y carisma que como jefe tuvo Francisco Villa le
permitieron mantenerse en la sierra reagrupando partidas en
destacamentos a veces numerosos, otras reducidos, para to-
mar poblaciones por medio de ataques súbitos que le permi-
tían abastecerse de alimentos, animales, armas, castigar a sus
enemigos, distribuir víveres entre los habitantes y retirarse
rápidamente, dispersándose en pequeños grupos inencontra-
bles. Su táctica militar se manifiesta como una guerra de
guerrillas, que se desarrolla en el territorio que ellos mejor
conocen; pero lo más importante en la guerrilla era contar
con el apoyo y simpatía de la población local.
De los motivos por los que la gente lo seguía, un infor-
mante relata:

. . .primero es el cariño que se le tenía al general Villa, era un hom-


bre que se hizo querer, admirar por toda la gente que andaba con
él y, en segundo lugar, porque todos eran de por allá. La lealtad al
general Villa fue muy grande en esa época de la Revolución, toda-
vía nosotros no teníamos una idea fija de lo que era gobierno, sino
que queríamos al jefe, al cabecilla -como le decíamos en aquella
época al jefe nuestro-; nosotros queríamos al general Villa y siem-
pre lo quisimos ...42

Villa, como cualquier caudillo campesino, necesitaba or-


ganizarse en torno a su figura. La relación con sus soldados
estaba impregnada de los valores culturales propios del cam-
pesinado. Virtudes como la astucia, el sentido común, la
justicia, la hospitalidad, el respeto a los lazos de sangre y de
parentesco, guiaron muchas de sus acciones.
Así, la lealtad a Villa seguía siendo un acicate para sus
compafieros. Mientras esto sucedía, el gobierno seguía alen-
tando a habitantes de poblaciones y rancherías a organizarse
en Defensas Sociales.

42 Entrevista al general de división José de Jesús Arias Sánchez


realizada por Eugenia Meyer los días 11 y 16 de enero de 197 3 en 1~
ciudad de México. Archivo de la Palabra, INAH-SEP, PH0/ 1/33,
p. 3 l.

75
Se dieron casos como el de la población de Namiquipa,
donde se había creado la Defensa Social desde los primeros
meses de 1916. Incorporaba a un núcleo numeroso de po-
bladores debido a un hecho concreto que ellos mismos na-
rran:

Namiquipa era un pueblo de cinco mil habitantes, más o menos, y


pueblos aledaños que había ahí, serían unos diez mil habitantes por
completo más o menos. Villa sitió ese pueblo y ordenó matar a to-
dos los hombres y las mujeres se las echó a la tropa ... porque
creía que eran enemigos de él, porque lo habían ... él decía que lo
habían traicionado, que eran de los de él y Jo habían traicionado,
pero pagaron los inocentes por él; entonces de ahí se agarró ese
odio que se Je tuvo después a Villa, cosa que se ha venido borrando,
porque Je digo a usted que hablan de Villa allá en Chihuahua, y
hablan como si hablaran de Dios .. _43

El informante afirma que se hizo "social" porque tenía


familia en Namiquipa, y ellos perecieron en el ataque.

Dice otro campesino:

Se levantaron las Defensas Sociales por el hecho que hizo Villa aquí
en Namiquipa, una cosa muy horrible, que el pueblo de Bachíniva
estaba muy sentido, porque una vez que vino a Namiquipa, sabe
que no había ni un hombre ... y entonces andaba uno del pueblo
y le dijo: -Mire mi general, que desprecio me ha hecho mi pueblo.
(le picó al general luego, luego) -No hay un hombre que nos re-
ciba aquí - Bueno, entonces junten a todas las mujeres de 16 años
para arriba ... Y ese hecho pasó y de ahí se le voltearon todos los
generales a Villa .. las deshonró como el ·16 fue, yo ~reo .. _44

Ellos mismos afirman que aunque pertenecieron a las filas


de Villa, después Jo combatieron debido a este ultraje. Esta

4 3 Entrevista al general Roberto Fierro, realizada por Eugenia


Meyer los días 13 y 21 de febrero de 1973 en la ciudad de México.
Archivo de la Palabra, INAH -SEP, PHO/ 1/42, p. 63.
44 Entrevista al señor Roberto Merino Rivera, realizada por María ·
Isabel Souza el 30 de octubre de 1973 en Bachíniva, Cht.huahua. Ar-
chivo de la Palabra, INAH - SEP, PHO/1 /1 1, p. 25.
76
"verdad" histórica ayudó al ejército en la persecuc10n de
villistas, tomando el hecho como pretexto para incorporar
elementos a las Defensas Sociales del lugar y en general del
estado de Chihuahua.
Lo sucedido en Namiquipa fue uno de los errores come-
tidos por los villistas. Sin embargo, cobrar cuentas pendien-
tes movió muchos de los actos de la guerrilla: la venganza,
el castigo a la traición, el hacer justicia por su propia mano.
La difamación servía al propósito de dañar o destruir la
imagen popular de Villa; su figura l).abía sufrido una trans-
formación: de la popularidad había pasado a la clandestini-
dad. No obstante, las atrocidades que se cometieron no de-
bían ser imputables sólo a los villistas, pues se dieron en
todas las facciones contendientes; pero el villismo en este
momento era sin duda la facción vencida.

Las Defensas Sociales se crearon para cuidar sus intereses, las fami-
lias, que no abusaran tanto. Llegaban los ejércitos pues acabando
con las gallinas, las v:icas, matándolas hasta por gusto, en el tren
mataban las vacas y ahí las dejaban tiradas, las ponían de blanco y
así . . . cometiendo robos, asesinatos y violaciones a las fami-
lias . . . También los carrancistas en Rubio, también se trajeron
corno unas catorce muchachas y hasta se querían traer mujeres ca-
sadas, y así.45

Al parecer el episodio de Narniquipa propició que la po-


blación, atemorizada por el hecho registrado en dicho lugar,
además de estarlo por el reclutamiento forzoso de jóvenes
llevado a cabo por Villa en Bachíniva, se organizara en De-
fensas Sociales.

José Alrneida estaba aquí de jefe, de gente del partido de Villa, y


don Heliodoro Olea también anduvo en la Revolución de 1910. En-
tonces Villa, para tener seguridad de ellos a don José Alrneida le
quitó a "Ché" Almeida (su hijo) y se lo llevó, a don Heliodoro Olea
le quitó a Jesús Olea (su hijo) y se lo llevó; a Herlindo Mendoza,
también le quitó su hijo José Mendoza ... y se los llevaba con él a

45 Entrevista al señor Jesús María López, realizada por Ximena Se-


púlveda el 27 de junio de 1974 en El Charco, Chihuahua. Archivo de
la Palabra, INAH-SEP, PHO/1/154.
77
la Revolución . . . así tenía la seguridad de que no se voltearan, por-
que si se volteaban ellos, entonces fusilaba a sus hijos.46

... en la forma en que me incorporé al villismo fue que Villa le pi-


dió al jefe de aquí de Bachíniva, don José Almeida Márquez, mejor
dicho le ordenó que le proporcionara unos ocho muchachos que
necesitaba él para su escolta y entre esos ocho muchachos me tocó
a m1• ...47

En efecto, entre las tácticas de Villa en su lucha clandes-


tina estaba el retener en su tropa a hombres que levantaba
en los pueblos; con ello tenía la garantía de no ser traiciona-
do. Es claro suponer que necesitando del apoyo de los pue-
blos, para lograrlo decida valerse del reclutamiento por leva,
el cual se generaliza en los lugares donde operaba. El jefe de
la Defensa Social de Bachíniva fue J esús Antonio Almeida,
originario de dicha población.48
En la ciudad de Parral del distrito Hidalgo, centro de acti-
vidades comerciales y financieras del estado y por ende cen-
tro de agitación del movimiento revolucionario, las faccio-

46 Op. cit., PHO/ 1/ 147 .

47 Op. cit., PHO/l/149.


4 8 Jesús Antonio Almeida nació en Bachíniva, distrito Guerrero,
Chihuahua, en 1887 . Realizó los estudios primarios en su lugar de ori-
gen, dedicándose a la agricultura y al comercio. Ingresó a la Revolu-
ción en 1910, militando bajo las ó rdenes de los generales José de la
Luz Blanco y Luis A. García (magonistaJ operando en los distritos
Guerrero y Galeana, con el grado de subtenien te. Dedicado a sus nego-
cios, en 1917 organiza la Defensa Social en Bachín iva. Como jefe de
la m isma y para su organización y servicio, recoge caballada de las ha-
ciendas intervenidas de San Lorenzo, El Carmen y San Miguel Ba bíco-
ra, autorizado por el general Murguía. Combate tenazmente al villismo
y po r ello en j unio de 1920 es nombrado jefe de las Defensas Sociales
del Estado de Chihuahua, cargo en el que sustituyó al general Ignacio
Enríquez, y por Jo que le fue o torgado el grado de coronel. Continúa
al frente de estas organizaciones hasta 1923 , en que se retira para tra-
·bajar en su candidatura al gobierno del estado. Electo gobernador
ejerce en el cuatrenio 1924- 1928. Para datos biográficos se consul:
taron : expedien te D/ Il/ 14/176, JesúsAntonio Almeida Fierro, ADNC;
Francisco R. Almada, Diccionario . . . op. cit., p. 30

78
nes contendientes entraban y salían en constante refriega,
cometiendo atropellos en personas e intereses. Parral, punto
de desplazamiento hacia Ciudad Juárez, Torreón o Durango,
de 1916 a 1920 fue asediada constantemente por las tropas
villistas. Al parecer esto originó que un grupo de sus pobla-
dores constituyeran la Defensa Social.

Los que se organizaban eran los que tenían algo que perder; es de-
cir, clase media o alta ... se incorporaban también muchos obreros
y campesinos un poco mas arriba de ,peones o bien peones amigos
de algunos de ellos; entraba el que quería ... los más activos eran
los más jóvenes, los muchachos entre los 18 y los 25 años de
edad.49

Los elementos de esta defensa cuyo número aproximado


sería de doscientos cincuenta hombres, combatieron siem-
pre en la propia ciudad . Ellos costeaban el abastecimiento
de parque y tenían sus propias armas. Estaban organizados
por sectores dirigidos por un jefe elegido entre todos como
el más avezado, el más valiente. 50 Eran jefes Melitón Lozoya,
José Ma. Jurado, José Ma. Gutiérrez, Francisco Chávez Hol-
guín. Pertenecían a ella, entre otros, don José de la Luz
Herrera, presidente municipal de Parral, y sus hijos Ceferino
y Melchor; además algunos villistas amnistiados que se incor-
poraron a estas fuerzas en la población, porque Villa

... ya se convirtió en un bandolero, puro cometer fechorías ... ya


había que defender nomas uno su pellejo, porque si lo pepenaba
Villa pues se lo echaba al pico, entraba y lo agarraba a uno, pos sá-
cale.5 1

49 Entrevista al doctor Jesús Lozoya Solís, realizada por Beatriz


Arroyo los días 8 y 15 de diciembre de 1977 y 6 de enero de 1978 en
la ciudad de México. Archivo de la Palabra, INAH-SEP, PH0/8/31.

so Ibi"dem
51 Entrevista al señor José Reyes. realizada por María Isabel Souza
el lo. de julio de 1974 en Parral, Chihuahua. Archivo de la Palabra,
INAH- SEP, PH0/1 / 158.
79
El temor de muchos desertores de las filas villistas los lle-
vó a afiliarse a estas organizaciones, con lo que garantizaban
estar armados, alternativa que les proporcionaba seguridad.
Los integrantes de la Defensa Social de Parral no se incor-
poraron ni dependieron de la jefatura de operaciones mili-
tares; fueron fuerzas civiles de apoyo al ejército para la de-
fensa de la ciudad. Fuerzas militares al mando de los genera-
les Alfredo Rueda Quijano y Luis Herrera tenían el control
de la población.
En Meoqui la Defensa Social.se organizó en 1918· con un
número aproximado de cuatrocientos hombres. Su jefe, An-
tonio Colomo, hacendado y comerciante de la localidad, la
organizó con el único fin de garantizar protección para sí
mismo y los habitantes del lugar y de puntos cercanos: San-
ta Cruz de Rosales, Delicias, Labor Nueva, mismos sitios de
donde se allegó la gente, proporcionándoles caballada de su
rancho y la mayor parte de las armas y el parque. Este cuer-
po de defensa tuvo vida efímera debido á que fueron en-
contrados soldados de las fuerzas del general Murguía roban-
do las siembras del social Arcadio Carrillo; también tropa al
mando del general Espinosa y Córdova recogieron bestias y
reses de la propiedad de Colomo. Se entabló un tiroteo en-
tre "sociales" y soldados del ejército, resultando con ello
que Murguía ordenara el desarme de los integrantes de la
mencionada defensa. Sin embargo, un contingente de ciento
cincuenta sociales no fueron desarmados y pasaron a formar
parte de las fuerzas del general Favela en la persecución de
villistas. 52
Haciendo un análisis del término Defensa Social, pode-
mos decir que implica la unión de un grupo de familias para
preservar su estructura como grupo, su modus vivendi, pro-
tegiéndose de las depredaciones propias de una guerra civil,
que cometían las diversas facciones en pugna.
Los ejemplos anteriores dejan claro que las corporaciones
denominadas Defensas Sociales no sólo fueron organizacio-

52 Expediente 341 - W- C, ramo Presidentes: Obregón- Calles,


AGN.
A partir de esta cita se mencionará AGN al referirse al Archivo Ge-
neral de la Nación.

80
nes de campesinos para defender sus hogares; en algunos
casos funcionaron como contingentes armados al servicio de
los hacendados tradicionalmente conocidas como guardias
blancas; a· la vez fueron fuerzas civiles armadas que opera-
rían conjuntamente con el ejército, a las cuales se les impuso
una serie de obligaciones y sólo se les retribuía periódica-
mente. La multiplicidad de funciones que desempeña.ron las
defensas explica que no se crearan como una orga11ización
vertical, sino que por el contrario, la diversidad de intereses
locales propició que fuera desde la base que se organizaran,
aunque con patrocinio estatal. La aceptación de la gente al
incorporarse a dichas organizaciones obedeció, en el caso de
las clases populares, posiblemente a que aJ pertenecer a ellas
ya no estarían fuera de la ley ; cansados de una lucha que no
les había retribuido en nada, podrían permanecer en sus lu-
gares de origen y conservar arma y caballo, lo que les pro-
porcionaba cierta seguridad ; la base social de las defensas la
constituyó la población rural más sedentaria: el campesino
que opta por regresar a su pueblo a trabajar y defender la
tierra.
Entre 1917 y 1918 se organizaron Defensas Sociales en
gran parte del estado, particularmente en la región serrana
y centro de Chihuahua. En las poblaciones de Cusi..huiriachic,
Cerro Prieto, Nonoava, San Francisco de Borjas que com-
prende los pueblos y ranchos de Santa Ana, Guadalupe, Te-
porochic, Sahuariachic, Santa Rosa, Socorrilla, Franco,
Avendaño, y Ojo de Agua, Carichic, Nopávechic, Satevó,
Llanos de San Juan Bautista, Hacienda de Rubio, Hacienda
de El Rayo y Hacienda Bustillos, pertenecientes al distrito
Benito Juárez: Los Ríos que incluye Santa Isabel. San Miguel.
Guadalupe, La Concepción, Babonayaba, Labor de Prieto,
San Antonio de Chacones, La Joya, San Agustín, La Ciéne-
ga de Ortiz, San Andrés comprendiendo las haciendas y ran-
chos de Chavarría, Zubía, Guadalupe, Arroyo de Félix, San-
doval, Peñones, Beltranes, Santa Rosa, San Bernabé, Sama-
puchic, Santa Elena, San Juan, Pachuchic, Rancho Nuevo,
San Lorenzo, Carretas, Chuvíscar, Santa Rosalía de Cuevas,
Tutuaca, San Bemardino y Santa María de Cuevas pertene-
cientes al distrito Iturbidc ; Ciudad Guerrero, Temósachic,
Matachic, Pedernales, Santo Tomás, San Isidro, Tomóchic,
81
Tosánachic, San José del Sitio, Basuchil, Las Cruces, San
Pedro Madera, Yepópiera, Baquiachic, Pachivo y Miñaca del
distrito de Guerrero; Ojo Caliente y Julimes en el distrito
Camargo. Balleza y Valle de Olivos en el distrito Hidalgo:
Batopilas y Valle de Allende en los distritos Andrés del Río
y Jiménez respectivJJ11ente; Janos localizada en el distrito
Galeana y las anteriores mencionadas de Namiquipa y Cru-
ces; Parral, Bachíniva y Meoqui53 (véase mapa).
Cada una de ellas nombraba, al organizarse, un primero y
segundo Jefes. El primero era asi¡nilado con el grado de ma-
yor para efectos de pago de haberes y control de sus miem-
bros. Sin embargo, estos grados no creaban antecedentes mi-
litares (Anexo l ).
Sabemos a través del libro minutario que envían a la jefa-
tura de operaciones militares en el estado, que la Defensa
Social de Los Llanos de San Juan Bautista, integrada por·
trescientos elementos al mando de Adalberto Domínguez y
Cruz Chacón, primer y segundo jefes respectivamente, se
organizó porque:

Estando ya cansados de pasar por un sin número de percances


ocasionados por los horrores de la guerra, pues yá no eramos due-
ños de conserbar nuestros alimentos, intereses y segundades en
nuestras personas; y no encontrando otros medios para hacemos
respetar nos hemos propuesto á formar una Defensa Social Arma-
da, para Jo cual pedimos autorización á nuestro Gobierno la que
nos fue concedida . . . el día 12 de agosto de 1917 presentes la
mayor parte de los vecinos de este lugar y reunidos en la presiden-
cia municipal se constituyó la mencionada defensa en la que nos
comprometimos todos los elementos de dicha corporación a de-
fender nuestros hogares, personas e intereses y también ayudar en
casos necesarios a los demás "socialistas" de los Jugares de esta re-
gión. Igualmente se nombró un jefe primero y un segundo en cada
rancho, advirtiendo que las armas, muruciones y demás nos las pro-
porcionaremos de por sí_ 54

5!! La información pudo organizarse después de consultar el AGN,


el archivo AICE y los distintos expedientes localizados en el ADNH,
así como en el Archivo de Notarías en Chihuahua.
54 Memorándum de la Defensa Social de Los Llanos de San Juan
Bautista desde su organización. Chihuahua, 9 de enero de 1919. AICE.
82
Después de revisar y analizar la información contenida en
los archivos podemos afirmar que los jefes de defensa eran
en su mayoría exponentes de las capas medias rurales: pe-
queños p-ropietarios, comerciantes, profcsionistas o políticos
en su localidad, como presidentes municipales; el puesto de
jefe también recayó en administradores o caporales de ha-
cienda. Percibían un sueldo, no siempre pagado en forma re-
gular, sino más bien como gratificación por servicios en cam-
paña que eran proporcionados por el gobierno a través de la
Secretaría de Guerra, o bien, en algul)os casos, los integrantes
de la defensa al pertenecer a ella se obligaban a aportar una
cuota con la que se pagaba entre otras cosas el salario del
jefe de la organización; hay ejemplos, los menos, en que el
puesto de jefe recaía en hacendados; ellos sostenían las fuer-
zas proporcionándoles lo necesario. 55 Su incorporación a
bs jefaturas obedece al poder que les daba el mando de fuer-
zas; además de defender sus intereses, veían en el triunfo la
oportunidad de colmar ambiciones de poder e incluso enri-
quecimiento .
Estos grupos que llegaron a conformar un contingente de
diez mil hombres aproximadamente, contrajeron con el
gobierno las obligaciones a continuación enumeradas:

1. Emprender campaña contra los bandoleros (quienes siem-


pre eran villistas)56 que merodeaban por su región, median-
te tiroteos o escaramuzas, siempre y cuando el contingente
enemigo no fuera superior en número a sus fuerzas.
2. Realizar servicios de exploración en su región, e informai
del movimiento de las gavillas (villistas), número de bandole-
ros, lugar al que se dirigían y posibilidad de oponerles resis-
tencia.

55 AICE.

56 En los partes militares que rinden los jefes de defensa a la jefa-


tura de operaciones, se menciona: combate con fuerzas del cabecilla
Acosta, Martín López, el villista Juan Murga, rebeldes al mando de Ni-
colás Femández, del villista Reynaldo Omelas, etc.

83
3. Hacer prisioneros, quedando en libertad de ejecutarlos sin
formación de causa. 57
4. Aprehensión de familiares de bandoleros, usándolos como
rehenes para lograr la sumisión de los rebeldes aJ gobierno
carrancista.
S. Entregar aJ cuartel general armas sobrantes recogidas al
enemigo o a particulares que carecieran de autorización para
portarlas. E te armame nto era usado para armar más "so-
ciales'' o bien para gente reclutada en el ejé rcito.
6. Movilizarse al lugar que les fuese indicado por la jefatura
de operaciones, e incorporarse a la columna asignada, obede-
ciendo órdenes de la o ficialidad del ejército. 58
Aquellas personas que no aceptaban movilizarse fuera de
su región o bien que estand o en campana desertaban, se les
recogía arma y caballo y se les daba de baja de la Defensa
Social a la que pertenecían, quedando en "libertad" de re-
gresar a sus hogares pero privados en Jo absoluto de seguir
perteneciendo a estos cuerpos.
7. Los jefes de defensa debían rendir partes militares y nove-
dades ocurridas en la zona de su mando, a la jefatura de ope-
raciones.
8. Podían también conceder amnistía bajo las condiciones
establecidas por la jefatura de operaciones, que eran: rendi-
ción incondicional y entrega de arma y caballo.59
57 El Jefe de la Defensa Social de Rubio aprehendió a los vilbstas
Reynaldo Ornelas, Valentín Abitia, y ordenó fueran pasados por las
armas. Se aprehendió a un villista de apellido Larguero, comisionado
por Acosta para levantar gente por la sierra, por lo que fue colgado.
58 El jefe de la Defensa Social de Los Llanos de San Juan Bautista
salió con 82 sociales a San Francisco de Borja, a fin de prestar auxilio
en ese pueblo que se encontraba amenazado por los villistas; posterior-
mente se dirigió a Carichic y de ahí a Cusihuiriachic, t.n donde se reu-
nieron con el general Alfredo Rueda Quijano, encargado de realizar la
campaña en esa zona (AICE). Regresó la Defensa Social de Bachíniva
después de quince días de persecución del enemigo, habiendo acompa-
ñado al general Rueda Quijano. Están en campaña 60 sociales de la
defensa de Cerro Prieto, etc. (Expediente XI/481.5/76, Chihuahua,
1917, ADNH).

59 Se amnistiaron entre otros los siguientes villistas: Manuel de la


Rosa, que era secretario de Juan Murga y quien un año más tarde ejer-
84
9. Solicitar ante la jefatura de operaciones, pertrechos de
guerra y haberes para pago de la gen te, los cuales como ya
se indicó no era n siempre regulares y mtb bien se pagaban
como gratificación por servicios en campaña o bien por ser-
vicios de vigilancia.60
10. Debían proporcionar información confidencial de activi-
dades de los vilJistas. 6I
11 . Pasar revista pe riódicamente para informar del número
d e hombres que las integraban , dotación de cartuchos que
poseían por p laza y bajo las órdenes.de qué jefe militaban.62
12. Se suministraban en forma irregular pequeñas cantidades
de dinero a los deudos legítimos de "sociales" que sucum-
bían e n los combates contra el villismo. Dado su carác ter ci-
vil, carecían de grados efectivos en el ejército, por lo que no
se les podía gestionar pensión alguna. 63

cía la Jefatura de la Defensa Social en San Andrés; Julián Pérez, Jefe


del estado mayor de Villa, quien se rinde con su gente en la hacienda
de Rubio; sería después jefe de la Defensa Social del lugar ; Rodrigo M.
Quevedo y Manuel Gutiérrez, se someten incondicionalmente con sus
hombres y se incorporan después a las Defensas Sociales; el primero
años después sería gobernador del estado (1932- 1936); Jesús Cano
con su gente, después jefe de la Defensa Social de San Francisco de
Borja, etcétera.

60 l labía elemen tos dedicados a realizar servicios de vigilancia todo


el tiempo; recibían un salario por parte del gobierno o bien la misma
defensa se los pagaba. Por hacer servicio de vigilancia nocturna reci-
bían un peso cincuenta cen tavos diarios.

6 l Se proporcionaba información como la siguiente: gente de Villa


pretende pasar armamento y parque de Presidio. Adquisició n de ar-
mamento y parque para villistas en El Paso, Texas, etcétera.

62 La información fue obtenida de partes militares, revistas de ad-


ministración del ejército, actas de organización de Defensas Sociales;
en ellas se mencionan las poblaciones donde se fueron o rganizando,
los Jefes y núnwro de integrantes de la Defensa, así como el armamen-
to po r plata

63 l:xpcd1entc XI/48 l.5/76, Chihuahua, 1917, t.IV , ADNII.

85
El papel de las Defensas Sociales
como fuerzas paramilitares

Durante el período en que Francisco Murguía estuvo encar-


gado de la campafia militar en Chihuahua, no todas las De-
fensas Sociales marcharon en armonía ni le dieron comple-
tamente su-apoyo, debido a que fueron usadas en forma in-
transigente y en varias ocasiones las tropas del ejército co-
metieron arbitrariedades en sus personas y propiedades. Al-
gunos sociales se dedicaron a hacer labor de proselitismo
buscando el apoyo de estas organizaciones para el general
Enríquez, de quien esperaban regresara al estado a ocupar la
gubernatura. Tal es el caso del mayor Miguel J. Gutiérrez,
jefe de la Defensa Social de Cerro Prieto, al que responsabili-
zan de las anomalías ocurridas en las Defensas Sociales de la
sierra. 1
En tales circunstancias y para someter a los elementos di-
sidentes de las expresadas corporaciones, el general Murguía
hizo girar a los jefes de defensa la siguiente circular:

La mayor parte de los Jefes de las Defensas Sociales haciéndose eco


del sentir de individuos carentes de toda idea y patriotismo y que
sólo buscan con sus actos la satisfacción de bajas pasiones aún a
costa de la salud del país, llegaron ya sea por su impresión o bien
sirviendo inconscientemente a la política personalista de estos mis-
mos individuos, a la insubordinación por lo que esta Jefa tura Ge-

1 Miguel J. Gutiérrez, originario de Cerro Prieto, maestro rural,


participó en la División del Norte, y ya amnistiado organizó entre los
campesinos del lugar la Defensa Social de la que él fue jefe. En 1922,
al darles organización legal a estos grupos como guardias municipales,
fue segundo jefe de ellas y en 1923 quedó . con el mando. En 1924
obtuvo el grado de coronel y en junio de 1927 se sublevó en la región
de Bustillos, siendo perseguido por las mismas guardias que lo alcan-
zaron y le dieron muerte en el cerro de Gandarilla, municipio de
Cusihuiriachic. Francisco R. Almada. Diccionario . .. , op. cit., p. 247,
expediente Xl/481.5/76, Chihuahua, 1917, t. V, ADNH.
87
neraJ de Operaciones se vio en la necesidad de obrar con energía
con todos aquellos i..ndividuos que apartados de la senda del deber,
pretendieron con un acto subversivo echar por tierra toda la pe-
nosa labor llevada a cabo y a costa de tantos sacrificios en pro de la
pacificación de ese Estado, posteriormente esta misma jefatura ha
llegado al conocimiento de que si bien es cierto que algunos Jefes
de Defensas faltaron a sus compromisos y olvidándose de la obli-
gación que con el Gobierno habían contraído, dedicándose a hacer
política de intriga indignas en todo concepto de individuos que
tienen conciencia plena de sus deberes, la mayor parte de esos Je-
fes dándose cuenta de estos malos elementos apresuráronse a pro-
testar su adhesión al Gobierno legítimamente constituido.
En esta virtud esta Jefatura General de Operaciones ha resuelto im-
partir toda clase de garantías, de ayuda material a los buenos ele-
mentos que componen esas Defensas en la inteligencia de que sólo
se procederá al desarme de aquellos individuos cuyos actos demues-
tren evidentemente que constituyen una amenaza para la Sociedad.
En tal virtud he acordado que desde esta fecha todas las Defensas
Sociales tomen el nombre de Cuerpos Rurales que serán aprobados
como antes se dijo por el Gobierno General y los que llevarán la
denominación de los lugares en cuya jurisdicción operen entendi-
dos de que quedarán suJetos por lo que toca a actos del orden mili-
tar a la Autoridad de esta Jefatura General de Operaciones y en
caso de necesidad y cuando esto sea indispensable podrá ordenar la
movilización de una parte de esas fuerzas para auxilio del Ejército
Nacional sin que por esto se entienda que una vez terminada la
causa que hubo para su mo vilizació n no sean devueltos a su juris-
dicción.2

La decisión de Murguía de cambiar la denominación de


estas organizaciones de Defensas Sociales por la de Cuerpos
Rurales, evidencia una vieJa y larga tradición tic disputa del
poder entre militares y políticos civiles. La intención de
Murguía es que dichas fuerzas operen como tropas
irregulares, regionales, dependientes de la - autoridad mi-
litar, operando no sólo dentro de su jurisdicción objeti-
vo por el cual el general Enríquez promovió su organiza-
ción: cuerpos de autodefensa de los pueblos- , sino tam-
bién con la obligación de desplazarse a los lugares que les
fuesen asignados por la jefatura .de operaciones. Por tanto
Enríquez debía subordinarse al poder del primero. Sin
embargo, ~ co ntrol y mancJo de las Defensas Sociales

:? Expediente XI/ 481.5/77, Chihuahua, 1918, ADNH.

88
enfrentará a ambos generales: Murguía por su afán de asi-
milarlas como fuerzás paramilitares: Enríquez por usarlas
como instrumento político de control, dependientes de
su autoridad.
La inestabilidad en el estado continuaba; los villistas se-
guían en pie de lucha pese a que en ocasiones se transmitían
a Carranza informaciones como ésta:
... han cesado ya las operaciones formales, pudiendo considerarse
ya realmente terminada la campaña en contra del villismo, que
está reducida a la completa impotencia y próxima a desaparecer
radicalmente. Una vez que reciba los pertrechos efectuaré con co-
lumnas volantes una completa campaña de exterminio en contra de
las partidas que quedan.3

Meses después las fuerzas de Villa tomaban las plazas de


Ojinaga, Ciudad Jiméncz, y atacaban nuevamente Parral ·
(véase Anexo 2).
Durante la campaña militar contra el villismo emprendida
por Murguía, la gubernatura del estado estuvo en manos del
general Arnulfo González, quien sustituyó al general Ignacio
Enríquez, el cual había sido llamado por Carranza a la ciu-
dad de M0xico para hact'rsc cargo de la Oficialía Ma) or de la
Secretaría de Guerra y Marina. Durante su permanencia en
la capital, Enríquez se mantuvo in formado de la situación
que prevalecía en Chihuahua; intercambiaba corresponden-
cia con sus simpatizadores, quienes no perdían oportunidad
de hacer campaña en su favor para lograr que regresara nue-
vamente al estado, ya que la presencia Je Murguía no era
bien recibida por los chihuahuenses, pues sus tropas se ha-
bían dedicado al pillaje. Murguía expresaba el poder del mi-
litar cuya ocupación y saqueo afectaba grandemente los in-
tereses de particulares; mientras que Enríquez sintetizaba
las aspiraciones y espectativas de los sectores medios y bur-
guesía en ascenso. En primer lugar era chihualwense; ade-
más, desde que ocupó por primera vez la gubernatura provi-
sional del estado, estableció una política de acercamiento y
alianzas con dichos sectores y los caciques locales, lo que se
tradujo en consenso para su causa.

3 Expediente XI/481.5 /7 6, Chihuahua, 1917, t. IV, ADNH.

89
En el lapso de marzo a octubre de 1917, Enríquez recibe
varias proposiciones de clubes políticos del estado que le
ofrecen trabajar empeñosamente en su candidatura; además
los tenientes coroneles Félix Delgado y José Comadurán le
aseguran que más de dos mil quinientos individuos integran-
tes de las Defensas Sociales de la sierra están dispuestos a
darle su voto.4
Enríquez les agradece el apoyo, pero declina el ofreci-
miento porque

... dada la situación actual en esa entidad, mis servicios serían más
efectivos, conservando mi jerarquía militar y consiguiendo el ir con
mando de fuerzas, estaré en aptitud de colaborar de una manera
efectiva a la pacificación del estado, de dar amplias garantías a sus
habitantes, siendo a la vez el primero en respetar y hacer que se res-
peten las disposiciones emanadas de la autoridad civil. Mientras que
si acepto mi candidatura y llego a ser honrado con el voto de mis
conciudadanos, me nulificaría como militar y estaría sujeto a la
presión de los jefes con mando de fuenas; quienes por desgracia en
su mayoría son muy desordenados ... No creo que pueda, ni deba
haber elecciones para gobernador de ese estado, mientras éste no se
pacifique por completo y se reorganice la administración civil en
todos los poblados.5

Al general Salvador Alvarado. amigo personal de Enrí-


1Uez, Je expresa ...

. . .mi ardiente deseo es que el señor Carranza me encomendase la


campaña en el estado de Chihuahua para lo cual no requeriría sino
de unos cuantos miles de pesos y unos cuantos millones de cartu-
chos porque hombres y armas sobran en aquel estado para hacer
una pronta, rápida y efectiva pacificación del rnismo.6

4 Carta que dirige Melchor Herrera a Ignacio Enríquez el 27 de


marzo de 1917, de El Paso, Texas, a la ciudad de México, AICE.
5 Carta que dirige José de la Luz Hernández, et al., el 30 de agosto
de 1917, de Ciudad Camargo a la ciudad de México, AICE.
6 Carta que dirige Ignacio Enríquez a Salvador Alvarado, el 30 de
julio de 1917, de la ciudad de México a Mérida, Yucatán, AICE.
90
Sin duda Enríquez cimentaba la viabilidad y solidez de su
proyecto político en tanto tuviera también el control militar
dél estado, lo que le permitiría dirigir la campaña contra el
villismo y a la vez ejercer su autoridad regional a través de
las Defensas Sociales.
Poco después, por órdenes de Carranza deja la Oficialía
Mayor y pasa a ocupar la dirección del Departamento de Es-
tablecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares (de
nueva creación), del cual sale para hacerse cargo por segunda
vez de la gubernatura provisional de Chihuahua, 7 nombra-
miento que Je fue conferido también por Venustiano Ca-
rranza. El 4 de julio de 1918 toma nuevamente posesión. Es
escoltado por tropas federales al mando de Murguía y por
unos mil quinientos hombres de las Defensas Sociales que lo
acompañan desde Ciudad Juárez hasta la ciudad de Chihua-
hua.8
La presencia de Enríquez en el gobierno del estado saca a
la luz pública las divergencias existentes con el general Mur-
guía desde tiempo atrás; su antagonismo parecía irreconci-
liable. La pugna entre Murguía y Enríquez se precipita ya
que ambos generales querían tener el control militar del es-
tado ; además de que las arbitrariedades que cometían las
fuerzas de Murguía en perjuicio de particulares no fueron
aceptadas por Enríquez, ganando para él el apoyo de am-
plios sectores de la población y sobre todo de los intereses
que representaba.
Durante la campaña contra los villistas, ambos jefes ha-
brían de actuar en forma independiente. Enríquez inicia la
reorganización de las fuerzas rurales del Estado, las cuales

7 En carta que dirige Enríquez a José de la Luz Hernández, le ma-


nifiesta que aceptará hacerse cargo del gobierno, aunque sólo sea por
quince días, en cuyo tiempo nada práctico podrá hacer, pero salvará al
estado de manos de la reacción, ya que sabe de la campaña que están
realizando José del Riego, quien fue empleado de Enrique Creel y
apoderado de los millonarios Martínez del Río ; con el primero conser-
va relaciones estrechas. Al ocupar la gubematura, nulificaría la obra de
la Revolución.

8 Informe del Departamento de Inteligencia, El Paso, Texas, julio


2 de 1918 , op. cit., Archivos Nacionales de Washington.
91
habían sido suprimidas por Murguía e incorporadas al ejér-
cito en la sexta brigada. La popularidad de Enríquez y la
facilidad para el reclutamiento, obedece por un lado a su
inflüencia social y por otro a su experiencia en la moviliza-
ción de población civil. Por el contrario, las tropas de Mur-
guía se habían dedicado a la impunidad y al saqueo, y el
propio Murguía como jefe de operaciones, a procurar su
enriquecimiento, lo que significaba para la población una
presencia negativa y con los vicios por los cuales el gobierno
combatía a los villistas. Este enfrentamiento vislumbra la
manera tan diferente de acceder aJ poder en ambos genera-
les. En Enríquez, la vertiente civil es propuesta para afian-
zar y desarrollar su poder a futuro.
Los norteamericanos residentes en Chihuahua vieron con
agrado la presencia de Enríquez, de quien esperaban tener
facilidades y protección para sus negociaciones. 9 Po r esto
ofrecieron ayuda efectiva en la organización de las fuerzas
que serían sosteni<l,as por el gobierno estatal, 10 y fueron
reclutados seisciei1tos hombres de entre los elementos de las
Defensas Sociales, quedando bien montados y equipados. 11
Varios integrantes de las tropas de Murguía solici taron su
incorporación a las fuerzas rurales estatales. Las diferencias
entre Enríquez y Murguía se agudizaron por el reclutamie n-
to que el primero hizo de las Defensas Sociales como una
organización independiente de la jefatura de operaciones, lo
cual, decía Murguía, interfería en sus planes militares de
acabar con los villistas. Estas organizaciones civiles armadas
se convirtieron en un instrumento de poder poiítico del
gobernador Enríquez, quien abandonando la ciudad de Chi-
huahua y acompañado de 18 rurales, se dedica a armar cam-
pesinos en contra de Murguía, dando con ello pie a un en-
frentamiento entre las fuerzas del ejército y estos campesinos

9 Ibi'dem

lO La Tesorería General del Estado summistró lo necesario para pa-


go de haberes y demás gastos de las fuerzas rurales duran te los meses
de octubre y noviembre de 1918, AICE.
11 Expediente XI/111/2 - 876, Ignacio Enríquez, t. IV, ADNC.
armados aJ servicio del jefe del estado. Al ser llamado nue-
vamente el general Enríquez a la ciudad de México, las fuer-
zas rurales estatales nuevamente fueron disueltas.12
Tras algún tiempo ambos generales fueron removidos de
sus puestos: Murguía fue sustituido por el general Jesús
Agustín Castro y Enríquez por el ingeniero Andrés Ortiz,
pero la campaña persecutoria al villismo prosiguió. El gober-
nador Ortiz, para estimular la captura de Villa, ofreció una
fuerte recompensa para quien lo entregara vivo o muerto.
Por su parte, el general Villa, ante la hostilidad que las De-
fensas Sociales oponían a sus fuerzas, hizo publicar un
Manifiesto a las Defensas Sociales del Estado de Chihuahua,
en el campamento de la hacienda de Rubio, el 15 de diciem-
bre de 1918: 13
Siempre de pie, defendiendo con verdadero desinterés y muy en
particular los derechos y libertades de las clases humildes de mi
país, en todo tiempo negadas y desconocidas por los tiranos que
casi siempre también lo han gobernado, con bien justificada tristeza
he podido ver que parte de los habitantes de este estado, criminal-
mente engañados por la misma casta de opresores de ayer, han
pretendido fusionarse o reunirse en uno o más grupos armados para
combatir en mí esos sagrados propósitos que he perseguido y
persigo, buscando sobre todas las cosas el reinado de la justicia en
nuestro infortunado suelo, en donde desgraciadamente, hasta el
día, sólo en el monopolio y el privilegio se ha resuelto la riqueza
pública, es la Ley la consigna y el capricho de quienes gobiernan y
de quienes tienen dinero y son una mentira descarada esos derechos
y libertades a que me he referido.

En la completa seguridad de que en no lejano día, como así está ya


sucediendo, esos grupos en particular, a la par qué todos los mexi-
canos honrados y patriotas, han de convencerse por sí solos del
error, en que ha querido sumírseles, presentando apoyo y ayuda a
un régimen corrompido, sin precedente en nuestra historia, a hom-
bres que los ultrajan, roban y matan sin razón, para quienes nada
es el honor ni la patria, tengo resuelto no hacer aún contra éllos
campaña alguna enérgica y decisiva para exterminarlos corno ya
lo hubiera conseguido sin gran esfueno, y sólo me he limitado á
combatirlos cuando éllos así lo han querido, cuando ellos mismos
me han atacado, probándoles después de cada combate, en los

12 AICE.

!3 Federico Cervantes, op. cit., pp. 592-595.


93
que siempre la victo ria ha estado de mi parte, pués jamás la justicia
desampara al que la tiene, que mis intenciones hacia los hijos del
Estado de Chihuahua, muy especialmente, son las mejores, y que
aún en los momentos más delicados, más difíciles y más compro-
metidos para éllos, estoy dispuesto a darles toda suerte de garantías
para sus vidas e intereses, como de ello, son testigos los muchos pri-
sioneros que he hecho en cada acción de las libradas con los sociales
y a quienes resueltamente he puesto en absoluta libertad.

Esto no obstante, con el derecho que la razón y la justicia, que


están de mi parte, me conceden, creo llegado el instante oportuno
de llamar la atención de los hijos del Estado de Chihuahua y en
particular la de los mencionados grupos de las Defensas Sociales,
sobre los siguientes conceptos:

El llamado Presidente Venustiano Carranza, no puede hacer jamás


la Paz en la República y entre tanto eso no sea, la felicidad del
pueblo mexicano y el progreso y engrandecimiento de la Patria,
serán igualmente, una mentira.

Venustiano Carranza, traidor á su causa y a quienes lucharon con


él en otro tiempo con fines nobles y levantados, ha falseado los
principios revolucionarios por los que venimos luchando desde
191 O, y convirtiéndose en el Tirano y Déspota mayor que en Mé-
xico ha existido, olvida las desgracias, miserias y necesidades del
Pueblo, a quien sólo desgarra, merma y sangra, para satisfacer sus
ambiciones sin medida y los caprichos de su edad.

Venustiano Carranza, traidor, sin duda alguna, a su Patria, así lo


condena en la República y lejos de ella la opinión, poniéndolo fue-
ra de la ley, ha menoscabado nuestro honor nacional, se ha hollado
por su culpa nuestro suelo y se ha ultrajado nuestra Soberanía.

Venustian o Carranza, gobierna únicamente con su grupo y para su


grupo, a quien ha repartido y reparte honores y dinero que sólo son
del pueblo y al pueblo le corresponden.
Díganlo, si no, el descontento general que reina en el País, los mi-
llares de fusiles vueltos contra el nuevo Tirano, el hambre y deses-
peración en los hogares, las industrias y minería paralizadas, los
campos yermos, el grave peligro que una vez más amenaza nuestra
independencia e integridad de territorio y entre todas estas terri-
bles calamidades, a semejanza de un fuerte bofetón pegado en el
rostro de la Nación y en el de todos los mexicanos de vergüenza, la
vida regalada de que disfrutan Carranza y sus paniaguados: Alvara-
do en Yucatán, Calles y Obregón en Sonora, Espinosa Mireles en
Coahuila, Diéguez en Jalisco, los Breceda y los González en el Dis-
trito Federal, etc., etc.

94
El llamado General Francisco Murguía es en Chihuahua, y seguirá
siéndolo quien quiera que venga a sucederlo, el representante per-
sonal de Carranza y el exclusivo Agente de su obra criminal, res-
ponsable inmediato de la ruina y desolación en que el Estado se en-
cuentra sumido y de la sangre que se derrama. Utilizando, elemen-
tos extraños a él, con falsas promesas y absurdas teorías, su labor
es la de matar hombres de Chihuahua para adueñarse de sus bienes
y ser con Carranza y los más adictos a Carranza, los únicos herede-
ros; con igualdad de fines y con iguales engaños, es preciso que así
se entienda, se forman o han formado, como en otras épocas aná-
logas, los grupos de las Defensas Sociales, sólo al servicio y en bene-
ficio del Tirano, y la verdad es, que en la presente ocasión resulta
monstruoso el proceder de tales grupos, cuando estos arman su
brazo para matarse hermanos con hermanos y labrar su propia
desgracia, ayudando al de fuera y al verdugo a afilar el puñal que
á éllos mismos asesina.

El triste espectáculo que han vemdo dando ante la nación y espe-


cialmente ante el Estado los llamados Jefes Militares y Civiles
-caso reciente, el pleito que se antoJa de comadres, como suele
decirse, entre Enríquez y Murguía- debieran de convencer aún al
más nmo de la mala fé de estos hombres y de que moral y material-
mente sólo la muerte aguarda á los hijos de Chihuahua mientras
pueda existir el actual orden de cosas.

¿Qué es, pues, lo que defienden, apoyan y sostienen los llamados


sociales en el Estado, que ante las generaciones venideras pueda
justificarlos por la sangre que se derrama por su causa, los graves
males que nos aquejan y los más graves aún que nos pueden sobre-
venu de prolongarse su antipatriótica actitud?
Por primera vez y última invito, de este modo, á esas Defensas So-
ciales de Chihuahua á la unión dentro del más puro principio revo-
lucionario, no á mi alrededor, si no lo quieren, ni en mi nombre
tampoco, smo alrededor y en nombre de la Patria, cuya salud lo ha
menester y lo reclama, para combatir y derribar la nueva Tiranía
que nos envilece y nos degrada; para arrojar del Estado al que de
otros lugares viene cojido de leva y de las cárceles á arrebatarnos
Oficialmente nuestro bienestar á la vez que nuestras riquezas para
provecho de unos cuantos, y para procurar el advenimiento de un
Gobierno general y local, fuertes y honrados, de carácter meramen-
te civil, ungidos en verdad por el voto del pueblo, que nos den ga-
rantías á propios y á extraños y hagan efectivas las promesas revo-
lucionanas de 1910, por las que tanto nos hemos sacrificado.

Tiempo habré de darles para meditar y resolver sobre esta mi invi-


tación que hago extensiva a todos los hijos del Estado y a mis de-
más compatriotas. Si mañana la presente actitud de los sociales, á
95
quienes me dirijo, fuera la misma, el deber me obligará a tomar las
medidas que fueran del caso para aniquilar de una vez por todas al
mal chihuahuense y al mal mexicano, aun cuando para ello me sea
indispensable movilizar los Ejércitos de que me es dable disponer
en otras partes del pais.

La historia nos juzgará fría e imparcialmente y a cada quien exigirá


las responsabilidades en que hubiera incurrido, sobre todo si por
mala fe de nuestra parte o falta absoluta de patriotismo y buen sen-
tido, damos lugar a una nueva invasión de nuestro suelo, que a to-
dos nos debe hacer temer la conducta extraña y tenebrosa de Ca-
rranza en lo que respecta, principalmente, á su política mterna-
cional..

Francisco Villa

El manifiesto de Villa (que no escapa al empleo' de un


lenguaje retórico en cierto momento) establece sin_ embargo
claramente su posición con respecto a las clases desposeídas.
A través de este documento trata de concientizar a los cam-
pesinos y gente del pueblo que componen las Defensas So-
ciales y quienes generalmente eran enrolados en las colum-
nas expedicionarias y encargados de ir al frente a combatir a
los villistas, y los invita a reflexionar sobre los objetivos por
los que luchan y el uso de que han sido objeto como pobla-
ción civil, enfrentándolos a otros hombres de su misma clase.
Apunta que es Carranza el opresor de "esta clase vilipendia-
da" y que contra él debe ser la lucba. Intenta hacer cons-
ciente al pueblo del papel real que desempeñan las Defensas
Sociales, y por ello invita a sus integrantes a analizar qué
defienden. apoyan y sostienen. que justifique su participa-
ción. Sin embargo, su llamamiento a las Defensas Sociales
cayó en oídos sordos, no sólo porque muchos chihuahuen-
ses estaban ya cansados de la guerra, sino porque los dirigen-
tes de las organizaciones se convirtieron en los opositores
más activos de Villa. y por tanto simpatizadores de E11ríquez.
Un grupo de "sociales" detenidos por villistas en un tiro-
teo librado cerca de la hacienda de Rubio, tras ser conduci-
dos ante la presencia de Villa, que se encontraba en la ha- ·
ciencia de San Diego, comentaron: ·
96
Nos formó ahí, y nos echó un speach, estuvo diciéndonos: yo sé
que ustedes son sociales y está bien, pero no salgan acá, defiendan
sus casas, muy bien, se los tengo muy a bien; pero acá no, acá por
qué . . . ahora, que mal les hago yo a ustedes ... por lo que yo
ando en la Revolución y todo, es precisamente que el pueblo de
México, sea dueño de México, que los grandes latifundios sean re-
partidos entre los pobres que no tienen y que se dedican al traba-
jo ... Ahí nos estuvo hablando mucho y luego de este Murguía, el
general Murguía es un ... digamos, un bandido que viene de otras
partes a robar acá, ha venido a robamos aquí todo lo que hay aquí
en el estado de Chihuahua, lo que produce; no debemos de ayudar-
lo, debemos de quitarlo ... estuvo ahí hablándonos ... yo creo
como una media hora, una hora, ya nos dijo: - Bueno, váyan-
se .. _14 (y regresaron a su pueblo Bachíniva).

Al hacerse cargo de las operaciones militares en el Norte,


el general Jesús Agustín Castro procedió a dar a las Defensru:
Sociales nuevamente una organización paramilitar. Estas
corporaciones dependerían directamente del ejército y reci-
birían su organización por parte de elementos comisionados
para ello.
Una nueva etapa en cuanto a organización y finalidades se
vislumbraba para las Defensas Sociales. Había un nuevo in-
tento por corporativizarlas, alineándolas a los intereses del
poder central y suprimiendo la diversidad de funciones y
autonomía local que habían adquirido.
Con fecha 14 de febrero de 1919, el general Castro gira
una circular a todos los jefes de Defensas Sociales en el esta-
do de Chihuahua, en la cual se determina la forma en que
deberían cooperar con el gobierno.

Considerando que las agrupaciones armadas que se han venido de-


nominando "Defensas Sociales", prestan y pueden seguir prestando
sus buenos oficios para garantizar su hogar y sus propios intereses,
este Cuartel General de mi cargo, ha tenido a bien disponer lo
siguiente:

lo Las "Defensas Sociales" en el Estado de Chihuahua, deberán


continuar organizadas en la misma forma que lo estaban ante-

14 Op. cit., PH0/1/147.

97
riormente, pero con las modificaciones que establece la presente
circular y que se enumeran en seguida:

2o El Cuartel General nombrará Jefes dependientes directamente


· del mismo y a quienes señalará zona, precisando " Defensas",
que estarán a sus órdenes. Estos Jefes, subdividirán el mando
entre Jefes subalternos del Ejército a las órdenes de los cuales
quedarán los Jefes de las "Defensas" en cada pueblo y a quienes
se les seguirá reconociendo la asimilación de Mayor.15

Fue nombrado por la jefatura de operaciones el general


Silvino M. García, 16 jefe de las Defensas Sociales en los dis-
tritos Guerrero, Rayón, Arteaga, Andrés del Río, Benito
Juárez, así como la parte poniente del dé Iturbide , siguien-
do la línea que marca la vía férrea del Ferrocarril Central:
esto sería la Primera Zona. Se le comisionó para lograr _la
cohesión y armonía entre los elementos que integraban las
defensas a su cargo; se establece como cuartel general de
las mismas la población de San Antonio de Arenales; y se
le asigna al general García una clave telegráfica que debía
usar para comunicarse con la jefatura de operaciones en los
casos que fuese necesario. 17
En la mencionada circular se habla de subdividir a las De-
fensas Sociales por zonas, pero parece ser que bajo esta orga-
nización sólo se creó la Primera Zona, en la región serrana,
por ser el hábitat de las partidas villistas y también porque
la parte su reste del estad o estaba controlada por fuerzas del
ejército al mando de generales carrancistas.
Se procedió a comisionar a oficiales del ejército que pasa-
ron a depender de la Jefatura de las Defensas Sociales, en-
cargándose del control y reorganización de las mismas.
La Primera Zona se subdividió en jefaturas de sector a car-
go de un jefe e instaladas en lugares clave:

15 Circular a todos los jefes de Defensas Sociales en el Estado de


Chihuahua. Cuartel General, febrero 14 de 1919, AICE.

lt> Expediente X/Ill-2/15-831, Silvino M. García, ADNC.


17 AICE.

98
Sector Iturbide, cor!. Salustio Lima con sede en Santa Isabel; sec-
tor Guerrero, cor!. Miguel Comadurán con sede en Guerrero; sec-
tor Rayón, cor!. Manuel Calderón en Bocoyna; sector Arteaga, cor!.
Octavio A. Galindo en Chinipas; sector Andrés del Río, cor!. Ni-
céforo BUstillos en Tonachic, sector Benito Juárez, tte. cor!. Prós-
pero Espinosa en Cusihuiriachicl8 (véase mapa).

Los jefes de sector debían rendir parte de novedades dia-


riamente al cuartel de las Defensas Sociales. Al propio tiem-
po procedieron a reorganizar las defensas comprendidas en
su distrito.
Después de reunir a los integrantes que formaban cada
una de las ·defensas, se daba lectura a la circular de reorgani-
zación, indicando las misiones que en lo sucesivo desempe-
fiarían dichas unidades. Se procedía a pasar revista para sa-
ber al mando de qué jefe se encontraban, número de oficia-
les y tropa que las con~tituían, número exacto de cartuchos
y calibre, caballos y condiciones de éstos. Posteriormente se
procedía a nombrar jefe de defensa, quien debía reunir las
siguientes características:
.. .estar avecinado en el lugar, ser de buena conducta civil y tener
las dotes de mando suficientes a juicio del jefe de la zona, así como
que manifiesten su conformidad cuando menos un setenta y cinco
por ciento de los ciudadanos que estén dispuestos a permanecer ar-
mados en el pueblo de que se trate.19

En el caso de congregaciones y rancherías, los jefes de es-


tos lugares estarían subordinados a los jefes de defensa de
poblaciones. A ellos se les daría " una asimilación compren-
dida entre Sargento Primero y Capitán Segundo, según su
capacidad y la importancia del número de hombres que co-
manden, a propuesta del Jefe subalterno militar y con apro-
bación del de la zona en que se encuentren dichas Defen-
sas". 20

18 Jbidem .

19 Op. cit., Circular ... febrero 14 de 1919, AICE.


20 Ibi'dem.

99
La elección de jefe contempla las características que para
el control político tradicionalmente eran requeridas en las
áreas rurales. El poder depende del número de gente que
controle; crece el poder conforme se incremente el número
de hombres bajo su control, pero además es importante des-
tacar, en este caso, que el poder del jefe regional aumenta en
función de la capacidad que tenga de subordinar a un obje-
tivo más amplio los intereses locales o personales.
Es de particular significación el contenido de las siguien-
tes cláusulas:

Todos los elementos civiles, inclusive los que tengan asimilación


militar y que constituyan las "Defensas Sociales" al quedar instituí-
das éstas, será solamente para garantizar su hogar, sus intereses y su
vida, por cuyo motivo no percibirán remuneración alguna pero
tampoco tendrán la obligación de prestar servicios de armas fuera
de su región. Las "Defensas" entre sí, tendrán el deber imprescindi-
ble de proteger mutuamente sin que sea necesario para el caso, ór-
denes especiales y con mayor razón cuando las reciban en tal sen-
tido, pues el comando que esta circular establece, es solamente pa-
ra que de una manera expresa forme y sostenga la cohesión entre
los elementos armados y se unifique el mando para el mejor éxito
en la protección que las "Defensas" se proponen, para lo cual
contarán con todo el apoyo material y moral de las fuerzas depen-
dientes de esta jefatura de Operaciones.21

En cada una· de las poblaciones se procedió a la reorgani-


zación levantando un acta donde quedaran asentados los
nombres de los dirigentes electos. 22 En la mayoría de los
casos el lugar de reunión fue la presidencia municipal, lo
cual es muy sintomático y deja ver la injerencia que tenían
los políticos locales en el manejo de estas organizaciones.
Como Jefatura de armas de Defensas Sociales era asignada
una casa particular.
Los jefes regularmente eran nombrados entre quienes ya
con anterioridad desempeñaban el cargo; aunque en ciertos
casm,, al parecer después de realizar una "votación democrá-

21 Ibidem.

22 Op. cit., AICE.

100
tica", resultaron electas personas con diferentes característi-
cas. En Cusihuiriachic, por ejemplo, el jefe era el ingeniero
de minas Eduardo W. Enríquez, sustituido por el señor Jesús
María Mendoza, exvillista; en San Andrés, Luis A. García
fue sustituido por el mayor Manuel de la Rosa, exvillista.
No todas las Defensas estaban dispuestas a cooperar en la
persecución de los villistas. En ocasiones el ánimo de algu-
nos elementos decaía, por los hechos que se registraban en-
tre sus compañeros: la Defensa Social de Satevó, al ser ata-
cada por los villistas, no recibió ay_u da, muriendo algunos
sociales durante la refriega. Como resultado del asalto a la
población de Satevó y el temor de que fueran sitiadas las
poblaciones de Bachíniva y Namiquipa, el general Castro
ordenó que se suspendieran los trabajos de reorganización
de las Defensas y se preparara el ánimo de los sociales en
los lugares donde se pensaba atacaría el enemigo, para que
estuviesen dispuestos a cooperar en la campaña. Para tales
efectos el general Silvino M. García gira una circular en los
siguien tes térrnin os:
.. .los exhorto para que unidos, ya que estáis constituídos en De-
fensas Sociales, que serán a no dudarlo las que acaben definitiva-
mente con el bandolero Villa y sus compañeros ... estéis preveni-
dos y me ayudéis a rechazar los ataques de este pernicioso elemen-
to que por desgracia agobia todavía al herido pueblo chihuahuense.
No solamente se es patriota muriendo en Carrizal contra los invaso-
res del país, también se es patriota y se es héroe muriendo en de-
fensa de la paz y el orden, contra los malvados que roban, violan
o incendian. Espero de vuestro patriotismo me tengais al tanto de
todos los movimientos que observeis en vuestra zona a fin de pres-
taros una ayuda efectiva y rápida.

Esta proclama concluía arengando:


¡Chihuahuenses, no permitais la deshonra de vuestras familias! El
bandido Villa coje prisioneras a vuestras inocentes hijas y se las
reparte a sus forajidos, y este honor está por encima de todos los
intereses a morir pues por la honra de i:rnestras familias.

¡ Viva el estado de Chihuahua libre y con honor/23

23 Circular y proclama a los jefes de defensa en San Antonio de


Arenales; el lo. de marzo de 1919, AICE.
101
El lenguaje demagógico y maniquéo empleado en la pro-
clama demuestra que el gobiern o carrancista usó todos los
argumentos posibles para desprestigiar al villismo y fortale-
cer el reclutamiento.
Mientras tanto el villismo, carente de un programa escrito
y de un movimiento q ue rebasara el ámbito local, aceptó el
programa emanado de la Alianza Liberal Mexicana24 y lo
hizo aprobar por sus fuerzas en R ío Florido, de donde que-
dó con el nombre de Plan de Río Florido. 25 Importante fue
el hecho de que Villa reconociera que el camino al triunfo
dependía de la sustitución de su táctica guerrillera por un
ejército regular con una concepción diferente, como lo pro-
ponía Felipe Angeles, bajo el nombre de Ejército Recons-
tructor Nacional.
A principios de enero de 1919 se reunió Felipe Angeles
con las fuerzas de Villa en el campamento de Tosesihu·a,
Chihuahua, en donde el Centauro del Norte se encontraba
dedicado a la tarea de organizar militarmente a sus hombres
para iniciar la campaña formal. 26
En el curso de los primeros meses de 19 19, Villa y Ange-
les llevaron a cabo acciones guerrilleras, librando varios com-
bates y ocupando ciudades transitoriamente. Ricardo Michel
e Hipólito Villa entran en contacto nuevamente con Fran-
cisco V. Antillón, jefe de la Defensa Social de Namiquipa,
a quien hacen llegar el manifiesto que Villa dirige a las De-
fensas Sociales de Chihuahua en 1918; otro dirigido a los
exsoldados de la defensa del lugar, y una carta en la que les

24 La Alianza Liberal Mexicana fue fo rmada por los revoluciona-


rios desterrados que pretendían unificar las facciones revolucionarias
y restablecer la paz en México. Con sede en Nueva York, tenía filiales
en las ciudades fronterizas importantes. A ella pertenecían FelipeAn-
geles, Antonio l. Villarreal, José Ma. Maytorena, Miguel Díaz Lombar- •
do, etc. Federico Cervantes. Felipe Angeles y la Revolución de 1913,
México, s/e, 1942, pp. 225,227.
25 Plan del r{o Florido, formulado por el general Antonio l. Villa-
rreal; pretendía la unificación de todas las faccio nes revolucionarias,
bajo la bandera de la Constitución del '57; IMdem , p. 24 7.
26 Federico Cervantes. Francisco Villa . .. , op. cit., pp. 588- 590.

102
proponen una alianza entre los sociales y las fuerzas villistas.
Les ofrecen toda clase de garantías para que regresen a sus
hogares las familias que se han alejado y refugiado en la
-sierra por criminales engaii.os de sus enemigos.27 Le hacen
saber nuevamente el mo tivo por el que continúan en pie de
lucha y que es "el castigo justo para los verdaderos culpables
de las desgracias que afligen al país que Jo son los carrancis-
tas, derribar a ese régimen corrompido que nos avergüenza y
nos envilece, procurando el advenimiento de un gobierno ge-
nuinamente popular, fuerte y honrado que nos haga fe-
lices". 28
En estos momentos en que el villismo se encontraba ya en
franca decadencia, era difícil conseguir prosélitos. El gobier-
no se había encargado de desprestigiarlo atrayendo a los ex-
villistas y a la población civil, enrolándolos en las defensas
como fuerzas de choque. Además de que en las Defensas
de Namiquipa y Bachíniva había gran descontento hacia el
general Castro, a quien culpaban de no haberle dado su justa
importancia al movimiento que emprendían los sociales con-
tra los villistas. Sabían que Villa con ochocientos hombres
bien pertrechados se encontraba en el campamento Las
Cruces. La Defensa de Namiquipa y las familias en su totali-
dad habían abandonado el pueblo y permanecían aún en la
sierra. Por la comunicación de los villistas con el mayor An-
tillón tenían la esperanza de que la población no fuera ata-
cada ; sin embargo, estaban preparados para defenderse, pero
era necesaria la ayuda del gobiem o. 29
El 18 de abril los villistas tomaron una vez más la ciudad
de Parral, que estaba defendida por fuerzas al mando del
general Madinabeytia (exjefe del estad o mayor de la Divi-
sión del Norte) y por Defensas Sociales dirigidas por el
ingeniero Francisco Chávez Holguín, José de la Luz Herrera,
Melitón Lozoya, José María Gutiérrez, "el Chato" Jurado y

27 Expediente XI/ III/ 5- 8169, Francisco V. Antillón, ADNC, f. 12.


28 lbidem, f. 12.
29 AICE.

103
otros. "Todos de familias notables de. ahí". 30 En dicho com-
bate fue tomada prisionera la totalidad de la Defensa Social,
a cuyos integrantes se les perdonó la vida, excepto a José de
la Luz Herrera y a su hijo Ceferino, quienes fueron fusilados
por considerárseles traidores.
Villa, dueño de la plaza, procedió a imponer préstamos
forzosos a las compañías mineras que explotaban los fundos
en esa parte del estado. Abandonaron Parral y a fines de
abril atacaron Ciudad Juárez. La nosesión de esta localidad
fronteriza era clave para iniciar. la campaña formal que se
había planeado, y como no pudieron tomarla se replegaron
nuevamente al sur, rumbo a Durango.
Ante la amenaza de las partidas villistas que habían ata-
cado la población de Santa Isabel y merodeaban por la sie-
rra, el general García ordenó a los jefes de defensa en la
región alistar sus fuerzas por si era necesario movilizarlas.
Esta orden debía ser obedecida por los "sociales"; se apoya-
ba en la cláusula séptima de la circular ya referida. Sin em-
bargo, para algunos resultaba difícil acatarla . . . "al estar
fuera de nuestras casas por algunos días tenemos que ero-
gar gastos que para mí son muy fuertes, pues soy pobre". 31
Mayor descontento se generó entre los sociales cuando el
general Castro ordenó que se procediera a organizar una co-
lumna de caballería compuesta de mil hombres (socialistas
de la sierra) que operarían en el estado de Chihuahua bajo
las órdenes del general Silvino García y cuyo objetivo sería
perseguir al bandolero Villa y a sus gavillas. La columna per-
cibiría haberes a partir del 5 de mayo, en la siguiente forma:
un peso diario a sociales montados y am1ados, dos cincuenta
a oficiales y cuatro pesos a jefes, más cincuenta centavos a
todos para forrajes.
La convocatoria se hizo del conocimiento de todas las De-
fensas, quienes se negaron a formar parte de la columna ex-
pedicionaria. Apoyados en el contenido de la cláusula quin-

30 Op. cit., PH0/8/31.

31 AICE.

104
ta de la circular, expresaron los motivos por los que no de-
seaban participar.
En Santa María de Cuevas sus miembros manifestaron:

Suplica esta Defenza, a esa Superioridad que tenga la vondad de


considerarla en el sentido de que para ingresar á esa columna de
que se hace referencia, no está la gente en la posibilidad de hacerlo
por motivos muy legales, como és, el estar en lo general escasos de
víveres, y estar esperando llá, el trabajo escencial de estos pueblos
como es la siembra, que es el único elemento que ésta región tiene
de vida, por lo que suplicamos muy atentamente se digne tomar en
consideración las razones expuestas, en el concepto que como antes
decimos, estamos de acuerdo a prestar nuestros servicios siempre
que sean necesarios, en nuestra región como siempre lo hemos
benido haciendo. 32

El documento está firmado por el jefe de la Defensa Te-


lésforo Rodríguez en representación de los que no saben fir-
mar, además de las firmas de catorce sociales.
El jefe de la Defensa de Carretas informa:

Sólo por las circunstancias difíciles porque atraviesan para el sostén


de vida, dedicadas constantemente al rudo trabajo para la manuten-
ción de sus propias familias y como se trata de un acto voluntario
no les es posible admitir las proposiciones antes dichas para formar
parte en la columna que se pretende organizar.33

La Defensa de Santa Rosalía manifiesta que por estar


muy próxima la estación de lluvias, y como la agricultura
demanda toda la atención y esfuerzos, todos los vecinos se
consagrarían al fomento del cultivo de los campos con asi-
duidad y constancia, por ser este ramó la fuente de vida y
de riqueza de estos pueblos. 34
También las Defensas de Carichic, San Francisco de Bor-
jas, San Andrés, Los Llanos de San Juan Bautista, Bustillos,

32 Ibzºdem.

33 Ibzºdem.

34 Ibzºdem.

105
Cusihuiriachic, entre otros, manifiestan su negativa. Sin du-
da el gobierno parecía olvidarse de· la situación precaria en
que estaban estos campesinos norteños. La información ob-
tenida nos demuestra que fue el campesino sedentario, tan
pobre como los rebeldes villistas, el enrolado y movilizado
nuevamente para suprimir la oposición ciertamente popu-
lar. Comprometidos en una lucha en la que no habían obte-
nido beneficios, su mejor protesta era negarse a cumplir ór-
denes.
Sin embargo, ante la respuesta de los sociales de no aban-
donar sus hogares y salir de su región, se ordenó un recluta-
miento forzoso. La mitad de los elementos que integraban
cada defensa debía ponerse a las órdenes de la Jefatura de
las Defensas: la otra mitad permanecería en su localidad para
defender al pueblo y seguir sus labores en el campo. Se pro-
cedería al desarme inmediato de los que aún así no acatasen
la orden de salir . .. "trayendo las armas, para armar otros
contingentes que están dispuestos a prestar sus servicios y
que carecen de esos elementos, porque dadas las circunstan-
cias porque atravesamos se considerarán encubridores del
bandolerismo a todos aquellos que no quieran batirlos en la
forma que les ordene este Cuartel General y serán castigados
enérgicamente". 35 No se les dejaba alternativa, ya que las
armas era una garantía de protección en sus pueblos; con
esta medida se les dejaba a la ofensiva villista y a las depre-
daciones que pudiera cometer la tropa del ejército. Unida a
esta circular, el general García gira la siguiente proclama a
las Defensas Sociales.

. . .me ha dado verdadera tristeza la actitud indiferente y fría que


han asumido las defensas sociales en esta hora del peligro común.
Cuando pase la confusión del momento y la Historia recoja en sus
anales los hechos de la actual Revolución condenará con su severo
veredicto, la falta de entusiasmo de los habitantes armados del Es-
tado de Chihuahua, que pudiendo ayudar a la pacificación, no lo

35 Circular y Manifiesto a los jefes de Defensa Social, 5 de mayo de


1919, AICE.
106
hicieron, dando con esto una prueba palpable de su falta de patrio-
tismo. 36

Y es que las clases populares, cansadas de una guerra sin


destino y de hacer las veces de carne de cañón, lo que de-
seaban era que los dejaran en paz aunque en su misma con-
dición de miseria, que no los obligaran a movilizarse aleján-
dolos de sus núcleos familiares y obligándolos a romper sus
propios códigos de lealtad, confianza, parentesco. Sin em-
bargo, es esta clase oprimida la que el gobierno usará, diri-
gida por elementos de los sectores· medios que, exterminan-
do al villismo, buscaban acomodo en la nueva burocracia
gubernamental.
.
La gente del campo que fue la que hizo la Revolución está exacta-
mente igual, son miserables y hambientos, siguen pobres, siguen pa-
deciendo enfermedades, hambres y miserias ... los que han ganado
con la Revolución, han sido los obreros y la burocracia, los que
hicieron la Revolución que son los campesinos, los encuentra usted
en las mismas condiciones. 37

En la formación de la columna expedicionaria fueron co-


misionados los jefes de defensa, quienes debían proceder al
reclutamiento por leva si era necesario, usando de todos los
medios para ello; asimismo se les autorizó para que castiga-
ran hasta con la pena de muerte al que se abstuviera de pres-
tar un servicio que la sociedad exigía, 38 se señalaba.
Noventa y dos rancheros de la hacienda Bustillos (intes-
tado Zuloaga) se presentaron para solicitar permiso para ter-
minar su siembra; se les negó y fueron incorporados con los
sociales de Namiquipa, Bachíniva, San Isidro, Guerrero y
Temósachic.
Sesenta y un integrantes de la Defensa Social de Temósa-
chic informan cómo se llevó a cabo el reclutamiento:

36 Ibi"dem.

37 Op. cit., PH0/1/42, p. 69.

38 Temósachic, 22 de mayo de 1919, AICE.


107
Los jefes de la defensa Eurnelio Varela y José Ramírez Prieto em-
pezaron a reclutar gente por el sistema de levas, a cada ciudadano
a quien les daba gana. Hubo personas que fueron sacadas de sus
hogares, labriegos que se encontraban en sus trabajos fueron torna-
dos dejando sus herramientas de trabajo. No se respetaron ancianos
que por su edad, debieron de haber sido dignos de toda clase de
consideraciones ... Fuimos llevados a un inmundo corral, cual si
hubiésemos perdido nuestra condición de hombres, pues fuimos
tratados peor que animales. De los que suscribirnos como sesenta y
ocho civiles fuimos llevados a caballo y entre esta y San Antonio
nos desertamos, tanto porque no se nos daban armas como por la
indignación de ir con los mencionados jefes. Otros permanecimos
ocultos y muchos huimos a los montes, para librarnos de la leva,
pero en lo general todo este pueblo fue ultrajado con la única ex-
cepción de los amigos o favoritos de los jefes citados. Por la noche
fuimos conducidos por fuerza armada a la estación del ferrocarril.
Fuimos llevados a San Antonio de Arenales, a donde llegarnos al
siguiente día. Ahí se nos dieron en medio de risas y burlas, armas
casi inútiles y municiones deficientes e insuficientes. El 27 del
mismo mes fue atacado el pueblo de San Andrés por las fuerzas
villistas. Fuimos llevados a la línea de fuego. Nuestras armas sólo
nos sirvieron para hacer una aparente defensa por su insuficiencia. 39

De esta manera, aunque no generalizada, fue formada la


columna expedicionaria. A sus integrantes se les proporcio-
nó parque, se les uniformó y percibieron un salario en forma
regular. Fue esta columna la que daría origen a las Fuenas
Auxiliares de Caballería creadas por el general Enríquez en
junio de 1919.
Así las Defensas Sociales en sus respectivas regiones con-
tinuaron la campaña exterminadora del villismo. Además de
sus actividades regulares, se ocupaban de la construcción de
fortificaciones, reparación de puentes, etcétera, como si
fueran tropa del ejército. 40 La jefatura de operaciones les
remitía armamento y víveres y continuamente se hacían

39 Carta que envían 72 integrantes de la Defensa Social de Ternósa-


chic al general Ignacio Enríquez, con motivo de su nombramiento
como jefe de las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares del estado; lo
felicitan y se quejan de la actitud de los jefes de la Defensa Social José
Rarnírez Prieto y Eumelio Yarela, 28 de junio de 1919, AICE.
4 o AICE.

108
promociones para que los vecinos de los pueblos se integra-
ran a estas organizaciones. A los desertores se les enviaba a
la jefatura de las Defensas, así como a los que se les encon-
traba robando o cometiendo arbitrariedades. 41
Contaban las Defensas Sociales con un servicio médico
que daba atención a los heridos en campafla. Los Jefes de
defensa impartían justicia entre sus agremiados, quienes a
su vez, en sus respectivas poblaciones, tomaban la justicia
en sus manos e imponían el orden "muy a su manera". Pero
estos cuerpos de autodefensa par~cían ser poco eficientes,
ya que las quejas de la población civil, por destrozos que
cometían los villistas en poblaciones y rancherías, se suce-
dían sin interrupción.
Seis meses al frente de la jefatura de operaciones el gene-
ral Castro y la creación de la jefatura de las Defensas Socia-
les con organización paramilitar, no habían logrado el obje-
tivo del exterminio del villismo; y es que el general Castro
se dedicó a organizar administrativamente su División, des-
cuidando la campafla militar; además, durante su estancia en
Chihual1Ua fue concesionario de casas de juego en Ciudad
Juárez.

41 Se remite a los reos Pomposo Márquez, Pedro y Leandro Pala-


cios, que se dedicaban a robar en otras regiones a los mismos sociales.
El socialista Pablo Domínguez fue detenido ya que era un salteador de
caminos, AICE.
109
Las Defensas Sociales, instrumento de poder
gubernamental frente al poder del ejército

Ante el fracaso de las operaciones militares dirigidas por el


general Jesús Agustín Castro contra el villismo, Venustiano
Carranza nombra para sustituirlo al general Manuel M. Dié-
guez, comandante militar en Chihuahua, el 15 de junio de
1919, y ante las constan tes peticiones del general Ignacio
Enríquez - que se encontraba en la ciudad de México al
lado de Carranza- para que le otorgara el mando de fuerzas
en el estado, accede el Primer Jefe y lo nombra jefe de las
Defensas Sociales del estado de Chihuahua, ~í como de las
Fuerzas Auxiliares de Caballería que estaban al mando del
general Silvino García, debiendo establecer su centro de
operaciones en un punto que tuviera conexión ferroviaria
para mantener comunicación con el cuartel general. 1
Resulta paradójico que habiéndole otorgado Carranza al
general Enríquez el mando de fuerzas para acabar con el
núcleo villista, centro de agitación en el Norte, estas fuerzas
hayan sido usadas un año después en contra del propio Ca-
rranza.
Las Defensas Sociales y sobre todo las Fuerzas Auxiliares
de Caballería, reclutadas con elementos de las propias de-
fensas, pasarían pronto a ser base de apoyo político de En-
ríquez. Amén de la persecución de Villa y sus fuerzas, de la
captura de Felipe Angeles en 1919, fueron usadas para apo-
yar al obregonismo a través del Plan de Agua Prieta. 2 De
estas organizaciones partió el apoyo y éxito que tuvo el ge-
neral Enríquez en su campaña política electoral para ocupar
la gubernatura constitucional del estado.

1 Expediente XI/IH/2-876, op. cit., t. I, ADNC.

2 Véase Plan de Agua Prieta, abril 13 de 1920, en Manuel González


Ramírez. Planes politicos y otros documentos, México, Fondo de Cul·
tura Económica, 1974, pp. 25 1-255.
1 11
Ignacio Enríquez como jefe de las Defensas Sociales hizo
proclamar un Manifiesto al Pueblo de Chihuahua, 3 en donde
expresa que a principios del año varias agrupaciones políti-
cas le ofrecieron la candidatura para gobernador del estado,
pero que considerando el incremento que había tomado el
bandidaje encabezado por Villa, manifestó al presidente Ve-
nustiano Carranza su deseo de colaborar en la pacificación
del estado. Primero al lado del general Castro y posterior-
mente al ser nombrado el general Diéguez, fue "honrado"
con el nombramiento mencionado, En consecuencia, ·habién-
dose aplazado las elecciones - ya que primero estaba el logro
de la pacificación- , deja la campaña política para dedicarse
a la militar, donde encauzará todos sus esfuerzos. Invita a
sus conciudadanos a que se agrupen en torno al general Dié-
guez y que pongan sus energías para exterminar el vandalis-
mo que ha devastado nuestro suelo. Concluye:

...a mis partidarios les manifiesto que si sobrevivo después de esta


campaña, volveré con ellos a continuar la brega, alentando por igua-
les principios y por los mismos ideales que hasta hoy nos han man-
tenido identificados y que si acaso· sucumbo en la lucha, moriré
contento de haber ofrendado mi vida en bien de este mi querido
estado de Chihuahua.4

Ahora con el mando de fuerzas y perfilándose como fu-


turo gobernador, no fueron pocas las personas y agrupacio-
nes que estuvieron dispuestas a apoyarlo y a cooperar en las
Defensas Sociales o enlistándose en el cuerpo de rurales, ya
que veían la posibilidad de tener cabida en su gobierno. Los
sectores medios estuvieron dispuestos a cooperar en ambas
tareas. Enríquez recibió muestras de adhesión ofreciéndole
reorganizar Defensas y posteriormente trabajar en pro de su
candidatura. 5 ·

3 15 de junio de 1919, AICE.

4 lbidem.
5 Expediente XI/IIl/2- 876, op. cit., t. I, ADNC y AICE.
11 2
Después del frustrado ataque de Francisco Villa a la ciu-
dad fronteriza de Ciudad Juárez Uulio de 1919) y conside-
rando el general Enríquez que al replegarse al sur se interna-
ría en el .distrito Galeana, donde aún no se habían organiza-
do Defensas Sociales, manifiesta al general Diéguez la nece-
sidad de formarlas. Para ello, Enríquez comisionó al capitán
Rafael Sanmiguel, quien marchó a la zona mencionada (véase
mapa); procedió a reunir en la presidencia municipal de cada
lugar a los vecinos, dándoles a conocer lo siguiente:

. . .el gobierno ha tomado una resolución enérgica en lo que respec-


ta a la persecución del bandolerismo y que por lo mismo desea que
los habitantes de los poblados definan su actitud, es decir, que to-
dos los que estén dispuestos a ayudarlo se agrupen armándose para
defender sus hogares, vida e intereses, que es vergonzoso que un
grupo de villistas por el hecho de que traen armas lleguen a los pue-
blos y cometan atropellos sin que nadie les ponga coto a sus des-
manes y que para evitar esto es de urgente necesidad que todo
mundo se arme.6

Fueron organizadas las Defensas en Casas Grandes, Ga-


leana, San Buenaventura, Pearson, que incluye: Colonia Juá-
rez, Colonia Fernández Leal, Colonia Hernández, Colonia
Díaz, Colonia Aldama, Colonia Dublán; Ascensión, Janos,
Hacierda El Marquezote y Hacienda Corralitos (véase el cua-
dro anexo 1) ; se nombra en cada una de ellas jefes primero y
segundo;7 se remite la información correspondiente acerca
del número y armamento de los integrantes de cada defensa,
y se les aprovisiona de parque. Al mismo tiempo que se or-
ganizaron estos CU(:rpos de defensa y se reorganizaron nue-
vamente los ya existe,: tes, Enríquez procedió a fonnar una
columna compuesta de mil hombres auxiliares, que perci-
biendo haberes y a sus órdenes se dedicarían a la persecución
del bandidaje, teniendo obligación de prestar sus servicios en

6 AICE.

7 Se formaron las defensas del distrito G:,leana, nombrándose pri-


mero y segundo jefes; de acuerdo al número de integrantes que la
componían se les expedía nombramiento y credenciales de identifica-
ción. AICE.
113
el estado. De su organización un comisionado informa que
tropezó con serias dificultades debido a que la gente de los
pueblos se quejaba del reclutamiento anterior, por el engaño
de que· habían sido víctimas ya que al llegar al lugar asigna-
do no les habían pagado sus haberes; además, hubo poca
ayuda en el reclutamiento por parte de las autoridades mu-
nicipaies. El propio Enríquez realiza una gira por la sierra
con gran éxito: en un mes que lleva al frente de las Defensas
Sociales ha reunido setecientos cincuenta hombres para en-
trar en la campaña activa, aclarándose que cumplido su co-
metido las fuerzas serían licenciadas.
Los sueldos para estas Fuerzas Auxiliares fueron incre-
mentados8 y pagados con regularidad; se les abastecía con
suficientes provisiones. Además se estableció un servicio sa-
nitario comisionado para las Fuerzas Auxiliares, siendo los
médicos integrantes asimilados también con el grado de·
mayor.
A los deudos de sociales que formaban parte de las Fuer-
zas Auxiliares se les otorgó una pensión correspondiente al
sueldo que percibían en el ejercicio activo; respecto a los
sociales que fallecían en combate dentro de su región, se dis-
tribuían a sus deudos pequeñas cantidades como auxilio pa-
ra satisfacer sus necesidades.
Resulta interesante cómo Enríquez logra atraer fácilmen-
te a un núcleo de sociales, mejorando su situación econó-
mica, sueldos elevados y puntualmente pagados y otorgando
ciertas concesiones; esto quizá a la población rural da lapo-
sibilidad de esperar que una vez lograda la paz se lleven a
cabo las reivindicaciones sociales prometidas por Enríquez.
Los sectores medios lo apoyan porque ven en él a un defen-
sor de sus intereses, como ya lo había demostrado cuando
ocupó la gubernatura provisional del estado.

8 Los sueldos eran los siguientes: $ 5.89 mayor;$ 4.86 capitán pri-
mero; $ 4.22 capitán segundo; $ 3.58 teniente; $ 3.33 subteniente;
$ 2.20 sargento primero;$ l.75 sargento segundo;$ 1.50 cabo ; S 1.25
soldado; más cincuenta centavos diarios para el sostenimiento de sus
animales cuando el gobierno no les suministrara forrajes. El general
Enríquez en su calidad de jefe, recibía un salario de $ 16.00 diarios.
114
En la campaña antivillista colaboró - como ya se dijo
antes- el gobernador del estado, ingeniero And rés Ortiz,
quién mediante una proclama ofrece una recompensa de
cincuenta mil pesos a quien o quienes aprehendan a Villa.
En todas las poblaciones de Chihuahua se distribuyeron
proclamas de la recompensa; esto, así como el rompimiento
de Villa con el general Angeles, la muerte de Martín López
y la falta de parque, provocaron que muchos villistas conti-
nuaran amnistiándose.
Las Defensas Sociales seguían organizándose en las pobla-
ciones donde no existían, o bien en aquellos lugares donde
habían sido disueltas. La Defensa de Tonachic, distrito An-
drés del Río, formuló al organizarse su propio reglamento,
enviándolo al cuartel general. Son de particular interés los
puntos ocho y nueve del reglamento, que señalan lo siguiente:

Todo miembro de esta defensa tiene la obligación de contribuir, se-


gún sus circunstancias para el sostenimiento de esta corpo ración,
con la cuota que al efecto se les asignará y cuyos fo ndos se inver-
tirán en auxiliar a los mismos cuando fuere necesario. Estos fondos
ingresarán a la tesorería de esta defensa, en donde permanecerán
hasta darles la inversión correspondiente" .9

Dada la he terogeneidad social y posibilidades económicas


de sus componentes, en algunos casos como éste sus inte-
grantes se obligaban a cooperar para poder pertenecer, lo
que les daba derecho a estar armados y adquirir municiones
li bremen te . Algunos sociales estaban dedicados a de fender al
pueblo todo el tiempo ; hacían servicio de vigilancia y esta-
ban a las órdenes de los jefes de defensa; por ello se les pa-
gaba un sueldo regular. 10
Fueron sociales los que pcrsig~1ieron al general Felipe An-
geles, q uien al separarse de Villa definitivamente, se dirigió
con una pequeña escolta a diversos lugares de la sierra, elu-
diendo la persecución de las Defensas. La traición de un ex-

9 Regla mento fo rmulado por la defensa pasiva " Ignacio C. Enrí-


quez", bajo cuyas bases q ueda organizado Tonachic, distrito Andrés
del Río, diciembre 10 de 19 19, AlCE.

10 Op. cit., PHO/ 1/42.

11 5
villista, Félix Salas, miembro de la Defensa Social de Balleza,
lo puso en manos de-sus perseguidores para que se le juzgara
por el delito de rebelión militar en campaña. Felipe Angeles
fue fusilado el 26 de noviembre de 1919 . 11
Felipe Angeles y Pancho Villa, que en la División del Nor-
te se complementaron de manera excelente: un táctico y un
estratega, siempre se manifestaron un profundo cariño y
respeto. Angeles, en su contacto con los campesinos de Mo-
relos primero y en el Norte después, comprendió que "lo
que guiaba a Pancho Villa en todas sus acciones, aun las más
contradictorias, era un incontenible, inmenso sentimiento
de amor y servicio a las masas" . 12 A él lo había llevado a la
Revolución un sentimiento de justicia; sin embargo, la in-
compatibilidad entre la táctica del militar de carrera y la
audacia del guerrillero fue la causa del distanciamiento, di-
ferencias que respondían a sus orígenes sociales opuestos y ·
a su concepción sociopolítica.
La muerte de Angeles representaba para Carranza un peli-
gro menos, sumándose a la del líder suriano Emiliano Za-
pata, asesinado en la hacienda de Chinameca el 1O de abril
de 1919.
Por lo que respecta al sector obrero, que había apoyado
al carrancismo en 1915 creando los batallones rojos, tam-
bién se vio amenazado por el propio Carranza, quien duran-
te 1916 dictó una serie de disposiciones antiobreras; logró
sin embargo en 1918, organizar en Saltillo la Confederación
Regional Obrera Mexicana (CROM), con la cual se fortaleció
el movimiento de los trabajadores. 13 Por su parte Obregón,
que había adquirido gran popularidad, aprovechó la coyun-
tura y así en 1919 el Partido Laborista lanzaría su candida-
tura a la primera! magistratura del país. Por contra, Carranza
pretende imponer a un civil, Ignacio Bonillas, como candi-

11 Federico Cervantes. Francisco Villa .. ., op. cit., p. 606.

l2 Adolfo Gilly, op. cit., p. 324.

l3 Barry Carr. El movimiento obrero y la política en México,


1910- 1929, México, SepSetentas (256), 1976, pp. 129- 132.

11 6
dato a la presidencia, provocando con ello una alianza de
los sonorenses que culmina con el Plan de Agua Prieta y el
ulterior asesinato de Carranza en Tlaxcalantongo el 20 de
mayo de 1920.
Ignacio Enríquez, en el estado de Chihuahua y en su e,a-
rácter de jefe de las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares,
aprovecha la coyuntura y al frente de estas organizaciones se
adhiere a dicho plan y secunda al movimiento armado. Re-
organizan estas fuerzas como Defensas Sociales de la sierra
al mando directo de Enríquez y como segundo jefe Jesús
Antonio Almeida, ascendido a teniente coronel.14
Para la organización y sostenimiento de las fuerzas, la te-
sorería general del Estado hizo un préstamo que se incre-
mentó con la aportación de particulares, reuniéndose cin-
cuenta y un mil pesos. A los jefes de defensa se les propor-
cionó dinero para que procedieran al reclutamiento. Reci-
bieron haberes todos los sociales que participaron en el
movimiento, incrementándose nuevamente los sueldos y
pagándoles con toda regularidad ; de ahí quizá el éxito de
estas organizaciones en cuanto al número de sus integran-
tes.15
Obregón entró triunfalmente a la ciudad de México el 8
de mayo de 1920, y el Congreso designó como presidente
provisional a don Adolfo de la Huerta, que tomó posesión el
l o. dejulio.
Después del asesinato de Carranza, un periodista nortea-
mericano entrevistó a Francisco Villa en Santa Cruz de Ro-
sales, Chihuahua, en relación a la actitud que tomaría ahora
desaparecido el jefe del constitucionalismo; Villa manifestó:

o veo claro para resolverme a desbandar a mis hombres en vista


de los cambios ocurridos ... Por supuesto considero que el presen-
te cuartelazo es un paso que se ha dado en buen camino ... Creo
que los obregonistas rompieron definitivamente con Carranza, pero

14 Expediente D/ II/ 14/ 176, Jesús A. Almeida Fierro, ADNC.

!5 Los sociales percibieron salario diario de $ 2.70, un subteniente


$ 3,68, capitán segundo$ 4.22, capitán primero$ 5.12, mayor$ 6.40
y jefes de defensa $ 10.00, AICE.
11 7
no estoy igualmente seguro de que se encuentran en favor de los
verdaderos intereses del pueblo.16

El villismo se encontraba cada vez más minado, pero pese


a esto no se rendía y su rebelión continuaba. El general En-
ríquez, al frente de sus fuerzas· y autorizado por el general
Calles, pactó una entrevista con Villa cuya finalidad era tra-
tar la sumisión de éste al gobierno emanado del Plan de
Agua Prieta. Se llevó a cabo sin éxito en el valle de Allende.
Villa, por temor a una celada, aba,ndonó el lugar. 17 El gene-
ral Enríquez atacó el campamento por la noche encontrán-
dolo desierto. La campaña prosiguió con Enríquez al mando
de las fuerzas irregulares y el general Joaquín Amaro como
jefe c!e las operaciones militares; pero Villa decide replegarse
a la sierra de Palomas y de ahí internarse al estado de Coa-
huila.
Finalmente Enríquez sólicita al general Plutarco Elías
Calles, secretario de Guerra y Marina, licencia para dedicarse
por completo a su campaña electoral en el estado de Chi-
imahua.18
Para sustituirlo y recomendado por el propio Enríquez, es
designado el coronel Jesús Antonio Alrneida, 19 jefe de las
Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares de Caballería en el
estado.
El gobierno de Adolfo de la Huerta, a través de varios co-
misionados, entró en pláticas con Francisco Villa. Las condi-
ciones que el divisionario del Norte imponía al gobierno pa-
ra amnistiarse eran las siguientes:
l. Entrega de una hacienda en Chihuahua para él y sus hom-
bres.

l6 Adolfo Gilly, op. cit., p. 329.


17 Federico Cervantes, op. cit., p. 620.

IS La licencia que se le otorga será sin goce de sueldo, en la inteli-


gencia de que la Comisión Monetaria o cualquiera otra institución le
otorgaría una suma igual o superior a la que percibía en el Ejército Na-
cional. Expediente 408-E-3, ramo Presidentes, AGN.

l9 Expediente D/ Il/14/176 , op. cit., ADNC.


2. Reconocimiento de su grado y derecho de mantener una
escolta armada para su protección, pagada por el gobierno ;
así como garantía y pago de licenciamiento para todos los
hombres c¡ue se amnistiaran con él.
En este momento no se llega a ningún acuerdo, ya que el
gobierno consideraba que la rendición de Villa debería ser
incondicional.
Mientras tanto los villistas se dirigen a la plaza de Sabinas,
Coahuila, tomándola el 26 de julio de 1920. Entran en plá-
ticas nuevamente con el gobierno, y el 28 de julio mediante
los Tratados de Sabinas, 20 las fuerzas villistas deponen las
armas al gobierno constituido.
Se suspenden las hostilidades en el estado de Chihuahua;
y las partidas villistas habrían de incorporarse en Tlahuali-
lo, Durango, donde serían licenciadas luego de entregar ar-
mas y pertrechos.
Por vez primera Francisco Villa retorna a la vida civil y
quizá a la paz y la tranquilidad que debieron proporcionar-
le el no tener cuentas con la justicia ni estar fuera de la ley.
Sin embargo muestran al hombre, en cierta manera derro-
tado por el poder político, que se retira con tan sólo 50 de
sus dorados, sus mejores compañeros de campaña, a experi-
mentar un viejo sueño de las colonias militares.21
Con la sumisión de Villa al gobierno de De la Huerta se
cierra el último eslabón de esta etapa, y con ello, consecuen-
temente, la desintegración de las Defensas Sociales como
cuerpos paramilitares contra el villismo.
Las Fuerzas Auxiliares de Caballería que se formaron con
elementos de las Defensas Sociales fueron licenciadas tam-
bién; se les gratificó con un mes de haberes y sus caballos,
para que los utilizaran en sus labores agrícolas.

º
2 Tratados celebrados entre Francisco Villa y el general Eugenio
Martínez como representante de la Secretaría de Guerra, en los cuales
acepta Villa en nombre propio y de sus fuerzas las bases que le propu-
so el ejecutivo para deponer las armas y retirarse a la vida privada. Fir-
mado en la plaza de Sabinas, Coahuila, el 28 de julio de 1920. Expe-
diente XI/Ill/1-210, Francisco Villa, ADNC.

2 1 Manuel Bauche Alcalde, op. cit.


119
¿Cuál fue su destino? ¿Estaba éste implícito en su gé-
nesis? A nuestro juicio la respuesta es afirmativa: con Obre-
gón en la presidencia de la República e Ignacio Enríquez en
el gobierno de Chihuahua, estas organizaciones, una vez ve-
rificado el hecho de que no representarían más del proyecto
político enriquista, continuaron operando como fuenas ci-
viles armadas. Se les dio legalidad en 1922 como guardias
municipales.

120
Epílogo

Electo Alvaro Obregón presidente constitucional de la Re-


pública e Ignacio Enríquez gobernador del estado de Chi-
huahua, las organizaciones de civiles armadas, denominadas
Defensas Sociales, continuaron operando para la conserva-
ción del orden, aunque esta vez dependiendo directamente
del poder del gobernador.
Para ello Ignacio Enríquez solicitó al general Plutarco
Elías Calles, secretario de Guerra, revocara la disposición
referente a que los sociales, al ser licenciados, quedaran en
posesión de sus animales, por los motivos siguientes:

. . .en vez de proporcionar los referidos caballos así como los de-
más elementos facilitados por esa secretaría a dichas fuenas, sean
entregados al gobierno del estado para que sirvan en la organiza-
ción de la policía rural que se está viendo es indispensable conser-
var distribuída en pequeños grupos en todo el estado para la per-
secución de malhechores . . . además para hacer dicho reparto de
caballos entre las fuerzas auxiliares cesantes, se presenta la dificul-
tad de que son sólo trescientos y pico de caballos para mil y tantos
hombres no siendo equitativo otorgárselos a quienes actualmente
los tienen y que precisamente los más empeñosos y de mejor vo-
luntad han usado caballos propios.l

Como se puede observar; Enríquez buscará ·la manera de


no disolver estos cuerpos que desde su inicio, aunque disfra-
zados, actuaron como fuerzas represivas. Así, éstas y la poli-
cía rural, en una nueva etapa estarán al servicio del ejecutivo
del estado.
La actuación del general Obregón en la presidencia de la
República durante el cuatrenio 1920- 1924, pone de mani-
fiesto que fueron los sonorenses quienes finalmente se impu-
sieron a nivel nacional, tanto en lo militar como en lo polí-
tico. Fue la capa dirigente surgida de la pequeña bu rguesía

1 Expediente Xl/IIl/2-876, op. cit., t. II, ADNC, pp. 309-310.

121
la que en la práctica llevó a cabo sus propósitos sociopolíti-
cos y económicos. 2
En el estado de Chihuahua la gubernatura constitucional
recayó en el general Ignacio C. Enríquez, quien sustituyó al
gobernador provisional Abel S. Rodríguez tomando pose-
sión el J4 de octubre de 1920. La seguridad de su gobierno
se afiahza en la existencia de la policía rural, Jo que Je daba
poder e independencia de los comandantes militares ; a este
objetivo es al que primeramente da atención.
Obtiene de Obregón la autorización para organizar un
cuerpo de caballería con el personal correspondiente a un
regimiento. Los gastos de la corporación, haberes, forrajes y
otros, serían cubiertos por el gobierno federal a través de la
Secretaría de Hacienda. El armamento, vestuario, equipo,
caballos y acémilas de dicho cuerpo los proporcionaría la
Secretaría de Guerra a solicitud del propio Enríquez. 3
Obregón le da toda la autoridad para el manejo de la cor-
poración, quedando en libertad de nombrar y remover el
personal (jefes, oficiales y tropa) de dichas fuerzas irregula-
res, actuando de un modo totalmente independiente de la
jefatura de operaciones militares del orte, que estaba al
mando del general Eugenio Martínez.
También pasaron a depender directamente del goberna-
dor las organizaciones de civiles armados, denominadas De-
fensas Sociales. A sus in tegran tes se les invitó a perfeccionar
su organización y a continuar cooperando eficazmente para
la conservación del orden. 4
Como estímulo a estas organizaciones, les fue entregado a
cada uno de sus integrantes, por acuerdo del general Obre-
gón, un diploma que los acreditaba como miembros de las
Defensas Sociales del estado de Chihuahua, por conducto
del coronel Jesús Antonio Almeida, jefe de estas organiza-
ciones, con motivo del centenario de la consumación de la

2 Jorge Alberto Lozoya. El Ejército Mexicano, 2a. ed., México, El


Colegio de México, 1976 (Col. Jornadas, 65), p. 52.

3 Expediente 816-Ch-3, ramo Presidentes, AGN.


4 lbi'dem.
122
Independencia. Se les felicitaba por su participación "desin-
teresada, eficaz y digna de encomio" en el restablecimiento
de" la paz en la República. 5
Estos ºdiplomas y la ayuda pecuniaria que se impartió
como gratificación por adeudo a los sociales y deudos de
quienes sucumbieron en el cumplimiento de su deber, le-
vantó parcialmente el ánimo de estas corporaciones, quie-
nes ofrecieron seguir colaborando con el gobierno consti-
tuido. 6 Cuando se presentaban dificultades entre jefes de
defensa, y sobre todo con las fuerzas federales destacamen-
tadas, si era necesario acudía personalmente Enríquez para
arreglar las diferencias y convencerlos de la necesidad de
colaborar en armonía para que hicieran una batida eficaz a
los rebeldes enemigos del régimen obregonista y por ende
enriq uista.
De la manera como se organizó el cuerpo de policía rural,
el propio Enríquez informó a Obregón lo siguiente:
La policía rural la tengo formada de hombres avezados en la cam-
paña, conocedores del terreno y de los habitantes de cada región
del Estado . . . El procedimiento que estoy siguiendo sobre esta
cuestión de la Policía Rural, es escoger de cada región al individuo
conocido como de más empuje y aguerrido a quien le doy nombra-
miento de Oficial, poniendo a sus órdenes diez, quince o veinte
hombres a su vez escogidos y a quienes manifiesto los hago respon-
sables de la alteración del órden. En esta forma me he visto obliga-
do a tener en el Regimiento un número mayor de oficiales que el
reglamentario.7

La policía rural representaba la autoridad de Enríquez en


el campo. Estaba repartida en pequeflos grupos de seis a
quince hombres en puntos distantes del estado como Guada-
lupe y Calvo, Balleza, Pilar de Conchos. Allende, Cusihuiria-
chic, etc.
El gobierno federal autorizó el presupuesto para el pago
n
de estas fuerzas a partir del 1o. de mayo de l 1, pero de-

5 Expediente XI/IIJ/5-8169, Francisco V. Antillón, ADNC.


6 Expediente 607-M-6, ramo Presidentes, AGN.

7 Expedience 243- CS- D, op. cit., AGN.

123
bido a que no fue enviada la suma acordada, la tesorería del
estado proporcionó treinta y siete mil quinientos noventa
pesos, importe del pago mensual de dichas fuerzas. 8
Las difíciles condiciones económicas del gobierno federal
llevan a Obregón a proponer a Enríquez la supresión de la
policía rural, sugerencia que él declina puesto que, como ya
se dijo, la solidez de su gobierno, entre otros factores, la
fundamentaba en la existencia de estas fuerzas.
La desaparición de los rurales, argumentaba Enríquez:

...significaría la impunidad para todo malhechor en despoblado,


pues no habrá medios para que la justicia los persiga . .. Las garan-
tías absolutas que existen en esta entidad desde hace cerca de tres
años, es la mejor prueba de la eficacia de los rurales, ya que este
estado por su situación geográfica, por· su extensión y despoblado
aún en tiempos de absoluta paz existieron gavillas organizadas de
bandoleros que adquirieron renombre y hoy no existe una sola ga-
villa a pesar del grande número de melhechores que se reconcentra-
ron en esta entidad durante la Revolución debido a la eficaz perse-
cución y exterminio que de ellas ha hecho la policía rural.9
Estas fuerzas también sirvieron para dar protección a inte-
reses extranjeros y nacionales. Por ejemplo: el mineral de
Dolores solicitó al gobernador un "piquete" de rurales para
mantener el orden: igualmente la compañía de Corralitos en
Casas Grandes, solicita protección, por lo que el general En-
ríquez da orden a los rurales de la región de proteger la cita-
da empresa. 10
Las Defensas Sociales adquirieron legalidad en 1922, con-
virtiéndose en Guardias Municipales. 11 "Estas organizacio-

8 Expedientes 243-(;5-P- 1, 121 - H- Ch-16, 816-Ch-3, op.


cit, AGN.
9 Expediente 816- Ch-3, op. cit., AGN.

lO Jbz'dem.

11 La ley de 14 de agosto de 1922 dio organización legal a las De-


fensas Sociales. Todos los ciudadanos hábiles estaban obligados a ser-
vir en las Guardias; éstas se distribuyeron en 20 regiones, 57 jefatu-
ras municipales, 70 de sección y 140 de comisaría. El personal lo in•
tegraban 20 jefes, 518 oficiales y 12,072 soldados.
124
nes han cooperado de manera eficaz para reprimir en su
cuna cualquier movimiento de oposición". 12
Así, la población rural norteña lanzada a la Revolución
con la p-romesa de tierras, víctimas de la lucha de facciones,
como integrantes de las Defensas Sociales y posteriormente
de las Guardias Municipales, verían pocos cambios en su rea-
lidad campesina.
En el aspecto agrario la política de Enríquez, aun cuando
no fue contrarrestada, desembocó en el reparto de tierras a
un número reducido de campesin~s. El sistema de tenencia
de la tierra existente en el porfirismo siguió vigente; los cam-
pesinos continuaron en la misma condición de dependencia
económica ante el terrateniente. 13 Aun cuando fueron ex-
pedidas leyes agrarias, constituyéndose la Liga de Comuni-
dades Agrarias, fue mínima la dotación y restitución de
ejidos a campesinos. En un informe al general Obregón so-
bre las actividades agrarias llevadas a cabo en el estado en
1923, el general Enríquez aclara que:
Son falsas las noticias de que se han activado resoluciones agrarias
de propietarios extranjeros, le pide desmienta esos rumores que lo
hacen aparecer excesivamente torpe dado el momento actual. Las
propiedades afectadas han sido hacienda propiedad InfernationaJ
Land and Live Stock Company en dotación Villa López resuelta en
marzo del aiio pasado. Al dotar tres pueblos rumbo Ojinaga en no-
viembre afectáronse terrenos sólo reclamados pero sin justificación
por el americano Charles David. En restitución ejidos Casas Gran-
des se afectó Hacienda Corralitos. Esta debido a que un grupo de
campesinos apoyándose en la Ley de Tierras Ociosas tomaron po-
sesión y cultivan los terrenos que la compañía tenía abandonados,
con buen éxito pues han levantado de ocho a diez mil hectolitros
de maíz. Dotación de Ciudad Jiménez se afectó propiedad de súb-
dito inglés Juan Waterson acordado por gobernador interino,
igualmente acordó dotación Bachíniva que afectó terrenos perte-
necientes al intestado Zuloaga. 14

l2 Expediente 816-Ch-3, op. cit., AGN.

!3 Hans Werner Tobler. "Las paradojas del ejército revolucionario:


su papel social en la reforma agraria mexicana, 1920-1935", en His-
toria Mexicana (8 1), México, El Colegio de México, julio-septiembre
de 1971 , p. 49.
14 Expediente 818-Ch-26, op. cit., AGN.

125
Por su parte, el Partido acional Agrarista se dirige al
presidente Obregón informándole que se han recibido nu-
merosas quejas de los agraristas del estado de Chihuahua de-
bido a .la obstrucción sistemática que las fuerzas rurales
sostenidas por el ejecutivo del estado desarrolla contra los
pueblos que, acogiéndose a la ley del 6 de enero de 1915 y
a los derechos agrarios reconocidos por la Constitución. han
solicitado restitución o dotación de ejidos.

Son verdaderamente incontables los atentados de que han sido


víctimas los agraristas de Chihuahua· y que han quedado impunes
por la inmoralidad que reina en el gobierno de aquella en tidad ...
Conociendo que dichas fuerzas son pagadas mediante un subsidio
del gobierno federal, solicitamos le sea retirada dicha ayuda federal
ya que aquel dinero sirve precisamente para los nuevos tiranuelos
y caciques de los pueblos.15

La política de Enríquez estaba encaminada a otorgar


ciertas concesiones a los campesinos; sin embargo, las rei-
vindicaciones se daban moderadamente. Eran seguramente
los sectores medios y una burguesía en ascenso los beneficia-
dos en este proceso de cambio.
Durante la administración de Enríquez se lleva a cabo el
asesinato de Francisco Villa el 20 de julio de 1923 en la
ciudad de Parral. Con su muerte se cierra el círculo de cau-
dillos populares que se enfrentaron al gobierno en busca de
reivindicaciones sociales.
Obregón, consciente de lo que implicaba mantener a su
grupo en el poder, preparaba la elección de Calles, ignoran-
do el pacto sonorense que debía de llevar a la presidencia a
De la Huerta. Con ello se rompe la unidad y se inicia la re-
belión delahuertista que peligrosamente arrastró a tres quin-
tas partes del ejército.
El gobernador Enríquez, que se encontraba en la ciudad
de México tratando de zanjar las dificultades surgidas entre
ambos generales, al iniciarse la rebelión retorna a Chihuahua
y al frente de las fuerzas irregulares: Defensas Sociales y

!5 Expediente 701-Ch-3, op. cit., AGN.

126
Policía Rural, combate a los núcleos delahuertistas levanta-
dos en annas. Una vez más Enríquez manipula a estas fuer-
zas.16
Finalmente tras la derrota de De la Huerta, nuevamente
licenció a las tropas auxiliares;17 pero las Defensas Sociales,
con la denominación de Guardias Municipales, continuaron
siendo elementos indispensables de los gobiernos posteriores,
para ejercer un control sobre la población civil y reprimir en
su cuna cualquier brote de rebeldía.

16 "Las Defensas Sociales en el fo ndo son una amenaza, porque


Enríquez en cualquier momento podría levantarlas, muy especial-
mente en Guerrero, en donde tiene muchos familiares y a eso se debe
mi general se refiere a Obregón que en algunos casos se muestre al-
tivo". Carta que dirige a Obregón Juan Rivas y G. Romero, marzo
4 de 1923. Expediente 307-E- l , op. cit., AGN. También se sabe que
ha conferenciado con algunos jefes de defensa, simpatizadores de él,
proporcionándoles armas y expidiéndoles nombramientos secretos,
manifestándoles que estén listos para recibir órdenes en cualquier
momento. Expediente 428 - R-16, op. cit., AGN.
17 Expediente Xl/111/2-876, Ignacio C. Enríquez, t. 11, ADNC.
A continuación y obtenidos de partes militares, revistas de administración del ejército,
actas de organización de Defensas Sociales, se mencionan por distrito las poblaciones don-
de se fueron constituyendo Defensas Sociales, año de formación, los jefes designados, así
como el número de integrantes, en los que se pudo localizar esta información.

Distrito Guerrero

Población Año Jefe ~ Integrantes

Ciudad Guerrero 1917 Mayor José Ma. Amaya 40 hombres


Namiquipa 1916 Mayor Francisco V. Antillón 200 hombres
Las Cruces 1917 Mayor Anastasio Tena 37 hombres
': Bachíniva 1917 Mayor Jesús A. Almeida 345 hombres
Temósachic 1917 Mayor Tomás Gardea 233 hombres
Matachic 1917 Cap. 2o Melquiades Bencomo
Pedernales 1917 Cap. 1o Rafael Rodríguez · 11 5 hombres
Tejolocachic 1918 Cap. 1o Antonio Vargas
San José del Sitio 19 19 Cap. 2o Jesús Mariñelarena
Santo Tomás 191 7 Cap. 1o José de la Luz Medina 40 hombres
San Isidro 1917 Mayor Francisco C. Lozano 244 hombres
Mayor Luis Solís
Basúchil 191 8 Cap. lo Federico Alderete
Tomóchic 1917 Cristóbal Morales (COffi!.Sario
t.:> de policía)
..,4
San Pedro Madera 191 8 Cap. l o Pedro Quezada
-:, Yepómera 1918 Mayor Eumelio Varela
1'
l.
·1
Baquiachic Cap. lo Gonzalo Po nce
Pachivo Cap. l o Trinidad Ro dríguez
Miñaca Señor Parra (presidente
municipal)
San Gerónimo 1919 Cap. 1o Felisardo Grijalva
Santa Ana 1919 Cap. 1o Juan Alderete
Campo- Drake 1919 Mayor Jesús Ma. Ríos 50 hombres

Distrito Benito Juárez

Novoava 1917 Mayor José Chávez 229 hombres


Mayor José Olivos
Cerro Prieto 1917 Mayor Miguel F. Gutiérrez 500 hombres
Cusihuiriachic 1917 Mayor Jesús Ma. Mendoza 326 hombres
Mayor lng. Eduardo W.
Enríquez
San Francisco de Bo rjas Mayor Jesús Cano 240 hombres
Carichic 1917 Mayor Pedro Sáenz 100 hombres
Satevó Cap. lo Francisco Valdez
Llanos de San Juan 1917 Mayor Adalberto Domínguez 302 hombres
Bautista Cruz Chacón
Hacienda de Rubio 1917 Mayor Miguel Calderón 60 hombres
Mayor Julián Pérez
San Antonio de Arenales 1917 Mayor Belisario Chávez 213 hombres
Hacienda Santa Cruz de Mayo - Cap. 2o José J . Guerrero 110 hombres
Hacienda El Rayo Cap. 1o Cesáreo Quintana
Haciendia Bustillos Mayor Guadalupe Gardea 110 hombres
Nopavéchic Mayor Ventura Rodríguez 304 hombres
Distrito Iturbide

Santa Isabel 1917 Mayor Francisco Ponce 223 hombres


San Lorenzo Mayor Abraham Venegas
Carretas 1919 Mayor Margarito Frescas 200 hombres
San Andrés 1917 Mayor Luis A. García 214 hombres
Manuel de la Rosa
Gregorio González
Los Ríos 1917 Mayor Heriberto Rodríguez 600 hombres
jefe de región
Santa Rosalía de Cuevas 1917 Cap. 1o Teodoro Terán
Tutuaca 1918 Mayor Juan Ma. Chacón
Santa María de 1917 Mayor Telésforo Rodríguez 150 hombres
Cuevas Porfirio Reyes
Agua Nueva 1918 Mayor Eulogio G. Chávez 20 hombres
Hacienda El Charco Cap. 1o Manuel C. Pallares
Aldama 1920 Mayor M. Arzate 226 hombres

Distrito Hidalgo

Parral 1916 Sr. Francisco Chávez Holguín 250 hombres


Melitón Lozoya
José Ma. Jurado
Balleza 1918 Mayor Ismael Palma 300 hombres
Valle de Olivos 1918 Cap. lo Gabíno Sandoval
Distrito Camargo
- 400 hombres
Meoqui 1918 Sr. Antonio Colomo
Ojo Caliente 1918 MayoriuliánMonsiváis 203 hombres

Distrito Jiménez

Valle de Allende 1918 Mayor Enrique Bordier 200 hombres

Distrito Andrés del Río

Batopilas: Guachochi, 1917 Mayor lndalesio Sandoval 150 hombres


Rocheochi
Tonáchic 1919 Mayor S.E. Rodríguez 50 hombres
Morelos 1919 Mayor S.E. Rodríguez 50 hombres

Distrito Rayón ,
Ocampo 1917 Mayor Luis Solís

Distrito Arteaaa

Urique 1919 Mayor Indalesio Sandoval 20 hombres


Distrito Galeana

Valle de San Buenaventura Jefe Cap. lo Demetrio Parra 300 hombres


dividida en cuatro secciones la. sección: Isidro Moreno,
2a. y 3a. sección: Miguel
Almazán.
4a. sección: Martín Enríquez.
Galeana Cap. 1o Felipe Piña 200 hombres
Manuel Piña
Ascensión Cap. lo Juan R. Nevarez, 60 hombres
Manuel Femández
Janos José G. González 100 hombres
Pearson, que incluye:
Colonia Hemández Víctor Muñoz 200 hombres
Colonia Juárez Luciano Reyes
Maclovio Quezada
Colonia Díaz Atenógenes Carbajal
Colonia Aldama Abel Márquez
• Colonia Dublán Andrés Campa
Colonia Femández Leat Guadalupe Azcárate
Antonio Muñoz
Casas Grandes Cap. 1o Rafael San Miguel
Guadalupe Poncf'
Hacienda El Marquesote Jesús Casillas 25 hombres
Hacienda Corralitos Pablo Grada 40 hombres
Anexo 2

En el siguiente cuadro aparecen los principales "jefes" villistas que continúan en acciones guerrilleras, asaltando y
tomando poblaciones en el estado de Chihuahua. Combatidos por el ejército y Defensas Sociales, en número ·
aproximado de 5 000 hom bres, entre los años de 19 17- 1919 continúan la guerrilla en su lucha por obtener
reivindicaciones sociales.

Villistas Acción de Armas Población Defensa Fecha

Francisco Villa Toma la plaza Cd . Jiménez Fuerzas al mando del 3- 1- 19 17


general Murguía

Juan Mercado con 30 Ro ban maíz Hda. Charcos


hombres y El Pueblito 8- 1- 191 7

Manuel Madinabeytia e Estacionados Río Florido 16- 1- 1917


Hilario Rodríguez con
300 ho mbres

Ildefonso Sánchez con Merodean Municipalidad Destacamento del ejército


7 hom bres de Ojinaga

Antonio Aranda y Antonio


Moreno con 50 hombres Hda. Búfalo, Destacamento del ejército 29- 1- 19 17
El Pueblito,
Cuchillo Parado,
Vado de Piedra,
Lajitas
Manuel Bustamante con Merodean San Antonio y 3-111- 1917
40 hombres Vado de Piedra

Francisco Villa, Nicolás Ataque Cd. de Chihuahua Fuerzas del general Isidro 31 - 111- 1917
Fernández, Gerónimo Caidona
Padilla y Gorgonio Beltrán
con 2 000 hombres

Villa se une a Femández Ataque San Miguel Fuerzas carrancistas 21 - IV- 1917
en San Buenaventura con Babícora los derrotaron
1 500 hombres

Martín López, Canuto En dirección a Ojinaga 24- IV- 1917


Reyes, Nicolás Femández
con 400 hombres

Epifanio Holguín Combate Bachíniva Fuerzas del general l 9- V- 1917


González y Defensas
Sociales de la región ,
,. les recogen armas que
usan para armar a la
Defensa Social
Franciso Villa con 800 Ataque Chihuahua Fuerzas del general Mat.::o 23-Vl- 1918
hombres Muñoz

Villa, José Inés Salazar, Combate San Miguel Fuerzas del general Favela
Mitchel, Martín López, Babícora
Padilla, !Jeltrán, Uribe
con 1 500 hombres
Luis Montoya Tiroteo Rancho Viejo Defensa Social del lugu

Canuto Reyes Combate Ha~ienda Fuerzas del general Favela


Covandonga

Francisco Villa Ataque Parral 8- VII- 1917

Julio Acosta Combate San Pedro, Mayor J. A. Bustamante 6- VIIl- 1917


Sierra de con 60 hombres, captura
•. Gasachic del villista Laiguero, que
fue colgado

Villa, Juan Murga y Combate Las Defensas Sociales de 1917


Nicolás Femández San Andrés, San Diego,
Rubio en número de SO
hombres
Anctres y Adolfo Rivera Ataque San Andrés, 9- X- 1917
ranchos Zubía
y Chavarría

Juan Murga con 20 hombres Servicio de Mayor Miguel Calderón,


y 20 más de escolta de Villa vigilancia Jefe de Defensa Social de
Rubio; los villistas tienen
cuutel en Ojo de Palomas
al pie de la Sierra

Luis Montoya con SO Tiroteo La Boquilla Defensa Social Meoqui 2- XI- 1917
hombres
Martín López y su gente Persecución Santa Mada de Defensas de Carretas 23- X- 1917
Cuevas

Rodrigo M. Quevedo Van por Santa María


provisiones de Cuevas

Martín López Combate San Agustín Defensas de San Borjas 28- X- 1917

Francisco Villa Toma de plaza Ojinaga Fuerzas del general Pedro 14- Xl- 1917
Favela

Navarrete y su gent, Combate Valie de Olivos Defensa Social de Olivos; 25 - XI- 1917
dan muerte a 4 villistas
en el combate

Julio Acosta y sus fuerzas Ataque Ciudad Guerrero Fuerzas del general Alanís 29- Xl- 1917

Nicolás Fernández, Canuto Ataque San Juan Fuerzas carrancistas


Reyes, Guadalupe E. Bautista, Escalón
Licón, Gerónimo Padilla y y Río Florido
Mesa con 500 hombres

Juan González con Ataque Cusihuiriachic Defensa de Carichic ; hacen


partida de bandoleros 2 prisioneros villistas que
fueron colgados

Reynaldo Ornelas y Evacuación Ojinaga Fuerzas del general Favela 3- XII- 1917
Sánchez con 50 hombres con 40 voluntarios; los
persiguen
Julio Acosta con 60 Ataque Naguerachic Defensas San Isidro con 24-lV-1917
hombres 50 hombres; hacen
prisioneros a 4 villistas
qu e son colgados

Julio Acosta Tiroteo Miñaca Fuerzas del general Alanís 1917

Martín López Ataque Llanos de Defensa Social de la región 27- XII- 1917
Prieto

Valentín Abitia Prisionero y Hacienda de Defensa Social Hacienda de 1917


fusilado Rubio Rubio

Juan Murga y Rosalío Combate Fuerzas del general Alanís


Hernández con 150
hombres

Reynaldo Ornelas Combate Hacienda de Defensa Social de Rubio; lo 27- XII- 1917
Rubio aprehenden y es colgado
en un poste de vía

Acosta con 500 Persecución Inmediaciones Defensa Social de


hombres Ciudad Guerrero Temósachic

Villa, Salazar, Mitchel Combate San Miguel Fuerzas del general Favela 1918
Martín López, Padilla, Babícora
Beltrán, Uribe con 1 500
hombres
Luis Montoya Tiroteo Rancho Viejo Defensa Social del lugar 1918

Canuto Reyes Combate Hacienda de Fuerzas del general Pedro 10- VI- 1918
Covadonga . Favela

Francisco Villa con Combate Namiquipa Defensa Social de 9- 111- 1919


800 hombres Bachíniva

Villa y sus hombres Toma de plaza Parral 18- IV- 1919

Nicolás Fernández. Ataque Est. Dorado, 10- VI- 1919


Chihuahua

José Pérez Combate Hacienda El Corl. Manuel N. López 10- VI- 1919
Búfalo

Francisco Villa, Felipe Combate Ciudad Juárez 16- Vl- 1919


Angeles, Martín López
Nicolás Fernández con
2 000 hombres

Villa y Martín López Ataque Villa Ahumada 21 - VI- 1919


con 1 300 hombres

Gonzalo Montoya, Combate Valle de Olivos Defensa Social del lugar 8- X- 1919
Moreno y Meléndez
Anexo J

A continuación se registran algunos de los jefes villistas que al amnistiarse se incorporan a las fuerzas carrancistas
o a las Defensas Sociales.

Vil/istas amnistiados lugar Jefe ante el que In corporado a Fecha


se amnisti"a Defensa Social

José Reyes Parral Incorporado a 1917


Defensa Social

Ex coroneles
Alejandro Ceniceros Bachíniva Gral. Pedro Favela Incorporados a 19- V- 1917
y Robles con 414 hombres Defensa social
Manuel de la Rosa San Andrés Jefe Defensa Social lncorporactos a 31 - V- 1917
(Secretario de Juan Murga) Luis A. García Defensa Social
Julián Pérez. con su gente Incorporado a 31 - V- 1917

Rodrigo M. Quevedo y Ciudad Guerrero Gral. Francisco 26- Vlll- 1917


Manuel Gutiérrez con Murguía
su gente

Victoriano Domínguez Bachíniva Jefe Defensa Social Incorporado a 111- 191 7


Jesús A. Almeida

Rentería con 40 hombres Mad~ra Gral. lsido Cardona 31 - 111- 1917


Vein te villilltas Cusihuiriachic Gral. Eduardo Hernández Incorporados a 28- V- 1917

Ubaldo Mendoza y San Antonio Tte. Corl. Delgado 20- VII- 1917
30 hombres

Jesús Cano con su gente San Francisco Jefe de la Defensa


de Borjas Social del lugar

Francisco Cano y su gente Ojinaga Corl. R.V. Castro Jefe de la Defensa 12- X- 1917
Social del Jugar.
Gorgonio BeltráJJ Teporáchic Jefe Defensa Social Incorporado a 1918

Ignacio Rodríguez Ciudad Camargo Mayor E. Delgado Dávalos 1918

J. de Jesús Arias Sánchez Gral. Pedro


Favela

Miguel Cuevas Tte. Corl. 1918


Antonio
Villarreal

2 villistas San Francisco Jefe Defensa Social Incorporados a 2- XI- 1919


de Borjas Jesús Cano
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149
Apéndice
CIRCULAR
A todos los Jefes de Defensas Sociales en el Estado de Chihuahua
Con1iderando que la, ac:rupacionH armadu que u han ••nido denoltlna.ndo
• 'Drtftn11.1 Soci.a.lu' •, prHtu 1 p,.¡1d.1n HIJUir prutaodo 1v1 'b.itnos oficlo1 para
pz'Uthar 1u ho11.r y 8\1.1 propios iotUHH, Hh C1.1.Uhl General de al car¡o, ha
tHldo a bien dhponer lo 1i(l,,l.i1ot•:
lo. t.• ''O.hn11.1 SooialH' • en 11 E.s~o de Chlbu.ahua, deberb cooUn¡¡ar
oi-callindu en la a1 .... tora& que lo ,u.aba.o a.oterior•eat1. pero coa lu codlU-
eacion11 que 11tabl 1c1 la pr111nt1 Ciroul&r y que •• enl.llMr&n 111 HIJUida:
2o. n Ciartd CHera.l nollbrart Jef u d•pH,dStotH dlrect.&.alnu del ■ilao
1 a qu.hn11 11ftalari un.a, pr1c!1ando 'Det1n1H,' qua 11t&rin a 1h11 órd1n11, E1to1
JefH, 1ubdhldiri.ft 1l•ndo entre JetH ■uklhrnos dll Ejiir cho a 11.1 6rd1nu de
le. cualH qued.arú loa Jetu de l u 'O.r1na&a' en cada pueblo y a quhou H lu
u¡ujr, recooociecdo la ad■ilac16n de M:ayc-r.
lo. Para Hr Jefe d• la 'Dehnaa' d• lll2 pueblo H nquhr e Htar a"Hciu.do
•n 41, Hr de b\l•na con.ducta chil y tener lu dotH de -.ndo •urtcientu a J1dcio
del Jete de la zona, aei coao qu• .aniflHhn u coatoraid.ad cu.ado Nno• un utenta
y cinco por chato de loa chtdadanoe qu• Htén dJ•p,aHtoe • peraucer a.naa.doe .n al
J",leblo d• que H t rate.
4o. DepeodiectH de u,oa Jefu d• 'Dehn•a' quedar'-n loa que coaan~t!'llH
'Defenue' de Coosrepci en•• 7 Ra.ncheriu • loe qve H lee dari una a•1a1lac16n coa-
prendida entre Sar¡ento PT1auo J Cllpl táa S•IWldO, HCW' 1u capacidad y la iapor-
aocia del rnuuro de boabrH que 001111.nden, a propvuta del Jefe •ub■ltarno t!lltar
r con aprob■c16e del de la son.a en que H encu,ntreo dic..ha• 'O.hnau.
5o . to•o• lo ■ elementH chilH, hloludn lo ■ q1.1• tenpn uiailaci6n ■1
Utar J q1.1e conat1tuyu la.a 'Dthn•aa Socta lH' al quedar httit1,1idu ••tu, ur,
ul. . .ote para p ranthar 1u hopr, •"-• illhrHH y •u Yida, por cuyoaotho no per-
ctbtrl.n r--.i.ceractdn &l(Un■ pero tupoco tendrin la obll1aci6n de prHtar HrYi
cio1 de u a l f1,11ra de 1u Re¡ión.
60. El Cuartel O•neral de Operacipca1 a ai car¡o, por conducto del J•f• d1
la aoca de 'Dth n•••• proporeioaar, lln1c&Mnhau.n1ctoi:e• eo al númaro que Ha cece-
■arU; por lo tanto, todo• lu de-61 demento, de (\l,trra •• loa proporcionar-in ui-
a.h.o lOI interuadoe.
?o. Lal '0.hnH•' entre d, hcdr,11 11 de ber lnprHcindible de pr ot.e¡erH
autuaaente lin que Ha nece...,.io Jl&r• el ca n, ordenH upeci&le• y con •1or raa6n
cuat1.do la• reciban en tal untido, puH el coau:do q1,1e uta Cir cular Ht.ablece, H
ulueau para que de un.a man,ra eaprHa tone J •o•ten¡a la cohui6n entr• lo ■
eleMDto1 armado■ J 1e u.nHique d •ndo pera d . .Jor ,:11to ,n la prchccUn que
la• 'O.hnH•' H proporien, para lo cual COGtarta con todo el apoyo ■ahrlal y .a-
MU d• la• h orn• doporuShotef' de Hh. J1fatura do Op1raoior:H,

Cuartel 01ner■l 111 Cb.1bu&b,a, r ebnro l◄ de 1919.


Manifiesto

Al pueblo de Chihuahua

Conciudadanos: Vosotros saoe1s que cuancto me encontraba yo en la


capital de la República, a principios del presente año, varias agrupa-
ciones políticas de esta Entidad me ofrecieron la candidatura para
Gobernador constitucional del Estado. La acepté y vine a ponerme al
frente de mis partidarios en la lucha electoral.
Desgraciadamente el bandidaje enc;abezado por Francisco Villa
ha tomado incremento y la tranquilidad de nuestros hogares y la segu-
ridad de nuestros intereses se han visto nuevamente amenazados. En
tal virtud, y siendo el bien general del país y en particular el de este
mi Estado el ú nico fin que persigo, con fecha 18 del próximo pasado
mes de Mayo dirigí al señor Presidente de la República el siguiente
mensaje:
"C. Venustiano Carranza. Presidente de la República. México. D.F. ·
-Con todo respeto manifiesto a usted mi vehemente deseo de colabo-
rar a la pacificación de este Estado a las órdenes del señor General
Jesús Agustín Castro. Ya que debido al incremento que ha tomado el
bandolerismo, las elecciones para Gobernador no pueden efectuarse en
el tiempo que marca la ley, si usted se dignase aplazarlas me capacita-
ría para entrar desde luego en acción reuniendo gente de la Sierra, que
patriota y conocedora del terreno, aclimatada y versada en la campaña
contra este enemigo, prestaría valioso contingente al pronto exter-
minio del bandolerismo. Espero sus órdenes sobre el particular y lo
saludo respetuosamente.- El General, Ignacio C. Enríquez."
Al arribo a ésta del señor General de División Manuel M. Diéguez
le manifesté también mi deseo de cooperar con él en la importante
labor que se le ha encomendado, ya que tengo el honor de conocer a
este con los hombres egoístas y perversos, que sólo ambicionan el
medro personal a expensas del pueblo, así también me veréis de con-
tinuo laborar junto a los hombres de miras elevadas, que desean sin-
ceramente el bienestar general.
El señor General Diéguez se dirigió a su vez al señor Presidente de
la República pidiéndole autorización para utilizar mis servicios, y con
fecha de hoy he sido honrado con el nombramiento de J efe de las De-
fensas Sociales y de las Fuerzas Auxiliares del Estado, volviendo yo
así al servicio activo en el Ejército.
En consecuencia, habiéndose aplazado las elecciones para Su-
premos Poderes locales, puesto que primero que nada está la pacifi-
cación, hoy dejo la campaña política para entrar de lleno a la militar,
a la que dedicaré todos mis esfuerzos a fin de corresponder a la con-
fianza que en mí se ha depositado y para que mi contingente sea lo
más eficaz a un pronto restablecimiento del o rden, tan anhelado por
los habitantes de esta Entidad
Conciudadanos: Os exhorto a que dejando aparte todo sentimiento
de partido político nos agrupemos en torno del señor General Diég.uez
y como un solo hombre pongamos nuestras energías a secundar el
noble prppósito de dicho Jefe, de exterminar el vandalismo que ha
devastado nuestro suelo.
A mis partidarios les manifiesto que si sobrevivo después de esta
campaña, volveré con ellos a continuar la brega, alentado por iguales
principios y por los mismos ideales que hasta hoy nos han mantenido
identificados; y que si acaso sucumbo en la lucha, moriré contento
de haber ofrendado mi vida en bien de este mi querido Estado de
Chihuahua.

Chihuahua, Chih., Junio 15 de 1919

El General

Ignacio C. Enriquez
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Aut.arizodo por el C. P'"cs:h !cntc Cnn stttu..
ci('l n::il de loa r.n.uu.~ 0rlconos, csi.f' CUa1•l.Cl 1.,cnor.1.l
ba tenido a. bien nonbr:ir n ust.Ctl JLTE m; L.\S uJ"Ii'DISAS
SOCIALCS DCL J;STAOO DE CttIIIU.\tu,.A, a:.i C' < □o de J.O.$ - -

fuerzas nuxiliarcs ,101 ,. if>no, que son al riancl o clcl _


General Sil rlno t arcia, clcbicndo cstnblf' crr ur:tc,l su
centro de opcrociono1 en un lu.c;nr que t.cnr,... c u flltni..
c o.c16n rcrrocarrilcrn; en e l concepto de q,,,. yn too -
o rdena se ¡,on¡;.i n su d1spooic1lin .,n t.c lc.-;r.ifi&t:t o.1-
lltar, a ef'eoto de que eat, en const:mt.c corun1cnct6n
con este ¡iropio CUnrtel Gcncrnl .-
~o que cocunicr, o usted pnr n !.U conoci-
Diento y cf'cotoo conoigu1cntcs , h..~ciér.dolo presen-
tes ""ºª seguridades ele ci atenta consi'-Crno16n ••
C0!l.,T!T~CI0!f y Rnl'On:as.
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