Cuento
Cuento
Cuento
Mi pierna izquierda se movía de arriba abajo con presura, mis dedos resonaban en
la mesa y pasaba mi lengua por mis labios más veces de las que puedo contar.
Es de esos momentos en donde sabes que lo que vas a hacer está mal, pero aun
así lo haces porque te encanta. Así es mi relación con la torta de chocolate que
reposa en la mesa delante de mí.
Puedo tener un poco de auto control y sencillamente no comerlo, como lo
recomendó tantas veces mi dermatólogo, pero ¡es chocolate!, de los mejores
placeres que hay en el mundo y lo tengo ahí enfrente a mí, en su reluciente
empaque de plástico transparente con una extraña forma triangular diciendo
¡cómeme!
Odio mi vida, pero odio más a mi dermatólogo, no, odio más a piel sensible… en
realidad me odio a mí por no tener ni una pisca de autocontrol
sonrío
Mama siempre dice que un dulcito siempre sabe mejor con café y que cuando se
come no hay deberes por hacer, ni compromisos pendientes, ni pensamientos
tristes si vas a tomar café y comerte un dulce hazlo bien, disfrútalo, siéntelo y
sobre todo vívelo, si no, no lo hagas, y eso fue exactamente lo que hice.