Novena de Navidad - Nueve Excesos de Amor
Novena de Navidad - Nueve Excesos de Amor
Novena de Navidad - Nueve Excesos de Amor
Luisa Piccarreta
Sierva de Dios y La hijita de la Divina Voluntad
Novena de Navidad – Nueve Excesos de Amor
Jesús escogió a Luisa para revelar la Divina Voluntad a la humanidad. Ella fue
mística, alma victima, recibió la gracia del “desposorio místico” con Nuestro Señor, y
vivió los dolores de la Pasión de Cristo. Vivió 64 años alimentándose solo la Santa
Eucaristía y pasó 62 anos en cama sin ninguna llaga de decúbito. Uno de sus
confesores e importante promotor de la Divina Voluntad (la doctrina que Jesús le
enseñó a Luisa) fue San Aníbal María di Francia, declarado santo el 16 de mayo de
2004. En obediencia, Luisa escribió más de 2.000 capítulos, recogidos en 36
volúmenes en el Libro del Cielo, sin contar cientos de cartas, y los libros Las Horas de
la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, y La Virgen María en el Reino de la Divina
Voluntad.
Al respecto de ella, escribe uno de sus confesores, San Aníbal María di Francia:
“Nuestro Señor, que de siglo en siglo aumenta cada vez más las maravillas de su
Amor, parece que de esta virgen, que El dice que es la más pequeña que ha
encontrado en la tierra, desprovista de toda instrucción, haya querido hacer un
instrumento idóneo para una misión tan sublime, que ninguna otra se le pueda
comparar, o sea, EL TRIUNFO DE LA DIVINA VOLUNTAD en el universo, conforme a
lo que decimos en el Padrenuestro: FIAT VOLUNTAS TUA, SICUT IN COELO ET IN
TERRA.”
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Novena de Navidad – Nueve Excesos de Amor
Tabla de Contenido
Novena de Navidad – Nueve excesos de amor .............................................................3
Primer exceso de amor – Amor Trinitario .....................................................................................................3
Segundo exceso de amor – Amor contenido..................................................................................................3
Tercero exceso de amor – Amor devorador ..................................................................................................4
Cuarto exceso de amor – Amor operante .......................................................................................................5
Quinto exceso de amor – Amor solitario .........................................................................................................6
Sexto exceso de amor – Amor prisionero .......................................................................................................7
Séptimo exceso de amor – Amor despreciado ..............................................................................................8
Octavo exceso de amor – Amor suplicante ....................................................................................................9
Noveno exceso de amor – Amor agonizante .............................................................................................. 10
Bibliografía: .............................................................................................................. 13
Anexo - Decreto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe ....................... 14
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Introducción a la Novena
En esto, me hubiera quedado no solo una hora, pero durante todo un día, si
Jesús no me hubiera dejado oír su voz que me decía: "Es suficiente por el momento.
Ven conmigo y verás hazañas mucho más grandes que mi amor por ti".
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"Mi hija, si quieres pasar de mi amor que consume a mi amor activo, me verás
sumergirme en sufrimientos inconmensurables e infinitos. Considera cuánto cada alma
concebida en mí me aportó el peso de sus pecados, de sus debilidades, de sus pasiones;
el amor me hizo llevar la carga de cada una de estas almas. Después de haber
concebido sus almas, yo mismo también concebí los dolores y las reparaciones que
cada una de ellas debía a mi Padre del cielo. Pues no estés sorprendida en saber que mi
pasión fue concebida en mí misma concepción.
Hija mía, esta corona de espinas no es otra que la corona cruel que las
criaturas me hacen llevar por su espíritu lleno de malos pensamientos. ¡Oh! ¡Cuánto
me hacen sufrir! ¡Oh! ¡Qué largos nueve meses de coronamiento! Y como si esto no
bastara, los hombres me traspasan las manos y los pies para satisfacer la justicia
divina. De hecho, viven su vida en busca de provechos ilegales utilizando caminos
tortuosos, cometiendo todo tipo de injusticias. En tal estado, me es imposible mover el
dedo, la mano o el pie. Estoy constantemente inmóvil, tanto a causa de esta crucifixión
continua como a causa del espacio limitado donde vivo. ¡Y decir que esta crucifixión
duró nueve largos meses!
¿Mi hija, sabes por qué constantemente soy coronado de espinas y crucificado?
Es porque la humanidad no deja de tramar intenciones inmorales y de cometer
acciones depravantes, toda cosa que toma sin cesar la forma de clavos y de espinas que
me traspasan las sienes, las manos y los pies".
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¡Todavía añade a esto que permanezco siempre solo, hasta en medio de ellas!
¡Oh! ¡Qué sufrimiento de estar solo, ser abandonado y ser abandonado por aquellos
qué hacen oídos sordos a mis palabras y que me impiden verter mi amor! Quedo
siempre solo, triste y silencioso porque aunque les hablo, no me escuchan en absoluto.
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Mientras que Jesús me decía todo esto, gemía, pero con un gemido oprimido,
a causa de esta falta de espacio; vertí lágrimas de compasión, queriendo alumbrarlo
un poco con mi amor, como me lo había pedido. ¿Quién podría describir el
sufrimiento que Jesús y yo sufrimos juntos por el amor de las criaturas?
"Hija mía, no me dejes sólo en tal soledad y tal oscuridad. No dejes el seno de mi
Madre, con el fin de bien considerar el séptimo exceso de mi amor: ¡Escúchame bien!
En el seno de mi Padre celestial, tenía la alegría perfecta. No faltaba de nada: alegría,
felicidad, todo me pertenecía. Los Ángeles me rendían adoraciones profundas y
siempre estaban dispuestos a servirme con reverencia. Podría decir que mi amor
excesivo para el género humano me hizo cambiar de actitud. Me libré de toda alegría y
de toda felicidad; renuncié a todos mis bienes y a los agrados del cielo para revestirme
de todas las imperfecciones de las criaturas, con el fin de darles mi felicidad, mis
alegrías y mis alegrías eternas.
No obstante, este intercambio habría sido fácil para mí si no hubiera tenido que
enfrentarme con la ingratitud más monstruosa y una obstinación de mala fe por parte
de los hombres. ¡Oh! ¡Cómo mi amor eterno estuvo sorprendido delante de tanta
ingratitud! ¡Oh! ¡Cómo sufro a causa de la obstinación y de la maldad del hombre!
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Éstas me hieren el corazón más que las espinas aceradas que, desde mi concepción y
hasta el último instante de mi vida, me hicieron sufrir dolores terribles. Mira
atentamente y observa mi pequeño corazón; ve cuántas espinas lo traspasan, ve como
lo hieren, y ve la sangre que fluye de él. ¡Oh! ¡Qué pena, qué dolor siento!
Hija mía, no seas ingrata como los otros, porque este dolor es el más terrible y
el más cruel de todos para tu Jesús. Es todavía más grave que el de cerrarme la puerta
de tu corazón, dejándome fuera, cogido por el hielo de la indiferencia de un corazón
endurecido. A pesar de toda la maldad del corazón del hombre, mi amor jamás puede
pararse: al contrario, asume la forma de otro amor todavía más elevado, ése, un amor
que se lamenta, que solicita y que suplica. ¡Esto, mi hija, es el octavo exceso de mi amor
más profundo! "
Hija mía, mi corazón quiere, cueste lo que cueste, conquistar el corazón del
hombre. Es por eso que, habiendo agotado el séptimo exceso de mi amor; y viendo que
el hombre queda siempre tan reticente, haciendo oídos sordos, siendo indiferente tanto
a mí cuanto a mis bienes, decidí ir todavía más lejos. ¡Mi amor habría debido
retroceder delante de tal ingratitud, pero no! Quiere siempre sobrepasar sus límites y
desde el seno de mi Madre, por mi voz suplicante, quiere reunir todos los corazones.
¿Empleo las maneras más persuasivas, las palabras más dulces y las más
conmovedoras, las oraciones más fervientes para ablandar hasta las fibras del corazón
del hombre, y para obtener ¿sabes qué? El mismo corazón de la criatura".
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Fui tan tocada por la compasión y al mismo tiempo horrorizada por estas
palabras de Jesús que me eché a temblar considerando la ingratitud de los hombres
y su consecuencia terrible, irreparable y eterna. Sumergida en esta consideración
doble, oí en mi corazón la voz de Jesús que me dice: "Hija mía, quieres darme tu
corazón; ¿o hará falta que, para ti también, llore, implore y me lamente para ganar tu
corazón y hacerme su señor?"
"Hija mía, mi estado presente se vuelve cada vez más doloroso. Si me amas,
asegúrate que tus ojos siempre estén fijos sobre mí, con el fin de retener bien todo lo
que te enseñe. Así podrás llevarle algún alivio a tu pequeño Jesús que sufre tanto,
aunque fuera sólo una palabra de amor; una caricia o un beso afectuoso, para dar a
mi corazón la dulce satisfacción de recibir tu amor a cambio. Me impedirás así llorar
amargamente y me aliviarás aflicciones implacables que sufro aquí.
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Hasta aquí, la humanidad jamás se abandonó. Es por eso que debí añadir, al
octavo exceso de mi amor, un noveno que consiste en un amor vivo e inflamado para
ella, así como un ansia de ser liberado del seno materno para poder ir a su búsqueda.
Después de haberlo retenido al borde del abismo, deseo estrechar y abrazar esta
humanidad siempre plena de ingratitud hacia mi amor, con el fin de que venga de allí
para amar mi belleza, mis verdades y mis bienes eternos que quiero, cueste lo que
cueste, que ella los posea para siempre.
Tal es, hija, el noveno exceso de mi amor: una agonía constante desde el primer
instante cuando mi Divinidad entró en el Seno materno para tomar forma humana y
esconder la esencia de su propia Divinidad. Sino, habría inculcado a la criatura - que
quiero unir con mi amor - el miedo, más bien que el amor.
¡Pobre de mí! ¡Qué larga agonía fueron estos nueve meses durante los cuales
esperaba la criatura! ¡Oh! ¡Cuánto el amor me asfixia y cómo la criatura me hace sufrir
muertes continuas! Hija, te lo repito, si mi humanidad no hubiera recibido apoyo y
fuerza de parte de la Divinidad con el fin de sostener el amor inmenso que me
consumía totalmente, desgraciadamente ella habría sido reducida a cenizas y
completamente aniquilada por el efecto de mi amor. Además de mi amor que sufre,
mendiga y suplica, Yo mismo debí asumir la carga enorme de sufrimientos que venía
de cada criatura, y esto en su sitio, en calidad de reparaciones exigidas por la Justicia
Divina. ¿ Y qué es lo que mi amor mendiga constantemente? ¡El corazón frío e
indiferente del hombre!
He aquí por qué mi vida en el seno materno se volvió tan dolorosa y siento que
ya no puedo más estar separado de la criatura. Quiero, cueste lo que cueste, apretarla
sobre mi corazón para hacerle sentir los latidos de mi corazón encendido, abrazarla
en mi afecto más íntimo y más tierno, y darle mis bienes eternos. Sabes que de
momento, si no estuvieras allí para reconfortarme antes de mi nacimiento, sería
totalmente consumido por este nuevo exceso de mi amor.
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Fija tus ojos sobre mí en el seno materno, y mira como me volví pálido. Presta
atención a mi voz debilitada, diríamos la de un moribundo. Percibe los latidos de mi
corazón, a ciertos momentos, palpitaba vigorosamente, pero ahora casi paró de latir.
No dejes que tus ojos se aparten de mí, porque - mira bien – siento que ahora mismo
voy a morir: ¡Sí, muero, y muero de amor puro!"
Mientras que todo esto pasaba, me sentía morir por amor a Jesús; sucedió
entonces un gran silencio por parte de nosotros dos, un silencio sepulcral. Mi sangre
se cuajó y dejó de circular por mis venas, y no podía sentir latir mi corazón. Dejé de
respirar y, tiritando de la cabeza a los pies, me caí al suelo. En este sueño mortal,
sólo mi lengua balbuceó: "¡Mi Jesús, mi amor, mi vida, mi todo, no mueras, porque
siempre te amaré! Nunca más te dejaré, hasta al precio de cualquier sacrificio. Dame
siempre las llamas de tu amor para quererte cada vez más con el fin de consumirme
lo antes posible de modo que Te sea amorosamente todo, mi noble, mi eterno, mi
buen Jesús".
Verdaderamente puedo decir que en este momento me sentí más muerta que
viva por el amor de mi Jesús, Él que ya había nacido a nuestra vida mortal con el fin
de sujetarnos, en primer lugar, a la muerte de nuestra voluntad, para luego llevarnos
a la verdadera vida eterna. Su tacto, entonces, me sacó del sueño en el cual fui
adormecida, y Jesús pronunció estas palabras maravillosas: "Hija rescatada por mi
amor; ven, asciende a la vida de mi gracia y de mi amor. Confórmate con todo en tu
Jesús. Así como me acompañaste durante las nueve consideraciones de los excesos de
mi amor durante la novena de mi nacimiento, continua ahora con las veinticuatro
consideraciones que conciernen a mi pasión y mi muerte sobre la cruz, repartiéndolas
durante las veinticuatro horas del día. En ellas, descubrirás nuevos y sublimes exceso
de amor y me aportarás un consuelo continuo en los sufrimientos más dolorosos que la
criatura ingrata me hubiera infligido. En la vida, tú serás amorosamente y totalmente
consagrada a mi pasión y a mi muerte, y a tu muerte, tendrás la parte más bella de mi
gloria".
FIAT!
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Bibliografía:
PICCARRETA, LUISA, Libro del Cielo, Volumen 1 (de 36 Volúmenes)
Note Bene: Todos los libros de Luisa Piccarreta recibieron el Nihil Obstat y el
Imprimatur
Sitios Internet:
Estos sitios Internet en francés, italiano, español e inglés les pueden dar las últimas
noticias sobre la Divina Voluntad:
www.luisapiccarretaofficial.org
www.nouvelleevangelisation.com
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Anexo - Decreto de la
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe
Según el decreto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (Acta
Apostólica Sede, N. 58, de 1966) y aprobado por el s.s. Pablo VI, ningún permiso es
exigido para divulgar, sin el imprimátur, escrituras que conciernen a nuevas
apariciones, revelaciones, visiones, profecías o milagros.
DECRETO
Después de editar la «Notificación» del día 14 de junio del año en curso sobre el
«índice» de libros prohibidos, se preguntó a esta Sagrada Congregación para la
Doctrina de la Fe si permanecen en vigor el can. 1399, por el cual se prohíben ipso
iure ciertos libros, y el can. 2318, por el que se imponen penas a los violadores de las
leyes sobre la censura y la prohibición de libros.
2) Aquellos que hayan incurrido en las censuras de las que se trata en el can.
2318 se deben considerar absueltos de dichas censuras por el mismo hecho
de la abrogación del canon.
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_1
9661115_decretum_sp.html
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